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Factores que se deben tomar en cuenta para llegar a la culpabilidad del sujeto” (página 3)



Partes: 1, 2, 3

He tenido que estudiar muchas veces (empiezo a pensar
que demasiadas veces) el caso de hombres que, llevados por su
mala socialización, han dado muerte a sus
compañeras. Es muy común entre ellos, cultos o
incultos, ricos o pobres, el acabar haciendo confesiones del
siguiente tenor: <<La maté porque no me respetaba. Y
mi padre enseñó que el hombre se hace respetar por
su mujer es>>. La falta de respeto puede consistir en no
tenerle preparada la comida a punto o no tener ganas de sexo
cuando a él le apetece, o (algo creciente en nuestros
días) decidir abandonarle. <<¿Cómo es
posible que algo mío quiera dejar de serlo? Lo mío
es mío, y de nadie más>>, piensan
éstos maltratadores que recurrirán al asesinato
antes de aceptar la libertad de sus compañeras. Y las
estadísticas me dan, desgraciadamente, la razón:
gran parte de los asesinatos <<domésticos>> de
mujeres ocurren durante la fase de tramitación de la
separación o en el primer año de separados. Y las
estadísticas también me dan la razón en otro
aspecto: la justicia, que conoce este hecho, no ésta
haciendo lo suficiente para combatirlo.

En definitiva, no son los celos patológicos los
que incitan al agresor doméstico a maltratar a su
compañera. Es su socialización sexista. Ésta
le hace ver a la mujer como propiedad. Y es la percepción
de la mujer como algo propio lo que lleva a los celos: <<
porque me pertenece, no puede seguir coqueteando con
fulanito>>. Unos coqueteos que, habitualmente, sólo
existen en su imaginación. No es, pues la pasión
que está por detrás de los celos: es la
obsesión por retener lo que se considera propiedad de uno,
controlándolo hasta el extremo de lo posible.

Es cierto que el agresor doméstico presenta otras
características que recuerdan, en cierto sentido, a las
propias de un psicópata. Pero eso no quiere decir que sean
psicópatas. Desgraciadamente hay algunos sectores de la
psicología que se empeñan en ver psicópatas
por doquier y, con ello, a lo que atribuyen es a la
devaluación del concepto. Es cierto que, como los
psicópatas, los agresores domésticos son
manipuladores, y seguro que entre los agresores domésticos
hay psicópatas. Pero de ahí a diagnosticar como
psicópatas a los agresores domésticos o a ver
grandes porcentajes de los mismos entre éstos hay un
enorme trecho que sólo debería recorrerse con
permiso de la metodología más rigurosa.

Sea como fuere, la manipulación que ejercen los
agresores domésticos sobre su entorno nace también
de su socialización sexista y el ansia de control. Para
poder controlar lo que se considera suyo –su
compañera-, el agresor doméstico tiende a aislarla
rompiendo sus conexiones con vecinos y familiares.
Manipulará a éstos, presentándose ante ellos
como una persona cabal frente a la
<<histérica>> de su compañera. Pero no
terminarán ahí sus afanes. Tratará de
manipular incluso a su propia compañera, cuando la
esté maltratando: intentará hacerle ver que todo es
por su culpa, por sus continuas provocaciones. Y, si llega a ser
denunciado y detenido, intentará lo mismo con
psicólogos y otros profesionales. Es habitual, por
ejemplo, que el agresor intente hacer creer a su psicoterapeuta
que ya está cuando tras asistir a un par de
sesiones.

Me gustaría añadir algo más sobre
este punto. Se trata de una mera sospecha, de algo, pues que no
alcanza siquiera el estatus de hipótesis
científica. En los últimos tiempos, al menos en
España, los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas
han saltado de los boletines de información a los llamados
<<magazines>>. En éstos, buscándose
más el sensacionalismo morboso que la rigurosidad, suele
presentarse el crimen como un espectáculo al que no son
ajenos los familiares de la víctima y del asesino, vecinos
y quien tenga algo que contar y quiera ponerse ante la
cámara para dar a conocer su especial versión de
los hechos. Esta presentación del asesinato,
acompañada de datos relativas a las penas que suelen
aplicarse, mucho me temo que estén dando ideas de
cómo comportarse a más de uno de esos individuos
que albergan en su interior la intención de resolver
violentamente el conflicto que puedan tener con su
pareja.

4.11 SOBRE EL DESEMPLEO

Pero, si malo es tener una educación sexista, tan
malo o peor parece no tener formación suficiente. En un
reciente estudio realizado por el Centro Reina Sofía
para el Estudio de la Violencia
sobre todos los casos de
maltrato infantil registrados por los Servicios Sociales de
España, hemos encontrado que nueve de cada diez agresores
de niños de niños tiene sólo estudios
primarios o no tienen ningún estudio. Interpreto la
relevancia de este hecho en el sentido siguiente. Tener estudios
no es importante porque la erudición lo sea. Los estudios
tienen valor que, más que añadido, parece ser
fundamental: forman en el autocontrol y permiten el desarrollo de
habilidades sociales para la interacción con lo
demás. Y eso es precisamente lo que echamos en falta entre
las personas que maltratan a sus hijos: suelen carecer de la
capacidad para controlar el estrés que, normalmente, surge
en el marco de las relaciones paterno-filiales.

