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Los valores encarnados y su inclusión en la escuela de hoy (página 3)




Enviado por carlos venegas



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En general, el Ethos no es tematizado y reconocido de modo consciente, al ser muy difuso en el día a día de las personas. Refiriéndose a la etimología griega del término: la "morada", lo "normal", "lo que la gente hace", es decir conocemos personas buenas y aún santas, personas hermosas o cosas hermosas, seres de gran vitalidad, hombres o bien animales, conductas heroicas, actos de martirio. Pero no tenemos experiencia directa de la belleza, la santidad, la vida, el martirio o la salud y tampoco sus opuestos. Y podríamos seguir en la enumeración. Es decir, no tenemos la experiencia de los valores sino en cuanto se encarnan en algún individuo concreto y es ahí donde se nos aparecen, esta es la aprehensión estimativa del fenómeno valioso, ésta constituye el momento fenomenológico y allí podemos ver no sólo al valor o al disvalor encarnados, sino también percibir las constantes que los acompañan, como enseñaba Wojtyla en el estudio citado.( El profesor de Cracovia Karol Wojtyla y Papa Juan Pablo II hace una profunda investigación sobre el sistema del filósofo alemán y su utilidad para la ética cristiana. Con un método riguroso estudia el sistema de Scheler y su teoría de los valores bajo sus dos aspectos, el fenomenológico y el metafísico).[26]

Dado que el valor es un bien, ¿todo bien es un valor? Sí y no, cosa que pide una adecuada distinción. Se dice sí pues todo lo bueno es valioso. Pero se dice no porque para que lo bueno se perciba como valioso es preciso que una persona lo perciba en tanto que bueno y valioso, es decir tome conciencia de su bondad o valor. Un animal realiza y encarna diversos bienes, como su vida, su salud, su alimentación, su coraje; o una planta que vive y es hermosa; o una hermosa piedra como un diamante. Pero ninguno de estos entes aprecia y percibe a todo el bien que encarnan y de que se rodean en tanto que valores. Únicamente para el hombre que es inteligente y libre cobran sentido los bienes como valores y éstos pueden o no ser realizados y, en algunos casos debe ser realizado.

O sea que la primera condición que requiere un bien para constituirse en un valor es que sea percibido como tal y constituya algún bien para el que lo percibe como valor, o bien que se perciba como un valor necesario o conveniente para alguien. Por ejemplo la salud es de máximo valor para alguien que está enfermo. Es más, el sano a menudo no la tiene en cuenta pero sí las ciencias de la salud que le dirigen una mirada atenta y la perciben como un valor muy importante para cada individuo en particular y para el conjunto de la población. Si bien un valor puede ser más importante para unos que para otros, ello no quiere decir que el valor no sea objetivo, es decir no trascienda a quien lo conoce, porque el valor está en la realidad objetiva y allí lo ve quien lo percibe, por lo que, un valor es un bien que es apreciado como tal por alguien que lo conoce y lo realiza o no, es decir es un bien en relación con el hombre.

El valor es un bien real, existente o no, pero posible de ser realizado. Es un bien percibido por un sujeto que lo conoce, pero lo que percibe éste es un bien real. El Dr. Casaubon[27]enumera cinco características de los valores que ilustran el tema y lo ayudan a definir: a) "El valor trasciende al dato" porque ningún ente que nos es dado en esta vida responde plenamente al valor ideal que debería encarnar; b) En el valor se da una relación a la existencia. La captación del valor nos mueve a ponerlo en existencia, y si ya existe nos gozamos que exista; c) Los valores son bipolares, a cada valor corresponde un disvalor, bien y mal, bello y feo, verdadero y falso. El disvalor no es un valor menor ni una negación del valor: es una privación del valor que un ente debería poseer. d) Los valores guardan entre sí una jerarquía; e) Los diversos órdenes de valores no son homogéneos, por ejemplo el valor verdad no es homogéneo con el valor salud.

