Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Bases y características de la Revolución Industrial inglesa. La Revolución Agraria



  1. La
    Revolución Agraria, el antecedente en el deslinde y
    los cercados
  2. Bases
    y características de la Revolución Industrial
    inglesa
  3. La
    Revolución Industrial: definición y
    características
  4. Factores sociales y económicos que
    explican la peculiaridad inglesa
  5. La
    particularidad escocesa
  6. Bibliografía
    básica

Entre mediados del siglo XVIII y las décadas de
1860-70, Gran Bretaña primero y luego Bélgica,
Francia y Alemania experimentaron un crecimiento económico
con dos características hasta entonces desconocidas: el
crecimiento alcanzó una magnitud muy superior a a
cualquier otro anterior y, por primera vez en la historia se
convirtió en sostenido.

Una de las diferencias más evidentes entre las
sociedades preindustrial y moderna es el papel relativo de la
agricultura, sumamente disminuido en la última de forma
relativa. Durante el período de industrialización
propiamente dicho, que se extiende más o menos desde
comienzos del siglo XVIII, en Gran Bretaña, hasta la
primera mitad del siglo XX, la principal característica de
la transformación estructural de la economía fue el
nacimiento del sector secundario: minería, manufacturas y
construcción que se puede observar en la proporción
tanto de mano de obra especializada como de
producción.

La Revolución
Agraria, el antecedente en el deslinde y los
cercados

La Revolución Agraria de los siglos XVIII y XIX
requirió de cambios tecnológicos e institucionales.
El proceso se inició en Inglaterra de fines del siglo
XVII, cuando algunos aristócratas de la región de
Norfolk introdujeron la rotación cuatrienal. Luego
aparecieron los fertilizantes químicos y la maquinaria
movida a vapor.

Trigo

Tubérculos (papas y
nabos)

Cereales de primavera y
leguminosas

Plantas forrajeras
(pastos)

Estas plantas nitrogenan el suelo y se
alternan en el próximo año.

La innovación resultó trascendental pues
se eliminó el barbecho y los tubérculos y las
plantas forrajeras permitieron alimentar más el ganado,
por lo que aumentó su número así como la
cantidad de abono vegetal. Otras innovaciones fueron la
selección de semillas, la utilización de arados de
hierro más perfeccionados tirados por caballos y no
bueyes, las máquinas sembradoras arrastradas por caballos
y la mayor división del trabajo.

Al igual que fue la primera nación en
industrializarse a gran escala, Inglaterra fue también una
de las primeras en incrementar su producción
agrícola. A finales del siglo XVII superaba ya a la
mayoría de Europa continental en productividad
agrícola, con solamente un 60 % de sus trabajadores
ocupados básicamente en la producción de alimentos.
Aunque el número real de trabajadores en la agricultura
continuó creciendo hasta mediados del siglo XIX, su
proporción fue descendiendo de forma constante hasta un
36% a principios del siglo XIX, el 22% a mediados del mismo
(cuando la cifra absoluta alcanzaba su máximo) y menos de
un 10% a comienzos del siglo XX.

Los medios a través de los cuales Inglaterra
incrementó su productividad agrícola tienen mucho
que agradecer a la experimentación de prueba y error con
nuevos cultivos y rotaciones de cultivos. El nabo, el
trébol y otros cultivos forrajeros fueron introducidos
desde los Países Bajos en el siglo XVI y se difundieron
ampliamente en el XVII.

Probablemente la innovación agrícola
más importante antes de que en el siglo XIX se introdujera
la agricultura científica fue el desarrollo de la llamada
agricultura convertible, que implica la alternancia de cultivos
agrícolas y pastos temporales, producto frecuentemente de
los nuevos cultivos de forraje, en lugar de tener siempre unos
mismos tierra cultivable y pastos. Esto supuso la doble ventaja
de restaurar la fertilidad del suelo gracias a las rotaciones
mejoradas, que incluían el cultivo de leguminosas, y de
permitir un número mayor de ganado que producía
así, al tiempo que más carne, leche y lana
más abono para fertilizar. Muchos terratenientes y
agricultores experimentaron también la cría
selectiva de ganado.

La creciente productividad de la agricultura inglesa
permitió alimentar a una población creciente. Entre
1660 y 1760 se produjo un excedente de producción para la
exportación antes que la tasa de crecimiento de la
población sobrepasara la tasa de crecimiento de la
productividad. La comercialización de la agricultura
reflejaba un proceso general de comercialización que se
daba en toda la nación.

