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Teatro idish




Enviado por Julio Moskovicz



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    Teatro. El teatro idish – Monografias.com

    Teatro. El teatro idish

    Monografias.com

    El teatro Monografias.com es la rama del arte escénico
    relacionada con la actuación, que representa historias
    frente a una audiencia usando una combinación de discurso,
    gestos, escenografía, música, sonido y
    espectáculo. Es también el género literario
    que comprende las obras concebidas para un escenario, ante un
    público.

    En adición a la narrativa común, el estilo de
    diálogo, el teatro también toma otras formas como
    la ópera, el ballet, la ópera china y la
    pantomima.

    Wikipedia

    1 .-

    …exactamente no se sabe como se
    creó el teatro. Antes de su nacimiento ya existían
    manifestaciones tales como los bailes, las danzas, que
    constituyen las más remotas formas del arte
    escénico. Podemos decir que en el siglo VI ya
    existían representaciones como una parte del festival
    dedicado al dios Dionisio (dios griego de la florescencia, el
    vino y los sentimientos incontrolables, para los romanos conocido
    como Baco) como las danzas córicas en su honor que se
    manifestaban como desfiles para ser acompañadas por
    estrofas dedicadas a Dionisio. Aristóteles presupone que
    estos cantos se celebraban al pie de la Acrópolis de
    Atenas. …

    Teatro judío. La historia del teatro
    judío es muy antigua como su pueblo. Fundamentado en un
    origen religioso, las primeras representaciones se inspiraban en
    pasajes bíblicos que llevadas a las "tarimas" (primeros
    tablados de madera), recreaban la religiosidad
    judía.

    Más tarde, con la conquista de
    Alejandro Magno -que se inicia el dominio helénico en los
    siglos IV al II A.c.-, la tragedia griega logra traspasar las
    barreras impuestas y seducir al pueblo de Judea con su
    expresión argumentalista.

    No obstante, el principio de un teatro
    propiamente judío, tiene como lugar Babilonia, en el siglo
    II d.C.; se ofrecían representaciones rústicas en
    ocasión de Purim.

    Las historias del libro de "Esther" se
    representaban en los espacios de las sinagogas. Los personajes
    femeninos de la obra, no podían ser representados en
    escena, porque a las mujeres les estaban vedados los
    "escenarios", además por los impedimentos de la
    Tora:

    El hombre no vestirá ropa de
    mujer-.

    También va asociado al así
    llamado Purimshpil (Juego o representación de Purim) en el
    cual, a partir de la Edad Media con la costumbre de disfrazarse,
    solían representarse ante el público diversos
    episodios de la historia de Esther y Mardoqueo como por ejemplo:
    el ajustamiento de Hamán, mediante un muñeco que
    llevaba inscrito este nombre y que era colgado de una horca o
    quemado.

    Estas representaciones fueron
    ampliándose con el correr del tiempo, también se
    les acompañó con canciones alusivas y con
    músicos que tocaban melodías adecuadas; y por todo
    ésto constituiría el fundamento sobre el cual fue
    estructurado el ulterior teatro judío -por una parte- y la
    música judía en su expresión
    moderna.

    Asimismo se vincula con Purim la costumbre
    de disfrazarse en esta fecha, por influencia, también el
    carnaval de los cristianos, que cae por la misma época del
    año. Inicialmente con atuendos para representar a
    Mardoqueo, Esther, el rey Asuero, Hamán y otros personajes
    de la historia, propios de esta fiesta. Más adelante, los
    disfraces fueron diversos, según las representaciones de
    algunos pasajes de la Biblia.

    En España se origina el
    <<Romancero Sefaradí>> que es una de las
    facetas más intensas de su cultura. A lo largo de los
    siglos, los judíos cantaron sus tradiciones y las
    representaron en castellano y en portugués, con textos de
    una enorme vitalidad sensual. El Romancero es, antes que nada,
    una visión del mundo; allí hay historias de los
    antiguos reyes de la Península, canciones de amor y
    también de pena. Obviamente existen romances que cuentan
    la dura historia del pueblo judío en tierras
    extrañas.

    Los primeros asomos de teatro en los
    ghettos judíos de Europa, aparecen en los siglos XV y XVI
    de nuestra era, como la comunidad judía de Mantua que
    realizó la representación de la primera pieza
    teatral en idioma hebreo, llamada: <<La comedia
    matrimonial>>, escrita por el poeta Yehuda Somo; asimismo
    autor de un tratado sobre los orígenes del
    teatro.

    El teatro en yiddish se originó en
    Yassi, Rumania, con Abraham Goldfaden, que forma en 1877 su
    primera compañía teatral. Considerado el padre del
    teatro judío moderno, escribió toda su
    producción en Yiddish. Sus dramas <<Shulamit>>
    y <<Bar Kojba>>, fueron todo un éxito. En 1876
    Goldfaden proporcionó diálogos y continuidad de las
    representaciones de los Broker Singers, un elenco itinerante que
    recorrió Rusia y Europa. Para el año 1877
    abrió un teatro en Nueva York, donde se representaban sus
    obras escritas y dirigidas por él mismo.

    En la <<primera época de
    oro>> del teatro encontramos autores cómo Jacob
    Gordón, autor de <<Siberia>> en 1892 o como
    las de Salomón Liblin, y León Kobrin, una
    época que inicia a finales del siglo XIX, bajo la
    sujeción Zarista. En Europa Oriental, por los mismos
    años, comienza a apreciarse el arte teatral judío,
    combinando concepciones humanistas, junto a las de justicia
    social.