Al comienzo del análisis de los valores vimos que nuestra percepción de un valor era siempre como un bien encarnado en un individuo concreto, y como todo bien es una cierta perfección que enriquece la existencia de un individuo. Para ver en toda su dimensión la naturaleza del valor es preciso que lo busquemos separado de su realización concreta, porque el valor trasciende al dato como dijimos antes, ningún ente que nos es dado responde plenamente al valor que encarna. El valor tal como lo conocemos en la existencia cotidiana es un bien participado. Participa de una perfección que en estado puro nos permite entender todas sus notas distintivas a fin de conocer su esencia. Un hombre valiente encarna la valentía, así como los hermosos frescos de la Capilla Sixtina encarnan la belleza, pero ni el hombre es la valentía ni los frescos son la belleza sino que ambos participan, uno de la valentía, otro de la belleza. Si existiera la valentía separada sería absoluta y perfecta, lo que sí podemos decir es que en ambos casos se trata de cosas buenas que participan del Bien por esencia[28]

En el caso del hombre, José o Carlos pueden participar de la esencia hombre, pero la esencia hombre en cuanto tal siendo real en su contenido, no puede existir de modo universal, en estado de separación. Se fundan en el principio platónico de la perfección separada, principio que es utilizado por Santo Tomás[29]en varios lugares de sus obras. La participación real o trascendental es aquella según la cual el ser por participación participa del Ser por Esencia, es decir el ente creado del Creador y es el fundamento profundo de la causalidad del Creador en la creación. Toda creatura tiene el ser por participación del Ser por Esencia que es Dios, y como tiene el ser por participación es compuesto de esencia y acto de ser.

En Santo Tomás el ente y el bien se convierten, esto es que el bien es una propiedad trascendental del ente. Ahora bien, todas las perfecciones que podemos concebir como separadas pero que no pueden existir como separadas son sin embargo bienes, y en tanto tales participan del Bien por Esencia que es Dios y por consiguiente son creaturas de Dios y como tales existen, no separadas en el mundo de las ideas como creía Platón, sino encarnadas en los individuos que sí existen, y según un más y un menos que es el fundamento real de toda jerarquía.

Esta sería la manera en que podemos pasar de la participación predicamental o lógica a la participación real o trascendental, porque las perfecciones que sí pueden existir separadas son los trascendentales del ente, como bueno, verdadero, uno, etc., que se convierten con el ente creado, quien los recibe por modo de participación en toda la actualidad de su entidad, y subsisten de modo separado y absoluto en la simplicidad de la Esencia Divina. Las perfecciones puras, es decir los trascendentales, son el punto metafísico de encuentro entre la creatura y el Creador como efecto de la causalidad divina. O también como enseña Gilson,[30] "el ente antes de descender a las categorías se difracta en los trascendentales", y por alguno de ellos podemos ver a toda creatura como efecto de la causalidad divina, en tanto que todo lo que es ente, bueno, verdadero, etc. Volviendo al tema central que nos ocupa, los valores admiten entonces una doble consideración: en primer lugar como valores separados, formalmente tales que son perfecciones participadas por los diversos entes según un más y un menos, y de este modo los conocemos en su misma esencia, éstos no existen separados sino encarnados. Y en segundo lugar considerados como bienes, y en ese sentido como bien por participación que es causado por el Bien por Esencia en tanto Primera Causa de todo lo que es. Esta doble consideración de los valores en tanto perfección en sí misma y bien por participación es lo que probablemente esté en el origen de la concepción de los valores por la filosofía moderna como separados del ser y aún del bien.

De lo dicho hasta aquí sacamos dos consecuencias: a) Que los bienes perfectivos son participados por los diversos entes según un más y un menos, lo que responde a la capacidad de recibir de cada ente. De modo que a mayor participación de un valor mayor perfección de ese ente en la especie del valor considerado. Por ejemplo: a mayor contenido de la verdad (valor verdad) de una ciencia determinada se sigue un más alto lugar jerárquico de esa ciencia respecto de las otras. Así como el científico que la posea de modo más completo y perfecto, ocupará un rango mayor entre sus pares; b) Del mismo modo a mayor participación de un valor en tanto que bien del Bien por esencia, dicho valor ocupará un valor más alto en la jerarquía de los valores, por tener una actualidad mayor como propiedad trascendental del ente, y por consiguiente una dependencia más cercana y estrecha con la bondad y actualidad del mismo Ser Subsistente en tanto Primera Causa, que es Dios. Con estas dos consecuencias se puede establecer una jerarquía de valores con fundamento en la realidad de las cosas que creo se desprende necesariamente de las nociones metafísicas expuestas.

3.1 Educar en Valores Encarnados desde la Escuela

La consecuencia inmediata de la acción de tan variada influencia educativa en niños y jóvenes es la pluralidad de códigos de conducta que ellos perciben y la perplejidad de las familias ante la rebeldía de sus hijos que, cada vez a una edad más temprana, rechazan las normas de conducta tradicionales. En los últimos años, las sociedad democráticas, y de manera muy notable la sociedad peruana , ha experimentado profundos cambios sociales, políticos y económicos que han originado la aparición de un ciudadano más individualista, que tiende a basar sus valores y comportamientos en elecciones personales y a depender menos de la tradición y del control social ejercido por aquellas instituciones que tradicionalmente eran las depositarias y las intérpretes de los códigos de conducta: familia, iglesias, grupos sociales, partidos políticos, etc. Frente a los códigos grupales emerge una escala de valores menos uniforme, una moral de situación que parece fragmentar la vida personal y social en mil visiones distintas y, muchas veces, contrapuestas. Un individualismo, en fin, que incita al individuo a desarrollarse de espaldas a su contexto cultural e histórico de manera atomizada.

En estas circunstancias, se debe reconocer que la multiplicidad de códigos morales es una característica propia de nuestro tiempo. La sociedad democrática no puede eludir la tarea de socializar a los niños y jóvenes, proporcionándoles a través del sistema educativo las enseñanzas y la reflexión necesarias para que puedan convertirse en personas libres y honestas y en ciudadanos activos. La vida en sociedad demanda acciones y conductas concretas que exigen a los individuos la consideración de la presencia de los otros, el derecho de todos a ser tenidos en cuenta y la necesidad de cumplir determinadas reglas de convivencia. Los niños y los jóvenes tienen que aprender que pertenecer a una sociedad democrática es formar parte de una colectividad que se ha dotado a sí misma de un conjunto de valores y normas que expresan el consenso, la racionalidad, la libertad, el respeto a los demás y la solidaridad que constituyen los cimientos de la misma.

Por ello, proporcionar a niños y jóvenes una educación de calidad no consiste sólo en adquirir más conocimientos instrumentales ni más habilidades cognitivas, artísticas o afectivas, sino también educar en valores, pero estos deben tener una connotación especial, deben ser vividos externa e internamente, o sea encarnarse en cada individuo de tal manera que se desarrollen hábitos permanentes a largo de toda sus vidas. El sentido que tiene hoy la educación, que la sociedad le exige, es el pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos. La educación debe favorecer la adquisición de hábitos de honestidad, responsabilidad, de tolerancia y de convivencia democrática, junto a otros valores como la convivencia y de respeto mutuo así como el desarrollo de actitudes solidarias.

En una sociedad democrática, la educación en valores debe referirse necesariamente a aquellos que capacitan para el desarrollo de la ciudadanía. El desarrollo de actitudes de respeto, tolerancia, solidaridad, participación o libertad debe figurar entre los objetivos y las tareas del sistema educativo. Ello tiene implicaciones importantes. Por una parte, exige proporcionar a los alumnos un conocimiento suficiente acerca de los fundamentos y los modos de organización del Estado democrático. Por otra parte, requiere ayudarles a desarrollar actitudes favorables a dichos valores y a ser críticos con aquellas situaciones en que se nota su ausencia. Por último, exige llevar a cabo prácticas de democracia y participación ciudadana en el propio ámbito escolar. La educación para una ciudadanía activa y responsable es un entramado en el que todas esas vertientes deben estar integradas.

A pesar de la declaración de intenciones que es común a las distintas instancias que se mencionaron, la educación en valores, durante la últimas década, ha sido confiada al proyecto educativo de la institución educativa, solamente en la parte axiológica del ideario institucional, pero no ha sido considerado en el Proyecto de Curricular de la institución por su importancia para ser considerado como tema transversal, por esta razón, se propone incluir a los valores que se proponen en el presente artículo, pero estos deberán ser abordados de manera expresa desde una concepción pedagógica, axiológica y democrática, en el Marco del Diseño Curricular Nacional, para lo cual se detalla que estos deben de estar