Pero, en el mencionado estudio, publicado bajo el
título de Maltrato Infantil en la Familia.
España (1997-1998)
(Documentos del Centro Reina
Sofía, n.° 4, 2002), hemos obtenido otros datos que
deben hacernos meditar. La mayor parte, exactamente ocho de cada
diez personas que maltratan a sus hijos, están
desempleadas.

Obviamente, carecer de empleo y, en consecuencia, tener
problemas económicos es un factor que, en general,
incrementa el nivel de estrés del afectado y, en
circunstancias particulares, puede llevarle conscientemente a
delinquir para poder salir a adelante.

Imaginaremos, en este sentido, una mujer que carezca de
la formación adecuada, que esté desempleada, y que,
en muchos casos, esté siendo maltratada por su pareja y
consuma algún tipo de substancia tóxica. Esta
mujer, ¿sería, o no, proclive a comportarse
violentamente? Obviamente, sí. Pues bien, no hay nada que
imaginar. Ése es, precisamente, el perfil dominante entre
quienes maltratan a sus hijos en España: se trata,
mayoritariamente, de mujeres a las que el consumo de sustancias
tóxicas altera el equilibrio neurotransmisor; y a las que
el desempleo genera estrés que no pueden controlar por su
carencia de formación y el maltrato al que están
sujetas.

Considero preciso hacer una matización a este
respecto. Estas mujeres son responsables, ante todo, del maltrato
infantil de tipo pasivo: la negligencia. Maltratan a sus hijos
porque no hacen algo que deberían realizar, por ejemplo,
llevar al día su cartilla de vacunación. Maltratan
por omisión. En cambio el maltrato por acción
–la paliza o el abuso sexual– es cosa de los padres
(así, en masculino). Además, personalmente, veo en
esas mujeres víctimas que victimizan. Por eso, para que
dejen de victimizar habría que sacarlas, antes, de su
situación de víctimas.

Propuesta de
reforma

PROPUESTA

Si viene cierto que el hombre por su naturaleza no puede
vivir aislado de los demás seres humanos, también
lo es, que necesita tener reglas y normas para vivir en
armonía, y por ende en sociedad; sin embargo, en algunos
casos el mismo ser humano se ve orillado al caer en un
abismó por la propia vida que ha llevado, y esto lo lleva
a cometer una conducta prohibida por la norma que regula a toda
una sociedad, esto es un delito, pero parecería que es una
justificación la vida que llevó para cometer un
ilícito, como por ejemplo el homicidio culposo, que no
tuvo un deber de cuidado que objetivamente era necesario observar
para prevenir la conducta delictuosa, voy más allá,
en la praxis nos encontramos con caso reales, en los que en la
conducta delictiva se ve reflejado que no basta con un no quise
hacerlo, sino más bien, en la situación en la que
se encontraba se vio en un abismó sin salida y por ende no
tenía otra alternativa que cometer un crimen; mi propuesta
en si es la siguiente:

Si estamos en presencia de un caso concreto en donde
supongamos que una joven de 20 años de edad con la carga
de sostener a su familia papá, mamá, y cinco
hermanos de 4, 5 ,9 10 y 13 años de edades, misma chica
que trabajando y estudiando por querer salir adelante, se
verifica con investigación que siempre fue maltratada
humillada y que el casero que le renta siempre quería
abusar de ella, en la escena del crimen el tipo además de
hacerla sentir con palabras ofensivas y denigrantes mal, quiso
maltratar a su familia, la cual, para ella tiene un valor
indescriptible, en ese momento es en donde se ve envuelta en el
abismo del sufrimiento y por ende pese a que encontrándose
con el casero y ofendiéndola a ella y a su familia, priva
de la vida a este y después de haber cometido la conducta
delictiva es condenada a prisión por la leyes que nos
rigen, pero en este caso en particular, y atendiendo que el
sistema penitenciario en México no funciona, me parece que
se debe de sancionar al inculpado, pues no es una
justificación por haber cometido un delito, pero tomando
en cuenta ciertos aspectos que la llevaron a cometerlo, creo que
sólo en estos casos y en el delito de homicidio, se
sancionen con tres años al servicio del estado y en
libertad, esto es pintando bardas, banquetas, arreglando
carreteras etc..;.

Mi propuesta del tema de tesis sobre el inculpado en
homicidio, el cual es motivo de mi preocupación,
así como de importancia trascendental que tiene en la
sociedad, es porque no estamos en presencia de un delincuente
sino que estamos en presencia de una persona que pese a querer
salir adelante, se vio envuelto en una conducta que no tuvo
salida, porque no estamos en presencia de un homicidio culposos
va más allá, pues al entrar a las cárceles
que existen en nuestro País y ser un fracaso rotundo el
sistema penitenciario, salen con coraje sed de venganza y creo
que en vez de ayudar empeoraría las cosas, me parece que
reiterando sólo en estos casos y en el delito de homicidio
en donde se demuestre con investigación profesional
perfectamente la conducta en la cual no tuvo otra salida, se
sancione como ya dije a tres años y en libertad al
servicio del Estado, pues creo que podemos frenar el abuso de las
supuestas víctimas y así ayudar a las que realmente
fueron víctimas.

