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Los fantasmas del Bauen Hotel



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El
    hotel y sus historias
  3. Cazando…
    ¿Fantasmas?
  4. Misterios

Introducción

AL BORDE DE LA REALIDAD

"El horror nace de la

revelación de lo
imposible".

Roger Caillois

"? ¿Cree usted en
fantasmas?

? No, pero les tengo miedo".

Expresión tradicional
inglesa

del siglo XIX

Hay cada vez menos dudas de que estamos viviendo una
transición y que éstos son los tiempos de una
época interesante
.

Hace ya muchos años, Umberto Ecco anticipaba que
estábamos transitando el camino que nos conduce a una
"Nueva Edad Media" y que ciertos rasgos cosmovisionales,
adquiridos en el siglo XVIII con la Ilustración, se
encuentran en franco proceso de retracción, permitiendo
así la actualización de un modelo de realidad en el
que "lo imposible" empieza a perder fuerza.

Pero como en toda transición, lo antiguo y lo
nuevo conviven, se mezclan, interactúan, tanto a nivel
colectivo como individual; generando debate, discusión y
también un cierto malestar. Lo viejo se resiste a morir.
Lo nuevo pugna por imponerse. Y en el mientras tanto,
todas las certezas parecen volverse líquidas y
los esquemas adquiridos entran en crisis. Entonces es cuando nos
replanteamos todo, e inclinamos la balanza hacia el lado en el
que más seguros nos sentimos, tratando de mantener
vigentes aquellas herramientas intelectuales que la
modernidad nos legó y en las que casi todos
nosotros nos hemos formado.

Pero la soberanía de la razón está
(o parecería estar) perdiendo terreno. Cada vez son
más las personas que adscriben a la vigencia de un mundo
maravilloso. Un mundo en el que sucesos (antes)
increíbles se añaden a la realidad sin destruir su
coherencia. Lo que antes calificábamos como "exceso de
credulidad
" (superstición) ya no lo es tanto y por
ende la sorpresa se debilita y el pensamiento mágico gana
terreno a pasos agigantados, aún en aquellos sectores
sociales que tuvieron la enorme fortuna de adquirir una
formación científica, académica,
lógica, racional y empírica.

La frontera entre lo real y lo irreal es una
construcción cultural, histórica. Distintas
épocas la trazan por lugares diferentes y lo que hoy es
inconcebible, ayer se integraba a la cotidianeidad sin conflicto,
recreando un mundo de encantos en donde la magia era
regla. Una realidad poblada de entidades imaginarias (dragones,
unicornios, monstruos, gnomos, hadas) que no eran
conceptualizadas como tales, y que armonizaban perfectamente con
la visión (acotada) que se tenía del
mundo.

Cuando eso ocurría (y parecería que
empieza a ocurrir de nuevo) el espanto deja de espantar. Pierde
su fuerza y su potencialidad para generar horror, siendo
sustituido por una mera sensación de inseguridad, de
preocupación, que a lo sumo podría traducirse en
terror (que no es otra cosa que el miedo a ser
dañado por algo o alguien que comparte
el status de realidad que tiene uno mismo).

Con el horror pasa algo muy diferente. Para que
éste nos invada es necesario que la causa del mismo sea de
orden sobrenatural, que rompa con el marco racional, reglado,
seguro, en el que creemos, sentimos y sabemos estar inmersos.
Recién bajo esas condiciones aparece el miedo visceral que
producen los fantasmas, que son a mi modo de ver, la principal
instancia para la existencia y vigencia del
misterio.

Como dijo el célebre Roger Caillois en
1970:

"Únicamente las culturas que han accedido a
la concepción de un orden constante, objetivo e inmutable
de los fenómenos, han podido dar nacimiento a una
particular imaginación que se complace en contradecir el
orden establecido con el temor
sobrenatural."[1]

Pero, ¿qué está ocurriendo entre
nosotros? ¿Acaso la herencia del racionalista de la
Ilustración (de la modernidad) está tan golpeada
como para dejar de sorprendernos de todo aquello que antes
si sorprendía? ¿Por qué dudamos de
ese "orden constante, objetivo e inmutable" del que nos
habla Caillois? ¿Será que ya no nos satisfacen las
explicaciones científicas y con ello el horror retrocede
hasta casi desaparecer (haciéndonos interactuar con lo
imposible; que, en ese mismo acto, deja un poco de serlo)?
¿Por qué damos por válidas hipótesis
descabelladas sin considerar antes explicaciones que se ajusten
al concepto de realidad que arrastramos desde el siglo XVIII, e
incluso desde el Renacimiento del siglo XVI o aún del
racionalismo del siglo V a.C.? ¿Por qué tratamos de
darle, a todo aquello que antes rechazábamos como
fantástico, apariencia científica
(apoyándonos en la sacrosanta tecnología)?
¿Acaso es una mera actitud lúdica con la que se
pretende romper la chata y desangelada realidad en la que
vivimos? ¿O estamos frente a un neo-romanticismo
profundamente irracional que procura, desde los sentimientos y la
intuición, desbancar al racionalismo deductivo sobre el
que construimos muestro mapa epistemológico
contemporáneo?

