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Los chirigüilis, romancero gitano de Angelillo de Uixó



  1. Acto
    primero. La tarde aburrida
  2. Acto
    II. El rescate
  3. Acto
    III. La guardia civil
  4. Acto
    IV. El perro

¡Qué alegría y que
dicha! Creía que pasaría la tarde en soledad, y la
he pasado en compañía. Alegres gitanos, amenazas,
perros, y payos, guardias civiles, y lo más granado para
un corazón solitario: he hecho por fin amigos, que me
importa si me amenazan mis vecinos gitanos. Hechos ocurridos 14
abril del 2013, en Vall d´uixó, víspera por
la III república.

Actores: Angelillo de Uixó en el
papel de farandul.

Chirigüili Antonio en el papel de
violento gitano.

Chirigüili padre gitano defensor del
honor del violento de su hijo.

Adoptante de un cachorro.

Acompañantes de la adoptante: un
joven matrimonio con su hijito.

Cuatro perros de Angelillo de
Uixó.

El perro víctima.

Parejita varón y hembra de la
guardia civil.

Acto primero. La
tarde aburrida

Una cuerda hace de torniquete en la oreja
chorreante de sangre de una mansa bestia. La operación
tiene lugar en un destartalado comedor de una caseta de San
Antonio. Dos perros más observan en silencio. Un cachorrin
trota contento por la estancia. Mea en el suelo y se sube a un
butacón al que muerde con saña. Gruñe a unas
moscas, impertinencia de juventud. Salta de nuevo para molestar a
su padre que dormita en un rincón. Gotas de sangre en las
baldosas mugrosas. En techo cuelgan arañas. Un saco de
pienso apoyando en una pared decora tétricamente la sala,
una guitarra española es iluminada por un tenue rayo de
sol, y un grillo se cuela entre las cuerdas para tocar su
canción. La perra herida mira con sus ojillos redondos del
color de la miel las manos oscuras, nervudas y vagabundas que le
cortan la hemorragia. Las lame con devoción mientras unos
labios secos, duros, se clavan en sus mofletes notando sus viejos
colmillos, y le susurra amorosa la voz en penumbra del
farandul:

-Tranquila Meidie, yo te curo.
¿Cómo te has hecho esto?

Coloca el farandul papel higiénico
entre la cuerda que ha cogido de unas tomateras. Al segundo se
empapa de sangre el papel. El farandul insatisfecho aprieta
más la cuerda hasta que la perra exclama un Ay.

-vale- contesta el farandul observando con
satisfacción poética la obra.

La perra se rasca y la operación se
queda en agua de borrajas.

  • Meidei no. No te rasques que así
    no hacemos nada.- recoge la cuerda y corta más papel
    higiénico. La perra con el lomo cubierto de sangre al
    igual que las manos del cirujano, mueve el rabo. Mira con
    melancolía. El farandul suspira y se sienta, piensa, y
    actúa. Repite la operación y sujeta el cuello
    del animal durante una hora más para que no se rasque
    la oreja intervenida. Las moscas vuelan por la estancia,
    algunas planean en la sangre. El pastor alemán ronca,
    y el cachorrin juega con su mama que tanto le quiere. EL
    farandul dormita hasta que una perra husky, la madre del
    cachorrin ladra. Suena la reja de hierro que abre paso al
    huerto del corral. Desde la verja se ven verdeando unas
    lechugas, varias cebollas y un caballón con fresas. El
    farandul se levanta y sale al clamor de la puerta. La luz del
    comienzo de la tarde ilumina su rostro seco y cansado. Las
    manos con sangre y su cuerpo con el aroma margito del rojo
    líquido.

Reconoce a una chica rubia que llama con
voz aviolinada a Varinia, la perra husky que sale a su encuentro.
Madre de una camada de 7 perritos.

Se miran cómo desconocidos el
farandul y ella, pese a conocerse de refilón y con
contradicciones por ambas partes. El matrimonio queda al margen.
El cachorrin sale detrás de su madre. Unas mariposas de
alas encendidas pasan junto a él.

