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La corrupción como consequencia endémica de la desigualdad social en África




Enviado por Arnaldo Faustino



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Resumen

La sociedad actual ha abandonado su misión de
agente transformador de la vanguardia del pensamiento alternativo
y de la construcción de un mundo sostenible con justicia
social con fundamentos en la esperanza de vida y calidad
medioambiental que se manifiesta con profundas diferencias en
renta y riqueza como males endémicos en África para
una gran parte de la población mundial. De ahí se
argumenta la continúa demanda por parte de las regiones
vulnerables con pobres políticas cuya justificación
moral se hace evidente la desigualdad social y la
corrupción en la búsqueda improductiva de rentas.
Por consiguiente es necesario propender el acceso a los mercados
de los países desarrollados y asegurar las
economías sistémicamente importantes que tengan en
consideración las políticas de
desarrollo

Palabras claves: desigualdad social,
corrupción, renta y mundo sostenible.

Introducción

La desigualdad en el acceso al consumo de bienes en el
contexto social es una de las principales diferencias entre el
crecimiento económico y el desarrollo humano en el mundo.
En este sentido los fundamentos de la Declaración del
Milenio de Naciones Unidas en 2000, destacó como valor
esencial la igualdad, de forma que "a ningún individuo ni
nación debe privársele de la oportunidad de
beneficiarse del desarrollo sostenible en la sociedad y garantir
la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres"
de acuerdo con los principios mutuamente acordados sobre la
eficacia de la ayuda que permite incrementar el impacto sobre la
reducción de la pobreza, la desigualdad y la
corrupción" (Declaración de París, OECD-DAC
2005, nº 2).

Luchar contra la pobreza, desigualdad y
corrupción es una tarea esencial en el proceso de
desarrollo humano de una sociedad como lo fundamentan: Reinikka,
R. y Svensson, J. (2005), Qizilbash, M. (2001), que las
consecuencias de la corrupción sobre el desarrollo carecen
fundamentos que muestren la reducción de la pobreza, la
desigualdad y la corrupción en contribuir a buenas
prácticas al proceso de orientación política
de los donantes para el desarrollo social y evitar la
corrupción como un problema relevante en todos los
países del mundo, lo que conlleva a adquiere dimensiones
alarmantes en menor nivel de desarrollo donde, en varios casos,
junto a la desigualdad, se constituye en símbolo del
presente como resultado de su devenir
histórico.

Este factor baja la esperanza de vida y calidad
medioambiental en la sociedad que se manifiesta con profundas
diferencias en renta y riqueza como males endémicos para
una gran parte de la población mundial. De ahí se
fundamenta la continúa demanda por parte de la
población más pobre de políticas
redistributivas cuya justificación moral se hace mucho
más evidente cuando la desigualdad se debe a la
corrupción y a la búsqueda improductiva de
rentas.

La pobreza, la desigualdad y la corrupción visto
como un fenómeno social se consideran como reflejo de las
instituciones jurídicas, económicas, culturales y
políticas cuyas causas consisten en la exposición
de un auténtico fundamento que han sido sugeridas como
posibles explicaciones de esta situación social dominante
de valores culturales, tradición jurídica,
fragmentación étnica, presencia de democracia,
descentralización, clima de competencia en los mercados
africanos, dimensión del estado, consideración
social, nivel de desarrollo social y grado de apertura de la
economía al exterior que están en la base de un
fenómeno social. Sin embargo, en varias partes del planeta
el hecho de sociedades con grandes reservas de recursos naturales
aun presentan peores resultados que los menos ricos (la famosa
"maldición de los recursos"), el nivel corrupción
es significativamente elevado, debido a que las rentas en los
países africanos inesperadas ofrecen oportunidades para la
desigualdad social. El propósito de este trabajo es
investigar el impacto de la corrupción sobre el desarrollo
del pensamiento humano desde la implicación de los
fenómenos sociales.