Entonces, si la ciencia en la que tanto
confiábamos no puede explicar ciertas cosas,
¿significa esto que estamos ante los umbrales aceptados de
un universo repleto de maravillas, que ya empezamos a
naturalizar?

Las estadísticas indican que un número
cada vez más alto de personas creen en la existencia
objetiva de los fantasmas; de igual modo que en ovnis o en la
presencia de alienígenas entre nosotros. Claro que este
último acto de confianza (de credulidad) resulta, llegado
el caso, un tanto más creíble ya que existe una
remota (aunque poco probable) factibilidad de que los
extraterrestres, realmente, estén en alguna parte del
universo. Pero una cosa es que seres extraños
vengan de otro planeta y otra, muy distinta, de que se asomen
desde el Mas Allá. ¿Acaso no será
todo esto una clara denuncia de nuestras flaquezas y deseos de
superarlas por medio de creencias, que alivian la angustia de
sabernos finitos e irremediablemente derrotados por la
muerte?

En los últimos quince años, y montadas
sobre el prodigioso avance tecnológico que hemos
experimentado, las investigaciones que buscan responder si el
alma sobrevive después de la muerte han tomado un cariz
mediático y masivo (como casi todo); y que los
"especialistas" denominan con el término
anglosajón "Ghost Hunting", literalmente,
"Cazando Fantasmas".

Lejos estamos, pues, de las viejas y privadas sesiones
espiritistas, celebradas en la intimidad de un gabinete y
dirigidas por un médium con dotes especiales. La
espectacularidad, aunque no del todo nueva[2]se
trasladó a la televisión, convirtiéndose en
un show protagonizado por "técnicos" que
despliegan, ante nuestras azoradas miradas, todo un arsenal de
novedosa tecnología con la que se pretende conseguir
evidencias que prueben objetivamente la existencia de
vida, individual y conciente, más allá del
óbito.

Obnubilados por aparatos y luces, botones y pantallas
digitales, lo que estos "médiums posmodernos" persiguen es
romper las sólidas fronteras que aseguran al hombre en la
realidad material y cotidiana. Cuestionar las certezas
científicas de los últimos 300 años y diluir
el concepto de "lo imposible" en una cosmovisión
presentada como "más abierta y tolerante" a las
maravillas, demoliendo el miedo, que sólo es posible en un
mundo de incrédulos. Porque únicamente cuando las
leyes aceptadas de la física y la biología son
violentadas (negadas) puede irrumpir "lo sobrenatural"; y fuerzas
nocturnas, demoníacas y antinaturales se traducen en
espanto.

La transición, de la que hablábamos al
comienzo, transcurre por este camino. Pareciera que el retroceso
del miedo a los fantasmas (evidente en la manera en que cada vez
más personas creen interactuar con ellos) es un
síntoma inequívoco de que estamos construyendo
colectivamente una nueva manera de interpretar la realidad, en la
que los espectros serán (¿son?) aceptados, como se
toleran los berrinches adolescentes de nuestros hijos.

Las experiencias recogidas en el "Ghost
Hunting
" de la noche del 5 al 6 de abril de 2013, junto con
los miembros del GAIAP (Grupo Argentino de
Investigación de Actividad Paranormal
), en las
instalaciones del Bauen Hotel de Buenos Aires
(Argentina), son reveladoras de muchas de las cosas que hemos
dicho.

Permítame lector que lo sumerja en las mismas,
para que, hacia el final, pueda extraer sus propias y personales
conclusiones.

Buenos Aires

Abril de 2013

FJSR

PARTE 1

El hotel y sus
historias

"La irracionalidad de una cosa no es

un argumento en contra de su existencia,

sino más bien una condición de la
misma."

Friedrich Nietzsche

"Sólo lo que es irracional ?lo que
es inanalizable por

los sentidos, pero tiene cualidades
sensibles? , puede

ser obsesivo." Salvador
Elizondo

El Bauen Hotel de Buenos Aires
nació junto con la última dictadura
vico-militar que asoló a la Argentina en el siglo
XX.

Diseñado y proyectado por cuatro arquitectos
argentinos en 1976, este lujoso hotel de cuatro estrellas se
construyó en tiempo récord (cinco meses) durante
los primeros meses de 1978 gracias a un subsidio del BANADE, con
el fin de satisfacer la demanda turística que el
Campeonato Mundial de Fútbol despertaría ese mismo
año. A partir de entonces, el emprendimiento tuvo su edad
dorada en la década de los "80 y entró en crisis
durante los "90 a causa de la llegada al país de las
grandes cadenas internacionales de hoteles (Hyatt, Hilton, Four
Seasons, entre otras), con las cuales no pudo competir. En el
año 2000 la empresa se presentó a convocatoria de
acreedores y en 2001, finalmente, quebró y el edificio fue
cerrado el 28 de diciembre de ese nefasto año, en plena
crisis económica. La historia posterior del Bauen es
complicada; llena de idas y vueltas, juicios y recursos
judiciales. En 2003 los empleados ocuparon el edificio.
Reabrieron el hotel e iniciaron una serie importante de
reparaciones, después de dos años de abandono.
Invirtieron trabajo y esfuerzo, abrieron un café y
mantuvieron en pie su fuente de ingresos habilitando unos cuantos
pisos para eventuales turistas. Para ello conformaron una
cooperativa (la Coop. Buenos Aires Empresa Nacional,
B.A.U.E.N.) que hasta la fecha sigue en sus manos, aunque acosada
por los juicios que les entablaron los descendientes de su
antiguo dueño.[3]

