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Adultez Temprana – Orientacion de la conducta




Enviado por Maritza Rodriguez



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Adultez temprana
  3. Relaciones
    patológicas
  4. Maltrato conyugal
  5. Patologías de la
    personalidad
  6. Variables integradoras de la expresividad
    sensual y sexual
  7. Procreación
  8. Transición a la maternidad y la
    paternidad
  9. Conflicto trabajo-familia
  10. Estrés laboral
  11. Disolución de la
    pareja
  12. Conclusión
  13. Bibliografía

Introducción

La edad adulta no ha interesado a los investigadores
hasta bien entrados los años setenta, por lo que no
existe tanta documentación como de etapas
anteriores. Las tendencias actuales se preocupan por
estudiar la evolución de manera continua desde que el
sujeto es concebido hasta que muere, analizando los cambios
que se producen durante toda su existencia que vienen
determinados por las influencias ambientales.

De allí que se estudia la etapa de adultez
temprana, la cual consiste en el periodo de los 20 a los 40
años del individuo en el cual se producen grandes cambios
y acontecimientos que crean incertidumbre y tensiones hasta
que el sujeto los controla. Estos cambios, base de la
responsabilidad que va adquiriendo el sujeto, son el
matrimonio, paternidad, trabajo, y todos aquellos hechos
relacionados con la edad, pero que cambian según el
momento histórico, económico y político que
a cada uno le toca vivir

Cabe destacar que en esta etapa de la vida del sujeto se
pueden detectar una serie de trastornos de personalidad son un
conjunto de perturbaciones o anormalidades que se dan
en las
dimensiones emocionales, afectivas, motivacionales y
de relación social los cuales afectan su
desenvolvimiento en la sociedad. Entre los principales trastornos
destacan el de bipolaridad, antisocial, dependiente, por
evitación, esquizoide, histriónico, narcisista y
paranoide, además de las relaciones patológicas que
pueden presentarse en dicha etapa.

Otro de los aspectos que ejercen gran influencia n el
desarrollo del adulto joven es el proceso de divorcio o
separación familiar, el cual genera grandes conflictos a
nivel emocional, familiar y social. Así mismo la
transición de la maternidad y paternidad es crucial en
esta etapa, pues es uno de los puntos más importante en la
realización personal de t5odo individuo durante este
periodo de vida.

Adultez
temprana

El desarrollo y, en general, la vida del ser
humano se desenvuelve a través de sucesivas etapas que
tienen características muy especiales, cada una de ellas
se funde gradualmente en la etapa siguiente. Una de esas etapas
es la adultez, la cual es la etapa comprendida entre los 18 y los
60 años aproximadamente, en esta etapa de la vida el
individuo normalmente alcanza la plenitud de su desarrollo
biológico y psíquico. Dicha etapa se divide en tres
periodos, adultez temprana, adultez intermedia y adultez
mayor.

En se sentido, según Chacón (2009) la
Adultez Temprana, o también llamada adultez joven o
juventud, es la etapa que abarca el periodo de 20 a 40
años, es un periodo donde los adultos buscan su
realización personal en muchos ámbitos tanto el
laboral como lo es obtener una profesión y desarrollar su
conocimiento en su trabajo, otro es el personal donde se busca
encontrar una pareja con la que comparta sus metas y sea un apoyo
en la realización de sus objetivos

En esta etapa se van a producir cambios y
acontecimientos que crean incertidumbre y tensiones hasta
que el sujeto los controla. Estos cambios, base de la
responsabilidad que va adquiriendo el sujeto, son el
matrimonio, paternidad, trabajo, y todos aquellos hechos
relacionados con la edad, pero que cambian según el
momento histórico, económico y político que
a cada uno le toca vivir. Además en esta etapa
los adultos consiguen una relación familiar
que varía debido a que su vida con su pareja
existe un desligue de la familia, pero este no debe ser completo
debido a que siempre es importante mantener el apoyo
familiar.

Cabe destacar además, que es esta etapa para
mucha gente la esencia de los adultos jóvenes está
encerrada en la falta de tiempo para realizar todas las
actividades que se desean y se deben cumplir como es el caso, por
ejemplo, de un estudiante universitario que se inscribe en todos
los cursos que puede para terminar su ultimo año de su
carrera. También expresan los sentimientos de una mujer
joven que recientemente ha sido contratada como abogado, que
trabaja 80 horas a la semana mientras trata de encontrar tiempo
para la vida personal, la que incluye ver a su novio y hacer
"aerobics" diariamente.

Expresan el dilema de una persona joven que ha llegado
al campo de trabajo y cuyo jefe cuestiona su compromiso con la
carrera cuando él deja el trabajo lo suficientemente
temprano para comer con sus hijos; también pueden reflejar
las presiones de una madre soltera que, abrumada por el
estrés de criar un bebé sola y arreglárselas
para que todo le alcance, siente que esto la conduce a fumar
mucho y a comer muy poco. La gente en estas situaciones establece
prioridades cada día de su vida. Toma decisiones
importantes que afectan su salud, sus carreras y sus relaciones
personales. Todavía están madurando de muchas
maneras muy importantes.

Características del desarrollo en la Adultez
Temprana

Desarrollo Físico:

La edad adulta temprana se caracteriza
físicamente por una gran resistencia y
energía; su cuerpo está plenamente vigoroso.
La estatura se estabiliza alrededor de los 30 años, y
la fuerza muscular está en su apogeo sobre los 25. El
sujeto tiene una gran agilidad en los dedos y
movimientos de sus manos. En cuanto a los
sentidos, la agudeza visual y la audición son
más perfectos a los 20 años, igual
que el gusto, el olfato y la sensibilidad al dolor y la
temperatura.

Durante este período los adultos son muy sanos,
no tienen enfermedades y ellos mismos se valoran muy bien;
si se presenta alguna dificultad, puede ser por causa de
accidentes, pero por lo general no existen problemas de
salud, siempre sabiendo que existe un pequeño
porcentaje de personas con determinadas dolencias
crónicas y deterioros.

Como define la Organización Mundial de la Salud
(OMS), la salud es «un estado de bienestar completo,
físico, mental y social, y no solamente ausencia
de enfermedades y achaques». Por lo tanto, el sujeto
debe de cuidarse, y para ello lo mejor es una vida sana, con
una alimentación equilibrada, con ejercicio de forma
regular y la evitación de todo tipo de excesos para no ser
presa del estrés. Igualmente puede influir de forma
indirecta en la salud la educación, los
factores socioeconómicos, el estado social y el
sexo.

Así mismo, la salud de los adultos jóvenes
es entre buena y excelente. Lo más común es el
dolor crónico de espalda (relacionado al trabajo). La
mayoría de las enfermedades son multifactoriales, e
involucran causas genéticas y ambientales. Es importante
prestarle atención a la obesidad en esta etapa, ya que
puede causar problemas de colesterol, de autoestima, de
presión alta, enfermedad cardiaca, apoplejía,
diabetes, cálculos biliares y algunos tipos de
cáncer. Algunos de los vicios en que pueden caer
los adultos tempranos son:

TabaquismoPuede ser genético.
Puede producir cáncer de pulmón, de
estómago, hígado, laringe, boca, esófago,
vejiga, riñón, problemas gastrointestinales,
enfermedades respiratorias. La goma de mascar, los parches y los
atomizadores nasales de nicotina mezclados con orientación
psicológica ayudan a personas adictas a reducir el
consumo.

AlcoholLa universidad es la época
y el lugar principal para beber. El consumo de alcohol se asocia
con riesgos como los accidentes automovilísticos,
así como hacerse irresponsables al faltar a clases,
obtener menores calificaciones, desarrollar problemas de salud,
se involucran en actividades sexuales no planeadas e
inseguras.

– Consumo de drogasAl igual que en la
adolescencia, la marihuana es la droga más popular entre
adultos jóvenes. El consumo a largo plazo de la marihuana
está asociado con la pérdida significativa de la
memoria y atención. El consumo crónico y excesivo
de la cocaína también puede deteriorar el
funcionamiento cognoscitivo.

Con respecto a los temas sexuales y reproductivos
se encuentran los siguientes:

– Síndrome premenstrual: Es un
trastorno que produce incomodidad física y tensión
emocional una o dos semanas antes del periodo menstrual. Afecta
principalmente a las mujeres en sus 30 años o
mayores.

– Enfermedades de transmisión
sexual: 
Algunas de estas enfermedades son la
sífilis, el herpes genital, la gonorrea, el SIDA. Una
manera para reducir el riesgo de infectarse es utilizar el
condón, sin embargo, muy pocos lo utilizan.

– Infertilidad: La fertilidad de las mujeres
empieza a disminuir al final de los 20 años, con
decrementos considerable durante los 30. La fertilidad de los
hombres es menos afectada por la edad, pero disminuye
considerablemente a finales de los 30.

Desarrollo Intelectual:

El sujeto, a lo largo del ciclo vital, se pregunta
qué es lo que debe conocer, cómo y
para qué; y en la etapa de la vida adulta, le
interesa el conocimiento como forma de resolver los
problemas de la responsabilidad que ha adquirido, así
el trabajo y la familia. Podríamos decir, que es el
momento de mayor auge de la inteligencia práctica, y
de cómo resuelva y logre sus objetivos pasará a la
edad adulta intermedia con la posibilidad de adquirir nuevas
responsabilidades sociales y laborales, así como
saber asumir situaciones complejas basándose en
estrategias adecuadas.

En el funcionamiento cognitivo del adulto no se producen
siempre procesos cognitivos que se ajusten al pensamiento
hipotético deductivo. Esto es debido a que no siempre
el sujeto adulto es capaz de alcanzar el desarrollo de las
operaciones formales. Es cierto que, según la
teoría de Piaget, sería así, pero la
experiencia ha demostrado que debido a las características
individuales de los propios sujetos que inciden en la tarea,
no son capaces de resolver determinados problemas a alto
nivel cognitivo. En otras ocasiones, dificulta o bien favorece
la resolución de problemas, la concepción que
se tiene, errónea o no, sobre ciertos datos.
También los conocimientos previos que tiene el sujeto,
así como la naturaleza de la tarea, pueden incidir en
el rendimiento.