Desarrollo

El fenómeno social (pobreza, desigualdad social y
corrupción) frena el desarrollo del pensamiento humano
desde el vector sociopolítico en los países
africanos como un factor económico que reduce la confianza
ciudadana en el sector público, lo cual vulnera el imperio
de la credibilidad de un gobierno y la legitimidad de la
democracia al ser percibidas por la población como
fachadas que cubren el incontrolado enriquecimiento de
pequeños y poderosos grupos sociales. Este proceso suele
estar asociado a una insuficiente administración
pública, a la administración de recursos estatales
que impiden la prestación de servicios públicos
esenciales en la vida de los pobres que debilita la confianza en
los procesos democráticos y expande la percepción
de fraudes electorales y minimiza la eficacia general de las
intervenciones de cooperación para el desarrollo,
distorsionando en su verdadero impacto social en
África.

En este ámbito, el fenómeno social
presentan significativos efectos económicos tanto
restrictivos como expansivos sobre la actividad económica
y la magnitud relativa de estos resultados comparados que
dependerá de leyes protectoras de la propiedad que se
hacen cumplir en sociedades con una débil gobernanza que
muestran mayores efectos positivos de la corrupción frente
a los países más estables, donde los efectos
negativos de la pobreza, desigualdad social y corrupción
superan los positivos. Como lo Confiesa Rodrik, D., (2004),
Dollar y Kraay, (2002) que este fundamento evidencia la
proposición de que muchas actividades corruptas sustituyen
a la desigualdad social entre los seres humanos. Por
consiguiente, en los países africanos donde la pobreza,
desigualdad social y corrupción juegan un rol expansivo,
la lucha directa contra la misma, encontraría una fuerte
resistencia en la sociedad, los cuales podrían ser
elevados por lo que, en tales circunstancias, las estructuras de
gobierno locales resultaría ser un objetivo apropiado en
las tomas de decisiones oportunas. Para reducir este
fenómeno social que supone un coste en términos de
eficiencia operando como un impuesto aleatorio sobre la actividad
económica con altos niveles de corrupción que se
asocian con bajos niveles de inversión y crecimiento, ya
que implica un incentivo perverso que distorsiona las decisiones
de inversión, los cuales obligan a dedicar recursos a las
actividades de búsqueda de rentas y penaliza la
innovación de la sociedad.

Como lo advierten Bertola, G., (1993), Fajnzylber, P,
Lederman, D. y Loayza, N. (2002), Chen y M. Ravallion, (2007),
que la pobreza, desigualdad social y corrupción son
consideradas como la primera causa del estancamiento
económico en determinadas naciones donde los esfuerzos del
desarrollo demanda orden hacia modernizar las actitudes de la
población, que se ven contrarrestados por la desigualdad
social que obstaculiza la consolidación nacional y reduce
el respeto a lealtad a los gobiernos africanos, poniendo en
peligro la estabilidad política. Es decir, la pobreza,
desigualdad y corrupción asaltan directamente al
corazón del estado, el presupuesto, su "principal
vehículo a través del cual cualquier gobierno
conduce sus funciones centrales sobre la composición del
gasto público la cual se traduce en una reducción
en la asignación de recursos destinados a educación
y sanidad básica. Muchos problemas sociales en
África suceden dentro de cada sociedad con mayor
frecuencia en familias pobres que en familias ricas. Por ejemplo,
las tasas de mortalidad están sistemáticamente
relacionadas con la renta, reduciéndose al aumentar
ésta. No es decir simplemente que los pobres tengan peor
salud que el resto, pues lo verdaderamente relevante de la
mencionada relación es la pobreza, desigualdad social y
corrupción con que se observa en distintos países
africanos el descenso en mortalidad a incrementar gradualmente la
renta del grupo social considerado.

En este sentido los autores de la presente
investigación sugieren que la incidencia de la desigualdad
social y de la corrupción aumentan la renta, justificando
una preocupación por el crecimiento económico como
objetivo de política económica, con la
intención de mejorar el nivel de vida. Es cierto que, las
personas ricas tienden a tener mejores indicadores de salud y a
ser más felices que las personas pobres en la misma
sociedad. Sin embargo, al comparar sociedades ricas entre
sí, encontramos que la incidencia de este tipo de
problemas no guarda mucha relación con el nivel de renta
de las sociedades que se comparan.