Sin embargo, las transformaciones en la agricultura
inglesa daban cuenta de procesos más complejos que
sobrepasan el mero cambio tecnológico. En el campo
inglés se da un proceso de despojo de las tierras a los
pequeños propietarios rurales, forzados a emplearse ahora
en peores condiciones y, en muchos casos al no encontrar ya
trabajo, marchare a las ciudades y convertirse en la mano de obra
barata que el naciente capital industrial inglés
necesitaría para avanzar y consolidarse.

La acumulación originaria del capital como la
describiera Marx en El Capital, que tiene su origen en
el deslinde y cercado de las fincas inglesas en la época,
es la piedra angular en el desarrollo del modo de
producción capitalista, tal y como lo conocemos hoy, y del
desarrollo agrícola, industrial y comercial de Inglaterra.
Decía Marx que: "Esta acumulación originaria viene
a desempeñar en la Economía Política
más o menos el mismo papel que desempeña en la
teología el pecado original. Adán mordió la
manzana y con ello el pecado se extendió a toda la
humanidad. Los orígenes de la primitiva acumulación
pretenden explicarse relatándolos como una anécdota
del pasado. En tiempos muy remotos —se nos dice—,
había, de una parte, una élite trabajadora,
inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de
descamisados, haraganes, que derrochaban cuanto tenían y
aún más." (Marx, 1867).

Lo cierto es que: "Ni el dinero ni la mercancía
son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios
de producción ni los artículos de consumo. Hay que
convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una serie
de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han
de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de
poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios
de dinero, medios de producción y artículos de
consumo deseosos de explotar la suma de valor de su propiedad
mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los
obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por
tanto, de su trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que
no figuran directamente entre los medios de producción,
como los esclavos, los siervos, etc., ni cuentan tampoco con
medios de producción de su propiedad como el labrador que
trabaja su propia tierra, etc.; libres y desheredados. Con esta
polarización del mercado de mercancías se dan las
condiciones fundamentales de la producción capitalista."
(Marx, 1867).

Explicaba Marx que: "En Inglaterra, la servidumbre
había desaparecido ya, de hecho, en los últimos
años del siglo XIV. En esta época, y más
todavía en el transcurso del siglo XV, la inmensa
mayoría de la población se componía de
campesinos libres, dueños de la tierra que trabajaban,
cualquiera que fuese la etiqueta feudal bajo la que ocultasen su
propiedad. En las grandes fincas señoriales, el
bailiff [gerente de finca], antes siervo, había
sido desplazado por el arrendatario libre. Los jornaleros
agrícolas eran, en parte, campesinos que aprovechaban su
tiempo libre para trabajar a sueldo de los grandes terratenientes
y, en parte, una clase especial relativa y absolutamente poco
numerosa de verdaderos asalariados. Mas también
éstos eran, de hecho, a la par que jornaleros, labradores
independientes, puesto que, además del salario, se les
daba casa y labranza con una cabida de 4 y más acres.
Además, tenían derecho a compartir con los
verdaderos labradores el aprovechamiento de los terrenos
comunales en los que pastaban sus ganados y que, al mismo tiempo,
les suministraban la madera, la leña, la turba,
etc.

La producción feudal se caracteriza, en todos los
países de Europa, por la división del suelo entre
el mayor número posible de tributarios. El poder del
señor feudal, como el de todo soberano, no descansaba
solamente en la longitud de su rollo de rentas, sino en el
número de sus súbditos, que, a su vez,
dependía de la cifra de campesinos independientes. Por
eso, aunque después de la conquista normanda el suelo
inglés se dividió en unas pocas baronías
gigantescas, (…) El preludio de la transformación que
había de echar los cimientos para el régimen de
producción capitalista, coincide con el último
tercio del siglo XV y los primeros decenios del XVI. El
licenciamiento de las huestes feudales (…) lanzó al
mercado de trabajo a una masa de proletarios libres y
desheredados.

El poder real, producto también del desarrollo
burgués, en su deseo de conquistar la soberanía
absoluta aceleró violentamente la disolución de
estas huestes feudales, pero no fue ésa, ni mucho menos,
la única causa que la produjo. Los grandes señores
feudales, levantándose tenazmente contra la
monarquía y el parlamento, crearon un proletariado
incomparablemente mayor, al arrojar violentamente a los
campesinos de las tierras que cultivaban y sobre las que
tenían los mismos títulos jurídicos feudales
que ellos, y al usurparles sus bienes comunales. El florecimiento
de las manufacturas laneras de Flandes y la consiguiente alza de
los precios de la lana, fue lo que sirvió de acicate
directo para esto en Inglaterra. La antigua aristocracia
había sido devorada por las guerras feudales, la nueva era
ya una hija de sus tiempos, de unos tiempos en los que el dinero
es la potencia de las potencias. Por eso enarboló como
bandera la transformación de las tierras de labor en
terrenos de pastos para ovejas.
(…) Los bienes comunales
—completamente distintos de los bienes de dominio
público, a que acabamos de referirnos— eran una
institución de viejo origen germánico, que se
mantenía en vigor bajo el manto del feudalismo. Hemos
visto que la usurpación violenta de estos bienes,
acompañada casi siempre por la transformación de
las tierras de labor en pastos, comienza a fines del siglo XV y
prosigue a lo largo del siglo XVI." (Marx, 1867).