Por otra parte, Piaget considera que cuando la
situación experimental del sujeto no coincide con los
intereses del mismo, puede aparecer un razonamiento de estadios
anteriores, es decir, nos podemos encontrar con las operaciones
concretas. Luego, el tipo de pensamiento utilizado por el
adulto puede venir determinado por las expectativas, la
experiencia vivida, errores en las atribuciones,
egocentrismo y estado emocional. En todos estos casos no
será capaz de procesar adecuadamente la
información recibida.

Para una mejor comprensión sobre el proceso de la
inteligencia durante la edad adulta, podemos analizar varios
enfoques: por una parte,
los psicometristas. Éstos se plantean el
problema de si la inteligencia aumenta o disminuye, para lo
cual se basaron en distintos estudios:

Transversales: se constató que la
inteligencia llegaba a su máximo esplendor sobre
los 20 años, y luego, poco a poco
decaía. Esto nos puede estar indicando diferencias en
los grupos más que propiamente en la edad, ya que el nivel
educativo de los sujetos puede estar incidiendo en estos
resultados.

Longitudinales: se detectaron
pérdidas en la inteligencia fluida. Para autores como
Cunninghan y Yamarnoto pueden ser de base
neurofisiológica. Sin embargo, en estos estudios
también se encuentra un incremento en la
inteligencia hasta los 50 años,
pero esto puede ser debido a que los sujetos se habitúan a
estas pruebas y pueden estar manifestando una habilidad
hacia la tarea conocida que no es propiamente un incremento
intelectual. De todo ello se deduce que
no coincidieron ninguno de ellos en sus
resultados. Ahora bien, parece ser que los patrones de
inteligencia en la edad intermedia se mantienen.

Por otra parte, autores
como Cattell y Horn consideran que existen
diferencias entre la inteligencia fluida y la cristalizada.
Aquélla sería la capacidad para llegar a
abstracciones que dependen del funcionamiento neurológico,
y por lo tanto, no está supeditado ni a la cultura ni
al nivel educativo. Por su parte, la
inteligencia cristalizada supone que el sujeto es capaz de
recordar la información recibida a través de
la experiencia y la educación.

Asimismo, uno de los modelos para el estudio de los
estadios cognitivos de la edad adulta sería el
auspiciado por K. Warner Schaie. Este autor, en su
escala, utiliza varios estadios, limitándonos
únicamente, en este momento, a los de las edades que
nos interesan. Adquirir el estadio. Este período abarca
desde el final de la adolescencia hasta
los20/30 años. Se adquieren los conocimientos para
conseguir una competencia e independencia, y especialmente
para lograr las metas que se han propuesto.

Estadio de la responsabilidad. Comprende desde los 30 a
los 60 años. Está relacionado con los problemas de
la vida práctica y con los problemas de la vida
familiar. Otra postura, sería la de
R. Sternberg que, en su
teoría triárquica, entiende la inteligencia
como elementos o
como subteorías. La subteoría componencial,
que analiza y evalúa los problemas, es el
punto crítico de la inteligencia. El sujeto se
plantea cómo analizar los problemas y valorar los
resultados obtenidos.

La subteoría experiencial permite
comparar la información novedosa con la que ya se
tiene automatizada. Por último,
la subteoría contextual es la habilidad para
juzgar una situación resolver qué hacer, y
adaptarse al entorno o adaptar el entorno.
Esta última subteoría sería
la base de la vida adulta.

Para el procesamiento de la información, la
inteligencia fluida consiste en manejar situaciones nuevas,
y que según algunos autores, disminuye en este
período de la vida; mientras que la inteligencia
cristalizada, habilidad para resolver problemas con material
almacenado, se mantiene e incluso se incrementa, sobre todo
cuando se utilizan las capacidades intelectuales de forma
regular.

Baltes, con su teoría del ciclo vital, considera
que la práctica y familiaridad con las tareas son la
base del desarrollo y del funcionamiento cognitivo adulto. En la
actualidad, las investigaciones no se basan tanto en el deterioro
intelectual de tipo biológico, sino que existe una
interacción cognitivo-contextual en la que influyen
diferentes factores, como son la edad cronológica, el
momento histórico en que le ha tocado vivir y la
experiencia individual de cada sujeto. Hay autores que se
interesan por el desarrollo del sujeto dentro de un
contexto sociocultural, lo que implica una continua
evolución según el transcurso de los cambios
históricos.

Es importante tener en cuenta que el desarrollo moral
del sujeto se basa en su desarrollo cognitivo, es decir, el
sujeto pasa de un pensamiento egocéntrico a un
pensamiento abstracto, y según las investigaciones se ha
comprobado que muchos sujetos de 20 años no han
alcanzado los estadios más altos del
pensamiento moral deKohlberg. Por lo tanto, no
podríamos hablar de que han alcanzado todavía
la etapa adulta.

