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Significado de la historia




Enviado por martin soria



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Historia de la
    reconciliación
  2. Logros y
    fracasos
  3. Las
    generaciones

ENSAYO SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA
HISTORIA

Profundo estudio de las razones y
consecuencias del actuar humano en sus respectivos momentos de
responsabilidad

El ser humano ha de cumplir la responsabilidad de su
función humana completamente solo. Pero,
¿Qué es lo primero que debe de hacer?
¿Cómo empezar? ¿Qué es eso de -ser
humano- y qué es ser maduro o realizado? Para hallar estas
respuestas es necesario descubrir y evaluar constantemente las
razones que nos distinguen del resto de las especies. Una vez se
haya hecho ese descubrimiento, será necesario trabajar
incesante y con el compromiso de determinarse en la tarea de
realizarse.

Incluso estando hambrientos y soñolientos
deberíamos indagar en el reconocimiento de nuestra
verdadera identidad humana. Encontrar esa razón,
sería el mayor de los descubrimientos. Y con ese
descubrimiento deberíamos pensar en cómo liberar a
la humanidad de la dependencia y adición a los apetitos
del instinto.

¿Cuántas veces no se hicieron la pegunta
de qué es el hombre, porqué se origina, qué
justifica su existencia y para qué es necesario?
¿No se han hecho alguna vez estas preguntas?

Si el hombre es necesario por alguna razón, lo
más lógico sería comprenderla para poder
cumplirla. ¿Qué es lo que todo hombre desea
cumplir? Aparentemente cada hombre pareciera querer cumplir algo
diferente al inmediato, pero en esencia, la humanidad entera
espera cumplir lo mismo: ser satisfecha y lo que satisface a todo
humano es la conquista de los vínculos
intrafamiliares.

Si a todo humano le motiva el establecimiento vincular y
espera la vinculación con sus afectos, el mayor de los
vínculos a ser establecido es el de padres e hijos. Si esa
es la esperanza de todo humano, siendo la esperanza de la
mayoría ¿por qué no se establece en la
inmensa mayoría? ¿Por qué no somos una gran
familia felizmente unida? ¿Quién fue el culpable de
desconectarnos a unos de los otros? ¿Cómo se
originó la desconexión? Si la naturaleza es siempre
y para todo únicamente buena. ¿Qué es lo
malo y de dónde proviene?

El hombre es responsable de descubrir y reconocer la
justicia de la razón de ser, para realizarse en ella
responsablemente. Por lo tanto, cada uno, ha de encontrar por
sí mismo la causa del mal. ¿Cómo
entró el mal en el mundo? ¿Por qué permite
la Naturaleza Humana que exista otra naturaleza mala?

Toda la humanidad se hizo estas preguntas durante siglos
y siglos, pero nadie se determinó a hallar las respuestas.
Nadie fue lo suficientemente valiente para asumir el compromiso
de encontrar respuestas a estas grandes interrogantes.
Quizás vosotros mismos os habéis hecho alguna vez
estas preguntas. La Naturaleza siempre ha deseado dar estas
respuestas, pero es responsabilidad del hombre descubrir esta
verdad y vencer al mal, para lo cual, se precisa un valiente
campeón.

Así que cada uno de nosotros representando a toda
la humanidad, tenemos que encontrar las respuestas por nuestro
propio esfuerzo. Luchando en medio de terribles tinieblas
espirituales.

Cada uno tiene que encontrar las respuestas por
sí mismo y luego preguntar a la Naturaleza si son las
correctas. De ese modo, se pueden aprender muchas cosas acerca d
el hombre y del mundo.

Pero a medida que comprendes más cosas, la
sociedad se enfrenta con tus hallazgos y se enfadan
muchísimo contigo, porque no comprenden tus
descubrimientos. Y cuando les evidencias sus errores, tratan de
esconderse de ti, porque tu verdad les priva de los placeres de
los instintos de los cuales son adictos, o de las razones de
superficie que les facilita ser reconocidos por su ignorancia. Y
sientes que se va creando en ellos la actitud de tener que
impedirte, o de impedir lo que has descubierto, por miedo a
quedar en evidencia sus deficiencias.

En un ambiente en donde -todo es relativo, todo lo
relativo es respetado- pero cuando se descubre una verdad
absoluta, esa verdad se transforma en enemiga del juicio relativo
y de su defensa. Por eso cuesta tanto reeducar al confuso, porque
cuando se le informa de algo cierto, solo lo puede considerar
dentro de su categoría de ser confuso.

La sociedad miente y engaña diciendo que es
normal depender de los instintos y del descontrol, e intentan
tentar para que se abandone la responsabilidad y
determinación a madurar. Los medios de comunicación
nos hacen ver, lo mucho que sufriremos si seguimos adelante con
la realización responsable y lo feliz que seremos si
simplemente llevamos una vida normal descontrolada e
irresponsable. La sociedad es muy inteligente, pero cada uno de
nosotros ha de ser aún más inteligente que ella y
descubrir los trucos y artimañas del desinformado sobre
las norma naturales.

