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El otro Ezequiel Zamora y palabras sobre su verdadera tumba (página 3)




Enviado por Alfredo Torrealba



Partes: 1, 2, 3

"… CONSIDERANDO: que es dogma de
la Revolución Federal la fraternidad; que los Estados de
Coro y Barinas no reconocen por enemigos suyos sino a los que
atenten de hecho contra su independencia; que a nadie inquieta
por sus opiniones políticas ni por sus actos anteriores,
pues adictos o contrarios a la Revolución todos gozan de
igual inmunidad mientras no conspiren contra el orden de cosas
establecido; y que nadie permanece en prisión por los
sucesos políticos que han tenido lugar hasta hoy
".
(LANDAETA ROSALES: 1961; 325).

Lo curioso de los escritos de Zamora es que
obedecen a un profundo ideal casado con la más noble
virtud humana. En comparación con otros escritos de la
época, Zamora, quizás, es una excepción y el
mejor representante de la literatura y pensamiento romanticista
del pueblo revolucionario.

21.- EL
FUSILAMIENTO DE MARTÍN ESPINOZA

Uno de los episodios más
cuestionables en la vida del Valiente Ciudadano Ezequiel Zamora
ocurrió, probablemente, en noviembre de 1859, cuando
tomó la decisión de pasar a patíbulo a un
fiel seguidor y oficial de mano derecha del Ejército
Soberano.

El gran General Martín Espinoza,
caudillo de hondo arraigo en el pueblo de Barinas, aunque se
sumó a luchar junto a Zamora fielmente fechas
después que presenció como las tropas del gobierno
oligarca atacaba y diezmaba sin misericordia a su propia familia,
cayó muerto por mano y obra de las tropas federales que
días antes había dirigido con sórdido
carácter contra el enemigo y, con las cuales, había
peleado codo a codo en el nombre de la libertad, la
revolución, la federación, su desaparecida familia
y Zamora (CFR.- LEÓN TAPIA: 2004; 53-55).

Las razones que motivaron a Zamora a
aplicar esa inaudita decisión (para su momento) encuentran
explicación en dos causas: en primer lugar, se sabe que
Zamora era intransigente con sus soldados. Él
exigía a sus tropas una disciplina militar de gran entrega
so pena de ser castigados e, igualmente, les exigía una
moral revolucionaria comprometida con los ideales liberales y en
contra del enemigo y declarada, casi bajo juramento, a seguir sus
órdenes. En segundo lugar, se sabe que el odio de
Martín Espinosa hacia los enemigos no tenía
límites. Él dirigía a sus tropas con
ferocidad y de manera inhumana los ajusticiaba.

"Para Espinoza no había leyes,
ni reglamentos, ni regulaciones, ni orden alguno, iba al lado de
Zamora porque <<no le había caído
mal>>. Otros oficiales de la federación estaban
sentenciados por él sólo porque tenían
<<cara de godos>>".
(MARTÍNEZ GALINDO:
2001; 37)

Ezequiel Zamora le dio reiteradas
órdenes que le exigían moderar su conducta
barbárica de pillaje y ultraje, pero al ver que
éste no cambiaba, decidió someterlo a juicio y
ejecutar la condena sin reparos.

"Con respecto a la disciplina militar y
a la moral revolucionaria de sus tropas, Zamora fue intransigente
hasta el momento de su muerte. En Barinas no vaciló en
someter a un consejo de guerra y condenar a muerte al coronel
Martín Espinoza, a pesar de que sabía que con esta
sentencia perdía un valeroso y prestigioso soldado de la
revolución, que en cuestión de horas reclutaba
miles de indios y peones para las tropas federales (…)
pero Espinoza cuando se embriagaba no guardaba moral de un
oficial revolucionario y hacía venganzas personales. Para
mantener esa moral revolucionaria, Zamora no dudó
jamás en castigar a los hombres de tropa que llegaron a
lesionar los bienes de la gente de pueblo, a la par que
pronunciaba sentencias como las siguientes: la propiedad del
pueblo se respeta, es sagrada, lo que debe secuestrarse son los
bienes de los ricos porque con ellos hacen la guerra al pueblo,
hay que dejarlos en camisa" (BRITO FIGUEROA: 2002-b;
92).

Sin embargo, aparentemente, la
decisión de Zamora iba más allá de poner
orden, al contrario, el necesitaba indicar con mano dura que
él era el General en Jefe del Ejército Soberano,
porque para la fecha sus tropas comenzaban a fragmentarse entre
tropas zamoristas y tropas adeptas a Juan Crisóstomo
Falcón. Para él la situación era mucho
más extrema que cuando procedió a interpelar a un
abogado, quien era culpable de procrear la terrible
discusión entre Zamora y Falcón (Ver capitulo 15),
y lo condenarlo con un simple salvo conducto al exterior del
país cuando, quizás, su castigo por ser "chismoso"
ponía en riesgo más de lo que podía poner en
riesgo Espinoza (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b;
72).

"… Porque si no impongo la
disciplina, la anarquía nos hubiera devorado, tal como
decía Bolívar con su palabra sabia (…)
Lamentablemente, Espinoza era peor que el indio Rangel, pues
jamás aceptó mis órdenes, ni siquiera mis
consejos. Aunque se proclamaba mi subalterno, siempre actuaba
como le daba la gana después de prometer su obediencia. Y
eso me corrompía la tropa coriana y los soldados del
centro, que había logrado disciplinar en tantos meses de
esfuerzo (…) Y el asunto se fue haciendo más grave,
cuando formados los batallones en las sabanas de Juana
María, se insolentó pidiendo, por pura inquina, la
cabeza del comandante Pablo Miel, uno de mis mejores hombres
llegados de Guerrilandia (…) Era difícil convencer
a esa gente pero yo necesitaba tener batallones obedientes para
poder vencer y, sobre todo, aplicar mi táctica en las
trincheras de Santa Inés que ya tenía estudiadas en
el sitio (…) Dura fue la decisión contra un hombre
de mi pueblo, encendido de venganza por sus propias
circunstancias, y desde ese momento, comencé a estudiar la
forma de librarme de él (…) sin más
consideraciones, distribuí su gente entre los batallones y
ordené para él un consejo de guerra por
insubordinación (…) Deliberaron esa noche y en la
mañana le leyeron la sentencia de muerte que el hombre
escuchó callado (…) tuve que hacerlo porque, si no
lo hacía, se perdía toda la moral indispensable
para triunfar con cualquier ejército
". (CFR.-
LEÓN TAPIA: 2004; 55-57).

De una u otra forma, Zamora puso muy en
claro que él era capaz de hacer cualquier cosa por un
ejército formidable y obediente. Ya no quedaban dudas
sobre él. Así sus tropas se encaminaron confiadas
hacia Santa Inés sin dudar que fueran dirigidos por un
incorruptible general.

Sin embargo, no es posible afirmar que el
fusilamiento de Martín Espinoza fue olvidado por la
inmensa cantidad de soldados que le era fiel a este caporal. Por
lo que, a nuestro juicio, incluso en plena batalla de Santa
Inés y un mes después en San Carlos, Zamora era
objeto de odio por parte de un grupo aún fiel a su
desaparecido general, el cual, de seguro a sus ojos, no
había recibido un juicio justo.

22.- ZAMORA EL
SER PERSUASIVO Y LA CONSPIRACIÓN CONTRA
ÉL

A veces, los hombres para mantenerse en una
posición decisiva y hegemónica dentro de un grupo
social jerarquizado o para acceder a posiciones beneficiosas
pueden usar las relaciones sociales como un vehículo
natural para lograr sus objetivos. Dentro de esas relaciones
sociales, la persuasión es la llave que facilita el avance
regular de muchos sucesos o hechos sociales. Sin embargo, la
persuasión cuando adquiere un carácter
político puede ser vista como un arma de doble filo,
porque allí privará el contexto moral y
ético en que se enfoque el objetivo que se
persigue.

Ezequiel Zamora[17]si bien
no era un ser persuasivo por naturaleza, cuando se
proponía hacerlo lo hacía de una manera
excepcional. Por ejemplo, en una ocasión de 1859, se
tramó a su alrededor un plan para sacarlo del poder del
Ejército Federal. A la mejor usanza de un golpe de estado
moderno, las tramas sociales se fueron cerrando cada vez
más sobre el general sin que él ni sus allegados se
percataran de lo que se maquinaba. Y de no haber sido por su
perspicacia y la presencia de soldados leales a su mando,
probablemente la conspiración habría tenido
éxito. Así, cuando Zamora se enteró,
éste bien pudo hacer juzgar a los oficiales en contra de
él de la manera más dura, pero inteligentemente, en
vez de preferir perder buenos oficiales, insólitamente (y
decimos insólitamente por cuanto recordemos que hablamos
de una actitud en plena guerra federal) Ezequiel Zamora
habló con ellos y procuró hacerlos desistir de sus
planes:

"…trataron de dar un golpe de
mano, desconociendo al general Zamora, varios jefes amigos de
Falcón, los que figuraban en el ejército
expedicionario federal, para nombrar como primer jefe de la
federación al general Juan Antonio Sotillo, su segundo al
general José Desiderio Trías, presidente en
campaña al general Juan Crisóstomo Falcón.
Este golpe de mano pretendieron llevarlo a término los
generales José Rosario González, (…)
José Desiderio Trías, Faustino Pulgar, José
Rosario Petit y otros jefes y oficiales de distintas
graduaciones, intentona que se frustró y fue descubierta
por el belicoso comandante Jesús María
Hernández, quien manifestó al general Zamora lo
ocurrido. Instruido el general Zamora de lo que estaba pasando en
el ejército de su mando, voló al peligro,
sometiéndolos a todos a la obediencia de modo respetuoso,
pero tal fue el efecto que produjo esta sorpresa a los
conspiradores de aquella traición, que no hallaron
conducta que observar, no porque el general Zamora hiciera caso a
aquel acto felónico contra su persona. El general
José Desiderio Trías se arrepintió, y
observó en lo sucesivo fidelidad al general Zamora, digna
de un soldado leal a la causa que juraba defender. (…)
Además, este golpe de mano también había
sido descubierto por otras vías: por intermedio de los
servicios de inteligencia del estado mayor del Ejército
Federal de Occidente
". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 57,
58).

Este humilde suceso nos da evidencia de la
inteligencia y la capacidad negociadora de Ezequiel Zamora para
manejar y dar resolución a los problemas: por más
graves sean y en las condiciones más apremiantes.
Sólo pensar en la situación en que se
encontró y considerar que sus oficiales eran hombres de
hechos y no de palabras, nos da una idea de la dificultad que
enfrentó y del significado de haber hecho un cambio de
voluntad significante en estos valientes y bastos soldados. Por
ello, este echo nos sugiere que era un ser con alta capacidad
para persuadir las voluntades más antagónicas y que
pese a tener esa inmensa arma entre sus manos, nunca la
utilizó para beneficio propio, sino para la
consolidación más profunda de su ejército
con vista a la lucha revolucionaria y a la paz
futura.

23.- LAS FRASES
CÉLEBRES DE EZEQUIEL ZAMORA

Debido a que para la historiografía
de "la oligarquía reaccionaria, el movimiento armado
de 1846 – 1847 no fue sino una sedición de la plebe
anárquica y bestial contra el orden y la legalidad

constitucional" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 69), y que para la
"historiografía de inspiración liberal y
democrática, aquel movimiento fue una justa
rebelión o protesta armada, con raigambre colectiva,
contra el orden oligárquico
" (BRITO FIGUEROA: 2002-a;
69), la imagen de Ezequiel Zamora parece ajustarse a la
conveniencia político-histórica del tipo de sistema
político y gobierno de turno, así como sus
alocuciones, de modo que algunos siempre lo mirarán como
un bandido y otros como un hombre excepcional, un héroe.
Durante el período de 1961 a 1999 sólo el 04 de
Febrero 1975 el Presidente Carlos Andrés Pérez
emitió un decreto ensalzando la figura de Zamora, en
cambio, del año 2000 a la fecha, la imagen de Ezequiel
Zamora es reconocida tanto por el estado como por sus ciudadanos
por lo que fue: como un hombre muy conciente de las precarias
circunstancias que el país vivía hace más de
160 años y por las cuales no se quedó callado y
sumiso. La "conveniencia histórica" ha sido la
causa de qué tanto sepamos de Ezequiel Zamora.
Lamentablemente, esto ha repercutido con tristes costos. La
oligarquía del siglo XIX borró y manipuló
informaciones acerca de su vida y se han distorsionado o perdido
muchos aspectos históricos con idea de deteriorar la
imagen de Zamora y contar su propia historia y ensalzar a sus
propios héroes. No obstante, incluso así,
aún disponemos de muchos datos históricos y grandes
alocuciones hechas por Ezequiel Zamora, palabras memorables que
pudieron engañar los filtros y cristales y a cuya medida
se procuró una vez eliminar el recuerdo de este hombre,
pero no pudieron porque subestimaron la carga valorativa del
pensamiento revolucionario que las había
creado.

Ahora bien, la bases del pensamiento de
Zamora, grosso modo, puede extraerse de una alocución
hecha el 07 de Marzo de 1859 y en donde deja, a nuestro juicio,
una honda huella del pensamiento revolucionario que siempre lo
caracterizó:

"Compatriotas (…) evitemos en lo
posible la efusión de sangre; pero que se derrame y se
formen hecatombes, si así lo quieren los victimarios, los
enemigos jurados de la libertad
…" (PÉRZ ARCAY:
2000; 108).

Zamora se deja ver como: "la conciencia
igualitaria y niveladora del pueblo venezolano alzado contra los
últimos privilegios oligárquicos y dispuesto a
cumplir del modo radical aquellas consignas sociales que se
pretirieron y retardaron desde la independencia. Casi nos asusta
(…) su fe fanática, sin distingos de matices,
dispuesta a imponer ciegamente lo que él creía un
sistema de felicidad (…) La Federación encierra en
el seno de su poder el remedio de todos los males de la patria.
No; no es que los remedia; es que los hará
imposible
…". (PÉRZ ARCAY: 2000;
108).

El pensamiento de Ezequiel Zamora, sin
duda, era apasionado a los ideales con los cuales se casó
joven. De hecho, cuando a pocos meses de comenzar su experiencia
militar y dirigirse en una reunión del estado mayor con
esta frase: "… ahora podemos volver a hablar con la
voz gruesa, que tiemblen los oligarcas
" (BRITO FIGUEROA:
2002-a; 61), logró sintetizar el sentimiento del pueblo en
casi un grito, una orden, un deber… Esta sentencia que
será reducido a un grito de campaña o de guerra:
¡Oligarcas Temblad!, sería la llama
incendiaria de la revolución por todos los llanos
venezolanos. Con posteridad la consigna tomaría mayor
identidad: "Tierras y hombres libres, Elección
Popular, horror a la oligarquía
" y se
inscribiría como un canto de guerra: "¡El Cielo
Encapotado – Anuncia Tempestad – Oligarcas Temblad – ¡Viva
La Libertad!"
(CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; XIV).

También entre sus frases usuales se
oía a manera de consigna: "Estudiar y Trabajar,
Trabajar y Estudiar
" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 50);
"Siempre He Odiado La Venganza" (LANDAETA ROSALES: 1961;
43); u otra que según Román Martínez
Galindo: "Tierra Y Hombres Libres Es Una Frase
Mía
" (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 105). Por otro
lado, cuando sospechaba algo casi siempre utilizaba la misma
frase: "Hay Algo Podrido En La Olla" (BRITO FIGUEROA:
2002-b; 138), y cuando se refería a la guerra popular que
se suscitaba en Venezuela utilizaba la siguiente
expresión: "Somos como el cuerpo seco: si nos pisan
por un lado nos levantamos por otro"
(BRITO FIGUEROA:
2002-b; 138). Entre sus máximas favoritas también
estaba: "Hablar siempre con el pueblo, escuchar siempre al
pueblo
" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 47). Una vez dijo
refiriéndose a Venezuela: "… En esta tierra que
parió la independencia de América
…"
(BRITO FIGUEROA: 2002-a; 118).

Como dato curioso, vale mencionar que una
de las palabras que seguramente fue dicha hasta el cansancio por
Ezequiel Zamora fue: "Federación", sin embargo, para el
pueblo era una palabra nueva, y en su humildad por perseguir el
pensamiento puro de la liberación apenas decían lo
que entendían: "Feberación". Y aunque no la
conocían, el pueblo tenía fe en ella. (CFR.-
PÉRZ ARCAY: 2000; 109).

24.- LA ASTUCIA
DE ZAMORA: SE TIÑO EL CABELLO Y EL
BIGOTE

Si por algo sus soldados recordaban a
Zamora era por su singular astucia, de hecho todos estaban al
tanto que él no "tenía ni un pelo de
bolsa
" (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 7).

"En la Guairita, Zamora fue conocido
por los peones, arrendatarios y esclavos como don Manuel;
sólo los más íntimos, los viejos
guerrilleros que junto a él habían combatido,
conocían la verdadera fisonomía de quien se
ocultaba bajo el nombre de aquel oscuro caporal de hacienda.
Zamora <<no se fiaba de nadie>>, y por eso la astucia
que lo había salvado de morir envenenado en la
cárcel, lo inducía a ocultar su verdadera
personalidad
". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 105).

Incluso una vez se tiño el cabello y
sus bigotes para escapar de sus perseguidores: "En los
primeros días de agosto de 1858, <<disfrazado de
arriero, con el pelo y los bigotes teñidos negro>>,
se trasladó a Catia La Mar y allí embarcó en
una chalupa que lo condujo a Curazao
". (BRITO FIGUEROA:
2002-b; 19).

Sin embargo, sería inapropiado creer
que Zamora tenía ciertas destrezas para cosas pasajeras y
circunstanciales. Por ejemplo, él siempre procuró
rodearse de hombres excepcionales a la hora de tomar decisiones y
colocaba a los mejores en los cargos importantes del
ejército y para ejercer asuntos públicos. En aquel
tiempo donde el autoritarismo y el centralismo decisional
imperaban en todos los estratos sociales, aquel hombre oía
sabiamente el juicio de sus allegados sin sed de protagonismo:
"Zamora seleccionaba a los mejores hombres para los cargos
claves en el ejército y en las funciones
públicas
" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 50). Estos
oficiales que se hacían llamar <<soldados
zamoranos>> antes que <<soldados federales>>
"conocían, leían y comentaban, y en muchos
casos traducían al castellano libros, folletos, revistas,
periódicos y otros papeles inspirados en las ideas de
Babeuf, Saint-Simón, Proudhom, Blanqui, Fourier, Leeros y
Owen
" (GARCÍA MÜLLER: 2001; 120), por lo cual no
es extraño creer que ellos mismos hayan sido los autores
intelectuales de la vertiginosa difusión del socialismo
utópico por el llano venezolano. Además, Zamora
escogía a las personas confiables para estructurar sendas
redes de espionaje por las comarcas y estar al tanto del
movimiento del enemigo. La red de información que
él tenía favorecía cuando mucho las acciones
guerrilleras que se extendían por grandes extensiones de
territorio indómito.

"Zamora estaba <<instruido
perfectamente>> <<por la red de espionaje que
tenía en territorio enemigo>>"
(BRITO FIGUEROA:
2002-b; 77). Al final de la red, Zamora analizaba la
información y decidía lo que debía
hacerse.

25.- ZAMORA ERA
MASÓN

Uno de los aspectos más
polifacéticos de la vida de Ezequiel Zamora es que en 1855
se inscribió en la masonería[18]Esta
decisión la tomó en una época en que
transitaba por un período significativo de
formación ideológica y reflexión
introspectiva que compartía con amigos cercanos sobre los
problemas del país y, en especial, los del partido liberal
y el ascenso de los oligarcas. Zamora entre 1848 y 1855
"amplió sus horizontes intelectuales, estudia los
problemas militares desde el punto de vista teórico,
comprende la fundamentación política del programa
de tierras y hombres libres
– y lo más importante a
nuestro juicio- descubre los nexos existentes entre ese
programa y el programa de los insurrectos de junio de 1848, en
París
". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 126).

"Zamora mantiene permanente
correspondencia con el círculo de amigos de Caracas y
cuando viene a esta ciudad con ellos se reúne para
discutir sobre la situación política nacional y
para comentar las informaciones y periódicos que llegan de
Europa (…) Los insurrectos de junio de 1848 residentes en
caracas participan en estas reuniones y cooperan con sus ideas y
experiencias. En el círculo de amigos Ezequiel Zamora (que
se diferencia de las otras fracciones liberales por su
radicalismo) surge la iniciativa de formar progresivamente un
<<partido dentro del partido liberal>> para difundir
el credo igualitario, ganar posiciones y hacer la
revolución, porque nuevamente <<la sierpe goda se
está apoderando mañosamente de la República,
con guante seda habiendo fracasado en los campos batalla y hay
liberales que transigen>>. Hay preocupación por la
abolición de la esclavitud con indemnización. Se
discuten planes de trabajo y se decide que Zamora se inscriba en
la masonería, en tanto que otros de Caracas se dediquen a
la organización de los artesanos en <<gremios por
oficios>
>>." (BRITO FIGUEROA: 2002-a;
126).

En efecto, el 18 de mayo de 1855 Ezequiel
Zamora fue recibido como miembro de la Organización
Francmasónica, en Ciudad Bolívar, por la Logia
Estrella del Orbe.

"La Disertación de orden
pronunciada por Zamora versó sobre <<La Libertad e
Igualdad entre los Hombres>>, y fue editada posteriormente
en la Imprenta <<El Edén>>, de La
Victoria
". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 139).

26.-ARTIMAÑAS DE GUERRA DE
ZAMORA

En los conflictos armados todo se vale.
Ezequiel Zamora nunca dudó de esta afirmación; y
más cuando él supuso que éste era el
principio motor de muchas maniobras militares exitosas. Las
tretas son un as bajo la manga para cualquier militar y entre
más original sea, mejor. Zamora desde joven hizo varias
artimañas de bajo perfil pero sin ser un agresor
tiránico, déspota y salvaje con sus enemigos
castrenses. Al contrario, a veces sus artimañas
parecían cómicas a sus soldados por ser originales
y astutas. De esta forma Ezequiel Zamora labró su imagen
como un hombre pícaro, decidido y muy listo entre sus
tropas, elementos que denotaban un peculiar y coloquial carisma
por el cual se le valoró por muchos años. Entre los
ejemplos que se pueden mencionar, está el
siguiente:

"La sagaz pesquisa conduce hacia un
comerciante de nombre José García. El hombre es
acosado por un severo interrogatorio que lleva a cabo Zamora
personalmente. Ante la negativa de García a confesar la
verdad, lo traen hasta una fosa recién abierta, lo paran a
la orilla del agujero y enfrente forma un pelotón de
fusilamiento que viene dispuesto a ejecutarlo sumariamente, por
supuesto que al aterrorizado García no le quedó
otro camino que decirlo todo, logrando por estos medios Zamora
apoderarse del cargamento de pólvora, pertrechos y
armamento más importante que tenía el
ejército centralista en todo el occidente. (…) El
señor García, después de su forzada
declaración, fue dejado en libertad, pero aún
así, cuando llegó a su casa todavía estaba
más <<cagao>> que palo e` gallinero
".
(MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 16, 17).

Otro ejemplo más serio sobre Zamora
que demuestra lo que era capaz de hacer es el
siguiente:

"No comete crímenes
individuales, ni tolera que se lesione en lo más
mínimo los bienes de la población, pero si ordena
<<el secuestro de las propiedades los godos oligarcas,
porque con esas explotan y le hacen la guerra al
pueblo>>".
(BRITO FIGUEROA: 2002-a; 71).

Zamora complementó sus
tácticas y estrategias militares con estas y muchas otras
tretas de bajo perfil para conseguir sus objetivos. En cambio,
cuando asumía una táctica o estrategia definida de
batalla asumía otro rol como hombre, es decir, muy serio y
estudioso de las consecuencias de sus actos para no daba trecho a
las posibilidades de fracaso.

27.- LAS ESCUELAS
ZAMORANAS

Las condiciones socioeconómicas de
Venezuela a lo largo del siglo XIX eran tan precarias que la
inmensa mayoría de sus escasos millón y medio de
habitantes no sabía leer ni escribir. Aunque si bien
poseían grandes conocimientos en cuanto a la agricultura,
seguían siendo una población abandonada,
extremadamente empobrecida, desasistida y olvidada por parte de
aquellos señores latifundistas y oligarcas que
dirigían las riendas de un endeble sistema
político.

En ese contexto de desesperanza rural,
Ezequiel Zamora no olvidó a su pueblo pese a estar
íntegramente casado con la dirección de los
ejércitos federales. Aquel pueblo que había cedido
a sus propios hijos y esposos para acompañarlo en la lucha
por la libertad, siempre ocupó un puesto especial en la
mente de Zamora. Y éste hombre instruido, quien
sabía muy bien que un ser sin historia es un ser sin
identidad, procuró sembrar el conocimiento
histórico venezolano no sólo en sus tropas, sino
también en el pueblo, para cosechar la identidad de
hombres libres dignos y luchadores de una nueva Venezuela llena
de aspiraciones y reivindicaciones humanas. A través de la
creación de escuelas o centros de educación, algo
rudimentarios por demás, pero efectivos en cuanto a la
consecución de su máximo objetivo: la
consolidación de la difusa cultura del venezolano de
provincia, Ezequiel Zamora sorprendió a los intelectuales
de su tiempo. En esos centros de educación se abrieron los
caminos al conocimiento por dos estratégicas puertas: la
enseñanza de la lengua castellana tanto escrita,
leída como debidamente hablada y la historia de
Venezuela.

"Zamora prestaba especial
atención a sus tropas, no solamente en cuanto al
reclutamiento, que se hacía voluntario, desde los catorce
años en adelante y sin límite de edad sino con
respecto a la cultura de <<el pueblo en armas>>. En
el estado mayor y bajo la dirección del licenciado
Francisco Iriarte en su carácter de secretario general y
auditor de guerra, funcionaba un círculo de
discusión sobre problemas estratégicos-militares y
políticos, la asistencia era obligatoria, incluyendo a
Zamora, quien ordenaba a Emilio Navarro <<pasar
lista>> antes de celebrar las reuniones. Los oficiales
analfabetos estaban obligados a aprender a leer y escribir, y
esta tarea la coordinaba Emilio Navarro. En los cuarteles
funcionaban escuelas de primeras letras y fueron editadas
millares de cartillas para uso de los soldados <<e hijos
del pueblo>>. La tropa cooperaba en la limpieza y
reconstrucción de la ciudad
". (BRITO FIGUEROA:
2002-b; 49, 50).

Vale mencionar que de estas escuelas se han
inspirado muchos programas de educación no sólo en
Venezuela sino en Latinoamérica.

28.- LOS
MONÓLOGOS DE ZAMORA

Para malestar de muchos y sospechas de
otros, se sabe que Ezequiel Zamora muy usualmente hablaba
sólo consigo mismo. Sus cavilaciones podían ocurrir
a cualquier hora del día, pero cuando hablaba en las
noches sus soldados no se les hacía fácil el sentir
miedo de aquel curioso comportamiento.

"El vivac de las tropas de Zamora no se
utilizaba para descansar sino para leer y discutir sobre
problemas políticos. El mismo educaba con el ejemplo, en
los momentos de descanso, y en altas horas de la noche, una vela
de sebo ardía, e iluminaba la choza donde funcionaba el
estado mayor: el Jefe del Pueblo Soberano leía y redactaba
sus proclamas … A veces, en las noches más
calurosas y cuando él pensaba que todos dormían, se
paseaba por los alrededores del estado mayor, hablando solo, para
preocupación de sus subalternos, pronunciando frases como
las siguientes: sí, la revolución triunfará,
venceremos".
(BRITO FIGUEROA: 2002-b; 34).

"¿Y qué cosas leía
y estudiaba Ezequiel Zamora? De manera general cuanto libro,
folleto, periódico o revista caía en sus manos,
pero especialmente leía, ávida y apasionadamente,
obras de historia y estrategia militar. En los libros buscaba
fuentes de inspiración para sus luchas, explicación
a multitud de problemas sociales, cuyas causas no había
logrado comprender de modo consciente, pero sí intuitiva.
De aquí las interrogantes que constantemente se planteaba,
hablando consigo mismo y no pocas veces en voz alta, para asombro
de sus amigos y compañeros (y posteriormente de su esposa
cuando estaba desterrado en Curazao). Esas interrogantes eran las
siguientes: << ¿Es posible terminar con la
opresión de la oligarquía y con el poder de los
ricos? ¿Podrá el pueblo vencer a sus tiranos?
¿Y las tierras por qué las tienen solamente los
poderosos? La tierra es de todos como el agua, el sol, y la
naturaleza>>.
(BRITO FIGUEROA: 2002-a;
106).

No obstante, aunque dicha actividad puede
ayudar a las personas a pensar y responder a las circunstancias
positivamente, es uno de los aspectos más desconocidos de
la multifacética personalidad de este soberbio
líder venezolano.

29.- LOS MOTES DE
ZAMORA

Una de las características
más singulares de Ezequiel Zamora era el ser objeto, por
parte de sus soldados, de burlas o bromas que sin rayar en lo
grotesco y mucho menos sin pensar o tratar de ofenderlo. Es el
caso de los sobrenombres que Zamora tenía en el argot
jovial de sus tropas. Le decían: El Cabo Zamora; El
Maneto; El Maneto Cabo Zamora; Pis Ágiles y El
Catire.