Las Enclosure Acts de Inglaterra fueron las
leyes que obligaron a cercar las tierras provocaron que
más de 2,4 millones de ha cultivadas por pequeños
propietarios y de tierras comunales usufructuadas por campesinos
sin tierra se convirtieran en grandes haciendas compradas por
aristócratas, comerciantes y campesinos ricos.

Otros ejemplos de tales transformaciones
extendías al resto del agro europeo, que forman parte del
tránsito hacia un nuevo modo de producción social
fueron, en Prusia cuando los siervos fueron obligados a
indemnizar en metálico a sus señores tras la
abolición de la servidumbre. Como la mayoría no
disponía de dinero suficiente recurrieron a entregar sus
parcelas, de manera que los junkers consolidaron sus latifundios,
donde introdujeron las nuevas tecnologías y los
trabajadores asalariados. Mientras la Revolución Francesa
transformó la propiedad feudal de la tierra en dos etapas.
Entre 1789 y 1792 los girondinos suprimieron los derechos
feudales, la nobleza perdió el privilegio de vincular la
tierra y las propiedades de la iglesia fueron vendidas en subasta
pública pasando a manos de comerciantes y campesinos
acomodados. Entre 1793 y 1794 las tierras comunales y las de la
nobleza exiliada se repartieron entre el campesinado porque los
jacobinos deseaban instaurar una sociedad de pequeños
productores iguales entre sí.

La Revolución Agraria tuvo un efecto crucial
para la industrialización:

(i) Crecimiento en la producción de alimentos y
materias primas que posibilitó el abastecimiento de las
ciudades. (ii) La transferencia de mano de obra a la industria y
los servicios. (iii) La mayor productividad del sector
provocó la disminución de los costos haciendo que
aumentaran los beneficios y los salarios, esto impulsó la
demanda de bienes industriales de capital y de consumo. (iv)
Progresivo descenso de los precios de los alimentos. (v) La
agricultura proveyó de capital a los sectores secundario y
terciario. (vi) El ahorro agrícola contribuyó a la
construción de carreteras, canales y
ferrocarriles.

La Revolución Agraria se convirtió en
causa inmediata de la Revolución Industrial, porque
incrementó la población, la demanda agregada y
proporcionó mano de obra al sector secuandario y
terciario.

Bases y
características de la Revolución Industrial
inglesa

Al comienzo del siglo XVIII varias regiones de Europa,
principalmente de Europa occidental, habían acumulado ya
concentraciones considerables de industria rural, aunque no
exclusivamente en la actividad textil.

A principios de nuestros años setenta se
inventó un nuevo término para describir el proceso
de expansión y ocasional transformación de esas
industrias: protoindustrialización. El término se
empleó por primera vez para referirse a la industria del
lino de Flandes. Era una industria rural, con base en casas de
campo y organizada por empresarios en Gante y otras ciudades de
feria, que exportaba su producción, el tejido de lino, a
mercados lejanos, especialmente a los del imperio español.
Los trabajadores, unidades familiares formadas por marido, mujer
e hijos, solían cultivar además pequeñas
parcelas de terreno, aunque también compraban
artículos adicionales en los mercados.

Las características esenciales de una
economía protoindustrial son:

  • a) Trabajadores dispersos, generalmente
    rurales, organizados por empresarios urbanos
    (mercaderes-manufactureros) interesados en los negocios de
    exportación, que desean romper los límites
    impuestos por los gremios, que les proporcionan las materias
    primas y venden su producción en mercados lejanos. Los
    productos elaborados o semielaborados recibían el
    acabado en las ciudades.

  • b) Los trabajadores deben comprar, cuando
    menos, una parte de sus medios de subsistencia. Esta
    definición describe la industria a domicilio,
    industria doméstica y sistema de "putting-out". La
    diferencia significativa está en el hincapié en
    los mercados lejanos; la mayoría de la industria a
    domicilio o domestica abastecía solamente a los
    mercados locales.

