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Reseñas Don Quijote de la Mancha – Periquillo Sarniento



  1. El
    periquillo Sarniento
  2. Sinopsis
  3. Don
    Quijote de la Mancha
  4. Estilo
    de El Quijote

El periquillo
Sarniento

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Autor: José Joaquín
Fernández de Lizardi, periodista, narrador y dramaturgo,
conocido también por el seudónimo de El Pensador
Mexicano; 1776-1827.Otras obras: Noches tristes y
día alegre, La Quijotita y su prima, Don Catrín de
la Fachenda (novelas); varias obras de teatro; dos libros de
poemas y numerosos artículos periodísticos de
diversa índole.Género y corriente: Novela
costumbrista picaresca.Estructura: Está dividida en
52 capítulos.

Sinopsis

Pedro Sarmiento, el singular personaje al
que llaman Periquillo, nos cuenta en primera persona las diversas
aventuras en las que va pasando de amo en amo y de un oficio a
otro, esta situación que desarrolla la obra es
característica del género picaresco. Así
comienza relatándonos su niñez, donde aparecen sus
padres, sus primeras experiencias en escuelas y con maestros;
luego, sus cursos universitarios de filosofía en el
antiguo colegio de San Ildefonso y sus comentarios sobre la vida
estudiantil.En busca de una profesión que exigiese el
menor esfuerzo posible, Periquillo comienza a estudiar
teología para llegar a clérigo, pero influido por
malas compañías (un joven llamado Martín
Pelayo, mujeriego y jugador, quien "ya estaba tonsurado y
vestía los hábitos clericales") abandona los
estudios. Por temor a que su padre lo ponga a aprender un oficio,
ingresa al convento de San Diego, de lo cual se arrepiente el
mismo día.Muere el padre de Periquillo, y esto es un
excelente pretexto para abandonar el convento de inmediato.
Dilapidada su exigua herencia y, muerta su madre, Periquillo se
encuentra solo, pobre, y desamparado.Luego de haberse dedicado al
juego, pasa una temporada en el hospital; intenta un robo y es
puesto en prisión. Más tarde, Periquillo emprende
diferentes aventuras en las cuales entra al servicio de una
pintoresca serie de amos: un escribano, viejo y taimado
—con cuya amante Periquillo luego se entiende—, un
barbero, un boticario, un médico charlatán
—el doctor Purgante, a quien más tarde roba—,
un subdelegado vicioso, un coronel, un chino —que antes de
morir lo nombra su heredero—, con los cuales vive numerosas
peripecias, a cual más de increíble y truculenta.
Mientras tanto, ya anda Periquillo en sus segundas
nupcias.Finalmente, después de vivir tantas peripecias,
asentado y maduro, con fortuna, mujer e hijos, se arrepiente de
su mala conducta, se pone a trabajar como hombre honrado, y muere
convertido en respetable ciudadano.

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En esta novela, primera del género
escrita en Latinoamérica y publicada en 1816, su autor,
Fernández de Lizardi llama la atención sobre los
males y lacras de la sociedad mexicana en su época. La
intención es educar al pueblo, señalarle sus
errores para así reformar y mejorar la sociedad.Asimismo,
la obra El Periquillo Sarniento presenta un cuadro muy completo
de la vida colonial, dentro de la tradición picaresca -su
tono burlón e irónico comienza desde el
título, pues del nombre Pedro deriva Perico y de
éste el hipocorístico Periquillo-, a través
de un especial personaje que da unidad al relato: un muchacho
educado erróneamente, heredero de las ínfulas
aristocráticas de su madre, y quien, cuando se
descarría, es fácil presa de todas las miserias
sociales presentadas en la obra.La tendencia neoclásica
exige de las novelas el cumplimiento de una función
didáctica; de ahí, los largos fragmentos
moralizantes en El Periquillo. No obstante, se impone el estilo
de Fernández de Lizardi en la mayoría de los
pasajes y el resultado final es una novela sumamente
entretenida.

Don Quijote de la
Mancha

Capítulo 1: 
Un hidalgo de la Mancha, de clase noble baja, de unos
50 años de edad, de complexión recia pero seca, da
en leer libros de caballerías hasta llegar a perder el
juicio. Determina, enloquecido por las fantasías
leídas en esos libros, hacerse caballero andante y, como
tal, ir a buscar aventuras. Para ello, prepara sus armas
(desfasadas armas), revisa su caballo y le pone nombre
(Rocinante), se pone nombre a sí mismo, como caballero que
va a ser, (don Quijote de la Mancha) y busca una dama a la que
amar y servir (Dulcinea del Toboso). 

Capítulo 2: Poniendo en
efecto su pensamiento, una mañana de julio sale de su
casa, como caballero andante, a deshacer agravios. Pero le asalta
la preocupación de que no ha sido armado caballero y que,
en consecuencia, ni puede ni debe entrar en combate con caballero
alguno. Mas pudiendo más su locura, decide continuar y
hacerse armar a la primera ocasión. Ese primer día
no le ocurre ninguna aventura. Llega por la noche a una venta,
que él cree que es castillo, donde cena en
compañía de dos prostitutas y del ventero, a los
que imagina como dos damas y gobernador del
castillo. 

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Capítulo
3: 
Después de cenar, don Quijote pide al
gobernador del castillo (el ventero) que, tras velar las armas,
le arme caballero, y así poder ir a buscar aventuras como
caballero andante. El ventero, cerciorándose de su falta
de juicio, se burla de él haciéndole creer que
él también es caballero y diciéndole que
sí le armará y aconsejándole que se provea
de dineros y de otras cosas necesarias. Don Quijote vela las
armas en un patio del castillo (el corral de la venta). Durante
la vela, un arriero, y después otro, acuden al pozo para
dar de beber a sus animales de carga, para lo cual deben apartar
las armas que don Quijote está velando. Éste
defiende la vela y agrede a los arrieros. Los compañeros
de éstos comienzan a arrojar piedras a don Quijote, y el
ventero, para evitar más problemas, decide abreviar
ceremonias: da por terminada la vela de armas y seguidamente arma
caballero a don Quijote, ayudado de las dos prostitutas
(doncellas; la Tolosa y la Molinera). Don Quijote agradece haber
sido armado caballero, y sale de la venta. 

Capítulo 4: Don Quijote,
ya hecho caballero andante, sale de la venta pero, siguiendo los
consejos del ventero, decide volver a su casa para proveerse de
lo necesario, además de escudero. En el camino de vuelta
le suceden sus dos primeras aventuras: • Socorre a un
muchacho de quince años, criado de un rico labrador de
Quintanar, al que éste está azotando por no prestar
cuidado al hato de ovejas. Bastará que don Quijote se
aleje para que el labrador siga con su castigo. •
Pretende hacer confesar a unos mercaderes toledanos que van
camino de Murcia que Dulcinea del Toboso es la más hermosa
del mundo. Uno de los mercaderes, viendo su locura, se burla de
él; don Quijote entonces le acomete, pero tropieza y cae,
y un mozo de mulas aprovecha la ocasión para molerle las
costillas. 

Capítulo 5: Un labrador
(Pedro Alonso), vecino de su pueblo, encuentra a don Quijote
malherido, le recoge y lo lleva a su casa, a donde llegan ya de
noche. Allí están reunidos el ama y la sobrina de
don Quijote y dos amigos suyos: el cura (Pero Pérez) y el
barbero (Maese Nicolás) comentando la desaparición
de don Quijote y que la culpa de ello es de los libros de
caballerías que leía. Por lo que deciden que al
día siguiente sean quemados. En ese momento, llega el
labrador trayendo a don Quijote, al que acuestan para que
descanse. El cura se informa por el labrador de lo ocurrido, y
decide que al día siguiente se quemen los libros de
caballerías de don Quijote. 

Capítulo 6: Mientras don
Quijote duerme, el cura y el barbero, ayudados de ama y sobrina,
proceden al escrutinio de su librería, seleccionando unos
y mandando arrojar otros al corral para ser quemados,
según les parecen buenos o peligrosos para el hidalgo. Son
libros de caballerías, de poesía (pastoriles) y
heroicos o épicos. 

Capítulo 7: Don Quijote
despierta y empieza a delirar. Todos le calman, y el ama comienza
a quemar los libros (culpables de la locura de don Quijote).
Además deciden clausurarle la habitación de los
libros y convencerle de que ha sido obra de un encantador.
Convencido de ello, pasa quince días sosegado y
conversando con el cura y el barbero sobre la necesidad de los
caballeros andantes, a la par que persuade a un labrador, vecino
suyo (Sancho Panza), para que le sirva de escudero,
prometiéndole que le hará gobernador de una
ínsula, y hacen los preparativos de todo lo necesario
(dineros, alforjas, camisas, etc.) conforme al consejo del
ventero. Salen de noche para no ser vistos. Primera
conversación entre escudero y amo. 

Capítulo 8: En el camino
descubren unos molinos de viento, que don Quijote cree que son
gigantes. Decide acometerlos, sin que le sirva de mucho que
Sancho le diga que son sólo molinos. Don Quijote embiste y
sale mal parado, atribuyendo el cambio (de gigantes a molinos) a
un encantador. Siguen camino, a Puerto Lápice, en busca de
aventuras. Pasan la noche entre unos árboles: don Quijote
piensa en su señora Dulcinea. Llegan a Puerto
Lápice, y don Quijote confunde a dos frailes con dos
encantadores que llevarían a una princesa cautiva (una
dama vizcaína que viene más atrás en un
coche). Acomete a los frailes, y después a un escudero de
la dama, que no quiere que el caballero les haga ir al Toboso
(para hablar con Dulcinea). El capítulo acaba con el
combate en suspenso. 

Capítulo IX: Cervantes
acude al recurso narrativo de que él es sólo
traductor (además indirecto -pues se sirve de un morisco
aljamiado, o que sabe castellano-) de unos cartapacios en los que
había conseguido descubrir la continuación de las
aventuras de don Quijote. Continuación que enlaza justo
con el combate entre don Quijote y el vizcaíno: vence don
Quijote y obtiene la promesa de que ha de presentarse ante su
señora Dulcinea del Toboso (tal y como sucedía en
los libros de caballerías que él
leía). 

Capítulo 10: Ganada la
sentencia, Sancho solicita a don Quijote el gobierno de la
ínsula y que busquen amparo por si la Justicia les
persigue (por lo ocurrido con los frailes y con el
vizcaíno). Don Quijote solicita de su escudero que le
reconozca como el "más valeroso caballero". Sancho
así lo hace, y le dice que se cure las heridas. Don
Quijote le habla entonces del bálsamo de Fierabrás
(bálsamo mágico capaz de sanar las heridas), y
Sancho lo ve más provechoso que el prometido gobierno de
la ínsula. Don Quijote, al ver su celada rota por el
combate, jura arrebatársela a algún caballero.
Hablan sobre comer y prosiguen camino en busca donde pasar la
noche: llegarán a las chozas de unos
cabreros. 

Capítulo 11: Son
acogidos por los cabreros, que les dan de cenar. Don Quijote
elogia la vida de estas personas, en la que todo es paz, amistad
y concordia, al igual que sucedía en los tiempos antiguos,
y explica que los detestables siglos de ahora (con su malicia)
han hecho que naciera la orden de los caballeros andantes, a la
que él pertenece, para defender, amparar y socorrer. Llega
otro cabrero y sus compañeros le piden que cante para don
Quijote sus amores. Don Quijote vuelve a ser curado de la oreja,
y se van a acostar.

Capítulo 12: Pero en eso
llega otro cabrero y anuncia a todos la muerte, por amores, de
Grisóstomo, un estudiante que se hizo pastor por seguir a
la bella Marcela. El cabrero anuncia que el entierro será
a la mañana siguiente, y todos deciden ir a presenciarlo.
Otro cabrero relata a don Quijote la historia de ambos
jóvenes, y cómo la belleza de Marcela atrae a
multitud de pretendientes, a los que trata cortésmente
pero a los que desdeña. Se acuestan
finalmente. 

Capítulo 13: Se dirigen
al lugar del entierro. En el camino se encuentran con unos
pastores, y con un par de hombres a caballo que, atraídos
por la noticia de muerte tan singular, también van a
presenciarlo. Uno de los hombres (Vivaldo) pregunta a don Quijote
el motivo de ir armado de la manera en que va. Don Quijote se lo
explica. Y Vivaldo, viendo su falta de juicio y con ánimo
de burlarse de él, le incita a que le hable de la
caballería andante (sobre si es importante y si los
caballeros andantes anteponen sus armas a Dios; don Quijote
afirma y niega respectivamente). Don Quijote cuenta que su dama
es Dulcinea. Finalmente llegan al lugar del entierro, donde otro
grupo de pastores procede, bajo la dirección de Ambrosio
-amigo de Grisóstomo-, a enterrar el cadáver.
Ambrosio alaba a su amigo y Vivaldo pide que no queme los papeles
de enamorado de aquél. Vivaldo se dispone a leer uno de
esos papeles. 

Capítulo 14: Vivaldo lee
la canción de Grisóstomo (en la que éste se
queja de Marcela). En seguida aparece Marcela. Y, ante la
recriminación de Ambrosio, ella se defiende aduciendo que
no se le puede culpar de la muerte de Grisóstomo, pues
sólo ha mostrado "honesto proceder y recato" y a nadie
quiso ni dio esperanzas. Terminan de enterrar a
Grisóstomo, y don Quijote decide ir en busca de Marcela
para ofrecerle sus servicios

Capítulo 15: Cervantes
vuelve al recurso narrativo de que él sigue la historia a
través de Cide Hamete Benengeli y continúa en el
momento en que don Quijote iba en busca de Marcela. Llegan a un
prado y allí paran a descansar y a comer; y Rocinante,
atraído por unas jacas de unos arrieros (gallegos se
dirá a lo largo de todo el capítulo, aunque en el
título ponga "yangüeses", de Yanguas, en Soria o en
Segovia), acude a ellas. Visto lo cual, los arrieros le apalean.
Don Quijote y Sancho acuden para defenderlo, pero también
a ellos les apalean. Ambos se duelen de los golpes, y deciden ir,
como buenamente puedan, en busca de lugar donde pasar la noche.
Llegan a una venta (que don Quijote vuelve a creer que es
castillo). 

Capítulo 16: Allí
les curan y les preparan aposento. En la venta también se
aloja un arriero, que había acordado con la moza de
servicio (Maritornes) yacer en cuanto quedara todo en silencio.
Pero llegando la moza de servicio al aposento en el que se
encuentran don Quijote, Sancho Panza y el arriero, aquél
la confunde con la hija del señor del castillo (la hija
del ventero) y empieza a hablarle al estilo de los libros de
caballerías. El arriero, celoso, trata de defenderla, y en
la poca luz de la habitación, todos empiezan a golpearse,
quedando don Quijote aún más malparado. Un
cuadrillero de la Santa Hermandad entra a poner
orden. 

Capítulo 17: Don Quijote
y Sancho comentan lo sucedido. El cuadrillero le pregunta
entonces que qué tal está, y don Quijote le
reprende por su modo de hablarle, que él entiende
despectivo. El cuadrillero le golpea en la cabeza con el candil,
dejándole aún peor malparado. Don Quijote hace
creer a Sancho que todo es obra de "encantamentos", y, ante lo
mal que se encuentran, decide hacer el bálsamo de
Fierabrás (que lo cura todo). Lo hacen y lo toman,
sentándole mejor a don Quijote que a Sancho. Al irse de la
venta, don Quijote se despide del ventero, pero éste le
reclama el pago. El caballero dice que eso no está en uso
en los de su orden, y se va sin hacerle caso. El ventero y otra
gente de la venta entonces se vengan en Sancho,
manteándole, y quedándose con sus
alforjas. 

Capítulo 18: Don Quijote
se pelea con un cabrero por parecerle que le falta al respeto;
pero durante esa pelea oye el sonido de una trompeta y cree que
se trata de una nueva aventura. Pero es una procesión en
la que llevan a una virgen en petición de lluvia. Don
Quijote cree que llevan a la imagen cautiva y acomete a los
disciplinantes. Uno de ellos se defiende y derriba a don Quijote.
Sancho acude a socorrerle; y, creyéndole muerto, le alaba.
Deciden volver a la aldea de ambos en el carro encantado (con el
cura y el barbero). Son recibidos en su pueblo: Sancho, por su
mujer, y don Quijote, por su ama y sobrina. Se termina diciendo
que no se han podido hallar noticias de la tercera salida que
hizo don Quijote, pero que sí se encontraron unos
pergaminos en una caja de ploma, dedicados a don Quijote, Sancho
Panza, Dulcinea y Rocinante. 

LIBRO SEGUNDO.

Capítulo 1: Cervantes
vuelve al recurso narrativo de que él sigue la historia de
don Quijote a través de Cide Hamete Benengeli. El cura y
el barbero están casi un mes sin ver a don Quijote para no
recordarle el asunto de la caballería andante. Y encargan
a ama y sobrina que le cuiden. Finalmente, le visitan para hacer
prueba de su mejoría: parece que ha recobrado el juicio;
pero, tratándole más, vuelve a defender la
necesidad de su querida caballería andante, y llega a
sostener que los caballeros andantes fueron hombres de carne y
hueso y no simple ficción. Se oyen voces de ama y sobrina
en el patio, Capítulo 2: Pues quieren
impedir que Sancho entre a ver a don Quijote. El cura y el
barbero piden a ama y sobrina que le dejen entrar. Don Quijote
pregunta a Sancho que qué es lo que se dice de él
en el lugar, de sus hazañas, y Sancho le contesta que
cosas no muy favorables. Don quijote lo atribuye a la malicia
(que persigue siempre a la virtud). Y Sancho contesta que
aún más se dice, y que sus hechos están ya
en libros y que un bachiller recién llegado (Sansón
Carrasco) podrá contárselo con más detalle.
Y va en su busca. 

Capítulo 3: Don Quijote
imagina ser cosa de encantamento que su historia esté
impresa. Llega Sancho con el bachiller Sansón Carrasco,
joven socarrón que comienza a hablar, en burla, con ellos.
Que su historia está impresa por todas partes (Portugal,
Barcelona, Valencia), que las gentes celebran las diferentes
aventuras y que son leídas por todos (niños, mozos,
hombres y viejos); y que aparecen novelas intercaladas sin
relación con la historia principal (lo que no le parece
bien a don Quijote, habiendo tantas hazañas suyas que
contar). Sancho se va a comer, don Quijote invita al bachiller a
que se quede a comer con él; tras la siesta, vuelve Sancho
y siguen con la conversación. 

Capítulo 4: Don Quijote
y Sancho llegan a su aldea, y don Quijote cree, por dos
agüeros que se le presentan, que no volverá a ver a
Dulcinea. Sancho le convence de que, como cristiano, no debe
hacer caso a los agüeros. Se encuentran con el cura y con el
bachiller Carrasco, que les dan la bienvenida. Van a la casa de
don Quijote, y allí los reciben ama y sobrina;
también allí dan la bienvenida a Sancho su mujer e
hija. Don Quijote les cuenta al cura y al bachiller su
vencimiento y la obligación asumida de no salir de su
aldea en un año. Obligación que, como caballero
andante, piensa cumplir. Pero les comunica que, entre tanto, se
hará pastor (para dar rienda suelta a sus amorosos
pensamientos) y que se le unan. Ama y sobrina le reprenden por
esta nueva locura, pero él les manda callar. Le llevan a
acostar. Capítulo 5: Don Quijote agoniza
en su cama. Es visitado por sus amigos (el cura, el bachiller y
el barbero) y su escudero. Pero antes de morir recobra el juicio
y abomina de los libros de caballerías. Y pide confesarse
y hacer testamento. Se confiesa con el cura, su amigo.
Después hace testamento (a favor de Sancho, su sobrina y
su ama) en donde vuelve a abominar de los libros de
caballerías. Después de tres días
agonizando, recibe los sacramentos y muere. Cervantes vuelve al
recurso narrativo de hacer hablar a Cide Hamete Benengeli para
despedir la obra (en cuya despedida ataca a Avellaneda, autor del
Quijote apócrifo, y pone de manifiesto su deseo: poner en
aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas
historias de los libros de
caballerías). 

Estilo de El
Quijote 

El
estilo de Cervantes responde perfectamente a la
ideología
renacentista, es decir, a la exaltación de lo natural y
espontáneo y a la crítica de la afectación
artificiosa. El estilo de El Quijote es realista y
humanístico: sencillo, animado y suelto. Recoge un tipo de
lenguaje familiar y aparece caracterizado por su viveza y
agilidad. Aparecen, esporádicamente, algunos
párrafos redactados en un estilo grandilocuente y pomposo,
pero hay que interpretarlos como una imitación
irónica del de los libros de caballerías. En
cuanto a técnica narrativa, ya se ha señalado
cuando hemos hablado de las novelas intercaladas cuál fue
la intención inicial de Cervantes al empezar a escribir su
Quijote, que era la de hacer una simple novela corta, y
cómo después fue ampliándola: interpolando
en el primer libro algunas novelas, y en el segundo libro,
episodios, pero ya plenamente engarzados con la historia
principal. 

En
cuanto a los diferentes tipos de lenguaje, ya se ha hecho
mención en este mismo apartado a ellos
(sencillo-grandilocuente, según personajes y
circunstancias). Las figuras retóricas son numerosas,
adaptándose siempre a la finalidad general y a la
naturaleza de la materia narrada. Cervantes se sirve de
manera sistemática de figuras retóricas y recursos
lingüísticos para expresar lo cómico y
provocar la risa, pues el ingrediente cómico tiene un gran
peso en la novela. De ahí la abundancia de
antítesis, perífrasis, zeugmas, paronomasias,
refranes y juegos de palabras ingeniosos. 

 

 

Autor:

Luz Elena Vázquez
Mora

 

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