Cada uno de ellos, lejos de ser ofensivos,
eran inofensivos y engañadores, y aunque hoy muchos de
esos sobrenombres pueden darnos significados injuriosos, en el
contexto de la época, hace más de 140 años,
eran arquetipos que denotaban la personalidad de un hombre
excepcional, querido, venerado y, especialmente,
admirado.

"Zamora inspiraba inspiraba en sus
tropas esa familiaridad confianzuda para ser llamado
<<cabo>>, definición por demás
admirativa, que los soldados dan a sus grandes capitanes cuando
éstos poseen la aureola del verdadero guerrero. (…)
A Zamora lo apodaban también, con simpático
aprecio, <<El Maneto>
>>". (MARTÍNEZ
GALINDO: 2001; 4).

Vale mencionar que el sobre nombre de "El
Maneto" hacía referencia a que Zamora era muy junto de
rodillas, quizás por su contextura de jinete de
décadas[19]

"… catire, la colmena hay que
castrarla con candela y de un solo golpe porque si se alborotan
las avispas nos pican
". (BRITO FIGUEROA: 2002-a;
36).

Igualmente, el mote "Catire" no era
ofensivo, más bien era un simbólico reconocimiento
a un hombre rubio de cabello y de textura blanca, en una guerra
donde la mayoría de sus participantes poseían color
de piel negro, moreno, zambo, etc… De tal forma que para
las tropas, tener a "El Catire" a su lado era la declaratoria de
que la pugna no era un asunto de razas (elemento muy presente
para la época donde las fracturas entre sociales de
esclavos y blancos terratenientes eran muy presentes), sino de
ideales, necesidades y libertades.

"… En Obispos permaneció
dos días el ejército colorado, siempre averiguando
por mis pasos, pero tal como me habían apodado mis
enemigos de Barquisimeto, llamándome <<pies
ágiles>>, mis huellas no las encontraron en ninguna
parte porque constantemente cambian de sitio
". (LEÓN
TAPIA: 2004; 88).

Como vemos en la anterior redacción,
Zamora era un hombre de difícil ubicación por parte
de sus tropas enemigas. La guerra de guerrillas que había
armado por el centro del país le exigía, por su
misma dinámica, estar en constante movilización por
el territorio del país, no sólo para su propia
protección, sino para estar en contacto con sus propias
tropas y darles órdenes. Curiosamente, es en esta
época que el Telégrafo llega al país
(1850-1860), pero a los pocos meses de iniciada la guerra Federal
(1859-1863), las conexiones fueron destruidas por los
revolucionarios para mitigar el rango de acción de las
tropas oligarcas.

30.- EL ASPECTO
FÍSICO DE ZAMORA

Entre las curiosidades de la vida de
Ezequiel Zamora están las discusiones acerca de su
verdadero aspecto físico. Y aunque a lo largo de su vida
sufrió cruentas enfermedades como el tifus y
<<fiebre fría>> (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a;
66), entre otras, su aspecto no varió cuando mucho ni su
vitalidad. Ahora bien, de la juventud de Zamora se
sabe:

"Físicamente, sus amigos lo
describen como un hombre alto y delgado; de ojos azules y mirada
viva y penetrante; sus facciones se distinguen por líneas
bien definidas, pómulos agudos, nariz recta, barba firme y
saliente, frente descubierta y bien modelada que dan
<</em>
>". (BRITO
FIGUEROA: 2002-a; 9).

Posteriormente, unos años
después se le describe de la siguiente manera:

"Pelo rubio pasudo y bastante poblado,
color blanco y algo catire, frente pequeña, ojos azules y
unidos, nariz larga perfilada, nuca pequeña y algo sumida,
labios delgados, barba roja y escasa, estatura regular, cuerpo
delgado, muy junto de muslos y piernas manetas y cubiertas de un
vello áspero: los pies son también largos y flacos:
es de andar resuelto…".
(BRITO FIGUEROA: 2002-b;
19).

El andar resuelto de Zamora es el aspecto
más comentado de su destreza, de hecho salvó su
vida muchas veces por esa cualidad: "Zamora, que era,
según el pueblo, <<un hombre muy rápido,
relancino y defenso>>".
(BRITO FIGUEROA: 2002-b;
125).

31.- LA MUERTE DE
ZAMORA

"…la bala que en San Carlos
asesinó a Zamora, había matado a
dos,

a su jefe y a su partido". El
Heraldo – Juan Vicente González

Si en algo coinciden todos los estudiosos
de la vida de Zamora es que su muerte fue un golpe fatal para la
causa revolucionaria que encabezaba.

"La muerte de Zamora fue un golpe
verdaderamente fatal, fue un zarpazo del destino (…) La
nave de la revolución perdió a su único
piloto capaz de conducirla al puerto seguro de la paz que hubiera
satisfecho a las grandes mayorías. (…) La
revolución quedó acéfala, se había
golpeado el cerebro conductor y el centro neurálgico que
movía la maquinaria en cuerpo y alma
"
(MARTÍNEZ GALINDO: 1992, 119).

Sin embargo, no es posible decir lo mismo
con respecto a la muerte de Zamora en si misma el 10 de Enero de
1860[20]en la ciudad de San Carlos a sólo
20 días de cumplir 43 años. Aún se perciben
dudas acerca de las circunstancias que rodearon los
últimos momentos del "Valiente Ciudadano" y de quienes
realmente fueron los perpetradores de tal crimen. No obstante,
Federico Brito Figueroa se refirió al respecto a partir
del estudio de varios documentos que detallan el sitio a la
ciudad de San Carlos, primer bastión a conquistar de
Zamora en su ida a Caracas:

"El sitio de la ciudad de San Carlos
comenzó el 3 de Enero de 1860, y desde su campamento
establecido en la <<en la entrada del pueblo, una vez
pasado el río>> (…) La plaza de San Carlos
desde el 3 de enero fue cayendo en poder de las tropas federales
casa por casa, calle por calle hasta ocupar la plazoleta que
quedaba frente a la iglesia de San Juan en la parte oeste de la
ciudad (…) Zamora tenía seguridad de que
tomaría San Carlos en la tarde del día siguiente.
Así lo manifestó, en la noche del 9 de enero, en
una reunión celebrada a orillas del río principal,
considerando asimismo (…) que una vez ocupada la ciudad el
ejército y el pueblo proclamarían a Falcón
presidente provisional de la república. (…) Al
amanecer del 10 de enero de 1860, por orden de Zamora las dianas
de las trompetas federales saludaron el primer mes aniversario de
la batalla de Santa Inés: estaba seguro que ese mismo
día, a las tres de la tarde los Ejércitos Federales
de la República ocuparían San Carlos, ya los
defensores de la ciudad habían, solicitado una
capitulación, pero Zamora había respondido que
solamente la otorgaría a discreción y sin
condiciones. Para ultimar los detalles relacionados con esta
capitulación salió Zamora hacia San Carlos, en las
primeras horas de la mañana: al mediodía estaba en
la casa de la familia Acuña, donde había sido
invitado a almorzar. Pero antes de que esto ocurriera tuvo
necesidad de salir a revisar unas trincheras que estaban
edificando en un lugar cercano: no regresó más, sus
últimas palabras fueron <<ya vengo…>> A
menos de cien metros de la Iglesia de San Juan, estando en
terrenos dominados por las tropas federales una bala le
quitó la vida
". (BRITO FIGUEROA: 2002-b,
88).

Sin embargo, esta versión de los
hechos de Brito Figueroa ha sido duramente criticada por diversos
historiadores venezolanos. De hecho, muchos le consideran el
verdadero "Asesino" de Zamora. Por ejemplo, las mayores
críticas que se han sostenido a los escritos de Brito
Figueroa se centran en la forma como narró los
últimos momentos de vida de Zamora y la identidad de los
perpetradores. De esta forma, pareciera que el mayor delito que
cometió Brito Figueroa fue escribir el siguiente
párrafo:

"La muerte de Zamora ocurrió en
la parte de la ciudad de San Carlos que ya estaba ocupada por las
tropas federales, es decir, en la parroquia San Juan. En la torre
de la iglesia de esta parroquia estaba apostado el sargento G.
Morón, espaldero de Juan Crisóstomo Falcón,
y quien utilizando el rifle de éste fue el autor del
disparo que ultimó al conductor de la revolución
democrática y antifeudal
". (BRITO FIGUEROA: 2002-b,
96).

A partir de éste, muchos
historiadores señalaron con contundencia que Brito
Figueroa había inventado la persona de G. Morón,
para confinar a la historia la imagen de Guillermo Morón,
colega de Brito y miembro de la Academia Nacional de la Historia.
De hecho, Guillermo Morón, así lo mantiene cuando
señaló en el 2008 que:

"uno de sus libros más
polémicos -(
de Brito Figueroa)- es la
biografía de Zamora, donde dice que fui yo quien
mató a Zamora, por ejemplo, para decir cómo se
puede adulterar la Historia por intereses puramente
políticos pasionales, desde el punto de vista de las
ideologías
".

En este orden de ideas, Roberto J. Lovera
de Sola se refirió incisivamente al tema citando el libro
de Rodríguez Adolfo "La Llamada del Fuego", cuando en el
2009 manifestó que:

"… En cambio Brito Figueroa, lo
que hizo fue desfigurar la personalidad, acción e ideas de
Zamora. Brito Figueroa, hay que decirlo para los lectores de
historia, a todo lo largo de su Tiempo de Ezequiel Zamora
alteró, cambió datos en favor de una tesis
preconcebida, (la suya), siempre investigo mal, dio incluso
detalles falsos, inventó una falacia sobre el color rojo y
sobre todo sobre el nombre del hombre que ultimó al
caudillo en San Carlos. Sabemos hoy que ese G.Morón que
Brito dijo no existió. Fue una "boutade" suya para herir a
un amigo con quien se había peleado. Quizá parezca
increíble hacer semejante cosa, pero eso hizo Brito
Figueroa, hombre equivocado siempre y mal historiador. Es por
ello que Rodríguez -(
Rodríguez Adolfo)-,
tras analizar todos los testimonios sobre el posible Morón
como asesino de Zamora indica: "Ninguno de los autores que
sindican a un tal Morón de matar a Zamora, suministran el
nombre, excepto Brito, quien se atreve a colocarle de inicial una
"G", al parecer con fines fabuladores y no
históricos
".

Pero sea de una u otra forma, las defensas
de Brito Figueroa quedan comprometidas ante el "Boletín
del Archivo Histórico de Miraflores" de 1959 que
salió a la luz pública a finales de 2008
(después de 40 años de olvido). En dicho informe,
Cipriano Castro, actuando de escritor y compilador, sorprende a
la historia con un documento titulado "La Verdad Histórica
Sobre La Muerte y Entierro del General Ezequiel Zamora", donde no
se hace mención a G. Morón, y se enuncian un
conjunto de personajes decisivos en los últimos momentos
de la vida de Ezequiel Zamora, que Brito Figueroa decisivamente
no quería profundizar, como el caso de Telésforo
Santamaría, pieza central para Rodríguez
Adolfo:

"Es ahora el día siguiente, 10 de enero de 1860.
Todo indica que lo que vamos a narrar no sucedió en la
tarde sino cerca del mediodía. Fue entonces cuando
atravesó la calle real, caminó hasta la esquina de
la Casa de la Blanquera, entró a solar de la familia
Acuña, allí almorzó, tomó un pedazo
de patilla y, dirigiéndose por un hueco en la pared,
marcha a la parte del solar de la casa ocupada por el negocio de
los hermanos Desiderio y Federico González, donde las
tropas federales, en gran desorden, se detallaban
víveres… fue a la puerta que da a la mediagua del
sur donde se atrincheraban José Manuel Payares Seijas,
Pablo Piña, Montenegro, Buenventura Núñez,
Guzmán Blanco, un oficial y otros. Y Piña dijo: -No
asome general. Mire las balas como despedazan ese platanal de
enfrente… Guzmán recordó estos jirones de
voces intercambiadas entre Zamora y la guerrilla apostada
allí: << -Sí -Allí… –
Dos… -Muy bien -Ahora mismo>> Sin descuidar el
flanco por donde penetraban los disparos. Uno de los hombres de
Zamora tropezó con Guzmán y éste hizo un
movimiento lateral hacia la derecha pero no estorbarlo. Y fue
cuando el cabo inició una palabra que quedó trunca:
<<-Ca(rajo)…>>Dobló las rodillas
(Zamora) y Guzmán lo habría sostenido para que
cayese suavemente de espaldas…
(RODRÍGUEZ,
ADOLFO: 343-345).

El centralista Telésfero Santamaría fue
señalado como autor del "inimaginable disparo"
(RODRÍGUEZ, ADOLFO: 345), por los periódicos
caraqueños "Diario de Avisos" y "El Constitucional", trece
días después de la muerte de Zamora, es decir, el
23 de enero. Pero por ningún lado Brito Figueroa hace
reflexión de esto y de cómo estos periódicos
no decían nada sobre un tal Morón. A todas estas,
Cipriano Castro ve los hechos de forma similar, pero pone la
situación más compleja cuando expuso una
comunicación recibida de Carlos María Oviedo,
fechada en 1894, y otra del Dr. M. A. Granado, fechada en 1904,
donde se refiere a Telésforo Santa María (sic) y a
la identidad de un oficial misterioso se ufanaba de haber dado
muerte a otro importante oficial:

"Como a las 11 a.m del día del
sitio, disparó un tiro hacia el solar de enfrente un
soldado nuestro de nombre Telésforo Santa María, y
dijo: Cayó un Jefe de pantalón azul. Este tiro
salió del solar de la casa del finado Manuel
Hernández Sierra, y el mencionado Jefe cayó en un
solar de la casa que ocupaban Desiderio y Federíco
González, que dos o tres años después fue
del señor Ramón Borjas
" (Dr. Carlos
María Oviedo. En: BOLETÌN DEL ARCHIVO
HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959: 37). .

"Entre los sitiados de San Carlos se hallaba mi otro
hermano político, señor Joaquín Espinosa,
vecino hoy de Valencia, quien me ha referido que un día
pidió premio un Oficial, porque había matado a uno
de los Jefes principales del contrario bando: que por la
aspillera o hueco de que se servía para disparar el
reclamante del premio, pudieron los sitiados observar que en
efecto había muerto un alto personaje del enemigo. Al
suceso narrado siguió el rumor, vago al principio,
acentuado después, de la muerte del General Ezequiel
Zamora".
(Dr. M. A. Granado. En: BOLETÌN DEL ARCHIVO
HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959: 37).

Adolfo Rodríguez comentó que a los pocos minutos
Zamora fue trasladado a la casa de la señora Quiteria
Acuña y puesto sobre la mesa del comedor, allí
expiró. Según Cipriano Castro, Zamora
falleció a los 10 minutos "habiéndose
trasladado su cuerpo inmediatamente a una pieza de la casa
".
Luego, fue sepultado en el solar de Los Oviedo esa medianoche,
"entre dos árboles de totumo y otro de
guanábana
" y no como se dice hondamente en la casa de
la Familia Acuña[21]donde estuvo el cuerpo
(CFR.- BOLETÍN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES:
1959: 41).

"Una sirviente de la señora Quiteria Acuña,
nos dijo que allí le habían enterrado, en una
(–colcha de color de matas encarnadas-) y había sido
traslado en una hamaca –de rayas azules-, cubierto con una
colcha de Flores o matas encarnadas, noticia que nos indujo
después a cavar la sepultura , y encontramos que
efectivamente el cadáver estaba en la hamaca con las
demás señales que dicha sirviente nos dio y que
además tenía atada la cara con un pañuelo
(–que parecía sostener la barba-), con la marca
(–el nombre-) de la señora Quiteria Acuña,
que dicho cadáver vestía pantalón de
paño azúl con galón de oro (-amarillo
angosto-), que había calzado botas, sin poder yo recordar
ahora la calidad de las otras prendas de que se componía
el vestido (-sortija de oro pequeña y delgada, que se
observaba llevaba en el dedo meñique de la mano
izquierda-)
(Carta de Isaías Lazo a Carlos
María Oviedo (1894). En: BOLETÍN DEL ARCHIVO
HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959: 48).

"… dentro de la sepultura
(…) recuerdo que el color del cabello era rubio y crespo y
que el cráneo estaba roto por detrás
". Carta
de Carlos María Oviedo (1894). En: BOLETÌN DEL
ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959: 49).

Se sabe, también, que Emilio Navarro fue uno de los
pocos que vio el cuerpo sin vida de Zamora:

"Como tenía que dar al general Zamora las novedades
diarias de las fuerzas de retaguardia, me dirigía al
Estado Mayor para cumplir con mi cometido, supe entonces por el
general José Desiderio Trías y el Coronel
José Rivero, que el general Zamora había muerto. En
atención a esta tremenda noticia, me dirigí a la
casa del Dr. Acuña donde se me informó se hallaba
su cadáver, frente al templo de San Juan de aquella
ciudad, y pasé a una pieza de lo interior del local en la
que ciertamente vi el cadáver de Zamora, el fiel soldado
de la Federación…
(MARTÍNEZ GALINDO:
2001, 110).

El cadáver había recibido un
certero un disparo que le penetró por el ojo derecho y
tuvo orificio de salida por detrás del oído
izquierdo. Todo indicaba que Zamora recibió la herida
desde el campo contrario donde aún se encontraban los
hombres que defendían a la ciudad de San Carlos, y desde
una altura propia de una torre o el techo de alguna casa cercana.
Pero al pasar los días, se sospechó que Zamora
había sido emboscado por gente cercana a Antonio
Guzmán Blanco y Juan Crisóstomo Falcón,
quien en última instancia serían los autores
intelectuales del crimen. Las sospechas sobre Falcón y
Blanco eran fundamentadas por el general Jesús
María Hernández quien había alertado a
Zamora en los siguientes términos: "Pele el ojo,
general, no se descuide un solo momento porque el general
Falcón juntándose con los suyos meditan darle un
balazo, y después de hecho este atentado, no hay remedio y
pobre de nosotros
" (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 136).
Según Brito Figueroa, las razones que tenían
Falcón y Blanco para tramar el asesinato de Zamora se
reducen al hecho que "el cabo" no pretendía detenerse
hasta llegar a Caracas. Falcón y Blanco desde 1959, pese a
estar en lucha, ya habían comenzado a tratar de contactar
y pactar con los oligarcas de Caracas la paz, el perdón y
el olvido del pasado (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b, 99). En
cambio, Zamora era imparable en su cometido; se había
convertido en la piedra en el Zapato para Falcón y Blanco
quienes veían como cada vez más se reducían
los recursos para financiar la campaña que ellos mismo
liderizaban. Además, era cierto que difícilmente
uno de los dos pudiera permanecer con el poder una vez
conquistada Caracas, porque allá seguramente Zamora se
haría valer como el presidente o líder absoluto del
país. En cambio, Rodríguez Adolfo nunca han
existido verdaderos hechos que insinúen la
participación de estos oficiales en lo
ocurrido[22]e incluso, no es posible desechar que
lo ocurrido a Zamora haya sido algo fortuito, ya que para el
momento del ataque, el Valiente Ciudadano era el único que
llevaba un uniforme que era, para los efectos, muy llamativo para
los sitiados.

Tampoco ha quedado claro si al menos Blanco estuvo presente
durante el disparo, porque según las primeras narraciones
de lo ocurrido él no estaba presente, sino los edecanes
(BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959:
29). Al tiempo el mismo Blanco afirmó que estuvo presente
en el acto e inclusive describe que el disparo a Zamora fue hecho
cuando él leía algo, y no nombra a G.
Morón[23]

"… pues yo presencié este
acto criminal; Zamora leía siempre levantaba la vista
hacia arriba, el papel a la altura de la frente; y fue
precisamente entonces cuando recibió el balazo; conozco
todos los pormenores de este crimen y en mi poder está la
honra de ese hombre
". (BRITO FIGUEROA: 2002-b,
98).

Vale indicar que la muerte de Zamora había sido
aclamada en Caracas y la historia acerca de su muerte pudo ser
rescrita según la conveniencia de la ideología
oligarca, pero en ese contexto, se recuerdan las palabras de
alegría de Juan Vicente González por la muerte de
Zamora en el medio escrito llamado "El Heraldo":
Bendita sea mil veces la mano que la
dirigió
!". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 89). Dada esta
aclamación, comenzó a surgir un profundo
interés por conocer el paradero final de sus restos, en
especial, por aquellos hombres que siguieron su pie de lucha. Por
esas razones, en 1868 Antonio Guzmán Blanco, Presidente de
la República, ordenó la exhumación y
posterior sepultura de los restos de Ezequiel Zamora en el
Panteón Nacional. Y así fue el 13 de noviembre de
1872. No obstante, los detalles de lo ocurrido dan idea que
efectivamente los restos de Zamora no se encuentran hoy en
día en el Panteón Nacional, y más bien esos
restos pertenecen a un soldado desconocido. Situando la tumba de
Ezequiel Zamora para el año 2010 debajo de la Iglesia
Felipe Neri de la ciudad de los Teques, estado Miranda, en la que
una vez fue la original sacristía de 1870, tal como lo
señala el Boletín Del Archivo Histórico De
Miraflores, donde se haya un informe que personalmente
preparó el entonces Presidente Provisional de la
República, General Cipriano Castro, quien lo dedicó
a la Academia Nacional de la Historia.

Según este documento, en 1868 los
generales Ruperto Monagas, Desiderio Escobar y Ramón
García llegaron a San Carlos a exhumar los restos de
Ezequiel Zamora. Una vez en el sitio, éstos se dirigieron
a la casa de la familia Los Oviedo. Ellos fueron recibidos por
Carlos María Ovideo, quien enfermo, se acercó hasta
la puerta y les señaló que "entre aquellos dos
totumos y aquel guanábano, donde está aquella
piedra, están los restos del General Zamora" (pág.
50
). Seguidamente, los generales exhumaron los restos, los
dejaron en la ciudad y siguieron rumbo a Barquisimeto. Tiempo
después regresaron. Tomaron los restos y continuaron su
camino de regreso con dirección a
Valencia[24]La Victoria y finalmente Los Teques.
Periplo donde todos los estamentos públicos dejaron
honores y proclamas escritos para venerar el paso de El Valiente
Ciudadano. Una vez en Los Teques, los restos fueron entregados al
Presbitero José Ramón Rodríguez, para cuya
disposición fueron guardados en la sacristía. Al
tiempo, Rodríguez fallece y asume el presbítero
Ornés Mota, quien será el último en dar fe
de la ubicación de dichos restos no en la misma
sacristía, sino en el bautisterio, mediante varias cartas.
Allí permanecieron hasta el año 1894, cuando el
presbítero Ornes decidiera guardarlos en otro sitio y,
posteriormente, falleciera llevándose con él la
información (Pág. 33). Sin embargo, para el
año 2010, se sabe que la Iglesia Felipe Neri ha transitado
por tres demoliciones y edificaciones, lo que hace pensar que los
restos de Zamora estén debajo de su estructura actual en
una de las tantas tumbas que allí yacen.

Ahora bien, dos años después
de la primera excavación, en 1870, un conjunto de
militares bajo el mando del mismísimo Guzmán Blanco
llegaron a San Carlos a la misma casa de la Familia Los Oviedo
para reclamar los restos de Ezequiel Zamora. De igual forma,
fueron atendidos por Carlos María Oviedo. Sin embargo,
esta vez el señor Carlos no tuvo ninguna
participación, y sólo se quedó contemplando
como los hombres de Guzmán Blanco hacían varias
excavaciones desenfrenadamente en su casa sacando varios restos
humanos, porque después de todo, allí se
encontraban nueve (09) sepulturas de otros soldados desconocidos.
Una vez que la indignación colmó la paciencia de
Carlos Oviedo, trató de indicar al general Caspers que
allí ya no había más sepulturas. Sin
embargo, un amigo de él, el Dr. José Manuel
Montenegro, le aconsejó guardar silencio y que no los
contrariara. De esta forma, al poco tiempo el general Caspers
(con la ayuda del Dr. Montenegro) tomó un cuerpo
desconocido, y lo hizo llamar Ezequiel Zamora (pág. 50); y
partió a Valencia a tratar de alcanzar a Guzmán
Blanco que habían hallado al "El Cabo". Cuando se
encontraron con Guzmán Blanco, Caspers le hizo saber que
por el estado del cráneo no era posible comprobar la
herida del ojo, a lo que Guzmán respondió:
"Precisamente, eso es lo que evidencia, sin duda alguna, que
esos son los restos de Zamora, pues el balazo ha debido producir
esos efectos
" (pág. 42). Luego, siguieron a Caracas
por vía La Guaira. Para este momento, Guzmán Blanco
realmente no le interesaba mucho tener la legitimidad de aquellos
restos, total, parecía que tenía lo que
quería, un pretexto más para inmortalizar su
imagen, aún a costa de otros cadáveres:

"La casa donde se enterró a
Zamora era de la familia Oviedo, como he dicho, y a poco de
sepultado lo desenterré en unión de dicha familia,
para identificarlo, habiendo quedado convencido de su legitimidad
porque aún se reconocían sus facciones y partes de
su uniforme. Luego volvimos a cubrir el despojo, acudiendo a
aquella sepultura casi toda la gente que pasaba por San Carlos,
hasta qué habiendo llegado el Ejército, se
exhumaron definitivamente los restos; no habiendo yo escrito nada
sobre el particular, porque el General Guzmán Blanco al
colocar en el Panteón los otros restos que decía
eran los de Zamora, formuló un proceso para cubrir su
responsabilidad; y finalmente, porque ningún Gobierno
había tocado el asunto hasta hoy
. . ." (Carta que el
General Ramón García, En: BOLETÌN DEL
ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959).

Hoy, aún quedan muy vívidas
sus ideas y aspiraciones para construir un nuevo orden social de
Zamora, un glorioso país, un gran Estado a partir del
"reparto de tierras, la supresión de las
contribuciones, la democracia total, proporcionar una
situación feliz a los pobres y la instrucción
general
" (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 141). Su mensaje
aún subsiste y aunque no hayan desaparecido del todo los
males con los que tanto lucho, el pueblo venezolano lo recuerda
con orgullo y entereza, y sin olvidar que:

"El asesinato de Ezequiel Zamora fue un
crimen político, realizado en beneficio de las clases
dominantes venezolanas, y el planteamiento de este problema es
necesariamente polémico porque la versión oficial,
la que circula en textos, de buena o mala calidad
histórica y literaria, es diferente. Es la versión
difundida por los escribas del autócrata prevaricador,
Antonio Guzmán Blanco, quien siempre representó los
intereses de las clases dominantes en el seno del movimiento
federal
". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 135).

32.- EL ANONIMATO
DE ZAMORA EL 24 DE ENERO DE 1848

Una vez que se le conmuta la pena de muerte
a Ezequiel Zamora en noviembre de 1847, éste tenía
que ser trasladado del cantón de Maracay al castillo de
San Carlos para cumplir diez años de presidió
cerrado. La fortaleza de San Carlos era un tétrico
fortín, que como símbolo de barbarie y
opresión edificaron los colonizadores hispanos en una de
las islas del lago de Maracaibo. Dicha confinación, tan
sólo era una evidencia más de la esperanza de los
ideólogos de la oligarquía por aniquilar
física y espiritualmente a Zamora. La crueldad de los
carceleros, la incomunicación y la insalubridad
serían los elementos que a la postre acabarían con
su vida. Y Zamora consiente de ello, y valiéndose del
apoyo de los suyos, no tardó mucho en aprovechar el
traslado para intentar escapar. Con la ayuda de su hermano
Gabriel Zamora, su primo Alejandro Tosta, Rafael Gáspers,
Napoleón Sebastián Arteaga y por una mujer que la
historia aún no le ha puesto nombre, más sesenta
garrilleros, Ezequiel Zamora logra escaparse. Primero logra
llegar a la ciudad de La Victoria y, horas después, se
dirigió hacia Los Altos, hasta llegar a Caracas. Luego, a
los días, se refugia en una hacienda situada en las
inmediaciones de El Hatillo, en El Cafetal, denominada la
Guairita. A partir de esos momentos, permanecería en la
zona disfrazado para no llamar la atención (BRITO
FIGUERIOA: 2002-a: 100-106).

En la Guairita fue reconocido por los
peones, pero de allí no más. Como se sabía,
él se camuflaba, se teñía el cabello y el
bigote, y durante dos meses permaneció completamente
anónimo, pero sin desentenderse de su empresa
revolucionaria. No obstante, allí mismo en Caracas, el
escenario político se enardecía desde los primeros
días de 1848 y todo parecía indicar que la
época de Ezequiel Zamora, como personaje desconocido,
estaba por acabar porque, invariablemente, José Tadeo
Monagas lo necesitaría.

Para 1848, José Tadeo Monagas como
presidente de la república, había implantado una
política de "clemencia, conciliación y
pacificación", lo cual era un desafío para la –
oligarquía caraqueña-, que si bien había
perdido el dominio del Poder Ejecutivo, aún controlaba el
Congreso Nacional, el Poder Judicial, incluyendo la Corte
Suprema, y la mitad del Consejo de Gobierno. En ese sentido, la
oligarquía tramaba conquistar la totalidad del Estado
venezolano y maquinó dar un -golpe militar legal- a
Monagas y colocarlo en el banquillo de los acusados por
–violación de la constitución-.

El 10 de Diciembre de 1847, los diputados
de Caracas se dirigieron a la Cámara de Representantes
para solicitar que se enjuicie al presidente José Tadeo
Monagas por violar la Constitución. Esta solicitud
constituyó el primer paso hacia el 24 de Enero de 1848,
fecha prevista para inhabilitar al presidente en ejercicio de sus
funciones. Igualmente, a partir de ese día, Caracas se
hizo sitio de encuentros violentos entre bandos que apoyaban a
Monagas como bandos que apoyaban a la
oligarquía.

Ya para el 20 de enero de 1848, Caracas
vivía horas de febril agitación política.
Cada bando creó su propia milicia popular teniendo entre
sus filas más de 2000 mil voluntarios de parte y parte.
Entretanto, muchos hombres se armaron por su cuenta y el
Ejecutivo movilizó la guardia para custodiar al Congreso y
otros sitios públicos.

El día 24 de Enero estalló la
confrontación, pero no en la ciudad, sino en el mismo
Congreso, cuando José María de Rojas tomó un
puñal y amenaza de muerte a Tomás Sanavria, hombre
de confianza de Monagas y Ministro del Interior y Justicia.
Inmediatamente, a fuera del Congreso se corrió la voz que
estaba en peligro Sanavria y una turba de gente rodea el congreso
para intentar salvarlo de las manos de los oligarcas. El pueblo,
armado de palos, piedras, machetes y cuanto instrumento
encontraba a la mano, intentó ingresar al edificio
legislativo y al hacerlo chocó con la guardia del
Congreso, la cual dispara contra la multitud y caen muertos
varios milicianos. El caos se apodera del lugar, la multitud se
enardeció y se lanzó sobre el Congreso con mayor
aplomo. Pronto la guardia sería diezmada y siendo
liderizados por una figura sin nombre, ataca y asesina a varios
diputados. Los diputados oligarcas que se encontraban rodeados,
para salvarse, apuntaron con pistolas a los diputados afectos a
José Tadeo Monagas, pero incluso así,
teniéndolos a ellos secuestrados y como rehenes, poco pudo
hacerse. El pueblo no tuvo piedad con los oligarcas.

"Cuando el pueblo de Caracas
–disuelve a balazos- el Congreso Nacional, no se enfrenta
contra una institución democrática, depositaria de
la soberanía popular sino contra la representación
institucional de las clases dominantes, responsables de la
política represiva y del mar de sangre que había
bañado a la nación. Clases dominantes que no
habían vacilado en violar su propio orden constitucional
al arrebatar el triunfo electoral a Antonio Leocadio
Guzmán, candidato de las simpatías populares; al
condenar a muierte a Ezequiel Zamora y a militares de hombres del
pueblo que habían luchado con las armas en la mano por
tierras y hombres libres, porque la República Oligarca les
había negado el -ejercicio pacífico- de sus
derechos ciudadanos
" (BRITO FIGUEROA: 2002-a:
114-115).

El 24 de enero de 1848, marcó el
inicio del verdadero control de José Tadeo Monagas sobre
el Congreso y, paso previo, al control del país, porque
una vez eliminados o intimidados los enemigos oligarcas, ya no
tendría adversarios, al menos en la propia ciudad. Y con
el apoyo del pueblo, verdadero héroe de aquel día,
quien ahora apoyará a Monagas incluso cuando éste
vacila, Venezuela se enrumbaba a sus primeras conquistas humanas:
la eliminación de la pena de muerte y la
erradicación total de la esclavitud.

Sin embargo, ¿Quién era
aquella figura desconocida para el pueblo caraqueño que de
manera valerosa liderizó a la turba que atacó el
congreso? ¿Quién fue aquel patriota que
asumió para si mismo la responsabilidad de comandar en un
momento de crisis el verdadero llamado de luchar por la libertad?
¿Pudo haber sido el mismo Ezequiel Zamora? Probablemente
si.

La historia ha sido imprecisa es descubrir
a este personaje. Quizás la premura y algidez del momento
hizo olvidar el nombre y el rostro de aquel que anidó en
su seno el llamado del pueblo, o quizás con el tiempo se
hizo tan obvio que fue innecesario nombrarlo y los mismos
cronistas de la época pasaron soslayadamente en recordar
lo que tenían frente a sus ojos. Lo cierto es que esa
persona estuvo allí y que si resumimos en contexto lo
ocurrido, podo haber sido Ezequiel Zamora, el valiente
ciudadano.

Se sabe que desde su refugio de la
Guairita, Ezequiel Zamora mantenía correspondencia con
algunos amigos de Caracas, quienes le remitían libros y
periódicos editados en el país y en el exterior.
Por lo cual se suponía que estaba conciente de lo que
ocurría en Caracas desde los primeros días de enero
de 1848. Ezequiel Zamora firmaba sus cartas como el
seudónimo de Manuel Correa, y un peón de la
hacienda "el sute Nicolás", las llevaba a la ciudad (BRITO
FIGUEROA: 2002-a: 116). Igualmente, se sabe que el 22 de enero de
1848, Zamora marchó sorpresivamente hacia Caracas para
participar en la organización de las milicias populares y
al día siguiente estuvo en Chacao y logró acercarse
a La Candelaria, es decir, a sólo breves cuadras del
edificio San Francisco, antiguo Congreso, y que hoy en día
es el Palacio de las Academias. Allí, en todo momento,
como organizador de las milicias, reunió a unos hombres
provenientes de Petare, Mariches y Guarenas, todos partidarios al
gobierno de José Tadeo Monagas. De una u otra manera,
Zamora se situó al Este del edificio de San Francisco, ya
que por el Oeste se juntaban milicianos de El Empedrado, Las
Adjuntas, Los Teques, Carrizal, Macario y San Pedro. Al sur, se
apostaron los milicianos provenientes de El Valle, San Antonio,
San Diego y Paracotos y, más allá al noroeste, se
juntaron milicianos provenientes de La Guaira, Maiquetía,
Caraballeda y Macuto (BRITO FIGUEROA: 2002-a: 116).

El edificio de San Francisco estaba
estratégicamente rodeado ante cualquier por menor y Zamora
era el mejor ubicado y más próximo al sector en
comparación con los otros organizadores de las milicias.
Específicamente, trayendo a consideración que
frente al edificio de San Francisco existía una plaza
espaciosa, ésta tan sólo hubiera facilitado el
acceso al edificio San Francisco si se venía desde La
Candelaria.

Se sabe, igualmente, que Zamora reclamaba
de manera enérgica la disolución del Congreso
Nacional mucho antes del 24 de Enero (BRITO FIGUEROA: 2002-a:
116), pero aquel día no se le recuerda como aquel patriota
o ni siquiera como un patriota destacado que participó en
las acciones del pueblo. Probablemente, ello pudo ser que como
aún permanecía en el anonimato, él haya
estado con el cabello y bigotes (si lo tenía)
teñidos de negro, lo cual lo hacía irreconocible
para los caraqueños porque quién hubiese visto a
Zamora así, seguramente habría notado que se
contradecía con lo que se sabía de Zamora en
aquella época en Caracas, es decir, un hombre rubio y
"catire".

Otro hecho curioso, es que un día
después, el 25 de enero, el presidente José Tadeo
Monagas incorporó a Ezequiel Zamora a la Milicia Nacional
con el grado de comandante y lo comisionó para organizar
un –batallón de civiles en Villa de Cura-. Esta
acción de Monagas precisa más como un
reconocimiento por sus acciones de valentía del día
anterior que como un premio por la formula administrativa con que
había organizado las milicias en Caracas. Por esas
razones, geoestratégicas resulta casi inapropiado pensar
que aquella figura que liderizó la rebelión no haya
sido otro que Ezequiel Zamora. Su proximidad al edificio de San
Francisco desde La Candelaria, su ya comprobada voluntad militar
y guerrillera de Villa de Cura en contra de la oligarquía
y la injusticia, su apego a ideales de libertad y democracia, sus
dotes naturales de general de batalla y el cariño del
pueblo depositado en él, sin duda hacen creer que Zamora
fue responsable de vencer a la guardia del Congreso y culpable de
enrumbar el fragor popular hacia la abolición de la
anarquía de los oligarcas por el camino
victorioso.

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Autor:

Alfredo. A. Torrealba

Caracas, Venezuela

Junio, 2012

[1] Se trató de confirmar la
existencia de este libro por otras fuentes, pero no se tuvo
éxito. Sólo se corroboró que Ezequiel
Zamora era un hombre activo físicamente.

[2] Vale mencionar que los hijos de
Estéfana Falcón colaboraron ampliamente en la
lucha revolucionaria haciendo cuantiosos aportes
económicos a las tropas de Ezequiel Zamora. (CFR.- BRITO
FIGUEROA: 2002-b; 92).

[3] En el libro de León Tapia no se
precisa con exactitud el nombre de la mujer: en la
página 36 aparece “Viviana” y en la
página 117 aparece “Bibiana”. (LEÓN
TAPIA: 2004; 36, 117).

[4] Alejandro Zamora fue hijo de Juan de
Zamora, quien 50 años atrás, “se
cansó de luchar contra una casta de latifundista quienes
amparados por miembros del gobierno de la Capitanía
General de Venezuela, comercializaban ilegalmente en el llano
con ganado robado”. (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001;
15).

[5] En José León Tapia se lee:
“Altivo era él, dulce era ella, pero con la
entereza de las mujeres de su época donde no
había espacio para lamentos”. (LEÓN TAPIA:
2004; 10). Paula Correa nació en Villa de Cura, fue hija
de N. Correa y Bárbara Rodríguez, prima hermana
de Josefa Rodríguez de Pardo y madre, esta
última, del poeta Francisco Guaicaipuro Pardo. (CFR.-
BRITO FIGUEROA: 2002-a; 127).

[6] “El maestro Vicente Méndez
me había enseñado a leer, escribir y manejar las
cuatro reglas, tan útiles el primer oficio de comprador
de ganado y pulpero en Villa de Cura donde fue a terminar mi
trashumancia. Y hay que ver lo que para mi significó ese
negocio, porque es mucho lo que se aprende detrás de un
mostrador. Se conocen las intimidades de la gente, las penurias
de los clientes, las inquinas de familia, los chismes del
pueblo, los buenos y malos pagadores, los maulas y los que no
pagan porque les llegó la miseria”. (LEÓN
TAPIA: 2004; 11).

[7] Según Luís E. Izaguirre R.,
parece que Gáspers no estaba casado con Carlota, como
afirman la mayoría de las investigaciones, sino con una
hermana de Ezequiel Zamora llamada Paula, no obstante debido al
contexto histórico, a nuestro juicio, pudo haber estado
casado con la misma señora Paula. Aunque, debido,
también, a la naturaleza novelesca de su libro,
quizás sea sólo una confusión. (CFR.-
IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 14).

[8] Escribe Laureano Villanueva sobre Zamora
y la relación con su madre una vez que ya mayor regresan
a Villa de Cura: “… ama a su madre (…) a
cuyas necesidades acude diariamente con el fruto de su
negocio”. (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 8).

[9] Esta solidaridad desinteresada puede ser
entendida mejor porque Ezequiel Zamora pertenecía a la
masonería. Ver capitulo Nº 25.

[10] “El coronel Olegario Meneses, en
un arranque de valentía, barajustó su caballo
contra nuestra filas para caer prisionero en un círculo
de lanzas. Cansada su bestia, sediento, hambriento,
avergonzado, cuando me lo presentaron en la vanguardia y no
pudo contenerme, al recordar que había sido mi profesor
de matemáticas en la Academia de Caracas: Hasta
aquí le llegaron sus matemáticas, mi coronel- le
dije con sarcasmo”. (LEÓN TAPIA: 2004; 100, 101).
“!Carajo maestro!, usted por ser matemático a
debido calcular mejor esto como lo dice su ciencia, y
llamó al indio taumaturgo para que le preparara una
infusión de esas raíces que conocía, y se
la diera de beber, pues se encontraba en un estado
deplorable”. (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 53,
54).

[11] En esa carta, con posteridad, se
daría a conocer que el general Sotillo informaba que el
Ejército Federal de Oriente no reconocía sino al
general Zamora como <<único>> comandante
general de los ejércitos federales de la
República y otras consideraciones donde daba a entender
su desacuerdo si este comando lo asumía el general
Falcón. (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 6).

[12] Vale mencionar que esta no fue la
primera discusión entre ambos. Con respecto al golpe de
Estado que recibió José Tadeo Monagas el 5 de
Marzo de 1858, Zamora discutió con Falcón por
haberse solidarizado públicamente con el nuevo
presidente Julián Castro. En este pleito Zamora llego a
calificarlo de cómplice con los godos. (CFR.- BRITO
FIGUEROA: 2002-b; 15).

[13] “Juan Crisóstomo
Falcón era un hombre de espíritu capitulador, un
militar sin prestigio y sin condiciones de conductor de tropas,
pero Falcón representaba una tendencia en el cuadro del
movimiento liberal y, además, familiar de Zamora”.
(BRITO FIGUEROA: 2002-b; 66).

[14] Aunque parezca extraño,
aparentemente, la realidad indica que Zamora decidió
proceder así por la relación cercana que
tenía con Falcón, su cuñado y
además Presidente de la República en
Campaña y por su orgullo personal herido y salvado ante
las tropas. Zamora accede a quedarse en Venezuela, sin duda por
las recomendaciones de Iriarte, pero traemos a colación
la definición de los sucesos, pues Zamora obtuvo de esto
un ascenso que sólo los grandes próceres
militares venezolanos habían adquirido, entre ellos,
Simón Bolívar. De una u otra forma, la
discusión debió haber tenido niveles
inimaginables e inerrables para que sus consecuencias hayan
desembocado en esas actitudes.

[15] Aparentemente, hubo un hombre de nombre
José María García o José Manuel
García que fue un viejo compañero de los bancos
de clase de Zamora cuando joven. No obstante, y en todo caso,
García popularizó dentro y fuera de la
Universidad de Caracas los fundamentales principios de la
filosofía de la igualdad. “La amistad con
José María García constituye otro elemento
importante en la formación ideológica de Zamora,
quien recibe del antiguo compañero de infancia libros de
historia, derecho, literatura política en general que lo
ayudan en el estudio y conocimiento de las revoluciones y
movimientos sociales, en los que la masa popular había
participado como agente histórico, en especial la
Revolución Francesa y las luchas agrarias en Roma. El
estudio individual, las lecturas, las pláticas y
discusiones con José María García,
favorecen que la intuición de los problemas sociales se
transformen en Zamora en hondo ideal democrático e
igualitario”. (LANDAETA ROSALES: 1961; 12).
“… Recordaba a cada momento lo que me había
contado sobre ella mi cuñado Juan Caspers, además
de las lecciones de primo José Manuel García, tan
radical como siempre”. (LEÓN TAPIA: 2004; 12).

[16] También puede verse: la carta
redactada por Juan Martínez en BRITO FIGUEROA: 2002-a;
78.

[17] A veces Ezequiel Zamora firmaba:
Exequiel Zamora.

[18] “La masonería es una
Escuela Filosófica de formación humana;
enseña para la vida y su preservación;
enseña al hombre a tener ideas y actitudes concientes y
trascendentes. Mediante una pedagogía operativa hace que
el hombre encuentre los valores universales, busque su
desarrollo interior y encuentre el progreso. La
Masonería no es una religión ni un sustituto de
religión, ni está en contra de ninguna
religión. La Masonería no es una secta, porque
trabaja para beneficio de la humanidad, no es una
organización de ninguna tendencia Social,
Política, Económica, ni de ninguna otra
índole por el contrario es una asociación
eminentemente plural. La Masonería no es una
institución secreta, ni conoce ni practica la magia, ni
la hechicería que derivan del fanatismo e ignorancia del
pueblo. La Masonería proporciona las herramientas para
que el hombre mediante su auto educación, auto
análisis, y perfeccionamiento permanente, descubra el
conocimiento de sí mismo. La Masonería proyecta a
la sociedad dando lo mejor de nosotros sin esperar a cambio
ninguna retribución. La Masonería desde el punto
de vista pedagógico es operativa de moralidad, de
solidaridad y perfeccionamiento humano, constituido por
valores, ideales y principios que guían y conducen al
hombre hacia el conocimiento y desarrollo de sus facultades
interiores, le permite descubrir su verdad, lograr su
mejoramiento y tomar conciencia de su realidad
histórica. La Masonería es una Institución
esencialmente filosófica, iniciática,
filantrópica y progresista que ayuda cada hombre a
construir en sí mismo un templo viviente de virtud,
amistad y amor; asociación de hombres unidos por lazos
de amistad fraterna; cuyo fin es el estímulo
recíproco para la práctica de las virtudes. La
Masonería se apega a los principios de Justicia,
Libertad, Igualdad y Fraternidad y son sus logias, centro de
recreación de encuentro de hombres capaces de
trascender, con autoridad y prestancia, en la formación
de un mundo cada vez mejor para beneficios de la
humanidad”. (QUINTANILLA YERENA: 2001). Vale decir, que
existen otras definiciones acerca de la Masonería como
la del Diccionario Larousse Ilustrado. Ver Anexo.

[19] Esta idea se puede confrontar por lo
expuesto en: RAMÓN GARCÍA PELAYO Y GROSS. (1981).
DICCIONARIO PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO. Larousee.
Canadá. Pág. 653: “Maneto: (Venezuela)
Dícese del que es muy junto de rodillas”.

[20] Se ha dicho que probablemente la muerte
de Zamora ocurrió el día 9 de Enero de 1860 y no
el día 10, pues era propio de la época, insertada
en una sensibilidad histórica y romántica, desear
morir un día glorioso y que mejor día que aquel
donde ocurrió la batalla de Santa Inés. En ese
sentido los hombres de Zamora pudieron alterar los hechos.

[21] El Dr. Acuña, dueño de la
casa donde llegó Zamora, era cirujano del
ejército (LEÓN TAPIA: 2004, 123). Isaías
Lazo

[22] Entre las hipótesis que apoyan
que el asesinato fue tramado por Falcón y Blanco, existe
una que se centra en el orificio de salida de la bala que
mató a Zamora. En virtud que la bala tuvo un orificio de
salida, es obvio pensar que la descarga ocurrió a corta
distancia. Si la descarga hubiera sido a larga distancia, o a
mediana distancia, probablemente ésta no habría
tenido la potencia para causar un orificio de salida a
través del cráneo. Ya que para aquel tiempo, las
armas no tenían la misma potencia que como las conocemos
ahora.

[23] De G. Morón, para Emilio Navarro
era coriano, pero para otras personas era de Carora o de
Cuicas, provincia de Trujillo; no faltaba en el Ejército
Federal de Occidente, quien lo consideraba <<como una
persona sin patria, ni bandera, nativo de colonia
extranjera>>. José Ignacio Pulido “ignorando
quien era el tal Morón (…) hizo fusilar un tal
Morón que llevaba este triste apellido”. Emilio
Navarro indicó que “Morón huyó hacia
la provincia de Apure, donde anduvo viviendo a salto de mata,
hasta que fue ajusticiado por el viejo barrillero federal Juan
José Moronta, quien procedió a degollarlo para no
gastar un gramo de plomo en un traidor”. (BRITO FIGUEROA:
2002-b, 136).

[24] Acá fueron confirmados la
perforación del cráneo por bala de fusil en el
cuerpo de Zamora.

Partes: 1, 2, 3
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