Pero no es ésta la historia que nos interesa en
esta oportunidad, sino "las historias" que el hotel
alimentó en los últimos diez años y que ya
son parte de su patrimonio intangible.

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Con sus 20 pisos de hormigón armado
elevándose hacia el cielo porteño, más de
500 plazas, un teatro de 380 butacas y 8 salones para eventos,
una boite ambientada al estilo de la década de los "70 (en
donde se filmaron varias películas de Olmedo y Porcel),
dos subsuelos, amén de de oficinas, sala de
máquinas, cocinas, una panadería y dependencias
varias, el Bauen Hotel es un gigante que, como tantos otros
complejos hoteleros del mundo, tiene sus fantasmas. Y son sus
empleados, serenos y personal de maestranza los que, entre
susurros y medias voces, los mantienen vivos, presentes en cada
relato de medianoche.

Temidos por unos, naturalizados por otros, cuestionados,
pero nunca obviados, los fantasmas del Bauen prefiguran un
clásico de la literatura, del cine y las leyendas urbanas
que recorren el imaginario de las grandes urbes. Pocas ciudades
son las que carecen de "hoteles encantados". Basta con
consultar las páginas de internet para advertir que,
incluso en muchas de ellas, las supuestas actividades
paranormales que allí operan son promocionadas a
muy buen precio, atrayendo a centenares de "amantes del
género
". Pero esto no es algo común en nuestro
país, al menos todavía.

En Argentina, cuando de hoteles encantados se
trata, éstos suelen, por lo general, estar abandonados.
Tal es el caso del Eden Hotel de La Falda y el Gran
Hotel Viena
de Miramar; ambos en la provincia de
Córdoba y de merecida fama gracias al hecho haber sido los
escenarios, en 2010, de una serie/documental (sic) norteamericana
(Ghost Hunters International). Pero en el caso del Bauen
Hotel es distinto.

Aunque deteriorado en muchos de sus pisos, a pesar de la
ingente tarea de la cooperativa que lo regentea, el hotel
está parcialmente en funcionamiento, lo cual le da un
cariz muy especial, brindándonos la oportunidad de recoger
testimonios orales de los empleados que a diario recorren y
trabajan en sus instalaciones. Ellos son los que conservan,
alimentan y difunden esas historias, de las que haré
referencia a continuación.

Todas ellas son transcripciones literales de las
grabaciones captadas durante la noche del 5 al 6 de abril de
2013.

LOS GUARDIANES DEL BAUEN

Armados con velas, faroles o linternas, según la
época, los serenos son los depositarios de una larga
tradición en la que la imaginación, cebada por la
noche, se transforma se una factoría de historias
inverosímiles, que sólo adquieren ese
carácter cuando el turno de trabajo termina al
amanecer.

La oscuridad, el silencio, la soledad y el miedo
contextúan a este oficio. No es de extrañar
entonces que sus desconfiadas miradas estén teñidas
de conspiraciones imposibles, de misterios que transforman en
realidad creencias populares y supersticiones que,
únicamente bajo la trémula luz de una linterna,
adquieren un status ontológico que sólo el sol
puede borrar.

Los serenos se mueven en un universo alternativo al
común de los mortales. En principio, desempeñan sus
tareas rompiendo con la herencia evolutiva que nos ha convertido
en animales diurnos, pretendiendo, con la rudimentaria
tecnología que les brinda una lamparita y un par de pilas,
combatir el desconcierto que a los humanos nos producen los
espacios oscuros.

Los serenos son los guardianes de la noche;
quienes, finalizado su horario de trabajo, devienen en
trovadores de la oscuridad. En difusores convencidos de
historias que trascienden la creación individual y pasan a
ser parte del acervo colectivo de una comunidad. Sin saberlo,
ellos solidifican temores y prejuicios, valores y consejos que,
enmascarados detrás de sus fantasmagóricas
experiencias, mantienen (o al menos intentan mantener) cierto
orden moral enmascarado. En el fondo, sus fábulas
nocturnas buscan dejar una enseñanza olvidada por la
propia sociedad que los contiene.

Traductores de temáticas ancestrales (tales como
la muerte, el olvido, la memoria, el amor y el dolor), los
serenos son personajes ideales a la vera de un fogón.
Oradores envidiados y sospechados; expertos autodidactas en
leyendas urbanas que empujan la línea fronteriza que
separa la realidad de la ficción, volviéndola
endeble, poco rigurosa y móvil.

