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Historia de la Ilustración en la literatura infantil española




Enviado por wilko von Prittwitz



Partes: 1, 2

  1. El siglo
    XVIII
  2. Ilustradores y escritores
    del siglo XX

El siglo
XVIII

A los dos siglos que nos conciernen en este
trabajo el XVIII y el XX les pasa algo parecido…. y es que no
terminan cronológicamente hablando con el tiempo impuesto
por el reloj, sino que se van transformando lenta- pero
continuamente, es decir que se pasa – sin más- de un siglo
a otro y los contemporáneos siempre viven igual, quiero
decir que sus vidas arrastran años que se superponen al
paso del tiempo, es decir que un siglo el 19 el 20 o el 21 para
el caso que estamos a punto de vivir, está compuesto por
seres humanos o mejor dicho seres vivientes que nacen en este
momento o los que llevan vividos "unos años" y estos seres
son los que conducen la experiencias de sus propias vidas. Pero a
lo que nos referíamos realmente con esto "del paso del
tiempo" de un siglo a otro es que el siglo XVIII no puede
comenzar para lo que nos interesa aquí justo en 1900 ya
que existen muchas obras y primeras publicaciones infantiles
anteriores que tienen interés para lo que nos ocupa
aquí pero tienen sus principios en puntos del pasado –
puede tratarse de segundos o cientos de años, al menos en
el espacio literario- artístico de nuestras
mentes.

No faltan quienes afirman que este siglo es
el siglo de la infancia y esto es verdad en lo que concierne al
arte. Desde 1922 las exposiciones de obras de niños han
entrado a nuestras costumbres y son objeto de comentarios y de
críticas de arte en la prensa como en el mercado
especializado. Como las obras de los enfermos mentales , las de
los niños son- y esto nos interesa por el contacto con los
más pequeños durante los talleres – una
proyección de su personalidad. Revelan, y esto los mayores
lo disimulan consciente o inconscientemente, una forma de
pensamiento en lo imaginario y que vive los símbolos, las
metáforas y los mitos. Son igualmente una experiencia
vivida en la que entran en juego el desarrollo del yo, de la
persona, así como la participación de los
demás. Pero el grupo niño-obra-dibujante-clase esta
necesitado de medios técnicos (locales, instrumentos,
personal especializado y teóricos análogos). Al
igual que ocurre con las obras de los alienados, las obras de los
niños expresan una liberación, una
transposición, una elaboración de lo imaginario que
son creadoras de arte. El niño, como el alienado, necesita
del adulto normal, pero no puede ir a él ni comprenderlo.
Es el adulto quien debe ir a él, poniéndose a su
nivel , penetrando su mundo imaginario, descubrir y utilizar las
fuerzas subyacentes. Esto el dibujante lo puede conseguir, como
el medico observando y estudiando el lenguaje emocional,
simbólico, mítico, preverbal, motor etc. pero nunca
social o intelectual que ocultan a menudo el verdadero
yo.

Pero entre el niño y el alienado
existen diferencias esenciales. El niño no vuelve a lo
imaginario como lo hace el esquizofrénico. Él
está allí, está todavía. Debe salir
de allí, es cierto para hallar el mundo real y hacerse
adulto, pero no ha conocido este mundo. El no es asiento de
procesos destructores destinados contra la vida y hacia la
muerte, por el contrario la vida, lo más profundo de su
ser le empuja hacia la vida y la afirmación de su yo. De
aquí derivan los movimientos pedagógicos actuales
de educación de la expresión
espontánea.

Pero esta es una historia de la
ilustración infantil española y en ella no puede
faltar la mención de obra y autores como Tomás de
Iriarte y sus Fábulas literarias, las Lecciones
instructivas sobre la Historia y la Geografía, El nuevo
Robinson de Campe, Félix Samaniego con sus Fábulas
morales etc.

Como ya ha señalado C.B. Villasante
en La Historia de la literatura infantil española26 "visto
que al llegar el siglo razonable, el siglo de las luces, el
niño empieza a destacar. Los filósofos y pensadores
del XVIII consideran que el niño merece una literatura
especial; por supuesto, la finalidad sigue siendo
didáctica. Los ejemplarios, consejos y
enseñamientos de otros tiempos se van a sustituir por
otros más apropiados a la niñez." Así lo han
hecho los franceses y los ingleses que han precedido a la
literatura española en el interés por la infancia,
la literatura infantil y por su puesto su ilustración
artística.

Los ministros y nobles ilustrados encargan
a los escritores que escriban obras con destino a los
niños. Así, por encargo del ministro Floridablanca
(1782), don Tomás de Iriarte (1750-1791), escribe unas
Fábulas literarias, que acaban con una moraleja, como era
costumbre en el género fabulístico, y compone dos
manuales de Geografía y de Historia.

Las fábulas son breves y sencillas,
como conviene a la poesía didáctica, y
fáciles de aprender. Se comprende que pudiesen gustar a
los niños, aunque iban destinadas únicamente a los
jóvenes que deseaban aprender a versificar y tenían
por principal objetivo censurar los defectos de los literatos.
Los personajes de las fábulas son animales, conforme a la
tradición griega y latina, conservada a lo largo de la
Edad Media y siglos de oro. Así por ejemplo La
fábula de La ardilla y el caballo, para que se vea
cómo la primera parte, sobre todo, se adapta a la
psicología infantil ilustrada con grabados en madera como
esta y otras La zorra y la cigüeña :

"Mirando estaba una Ardilla a un generoso Alazán,
que dócil a espuela y rienda se adiestraba en
galopar.

Viéndole hacer movimientos tan veloces y a
compás, de aquesta suerte le dijo con muy poca
cortedad:

"-Señor mío: de ese brío, ligereza
y destreza no me espanto; que otro tanto suelo hacer, y acaso
más. Yo soy viva, soy activa, me meneo, me paseo, yo
trabajo, subo y bajo; no me estoy quieta jamás.

El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal, en
los términos siguientes respuesta a la ardilla
da:

-Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas,
quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad? Yo me
afano, más no en vano. Sé mi oficio, y en servicio
de mi dueño tengo empeño de lucir mi
habilidad.

Con que algunos escritores ardillas también
serán, si en obras frívolas gastan todo el calor
natural."

También merecen una mención especial las
ilustraciones de la fábula de El burro flautista, muy
bonita e infantil, que copiamos a continuación:

"Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora
por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba
un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que
un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercóse
a olerla el dicho animal y dio un resoplido por casualidad. En la
flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por
casualidad. -¡Oh-dijo el Borrico qué bien sé
tocar! jY dirán que es mala la música asnal! Sin
reglas del arte borriquitos hay, que una vez aciertan por
casualidad.

En las Lecciones instructivas sobre la Historia y la
Geografía, por cierto obra póstuma de Iriarte,
dirigida a la enseñanza de los niños y publicada en
Madrid en 1794, el autor, en un sustancioso prólogo,
refleja la situación de la instrucción
pública por aquella época. Dice con pena que no hay
un buen ciudadano que no se compadezca si entra en una escuela de
primeras letras y advierte con qué libros aprende a leer
la mayor parte de los niños. Para un tratado útil y
bien escrito que ve en las manos de algunos, verá en las
de otros muchos, ya la Historia de los doce Pares, ya La cueva de
San Patricio, ya El devoto peregrino, o ya, en fin, novelas
vulgares y cuentos extravagantes de todas especies con pocas
illustraciónes casi siempre gradados o a la
plumilla.

Según Iriarte, el mal está en que los
niños se aficionan (a lo maravilloso por más falso
o inverosímil que sea, posponen lo verdadero, lo
provechoso y lo necesario". Esta cita es interesante por lo que
tiene de orientadora respecto a las lecturas
infantiles.

Completan este testimonio las declaraciones que hace don
Antonio Alcalá Galiano en sus Memorias, escritas en los
años de 1847-1849 y publicadas por su hijo en 1886. Dada
la escasez de memorias, diarios y otras manifestaciones de
literatura íntima como el género epistolar y las
apuntaciones personales, apenas tenemos referencias de las
lecturas que hacían los niños por esta época
en España. Por tanto, mucho más valiosas son estas
noticias que nos proporciona Alcalá Galiano. Dice
así:

"A poco más de cuatro años sabía de
memoria gran parte de las fábulas de Samaniego, muchas de
las de Iriarte, con 106 malos versos sobre la Historia de
España, por el padre Isla, anejos a su traducción
del compendio de Duchesne. Sin contar otras obras de igual o
parecida naturaleza, en que estaba incluido el Catecismo de
Fleury.

En su afición creciente por la lectura nos dice
que:

"Corría entonces con gran valimiento por las antesalas
de las casas, sirviendo de recreo y enseñanza a los
lacayos, un libro intitulado si mal no me acuerdo La historia de
Carlomagno y de sus doce pares, donde en pésimo estilo
están recopiladas muchas de las invenciones de los libros
de caballerías."

Como su padre se enfadase y le prohibiese la lectura y
hasta le quitase el libro, él cogía diferente
ejemplar, hasta que llegó a aprendérselo de
memoria, «sucediendo lo que sucedía a Racine en su
juventud con el cuento de los amores de Theagenes y
Cariclea.

El padre puso en sus manos el Quijote y la historia de
Bertoldo Bertoldino y Cacaseno, obra festiva con la que
rió mucho, aunque comprendía que merecía
algo mejor que esta última. Hemos de aclarar que
Alcalá Galiano, por entonces, solamente tenía siete
años y medio. A los diez ya lee en la biblioteca de su
tío a Voltaire, Rousseau: La nueva Eloísa, y a
Montesquieu, que no le causan ningún mal porque no se
entera de sus impiedades. Recuerda también que leía
libros de milagros: El año virgzneo y los Diálogos
entre Desiderio y Electo, obra monstruosa de devoción y
superstición. Menciona los juegos de niño, que eran
entonces decir misa y predicar, para lo cual su madre le
había hecho casullas apropiadas a su tamaño: Tuve
mi altar, mi cáliz y mi patena." Mesonero Romanos, en las
Memorias de un setentón, dice que en su niñez
estaba "embebido, fascinado con la lectura de Gil Blas de
Santillana, que con la del Ingenioso Hidalgo, ha compartido
siempre mi entusiasmo y simpatía".27

Esta larga digresión, de todo punto necesaria
para mostrar cuáles eran las lecturas a finales del XVIII,
coincide con el prólogo de Iriarte. Con la única
diferencia de que gracias a la actividad fabulística de
Iriarte y Samaniego los niños españoles desde su
más temprana edad pudieron hacer uso de un material
específicamente infantil como eran las
fábulas.Muchos de ellos ilustrados con grabados aunque no
muy abundantes y en blanco y negro.Por si esto fuera poco, el
admirable Iriarte, que lee mucho y está enterado de lo que
se publica en el extranjero, llevado de su interés por los
niños hace la primera traducción de El nuevo
Robinson, de Campe, cuyo subtítulo dice: "Historia moral
reducida a diálogos. Para instrucción y
entretenimiento de niños y jóvenes de ambos sexos,
escrita en alemán por el señor Campe. Traducida al
inglés, al italiano y al francés, y de éste
al castellano, con varias correcciones".

Nosotros hemos visto la quinta edición hecha en
Madrid en 1817.

En el prólogo, Iriarte nos refiere que el
señor Campe se inspiró en Defoe para acomodarle a
la enseñanza de los niños, que es un libro
instructivo y utilísimo, además de entretenido, que
inspira amor y fe en el Criador, ventaja sobre el Robinson, de
Defoe, peligroso para los católicos… La
traducción corregida que ahora publica sale a la luz con
la aprobación del mismo tribunal de la fe que en el
año de 1766 prohibió por fundamentadas causas el
Robinson antiguo".

Iriarte cree que con su traducción libre
hará un gran bien a los niños. Tanto Defoe, como
Campe e Iriarte están convencidos de que su libro no es
una novela, sino un libro verídico, que se basa en hechos
reales. Iriarte, para demostrar esto, cita los Comentarios del
inca Garcilaso, donde se refiere la historia de Pedro Serrano, el
náufrago español que vivió solo en la isla
de Juan Fernández y al que pone como modelo antecedentes
de los robinsones extranjeros.

La índole de este libro no nos permite
extendernos más sobre el tema de Robinson,
únicamente hemos querido señalar que este libro que
en sus orígenes no fue destinado a los niños se
convirtió en un clásico infantil, y que fue
precisamente Iriarte uno de los que contribuyeron a su
difusión y ilustración en España. Aunque y
dicho sea de paso la ilustración de los"Robinsones" se
haya limitado casí siempre a portadas.

Tanto es así que todavía en 1851 un
periodista comenta en La Ilustración acerca de la
literatura infantil: «Estas novelas interesan sobremanera a
los niños. Uno conoce que lleva leídos treinta y
siete robinsones, el suizo, el alemán, el de los hielos,
el de los bosques, el del norte, un nuevo Robinson, un
novísimo, otro archinovísimo Robinson, etc…o
(Literatura infinitesimal. La Ilustración, 1851, III
citado por J. F. Montesinos.)

Por esta época también se traduce al
español y se ilustra un libro que hizo

época en los anales de la literatura infantil: el
Gulliver, de J. Swift (1667-1745). Vemos que en Plasencia, en el
año 1790, aparecieron Los Viajes del capitán Lemuel
Gulliver a diversos países remotos, traducidos de la
edición francesa por don Ramón Máximo
Spartal.

En el prólogo de sus Fábulas el mismo
Samaniego nos explica el método que ha seguido para
componerlas y lograr que éstas resulten apropiadas a la
niñez. Lo que falta siempre sin embargo son
alusiónes a la ilustración y el dibujo. Hay en sus
manifestaciones literarias y nunca en las puramente
artísticas un deliberado propósito de agradar a los
niños, al igual que lo hace un cuadro. El toma como modelo
literario a Esopo, Fedro y La Fontaine, y procura hacer versos
fáciles con claro y sencillo estilo. Por el pasaje que
copiamos a continuación se ve la intensión de
Samaniego por adaptarse a la psicología infantil y
confiesa que no ignora las dificultades de su obra: "A pesar de
mi desvelo en esta parte, desconfío conseguir mi fin. Un
autor moderno en su tratado de educación dice: que en toda
la colección de La Fontaine no conoce sino cinco o seis
fábulas en que brille con eminencia la sencillez pueril; y
aun haciendo análisis de algunas de ellas, encuentra
pasajes desproporcionados a la inteligencia de los niños.
Esta crítica ha sido para mí una lección.
Confesaré sinceramente que no he acertado a aprovecharme
de ella, si en mi colección no se halla más de la
mitad de fábulas que en la claridad y sencillez de estilo
no pueda apostárselas a la prosa más trivial. Este
me ha parecido el solo medio de acercarme al lenguaje que debemos
enseñar a los muchachos; pero, ¿quién
tendrá bastante filosofía para acertar a ponerse en
el lugar de éstos y medir así los grados a que
llega la comprensión de un niño?»

En efecto, las fábulas de Samaniego son ligeras,
graciosas, muy apropiadas para la niñez. Y no pueden
faltar en esta tesis ya que también han sido ilustrados
extensamente por todo el mundo y por diferentes artistas. He
aquí un ejemplo:

Monografias.com

Los gatos escrupulosos. Veranse las fotocopias de
diversas Ilustraciones en el apendice. La zorra y la
cigüeña (Pág.67)

¡Qué dolor! Por un descuido Mizifuz y
Zapirón se comieron un capón en un asador metido.
Después de haberse lamido trataron en conferencia si
obrarían con prudencia en comerse el asador.¿Lo
comieron? No, señor: Era caso de conciencia.

Y en esta otra de: La zorra y el busto: Dijo la Zorra al
busto después de olerlo: Tu cabeza es hermosa, pero sin
seso. Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres,
sólo son bustos.

Por estos ejemplos vemos que el escritor, el poeta, el
ilustrador sigue siendo un pedagogo ansioso de instruir. Y muchas
veces sacrifica la belleza y el deleite a la instrucción y
a la verdad. El ilustrador en esta época está
practicamente obligado a precindir del color.

Uno de los apartados o capítulos, si se quiere,
de la obra de Carmen BravoVillasante anteriormente mencionada La
Historia de la Literatura infantil española se titula Las
primeras publicaciones periódicas infantiles que en este
trabajo nos han sido de gran ayuda para ir barajando algunos de
los autores de literatura infantil más ilustrados.No ya
tanto por su importancia literaria sino más bien como guia
para los ilustradores de ellas. Los escritos de Cabera Infante en
este sentido tienen gran importancia en esta tesis auque ellos no
sean más que un pretexto para hablar de la ilustracion
plástica de estas portadas y ilustraciones,
viñetas, dibujos , grabados… pero claro y debido
también a los escaso medios de esta facultad la
projección de diapositivas de ilustraciones
representativas ha sido imposible por lo que se ha optado por el
anexo de fotocopias, alguna a todo color, de las ilustraciones y
portadas que hemos encontrado de mayor belleza artística.
Así por ejemplo existen ejemplares de gran belleza que por
razones evidentes de espacio, copy rights etc. no podemos
reproducir en su totalidad, en la hemeroteca de Conde Duque y La
biblioteca Nacional, colecciones privadas etc. como: La Gaceta de
los Niños, Madrid, 1798.-Otros periódicos: El Amigo
de la Niñez, El Eco de la Juventud.-Perfeccionamiento de
las revistas infantiles: La Educación Pintoresca (1849).
La ilustración de los Niños, Madrid, 1849. El Amigo
de los Niños, Málaga, 1849.-El Recreo de los
Niños. Biblioteca de Niños, por C.S.-La Floresta
Infantil, Zaragoza, 1855. El Amante de la Infancia, Pamplona,
1866.-El periódico de la Infancia, 1877.-El Camarada,
Barcelona, 1887,-El Museo de la Juventud, Barcelona, 1887. Muchas
de ellas con magnificas ilustraciones. Las colaboraciones de
Hartzenbusch, Campoamor etc. contienen ilustraciones que nos
hubiera gustado reproducir aquí pero que por razones
evidentes se van a tener que ver reducidos a un mínimo y
por desgracia en blanco y negro para el deleite de este
trabajo.

Parecen ser los ingleses quienes publicó el primer
periódico infantil en lengua inglesa-The Lilliputian
Magazine (John Newberry 1751-1762), con lo que Inglaterra puede
ufanarse de haberse anticipado a los demás países
en la publicación de prensa para niños. A este
periódico sucedió The Museum for Young Gentlemen
and Ladies (1758), que se imitaron y difundieron en todos los
países europeos.

En Alemania aparece en 1772-1774 el Leizpziger Wochenblatt
für Kinder ("Semanario Infantil de Leipzig"), y al poco el
Kinderfreund =El Amigo de los Niños, 1775-1784), que
dirige Rochow. Las publicaciones se multiplican en todas las
capitales alemanas. Nacen el Hamburgische Wochenblatt für
Kinder, Kinderzeitung (Nüremberg), etc. Francia asimismo
edita periódicos infantiles. Y de aquí , de pronto,
se produce el magno acontecimiento en España.

Todas estas tentativas cultas en torno a la literatura
infantil, como son las fábulas de Iriarte y Samaniego y
las colecciones de lecturas amenas traducidas han servido para
algo. ¡Sí, el acontecimiento es magno! En 1798 se
publica el primer periódico infantil. El título
completo es el siguiente: Gaceta de los niños (o
principios generales de moral, ciencias y artes, acomodados a la
inteligencia de la primera edad, por don Josep y don
Bernabé Canga Argüelles. En Madrid. En la imprenta de
Sancha. Año de MDCCXCVIII. Consta cada cuadernillo o
ejemplar de 32 páginas de tamaño octavo". Este
periódico está reseñado por Hartzenbusch en
sus Apuntes para un catálogo de periódicos
madrileños desde el año 1661 al 1870"y de él
dice: "por lo menos se publicaron 24 números desde 1798".
Ni la Hemeroteca Municipal ni la Biblioteca Nacional tienen
ejemplares de dicha publicación. Cabrera Infante
después de muchas pesquisas pudo ver esta curiosa e
interesante publicación, de tanta importancia para la
literatura infantil, cuando una breve mención del
Paláu le facilita su hallazgo en una librería de
bibliófilo.

Y con los dos tomitos de La Gaceta de los Niños
en la mano, que viene a colmar el hueco de su colección de
libros infantiles, ya puede describir el primer periódico
español dedicado a los niños. "El primer
número se inaugura con un sabroso prospecto o
prólogo en el que los redactores dan cuenta de sus
intenciones. Después de explicar que tratan de educar al
niño a partir de los nueve años, para ser un buen
ciudadano, y de condenar el sistema de educación vigente
en el que la letra con sangre entra, pasan a exponer un sistema
pedagógico que tiene por base el cariño y la
comprensión: Aún esto no basta: es menester
hacerles amar la instrucción y el estudio; ponerles las
ciencias en su mismo lenguaje; acomodarse a su débil
inteligencia y a su poca constancia; aficionarlos a la lectura,
presentándoles las ciencias en un estilo claro y
agradable.

Este es el objeto que en nuestros días se han
propuesto algunos hombres célebres como Campe, Shumel,
Weisse, autores alemanes, y últimamente Berquin, a quien
con razón se puede llamar el amante de la niñez."
Como puede verse, los redactores son hombres cultos que
están al tanto de las publicaciones extranjeras y siguen
con interés los adelantos pedagógicos de Alemania y
Francia. Aunque el párrafo es largo, merece copiarse:
"Cuando se publicó traducido a nuestra lengua el primer
cuaderno de la Biblioteca de Buena Educación del
señor Berquin, una niña a cuyas manos llegó
cobró una afición tan señalada a esta obra
que no la abandonaba en todo el día. Comunicaba el
hallazgo a sus pequeñas amigas, que tomaban un
interés igual al suyo: huía de todos para saciarse
en secreto de este libro precioso, llegando hasta el extremo de
llevarle consigo a la cama, no resolviéndose alejarle de
sí aun en instantes de sosiego.

Este rasgo interesante fijó nuestra
atención, y nos obligó a pensar que sería
fácil infundir a los niños, por el mismo
método de Berquin, las nociones más útiles,
no sólo de la moral, sino de todas las ciencias y artes
compatibles con su capacidad por medio de un periódico,
cuyos números, pareciendo a tiempos determinados, y con un
intervalo bastante considerable, les presentasen siempre la idea
de un objeto nuevo; dejándoles al mismo paso tiempo
bastante para que se les graben en la memoria
metódicamente las instrucciones. "Confesaremos que este
pensamiento no es enteramente nuestro y que en París se
publica una obra muy semejante intitulada Correo de los
niños, por Douffret, y que aunque tomaremos de él y
de otros autores una gran parte de nuestro periódico, sin
embargo aún en lo que tomemos se harán varias
ediciones y reformas que le constituirán una obra nueva,
acomodada a nuestras costumbres."

Añaden a esto que más adelante fundarán
la Gaceta de los Jóvenes para completar la
educación iniciada en la de los niños.
También prometen adornar el periódico con
láminas y se ilustran muchos de los artículos.

Desde el primer momento, por todas estas razones educativas y
artísticas -estamos todavía en el siglo de
las luces-"se desterrarán de la Gaceta de los Niños
todos los ejemplos de engaños, de supercherías, de
poca continencia de las pasiones, como también todos los
apólogos". En esto, los redactores del nuevo
periódico se suman a la campaña emprendida contra
las hadas y encantamientos. Nada de apólogos, dicen,
prohibidos los cuentos. Señal de que los niños se
complacían en una literatura oral de consejos y relatos
fantásticos con ilustraciones derivadas de los libros de
caballerías, y del folklore popular, tan poblado de
brujas, hadas y apariciones.

"Para completar… la instrucción se
traducirá todos los libros elementales de ciencias y artes
que dé a luz el Instituto Nacional de París." El
ideario, escribe C.B. Villasante , se ha expuesto con toda
claridad y, ¿por qué no decirlo? Hasta resulta
convincente cuando se lee la pequeña e ingenua Gaceta que,
a pesar de sus protestas, sigue en todo la directriz francesa.
Incluso ellos mismos dicen que "nuestro periódico se
podría llamar la Enciclopedia de los Niños".
Después de este prospecto inaugural y de una
introducción, se insertan unos diálogos titulados
El castaño y Laurita, de marcada intención
pedagógica, aunque muy entretenidos y bien escritos. Al
final, con el título de Noticias, se publican una serie de
anuncios de libros, entre ellos Las noches en casa o Abertura de
la cartera de la juventud, obra escrita en inglés por el
doctor Aikin y madame Baabauld .

Esta obra ha merecido los mayores elogios. Se halla
traducida al francés en cinco tomos dozavo, en
París, en casa de Maradam, calle del Cementerio de San
Andrés, número 9; precio, 7 pesetas. Precisamente
gracias a los anuncios o noticias que van al final de cada
ejemplar podemos tener una idea de los libros que se estaban
ilustrando al menos con portadas, y el eco de los cuales, a
través de Francia, llegaba a España la
mayoría de las veces: Sandfoord y Merton, de Day; El
pequeño Grandison, El amigo de los niños, de
Berquin; Los elementos de psicología para uso de los
niños, de Campe, el autor del Nuevo Robinson; El diario de
las madres de familia, Lecciones de una maestra, de madame
Genlis.

Gracias a un cuento en el que se mencionan los regalos
que un fiel y antiguo servidor hace a los niños de los
señores sabemos que venían (varios libros
encuadernados en tafilete verde y encarnado, en cuyos lomos se
leían los títulos siguientes: El amigo de los
niños, El Telémaco, El Robinson, Paulo y Virginia,
El catecismo histórico, de Fleury>. Libros todos
extranjeros que alternaría el niño con las aleluyas
taurinas, tan castizas, a falta de otra cosa mejor, con los
abecedarios ilustrados, con los pliegos de coplas y romances
callejeros y con las lecturas de las bibliotecas de los
mayores.

No mucho mejor hasta entonces habían
estado los niños de otros países.

Las páginas que Goethe dedica en el
primer volumen de Poesía y verdad a las lecturas de la
infancia, nos suministran noticias preciosas acerca de este
particular. ¡Cuán poco eran, y qué escasez de
libros entonces! El Orbis Pictus, de Amos Comenius, La Biblia con
grabados, las crónicas, las fábulas y narraciones
filosóficas del Telémaco, de Fenelón, el
Robinson Crusoe y el Viaje alrededor del mundo, del almirante
Auson.

Gracias a los vendedores y buhoneros que
vendían cuentos y leyendas de la Edad Mediacomo el
Eulenspiegel y La bella Melusina, el joven Goethe podía
divertirse. Con el periódico infantil se intenta crear una
literatura para niños. La Gaceta de los Niños
significa, pues, que hay una literatura exclusivamente infantil
o, por lo menos, que tiene que haberla. Al cabo de los
años, con la perspectiva y experiencia de más de
siglo y medio, casi no podemos creer que aquello fuese literatura
infantil, aunque así se rotulase, tan contagiada
está del pedantismo y del espíritu de los mayores.
Pero, ¿acaso toda la literatura del siglo XVIII no es
también, en muchos aspectos, sumamente razonable, pedante
y erudita? No es de extrañar que los primeros
periódicos infantiles sigan siendo unas pequeñas
enciclopedias, una nueva versión de las sumas medievales,
y que se parezcan más a un libro de texto que a un libro
de entretenimiento.

Por lo que a esto último se refiere,
la palma de la literatura infantil se la lleva el Robinson.
¡Cuántas veces lo menciona el redactor de la Gaceta!
Si la linterna mágica proyecta imágenes que dan pie
a una clase de geografía, siempre se buscará un
pretexto para relatar el naufragio del barco donde va Robinson
(cuyas singulares aventuras leerán los niños porque
el libro de sus aventuras es uno de los más divertidos que
se pueden leer-) Mientras en las noches invernales los
niños construyen castillos de naipes y recortan monigotes
de papel, el padre lee en voz alta el nuevo Robinson.

En La Gaceta de los Niños
también se insertan pequeñas obritas teatrales: El
gato, comedia en un acto, muy graciosa y animada. La niña
curiosa, El perrillo, todas ellas con su correspondiente
moraleja, inspiradas en el teatro de Berquin, el ídolo de
los redactores y de todos los que se interesaban, por entonces,
por la literatura para la infancia. Dicho autor fue objeto de una
pequeña biografía, en la que, entre otras cosas, se
le consideraba como adaptador de los escritos alemanes y
propulsor del género infantil en su país. Berquin
escribió La Biblioteca de las Aldeas para ilustrar a los
labradores acerca de sus derechos y deberes.

Nosotros suponemos que se inspiraría
en el Kinderfreund, de Rochow (1772), cuyo primer número
apareció con el título de -Versuch eines
Schulbuches für Kinder der Landleute (Ensayo de libro
escolar para niños de aldeanos), título que al cabo
de los años nos trae el recuerdo aquel de El estudioso de
Aldea, de nuestro Palmireno, que, anticipándose a estos
autores, comprendió la necesidad de un manual para los
niños aldeanos diferente al de los niños de la
corte, a los que dedicó El estudioso cortesano.
¿Coincidencia casual? ¿Acaso los alemanes
conociesen el trabajo del humanista Palmireno? Aunque ya sabemos
que fue un tópico el contraste de corte y aldea, queda la
insinuación para quien quiera solucionarlo.

También dedica La Gaceta de los
Niños un artículo a las calles de Madrid, con lo
que entra de lleno en el costumbrismo. Refiriendo un paseo que da
el padre con sus hijos, dice lo siguiente: «Pasando en este
orden por la hermosa calle de la Montera, los ojos de los
niños erraban de una parte a otra sobre todos los objetos
que el lujo y la frivolidad han hacinado como a porfía en
las lonjas de esta larga calle.

Y en otro lugar: «Así hablaba
Heliodoro cuando al doblar la esquina de la calle del Carmen le
interrumpieron las voces de una larga fila de mujeres sentadas en
el suelo y rodeadas de banastas de naranjas y limones que
gritaban sin cesar: ¡a mis naranjas!, ¡a mis
naranjas!; ¡a las gordonas!, ¡a las gordonas!;
Pregones populares de las calles de Madrid que hallaron acogida
en las aleluyas y en las estampas tituladas, precisamente, Gritos
de Madrid, y en las aucas «Pregones de
Valenciao.

La Gaceta de los Niños tuvo corta
vida. No duró más que dos años.

Al finalizar el tomo segundo,
después de un índice detallado de los dos tomos,
viene esta advertencia: «Este periódico se suspende
por ahora con motivo de la quebrantada salud del redactor, y a su
continuación se avisará al público para que
los suscriptores puedan renovar sus suscripciones. La
súbita enfermedad del redactor coincide con el cambio
político de Francia, en donde el 10 de noviembre de 1799
el Directorio (Asamblea de los 500) se transformó en
Consulado (tres cónsules y uno de ellos Napoleón).
Todo hace suponer las estrechas relaciones que existían
entre este periódico y el régimen político
francés, sobre todo si se consideran los anuncios
insertados en las Noticias, anuncios de libros franceses vendidos
en librerías de París y establecimientos de
educación. Algunos, como el que copiamos a
continuación, demuestran la amistad de los redactores con
distinguidas personalidades francesas de la
situación:

"Noticia: La ciudadana Laforest, muy rica y bien criada,
ha

establecido en París, en la calle de
Berri, número 3, una casa de educación, en la cual,
además de asegurar a las niñas el buen trato, en un
edificio cómodo y sano, con jardín, se las
enseñarán las labores del sexo: por los mejores
profesores a escribir, leer y contar; la gramática, la
geografía, la mitología, la historia, las lenguas
italiana e inglesa, y además tañer y
cántaro>

Y este otro anuncio:

Tratado de Aritmética presentado por el ciudadano
Simonin, del

Instituto Nacional, al Consejo de los
Quinientos.A pesar de la desaparición de La Gaceta de los
Niños el camino estaba abierto, aunque todavía
pasarán algunos años hasta que se publique un nuevo
periódico infantil. Antes merecerá la
atención de redactores y periodistas la prensa de adultos,
entre la que se cuentan las primeras publicaciones femeninas,
como El periódico de las damas (1822), de pequeño
formato, El té de las damas (1827), El correo de las damas
(1833) y otras publicaciones destinadas a las familias, como El
museo de las familias (1838-1867), que se publica en Barcelona y
es un periódico ilustrado, con dibujos románticos,
que trata de viajes, cuadros de costumbres y novelas puras y
castas, pero que no tienen nada que ver con los niños.
Hasta 1841 no aparece El amigo de la niñez; en 1842, El
eco de la juventud y El museo de los niños, que es un
tomito de tamaño reducidísimo en el que un padre va
contando a sus hijos lecciones de cosas. En 1843 sale El mentor
de la infancia, de tamaño octavo. Los cuentos alternan con
la historia sagrada y con enternecedoras o ridículas
anécdotas de piedad filial. Se da cabida, ¡gran
novedad!, a ciertos juegos populares como el de El
milano:

Vamos a la huerta ¡De Pedro Toronjil! Veremos al milano.
Comiendo perejil jGil! ¡Gil! ¡Gil!

Este periódico va ilustrado con
preciosos grabados románticos. En 1849 leemos El Faro de
la Niñez, periódico de educación recomendado
por Real Orden a los establecimientos de enseñanza. En
provincias también se editan publicaciones
periódicas infantiles. El Amigo de los Niños se
publicó en Málaga en 1849. El primer número
salió el domingo 17 de junio de 1849. Consta de cuatro
páginas y recuerda por el formato y la presentación
gráfica las hojas parroquiales. No tiene ilustraciones. El
editor es S. Casilare. Dicho señor inicia el primer
número advirtiendo a los padres de familia que les regala
una muestra del periódico, es decir, un ejemplar para que
lo vean antes de suscribir a sus hijos y den su visto bueno. El
ejemplar costaba ocho céntimos. Después de esta
advertencia, el editor se dirige en una poesía. A los
niños de ambos sexos:

Venid, venid, lindos niños; Venid,
venid, niñas bellas, Conmigo en pos de las huellas, De la
Excelsa Religión.

A este tenor todas las cuartetas siguientes. A
continuación un artículo, ~(La doctrina
cristiana>), explicada por un sacerdote, con preguntas y
respuestas como en el catecismo. Sigue una fábula, El
camello y el asno, con su moraleja en místico final.
Luego, un capítulo de Historia de España, en el que
se hacen consideraciones de carácter general. Se dedica un
pequeño espacio a los "juegos de ingenio". El de este
primer número consiste en el modo de averiguar el
número que una persona haya pensado para que los
niños saquen fruto de las vidas ilustres. Y, finalmente,
una novela titulada María que se continuará en el
próximo número, y una charada.

El editor director anuncia que se insertarán los
nombres de los tres primeros niños suscritos que presenten
la solución. Como vemos predomina la pedagogía. La
religión y la moral son los pilares de este
periódico. Así será en todos los de la
época. Las máximas y las oraciones, la ciencia y la
utilidad son el patrimonio de estos periódicos que tienen
mucho de catecismo y de catón. No acaba de surgir
enteramente el género infantil. Tampoco hay grandes
ilustraciones. ¡Qué trabajo le cuesta nacer! Como
noticia curiosa anotaremos que en el número de agosto del
mismo año el director de El Amigo de los Niños
anuncia la rifa del Juanito, de Paravicini, traducido por M.
Torrente, ((hermoso libro de lectura moral. Es el famoso Juanito
italiano que tanto hemos ridiculizado en nuestros días sin
comprender que desempeñó durante casi un siglo una
misión educativa. A este libro, Unamuno, en sus recuerdos
de niñez y mocedad, rinde un tributo de emocionada y
nostálgica recordación, muy semejante al recuerdo
que a nosotros nos queda de nuestras infantiles lecturas
escolares del cuento de Clarín ¡Adiós,
Cordera! Si no llorar, pues entonces el sollozo era vergonzoso,
el lector se mordía los labios y hacía pausas
larguísimas y comienzos titubeantes.

Dice Unamuno: (¿Y el Juanito? Cuando en su lectura se
acercaba el día en que habíamos de leer la muerte
de Julia, la madre del protagonista, había desusada
remoción en nuestros espíritus y todos
rejuntábamos sentimiento para el conmovedor pasaje. Al
llegar a él, quien lo leyese, la voz se le apagaba,
ahogados sollozos estorbaban la limpieza de la lectura, y todos
nos enjugábamos los ojos llorando con Juanito la muerte de
su madre… Aquellas lágrimas tan deseadas, porque lo
eran, y tanto más gustadas cuanto más sinceras,
fueron las primeras que el arte nos hizo derramar, y para muchos
de nosotros acaso las últimas que le deben. Había
que suspender por un momento la lectura y a nadie se le
ocurría burlarse de aquella piedad que provocaba la
ficción literaria".

Para amenizar el periódico el director decide insertar
una comedia

de niños que, como es de esperar,
también será moral. Se titula Emanciparse antes de
tiempo, y trata de unos jóvenes perillanes, malos
estudiantes, que abandonan los libros para irse a jugar al billar
(el futbolín de aquellos tiempos) y dedicarse a una serie
de travesuras, como atar latas con fuego a las colas de los
gatos, etc. Como es de suponer, todas estas andanzas terminan
mal. Los jóvenes imprudentes no pueden terminar de otra
manera y esto da lugar a un diálogo muy aleccionador y
lacrimoso entre padres e hijos, de gran efecto pedagógico.
Oigámoslo:

Luis: Y yo, padre mío, madre
mía, ¡cuán arrepentido estoy!

"El padre: ¡Jóvenes!, tened siempre presente que
la autoridad de los padres es tan necesaria como el alimento.

¡Cuán satisfecho dormiría el director de
El Amigo de los Niños con la sensación del deber
cumplido! ¿Dormirían igual de satisfechos los
niños? Presentimos que pasada la primera sorpresa y
alegría de poseer el periódico para ellos solos, el
niño lo dejaría caer y trataría de
emanciparse como los jóvenes imprudentes de la
comedia.

La enorme pedantería de la literatura del
periódico infantil era semejante a la del preceptor y ayo,
a la del dómine y el maestro. La literatura infantil sigue
siendo una rama monstruosa de la pedagogía. En el
periódico hay escasa belleza literaria y mucha
erudición y ciencia.

Nuevamente por los anuncios del periódico nos enteramos
de que en la imprenta del mismo se ponen a la venta Las
Fábulas, de Samaniego e Iriarte; El Libro de los
Niños, por Martínez de la Rosa; una Biblioteca de
niños, con 22 láminas litografiadas, por valor de
22 reales, y Tom Trick, novela traducida del inglés.

Pero dejemos a El Amigo de los Niños, no sin haber
leído La historia de un perezoso y La digna recompensa de
un noble sacrificio.

Todos estos tanteos de prensa infantil no
han sido en vano. Unos años más y tenemos en las
manos el mejor periódico infantil de la época. Nace
en 1875. Es un periódico que está de moda.
Elegante, fino, distinguido, con numerosas ilustraciones. Se
titula La Educación Pintoresca, y se edita en Madrid
conforme al modelo de los periódicos femeninos de la
capital, publicados en años anteriores, El Correo de las
Damas (1834), El Defensor del Bello Sexo (184S) y El Cupido
(1848), y hasta se inspira en El Semanario Pintoresco.

¡Cómo se nota que es un periódico de la
capital! ¡Qué lejos del periódico
provinciano! La impresión es magnífica. Tiene
grabados y láminas litografiadas. El formato
pequeño, tamaño octavo. Trae un sumario de
artículos y de colaboradores. El ejemplar del año
1857 tiene un grabado que representa a una madre leyendo un libro
a sus hijos. ¡Hasta en la portada aparecen los mayores! Es
la sombra tutelar de los padres. Todavía la literatura
infantil está sujeta a los mayores y dirigida a ellos para
merecer su aprobación. Algo que se puede ver muy
claramente también en las ilustraciones parecen hechas
más bien para la aprobación de los padres que para
el gusto del niño.

Partes: 1, 2

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