- Memorias
- El
amor es sexista - Las
diferencias socialmente establecidas para los
sexos - El
imperativo social que nos rige: El amor es
machista - El
tabú de la virginidad, la maldición de la
Princesa Diana - ¿Ama el hombre… ama la
mujer? - La
mujer, ser especial entre seres especiales - En
resumen - Bibliografía
"Cuando la fallecida ex-consorte del
heredero actual del trono inglés, la Princesa Diana,
fue expuesta por la prensa sensacionalista como
víctima de la anorexia y de la bulimia nervosa, la
condición recibió mucha atención, pero
menos de la que despertara en los Estados Unidos la
muerte, de la cantante Karen Carpenter causada por complicaciones
cardiomiopáticas de la bulimia. Con los
dos eventos y con la admisión subsiguiente que
hicieran muchas figuras del cine, la bulimia entró el
mundo del conocimiento universal. FEFL en La
bulimia nervosa: No la invención romana.
"De Inglaterra, de la compleja y
casi infinita Inglaterra, de esa isla desgarrada y lateral que
gobierna los continentes y los mares, no correré
el riesgo de dar una definición. Ya que basta
recordar que es quizás el único país que no
está fascinado consigo mismo, que no pretende ser el
Paraíso o la Utopía.
"Yo pienso de Inglaterra como se piensa
de un ser querido, como algo único e
insustituible.
"Ella es capaz de indecisión
reprochable, de lentitud terrible (que tolera a Franco, y que
tolera los subsidiarios de Franco), pero que también es
capaz de rectificación y de arrepentimiento, de volver a
emprender una vez más — cuando la sombra de la espada
cae por todo el mundo — la cíclica batalla de
Waterloo."(Jorge Luis Borges 1899-1986) FEFL en El
Príncipe Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña
de la Muerte y el Diagnóstico Equivocado.
La Reina Victoria, la tatarabuela
perdurable…
Este artículo es un proyecto
exegético acerca de monarquías (institución
obsoleta) y un examen de ese complejo sentimiento, que, en
ocasión, linda en la locura, conocido como el
"amor".
Empezaremos, entonces, con el amor,
sentimiento inefable y ubicuo, que nos llena de gloria y
sufrimientos.
Memorias
Todos recordamos con añoranzas y
ternuras la primera vez que, como jóvenes,
sintiéramos ese conjunto indescriptible de emociones, que
la presencia (o la ausencia) de otra persona nos hiciera sentir,
porque estábamos "perdidamente" enamorados.
En ese momento nos percibíamos
diferentes, elevados, trascendentes y etéreos.
Compartíamos, en aquellos tiempos, la magia del
romanticismo universal que inspiraran todos los poetas,
músicos y artistas que en el mundo ha habido.
En un instante similar, todos
estuvimos, por primera vez, enamorados. Pero, el amor no es
sustancia simple, como más adelante
descubriríamos.
Isabel II antes y
después
El amor es
sexista
¡Asombro! ¡Sorpresa! el amor es
sexista
Desde luego que lo es, porque nuestra
naturaleza, y la de muchos otros animales, son asimismo sexistas.
Existen, en estos géneros, y especies similares, machos y
hembras cuyas funciones son esencialmente distintas. Para nuestra
especie, el género establecido con que nacemos es
importante ya que posee considerables repercusiones tanto
anatómicas como sociales y psicológicas.
Es valioso entender que la
"asignación" del fenotipo morfológico no siempre
corresponde a la anatomía o a la psicología del
individuo en cuestión. (Véanse mis múltiples
artículos al respecto, especialmente los del
pseudo-hermafroditismo en la Bahía de las Calderas:
http://www.monografias.com/trabajos49/tunel-carpiano/tunel-carpiano).
Prosigamos
Desde la cuna nuestros custodios nos
inculcaron las diferencias entre los sexos, estipulando
cuidadosamente, nuestra orientación genérica
anatómica, e indicándonos concienzudamente lo que
tales diferencias entrañaban.