Capaces de convivir con esos dos mundos sin
inconvenientes ni contradicciones, el serenazgo naturaliza lo
fantástico transformando el universo en algo maravilloso,
casi medieval, en donde todo resulta posible sin conflictos
racionales, y en donde lo material y lo inmaterial se dan la mano
conviviendo sin problemas.

Gremio de vigilantes (no en vano se los conoce
también como "vigilantes nocturnos"), los serenos
acechan a las sombras y éstas los acechan a ellos en
cementerios, grandes hoteles, hospitales, fábricas y
escuelas, ruinas arqueológicas, dependencias
públicas y edificios modernos de última
generación. Todos éstos convertidos en verdaderas
usinas de leyendas.

Proveniente del latín "serénum",
término que a su vez deriva de "serum"
(tarde, noche), la palabra sereno alude, según la
Real Academia Española, a los encargados de rondar por las
noches con el objeto de velar por la seguridad de vecinos y
propiedades. Es por lo tanto, etimológicamente, una
actividad ligada a las penumbras. A esas horas en que los
contornos se desdibujan y la percepción se vuelve
incierta, abriendo mil interpretaciones capaces de romper o
alterar la cosmovisión dominante.

Como oficio, el de sereno no requiere mucho más
que resistencia al sueño y el manejo, más o menos
ducho de un arma de fuego, usada como elemento de
intimidación, disuasión o defensa. No se necesita
un alto nivel educativo y es, por ende, un trabajo no demasiado
calificado. Ajeno a los paradigmas científicos que rigen
nuestros días, el serenazgo, en principio,
conllevaría la condición de extrema credulidad,
volviéndose susceptible a interpretar ciertos
"sucesos" de un modo un tanto heterodoxo. De este modo,
los serenos se acercan a la herejía, al error, a una
desviada lectura de la realidad según lo marca la
ortodoxia, tanto científica como religiosa. Pensemos en
las interminables historias de fantasmas que este gremio nos ha
legado, y sigue legándonos a diario.

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Vayamos, pues, a las correspondientes del Bauen Hotel de
Buenos Aires. [4]

"Hay pisos en los que se apagan las luces. Y en esos
pisos no había nadie. En el SALÓN EMBAJADOR se
apagan las luces una por una… tic-tic-tic-tic…
¡Todas! Primero se prendió todo. No le di pelota.
Después me quedé y… una a una se
apagaron".

"Tengo un compañero de nombre E…, un
hombre mayor… Ese tipo son las doce del mediodía y
anda con linterna encima. Él de noche (era un loco del
trabajo, no se podía quedar quieto), tipo 00:00 horas,
viernes (no había nadie acá) se fue a poner luces.
Estaba en el piso 8 poniendo luces en la parte del fondo, que da
al solarium en el 2° piso, donde hay una pasarela junto a la
pileta, y hay una reja que divide a los dos hoteles. Estaba
cambiando focos y de repente vio que una persona va por la
pasarela. Se quedó mirando para ver quién era y
avisar a seguridad. Dice que esa persona costeo las mesas y se
metió por las rejas… Desde ese día ese tipo,
no le miento, son las doce del mediodía y anda con la
linterna. No va solo. Tiene mucho miedo".

"En el piso 19 han visto una mujer gorda bailando,
descalza y con vestido. La vio un compañero que
renunció. Pero él vivía acá. Era muy
propenso porque vivía muy estresado".

"Los lugares donde ocurren cosas son: el piso 19, el
SALÓN SIMÓN BOLÍVAR, el patio que comunica a
los dos hoteles y el piso 8".

"Después hay historias mucho más
fuertes, pero son de compañeros que están
acá. Es creer o reventar. Yo a no todos les creo, pero yo
sé varías historias de acá, que me contaron.
Yo hace tres años que estoy en el hotel. Yo me he quedado
solo abajo, en el subsuelo (yo estoy en mantenimiento)… En
enero y febrero acá es un cementerio y jamás en mi
vida he escuchado nada. Jamás. Pero sí he escuchado
el relato de compañeros que son "fundadores". Hay gente a
la sí le creo porque son tipos serios. Tipos grandes que
lo que cuentan no son películas. Hay otros que sí,
se van por las ramas. Por ejemplo a ese, mi compañero, le
creo porque son las doce del mediodía y anda con linterna
en la mano".

"Nosotros (los de seguridad y mantenimiento) cuando
pasa algo tenemos que salir a recorrer todo. Tenemos que estar en
los salones y… a meterse, sin miedo y..
¡dale!"

"Mucho se detecta en los pisos del edificio con las
cámaras o detectores de movimiento. En el 3° piso, una
vuelta, grabamos una persona que no estaba".