En la edad adulta intermedia, los estudios
psicométricos dicen que los adultos que tienen una
capacidad intelectual alta ya la poseían en etapas
anteriores; por otra parte, se observa que algunas
tareas intelectuales se incrementan en la edad adulta
intermedia, como sucede con la inteligencia cristalizada.
También las habilidades verbales se potencian en esta
etapa, sobre todo, en aquellos sujetos que de forma continua
estimulan su desarrollo intelectual mediante el trabajo y la
lectura. Otras veces, los malos resultados de los adultos en
tareas de tipo intelectual se puede deber a la
falta de motivación para realizar el trabajo que se
le ha presentado, o bien que éste no es apropiado para
dicho sujeto.

Desarrollo Psico-Social

Es una etapa de la vida en la que la
socialización es básica, ya que el sujeto
pasa de una existencia sin responsabilidades a formar una
Familia, con todo lo que ello
supone, además de unas exigencias de horario de
trabajo debidas a su nueva actividad laboral. Este es un cambio
espectacular de obligaciones y deberes, tanto en la
planificación de su futuro, como en la estructura de una
nueva vida. Todo esto implica un giro en su estatus social
y, por supuesto, en sus relaciones sociales y
comportamientos. Todos los cambios que se producen en la
edad adulta nos indican que los aspectos sociales son la
clave de la madurez.

Lo que especialmente marca el cambio de vida del sujeto,
no es tanto la edad, sino la época y la sociedad en
la que le ha tocado vivir. El sujeto irá actuando en
cada momento según las exigencias que determinan los roles
y estatus sobre los que va pasando. Además, cada
momento socio-histórico tiene sus normas y
tareas.

Desarrollo Moral

Este depende en gran medida del desarrollo cognoscitivo
que posea el adulto, y se dice que son necesarias algunas
experiencia para lograr este desarrollo como lo son confrontar
aquellos valores que no están en el hogar, como por
ejemplo a un adulto se le enseño el valor de no robar y el
respeto por lo ajeno, pero debe enfrentar que no a todas las
personas se les enseñaron esos valores. Además otro
factor es el de responder ante las necesidades de bienestar de
otras personas, entonces es tomar en cuenta que el adulto como
tal puede colaborar a personas que necesiten de su ayuda en un
momento determinado.

Relaciones
patológicas

Como los medicamentos, existen relaciones amorosas
contraindicadas. Algunas personas se embarcan, muchas veces sin
saberlo, con parejas que van a darles más que quebraderos
de cabeza. Son los amores tóxicos, estilos afectivos que
se establecen con personas con rasgos de personalidad que generan
en el otro mucho padecimiento y
alteraciones psicológicas.

En ese sentido, cuando se habla de Relaciones
Patológicas, Adictivas y Dependientes se refiere
principalmente a las relaciones en las cuáles se dan
apegos desmedidos con la pareja. Son conductas inicialmente
placenteras y gratificantes que terminan siendo adictivas debido
al alivio que producen a necesidades infantiles insatisfechas,
actuando de forma compulsiva y provocando la pérdida del
interés en otras áreas de la vida, sin ser capaz de
controlarse a pesar de las consecuencias negativas que generan,
ya que muchas ocasiones la persona minimiza ó niega el
problema.

En repetidas ocasiones se suelen confundir creyendo que
el amor es la necesidad imperiosa de estar con esa persona a la
que "amamos". Se cree que se ama porque se necesita, esto es un
error. Más bien, es una obsesión, que muchas veces
hace que las personas sean incapaces de romper una
relación destructiva. Los orígenes de este tipo de
relaciones se remontan a la etapa de la Infancia, donde nuestros
padres son los principales forjadores de nuestra personalidad
además del ambiente en el cuál nos
desarrollemos.

En esta etapa deben ser satisfechas ciertas necesidades
inconscientes que en la vida adulta se reflejaran si fueron
cubiertas o no. De acuerdo a las diferentes corrientes
psicológicas, podemos decir, que en general coinciden en
que es en la infancia donde se forja la personalidad, ya sea con
introyecciones del ambiente a nivel inconsciente que afectan
sentimiento y pensamiento, ó bien, en la
construcción de aprendizajes y cogniciones, obviamente
cada corriente enfoca el objeto de estudio de distinta manera y
le da un peso diferente a los elementos que constituyen la psique
humana.

Este tipo de relaciones se caracterizan por las
carencias afectivas. Existe una necesidad imperiosa de contacto
físico, hay un temor fuerte a la pérdida, al
abandono y a la soledad. Esta es una de las razones por la
cuál los integrantes de la pareja, permanecen, regresan
ó buscan inmediatamente otra relación de las mismas
características. La dependencia entendida como ceder el
control de uno mismo en sus decisiones, conductas, actitudes y
demás, esta fundamentada en algún tipo de miedo,
pudiendo ser, miedo al fracaso, a la soledad, a sufrir, miedo a
la culpa, a morir etc. Muchas veces las relaciones afectivas se
cimientan bajo este tipo de sentimientos que quizá
inicialmente son imperceptibles pero que con el paso del tiempo,
van mostrando su verdadera faceta.

Otras de manifestaciones de este tipo de relaciones es
la tendencia a confundir el amor con la necesidad de salvar o de
ser salvados, es decir, "soy responsable de la felicidad del
otro" o bien, " el otro es responsable de mi felicidad". Estas
dos formas de dependencia afectiva participan de la misma
esperanza de encontrar en los demás la fuente de su
valoración, y su razón de ser.

Cuando uno de los personajes involucrados en este tipo
de relación termina ó intenta terminar la
relación, ambos sufren síntomas de
privación. Recordemos que los síntomas de
privación hablando en términos de adicciones, se
manifiesta cuando la sustancia se suspende, tales síntomas
incluyen angustia, insomnio, desesperación, tristeza,
depresión, sudoración, mareos, jaquecas, incitando
esto a buscar ó volver recurrentemente con la pareja para
aliviar ó evitar éstos síntomas.

Por otro lado "Las personas con trastornos de la
personalidad también se enamoran, se casan y tienen hijos
o amantes", dice Walter Riso, psicólogo clínico
experto en relaciones amorosas. Nadie lleva un cartel en la
frente indicándolo y quien se enreda con ellos se
arriesga, sin saberlo, a las consecuencias. Existen muchas
personas con rasgos de personalidad marcados sin llegar al
extremo de la patología y que suelen dispararse en
situaciones críticas o estresantes. "Una personalidad
paranoide es desconfiada y cree que todo el mundo le va a hacer
daño. Cuando una posible pareja le pregunta en
qué trabaja o cuánto gana se le dispara el
guión de desconfianza y desaparece", añade
Riso.

El calvario amoroso de Lola (prefiere no
identificarse), ahora con 47 años, comenzó en plena
adolescencia. A los 19 años, con la carrera
de Medicina en mente y un buen dominio del
francés, la emplearon en una entidad
financiera barcelonesa. Un directivo, amigo de sus padres,
también hizo de puente. A su novio se le atragantaron
tantos éxitos y, celoso, la martirizó hasta que la
abandonó. "Fue un respiro", dice Lola. Aún no sabe
que en esa oficina iba a protagonizar su propio culebrón
venezolano. Al cabo de un tiempo, ese directivo (pongamos Pedro)
"me propuso convertirme en su amante". Lola se lo piensa mucho,
hasta que un mal día, acepta.

"Era un conquistador y un posesivo, le gustaba
coleccionar antigüedades para tenerlas sólo
él", cuenta Lola. Aún ignora qué le
enamoró. Parecía siempre atento, "pero en el fondo
siempre quería ganar en todo y pasaba por encima de los
demás para conseguirlo". O daba una imagen de rectitud:
"Un día arrambló con un objeto de una ermita", dice
Lola. Años más tarde, Pedro se separó de su
mujer y Lola pasó a ser la oficial. Su relación
empeoró. "Me sentía secuestrada, me hacía el
vacío y hasta en las decisiones domésticas
pasé a un segundo plano, porque sólo tenía
en cuenta las opiniones de una amiga suya que nos invadió
la casa. Él también ejercía el poder en la
empresa para rodearse de una cohorte de mujeres. Mi autoestima
cayó, no sabía cuál era mi papel en la
relación y, cuando me quejé de su comportamiento,
me trató de loca, me deprimí y empecé a
tomar pastillas". Al final, Lola estalló y decidió
acabar con la relación. Pero él la reemplazó
rápidamente liándose con otra empleada. Para evitar
más dolor, Lola decidió pagar un alto precio:
perder su seguridad económica y estatus conseguido en la
empresa tras 20 años. "Estaba en juego mi
salud".

Los psicólogos consideran que cada vez es
más frecuente encontrarse dentro de este tipo de
relaciones problemáticas, que en algunos casos pueden
llegar a ser muy peligrosas. ¿Por qué nos
equivocamos tanto al escoger pareja? ¿Por qué nos
resignamos a relaciones dolorosas? ¿Por qué nos
enganchamos a estas relaciones y no sabemos salir de ellas?
¿Podemos reconocerlas antes de involucrarnos? "El estilo
afectivo es una manera de amar específica que depende de
cómo te ves a ti mismo y a los otros. En un gran
porcentaje, el estilo afectivo se aprende; pero cuando el estilo
se asienta durante muchos años se autoalimenta y
perpetúa", dice Walter Riso.

Para la psicóloga y psicoterapeuta Montserrat
Fornós, las relaciones tóxicas se crean desde unas
condiciones vinculares de mutua dependencia y circularidad,
llenas de alianzas inconscientes, donde hay un estado mental y
emocional de expectativa de un individuo sobre el otro y
viceversa y que llega a convertirse en indispensable al mismo
tiempo que insoportable.

Algunas personas parecen enredarse continuamente en
relaciones difíciles. Lo sabe Mei, de 50 años. El
primer novio, a los 15 años, era muy agresivo. "Estuve
asfixiada hasta que lo dejé, a los 19, cuando entré
al mundo laboral", cuenta. A los seis meses de relación,
el padre de su hija la empezó a pegar; ella
consiguió dejar la droga; él no. "Era encantador,
pero no en casa. Creo que me atrajo su capacidad de
maltrato, porque mis padres se maltrataban verbalmente", dice
Mei. Lo echó.

La siguiente pareja fue muy tranquila y gratificante:
"Vi que yo era la que estaba bien y se me fue el sentimiento de
culpa". Dice que la terapia le ayudó a ser consciente de
su situación y ahora va "con la antena puesta",
añade. "Ayudar al sujeto a descubrir cuáles son
estas alianzas es el paso primordial en psicoterapia
para comenzar a abrir estos circuitos tóxicos y
evitar su retroalimentación", sostiene Montserrat
Fornós.

Entre los hombres también se encuentran
damnificados amorosos. Luis, un autor en la cuarentena,
salió por pies de "un intento" de relación que
ahora considera extraña. "Creo que ella era una mujer
histriónica que también vivía una eterna
adolescencia. Era para volverte loco: aunque había echado
a su ex porque decía que la maltrataba, no paraba de
llorar por él; luego decía que estaba enamorada de
otro hombre que todavía no le hacía caso,
según ella; y a mí me dijo que sí y luego
dudaba. Yo me apartaba, ella montaba un teatro para que
volviera". El vaso se colmó cuando al chico del cual
estuvo enamorada le buscó piso enfrente de su
puerta, "sin tener en cuenta mis sentimientos".

"Si estar con alguien implica la destrucción del
yo, entonces mejor estar solo", dice Walter Riso, que
publicará próximamente el libro Amores altamente
peligrosos (Planeta / Zenith), en el que recoge 10 estilos
afectivos de cuyos propietarios es mejor no enamorarse porque
pueden ser altamente lesivos y peligrosos para el bienestar
emocional. Una relación con un trastorno límite de
personalidad tiene el peor de los pronósticos. Estas
personas no saben quiénes son, ni lo que quieren, "tienen
una sensación de vacío infinito y se pueden
presentar de múltiples formas", señala Walter Riso.
Los limítrofes son personas caóticas, que lo mismo
te aman como al minuto siguiente te odian. Encima, pueden ser
atractivas y tienen una energía que puede convertirlos en
un imán para incautos.

Alguien con rasgos paranoides, en cambio,
desconfía de todo, incluso de su pareja; el
histriónico quiere ser el centro y no concibe, por
ejemplo, que el otro se lo pueda pasar bien sin él; el
antisocial es violento; el pasivo-agresivo necesita al mismo
tiempo una pareja autoritaria y sentirse libre de control,
mientras que el narcisista-egocéntrico, que puede ser un
triunfador en el mundo de la empresa, suele decir a su pareja:
"¡Qué suerte tienes de estar conmigo!" y se muestra
con ella indiferente y arrogante.

Según la psiquiatra Iris Luna, aumentan los
indicadores del narcisismo porque en la cultura posmoderna la
lucha por el poder, por el prestigio, la posición como
valores sociales, la competitividad, hace que ciertas personas
vayan adquiriendo la necesidad de grandiosidad, de buscar siempre
ser el mejor. "Una multinacional no buscará un directivo
obsesivo, lento en sus decisiones, y sí a un narcisista,
que pasa por encima de todo el mundo", dice Luna.

En opinión de la antropóloga y escritora
Déborah Puig-Pey, ha aumentado el desajuste entre el ideal
de pareja y la realidad. "La educación sentimental se basa
en un modeloromántico, contradictorio con otros modos
de pensar la vida social. La relación de pareja es
también una relación social, se sigue esperando de
ella reciprocidad, sentido, duración, gratuidad. Sin
embargo, estas características, que no se esperan del
mundo del trabajo o de la política, en la pareja
quedan aisladas fuera de contexto, y parecen heredar los
mecanismos contrarios: se desarrollan como relaciones de dominio
en privado". Estos enlaces tóxicos se producen "porque son
un espejo de todo lo que hemos aprendido de nosotros mismos a
través de nuestras relaciones humanas", añade
Puig-Pey.

A pesar de los cambios sociales que se han producido en
los últimos años, entre ellos los matrimonios entre
personas del mismo sexo o la tendencia hacia una sociedad
erotizada, "continúa existiendo un ideal de pareja estable
y la exigencia de fidelidad sexual ligada a la fidelidad amorosa
sigue siendo igual de fuerte", dice Gerardo Meil,
catedrático de Sociología de la Universidad
Autónoma de Madrid.

Uno de los problemas en el mundo del amor, sigue la
antropóloga, es que se ha caricaturizado el ideal electivo
o el derecho a elegir libremente la pareja,
incrementándose las razones de mercado: "La
relación es más tóxica si la pareja se ha
formado por una cuestión de prestigio (el dinero, el
estatus, el físico) porque es una relación sometida
a elementos altamente variables, consumibles e
incontrolables".

Elena Crespi, psicóloga del Instituto de Estudios
de la Sexualidad y la Pareja, cree que "vivimos en una sociedad
en la que el hecho de tener celos significa que tu pareja te
quiere, cuando es todo lo contrario, que hay inseguridad". Los
medios de comunicación muestran relaciones de pareja
perfectas, que no existen en la vida real. Cuando una persona
tiene más o menos claro qué espera de una
relación de pareja y sabe lo que puede ofrecer es
más fácil encontrar la persona adecuada,
concluye.

Maltrato
conyugal

El maltrato o violencia intrafamiliar tiene varios tipos
de violencia más específica que se pueden
clasificar de acuerdo a las personas de la familia que la viven
más directamente. La violencia conyugal como lo dice su
nombre, se refiere al maltrato que ocurre entre los integrantes
de la pareja. Aunque por definición la violencia conyugal
implica que los que viven el problema de violencia, son los
integrantes de la pareja, este tipo de maltrato afecta a toda la
familia. Como se señaló los niños o
jóvenes, u otros adultos que viven en la casa, que son
espectadores de la violencia entre la pareja son también
maltratados. Estos sufren daños psicológicos por
estar constantemente asustados y expuestos a la tensión, y
a la espera de un nuevo episodio de violencia al interior de la
pareja, cualquiera sea el tipo de las agresiones
(psicológica, física, sexual o
económica).

Se debe señalar además que la violencia
conyugal produce un quiebre en la vida de la pareja ya que altera
la definición por la cual la pareja y familia viven
juntas, que es la de cuidarse y respetarse mutuamente. Ello
tiende a provocar una sensación de inseguridad tremenda en
los integrantes de la pareja y de la familia.

En nuestro país una de cada cuatro mujeres vive
maltrato de algún tipo por parte de su pareja. El maltrato
hacia el hombre es mucho menos frecuente, y es difícil
detectarlo por factores culturales: los hombres no se atreven a
denunciar que son agredidos por una mujer, sea física,
psicológica o sexualmente. El maltrato más
frecuente hacia el hombre es de tipo psicológico. En
cuanto a este aspecto se puede mencionar que dentro del 62% de
los hogares que viven violencia intrafamiliar, el 25% de los
casos corresponden a violencia cruzada (ambos se agreden) y
aproximadamente el 2% de los casos a violencia hacia los hombres,
el resto (63%) corresponde a violencia hacia la mujer.

Ciclo de la violencia

La violencia al interior de la pareja se mantiene por
que existe un proceso muy especial llamado ciclo de la violencia,
que involucra a ambos y los hace pensar que todo puede cambiar de
la noche a la mañana, aunque esto no tiende a ocurrir
así.

Cuando una pareja vive violencia se pude decir que hay
períodos de calma en la relación. Estos
períodos pueden durar meses o días, pero lentamente
comienzan los desacuerdos, las peleas, la tensión entre
ambos, en que cualquier cosa es mal interpretada por el otro.
Poco a poco las peleas y roces aumentan de volumen hasta que la
tensión es tan insoportable que surge el episodio violento
y se producen las grandes agresiones.

Después de esto viene una calma, como
después de la tormenta, pero la tensión y el enojo
siguen. Y a continuación viene la "Luna de miel" en que el
agresor (o los agresores) pide disculpas al agredido y promete
realmente de corazón no volver a agredir de ese modo e
intentar cambiar. El agredido, que generalmente ama al otro
quiere creer en todas las promesas de cambio y así se
vuelven a reconciliar pasando por un tiempo de pololeo y
regaloneo, muy rico para los dos. En este período se
llevan mejor, pero lentamente se tiende a volver a relacionarse
como están acostumbrados, y comienzan nuevamente los
roces, las peleas y la tensión vuelve a aumentar, para
llegar nuevamente a un episodio violento y otra luna de miel, y
así nuevamente.

Este ciclo de la violencia es lo que mantiene a ambos
integrantes de la pareja en la relación, esperando que los
espacios de "luna de miel" lleguen luego. Pero lamentablemente a
través del tiempo las reconciliaciones tienden a durar
menos tiempo y a desaparecer, cuando la relación violenta
lleva muchos años. además con el paso del tiempo
los episodios de maltrato y violencia tienden a agravarse y
hacerse más fuertes y peligrosos.

Efectos en la pareja y en la familia

Ambos integrantes de la pareja se ven envueltos en la
relación violenta y sienten que no hay posibilidades de
salir de la situación o cambiarla más
definitivamente. La relación de amor que al principio
permitía aceptar las situaciones violentas para no perder
al otro, comienza a ser reemplazada por temor y rabia. Así
los dos viven un verdadero infierno de desconfianza, rabia con el
otro (por una sensación de desamor o injusticia), temor de
perder al otro, junto con una sensación de rechazo y dudas
sobre su amor. Esto confunde y hace que por lo general los
agredidos se sientan culpable de provocar a los agresores y los
agresores también lo pasan muy mal y se sienten culpables,
pero no lo admiten frente al otro.

Por lo general tanto los que maltratan como los
maltratados sufren problemas de angustia, tensión, pena,
rabia y desesperación, teniendo a veces síntomas
físicos que muestran lo mal que se sienten
psicológicamente por vivir en una relación de
pareja violenta. Existe en ellos, la mayor parte de las veces,
una especie de sensación de "ni contigo, ni sin ti" que
quiere decir que no se puede imaginar una vida sin el otro, pero
la vida actual con la pareja los hace muy infelices.

Por otra parte el resto de la familia también
vive las consecuencias de la violencia al interior de la pareja.
Además de la tensión, el dolor de ver a sus seres
queridos hacerse daño, y el tener que muchas veces tomar
partido por uno o por otro, son las cosas que más afectan
a los niños u otras personas que conforman la familia. Los
niños que viven en hogares violentos tienen dificultades
para relacionarse con otros niños y hacer amigos, tienden
a bajar su rendimiento o a tener problemas de conducta, suelen
ser agresivos y a demostrar su rabia (que a diario viven en sus
hogares) en todas partes.

Lamentablemente los niños que se ven expuestos a
modelos de padres que resuelven los problemas con la fuerza y la
violencia, tienden a hacer lo mismo en la escuela, con los
amigos, y aprenden que éste es un modo útil de
lograr que los demás hagan lo que ellos quieren. Por otra
parte los que no aceptan la agresión por que no les gusta
o por que no va con su modo de ser, aprenden el temor y aceptar
las agresiones de los otros como una forma de sobrevivir a los
conflictos.

La violencia conyugal tiene además un efecto de
repetición en las generaciones siguientes. De hecho el 95%
de los agresores y agredidos provienen de hogares en que los
padres vivían una relación de violencia
intrafamiliar. Por eso es muy probable que los niños que
crezcan siendo observadores de violencia en la pareja vivan
cuando adultos violencia en su pareja y familia.

Maltrato conyugal: realidad social o trastorno
psicológico:

La violencia conyugal constituye un problema de salud
pública con graves consecuencias a corto y largo plazo
para la integridad de la salud física, mental y social de
la familia en general. Por lo anterior, cuando hablamos de
maltrato conyugal, éste queda englobado dentro de la
violencia doméstica o familiar, donde se forma una cadena
de víctimas de maltratos físicos, sexuales,
psicológicos y / o morales, del hombre a la mujer y hacia
los hijos menores, creándose un patrón de conducta
en la familia que conduce que la violencia se transmita y se
vuelva habitual por generaciones.

Los hechos de violencia conyugal, marital o de pareja,
así como los demás hechos de violencia
doméstica que incluyen el maltrato a niños y
ancianos, que se nos presentan en nuestro medio a través
de las consultas de psiquiatría, son como la punta del
"iceberg", donde la gran masa de éste no se manifiesta. Al
estar ocultos o escondidos existe un desconocimiento de las
cifras reales en los registros estadísticos, lo que no
revela la verdadera magnitud del problema y por tanto no se han
tomado las acciones preventivas, curativas y de
rehabilitación necesaria y suficiente dentro de los
programas de salud mental en el país.

Como ejemplo a las consideraciones anteriores, se
encuentra que en los registros estadísticos de las
consultas psiquiátricas hechas por mujeres víctimas
del maltrato conyugal, diagnósticos como: reacción
ante estrés agudo, estrés postraumático,
diversos trastornos depresivos, ansiosos, por
somatización, conversivo–disociativos, sin hacer
referencia a la discordia y el maltrato conyugal. La
mayoría de las veces las víctimas no discuten el
problema de manera voluntaria y no se les pregunta de manera
rutinaria y sistemática sobre el abuso
conyugal.

La detección temprana de violencia conyugal
permitiría proveer programas con consultas de
intervención en crisis, para cónyuges
víctimas y victimarios de violencia familiar, a nivel de
todos los hospitales y centros de atención de salud mental
a nivel nacional. Sobre la base de los casos conocidos se ha
podido observar una alta correlación con el uso, abuso y
consumo de alcohol y drogas por parte de los victimarios, los
antecedentes de maltrato y abuso físico y emocional por
parte del padre o el padrastro a la madre e inclusive a la misma
víctima durante su infancia y la relación con
situaciones de maltrato por parejas anteriores.

Para finalizar, el desempleo o subempleo, las carencias
alimenticias, la falta de educación y de viviendas
—con el hacinamiento consiguiente— en que viven la
mayoría de las familias venezolanas, contribuyen aunque no
sean la causa directa en la aparición de violencia
doméstica y conyugal, la cual a su vez se relaciona con la
violencia general y de tipo delincuencial.

Trastorno que puede llegar a padecer   una
víctima de violencia conyugal

Trastornos del estado de ánimo entre
ellos:

  • Episodio depresivo mayor

  • Trastorno de ansiedad (crisis de angustia, ataque de
    pánico)

  • Trastorno por estrés
    postraumático

  • Trastorno de conversión

  • Amnesia disociativa

Patologías de
la personalidad

Trastorno de Bipolaridad

Partes: 1, 2, 3

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