    La <<segunda época de
    oro>> se inició en la primera década del
    siglo XX referente al teatro en yiddish, fundado en Odessa en el
    año de 1908 por el dramaturgo Hirschbein; también
    incluye al elenco de Vilna (organizado en 1915 con la
    obra<<El Dibuk>> de Salomón Ansky):

    Con la fundación del <<Teatro
    judío estatal de Moscú>>, creado en 1919 y
    perduró hasta 1948, se afinaron obras polémicas y
    obras de autores judíos con énfasis
    político, surgiendo autores como Sholem Aleijem. Se puede
    hablar del teatro de arte en yiddish (1918-49) fundado por el
    actor Maurice Schwartz y del teatro Artef (1926-41) de
    orientación política de izquierda.

    El teatro en Eretz Israel (Palestina) El
    primer intento de poner en escena obras de teatro en Eretz
    Israel, fue realizado en Yafo, en el año de 1884, por un
    grupo de aficionados. Se trataba de dos dramas en yiddish,
    referidos a temas bíblicos: <<Shulamit>> y
    <<Zerubabel>>. Este último refiere el primer
    retorno de los judíos a Sión, tras el exilio de
    Babilonia.

    Una década después, se dio un
    paso significativo en esa misma ciudad, al fundarse una
    compañía de actores, maestros y escritores con el
    fin de contribuir al desarrollo de la lengua hebrea como idioma
    vivo. Sin tradición ni continuidad teatral, aquellos
    pioneros en circunstancias únicas y adversas,
    representaron en hebreo <<Uriel D´Acosta>>, de
    Kart Gutzkow. De esta manera la lengua sagrada se escindió
    del estudio de la Tora y volvió a la calle.

    La Primera Guerra Mundial
    interrumpió por varios años las actividades
    teatrales. Recién en 1919, con el arribo de la tercera ola
    migratoria, resurgió el teatro hebreo.

    En 1921 se fundó la primera
    compañía profesional, el <<Teatron Ivri
    >> (Teatro hebreo). Semanalmente la compañía
    puso en escena obras del repertorio clásico: Ibsen,
    Strindberg, Chejov…así como otras de autores
    judíos, traducidas al hebreo. Lamentablemente el grupo se
    vio aquejado por numerosas crisis y la compañía se
    disolvió en1927.

    Otros esfuerzos por crear
    compañías teatrales fueron los casos del
    <<Teatron Eretz-Israel>> o el <<Teatron
    Omanut>>. En el año 1925 la Histadrut
    (Confederación General del Trabajo) contribuyó al
    sostenimiento de un taller de teatral dirigido por Moshé
    Aleví, que funcionaba por las noches. Los alumnos eran en
    su mayoría actores aficionados que durante el día
    se desempeñaban como obreros o agricultores. Así se
    sentaron las bases del <<Teatron Ohel>>. Tiempo
    después, con el asentamiento del <<Teatron
    Habima>> en 1931 la escena teatral en el Estado de Israel
    amplió su infraestructura y adquirió
    prestigio.

    La actriz Jana Rovina (1892-1980),
    ganó la fama con su papel de Lealé, en la obra
    famosa de Ansky <<El Dibuk>>; le valió
    elogiosas palabras por parte de los críticos teatrales de
    Berlín, y Nueva York, quienes la calificaron como una de
    las más grandes interpretes del mundo. Algunos productores
    teatrales la tentaron con importantes papeles interpretativos,
    pero ella

    siguió fiel a su idea sionista y
    fijó su residencia en Tel-Aviv.

    José Kaminer. Una vista en el
    espejo. (www.diariojudio.com)

    2 .-

    º El teatro en idish llegó a Buenos Aires
    junto con los judíos ashkenazim. Alrededor de 1902 ya
    había en Argentina, especialmente en Bs. As. cantidad de
    judíos rusos, polacos, húngaros, rumanos, que
    llegaban huyendo de persecuciones antisemitas y de una pobreza
    extrema. Aquí los inmigrantes concurrieron asiduamente al
    teatro en idioma idish(yiddish)

    La ceremonia de concurrir al teatro implicaba no solo un
    momento de esparcimiento sino, también, el encuentro con
    los paisanos, la oportunidad de hablar y escuchar la lengua
    materna, el espacio donde combatir el desarraigo en medio del
    esfuerzo diario de adaptarse a la nueva realidad y a un ambiente
    social y cultural a menudo hostil.

    En el repertorio que se ofrecía desde el
    escenario predominaban melodramas populares y comedias musicales
    que expresaban en forma más o menos realista los problemas
    del "alter heim"(del viejo hogar), con sus clásicos
    conflictos: matrimonios arreglados, novias desconsoladas,
    diferencias generacionales y desarraigos de todo tipo,
    cálidamente reconocibles por los espectadores, que
    acompañaban con comentarios y aplausos la acción y
    coreaban las canciones. Lo que ocurría en el escenario
    representaba todo aquello que se había abandonado para
    siempre y ayudaba a no abandonar la identidad, tan vulnerada por
    el esfuerzo de adaptación a la vida nueva, a costumbres y
    necesidades desconocidas. Con el tiempo, también se
    representaron textos traducidos de la dramaturgia universal o de
    autores que trataron temática judìa en otros
    idiomas.

    Las compañías que se presentaban eran
    extranjeras (venían de Europa o de Norteamérica)
    por lo cual el problema de la financiación del teatro era
    dificultoso, en una comunidad con pocos capitales para arriesgar.
    Durante mucho tiempo el teatro idish fue financiado por grupos de
    tratantes de blancas (los de la organización Zwi Migdal)
    que sí poseían capitales.

    Estos "grupos" habían sido separados de las
    actividades institucionales de la comunidad y encontraron en el
    teatro un espacio para ejercer su influencia en los aspectos
    culturales. En este periodo no existía un núcleo
    comunitario centralizado que permitiera ejercer control social
    efectivo sobre esta minoría tan poderosa. Esta
    circunstancia hizo que el repertorio del teatro judío
    fuera, en muchos momentos, chabacano y vulgar, destinado a un
    público poco exigente y a los rufianes y sus
    pupilas.

    Sin embargo, con el desarrollo y la ampliación de
    la comunidad judìa en el país, ya en 1916
    funcionaban en Bs. As. dos teatros, fuera del marco de influencia
    de la Zwi Migdal, que traían de Europa un repertorio de
    mayor nivel y actores de calidad que dieron a conocer los
    más nuevos estilos interpretativos en auge en las
    capitales europeas.

    La lucha de diversas entidades de la comunidad contra
    los rufianes recién logro alejarlos del ámbito
    teatral con la clausura de la Zwi Migdal en 1930.(Slavsky-
    Skura.2001, pag. 5,6)

    También apareció en la escena judìa
    una dramaturgia en idish de temática argentina (Los hijos
    de la pampa, de Marcos Alperson, Zizie goi, de Samuel
    Glasserman).

    En la década del "20, tras la finalización
    de la 1ª guerra mundial, llegaron a la Argentina nuevas
    camadas de inmigrantes, con experiencia en la lucha social y gran
    necesidad de desarrollo cultural. El teatro judío tuvo un
    gran desarrollo tanto artístico como económico al
    punto que el gran actor judeo-norteamericano Boris Tomashevsky
    introdujo la modalidad de una función diaria (Rollansky,
    1944).

    Aún así, las temporadas se basaban casi
    exclusivamente en el modalidad "star sistem", sistema de las
    estrellas, que consistía en contratar a grandes figuras
    del teatro europeo y, sobre todo, norteamericano, ( Joseph Bulow,
    Jacob Ben Ami, Maurice Shwartz, Molly Picon, Menashe Shkulnik)
    quienes actuaban en Buenos Aires durante los tres meses de
    invierno (receso de verano en el hemisferio norte) y los roles
    secundarios se cubrían con actores locales los que,
    terminada la temporada, quedaban desocupados, a la espera del
    próximo "star". (Aprovechaban a cruzar el charco y
    montaban funciones en Montevideo)

    El sindicato de actores judíos, fundado en 1922
    (Actiorn farein), peleó duramente por convencer a los
    empresarios teatrales judíos de la necesidad de organizar
    temporadas con elencos íntegramente formados por actores
    residentes en Argentina que, en algunos casos, eran de calidad
    superior a los visitantes, pero no tenían su fama y, por
    lo tanto, no garantizaban al empresario el éxito
    económico de la temporada.

    No obstante, el periodo que va de 1930 a 1950, fue
    brillante para el teatro en idish, que llegó a tener seis
    salas de teatro funcionando simultáneamente. Buenos Aires
    era considerada una de las cuatro plazas teatrales de mayor
    prestigio en el mundo junto con Rusia, Polonia y Estados
    Unidos.

    Las salas: Soleil, Mitre, Excelsior, Cristal, Lasalle,
    y, también, salas céntricas como Odeón,
    Astral, Coliseo, el antiguo teatro San Martín, etc.,
    fueron testigos de temporadas de gran teatro judío y
    universal en idish que fueron presenciadas no solo por fervorosos
    espectadores judíos sino, también, por
    público argentino, no judío, formado por amantes
    del teatro que disfrutaban con las interpretaciones de los
    grandes actores arriba citados.

    Monografias.com

    Sirva como ejemplo el hecho de que la
    compañía de Maurice Schwartz trajo la primera
    consola de luces a resistencia que se usó en la escena
    argentina; Joseph Bulow interpretó "La muerte de un
    viajante" de Arthur Miller por primera vez en Argentina, en
    idish.

    El estallido de la segunda guerra mundial hizo que
    muchos actores europeos huyeran de una muerte segura, fijando su
    residencia en Argentina, lo que permitió la
    formación de elencos de alta calidad en comedia musical y
    en teatro dramático. El gran actor Salomón Stramer,
    con su mujer Clara (gran actriz) y su familia, desarrolló
    durante muchos años, temporadas de alta calidad
    artística en el teatro Soleil del cual fue empresario.
    También después de la guerra, llegaron nuevos
    artistas de Europa, entre ellos: Henry Güero, Max Perlman,
    Guita Galina, Bension Witler, el trío Nussbaum, Neufeldt,
    Boichkovska, etc., que traían nuevas formas de
    expresión (el café concert), renovando la propuesta
    artística local (Slavsky-Skura-2001)

    El correr del tiempo y algunas circunstancias concretas
    marcaron el punto de inflexión de este proceso y el
    comienzo de la decadencia. Las nuevas generaciones de
    judíos argentinos, aquellos que, de niños,
    asistían con sus padres al teatro idish como a una
    ceremonia, fueron abandonando el idish y, si bien no se
    asimilaron totalmente, desarrollaron sus ideas y actividades en
    castellano y se volcaron a la problemática
    sociopolítica argentina y latinoamericana.

