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Psicología de la Adolescencia, los duelos según Arminda Aberastury y la Crítica de Obiols




Enviado por Maikol Chocho



  1. ¿Qué es la Adolescencia? La
    adolescencia según Arminda
    Aberastury
  2. Los
    Duelos de la Adolescencia
  3. Las
    Etapas del duelo
  4. ¿Hasta cuándo dura la
    adolescencia?
  5. La
    crítica de Obiols al modelo
    propuesto
  6. Preguntas para finalizar la
    clase
  7. Bibliografía

¿Qué es
la
Adolescencia? La adolescencia según Arminda
Aberastury

"La etapa de la vida en la cual el individuo busca
establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras
relaciones objetales-parentales internalizadas y verificadas en
la realidad que el medio social le ofrece, mediante elementos
biofísicos en desarrollo a su disposición y que a
su vez tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano
genital, lo que sólo es posible si se hace el duelo por la
identidad infantil" (ABERASTURY, KNOBEL. 1984, Pág.
15
)

Esta etapa es muy conflictiva, tanto para el adolescente
como para sus padres, en su relación con el mundo externo.
Esto se debe a que el niño, en un momento de su vida en el
que sentía cómodo consigo mismo, con su
relación de dependencia y sin ninguna responsabilidad; en
un corto tiempo, se despierta con su cuerpo diferente y con un
montón de responsabilidades, expectativas nuevas de sus
padres respecto a éste y su comportamiento. Ya no se
siente el mismo, ha perdido su identidad.

¿Qué es la identidad? La identidad es
según Erikson "La capacidad que tiene el yo de mantener
una mismidad y continuidad[1]frente al destino
cambiante".

El adolescente se pregunta: ¿quién soy? y
"el adulto era el frontón necesario para que el joven
tenista hiciera sus prácticas, se probara, probara los
golpes, mejorara sus tiros y resultara, no sin desgaste para el
frontón, un adulto hecho y derecho, es decir un buen
jugador. (Ídem, 1968, Pág. 45)

Durante la infancia, el niño vive en un mundo de
fantasía y de despreocupación total. Esto va
acompañado de una relación de dependencia hacia los
padres, en la cual vive muy cómodamente. Dicha identidad
de niño dependiente y sin preocupaciones que tiene en la
infancia, entra en crisis con la aparición de los
caracteres sexuales secundarios. De pronto todo cambia, su
comportamiento debe corregirse porque le dicen que ya no es un
niño, pero él se siente igual que "ayer", cuando
dicho comportamiento estaba bien visto. Pero ahora, en un cambio
en la actitud de los padres que se da en un período breve
de tiempo, pues el cuerpo madura rápidamente. Esto se debe
a que los padres no se dan cuenta, que lo que maduró de
forma muy rápida fue sólo su cuerpo, y que
éste no madura de igual manera que la mente del
niño. Es ahí que se produce un desfasaje entre
el Yo psicológico y el Yo corporal
. Es aquí
cuando entra en crisis.

La crisis de Identidad es, según Erikson:
"(…)conflictos graves, cuya sensación de
confusión es más bien debida a una guerra dentro de
ellos mismos, así como los rebeldes confusos y
delincuentes se hallan en guerra con su
sociedad(…)".

El adolescente pierde su identidad infantil o más
bien ésta entra en crisis, cuando su cuerpo infantil pasa
a convertirse en uno de "adulto", por los cambios que trae
aparejados la pubertad.

Con estos cambios que se dan en lo físico,
también vienen dados los cambios psicológicos de
pérdida de identidad.

El adolescente debe adaptarse ahora a su "cuerpo nuevo"
y buscar una nueva identidad. Éste debe modificar su
estructura psíquica, para adaptarla, necesariamente a este
nuevo esquema corporal[2]Ésta se alcanza
mediante una disociación, proyección e
introyección que permiten el conocimiento del "self" y a
su mundo externo, o sea de su mundo interno y externo.

El "self" es un "auto-concepto", el "yo
psicológico".

Cuando encuentre el equilibrio entre lo psíquico
y lo corporal, hallará una nueva identidad.

Los Duelos de la
Adolescencia

Para lograr una identidad madura, el adolescente
tendrá que pasar por tres duelos básicos,
según Aberastury y Knobel, y un cuarto duelo por la
bisexualidad infantil.

Estos son: a) el duelo por el cuerpo infantil, b) el
duelo por el rol y la identidad infantil, y c) el duelo por los
padres de la infancia.

Las Etapas del
duelo

Los procesos que se suceden en el duelo se han dividido
en tres etapas[3]

  • 1) La negación, mecanismo por el cual el
    sujeto rechaza la idea de pérdida, muestra
    incredulidad, siente ira. Es lo que nos lleva a decir: "No
    puede ser que haya muerto, lo vi ayer por la calle", cuando
    inesperadamente recibimos la noticia de la muerte de un
    amigo, aunque sepamos que hay muchas maneras de morir en
    pocas horas.

  • 2) La resignación, en la cual se admite
    la pérdida y sobreviene como afecto la
    pena.

  • 3) El desapego, en la que se renuncia al objeto
    y se produce la adaptación a la vida sin él.
    Esta última etapa permite el apego a nuevos
    objetos.

Los duelos afectan tanto a los padres como a los hijos,
son vividos por los dos. Knobel dice que es "una ambivalencia
dual". Por ejemplo, esto se ve, en la angustia de los hijos por
los padres de la infancia, y la angustia que sienten luego los
padres por los hijos de la infancia; por miedo de estos a
envejecer y a enfrentarse a una muerte próxima. Es tal vez
por esto que se hace tan conflictiva esta etapa.

El duelo por el cuerpo infantil:

Consiste en ir aceptando las modificaciones
biológicas, ante las cuales siente impotencia, ya que no
puede hacer nada para frenar estos cambios. Esto se refleja en
cierta rebeldía en la esfera del pensamiento. Así
siente un fenómeno de despersonificación, se halla
incómodo con su cuerpo, como torpe, tira y rompe todo. Los
movimientos que antes hacía para alcanzar las cosas no dan
los mismos resultados, y sus padres le reprochan constantemente,
le dicen que tira todo. ¿Qué te pasa, que antes
eras tan cuidadoso? Como consecuencia de dichos reproches, trata
de negar la pérdida de su identidad y su cuerpo infantil,
para retener los logros que tuvo de chico.

Las fluctuaciones constantes de la realidad, que lo
ponen en una nueva situación frente a sus padres, familia
y mundo externo, lo impulsa a elaborar esa pérdida, a ir
conformando su nueva personalidad.

Duelo por la identidad y rol infantil.

El niño en su infancia, acepta su relativa
impotencia, necesita de otras personas que cumplan sus funciones
yoicas, y su yo, mediante la proyección e
introyección configura su identificación. En la
adolescencia, sufre un "fracaso de personificación". No se
da cuenta de cómo debe actuar, ya que no es un niño
pero tampoco un adulto. Es lo suficientemente grande para ser un
niño y por tanto no puede mantener la dependencia infantil
aunque quisiera. Esto es debido a la actitud de sus padres que
ahora tienen para con él. Pero tampoco puede asumir la
independencia adulta. Sufre una confusión de roles,
recurre al "mecanismo de defensa esquizoide" de delegar toda
responsabilidad y obligaciones en el grupo de pares (barra),
quedando así por fuera del proceso de pensamiento; forma
parte de las actividades del grupo, pero no se hace cargo de sus
consecuencias. Tiene un manejo omnipotente de la
irresponsabilidad, y son otros lo que se hacen cargo por
él del principio de realidad. Ya que éste no se
hace cargo de sus actos y las consecuencias de ellos.

En este período hace posible un tipo de
pensamiento en el que despersonaliza a los seres humanos,
utilizándolos como objetos, como medios para sus
satisfacciones. Este manejo de las personas demuestra una clara
inestabilidad afectiva e indiferencia hacia los
demás.

Pero mediante la "barra", que cumple el rol de mecanismo
de defensa esquizoide, como ya explicamos anteriormente, es que
se siente seguro en esa uniformidad que el grupo le da.
Más tarde irá adoptando roles cambiantes y
participando activamente en el grupo, y es así, que de a
poco toma las responsabilidades y las culpas grupales. Mediante
estas proyecciones e introyecciones es que va asimilando y
desechando identificaciones hasta llegar a formar una
propia.

Aberastury y Knobel dicen que: "La exageración o
fijación de este proceso por no elaborar el duelo por la
identidad y por el rol infantil explica las conductas
psicópatas tratando a las personas como objetos, para
así lograr sus objetivos. También se ve en el
desafecto y crueldad con el objeto(…)"

Normalmente el adolescente va aceptando las
pérdidas de su cuerpo infantil y su rol infantil; al mismo
tiempo que va cambiando la imagen de sus padres infantiles,
sustituyéndolas por la de los padres actuales, en el
próximo duelo.

Duelo por los padres de la infancia

El adolescente empieza a separarse de sus padres. Lo que
marcará el "fin de la relación de dependencia" que
mantenía con ellos. Es más que obvio que sigue
dependiendo de ellos, no sólo económicamente, sino
sentimentalmente, ya que necesitan de la comprensión y la
aprobación de éstos (sentirse aceptado).
Además tiene la necesidad de una identidad fuera de la
familia, aunque inconscientemente, también se siente parte
de ella. Es una contradicción más de las muchas que
caracterizan esta etapa.

La búsqueda de un nuevo estatus, que le es
transferido a este por su cuerpo, mediante los cambios
corporales, lo llevan a una nueva búsqueda de identidad y
un nuevo rol por el infantil ya superado. La independencia de la
que hablamos es relativa, ya que si le dieran una verdadera
libertad e independencia, este la sentiría como abandono.
Es menester, que el pasaje de la relación infantil que
tenía con los padres a la adolescencia (de una dependencia
total a una pseudo-independencia), sea lento. Esto
facilitará su independencia en un futuro, y hará
menos traumático el duelo.

Esta pseudo-independencia se ve claramente en la
necesidad de pedir prestado el auto a sus padres, en el momento
de pedir para llegar más tarde de la hora que estaba
pactada antes, ante la necesidad de pedirles dinero, etc. Lo
hacen, porque sienten la necesidad de aparentar una cierta
independencia económica frente a sus compañeros de
grupo, de sentirse casi un "adulto". Este proceso de
independencia y pérdida, es sentido tanto por el
adolescente como por los padres, ya que estos se dan cuenta de
que sus hijos están creciendo y con esto les viene a la
mente la idea próxima, en algún momento, de la
muerte. La idea de esto les produce la necesidad de retener la
relación de padres infantiles que mantenían con su
hijo de la infancia. Esto lo hacen a través de la
dependencia económica, no permitiéndoles ciertos
gustos o salidas. Volvemos a notar que estos duelos son vividos
de igual forma tanto por los padres como por los
hijos.

Los cambios biológicos que se dan en la pubertad,
le imponen la sexualidad genital e intensifican el duelo por el
cuerpo infantil y el sexo opuesto perdido. Durante la infancia el
niño se masturbaba constantemente para negar la
pérdida del sexo opuesto, aunque también a manera
de exploración. En cambio en la pubertad, se da primero a
manera de exploración y después como
búsqueda de placer debido a fantasías
eróticas. Esto lo hace en soledad, por la carga de culpa
emocional que le proporciona el "súper-yo", con todo el
peso que le impone la sociedad.

La definición de su capacidad pro-creativa y su
rol en la pareja, (el duelo por la bisexualidad) se debe a la
resolución nuevamente del complejo de Edipo, el cual lo
llevará a buscar pareja fuera del núcleo familiar.
La aparición de los caracteres sexuales primarios (como ya
explicamos arriba), lo llevarán a la definición
sobre su rol en la relación de
procreación.

Duelo es por la bisexualidad

En esta etapa se configura el pasaje del auto-erotismo a
la heterosexualidad, pasando por estados de homosexualidad. Esto
parece obvio, pero le choca mucho a la gente, ya que el
adolescente primero se mira así mismo y se explora (auto
erotismo), luego debe fijarse en el mismo sexo para compararse
(homosexualidad), lo hace mediante el juego y el "toqueteo".
Cuando hablamos de homosexualidad, no tenemos que caer en el
simplismo de tomarlo en el sentido de genitalidad, aunque
podría llegar a darse, no es lo normal. En los hombres se
ve en los juegos de mano, y en la mujer en ese ir constantemente
del brazo con la amiga, en el baile entre ellas, etc. Es bastante
coherente que se fije primero en el mismo sexo, y recién
ahí tender a buscar una relación en el sexo
opuesto. No puede darse un corte tan grande en el pasaje del
autoerotismo a la heterosexualidad.

La necesidad de elaborar los duelos lo obligan a
recurrir normalmente a manejos psicopáticos que
identifican sus conductas. Estos pueden ser la necesidad de
delegar toda responsabilidad en el grupo, la necesidad de manejar
el tiempo a manera de objeto, etc.

Se produce un cortocircuito en el pensamiento, donde se
observa la exclusión de lo conceptual lógico
mediante la expresión a través de la acción,
lo que diferencia al adolescente normal del psicopático,
que persiste en este modo de conducta.

Aberastury y Knobel dicen que estos comportamientos son
normales en la adolescencia, y que sería anormal una
estabilidad en ésta. La inestabilidad constante,
acompañada de los comportamientos psicopáticos es
denominado por Knobel a manera de una entidad
"semi-patológica" o síndrome normal de la
adolescencia por las características que tiene esta
etapa.

¿Hasta
cuándo dura la adolescencia?

La duración de la adolescencia, dice Sobrado,
depende de la sociedad y la cultura en la que este se encuentre.
Por eso no debe estudiársele al adolescente igual que a un
ciudadano arquetípico, porque dependiendo del sector
sociocultural y económico en que se encuentre, hay
variantes en las vivencias de estas edades que no puede hacer
menos que plantear desde otros ángulos.

Ejemplo: no es lo mismo un adolescente de las zonas
rurales, del urbano. En los primeros es más fácil
el ingreso a las tareas, de forma graduada y claramente
especificadas, lo que los ayuda a madurar más
rápido. En cambio, los segundos no tiene acceso gradual a
los modos de producción, esto le causa cierta
frustración e inseguridad. Aparte a la hora de buscar
trabajo se les dificulta mucho por la falta de experiencia,
quedando así relegado a ser mano de obra barata dentro de
los medio de producción, o peor aún un desocupado.
De esta manera, se provoca en él, un sentimiento de
angustia e inferioridad por no poder conseguir un buen
trabajo.

Pero todos los autores están de acuerdo en que
empieza con los cambios puberales y los caracteres sexuales
secundarios que se dan en la pubertad, y que termina con la
aceptación de la nueva identidad adulta.

Las causas, por qué la crisis de identidad se da
en este período, son que el individuo no puede desarrollar
los requisitos de desarrollo fisiológico,
maduración mental y responsabilidad social adecuada,
acompasadamente; para experimentar y atravesar esta etapa de su
vida. No se puede hablar de superar una crisis, sin que la
identidad haya encontrado una forma determinada para la vida
ulterior de un modo más decisivo. Para lograrlo, debe
enfrentarse al mundo de los adultos, algo para lo que no
está preparado aun; pues debe desprenderse de su mundo
infantil.

En resumen, el adolescente debe alcanzar un equilibrio
entre el yo psicológico y el yo corporal; debe tener un
grado de madurez como para aceptar una genitalidad adulta. Esto
consiste en la capacidad para procrear y hacerse cargo de ella,
con sus respectivas responsabilidades.

Cuando sea capaz de resolver en forma satisfactoria los
tres duelos, más el duelo por la bisexualidad infantil y
conseguir la independencia económica; allí
será el fin de su adolescencia.

La crítica de
Obiols al modelo propuesto

"En el modelo de la modernidad. Se aspiraba a ser
adulto, aun cuando se tuviera nostalgia de la niñez. La
niñez era una época dorada, en la cual no
había responsabilidades pesadas, en la que el afecto y la
contención venían de los padres y permitían
reunir un caudal educativo y afectivo que facilitaba enfrentarse
con lo importante de la vida, la etapa adulta, la cual
permitiría actuar, tener capacidad de influir socialmente,
independizarse de los padres, imitarlos en la vida afectiva y
familiar. Tan fuerte era el modelo adulto para la modernidad que
la infancia se consideraba una especie de larga incubación
en la cual nada importante ocurría, algo de lo cual no
valía la pena que los hombres se ocuparan demasiado, era
cosa de mujeres" (OBIOLS, 1993, Pág. 39)

El paso a la posmodernidad ofrece que la vida sea de
emociones light, todo debe desplazarse suavemente, sin dolor, sin
drama, sobrevolando la realidad.

Como veíamos analizando anteriormente, los duelos
son, para el adolescente, dolorosos, angustiantes y hasta
traumáticos en ciertos puntos, entonces: ¿hay lugar
para los duelos en la posmodernidad?

Consideremos cada uno de los duelos postulados en su
momento por Arminda Aberastury y expongámoslos a la
realidad que vive el adolescente en la posmodernidad:

El duelo por el cuerpo perdido

El adolescente de la modernidad se encontraba perdiendo
el idealizado y mimado el cuerpo de la infancia, teniendo en
perspectiva un período glorioso de juventud y lejos
aún de lograr un cuerpo con características
claramente adultas. El adulto joven constituía el ideal
estético por excelencia y el adulto maduro por su parte
alcanzaba un cuerpo con características claramente
definidas: las mujeres debían tener un cuerpo redondeado,
un poco pesado, matronal, que daba cuenta de su capacidad de
procrear y su dedicación a la casa y crianza de sus hijos.
Iría luciendo con los años canas, arrugas y kilos,
no como vergüenza sino por el contrario como muestra de
honorabilidad y fuente de respeto. Por su parte los hombres
también adquirían kilos, abdomen o ambos, lentes,
arrugas, calvicie, bigotes o barbas canas que les darían
un aspecto digno de la admiración de las generaciones
más jóvenes. Observamos que en las épocas
antecedentes a la modernidad, el viejo era respetado como modelo
de sabiduría y experiencia.

En ese contexto el adolescente lucía un aspecto
desgraciado. Nada se encontraba en él de admirable,
estéticamente rescatable. Es cierto que aún hoy
nadie postula como admirable la cara cubierta de acné ni
los largos brazos o piernas alterando las proporciones, pero
también es cierto que la mirada que cae hoy en día
sobre el adolescente es muy diferente. Su cuerpo ha pasado a
idealizarse ya que constituye el momento en el cual se logra
cierta perfección que habrá que mantener todo el
tiempo posible. Modelos de 12, 14 ó 15 años
muestran el ideal de la piel fresca, sin marcas, el cabello
abundante y brillante, un cuerpo fuerte pero magro, tostado al
sol, ágil, en gran estado atlético, en la plenitud
sexual, un modelo actual que no responde al ideal infantil ni
adulto típico de la modernidad.

Si, clásicamente, la juventud fue un "divino
tesoro" porque duraba poco, ahora se intenta conservar ese tesoro
el mayor tiempo posible. Mucha ciencia y mucha tecnología
apuntan sus cañones sobre este objetivo. Cirugía
plástica, regímenes adelgazantes y conservadores de
la salud, técnicas gimnásticas, trasplantes de
cabello, lentes de contacto, masajes e incluso técnicas
que desde lo psíquico prometen mantenerse joven en cuerpo
y alma. Se desarrolla el "culto al cuerpo" por el cual es ideal
permanecer en la juventud.

"Los medios de comunicación los consideran un
público importante, las empresas saben que son un mercado
de peso y generan toda clase de productos para ellos; algunos de
los problemas más serios de la sociedad actual: la
violencia, las drogas y el sida los encuentran entre sus
víctimas principales y la escuela secundaria los ve pasar
sin tener en claro qué hacer con ellos" (Ídem,
1993, Pág. 42)

Cuando la técnica no puede más, el cuerpo
cae abruptamente de la adolescencia, supuestamente eterna, en la
vejez sin solución de continuidad. Cae en la
vergüenza, en la decadencia, en el fracaso de un ideal de
eternidad. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué ha
pasado con el duelo por el cuerpo de la infancia que hacía
el adolescente moderno, adolescente que sólo era un pasaje
desde la niñez aun ideal adulto? El adolescente posmoderno
deja el cuerpo de la niñez pero para ingresar de por
sí en un estado socialmente declarado ideal. Pasa a ser
poseedor del cuerpo que hay que tener, que sus padres (¿y
abuelos?) desean mantener, es dueño de un tesoro. Si
tomamos como metáfora el cuerpo arquitectónico de
la ciudad, y el reciclaje posmoderno en vez de la piqueta, la
mezcla de lo viejo con lo nuevo, a nivel de la persona
adolescente resulta que el cuerpo infantil no es totalmente
reemplazado por un cuerpo adulto, hay una mezcla y
modificación parcial de ciertas características.
Por la tanto no habrá una idea neta de duelo, de sufrir
intensamente la pérdida del cuerpo de la infancia.
¿Puede haber un duelo por el cuerpo perdido o "no hay
drama"?

El duelo por el rol y la identidad infantil

¿Qué significa ser niño? Ser
dependiente, refugiarse en la fantasía en vez que afrontar
la realidad, buscar logros que satisfagan deseos primitivos y que
se obtienen rápidamente, jugar en vez que hacer
esfuerzo.

Llegados a este punto parece imprescindible diferenciar
dos conceptos psicoanalíticos que suelen confundirse: el
de yo ideal y el de ideal del yo. Ante una imagen de sí
mismo real poco satisfactorio, muy impotente, el niño
pequeño desarrolla una imagen ideal, un yo ideal en el
cual refugiarse. Esta estructura se organiza sobre la imagen
omnipotente de los padres y ante una realidad frustrante que
promueve esa imagen todopoderosa de sí mismo confeccionada
a imagen y semejanza de sus mayores, la cual le permite
descansar, juntar fuerzas y probar de nuevo ante un error. En los
desarrollos normales ese yo ideal se va acotando a medida que la
realidad le muestra sus límites.

Los padres primero y los maestros después tienen
la difícil tarea de provocar la introyección de
otra estructura, el ideal del yo. Este aspecto del superyó
es un modelo ideal producido por los mayores para él, es
el modelo de niño que los demás esperan que sea. Si
el yo ideal es lo que él desea ser, el ideal del yo es
lo que debe ser
y a quien le cuesta muy a menudo parecerse.
Ese ideal del yo también manifiesta sus propios valores:
esfuerzo, reconocimiento y consideración hacia el otro,
así como postergación de los logros.
Tradicionalmente este trípode ha sido la base de la
educación preescolar.

¿Qué ocurre con el adolescente? En esa
época de la vida se termina de consolidar el ideal del yo,
para ello confluyen los padres, los docentes y la sociedad en su
conjunto. Pero ¿qué ocurrirá si la
sociedad no mantiene los valores del ideal del yo, si en cambio
pone al nivel de modelo los valores del yo ideal?

Pensemos en lo que los medios difunden constantemente:
aprendizaje, dietas, gimnasia sin el menor esfuerzo; tarjetas de
crédito, facilidades, compra telefónica para no
postergar ningún deseo, artículos únicos,
lugares exclusivos, competencia laboral que significa eliminar al
otro. Estos son los valores del yo ideal que en otras
épocas podían que en la fantasía pero no ser
consagrados socialmente.

La sociedad moderna consagraba los valores de un ideal
del yo: la idea de progreso en base al esfuerzo, el amor como
consideración hacia el otro, capacidad de espera para
lograr lo deseado. Sin duda los valores del yo ideal
también existían pero eran inadmisibles para ser
propagados socialmente. En la sociedad posmoderna los medios
divulgan justamente los valores del yo ideal, es decir que
allí donde estaba el ideal del yo está el yo ideal
y hay que atenerse a las consecuencias.

Si se acepta este planteo, de él se deduce que
los valores primitivos de la infancia no sólo no se
abandonan sino que se sostienen socialmente, por lo tanto no
parece muy claro que haya que abandonar ningún rol de esa
etapa al llegar a la adolescencia Se podrá seguir actuando
y deseando como cuando se era niño, aquí tampoco
habrá un duelo claramente establecido.

Por otra parte, se sostenía que la identidad
infantil perdida daba paso a la definitiva en un largo proceso de
rebeldía, enfrentamiento y recomposición durante la
adolescencia. El concepto de pastiche posmoderno parece modificar
esta idea. La identidad se establecería no por un
mecanismo revolucionario que volteara las viejas estructuras sino
por el plagio que conforme el pastiche sin mayor violencia, sin
cambios radicales. La nueva identidad se estructura ría
sin que apareciera la idea neta de un duelo, en tanto no
habría una pérdida conflictiva que lo
provocara.

El duelo por los padres de la infancia

Los padres de la infancia son quizás los
únicos "adultos" en estado puro que se encuentran a lo
largo de la vida. Se los ve como tales, sin fisuras. Ir creciendo
significa, en cambio, descubrir que detrás de cada adulto
subsisten algunos aspectos inmaduros, impotencia, errores. La
imagen de los padres de la infancia es producto de la
idealización que el niño impotente ante la realidad
que lo rodea y débil ante ellos desarrolla como mecanismo
de defensa. A menudo esa idealización es promovida por los
mismos padres quienes obtienen satisfacción de ser
admirados incondicionalmente por ese público cautivo a
quien también pueden someter autoritariamente. Ir
creciendo, convertirse en adulto significa desidealizar,
confrontar las imágenes infantiles con lo real, rearmar
internamente las figuras paternas, tolerar sentirse
huérfano durante un período y ser hijo de un simple
ser humano de allí en más. Pero este proceso
también ha sufrido diferencias. Los padres de los
adolescentes actuales crecieron en los años, incorporaron
un modo de relacionarse con sus hijos diferentes del que
planteaban los modelos clásicos, desarrollaron para
sí un estilo muy distinto del de sus padres. ¿En
qué residen esas diferencias? En lo referente a sí
mismos estos padres buscan como objetivo ser jóvenes el
mayor tiempo posible, desdibujan al hacerlo el modelo de adulto
que consideraba la modernidad. Si ellos fueron educados como
pequeños adultos, vistiendo en talles pequeños
ropas incómodas para remedar a los adultos, ahora se
visten como sus hijos adolescentes.

Escribe F. Dotto: "Lo que más hace sufrir a los
adolescentes es ver que los padres atan de vivir a imagen de sus
hijos y quieren hacerles la competencia. Es el mundo al
revés. Los hombres tienen ahora amiguitas de la edad de
sus hijas, y a las mujeres les gusta hoy agradar a los
compañeros de sus hijos, porque precisamente ellas no
vivieron su adolescencia. Están presas en la
identificación con sus hijos."

¿Cuáles son las consecuencias de esta
actitud de los padres? Continúa F. Doto: "Y los chicos y
chicos y chicas aprenden cada vez más tempranamente a
vestirse solos, a comprarse ropa, a alimentarse y viajar…
Ante la necesidad de su progenie, los padres dejan hacer y se
abstienen de educar a los pequeños. Si ya no hay
niños, tampoco hay adultos" [4]

Si recibieron pautas rígidas de conducta, comunes
por entonces a toda una generación, al educar a sus hijos
renuncian a ellas, pero no generan otras nuevas muy claras, o por
la menos cada pareja de padres improvisa, en la medida en que la
necesidad la impone, alguna pauta, a veces tardíamente. Si
fueron considerados por sus padres incapaces de pensar y tomar
decisiones, ellos han pasado a creer que la verdadera
sabiduría está en sus hijos sin necesidad de
agregados, y que su tarea es dejar que la creatividad y el saber
surjan sin interferencias. Si sus padres fueron distantes, ellos
borran la distancia y se declaran compinches de sus hijos,
intercambiando confidencias.

A medida que fue creciendo, el niño de estos
padres no incorporó una imagen de adulto claramente
diferenciada, separada de sí por la brecha generacional y
cuando llega a la adolescencia se encuentra con alguien que tiene
sus mismas dudas, no mantiene valores claros, comparte sus mismos
conflictos. Ese adolescente no tiene que elaborar la
pérdida de la figura de los padres de la infancia como lo
hacía el de otras épocas
. Al llegar a la
adolescencia está más cerca que nunca de sus
padres, incluso puede idealizarlos en este período
más que antes. Aquí difícilmente haya duelo
y paradójicamente se fomenta más la dependencia que
la independencia en un mundo que busca mayores
libertades.-

Preguntas para
finalizar la clase

  • ¿Detecta cambios entre la adolescencia de
    antaño, la suya y la actual?

  • ¿Se adaptan las ideas de Obiols al
    Adolescente actual (Post-posmoderno)?

  • ¿Qué rol juegan las redes sociales en
    el Adolescente? ¿Cómo influyen en su
    desarrollo?

  • Como Docentes ¿Qué podemos hacer para
    acompañar el desarrollo de los
    adolescentes?

  • ¿Considera que el adolescente se "aburre"
    ante los modelos de enseñanza actuales?
    ¿Qué haría para revertir esta
    situación?

Bibliografía

Libros

  • ABERASTURY, A; KNOBEL, M. La Adolescencia
    Normal.
    Editorial Paidós. Buenos Aires.
    1984

  • ERIKSON, Identidad, juventud y Crisis. Editorial
    Paidós, Buenos Aires 1968

  • OBIOLS, G; DI SEGNI, S. Adolescencia,
    Posmodernidad y Escuela. Secundaria.
    Editorial Kapeluz Buenos Aires 1993

Artículos

  • FUENTES, M. Los duelos en la adolescencia, el
    análisis de Arminda Aberastury
    (http://suite101.net/melisa-fuentes)

  • Estudio del psicoanálisis y psicología
    – Aberastury, los tres duelos del adolescente
    (http://psicopsi.com/Aberasturi-duelo-cuerpo-infantil)

  • CHOCHO, M; BORDAGORRI, S; CHICHET F. ROSELLA A.
    Conductas vandálicas en la
    Adolescencia.

(http://www.monografias.com/trabajos55/mala-conducta-adolescente/mala-conducta-adolescente).

enlaces visitados en fecha 14/05/13

 

 

Autor:

Maikol Chocho

1° Filosofía

CENTRO REGIONAL DE PROFESORES
SUROESTE

Colonia del Sacramento

Monografias.com

15/Mayo/2013

[1] mismidad: Condición de ser uno
mismo. Aquello por lo cual se es uno mismo. Identidad personal.
Diccionario RAE
(http://lema.rae.es/drae/srv/search?key=mismidad)

[2] El esquema corporal es una
representación mental que el individuo tiene de su
cuerpo, la cual se adquiere mediante la experiencia en la vida
y el intercambio con la realidad.

[3] Para esta clasificación recurrimos
al Diccionario de Psicoanálisis de LAPLANCHE, J.
PONTALIS, J. Editorial Labor. Barcelona. 1971

[4] DOLTO, F. La causa de los adolescentes.
Barcelona, Seix Barral, 1990 Pág. 42

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