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Los Hornos de Hitler



  1. Personajes
  2. Glosario
  3. 8
    caballos o 96 hombres, mujeres y
    niños
  4. La
    llegada
  5. La
    barraca 26
  6. Las
    primeras impresiones
  7. La
    llamada a lista y las selecciones
  8. El
    campamento
  9. Una
    proposición en Auschwitz
  10. Soy
    condenada a muerte
  11. La
    enfermería
  12. Un
    nuevo motivo para vivir
  13. Canadá
  14. El
    depósito de cadáveres
  15. El
    "Ángel de la Muerte" contra el "Gran
    Seleccionador"
  16. Organización
  17. Nacimientos malditos
  18. Algunos detalles de la vida detrás de
    las alambradas
  19. Los
    métodos y su insensatez
  20. Nuestras vidas privadas
  21. Las
    bestias de Auschwitz
  22. La
    resistencia
  23. París ha sido
    liberado
  24. Experimentos
    científicos
  25. Amor
    a la sombra del crematorio
  26. En el
    carro de la muerte
  27. En el
    umbral de lo desconocido
  28. La
    libertad
  29. Todavía tengo fe
  30. Referencia
    bibliográfica

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Personajes

Olga Lengyel: Narra su
terrorífica historia que vivió en el campo de
concentraciones de Birkenau.

Miclos Lengyel: Era un doctor de su
propio hospital, el cual le fue robado y termino como prisionero
en los campos de concentraciones.

Tadek: Hombre que intento seducir a
Olga, y que se dedicaba a intercambiar comida por relaciones
sexuales.

L.: Amigo de Olga que la ayudaba en
la enfermería.

Fritz Klein: Doctor que selecciono a
Olga Lengyel para trabajar en la enfermería, mejor
conocido como el "Gran Seleccionador"

Irma Griese: Era la jefa del campo y
era mejor conocida como el "Ángel de la Muerte"

Glosario

Blocovasmismas: Jefas de campo que
gozaban de todos los privilegios de comida, ropa y otras
cosas.

Barracas: Vivienda rural
característica de las huertas de Valencia y Murcia, hecha
de barro y con tejado de cañas a dos agua.

Camastros: Cama pobre, de mal
aspecto y muy incómoda.

Blocova: Jefa de la
barraca.

Kapo: Jefe de comando.

Kommando: Grupo de
trabajo.

Canada: almacén donde se
recogían los artículos quitados a los deportados
para ser enviados a Alemania.

Vallados: Vallas que limitan un
lugar a otro.

CAPITULO I

8 caballos o 96
hombres, mujeres y niños

Iniciaba el año de 1944, la
acción sucede en la capital de Transilvania; Klausenburg,
como se le conocía comúnmente, en esta ciudad
vivía un matrimonio de doctores: Miclos Lengyel y Olga
Lengyel, quienes habían logrado contar con su propio
hospital con la dedicación y el esfuerzo del esposo de
Olga Lengyel. Tenían dos hijos: Thomas y Arved, los padre
Olga y su padrino. Era una ciudad en medio de la segunda guerra
mundial. El oficial Nazi que trato con ellos antes de
arrestarlos, causaba gran temor en la población al contar
lo que pasaba en los campos de concentración, era
imposible creer que tal crueldad sea posible.

Se despidieron masivamente a todos los
judíos, quitándoles sus bienes y pertenencias. El
doctor Lengyel fue traicionado por un medico que trabaja en su
hospital, quien había visto su nombre en la lista de
sospechosos y lo denuncio, después extorsiono a su esposa
para que firmara unos documentos donde les cedía el
hospital y su casa, Olga por miedo a su esposo y familia decide
firmarlos.

Era tiempo de huir ya que la guerra
había llegado al pueblo, Olga intenta salvar a su esposo,
pero es en vano. Olga, su esposo, sus hijos y abuelos llegaron a
la estación de ferrocarriles solo aptos para ocho caballos
donde solo podían entrar 96 personas por vagón.
Partieron sin saber a qué rumbo los llevarían y
viajaron durante tres días. Si querían comer o
beber algo tenían que ceder sur prendas a los oficiales
Nazis. Tres personas murieron dentro del vagón en el que
viajaba Olga y su familia, pero a ningún oficial le
importo. Las puertas se abrieron hasta que llegó su
destino.

CAPITULO II

La
llegada

El tren se detuvo hasta la noche siguiente,
al salir de los vagones, se presenciaba un olor a carne quemada y
todo estaba rodeado por alambres electrificados de púas.
Alrededor de 4000 a 5000 personas por tren los separaban
según su sexo, edad y vocación. Los niños de
un lado, los ancianos de otro, posiblemente para que hicieran los
trabajos más forzosos, los doctores de otro y las mujeres
a otro, obligándolas a desnudarse fueron metidas a un
hangar, Olga pudo pasar unas píldoras de veneno por si
necesitaba de ese último recurso. Olga se encontraba en el
campo de concentración de Birkenau.

CAPITULO III

La barraca
26

Al poco momento se descubrió que
Birkenau era la última parada de los demás campos
de concentración que sólo eran de trabajos
forzosos. Birkenau era un campo de exterminio donde las
cámaras de gas y los hornos crematorios, nunca dejaban de
funcionar. La barraca 26 era una especie de establo donde se
encontraban unos camastros y dormían de 16 a 20 personas.
Las barracas recorrían todo el campo y eran alumbradas por
las noches con fuertes reflectores.

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CAPITULO IV

Las primeras
impresiones

Un par de días después, se
les dio su primera comida, una bebida nauseabunda que
burlonamente la llamaban café y a mediodía, una
sopa de olor repugnante, y por la tarde, un trozo de pan negro,
las custodias las golpeaban a la menor provocación. Irka,
una polaca que llevaba cuatro años viviendo en
Birkenau le habla a Olga de los hornos, Olga descubrió que
había mandado a toda su familia a la cámara de gas.
Incluido a su hijo quien no había sido seleccionado. Olga
con gran angustia intenta localizar a su esposo pues, por su
vocación de doctor, pudiera vivir en algún lado.
Cuando se encontraron, ambos se asombraron del rápido
cambio que tenían. Miclos le pide una píldora de
veneno pero al final se arrepiente. Al instante son descubiertos
por soldados alemanes y separados con gran brutalidad, al
siguiente día, todos los hombres fueron sacados del
campo.

CAPITULO V

La llamada a
lista y las selecciones

Diariamente había dos llamados a la
lista; una al amanecer y otra alas 3 de la tarde, había
1400 mujeres en esa zona, 35,000 en todo el campo y un total de
200,000 en toda el área de Birkenau. Todas eran obligadas,
en el lugar dónde estuvieran y sin importar el estado de
salud, estar presentes a la hora del llamado, había graves
consecuencias para todas, sin importar que estuviera muerta. Las
selecciones eran hechas por el doctor Mengerle, el doctor Klein,
Irma Griese y otros altos oficiales Nazis, la selección
era para la cámara de gas y algunas veces para industrias.
Se retiraban de 20 a 40 personas por barraca, en promedio se
enviaban a la muerte de 500 a 600 personas por
selección.

CAPITULO VI

El
campamento

El campamento contaba con una avenida
principal de 500 metros de largo, era flanqueada por diecisiete
barracas por cada lado, las barracas eran retretes o lavabos,
alguna se destinaba a guardar los alimentos, otra manejaba y
mantenía a las reclusas. Había una jefa por cada
sección: Blocovasmismas que disfrutaban de
privilegios como alimentos, ropa, y de escoger esclavas entre las
reclusas, las mujeres peleaban entre sí, pues el robo era
la única manera de supervivencia, se robaba la ropa por
muy deshilachada que estuvieran y las miserias de comida que
sobraban.

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CAPITULO VII

Una
proposición en Auschwitz

Olga conoció a un joven polaco que
sonreía al pesar del descarnado espectáculo que a
diario tenía que presenciar. Llevaba cuatro años en
campos de concentración, inician una amistad. Tadek invita
un día a Olga a salir de la barraca y la lleva a un lugar
donde otros reclusos cocinaban una papa, para Olga aquello era
imposible pues ningún alimento de esos era para los
prisioneros. Tadek mostró sus intenciones al querer
seducir a Olga quien pronto se desilusionó del
único amigo que tenía, Tadek no se disculpaba,
hablo con Olga y le dice que la vida en un campo de
concentración es horrible y todos tenían que
procurarse pequeños placeres, Tadek intercambiaba comida
por sexo. Olga encontró a hombres y mujeres apretados en
una pequeña estancia donde el mercado negro de favores
sexuales por algún pedazo de pan eran las reglas del
juego. Un anciano que remojaba su pan se encontró con un
pedazo de patata que, por no tener dientes no podía comer,
se lo ofreció a Olga y cuando aquella se proponía
comer su preciado bocado, se le fue arrebatado por otra mujer, de
nada servía el reclamo pues la ley del más fuerte
imponía.

CAPITULO VIII

Soy condenada a
muerte

Después de algunas semanas, Olga
Lengyel era un esqueleto viviente, víctima de temperatura
y ataques de tos, un día, fue seleccionada junto con otras
mujeres a la cámara de gas, Olga quería hacerlas
reaccionar o dejarlas en sus fantasías, Magda una de sus
amigas, la acompañaba, Olga le dice que tienen que huir,
pero Magda la ignora. En un descuido de los guardias, Olga
escapó y llegó a otra barraca y regresa a su
barraca, la blocova de su zona reconoció a Olga y le
pidió sus botas a cambio de no decir nada, Olga
acepto.

CAPITULO IX

La
enfermería

Un día se anunció la
creación de un hospital en la barraca 15, Olga es
seleccionada para atender la enfermería en ese lugar,
diariamente llegaba a recibir más 1500 enfermas y aunque
en el hospital de la barraca había en promedio
de 450 pacientes, escaseaba la medicina y el agua por lo que
todo, incluyendo las operaciones se realizaban en un ambiente de
gran suciedad. 

CAPITULO X

Un nuevo motivo
para vivir

Aunque el campo era básicamente de
mujeres, había algunos internos hombres, un francés
al que Olga llamaba como L, llegó a convertirse en un
visitante asiduo a la enfermería. Además de su
presencia simpática y graciosa, L traía noticias
sobre el frente de guerra. Olga supo a detalle, todo lo que
ocurría en Birkenau y Auschwitz.

Dos crematorios eran enormes y
consumían una cantidad extraordinaria de cadáveres
en poco tiempo. Cada unidad consistía en un horno, un
vestíbulo, y una cámara de gas. Todas constaban con
una chimenea, que era alimentada con nueve hogueras. Los cuatro
hornos de Birkenau eran calentados por treinta fogatas en total
se podían reducir 360 cadáveres a cenizas cada
medía hora, y 17, 280 cadáveres cada  24
horas 

CAPITULO XI

Canadá

Canadá era el nombre con que se
conocía al edificio que resguardaba los objetos de valor
que habían sido confiscados por los custodios. Trabajaban
1200 hombres y 2000 mujeres, adentro se encontraba desde juguetes
hasta botellas de vino, trabajar o tener algún contacto en
el Canadá constituía un verdadero privilegio, pues
había mercado negro en su interior.

CAPITULO XII

El
depósito de cadáveres

Olga a pesar de trabajar como enfermera, eso no era
motivo para no trabajar, como todas, en el transporte de
cadáveres, el trabajo consistía en trasladar los
cuerpos de la enfermería al depósito donde
guardaban los cadáveres.

CAPITULO XIII

El "Ángel
de la Muerte" contra el "Gran Seleccionador"

El doctor Fritz Klein, quién
había seleccionado a Olga como enfermera, era un alto
oficial que se encargaba, junto con Irma Griese y otros
oficiales, Olga Lengyel fue castigada por Irma Griese sin
embargo, apareció el doctor Klein y la mandó
llamar, Olga rompió filas y se acercó al doctor
quien le entrego un paquete de medicinas, Irma Griese, quien era
la jefa de campo enfrentó al doctor, Klein no se
dejó intimidar pues era el jefe de sanidad del campo,
ambos discutieron por Olga, cuando Olga llegó a su
barraca, fue llamada por el "ángel de la muerte" quien la
golpeó repetidas veces.   

CAPITULO XIV

Organización

Organizar era sinónimo de robar,
robar a los alemanes para la supervivencia de la gente. L
consiguió cinco cucharas y una se la regaló a Olga
quien como todas las reclusas usaban sus manos para comer,
desgraciadamente su cuchara no tardó en
ser robada por una antigua millonaria.

CAPITULO XV

Nacimientos
malditos

Los partos representaban el problema
más grave de la enfermería, si la madre y el
bebé nacían vivos eran mandados de inmediato a la
cámara de gas, sólo los bebes que nacían
muertos garantizaban unos meses de vida más a la madre.
Olga Lengyel y las otras enfermeras decidieron sacrificar
recién nacidos para salvar a las madres.

CAPITULO XVI

Algunos detalles
de la vida detrás de las alambradas

A finales del mes de noviembre de 1944, la
vigilancia había disminuido a tal grado, que una relativa
facilidad para que hombres y mujeres conversaran a través
de los vallados. Olga fue tatuada con el número 25,413, un
sin fin de signos se escondían bajo los tatuajes. La
práctica de cualquier religión estaba prohibida en
los campos, los religiosos eran humillados por los soldados, los
clérigos eran forzados a los trabajos más arduos y
las monjas, tenían que presenciar sacrilegios antes de ser
violadas por la tropa completa.

CAPITULO XVII

Los
métodos y su insensatez

Las torturas infringidas pasaban de la
crueldad absoluta a lo descabellado. Las prisioneras
podían ser obligadas a cargar piedras de un lado a otro o
limpiar los pozos usados como letrinas. El olor que quedaba
impregnado era inamovible.

Los cambios de residencia eran comunes, los
piojos también. Todas soñaban con escapar pero era
imposible.  Las custodias recibían premios por reas
cazadas, la alambrada de púas estaba electrificada,
había perros entrenados, y la sirena sonaba
permanentemente. Tadek, el polaco que alguna vez intentó
seducir a Olga, intento en vano fugarse. Su castigo fue, por
supuesto, su vida.

Capítulo XVIII

Nuestras vidas
privadas

6 meses vivió Olga con 5 personas,
posteriormente el personal aumentó a 12 pues las epidemias
se multiplicaban. Sus amistades son especialmente recordadas. La
sarna enfermó a Olga quién continuaba recibiendo y
entregando paquetes para la resistencia.

Capítulo XIX

Las bestias de
Auschwitz

Joseph Kramer la "Bestia de Auschwitz" era
el comandante en jefe del campo. Famoso por matar una tarde a
millares de checoslovacos. La autora lo vio algunas veces, cuenta
que en una ocasión, las mandaron formar filas y les
permitieron sentarse en el suelo. Kramer apareció
sonriente y agradable. Una orquesta empezó a tocar valses
y unos aviones pasaron a ras. Olga se dio cuenta que las estaban
filmando para realizar un falso documental. Por su parte, el
doctor Mengerle, acostumbraba desnudar a las presas y bajo sus
caprichos las golpeaba sin piedad. También el
"Ángel Rubio" Irma Griese es recordada por su
crueldad.  Sólo el doctor Joseph Klein tenía
actos más humanos hacía las presas llegando incluso
a salvar una cuantas.

CAPITULO XX

La
resistencia

Todo acto en el campo de
concentración de Birkenau o Auschwitz era de resistencia.
Cuando las empleadas del Canadá desviaban los productos
con destino a Alemania, cuando las trabajadoras de cualquier
índole retrasaban su trabajo, cuando hacían sus
pequeñas fiestas e incluso cuando lograban reunir a
familiares, eran considerados actos de resistencia con un solo
fin. Sobrevivir para contarle al mundo lo que les sucedió.
La información era divulgada gracias a L que incluso
llegó a construir una radio. Las noticias de las ofensivas
de los aliados elevaban la moral de las custodias.

El 7 de octubre de 1944, un crematorio
explotó. Un esclavo de las cámaras logró
introducir algunas bombas caseras. Sabía que a lo mucho
tenía tres meses de vida, pues su trabajo consistía
en retirar los cuerpos de la cámara de gas y sólo
permanecían algunos meses desempeñando esa labor.
Decidió dedicar sus últimos días a destruir
la cámara infernal. Algunos reos aprovecharon la
confusión y lograron fugarse. El grupo insurgente fue
atrapado y les dispararon en la nuca.

CAPITULO XXI

París ha
sido liberado

Un internado francés que
llegó un día a la enfermería, llamó
la atención de Olga pues en su cara se notaba una
felicidad contenida. El francés se acercó y le
cuchicheó al oído que París había
sido liberado. El rumor corrió con rapidez en los
baños y lavabos. La esperanza comenzó a emerger
entre todas las prisioneras.

Capítulo XXII

Experimentos
científicos

Los experimentos realizados por los altos
jerarcas Nazis, rayaban, como su ideología, en lo absurdo.
Miles de conejillos de indias fueron torturados para averiguar
cosas del tipo: cuánto aguanta un cuerpo humano a bajas, o
altas temperaturas antes de morir, otros se sumergían a
agua salada, la castración era practicada de las maneras
más inverosímiles, y se experimentaba con
sustancias para reducir el apetito sexual en las mujeres. En
cierta ocasión, llegó una medicina para los
tuberculosos, se aplicó y la mayoría
falleció. Los pulmones fueron mandados a la
compañía para su análisis. Se hacían
pruebas con hormonas y se ofrecían remedios contra el
insomnio, la mayoría de las veces, las pacientes
morían por la cura. Un millar de muchachos entre 13 y 16
años fueron esterilizados para satisfacer la curiosidad
médica Nazi. Se exponían a las mujeres a los rayos
X y después se extirpaban sus ovarios para analizar las
lesiones. 

CAPITULO XXIII

Amor a la sombra
del crematorio

Era obvio que los alemanes
pretendían acabar con todas las razas indeseables mediante
el exterminio directo y reduciendo al mínimo su
descendencia. Sin embargo el amor, retorcido en algunos casos, se
daba hasta en estos lugares. Las blocovas tenían sus
amantes así como los oficiales Nazis. Existía un
burdel para los soldados, mismos que si veían a una mujer
a su llegada en tren, podían apartarla y llevarla a su
propio burdel. Era raro que una custodia tuviera amante y las que
lo tenían gozaban de privilegios.

El avance de los rusos era eminente y para
la última época se respiraba un poco más de
libertad. Las fiestas terminaban en orgías y todo mundo se
prestaba a la degradación. 

CAPITULO XXIV

En el carro de la
muerte

Olga no perdió la esperanza de
volver a ver a su marido y luego de algunas pesquisas, dio con su
paradero. Logró enviarle una nota dónde le avisaba
que iba en su encuentro. La manera fue viajar en el "carro de la
muerte". Carro que transportaba a los locos que para la
lógica alemana, resultaban interesantes. Entre gritos,
personas masturbándose y parejas que simulaban la
cópula, Olga viajo al encuentro de Miclos. Ambos se vieron
más espectrales que nunca. Se dieron ánimos y se
despidieron discretamente, pues Olga viajaba de incógnito.
Fue la última vez que la autora vio al doctor Miclos
Lengyel. Tiempo después la zona fue desalojada. En el
camino, Miclos se detiene a ayudar a una persona desfalleciendo,
fueron acribillados por un soldado Nazi.

CAPITULO XXV

En el umbral de
lo desconocido

El 17 de enero de 1945 hubo un desalojo en
Birkenau. Los documentos oficiales fueron destruidos y se
ordenó el inmediato desalojo de la población. La
evacuación se inició a media noche con
dirección a Alemania. Sin duda las tropas
soviéticas se encontraban cerca de ahí. Olga
Lengyel salió de Birkenau con vida.

En el camino se encuentran muertos por
doquier, nadie se atreve a romper filas pues los soldados y sus
perros mantienen la vigilancia. Un estruendo lejano confirmaba la
noticia. Los rusos estaban cerca de ahí.

CAPITULO XXVI

La
libertad

Las detonaciones se multiplicaban. Se
apresura el paso. Los cadáveres aumentaban. Nadie puede
caer en manos de los rusos. Son las órdenes de los
soldados. Olga intuye que tiene que escapar. Pasó la noche
y logró escapar. Llegó a una iglesia y es alojada
por un hombre y su familia. Las patrullas alemanas continuaban su
patrullaje. Olga se encontraba en Polonia y fue de nuevo
descubierta por los alemanes. Nuevamente logra escapar pues el
caos reinaba en el ambiente. La capitulación estaba cerca.
Las velas de Stalin alumbraban el cielo alemán, esa noche,
las tropas rusas tomaron Berlín.

Capítulo XXVII

Todavía
tengo fe

Olga Lengyel habla sobre la crueldad que se
encierra en el hombre, ante tantos horrores que presenció,
llegó a dudar de la parte benévola. Algunas
personas que conoció durante su estadía, la
enseñaron a mantener la moral, la fe y la esperanza en
alto, a todos ellos y a las víctimas de los campos de
concentración dedica sus memorias.

Referencia
bibliográfica

Monografias.com

 

 

Autor:

Jonathan Martin Hernández
Reta

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