  • c) Se refiere a industrias de bienes de
    consumo, especialmente textiles. Sin embrago mucho antes del
    advenimiento del sistema fabril en la industria del
    algodón existían ya otras industrias altamente
    capitalizadas, a gran escala, que producían bienes de
    capital o intermedios, y a veces, incluso, bienes de consumo.
    Se ha hablado ya de las manufactures royales
    francesas que generalmente se hallaban instaladas en grandes
    estructuras tipo fábrica donde los artesanos
    cualificados trabajaban bajo la supervisión de un
    capataz o empresario, pero sin máquinas. Los grandes
    terratenientes asumieron también el papel de
    empresarios en la industria del carbón, explotando las
    minas situadas en sus fincas. Las fundiciones, generalmente
    situadas en áreas rurales cerca de las cuales hubiera
    madera (para el carbón vegetal) y mineral de hierro,
    empleaban a veces a cientos, incluso miles de trabajadores.
    Las labores del plomo, del cobre y del vidrio estaban
    también frecuentemente organizadas a gran escala, y lo
    mismo los astilleros.

Estamos en un momento de consolidación de la
industria doméstica. Los trabajadores, en muchos casos
campesinos que se dedicaban a estas actividades textiles durante
los meses en los que escasean las labores agrarias,
recibían las materias primas de un intermediario,
trabajaban en su casa, donde no era muy complicado tener una
rueca para hilar o un telar donde tejer, y devolvían los
artículos manufacturados al intermediario que les pagaba
por el trabajo realizado.

Otro factor de vital importancia para el avance de la
Revolución Industrial fue Revolución
Demográfica ocurrida desde el siglo XVIII, cuando tras
miles de años de un crecimiento muy lento, inferior al
0,1% anual y sometido además a constantes retrocesos
(guerras, epidemias, catástrofes…), la población
humana empezó a crecer a ritmos hasta veinte veces
más rápido que lo había hecho hasta entonces
y, además, de una forma sostenida.

Los progresos en el conocimiento científico, la
agricultura, la industria y la medicina, entre otros factores
hicieron posible ese crecimiento que llevó a la
población mundial a pasar de poco más de 500
millones en el año 1700, a 2500 millones en 1950. En
apenas tres siglos la población del mundo se
quintuplicó.

Los cambios intelectuales también fueron causas
fundamentales en la Revolución Industrial, en el sentido
de que permitieron o fomentaron los demás. Ya en la Edad
Media algunos individuos habían empezado a considerar las
posibilidades prácticas del aprovechamiento de las fuerzas
de la naturaleza. Los logros científicos posteriores
asociados a Copérnico, Galileo, Descartes y Newton, entre
otros muchos, reforzaron tales ideas. En Inglaterra, la
influencia de Francis Bacon, uno de cuyos aforismos fue "saber es
poder", llevó a la fundación, en 1660, de la Royal
Society "para el avance del conocimiento de la naturaleza". La
voluntad de experimentar y de innovar penetró en todos los
estratos de la sociedad, incluso entre la población
agrícola, tradicionalmente, la más conservadora y
recelosa de las innovaciones.

La Revolución
Industrial: definición y
características

Describe el período de la historia
británica que fue testigo de la aplicación de la
maquinaria mecánica en las industrias textiles, de la
introducción de la máquina de vapor de James Watt y
del triunfo del sistema de producción fabril. Por
analogía, el término se ha aplicado también
al comienzo de la industrialización en otros
países, aunque sin acuerdo general en las
fechas.

Algunas características que distinguen con
claridad la industria "moderna" de la "premoderna" son: (i) el
uso extensivo de maquinaria mecánica; (ii) la
introducción de nuevas fuentes de energía
inanimadas, especialmente combustibles fósiles; y (iii) el
uso generalizado de materias que normalmente no se encuentran en
la naturaleza. Característica relacionada con ellas es la
mayor escala de las empresas en la mayoría de las
industrias.

Las mejoras más significativas en la
tecnología tuvieron que ver con el uso de maquinaria y
energía mecánica para realizar tareas que hasta
entonces se habían hecho de forma mucho más lenta y
laboriosa con energía humana o animal, o que no se
habían realizado en absoluto. Máquinas elementales
como la rueda, la polea y la palanca se habían usado desde
la Antigüedad, y durante siglos la humanidad había
utilizado también una pequeñísima parte de
la energía inanimada de la naturaleza para impulsar los
barcos de vela y accionar los molinos de viento y de agua para
procesos industriales elementales.

Durante el siglo XVIII tuvo lugar un notable crecimiento
en el uso de energía hidráulica en industrias como
los molinos de grano, procesos textiles y metalurgia, y en los
últimos tiempos hemos sido testigos de la
proliferación de una amplia variedad de fuerzas motrices,
desde pequeños motores eléctricos de corriente uso
doméstico hasta los enormes reactores
nucleares.