"Una vez una pasajera bajó (encima era
yanqui). Bajó llorando, en camisón. Estaba en el
piso, en la habitación 609. No se le entendía nada.
Hablaba todo cruzado. Pensamos que se le había entrado un
murciélago, porque suelen entrar. Pero los
murciélagos sólo andan del piso 8 para arriba.
Más abajo no andan. Y acá hay un chico que habla
inglés y le explicó que ella llegó, se
acostó y de repente se empezó a mover la cama. Mal,
mal… Vino descalza, en camisón, diciendo "No, no,
no me quiero quedar. No me quiero quedar". Y la pasaron (estaba
sola en el piso) a la habitación 601. No habrá
dormido en toda la noche. Al otro día, a la mañana,
se levantó y se fue la señora".

"¡Y el tucumano que vino de la Plata!
Decía que se le apagaban las luces de la habitación
y se vino a dormir al hall".

"La panadería es muy fea también.
Ahí también… Está en el Simón
Bolívar, al fondo. Hay un pasillo. Sigue y hay una puerta
rota y una escalera que baja, ahí están las
cámaras. Es un lugar feísimo. Es otro subsuelo. Es
que acá murieron mucha gente. Tanto trabajadores como
pasajeros. Se han suicidado en el segundo piso. ¿Usted
sabe? Todos los años pierde agua en el mismo lugar. Se
arregló miles y miles de veces ese techo. En el 2°
piso. Donde gotea. Donde se tiró la mina. Una mujer era.
Ella pagó la habitación. Subió. El valet no
llegó a subir que ella fue, abrió la ventana y
¡pum! se tiró. Cayó en el techo. Y todos los
años se llueve".

"Otra muerte. En el teatro. Había un festival
de tango. Era karaoke. Subía gente a bailar. Un viejito,
muy de traje, subió. Cantó un tango, bajó,
se sentó y se murió. Así nomás. En el
teatro. La gente se fue y él se quedó ahí
muerto. El teatro está ahora cerrado con candado. Y un
día llamaron de ahí. Un día, a la
mañana, llamaron a recepción y como son
números internos en la recepción salta y dice
"teatro". Los empleados llamaron y llamaron y nadie contestaba. Y
a S… le dijeron: "Estoy encerrado acá en el
teatro,¿me podés venir a abrir?"Cuando fueron
vieron que el candado estaba ahí. Cortaron el candado y
cuando entraron no había nadie. Eso era como a las seis de
la mañana. Invierno y el teléfono no
funcionaba".

"Y hay algunos pisos que no están disponibles
y llaman de las habitaciones".

"En el piso 19, cuando estaba M…, en el
salón, cuando estaba en construcción, llamaban y
decían: "Mirá, acá, nos quedamos encerrados"
(era una señora). Subió y estaba solo el
teléfono, sin cable, sin nada. Pero el conmutador salta:
piso 19, SALÓN CONGRESO".

"En el SALÓN BOLÍVAR, muchas veces
cuando pasan por ahí, escuchan CHIST-CHIST-CHIST… o
silban dos veces. ¡Esa es fija en el SIMON
BOLÍVAR!"

"Si busca acá, va a encontrar. Que hay,
hay".

"Hay una chica acá (esto le cuento a usted,
pero es algo muy privado), me lo contó el padre que
trabaja acá. V…, él es fundador. Vive con la
hija acá. La hija tiene dos nenes. Viven acá en un
piso. Cuando su padre salió, quedó con su hija
cuando tenía el primer bebé. Estaba dándole
el pecho al bebé y la cama es un sommier (está a
"esto" del suelo) y dice que ve a una mujer salir de abajo de la
cama y se le para enfrente. Ella baja la cabeza y sale corriendo.
Cuando sale, abre los ojos y mira la puerta y se clavó, se
quedó dura: estaba la misma mujer, con una cara muy fea,
parada en la puerta. Y ahí empezó a gritar y estuvo
como un año en tratamiento, porque no quería
quedarse sola ni de día. Eso me contó. Dice que
quedó bastante trastornada la hija".

"Acá muchos no hablan por miedo, por
vergüenza. ¿Te acordás de Gaby, al que lo
ahorcaron en limpieza? A Gaby, que se fue, lo ahorcaron.
Tenía todo colorado. Quedó blanco. Pálido. Y
a otro muchacho que trabajaba en limpieza, también.
Ahí en limpieza es bastante feo. Ahí siempre se ven
entrar… En el taller también siempre ven entrar
gente. Nunca se les ve la cara, pero se ve que son personas. Por
lo general son personas muy bien vestidas. De traje. No son
personas vestidas así nomás. Son bien
vestidas".

"A un muchacho, C…, que trabaja
todavía acá, se quedó dormido ahí y
le tocaban la pierna y sentía un escalofrío
terrible".

"Mucha gente tiene miedo acá. Al que usted le
pregunte, que sea viejo en el hotel, le va a decir que el piso
19, el SALÓN CASCADA y el teatro son los peores lugares.
El 90 % del hotel le va a decir que EL CASCADA es el peor lugar,
tanto de día como de noche pasan cosas. Yo cuando
entré, me dijeron: al CASCADA, desde la tarde o a la
noche, no pises".

"En el lavadero tuvieron que sacar el turno noche
porque no los dejaban trabajar. Les pagaban las máquinas.
Les tiraban las sillas. Les tiraban piedras. Le golpeaban de
arriba de las calderas. El lavadero está en el piso 20.
Está la sala de máquinas y enfrente el lavadero.
Sacaron el turno noche porque no los dejaban trabajar. Eso era un
poco más agresivo".

"A la panadería, ni en pedo bajan (donde
están las cámaras)".

"Hay lugares bastante, bastante pesaditos
acá. ¡Y las historias que hay! Estas son algunas.
Hay chicos que no quieren hacer más las recorridas
nocturnas".

Cuando de historias de fantasmas se trata, no nos cabe
la menor duda, los serenos constituyen la punta de un ovillo que
nos conduce a un universo cultural riquísimo y nos habla
de aquellas cuestiones cruciales de la vida (y de la muerte) que
nos quitan el sueño.

PARTE 2

Cazando…
¿Fantasmas?

"Ser visto es la ambición de los
fantasmas.

Ser recordado, la de la muerte."

Anónimo

"Es fácil ser valiente desde
lejos."

Esopo

En la noche del 5 al 6 de abril de 2013
participé, como invitado, en una investigación de
características un tanto sui generis. En esa
ocasión, el Grupo Argentino para la Investigación
de la Actividad Paranormal (GAIAP) iba a realizar una tecnificada
exploración nocturna en el enorme complejo del Bauen
Hotel, en busca de fantasmas.

Aunque escéptico, la propuesta me
entusiasmó.

Desde hace años indago y escribo sobre el tema,
pero desde una perspectiva histórico-cultural, tratando de
entender y explicar (a partir de la denominada "historia de
mentalidades
") cómo, porqué, cuándo y
quiénes tienden a difundir esa creencia, qué
quieren significar, cómo evolucionó a lo largo del
tiempo y qué valores son los que se trasuntan con
ella.[5]

Pero esa noche iba a dejar todo ese bagaje
teórico a un costado para disfrutar de esa aventura tan
particular. Por tal motivo, encaré la experiencia con
cierto espíritu lúdico y consideré que
valía la pena sacrificar una noche de descanso, calzarme
el mote, al menos por unas horas, de "Cazafantasmas" y
al mismo tiempo de tener la oportunidad de conocer por dentro, y
pormenorizadamente, al Bauen Hotel. Además, vería
en funcionamiento todos los artilugios y gadgets que el GAIAP iba
a desplegar en la pesquisa (detectores de movimiento,
cámaras infrarrojas, detectores de campos
electromagnéticos, medidores láser de temperatura,
cámaras fotográficas de alta definición,
grabadores digitales, etc.).

Después de dos horas de preparación, y
siendo casi la medianoche, con un hotel en silencio y casi nada
concurrido, iniciamos el relevamiento del sitio.

Obviamente quedaron muchas partes sin cubrir.
Teníamos autorización sólo en determinados
sectores. El hotel es demasiado grande. Así todo, pudimos
recorrer todos sus "lugares de mala fama" en varias
oportunidades, separados en grupo; especialmente el salón
del segundo piso (hoy abandonado, a medio terminar y convertido
en un depósito de muebles viejos, carteles y demás
trastos), el salón Congreso del piso 19, el salón
Cascada, el salón Simón Bolívar, el patio y
su solarium, el sector de la piscina (hoy fuera de uso), la
boite, las calderas del subsuelo y algunos pasillos de los pisos
superiores.

La recorrida nos demandó toda la noche, hasta la
seis de la mañana; que fue cuando recogimos todo y nos
retiramos.

Debo confesar que hasta las cuatro de la madrugada el
tiempo se me pasó bastante rápido. Traspasada esa
hora, lentamente el sueño empezó a ganarme y no
faltaron momentos en los que me recliné sobre una mesa y
dormité un rato.

Fue una noche tranquila, sin demasiado altibajos, a no
ser el registro de una variación de temperatura de unos 4
grados centígrados, en el salón en obra del segundo
piso, captada en un punto fijo y fuera del alcance de cualquier
corriente de aire (al menos que hayamos detectado en ese
instante).

El otro episodio que nos inquietó ocurrió
en el llamado Salón Simón Bolívar cuando una
voz, claramente femenina y a través de una artilugio
llamado "Spirit Box" (un productor de ruido blanco),
moduló un clarísimo "Hola", y que yo
deduje podía llegar a ser una interferencia de radio. Ese
"saludo" es lo que en la jerga Ghost Hunting se
llama psicofonía o FVE (fenómeno de voz
electrónica, en ingles EVP); y que, aparentemente,
sería la "voz" de una entidad presente en el
lugar.

Debo confesar que me llamó mucho la
atención, pero el uso del "Spirit Box" me
desalentó bastante a considerar esa voz como algo
proveniente del más allá. La lógica me
indicaba que podía ser explicado sin recurrir a una
hipótesis tan extraordinaria. De todos modos, la
experiencia le dio emoción a una noche que, hasta ese
momento, venía por demás tranquila.

En lo personal, no sentí miedo en ningún
momento, a pesar de recorrer sectores en penumbras o directamente
a oscuras. No experimenté ninguna "sensación
extraña
". Tampoco angustia, ansiedad o alguna
energía inexplicable. Recorrí el hotel con
curiosidad, sin percibir intuitivamente la existencia de nada que
fuera considerado "paranormal".

Pero ahí no terminaba la cosa.

Lo que podríamos llamar "trabajo de
campo
" no inspiró ninguna sorpresa traumática.
En este sentido, mi escepticismo se mantuvo incólume. Pero
la práctica del Ghost Hunting tiene dos etapas en
su desarrollo. La primera (descripta más arriba) consiste
en la búsqueda de datos, filmando, grabando y
fotografiando todo. La segunda es la etapa del análisis de
todos los datos recogidos. Una tarea por demás tediosa en
la que se revisa pacientemente cada segundo captado en video,
cada foto o minuto de audio.

No participé es esa faena. Sólo me
limité a mandar por correo electrónico al GAIAP las
casi 300 fotos que había sacado con mi cámara
compacta y las ocho pequeñas grabaciones hechas con un
grabador digital marca Sony. Una vez remitido el material, me
quedé a la espera de lo que podría pasar. No
esperaba que hallaran nada extraño.

Setenta y dos horas mas tarde, recibí la
respuesta y tres archivos adjuntos. Una foto y dos grabaciones de
sonido.

LA FOTO

Fue tomada por mí con una cámara compacta,
no profesional (Lumix Panasonic Mega O.I.S. 7.2 mega pixels, 6x
optical zoom, inteligente ISO control), a las 2:26 horas del 6 de
abril de 2013, en el salón abandonado/en obra del segundo
piso del Bauen Hotel.

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Fig. 1

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Fig.2

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Fig. 3

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Fig.4

La figura 1 es la fotografía original. La
saqué estando con dos personas más en la mencionada
segunda planta del edificio. Es una toma de una serie de fotos
sacadas al azar, mientras mis compañeros realizaban una
medición de temperatura, a mi lado, en dirección
opuesta al ángulo de la foto que se reproduce.

En principio, no advertí nada "extraño"
cuando revisé el contenido completo de la carpeta.
Sólo tras el escaneo que realizaron los miembros del GAIAP
me percaté de la figura que aparece en el ángulo
superior izquierdo de la foto.

Al momento de sacarla (2:26 AM) no había nadie
más en el salón (al menos que nosotros hayamos
visto). No se corresponde a una cuarta persona del grupo.
Además, el sitio en donde la figura aparece, es
un rincón en el que se acumulan diferentes trastos y al
cual hubiera sido complicado llegar; máxime si se observa
que la "silueta" está, precisamente, por
detrás de ellos (Fig.5).

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Fig.5

Las siguientes imágenes (Fig. 2 y 3) son
ampliaciones de la foto original, y puede advertirse lo que
parece ser el contorno de una persona, con la mano derecha
llevada hacia el mentón y la izquierda extendida hacia
delante.

La Fig.4 es la misma foto, pero sometida a un
filtro Nikon que quitó todas las sombras, definiendo mejor
la escena. Así todo, la imagen del fondo se observa (o
parecería observarse) de manera más nítida y
clara, distinguiendo incluso lo que en principio
parecerían ser un par de ojos.

¿Es acaso eso un fantasma o una simple
pareidolia?

¿Se materializó en ese sitio una presencia
espectral del Más Allá o estamos viendo algo que
queremos ver, pero que en realidad no está?

¿Cómo podemos racionalmente explicar una
fotografía como esta, cuando ?de plano? descartamos
cualquier fraude? (recuerde el lector que yo mismo la
tomé, y lejos de mí está auto-embaucarme y
problematizar la visión escéptica del mundo que he
tenido casi toda la vida).

Tal vez hacia el final del trabajo encontremos una
respuesta acorde al sentido común, sin apelar a
hipótesis extraordinarias.

LAS GRABACIONES

Amén de la grabación captada con el
"Spirit Box" en el Salón Bolívar (que
mencioné en páginas anteriores), los miembros del
GAIAP encontraron otras dos, capturadas a micrófono
abierto con grabadoras digitales Sony y sin "ruido
blanco
" de ningún tipo.[6] Este
último detalle es importante porque me permitió
descartar (en principio) la posibilidad de haber grabado una
interferencia proveniente de alguna radio FM o AM (las cuales,
muchas funcionan en las inmediaciones del
hotel).[7]

La primera de ella fue capturada en el piso 19 del Bauen
por dos miembros fundadores del GAIAP. La segunda, grabada por
mí en el subsuelo donde funcionaba en la década de
los "80 una antigua boite (boliche bailable).

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Grabación del piso
19

El primer ejemplo (cuyo archivo de sonido se adjunta en
este trabajo) parecería ser una respuesta amigable a la
despedida en voz alta realizada por dos integrantes de GAIAP.
Hacia el final del registro se puede escuchar un
"Gracias", siendo éste interpretado por los
especialistas como un buen ejemplo de
"interacción".

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Grabación de la Boite
(subsuelo)

Este segundo registro de audio es una tanto más
inquietante, no sólo por la claridad de la voz captada,
sino por el mensaje que deja escucharse:

"Tengo..mucho…
odio
".

Confieso que cuando me lo hicieron oír me
llevé una gran sorpresa, y de inmediato nació la
pregunta: ¿Qué diablos es eso? ¿Qué
explicación darle a esa "voz" tan lúgubre?
¿Otra pareidolia auditiva?

En el siguiente apartado intentaré darle una
potencial respuesta a estas cuestiones.

Quisiera dejar en claro que las mismas corren bajo mi
exclusiva responsabilidad, no siendo, necesariamente, las del
grupo que me invitó a participar en el Ghost
Hunting
.

PARTE 3

Misterios

"La ciencia no puede responder el último
misterio

de la naturaleza. Y eso se debe a que, en
última

instancia, nosotros mismos somos una parte
del

misterio que estamos tratando de resolver".

Max Planck

"A veces creo que hay vida en otros
planetas, y a veces

creo que no. En cualquiera de los dos
casos la conclusión

es asombrosa".

Carl Sagan

Creer es más fácil que
pensar
.

Por eso sigo pensando que puede haber una
explicación lógica para las experiencias
retroactivas que experimenté en la recorrida del Bauen
Hotel. Y digo "experiencias retroactivas" porque no fui
testigo directo de esas supuestas "manifestaciones".
Llegaron a mí tras una lectura previa de los datos
recabados. Nunca vi el supuesto fantasma, ni
escuché "en vivo" esa declaración de odio
que se distingue en una de las grabaciones. Por otro lado, me
pregunto si en un juicio ésas serían pruebas
suficientes que certificaran la existencia de vida después
de la muerte y su interacción con ella. En primera
instancia, mi respuesta es un rotundo "no". Son
claramente insuficientes. Dejan muchas dudas pendientes. Y como a
respuestas extraordinarias hay que oponerles pruebas
extraordinarias, me parece conveniente tener en cuenta las
consideraciones que consigno a continuación.

La primera condición que deberíamos
adoptar frente a la evidencia (¿sic?) conseguida
es la de tener la cabeza bien fría; evitando las
pasiones desmedidas; tratando de llevar a cero los preconceptos
respecto de la existencia de fantasmas. Una cosa es partir con la
idea de que efectivamente los fantasmas merodean por el hotel, y
otra muy distinta la de encontrar indicios de esa remota
posibilidad o la de preguntarnos si es factible que algo
así pueda suceder (tal y como lo sindican muchos
empleados).

La primera postura (que no es la mía) suele
conducir a ver y detectar "señales" en cualquier
cosa y en todas partes. La segunda, a la que adscribo, nos
conduce a un planteamiento constante de dudas interpretativas; a
poner en tela de juicio a nuestra propia percepción y a
replantearnos muchas de las ideas que nos surgen al ver la foto y
oír las grabaciones de audio en cuestión. No
podemos partir de certezas, menos que menos en el campo de las
percepciones ya que, al internarnos en él, nos vemos
inmersos en un laberinto de errores y falsas lecturas, ilusiones
y fallas de interpretación que, si no las consideramos
seriamente, pueden conducirnos a una representación
mágica de la realidad. A un autoengaño. A ver lo
que deseamos ver y, por ende, a construir un universo paralelo y
alternativo que sólo está en nuestra propia
imaginación. Y convengamos que el contexto ayuda a que
ésta se dispare, alimentada por la
sugestión.

El hecho de recorrer un espacio supuestamente
encantado
, tal como lo sindica la tradición oral,
crea una condición inicial poco favorable a la hora de
intentar ser objetivos (o lo menos subjetivos posible). Si uno se
traslada a un lugar en donde te anticipan que hay fantasmas (y si
uno cree en ello desde el principio) es muy probable de que se
"vean" señales y signos que, en definitiva, nosotros
mismos armamos. Respuestas forzosas que hacemos encajar con un
libreto previo.

Los contextos engendran significado y las personas no
somos pasivos receptores ante los estímulos externos (sean
éstos visuales o auditivos). Por lo general siempre
aportamos nuestros propios elementos organizativos a la hora de
decodificarlos. En este sentido, estamos insertos en el campo de
Gestalt.[8]

Los estudios y experiencias de laboratorio
señalan que la mente tiende a reducir las
ambigüedades. Y en el caso de la fotografía del
segundo piso (Fig. 1, 2, 3, 4) puede que haya ocurrido eso
a la hora de interpretarla.

Tendemos a reducir las distorsiones. Buscamos siempre la
forma más simple, integrada, completa y estable.
Preferimos las formas cerradas, con buen contraste; y por ello,
cuando nada de eso ocurre por diferentes causas, solemos a
agregar elementos faltantes de una figura para percibirla con
mayor claridad. Llenamos los espacios incompletos o unimos
elementos que de por sí están separados. Incluso
los programas de edición de fotos hacen eso
automáticamente. Es lo que la Gestalt llama "Ley de
Cierre
".

Partes: 1, 2

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