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Descentralización



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. El
    Perú: centralismo por antonomasia
  3. Los
    gravísimos riesgos que muestra la
    historia
  4. El
    centralismo: Secuela del colonialismo
  5. Países desarrollados: Países
    descentralizados
  6. ¿Qué lecciones deja la
    historia?
  7. La
    estructura social: El gran catalizador
    interno
  8. Las
    Profundas Inconsistencias de la Receta del Consenso de
    Washington
  9. Importantísima Clarinada de
    Alerta
  10. Las
    lecciones que nos deja todo esto
  11. El
    gobierno federal y las regiones federales
  12. No
    uno sino mil responsables
  13. El
    Presupuesto del Estado: instrumento
    decisivo
  14. Una
    nueva capital para el Perú
  15. Conclusión

Introducción

El libro "Descentralización. Si o si" de Alfonso
Klauer. Plantea como la descentralización ha sido y sigue
siendo, una importante forma de funcionamiento o de
comportamiento de una organización, empresa o gobierno, y
como esta puede beneficiar o perjudicar su desempeño. Para
este caso pone de manifiesto lo sucedido en el Perú, a
través de un de un recuento histórico de su
civilización, dando parte de anécdotas que han dado
forma a lo que hoy en día es el país, y como este
ha visto consecuencias importantes afectar o impactar a su
sociedad.

Perú al igual que muchos otros países, ha
experimentado diversas políticas que han marcado el curso
de su historia, así que analizando su pasado, se plantean
los retos y metas del futuro. La propuesta del autor, está
ampliamente analizada y sustentada, especialmente con su
conocimiento de la historia y de sus consecuencias en la sociedad
peruana.

El Perú:
centralismo por antonomasia

El Perú se puede considerar uno de los pueblos
más centralizados del mundo, sea consciente o no. Las
pruebas son irrebatibles. No obstante, hay quienes -como Betty
Alvarado -, sólo intentan a ver al Perú como"uno de
los países latinoamericanos más centralistas".
Aunque, la definición de qué pueblo muestra ese
récord resulta sinceramente irrelevante. Sin embargo es un
hecho de que, teniendo como patrimonio uno de los territorios
más densa y variadamente ricos del globo se posea, una
pobreza infame.

Es realmente incomprensible que sobre la extraordinaria
concentración de riqueza del país, se asiente una
concentración de hombres y mujeres con carencias de todo
tipo.

Pero estas críticas se remontan incluso a los
primeros días de la República. Tanto que ya la
Constitución de 1823 contenía disposiciones
descentralistas. Cien años más tarde el problema no
había cambiado para nada, y, en todo caso, se había
empeorado. "Uno de los vicios de nuestra organización
política es, ciertamente, su centralismo" -dijo con
claridad José Carlos Mariátegui en la década
del 20, en Regionalismo y Centralismo 3, el sexto de sus
célebres 7 ensayos de interpretación
de

la realidad peruana-. Para esa época el
crecimiento de la capital era el centro de debates y serias
inquietudes. En el debate de aquel tiempo, los más
"centralistas", los más ilusos, los más
equivocados, auguraban a la ciudad un ilusorio destino. No estaba
errado en cambio Mariátegui, que, apoyado en macizos
razonamientos y contrastaciones, indicó las debilidades
específicas de Lima y del centralismo

Cifras concluyentes

Los hombres y mujeres del Perú, deben tener
absoluta conciencia de que el área metropolitana
Lima-Callao, respecto del total del país,
posee:

32 % de la población,

33 % de las universidades,

35 % de la población estudiantil,

40 % de los maestros,

46 % de la energía hidráulica
producida

50 % de la capacidad de consumo,

51 % de los trabajadores estatales,

55 % del Producto Bruto Interno,

55 % de los médicos,

57 % de los estudiantes universitarios,

63 % de los abonados telefónicos,

70 % de los profesionales de la salud,

75 % del Producto Bruto Industrial,

80 % de la inversión privada,

80 % de los préstamos de la banca
comercial,

80 % de las clínicas,

85 % de los establecimientos industriales,

85 % de la generación de impuestos,

85 % de la inversión pública se decide en
Lima,

87 % de los consultorios,

90 % de los servicios comerciales,

90 % de los servicios financieros,

96 % de la recaudación de impuestos,

97 % de los gastos estatales se deciden en
Lima.

En muchos aspectos, pues, el Perú está
prácticamente concentrado en Lima. A pesar, que el
área Lima- Callao abarca sólo el 0.3 % del
territorio del país. Y es así como sobre 4
individuos (los ministros de Economía, de la Presidencia,
Interior y Defensa) esté el 72 % del presupuesto del
país. El centralismo del Perú es totalmente
insólito.

¿Cuál es el problema?

¿Por qué es un problema?

