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¿Tenemos derecho a drogarnos?



  1. Introduccion
  2. La
    omnipotencia terapéutica en el tratamiento de las
    adicciones

Una visión del problema desde el sillón
del terapeuta y de la óptica de la biología
molecular.

TECNICAS TERAPEUTICAS PARA PERSONAS
CON CONDUCTAS ADICTIVAS

INTRODUCCION

Si está leyendo este manual, probablemente sea
usted un terapeuta o un estudiante en formación, pero es
probable que sea un adicto en recuperación o con deseos de
recuperarse, o también es posible que sea usted un
familiar de una persona que ha caído en el consumo
problemático de sustancias psicoactivas, o un curioso, o
simplemente un lector ávido de conocimientos, en cualquier
caso se sorprenderá porque aun cuando pueda resultar
inicialmente desagradable e impactante, llamamos a la enfermedad
y a los enfermos por su nombre, es decir adictos.

Otros nombres que eufemísticamente tratan de
poner a las personas con este padecimiento, tales como:
farmacodependiente, trastorno por abuso o dependencia de
sustancias psicoactivas, drogodependencia, drogadicto, trastorno
mental y del comportamiento por consumo de sustancias
psicotrópicas, si bien son operativos no contribuyen por
lo general a enfrentar al enfermo con su verdadera realidad: la
Enfermedad de la Adicción.

Nos hacemos una pregunta filosófica importante.
¿Tenemos derecho a drogarnos? -y si es cierta la
respuesta, viene la segunda pregunta, ¿De verdad somos
libre para hacerlo? – Durante el desarrollo del contenido
del libro aspectos culturales, genéticos,
biológicos, antropológicos, y legales nos
darán una respuesta parcial desde la perspectiva de cada
disciplina, al final con la integración de todos estos
conocimientos, un concepto claro surgirá en la mente de
cada lector, examináremos particularidades de la
sustancias que le permitieron tener roles significativos en cada
cultura, y que al final trasplantado el habito sin el contexto,
vinieron a engrosar el consumo problemático de
psicotrópicos.

Este manual surge del interés de compartir
experiencias terapéuticas aplicables a personas atrapadas
por el fenómeno de habituación, dependencia o
adicción a sustancias psicoactivas, ya sean estas licitas
o ilícitas, que los han llevado a desarrollar patrones de
conductas desadaptativas, personales, familiares o sociales,
reconocidas como enfermedad, y que requieran un tratamiento
efectivo, el manual incluye una compilación de las que se
siguen en la Unidad de Salud Mental CEMIC, y en la Unidad
Terapéutica para conductas adictivas El Faro.

La omnipotencia
terapéutica en el tratamiento de las
adicciones

Una de las experiencias más frustrantes a las que
se expone un terapeuta de conductas adictivas, es tal vez la
carencia de material pedagógico para su formación,
lo menciono no porque no los haya en el mercado, sino porque su
disponibilidad por lo general es escasa, y carente de
recomendaciones específicas; tal vez la razón
fundamental tenga que ver con el celo profesional, ya que
tradicionalmente el tratamiento de esta patología estuvo
debatido, y las iniciativas que se consideran terapéuticas
de los programas de NA y AA han disputado por mucho tiempo el
campo del tratamiento de las adicciones a los
profesionales.

Así han surgido muchos terapeutas
empíricos, que con éxito algunas veces, o sin el en
otras, disputan el rol a los terapeutas convencionales,
(psicólogos y psiquiatras), reactivando una vieja
rivalidad argumentada en los grupos terapéuticos, con el
viejo refrán que dice, que solo un adicto puede comprender
a otro adicto sin dejarse manipular, ("perro no come perro"), por
su lado los psicólogos y psiquiatras dedicados al
tratamiento de esta patología suelen afirmar que los
adictos en recuperación se lanzan prematuramente a dar
tratamientos para los que no están capacitados ni son
idóneos, y muchos de estos profesionales especializados
tampoco conocen las bondades del programa de AA y NA.

Algunos centros terapéuticos especializados,
incluso hacen firmar un acuerdo de confidencialidad a sus
terapeutas, en lo referente a las técnicas
psicológicas o farmacológicas más efectivas
sobre las que estructuran el tratamiento, también es
cierto que la psicopatía un tanto más frecuente en
la población de adictos e incluso en los reeducados o
rehabilitados, factor que los lleva a lanzarse a iniciativas
terapéuticas como negocio, la mayoría de las veces
sin ética, y en el afán desmedido de lucro, pierden
la perspectiva de su verdadero rol y sus alcances
terapéuticos, evidenciándose en ellos otra terrible
patología, a la que llamaremos omnipotencia
terapéutica
.

En nuestro medio la recuperación de los enfermos
adictos no es asumida por el Estado, y las iglesias han intentado
suplir el vacío gubernamental, prodigando un tratamiento
moral, aprovechando las condiciones de vida decadente, y de la
conducta desorganizada que suelen presentar estas personas,
suelen referirse del enfermo drogodependiente, como un "vicioso"
que necesita corregirse, para lo que debería abandonar su
conducta descarriada mediante el conocimiento de Dios, a
través de su palabra escrita, la Biblia.

Este campo abonado para la moralización, ha
traído como consecuencia que pastores hayan abierto sitios
para el tratamiento de una patología que por sus
repercusiones en la salud pública se considera grave,
sitios en los que no existen procesos terapéuticos.
Estableciendo su tratamiento a través del sermón y
la repetición de citas bíblicas, que si bien tienen
hondo significado moral, no sustituyen ni cubren todos los
aspectos deformes de la personalidad del adicto; los llamados
defectos del carácter.

El resultado de tratar estas personas sin procesos que
tengan como objetivo el crecimiento y la madurez personal,
sustituyéndolo por un fuerte sistema de creencias, donde
"la culpa, la maldad o el demonio tienen que ver", y el
cumplimento de las reglas o hábitos decentes remplaza por
fuerza psicológica o debido a la presión social a
las conductas desadaptativas, liberándolos de una
adicción para caer en otra, que si bien es "más
sana", no dejar de ser también una conducta
adictiva.

Es indudable que cualquier programa destinado a
recuperar a personas con problemas de adicción, deba tener
un importante componente espiritual, también es cierto que
este elemento solamente y de por si, no sustituye el tratamiento
especializado en general, y menos los procesos
terapéuticos como deben ser, específicamente
establecidos según la etapa del desarrollo
psicológico en la que se encuentre atrapado el adicto, lo
contrario nos conduce a recordar etapas del oscurantismo de la
edad media, en las que los psicóticos se consideraban
descarriados, y tenían junto a los delincuentes y
blasfemos, un tratamiento moral.

El Estado Colombiano ha sido errático a la hora
de implementar medios de tratamiento para esta enfermedad,
recientemente el Congreso de la Republica de Colombia
después de un largo debate que tomó varias
años de estudio legisló aprobando una ley que
obliga al financiamiento por el mismo Estado de los tratamiento
para recuperar adictos, el Ejecutivo se ha negado
sistemáticamente a sancionar la ley, acogiendo al concepto
adverso de su actual ministro de hacienda, por las implicaciones
en costos que tendría la aplicación de la misma
para el país, en consideración que su cifra
calculada supere los 300.000.

El Presidente de Colombia Juan Manuel Santos en
contravía ha emprendido una cruzada internacional para la
legalización de la drogas, el Alcalde de Bogotá ha
especulado con un programa engañoso de reducción
del daño, prometiéndole a la sociedad que
suministrando las drogas a los adictos estos lograran controlar
su adicción, algo que si bien pudo haber dado algún
resultado en países desarrollados cuyo perfil
epidemiológico en esta materia es diferente, por ejemplo:
predominio del consumo de heroína, metanfetaminas y otras
drogas de diseño, frente a pegantes, marihuana, basuco,
cocaína y patrax que es nuestro mayor problema, drogas
estas últimas que hasta ahora son insustituibles, de tal
suerte que la única acción terapéutica
probable es la desintoxicación de acuerdo a la gravedad
del caso ambulatoria o en medio ambiente controlado.

El Ministerio de Salud ha publicado una guía
terapéutica para manejos de las farmacodependencias,
preferentemente ambulatorios, y no ha mostrado una
política efectiva de control sobre la proliferación
de centros de tratamiento manejados irresponsablemente por
empíricos. No controla sus requisitos mínimos de
calidad, actuando en contradicción con normas expedidas
por el mismo ministerio, cuando lo ha hecho, se ha dedicado a
acompañarlos en la implementación de unos
requisitos que terminan no siendo cumplidos.

Es frecuente ver que algunos centros para tratamientos
de la adicción afirmen que tienen en su plantilla
psiquiatras o psicólogos, que solo son mencionados, pero
que en verdad estos centros no tienen soportes que confirmen que
tales profesionales pertenezcan a su nómina, en realidad
solo están para llamadas, algunas pocas veces cuando se
les complica el tratamiento por lo general con una
patología dual, en muchos casos incluso se les ha visto a
los que manejan estas instituciones atrevidamente administrando o
formulando psicofármacos que están incluso en el
listado bajo control.

Incluso hemos comprobado no sin estupefacción,
como algunos Jueces de la Republica fallan negligentemente
tutelas contra la opinión medica especializada, y en
contra del consentimiento informado de la familia, y del mismo
paciente, complaciendo a las EPS en sus fallos, obligan a
destinar recursos para el tratamiento de drogadictos en
fundaciones orientadas o dirigidas por pastores cristianos,
simplemente para reducir costos del tratamiento, dinero del
Estado invertido por las EPS sin evidencias de la capacidad
técnico científica de tales instituciones, y como
consecuencia lógica, con alto riesgo de que se pierda la
iniciativa de la familia, el esfuerzo terapéutico del
equipo médico que realizó la valoración
inicial, y la inversión de Estado.

El NIDA Instituto Nacional para Alcohol y Drogas en USA,
ha dicho que la dependencia a las drogas es una enfermedad,
confirmando el concepto de la OMS Organización Mundial de
la Salud en este sentido, y si es una enfermedad, el tratamiento
de esta debe estar principalmente bajo la responsabilidad
exclusiva de los médicos, es el equipo sanitario por su
competencia el llamado por la ciencia de la adicción a
conducir tratamientos de desintoxicación,
deshabituación y rehabilitación, y en general todos
los procesos y procedimientos terapéuticos.

 

 

Autor:

Christian Ayola Gomez

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