Pero, los gobiernos africanos pueden recibir presiones
con vistas a que se potencie el gasto social en la
educación y en una atención hospitalaria de salud,
beneficiando de esta forma los grupos de renta más alta.
La educación, en la medida en que se constituye en un
elemento central para el combate a la pobreza, desigualdad y
corrupción, en competitividad económica para
formación de la ciudadanía desde un pensamiento
innovador y el fomento a la cultura en el fortalecimiento de la
identidad nacional y el destino histórico propio, resultan
elementos centrales para enfrentar el deterioro de la
cohesión social.

En este sentido lo que importa en sociedades ricas no es
tanto el nivel de renta o el estándar de vida de un
ciudadano, sino como estos países africanos se comparan
con los del resto de la sociedad. Una explicación
alternativa es que la pendiente social en salud se refleja en los
indicadores sanitarios que se observa según consideramos
grupos sociales de menor renta, no surja de los efectos que la
renta tienen sobre la salud. Dicha pendiente podría ser
consecuencia de la movilidad social, que contribuye a deslindar
las personas con menos vulnerabilidades que se mueven hacia
arriba en la escala social, de las que presentan más
vulnerabilidades, que terminan en el pie de dicha
escala.

Este fenómeno social, perjudica la función
estabilizadora de los gobiernos africanos aumentando los costes
de funcionamiento, a la vez que reduce los ingresos estatales y
con ellos, los recursos que se podrían destinar a
servicios públicos. En la configuración de la nueva
estructura social la persistencia, profundización y
generación de nuevas formas de pobreza y desigualdad que
se reproducen aumentan la grave inequidad distributiva del
ingreso y la riqueza de los sistemas de protección social
en términos de cobertura y calidad en el predominio de la
informalidad de múltiples manifestaciones de la
discriminación en la sociedad.

En este sentido, el colectivo de autores de la presente
investigación fundamentan que avanzar hacia una verdadera
inclusión social como reto fundamental para sociedad
actual, no sólo para la instauración de una
democracia moderna e incluyente en el marco de un Estado Social
de Derecho, es necesario potenciar y aprovechar al máximo
las habilidades y capacidades para el enriquecimiento de la vida,
que permita la ampliación de las libertades, la
solidaridad en los seres humanos en sentido de pertenencia de
todos para el desarrollo y bienestar económico y social
del mundo Garay, Luis Jorge (2003).

Entonces para progresar en esta dirección es
necesario superar múltiples situaciones determinantes en
diversas instancias sociales, económicas, políticas
y culturales en el mundo, pero sobre todo cuando se reconoce que
ante la nueva situación de la pobreza, desigualdad y
corrupción en la sociedad, sin creación de riqueza
no es posible avanzar sostenidamente hacia el desarrollo
razonable para el fortalecimiento de las relaciones de
solidaridad y responsabilidad que dificulta el fortalecimiento de
la cultura en la convivencia y desarrollo colectivo basado en la
tolerancia frente a la diferencia en solución negociada de
conflictos sociales, donde la educación y la cultura son
una de las bases insustituible para el desarrollo del pensamiento
de los individuos.

En este sentido los efectos negativos de la pobreza y la
corrupción favorecen a los grupos de renta, la cual
acentúa las desigualdades sociales existentes con el
aumento de la discrepancia de ricos que tendrán mayores
recursos que pueden utilizar para comprar influencias, ampliando
la brecha entre ricos y pobres en África. La cualidad
corrosiva de los efectos de la pobreza, desigualdad social y
corrupción puede contribuir a que los países se
vean sorprendidos con el círculos vicioso de desigualdad
social y la corrupción.

Por tanto, los altos índices de empobrecimiento,
miseria y bajos niveles de ingreso de la población en el
mundo tienen efectos directos en el acceso a alimentos. Esto es
decir, unido al alto costo de renta alimentaria y al
desplazamiento forzado, generará efectos directos
relacionados con desnutrición, malos hábitos
alimenticios, bajo rendimiento escolar e insuficiente
productividad laboral.