-Esta preciso- exclama la chica. Va hacia
el cachorrin, lo coge y lo abraza.

El cachorrin lame su rostro y ella
sonríe.

-¿no has conseguido darlo?- le
pregunta al farandul.

No. Ha habido dos personas que lo
querían y se lo he negado- responde
frío.

  • ¿Por qué?-pregunta
    intrigada.

  • Le he cogido cariño. Y los
    perros de la camada que me ayudaste a colocar…
    ¿sabes donde ha acabado uno?- pregunta con violencia
    soterrada. El rostro del farandul se cubre de dolor y
    desprecio.

  • No- responde ella tras la mirada
    intrigada. Deja el cachorrin en el suelo que acude a lamer a
    su mama.

El farandul con gesto cínico silba,
se mete las manos en los bolsillos y pasea la mirada carbonizada
por la vida sobre el matrimonio que llevan a su hijo hasta el
cachorro para que lo acaricie. El niño juega con el perro.
Ambos el niño y el perro son pequeños, delicados,
inocentes.

-¿Ves esas casas?- le pregunta con
sorna el farandul. Su voz cruel, apagada.

SI- responde ella.

Baja y lo veras.

Vamos a verlo- dice ella al matrimonio que
indiferente la sigue.

Acto II. El
rescate

Aparece un cachorrin de pastor
alemán entre los brazos de la chica ante la puerta del
farandul. El animal asustado y desconcertado. Gravita su mirada
por la estancia. La puerta entre abierta deja ver a todos los
perros y el desorden. Su hermano canino se acerca y su madre
también para olerlo. Sus ubres negras aun le cuelgan, y se
balancean ante su cadencioso movimiento de cadera.

-¿Tienes agua?- pregunta la chica al
farandul.

-¡Lo has traído!- exclama
perplejo el farandul.

La chica con mirada inocente asiente con la
cabeza e insiste: ¿tienes agua?

-Si, claro- le responde.

Una furgoneta sube a toda velocidad y
aparca ante la puerta. El chirigüili Antonio
berrea.

-El perro, el perro. Dadme el perro, el
perro es mío- grita el gitano Chirigüili. Abre la
furgoneta y al instante baja. El farandul vuelve de la cocina con
una garrafa de agua y mira a su vecino que ha entrado un instante
a su casa y ha salido a la calle robando con la gracia de los de
su raza al perro de los brazos de la chica. El niño del
matrimonio llora. El rostro de Antonio el chirigüili
enloquecido. Mellado barrunta amenazas, de pelo mal rapado, negro
y espeso peinado con flequillo casposo.

-Os mato, os mato, os mato- grita a la luna
lunera llevándose en brazos al cachorrin de pastor
alemán.

La chica sale tras él.

-El perro ese no es tuyo- le
dice.

Histérico chilla el gitano- El perro
es mío, el perro es mío, y amenaza de muerte a la
chica.

-El perro lo tienes en malas condiciones,
ni agua tenía. Yo se lo di a otra persona para que lo
adoptará, no a ti- le contesta la chica traumatizada al
haber visto la gruesa cadena que sujetaba al pobre animal que la
miraba con sus ojos tristes y apagados con dos meses de vida.
Bajo una redonda de luna de rueda Michelin de furgoneta pasa sus
tristes horas. La luz del sol, la alegría de vivir, la
amenaza de la muerte es lo único que conoce, cómo
todo aquel que este cerca del peor de todos los animales: el
gitano.

El gitano enloquecido violento, y criminal
zarandea a la chica, grita cómo un diablo:

  • El perro es mío, el perro es
    mío y hago con el lo que quiero. A mi casa a robarme,
    a mi casa a robarme- indigno clama venganza al cielo, y
    justicia de navajas. La muerte siempre presente en su
    pensamiento.

El farandul que observa a su vecino por la
puerta abierta y escucha, saliendo aun con el agua en la mano se
detiene en el pasillo para reír. Se dice para sus
adentros:

"Pero Antonio chirigüili, si he visto
cómo no has parado de robar en la casa de al lado".
¡Si hasta las vigas te has llevado! Será posible esa
defensa de la propiedad por tu parte, vamos… a otro perro
es discurso"

La mano del padre del niño separa al
gitano de la chica. Ante la mirada del payo, hombre noble, de
Sagunto, enemigo de la violencia y amante de los animales, el
gitano se revuelve de espalda al coche. Mete la mano en la
furgoneta y saca una gallata.

"La risa esta echada"- se dice el farandul,
es lo que me faltaba por ver, un Chirigüili amenazando con
gallata.

Blande la gallata el gitano por el aire
peripatético. El bastón hace círculo bajo
las nubes blancas y tranquilas que lentas avanzan. El sol declina
en una tarde de domingo somnolienta, animada por el gitano.
Grita, berrea, su dolor, su cante jondo. -Ay, Ay, Ay, el perro
que es mío y si quiero lo mato y ha vosotros os mato, os
mato, os mato. Os arranco la cabeza- dice el mil hombres. El
cachorro de pastor alemán tirado en la furgoneta mete su
cabeza entre las piernas. Los perros del farandul tumbados en el
suelo miran atento la representación. EL gitano baila y
danza por la terraza con el gallato. El gitano enloquecido
divaga.

-Que soy de Madrid, que soy de Madrid.
Qué nací en Madrid.

El farandul que lo escucha conmocionado por
el esperpento, viendo al gitano con la gallata amenazando a un
matrimonio delante de su hijo y a una chica, y diciendo que es de
Madrid, apenas se aguanta la risa y se dice para si: " Madrid,
capital de España"

-Y tengo una cacharra, y la subo y os mato,
y os mato, y os mato- dispara saliva el gitano Chirigüili.
La gallata que planea por el cielo es seguida por todos. El
farandul deja el agua y sale.

El gitano al verlo exclama apelando a la
ley del vecino que impera en cercano barrio de texas, y las
casetuchas de San Antonio:

-Que haga esto un vecino- le dice al
farandul con los ojos vidrioso, indignado y haciendo volar por el
aire la garrota.

El farandul se mete entre el marido y el
chirigüili que están a punto de pegarse. Da un
aplauso para que todo termine.

-Venga va, se acabo. Voy a llamar a la
guardia civil. Recoge el garrote, la cacharra, y a tu casa
Chirigüili.

El Chirigüili se sube a la furgoneta
gritando e intenta atropellar a las chicas.

Acto III. La
guardia civil

Sube una patrulla de guardias civiles.
Primero aparcan en casa de los chirigüilis. Llegan hasta la
casa del farandul los gritos. Ayes, suspiros, rabia y juramentos
de venganza gitana. Los beneméritos toman nota de su
legítima protesta. Un agente se queda con los
chirigüilis, escuchando sus tristezas, y otro sube lento,
con la mano en el cinturón apoyada sobre la culata de la
pistola hasta llegar a la casa del farandul. El pastor
alemán, padre de los cachorrines se acerca y lo huele. EL
guardia civil acaricia su cabeza y felicita las
tardes:

-Buenas tarde caballeros.
¿Qué ha pasado?

El farandul toma tranquilo la palabra. El
guardia civil es todo orejas. Gesto de escuchar y
juzgar.

  • Vera agente, ésta tarde ha
    venido esta chica- la señala- a verme por la
    adopción de un perrito que tengo, a lo que le he dicho
    que antes de darlo me gustaría conocer a la persona
    donde va a parar, porqué un perro que le di, hermano
    del que tengo en adopción, ha acabado donde no
    tenía que acabar, ahí abajo- señala el
    farandul la casa de su vecino- Ella ha querido ver donde
    estaba el perro, y al verlo en que estado estaba se ha
    conmovido y ha hecho quizás algo que no tenía
    que hacer, pero algo que tenía que hacer, que
    tenía que haber hecho yo, que es: Liberarlo, y la
    felicito y la admiro por ello. Entonces lo que ha pasado es
    que el caballero al que se escucha chillar y ahora podemos
    ver su cabeza aflorar- se giran todos para ver el
    cráneo melenudo del chirigüili acompañado
    del Papa- ha subido muy alterado amanzándonos de
    muerte.

  • ¿Ha sacado algún arma?-
    pregunta el agente.

  • Dice tener una cacharra del 6, pero no
    la ha mostrado, eso si, ha sacado un gallato del 8 y con el
    ha amenazado con descraniarnos.

  • Comprendo- toma nota el agente y
    añade paternal y vehemente- ¿y ustedes no saben
    que donde tienen que ir es al seprona si ven maltrato
    animal?

  • Es que el perro no es suyo-
    añada la chica- Yo se lo di a otra persona para que lo
    cuidará bien, y al parecer ha acabado en sus
    manos.

  • Lo tienen en muy mal estado, atado,
    entre escombros, sin agua- añada la amiga.

  • Si pero comprendan que
    quitárselo… Es normal que se altere-
    añade el agente.

  • Pero es que el
    perro…añade la chica cuando el farandul la
    interrumpe.

  • Por favor, dejarme hablar, estamos
    divagando- exclama el farandul- Lo del perro agente da igual,
    aquí lo importante es que ese individuo ha venido en
    plan agresivo y sin mediar palabra se ha metido en mi casa,
    nos ha amenazado con garrote en mano, insisto en lo vil del
    garrote. Con agravante de delante de un chiquillo. Ellos se
    han llevado el perro de su casa, es cierto. No se si
    será legal o no, pero si ético, pero no importa
    eso. Él tenía primero, antes que nada que haber
    empleado otra formula oratoria, al uso de los blancos. Por
    ejemplo: Oye tíos ¿qué pasa, por
    qué os lleváis mi perro? Entonces yo lo hubiera
    invitado a entrar a casa y hubiéramos hablado tomando
    café. Yo vivo aquí y doy fe de que ese animal y
    todos los que tienen están mal estado, sufren de
    tortura. He silenciado estos hechos. El perro ese no tiene
    chip, así que acreditar su propiedad, lo dudo. Lo se
    porqué vivo aquí y los conozco. ¿
    Gastarse dinero en el chip? si no le dan ni agua al animal.
    Además, se que hacen cosas raras con los perros,
    tienen muchísimos, algunos desaparecen, así que
    el chip a perros que aparecen colgados en una garrofera, no
    creo que sean tan tonto para identificar a los animales.
    Hasta un ponny tenían agente, siempre atado y sin
    agua, desde hace meses ha desaparecido. Son unos salvajes, se
    lo juro por el señor, no son de ley-

  • Muy bien- dice el agente- ¿van a
    denunciar? Si lo hacen pasen dentro de un rato por el
    cuartelillo. Pero les advierto: No me hagan hacer la
    redacción si luego no va a venir. No me gusta
    escribir.

  • Si, si iremos y contentos firmaremos, y
    entre rejas los meteremos- dice el farandul.

El padre del chirigüili se acerca,
anda renqueante, con voz lastimera se expresa. Canas cubre su
escasa cabellera. Mala vida y poca instrucción las causan.
Su figura encorvada aparece en la escena rompiendo la
tranquilidad del amable grupo de payos. Emite unas palabras
inentendibles.

  • El perro que está mal, y que os
    importa, es nuestro y hacemos con el lo que queremos,
    cómo si lo matamos en una cuneta, que os importa a
    vosotros- Mira a todos de forma confusa, sin entender que un
    perro pueda inspirar ternura y pena. Sigue su discurso
    cómo un mantra: qué os importa el perro, es
    nuestro.

  • Por favor, retírese- dice el
    agente evitando confrontaciones. El anciano
    obedece.

Su compañera sube, el anciano baja
girando la cabeza y hablando solo. Su sombra encorvada traspasa
la vereda del camino al declinar la tarde. Lleva sobre sus
espaldas la figura desbaratada envuelta en sombra todo lo
ancestral, cainico de un pueblo errante, sin porvenir, a
extinguir.

El agente se dirige al grupo.

-Miren, estoy pensando- hace una pausa el
agente- tienen derecho a denunciar, pero el juicio es caro si
pierden- La palabra caro retumba en la sienes- Si les parece yo
me ofrezco a intermediar. Si quieren denunciar hagándolo,
están en su derecho, insisto.

-¿qué hacemos?- pregunta la
chica.

-Decidir si queréis, yo
denunciaría, pero haré lo que votemos- dice
dubitativo el farandul.

-Mejor que intermedie no sea que nos toque
pagar- dice sensatamente la esposa. El marido furioso, con el
pensamiento lleno de ganas de no haber pegado al chirigüili
asiente con la cabeza, la chica también, y todos miran al
farandul, incluido los agentes. Este inclina los hombros
indiferentes y exclama: cómo digáis. Hágase
vuestra voluntad.

El agente baja y vuelve a subir al
rato.

-Han dicho que por su parte queda todo
olvidado.

Acto IV. El
perro

Se sientan todos a hablar de lo acontecido.
Los perros del farandul corretean junto a ellos. Un Sueve y
frío viento anuncia la inminente noche de estrellas,
cuernos de luna, palmas, guitarras y hogueras en las
calles.

-Cómo odio a los gitanos,
habría que matarlos- exclama el esposo con un
extraño sentimiento de culpa por no haber
peleado.

-Hemos hecho lo correcto- dice el farandul-
lo mejor no es pelearse, te lo digo por experiencia. En estos
casos hay que llamar a los beneméritos. La nuestra no es
un victoria de puños, si no moral.

– Habría que matarlos- exclama
resentido sin olvidar la ofensa el marido.

Aquí el día a día es
así. Yo vivo en este apestoso lugar, rodeado de estos
subnormales, tengo varios juicios contra ellos, no solo
están los gitanos, si no también los chonis . Esta
gente es una desgracia para el país. Son fracasados de la
Esso, analfabetos, sin trabajo, sin estudios, que andan por la
calle buscando problemas. Una vergüenza para el país.
¡Que diferentes de los chavales de su edad ingleses o
alemanes! Yo estuve en Alemania y lo que aquí pasa
allí no ocurre. España está muy atrasada,
esta gente de texas, de Vall d´uixó, los de este
lugar, son el verdadero problema del país-
patriótico exclama el farandul. Se levanta y va a por una
guitarra. Toca una triste melodía, de repente se para.
Deja la guitarra en el suelo y con cara desencajada habla a la
chica.

-Acabo de caer en la cuenta de que
matarán al perro.

-¿ Qué? preguntan todos
sorprendidos.

A nosotros no se atreverá a
matarnos, ¿veinte años de cárcel por matar
por la espalda a alguien que les ha cogido a un miserable perro?
Ni aunque haya nacido en Madrid el tipo este está tan loco
para hacer eso. Ese tipo tiene una chiquilla, no la vera crecer y
vive bien, no trabaja, vive vete a saber de que sin mucho
esfuerzo, pues se pasa el día dando vueltas con el coche.
No, esta gente no quiere ir a la cárcel, pero si necesitan
vengarse, son gitanos, es la ley.

-Los gitanos no tiene ley- corrige el
esposo.

El farandul sonríe- es cierto, es
cierto, pero al perro lo matarán. Pagará por
nuestros pecados.

El grupo calla, miran al cachorrin jugar,
trotar y sus pensamiento se vuelven hacia su hermano, semejante a
su padre, el pastor alemán. El cachorrin motivo del
conflicto que hace un instante estuvo a punto de beber. La
botella de agua aun está sobre la mesa, y el cacito
preparado para él en el suelo. Sus corazones tiemblan, la
imagen del negro can atado en una jaula, desconcertado, esperando
la muerte se apodera de ellos. Sienten angustia y temor. Ahora si
la muerte flota de verdad por primera vez en el
ambiente.

Angelillo de uixó.

 

 

Autor:

Ángel Blasco
Giménez

 

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