Pero los avances más importantes en la
aplicación de energía en los primeros pasos de la
industrialización supusieron la sustitución de la
madera y el carbón vegetal por el carbón de piedra
como combustible, y la introducción de la máquina
de vapor en la minería, la manufactura y el transporte. De
forma similar, aunque durante siglos se había transformado
los minerales metálicos en metales, el uso de hulla y de
coque en el proceso de fundición redujo enormemente su
coste y multiplicó sus aplicaciones mientras que la de la
ciencia química creó una multitud de nuevos
materiales artificiales o sintéticos.

Con el desarrollo de máquinas cada vez más
complejas, grandes, costosas y necesitadas de fuentes de
energía masivas como corrientes de agua o, posteriormente,
la máquina de vapor comenzó el principio del fin de
la industria doméstica. Para rentabilizar esas
máquinas resultaba más barato concentrar bajo un
mismo techo, en la fábrica, a muchos obreros. Comienza la
época de las grandes factorías que, con sus
chimeneas humeantes y sus masas de obreros trabajando simbolizan
la industrialización. Crece la importancia del empresario,
el dueño del capital que aumenta su control sobre la
producción, sobre las jornadas y ritmos de trabajo, las
técnicas utilizadas, las inversiones… 

Aunque se reconocía el crecimiento de la
productividad como resultado del uso de energía
mecánica y maquinaria, la mayoría de los informes
destacaban el uso extensivo de mano de obra infantil, la
desaparición de oficios tradicionales reemplazados por la
maquinaria y las insalubres condiciones de vida de las nuevas
ciudades fabriles.

Además de la continuada explotación de la
mano de obra, otras causas de la elevación de la
productividad fueron:

  • a) Nuevas tecnologías incorporadas a la
    producción agraria, industrial y los transportes. En
    casi todos los casos se trató de sencillos
    descubrimientos hechos por artesanos mediante el
    método de prueba y error, de manera que la ciencia
    contribuyó poco al progreso tecnológico durante
    la primera fase de la Revolución Industrial. Por
    ejemplo, la rotación cuatrienal fue un descubrimiento
    empírico de los agricultores holandeses.

Las innovaciones de la industria y los transportes
nacieron en Inglaterra pues este país contaba con un
artesanado altamente cualificado y con un sistema de patentes,
aunque este no pudo evitar que durante décadas esta
tecnología se extendiera por otros países europeos
mediante la emigración clandestina de artesanos, el
espionaje industrial y el contrabando de máquinas ya que,
hasta 1825, Inglaterra no permitió la libre salida de
técnicos y maquinaria.

La ciencia y la ingeniería pasaron a determinar
el progreso tecnológico a partir de 1850. Aparecen nuevas
máquinas movidas primero con energía
hidráulica y luego con vapor; se emplearon materias
inorgánicas muy abundantes como el carbón, hierro,
ladrillos, tintes artificiales, fertilizantes químicos que
remplazaron a otras orgánicas cuya escasez relativa
imponía límites al crecimiento como maderas, tintes
vegetales, abono animal, etc.

  • b) Nuevas formas de organización del
    trabajo. Se sustituyen pequeñas unidades de
    producción –minifundios y talleres artesanales-
    por grandes haciendas y fábricas de propiedad de
    empresarios que empleaban mano de obra asalariada. Ello
    supuso la organización más eficiente de la
    producción por: (i) mayor división del trabajo,
    (ii) imposición de una metódica y férrea
    disciplina laboral y (iii) división de las funciones
    de dirección.

  • c) Especialización económica
    territorial.

  • d) Cambio estructural por la Ley de Engel,
    cambios en la estructura de la oferta y la demanda. La mayor
    demanda de bienes industriales creó incentivos para
    producirlos, lo que resultó posible pues el incremento
    de la productividad agraria permitió liberar factores
    del sector primario.

Factores sociales y
económicos que explican la peculiaridad
inglesa

Abundancia de capitales, procedentes, en parte, del
dominio comercial británico, pues desde el siglo XVII la
marina mercante británica en dura competencia con los
holandeses se había hecho con el control de buena parte de
los intercambios comerciales de otros continentes con Europa. El
comercio de productos como el té o el tabaco, y el
tráfico de esclavos, había permitido la
creación de enormes fortunas, en manos de comerciantes y
banqueros. Este comercio colonial proporcionaba a Gran
Bretaña materias primas y mercados donde vender sus
productos manufacturados.

Incremento sostenido de la capacidad para producir
alimentos por parte de la agricultura británica desde la
aprobación de leyes que permiten el cercamiento de las
propiedades y la expulsión de los campesinos libres
(Revolución Agraria).

Existencia de una abundante mano de obra dispuesta a
trabajar para asegurar su sobrevivencia. La población
británica crece a gran ritmo: el suministro constante y
creciente de alimentos va terminando con las crisis
demográficas. Parte de esa población en crecimiento
emigrará a las ciudades y formará la masa de los
trabajadores industriales.

La mayor libertad económica a causa de la
debilidad relativa con respecto a otros países de
organismos como gremios que suponían un freno a cualquier
innovación en las actividades industriales. No es casual
que fuese un británico, el escocés Adam Smith,
autor de La Riqueza de las Naciones, quien hiciese la
más destacada e influyente defensa de la libertad
económica. Para Adam Smith la mejor forma de emplear el
capital para crear riqueza es aquella en la cual la
intervención de los gobiernos es lo más reducida
posible. La mano invisible del mercado asigna siempre de
la forma más eficiente los recursos económicos de
un país.

Abundancia de emprendedores entre los comerciantes y los
grandes propietarios de tierra. Una aristocracia que permite y
premia las innovaciones y la creación de riqueza, en
contraste con la nobleza de otros países, más
tradicional, apegada a la tierra y que desprecia cualquier forma
de trabajo productivo.

Menor peso de los impuestos al comercio en el mercado
interno. En Gran Bretaña el peso de los impuestos
interiores era muy reducido comparado con otros países
europeos donde era muy común encontrarse aduanas
interiores cada pocos kilómetros lo que convertía
al comercio en una actividad poco productiva. Puede decirse que
en Gran Bretaña existía ya un mercado nacional que
en otros países sólo existirá cuando se
eliminen las aduanas interiores y se cree una importante red de
ferrocarriles.

Abundancia de hierro y, sobre todo, de carbón. El
hierro se encontraba en los Montes Peninos, mientras que el
carbón abundaba tanto en Inglaterra como en Gales y
Escocia. De hecho, después de tres siglos de
explotación, Gran Bretaña sigue teniendo enormes
reservas de carbón. En las proximidades de las minas de
carbón se concentrará gran parte del potencial
industrial británico en especial con el nacimiento de una
fuerte industria siderúrgica básica para
proporcionar metales baratos para la construcción de
máquinas, ferrocarriles, infraestructuras…

Fácil y constante suministro de agua como fuente
de energía, pues el clima, lluvioso superando de promedio
los 1000 mm anuales y sin estación seca, proporciona
corrientes de agua numerosas y constantes. La energía
hidráulica desempeñará un importante papel
en los años previos a la difusión de la
máquina de vapor.

El factor "insular": abundancia de puertos que facilitan
el comercio nacional e internacional. Este factor unido a la
existencia de muchos ríos navegables y canales que se
construirán favoreció la creación muy
temprana de un mercado nacional con las ventajas que supone
contar con un mercado de gran tamaño a la hora de acometer
inversiones.

Aun gozando de estas ventajas naturales, la demanda de
una mejor infraestructura de transporte aumentó en Gran
Bretaña con rapidez. La década de 1750 fue testigo
del advenimiento de la época de los canales, durante la
cual se construyeron vías navegables para conectar
ríos entre sí o minas con sus mercados. Por medio
de esos canales y ríos navegables se conectaron entre
sí y también con todos los puertos principales,
todos los centros importantes de producción y consumo. Las
empresas de canales se organizaron como compañías
privadas lucrativas instituidas por acta parlamentaria, que
cobraban peaje a las embarcaciones independientes, a los
explotadores de barcazas, y a veces, explotaban sus propias
flotillas de barcazas alquilándolas.

La red de canales y ríos navegables de Gran
Bretaña fue extremadamente eficaz para su época,
pero aun así no satisfizo la demanda de transporte
interior. Tradicionalmente, la conservación de las
carreteras era responsabilidad de los municipios, que utilizaban
mano de obra local forzada. Sin que resulte sorprendente, la
condición de las carreteras así conservadas era
deplorable. Al comenzar la década de 1690 el Parlamento
dotó, por medio de actas privadas, fondos para construir y
conservar tramos de buenas carreteras en las que los usuarios, ya
viajara en carreta, coche de caballos, a caballo o a pie, pagaban
peaje. Tales fondos no se organizaron en forma de
compañías comerciales, sino que estaban promovidos
y supervisados por un comité, formado generalmente por
terratenientes, granjeros, mercaderes e industriales que buscaban
tanto reducir sus obligaciones fiscales por conservar la
carretera del municipio, como mejorar los accesos a los mercados.
Aunque la mayoría de las carreteras eran relativamente
cortas, de unas treinta millas más o menos, muchas estaban
interconectadas, y con el tiempo formaron una densa
red.