Para Mejía y Ramírez (2002), la
fragmentación de la intervención educativa, las
limitaciones al derecho a la educación para todos, la
carencia de respuestas específicas, las debilidades del
discurso pedagógico que sustenta las acciones de
intervención educativa, la carencia de sistemas de
información y seguimiento de espacios de
coordinación en la complementariedad de acciones con otros
sectores, son algunas de las tensiones que tendrá que
resolver el sistema educativo para enfrentar la emergencia
educativa para minimizar las desigualdades sociales.

En este contexto la educación como un factor que
influye en la pobreza y la corrupción permite abordar la
compleja relación que se establece entre la oferta
educativa y las necesidades que genera la eliminación
forzada, ubicada en la incursión social como eje central
en sus varias manifestaciones por la desigualdad social que
experimentan en poblaciones y hace visible la pobreza
histórica de los contextos sociales. Esta realidad
conforma un nuevo escenario social donde se entrecruzan diversas
formas de pobreza, discriminación y exclusión
social, el cual se ve reflejado en las estructuras
económicas, sociales y culturales altamente segmentadas
que experimenta históricamente.

Los esfuerzos gubernamentales en materia educativa y la
ayuda humanitaria brindada a las poblaciones a través de
organismos e instituciones públicas y privadas de
carácter internacional, una especie de
"emergencia educativa", sobre todo en aquellas regiones
del mundo donde la complejidad y magnitud de la pobreza,
desigualdad y corrupción desborda la calidad educativa,
tanto en el acceso al servicio educativo como en la respuesta
inmediata a las necesidades materiales y culturales que
experimentan dichas poblacionales en minimizar las
rentas.

Como lo afirma Wilkinson y Pickett (2010), que la
incidencia de la pobreza, desigualdad social y corrupción
en economías desarrolladas, pudiera ser el nivel de
desigualdad en la distribución de la renta. Este
factor examinan datos procedentes de un conjunto de
economías desarrolladas, así como sociedades de
primer mundo que pueden obtener la relación entre el nivel
de desigualdad social en la distribución de la renta y la
incidencia de un amplio número de pobres que se expresan
en tasas de mortalidad prematura, tasas de homicidios, abandono
escolar, embarazos en adolescentes, resultados escolares
negativos, enfermedades mentales, uso de drogas, menos esperanza
de vida, mortalidad infantil, deteriorándose todos los
indicadores para el desarrollo social. Por tal razón
pudiera ser que la desigualdad social es un indicador del grado
de jerarquización en una sociedad, pues la pobreza y la
corrupción que se hacen más comunes según
descendemos en la jerarquía social hacen también
presente las más desigualdades en las
sociedades.

Desde una mirada adicional se fundamenta esta
interpretación tal que exista una evidencia abrumadora
acerca de la desigualdad social relacionada con la salud cuando
ambas se miden en áreas suficientemente grandes (regiones,
o países), dicha evidencia es mucho más
débil cuando la desigualdad social se mide en
pequeños locales, incluso si éstas tienen un nivel
de renta muy inferior a la media nacional. Esto puede traducirse
en un sentimiento de decepción y escepticismo hacia al
desarrollo por parte de las sociedades vulnerables que
experimentan cómo nunca les llegan esos flujos externos
supuestamente destinados a ellos, incluso en las peores
situaciones de acciones humanitarias. También se puede
traducirse en una fatiga del ciudadano donante que observe con
creciente recelo y desconfianza cómo los recursos
detraídos por vía impositiva, no alcanzan a los
destinatarios necesitados, sino que alimentan la captura de
rentas por parte de las élites dominantes de región
empobrecida. La mayoría de los organismos internacionales
que participan en la lucha contra la corrupción reconocen
la necesidad de un enfoque transversal ya que este
fenómeno social difícilmente se encuentre ligado a
un solo factor.

En definitiva, la pobreza está causada por una
compleja interacción de múltiples variables.
Algunas de las cuales están fuera del control de los
gobiernos, pero es innegable que la buena gobernanza es un
componente clave para la reducción de la pobreza y la
promoción del desarrollo humano sostenible. Una de las
principales quejas de los pobres no es la de carecer de dinero,
sino la de ser tratados de forma humillante y padecer de las
prácticas corruptas y no poder participar en los procesos
de toma de decisiones que les afectan directamente.

