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Historia del SIDA




Enviado por PERCY ZAPATA MENDO



  1. Los
    inicios
  2. Nace una
    "estrella"
  3. Un tema de
    conciencia pública
  4. Lucha de
    titanes
  5. Un mono es el
    responsable
  6. De monos a
    simios
  7. El salto del virus
    al hombre

Han pasado casi treinta años desde que
explotó la epidemia del sida, allá por la
década de los 80 y, sin embargo, continúa
debatiéndose cuál fue el origen de esta enfermedad.
Esta polémica ha suscitado teorías para todos los
gustos. Algunos han dicho que se trató de una
conspiración de la CIA, otros culpan al error de
algún laboratorio de ingeniería genética que
dejó escapar al virus. Para otros incluso, el sida es una
mentira inventada por partes interesadas y que el VIH no
existe.

De vez en cuando se descubren nuevas enfermedades. De
hecho, en los últimos veinte años hemos asistido al
nacimiento del ébola, la enfermedad del legionario, el
síndrome de fatiga crónica, el síndrome
tóxico y más recientemente la neumonía
asiática. Sin embargo, de entre todas estas "novedades",
el sida es sin duda la gran protagonista.

En la actualidad existen pruebas científicas
más que suficientes como para afirmar con certeza que el
sida es una enfermedad producida por el Virus de la
Inmunodeficiencia Humana (VIH). Voy a intentar explicarle de
dónde vino esta "nueva enfermedad" que mantiene a raya al
mundo durante los últimos 30 años, cómo se
describieron los primeros casos, cómo surgió el
virus y la historia de una pareja de investigadores que se
hicieron célebres compitiendo por ser los primeros en
identificar al VIH.

Los
inicios

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Eran los años 70 y la liberación sexual
estaba en todo su apogeo. Siguiendo esta corriente, la comunidad
gay de algunos países había decido salir a la calle
y mostrarse sin complejos. En ciudades como San Francisco o Nueva
York, proliferaban los garitos donde además de copas y
música se practicaba el sexo sin restricciones.

Según investigaciones de aquella época, en
una sola visita a estos locales (saunas, discotecas o clubes
especiales) se producían una media de 2,7 contactos
sexuales. Proliferaron entonces las enfermedades de
transmisión sexual (ETS) y era frecuente encadenar o
padecer a la vez gonorrea, sífilis, herpes genital y toda
una lista de enfermedades asociadas a la promiscuidad. Sin
embargo, no fue suficiente para modificar los hábitos
sexuales de la época. Eran tiempos felices y la
mayoría de estos problemas se arreglaban con
antibióticos.

Fue en este escenario cuando en junio de 1981 se
comunicó, en una revista científica, el primer caso
de neumonía por Pneumocystis carinii en un paciente
homosexual. Este germen era hasta entonces muy poco frecuente
salvo en sujetos con las defensas bajas. Casi
simultáneamente se publicaron varios casos de sarcoma de
Kaposi en pacientes jóvenes y los acontecimientos se
sucedieron vertiginosamente. Ambas eran enfermedades raras que
aparecían sólo en sujetos inmunodeprimidos, es
decir, sin capacidad para defenderse de las infecciones y de
algunos tumores.

En pocos meses se describieron casos similares en otros
países occidentales, fundamentalmente europeos, y
cundió la alarma. ¿Qué estaba pasando?
¿Por qué de pronto aparecían casos raros
entre la desenfadada y joven comunidad homosexual de San
Francisco y Nueva York? Aunque los que vivieron aquel momento no
eran conscientes de ello, eran los primeros días de un
drama que llegaría hasta nuestros días.

Nace una
"estrella"

Se multiplicaron los casos de enfermedades pocos comunes
entre sujetos jóvenes. Eran sobre todo infecciones,
difíciles de tratar y que acababan matando a los
pacientes. Pronto fue evidente que se trataba de una epidemia: la
enfermedad empezó a ser diagnosticada rápidamente
en países distintos a EE. UU. Pero la causa no estaba
clara ni tampoco era fácil de explicar por qué se
producía a la vez y en países diferentes este
cuadro mortal tan poco común.

Se pensó en que el motivo de estas raras
infecciones estuviese en el frecuente uso de drogas estimulantes
por la comunidad gay, que parecía ser la más
afectada, también se propuso a la combinación
simultánea de varias enfermedades de transmisión
sexual (ETS) o al hecho de viajar a destinos
exóticos.

Sin embargo, una vez descrito el cuadro de
inmunodeficiencia, comenzaron a comunicarse nuevos casos en
sujetos no homosexuales: fundamentalmente adictos a las drogas
intravenosas, hemofílicos y sujetos procedentes de la isla
caribeña de Haití. En enero de 1983 se
describió el primer caso de transmisión
heterosexual.

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Corría todavía el año 1981 cuando
esta enfermedad fue bautizada con el nombre de Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA, un término que hace
referencia a la situación de falta de defensas que
sufrían los pacientes y al hecho de que se adquiriese
durante la vida, ya que hasta aquel momento la mayoría de
los casos de inmunodeficiencia aparecían de forma
congénita, es decir al nacer, o bien en pacientes que
estuviesen recibiendo quimioterapia para el
cáncer.

Había nacido una estrella, el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida, era el protagonista de todas las
revistas científicas: una nueva enfermedad, desconocida
hasta entonces, destinada a la fama por motivos poco felices. Sin
embargo, el agente causante de la misma continuaba siendo un
misterio. El sida era una condena de muerte segura, no
había método eficaz para controlar las infecciones
que sufrían los pacientes y tampoco era posible prevenirla
o curarla porque no se conocía su causa.

Un tema de
conciencia pública

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Si existe un caso paradigmático de influencia de
la sociedad, en los gobiernos y en la comunidad
científica, es precisamente el SIDA. Era el año
1983 y las autoridades sanitarias de EE. UU. no consideraban al
SIDA como un problema de salud pública: hasta ese momento
sólo se habían registrado 1.450 casos. Para la
mayoría de americanos el SIDA era una plaga que castigaba
fundamentalmente a homosexuales y otras "gentes de mal vivir",
como drogadictos y prostitutas.

Pero la muerte por SIDA en 1985 de la superestrella,
viril por antonomasia, Rock Hudson, dio un vuelco espectacular a
la historia de esta enfermedad. Cuando se encontraba filmando el
que sería su último trabajo, un papel secundario en
la serie Dinastía, comenzó a mostrar una
preocupante y rápida pérdida de memoria. Necesitaba
unas tarjetas de papel durante el rodaje para recordar simples
frases y pronto desarrolló claras dificultades para
hablar.

Fue el primer "famoso" internacional en reconocer que
estaba infectado por el VIH y que era homosexual. Alguien
importante, rico y famoso estaba infectado, una noticia que fue
suficiente para poner en marcha a la opinión
pública norteamericana y la del resto de mundo. Se crearon
grupos de presión y aparecieron activistas con voz en
todos los foros donde había influencia, poder o
dinero.

Morgan Fairchild, una actriz de la época
declaró con tino entonces: "la muerte de Hudson le ha
puesto cara al SIDA." En poco tiempo la investigación
sobre la enfermedad recibió una avalancha de fondos que
fueron claves para los importantes avances conseguidos en estos
años. En 1985 el SIDA se había convertido en un
problema sanitario y social internacional y los datos que
llegaban de África ya apuntaban que se produciría
una epidemia sin precedentes por vía
heterosexual.

Lucha de
titanes

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El descubrimiento de la causa del sida se
convirtió a principio de los años 80 en un objetivo
para muchos investigadores. Dada la repercusión
mediática que estaba alcanzando la epidemia, el
científico que desvelara el enigma tenía
garantizado el reconocimiento, no sólo en la comunidad
científica, sino del mundo entero. Es probable que muchos
laboratorios intentaran "cazar" al responsable de aquella
enfermedad, pero para la historia, sólo dos pasarán
a la posteridad como protagonistas principales: el Instituto
Pasteur, en Francia, y el Instituto Nacional del Cáncer
(NIH) en Bethesda, EE.UU. También quedarán grabados
en los anales históricos dos nombres míticos: Luc
Montaigne y Robert Gallo.

Luc Montaigne había nacido en Chablis, (Indre,
Francia) el 18 de agosto del 1932. Doctor en Medicina por la
Universidad de Poitiers, y dedicado a la docencia hasta 1967 que
comenzó a investigar en virología. En 1972 fue
nombrado jefe de la Unidad de Oncología Viral del
Instituto Pasteur y en 1974 director del Centro Nacional de
Investigaciones Científicas.

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Ilustración ROBERT
GALLO.

Robert Gallo nació en Waterbury (Connecticut,
EE.UU.) el 23 de Marzo de 1937, estudió medicina en las
universidades de Jefferson, Filadelfia y Yale y se doctoró
en 1965. En 1968 fue contratado como investigador en el Instituto
Nacional del Cáncer (NIH) en Bethesda, siendo director de
la sección de Mecanismos de Control Celular entre 1969 y
1972. Desde ese año fue el responsable del laboratorio de
Biología Celular de Tumores. En 1980 comunicaría el
descubrimiento del primer retrovirus humano, el HTLV-I, que
transmitido por contacto sanguíneo y sexual era la causa
de una de cada 100 leucemias. Unos años después
describiría otro virus, el HTLV-II, de aspecto similar al
anterior, pero no relacionado con ningún tipo de leucemia
hasta ese momento.

Estamos a principios de los años 80, el sida
está haciendo estragos en las comunidades gay de EE.UU. y
en otros muchos lugares. Descubrir al responsable es un objetivo
prioritario y existían, tanto en Europa como en
América, científicos con la formación, los
medios y la disposición para ello. Sin embargo, las
circunstancias hicieron que el descubrimiento del VIH estuviese
rodeado de polémica desde el principio.

Acusaciones de robo, de plagio y de mentiras se cruzaron
a ambos lados del Atlántico. El problema
transcendió más allá de lo científico
y llegó a involucrar a los presidentes de algunos
países. Pero expongamos lo que ocurrió.

La forma de transmisión de la enfermedad
hacía pensar que un agente externo estuviera involucrado
en su origen: había pacientes afectados en diferentes
continentes y algunos de ellos compartían factores de
riesgo por lo que los investigadores suponían que un
agente tipo virus, bacteria, hongo o quizá una toxina era
el responsable del cuadro.

En 1982 los CDC ('Centers for Disease Control') de EE UU
definen el sida como una enfermedad infecciosa transmitida a
partir de sangre contaminada. Se cree que la vía sexual es
una de las principales responsables de los contagios.

En enero de 1983, en el hospital parisino de la
Pitié, el equipo del profesor Rozenbaum extirpa un ganglio
del cuello de un paciente de 33 años llamado F. Brugiere,
que se sospechaba tenía SIDA. El profesor Montaigne
examina el ganglio del enfermo y determina que existen rastros de
actividad bioquímica de un retrovirus. Era la primera
evidencia de que la enfermedad estaba causada por un agente
externo, y que este agente era un virus, en concreto un
retrovirus.

Durante los años previos, el equipo de Robert
Gallo había sido el primero en describir los retrovirus
humanos, unos virus que eran responsables de algunas leucemias.
Parece que los investigadores enviaron una muestra del virus a
los CDC americanos.

También en febrero de 1983, Charles Dauget, que
trabajaba en el instituto Pasteur, consigue fotografiar al virus
que estaba en el ganglio, mediante microscopía
electrónica. Los investigadores proponen denominar al
virus como 'BRU' en honor al apellido del paciente
afectado.

En mayo, la revista 'Science' publica el descubrimiento
del profesor Montaigne, y se propone la denominación de
virus LAV (abreviatura del virus de la linfadenopatia,
término que se usa para describir el agrandamiento de los
ganglios linfáticos que aparece en ciertas infecciones).
En esa publicación se señala que el paciente no
tenía aún los síntomas típicos del
SIDA, pero los investigadores creen que el virus es el agente
responsable del SIDA. Se enviaron muestras del virus al NIH
americano.

En abril del 1984 Margaret Heckler, secretaria de salud
de EE.UU., anuncia que el equipo de científicos del
profesor Gallo ha descubierto el HTLV-III, virus que se considera
causante del SIDA. Estos autores patentan ese mismo día el
test de anticuerpos capaz de detectar el virus. En un alarde de
excesivo optimismo se declara que es posible que en un par de
años se tenga la vacuna para controlar la
enfermedad.

En Mayo de ese año, compañías
privadas han desarrollado un test comercial que es aprobado para
la detección del virus en la sangre. En unos meses se
empezó a usar el test en la sangre utilizada para las
transfusiones.

A partir de ese momento, comienza a desatarse la
polémica entre Francia y EE.UU. Está en juego nada
más y nada menos que la paternidad del descubrimiento. Los
investigadores del instituto Pasteur aseguran que ellos enviaron
muestras de su virus al NIH y creen que el virus descrito es el
mismo que ellos habían publicado previamente.

A finales de 1984 un científico inglés,
Robin Weiss, demuestra que el HTLV-3 y en LAV son el mismo virus:
pero entonces ¿Quién había robado a
quién? ¿Son ciertas las afirmaciones de que Gallo
pretende hacerse con el descubrimiento de Montaigne? ¿Ha
sido un error de laboratorio? ¿Es un descubrimiento
francés o un descubrimiento americano?
¿Quién se ha llevado el gato al agua

En enero del 1985 Montaigne y Gallo publican las
secuencias genéticas de los virus del sida que han
identificado y deciden compartir los derechos de la patente.
Parece que la solución más lógica es no
avivar el conflicto. Sin embargo siguen existiendo tensiones
entre ambos grupos, el descubrimiento tiene un alcance mundial y
todos quieren ganar "la medalla".

En 1986 un equipo de investigadores, en particular
virólogos, tras aceptar de forma definitiva que el VIH es
responsable del SIDA, acuerdan ponerle el nombre del Virus de la
Inmunodeficiencia Humana. Asimismo se decide reservar SIDA para
nombrar a la enfermedad cuando ya han aparecido síntomas
relacionados con la inmunodepresión, mientras que se
denomina infección VIH cuando están presentes los
anticuerpos pero no han aparecido síntomas relacionados
con la disminución de las defensas.

La pelea por la paternidad del descubrimiento se hace
tan encarnizada que en 1987, los entonces presidentes de Estados
Unidos, Ronald Reagan, y primer ministro francés, Jacques
Chirac, emiten un comunicado común que pretende poner fin
a la controversia sobre el mérito del descubrimiento del
nuevo virus. A partir de ese momento ambos científicos
Gallo y Montaigne son descritos como los "co-descubridores" del
VIH. En 1986 se identifica en París una variante del virus
del sida en un paciente originario de Cabo Verde. La variante es
denominada VIH-2.

En 1988 Gallo y Montaigne publican un artículo
conjunto en el "Scientific American" en el que parecía que
querían dar por terminada la polémica. Sin embargo
en noviembre de dicho año el Chicago Tribune descubre que
los trabajos de Gallo se basen en unas muestras de sangre que
él había mandado Montaigne. El asunto estaba siendo
investigado por la Oficina de Integridad Científica del
Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, que
dictaminó que Gallo había realizado un fraude e
incurrido en mala conducta.

En 1991 Gallo reconoció que "su virus"
procedía de una muestra recibida del Instituto Pasteur,
donde trabajaba Montaigne, y con el que su equipo había
colaborado. Según afirmó, habría tenido
lugar una contaminación accidental de sus muestras con las
francesas. Con esto reconocía que ambos virus (el LAV y el
HTLV-3 eran el mismo) pero intentaba convencer al mundo de que no
se había actuado con mala intención.

En 1992 un nuevo informe del Departamento de Salud y
Servicios Humanos de Estados Unidos volvió a dar la
razón a Montaigne.

En 1993 ambos investigadores deciden trabajar
conjuntamente.

En 1995 Gallo pasó al Instituto de
Virología Humana de la Universidad de Baltimore
(Maryland), donde descubrió tres factores susceptibles de
impedir la replicación del virus del sida, lo que
podría conducir en el futuro al hallazgo de la tan ansiada
vacuna.

En la actualidad se considera que Montaigne fue el
descubridor de los virus del sida, VIH-1 y VIH-2. Gallo
aportó la metodología necesaria para descubrir los
primeros retrovirus humanos. Sin los conocimientos que
había aportado Gallo, al identificar por primera vez los
retrovirus humanos, Montaigne nunca hubiera podido descubrir
VIH.

Este breve resumen histórico es un claro ejemplo
de lo complicada que puede ser la historia de la ciencia. En mi
opinión, ambos científicos deben ser reconocidos
por igual dejando a un lado la polémica. Y es que los
avances científicos se basan cada vez más en la
colaboración de varios equipos, a veces separados por
miles de kilómetros de distancia. De hecho en la
actualidad los premios otorgados por su aportación a la
ciencia en este campo se dan de forma conjunta, como
ocurrió en el año 2000 cuando ambos investigadores
recibieron conjuntamente el premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y
Técnica.

Un mono es el
responsable

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La importancia de conocer el origen del sida va
más allá de la mera curiosidad o del puro
interés académico. Su conocimiento exacto puede ser
clave para el desarrollo de la tan buscada vacuna y de
tratamientos más eficaces.

Una vez que se supo que el VIH era el responsable de la
enfermedad, algo que está científicamente
demostrado, la pregunta del millón era conocer de
dónde había salido este nuevo virus con tan
increíble potencia destructora.

En la historia de la búsqueda del virus no se
puede dejar de hablar del célebre "Paciente 0" de
dónde pareció partir la epidemia en los primeros
momentos. Se trata de Gaetan Dugas, un auxiliar de vuelo
homosexual y extremadamente promiscuo que reconoció haber
tenido más de mil compañeros sexuales. A partir del
VIH aislado en su sangre se identificaron, investigando a
pacientes de todo el mundo, a más de 40 casos de VIH de
idénticas características, repartidos por multitud
de países que tenían en común además
el haber compartido sexo entre ellos. Contribuyó
indudablemente a extender la enfermedad por todo el mundo, algo
que ocurrió en un tiempo récord, pero
también ayudó a reconocer que la enfermedad era muy
contagiosa y que ciertas actitudes podían ayudar a su
diseminación, por lo tanto era posible tomar medidas para
reducir la tasa de contagios.

De monos a
simios

Los primeros análisis del material
genético del VIH mostraron que tenía una tremenda
similitud con el SIV (virus de la inmunodeficiencia del simio),
una familia de virus que afectaban a monos del centro de
África donde también empezaron a identificarse
casos de sida casi desde el principio. En la actualidad, gracias
a estudios genéticos que han comparado el material de
ambas familias de virus – humano y del mono -, está
aceptado por la comunidad científica que el VIH es un
descendiente del agente viral que afecta a los monos (SIV, en
inglés simian immunodeficiency virus).

Tanto el VIH-1 como el VIH-2, los dos tipos de VIH
más conocidos tienen grandes similitudes con el virus del
chimpancé y del mono verde respectivamente. Está
búsqueda del origen del VIH se ha prolongado durante
más de 10 años y ha sido precisamente en 2003
cuando se han publicado los resultados que parecen ser
definitivos.

El SIV es tremendamente frecuente entre los monos de
África Central, de hecho han sido aislados en más
de 30 especies, aunque en ellos estos virus no son mortales. Al
parecer los chimpancés en estado salvaje fueron infectados
de forma casi simultánea por dos tipos de SIV muy
similares. El primero de ellos afectaba al mono verde que habita
en los bosques de Sierra Leona y Ghana y el segundo a una segunda
especie de mono (cercopitecus nictitans) que habita en los
bosques de Costa de Marfil, Liberia, Níger y
Congo.

Es más que posible que hace cientos de
años, los chimpancés se infectarán
simultáneamente con estos dos virus al cazar y comer los
dos tipos de monos de que hablábamos anteriormente. El
intercambio genético de estos dos virus en los
chimpancés, dio lugar a un nuevo tipo de virus de
inmunodeficiencia que sí era capaz de ser transmitido al
ser humano y provocarle una enfermedad mortal.

El salto del
virus al hombre

Desde luego es bien conocida la posibilidad de que un
germen que habita en los animales pueda infectar al hombre y
producirle una enfermedad. De hecho y aunque pueda afectar a
nuestro ego, el hombre y los chimpancés poseen un material
genético idéntico en un 98% de su
composición, es decir, sólo un 2% de nuestros genes
nos diferencia de estos simios. Es bien conocida además la
capacidad de algunas enfermedades de transmitirse entre especies
distintas, un grupo de patologías conocidas como
"zoonosis".

Sólo nos quedaría explicar cómo
pudo el virus "saltar" en el centro de África, desde el
chimpancé hasta el ser humano.

Pues bien, de forma similar a lo que hacen estos
primates al cazar y comer monos más pequeños, una
actividad que les trasmitió el virus, también los
habitantes humanos de estas zonas de África son cazadores
habituales de grandes simios. Para los indígenas de esta
región del planeta, la carne de mono es un alimento
más que pueden conseguir mediante la caza y de hecho lo
consumen frecuentemente.

Durante las cacerías es más que frecuente
que el animal acorralado pueda producir heridas, mordiscos o
arañazos por donde habría penetrado el virus. Otros
mecanismos posibles de transmisión al hombre serían
al comer su carne o al mantener algún tipo de contacto
sexual con estos animales.

Poner fecha al paso del virus desde el mono al hombre es
bastante difícil. Sin embargo, algunas cosas sí
parecen bastante claras. Durante la "exportación" de
esclavos procedentes del centro de África que se produjo
durante los siglos XVIII y XIX para las grandes plantaciones
americanas, el virus no estaba presente. No existe ningún
caso de infección VIH hasta bien entrado el siglo
XX.

El paciente más antiguo infectado por el virus
del sida que ha podido ser documentado científicamente es
un congoleño cuya sangre, extraída en 1959, dio
positiva. La muestra había sido congelada como parte de un
estudio de investigación de aquella época y fue
analizada en 1998 en busca del nuevo virus. Existen sin embargo
otros casos muy sospechosos que podría haber sido sida en
los años 30, sin embargo no han podido ser documentados
por no existir sangre disponible para el análisis. Otros
casos que precedieron a la epidemia y que están bien
documentados son los de un marinero noruego que murió en
1976 y el de un adolescente afro-americano que murió en
1969, en ambos se aisló el virus a partir de muestras de
tejido.

Los modelos matemáticos más sofisticados,
basados en el componente genético de los distintos virus
de inmunodeficiencia conocidos y en sus posibilidades de
evolución hasta dar con el VIH actual, sí han
conseguido establecer una fecha aproximada del salto de la
infección desde el mono al ser humano. Por medio de
superordenadores se ha conseguido establecer que este evento tuvo
lugar en torno al año 1930 y si se quiere ser menos
preciso, existe un 95% de posibilidades de que ocurriera entre
1910 y 1950.

Es muy probable que nunca lleguemos a saber la fecha
exacta; lo que sí está claro es que en algún
momento de la mitad del siglo XX, la infección del ser
humano por el VIH se convirtió en el terrible cuadro
epidémico que tan bien conocemos y denominamos
sida.

 

 

Autor:

Percy Zapata Mendo

 

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