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Presencia de esclavos en Gibara (1820-1852) – Cuba



    Presencia de esclavos en Gibara
    (1820-1852)

    Gibara, pueblo fundado en 1817, no estuvo
    ajeno al problema de la esclavitud, bien fuese por la llegada de
    cientos de esclavos a través de su puerto o por el empleo
    de estos como fuerza de trabajo en las labores agrícolas y
    en los ingenios y trapiches.

    Aunque se conocen algunos aspectos
    relacionados con el proceso de la esclavitud en ese territorio y
    su influencia en el desarrollo socioeconómico del mismo,
    se desconocen otros que resultan interesantes a la hora de
    abordar el tema, como es el caso de las diferentes clases o
    grupos de procedencia de los esclavos residentes en Gibara entre
    1820 y 1852, según consta en el Libro de Bautismo de color
    de la Iglesia San Fulgencio y también los principales
    vecinos de la comarca que eran dueños de
    esclavos.

    La esclavitud es un problema muy antiguo,
    que se incrementó al descubrirse el Nuevo Mundo con la
    estimulación de la trata o comercio de negros, porque los
    colonizadores españoles necesitaban fuerza de trabajo para
    explotar las enormes riquezas que encontraban en las tierras
    descubiertas.[1]

    Según refiere José Luciano
    Franco, la primera licencia concedida por el Rey de España
    para comerciar esclavos data del 12 de febrero de
    1523.[2]

    En Cuba se introdujeron entre 1512 –
    1763, miles de esclavos africanos para trabajar en la
    minería y en las plantaciones cañeras. A pesar de
    que desde las primeras décadas del siglo XIX se
    comenzó a luchar contra la trata y por abolir la
    esclavitud, y que en 1817 se firmó un tratado entre
    Inglaterra y España para poner fin al comercio de
    esclavos, en 1820 continuó de forma ilícita y
    alcanzó grandes proporciones.

    En 1817, el Rey de España
    circuló una Real Cédula prohibiendo la compra de
    negros en las costas de África y en el cual se expresaban
    las medidas a adoptar con los que violaran dicho
    mandamiento.[3]

    En 1922, Gibara ya tenía un puerto
    abierto al comercio con aduana de tercera clase, por lo que se
    convirtió en un sitio mercantil por excelencia y un pilar
    para la trata.

    Varias personas se habían avecinado
    en la zona y se enriquecieron con el comercio; otras llegaron
    para fundar ingenios y trapiches o para dedicarse a la
    agricultura, razones por las que necesitaban fuerza de trabajo, y
    nada mejor para ello que los negros, por lo que comenzaron a
    adquirir esclavos, muchos de los cuales fueron bautizados en la
    Iglesia San Fulgencio, que ya existía desde 1820, aunque
    más pequeña y construida con paredes de tablas y
    techo de tejas.

    Se tuvo la posibilidad de consultar el
    Libro Primero de Bautismo de Color de esa parroquia , que
    comprende los años de 1820 a 1852, para constatar que
    durante esos años fueron bautizados 615 esclavos , de los
    cuales solo el 21% , o sea 131 , tenían especificada
    claramente la etnia de procedencia , mientras que 484 solo
    recogían el nombre del dueño al que
    pertenecían, quizás pudo ser porque se
    habían adoptado en esa época numerosos acuerdos
    prohibiendo la trata y así no podían identificar a
    quiénes pertenecían, ya que tenían temor de
    ser identificados como violadores de la ley por las autoridades
    españolas.

    Al consignar las etnias de procedencia en
    las actas de bautismo, se aprecia que disminuyen a medida que
    transcurren los años, como se refleja en los datos
    siguientes:

    Monografias.com

    Dentro de las etnias con mayor
    representatividad estaban las carabalí, Congo, mandinga y
    bibí. A partir del año 1850 se registraron algunos
    esclavos con la denominación de criollos.

    Es significativo el número de negros
    y mulatos libres que aparecen registrados, así como los
    hijos naturales de esclavas que no refieren en ningún
    momento al padre, ya fuese esclavo o blanco.

    La mayor cantidad de esclavos bautizados
    fueron niños, 393, que representaban el 63,9% del total.
    Llama la atención que en muchos casos eran
    pequeñitos, lo que hace suponer que tenían la
    condición de esclavos desde que estaban en el vientre
    materno. Esto garantizaba la continuidad en el crecimiento
    natural de la población esclava.