Gracias a las evaluaciones con participación de
la gente, realizadas por el Banco Mundial y recogidas en la
colección titulada «La Voz de los Pobres»,
sabemos que los pobres perciben a las instituciones formales como
ineficaces y de poca relevancia para su vida, que la
corrupción la desigualdad social les afecta directamente,
los cuales se sienten humillados y privados de poder, eso aumenta
su vulnerabilidad, que se enfrentan a muchos obstáculos
cuando tratan de lograr acceso a los servicios públicos y
que denuncian la superposición de intereses entre el
gobierno local y la élite.

Según Chen y Ravallion (2009), el efecto de la
crisis sobre la distribución de renta en países en
desarrollo puede considerarse menor, porque supone el efecto
sobre la pobreza proporcionalmente a la renta inicial.
Considerando ahora los posibles objetivos de una política
económica. Indudablemente, una rápida
eliminación de la pobreza absoluta debe ser el objetivo
prioritario de la economía del desarrollo. Pero el mejor
mecanismo para minimizar la desigualdad social y la
corrupción es un crecimiento económico, dada una
determinada distribución de la renta, la pobreza
estará en consecuencia de una reducida renta media. Si se
mantiene invariante la distribución de renta, el
crecimiento económico desplazará dicha
distribución hacia niveles más altos de renta,
incrementando proporcionalmente todas las rentas y reduciendo la
pobreza en la población vulnerable.

Pero si el crecimiento económico es crucial para
la reducción de la pobreza, la desigualdad social y la
corrupción, no pude olvidar que los cambios sociales en
pobreza se producen bien por cambios en la distribución de
la renta, ya sea, por el crecimiento, positivo o negativo, de la
renta media, en la conjunción de ambos efectos. Por tanto,
conviene comenzar analizando las posibles interacciones entre
distribución y crecimiento económico en la sociedad
para reducir la pobreza, así como la conveniencia de
establecer políticas de reducción de la desigualdad
social que debe revestir una política económica
diseñada para luchar contra la pobreza.

Esto se debe a la desigualdad entre sectores de baja y
de alta productividad que es mayor que la desigualdad social
dentro de cada sector porque a partir de un cierto nivel de
desarrollo, los incrementos adicionales de renta reducirán
la desigualdad social al no producirse trabajadores entre
sectores. Se trataría, por consiguiente, de una
relación no lineal, en la que el signo del efecto cambia
el crecimiento de la renta aumenta la desigualdad social,
reduciéndose ésta al incremento de la renta a
partir de niveles de desarrollo relativamente altos para una
sociedad en desarrollo.

Los sectores de alta productividad vigentes en las
sociedades desarrolladas condicionan el modo en que los nuevos
recursos generados por el crecimiento económico se
distribuyen en el mundo, con ello, si el crecimiento mejora la
desigualdad social y minimiza la pobreza. En definitiva, el
consenso actual es que la magnitud del impacto del crecimiento
económico sobre la desigualdad social depende en buena
medida de la calidad de las instituciones políticas y
económicas, que son de naturaleza endógena
Acemoglu, Johnson y Robinson (2005).

De este modo, la pobreza, la desigualdad social y la
corrupción contribuyen al deterioro de la sociedad, en el
bloqueo de cambios normativos en política que
podrían contribuir a reducir significativamente la pobreza
en las familias vulnerables. El clientelismo excluye de la
generación de rentas a una parte de la población,
no afines a la clase dirigente, que pueden tener mayor potencial
de dinamismo.

En este sentido el crecimiento depende en buena parte de
las instituciones políticas, puesto que es a través
del proceso político como los intereses conflictivos que
inevitablemente se derivan de la desigualdad social en algunas
partes del mundo y se elevan a decisiones de política
pública que por este canal puede resultar dañina la
desigualdad social. Una consecuencia adicional es que, si el
efecto negativo de la desigualdad social y la corrupción
sobre el crecimiento responde a unas relaciones de poder que
bloquean el cambio institucional, en plantearse sobre las
políticas de corrección de la desigualdad social
para mejorar el crecimiento académico insignificante. La
consecuencia de la desigualdad social y la corrupción es
una infrautilización de un potencial productivo y de
crecimiento con las sociedades con un menor número de
pobres con una distribución de renta más
igualitaria, pues serían buenos si los solicitantes
continúan siendo más pobres, lo que podrían
ser fructífero si el mercado de crédito hubiese
funcionado correctamente. Por otro lado, una remuneración
al esfuerzo excesivamente desigual puede provocar asimismo una
erosión de incentivos que reduzca el estímulo a la
producción por parte de los trabajadores autónomos
en el mundo y conduzca a un menor esfuerzo entre los trabajadores
por cuenta ajena.

Se no se atiende a este fenómeno social se puede
asimismo erosionar la cohesión social, pues al aumentar la
brecha entre ricos y pobres, aumentan las actividades criminales
e ilegales junto con los costes de transacción relativos a
la seguridad en la actividad empresarial y al cumplimiento de los
contratos. Una desigualdad social elevada puede generar mayor
inestabilidad política, conduciendo a niveles de
inversión bajos Bertola (1993).

En todo caso, no parece razonable mantener que la
única estrategia de política económica para
aliviar la pobreza consista en estimular el crecimiento.
Más aún, todo parece indicar la conveniencia de
acompañar las políticas de crecimiento de medidas
conducentes a mejorar la igualdad en la distribución si se
quiere que el crecimiento resultante sea realmente eficaz en
reducir la pobreza. Sin embargo, una determinada política
pública puede tener efectos de signo contrario sobre el
crecimiento, la desigualdad y la pobreza, por lo que es crucial
diseñar la combinación adecuada de políticas
de cara al objetivo perseguido. También parece preferible
aplicar políticas microeconómicas, dirigidas a
estimular la producción de un determinado producto
alimenticio, para satisfacer una necesidad concreta de los
ciudadanos más pobres de regiones con políticas
agregadas en objetivos globales, que persigan mejorar la
provisión universal de servicios.

La eliminación de la pobreza requiere aplicar una
combinación de políticas de crecimiento
económico y de corrección de desigualdades,
prestando atención a los costes relativos de cada una de
ellas, sin olvidar que los niveles iniciales de desarrollo y
desigualdad influyen sobre el resultado de tales
políticas. Si, como sugiere la evidencia disponible, un
elevado nivel de desigualdad dificulta la lucha contra la
pobreza, la reducción de la desigualdad genera un "doble
dividendo", puesto que una política redistributiva acelera
el crecimiento y también la intensidad con la que el
crecimiento reduce la pobreza.

Ferreira y Ravallion, (2008). La pobreza y la
desigualdad social en han generado rezagos y privaciones
inaceptables en las poblaciones en el mundo. A pesar de la puesta
en marcha de programas sociales y mejoras en los sistemas de
protección social, del aumento considerable del gasto
público social, de las mejoras en cobertura y calidad de
los servicios sociales, de la expansión económica
con que se ha beneficiado las regiones vulnerables, se han
detectado fallas en las políticas redistributivas y de
crecimiento que deben ser ajustadas y reforzadas con el fin de
generar una disminución contundente de la pobreza, la
desigualdad social y la corrupción Grawe, N.D.
(2001).

El crecimiento económico debe fundamentarse en
políticas macroeconómicas sostenibles, en propender
el acceso a los mercados de los países desarrollados y
asegurar las economías sistémicamente importantes
que tengan en consideración las externalidades que
políticas insostenibles de su parte pueden tener sobre el
conjunto de la región. Sin perder de vista las
políticas que promuevan el crecimiento, para reducir la
pobreza y la desigualdad social necesaria para enfocarse en
políticas redistributivas que generan un doble dividendo,
reduciendo la pobreza creando las condiciones para acelerar su
reducción en el largo plazo. Las políticas
redistributivas deben tener un enfoque de ampliación de
oportunidades para todos, de manera de lograr un desarrollo
incluyente, que beneficie a los más pobres en el mundo.
Para ello urge mejorar el acceso a y la calidad de servicios como
educación, salud, infraestructura y servicios
financieros.