Reconocer los fundamentos naturales de la historia, no
ha sido fácil. Es lógico pensar que una persona que
dispone del conocimiento de operaciones matemáticas como
sumar, restar, multiplicar, dividir, regla de tres, sistemas de
interés, raíz cuadrada, cúbica, ecuaciones
de primero, segundo y tercer grado, potencias, monomios,
binomios, polinomios etc, dispone de más recursos
matemáticos frente a problemas relacionados con
cantidades, que quien no sabe leer o escribir, eso es
fácil de entender. O, que quien no ha salido de su lugar
de origen y solo conoce a la gente de su familia cercana, dispone
de menos modelos de comportamiento o conductas humanas para
evaluar las generalidades de la especie, que quien viaja
constantemente por el mundo compartiendo y descubriendo las
características de cada escenario.

Lo mismo ocurre con el relato de la historia. Distinta
es la postura frente a los hechos y el relato de los mismos, de
un historiador que ignora el biotipo de conducta humana, que la
del historiador que reconoce la finalidad de la historia y su
consecuente realización del biotipo humano
natural.

La historia del ser humano, se inicia en el humano
original y se termina en el cumplimiento del propósito
para el cual este fue creado, el resto, ya no es historia es
testamento.

Una vez consumada la fase del cumplimiento del proceso
de realización del ser humano, este, ya no hace otra cosa
que la de satisfacer al orden de la creación en el cual se
inserta y bajo esa perspectiva, ya no hace historia, deja el
testamento de su aporte. El Verdadero humano opera en pro del
sumo bienestar, del sumo juicio justo y de la plenitud
máxima en satisfacción. El humano maduro responde
siempre y en todo al cumplimiento de la máxima necesidad
válida para Todo. Y, lo que es válido para Todo, no
perjudica nunca a nadie. Obrar de esa manera no hace historias,
solo cumple con el deber Natural de ser Normado y en ese sentido,
aporta, y su aporte, testimonia su
contribución.

La historia de la especie humana podemos estudiarla bajo
tres puntos de vista:

El punto de vista filosófico, o de las
necesidades. (Ideas o ideales)

El punto de vista científico, o de las
razones. (Juicios o pensamientos, criterios)

El punto de vista religioso, o de los
deberes. (Hechos, o costumbres)

El punto de vista filosófico, o de las
necesidades.

Era necesario que ocurriera lo ocurrido. En base a
qué norma.

¿Por qué fue necesario que ocurriera lo
ocurrido? Toda necesidad responde a un deber.

No era necesario que ocurriera lo ocurrido. Si no fue
necesario ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por afecto o por
defecto?

El punto de vista científico, o de las
razones.

Se justifica que ocurriera lo ocurrido. En base a
qué justicia.

¿Qué razones justifican lo ocurrido? Todo
juicio responde a una norma que lo legitimiza.

No se justifica que ocurriera lo ocurrido. Si no se
justifica ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por ajuste o desajuste con la
norma?

El punto de vista religioso, o de los
deberes.

Se debía realizar lo ocurrido. En base a
qué valor se debe.

¿Por qué se debió realizar lo
ocurrido? Todo deber responde a un valor.

No se debió realizar lo ocurrido Si no se
debió ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por deber (necesario) o por
debido de deberse?

La mayoría de los sucesos ocurridos a lo largo de
la historia son producto de una deuda entre la humanidad y las
Normas

1-El instinto de protección, o
servidor custodio del peligro, que alerta frente a situaciones de
alto riesgo, produciéndonos las sensaciones de ansiedad o
de angustia frente a las situaciones incómodas. (El miedo
es la suma de ansiedad y angustia extrema).

2- El instinto de conservación o
sobrevivencia, servidor custodio de la alimentación y
descanso, que produce las sensaciones de cansancio o hambre y sed
frente a situaciones de escasa nutrición o de exceso de
trabajo o ejercicio.

3- El instinto de reproducción,
servidor custodio de la permanencia de la especie, mediante la
descendencia y que produce sensaciones de atracción
copulativa frente al complemento de género.

El humano que controla y domina las sensaciones de
ansiedad o angustia frente a situaciones de riesgo; que controla
y domina los tiempos de ejercicio y descanso; la nutrición
sin excesos ni dependencia frente a los alimentos, y que controla
y domina el apetito del instinto reproductor, adquiere la
categoría de ser Maduro en el dominio sobre los
instintos.

Además el ser humano contiene otra
categoría que nos diferencia del resto de las especies
naturales, me refiero al control de los extremos emocionales,
intelectuales y motivacionales. Pero lo más destacable del
ser humano es su capacidad de captar, reconocer y responder a la
mayor necesidad que se establece en un determinado momento y
lugar.

La Naturaleza Humana está capacitada para sentir,
comprender y cumplir deberes. Todo humano saludable está
compuesto por una capacidad sensible que le permite captar lo
máximo necesario de un momento o lugar. Está
compuesto por una capacidad intelectual que le permite descubrir
lo máximo válido para todo en un momento o lugar. Y
está compuesto por una voluntad que le permite responder
libre y voluntariamente al cumplimiento del máximo deber
exigido en un momento o lugar. Esta característica de
captar lo máximo necesario, valido para Todo y esa
voluntad de asumir el compromiso de responder al cumplimiento de
esa máxima necesidad valida para Todo, es una
característica propiamente humana. Ninguna otra especie se
preocupa, reconoce o responde al cumplimiento del ordenamiento
del resto de las especies. El ser humano, capta la necesidad de
proteger a las especies en extinción, reconoce los
desordenes ecológicos y responde al llamado de proteger
otras especies. Por lo tanto, el ser humano está compuesto
por una capacidad emocional máxima, la satisfacción
suprema; por una capacidad intelectual máxima, la justicia
suprema y por una capacidad motivacional máxima, el bien
supremo.