De manera que, por bien o por mal,
aprendimos que éramos hembras o varones.
El género al que pertenecemos es
algo muy importante para el ser humano de ambos sexos. Asunto que
se expresa muy temprano durante el proceso del desarrollo
psicosexual.
De esa manera, sin titubeos y sin rodeos,
la Naturaleza, asistida por el entorno, determinaría
nuestro destino, mientras la sociedad, a su vez,
circunscribía nuestras perspectivas.
Llamando lo antedicho, génesis o
epigénesis, el resultado sería el mismo, para los
fines de esta tesis.
Charles y Diana
Las diferencias
socialmente establecidas para los sexos
Para las mujeres:
Ser pasiva
Solícita
Tolerante
Débil
Ingenua
Recatada
Mediadora
Buena organizadora de su
hogarCocinera sin par
Buena amante
Buena madre
Bella
Delgada
Discreta y
Comprensiva con lo que los maridos
disfruten en sus momentos de "ocio"
Para los hombres:
Tener éxito financiero y/o
profesional (financiero, please)Ser perseverante
Agresivo
Impetuoso
Dinámico
Dominador
Exigente
Un poco brusco
Tosco
Hosco
Si es rico, puede aún ser
llenito — y si le sobran los cuartos — que sea gordo no
importa. Pero, que vista bien y sea espléndido con las
damas — especialmente con
nosotras…Que sea codiciado por toda
otra mujer — preferiblemente por las que son más
jóvenes y bellas de lo que nosotras somos — pero que
vea y no toque. Y que además sea:Malicioso
Machista y
Homofóbico.
Charles y Camilla
Con esos preceptos, es como, de
jóvenes, todos se aventuran en el terreno difícil
del amor. Llenos de prejuicios y de diferencias socio/culturales
establecidas. Por ello el amor, a menudo pierde su ensueño
y se torna en asunto mecánico y frío.
El imperativo
social que nos rige: El amor es machista
No es importante para el propósito
de la Naturaleza, que nuestro primer amor sea inocente o
virtuoso, ya que sus designios se limitan a la replicación
de nuestros genes vía la reproducción.
Sin embargo, en la sociedad en que vivimos,
la probidad y la pureza se reservan para nuestras madres,
nuestras hermanas, nuestras noviecitas y nuestras parejas. Pero,
para nuestros papás, hermanos, novios o compañero
varón, es lo opuesto, y todo lo que signifique la
exuberancia sexual es lo permisible y aún lo deseable —
repetimos, solamente lo es así, si es para el varón
a quien esto aplica.
Dice mi amigo Pablo, "el hombre, por
naturaleza, es faldero…"
Los hombres trazan las pautas, que la mujer
debe seguir, en todo asunto de importancia. Por eso Dios se
representa como viejo barbudo y sabio, mientras que a las mujeres
se las descarga asignándoles un rol secundario en todo lo
que hacen.
En otras palabras, que por —
presumidamente — no ser hembra, a Dios, los hombres no lo
pueden representar como mujer sabia y barbuda…
Los hijos de Diana en su
sepelio
Aún en la pantomima de la
selección de un nuevo Papa, las mujeres no son
bienvenidas, porque el miedo, hace que los hombres que controlan
la Iglesia católica, las excluyan, a pesar de que Cristo,
nunca las menospreciara, y de que María Magdalena fuera
uno de sus apóstoles — y dicen que algo
más.
Estamos llegando a Inglaterra
En junio del año 2012 con pompa,
protocolo y júbilo patriótico, se celebraron por
todo el Reino Unido (incluyendo Gibraltar y las Malvinas) los
sesenta años de que fuera coronada, la Reina Isabel
II.
De vivir cuatro años más,
Isabel excederá los sesenta y tres años del reino
más largo en la historia inglesa, que fuese el de su
tatarabuela la Reina Victoria la mojigata.
El reinado de Isabel ha sido uno de los
más difíciles de la historia inglesa. La vida de la
soberana ha estado complicada por mucha controversia, a veces
consecuencia de los desatinos de sus familiares más
cercanos, como fueran los de su única hermana y las de sus
cuatro hijos y descendientes. (Su difunta hermana, la Princesa
Margarita, nunca tuvo hijos).
En este respecto, la efímera y
turbulenta vida de su fenecida nuera, Diana Spencer, dejó
un hito permanente en la memoria de todos.
El tabú de
la virginidad, la maldición de la Princesa
Diana
Este tabú, superpuesto al
comportamiento sexual femenino, es esencialmente un castigo, que
el hombre ha impuesto a la mujer, ya que la Naturaleza
erigió el obstáculo mecánico del himen, no
contra la mujer, sino contra el hombre
senescente, impotente, infértil y agotado. El hombre que
padece de múltiples limitaciones y trabas para ser padre
efectivo de los hijos que con mujer joven procrearía y,
nada más. (Para leer más:
http://www.monografias.com/trabajos90/totem-y-tabu-albor-historico-psiquiatria-antropologica/totem-y-tabu-albor-historico-psiquiatria-antropologica).
Futuros ocupantes del trono
Aunque, para éste y todo hombre
débil, la virginidad (la propia y la ajena) constituyen un
estorbo. Lo es, hasta que ese individuo encuentra a la mujer
núbil con quien desea contraer nupcias. Entonces, es
cuando la presencia intacta del himen adquiere importancia
desproporcionada y fugaz.
Ya que son ellos mismos los que
sueñan, constantemente, con "inaugurar" (léase,
desflorar) a toda mujer virgen que encuentren en su camino o a
seducir mujeres que otros hombres hayan desflorado — ¡el
placer lujuriante y vicario de la conquista amorosa!
(Véanse mis artículos al respecto).
Ese sería el caso patético de
la Princesa Diana de Gales, cuyo único rol fue la de
arrendar a los miembros de la monarquía inglesa, su
útero de doncella "inmaculada", para que en éste
gestaran dos herederos al trono de la Corte de Saint
James, como éstos se llaman a sí
mismos.
Una vez nacidos los príncipes
sucesores, a Diana la reemplazó — subrepticiamente —
en el tálamo nupcial, Camilla, la amante del esposo, una
consorte infiel con quien, luego de la muerte controversial de la
princesa, el príncipe casó sin esperar mucho
tiempo.
En este caso, la virginidad de la Princesa,
era asunto de importancia política y de relaciones
públicas y nada más.
De acuerdo a la leyenda, los reyes de la
Inglaterra por tradición, han provenido de las matrices de
mujeres vírgenes.
De esta fábula ser cierta, hoy por
hoy, esto ha cambiado, y no por falta de vírgenes sino por
un exceso de mujeres liberadas.
Pero, todo lo antedicho no
importa, porque ser mujer es ser especial y ser
excepcional
Frente al sexo, los miedos del hombre no se
comparan con los miedos inexistentes en la mujer. No se
comparan, porque la mujer verdadera mira al sexo
objetivamente y sin recelos.
Como la desafortunada Princesa "Di", lo
viera cuando tuvo la audacia de tener amantes — siguiendo la
pauta que su consorte trazó — y de enamorarse de un
egipcio, de tez oliva (¡horror de los horrores!), aunque
heredero de una tremenda fortuna.
El Príncipe consorte: "Rey de las
metidas de pata" (¿Asperger,
perchance?)
Los tabloides han cubierto este triste
episodio de manera espectacular, para permitirnos el lujo de
evitar repetir los morbosos detalles del mismo en este
espacio.
Continuando
La mujer evalúa el sexo, como
proceso y función, como misión biológica,
como actividad única, y consciente de sus consecuencias
finales.
El hombre, por su parte — instintivamente
— lo mira como expresión narcisista de masculinidad
portentosa, como vehículo del placer sensual y para
seducir mujeres, lo que, cuando logran — muchos — a todos
informan con fruición desvergonzada.
Advertencia
Tengamos cuidado, con algunos
hombres… Muchos hablan más de lo que hacen y dicen
más de lo que debieran…
¿Ama el
hombre… ama la mujer?
El hombre ama, pero con amor soberbio,
aparatoso, sensual y dominante.
Como amara el personaje triste del famoso
poema El Duelo del Mayoral, o de la balada de
García Lorca, La Casada Infiel.
Pero, para que la mujer ame, el contacto
carnal no es todo lo que es importante. Lo que incumbe, para
ella, es amar un hombre que debe de ser "especial", de manera
singular.
Manera que es atávica, darvinista, y
que está grabada e impresa en sus genes.
El Príncipe Andrés, Segundo
hijo de la reina. Pomposo mercachifle internacional de
influencias
Lo es así, aunque tantas mujeres, en
el afán de resolver los dilemas de sus existencias
juveniles, utilizan el "amor" y el sexo de modo intercambiables.
Descuidadamente haciéndose daño a sí mismas,
a su imagen de mujer, y a las de otras mujeres que no
actúan como ellas — ya que todos dicen con autoridad
frágil, que "todas las mujeres son lo mismo" — aunque
este proverbio, invención del hombre, sea
falso.
La mujer ama con un estilo especial, porque
ella nace dotada con el amor del instinto materno. Por eso, su
cariño es algo exclusivo.
La mujer es única,
cuando ama, porque:
Es el sexo fuerte, como ha
sido ampliamente demostrado científicamentePorque goza de mayor intuición
que el hombrePorque tolera más el
dolorPorque teme menos a la vejez y a la
muertePorque es poseedora de una historia
más extensa en el desarrollo teleológico y en
la evolución del universo que la que disfruta el
hombrePorque ella no necesita "dominar" en la
esfera sexual — ya que no temiéndole al fallo, el
sexo para ella es sustancialmente superior al de que el
hombre disfruta — mientras que el hombre sí que teme
la impotencia y el fracaso eréctil…Porque a ella la Naturaleza le ha
otorgado la facultad del logro de múltiples
orgasmos.Porque ella es quien define la
masculinidad del hombre, mientras que el hombre, por su
parte, a menudo falla en despertar, lo qué es
femenil en la mujer — algo que sólo pocos
logran hacer, aunque no se den por enteradosPorque ella necesita del amar
y del ser amada para llenar su misión
especial.
Por esas, y otras razones, la mujer es
única en el amor, cuando se entrega.
La mujer, ser
especial entre seres especiales
La historia de la humanidad y los libros
sacros no fallan en investir a la mujer con aptitudes
extraordinarias, con atributos excepcionales y con cualidades
únicas. Habiéndolo establecido en otras lecciones,
no nos valdremos de este ensayo para amplificar estas
ideas.
La Princesa Anne en uniforme
militar
Lo que sí deseamos, aquí
fundar, es, que en esta época de roles indefinidos y de
sentimientos confusos, una situación permanece bien clara,
desde el punto de vista de la psicología, y ésta es
que la estrecha relación personal, que entre mujeres
existe, no puede existir entre los hombres.
¡Punto!
La mujer joven, la mujer
moderna
Es una mujer envalentonada con el derecho,
derivado del poder de haber arrancado por sí misma, y a
pesar de todo obstáculo, prerrogativas sobre-debidas y de
antes a ella negadas, por una sociedad intolerante, machista y
sexista como la nuestra.
Ésta es una
mujer:
Que no se abarata, rindiendo sus
encantos al primer hombre que las pretendeQue no se "cualquieriza",
portándose como los hombres le exigen, para satisfacer
sus instintosQue no se deprecia por razones de
conveniencia socialQue se percibe a sí misma como
ser único y especialQue espera que quien sea su objeto
amoroso, sea asimismo algo y alguien "excepcional"Que dice "no", repitiéndolo
abundantementeQue no discute fácilmente sus
actividades íntimas compartiéndolas en el
ámbito socialQue desea ser independiente e igual al
hombre — ni más ni menosQue, de así desearlo,
disfruta del poder de la maternidad — privilegio
único de su género, yQue no explora la sexualidad
simplemente por placer, sino que se entrega, cuando, y porque
sabe lo que es más conveniente para ella, para su
futuro y para el de sus hijos, si es que los
desea.
El Príncipe Eduardo, el menor y
más tranquilo de los vástagos de Isabel
II
En
resumen
La mujer, por naturaleza, ya hemos visto,
es especial. Y la mujer joven, amén de ser especial, es
vehículo del destino de su identidad exclusiva. Para ella
el amor, como actividad, es una tarea solemne.
Los ingleses celebraban el jubileo de su
reina y madre simbólica con mucha aparatosidad y pompa,
mientras sus hijos y sus familiares políticos aprovecharon
la ocasión para la venta de chucherías
conmemorativas.
El comercio y la economía siempre se
apartan de lo sentimental cuando hay dinero de por
medio.
"Por el dinero baila el mono",
decía el organillero en el Bosque de
Chapultepec.
En este espacio nuestro objetivo ha sido
recordar y rendir tributo a la memoria de Diana Spencer Princesa
de Gales, quien — con su efímera vida y trágica
muerte — definió el reinado de la Reina Isabel II,
transformando una mujer de insensible, gélida y remota
personalidad en una de apariencia cuasi humana.
Antes de concluir, "escuchemos" la voz de
la Princesa:
"La mayor dolencia que el mundo sufre
actualmente es el mal de la falta de amor. Sé que
puedo dar mucho a esas personas carentes, por un minuto, una
hora, un día o un mes, y es eso lo que quiero hacer. Es
preciso que alguien que posea una vida pública pueda dar
cariño y afecto a las personas, y hacerlas sentir
importantes. Personas como yo pueden apoyarlas y ser una especie
de luz en el final del túnel. Para mí ese
es el único camino posible. Nada me hace más feliz
que intentar ayudar a los más débiles y vulnerables
de la sociedad. Si alguien que precisa de mí, me
llama, voy a su encuentro no importa donde esté. Me gusta
tocar a las personas, es un gesto que me nace naturalmente, no es
premeditado, brota del fondo de mi corazón. Nunca me
consideré a mí misma como la reina de mi
país. Me gustaría ser la reina en el corazón
del pueblo".
Dodi Al-Fayed y Diana, semanas antes de
sus muertes…
Y Diana ahora pertenece a las
edades… (Como el Secretario de Guerra Edwin M. Stanton,
dijera, de Lincoln, cuando este último yacía en su
lecho de muerte).
Fin de la lección.
Adenda:
He aquí lo que muchos de sus
súbditos expresaron acerca del desventurado jubileo de
Isabel II:
http://www.guardian.co.uk/books/2012/jun/01/diamond-jubilee-writers-reflect
Bibliografía
Larocca, FEF: La bulimia nervosa:
No la invención romana en
monografías.comLarocca, FEF: El Príncipe
Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña de la Muerte
y el Diagnóstico Equivocado en
monografías.com en monografías.comLarocca, FEF: La Membrana del Himen
y el Destino de la Mujer: Gobernado por una Reliquia
Evolutiva en monografías.comLarocca, FEF: La Virginidad como
Tabú en monografías.comLarocca, FEF: El Himeneo:
¿Ceremonia Trivial o Tribal? en
monografías.comLarocca, FEF: Tótem y
Tabú: El Albor Histórico de la
Psiquiatría Antropológica en
monografías.comLarocca, FEF: El Sexo como
Función y el Sexo como Proceso en
monografías.comLarocca, FEF: Las Tres Etapas en la
Vida de la Mujer en monografías.comy en mailxmail.com
Larocca, FEF: La Virginidad:
Historia en mailxmail.com
Diana Spencer (1961-1997)
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca