Monografias.com > Ecología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Trabajadores de medioambiente de Vall d´uixó talan árboles protegidos



  1. Prefacio a la obra. Resumen de los hechos en la
    que está basada
  2. La
    tala en la balsa de cristal
  3. De
    patrulla
  4. Donde
    se descubre quien tala los algarrobos

Prefacio a la
obra. Resumen de los hechos en la que está
basada

Un trabajador de medioambiente de Vall
d´Uixó ha sido visto sábados por la tarde
vistiendo el uniforme del Ayuntamiento de dicho municipio con una
motosierra en la mano talando algarrobos en el paraje de la balsa
de cristal, supuestamente para su estufa. Interpelado el acusado
y culpable por los venerables ancianos que pasean por este lugar
de si tenía permiso de tala, el acusado, lampiño y
mentiroso, testifica estar capolando los árboles para su
conservación por orden del Ayuntamiento. Exhibe el
felón operario el escudo del Ayuntamiento cosido a su
sudadera cómo prueba. Sin embargo, el coche y remolque
utilizado para el crimen es el suyo, y no el del trabajo.
Solicitamos que se le investiguen estos hechos que me han sido
contados. Pueblo Vall d´Uixó, colectivo del
L´arquet, muntanyes de la guerra, La vall verdá,
partido socialista, IU, y PP con el alcalde Lelo Clavell a la
cabeza: acudamos en tumulto a su casa y si encontramos
leña de algarrobo colguemos al funcionario cómo
escarmiento.

Acto I de la
sinfonía.

La tala en la
balsa de cristal

Tarde de sábado en el paraje de la
balsa de cristal de Vall d´Uixó. Aparecen al
espectador y al paseante unas pequeñas huertas ancestrales
perdidas en el tiempo. Su origen fue cuando cartagineses y
romanos. Hoy sobreviven en barbecho de retama, jarama y lavandas
en espera recalificación. Rompe el silencio de la tarde
mortecina cercana a la primavera el silbido de las cañas
mecidas por el viento acompañadas por el
melancólico croar de la rana que aguarda la llegada de la
redonda luna entre los charcos verdes del barranco. De la oscura
roca de la montaña, repleta de pequeñas cuevas sale
el negro murciélago que abre con sus fauces las puertas a
la noche. Asciende alado a la ermita de San Antonio para dar
vueltas en torno la cruz de ese falso Dios. Recuerda el
murciélago en su vuelo los viejos y honorables tiempos
primigenios. La era de dioses iberos mancillados por la pasarela
de aluminios Mateu que chafa las murallas erguidas sobre la negra
bóveda de las cuevas de San José.

Un autobús mercedes frena en el
andén cargado de obesos turistas estafados por el
ayuntamiento que les ha vendido entradas para visitar un lugar
encantador y con valor medioambiental: las cuevas de San
José y la visita a Vall d´Uixó. El conductor
abre la puerta y el ganado baja cómo zombis. Del bus a la
góndola, y de la góndola al bus. Tras ellos un
campo solar al que no le prestan atención los zombis.
Caminan sobre cientos de metros alquitranados del gigantesco
parking hasta llegar a las grutas. El forastero, el turista, ser
de costumbres, creencias, piel, e inteligencia diferente a las
nuestras, marcha pegado a la barandilla de protección del
cauce del Belcaire. Observan con sus ojos de turistas, mirando
sin mirar, observando sin comprender, buscando lo postalero. Pero
no ven más que el batracial del paraje de la balsa de
cristal, al que no le dedican ninguna foto. Sigue todavía
sin haber salido nunca en Facebook.

-Mater, Mater, mirar her man torero,
destruir árboles- una pequeña heidei de hermosas
trenzas doradas que le cuelgan hasta sus hermosos hombros blancos
cubiertos solo por una ligera camisa de tirantes, tira de la mano
de su no menos hermosa madre Gertrudis, también ligera de
ropa.

La madre Bavara, de esas regiones boreales
repletas de respetables bosques de robles y oscuros abeto que se
adentran hacia el lejano norte donde nadie debería vivir.
Mira este hembrar hacia la balsa de cristal desconcertadas y
disgustadas por la tala. Se apoyan en la barandilla.

Españolos ser una colonia de gente
tercer mundista. En Baviera esto no pasar- le explica
pedagógica la madre.

El yonky del pueblo que hace de gorrilla va
hacia ellas y las separa de la barandilla.

-Por favor, por favor, froilans, no se
apoyen en la barandilla, está suelta. Hace unos
días unos gitanos hambrientos robaron parte de la
barandilla para venderla al chatarrero. Este tramo lo acaban de
poner hace un momento. Los obreros me han dicho que avise de que
faltan por colocar unos tornillos y unos remaches. No
habían traído bastantes los operarios y hasta la
semana que viene no vendrán- les explica el yonky que se
gana la vida pidiendo a los turistas en el parking.

Gertrudis agarra a la pequeña Heidi
y se apartan de la barandilla que se cae al vacío. El
gorrilla extiende la mano esperando la recompensa. Gertrudis de
costumbres diferentes se la choca.

-Son 10 euros por salvarles la vida
froiland- le explica el gorrilla impaciente con la mano roja del
golpe.

-Ah, ah, perdón, perdón. No
comprender- le dice Gertrudis mirando en el monedero.

Gestrudis paga y le da dos euros de
merecida propina al yonky que observa atento al grupo que llega
por si alguien se acerca a la barandilla.

Ruido estridente y chirriante de
motosierra. Unas manos cubiertas de guantes de cuero aprietan el
gatillo del acelerador, los dientes crujen tanto cómo el
tronco que se ladea a la izquierda. La cadena- sierra penetra por
segundos revolución cada vez más honda sobre un
ciclópeo tronco de algarrobo.

– Vamos bonita, cárgatelo todo,
cárgatelo todo, derriba a este tronco. Vamos bonita corta,
corta, corta. Tala por aquí, tala por allí- dialoga
el farandul con su motosierra. Se trata un hombre rechoncho de
pelo rizado negro que le cae en pequeños bucles bajo una
gorra de tela del Ayuntamiento de Vall d´Uixó. De
mediana edad, de clase media, e inteligencia baja- subnormal, lo
que le capacita para trabajar en el ayuntamiento de Vall
d´Uixó. De repente la motosierra se para. El
farandul la saca del tronco. Pasa la mano bajo la gorra de tela y
se quita las gotas de sudor. Abre el tapón del
depósito y mira con un ojo abierto y otro cerrado la
gasolina:

-Pero so hija puta, si tienes gasolina,
¿Qué quieres? Joderme el día, cómo me
han jodido el arbitraje de mañana? A mi tu no me jodes, me
has costado 300 euros. ¿Una still alemana y no eres capaz
de cortar un viejo algarrobo? Tira el batueco de la cuerda de
arranque histérico. Maldiciones a Dios y los santos. La
motosierra vomita humo, ruge, y se para ahogada. La lanza
cómo castigo a unos metros de distancia. Suena a nana
gitana el golpe contra la roca. Se gira el farandul desesperado,
le pega al tronco una patada y luego avanza un par de pasos y le
pega a la motosierra que se queja. Saca un pito y le toca la
señal de la falta, y grita: -tarjeta roja hija puta,
tarjeta roja. El sudor le cae a chorros de su cabeza de
buey.

– So hija de puta arranca ya- le grita
insistente.

-¿Por qué no miras el
carburador, quizás se haya ahogado?- le dice un paseante
que se acerca.

-Es nueva, la compre la semana pasada. Ya
no hacen motosierras cómo antes- le contesta el
farándula más calmado.

– Intenta purgarla- le dice el paseante, y
misterioso cómo un ángel bueno se va.

Corta la gasolina y tira de la cuerda,
luego abre el paso de la gasolina y la intenta arrancar sin
apretar el acelerador. Al quinto intento arranca.

-Muy bien bonita, muy bien,
cárgatelo todo, no dejes rama viva- feliz y contento
destroza el algarrobo que cae abatido junto a dos hermanos suyos.
Las raíces de los tres árboles sacrificados se unen
abrazadas, y lamentan lo que les ocurre. Las raíces del
bosque de la balsa de cristal llora, las ramas de los
árboles se agitan. Los ancianos que pasean y que han
vivido de la venta del fruto de esos árboles observan con
frustración el triste espectáculo. Silencian por
miedo a tener problemas. Saben por experiencia que si llaman a la
policía no va a acudir, y si acude no van a decirle nada
al exterminador de algarrobos. Su época se ha terminado.
Miran a su alredor y contemplan un paisaje nuevo del que
están desarraigados. Está infinitamente más
degradado de aquel que conocieron hace 70 años.

Con resignación de saberse vencidos
se retiran los ancianos. Solo uno que sufre de trastorno senil se
queda. Se acerca en silencio al farandul de la motosierra. No
dice nada, solamente con severidad mira al ejecutor. El farandul
lo reconoce e ignora el mensaje de la mirada. Indiferente
continúa matando: Cárgatelo todo bonita, no dejes
nada.

Acto II de la
sinfonía.

De
patrulla

Coro de voces de ancianos del pueblo que
introduce la escena.

En una caseta de San Antonio aparece
Varinia, una perra husky. Sus ubres cargadas de leche son capaces
de alimentar a un Rómulo y a un Remo. Su mirada azul es
limpia y feliz, semejante a aquellas que ya no se ve: la de las
personas y los animales libres que aman la vida, que juegan, que
ríen. Pasea Varinia cuando le abren por la mañana
la puerta de la caseta. Lo hace entre los bancales de algarrobos,
almendros, olivos. Va siempre seguida del único hijo que
le queda, el pequeño Calígula, el resto de la
camada, siete preciosos cachorros no menos bellos que
Calígula han sido adoptados por gente del pueblo.
¿Qué será de los cachorros? Nada bueno les
depara, ¿por qué Magno desmayo tu
resolución? ¿ acaso no te vimos los ancianos que
todo lo observamos y juzgamos con la experiencia que da la vida
con un cubo lleno de agua? ¿No pasaba por tu mente
sumergir los cachorros aun con la sucia placenta y los restos de
la sangre del parto para que no sufrieran, tal y cómo
hacen las madres sensatas?¿ No hubiera sido mejor matarlos
antes que un subnormal del Vall d´ Uixó los
adoptará?¿ No viven cerca de ti, Oh Magno,
maltratadores de personas y animales, gente sin formación,
sin oficio, sin carrera universitaria, y que le rezan a ese falso
Jehová con la navaja guardada? ¿No pueden caer en
sus manos los bellos cachorros de aquella que es libre,
ríe, goza y juega?

Se despide el coro de ancianos del pueblo,
la vieja raza autóctona de Vall d´ Uixó que
guarda los bosques, la moral, el orden y las charcas. A
continuación sigue la escena en la humilde caseta de
montaña. En ella un hombre bueno, bienaventurado, y
conocido en el pueblo cómo el Magno observa con ternura a
Calígula, la cría de Varinia, aquella de grandes
ubres que solo conoce el amor, el juego y la libertad, en un
mundo, el animal en Vall d´uixó que es de esclavitud
y de dolor. Reflexiona el Magno con una taza de café en la
mano sobre la sencilla felicidad de sus bestias que los
maltratadores que le rodean no comprenden:- Los animales y las
personas deberían vivir en paz, en igualdad, entre risas y
amor. Pero esto siempre fracasa. ¿Por qué
naufragamos los justos ante la tiranía de los gobiernos,
de los jueces, de las leyes, y sobre todo ante esa despreciable
masa llamada pueblo? Maldito sea el pueblo, la gente llana, tanto
cómo el poderoso. Ejecuciones en la guillotina de unos y
otros. Abajo el pueblo, abajo el tirano.- el Magno vehemente,
humano, semejando a Erasmo de Rotterdam se levanta tras decir
estás santas palabras. Coge una vieja cámara Nikon
fotográfica. Se abriga para salir a la calle tras
estornudar. Es un marzo de frío y sequía. El grajo
aun no ha anunciado la primavera cuando ya las primeras brevas se
forman.- El tiempo ha enloquecido y la gente con él.-
exclama acariciando a Varinia . El animal cómo de
costumbre le sigue. La guarda en el amplio corral donde trota
feliz, Calígula queda durmiendo en su cama.

-Varinia, luego pasearemos, tengo que
patrullar- le dice al animal que le lame la mano entendiendo- El
mundo es una porquería, nadie hace lo que es justo, lo que
es bueno. Todo es corrupción porque nadie hace lo
correcto. Ha recaído sobre mi la lucha contra el mal. Oh
que difícil misión tengo.

Es domingo. Las campanas repican, los
drogadictos y borrachos del pueblo que no se matan de camino o se
pierden regresan a sus casas.

  • quía, quía, el arbolito
    no está. quía, quía, mi algarrobo no
    está, todo se perderá, las montañas sin
    árboles caerán, las charcas se secarán,
    la fuente no reirá, las niñas no se
    casarán- se escucha una voz enloquecida en el paraje
    de balsa de cristal, sin embargo hay mucha sensatez en esos
    enigmas y acertijos.

Escena III de la
sinfonía.

Donde se descubre
quien tala los algarrobos

Coro de venerable ancianos
autóctonos, custodios de los bosques de Vall
d´Uixó.

-Oh Magno, están talando los
algarrobos que un día plantamos. Todos hablan del asunto
en los bancos de piedra donde tomamos el sol, que si fulano de
tal es un fill de puta, que si mengano lo es más, que si
el ayuntamiento consiente, que si la policía no sirve para
nada. Pero ninguna voz acusa ni pide justicia. Nosotros los
ancianos te invocamos. Ve Magno hacia la balsa de cristal aunque
estés constipado, el viento hoy será calido.
Allí encontraras a un demente. Interrógale porque
sabe más de lo parece. Los locos, los locos, lo saben
todo.

Surge la sombra difusa y
esperpéntica de un anciano junto a un algarrobal talado,
se marchita el viejo entre dolores de conciencia. Su mente senil
parece perdida por el Alzheimer, guarda terribles secretos entre
esas neuronas descompuestas. El Magno observa la bárbara
tala, grita a los cielos. A paso ligero llega hasta el
viejo.

El anciano da vueltas alrededor de un
tocón, agitado habla solo, levanta las manos al cielo. No
advierte la presencia del Magno.

-Anciano ¿se encuentra bien?-
pregunta piadoso, suave cómo el trino de un
canario.

-Quia quia, la sombra me la han robado-
contesta con estás aladas palabras el viejo. El viejo es
feo a rabiar, tiene la cara parecida a una oveja , su rostro
moreno cómo el de un aceitunero. Viste pantalones pana
raída, a la antigua usanza, y aun conserva el negro
blusón sobre la camisa.

– A todos nos han robado la sombra. Viejo,
no hace ni una semana me senté en este algarrobo a
descansar, con el croar de las ranas de fondo. Tuve un feliz
sueño. Había en el una mujer morena, bajita,
delgadita, madurita, muy elegante, algo aburguesada aunque vaya
de izquierdas- le replica bucólico el Magno.

El viejo no dice nada. Una lágrima
que solo puede nacer de un lejano recuerdo resbala poco a poco
sorteando las arrugas.

-¿su mente perdida recuerda algo?-
le habla cómo un buen psicólogo el
Magno.

-Quia, quía- responde el engendro
secándose las gotas y haciéndose el
loco.

  • Algo me dice en mi corazón que
    usted sabe más de lo que parece. Seguro que se pasa el
    día dando vuelta por aquí. Viejo venga conmigo,
    hablemos del pasado, de los montes, de la vida- el Magno
    observa en el garabato con Alzheimer un testigo de los hechos
    al que interrogar.

  • ¿le gustan los algarrobos
    verdad?- le pregunta.

  • Quia, quía, más que a un
    tonto me gustan los algarrobos, y los naranjos, y los
    almendros- responde muy atinadamente. El anciano ante esa
    pregunta empieza a hilar recuerdos- Yo tras la guerra plante
    muchos de estos árboles, y buenos kilos de algarroba
    daban. Alimente, vestí, di educación a mi hijos
    durante años con la venta de la algarroba. Antes se
    pagaba bien, antes de cocot y el de Almenara- responde
    enderezándose el viejo. Su mirada ahora cambia, cobra
    humanidad y fuerza. Ya no parece alguien con el mal de
    Alzheimer. El sentido común le rebrota. Una suave
    brisa le transporta a su juventud. Recuerda.

  • ¿Y sus hijos le quieren?-
    pregunta el Magno.

El anciano escupe al suelo al escuchar la
pregunta. Da vueltas alrededor de un árbol. Un recuerdo
fantasmal le persigue.

  • Al futbol le prestan más
    atención que a mí. A veces los veo y no me
    hacen caso. Ni me miran. Quia, quia, de la botella salen
    burbujas, el aborujo hace cuco- el anciano camina hacia el
    paraje de San José gesticulando, hablando disparates
    con el aire. Unas rubias y tetonas inglesas se hacen fotos
    estúpidas abrazándose cómo si fueran
    lesbianas a la entrada del bulevar de San José. El
    viejo las mira con ternura. El Magno con dolor observa que
    hasta entre los ingleses se haya puesto de moda hacer el
    imbecil.

  • Pobres criaturas, pasarán por
    este mundo sin saber nada, sin convertirse en verdaderas
    mujeres. Serán el producto de la globalización,
    mujeres sin conciencia. Visitaran lugares, si, de los que
    salen en las postales y pondrán su geta delante de la
    Acrópolis, del Partenón, del Coliseo, de las
    Torres de Serrano. Compraran souvenir en Hungría de
    Atila, en Micenas de Agamenón. Pero que lejos
    están de estos sensatos y piadosos héroes. Para
    ellas la vida es diversión, una postal bonita, sin
    contenido, una postal que llevarse a la tumba. Si supieran
    los horrores que aquí ocurren- exclama el Magno
    observando las imbecilidades de las inglesas de mejillas
    semejantes a las de una gamba.

-JI, Ji, Ji, se escucha próximas las
risas de las chicas. De fondo tienen la montaña rocosa de
las cuevas, y sobre sus rubios cabellos que adornan su
cráneo vacío el poblado ibérico al que no le
prestan atención.

-quia, quia, ¿esta soca es de un
naranjo? – pregunta observando un algarrobo talado.
¿Estamos en invierno?…-

El magno no le quita el ojo al viejo con la
corazonada de que su locura es de índole moral, y no
está loco de verdad, si no que la ha forjado para evitar
enfrentar con la realidad.

– ¿Usted ha visto quien ha hecho
esto, verdad?- le pregunta directo el Magno. Observa sus
ojos.

En anciano cuyos pelos largos de las cejas
le cuelgan hasta los parpados, pestañea y se pone la mano
en la boca. Hace la señal del silencio y se echa a
reír.

El Magno avanza hacia él.

-Por favor, dígame quien ha sido.
Hable sin temor. ¿Le teme al culpable, piensa que pueda
pegarle? Nadie sabrá que ha sido usted quien me ha
informado- intenta el Magno curar a esa mente dominada por el
Alzheimer.

El anciano se pone las manos en la cara y
grita llorando: Él, él ha sido. Siempre es
él, no tiene respeto a nada, no tiene valores. Ah, ah-
escupe al recordar el rostro del culpable.

  • Saturnino, ¿que tal va todo?
    Acabo de ver a tu chico con la motosierra. Menuda masacre de
    algarrobos está haciendo. No pasará frío
    este invierno. ¿No pitará el partido de
    fútbol contra el Moncofar? Hoy es domingo y juegan- le
    dice el compadre Celedonio, de 120 kilos de peso, con gruesos
    mofletes que se funden en la papada. Pasea por el lugar por
    consejo médico ya que tiene que hacer ejercicio al
    tener sobrepeso por comer mucho cerdo y pocas
    verduras.

  • Quía, quía. Él,
    siempre él. Mi Agustinico. Yo no lo eduque así-
    el anciano sale corriendo. El Magno con asombro mueve la
    cabeza haciendo ademán negativo.

  • Es un buen hombre, de los de antes-
    dice el Magno para si en voz alta- pero los hijos
    ¿acaso los elegimos?

  • El saturnino siempre ha sido un hombre
    muy recto, pero mira, ha tenido mala suerte con los hijos.
    Son unos balas. Uno está en el Ayuntamiento y se
    comporta cómo un matón. Hace lo que le da gana,
    cómo tiene la protección del niñato del
    alcalde del PP. Además de haberse crecido por estar
    enchufado en el Ayuntamiento entrena a los chavales en el
    campo de futbol, y es árbitro de tercera regional. Se
    le han subido los humos. Y el otro hijo del Saturnino es aun
    peor, trabaja para hermanos ventura. Ese destroza con la
    retroexcavora todo lo que pilla a su paso. Si se encuentra en
    una calle que hay que levantar una necrópolis mora,
    con el odio que les tiene tira versículos de la Biblia
    sobre las tumbas y carga a los difuntos apuñados con
    la pala. Luego tira los restos a una ciénaga del
    barranco belcaire. Un horror lo que le digo. Tiene contados y
    tasados la destrucción de 5 poblados ibéricos,
    12 montañas, cuatro barrancos, 13 fuentes y un
    riachuelo. Animales chafados, cientos: perros, gatos,
    culebras, lagartos, una vez decía en el bar que con
    una apisonadora chafo un jabalí. Nadie lo creía
    y nos trajo al animal que parecía un cartón.
    Presume de esto ante los ecologistas, y el Alcalde que mataba
    gatos en su juventud le premia. Sin embargo el padre, ya ve,
    una bellísima persona. Un hombre de bien en
    sintonía con la naturaleza. Los hijos le han quitado
    la cordura, un día de estos perderá el juicio
    del todo y tendremos un disgusto- el compadre Celedonio sigue
    su camino dejando flotar la grasa a su paso.

 

 

Autor:

Angelillo de Uixó.

 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter