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Historia criminal – El petiso orejudo, asesino serial




Enviado por Roberto Yrago



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

  1. Prólogo
  2. Ingresando al mundo del
    crimen
  3. Psicosis
  4. Los
    delitos de Godino
  5. Introducción sobre el
    criminal
  6. Los
    prejuicios
  7. Bibliografía citada y
    utilizada
  8. El
    Positivismo
  9. La
    ciencia médica y sus opiniones
  10. La
    influencia de los medios
  11. La
    cárcel de Ushuaia
  12. Fotografías de Cayetano Santos
    Godino
  13. Apéndice

Prólogo

No sabríamos determinar si nuestro interés
en este caso ha provenido de una curiosidad morbosa, aquella
misma que llevaba a la gente a visitar los manicomios para
observar la fauna depositada en ellos o es el impulso inicial
originado en la sumatoria de aforismos, que nos han influido
subconscientemente sobre este tema, siendo el primero: ¨Nada
de lo humano me es ajeno¨ y de Sófocles ¨Cosas
terribles muchas hay, pero nada es más terrible que el
hombre¨.

"Aunque sea difícil de reconocer, nadie se acerca
a algo que le es totalmente ajeno", explica Luis Disanto,
psicólogo especializado en investigación
científica del delito. "Entre las peores fantasías
de un perverso y las nuestras no hay diferencia, pero sí
la hay en la posibilidad de concretarlas. Estos casos permiten
horrorizarse desde un lugar seguro, producen fascinación y
también algo hipnótico",
continúa.

En definitiva, el neurótico fantasea sobre el
acto y el perverso lo actúa.

Nunca han producido tanto asombro las proezas realizadas
por el hombre en el siglo XX y XXI como tampoco tanto espanto por
los abismos de degradación en que se ha sumido.

Lo monstruoso, inhumano, extraño, provoca la
curiosidad, la necesidad de profundizar, exterminar el gusano
corrosivo de la duda, porque si de algo tenemos certeza es de
nuestra duda, a pesar de los dichos del conocido coronel Rico del
ejército argentino que supo decir que ¨la duda es la
jactancia de los intelectuales¨. Podríanos presumir
que el autor de la cita, pretende aducir que como militar no duda
en cumplir las órdenes de sus superiores. Es la misma
defensa que pretendió hacer valer el experto en
logística Adolf Eichmann en su juicio en Israel, por los
crímenes de genocidio en los campos de exterminio nazis.
Pero esto es otra cuestión.

El ensayo que pretendemos escribir a continuación
trata sobre un criminal serial argentino de principios del siglo
XX, que nos provoca una confusa sensación de asco y
piedad, y la dificultad intrínseca de intentar entender lo
cuasi inentendible.

Es el reconocimiento de los profundos abismos del alma
humana, confirmar que el ¨hombre es el lobo del hombre¨;
como dijo Hobbes y que no sabemos en qué Dios pensar si el
hombre está hecho a su imagen y semejanza; de la constante
hipocresía del ser humano y la sociedad en que está
inmerso; de la detención de la evolución de la
especie para algunos individuos, que supuestamente deberán
ser exterminados conforme el pensamiento defensista vigente en la
época.

Una especie de eutanasia que sirve para acallar las
conciencias.

Estos asesinos seriales pueden ser considerados demonios
de la sociedad y responden a un patrón de violencia acorde
a la vida contemporánea, admitiendo de este modo que la
violencia ha formado siempre parte intrínseca de
ella.

Siempre culpando a otros por sus crímenes, los
asesinos seriales claman que el actual clima de violencia los
obliga a cometer tan horrendas acciones. Días antes de ser
ejecutado, Ted Bundy se dijo influenciado por la
pornografía de la llamada "hardcore." Se acepta que en el
negocio del entretenimiento de nuestros días, el sexo y la
violencia van de la mano pero, ¿será posible que
gente como Bundy tenga la razón?

Que la cultura es un componente primordial en parte de
la psicología del asesino es seguro. Sin embargo hay mucha
diferencia entre eso y el hecho de generar por si misma, asesinos
seriales. No hay pruebas fehacientes, pero la sociedad debe
desencadenar parte del móvil en las fantasías
psicópatas del asesino. En algunos casos la cultura puede
legitimar los actos del criminal (desde su propio punto de
vista).

Peter Kürten,¨el vampiro de Dusseldorf¨
peligroso asesino, estaba fascinado con la historia y leyenda de
Jack el Destripador. Pero en tanto, culturalmente hablando, la
República de Weimar tenía una profunda
identificación con las fechorías del asesino de
White Chappel.

De acuerdo a Elliot Leyton, los asesinos seriales son
gente alienada, desinteresada por completo de la vida aburrida y
frustrante, entorno en el cual se sienten prisioneros. Criados en
el seno de una civilización que legitima la violencia como
medio para combatir la frustración, que provee de
violencia y pornografía así como de los
instructivos necesarios para generar más de la misma; todo
esto les motiva a tomar el papel de vengadores y piratas de la
modernidad.

Sin duda es la sociedad moderna, donde parece florecer
tanto víctimas como asesinos para alimentar el drama del
asesinato serial. La pérdida de interacción social
entre los individuos devalúa a la persona, provocando que
cada vez más psicópatas reconozcan símbolos
y objeto entre la multitud que habita en las ciudades. Todos
aquellos pordioseros, drogadictos y prostitutas forman el
conjunto de "olvidados" del cual el asesino escoge a sus
víctimas.

Es incluso el anonimato mismo, una causal para
convertirse en asesino. Puesto que de ese modo el
psicópata busca salir de la mediocridad para alcanzar el
estrellato. Aún cometiendo los más sórdidos
crímenes, durante el proceso se convierte en "alguien."
Tal fue el caso de David Berkowitz que no tenía
absolutamente nada, ni amigos, ni familiares, menos aún
algún amor. En la época durante la cual
cometió sus asesinatos, laboraba para el servicio postal y
ahí disfrutaba al máximo cada vez que escuchaba a
sus compañeros de trabajo hablar del asesino apodado "El
hijo de Sam", sin que ellos sospecharan que se trataba de su
propio compañero de trabajo.

Se sabe que se detiene al asesino serial cuando es
capturado o cuando muere, pero hay sospechas al respecto, dado
que se tiene registro de muy pocos criminales seriales mayores de
50 años y que hayan sido capturados, digamos en
flagrancia. Pocos asesinos tratan de parar provocando ellos
mismos su detención: entre estos Ed Kemper, que se
plantó en una caseta telefónica, esperando a la
policía; o William Heirens cuya frase "Por el amor de
Dios, deténganme antes de que continúe matando mas
gente!…" es famosa. El mensaje fue hallado bizarramente escrito
en la pared con lápiz labial rojo en letra cursiva,
mientras que en el suelo yacía la víctima con un
balazo y apuñalada por el cuello.

Si hay algún asesino serial que paró de
matar porque se aburrió o quedó al fin satisfecho,
no lo sabremos nunca en tanto no esté capturado., como fue
el caso del asesino del Zodíaco.

No se conoce de ningún asesino serial reformado;
afortunadamente la sociedad no esta dispuesta a correr el riesgo
de soltar uno, para observar que ocurre. Irónicamente, los
más autorizados para opinar respecto a la
regeneración social del asesino serial, son justamente
ellos. Y entre todos destaca la palabra de Carl Panzram: "No
tengo ningún deseo de reformarme. Mi único deseo es
reformar a la gente que quiere reformarme. Y creo que la
única manera de conseguirlo es matándola. Mi lema
es róbales, viólales y mátales." Panzram fue
sentenciado a muerte en menos de un minuto.

Todos recordamos los valles de Vietnam calcinados por
las bombas de napaln, o las praderas sembradas de
cadáveres asfixiados con bolsas de polietileno por los
escuadrones del Kmer Rojo. Suenan aún en los oídos
los tañidos de las campanas de la paz en las ciudades de
Hiroshima y Nagasaki, arrasadas por la primera experiencia de la
guerra atómica.

Pero, asimismo la sociedad descansa por las noches a
pesar de los millones de niños muertos por el hambre, el
tifus, la malaria en Somalia, Mozambique, Nigeria y otros
países del Africa subsahariana.

No podemos percibir que fibra sensible mueve a los seres
humanos recordando la lucha fratricida de Bosnia, donde los
vencedores circunstanciales violaban, mutilaban y asesinaban a
sus compatriotas de etnias enfrentadas desde sus
ancestros.

La comunidad judía recuerda el Holocausto y
así debe ser. Seis millones de judíos muertos en
las carnicerías del Tercer Reich, más otros seis
millones de gitanos, homosexuales, discapacitados, disidentes
políticos, eslavos, fueron aniquilados en los campos de
exterminio. Total de muertos en la II Guerra Mundial:
aproximadamente 60 millones que perdieron sus vidas en ese
enfrentamiento mostrando la enormidad del desatino de la raza
humana.

¿Por dónde se puede seguir en esta larga
retahíla de la sinrazón de la raza
humana?

Quizás recordando el régimen de esclavitud
de las mujeres de Afganistán bajo el dominio de los
talibanes, o por el régimen de esclavitud sexual de los
adolescentes tailandeses de ambos sexos, víctimas del
turismo sexual, tanto de oriente como de occidente, porque las
desviaciones no tienen fronteras.

Presumimos que la sociedad no es alcanzada con igual
impacto por los crímenes sexuales o de asesinos seriales
que por estos acontecimientos.

Se nos ocurre que la magnitud de esos genocidios, el
tamaño de esos crímenes es tan brutal que no se
puede dimensionar dentro de la conciencia.

Quizás, los medios de comunicación masivos
hagan mayor hincapié en la noticia truculenta de los
crímenes domésticos.

El tabú del sexo sigue vigente en una sociedad
supuestamente desprejuiciada, y la perversión sexual es
motivo de interés para minorías extraviadas, y a su
vez, motivo de legítimo escándalo y sorpresa para
la sociedad en general.

La serie televisiva ¨La ley y el Orden. Unidad de
Víctimas Especiales¨ comienza con el siguiente slogan:
¨Los delitos de orden sexual se consideran especialmente
atroces. Los policías que investigan estos delitos
aberrantes forman una unidad de víctimas especiales¨
De alguna manera, no hace más que confirmar el
párrafo precedente.

El tráfico de videos y fotos por Internet de
pornografía infantil es diario, llegándose al
extremo de traficarse videos (snuff) con asesinatos de
niños, sacados de orfanatos rusos, como anunció una
noticia periodística a raíz de una
investigación iniciada en Italia, ya hace algunos
años.

En el Occidente rico se pagaba en dólares por
placeres perversos obtenidos de las miserias de la Rusia pobre de
la transición, luego de la caída del Muro de
Berlín.

La oferta también se alimenta de escenas filmadas
en medio de la guerrilla, escuadrones de la muerte, venganzas. La
pobreza y el vacío político de los países
desmembrados, o en conflictos étnicos que llevan
décadas son una mina de recursos para obtener vistas de
perversidad y muerte.

El Procurador italiano Ormanni se puso al frente de la
lucha contra los intereses manejados por el hampa rusa e
italiana, pero descontando su fracaso anunció o
reconoció no contar con las condiciones adecuadas para
combatirla integralmente.

La pregunta esencial es ¿cómo debe
tratarse a estos perversos, que encuentran su placer con estos
recursos brutales, perversos, extremos?

Obviamente, todos coincidiríamos en virtud de la
teoría defensista de la sociedad que deben ser retirados
de circulación, no pueden formar parte de ella y deben ser
apartados.

Pero ese es el comienzo de la segunda cuestión y
merece quizás tres respuestas, sin desmedro de mayores
propuestas: hay que ejecutarlos, utilizar la pena de muerte como
reparación; encerrarlos en presidios con condenas de
reclusión por tiempo indeterminados o internarlos en
nosocomios especializados en locos criminales para su
tratamiento.

Godino fue un criminal perverso, pero también era
un enfermo mental, y como tal fue descripto por los informes
médico-legales.

La síntesis de los delitos de Godino que figuran
en el expediente judicial son tres homicidios, nueve intentos de
homicidio, cinco actos piromaníacos y tres actos de
crueldad contra personas, niños y animales, sin desmedro
de otro homicidio no probado.

Fue superado ampliamente por otros criminales locales
como Robledo Puch o Mateo Banks, pero el caso del petiso orejudo
fue meneado en todos los medios periodísticos de la
época con tal énfasis, que logró convertirse
en leyenda perdurable hasta la actualidad a pesar del paso de los
años.

Godino pertenecía a la clase despreciada de los
inmigrantes analfabetos y desposeídos que arribaron a
poblar Argentina, junto con algunos expertos en oficios de la
mayor diversidad y anarquistas, que en un país, en ese
entonces, de aristócratas ganaderos y terratenientes,
desplegaron su lucha por conquistas sociales ajenas al contexto
cultural de la época.

Los inmigrantes fueron el equivalente de los
¨cabecitas negras¨ de Perón, los
¨grasitas¨de Eva Perón, los ¨zurdos¨ para
la Triple A, los judíos para Tacuara, todos casos que
dieron lugar a escaladas de violencia, que en determinadas
épocas sufrió la Argentina.

En ese trágico carnaval del mundo, Godino, ese
ser despojado, primitivo y brutal no fue más que un
infinitésimo. La realidad es que la razón de Estado
ha matado a muchos hombres valiosos, merecedores de mayor suerte
y estima por la sociedad; entonces ¿para que condolerse
por un asesino de niños como Godino?

Parece ser que la respuesta de la sociedad haya sido
esa: ignorar la suerte de ese monstruo al cual supuestamente no
le cabía ninguna justicia más que la
muerte.

Las instituciones no se han animado a la eutanasia, que
sería sin lugar a dudas un acallador de conciencia,
comparado con la ejecución, que es más
espectacular.

Los jueces que juzgaron a Godino no se atrevieron al
fusilamiento ni a la internación en un hospital para
pacientes psiquiátricos, sustituto del presidio. Su
condena fue el encarcelamiento en la prisión de Ushuaia en
Tierra del Fuego, con prisión perpetua con la accesoria de
reclusión por tiempo indeterminado, respondiendo a su
propia ideología y al pedido de la sociedad en que estaban
inmersos.

¿Cuál es el objetivo de este trabajo?
Desde ya que no existe ninguna pretensión de proclamar la
inocencia de Godino; existen pruebas indudables de su
culpabilidad, partiendo de su propia confesión.

A pesar de que nos remitamos en algún momento a
otros criminales más sádicos, virulentos y
prolíficos, no con ello pretendemos restar
significación a sus homicidios, que fueron pocos debido a
su falta de éxito en otros varios intentos, pero que en
definitiva, por su crueldad y falta de compasión hacia las
víctimas, nos conmueven.

Lo que intentamos transmitir es que, según surge
de los informes médicos periciales realizados por forenses
especializados, Godino era demente amén de
imbécil.

Reiteramos, lo que hubiese correspondido es su
internación nosocomial. En cambio, remitiéndonos a
los fútiles y absurdos argumentos de la acusación:
No habiendo tales establecimientos ¿cuál es el
problema de enviarlo a una prisión? Y esa prisión
era la más cruel y temida del sistema penitenciario:
Ushuaia.

Otro motivo que intentamos desenmascarar es que dicha
condena estaba guiada por los prejuicios y xenofobia de la
época hacia los inmigrantes y sus hijos, que habían
arribado a Argentina ¨sólo para hacer dinero¨; en
suma era el aluvión inmigratorio luego dfevenido en
zoológico , término acuñado en épocas
posteriores, pero que se ajusta a aquella realidad.

Esa sociedad aristocratizante, de siervos y
señores; enfrentados los que pertenecían contra los
despreciados, en suma esa clase gobernante apoyada en la
élite aristocrática del momento, que fue catalogada
con el correr de los años como la oligarquía
maléfica, fue parte del proceso contra Godino debido a su
notoria influencia.

Ingresando al
mundo del crimen

Definiciones

El homicidio se diferencia del asesinato por su carencia
de alevosía, ensañamiento premeditación o
ventaja, y en general por no matar con motivos abyectos o
fútiles, como la promesa de recompensa, o el ánimo
de obtener lucro.

Un homicidio puede ser justificable legalmente si se
produjo por alguna de las causas de ausencia de responsabilidad
penal, entre las que se encuentran la legítima defensa, la
prevención de un delito más grave (estado de
necesidad) o de un deber legal (verdugos), sin perjuicio de otras
motivaciones.

Se define como Sujeto Activo a aquel que ejecuta la
conducta de acción o de omisión, para producir el
resultado muerte, es decir, el homicida. Y como Sujeto Pasivo: al
individuo devenido en víctima del homicidio.

El homicidio tiene cinco clasificaciones generales
atendiendo el elemento subjetivo del sujeto activo:

Homicidio doloso: cuando exista la intención
positiva de inferir la muerte a la víctima. Es decir que
el sujeto activo tiene la capacidad de querer y entender las
consecuencias de su conducta y producir el resultado
muerte.

Homicidio involuntario, también llamado homicidio
culposo o negligente: cuando se conoce el posible resultado
muerte y sin embargo se cree poder evitarlo, pero falla y
ésta se produce. También se presenta cuando
definitivamente se ignora dicho resultado, pero de igual forma se
mata.

La punibilidad en este caso surge amparada por el deber
que toda persona tiene de abstenerse de causar daño a
otra, y las acciones carentes de intención y omisiones que
conlleven a la muerte, serán susceptibles de juzgarse
conforme a las leyes penales.

Homicidio preterintencional: hace mención al
desbordamiento de las intenciones del causante, en las que
primitivamente se quiso dañar, pero que desafortunadamente
resultó matándola. Por ejemplo si se desea
simplemente golpear a alguien para causarle unas magulladuras, y
se termina matándolo. Se ha afirmado que el homicidio
preterintencional es un punto medio entre el dolo y la culpa,
dolo frente a la acción y culpa frente al
resultado.

Homicidio simple: es cuando se comete a falta de las
cuatro agravantes, que son premeditación, alevosía,
ventaja y traición; esto lo hace que el homicidio sea
culposo ya que el sujeto activo lo comete con falta de voluntad y
sin prudencia.

Homicidio calificado, conocido normalmente como
asesinato, es aquel que se comete con agravantes, tales
como

Premeditación: se da esta circunstancia cuando el
sujeto activo ha reflexionado (pre-meditado) con anterioridad al
crimen.

Alevosía: consiste en el empleo de medios, modos
o formas en la ejecución que tiendan directa y
especialmente a asegurarla, sin riesgo para el agresor que
proceda de la defensa, que pudiera hacer la víctima o con
la búsqueda consciente de que el delito quede
impune.

Son casos de alevosía aquellos en los que se
aprovecha la particular situación de desvalimiento e
indefensión del agredido, cuando la ejecución es
súbita e inesperada, por sorpresa, o cuando se hace
mediante acechanza, apostamiento, trampa, emboscada o celada.
También lo son la nocturnidad o el disfraz, que impide el
reconocimiento del autor del crimen.

Ensañamiento: aumentando deliberada y de forma inhumana
el dolor del ofendido. El ensañamiento se aprecia tanto
por la intención, como por el objetivo resultado de
incrementar el dolor del agredido, y por ello excluye actos
realizados sobre el cadáver con posterioridad a la muerte
de la víctima (que podría constituir otro delito
diferente, como es la profanación de cadáver).

Ventaja: es cuando el sujeto activo utiliza conocimientos
sobre cierto tipo de armas, concurre con una o más
personas para que lo ayuden a matar a la victima, o usa la fuerza
física sabiendo que es mayor a la del sujeto pasivo.

Traición: usa esta última para valerse de la
buena fe, la confianza, o la buena voluntad y aprovecharse de
ellas para cometer el homicidio.

Es obvio que el caso de Cayetano Godino se ajusta
perfectamente en esta última definición de
asesinato u homicidio calificado agravado.

Los homicidios se califican como agravados a) En razón
del vínculo entre el autor y la víctima: p.ej: el
parricidio ; b) En razón del modo elegido por el autor
para cometerlo, como la alevosía, el ensañamiento,
etc ; c) en razón de la causa siendo ejemplo de ella el
pago o promesa remuneratoria o el homicidio críminis
causa
, que corresponde cuando se comete como consecuencia de
otro delito. (P. ej. asesina a la víctima con motivo de un
robo porque ésta lo conoce o puede reconocerlo); d)
cometido con un medio idóneo para crear un peligro
común: (incendio, inundación, descarrilamiento,
etc. y e) en razón de la cantidad de personas.

El precio, recompensa o promesa implica un carácter
ineludiblemente económico. No es necesario que la
contraprestación económica sea previa a la
comisión del hecho delictivo, ni que se verifique
objetivamente (caben casos de fraude). Lo importante es que el
sujeto activo cometa el hecho movido por esta intencionalidad
económica
.

En cambio, se puede calificar como atenuado en los casos de:
a) Homicidio cometido bajo emoción violenta u homicidio
emocional y homicidio preterintencional, que hemos definido
más arriba.

El homicidio se considera una conducta, y podemos clasificarla
como Conducta de Acción cuando el sujeto activo realiza
los movimientos corpóreos necesarios para producir el
resultado de la muerte del sujeto pasivo, y Conducta de
Omisión u Omisión Impropia en el que el sujeto
activo deja de hacer lo que de él se esperaba como tutor
de una vida y debido a ello se produce como resultado la muerte.
Por ejemplo, una madre que deja de alimentar a su hijo y con el
resultado de la muerte de éste sería un caso de
homicidio por omisión, puesto que la madre es responsable
de mantener con vida a un individuo que no puede hacerlo por
sí mismo.

El asesinato (también denominado homicidio calificado)
es un delito contra la vida humana, que consiste en matar a una
persona concurriendo las circunstancias que hemos reseñado
aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido.

Mientras que el homicidio es el delito que alguien comete por
acabar con la vida de una persona, el asesinato requiere de un
mayor número de requisitos.

Si bien el tema se ha discutido mucho, el asesinato no se
trata de un simple homicidio agravado, sino de un delito distinto
(de acuerdo con la mayoría de la doctrina y la
jurisprudencia), en el que las circunstancias señaladas
son elementos constitutivos del mismo. En el asesinato existe una
mayor intensidad del propósito criminal que en el
homicidio, por los medios perjudiciales utilizados de un modo
especial o por la inconfundible malicia y peligrosidad que se
revela.

También se entiende que se trata de asesinato cuando el
homicidio se realiza por medio de inundación, incendio,
explosivo o veneno, entendiendo por este último cualquier
sustancia que introducida en el cuerpo humano por
ingestión, inyección o inhalación que pueda
producir la muerte. La comisión de un asesinato mediante
inundación o incendio supone que éste es el medio
utilizado, no que se comete por ese motivo.

En definitiva, esas discrepancias semánticas,
doctrinarias o jurisprudenciales no inhiben el hecho de que los
asesinatos u homicidios calificados, agravados por las
definiciones que hemos visto encajan perfectamente en el perfil
criminal de Godino.

Asesinos Seriales:

Según el FBI, los asesinos en serie o también
asesinos seriales son personas que matan por lo menos en tres
ocasiones con un intervalo entre cada asesinato. Los
crímenes cometidos son resultado de una compulsión,
que puede tener sus orígenes en la juventud o en
desajustes psicopatológicos del asesino, contrariamente a
aquellos que están motivados por ganancias monetarias (por
ejemplo, asesinos a sueldo) o los que tienen motivaciones
ideológicas o políticas (por ejemplo, terroristas,
genocidas).

El término asesino serial (serial
killer
), fue acuñado por Robert Ressler y,
entró al lenguaje popular en gran parte debido a la
publicidad que se le dio a los crímenes de Ted Bundy y
David Berkowitz ("El hijo de Sam").

El término permite a los criminalistas distinguir
a aquellos delincuentes, que matan a varias personas en un largo
período de tiempo, de aquellos que asesinan mucha gente en
un solo evento (asesinos masivos). Un tercer tipo de asesino
múltiple es el spree killer Un spree
killer
, también conocido como "asesino
relámpago", es alguien que se dedica a cometer
múltiples asesinatos en un corto período
y en distintos lugares.

El Departamento de Justicia de los EE.UU. define un
"spree killing" como "asesinatos en dos o más
lugares sin un gran intervalo de tiempo entre ellos".
Un asesino en serie se diferencia en que éste
sí deja pasar un período de descanso en
inactividad, mientras que un asesino masivo normalmente
actúa solo en un mismo lugar.[1]

Robert Ressler, coronel retirado, es criminólogo
y perfilador (hace perfiles de personalidad criminal)
psicológico del FBI donde trabajó más de
veinte años y fue el creador del término "asesino
en serie"

Se convirtió en el primer perfilador o
especialista mundial en la identificación y captura de
criminales violentos, gracias a su habilidad para trazar su
perfil psicológico.

Es interesante mencionar que él cree que el 90%
de los asesinos en serie actúan impulsados por un
móvil sexual y el 10% restante actúa por otro tipo
de motivos. Los requisitos para definirlos son los
siguientes:

  • Un mínimo de 3 a 5 víctimas, con un
    periodo de tiempo entre un crimen y el siguiente

  • El asesino no tiene relación con las
    víctimas. Aparentemente el crimen ocurre al azar o sin
    conexión con los otros

  • Los asesinatos reflejan el sadismo del criminal, y
    su necesidad de tomar el control de la
    víctima

  • Raramente el asesino obtiene una ganancia material,
    el motivo siempre es de orden psicológico

  • Las víctimas tienen un valor
    "simbólico" para el asesino, esto se entiende tras ver
    que hay un método específico para
    matar

  • El asesino casi siempre escoge víctimas
    vulnerables, tales como prostitutas, niños,
    etc.

  • A menudo existe — pero no siempre — un
    elemento sexual en este tipo de asesinos.

Como ya he mencionado, las víctimas aparte de ser
personas vulnerables o en situación de desventaja resultan
tener un cierto valor "simbólico." Ted Bundy mataba a las
estudiantes de cabello castaño lacio, ¿era acaso
una especie de venganza, tras ser rechazado por su novia? Con
raras excepciones, pero un asesino serial humilla y convierte en
objetos a sus víctimas; Bundy rara vez alargaba los
diálogos con la víctima, pues esto destruía
parte de la "fantasía." El asesino es sádico en
extremo, tortura a sus víctimas hasta la muerte e incluso
es capaz de resucitarlas para continuar con el tormento.
Necesitan dominar, controlar y sentir que el otro les pertenece,
en el amplio sentido de la palabra. Muerta la víctima,
regresan a su enorme soledad, a la furia y el odio contra si
mismos. Este ciclo infernal termina con su muerte o cuando son
capturados.

Dentro de este análisis sobre el asesinato serial
cabe preguntarse si el crimen es resultado de una
búsqueda, por parte del asesino, del poder y la
dominación o una cuestión puramente sexual.
Según Steven Egger el asalto sexual es el instrumento por
el cual se alcanza el poder y la dominación final de la
víctima. Otros por el contrario, opinan que la causa
raíz es la desviación sexual y el
poder/dominación es la herramienta para alcanzar la
satisfacción.

Lo más factible es que ambas posturas sean
correctas y que cada caso pueda explicarse mediante una u otra.
Lo que no esta a discusión es que la mayoría de los
criminales seriales tienen una profunda fijación por las
figuras de autoridad, a quienes tratan de emular, como si por
hacerlo también disfrutaran del poder y autoridad para
matar y castigar.

El asesino sexual no concibe el sexo como un asunto de
pareja, algo de mutuo consentimiento. En él, sus
fantasías sexuales son una mezcla entre poder,
dominación y otras fuerzas abstractas;
confundiéndose unas con otras resultando en algo
completamente trastornado.

De acuerdo con Ressler, Burguess y Douglas autores del
libro: Sexual Homicide: Patterns and Motives, el número de
asesinatos cometidos sin motivo aparente ha crecido enormemente.
Dichos autores han establecido una clasificación para
diferenciar estos crímenes:

  • Unos son los violadores que matan a su
    víctima para evitar ser delatados y posteriormente
    capturados.

  • Otros son los asesinos impulsados por un sadismo
    más profundo, el cual implica asesinar a la
    víctima sin mayores consideraciones.

Los primeros no encuentran satisfacción sexual
asesinando a sus víctimas, mientras que los segundos es lo
que justamente buscan: encontrar una emoción
suficientemente fuerte que consiga excitarlos y les brinde la
mayor satisfacción posible.

La mutilación de la víctima desencadena
las bizarras fantasías del psicópata. Es mutilar a
la víctima más allá de lo necesario para
matarla. Continúan aún cuando ya ocurrió el
fallecimiento de la infortunada persona.

Algunos asesinos seriales tienen un claro desvío
contra las mujeres a quienes tratan de eliminar en cuanto les es
posible.

El actual debate consiste en determinar si los asesinos
seriales tienen inseguridad por su masculinidad, en ver si los
más sádicos y crueles requieren de destruir el lado
femenino que acecha dentro de sus personalidades. Joel Norris nos
dice que si un asesino es especialmente rudo en el trato del
cadáver de una mujer, la policía debe buscar en su
aspecto trazos finos o afeminados tales como un cutis bello,
nariz respingada, cabello sedoso, etc.

El especialista Richard Tithecott opina que la mente
psicópata del asesino lucha furiosamente contra su propio
lado femenino. Algo contradictorio es el resultado de todo esto,
dado que los ataques son considerados expresiones de la
agresividad y ésta se cree como de una masculinidad
exacerbada.

Se ha determinado en muchos casos una morbosidad
subyacente antes de comenzar a matar; muchos asesinos seriales
mostraron profunda admiración por la muerte.

El canibalismo sobre sus víctimas proviene de la
incapacidad del psicópata en experimentar lazos afectivos
por otra persona; el incorporar a otro aún
comiéndoselo, constituye la sustitución
perfecta.

La policía y los investigadores han tratado de
entrar en la mente del asesino para encontrar el detonante de la
agresión. Así se han derivado una serie de causales
para esta conducta. Entre ellas las siguientes:

  • Abuso infantil

  • Causas genéticas

  • Desequilibrio químico mental

  • Daño cerebral

  • Padecimiento de injusticia social

  • Exposición a eventos
    traumáticos

Lo dramático es saber que gran parte de la
población reúne una o varias de estas
características, pero no se vuelven asesinos seriales.
Tras mucho estudiar se tiene una conclusión parcial y esta
consiste en aceptar que un asesino carece de una especie de
"chapa de seguridad" moral que le impide detener sus impulsos
violentos. Jeffrey Dahmer declaró que sentía como
si hubiera nacido incompleto, que algo le faltaba a su mente.
Otro famoso asesino Dennis Nilsen, nunca comprendió la
magnitud de lo que hacía. No entendía que hizo mal
al asesinar tantos hombres.

Al analizar los casos que se conocen sobre asesinos
seriales se encuentran rasgos repetidos. Hay antecedentes
personales y familiares que se reiteran: abuso psíquico,
físico o sexual; historias de vida en la adolescencia
problemáticas; familias disfuncionales y violencia
familiar.

Sus padres eran Fiore Godino y Lucía Rufo,
campesinos sardos, analfabetos, que se fueron de Italia a
Argentina para hacer la América, pero también
huyendo de una tragedia familiar: el primogénito,
también llamado Cayetano había muerto a los diez
meses de edad por una afección cardíaca. En
Argentina nacieron nueve hijos más, siendo el
último Cayetano Santos Godino el 1º de noviembre de
1896 en el conventillo de Dean Funes 1158 de la ciudad de Buenos
Aires.

Godino, tenía problemas mentales según
consta en los informes médicos periciales y
constitucionalmente frágil, ya que a los pocos años
enfermó de enteritis y creció raquítico con
una estatura que alcanzó 1,51 centímetros, la
cabeza pequeña (microsomía), la extensión de
sus brazos que extendidos alcanzaban 1,85 metros, sus orejas
enromes y aladas y la desmesura de su órgano sexual, que
hacían conjeturar como un degenerado hereditario fruto de
un padre alcohólico, presuntamente sifilítico y
golpeador – Cayetano tenía 27 cicatrices en su
cabeza producto de las feroces palizas de su padre y su hermano
Antonio-; una madre abandónica; él mismo abusando
de la bebida a pesar de su corta edad, un hermano
epiléptico, con un entorno de violencia de género,
en un contexto de pobreza (padre farolero, madre lavandera)
viviendo en un conventillo, donde presumimos hacinamiento e
incomodidades de todo tipo, se ajusta a antecedentes personales y
familiares disfuncionales. El profesor Nelson Ernesto, perito,
dijo en su informe: ¨Se está ante un caso de
degeneración por el abandono social del que ha sido
víctima¨.

Pero también esos mismos antecedentes se
presentan en otros que no llegan al crimen. Sigue habiendo un
desencadenante que es enigmático.

La estructura psíquica está repartida en
dos campos psicopatológicos: la psicopatía y la
psicosis. Pero alguien que tenga ese diagnóstico no
necesariamente termina matando. Más allá de la
historia personal hay un efecto subjetivo personal de gran peso.
En muchos casos el primer homicidio es azaroso, pero ahí
encuentran algo que les permite ser distintos y eso les produce
una satisfacción muy grande. En los casos que tienen que
ver con la psicosis, funciona como un estabilizador previo al
estallido de la locura. Habría que preguntarse cuál
es el lugar del crimen para ese sujeto. Siempre hay un momento de
quiebre personal y lazo social cuando una persona empieza a
matar. Surge la posibilidad de ser un asesino como una forma de
darse un lugar, diferente de esa persona gris. El crimen puede
funcionar como un estabilizador de la personalidad en el caso de
los psicóticos.

Por psicosis, se entiende lo que comúnmente se
llama "locura". En psicología se utiliza este
término para agrupar los trastornos que incluyen las ideas
delirantes, las alucinaciones y lenguaje desorganizado, entre
otros. Mientras que por psicópata se hace referencia a las
personas con características antisociales que se
manifiestan en desprecio y violación hacia los derechos de
los demás. Son actitudes psicopáticas mentir
repetidamente, agredir, estafar, usar al otro como un objeto,
degradarlo, humillarlo. Este tipo de personalidades no sienten
culpa por su forma de ser.

Estos asesinos de muchas personas, según las
conclusiones que arribaron en Estados Unidos sobre ese
fenómeno que sistemáticamente ha permeado a esa
sociedad parecen indicar tres cosas: 1) el sistema de seguridad
norteamericano es tan fallido como cualquiera; 2) el asesinato
serial es más propio de los grandes urbes, de las grandes
ciudades donde existe la acumulación de seres humanos, y
un capitalismo con un consumismo exacerbado, que producen con
frecuencia alienación y odio a la sociedad (¨La
concentración habitacional de las grandes ciudades del
mundo parecen ser un buen argumento para las ideas que viniendo
de Marx han ubicado al psicópata como una resultancia del
sistema capitalista¨. teoría del criminólogo
italiano Alessandro Baratta), y 3) las guerras terribles que los
Estados Unidos de América ha sostenido, Primera y Segunda
Guerra Mundial, Corea, Vietnam, y la Guerra del Golfo, donde las
armas han alcanzado un efecto destructor increíble, una
crueldad sin límites donde las poblaciones civiles han
sido parte del blanco, incluso adrede y sostenido con el
argumento de necesidad táctica. Particularmente Corea y
Vietnam, con la inclusión del napaln como arma
destructiva, han dejado una secuela terrible en el
espíritu de muchos estadounidenses. Sin ir más
lejos, muchos asesinos seriales, confesaron que la guerra era
inspiradora e instigadora de sus crímenes.

Shawcross, asesino serial, dice que en Vietnam colocaba la
cabeza de las mujeres aldeanas sobre estacas, y que como el
pueblo vietnamita es muy supersticioso, esto era también
una forma de delimitar el territorio avanzado.

La pregunta que se hace repetidamente y tiene relación
con las instancias del juicio a Godino es: ¿Son locos los
asesinos sexuales?

La mayoría no son locos, sino psicópatas,
llevados por un hambre sexual que al mismo tiempo los fagocita.
Urden sus crímenes, a lo largo de años, con
períodos a veces largos de inactividad. Las
víctimas son personas elegidas prácticamente al
azar, que responden a sus intereses eróticos.

Un complicado ritual está presente en la
mayoría de los casos. No pueden ser mejorados. No hay
tratamiento. Han fracasado todos los intentos para hacer de un
psicópata un hombre útil, no peligroso. Cuando
salen en libertad, después de largo tiempo de condena, a
veces casi toda una vida, cometen nuevos crímenes en
períodos que se han estimado no superiores al
año.

De los 170 grandes asesinos seriales identificados en
los últimos treinta años, 130 lo fueron en los
Estados Unidos. En Hannover, se recuerda aun hoy a Fritz Haarman,
"El Carnicero" y en Dusseldorf a Peter Kürten, "El Vampiro".
Italia tiene a Roberto Succo, "El Monstruo". Pese a que hay
asesinos históricos como el "Caballero de Gilles", que
mató a cientos de niños, la historia parece
remontarse más acá, al más difundido, Jack,
"El Desnudador" o "El Destripador", en traducción no fiel,
criminal en un barrio oscuro de Londres. Casi siempre está
presente el fin sexual desviado. Excepciones en cuanto al fin
sexual, las hay también en Francia, Henry Landrú o
Marcel Petiot, con engaños que parten de incentivos
distintos, pero motivados en la codicia. Lo mismo ha ocurrido en
España.

Pero es en Estados Unidos donde los hechos y el
número de ellos superan todo lo imaginable. Y no es un
lugar común pero es difícil creer el relato de
estos hombres, casi siempre con una inteligencia superior, que
parece ser que es lo único que les queda de
humanos.

Es aquí cuando a través del
análisis de las características del
psicópata pretendemos inferir qué es un
psicópata. Se abunda hoy con el término, que no
pertenecía a nuestro lenguaje cotidiano hasta hace
relativamente poco tiempo. Pero no se ha avanzado mucho en esto
de usarlo, porque se lo hace mal. Muchas veces decimos de alguien
que es un psicópata porque es un "vividor", alguien en
quien no se puede confiar porque tarde o temprano nos hará
una mala pasada, traicionándonos, mientras hasta
aquí ha subsistido de nuestro provecho. Ese aprovecharse
es la nota central de su conducta. Esto corresponde a un tipo de
psicópata, que según la clasificación de
Kartmann, responde al término de
"parásito".

El otro psicópata, el "depredador" es el que nos
interesa aquí. Los psicópatas son individuos que
viven, lo que se dijo un día, en los comienzos de su
categorización, una "manía sin delirio" (Pinel);
sin alucinaciones, pero de extrema peligrosidad, por su crueldad,
por una especie de falla en el distingo del bien y del mal, ya
que no "sienten" lo que hacen. Esta incapacidad para experimentar
el "dolor" del otro los lleva a vivir la muerte de un semejante
exactamente como le ocurriría a una persona normal frente
a la muerte de una cucaracha.

El psicópata no está
instalado fuera de la realidad, tiene de ella una
percepción correcta, eso no lo hace "un loco", pero
sí puede llevarlo a cualquier extremo en la medida que se
vale de esa percepción para los más tremendos
fines, generalmente sexuales. Si es depredador, unirá a su
incapacidad para resistirse a las frustraciones y a su
incapacidad para resistirse a las gratificaciones, que son cosas
distintas pero caras de una misma moneda, una dirección de
la conducta que sacrifica al otro por "muy poca cosa", apenas un
orgasmo sexual por estimulación desviada. El
psicópata depredador no experimenta el deseo de dejar de
matar. En realidad, vive para la muerte de los otros. Mentirosos,
simuladores, indignos de la mínima confianza, buscadores
de sensaciones por su baja estimulación cortical,
egoístas hasta sentirse "centros" del mundo, al no
"padecer" por el otro, incapaces de remordimientos, ni de
ningún sentimiento de culpa, con un nivel de inteligencia
generalmente superior que utilizan para manipular a sus
semejantes, se los llama en Estados Unidos, sociópatas,
término que pone énfasis en su incapacidad de
convivir en una sociedad. No pueden mantener siquiera una
situación de pareja profunda y equilibrada, no sólo
por la dificultad general de establecer relaciones
interpersonales, sino por su vida sexual impersonal y poco
integrada.

Agréguese a todo esto, fallas en el control, de
los impulsos e ineficacia de los castigos para hacerles cambiar
de conducta. Pero lo que contribuye más a su peligrosidad
es su encanto superficial.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

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