    Según consta en el Libro, las edades
    más frecuentes para bautizar a los negros esclavos eran de
    ocho días de nacidos, un mes, dos meses, seis meses y un
    año.

    La etapa donde se realizaron mayor
    número de bautizos de esclavos fueron los años
    comprendidos entre 1821 y 1827, y los que están entre 1840
    y 1851, destacando que en este último se produjeron 244,
    que representa el 44,7% del total. También es la etapa
    donde aparece un mayor número de esclavos sin identificar
    la etnia de procedencia, por lo que se infiere que fueron nacidos
    en este territorio.

    Lo anterior coincide con los años de
    mayor incremento de la producción azucarera en la
    demarcación, pues existían aproximadamente 12
    ingenios y trapiches y sus dueños empleaban diferentes
    vías para obtener la mano de obra esclava como la compra
    de negros libres, cuando la trata estaba autorizada, compra-venta
    de propiedades donde incluían a los esclavos, los
    nacimientos y también el secuestro de negros libres en Las
    Bahamas. Las adquisiciones las hacían en lotes o de forma
    individual.

    Es curioso que en esa etapa el
    capitán José Alcira realizó una
    incursión por Las Bahamas, capturó en una de esas
    islas a un grupo de negros libres, a los cuales encadenó
    como esclavos y los trasladó hasta Gibara para
    subastarlos, esto provocó la ira de Inglaterra , que se
    quejó ante el Gobernador de Cuba, quien envió al
    Teniente Gobernador de Holguín y al Comisionado de Marina
    de Gibara una orden para suspender de inmediato la venta de sus
    negros.[4]

    Muchos de los ingenios, incluían las
    dotaciones de esclavos que trabajaba en ellos entre los bienes
    que se vendían, como fue el caso del ingenio Buena Vista,
    propiedad de Don Francisco Rondán, quien en 1845, se lo
    vendió a Don Agustín y Don Francisco de Vega junto
    con otras propiedades entre las que se encontraban 16
    esclavos[5]

    Según documentos consultados entre
    1842 y 1852, se vendieron en Gibara 345 negros esclavos, cuya
    procedencia era la siguiente:

    Negros criollos

    144

    Bozales ladinos

    123

    Mulatos criollos

    30

    Chinos criollos

    6

    Negros de Puerto Rico

    14

    Mulato holandés

    1

    Mulato de Puerto Rico

    1

    Sin clasificación

    1

    La edad promedio de los esclavos vendidos
    era de 23 años, tenían fortaleza física
    suficiente para realizar grandes esfuerzos y largas jornadas de
    trabajo.

    La esclavitud constituyó uno de los
    principales negocios de la primera mitad del siglo XIX .Entre los
    principales dueños de esclavos de la zona, tanto por los
    que adquirían en las ventas como por los que bautizaban,
    según consta en los documentos analizados,
    estuvieron:

    -José Romero y Victoriana de
    Ávila: constituyeron una familia residente en Gibara desde
    que se fundó el poblado. Fueron promotores de la
    construcción de iglesias: Romero ayudó a edificar
    la primera iglesia que tuvo el lugar, y años más
    tarde, en 1850, su esposa Doña Victoriana empleó
    parte de la fortuna familiar para la construcción de la
    parroquia San Fulgencio, a la cual ornamentó con alhajas y
    vasos sagrados. También donó esclavos para su
    limpieza y mantenimiento. Esta familia tuvo muchas propiedades en
    Gibara.

    -Samuell Clark: norteamericano natural de
    Connecticut, llegó a Gibara y se estableció en
    ella. Fundó el ingenio Santa Lucía y el Santa
    María. También tuvo un gran almacén en el
    puerto de Gibara.

    -Samuell Chapman: inglés que
    llegó a Gibara procedente de las Islas Bermudas. En el
    año 1856 compró el ingenio Santa María a la
    familia Clark. Con anterioridad había adquirido por compra
    la hacienda Columbia en Candelaria, donde fundó un ingenio
    que, a pesar de ser el más pequeño de la zona,
    tenía máquina de vapor.

    -Samuell Driggs: norteamericano. Hijo de
    Benjamín Driggs y Rita Ballerby. Su padre fue un
    comerciante dueño de barcos que, ayudado por el Teniente
    Gobernador de Holguín Don Francisco de Zayas y Armijo,
    compró tierras en Candelaria donde se estableció
    Samuell. Fue dueño del ingenio Casablanca y de la finca El
    Vapor.

    -Santiago Pattersson: natural de Escocia,
    vino a Cuba y se estableció en Gibara donde fundó
    el ingenio La Victoria, que ya en la década de 1840
    tenía una numerosa dotación de esclavos. Al
    fallecer dejó una fabulosa fortuna que fue repartida entre
    sus hermanos.

    -Roberto Frances: fue copropietario del
    ingenio La Victoria junto con Santiago Pattersson. Llegó a
    Gibara desde Puerto Príncipe. Al morir, su viuda
    estableció un largo litigio judicial con Don Atanasio
    Calderón que era el administrador.

    -Juan M. Norris: norteamericano que vino a
    Cuba y se asentó en Gibara, se trasladó
    posteriormente para Antilla. Fue un hombre ambicioso y sin
    escrúpulos. Se casó con Sarah Thompson, de Nueva
    Providencia, la trajo a Gibara y la convirtió en su
    esclava, no conforme con eso, fue en visita familiar a casa de
    sus suegros donde secuestró a su cuñado, un
    niño de ocho años, lo trajo para Gibara y lo
    vendió como esclavo por 300 dólares a Tomás
    Uela, de Holguín.[6]

    -Joseph Eysen: norteamericano de
    ascendencia austriaca, se avecinó en Candelaria donde
    tenía propiedades y esclavos. Su hermana Enriqueta
    participó en compra-venta de esclavos.

    – Mariano Garcell: hacendado que se
    estableció en la zona de Auras, con propiedades
    agrícolas.

    -José Agustín
    Rodríguez: hacendado de ascendencia canaria establecido en
    la hacienda Gibara, cerca del río
    Yabazón.

    -Juan Pattersson: famoso cirujano,
    aparentemente escocés, que arribó a Gibara
    procedente de Estados Unidos y se asentó en Candelaria.
    Era hermano de Santiago Pattersson.

    -Matías Santiesteban: radicado en la
    hacienda Jobabo, en Auras. Fue capitán del Partido en
    Auras en la década de 1830.

    -Familia De la Cruz: propietarios de
    numerosas haciendas en la zona de Auras, descendientes de Don
    Basilio de la Cruz Leyte Rodríguez, el fundador del
    poblado de Auras.

    -Juan Zaldívar: fue el primer
    alcalde del Ayuntamiento que se constituyó en Gibara en
    1823.

    -Nicolás Mariño:
    párroco de la Iglesia San Fulgencio en Gibara

    Bibliografía
    utilizada:

    1-Academia de Ciencias de Cuba: La
    esclavitud en Cuba. Editorial Academia, 1986. Páginas 42 a
    54.

    2-Cabrera Araújo, David: La
    industria azucarera. Época de la colonia. Ediciones
    Holguín, 1895. Páginas 42 a 50

    3-Doimeadiós Cuenca, Enrique y
    María Hernández medina: La esclavitud en Gibara de
    1842 a 1852. Inédito.

    4-Iglesia San Fulgencio: Libro Primero de
    Bautismo de Color. Año 1820. Gibara.

    5-Novoa Betancourt, José: Los
    esclavos en Holguín (1720-1867) Ediciones Holguín,
    1998. Páginas 13 a 32.

    6-Ortiz, Fernando: Los negros esclavos
    .Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1987. Capítulo 2.
    Páginas 35 a 66.

    7-Sarracino, Rodolfo: Los que volvieron a
    África. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1988.
    Páginas 87 a 92.

    8-Torres Cuevas, Eduardo y Eusebio Reyes:
    Esclavitud y sociedad. Editorial Ciencias Sociales. La Habana,
    1986. Páginas 120 a 130.

     

     

    Autor:

    Msc. Liuber Álvarez
    Hernández

    Centro: Filial Universitaria Municipal de
    Gibara

    [1] Academia de Ciencias de Cuba. La
    esclavitud en Cuba. Página 3

    [2] Ibídem. Página 8

    [3] Torres Cuevas, Eduardo y Eusebio Reyes:
    Esclavitud y sociedad. Página 130

    [4] Cabrera Araújo, David: La
    industria azucarera. Época de la colonia. Página
    50

    [5] Doimeadiós Cuenca, Enrique y
    María Hernández Medina: Ponencia La esclavitud en
    Gibara de 1842 a 1852.Inédito

    [6] Sarracino Rodolfo: Los que volvieron a
    África. Página 89

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