La igualdad de oportunidades requiere asimismo eficacia
y transparencia de las administraciones públicas, evitando
los sesgos en la aplicación de las normas, la venta de
derechos públicos y licencias, el clientelismo
político, y la intervención directa de los
gobiernos. Es preciso que las normas que se apliquen de manera
anónima, que se cumplan sin distinción, y que la
regulación no imponga restricciones innecesarias. Cuando
existen, los sesgos se producen a favor de grupos que gozan de
relaciones especiales con los poderes públicos que
entorpecen o incluso impiden el desarrollo de emprendedores que
pudieran dinamizar los mercados y los sectores productivos.
También es preciso una eficiente dotación de
capital público y una adecuada distribución
territorial del mismo, así como una Administración
Pública preparada, para elementos que pueden ir en contra
de los intereses de grupos afines al poder, y a los que
tratarán de oponerse.

Es claro que puede haber desigualdad sin incidencia de
pobreza absoluta o relativa. Sin embargo, para que exista pobreza
relativa es necesario un cierto nivel de desigualdad. Para que
exista pobreza es preciso un nivel medio de renta relativamente
reducido pero puede haber pobreza con poca desigualdad social. La
desigualdad social no es condición necesaria ni suficiente
para que exista pobreza, pero es necesaria para que exista
pobreza relativa.

En este contexto, considerando la relación
existente entre pobreza, desigualdad social y la
corrupción y crecimiento económico, resulta
evidente la necesidad de adoptar políticas redistributivas
que tengan un enfoque en la reducción de las brechas de
oportunidades, sin perder de vista la necesidad de implementar
políticas que consoliden el crecimiento, incluidas un
manejo sano del gasto público y de la deuda para generar
estabilidad macroeconómica.

En razón a ello, es importante mejorar el
diseño de los mismos, haciendo énfasis en que deben
ser temporales, con cláusulas claras de entrada y salida,
de manera de no perpetuar la pobreza. Adicionalmente, se debe
hacer uso de mecanismos de focalización para cubrir
solamente a quienes son verdaderamente pobres y para evitar
errores de exclusión. De igual forma, estos programas
deben poner mayor énfasis en las estrategias de
superación definitiva de la pobreza, empoderando a los
individuos para que sean ellos mismos los que tomen acciones para
superar la pobreza.

Además de propender por el manejo sano de la
política macroeconómica y comercial, se debe
revisar el diseño de algunas políticas sociales en
el mundo, en particular aquellas referentes al sistema de
protección social que generan incentivos a permanecer en
la informalidad con los programas de protección social, en
particular de asistencia social, que han mostrado tener un
impacto positivo en la reducción de la pobreza y la
desigualdad social.

Conclusión

Por tanto, para minimizar la pobreza, la desigualdad y
la corrupción es necesario aplicar un estrategia de
reducción de pobreza debe ser la implementación de
una política de manejo social del riesgo que cubra a los
más vulnerables con estrategias de reducción,
amortiguamiento de choques negativos, ya que son los pobres los
más expuestos a una gran variedad de riesgos. En cuanto a
la política educativa, ésta debe ser de buena
calidad para generar capital humano que pueda romper con la baja
movilidad social y la transmisión Inter-generacional de la
pobreza y la desigualdad. A pesar de mostrar grandes avances en
términos de universalización de la educación
aún existen problemas de acceso en el mundo de lugares
vulnerables y brechas por grupos poblacionales y de ingresos en
la calidad de la educación impartida. Para avanzar hacia
una mejor política educativa se debe mantener el esfuerzo
para mejorar calidad, infraestructura básica y la oferta
educativa en las zonas rurales y adoptar un enfoque diferencial
para aumentar el acceso a lo grupos poblacionales vulnerables que
se encuentran excluidos del sistema educativo.

Bibliografía

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Autor:

MSc. Arnaldo Faustino*

MSc. Eurico Wongo Gungula*MSc. Emilia
del Pozo Gutiérrez**

Msc. Olaysi Arrocha
Rodríguez**

*Investigador Académico del centro
de Educación Pre-universitaria de
Longonjo-Huambo.

Universidad "Agostinho Neto".
Angola.

** Facultad de Ciencias Sociales y
Humanística. Universidad "Máximo Gómez
Báez"- Ciego de Ávila Cuba.

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