    Finalmente, con el establecimiento del Estado de Israel,
    el cual declaró como idioma oficial del nuevo estado la
    remozada lengua hebrea, se asestó un golpe mortal al
    idish, que dejó de enseñarse obligatoriamente en
    las escuelas comunitarias, relegándolo a un segundo plano.
    Los teatros fueron cerrando sus puertas y el teatro idish solo se
    representaba en el salón de AMIA (Asociación Mutual
    Israelita Argentina).

    Continúa, creo que con ímpetu cada vez
    renovado, la presentación de obras de temática
    judìa en lengua castellana. A través de estos
    últimos años, se han formado conjuntos estables de
    actores judíos que interpretan obras en las cuales la
    canción en idish ocupa un lugar privilegiado y crea un
    ambiente reminiscente, heimish (familiar), que ayuda a la
    preservación de esta cultura singular. El local de la
    Asociación Argentina de Actores Israelitas Jacobo Ben Ami
    cumple, en ese sentido, una función ejemplar.

    La cultura judìa en idish, el teatro
    en particular, debe ser entendida como un aporte de la
    colectividad judìa a la cultura nacional y al teatro
    argentino en particular, que se nutrió de una
    pléyade de actores, dramaturgos, críticos, etc.,
    que aportaron toda la riqueza de su particularismo y toda la
    voluntad de su integración.

    Teatro Judio en Argentina. Rosa Rapoport
    (Claudio Martignoni Blog. Nov 27 2007)

    3 .-

    º La cita era en la calle Ibicuy,
    entre Soriano y San José, en el montevideano Teatro
    Albeniz. El afiche, en caracteres hebreos, anunciaba que el 9 de
    octubre de 1934, a las 9:45 horas se presentaría la obra
    El cantor sin voz, "en honor y beneficio del 1er actor Sissie
    Gold". Esta obra formaba parte de un movimiento cultural
    ídish presente a ambas orillas del Río de la Plata,
    aunque con mayor presencia en Buenos Aires, y que además
    de innumerable cantidad de obras de teatro incluía la
    publicación de diarios, literatura e inclusive tangos
    escritos en ese idioma.

    En el libro "Oysfarkoyft. Localidades
    agotadas. Afiches del teatro ídish en Argentina",
    (publicado en 2006 por el Instituto IWO de Buenos Aires, y cuyas
    autoras son la archivista Silvia Hansman; la antropóloga
    Susana Skura y la diseñadora gráfica Gabriela
    Kogan), se describen éste y otras más de cien
    piezas de difusión. Según esta publicación,
    los actores ídish porteños y montevideanos se
    habían unido en la Sociedad de Actores israelitas de la
    Argentina y el Uruguay.

    El teatro ídish Es interesante notar que en el
    movimiento ídish argentino hubo lugar a cuestiones
    vinculadas con lo local, como fue la traducción de el
    Martín Fierro, acaso uno de elos textos fundacionales de
    la literatura argentina.

    Sin dejar de lado la obra de Alberto Gerchunoff, autor de Los
    Gauchos Judíos, espejo de lo que fue la inmigración
    judía de fines del siglo XIX y que -patrocinada por el
    filántropo judio Baron Hirsch- se asentó en
    colonias agrícolas, principalmente ubicadas en las
    provincias de Santa Fe y Entre Ríos.

    Es llamativo -o no, teniendo en cuenta el
    marco de una sociedad con alta proporción de inmigrantes-
    el dato de que las obras se presentaban en locales pertenecientes
    a otras colectividades, como la italiana o la española.
    Según analizan Skura, Hansman y Kogan, durante el
    período 1910 a 1930, hubo puestas en escena de teatro
    ídish en salas como Orfeón Gallego Primitivo,
    Orfeón Español, Italia Unita y Unione y
    Benevolanza.

    En ese clima estimulante se formaron
    actores "extracomunitarios" como es el caso de Narciso
    Ibáñez Menta. El actor español
    asistía a las obras de Maurice Schwartz y de Jacobo Ben
    Ami. El circuito también se extendía a otras salas
    como IFT, Soleil, Ombú (que funcionaba en la sede de la
    AMIA), Corrientes, Politeama y Presidente Alvear, entre otros, y
    a salas del interior argentino: La Plata, Córdoba, Rosario
    y Carlos Casares eran algunas de las ciudades a las que llegaba
    el teatro ídish. Además, grandes estrellas del
    género provenientes de EE.UU y Europa visitaban Argentina
    al concluir las temporadas en sus respectivos
    países.

    En el libro "Oysfarkoyft…" también
    se da cuenta, en uno de sus afiches, de lo que fué la Tzvi
    Migdal, una asociación mafiosa cuyos líderes eran
    de origen judío y que durante las tres primeras
    décadas del siglo XX "importaba" muchachas de Europa para
    que ejercieran la prostitución en sus burdeles de Buenos
    Aires y Rosario. Un afiche promocionaba una obra "a beneficio del
    cementerio de Barracas al Sud", propiedad de los "rufianes". (Sus
    difuntos no eran admitidos en los cementerios judios, por
    impuros)

    Teatro idish Sebastian Scherman
    (www.TuMeser.com.ar)

    4 .-

    La Argentina de finales del siglo XIX fue
    uno de los mejores destinos para todo europeo que aspirara al
    ansiado ascenso social que se le negaba en su país
    originario. …Los judíos de Europa central y oriental
    buscaban tan sólo encontrar un lugar tranquilo para vivir
    (o sobrevivir), lejos de las persecuciones y pogroms que con
    implacable regularidad asolaban sus hogares en la Rusia zarista.
    Muchos llegaron para integrarse en las colonias agrícolas
    desperdigadas por todo el país. Otros se instalaron en
    ciudades y pueblos, y todos trajeron su cultura y una lengua: el
    ídish. …

    La llegada de los inmigrantes judíos
    a la Argentina trasladó buena parte de esa vitalidad al
    nuevo país. Los primeros periódicos en ídish
    aparecieron en forma casi simultánea al proceso de
    radicación. La mayor parte de la extensa literatura
    surgida en las colonias judías se escribió en
    ídish. Poco traducida al castellano, sus páginas
    suelen mostrar sin tapujos la dura vida cotidiana de los colonos.
    El fenómeno no se limitó al mundo rural: las
    ciudades también comenzaron a hablar y leer en la nueva
    lengua. Novelas, poesías, ensayos, obras de
    teatro…

    Una de las actividades culturales
    más populares entre los inmigrantes judíos y sus
    hijos fue sin lugar a dudas el teatro. En 1901, en el teatro
    Doria de la avenida Rivadavia al 2300, se realizó la
    primera puesta en escena de una obra en ídish. Se trataba
    de Kunye Leml (El tartamudo, o fanatismo y civilización),
    de Abraham Goldfaden, un clásico de la dramaturgia
    ídish.

    Entre 1920/ 60 se desarrolló una
    prolífica actividad teatral, con empresarios que formaron
    varias compañías y un importante número de
    actores y actrices que llegaron a ser muy populares. Desde el
    drama hasta la comedia, el musical o el vodevil, había
    representaciones para todos los gustos. Incluso el shakespeariano
    Otelo llegó a hablar en ídish, como lo anunciaba un
    cartel del Teatro Israelita en los años
    treinta.

    Los primeros dramaturgos locales no se
    hicieron esperar. Así, clásicos europeos como Tevye
    der Miljiker (Tevye el lechero) o Der Dibuk (El espíritu
    pecador) comenzaron a compartir cartelera con Di kinder fun der
    "pampa" (Los hijos de la pampa), de Marcos Alpersohn, o Zisye goy
    (El gaucho), de Samuel Glasserman. También se llevaron
    obras del castellano al ídish, como fue el caso de El
    pobre hombre, de José González Castillo, traducido
    por el mismo Glasserman y representada en el Teatro Lasalle en
    1933.

    Esta intensa actividad teatral
    incluyó la formación de grupos de teatro
    independiente, desde el primero de ellos, el Yung Arguentine
    creado en 1928, hasta el Ídisher Folks Teater (IFT),
    fundado en 1932. Sólo en Buenos Aires hubieron entre seis/
    siete salas cuyas carteleras siempre anunciaban obras en
    ídish. Con ellas, teatros como el Ombú, el
    Excelsior, el Soleil, el Olimpo o el Mitre se llenaban a pleno
    seis de las siete noches semanales.

    La plaza porteña (y por su
    cercanía, los escenarios montevideanos) llegó a ser
    tan importante que las compañías internacionales en
    ídish la incluían en sus giras anuales. Así,
    actores consagrados en otros países del mundo como Maurice
    Schwartz, Yenny Goldstein o Molly Picon frecuentaron las tablas
    de Buenos Aires. Y también eran muy esperados:
    había quienes ahorraban dinero durante todo un año
    para que toda la familia pudiese disfrutar de una
    representación protagonizada por un gran divo como Maurice
    (Morris) Schwartz.

    La rama idish. (Di yidishe tzveig) Alcides
    Rodriguez www.escritoresdelmundo.com

    5 .-

    Hubo un tiempo en que la comunidad
    judía en la Argentina tuvo su propio star system: teatros
    llenos, galanes, divas, nombres que movían multitudes,
    marquesinas de lujo, puestas porteñas que viajaban a
    Europa y Nueva York, autores, obras originales y
    clásicos… Todo en ídish (hasta
    Shakespeare).

    Ahora, el libro Localidades agotadas
    (Oysfarkoyft)recupera 105 de los carteles que sobrevivieron al
    atentado a la AMIA y que hoy son piezas de colección que
    encierran anécdotas, celebridades y hasta conexiones con
    la mafia de aquella época de oro.

    Otro de los géneros favoritos de la
    paisanada era la comedia de enredos. En el afiche de La noche
    alegre se aprecian muchos de sus iconos clásicos:
    personajes asomando por puertas entreabiertas, espejos
    traicioneros y guiños cómplices con el espectador.
    Las obras solían tener una mirada paródica sobre
    los temas clásicos de la comunidad, o qué
    más judío que El gaucho o El amor de una madre. Y
    la cercanía no era sólo temática: al
    término de la función, la charla entre
    público, director y actores se continuaba en los bares de
    la zona.

    Difícil no sucumbir ante el
    encantado mundo de mafiosos y prostitutas que recrea El
    rufián moldavo, la novela de Edgardo Cozarinsky que
    persigue las huellas de una misteriosa obra de teatro idish por
    los confines del tiempo y la ciudad. Pero aun cuando el escritor
    jura haberlo fabulado todo, o casi todo, la historia parece
    conspirar a su favor. Ahora, una meticulosa investigación
    visual viene a correr el velo tendido sobre aquella época
    no tan lejana en la que la comunidad judía local llenaba
    las míticas salas del Teatro Excelsior, el Ombú, el
    Mitre y el Soleil (e incluso el Luna Park), para asistir a
    improbables representaciones de obras clásicas de la
    literatura universal o ignotas, cómicas o
    dramáticas, tiernas o sulfurantemente pedagógicas
    -todas ellas habladas en ídish (¡hasta
    Shakespeare!)-, donde se producía esa extraña
    mezcla de asimilación y diferencia de la paisanada
    local.

    Un equipo interdisciplinario con sede en la
    Fundación IWO recuperó miles de carteles,
    sobrevivientes al atentado de la AMIA, y los acaba de publicar en
    el libro Localidades agotadas. En total, 105 pósters que
    iluminan ese increíble período teatral que va desde
    1901 hasta 1940 y que constituyen una ventana única a sus
    divas y divos, su particular marca estética, sus
    traspiés ortográficos, su sorprendente
    profusión de géneros y hasta la conexión
    mafiosa que a principios de siglo ocultaban su marquesinas de
    brillante neón.

    A pedido de Radar, la historiadora Silvia
    Hansman (archivista de la Fundación Iwo), la
    antropóloga Susana Skura y la diseñadora
    gráfica Gabriela Kogan, autoras de Localidades agotadas,
    repasaron afiches e hicieron una colorida e intensa
    selección.

    15 de agosto de 1919, gran estreno gran:
    Venganza de indios, "gran obra maestra del famoso literato J.
    Liachovitsky", que en su adaptación vernácula se
    conoció como La princesa judía de la Patagonia.
    ¿El tema? Una familia de inmigrantes judíos se
    instala en un puesto de la Patagonia y es "recibida" por una
    tribu de tehuelches. ¡A no perderse las osadas
    caracterizaciones de los indígenas! Por las fastuosas
    joyas y ostentosos pectorales, los súbditos del cacique
    Ñankuru parecen más incas que tehuelches o,
    incluso, rabinos.

    Divo total: Maurice Schwartz (1890-1960)
    nació en Ucrania, la cuna del teatro judío de
    Europa Oriental, y emigró a Estados Unidos en 1902, donde
    fundó el Yiddish Art Theatre de Nueva York. En el primer
    afiche se lo ve como el Profesor Sheling en el mítico
    Teatro Soleil. Divo de divos, en los carteles no hacía
    falta poner el título de la obra, su sola imagen alcanzaba
    para llenar las salas. Un fuego.

    La memoria del teatro idish en Argentina Cecilia Sosa (La
    Nacion, Bs. Aires)

    • 6. .-

    En Polonia la escena cultural judía
    era particularmente vibrante. Había muchas publicaciones
    judías y aproximadamente 116 periódicos. Algunos de
    los autores en lengua yiddish, entre los cuales destaca Isaac
    Bashevis Singer, fueron reconocidos internacionalmente y
    aclamados como autores judíos clásicos (Singer
    incluso ganó el Premio Nobel de literatura del año
    1978).

    Otros autores judíos de este periodo
    como Bruno Schulz, Julian Tuwim, Jan Brzechwa y Boleslaw Lesmian
    fueron menos reconocidos internacionalmente, pero no por ello
    dejaron de realizar importantes contribuciones a la literatura
    polaca. El teatro yiddish también floreció. Polonia
    tenía quince teatros en yiddish y muchos grupos teatrales.
    Varsovia era el hogar de la compañía teatral en
    yiddish más importante de la época: La
    Compañía de teatro Vilna, que representó su
    primera obra "El Dybbuk" en 1920 en el teatro Elyseo.

    (Los judios de Polonia.
    Wikipedia)

    Monografias.com

    7 .-

    En tiempos del Talmud era frecuente iniciar
    las bodas y fiestas judías con farsas, bailes y piezas
    musicales. La cuna del teatro judío que nació en el
    Medioevo está ligada a esos juglares, a los cantantes,
    acróbatas y danzarines judíos de Oriente. Ellos
    atraían a los rebeldes y parias judíos y les
    enseñaban su arte y sus tradiciones. Los juglares
    judíos, los "bandjanim" -plural de "badjan": Bufón-
    representaban temas bíblicos y leyendas talmúdicas.
    En el Renacimiento las compañías de teatro
    judías ya habían logrado prestigio, pero su
    desarrollo fue entorpecido por las limitaciones que les
    imponían las autoridades rabínicas. (Son populares
    los bailes jasídicos (hombres solos) imbuidos en sus
    largos caftanes negros)

    Uno de los primeros dramas literarios en idisch es
    Surkele de Salomón Ettinger, estrenado en 1863 por alumnos
    de la Yeshiva de Zhytomir (las Yeshivot son academias de estudio
    de religión judía). En esta obra interpretaba un
    papel Abraham Goldfaden, el destacado autor de comedias musicales
    y dramas históricos, que fue el iniciador del teatro
    idisch. Uriel Acosta, una de sus obras, continúa
    representándose hasta el día de hoy.

    A partir de 1880 el teatro en Rusia sufre la
    persecución antisemita que lleva a su prohibición
    entre 1893 y 1905. Una emigración masiva de actores,
    cantantes, compositores y dramaturgos a Estados Unidos
    asentará los teatros idisch en este país
    (Argentina) en Nueva York, Filadelfia, Chicago y Los
    Ángeles. Después de la Revolución Rusa de
    1917, el gobierno revolucionario ejecutó una
    política estatal empeñada en incentivar aquel
    teatro antes perseguido: se creó el Teatro Judío
    del Estado de Moscú, que junto con el "Habima" fueron los
    más importantes del mundo en cuanto a repertorio y
    calidad. Otro grupo, el "Vilner Troupe", se había radicado
    en Varsovia un año antes de la
    Revolución.

    Buenos Aires fue el único centro teatral idisch
    del hemisferio Sur. Beneficiada por la oposición de las
    temporadas, se invitaba a estas tierras a los actores del norte,
    como M: Schwartz y Ben Ami que comenzaron sus viajes desde
    1930.

    La cultura judía y sus dramaturgos.
    La gran masa inmigratoria judía que llegó a la
    Argentina a fines del siglo pasado era poco instruida. En
    proporción había más analfabetos en la
    población judía que en la no-judía. Estos
    hombres que no sabían leer ni escribir en idisch recitaban
    de memoria el Sidur, libro de rezos diarios, en las sinagogas que
    frecuentaban. Habían conocido el hambre, la
    persecución, la política y el teatro. No
    leían idish pero entonaban las canciones de Sholem
    Aleijem. Esa colectividad sencilla se convirtió en el
    público de teatro más estable en la
    Argentina.

    Sólo una pequeña minoría de
    judíos ilustrados había abandonado Europa Oriental,
    y no se dirigió a la Argentina porque suponían no
    les ofrecía garantías para observar sus preceptos
    religiosos. Los judíos de origen europeo son los
    ashkenazim, su lengua materna el idish; los judíos
    provenientes de España y luego diseminados por
    África y Oriente son los sefaradim, y su lengua el
    árabe, ladino o español. La diferencias de lenguas
    los llevó a crear sociedades separadas, donde el
    judío mantenía sólidos vínculos con
    la comunidad de su ciudad o pueblo. Común a todos era el
    ansia de progreso económico. Los sionistas que eran pocos
    en las primeras décadas, pensaban que el hebreo
    podría reunirlos, pero la aspiración fracasó
    y cada comunidad se mantuvo separada.

    Los escritores en idish encontraron un lugar de
    publicación recién en 1914, en El Diario Israelita
    Di idische Zeitung, que se convirtió en el órgano
    de información de la vida judía local y europea. En
    1918, después de la Revolución Rusa, salió
    Di Presse que representaba a la izquierda judía.
    Comenzaron a publicarse en ese diario traducciones de los grandes
    escritores argentinos y el judío que no sabía
    español se acercó así a nuestra
    literatura.

    El primer dramaturgo en idish que trascendió la
    Argentina fue Marcos Alperson, que publicó Los hijos de la
    pampa y Los arrendatarios de la cultura. El idish conjugado a la
    realidad argentina mostraba a su pueblo integrado, a las
    costumbres pampeanas. Alperson fue un escritor anarquista que
    defendió al colono, idealizó al campo contra la
    ciudad corrupta y los compradores de granos. Integró las
    costumbres judías al quehacer del campo criollo, textos
    como "Lo invitó para que vea los knishes que mi mujer hace
    en el horno de barro", (empanadas de papa y cebolla),
    decía uno de sus personajes colonos.

    Otro gran dramaturgo y novelista fue Aarón
    Brodsky, quién reescribió Tabaré (de
    Zorrilla de San Martin) varias veces durante dieciocho
    años. Samuel Glazerman (1898-1987) fue el autor de Zizie
    goy que se estrenó en el Teatro Excélsior y uno de
    los fundadores de la Sociedad Argentina de Escritores. Hijo de un
    rabino, terminó sus días enfermo de sífilis
    en Brasil.

    Entre los años 1944 y 1948 el teatro de la
    izquierda judía IFT organizó un concurso de obras
    inéditas que fue promocionado en todos los países a
    través de la prensa israelita. En honor al apellido del
    peletero que lo financiaba con premios de 500, 300 y 200
    dólares, el concurso se llamó Kasner y llegaron a
    presentarse mil obras en idish de todas partes del mundo, hasta
    de la China.

    Los tratantes de blancas y el teatro.
    Buenos Aires era considerada en Europa, entre los años
    1880 y 1930 ,como el centro del comercio de mujeres más
    importante. La mayor parte del negocio estaba operado por
    judíos que traían mujeres de Rusia, Polonia,
    Rumania vía Egipto y Constantinopla. Jóvenes
    reclutadas en las familias pobres, muchas veces inducidas a
    viajar mediante engaños, eran transferidas o enviadas
    directamente a burdeles de Montevideo y Buenos Aires.

    Sholem Aleijem, escritor judío en idish,
    publicó en 1909 un relato llamado El caballero de Buenos
    Aires. En ese relato, un personaje judío bonaerense, le
    cuenta a su ocasional compañero de viaje que él
    tiene en su bolsillo a toda la policía del mundo, y que
    recibe hermosas cartas con sellos a cambio de fuertes donaciones
    a las casas de estudio de Jerusalén. El otro, indignado,
    quiere saber la naturaleza de su comercio y él le explica:
    "Que el comercio no lo hace con libros de plegarias (sidur),
    amigo mío, no con libros de plegaria".

    Tmeiim, impuros, así se llamaba a los
    judíos dedicados a la trata de blanca en la Argentina.
    Nombre perverso que se puede rastrear en la Diócesis de
    Lincoln por el 1233 donde a los judíos se los llamaba
    impuros o profanadores del espacio cristiano, y más lejos
    hacia el 270, cuando el Hecateo de La historia de los impuros
    acusa a Moisés de haber ordenado a los judíos
    abandonar el culto de los dioses egipcios. Según Manheton,
    los judíos expulsados de Egipto por los faraones estaban
    enfermos de lepra (impuros, tmeim), enfermedad que en la
    época se creía hereditaria. Desde entonces, una
    maldición biológica pesa sobre el pueblo
    judío, traducida en términos de impureza racial.
    Con este término racista se designa a los que no merecen
    pertenecer a la grey judía.

    Fueron los impuros quienes hicieron posible la llegada
    de las primeras compañías teatrales judías
    desde América del Norte y Europa a principios del siglo.
    Era un público de teatro generoso, dispuesto a pagar tres
    veces el valor de una entrada o colaborar comprando las cinco o
    seis primeras filas de butacas para poder ver a sus estrellas
    extranjeras contratadas por empresarios judíos. Las
    prostitutas judías se enamoraban de los actores y les
    hacían llegar cartas, flores y perfumes. Todo el teatro
    olía a perfume. También las tiendas como la de la
    cuadra del teatro Ombú, donde la madre de Max Berliner
    hacía fajas y corpiños. Ellas eran sus mejores
    clientas, la inundaban con su aroma. Porque ellas eran las otras
    candilejas cuando entraban con sus pieles seguidas por los
    "cafishios" orgullosos. Las prostitutas pobres que trabajaban en
    los cafetines de 25 de Mayo se ubicaban en la última fila.
    A pesar de lo costosa de las entradas, toda la colectividad
    judía, pobre o rica, llegaba al teatro como a una fiesta.
    La fiesta de las putas, con algún desmayo de amor en la
    platea, la de los rufianes, la de los pobres en las
    graderías y los ricos en los palcos. Se reunían
    todos los oficios: judíos sastres, panaderos, obreros de
    la madera, rufianes y artistas.

    Un informe redactado en Alemania en 1903, dice: "Se
    visten con ostentosa elegancia, llevan enormes diamantes,
    concurren diariamente al teatro o a la ópera; poseen
    organizaciones y clubes propios donde la mercadería es
    clasificada, rematada y vendida. Están bien organizados y
    por el cielo -en Sudamérica todo es posible- en breve tal
    vez envíen un delegado al Congreso Argentino".

    El teatro cayó en manos de los impuros, tal vez
    no sólo porque lo amaran sino para integrarse a una
    comunidad que los despreciaba. El judío decente se
    levantaba y alejaba si mediaba entre él y un impuro menos
    de cinco metros de distancia. Tenían con los actores algo
    en común, la marginalidad. Para la época ser actriz
    o meretriz era casi lo mismo, pero algo más terrible era
    ser impuro. Así el sector de los tmeiim fue el
    sostén financiero de los primeros espectáculos, en
    su mayoría operetas. Tenían un gusto amplio que iba
    del teatro literario al vodevil.

    La primera representación teatral fue descrita
    así por un viejo residente judío (en The Jewish
    Chronicle, el 25 de octubre de 1901):

    "Una multitud de rufianescos hombres de tosco aspecto a
    los cuales podría señalar y los palcos en su
    mayoría poblados por mujeres hermosas, vestidas en forma
    extravagante y cargadas de joyas. A cada chiste o agudeza en
    idish los aullidos de risa más estentóreos y
    prolongados eran los que salían de esos labios pintados.
    Era penoso oírlos, a pesar de lo cual permanecí
    allí, había venido a ver y averiguar qué era
    esto…"

    En el año 1908 se asistió en la platea al
    primer conflicto serio contra los impuros. Se representaba una
    obra de Peretz Hizhbein, Miriam. La obra refería las
    penurias que vivía una muchacha en un prostíbulo y
    los tratantes de blancas, incómodos al verse expuestos
    públicamente, abandonaron el teatro con sus mujeres. El
    público los abucheó cuando abandonaban sus butacas.
    Un grupo llamado Poale Sionista condenó el hecho y
    exhortó a tomar medidas contra los impuros. De ese
    escándalo surgió un grupo llamado Yuguent,
    (Juventud) neste grupo se proponía combatir a los
    tratantes de blancas judíos y eliminarlos del
    ámbito teatral idish.

    A comienzos de siglo muchos judíos no
    querían revelar su origen, ellos temían ser
    confundidos con rufianes. La colectividad organizó la
    lucha contra los tmeiim impidiendo su entrada a los cementerios.
    Construyeron sus sinagogas, tuvieron rabino propio y hasta un
    cementerio. En 1908 se fundó la agrupación
    "Juventud", apoyada por Alfredo Palacios, para luchar contra la
    trata de blancas. En esa lucha fue forjándose la
    conciencia cívica judía.

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