La capacidad emocional humana natural
busca y espera afecto y belleza. La capacidad intelectual busca y
espera justicia y verdad. La capacidad motivacional busca y
espera cumplir con el deber y bienestar. Si pretenden, lo mismo
que pretenden, debieran proponer. Estas tres capacidades tienen
un punto de eficiencia y fuera de ese radio, si se extreman, se
transforman en deficientes. Por ejemplo, el afecto puede
transformarse en dos deficiencias al extremarse: la indiferencia
o la sobreprotección. El individuo cuyo afecto carece de
atención al otro, carece de entender al otro y de atender
al prójimo, se define como personaje indiferente. Y por el
contrario, quien atiende en demasía, entiende o se
interesa en demasía (controla) o está atento al
otro en demasía, lo controla, lo vigila, le priva de
libertad, a eso se le llama sobreprotección. Quien cae en
cualquiera de esos extremos, carece del dominio de los extremos
emocionales y se diagnostica un trastorno de personalidad
afectiva en él. La sensibilidad humana se desarrolla
ampliando la capacidad de captar las máximas necesidades
válidas para todo. Buscar hasta descubrir las
máximas necesidades válidas para todo,
amplía la sensibilidad del individuo.

La capacidad intelectual humana natural
busca y espera lo justo y lo verdadero. Pretende las razones y
por lo mismo, debería proponer lo razonable. La
condición normal del individuo es la de interesarse por
descubrir y reconocer su origen, identidad y propósito
natural normal. Pero no todos lo buscan, no todos se interesan en
ello, a pesar de interesarse en otras cosas. Conocer otras cosas
es interesante, pero quien ignora su integridad es un ignorante
de su naturaleza humana (su propia identidad) y desconocerse a si
mismo en su autenticidad impide la realización propia del
mismo, por muchas otras cosas que conozca. Un pura sangre es
admirado por muchos, si existiera un hombre puro, sería el
mayor objeto de atracción, atención y de
admiración. Los extremos intelectuales se derivan del
ignorar la integridad humana, o del arrogar de conocerla sin ser
esta la auténtica. La arrogancia y la ignorancia son los
dos extremos de la seguridad del juicio justo. Quien cae en
cualquiera de estos extremos, carece del domino de los extremos
intelectuales y se le diagnostica un trastorno de personalidad
cognoscitiva. La inteligencia se desarrolla descubriendo y
reconociendo las razones o los juicios constantes e inmanentes.
Aquella razón que es inmanente y constante nunca deja de
ser justificativa de su razón de ser y por lo tanto es
siempre cierta y verdadera.

La capacidad motivacional humana de ser
libre de pretender y responder al cumplimiento del deber
máximo, valido para Todo, busca y espera motivación
y beneficio. Lo normal es que el individuo se motive y determine
voluntariamente al cumplimiento del máximo deber
necesario. Pero cuando el individuo no se motiva, o no reconoce o
espera un beneficio, se deja estar y en repetidas veces no
responde al cumplimiento del máximo deber, en ese caso, se
le denomina flojo, holgazán o cobarde. Existe el otro
extremo, el que se siente responsable por todo y asume que tiene
que cumplir, no solo con lo que le atañe a su
responsabilidad, sino también, cumple lo que otros deben
de cumplir, a lo que se le denomina impositivo. Quien cae en
alguno de estos extremos, holgazanería o impositividad,
cae en el dominio de los extremos motivacionales y se le
diagnostica el trastorno de personalidad en la voluntad
(depresivo o hiperactivo). La motivación se desarrolla en
el ejercicio de cumplir con el deber. Quien cumple, reconoce
razones constantes y capta las máximas necesidades y
responde al cumplimiento de su realización es un ser
maduro.

Cualquiera de los trastornos expuestos desequilibra la
Naturaleza Humana y deshumaniza al individuo que los padece. Por
lo tanto, una personalidad normal es aquella que controla y
domina los extremos emocionales, intelectuales y motivacionales y
al mismo tiempo, controla y domina los instintos de
protección, mantenimiento y
reproducción.

Ese control y dominio han de ser manifiestos en cada
individuo de manera autónoma, es decir por si mismo sin
ayuda de nadie. A lo largo de la historia nos hemos acostumbrados
a la idea de que la educación suple esa tarea de
enseñar el dominio y el dominio no se enseña, se
determina en base a una voluntad dirigida en pro de la
consecución de un beneficio asumido por la conciencia de
cada individuo. Educar es hacer al otro similar en conductas,
conocimientos y sensibilidad hasta madurarlo en las capacidades y
habilidades del aprendiz. Hacerlo similar no significa suplantar
su motivación, obligándolo, o su interés
imponiéndolo o su responsabilidad cumpliendo lo que
él no cumple. Hacerlo similar significa que las conductas
motivadas por su propia iniciativa son iguales a las del maestro,
que su criterio satisfecho en el propio interés del
individuo reconoce las mismas razones del maestro y que su
sensibilidad que por si misma capta las máximas
necesidades válidas, se asemeja en dichas necesidades
máximas a las del maestro, pero en ningún caso se
pueden educar: la responsabilidad, la autonomía o la
libertad del individuo. La libertad, no es educable, la
autonomía tampoco y mucho menos la responsabilidad.
Responsable es quien responde voluntaria e incondicionalmente al
cumplimiento de un deber. Si no se responde libre, voluntaria e
independientemente al cumplimiento de un deber, no califica
responsable. Si no se descubre la razón que
justifica

El Ser Humano Natural normado, es decir, maduro, es
libre en la elección de alternativas válidas,
juicioso en el reconocimiento de lo legítimo y responsable
en el cumplimiento del máximo deber necesario que
beneficia siempre a Todo. Esa condición humana se
perdió en el proceso de maduración del ser original
y la historia recrea los escenarios, una y otra vez, para
restaurar esa condición natural original.

Se cree, que en el origen de la historia, los miembros
de una primera familia se opusieron entre ellos: cónyuges
e hijos. Y se establecieron clases en poder: los fuertes y los
débiles, señores y esclavos, ricos y pobres,
grandes y chicos que al sentirse diferenciados lucharon por su
igualdad en valor. Esa lucha de opuestos, no fue originada por la
Naturaleza Humana Vincular del amor, porque es la fuerza que une
al hombre con su Naturaleza, fue originada al optar libremente
por reclamar, acusar y rechazar algo importante que les
dolió hasta el extremo de preferir separar a unos de los
otros por sobre el unirse unos con otros. Eso que los
dolió tanto, debió ser más fuerte que el
amor que se tenían, porque fue capaz de desvincularlos en
extremo.

El hombre no fue creado diferente a la mujer para que se
divorciaran, ni se les concedió sensibilidad para captar
lo necesario y responder con lo que no se necesita. Tampoco se
les concedió inteligencia para interesarse por las razones
y responder con mentiras al interés. Ni se les
concedió la capacidad de dominarse a si mismos para
debilitarse y ser incapaces de dominar incluso sus propios
instintos.

La historia de la lucha de opuestos es el producto de la
falta de unidad entre los complementos. La unidad es debida y por
eso la historia es la indemnización de una deuda, la deuda
vincular intrafamiliar completa, que se debe desde el origen del
primer humano.

El origen de la historia es una incógnita hasta
el día de hoy. Como no hay nadie que responda a como y
cuando sucedió, solo podemos imaginar alguna lógica
demostración que nos satisfaga. Existen ideas de todo
tipo, ofrecidas por historiadores, científicos,
filósofos y religiosos. Lo curioso es que existan credos
mitológicos similares en distintas culturas, que
parecieran intuir un inicio con ciertas condiciones parecidas. Y
lo curioso también es que en la historia se repita un
patrón constante que fuerza al hombre a resolver su
desgracia.

La idea de un origen ordenado que produce elementos de
bondad y que en algún instante produjo aspectos negativos
en la especie humana es compartida por varios credos.

También es compartida la idea de la
tentación que debió ser superada. Una curiosa
tentación que de caer en ella acarreaba males
diabólicos extraordinarios, grandes desgracias para la
humanidad y para el resto de la creación. Los conocidos
trastornos de personalidad.

La tentación puede entenderse superfluamente,
como lo haría un adolescente, o en su verdadero juicio,
como lo haría un ser maduro. Somos tentados y eso es una
realidad. Que se nos tiente a comer un dulce no tiene mucho de
trascendente, aparte del aumento de peso, pero que se nos tiente
a llevarnos el reloj de Nadal es otro cuento, y si nos tentamos a
fornicar con la hija del vecino que es aún menor, la
historia frente a nuestra esposa, familia y sociedad se complica
mucho. La tentación está siempre presente y no es
buena o mala en si misma, pero, caer en una tentación
impropia, conlleva siempre una desgracia. Por eso es importante
reconocerlas. Las tentaciones adecuadas satisfacen siempre a
todo, se ajustan al juicio justo y benefician, por lo mismo son
necesarias. Las tentaciones impropias o inapropiadas satisfacen,
se ajustan al juicio o benefician solo a uno o a un fragmento,
por lo mismo no son necesarias para el bien supremo. Hay
tentaciones indiferentes también, que ni suman ni restan
al bien común, como las biológicas instintivas de
protección y mantenimiento. Por ejemplo comer lo que se
debe te mantiene.

La idea de un origen ordenado que en algún
instante se desordena producto de ser tentado y deforma la
naturaleza humana es compartida por varios credos. Estas ideas,
surgen en culturas sin aparente conexión y lo
extraño, es que coincidan en el fundamento de algo que era
hasta ese momento bueno y que por caer en la tentación, se
transforma en catastrófico.

El ser humano intuye en base a particularidades, razona
en base a semejanzas, y justifica en el ajuste con la normativa
legal. Para poder justificar la historia es necesario reconocer
antes esa Normativa Natural de las especies, que hace que la
historia se repita. De ese modo, los acontecimientos adquieren su
razón de ser y su justificación.

También es necesario reconocer que, en la
Naturaleza Humana exista siempre un centro de predominio, que
corresponde con la máxima necesidad válida para
Todo en ese momento.

Ese centro de predominio es la Figura Central que asume
el compromiso de liderar al resto en el momento histórico
del lugar. En cada momento y en todo lugar surgen necesidades
máximas que deben cumplirse. El responsable de cumplirlas
se transforma en la Figura Central.

Ese centro de predominio o máxima necesidad
valida para Todo, va ocurriendo en cada instante en base al
desarrollo providencial de la historia. El aporte en ese
desarrollo ocurre en ocasiones en lugares inimaginables para el
individuo desconectado del curso providencial de la Naturaleza.
Por eso ocurren las divisiones, discordias y diferencias entre
unos y otros.

La máxima necesidad válida, encuentra al
sujeto que responde a la misma y lo transforma en Figura Central
de la Esperanza Natural y los que reconocen a este sujeto ligado
con esa máxima necesidad, lo eligen y lo siguen, de este
modo opera la realización de los Propósitos
Naturales de la Historia.

Pero esa máxima necesidad en su desarrollo exige
la unidad de sus miembros en distintas etapas y frente a
distintos desafíos, que en la medida que se va ampliando
el radio de importancia, también se amplia el
tamaño del desafío, lo que exige una mayor
prudencia, una mayor firmeza y una mayor templanza y no siempre
se establecen.

Cuando se comete el error de ser injusto frente a una
necesidad máxima, se pierde la posición de
responsable y la necesidad recae en otro sujeto.

Los sujetos no se adueñan de las
Necesidades Naturales, responden o no responden a las mismas,
pero no son quienes crean las necesidades, son
únicamente quienes las declaran y responden a su
cumplimiento. A lo largo de la historia, han existido muchos
sujetos que acuñaron las necesidades máximas a sus
propios objetivos personales, por eso fueron todos ellos
descolgados de la Línea Central de la Historia
Humana.

La historia de la humanidad tiene un origen incierto en
su momento y en su condición.

A la conciencia se le ocurre que la especie humana
debería ser feliz, confiada y unida. Y presupone que si
todos hicieran lo mismo que hace nuestra conciencia,
lograríamos esa felicidad confianza y unidad entre todos.
Pero eso solo sería posible si los otros hicieran,
pensaran y sintieran como uno considera.

Eso es imposible, porque las necesidades
biológicas de uno, no coinciden con las del otro , ni las
necesidades afectivas, intelectuales o motivacionales existen por
igual en cantidad, ni en paralelo. Cuando uno quiere descansar,
el otro quiere divertirse y se choca en los distintos intereses
¿Quiere esto decir que vamos a estar siempre en
perpetuo conflicto? No. Si cada humano respeta y responde a la
máxima necesidad humana, válida para todo. Y, si se
dispone de la incondicionalidad afectiva en atender, entender y
estar atento, a las necesidades máximas del otro, para el
bien de todo, se lograría siempre el
ajuste.

Esta lógica de estar dispuesto a entregarse por
el bien de todos, atendiendo al otro; o, de atender al otro para
el bien de todos, desapareció de la conciencia humana en
algún momento de su historia. El cómo y donde se
perdió la conciencia original, ha sido un misterio hasta
el día de hoy.

Han existido interpretaciones diversas en las distintas
culturas pero, no han pasado de ser meras intuiciones o
explicaciones alegóricas a algo que debía deducirse
sin estar claro y perfectamente declarado. Veamos algunas de
estas historias:

En China

Una característica única de la cultura
china es la relativamente tardía aparición en la
literatura de los mitos sobre la Creación, que lo hacen
tras la fundación del confucionismo,
el taoísmo y las religiones populares. Las historias
tienen varias versiones. Por ejemplo, la creación de los
primeros seres es atribuida a Shangdi, Tian (el
cielo), Nüwa, Pangu o el Emperador de
Jade.

En todo el Extremo Oriente y Oceanía,
existía un dualismo cosmológico
oponiéndose dos principios, por una parte la luz,
el sol y el fuego, por otra parte la oscuridad,
la luna y el agua. Generalmente, un pájaro
representaba al primer principio. En China, se trataba de un
cuervo. El pájaro solar es uno de los temas privilegiados
de la dinastía Shang, la primera dinastía china
cuya existencia se certifica por medio de la arqueología.
El pájaro representa el cielo (el Espíritu) Una
serpiente, como un animal acuático, representaba al
segundo principio (lo Físico transformable).

La madre de Shun, uno de los soberanos míticos de
China, pertenecía al clan de la serpiente, y su padre
pertenecía al clan del pájaro. Por lo tanto, Shun
era resultante de la unión de los dos principios (cielo y
tierra, espíritu y materia).

Xiè, era el antepasado de Shang (Espiritu) y
su madre se llamaba Jiandi. Un día, fue a
bañarse con sus sirvientes en el río de la colina
oscura. Un pájaro negro pasó llevando un huevo
multicolor en su pico. Lo dejó caer. Jiandi lo tomó
y lo puso en su boca, pero lo tragó por descuido. Tras
esto, concibió a Xie. En este relato, se ofrece la
creación del origen humano Xié, producto del
descuido de una mujer Jiandi.

El relato de la mujer que por descuido se traga el huevo
de la fertilidad de donde nace la humanidad descuidada, es una
historia similar al relato del génesis.

En Grecia

Otra historia sobre los comienzos es la que nos ofrecen
los griegos:

Cuando Prometeo osó robar el fuego que portaba el
Dios Sol en su carro, Zeus entró en cólera y ordeno
a sus dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre.
Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó
formas sugerentes. Atenea la vistió elegante y Hermes la
concedió la facilidad para seducir y manipular. Entonces
Zeus la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo.
Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su
hermano Epimeteo, que a pesar de estar advertido de que Zeus
podría utilizar cualquier estrategia para vengarse,
aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose
perdidamente de sus encantos, la tomó por
esposa.

Pero Pandora traía algo consigo, una caja que
contenía todos los males capaces de contaminar el mundo
con todas las desgracias y también de todos los bienes.
Uno de los bienes era la Esperanza, que también estaba
contenida en la caja. Y es que, por aquel entonces cuentan que la
vida humana no conocía enfermedades, locuras vicios, ni
pobrezas ni tampoco nobles sentimientos. Pandora, victima de su
curiosidad, abrió la caja y todos los males se escaparon
por el mundo, asaltando a su antojo a los desdichados mortales.
Asustada la muchacha cerró la caja de golpe, quedando
dentro la Esperanza tan necesaria para superar los males que
acosaban al hombre.

Apresuradamente corrió Pandora a hablar a los
hombres de la Esperanza a la que siempre podían recurrir,
pero oculta y a la que deberían descubrir.

En Oriente

Otra historia oriental: Cuando la gente de Dzambu Ling
hubieron agotado la provisión de la cremosa sustancia,
empezaron a comer los frutos de la planta nyugu. Cada persona
tenía su propia planta, que producía un fruto como
los de las mieses, y cada día, cuando el fruto
había sido comido, aparecía otro; uno cada
día, lo cual era suficiente para satisfacer el hambre de
los seres de Dzambu Ling.

Una mañana, un hombre se despertó y
descubrió que en vez de producir un solo fruto, su planta
había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los
dos frutos; pero, al día siguiente, su planta estaba
vacía. Necesitando satisfacer su hambre, ese hombre
robó la planta de otro hombre y así fueron haciendo
todos, pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder
comer. Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo
quedarse sin comer, empezaron a cultivar más y más
plantas nyugu, debiendo trabajar cada cual cada vez más
para asegurarse de que tendría bastante que comer.Cosas
extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling. Lo que
había sido una tranquila morada de los dioses de Rirap
Lhunpo, estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo
y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir
malestar por sus genitales y se los cortó,
convirtiéndose así en una mujer. Esta mujer tuvo
contacto con hombres y pronto tuvo hijos, quienes a su vez
tuvieron más hijos, y en poco tiempo Dzambu Ling se
llenó de gente, toda la cual tenía que procurarse
comida y un lugar donde vivir.

En India

Brahma: Es el dios Puránico de la
creación. Se representa como hombre con cuatro cabezas y
cabalga sobre un ganso. Nació de un huevo de oro donde
estuvo un año encerrado, con la fuerza de su pensamiento
lo rompió dividiéndolo en dos mitades. Mantuvo
relaciones incestuosas con su hermana Sarasuati por lo que fue
castigado a reencarnarse en sucesivas oportunidades hasta obtener
el perdón.

Kamadeva: Es el dios del amor. Su esposa era Rati, la
diosa de la primavera. Indujo a Braham a cometer incesto con su
hermana. Shiva le castigo y lo mató junto a su
esposa.

En la mitología azteca.

También es una mujer la que determina la
creación del mal y a la que deben ofrecer los corazones de
los hombres.

Es curioso ver como en las grandes culturas existe un
inicio bueno que se transforma en malo por la interacción
entre el hombre y la mujer. En estos casos existía un bien
supremo previo al error humano y posteriormente los descendientes
adquieren la desgracia de un ambiente ajeno al bien supremo. Esta
desgracia se trasmite de generación en generación
hasta nuestros días.

Algo que se transmite de generación en
generación ha de ser algo genético. Y para
depositarlo en las generaciones posteriores ha de ser de modo
consanguíneo. Y solo se pueden transmitir aspectos
genéticos a través de los genitales. El gene
posibilita la reproducción natural en posteriores
generaciones cuando su función generadora se establece de
manera natural y degenera su función cuando se establece
la reproducción en forma degenerada.

Genéticamente se transmiten aspectos tanto
fisiológicos como psicológicos. El ser humano
heredó la alteración emocional, intelectual y la
carencia de dominio sobre el celo y los instintos junto con la
ignorancia del valor absoluto, al no reproducirse la pureza de la
unidad integra. Heredó la aceptación del desorden,
del descriterio y del desacomodo, perdiendo su verdadera
condición humana natural. Heredó el error paterno
que lo califica impuro desde su nacimiento.

El error de quien realiza (porque cae en la
tentación del apetito intergenital prematuro
), una
reproducción sin recursos emocionales capaces de captar
las máximas necesidades válidas para todo, sin
recursos en criterio al no reconocer las normas de la naturaleza
ni las normas del comportamiento humano y sin recursos en el
control de los extremos emocionales, intelectuales y
motivacionales, junto con la falta de control y dominio sobre los
instintos y el celo.

La necesidad del ser, la justificación del ser y
el deber del ser humano, son solo uno, el de satisfacer a la
razón que lo justifica necesario, en ese sentido, el
humano ha de realizarse humano.

Humano es un ser libre, autónomo y responsable.
En otras palabras responde incondicionalmente (a voluntad) a las
necesidades máximas, justas y validas del momento y del
escenario en el que participa, reconoce el juicio justo de la
razón que justifica la necesidad que ha de ser resuelta y
responde al cumplimiento del deber de resolverla, o
realizarla.

Pero este tipo de conducta adecuada, incondicional y
responsable, se desajustó en la adolescencia de nuestros
primeros antepasados. Se transformó en condicional,
injusta, e insuficiente.

Ese inoportuno desajuste adolescente, en donde el
inocente, ignorando el predominio del vínculo afectivo por
sobre el enlace copulativo, prioriza la justificación
fragmentaria de su inocencia por sobre el justificativo de la
razón absoluta del verdadero amor, (aquella
razón que es siempre y para todo valida, a la que
denominamos constante inmanente
) fue el causal de la
desgracia humana. El causal de los trastornos de personalidad, el
causal de las crisis de identidad, vocacional, o existencial. El
joven inmaduro, después de tener la experiencia de copular
sin disponer de los recursos de dominio sobre los extremos, al
enfrentarse a las diferencias afectivas, cognoscitivas y de
comportamiento de su esposa, no supo como ajustarse en ellas y
reclamó, acusó y rechazó a su pareja. La
esposa, que esperaba una respuesta madura en quien se
suponía maduro en la reproducción, al escuchar sus
reclamos, lo rechazó por su insuficiencia y ese
comportamiento de lucha entre opuestos apartó a los hijos,
quienes, en el caso del relato del génesis llegaron al
extremo de generar un asesinato.

El amor es la fuerza que une, no solo la que enlaza.
Quien prioriza el enlace copulativo sin afecto, confianza y
respeto por sobre la unidad vincular madura en la confianza y en
el respeto mutuo, invierte su función y defunciona el
respeto, al no responder a la necesidad de la Norma, defunciona
la confianza al no confiar en la Norma y defunciona el afecto en
esa inversión, al tomarse egoístamente aquello que
debió ser fruto de la entrega mutua, altruista e
incondicional.

De esa "libre elección" se derivan los trastornos
de personalidad: Falta de dominio sobre las conductas
responsables, (falta de dominio sobre los instintos y no control
del celo emocional, intelectual y motivacional) lo que conlleva a
permanentes conflictos que desajustan la seguridad del individuo
y lo desorientan en su verdadera finalidad vincular
incondicional.

Adán (primer antepasado masculino) es
tentado por la fuerza del instinto a caer en el ejercicio de
priorizar el enlace intergenital prematuro por sobre la
naturaleza vincular del afecto incondicional, perdiendo de este
modo el entendimiento y realización de los valores
absolutos, máximos constantes de plenitud, justicia y
cumplimiento de los vínculos filio-paternal,
fraterno-conyugal y paterno-filial maduros en la
incondicionalidad.

En la adolescencia no se dispone de la experiencia del
amor maduro en el vínculo afectivo, en la confianza de la
razón justa, ni en el respeto al otro en responder a sus
necesidades válidas para Todo. Ese nivel afectivo,
cognoscitivo y responsable, no se dispone en la adolescencia,
porque aún no se ha tenido la experiencia de criar, ni de
educar, ni de asumir y cumplir el compromiso de la
realización madura del cónyuge ni de los hijos.
Pero si se tienen maduros los órganos genitales
reproductivos para iniciar el proceso de maduración
vincular.

Cuando ese proceso dispone del compromiso mutuo leal y
maduro en la determinación de realizarlo, la posibilidad
de establecerse maduros (hombre y mujer) en el afecto, en la
razón y en la responsabilidad humana, se establece. Pero,
sin el compromiso de realizar al otro en el vinculo afectivo, en
la confianza de la razón normal y en el respeto
responsable, la relación matrimonial se trasforma en un
infierno.

Claro está que los primeros antepasados no
cumplieron el compromiso de respetarse, confiarse y unirse de
modo indisoluble. Eso se debe a que prefirieron algo por sobre el
amor. ¿Qué es aquello que puede superar al
amor?

Solo hay una cosa capaz de superar al amor, cuando este
está debilitado o, cuando no es maduro.

Cuando el vínculo, la confianza y el respeto
entre dos es maduro, no hay fuerza capaz de superarlo o
destruirlo. Tenemos ejemplos como el de Luis Moscardó
donde nos muestran que ese vínculo supera a la propia vida
y que se es capaz de dar la vida por el amor maduro en la
confianza y el respeto. Pero, cuando la fuerza del respeto, o de
la confianza es débil, lo más poderoso en ese caso
es la fuerza del instinto.

¿Qué es aquello que puede superar al amor
inmaduro? El sexo, el apetito intergenital prematuro es
más poderoso que el amor inmaduro, sin confianza y sin
respeto.

Lo primero que reclama una mujer a la que "se le ponen
los cuernos" es el respeto. La exclamación: ¡Me
faltaste al respeto! Es la más repetida, y la siguiente
es: ¿Cómo puedo confiar en ti ahora? Lo que delata
que quien "pone los cuernos" es inmaduro en el respeto, e
insuficiente en la confianza, por lo mismo, sin confianza ni
respeto, el amor es débil, no es maduro.

Lo mismo ocurre cuando la joven esposa rechaza al joven
marido, lo primero que piensa el joven esposo es en encontrar
otra mujer para desquitarse físicamente con ella. El amor
siempre busca al amor y más aún cuando se siente
que se ha perdido.

El amor de Adán no fue maduro en el respeto por
Eva, ni confió en ella, por eso, ella reclamó su
falta de compromiso, su falta de respeto al usarla y no
cuidarla.

Adán no atendió, entendió, ni
estuvo atento a las normas de la naturaleza afectiva.

Prefirió tentarse en el goce del placer por sobre
el disfrute de la plenitud. Invirtió la naturaleza.
Prefirió la naturaleza del instinto por sobre la
Naturaleza Humana. Negó su conciencia al preferir los
apetitos. Adán (el primer hombre que invirtió el
dominio de la conciencia humana por sobre el instinto,
prefiriendo los placeres del instinto por sobre la pureza y
maduración de la Conciencia Original) es el único
responsable de la desgracia humana.

Adán en su adolescencia debió vincularse
antes de unirse y unirse solo después de haberse
vinculado. El primer antepasado masculino, debió captar la
máxima necesidad natural normada para realizar el amor
puro y verdadero. Debió descubrir y reconocer que la
motivación fisiológica del instinto de
reproducción era psicológica o espiritual, porque
era una respuesta voluntaria y por ende, debió ser
descubierta su importancia.

El primer antepasado masculino debió descubrir
que el encuentro con su pareja, debía respetar la
naturaleza del vínculo en la confianza y en el afecto
compartido.

El primer antepasado masculino debió reconocer
que la pureza de la unión se derivaba del respeto a la
realización de la mujer transformándola en esposa y
madre, para lo cual, era necesario que ella reconociera la
importancia del vínculo madre e hijo y del vinculo esposa
esposo.

La construcción del vínculo esposa esposo,
debió ser realizada por el sujeto afectivo que atiende,
entiende y está siempre atento a las necesidades,
intereses y deseos de la mujer. Seduciéndola con afecto,
persuadiéndola con verdad y motivándola con el
ejemplo de lo correcto.

Lo correcto en el amor es que sea maduro en
sensibilidad, justicia y cumplimiento.

Maduro en sensibilidad es cuando satisface a la
máxima necesidad afectiva, es decir, que satisface a
todos. Maduro en lo intelectual, es cuando se ajusta al Todo y es
por todos reconocido justo y maduro en su cumplimiento es cuando
se realiza ese bien común.

Para que el amor sea maduro, debe estar de acuerdo con
la norma de ser vincular por sobre instintivo. Antes de tentarse
debieron ser bendecidos por la Naturaleza humana, o en el caso de
Adán, por Dios. Para eso se le dio el mandamiento (la
conciencia).

Adán y Eva se unieron sin haberse vinculado. Sin
confiarse el uno al otro para siempre, sin respetarse el uno al
otro para siempre. Ese debió ser su compromiso, antes del
matrimonio.

Cuando entre dos personas se logra el estado de respeto
en la confianza, no existe posibilidad de separarlos. La
confianza en el respeto mutuo, el respeto mutuo en la confianza
son aspectos catalizadores indivisibles.

No hay razón que justifique el rechazo del que
confías o de quien responde siempre a todo lo necesario.
Para rechazarlo ha de existir algún elemento discordante
que amerite algún grado de desconfianza.

Adán debió respetar a Eva escuchando la
advertencia de su conciencia y pensando en las consecuencias de
lo que iba a hacer y Eva debió respetar a Adán no
tentándole, o, diciéndole que era bueno aquello que
aún no conocía (el amor). Instintivamente
parecía bueno, pero en nada comparable al respeto, la
confianza y el vínculo recíprocos.

Al tener la experiencia del instinto, perdieron la
posibilidad de tener la experiencia del beneficio del amor
verdadero maduro. Por eso se quedaron con la impresión de
que lo hecho no les resultaba del todo beneficioso. Ese estado de
insuficiencia detonó la desconexión entre lo que
sentían, lo que comprendían y lo que hacían.
Sus descendientes, consecuentemente nacieron emocionalmente
rotos, intelectualmente rotos y conductualmente rotos. Ninguno de
ellos se comportó como propiamente humanos.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5

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