Un régimen político estable, la
monarquía liberal, que desde el siglo XVII es el sistema
político imperante, mientras en otros países de
Europa se refuerza la monarquía absoluta, y que se
mantiene libre de las revoluciones que aquejan a otros
países europeos. Las numerosas guerras en las que se vio
envuelto el Reino Unido durante los siglos XVIII y XIX no
provocaron daños en territorio británico. La
insularidad actuó en este sentido como una barrera de
protección a la que se unía el desarrollo de una
poderosa flota de guerra que mantendrá su hegemonía
mundial durante los siglos XVIII y XIX. La existencia de una
moneda estable y un sistema bancario organizado, el Banco de
Inglaterra fue creado ya en 1694. Estas condiciones no se
darán en otros países europeos hasta finales del
siglo XVIII.

La comercialización y desarrollo de la
organización financiera de la nación se influyeron
entre sí. Los orígenes del sistema bancario
inglés son oscuros, pero en los años que siguieron
a la Restauración de 1660 varios orfebres importantes de
Londres empezaron a funcionar como banqueros. Emitían
recibos de depósito que circulaban como billetes de banco,
y concedían préstamos a empresarios solventes. La
fundación del Banco de Inglaterra en 1694, con su
monopolio legal de banco de capital conjunto, forzó a los
banqueros privados ingleses a abandonar sus emisiones de billetes
de banco, pero continuaron funcionando como bancos de
depósito, aceptando y descontando letras de cambio.
Mientras tanto, aunque los "corredores de dinero" (brokers)
abogados y ricos mayoristas llevaban a cabo algunas funciones
bancarias elementales, como descontar letras de cambio y remitir
fondos a Londres, el resto de las provincias permanecieron sin
instalaciones bancarias oficiales. El Banco de Inglaterra no
abrió sucursales y sus billetes de banco (de gran valor)
no circulaban fuera de Londres. Además, la Real Casa de la
Moneda era extremadamente ineficaz; el valor de sus monedas de
oro era demasiado grande para ser útil al pagar salarios o
comercializar al por menor, y acuñó muy pocas
monedas de plata o cobre. Esta ausencia de moneda pequeña
movió a la empresa privada a llenar este vacío:
industriales, mercaderes e incluso taberneros emitieron vales y
monedas que cubrían las necesidades de la
circulación monetaria local. De estos diversos
orígenes surgió la institución de los
"bancos rurales" (cualquier banco que no estuviera localizado en
Londres), cuyo crecimiento fue sumamente rápido durante la
segunda mitad del siglo XVIII; en 1810 había casi
ochocientos.

La euforia engendrada por la Revolución Gloriosa
tuvo como consecuencia la creación de varias sociedades
anónimas en el decenio de 1690, algunas de ellas, como el
Banco de Inglaterra, con estatutos reales y concesión de
monopolio. La ley de aquella época era ambigua en la
cuestión de organización de los negocios. Tras el
venturoso final de la Guerra de Sucesión española,
inundó el país una euforia similar que
culminó en el alza financiera especulativa conocida como
la Burbuja del Mar del Sur. El episodio recibió este
nombre de la Compañía del Mar del Sur, a la que en
1711 se concedió sobre el papel el monopolio del comercio
con el imperio español, aunque la razón verdadera
de su creación fue reunir dinero para que el gobierno
pudiera continuar la guerra. La burbuja estalló en 1720,
cuando el Parlamento, a requerimiento de la
Compañía del Mar del Sur, aprobó el Acta de
la Burbuja (Bubble Act). El acta prohibía la
formación de sociedades anónimas sin la
autorización expresa del Parlamento, que se mostró
bastante reacio a concederlas.

Como resultado, Inglaterra entró en su
revolución industrial con una barrera legal contra la
forma de organizar los negocios con capital común (o
colectivo), condenando a la mayoría de sus iniciativas
industriales y de otros tipos a ser asociaciones o simples
empresas. La cuestión de si esta restricción
obstaculizó la industrialización inglesa se ha
debatido extensamente; en cualquier caso, no fue un
obstáculo insalvable. El Acta de la Burbuja acabó
siendo revocada en 1825.

Otra consecuencia importante, ya apuntada de la
Revolución Gloriosa fue el emplazamiento definitivo de las
finanzas públicas del reino en manos del Parlamento, lo
que redujo significativamente el coste de la deuda pública
y, por tanto, liberó capital para la inversión
privada. El sistema de impuestos, si bien sumamente regresivo, es
decir, gravaba proporcionalmente más a la población
de ingresos bajos que a los ricos, permitió asimismo,
precisamente por serlo, la acumulación de capital para
invertir. Si buena parte de esa acumulación fue
directamente a la industria es algo más discutible, ya que
la mayoría de las empresas industriales fueron creciendo
poco a poco por medio de la reinversión de beneficios.
Indirectamente, sin embargo, por medio de las inversiones en
infraestructura, especialmente en transporte, el capital
contribuyó de forma importante al proceso de
industrialización.

Las Revoluciones burguesas permitieron que la tierra
entrara a los mercados y que parte de ella pasara a los
comerciantes y campesinos ricos. La abolición de los
derechos juridisccionales facilitó la incorporación
a la industria de la mano de obra campesina. La supresión
de los gremios dio paso libre a la instalación de
industrias y al cambio tecnológico. Los mercados
nacionales se unificaron y el comercio exterior se
liberalizó. Las leyes crearon incentivos para el progreso
individual: derecho a prosperar con independencia del origen
social, firmes derechos de propiedad y seguridad ante el
incumplimiento de los contratos.

La particularidad
escocesa

Escocia, a diferencia de Gales, mantuvo su independencia
de Inglaterra hasta la unión voluntaria de sus parlamentos
en 1707. A mediados del siglo XVIII, sin embargo, Escocia era un
país pobre y atrasado. La mayoría de su dispersa
población se dedicaba todavía a una agricultura
casi de subsistencia, y en grandes zonas de las
Highlands el sistema tribal de organización
económica y social permaneció intacto.

En menos de un siglo Escocia se puso, junto con
Inglaterra, al frente de las naciones industriales del mundo. Con
una población siete veces menor, Escocia producía
más de una quinta parte del valor de los tejidos de
algodón y más de una cuarta parte del hierro en
lingotes. La Carron Company, fundada en 1759, fue la
primera industria del hierro integrada a gran escala que
utilizó coque en todo el mundo. Muchos de los más
importantes innovadores y empresarios de las industrias
químicas y de maquinaria fueron, asimismo, escoceses. En
resumen: la transformación de Escocia, de ser una
economía doméstica atrasada a convertirse en una de
las primeras economías industriales, fue mucho más
espectacular que la contemporánea industrialización
de Inglaterra.

Las razones de la sobresaliente transformación de
Escocia se han debatido con frecuencia. Su único recurso
natural de importancia eran sus yacimientos de carbón,
entremezclado con mineral de hierro de "banda negra", en la
estrecha franja de las Lowlands comprendida entre los
estuarios del Forth y del Clyde, área que sustentaba la
mayoría de la población urbana de Escocia y casi
todas sus industrias modernas.

La integración de Escocia en el imperio
británico en 1707 le dio acceso en adelante no sólo
a mercados ingleses, sino también a los de las colonias
inglesas de Norteamérica y otros lugares, lo cual
contribuyo sin duda a la aceleración del ritmo de la vida
económica.

El sistema educativo del país, con cuatro
universidades contra dos en Inglaterra, creó una
población desacostumbradamente instruida para la
época. De forma similar, el precoz sistema bancario de
Escocia, completamente distinto del de Inglaterra y
prácticamente libre de la regulación del gobierno,
permitió a los empresarios escoceses un acceso
relativamente fácil al crédito y al capital. Para
terminar, no debería perderse de vista el hecho de que
Escocia se mantuvo sin una administración política
propia, dejando aparte los gobiernos locales, desde el Acta de
Unión hasta 1885. Aunque aquellos que pensaban que un
gobierno específicamente escocés podría
haber tomado iniciativas más vigorosas y eficaces para
promover el crecimiento económico deploraban esta
situación, es posible que la ausencia de un gobierno
central en Escocia fuera en el fondo una
bendición.

Bibliografía
básica

  • Rondo Cameron, Historia Económica
    Mundial. Desde el Paleolítico hasta el Presente
    ,
    Alianza Universidad Textos, Cuarta reimpresión
    1996

  • Selección de Lecturas de Historia
    Universal
    de Leonor Amaro Cano, La Habana, Editorial
    Pueblo y Educación.

  • Historia Moderna I. Selección de
    Lecturas
    . La Habana, Editorial Pueblo y
    Educación.

  • Historia General de las Civilizaciones.
    Maurice Crouzet.

  • Estudios sobre el desarrollo del
    capitalismo
    . Maurice Dobb.

  • El Capital. Carlos Marx (1867), fragmentos
    en

http://www.marxists.org/espanol/m-e/1860s/eccx86s.htm

 

 

Autor:

Jacqueline Laguardia
Martínez

 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter