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Los lenguajes de la economía (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Consideraciones adicionales sobre la
inconmensurabilidad.

Inconmensurabilidad local, es una traducción e
interpretación.

Si dos teorías son inconmensurables deben ser
formuladas en lenguajes mutuamente intraducibles. Si esto es
así, si no hay ningún modo en que las dos puedan
formularse en un único lenguaje, entonces no pueden
compararse, y ningún argumento basado en la evidencia
puede ser relevante para la elección entre ellas. Hablar
de diferencias y comparaciones presupone que se comparten algunos
puntos, y esto es lo que los defensores de la
inconmensurabilidad, los cuales hablan con frecuencia de
comparaciones, parecen negar. Por tanto, su discurso es
necesariamente incoherente.

Sin embargo, no está claro a priori que la
inconmensurabilidad, en todo o en parte, pueda restringirse a una
región local. La distinción entre términos
que cambian de significado y aquellos que lo preservan es, en el
mejor de los casos, difícil de explicar o aplicar. Los
significados son productos históricos, y cambian
inevitablemente en el transcurso del tiempo cuando cambian las
demandas sobre los términos que los poseen. Es
sencillamente poco plausible que algunos términos cambien
sus significados cuando se transfieren a una nueva teoría
sin infectar los términos transferidos con
ellos.

La traducción consiste sólo en palabras y
frases que reemplazan no necesariamente una a una- palabras y
frases del original. En cambio, la persona que interpreta busca
el sentido, se esfuerza por inventar hipótesis que
harán inteligible la preferencia o inscripción. Y,
aquí la existencia de grupos de términos
interrelacionados juega un papel destacado que facilita la
interpretación. Pero estos términos
interrelacionados, que deben aprenderse a la vez, una vez
aprendidos, estructuran una porción del mundo de la
experiencia de forma diferente a la que es familiar.

CAPÍTULO 4.-

Las ciencias
sociales: intereses y modos de
explicación

Introducción

La teoría del conocimiento y de la ciencia se
basa en una hipótesis acerca de la relación entre
forma y contenido del pensamiento o, para expresarlo de otra
manera, entre categorías y contenidos del saber, entre
métodos científicos y objetos de la ciencia, una
hipótesis que ha sido transmitida como la pura evidencia,
sin revisión, de una generación a otra. La
hipótesis en cuestión dice que la
«forma» del pensamiento humano es eterna e inmutable,
por mucho que puedan variar los contenidos.

Las ciencias del espíritu estudia al hombre y le
tomaban como él mismo se conoce: como alma, conciencia,
espíritu. "La separación es menos una
separación de campos, pues estos se entrecruzan en parte,
que una separación de estilos de pensamiento y
métodos. Las ciencias naturales se fundan en la
separación tajante entre el sujeto cognoscente y el objeto
conocido. Las ciencias del espíritu se han propuesto la
difícil tarea de hacer también objeto de
conocimiento el sujeto en su subjetividad."

El objeto de esas ciencias del espíritu no es lo
externo o ajeno al hombre, sino el medio en el que el hombre
está inserto. Este hecho hace que el hombre pueda captar
su mundo histórico-social como desde dentro. De esa
singularidad de relaciones entre el sujeto y el objeto de las
ciencias del espíritu, frente a las ciencias naturales,
quiere Dilthey deducir una diferente
metodología.

Para llevar a cabo experimentos y para aplicar
métodos cuantitativo se debe tomar a la posibilidad de
adoptar en las ciencias sociales lo que se puede llamar el
método de la construcción racional o lógica,
o quizá el «método cero». Con esto se
quiere significar el método de construir un modelo en base
a una suposición de completa racionalidad (y quizá
también sobre la suposición de que poseen
información completa) por parte de todos los individuos
implicados, y luego de estimar la desviación de la
conducta real de la gente con respecto a la conducta modelo,
usando esta última como una especie de coordenada cero
(Popper, 1973).

Criterios de clasificación de las
ciencias.

Para Jon Elster, la ciencia tiene dos tareas
principales. Una es explicar los rasgos que son comunes a todas
las ciencias (o por lo menos a todas las ciencias
empíricas), y la otra es dar cuenta de lo que las
diferencia unas de otras. Dentro de las ciencias naturales se
puede distinguir, además, entre el estudio de la
naturaleza inorgánica (física) y el estudio de la
naturaleza orgánica (biología).

Dentro de las humanidades tal como se las ha definido
tradicionalmente, se ha producido una escisión entre las
ciencias sociales (que define en términos muy amplios como
para incluir la lingüística, la historia y la
psicología) y las disciplinas estéticas o artes.
Ahora bien, estas distinciones temáticas no resultan en
sí muy interesantes. Si hay algo pertinente, debe surgir
de que se las correlacione con otras clasificaciones.

Elster analiza tres de los modos de clasificar a las
ciencias: según el método, según el
interés subyacente, y según la modalidad de
explicación.

.Las ciencias y sus diferentes
métodos.

Las ciencias naturales utilizan el método
hipotético-deductivo, las artes, el método
hermenéutico y las ciencias sociales, el método
dialéctico. No siempre resulta claro si se trata de
métodos para la construcción de teorías o
para su verificación, salvo el caso del método
hipotético deductivo que sin duda pertenece al
último tipo.

El método hipotético-deductivo es el
método de verificación en todas las ciencias
empíricas. El método hermenéutico es el
método hipotético-deductivo aplicado a
fenómenos intencionales, con algunos rasgos peculiares que
se deben a la naturaleza de esos fenómenos.

El método dialéctico como procedimiento de
verificación supone algún tipo de apelación
a la praxis, es decir, a la idea de que las teorías
sociales pueden ser al mismo tiempo agentes del cambio y
explicaciones del cambio. Sin embargo, esto es ambiguo porque
puede significar o bien que las teorías son
autosuficientes, o que pueden ser instrumentales cuando se trata
de producir el cambio deseado.

"Me parece que la idea que subyace vagamente cuando se
utiliza la frase «unidad de teoría y praxis»
es que la teoría debe ser a la vez autosuficiente y
útil, lo cual, lamentablemente, en la mayor parte de los
casos no es posible." El método dialéctico como la
mayor herramienta para la formación de teorías
sólo puede entenderse de varios modos, entre los cuales el
más interesante implica la idea de contradicciones
psicológicas y sociales. "Sin embargo, éstas
sólo pueden hacerse inteligibles en el lenguaje
estándar causal-cum-intencional de las ciencias sociales."
(Elster, 1983).

La teoría de los intereses
cognoscitivos.

Los intereses cognoscitivos no son relevantes desde el
punto de vista de la psicología del conocimiento, ni desde
el de la sociología del conocimiento, ni tampoco desde el
de la crítica ideológica en sentido estricto; ya
que son invariantes. No representan influencia en el proceso del
conocimiento que hubieran de eliminarse por mor a la objetividad
del conocimiento; antes bien, determinan el aspecto bajo el que
puede objetivarse la realidad, y, por tanto, el aspecto bajo el
que la realidad puede resultar accesible a la experiencia.
Constituyen, para los sujetos capaces de lenguaje y de
acción, condiciones necesarias de la posibilidad de toda
experiencia que puede ser objetiva.

Aunque las ciencias tienen que mantener su objetividad
frente a los intereses particulares, la condición de
posibilidad de esa objetividad que buscan mantener incluye
intereses cognoscitivos que son fundamentales.

Por un lado, la teoría de los intereses
cognitivos trata de dar una solución al problema de las
condiciones a priori del conocimiento posible. Pero, por otro
lado, no se ocupa de los atributos de una conciencia
transcendental, sino de estructuras lógicas que se
materializan bajo condiciones empíricas; no es el suyo un
yo transcendental, sino un «sujeto generado por la
naturaleza y formado socialmente», una «comunidad de
investigadores que tratan de realizar comunicativamente su tarea
común». "Consideradas desde el punto de vista de la
organización de la investigación, las
«orientaciones básicas» (o
«intereses») que este tipo de análisis saca a
la luz «tienen una función transcendental»;
pero están enraizadas en «estructuras
fácticas de la vida humana», en las condiciones
fundamentales específicas de la posible
reproducción y auto constitución de la especie
humana, es decir, en el trabajo y en la
interacción»." (McCarthy, 1978).

Conocimiento e interés.

Se debe conocer los enunciados analíticos y
sintéticos, entre contenido descriptivo y emotivo, tienen
la peculiar característica de no ser ni arbitrarias ni
obligatorias. Se manifiestan como acertadas o equivocadas. Pues,
se miden por la necesidad meta lógica de intereses, que
nosotros no podemos fijar ni representar, sino con los que nos
tenemos que encontrar. Por ello los procesos de conocimiento, que
están inextricablemente vinculados a la formación
de la sociedad, no pueden funcionar sólo como medio de
reproducción de la vida: en la misma medida determinan
ellos las definiciones de esta vida (Habermas, 1968).

Modalidades de explicación
científica.

La opinión de Jon Elster, esclarece que las
diversas modalidades de explicación científica,
deben están estrechamente relacionadas con estrategias de
formación de teorías. Sólo ciertos tipos de
teorías pueden llegar a dar explicaciones satisfactorias
en un campo determinado.

Si bien para J. Elster cada una de las ciencias tiende a
caracterizarse por un tipo de explicación, de hecho los
científicos sociales suelen ofrecer explicaciones
pertenecientes a los tres tipos. La medida en que esto es
así es una cuestión empírica en la cual no
vamos a entrar. Por ejemplo, los economistas han ofrecido,
ofrecen y ofrecerán explicaciones causales, funcionales e
intencionales, y ello a pesar de que su ámbito
«natural» sea el de ese último tipo de
explicación.

La explicación causal.

La explicación causal, subsume los
acontecimientos bajo leyes causales. En otras palabras, el
problema de los epifenómenos es idéntico al
problema de distinguir entre la correlación verdadera (o
explicativa) y la espuria. Además, puede haber una ley
verdadera que asegure que se produce A, dadas ciertas condiciones
iniciales, y, sin embargo, lo que verdaderamente produce A en un
caso determinado donde se dan esas condiciones puede ser un
mecanismo totalmente diferente que, por así decirlo,
precede al mecanismo que subyace en esa ley.

Por otra parte, en términos generales, se piensa
que la relación causal obedece a los tres principios
siguientes: determinismo, localidad y asimetría
temporal.

Principios de la relación
causal.

Para conocer los principios de la relación se
debe tener en cuenta que una causa tiene un efecto distante de
ella en tiempo o espacio, suponemos que debe de haber una cadena
continua de causa a efectos sin vacíos insuperables en
ella.

Pero la causalidad local es un rasgo del mundo, es
decir, de la relación causal en la medida en que existe
independientemente de nuestra mente, mientras que la idea de
mecanismo depende de la mente. La creencia en que el mundo
está regido por la causalidad local es precisamente lo que
nos obliga a buscar mecanismos mucho más sutiles (Elster,
1983).

Primero, deben distinguirse las explicaciones causales
de las declaraciones causales acertadas. No basta citar la causa,
también se debe proporcionar el mecanismo causal o al
menos se le debe sugerir.

Segundo, las explicaciones causales deben distinguirse
de las aseveraciones sobre la correlación. A veces estamos
en condiciones de decir que un acontecimiento de cierto tipo es
seguido invariable o habitualmente por un acontecimiento de otra
clase. Esto no nos permite decir que los acontecimientos del
primer tipo causen acontecimientos del segundo porque existe otra
posibilidad: los dos pueden ser efectos comunes de un tercer
acontecimiento. Éste es, en suma, el problema de los
epifenómenos.

Tercero, las explicaciones causales deben distinguirse
de las aseveraciones acerca de las condiciones necesarias.
Explicar un acontecimiento es dar un relato acerca de por
qué sucedió cómo sucedió.

Cuarto, las explicaciones causales deben distinguirse de
la narración de historias.

Los tres principios de causalidad son lógicamente
independientes. Con determinismo sin causalidad local, apelamos
al pasado para explicar el presente y predecir el futuro. El
status epistemológico de las tres propiedades de la
relación causal es una cuestión
problemática.

La explicación funcional

Una explicación funcional solamente puede
triunfar si el giro desde la consecuencia hasta el
fenómeno que se explica puede ser la muestra de un
mecanismo específico de realimentación en cada caso
particular. En biología, la teoría de la
evolución a través de la selección natural
asegura la existencia de cierto mecanismo de
realimentación, independientemente del hecho de que
podamos demostrarlo en un caso dado. Pero no existe
análogo de las ciencias sociales a la teoría de la
evolución y, por eso, aquí en cada caso debe de
señalarse obligatoriamente cómo funciona la
realimentación (Elster, 1983).

La biología se basa en la idea de las
consecuencias óptimas, mientras que algunas ciencias
sociales en el concepto de consecuencias beneficiosas. La
biología apela a la misma consecuencia en todos los casos,
la adaptación reproductiva; mientras que en las ciencias
sociales los beneficios explicativos difieren de caso por caso.
Así, pues, en estas últimas puede resultar
difícil distinguir entre generalizaciones legales y
accidentales.

La explicación intencional esencialmente
comprende una relación tríadica entre
acción, deseo y creencia. Un agente intencional elige una
acción que cree será el medio para su meta. La
explicación intencional incluye mostrar que el actor hizo
lo que hizo por una razón.

Generalmente, se presenta intencionalidad y racionalidad
de un modo paralelo. Sin embargo, caracterizar una creencia, una
acción o un modelo de conducta como racional no
debería hacerse salvo que se esté dispuesto a
afirmar que la racionalidad explica que lo que se dice es
racional. La manera habitual de definir conducta racional es
apelando a algún concepto de optimización.
Más racionalidad y optimalizad no son sinónimos
(Elster, 1983).

Explicación intencional, racionalidad y
ciencia.

La racionalidad presupone el uso de razón,
condición necesaria pero no suficiente. En este sentido la
racionalidad no es una facultad, sino un método, si bien
su aplicación presupone ciertas facultades.

La racionalidad se predica de nuestras creencias y
opiniones, así como de nuestras decisiones, acciones y
conducta. Jesús Mosterín (1987) llama
«racionalidad creencia» a la primera y,
«racionalidad práctica» a la segunda. Nosotros
mantendremos la misma denominación para la primera, pero a
la segunda la reconoceremos como «racionalidad de la
praxis». Lo común es comenzar exponiendo la primera
de ellas, pero nosotros procederemos presentando en primer lugar
la segunda, postulando aquellas condiciones o rasgos
específicos para su reconocimiento

Racionalidad de la praxis.

En definitiva, de todo ello, diremos que un individuo x
es racional (en su praxis) si:

1. x tiene clara conciencia de sus fines.

2. x conoce, en la medida de lo posible, los medios
necesarios para conseguir esos fines.

3. en la medida en que puede, x pone en obra los medios
adecuados para conseguir los fines perseguidos.

4. en caso de conflicto entre fines de la misma
línea y de diverso grado de proximidad, x da preferencia a
los fines posteriores.

5. Los fines últimos de x son compatibles entre
sí.

Además, la racionalidad de la praxis supone la
creencia incluso en la determinación de los fines, y
aún más obviamente en la elección de los
medios más adecuados para la consecución de
nuestras metas, pues es también en función de lo
que creemos acerca del mundo que juzgamos de la adecuación
de los medios. "La finalidad de obtener un sistema creencial lo
más objetivo y verídico posible es una finalidad
común a todos los agentes racionales. Y la racionalidad
creencia no es sino la estrategia que conduce a esa
racionalidad." (Mosterín, 1987).

La racionalidad creencia.

La creencia racional de una idea u opinión es un
concepto que se distingue del saber con veracidad de dicha idea u
opinión. Indudable del valor veritativo de una idea. Para
tener esta determinación acerca de cualquier idea,
precisamos:

1. que creamos que f.

2. que sea verdad que f

3. que nuestra creencia de que f esté
adecuadamente justificada.

Las dos primeras condiciones del saber son las mismas
que definen el acertar. Es decir, cuando sabemos, siempre
acertamos. Pero no a la inversa. Podemos acertar sin saber,
podemos acertar por casualidad, por suerte o por azar. Es
precisamente la tercera condición del saber la que excluye
el acertar por casualidad, pues exige que para saber que f
nuestra creencia de que f ha de estar adecuadamente justificada
o, en otros palabras, nosotros hemos de estar justificados en
creer que ?. Sin embargo, el creer que f y el que nuestra
creencia de que f esté justificada no bastan tampoco para
que podamos decir que sabemos que ?; para ello es además
necesario que sea verdad que f (con independencia del contenido
que otorguemos al sustantivo verdad).

En definitiva, hemos propuesto, con Mosterín, el
siguiente concepto de racionalidad creencia. Si un individuo cree
de hecho en todas y sólo las ideas en que le resulta
racional creer, o al menos está siempre dispuesto a
modificar su sistema de creencias en tal sentido, diremos de
él que es racional en sus creencias. Si cree más
ideas que las que racionalmente puede creer, diremos que es un
dogmático; si cree menos, un escéptico.

Ciencia, crítica y racionalidad
creencial.

La ciencia juega un papel destacado en nuestro concepto
de racionalidad creencial. Una de nuestras condiciones de la
racionalidad creencial está formada por las afirmaciones
de la ciencia de nuestro tiempo. Pero, podemos aplicar parte de
lo que hemos dicho y considerar a la ciencia y su resultado como
un corpus de creencias colectivas sometidas a un constante
proceso de revisión, fruto de una estrategia racional de
maximización de aciertos y minimización de
errores.

Este punto nos lleva a diferenciar dos tipos de
racionalidad-creencial: la individual y la colectiva. Ambos
están en estrecha relación e interdependencia, y el
uno no sería posible sin el otro. Así, en el caso
de la ciencia, es necesario que los científicos
individualmente sean racionales en sus creencias referentes al
objeto de su investigación. Y para que ellos sean
racionales en los términos aquí expuestos es
necesario que exista un corpus de ideas del cual puedan sacar una
gran parte de sus ideas acerca del mundo de sus
investigaciones.

Normas y procedimientos.

Muchas veces, lo que hacemos es acogernos algunas normas
y reglas ya establecidas. Pero, lo importante, es que estas
reglas han de ser siempre revisables, no válidas de una
vez por todas.

Precisamos construir un sistema que contenga las
condiciones de posibilidad del conocimiento teórico y
práctico; un sistema lógico que contenga las
condiciones de coherencia en que puede ser encuadrado
racionalmente cualquier conocimiento.

Este sistema tiene por misión señalar los
distintos niveles lógicos del saber, la
constelación de categorías necesaria para
comprender cada uno de ellos, el método y criterios de
«veracidad» adecuados, y las relaciones
lógicas existentes entre los distintos niveles.

Nuestra tarea consiste en ofrecer la razón
suficiente de un factum: el factum rationis de la
Argumentación. La condición de posibilidad de tal
hecho incluye implícitamente los siguientes
supuestos:

1. Que quienes argumentan hacen una opción por la
«verdad».

2. Que esta opción sólo resulta coherente
si quienes optan por la «verdad» postulan
prácticamente la existencia de una comunidad ideal de
argumentación, en la que la comprensión entre
interlocutores será total.

3. Presupone una situación ideal del
diálogo, expresión de una forma ideal de vida, en
la que se excluye la desfiguración sistemática de
la comunicación, se distribuyen simétricamente las
oportunidades de elegir y realizar actos de habla y se garantice
que los roles de diálogo sean intercambiables.

4. La racionalidad de las decisiones, el no-dogmatismo
de la argumentación se alcanza sólo
procedimentalmente por medio de un diálogo que culmine en
un consenso entre los afectados. Esto exige reconocer al sujeto
afectado como interlocutor competente en una
argumentación.

5. De este postulado deriva un imperativo: promocionar
la realización de la comunidad ideal de
argumentación en la comunidad real.

Estos supuestos son necesarios para comprender que los
hombres científicos se comprometen de hecho en una
comunidad concreta de argumentación

Fundamentación del discurso
posible.

La fundamentación no viene referida aquí a
la cuestión del origen de los conocimientos, sino a las
condiciones de validez intersubjetiva de la argumentación.
La fundamentación de argumentos no consiste en decidirse
por principios indemostrables, a partir de los cuales el
argumento es derivable, sino en descubrir aquellos presupuestos
sin los que la argumentación es imposible. El único
procedimiento para hallarlos es la
autoreflexión.

En definitiva, en tanto científicos somos
miembros de una comunidad o comunidades de diálogo, y como
tales buenas partes de nuestros quehaceres son actos de habla
sometidos a condiciones de validez intersubjetiva. Y, hacer del
consenso resultante del diálogo entre agentes
lingüísticamente competentes la base del quehacer de
la ciencia, lejos de todo decisión, nos permite acordar
que no hay una concepción intemporal y universal de la
ciencia o del método científico que pueda servir
para fines ejemplos.

De no ser así, podríamos caer
(caeríamos/seríamos presa de) en un cierto
dogmatismo. No es lícito defender o rechazar áreas
de conocimiento porque no se ajusten a algún criterio
prefabricado de cientificidad. Respecto a las formas en que las
teorías pueden ser juzgadas, si "no hay una
categoría general de «ciencia», ni tampoco un
concepto de «verdad» que esté a la altura del
proyecto de describir a la ciencia como una búsqueda de la
verdad, toda área de conocimiento ha de ser juzgada por
sus propios méritos, investigando sus fines y el grado en
que es capaz de cumplirlos." (Chalmers, 1982,).

Nuestras teorías pueden ser juzgadas como el
grado en que abordan con éxito algún aspecto del
mundo, pero no podemos juzgarlas desde el punto de vista como el
grado en que describen el mundo tal como es realmente,
simplemente porque no tenemos acceso al mundo independientemente
de nuestras teorías de una forma que nos permita valorar
la exactitud de tales descripciones. No podemos salir de las
teorías, dejar de disponer de alguna teoría
-completa o potencial-, para abordar el mundo y para juzgar
nuestras propias teorías.

CAPÍTULO 5.

Problemáticas y marcos conceptuales en
economía

Introducción

El desarrollo de cada una de las grandes construcciones
teóricas ha ido generando una diversidad de
categorías analíticas y de conceptos. Estas
categorías presentan, dentro de cada bloque, una
coherencia y una consistencia lógica que han dado lugar a
conjuntos de teorías articuladas entre sí. Estas
teorías cubren, con más o menos fortuna, la
necesidad de ofrecer explicaciones de los acontecimientos y
posibilitar las observaciones pertinentes de los mismos. En este
sentido, puede entenderse la labor de los economistas como la de
construcción de marcos conceptuales o
lenguajes.

En parte porque podemos decir que "en la ciencia
económica como en otras disciplinas el progreso
científico se alcanza menos por negación que por
generalización o englobamientos sucesivos." (Jessua,
1991). La llamada por Keynes Economía clásica
respecto a sus propias ideas (Keynes, 1936) y las de éste
respecto a los neoclásicos (Rojo, 1984), son muestras de
generalización en economía. Aunque, ciertamente no
toda la evolución de las doctrinas económicas puede
ser contada así. Pues no puede negarse que en ninguna
parte exista un conflicto entre ideas de diferentes corrientes.
Es más, en ocasiones, este conflicto se encuentra en el
seno de una misma corriente; esto es: incoherencia o
inconsistencia lógica

La formación de explicaciones en
Economía.

En definitiva, se observa algunas posición y
otras similares mantenidas por otros autores, lo que realmente se
hace es adoptar una metodología defensiva, cuyo principal
objetivo parece consistir en proteger a la Economía de las
crecientes críticas dirigidas, ahora, contra el irrealismo
de sus supuestos, por un lado, y contra las estridentes
exigencias de predicciones severamente contrastadas, por otro
(Blaug, 1980).

Los economistas que pertenecen a la corriente principal
del pensamiento neoclásico predican la importancia de
someter las teorías a la contrastación
empírica, pero raramente mantienen en la práctica
sus normas metodológicas declaradas. La elegancia
analítica, la economía de medios teóricos y
la mayor ampliación posible de aplicabilidad conseguida
por medio de simplificaciones cada vez más heroicas han
merecido con frecuencia una mayor prioridad que la capacidad
predictiva y la significación respecto a cuestiones de
política. Es un falsacionismo inocuo el rasgo de la
filosofía de la ciencia imperante en la Economía
moderna.

Breves notas sobre la evolución de la
metodología en Economía

El método de Marx era una combinación de
teoría y hechos, de lógica e historia. No era ni un
especulador puro ni un puro empirista. El marginalismo, en todo
caso, tendió a favorecer el método ricardiano de la
especulación puramente lógica. Esto fue más
pronunciado en la tradición walrasiana, y menos en el
enfoque marshalliano (Katouzian, 1980).

Los economistas neoclásicos se opusieron a la
crítica metodológica de la escuela
histórica. Se mantuvieron firmes en su propio enfoque
deductivo y a priori y -aun haciendo algunas alabanzas de la
utilidad del conocimiento fáctico e histórico en el
curso del debate en la práctica no realizaron ni el
más mínimo cambio en su metodología
básica.

Las teorías científicas son abstractas y
generales y precisamente a causa de que las teorías son
abstractas y generales, no deben poder tener una
aplicación universal. La abstracción permite a una
teoría especificar las condiciones en que resulta
válida -o, lo que es lo mismo, excluye todas aquellas
situaciones, mucho más numerosas, en las que no se puede
aplicar. Sin embargo, la teoría resultante es general en
el sentido de que explica todos los fenómenos relevantes
bajo las circunstancias que se corresponden con esas condiciones
específicas.

CAPÍTULO 6.-

Crecimiento,
acumulación y tendencias profundas: la economía
política

Introducción.

En la Economía existe un período
preadamita. Sin embargo, las cuestiones planteadas por el enfoque
clásico de la mano de Adam Smith, y la manera de
enfocarlas pertenecen a una concepción claramente
«moderna». Con él, y también algunos de
sus contemporáneos, se inicia una tradición basada
en una interpretación analítica de la totalidad del
proceso económico. Los economistas clásicos
continuaron con algunos de los problemas, como por ejemplo la
importancia del excedente económico, pero le dieron otra
interpretación. Muchos de los sistemas de ideas
económicas y conceptos que se pueden encontrar en la
actualidad beben en algún sentido de la tradición
clásica o de sus ramificaciones. Por estas razones
iniciamos nuestro análisis de los lenguajes
económicos con el enfoque clásico.

Adam Smith.

Es el padre de los economistas, vivió en medio de
esa etapa de empresa capitalista que se ha conocido con el nombre
de «sistema doméstico».

En las ciudades y villas del continente europeo
persistía aún el sistema de gremios y la
agricultura conservaba la supremacía sobre el resto de las
ocupaciones. Smith vivió y escribió en un momento
histórico de grandes cambios económicos. Estos
cambios se encuentran especialmente en las primeras partes de la
Riqueza de las naciones. Eran, en esencia, cambios en la
organización de la producción que describió
en su fábrica de alfileres.

Smith y el crecimiento
económico.

Smith reconoce tres orígenes distintos en la
mejora de la maquinaria: en el propio puesto de trabajo y por el
propio trabajador; por el fabricante de maquinaria; y por los
científicos y técnicos en los
laboratorios.

Además de la dimensión del mercado,
existen otros factores que influyen en el grado de
división del trabajo. Estos son: la estandarización
del producto, la estabilidad de la demanda del producto y la
certidumbre respecto al comportamiento a medio y largo plazo de
la demanda del producto. Cuanto mayor sea la
estandarización u homogeneidad de los productos fabricados
mayores posibilidades habrá de utilizar maquinaria
específica y también de parcelar la
producción. De ahí que mayor podrá llegar a
ser la división del trabajo.

La estabilidad de la demanda del producto
afectará a la división del trabajo por dos
vías. Por una parte, cuando la demanda del producto es
inestable y presenta fluctuaciones, en la parte baja del ciclo
económico, ciertos factores productivos, especialmente el
trabajo, dejarán de utilizarse. Esto hará que se
reduzcan las ganancias de la división del trabajo. De
hecho, la inestabilidad de la demanda puede equipararse con un
nivel de demanda estable menor. Así pues, todo lo mayor
que sea la inestabilidad de la demanda del producto, menor
será la división del trabajo.

Monografias.com

Cuanto mayor sea el peso de los costes fijos, mayor
será la sensibilidad frente a la inestabilidad de la
demanda.

La relación entre la incertidumbre y la
división del trabajo se sigue de un conjunto muy similar
de consideraciones. Incluso, cuando la demanda del producto es
inestable a lo largo del tiempo, se pueden estabilizar los
programas de producción y obtener las economías de
divisibilidad mediante variaciones de las existencias, pero la
inversión en existencias será desalentada cuando
las fluctuaciones sean impredecibles. No se estará
dispuesto a mantener existencias si se desconoce el
comportamiento futuro de la demanda. La incertidumbre
desalentará, pues, la inversión en factores fijos
que parecen acompañar a la división del
trabajo.

El análisis del valor y de la
distribución.

Smith, en este sentido, distingue entre
valor en uso y valor en cambio: "la palabra valor tiene
dos distintas inteligencias; porque a veces significa la utilidad
de algún objeto particular, y otras aquella aptitud o
poder que tiene para cambiarse por otros bienes a voluntad del
que posee la cosa" (Smith, 1776).

El análisis del valor de Smith es al
mismo tiempo un análisis de la distribución. Si el
primero es consustancial a su teoría del crecimiento
económico, el segundo no puede quedar marginado. No
obstante, habrá como mínimo que esperar hasta David
Ricardo para que esto se manifieste con toda su
crudeza.

La política económica en Adam
Smith.

El conjunto de conceptos e ideas económicas de
Adam Smith y sus actitudes hacia la política
económica formaban parte de un todo.

Consideraba el crecimiento económico como el fin
básico, cuya deseabilidad estaba más allá de
todo disputa, Smith era coherente con su sistema
analítico. Pero las críticas a los gobiernos no se
derivaban directamente de su análisis, pues cuestionaba en
ocasiones el que el laissez faire condujera al mejor de
los mundos posibles. A veces, los intereses privados no regulados
-tanto como los gobiernos- podrían comportarse de modo que
suprimieran el progreso.

En su análisis general de las funciones propias
del Estado, Smith dejó bien claro que restringiría
las actividades del gobierno. De acuerdo con el sistema de la
libertad natural, el soberano tiene únicamente tres
deberes: primero, el deber de proteger a la sociedad de la
violencia y la invasión de sociedades independientes;
segundo, el deber de establecer una administración de
justicia exacta; y, tercero, el deber de erigir y mantener
ciertas instituciones públicas y determinadas obras
públicas.

David Ricardo.

La Economía política pierde la
inclinación empírica que había sido tan
característica del sistema de Adam Smith, y se vuelve
más austera y abstracta. La elevada abstracción del
análisis de Ricardo puede ser fruto de su excesiva
preocupación por el largo plazo y tuvo como consecuencia
un cambio en aspectos formales del lenguaje utilizado. Esta
preocupación se pone claramente de manifiesto en una carta
de éste a Malthus fechada en 1817

La importancia debe buscarse en la estrecha
relación que, existen entre distribución,
teoría del valor trabajo, acumulación y crecimiento
económico. Se trata de conceptos que con Ricardo van a
adquirir nuevas relaciones. Este resultado final
únicamente puede retrasarse, no evitarse, y son los
descubrimientos y nuevos inventos el modo de diferir en el tiempo
su llegada.

Teoría del valor en Ricardo.

La teoría del valor ricardiana descansa
fundamentalmente en los costes de producción medidos en
unidades de trabajo. Ricardo se preocupa exclusivamente de las
mercancías que resultan de un proceso de
producción; y de estas mercancías lo que le
preocupa no es el precio efectivo o de mercado que resulta de
desviaciones accidentales y temporales; por contra, el centro de
su preocupación es el «precio natural y
primario», derivado de las condiciones técnicas de
producción. Estas condiciones técnicas
remitían a la cantidad de trabajo incorporado en la
producción de las distintas mercancías. El valor
(natural) relativo entre dos mercancías está en
proporción directa a la relación del trabajo
incorporado.

Ricardo reconoce una serie de excepciones que discute
más abiertamente en su tercera edición de los
Principios. Estas excepciones son presentadas en tres grupos: a)
proporciones diferentes de capital fijo y circulante; b)
duración temporal desigual del capital fijo; y, c)
distinta rapidez de retorno del capital circulante

Ricardo y los economistas posteriores.

Para Ricardo, son éstas cuestiones propiamente
estáticas. Las cuestiones abordadas por los economistas
clásicos, la producción, responden a un contexto
dinámico. La producción es el compromiso y la
aplicación del ingenio humano a crear y dar forma a los
productos que desea. Pero, dado que haciéndolo y
experimentando el hombre aprende, está implícito en
la naturaleza misma de llevar a cabo una actividad productiva en
la que descubrirán nuevos y mejores métodos de
producción. Por supuesto que hallar nuevos métodos
toma tiempo, y toma tiempo de forma persistente. El economista se
enfrenta aquí no ya al problema de la racionalidad, sino a
un proceso de aprendizaje.

Cualquier formulación matemática de este
problema no puede dejar de ser función del tiempo, dado
que el proceso avanza a pasos cortos y puede parecer bastante
despreciable en el corto plazo; pero, como se produce
incesantemente, está inevitablemente abocado a hacerse
más pronunciado cuando más largo es el
período considerado

La política económica como base del
análisis económico: D. Ricardo.

Ricardo, al oponerse a las Leyes de Cereales, no
simplemente estaba luchando a favor de la libertad de comercio y
de movimiento de recursos, sino que consideraba que afectaban a
las posibilidades de una expansión económica
estable.

El mecanismo tenía su base en la
interconexión existente, en el marco ricardiano, entre
distribución y crecimiento. Las Leyes de Cereales
suponían un elevado precio de los mismos, cuyas
consecuencias inmediatas eran elevar los salarios y las ganancias
de los terratenientes, al poner en cultivo tierras marginales. De
este modo se ejercía una presión a la baja sobre
los beneficios de los capitalistas; y, se frenaban las
condiciones y posibilidades de acumulación de capital. En
definitiva, en el caso de Ricardo, al igual que sucediese en el
caso de Adam Smith, el crecimiento económico era el vector
u objetivo que actuaba como criterio para valorar la oportunidad
y repercusiones de distintas actuaciones
públicas.

No obstante, esa postura ricardiana, además de
propiciar su desarrollo conceptual sobre la acumulación de
capital, también contribuyó a la elaboración
de su teoría de la ventaja comparativa; esto es, sus
argumentos a favor del libre comercio. Formuló
éstos de un modo coherente con su enfoque general:
comparando las cantidades de trabajo necesario para obtener los
bienes en el interior de diferentes países.

Si los costes de los bienes internacionalmente
comerciables -expresados desde el punto de vista del factor
trabajo difieren entre dos países, cada uno podía
beneficiarse especializándose en la producción de
aquel bien en el que tuviese ventajas comparativas. De este modo,
ambos países se beneficiaban del comercio internacional.
Pero, en el trasfondo de estos argumentos no se encuentra
simplemente la necesidad de reconocer las ganancias generales de
la especialización y del comercio. Era necesario, sobre
todo, advertir la importancia de que el comercio británico
discurriera por unos cauces que impidieran la erosión de
los beneficios de los capitalistas internos.

No obstante, la efectiva realización de los
beneficios del comercio internacional exigía un saneado
sistema financiero internacional. Las posiciones ricardianas en
materia monetaria y financiera estaban dominadas por esta
preocupación; La posición de Ricardo, en cuestiones
monetarias, era bullonista. Mantuvo que la oferta monetaria
interna debería quedar ligada estrictamente con la reserva
de oro del país. En este contexto, la emisión de
billetes de un país que sufriera una pérdida de
oro, a través de un saldo comercial desfavorable, se
contraería automáticamente.

John Stuart Mill.

John Mill a diferencia de sus predecesores, dejó
su huella no sólo en el campo de la Economía, sino
también los de la Filosofía y la Ciencia
Política. Sus trabajos en tan amplios campos resultaron de
una precoz educación diseñada por su padre, J.
Mill.

John Como reconoce el propio en su Autobiografía,
antes de los quince años ya había leído y
discutido a los clásicos griegos y a los economistas
políticos de la época. A esta temprana
formación intelectual hay que añadirle un segundo
rasgo: la gran apertura y flexibilidad de su pensamiento. J.S.
Mill irá incorporando a lo largo de su vida intelectual
elementos procedentes de diversas ramas del saber, también
realizará un recorrido por posiciones intelectuales
claramente enfrentadas: desde el utilitarismo de Bentham al
conservadurismo de Coleridge y el positivismo de Comte. De cada
uno de ellos tomará una parte y rechazará otras,
aunque su proceder sea de un acercamiento inicial y un posterior
alejamiento, cuando no de un claro enfrentamiento. Junto a ello,
hay que añadir su interés por las cuestiones
prácticas.

La producción y la
distribución.

Las observaciones preliminares de sus Principios, J.S.
Mill destaca como uno de los rasgos del mundo económico en
que le tocó vivir el hecho que:

En cuanto a la producción y distribución
de la riqueza, han de depender de ciertas causas, como todos los
demás fenómenos. Y para explicarlas no basta
atribuirlas exclusivamente al grado de conocimiento de las leyes
de la naturaleza y de las artes físicas de la vida
alcanzado en diferentes épocas y lugares. Cooperan muchas
otras causas; y ese mismo progreso y desigual distribución
del conocimiento físico son en parte efectos, en parte
causas, del estado de la producción y de la
distribución de la riqueza." (Mill, 1909).

Las diferencias en la distribución de la riqueza
son todavía mayores que en la producción. Existen
grandes diferencias en la situación de las clases
más pobres de los diferentes países y en el
número relativo y la opulencia de las clases que
están por encima de los más pobres." (Mill,
1909).

Las leyes de la distribución, a diferencia de las
de producción, son en parte otra de las instituciones
humanas, ya que la manera según la cual se distribuye la
riqueza en una sociedad determinada depende de las leyes o las
costumbres de la época. Pero si bien los gobiernos o las
naciones disponen del poder para decidir qué instituciones
han de existir, no pueden determinar de manera arbitraria
cómo funcionarán esas instituciones.

Del estado estacionario.

Son aquellos que se pueden agrupar bajo la
denominación de Economía ecológica. Algunos
de estos autores se refieren a Mill y a los economistas
políticos clásicos a la hora de destacar
antecesores.

Sin embargo, las razones explicativas de ese estado
estacionario dependen en cada caso de variables muy diferentes.
Para nuestros contemporáneos, los límites se
encuentran en los recursos materiales y energéticos,
también para Jevons (1865) éstos eran un
límite.

Para los clásicos, por el contrario, la tendencia
al estado estacionario se encontraba su causa en la caída
de la tasa de beneficios y en la inexistencia de nuevas
posibilidades de acumulación de capital. En este sentido,
Mill nos dice: "No puedo, pues, mirar al estado estacionario del
capital y la riqueza con el disgusto que por el mismo manifiestan
sin embargos los economistas de la vieja escuela." (Mill, 1909).
Frente a ésta, la posición de

J.S. Mill y la política
económica.

Las posiciones de Mill respecto a la política
económica diferían significativamente de las de sus
antecesores. Trazó un programa de mayor
intervención pública en la economía. Al
igual que sus predecesores, otorgaba importancia a la
actuación estatal en la educación. Y, como estos,
criticó la administración de un subsidio de pobreza
porque tenía efectos desafortunados sobre la movilidad de
la mano de obra y su asignación a los usos socialmente
más eficaces.

La mayor diferencia respecto a sus predecesores se
encuentra en el reconocimiento de una importante función
estabilizadora de los gobiernos. La llegada del estado
estacionario podía anticiparse por movimiento de tipo
especulativo.

Marx y la teoría
económica.

Marx, recoge distintas personalidades que denomina como
«profeta», «sociólogo»,
«economista» y «maestro». De todas ellas
nuestros intereses, naturalmente, se centran en el economista y
en su contribución a las ideas económicas y a la
elaboración de un nuevo lenguaje económico. En este
punto, la opinión de la profesión no puede ser
más enfrentada.

Pero carece de sentido tanto una como otra
posición, pues la obra económica de

Marx, al igual que las demás grandes obras, no
está libre de fallos ni está desprovista de
meritos.

Primero: la obra de Marx, desde el punto de vista
exclusivo del análisis económico, no puede ser
considerada como un éxito absoluto; y segundo: que si se
considera desde el punto de vista de las contribuciones
teóricas audaces, no puede decirse que sea por completo un
fracaso.

Aunque Marx se equivocó frecuentemente, sus
críticos estuvieron muy lejos de tener siempre
razón. Debe apuntarse también en su favor la
contribución que hizo, tanto crítica como positiva,
a un gran número de problemas particulares.

Marx y sus antecesores.

Marx supo perfeccionar los instrumentos conceptuales
recibidos de Ricardo. Sustituyó, acertadamente en
opinión de Schumpeter, la distinción ricardiana
entre capital fijo y capital circulante por la de capital
constante y capital variable; como también las
rudimentarias nociones sobre la duración del proceso
productivo, procedentes de Ricardo, por el concepto más
riguroso de «estructura orgánica del capital»,
que depende de la relación entre capital constante y
capital variable. Todo este nuevo vocabulario permite el
desarrollo analítico desde la teoría del valor a la
teoría de la acumulación.

Los nuevos conceptos (marxistas).

Los conceptos clásicos del valor trabajo y del
valor de los bienes y con ellos, se equipo para ofrecer una
interpretación alternativa de la producción y la
distribución en la sociedad capitalistas.

Pero sobre la base de estos conceptos incorporó
otros nuevos: la fuerza de trabajo es la capacidad potencial de
trabajar en unas condiciones determinadas durante un
número de horas determinado. Ésta es la
mercancía que vende el trabajador. Pero el capitalista
adquiere, en el mercado, el valor de uso de la fuerza de trabajo
(disponibilidad del tiempo de trabajo del trabajador, estipulado
entre las partes). Existe una diferencia entre el valor de cambio
de la fuerza de trabajo (v) y el valor de uso (l) a favor de
ésta, la cual es el origen de la plusvalía (s). Y,
la relación de esta plusvalía con el valor de la
fuerza de trabajo da lugar a la tasa de explotación
(e).

Monografias.com

Además de la tasa de explotación, otras
relaciones importantes serán la referida a la
«composición orgánica del capital»,
proporción entre capital fijo y capital variable; y, la
tasa de beneficio:

Monografias.com

Los procesos de producción son los llamados tres
circuitos del capital: del capital-mercancía (M-M"), del
capital productivo (CP-CP") y del circuito monetario
(D-D").

El circuito D-D" es el más importante en la
producción mercantil, pues manifiesta la búsqueda
del beneficio. Comienza con la compra de mercancías que
constituyen el CP y termina con la venta de output (M") y la
realización de una suma de dinero (D"). El plus valor o
auto expansión del capital tiene lugar en el tramo
intermedio en el que los inputs son usados como capital. El
cambio D-T, dinero por fuerza de trabajo, constituye la
relación social fundamental. Esta relación de
intercambio esconde relaciones de clase.

Monografias.com

  • 1- Circuito del capital
    monetario.

  • 2- Circuito del capital
    productivo.

  • 3- Circuito del capital
    mercancía.

La dinámica en la Economía
marxista.

Marx hizo suya dos de las principales conclusiones
clásicas sobre el comportamiento de las participaciones
distributivas durante un período de cambio
dinámico: el salario real gravitaría en torno a un
nivel de subsistencia y la tasa de beneficio declinaría.
Ahora bien, el análisis clásico y el marxista
ofrecían explicaciones bastante diferentes de estos
fenómenos. Respecto a los salarios, los clásicos
consideraban que los ajustes se efectuarían por el lado de
la oferta de fuerza de trabajo en el mercado de trabajo, las
mejoras de salarios reales llevarían a un incremento de la
fuerza de trabajo, que acabaría presionando a la baja las
tasas salariales.

Marx no podía apelar a los costes crecientes de
los alimentos como variable explicativa del comportamiento de los
beneficios. En su lugar, desarrolló el argumento en torno
a las variaciones de tres relaciones fundamentales: tasa
plusvalía (s/v), composición orgánica del
capital (c/v) y tasa de beneficios (s/c+v).

Una de las conclusiones contradecía una de las
piezas vitales del anterior argumento sobre la evolución
de los salarios reales. Presumiblemente, el proceso de
acumulación de capital aumenta la productividad del
trabajo e incrementa la cantidad de producto neto (v +
c
). Si la proporción de s a v
permanece constante, el crecimiento en la cantidad del producto
neto implicaría que crecía el total de pagos por
salarios (v); y, con bastante probabilidad, a un tipo
más rápido que el volumen del empleo. La
mecanización, después de todo, era de esperar que
redujese la tasa de crecimiento de la demanda de mano de obra.
Esta consecuencia, sin embargo, implicaría que la parte de
la mano de obra que permaneciera empleada disfrutaría de
mejoras en sus ingresos reales.

CAPÍTULO 7

La
estática y el equilibrio: la economía
marginalista

Introducción.

Los economistas teóricos dirigen su
atención al análisis del comportamiento
económico, enfocándolo sobre el de las unidades que
toman decisiones y sobre la forma en que las elecciones de los
agentes económicos se convertían en un proceso
ordenado. Con esta concentración sobre el comportamiento
de las pequeñas unidades del sistema, la
microeconomía pasó al centro de la escena (Barber,
1967).

En la nueva Economía, la teoría de la
distribución fue relegada a un simple aspecto de la
teoría general del valor. Se recompensa a los factores
porque son escasos en relación con los deseos de los
consumidores de los bienes que aquellos pueden producir. El
proceso de producción y distribución sólo
tiene importancia en cuanto modifica la posibilidad de
elección de los consumidores. La demanda de factores es
una demanda derivada; dada la oferta de factores y dados sus
coeficientes técnicos de transformación, los
precios de los servicios productivos y de los bienes de consumo
vienen determinados por los deseos de los
consumidores.

Por lo tanto, no parece que haya lugar para un
análisis especial de valor de cada uno de los factores de
la producción. Precisamente las mayores críticas de
los escritores de este período contra los autores
clásicos se basan en que éstos elaboraron una
teoría especial de la distribución.

Jevons.

Jevons, a diferencia de muchos de sus antecesores y
contemporáneos, no tuvo una formación en ciencias
morales, sino en matemáticas, biología,
química y metalurgia. Esta formación, con toda
seguridad, influyó en su modo de proceder en
Economía: el desarrollo de conceptos estadísticos,
su amplia aplicación en el análisis
económico, el uso de gráficas, y la
aplicación de las matemáticas al estudio de la
economía.

Jevons murió en 1882 sin saber que Menger
había publicado una obra acerca de la teoría de la
utilidad, la cual se parecía prodigiosamente a la suya.
Por otra parte, el libro de Jevons sigue estrechamente tanto el
orden como la sustancia de su breve Notice of a General
Mathematical Theory of Political Economy enviado, en 1862, a la
sección F de la British Association for the Advancement of
Science. El ensayo pasó inadvertido y no fue publicado.
Cuatro años más tarde aparecía en el
Statistical Journal, donde ocupaba una extensión de casi
cinco páginas.

La escuela austriaca: Carl Menger.

Menger, definiría a los bienes como cosas
útiles que pueden entrar a formar parte de relaciones
causa-efectos, con respecto a la satisfacción de las
necesidades humanas. En opinión de Spiegel, la moderna
economía no ha adherido a esta idea de Menger y ha
preferido una interpretación en forma de relaciones de
interdependencia mutua.

En 1871, Carl MENGER llamaba utilidades o cosas
útiles a aquéllas que tienen la virtud de poder
entrar en relación causal con la satisfacción de
las necesidades humanas. En aquellas cosas en que el hombre
reconozca esta conexión causal y tenga, al
mismo.

las llamó MENGER bienes. Así pues, en su
opinión, una cosa alcanza la cualidad de bien si en ella
confluyen las cuatro condiciones siguientes, a saber:

  • a) existencia de una necesidad
    humana

  • b) que la cosa tenga cualidades que la
    capaciten para mantener una relación o conexión
    causal con la satisfacción de dicha
    necesidad;

  • c)  un conocimiento por parte del hombre de
    esta relación causal;

  • d) un poder de disposición sobre la
    cosa, de tal modo que pueda ser utilizada de hecho para la
    satisfacción de la mencionada necesidad.

En definitiva, cuando no confluyen todas y cada una de
estas cuatro condiciones una cosa no alcanza o pierde su cualidad
de bien (Menger, 1871).

La escuela de Lausana: Léon
Walras.

La economía política pura de Walras
consiste en la construcción de un modelo matemático
que permite definir, en forma precisa, la situación en la
que tiende a establecerse una economía basada en el
intercambio libre de los productos, en la venta libre de la
fuerza de trabajo, en la libre circulación de los
capitales y en el arrendamiento libre de la tierra. El conjunto
de su Economía teórica se apoya en dos supuestos:
por una parte, toda unidad económica tiende a maximizar su
utilidad; y, por otra, que la demanda de cada bien debe igualar
su oferta.

En la primera edición de su obra, Walras
admitía que los coeficientes de fabricación son
magnitudes constantes, independientes de los precios de los
servicios productivos. Más tarde completó su modelo
introduciendo la idea de la variabilidad de los coeficientes de
fabricación. Éstos, dice, son unas determinadas
funciones de los precios de los factores de producción,
puesto que cada empresa emplea una cantidad tal de cada servicio,
de forma que su productividad marginal sea igual a su precio.
Esto es, la ley por la cual las productividades marginales de los
factores de producción deben ser siempre iguales a sus
precios. De este modo se determina las cantidades de los
distintos servicios empleados en las diferentes empresas, es
decir, los coeficientes de fabricación.

Alfred Marshall.

El primero que consagró su vida a la
construcción de la Economía como ciencia en
sí, asentada en fundamentos propios, y con el mismo alto
nivel de precisión científica de la física o
la biología. Pero, más aún, resultó
imposible que, después de él, la Economía
volviera a convertirse en una de tantas materias del bagaje del
estudioso de filosofía moral, en una de tantas ciencias
morales. Marshall no quedó satisfecho hasta que
alcanzó una victoria completa en 1903 con la
creación de una facultad y un tipo separado para la
Economía y las materias afines de ciencia
política.

Asentada en fundamentos propios, y con el mismo alto
nivel de precisión científica de la física o
la biología. Pero, más aún, resultó
imposible que, después de él, la Economía
volviera a convertirse en una de tantas materias del bagaje del
estudioso de filosofía moral, en una de tantas ciencias
morales. Marshall no quedó satisfecho hasta que
alcanzó una victoria completa en 1903 con la
creación de una facultad y un tipo separado para la
Economía y las materias afines de ciencia
política.

Los Principios.

Los Principios constituyen un estudio de la
teoría estática microeconómica, pero
recuerda continuamente al lector que ésta no puede captar
las cuestiones vitales de la política económica.
Para Marshall era necesaria una «biología
económica»: el estudio del sistema económico
como un organismo que evoluciona en el tiempo histórico.
Por esta razón, esta obra está llena de
comparaciones entre el mundo económico, el mundo
físico y el mundo biológico.

La contribución de los Principios puede
presentarse esquemáticamente en cinco puntos. En primer
lugar, cierra una vieja polémica relativa a la
determinación del precio y el papel que en ésta
jugaban la demanda y el coste de producción.
Después del análisis de Marshall, para la
mayoría de la profesión, no hubo nada más
que decir al respecto.

Con conceptos gemelos de oferta y de demanda, Marshall
disponía de los necesarios elementos para explicar la
formación del precio. En el punto de intersección
de ambas curvas quedaba determinado el precio de equilibrio.
Marshall comparó estas dos curvas a las hojas de unas
tijeras y observó que sería igual de razonable
discutir sobre si es la hoja de arriba o la de abajo la que corta
un papel, como si es la utilidad o el coste de producción
quien determina el valor.

Marginalidad y sustitución.

La teoría del equilibrio económico se
consolidó y se convirtió en un instrumento de
pensamiento eficaz gracias a dos poderosos conceptos
subsidiarios: de la marginalidad y la de la
sustitución.

El concepto de marginalidad se extendió
más allá del original campo de la utilidad para
describir el punto de equilibrio en condiciones dadas de todo
factor económico que pueda ser susceptible de
pequeñas variaciones respecto a un valor dado, o en su
relación funcional a un valor dado. La noción de
sustitución se introdujo para describir el proceso
mediante el cual se restablece o alcanza el equilibrio. La idea
de sustitución marginal no era aplicable únicamente
a las alternativas de consumo, también existían
dichas alternativas entre los factores de producción. Este
modo de proceder obtuvo resultados extraordinariamente
fecundos.

Sustituibilidad, producción y tiempo
lógico
.

La sustituibilidad conecta con la teoría de la
producción marshalliana. Ésta recogía dos
cuestiones: el modo en que cada productor combinaría los
factores productivos; y, el ajuste que el empresario
llevaría a cabo si se alteraran las condiciones del
mercado. La primera no generaba ningún problema
analítico–conceptual grave: desde un punto de vista
técnico, cualquier volumen de producción
podría obtenerse con varias combinaciones de factores
productivos.

El primer período de tiempo establecido por
Marshall era excesivamente corto para que el productor pudiese
hacer un cambio en su producción como respuesta a un
cambio en los precios. En el segundo tipo, permitía un
cierto ajuste en la producción, modificando la intensidad
con que se utilizaba la planta. Pero, para expandir la capacidad
productiva, se requería del largo plazo.

El tiempo en Marshall es tiempo lógico, ajeno al
calendario: el largo plazo es el espacio de tiempo suficiente
para llevar a cabo el reajuste en la escala de la planta
necesario para producir un nuevo equilibrio de mercado, tras la
perturbación del anterior equilibrio.

Economías internas y externas, empresa y
elasticidad.

La presencia de economías internas de escala hace
incompatible que las empresas operen en régimen de
competencia perfecta.

Esta conclusión de que las industrias con costes
decrecientes no pueden existir en condiciones de competencia
perfecta se basa en la suposición de que las curvas de
oferta de las empresas individuales son independientes entre
sí.

Economías externas conducen a la interdependencia
entre las curvas de la oferta. Las economías externas
están presentes dondequiera que un aumento del producto de
toda una industria hará aumentar la cantidad que cada
empresa individual está dispuesta a ofrecer a cada precio,
esto es, si aquél desplaza hacia la derecha la curva de
oferta a corto plazo de la empresa

Finalmente, en la provisión de términos al
pensamiento económico por parte de

Marshall, es de destacar la explícita
introducción de la noción de elasticidad de la
demanda. Para Keynes (1972), se trata de un concepto sin cuya
ayuda la teoría del valor y de la distribución no
podrían avanzar lo mismo que ocurre con la demanda de un
persona tiene lugar con la de un mercado. Podemos, pues, decir de
un modo general: la elasticidad (o correspondencia) de la demanda
en un mercado es grande o pequeña según que la
cantidad demandada aumente mucho o poco frente a una
reducción de precios dada, o disminuya poco o mucho frente
a un alza de precios dada." (Marshall, 1920).

CAPÍTULO 8.

Dinámica y
desenvolvimiento: Joseph A. Schumpeter

Introducción

Joseph A. Schumpeter (1883-1950) significó, en la
Historia del Pensamiento Económico, la ruptura con la
orientación doctrinaria predominante en su época.
Aunque discípulo de Böhn-Bawerk, no
perteneció, en absoluto, a la escuela austríaca.
Tanto su metodología como los problemas considerados
relevantes son antagónicos con los expresados por los
marginalitas. Presenta, profesionalmente, un verdadero abanico de
dedicaciones. Profesor universitario; dirigió un despacho
de abogados en El Cairo; Ministro de Finanzas en Austria -en un
gobierno socialista.

Para Schumpeter, los dos economistas más
importantes del pensamiento económico fueron Marx y
Walras, y ello por distintos motivos. Respecto al primero, nos
dirá que supo plantearse el interrogante adecuado, aunque
su respuesta no fuese la idónea y, también, por el
intento de Marx de desarrollar un modelo de desenvolvimiento del
capitalismo en un sentido dinámico. Su admiración
por Walras se justifica en el uso que hace del estado
estacionario walrasiano, como premisa inicial para exponer su
propia teoría del desenvolvimiento
económico.

Teoría del desenvolvimiento
económico.

En definitiva, en una economía en tales
circunstancias, no tienen lugar ni inversiones netas ni ahorro,
no cambian las técnicas productivas, ni los gustos de los
consumidores; no se modifican las cantidades demandadas y
ofrecidas de los distintos bienes; ni los precios; la vida
económica deviene siempre del mismo modo, es un continuo
flujo circular. Merece la pena destacar que en este estado no
existe desarrollo económico; pero no quiere ello decir que
no se pueda dar un proceso de crecimiento. En el estado
estacionario, la economía puede crecer debido a causas
exógenas. Pero, "lo que vamos a considerar es
aquella clase de transformaciones que surgen del propio sistema
económico, que desplazan en tal forma su punto de
equilibrio que no puede alcanzarse el nuevo desde el antiguo por
alteraciones infinitesimales.".

El motor capaz de hacer pasar el sistema de esta
situación estacionaria a una situación de
desarrollo, es representado en la figura del empresario
innovador, cuya actividad típica -la innovación
tiene el efecto de destruir el equilibrio del estado estacionario
del flujo circular. Con esta ruptura de las relaciones
económicas existentes, aparece el desarrollo
económico. La función del empresario es la de poner
en marcha nuevas combinaciones de factores productivos, esto es,
innovar. Esta función distingue al empresario del simple
administrador que toma únicamente las decisiones de
rutina.

Para Schumpeter, una innovación consiste en la
utilización productiva de un invento. En este sentido,
existen cinco tipos posibles de innovaciones:

1) introducción de nuevos bienes o de bienes de
nueva calidad.

2) introducción de un nuevo método
productivo, ya existente en un sector, que no deriva de
algún descubrimiento científico.

3) apertura de un nuevo mercado.

4) conquista de nuevas fuentes de oferta de materias
primas.

5) establecimiento de una nueva organización en
una determinada industria.

Schumpeter llama "empresa a la realización de
nuevas combinaciones, y empresario a los individuos encargados de
dirigir dicha realización". Estos conceptos son más
amplios y más restrictivos que los usuales. Más
amplios porque "denominamos empresario, no solamente a aquellos
hombres de negocios «independientes» de una
economía de cambio a quienes se designa así
usualmente, sino a todos los que realicen de hecho la
función por la cual definimos el concepto, aún si
son «dependientes», o empleados de una
compañía. Como lo que caracteriza al empresario es
precisamente el llevar a cabo nuevas combinaciones no es
necesario que tenga conexiones permanentes con una empresa
individual.

Por otro lado, es un concepto más limitado que el
habitual, por no incluir a todos los gerentes, consejeros o
industriales que se limitan a poder explotar negocios
establecidos, sino sólo aquellos que en realidad realicen
esa función (Schumpeter, 1912). Ante la realización
de una innovación, el empresario ha de vencer tres
dificultades:

1) la incertidumbre.

2) la psiquis del hombre de negocios debe hacerle capaz
de superar la repugnancia de la gente por realizar algo
nuevo.

3) el empresario debe vencer la resistencia que el medio
social puede manifestar ante sus innovaciones.

El acto empresarial consiste, pues, en la
introducción de una innovación y conduce de este
modo a la obtención de beneficios. La introducción
de innovaciones supone una disminución en los costes de la
empresa que la ha llevado a cabo, o bien, un incremento en el
precio de los bienes producidos por la empresa. Así pues,
la diferencia entre ingresos y gastos de la empresa innovadora se
amplia, y es aquí, en este mayor margen, donde surgen los
beneficios. Posteriormente, con el paso del tiempo, la
innovación va a difundirse a toda la economía,
produciéndose una disminución continua de los
beneficios, hasta que llega a anularse el componente
extraordinario de los mismos. El resultado final de todo este
proceso es que se ha producido un aumento de la riqueza. En el
caso de que la innovación no se difundiese enteramente por
todo el sistema, entonces el beneficio se convertiría en
una renta de monopolio.

El empresario, aunque es una figura esencial para la
aparición del beneficio, no tiene por qué ser su
receptor. Para conocer quién reviste efectivamente la
función de empresario en una economía capitalista
y, también, para reconocer a los auténticos
receptores del beneficio, es necesario estudiar las fases de
desarrollo del orden capitalista.

Competencia y monopolio

Es una competencia "creada por las nuevas
mercancías, por las nuevas técnicas, por las nuevas
fuentes de aprovechamiento, por el nuevo sistema
organizativo.

Este tipo de competencia es mucho más eficiente
que el otro (que se explica mediante reducciones de precios). [El
mismo] opera no únicamente cuanto tiene lugar de modo
efectivo, sino también en tanto en cuanto es una
permanente amenaza. En muchos casos a la larga resultará
un comportamiento similar al cuadro de la competencia
perfecta."

Este tipo de competencia tiende a eliminar los
eventuales poderes de monopolio gozados por empresas menos
eficientes. A largo plazo, se mantendrán aquellas
posiciones monopolistas que sean renovadas de forma regular, a
través de las innovaciones. Es un tipo de competencia
tecnológica y dinámica que se plasma en el proceso
de destrucción creadora. Es un proceso de
destrucción por la introducción de innovaciones ya
que las empresas que no se adaptan a las nuevas condiciones no
van a sobrevivir; y es un proceso creador porque va a difundir
sus beneficios a toda la economía.

El proceso de desarrollo
cíclico

El proceso de desarrollo cíclico, en donde cuya
base se encuentra en la actividad de los empresarios innovadores,
no acontece de forma uniforme, sino que tiene lugar
necesariamente en forma cíclica. Efectivamente, "la
alternancia de las situaciones (es decir, el ciclo
económico) es la forma que el desarrollo asume en la era
del capitalismo… el movimiento del sistema económico no
procede de una manera continua y sin
obstáculos.

El futuro del capitalismo: los muros se
desmoronan.

Schumpeter deduce de ello que la acumulación de
capital, en el ámbito de la actividad económica
privada, resulta siempre menos importante a los fines de
desarrollo del sistema; por lo tanto, la posición del
empresario privado resulta cada vez menos importante.

Estos y otros factores hacen inevitable el hundimiento
del orden capitalista y el surgimiento de otro -el socialista- en
el que el control de los medios de producción y de la
misma producción es devuelto a una autoridad central; en
este orden socialista, los negocios económicos de la
sociedad pertenecen por principio a la escena pública y no
a la privada. Este orden socialista schumpeteriano no coincide
necesariamente con propuestas de otros autores o con experiencias
(históricas) realmente acontecidas.

CAPÍTULO 9.

La importancia de
la demanda y del corto plazo económico: John Maynard
Keynes

Introducción

La presencia de Keynes en el mundo contemporáneo
se manifiesta por doquier. De un modo directo y claramente
visible se manifiesta en la configuración y la sustancia
de la teoría económica, pese al rechazo que en la
actualidad produce para una amplia parte de la profesión.
También se manifiesta en las concepciones de
política económica y social y en rasgos
institucionales de países y organizaciones
internacionales. La superior influencia de Keynes en
relación con otros autores es debida a una
conjunción de circunstancias, científicas y extra
científicas, que se da pocas veces en la historia. La
influencia de su obra depende tanto de la naturaleza objetiva de
ésta como de la naturaleza de la secuencia de
circunstancias históricas con las que la obra se va
enfrentando, sin olvidar las amplias posibilidades
interpretativas que permitía.

La obra de Keynes y la estructura keynesiana, en sus
distintas versiones, constituían a la vez una ruptura y
una continuidad con el pasado. Una ruptura, al menos, por tres
grupos de motivos. En primer lugar, abarca un campo y pone un
énfasis que hace diferir de manera importante su punto de
vista del de las doctrinas opuestas. En segundo lugar, es nueva
porque destruye en parte las viejas teorías. Y, en tercer
lugar, es innovadora en la medida en que sustituye el cuerpo de
teoría que destruye, con el consiguiente reemplazamiento
de conceptos y categorías. "Sustituye el interés
convencional por los mercados, y los precios individuales por una
mayor atención hacia las magnitudes agregadas.

Sustituye la teoría del interés
convencional por la doctrina de la preferencia por la liquidez.
Sustituye el supuesto de una tendencia hacia el pleno empleo por
el equilibrio de subempleo. Finalmente, sustituye la hacienda
pública neutral del pasado por las doctrinas
intervencionistas de la moderna teoría fisca.

La Teoría General.

El origen de la Teoría General se encuentra en la
resolución de las críticas que desde diferentes
orígenes se suscitaron al Treatise. Para Keynes no era
más que la evolución natural de sus propias ideas.
Las más relevantes de esas críticas se
referían al inadecuado tratamiento otorgado a las
variaciones a corto plazo de la producción. Las
consecuencias de ello eran que, por una parte, no se tenía
en cuenta la posibilidad de que el nivel de producción
variase como consecuencia directa de cambios en la demanda, sin
necesidad de variaciones en los precios; y, por otra, que se
ignoraba que las variaciones en el nivel de producto
actúan como una fuerza equilibradora de la demanda y la
oferta agregada (esto es, de la inversión y el ahorro
agregados).

Crítica a la Economía
prekeynesiana.

J.M. Keynes parte de la crítica a lo que denomina
Economía clásica prekeynesiana, que incluye a
nuestros economistas clásicos junto con los
marginalistas.

Para Keynes, la teoría clásica solamente
es aplicable en un mundo con ocupación plena, un caso
especial, en el que no existe el desempleo involuntario. Por
consiguiente, es inaplicable en un mundo donde existe este
último tipo de desocupación. En ésta, "los
hombres se encuentran involuntariamente sin empleo cuando, en el
caso de que se produzca una pequeña alza en el precio de
los artículos para asalariados, en relación con el
salario nominal, tanto la oferta total de mano de obra dispuesta
a trabajar por el salario nominal corriente como la demanda total
de la misma a dicho salario son mayores que el volumen de
ocupación existente.

Este tipo de desempleo no puede existir en la
teoría clásica de la ocupación. Esta
descansa en dos postulados:

a) el salario es igual al producto marginal del trabajo;
y,

b) la utilidad del salario, cuando se usa determinado
volumen de trabajo, es igual a la de sutilidad marginal de ese
mismo volumen de ocupación. Este último postulado
supone que los trabajadores están en posición de
fijar por sí mismos su salario real.

El principio de la demanda efectiva.

El valor del producto que los empresarios esperan
recibir en el punto de intersección de la función
de demanda global con la función de oferta global se
denomina la demanda efectiva.

Las proposiciones básicas del sistema keynesiano
de la ocupación son las siguientes:

a) el ingreso -monetario y real- depende del volumen de
ocupación N.

b) la relación entre el ingreso de la comunidad y
lo que se espera se gaste en consumo (D1) depende de la
propensión a consumir. Y, por tanto, dada ésta, el
consumo del nivel de ocupación al depender del ingreso de
éste.

c) el volumen de empleo N que los empresarios deciden
emplear depende, por una parte, de cuanto se espera
gastará la comunidad (D1) y, por otra, de cuanto se espera
que dedicará a nuevas inversiones (D2). La suma de ambas
constituye la demanda efectiva.

d) la suma dedicada a nuevas inversiones resulta de la
detracción a la oferta global del consumo de la
comunidad.

e) en equilibrio el volumen de ocupación depende:
de la función de la oferta global; de la propensión
a consumir, y del volumen de inversión.

f) el volumen de ocupación no puede exceder de
aquel valor que reduce el salario real hasta igualarlo con la de
sutilidad marginal de la mano de obra.

Categorías keynesianas (1): expectativas,
eficiencia marginal del capital y fluctuaciones.

Para Keynes, estas expectativas de las que dependen las
decisiones de negocios son de dos tipos: a corto plazo y
relacionadas con el precio que un manufacturero puede esperar
obtener de su producción terminada en el momento que se
compromete a empezar el proceso que la producirá; y a
largo plazo
y relacionada con lo que el empresario puede
esperar ganar en forma de rendimiento futuro, en el caso que
compre producción terminada como adición a su
equipo productor.

"El volumen de ocupación que las empresas
individuales ofrezcan será consecuencia de todo este
conjunto de previsiones." Pero dada, la existencia de fricciones,
un cambio en las expectativas -sean a corto o a largo plazo no
producirá inmediatos efectos sobre la
ocupación.

Keynes define la eficiencia marginal del capital como la
relación entre el rendimiento probable que se espera de un
bien de capital y su precio de oferta o reposición, es
decir, la que hay entre el rendimiento probable de una unidad
más de capital y el costo de producirla. Se define en
función de la expectativa del redimiendo probable y del
precio de oferta corriente del bien de capital. Depende de la
tasa de rendimiento que se espera obtener del dinero si se
invirtiera en un bien recién producido.

Categorías keynesianas (2): la
propensión a consumir y el multiplicador.

La propensión a consumir keynesiana es la
relación funcional existente entre un nivel de ingreso
dado y el gasto de consumo para dicho nivel de ingreso. Y la suma
que la comunidad gasta en consumo depende a) del monto de su
ingreso, b) de otras circunstancias objetivas que lo
acompañan, c) de las necesidades subjetivas y las
inclinaciones psicológicas y hábitos de los
individuos y d) de los principios según los cuales se
divide el ingreso entre los individuos. Los dos primeros son
factores objetivos, los restantes son subjetivos.

Para Keynes, el hecho de que, dada la situación
económica general, el gasto en consumo dependa
principalmente del volumen de producción y
ocupación, justifica que no se consideren los otros
factores en la función general, propensión a
consumir, porque, mientras los demás pueden variar, el
ingreso total es, por regla general, la principal variable de que
depende el consumo. En consecuencia, el consumo depende
principalmente del volumen de ingreso total, y los cambios en la
propensión misma son de importancia secundaria.

Similar relación existe entre los ingresos y la
inversión a través del multiplicador.

Señala la relación entre el incremento
registrado en el nivel de renta de equilibrio y la
variación en la demanda de inversión.
Además, bajo ciertas simplificaciones, esta
relación también puede establecerse entre la
ocupación total y la ocupación directa dedicada a
inversiones. "Este nuevo paso es parte integrante de nuestra
teoría de la ocupación, ya que, dada la
propensión a consumir, establece una relación
precisa entre la ocupación y el ingreso totales y la tasa
de inversión.

La función de oferta global y la
función de ocupación en la

Teoría General: El crecimiento
económico.

Teoría General se refiere casi completamente a la
demanda y presta muy escasa atención a cuanto fue el
objeto de los economistas políticos, esto es la
producción y las condiciones en que tiene
lugar.

Partes: 1, 2, 3
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