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Mercados emergentes y crisis financiera mundial



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El fin
    de la Guerra Fría y el carácter de la
    globalización
  3. Enfoques sobre escenarios de
    Crisis
  4. México: La primera crisis en mercados
    emergentes
  5. La
    crisis asiática: "Segunda ola" de crisis
    financiera
  6. El
    cambio sistemático internacional y la crisis
    Argentina
  7. Conclusión
  8. Bibliografìa

Introducción

En la última década del siglo XX, se han
observado crisis financieras en los denominados países
emergentes, que han repercutido en todo el sistema
internacional.

Entre los orígenes de estas crisis se cuentan
distintos factores. En primer lugar, a comienzo de los
años noventa, las bajas tasas de interés en los
países avanzados por recomendación de la Reserva
Federal de los Estados Unidos, impulsó que muchos
inversionistas salieron al exterior en busca de mayor
rentabilidad. Los fondos de inversión acuñaron un
nombre nuevo para lo que antes se llamaba Tercer Mundo, o
países en desarrollo: ahora serían "mercados
emergentes", la nueva frontera de la oportunidad
financiera.

El término "Mercados emergentes", en principio,
parece ser pasivo y reflejar la oportunidad que el capital
financiero internacional tiene de invertir en los países
en vías de desarrollo, debido a que éstos no
cuentan con capacidad y recursos disponibles propios.

Durante la década del noventa, la mayoría
de dichas economías no padecían mayores
desequilibrios macroeconómicos, y mostraban años de
alto crecimiento en su Producto Bruto Interno (PBI). Pero la
volatilidad de los capitales financieros, la inestabilidad
política y rumores sobre la capacidad de pago de los
compromisos contraídos, desencadenaron una crisis de
confianza que produjo la salida masiva de capitales ocasionando
sucesivas crisis económicas financieras. Esta
situación provocó el colapso de algunas
economías y originó que el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y varios países desarrollados,
tuvieran que implementar paquetes financieros de "rescate" a fin
de evitar males mayores para el sistema económico
internacional.

De esta manera, la crisis es un momento decisivo. La
crisis es un cambio considerable que sobreviene sea para agravar
o mejorar una situación. La crisis es cambio que da origen
a cambio, de esta manera también es el momento decisivo
previo a otro cambio que puede dar nuevamente origen a un cambio
o no. Por lo tanto, la crisis la encontramos precedida y
secundada por cambios, siendo ella un cambio en sí
misma.-

En la década del noventa la crisis de mayor
repercusión le ha correspondido a los países
asiáticos, más específicamente a los seis
países cuya expansión de las exportaciones se haya
entre las diez más dinámicas del mundo: Tailandia,
Filipinas, Malasia, Singapur, Indonesia y Corea del Sur. Pero
desde un análisis sistémico, observamos que la
crisis asiática se ha sumado al "efecto tequila"
(México, 1994 –1995), a la crisis del sistema
monetario europeo de 1992 -1993 y en la década anterior, a
la crisis de la deuda latinoamericana.

PRIMERA PARTE

El fin de la
Guerra Fría y el carácter de la
globalización

La globalización contemporánea define una
nueva era donde el mercado mundial perfectamente integrado ha
tomado expresión en los principales idiomas del mundo. La
globalización es por tanto concebida como "una poderosa
fuerza transformadora que es responsable de una dispersión
máxima de las sociedades, las economías, las
instituciones de gobierno y el orden mundial". Se puede decir que
este término tomo importante mucho después de su
origen.

Held identifica tres grupos intervinientes: los
hiperglobalizadores, los escépticos y los
transformacionalistas.

  • Los hiperglobalizadores, sostienen que la
    globalización contemporánea define una nueva
    era en la cual los pueblos de todo el mundo están cada
    vez más sujetos a la disciplina del mercado
    global.

  • Los escépticos, postulan que la
    globalización es esencialmente un mito que oculta la
    realidad de una economía internacional cada vez
    más segmentada en tres bloques económicos
    importantes, en los cuales aún los gobiernos
    nacionales siguen siendo muy poderosos.

  • Los transformacionalistas, las pautas
    contemporáneas de la globalización se conciben
    como algo históricamente sin precedentes, de manera
    que los estados y las sociedades experimentan actualmente un
    proceso de cambio profundo, a medida que tratan de adaptarse
    a un mundo más interconectado pero a la vez
    incierto

Haciendo enfoque a las posturas ideológicas y
perspectivas mundiales la globalización en nuestro
continente se puede ver de la siguiente manera.

  • Desde la perspectiva de los hiperglobalistas, la
    globalización define una nueva época de la
    historia humana, en la cual los "Estados-nación
    tradicionales se han convertido en unidades de negocios no
    viables, e incluso imposibles en una economía global".
    Esta concepción está a favor de una
    lógica económica en su variante neoliberal y
    celebra el surgimiento de un solo mercado global y el
    principio de la competencia global como indicador del
    progreso humano.