Lo más llamativo del centralismo sea la pesada
concentración de la población de un país en
su capital. Lima concentra el 32 % de los peruanos. Cabe destacar
una información muy reciente revela que el 46 % de la
población peruana habita en "60 kilómetros
cuadrados". Lo que significa el 0.005 % del territorio nacional.
A mediados de 1700, escasamente el 3 % de los pobladores del
país habitaban en la ciudad de Lima. En 1830, sin embargo,
esa cifra ya se había elevado a 5 %. Lo que era un muy
significativo incremento de casi 70 %. En 1940, ese porcentaje
prácticamente se había replicado y alcanzaba ya el
9 %. De allí en adelante, el fenómeno de
concentración urbana en Lima siguió multiplicando a
un ritmo absolutamente apresurado.

Esa concentración poblacional en Lima, no es tan
asombrosa. Causa asombro constatar que, en esos tres siglos, en
ninguna capital de Europa ni en EEUU ha ocurrido nada semejante.
Así, París tiene 16 % de la población de
Francia, Londres al 12 % del país, Berlín
difícilmente al 4 % de los germanos y Washington apenas el
0.6 % de los norteamericanos. Digno de observación, el
fenómeno que se

ha presentado en el Perú. No tanto hecho de que
el explosivo crecimiento urbano ha significado construir miles de
hectáreas de arenales y laderas y más de 15 000
hectáreas agrícolas en los valles de Lima, que bien
podían recuperarse aumentando la frontera agrícola
en otros sitios del país.

El inaudito crecimiento poblacional de Lima
afloró como un serio y gravísimo problema cuando se
tuvo conciencia de que:

  • 1) era el resultado de una gran
    migración de pobrísimos campesinos y de no
    menos pobres y desocupados jóvenes de pequeños
    pueblos andinos, que llegaban a la capital en busca de las
    oportunidades.

  • 2) la ciudad sólo satisface unas pocas
    expectativas y mayores posibilidades de
    esparcimiento

  • 3) la ciudad es incapaz de resolver la demanda
    más apremiante de los migrantes: trabajo digno y bien
    pagado

  • 4) en ausencia de alternativa, los migrantes
    informalizan total y absolutamente la ciudad, invaden y
    bloquean pistas, veredas y terrenos

  • 5) el país no tiene capacidad de
    sustituir, con nuevos terrenos agrícolas o con mas
    productividad, las tierras urbanizadas, ampliando así
    la demanda externa de alimentos, y la inflación de
    precios de la producción interna.

  • 6) la ciudad no es capaz de ofrecer a los
    migrantes, los servicios urbanos que tradicionalmente
    venía prestando a sus antiguos pobladores.

  • 7) al no aumentar la oferta de servicios, los
    sectores medios, han visto afectada seriamente la calidad de
    los que venían recibiendo,

Por tanto, el centralismo, cobraba un elevadísimo
costo de oportunidad, en la agricultura, ganadería y
minería. Pero también un altísimo costo en
términos de seguridad nacional: a más espacios
desocupados, mayor vulnerabilidad y mayores costos en Defensa.
Presentándose un enorme problema nacional.

¿La autocracia nos llevará al
límite?

Las cifras mencionadas, retratan una sociedad profunda y
gravemente afectada. Tristemente, es el resultado de
políticas erradas, aplicandas en los últimos
años al país.

Podemos apreciar que el centralismo no es sólo
concentración de la población. Es también
concentración de especialistas; de instituciones y
empresas; de gasto e inversión. Y, sobre todo,
concentración de poder de decisión.

El presidente Fujimori, ha tenido más poder que
ningún otro hombre en la historia de la República.
Es necesario recordar a la vieja historia del Perú para
encontrar análogos. Y pueden encontrarse dos: el inka
Huayna Cápac, en el siglo XVI; y el virrey Toledo, en el
siglo XVII. Al primero, le cupo el penoso privilegio de sellar la
debacle del Tahuantinsuyo, el inmenso y agresor imperio al que
habían dado forma, él, su padre y su abuelo. El
virrey Toledo, por su parte, provisto de un también
gigantesco poder imperial, al unísono, definió el
terrible genocidio de la población andina en los socavones
de Huancavelica y Potosí, y la conversión del
Perú, durante 100 años, en el mayor productor de
plata del mundo, entregando al naciente capitalismo occidental,
gran parte de una gigantesca riqueza que, que se puede estimada
hoy en 750 mil millones de dólares.

Los
gravísimos
riesgos que muestra la
historia

El centralismo es dañino y perjudicial.
Históricamente dos de las más notables experiencias
de centralismo en el mundo antiguo se dieron en

Nínive y Roma. En Mesopotamia, la enorme ciudad
de Nínive fue cruelmente saqueada. Por su parte, los
persas, cuando por segunda vez vencieron a los babilonios, tras
una larga venganza, ejecutaron el empalamiento de "hasta tres mil
de los principales", como indica Herodoto, el cual registra que a
las mujeres se les cortaban los pechos. La caída del
Imperio Romano incluye el saqueo y destrucción de Roma, a
cargo de los visigodos y, años más tarde, los
vándalos. Y en los Andes, dos mil quinientos y quinientos
años antes del primer viaje de Colón, Chavín
de Huántar y Wari fueron blanco de venganza por parte de
los pueblos que habían sometido. En todos los casos, la
acción de represalia y venganza se vio asombrosamente
suministrada por la vulnerabilidad de las sedes
centrales.

Se tiene el ejemplo de la vulnerabilidad de Chan Chan,
la centralizada sede del Imperio Chimú. A las tropas del
Imperio Inka les bastó desviar el curso del río
Moche para liquidar el Imperio Chimú, matando de sed a la
élite norteña que se había aislado en su
ciudadela. Lima corre riesgo parecido porque para saciar la sed
depende exclusivamente del del río Rímac. O porque
para mover su industria está a expensas de las aguas del
Mantaro que se represan en Tablachaca. O porque para el
abastecimiento alimentario sólo tiene tres vías
que, no están interconectadas entre sí. Muy graves
son pues los riesgos sobre Lima. Lo que sería un alto
precio que históricamente podría pagar el
centralismo peruano.

A través de la historia podemos aprender mejor
todo lo relacionado con el centralismo. Pero, existen
además, tres razones:

  • a) Aumentar y mejorar las formas de enfrentarlo
    hoy en dia

  • b) Recolectar información que permita
    evitarlo

  • c) Obtener la mayor cantidad de los mejores
    instrumentos para tratar de resolverlo a corto, mediano y
    largo plazo de ser posible

Centralismo y descentralismo en la
historia

El centralismo tiene 8.000 años en la historia de
la humanidad. Apareció por primera vez en Mesopotamia, al
igual que las guerras de conquista

y al mismo tiempo que la esclavitud. Algunos lo
consideran una especie de enfermedad del género humano,
aunque no afecta a todos los pueblos, y a los que ataca, no los
afecta por igual. Después de Mesopotamia surgio
sucesivamente en los diversos imperios del antiguo Egipto.
Más tarde con el Imperio Romano. Y así,
continuamente, con todos los imperios en la historia de
Occidente. La humanidad, había conocido y experimentado
solo la descentralización -y sólo ella- durante sus
primeros 20 000 años de vida. Pero pocos pueblos la han
conocido y experimentado en estos últimos 8 000
años. Entre ellos, muy pocos y

privilegiados la conocen y disfrutan hoy. La historia de
Perú también ha tenido esta experiencia.
Así, al cabo de miles de años de
ocupación

absolutamente descentralizada del territorio, el
centralismo recién apareció en los Andes bajo el
Imperio Chavín, hace 4 000 años, durando unos 1 000
años. Los historiadores llaman a este periodo "Horizonte
temprano", en el que por casualidad, como solitario y
único vestigio de la concentración de la riqueza -y
de la población- aún se conservan las
construcciónes del Callejón de Conchucos, entre las
que sin duda sobresale el magnífico templo
megalítico de Chavín de Huántar.

Con la caída del primer imperio andino, se dio
paso a un segundo período de descentralización.
Tampoco por simple coincidencia fueron

mil años de florecimiento y gran desarrollo
material y cultural. Basta reconocer que entre el siglo V aC y el
siglo V dC, surgieron las magníficas civilizaciones
Mochica, Lima (Pachacámac), Paracas, Nazca y Tiahuanaco.
Consideradas expresiones de creatividad y manifestaciones de
riqueza en todo el territorio andino.

La feroz arremetida militar Wari -el "Horizonte
intermedio"-, que desde Ayacucho conquistó un territorio
de casi 600 000 km2, dio paso a la segunda y traumática
experiencia de centralización compulsiva. Con una
duración de cuatrocientos años. Suficientes para
que quedaran destrozadas todas las manifestaciones de desarrollo
que se

habían estado gestando en los Andes. Tras la
resonante y violenta caída del Imperio Wari, llego el
tercer y hasta ahora último período descentralista
en la historia de los pueblos del Perú.

La descentralización volvió a desplegar
sus bondades y encantos . Así, en los siglos XIII y XIV
dC, febrilmente prosperaron los tallanes, en Piura; los
cajamarcas, los chachapoyas, los
chimú -que sin embargo desde Chan Chan devinieron
luego centralistas-; los pobladores de los valles de Lima, que
han dejado variadas demostraciones de la riqueza que fueron
capaces de fundar (Maranga, Pucllana, Mateo Salado, Armatambo,
Puruchuco, Melgarejo, etc.); y, entre muchos otros más,
los huancas, los pueblos de Cañete y Chincha,
pero también los inkas, en los valles del
Cusco.

Esto es expresiones de gran concepción de riqueza
en todo la región. A todo ello, asombrosamente, se le
resume en la historiografía tradicional con el nombre de
"Intermedio tardío". A ese próspero descentralismo
habrían de sobrevenir, sin pausa, tres descomunales
centralismos: el del Imperio Inka, desde el Cusco, y por espacio
de sólo un siglo; el de la Colonia, y el de la
República, desde Lima, y que llevan ya acumulados casi 500
años. Frente a los variadísimos, regados por todo
el territorio y notables logros de los períodos
descentralistas, palidecen las realizaciones de los
períodos centralistas e imperiales.

Durante el Imperio Chavín sólo se
acentuó Chavín de Huántar. Durante el
Imperio Warisólo la ciudad Wari, en Ayacucho. Y durante el
Imperio Inka, solamente el Cusco. El resto de sus grandes
actuaciones materiales fueron fortificaciones y centros
administrativos del imperio.

Más no evidencias de un desarrollo uniforme ni de
mejora social.

Sin embargo para los historiadores, todas esas
realizaciones materiales imperiales son la expresión
más alta de "la grandeza de la historia del Perú",
como sin paliativos se miente un intelectual peruano como Jorge
Cornejo Polar. No hay ningún registro de los nombres de
quienes se enarbolaron sobre los demás para formar los
imperios Chavín y Wari. Sí en cambio en el caso de
los inkas.

Por lo tanto los más afectivos y pomposos de los
historiadores tradicionales pueden comentar, como el
político y académico Enrique Chirinos Soto: "..el
Emperador Túpac Yupanqui, padre de Huayna Cápac],
por la cantidad de tribus sometidas y por la extensión de
tierras conquistadas, [es] más grande que Alejandro Magno
(…); más que Julio César (…); y más
todavía -y éste es el mayor elogio que yo pueda
tributarle- que Napoleón Bonaparte…" .

En esos corto de vista, equívocos y presumidos
sustentos se fundan anhelos como la del también
político y académico Raúl Diez Canseco, pero
también de Barrenechea Lercari, que ilusamente intentan
vender a parte de los peruanos la idea de repetir, "en la era
moderna", "ese Perú de los Incas".

Muy a propósito repercuten, entonces, las
sentidas pero expertas conclusiones de Fernando Silva Santisteban
: "…me preocupa el enorme desconocimiento de nuestro pasado, no
sólo por parte del común de la gente, de los
estudiantes universitarios, sino de muchos profesores de historia
e inclusive intelectuales".

La costumbre natural de centralismo en el Perú,
aun cuando comprobadamente "reciente", ha sido pues bastante
prolongada y desfavorable. Ha estado bajo la compromiso de los
antiguos chavín, de los antiguos
ayacuchanos y de los antiguos cusqueños.
Pero -¿puede suponerse acaso que por simple casualidad?-,
todas han derivado en

los mismos resultados: enriquecimiento -aunque pasajero
y superfluo- del centro y sus protagonistas, y empobrecimiento
del territorio de la periferia y sus pobladores. Y tampoco es una
sencilla casualidad que, consecutivamente y hasta ahora, siendo
expresamente monitoreada desde España, Inglaterra y
Estados Unidos, siga consiguiendo los mismos frustrantes y
funestos resultados: un gigante con pies de barro en Lima, y el
doloroso atraso, pobreza y desidia de las provincias del
Perú.

Así, pues, debe reflejar meridianamente claro que
si, actualizándolo, algo del pasado asumimos que
rehabilitar en el Perú de hoy y de mañana, es el
extraordinario y fértil descentralismo preinka. Pero
debemos sí confinar la idea de reeditar cualquier forma de
imperialismo.

El centralismo:
Secuela del colonialismo

El centralismo nunca se ha hecho presente durante la
vigencia de los Proyectos Nacionales. Por el contrario, durante
dichas experiencias, siempre se ha expuesto una "natural"
afición a la descentralización que, aunque
sobrentendida, fue siempre cierta. De allí que hasta que
no salieron los fenómenos imperialistas y coloniales, la
humanidad desconoció el centralismo. Debemos de ser
idóneos de observar diversos ángulos del mismo. En
primer lugar, en el centralismo no siempre ha sobresalido el
aspecto de congregación poblacional en la
capital.

Aunque siempre presente la inevitable "atracción
fatal" de la sede imperial -que atraía a los extranjeros
como una fuente de luz atrae a las polillas-, nunca vistió
en la antigüedad las simetrías que hoy se dan a ese
respecto.

Así, durante extensísimos períodos
de la historia de Occidente, dentro del centralismo,
sobresalió el centralismo económico: las riquezas
de la periferia fluían constantemente hacia el centro
hegemónico.

Ocurrió en Mesopotamia y Egipto. Por cierto
también durante el paradigmático Imperio Romano.
Los historiadores no han podido callar, por ejemplo, que
sólo la caída del imperio puso término a la
transferencia masiva de recursos (…) hacia Roma…. Siglos
después España, Francia e Inglaterra reanudaron la
misma experiencia, llevando a Europa incontables riquezas
extraídas de sus colonias americanas, asiáticas y
africanas.

En América, antes del "descubrimiento", la
historia fue muy parecida. Los imperios Maya y Azteca han dejado
pomposas demostraciones arquitectónicas del centralismo
económico que aplicaron. Como por igual ocurrió
aquí en Chavín de Huántar y en Wari. Y el
Cusco que maravilló a los conquistadores no fue
también sino la consecuencia del siglo de agravado
centralismo, imperialista y confiscatorio, que impusieron los
inkas a la veintena de naciones andinas que conquistaron y
sojuzgaron.

En segundo lugar, si bien todo muestra que todas las
sedes hegemónicas progresaron desproporcionadamente, hay
pruebas suficientes de que ello no devino en el despoblamiento y
abandono de la periferia. Es muy ilustrativa al respecto la
verificación que hicieron los conquistadores
españoles en el Perú, estando, aunque en plena
crisis cismática, aún vigente el Imperio Inka. Se
dijo, en efecto, que los pobladores andinos "vivían
aislados conforme a sus antiguas costumbres" . ¿Puede
equívocamente colegirse de ello que los nativos peruanos
tenían alma de ermitaños y que, por consiguiente,
les gustaba

vivir aislados. No, por "aislados" debe entenderse
"dispersos en el territorio, ocupando y explotando
económicamente todo el espacio disponible". Es decir, debe
entenderse que tenían una actitud y una conducta
preferentemente descentralistas que, en su siglo de existencia,
el Imperio Inka no logró suprimir aun cuando logró
aplicar el centralismo en todo el conjunto del
imperio.

Mas la sorpresa de los conquistadores no partía
del hecho mismo de que la población nativa viviera
totalmente dispersa en el territorio andino. Al fin y al cabo,
asi ocurria en su tierra. No tenía entonces por qué
llamarles la atención. Su real y especialísimo
motivo de asombro fue que el descentralismo andino atentaba
contra los intereses de España: dejaba al virreinato sin
la fuerza de trabajo que le era precisa para extraer las riquezas
que internaban las entrañas de los Andes. Y los obligaba a
costosísimos y agotadores recorridos para captar esa mano
de obra y para captar los gravámenes que se habían
planteado cobrar a los nativos.

Así, en obediencia estricta de los objetivos
imperiales -y con órdenes precisas a ese respecto-, el
virrey Toledo "redujo" drásticamente el territorio
poblado, dando forma a las "reducciones", esas artificiales
concentraciones de la población que, entre otras
derivaciones, dieron cauce al drástico y compulsivo
abandono de millones de hectáreas de andenes y miles de
kilómetros de vías de comunicación que
durante milenios se habían construido en los
Andes.

Coincidentemente con la constatación de
descentralización que hicieron los españoles en
América hace quinientos años, los pueblos
más "atrasados" del mundo actual se cuenten necesariamente
entre los más descentralizados del planeta.

El tercer y último aspecto del centralismo en el
que pretendemos poner énfasis, es el hecho de que las
naciones imperialistas, aún cuando centralizan la riqueza
y la población de los territorios que conquistan y
dominan, no se centralizan poblacionalmente a sí. Por el
contrario, preservan decisivamente, y con gran eficacia, su
propio y sano descentralismo.

Positivamente, centralizaron a sus colonias pero se
mantuvieron a sí mismas como naciones descentralizadas. En
suma, pero particularmente con lo dicho en este acápite,
puede construirse una matriz como la siguiente: Es decir, en el
contexto de sus propios Proyectos Nacionales, tanto los pueblos o
civilizaciones "avanzadas", como las civilizaciones "primitivas",
experimentan los beneficios del descentralismo. En tanto que, en
el contexto de Proyectos Imperiales, mientras que las naciones
hegemónicas -que siempre han sido los pueblos o
civilizaciones "avanzadas" de su época-, preservan el
descentralismo, los pueblos sojuzgados -que siempre han sido las
naciones "primitivas" de su época-, caen, o, mejor, son
empujados a caer en el dañino y funesto centralismo.
Éste, pues, sólo surge en el contexto de los
fenómenos colonialistas e imperialistas.
¿Cómo negarse a admitir, entonces, que el
centralismo es una evidente secuela histórica del
colonialismo?

Países
desarrollados: Países descentralizados

Como los grandes países desarrollados que ya
hemos citado, Suiza, Israel y Japón tienen también
índices de centralismo poblacional muy bajos: 5, 6 y 7 %,
respectivamente.

Australia es uno de los países desarrollados con
mayor índice de concentración poblacional: 20 %.
Pero hay sólidas y contundentes razones que lo explican
Australia es uno de los países desarrollados con mayor
índice de concentración poblacional: 20 %. Pero hay
sólidas y contundentes razones que lo explican; es una
isla recientemente ocupada en su conjunto, alcanza a 7 % el
promedio ponderado de concentración poblacional en las
capitales.

Los pueblos desarrollados del planeta muestran el mismo
sensato y eficiente patrón de ocupación poblacional
del territorio se pone en evidencia hoy en muchos pueblos de
África, pero por cierto también en Asia.

La descentralización es -dice pues acertadamente
Barrenechea Lercari- "una condición fundamental del
desarrollo" Pero derrapando sólo dos líneas
después, agrega: "Así lo están entendiendo
[los] países desarrollados…"

Para terminar este acápite, sólo nos resta
poner de relieve un aspecto en esta cuestión: los pueblos
desarrollados de hoy -como Alemania, Japón o Estados
Unidos, por ejemplo- no fueron nunca colonias salvajemente
sojuzgadas, o -como en el caso de Francia, Inglaterra o
España, que durante siglos vieron bajo la feroz
hegemonía del Imperio Romano-, de ello han transcurrido ya
nada menos que dos mil años.

En definitiva, no puede disociarse "autonomía" e
"independencia" o, si se prefiere, "Proyecto Nacional", de
"desarrollo" y "descentralismo". Y tampoco puede disociarse
"sojuzgamiento" y "dependencia" o, si se prefiere "colonialismo",
de "subdesarrollo" y "centralismo" En definitiva, no puede
disociarse "autonomía" e "independencia" o, si se
prefiere, "Poyecto Nacional", de "desarrollo" y "descentralismo".
Y tampoco puede disociarse "sojuzgamiento" y "dependencia" o, si
se prefiere "colonialismo", de "subdesarrollo" y
"centralismo.

Las viejas y poderosas causas del
centralismo de hoy

En el caso de los pueblos de América Meridional,
siendo que el colonialismo -militar y económico, primero,
y económico y cultural, ahora- lleva ya quinientos
años de vigencia continua, no podemos desconocer entonces
que el acusado centralismo de hoy tiene muy antiguas y poderosas
causas, y muy hondas y gruesas raíces.

Debe quedar claro asimismo que el centralismo
poblacional también había empezado a mostrar
índices de gravedad durante el propio período
colonial. ¿Acaso no hemos visto antes que entre 1700 y
1830 la población de Lima había pasado del 3 al 5 %
de la población del territorio del Perú?

En el tema que enfrentamos -centralismo y
descentralización-, la historia ofrece muchas lecciones,
muy importantes y dignas de ser tomadas en cuenta, tanto hoy como
de cara al futuro.

¿Qué lecciones deja la
historia?

No es suficiente contar con un territorio
providencial

El Perú reúne, como casi en ningún
otro rincón del globo, en el menor espacio:

  • La más amplia gama de climas y eco-sistemas
    del mundo. De los 103 ecosistemas o zonas de vida del mundo,
    84 coexisten en el Perú" Ello otorga al Perú
    una sin par potencialidad agrícola y
    pecuaria.

  • El suelo y el subsuelo, ha sido irrazonable e
    ineficientemente mal explotado-, el más variado
    espectro de riquezas materiales: oro, plata, zinc, hierro,
    cobre, petróleo, guano y salitre; anchoveta,
    etc.

El Perú, en relación con la
extensión de su territorio, es uno de los espacios
más densamente ricos del planeta.

Es decir, para alcanzar el desarrollo, no es suficiente
con que un pueblo sea potencialmente rico.

Inversión, el quid del
asunto

Y es que el quid de la cuestión -la "clave
secreta" del Desarrollo-, no reside solamente por la riqueza de
la que potencialmente puede disponer un pueblo. Más
allá de la riqueza patrimonial de una nación,
cuenta:

  • Cuando de ella se explota económica para
    satisfacer las necesidades de alimentación, vestido,
    vivienda, etc.

  • En qué proporción los excedentes
    generados se destinan a gasto y a
    inversión.

Así, hoy los pueblos disfrutan de mayor o menor
bienestar, o padecen de mayor o menor pobreza, dependiendo de
cuán grandes o pequeñas fueron sus inversiones
productivas, y de cuán grandes o pequeños fueron
sus gastos improductivos en el pasado.

Capacidad de generación de
excedentes (G)

Sin la menor duda, a mayor capacidad de
generación de excedentes, mayores posibilidades de
alcanzar el Desarrollo.

Monografias.com

Sólo durante la Colonia en el Perú se
generaron excedentes por más de un millón de
millones de dólares de hoy.

Inversión de riqueza generada
(I)

La capacidad de generación de excedentes resulta
la proporción en que dichos excedentes son productiva y
eficientemente invertidos.

Tanto desde Madrid como desde Lima, se impuso una
inmensa mayor predisposición hacia el gasto improductivo
que hacia la inversión reproductiva.

Inversión en el territorio (T)

Hasta donde se sabe, las dos únicas grandes
inversiones productivas que se concretaron durante la Colonia, en
el territorio del Perú actual, se hicieron en las minas de
plata y mercurio de Huancavelica y, muy posteriormente, en las
minas de plata de Pasco.

Lo cierto, entonces, fue que de los inmensos excedentes
generados en el Perú a expensas de la riqueza y de la
fuerza de trabajo de los peruanos -según cálculos y
actualizaciones propias- 750 mil millones de dólares
fluyeron a España. Y, en su mayor parte, de allí a
enriquecer a casi todo el resto de Europa.

Inversión descentralizada (D)

Finalmente, debe tenerse en cuenta que, para alcanzar el
desarrollo y el bienestar, no basta con que una significativa
fracción de los excedentes se invierta.
Complementariamente, es fundamental y decisivo que esas
inversiones se materialicen de manera descentralizada en el
territorio del pueblo en cuestión.

El "secreto", pues, no tiene ninguna de las
sofisticaciones ni ninguna de las elaboradísimas
fórmulas macroeconométricas con que nos marean
muchos encumbrados economistas de hoy.

Ahorro y descentralización:
Decisiones trascendentales

En síntesis, no es difícil probar
cuantitativamente -como también lo insinúa el
Gráfico, que, independientemente de la capacidad de
generación de riquezas que tenga un pueblo en su
territorio (G), muchísimo más importante resultan
las decisiones de ahorrar e invertir (I), en su propio territorio
(T), de manera absolutamente descentralizada (D).

El poder: La mejor
explicación

Pero a su vez, ¿cómo explicar que unos
pueblos deciden invertir, e invertir escentralizadamente en su
territorio, y otros no logren hacerlo? ¿Acaso porque
aquéllos son inteligentes y los otros torpes?
¿Acaso porque aquéllos son "blancos" y éstos
cholos", "mestizos" o "negros"?

En el poder, o, mejor, en la "correlación de
fuerzas", está el nuevo "secreto". Desde la perspectiva
del país -y para el tema que nos ocupa-, a lo largo de la
historia y en cada momento histórico, la
correlación de fuerzas ha estado definida por factores y
fuerzas endógenas.

Sin duda, en el análisis del problema del
centralismo -como estamos tratando de hacer- deben ser tomados en
cuenta todos y cada uno de esos factores.

Factores exógenos

  • Los intereses y objetivos reales -no necesariamente
    explícitos- de cada uno de los protagonistas del
    contexto, pasado, presente y futuro -ya sean países,
    empresas, instituciones, etc.

  • La magnitud objetiva de las fuerzas o presiones
    -militares, políticas, económicas,
    tecnológicas, etc.

  • La imagen que el país y sus gobiernos han
    proyectado y proyectan al exterior, y, en todo caso, las
    imágenes que han prevalecido.

  • Las diversas coyunturas político-sociales que
    se han dado y puede preverse que se den en el contexto
    -guerras mundiales, conflictos regionales, etc.

  • Las diversas coyunturas económico-financieras
    internacionales.

  • Las circunstancias geográficas y/o
    climáticas -que eventualmente, pueden representar un
    fortalecimiento, o, alternativamente, un
    debilitamiento.

Factores endógenos

  • Los intereses reales y no sólo
    explícitos de cada uno de los protagonistas del
    país grupos sociales, grupos regionales, grupos
    étnicos, empresas, instituciones, etc.

  • La magnitud objetiva de las fuerzas o presiones
    -militares, políticas, económicas,
    etc.

  • Las alianzas internas relevantes, explícitas
    e implícitas.

  • El balance y especificidad de las diversas
    situaciones político-sociales que se han dado y las
    que pueden darse -unidad interna o enfrentamiento.

  • Las diversas coyunturas económico-financieras
    que se han dado en el país.

  • La estructura social interna -la homogeneidad
    social.

  • La imagen que mutua y recíprocamente se
    proyectan pueblo y gobierno -que, en conjunto, fortalece si
    es mutuamente positiva, y debilita si es mutuamente
    negativa.

Factores combinados

Las alianzas económicas sobre todo ellas, vienen
jugando en la historia un papel preponderante. En efecto, la
asociación económica entre intereses nacionales y
extranjeros constituye un importantísimo factor combinado
-dado que no es puramente exógeno ni exclusivamente
endógeno.

En todo caso, nos resulta bastante claro que, en el
futuro, toda negociación internacional de ese
género deberá estar, prioritariamente, guiada por
el objetivo de descentralizar al país.

Pero también nos resulta claro que, con la debida
y conciente participación de las poblaciones involucradas,
éstas sabrán reconocer adecuadas compensaciones a
los "socios extranjeros" de la
descentralización.

Factores desperdiciados

¿Existen realmente los factores desperdiciados?
Sí. En muchas circunstancias, algunos actores, guiados
exclusivamente por sus objetivos inmediatos y sus intereses, o
con extrema ceguera, han dejado de usar factores que, aún
cuando no hubiera revertido totalmente la correlación de
fuerzas, habrían podido modificarla significativa y
positivamente.

Brasil, El enorme país amazónico -aunque
nunca hayamos tenido conciencia seria y lúcida de ello-,
es vecino nuestro. Más aún, es aquel con el que
compartimos no sólo la frontera más larga, sino una
de las fronteras artificiales más extensas creadas por el
hombre en la Tierra.

En el mundo entero, en particular allí donde
priman decisiones razonables -incluyendo por cierto las
económicas- las vías de comunicación se
construyen pensando -casi siempre prioritariamente -en los
mercados más relevantes. A ese respecto, las grandes y
medianas ciudades de Brasil son mercados objetivamente más
importantes que las del norte de Chile, o las de Ecuador y
Bolivia.

Factores fatales

Entre los enumerados no están todos los factores
que definen la correlación de fuerzas que actúa en
y sobre un país para poder o no llevar adelante su
Proyecto Nacional.

Recogeremos sólo dos de la historia peruana: la
expropiación de las salitreras de Tarapacá, que dio
origen a la guerra con Chile; y la "consolidación de la
deuda interna".

Proporcionalmente, pocos negocios como el del guano han
tenido en la historia de la humanidad una significación
económica tan grande, quizá sólo comparable,
antes, con la explotación de la plata de América, y
hoy, con el petróleo, el narcotráfico o la venta
internacional de armamentos (lícita e
ilícita).

Bruscamente, sin embargo, a partir de 1873, el negocio
del guano entró en una gravísima crisis. Y con ella
la economía del presidente Pardo y sus amigos. Mucho se ha
dicho que esa crisis fue el resultado de la
sobreexplotación a que había estado sometido el
valioso recurso natural.

Sin embargo, lo que el país perdía por
menores ventas de guano lo recuperaba con mayores ventas de
salitre. El país, pues, no se perjudicaba del todo con la
crisis del guano.

En efecto, como se ha dicho, el negocio del guano fue de
magnitudes excepcionales. De magnitudes que los peruanos de hoy
no tenemos conciencia lúcida, porque los textos de
Historia no son suficientemente enfáticos ni
suficientemente claros.

¿Qué ganó el Perú con
tamaña riqueza? Poco, muy poco. Veamos por qué. Con
los ingresos del guano, el presidente Ramón Castilla
montó parte de la enorme popularidad que hasta hoy
conserva en la mente de los peruanos.

Frente a todo ello y mucho más, Castilla, en
1849, en su mensaje al Congreso de la

República al concluir su primer mandado,
declaró: "la ley de consolidación es un principio
fecundador que ha brindado innumerables beneficios; es una ley de
consuelos y sólidas esperanzas para una multitud de
familias; una tabla de salvación en el naufragio de tantas
fortunas: un nuevo elemento de bienestar y orden".

La Consolidación de la Deuda Interna virtualmente
no incluyó a ninguno de los campesinos pobres (o sus
herederos) que, entregando unos pocos animales, habían
entregado, en realidad, la mitad, más de la mitad o todos
sus bienes.

El reconocimiento de estos gravísimos hechos no
es de hoy. En la misma época de todos estos
acontecimientos, el sector "autoritario y conservador" de la
clase dominante acusaba a sus opositores de "exaltación,
ligereza, impreparación, avidez de prebendas y de lujo".
Los liberales y radicales, por su parte, acusaban a los
autoritarios y conservadores de "despotismo, privilegios
injustos, egoísmo y ausencia de fe en el
pueblo".

La estructura
social: El gran catalizador interno

Los catalizadores como bien se sabe son
agentes químicos que usan los especialistas para acelerar
o retardar según convenga una determinada reacción,
un desenlace esperado. Análogamente, entonces, y en el
caso que nos viene ocupando, puede también admitirse que
hay condiciones que afectan la velocidad de la consecución
del objetivo: la descentralización

Dentro de los factores endógenos
anteriormente enumerados, hay uno la conflictiva estructura
social prevaleciente que podemos identificar como "el gran
catalizador- retardador interno".

Ciertamente, no puede desconocerse que la
gran heterogeneidad económica política social del
país viene cumpliendo muy a pesar de la inmensa
mayoría de los peruanos un papel retardador de la
descentralización.

Y es que la heterogeneidad social la
existencia de múltiples grupos sociales, regionales,
nacionales y étnicos, etc. implica una gran diversidad de
intereses y objetivos, no sólo no concurrentes, sino
muchas veces divergentes. Esa divergencia objetivamente los
debilita, individual y colectivamente, frente a la centralizadora
fuerza hegemónica interna -los grupos
dominantes-.

Lograr la unidad de las fuerzas sociales
descentralizadoras, que son las únicas a partir de las
cuales podría empezar a diseñarse realmente el
desarrollo del país, no es cuestión de arengas,
discursos ni slogans. Todos esos recursos, aun cuando son
necesarios, nunca habrán de ser lo suficientemente
aglutinantes.

La unidad sólo puede construirse
sobre bases objetivas: intereses comunes que den paso a objetivos
comunes. Y nada de ello puede lograrse a partir de
palabras.

Todos los países desarrollados y
descentralizados del mundo han sido construidos por sociedades
homogéneas. Es clara e in- cuestionablemente el caso de
Francia, Japón o Alemania, por ejemplo. Pero
también han sido construidos por sociedades que sin ser
del todo homogéneas, son predominante- mente
homogéneas, como en el caso de los Estados
Unidos.

En todos esos casos, sin excepción,
las mayorías nacionales son las que han impuesto sus
intereses y objetivos que, como es razonable colegir, eran
eminentemente des- centralizadores.

En el Perú, en cambio, como resulta
absolutamente obvio, ha sido una pequeñísima
minoría -que hasta bien entrado este siglo representaba
menos del 10 % de la población del país-, la que ha
impuesto sus objetivos centralistas a todo el resto.

La homogeneidad social -económico-
política-, es una condición indispensable. Pero no
tiene por qué ser necesariamente también
homogeneidad cultural. Por el contrario, la heterogeneidad
cultural peruana es más bien un enorme patrimonio que
debemos preservar.

Partes: 1, 2, 3

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