Atendiendo a lo anterior, me parecer que van cambiando
aspectos culturales y sociales, por lo cual, debemos de no ser
tan cuadrados para la aplicación de nuestras leyes y
contribuir para que el sistema penitenciario en México
funciones.

Conclusiones

PRIMERA. El hombre por su propia naturaleza no
puede vivir aislado de los demás seres humanos y para
poder vivir en armonía y sociedad es necesario que existan
leyes que contemplen el orden social, es decir la regla de
Norberto Bobbio lo no prohibido está permitido. Por lo que
los fines del Estado sea la salvaguarda de los derechos de sus
habitantes.

SEGUNDA. El sistema penitenciario en
México no funciona, pues cada día nos damos cuenta
que salen no rehabilitados para incorporarse a la sociedad, sino
que estamos en presencia de delincuentes profesionales,
entendiendo que es una escuela en donde perfeccionan su
peligrosidad, dado a que este sistema penitenciario carece de
estrategias funcionales para rehabilitarlos, además de que
partimos de que el ocio es la madre de todos los vicios y en
definitiva la mayoría de los inculpados no hacen nada
dentro de ellos sino todo lo contrario.

TERCERA. En la sociedad hay tres clases sociales,
la alta, media y baja, pero además de cómo
está compuesta la sociedad, partimos de que el rose social
en el que se desenvuelve el ser humano es muy importante,
así como la integración de su familia, de tal forma
que si estamos en presencia de una persona que luchando para
salir adelante y manteniendo a su familia tiene que integrarse a
la sociedad y aprenden a vivir en armonía y respetar la
normas que nos regulan.

CUARTA. El ser humano tiende a tener diversas
conductas y comportamientos de acuerdo al estado de ánimo
en el que se encuentra, pero además en casos
específicos ciertas conductas agresivas son delitos,
mismos que el inculpado en el momento de los hechos no tuvo otra
alternativa que efectuarla, entendiéndose que no se
está en presencia de una conducta culposa sino mas bien
que tomando en cuenta diversos aspectos se vio en ese momento
envuelto en sus propias cadenas depresivas por l vida que ha
vivido.

QUINTA. Se debe de sancionar al individuo que
cometió un delito, pues no es una justificación las
experiencias que vivió al paso del tiempo, pero tomando en
cuenta que hay varios elementos que lo llevaron a comerlo y que
además de ser el delincuente se demuestra que es en
realidad la víctima, creo que sólo en estos casos y
en el delito de homicidio, se sancionen con tres años al
servicio del estado y en libertad, esto es pintando bardas,
banquetas, arreglando carreteras etc..;.

.

 

 

Autor:

Valeria Aguilar Andrade

 

[1] EDUARDO LÓPEZ Betancourt,
Teoría del Delito, Séptima Edición,
Editorial Porrúa, México 1999, Pág. 65

[2] DE PINA VARA Rafael, Diccionario de
Derecho, Trigésima Primera Edición, Editorial
Porrúa, México 2003, Pág. 219

[3] CODIGO PENAL FEDERAL, GRUPO ISEF,
Ediciones fiscales ISEF, S.A. Vigésima Sexta
Edición, México 2010, Pág. 4

[4] WIKIPEDIA
http://es.wikipedia.org/wiki/Delito

[5] JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis,
Principios de Derecho Penal. La Ley y el Delito, Ed.
Sudamericana, Buenos Aires, 1990, p. 216.

[6] LOPÉZ BETANCOURT, Eduardo,
Teoría del Delito, 7° ed., Editorial Porrúa,
México 1999, Pág. 275

[7] Ibídem. Pág. 215

[8] LOPEZ, BETANCOURT, Eduardo, Op. Cit.
Pág. 276

[9] JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis,
Principios de Derecho Penal. La Ley y el Delito, 3° ed.,
Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1990, Pág. 215

[10] Ibídem. Pág. 215

[11] LOPÉZ BETANCOURT, Eduardo, Op.
Cit. Pág. 276

[12] JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis,
Ibídem. Pág. 215

[13] Ibídem. Pág. 215

[14] LOPÉZ BETANCOURT, Eduardo, Op.
Cit. Pág. 277

[15] Ibídem. Pág. 277

[16]

[17] LOPÉZ BETANCOURT, Eduardo, Op.
Cit. Pág. 278

[18] Ibídem. Pág. 278

[19] CUELLO CALÓN, Eugenio, Derecho
Penal. Parte General, 9° ed., Ed. Editoria Nacional,
México, 1961, Pág. 266

[20] Ibídem. Pág. 266

[21] CUELLO CALÓN, Eugenio,
Ibídem. Pág. 267

[22] CUELLO CALÓN, Eugenio,
Ibídem. Pág. 268

[23] Ibídem. Pág. 269

[24] Ibídem. Pág. 271

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