  • Para algunos hiperglobalizadores la
    globalización económica está generando
    un nuevo modelo, tanto de ganadores como de perdedores de la
    economía global. La globalización se puede
    vincular, de esta manera, con una creciente
    polarización entre aquellos que sacan sus frutos de la
    globalización y aquellos que no los sacan. En esta
    economía global se están desarrollando
    "lealtades de clase transnacionales cimentadas por la
    adhesión ideológica a una ortodoxia neoliberal"
    por parte de los ganadores. Para esta escuela, la
    globalización implica la reconfiguración
    fundamental del marco de referencia de la acción
    humana.

  • Los escépticos de la globalización,
    por su parte, afirman que los niveles contemporáneos
    de interdependencia económica de ninguna manera
    carecen de precedentes históricos; reconocen, en
    cambio, un incremento en los niveles de
    internacionalización, o sea, un incremento de las
    interacciones entre economías aún
    predominantemente nacionales.

En esta economía global, los sistemas de
producción, comercio y finanzas entretejen hoy más
que en el pasado el destino de las personas. En el núcleo
de esta postura transformacionalista hay una creencia que la
globalización contemporánea reconstituye o somete
el poder, las funciones y la autoridad de los gobiernos
nacionales a una "reingeniería".

Held en "Transformaciones Globales", nos dice que se
puede pensar en la globalización como: "un proceso (o una
serie de procesos) que engloba una transformación en la
espacial de las relaciones y transacciones sociales, evaluada en
función de su alcance, intensidad, velocidad y
repercusión, genera flujos y redes transcontinentales o
interregionales de actividad, interacción y del ejercicio
del poder".

Además de las dimensiones espacio-temporales de
la globalización, hay cuatro dimensiones que delinean un
perfil organizacional específico: infraestructuras,
institucionalización, estratificación y modos de
producción.

En el siglo XIX la política imperialista de las
grandes potencias es reflejo de la situación de crisis, en
un contexto de multinacionales y transnacionalización en
constante crecimiento.

Este desarrollo nos permite sostener que las tres
hipótesis principales que han sostenido los autores
latinoamericanos antes nombrados sobre la globalización
son:

  • En primer lugar se identifica que el origen de la
    globalización, como proceso económico,
    está en la configuración del primer orden
    económico mundial estructurado por el
    mercantilismo.

  • En segundo lugar, la globalización no es un
    proceso distinto, autónomo, de la historia social y
    económica del sistema mundial y eslabón de un
    largo proceso que se inicia con la
    internacionalización y que sigue con la
    transnacionalización.

  • En tercer lugar, el antecedente ideológico de
    la globalización está en el paradigma de las
    relaciones interdependientes, que sostiene una
    asociación entre desiguales y mediante la cual se
    configura una hegemonía de los más poderosos,
    siendo sobre este punto que el proceso de
    globalización se convierte en
    ideología.

La mundialización es, desde la perspectiva de
Bernal-Meza, una crisis del capitalismo; pero no solo de la
acumulación sino de la política mundial, del orden
internacional, de la política como gestión de
gobierno y de los sistemas de autoridad. La mundialización
es crisis por su propia irracionalidad.

La globalización, como perspectiva
ideológica, impulsa la aplicación de
políticas, por parte de los países en desarrollo,
tendientes a que sus políticas económicas se
ajusten a estas realidades de la mundialización,
cuestión que se traduce en demandas por la apertura,
desregulación y eliminación de trabas al ingreso de
bienes, servicios, movimientos de capitales y la transferencia de
tecnología, asociados a profundos cambios en la naturaleza
y las relaciones entre sociedad, Estado y gobierno".

En relaciones internacionales, debemos ver a la
globalización como la estructura del sistema en el cual
actúan los actores estatales y no estatales. Pero como las
estructuras, según nos recuerda Waltz son causa y efecto
en sí misma, es que no podemos dejar de tener como marco
la ideología neoliberal globalizadora que ella misma
genera.

La década del 90 y la "Era
Clinton".

La década de los noventa se inicia en 1989 con la
caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre y
finaliza en septiembre de 2001 con los atentados al World Trade
Center y al Pentágono en los Estados Unidos el 11 de
septiembre. La década comenzó con grandes cambios
en la política internacional y el internacionalismo
liberal democrático estuvo a la orden del día y se
vio materializado en la idea de "democracia y capitalismo". La
genuina revalorización de la democracia en nuestra
región facilitó la articulación entre las
fuerzas políticas y sociales latinoamericanas
democráticas y los funcionarios
norteamericanos.

Los Estados Unidos tomaron como bandera la lucha por la
democracia en el hemisferio y esta llego en su máxima
expresion, durante los años de administración de
Clinton en los cuales la política exterior norteamericana
pasó de la "contención" a la "extensión de
la democracia y de los mercados". Con la victoria de
Afganistán en la guerra fría, los Estados Unidos
proclamaron "el final de la Historia". La democracia del
capitalismo empresarial norteamericano se convirtió en el
único sistema viable, en la era del Clinton los
norteamericanos se repusieron del bajón que tuvieron casi
de inmediato como consecuencia de problemas económicos, Se
puede decir que en esta era hubo un crecimiento en la
economía que llevo a pensar, incluso, que los ciclos de
las economías de mercado habían sido superados y
que las crisis eran producto y responsabilidad de aquellos
países que no se atenían a la ortodoxia
neoclásica. Los Estados Unidos se centraron en su
economía interna y en el fortalecimiento de la misma, pero
a la vez buscaba la internacionalización de su modelo
porque esto también fortalecía su economía
interna. Se dieron inicio así a numerosos programas de
integración, la mayoría de ellos con una fuerte
base de economía neoliberal.

Con el fin de la Guerra Fría y del orden bipolar,
surgieron nuevas teorías para las relaciones
internacionales. Apareció Francis Fukuyama y el "Fin de la
Historia", Samuel Huntington con "El Choque de Civilizaciones", y
otras teorías que intentaban preservar el momento unipolar
que estaba comenzando, o bien, saber si era el momento para el
neoidealismo en las relaciones internacionales. Ya parece
entonces no se vivía en un mundo unipolar sino en uno
donde la unipolaridad era en término militar y multipolar
en término económico.

Pos Guerra Fría: Unipolarismo y
Multipolarismo

Debemos retomar el análisis del fin de la Guerra
Fría, en términos de unipolarismo caracterizar la
situación del sistema internacional de la década de
los noventa como "unipolar y multipolar". Estamos en un mundo
unipolar en términos de un poder hegemónico con
supremacía militar-estratégica global, los Estados
Unidos. Estamos en un mundo multipolar en materia
económica y multipolarismo para poder caracterizar al
sistema internacional. Se puede, debido a que Estados Unidos
comparte su primacía con la Unión Europea y la
región de Asia Pacífico liderada por Japón,
conformando así lo que ha dado en llamarse la
Tríada económica.

En el ámbito de la economía mundial, las
transformaciones estructurales operadas en los países
industrializados hacia la especialización y la
concentración de actividades productivas con alto
componente científico y tecnológico ha acelerado la
construcción de tres grandes bloques regionales, polos
comerciales o megamercados que giran alrededor de un centro
dinámico. América del Norte alrededor de los
Estados Unidos. La Unión Europea alrededor de Alemania y
la región del Sudeste Asiático o Cuenca del
Pacífico con centro en Japón. El fin de la Guerra
Fría, por tanto, es un hecho que no se puede desvincular
del proceso de transformación estructural de las
economías centrales.

Estos valores internacionalmente reconocidos han
contribuido al fortalecimiento de las ideas de
globalización e interdependencia. En las condiciones
actuales, pareciera ser que poco sirve a la nación sus
vinculaciones con el Estado. El Estado es un instrumento para dar
respuesta a las necesidades de una nación. Pero la
cuestión es que la nación, y el Estado, su
instrumento, se hacen demasiado pequeños para dar
respuesta a algunos problemas, y demasiado grandes para arreglar
los pequeños problemas locales.

Fukuyama era que el colapso del denominado socialismo
real, reflejaba que la historia, en el sentido del progreso
histórico hacia formas superiores de organización
social se encontraría en la democracia y el capitalismo.
En este contexto, estaríamos en un mundo no solo
multipolar sino multicivilizacional, en el cual la
modernización es distinta de la occidentalización y
en el que no se estaría produciendo ni una
civilización universal ni una occidentalización de
otras civilizaciones. Todo lo contrario, la nueva
hipótesisde conflicto pasa por las civilizaciones opuestas
a occidente. La creciente interacción entre musulmanes y
cristianos exacerba las contradicciones entre ellos e induce a
una creciente intolerancia humana.

El internacionalismo liberal ha sido efectivo ejecutando
tareas económicas más que políticas, esto
más allá de los resultados de esa
liberalización en sí misma. Este internacionalismo
hizo de las denominadas tareas negativas del liberalismo su
bandera y su mayor logro. Fue el triunfo del libre mercado, se
logró establecer una sociedad económica
transnacional. Pero en las tareas positivas del terreno
político no logró ejecutar con éxito sus
proposiciones. Los dilemas de la seguridad internacional son
muchos y caros, el surgimiento de nacionalismo va en contra del
orden liberal, y hay una delgada línea entre
autodeterminación-autogobierno e intervención.
Muchas de las misiones positivas en el terreno político
llevadas a cabo por el internacionalismo liberal después
de 1945 fueron desarrolladas como parte esencial en la guerra
contra la amenaza totalitaria.

El wilsonianismo pragmático asume que la
naturaleza del régimen es una clave para determinar el
comportamiento del Estado. Los Estado-nación liberales no
pelean unos con otros. En este orden de ideas, se daba un
acercamiento a la tesis kantiana de la "paz perpetua" en donde
las democracias liberales no van a la guerra. Las guerras entre
Estados es sólo uno de los perfiles del sistema
internacional de pos Guerra Fría, lo que estaba en juego
ahora era la naturaleza misma del Estado y cuando esa naturaleza
era justificativa para intervenir o no. El impulso no
intervensionista se vio reforzado por la desaparición de
la amenaza soviética y fue racionalizado a partir del
argumento que la extensión del liberalismo político
resultaría de la extensión del liberalismo
económico a escala global.

Estados Unidos optó por abandonar la
intervención directa a cambio de la aplicación de
un fuerte poder cooptivo, materializado en las distintas agendas,
regímenes internacionales y organismos internacionales en
los cuales tenía la mayor proporción de voto de
acuerda a sus aportes. El poder cooptivo pasó a estar en
el lugar del poder activo. Una variedad de temas
económicos también ha puesto trabas en el camino a
la visión de Wilson. Al enfrentarse a la falta de justicia
social en la distribución de la riqueza o de los
beneficios económicos y de los recursosentre y dentro de
los Estados, el liberalismo internacional se mantuvo casi en
silencio. Cuando levantó su voz lo hizo a favor de los
tipos más extremos de laissez-faire que dan
primacía a la eficiencia sobre la equidad, tienden a
mantener el statu quo mientras mantienen su confianza en la
teoría del derrame.

El Estado el que formula las políticas sociales,
de desarrollo y exteriores para su sociedad, y es quien da las
respuestas ante los ciudadanos que reclaman día a
día por las consecuencias de la aplicación de
políticas económicas impuestas desde los foros
internacionales, cuyo impacto en el ámbito social
demostraron ser profundamente inequitativas y
excluyentes.

SEGUNDA PARTE

Enfoques sobre
escenarios de Crisis

Crisis como concepto y
tipologías

Se define "como crisis a un momento de ruptura en el
funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo en sentido
positivo o negativo". La comprensión de una crisis se
funda en el análisis del estado de un sistema: la fase
previa al momento en que se inicia la crisis, la fase de crisis
propiamente dicha, y por último, la fase en que la crisis
ha pasado y el sistema ha asumido un cierto modelo de
funcionamiento que no es ya el anterior a la crisis.Para una
conceptualización más precisa se requiere analizar
otros tres aspectos:

1-la identificación del origen y de las causas
del acontecimiento que ha dado inicio a la crisis, y en
particular, si se trata de un factor interno, interméstico
o externo del sistema, de tiempo reciente o de largo
alcance.

2- la disponibilidad de tiempo para dar respuesta a la
situación de crisis y en particular de qué
carácter es considerada.

3- indagar qué miembros están presentes y
qué juegos realizan esos miembros en el
sistema.

Así visto, Cada sistema se funda en un conjunto
de relaciones más o menos estrechamente ligadas entre sus
variados componentes, de modo que un cambio en un componente del
sistema genera cambios en todos los restantes. Sin embargo,
mientras que en los sistemas mecánicos es posible valorar
con cuidado el efecto y la extensión de variaciones
similares, y hasta medirlas, en el ámbito de los sistemas
sociales se está todavía lejos de esto. Para
valorar, en sentido amplio, la incidencia de una crisis sobre un
sistema social, sea como fuere se requiere ante todo definir el
estado de equilibrio de este sistema.

Las conmociones -o crisis- en la estructura que
consecuentemente no produzcan un verdadero mejoramiento en la
distribución de este sistema serán fundamento para
continuar con nuevas conmociones. De esta manera,
explotación económica y conmoción
económica se enmarcarían como infraestructura y
estructura.

Estas conmociones del sistema hoy en día son
identificadas con la palabra "crisis". Hay tipologías de
crisis y hay fases de crisis.Las crisis en un sistema pueden
considerarse fisiológicas cuando tocan el funcionamiento y
provocan su adaptación; y patológicas cuando tocan
la estructura del sistema y provocan su mutación. Las
crisis funcionales pueden ser a su vez de dos tipos: crisis de
sobrecarga cuando el sistema tiene que hacer frente a más
demandas que aquellas que las que puede responder o crisis de
carestía cuando el sistema no alcanza a extraer de sus
adentros o del ambiente los recursos suficientes para su
funcionamiento.

La sobrecarga puede derivarse del mero número de
las demandas, de la tensidad de las demandas, de la fuerza de los
componentes portadores de demandas y del tiempo disponible para
las respuestas. La carestía está estrechamente
ligada al tipo de apoyo que el sistema alcanza a dominar, apoyo
que representa el índice principal con el cual prever el
monto de recursos que el sistema puede extraer y
movilizar.

Otras crisis de funcionamiento se consideran a partir
del modo en que el sistema selecciona la información,
busca cambiar sus fines y procura cambiar el ambiente interno y
externo. La fase en la cual el sistema ha alcanzado un nuevo
equilibrio, estable o inestable, marca el fin de la crisis, pero
no necesariamente su solución. La crisis puede estar
simplemente adormecida, retirada pero latente, y por consiguiente
manifestarse nuevamente en una fase sucesiva. Si esta
cuestión se repite muchas veces, es probable que haya una
patología escondida en la estructura del sistema, a corto
o mediano plazo ese sistema mutará.

Las crisis de funcionamiento se vienen repitiendo desde
hace una década en el sistema internacional. Todo
pareciera indicarnos que el proceso que se está
desarrollando en este sistema es el que comentamos en el
párrafo anterior. Las crisis se producen en el sistema
financiero internacional hasta que se alcanzan nuevos
equilibrios, sean estos estables o inestables, pero la crisis
continúa estando. Y la crisis repetida de funcionamiento,
que se da en economías estructuralmente dependientes, se
está transformado en patológica durante el
transcurso de la última década. Mientras tanto, en
el corto plazo el mundo tambalea de una a otra crisis, y todas
ellas implican de manera crucial el problema de generar
suficiente demanda.

Las grandes crisis internacionales pueden ser
calificadas como crisis de oferta o crisis de demanda. En las
crisis de oferta, no hay capacidad instalada suficiente, no hay
factores de la producción suficientes para satisfacer la
demanda existente dentro de las mejores técnicas de
producción conocidas. Esta situación de demanda
excedente está ligada a la escasez de ahorro e
inversión y a las subidas de precios ligadas con presiones
inflacionarias propias de toda situación en la que la
demanda supera la oferta. Se llega a este desequilibrio por
cuanto la masa de ahorro disponible no es suficiente, globalmente
considerada, para mantener la inversión necesaria para
ampliar la capacidad de producción.

Estas crisis de oferta no han sido muy recientes en los
últimos años al menos en lo que respecta al seno de
las economías desarrolladas. La razón básica
se debe al rápido e incesante cambio tecnológico
que determina las nuevas técnicas de producción que
permiten aumentar la productividad, entendida como más
producción por unidad de capital disponible. En las crisis
de demanda, hay capacidad instalada no utilizada, hay factores de
la producción disponibles, existe una oferta excedente
frente a la demanda solvente que se manifiesta en el mercado. Se
llega a esta situación luego de períodos de
redistribución regresiva, o sea, menos igualitaria entre
países y al interior de los países.

Dentro de este grupo de crisis de demanda se colocan las
situaciones de inestabilidad financiera de la pasada
década. Lo que nos permite afirmar, siguiendo a Lavagna
que, siempre detrás de una crisis financiera hay una
crisis de demanda. La crisis de demanda se da por la no
existencia de una demanda solvente. Puede haber una demanda
potencial pero no hay una demanda solvente. La demanda potencial
no tiene impacto directo sobre los mercados. Resulta necesario
distinguir crisis de liquidez de crisis de solvencia. Tomando en
cuenta que ambas se encuentran dentro del tipo de crisis de
demanda. Al respecto, otros planteos proponen que la "crisis de
liquidez" resulta de un déficit de recursos en el corto
plazo para atender los compromisos de pagos externos pero de una
posición sólida vemos desde el largo plazo. A su
vez, la iliquidez resultaría del pánico infundado
de los acreedores.

Las crisis de solvencia se ven como una imposibilidad
estructural en el largo plazo de poseer capacidad de pago, es
decir, presentan un alto nivel de endeudamiento acumulado. Las
crisis de liquidez pueden transformarse en crisis de solvencia.
Muchas crisis de liquidez se solucionan con financiamiento
rápido y global, pero si este no se da, la crisis de
liquidez devendrá en problemas de solvencia, que suelen
transmitirse desde el sistema financiero a la economía
real y viceversa, generando un círculo vicioso de
extensión de la crisis a todos los factores de la
economía real.

Las crisis de los años noventa, han presentado
los siguientes patrones:

Caídas fuertes en el PBI, que se
traducen en aumento de desempleo y del nivel de inequidad en la
distribución del ingreso

Drásticos descensos en la tasa de
inversión doméstica

Significativas devaluaciones de la moneda
nacional que, salvo en el caso de México, no se traducen
en aumentos, sino en descensos de las exportaciones

Prevalencia de altas tasas de interés
real

Fuerte depreciación de los activos
financieros

Aumento de los préstamos incumplidos en
las carteras bancarias

Altos costos fiscales, derivados esencialmente
del rescate del sistema financiero, que agravan el deterioro de
las cuentas públicas, ya impactadas negativamente por la
propia contracción del nivel de actividad.

Para comprender con más claridad cómo las
crisis impactan en los mercados de capitales, es menester
entender el funcionamiento de dichos mercados.

Mercados de capitales y
volatilidad

La función básica del sistema financiero y
de los mercados de capitales es la de conectar a los ahorristas
con excedentes de capital, con aquellos que necesitan capital
para realizar sus inversiones. Esta asignación de recursos
implica un correcto funcionamiento del sistema de precios (tasas
de interés). En un mercado eficiente los precios
incorporan toda la información económica financiera
elevante y los riesgos asociados que implican expectativas
inciertas sobre el futuro Un mercado eficiente, debe ser una
buena correa de transmisión de rendimientos y riesgos
aceptables en función de los rendimientos esperados y
separar aquellos riesgos que no desean asumir. Lo expuesto
debería redundar en un mercado continuo y líquido.
Cuando ocurre una crisis se produce una situación de
distorsión, donde el riesgo se dispara, desaparece la
liquidez, no existen precios representativos y resulta imposible
realizar transacciones en los mercados financieros y de
capital.

En lo que respecta a las causas de estas "crisis", se
reconocen dos tipos de factores. Un grupo está constituido
por factores exógenos, y un segundo grupo constituido por
factores endógenos.

Factores exógenos:

Cambios abruptos en las
políticas monetarias de los países
centrales

Transmisión por
contagio

Fallas en los mercados de
capitales. Sobre todo las asimetrías de
información.

TERCERA PARTE

México: La
primera crisis en mercados emergentes

México ha sido un país clave en la
última década en el ámbito financiero. Como
sostiene Roberto Lavagna, "dos veces en poco más de una
década, en 1982 y 1994, México no pudo obtener
suficiente crédito "voluntario" para financiar o
refinanciar sus deudas". Lo que significa que en dos ocasiones
dentro de un corto período el país estuvo
técnicamente en default. Mientras que en 1982, el default
fue "abierto", en 1994 fue

"disfrazado"

De esta forma, tanto en la década de los ochenta
como en la década del noventa, México se convierte
en un caso útil para nuestra perspectiva comparada sobre
el análisis de las crisis financieras.

La crisis reviste importancia porque con ella comienza
el debate sobre el comportamiento de la economía
financiera en la periferia y que luego se extendería al
interior de los organismos financieros
internacionales.

La crisis financiera de México se
convirtió en un llamado de atención no sólo
para México sino para todos los países de la
región de América Latina y el Caribe
(ALC).

La crisis dejo en expectativa a líderes de la
región y admitieron que la reforma es un proceso continuo
y que ellos deben estar en permanente alerta a los cambios en el
entorno en el cual operan.

Ratificó la urgencia de comenzar la segunda fase
de reformas y de clarificar su agenda. La reconstrucción
del Estado y la reducción de la pobreza y las
desigualdades son aspectos críticos para la
consolidación de las reformas que ya se han implantado
así como también para lograr un mayor crecimiento
económico hacia el futuro. La crisis denominada del
"Tequila" fue la primera crisis de liquidez en los años
noventa que puso en entredicho el sistema financiero
internacional y generó un lógico temor al "efecto
dominó" sobre el resto de los mercados
emergentes.

Thurow nos aclara que en el sistema financiero
internacional, en cualquier momento puede aparecer un
eslabón más débil. Este parece ser el caso
de México en 1994-1995. La economía mexicana se
había manejado bien desde la visión de Thurow.
"Seis meses antes de la crisis, México era ampliamente
citado como la nación que estaba en el rumbo correcto.
Habían eliminado los grandes déficit
presupuestarios de comienzo de los ochenta y había logrado
un equilibrio fiscal. Estaba desregulando y privatizando (se
habían vendido más de mil empresas
públicas). La desregulación se había
ampliado. Desechando las viejas recomendaciones de
proteccionismo, se había incorporado al NAFTA y
había reducido severamente los aranceles y las
cuotas"

El presupuesto mexicano estaba equilibrado pero el peso
estaba sobrevaluado y el déficit de la balanza de pagos
era financiado con flujos de capital a corto plazo antes que por
inversión extranjera directa de corto y largo plazo156.
Para diciembre de 1994, las reservas de moneda extranjera
habían caído a niveles tan bajos que México
se vio obligado a devaluar. En febrero de 1994, las reservas de
México eran de 29.000 millones de dólares pero para
diciembre de ese mismo año se redujeron a 6.000 millones
de dólares y al momento de tomarse la decisión de
devaluar (20 de diciembre de 1994) ascendían a solo 3.500
millones. El autor chileno Ricardo Ffrench-Davis, en "Capitales
golondrina, estabilidad y desarrollo"157, sostiene que la
situación de México es el costo de una
visión miope que solo miraba los méritos pero no
los problemas que subsistían y los nuevos que se estaban
creando en la economía. En este camino, el tipo de cambio
real se apreció fuertemente, desde 1988 y se
acentuó en la década del noventa. Las exportaciones
crecieron, pero las lo hicieron aun en mayor medida.

Otro dato a tomar en cuenta es que solo uno de cada
cuatro dólares que ingresaba a la región
correspondía a inversión extranjera directa (IED).
De esta manera, estos fondos externos fueron a reforzar
más intensamente el consumo y a desalentar el ahorro
nacional. El aumento del consumo no fue al nivel del gobierno,
sino al nivel privado.

Al nivel gubernamental México tenía una
situación fiscal equilibrada, por lo que el gasto en
exceso perteneció al sector privado, financiado por
aportes privados desde el exterior. El ahorro interno mexicano
cayó significativamente como porcentaje del PBI. El
economista Roberto Lavagna compara la situación de
México compara la situación de México con
Holanda en lo que se denomina " la enfermedad holandesa". Tienen
cuestiones en común ya que son el resultado de un exceso
de oferta de moneda extranjera en los mercados cambiarios, de una
revaluación de la moneda nacional y, como consecuencia de
ello, de un cambio en los precios relativos internos. Pero hay
una diferencia sustancial entre ambas enfermedades.

El caso holandés, puede, en su origen, ser
considerado exógeno. El caso mexicano debe ser considerado
endógeno. En el primer caso la situación es
exógena a la política económica y más
bien debida a una combinación permanente o al menos de
largo plazo de recursos naturales y avances
tecnológicos.

El segundo caso es el resultado de una deliberada
política económica escogida con ese fin pero que se
ha demostrado como incapaz de reconocer el carácter
puramente transitorio o de corto plazo, de parte no solo
importante sino de la mayor, de los flujos
financieros.

Para el BM la principal causa de la crisis mexicana fue
su insostenible déficit en la cuenta corriente, financiado
por grandes y constante entradas de capital. Entre los factores,
que actuaron de manera combinada, que permitieron llegar a un
valor tan elevado en ese déficit fueron: el propio
"éxito" de México", y asociado a este el exceso de
confianza por parte de las autoridades mexicanas en ese mismo
éxito, a lo que debe sumarse la inestabilidad
política propia de un país que hasta el momento se
caracterizaba por haber tenido en el gobierno durante 60
años a un mismo partido político.

Esta combinación de factores se fue generando
durante el transcurso de la primera parte de la década del
noventa. Para numerosos autores heterodoxos "el Consenso de
Washington" llevó directamente a la crisis del Tequila. Y
el efecto de la misma puso en duda dicho paradigma. En
consecuencia, originó la reforma del Consenso de
Washington.

El papel del FMI

El FMI y los EE UU empezaron a dar directrices a Mexico
de qué forma debía manejar sus políticas
monetarias. Llego un paquete de ayuda a Mexico pronto y se
constituyó en la más grande ayuda hasta ese momento
para un país. Alcanzó los 52.800 millones de
dólares, de los cuales 20.000 millones eran aportados por
el gobierno de los Estados Unidos, 17.800 del FMI, y 10.000
millones del Banco de Basilea, más aportes menores de
Canadá, la banca privada y América Latina en su
conjunto (1.000 millones de dólares). Pero solo el FMI y
Estados Unidos desembolsaron los fondos prometidos.

Debido a este préstamo excepcional el gobierno de
los Estados Unidos emitió un comunicado de prensa el 18 de
enero de 1995 sosteniendo que el paquete de ayuda era un
acontecimiento "único" que de ninguna manera
constituía un precedente. Los casos futuros de crisis, nos
indicarían que México no sería el
único ejemplo, y que la ayuda no se limitaría solo
a ese país como se pretendía en Estados Unidos.
Tras los fracasos iniciales por restablecer la
confianza

Tras los fracasos iniciales por restablecer la confianza
en el sistema financiero mexicano, el 9 de marzo de 1995 se dio a
conocer un programa macroeconómico de
estabilización, con el respaldo de un acuerdo del tipo
stand-by con el FMI. Los objetivos claves pasaban por la
estabilización económica del país y la
recuperación de la confianza internacional.

Algunos de los principales elementos del programa
fueron:

– Las medidas fiscales incluían ajuste en los
precios de los bienes producidos por el sector público y
reducción nivel real del gasto público. (En
contrapartida, recordemos que la información que nos da
Ffrench-Davis habla de los gastos del sector privado y la toma de
créditos de este sector en el exterior)

– Mantener un régimen de flotación de la
tasa cambiaria, utilizando la política monetaria como
herramienta para ayudar a estabilizar los precios

– Con la ayuda de una importante operación del
BM, México diseña un programa para fortalecer el
sector bancario a través de mejoras en la
regulación y supervisión, mediante la
elevación de los requisitos de capital y de las reservas
por deterioro de cartera.

Este programa macroeconómico de
estabilización implicó un cambio importante de
rumbo en la forma en que México manejaba su
economía. Dada la magnitud del ajuste, el presidente
Zedillo rompió el acuerdo con los sectores empresariales y
laborales que se venía respetando desde 1987 y
aplicó medidas como el abandono del régimen de tasa
de cambio fijo.

Destaquemos las conclusiones de Thurow sobre el plan de
rescate a México y sus consecuencias. Observemos
particularmente el rol que le Asigna a Estados Unidos y al FMI en
la crisis: "Negar la ayuda a México Causaría una
pérdida de confianza y pánico en los mercados
financieros del mundo que incluso podrían derrumbarse.
(…). Si los mercados financieros del mundo quebraran, los
perdedores, por supuesto, no serían los mexicanos sino los
grandes operadores en los mercados financieros internacionales:
los británicos, los alemanes, los japoneses y, los
norteamericanos". En este caso les tocó a los mexicanos
pagar el costo de lo que básicamente es una "póliza
de seguro" para estabilizar el sistema financiero mundial. Un
aumento de la tasa de interés impuesto a México
condujo directamente a tasas de interés más altas
en todo el Tercer Mundo.

Efectos de propagación sobre el sistema
financiero argentino

Durante 1994, las altas tasas de interés en los
Estados Unidos causó un retraso del flujo de fondos hacia
los mercados emergentes, entre ellos Argentina, provocando
caídas en los precios de los activos financieros, tanto en
los títulos privados como en los públicos. Las
perspectivas en 1995 indicaban una continuación de esta
realidad, menores recursos financieros externos y la consiguiente
necesidad de seguir incrementando el ahorro interno.

El primer efecto que la devaluación produjo fue
un agravamiento de la generalizada desconfianza ya existente en
la economía mexicana, que rápidamente se
extendió a la gran mayoría de los mercados
emergentes. Los bancos internacionales cortaron el flujo de
nuevos préstamos; lo que, a su vez, implicó un
fuerte retiro de depósitos y una contracción en los
pasivos monetarios.

El sistema financiero argentino sintió
inicialmente los efectos a través del retiro de
depósitos desde el exterior. Bancos y empresas de primera
línea se vieron impedidos de renovar fuentes de
crédito externo. La crisis de liquidez afectó
particularmente a entidades mayoristas. Esto produjo, a su vez
una generalizada desconfianza por parte de inversores y
ahorristas locales sobre la solidez de las entidades,
llevándolos a retirar sus depósitos y agudizar el
problema.

El crédito doméstico se hizo escaso para
las empresas más pequeñas pues fueron desplazadas
por empresas más grandes que no pudieron continuar
financiándose directamente en el exterior o indirectamente
a través de bancos mayoristas. El gobierno argentino
reaccionó intentando evitar la expansión de los
problemas de algunas entidades al resto del sistema financiero y
a la economía real. La situación de iliquidez fue
atacada con reducción de encajes y, posteriormente, con la
organización de una red de asistencia para problemas de
iliquidez.

La crisis financiera precipitada por la
devaluación mexicana tuvo un fuerte impacto en la
economía argentina. Si bien ello no resultó en una
crisis en el sentido de una devaluación cambiaria como
vislumbraron muchos, la economía registró una
caída del PBI del 5 % y una disminución de la
inversión del orden del 16 %.

Para restaurar la confianza global en la economía
se corrigieron las metas Fiscales en el marco de la
ampliación del acuerdo de facilidades extendidas con el
FMI. Esto permitió al país acceder al
financiamiento necesario para compensar la salida de capitales
que se estaba manifestando. La intervención de las
autoridades económicas permitió restaurar la
confianza en la viabilidad del plan económico. En el
sistema financiero comenzó un proceso de
reestructuración y se recuperaron parcialmente los
depósitos. El crédito otorgado por el sistema
financiero no se vio tan afectado inicialmente por la crisis
mexicana debido a las políticas adoptadas por el Banco
Central.

Las tasas pasivas de interés, luego de las
fuertes subas registradas al compás de la crisis
financiera, descendieron a niveles similares a los prevalecientes
al momento de la devaluación mexicana. El diferencial
entre las tasas pasivas en pesos y dólares que se
había incrementado por los supuestos riesgos de
devaluación, comenzó a disminuir alentado por la
recuperación de los depósitos en pesos,
recuperación que precedió a los nominados en moneda
extranjera.

Partes: 1, 2

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