Enmarcados en dimensiones, ámbitos, áreas y niveles: a) La educación en valores encarnados atenderá dos dimensiones diferentes: Se desarrollarán los valores que favorecen la maduración de los alumnos como personas íntegras (honestidad, responsabilidad y tolerancia) y en sus relaciones con los demás (convivencia democrática). Por otra parte, se potenciará la educación en aquellos valores sociales que permitan a los jóvenes la participación activa en la sociedad democrática: el conocimiento de sus derechos y deberes ciudadanos para un ejercicio eficaz y responsable de la ciudadanía; b) La educación en valores se desarrollará en dos ámbitos. Por un lado se incluirá en el proyecto educativo institucional( PEI) y del Centro ( PCI) y se abordará desde la práctica docente cotidiana de todas las áreas, como tema transversal, favoreciendo que los alumnos aprendan por sí mismos a convivir como ciudadanos honestos, responsables, tolerantes y en convivencia democrática con los demás; c) El currículo profundizará en los principios de los valores encarnados propuestos y se incluirán, entre otros contenidos, los relativos a los derechos y libertades que garantizan los regímenes democráticos, los relativos a la superación de conflictos, la igualdad entre hombres y mujeres y la prevención de la violencia contra estas últimas y la aceptación de las minorías, así como la aceptación de las culturas diversas; d) En educación primaria, la Tutoría será impartida con un horario de 2 horas semanales, por el profesor(a) tutor(a) de cada sección; e) En educación secundaria será obligatoria, en el área de Formación Ciudadana y Cívica, así mismo en el área de Tutoría, con un horario de dos horas semanales mensuales.

En relación con la actitud del profesor hacia la educación de los valores encarnados ha de conocer los valores, estimarlos, sentirlos, practicarlos, deseo de transmitirlos y fuerza para hacerlo. Si a ello añadimos conocimiento de los métodos y habilidad en aplicarlos, tendremos al educador en valores perfecto. Cualidades especiales que no están al alcance de todo el mundo. Porque si bien es cierto que el conocimiento de los valores y de los métodos para educar en ellos puede conseguirlo fácilmente cualquier educador mediante el estudio correspondiente, otra cosa bien distinta es que esté dispuesto a ponerlos en práctica. Varias son las circunstancias que pueden llevar al profesor a una actitud de descuido o de inhibición con respecto a la práctica de los valores, siendo las más frecuentes: una sobrecarga de obligaciones docentes y de gestión académica y un compromiso prioritario con la enseñanza de los contenidos disciplinares del currículo; el tiempo que requiere la puesta en práctica de las estrategias conducentes al desarrollo de los valores; la consideración de que la valoración de su actuación docente va a venir determinada más por el nivel de conocimientos y de habilidades alcanzados por los alumnos que por los valores, actitudes y normas, de más difícil comprobación y reconocimiento profesional; la creencia muy generalizada en un gran sector del profesorado de que la educación en valores debe ser asumida por la familia y por otros agentes y fuerzas educativas.

En relación con la organización dada al contenido didáctico, ha de fundamentarse en una estructura interdisciplinar que dé sentido a los problemas y situaciones controvertidas que se someten a debate. Si bien los estudios sociales son los más adecuados para proveer de temas de análisis relativos al mundo de los valores, cualquier otra área del currículum puede convertirse en el núcleo integrador de las restantes, siempre que sean planteadas por el profesor de forma controvertida y dilemática, tengan significado para el alumno y conecten con sus intereses, preocupaciones, y motivaciones dominantes. En contra de lo que comúnmente se cree los valores y las materias de estudio pueden interrelacionarse.

Así también en las aulas En relación con el clima social del aula, ha de fundamentarse en un estilo de interacción comunicativa entre profesores y alumnos y de estos entre sí que favorezca la autonomía del alumno, propiciando su iniciativa y la toma de decisiones, en un ambiente de seguridad y confianza donde las diferentes personalidades del grupoclase puedan manifestarse de forma auténtica y sin enmascaramientos y dónde se practique un tipo de relación interpersonal basada en la estima y el respeto mutuos. Según S. Uhl (1996) la adquisición de valores requiere de un clima psicológicamente seguro donde se han de dar tres condiciones principales: una notable implicación personal y afectiva por parte de los educadores; dar explicaciones de un modo preciso y adaptado a la capacidad de comprensión del alumno y la comunicación de estas últimas en un estilo cálido y cordial.

3.1.1 ¿Por qué una formación en Valores Encarnados?

La Educación tiene la responsabilidad seria y comprometida en la formación de la personalidad de la persona, dentro de ellos la misión formadora de nuestros estudiantes, donde el rol de la escuela es convertirlos en mujeres y hombres de bien. La educación es el medio más eficaz para promover la formación de valores encarnados para que puedan ser respetados y en fomentar además la voluntad de practicarlos permanentemente, proteger los de los demás, ha de considerarse un imperativo urgente; por eso es necesario fomentar métodos sistemáticos y racionales de enseñanza de los valores que aborden todos los aspectos vivenciales de la persona humana; los motivos culturales, sociales, económicos, políticos y religiosos, es decir, las raíces principales de la violencia y la exclusión. Las políticas y los programas educativos deben contribuir al desarrollo del entendimiento, la honestidad, la responsabilidad y la tolerancia deben ser los ejes orientadores de nuestras vidas, así como otros valores como: la solidaridad entre los individuos, y entre los grupos étnicos, sociales, culturales, religiosos y lingüísticos, así como entre las naciones. La educación en valores encarnados ha de tener por objetivo ayudar a los niños, adolescentes y jóvenes a desarrollar sus capacidades de juicio independiente, pensamiento crítico y razonamiento ético. Para ello hará falta conceder una atención especial al mejoramiento de la formación del personal docente, los planes de estudio, el contenido de los manuales y de las áreas curriculares y de otros materiales pedagógicos, como las nuevas tecnologías de la educación, a fin de formar ciudadanos atentos a los demás y responsables, abiertos a otras culturas, capaces de apreciar el valor de la libertad, respetuosos de la dignidad y las diferencias de los seres humanos y capaces de evitar los conflictos o de resolverlos por medios no violentos.

La función de la educación es esencial. Puede contribuir a formar actitudes vitalicias y a dar a los jóvenes las capacidades interpersonales que necesitarán para vivir y convivir con los demás en el futuro. Ello exige un enfoque integrado de la educación para la paz, los derechos humanos, la democracia y el entendimiento dentro y fuera del país. Por lo tanto, es necesario contar con un del profesorado especializado en la instauración de una atmósfera democrática y tolerante en el aula misma.

3.1.2 ¿Cómo se entienden y sustentan la práctica de los Valores Encarnados?

Los valores son creencias morales fundadas en la experiencia. Contienen bajo su nombre modos muy concretos de apreciar la bondad de ciertos actos humanos realizados refiriéndose al resto de ciudadanos y sobre cuestiones vitales que a todos afectan. Se fundan en la experiencia porque es en la acumulación de ella en donde nacen esas maneras de juzgar las cosas. Es en esa experiencia como se llega a la convicción de que ésas son las formas correctas de hacer las cosas, de que esa manera de hacerlas es buena, es práctica, resulta funcionalmente bien adaptada para todos o, al menos, para aquellos propósitos que coordinan el conjunto de la coactividad social, elevando por ello lo meramente práctico a la categoría de bien, un bien sostenido en una especie de implícito consenso democrático, de esa democracia anónima escrita en la historia colectiva.

Tienen carácter ideal, pero existen en la realidad cultural de los hombres. No por ser ideales carecen de existencia los valores. Son orientadores de nuestra capacidad de estima, valen realmente, son cualidades reales, acondicionan al mundo para vivir en él, son positivos o negativos, son dinámicos, los positivos nos incitan a tratar de alcanzarlos; los negativos nos mueven a erradicarlos. Son entendidos porque nos hallamos ante una distinta escala de valores. Los valores son patrimonio de la propia cultura y son ellos quienes orientan todas nuestras relaciones. Algunas culturas, como la aymara, se muestran muy compactas y refractarias al cambio, otras, sin embargo son muy abiertas hacia todo lo nuevo. En primer lugar constatamos en nuestro ambiente la pérdida progresiva del valor normativo de la ética como medio para regular los comportamientos de las personas y de los grupos sociales. Constamos que existe una escala de valores cada vez más diferenciada entre los padres de familia y sus hijos, así como entre los educadores y sus alumnos. Lo que a los padres o a los educadores les parece mal, a los jóvenes les parece bien, y, a la inversa, lo que les encanta a la juventud, los adultos lo ven con suspicacia y hasta con rechazo.

De ahí que se ha vuelto más difícil para todos, pero sobre todo para los educadores, la distinción entre lo conveniente y lo inconveniente, lo bueno y lo malo, lo moral y lo inmoral, justo y lo injusto, lo positivo y lo negativo. Lo normativo se ha ido diluyendo, los criterios de juicio se han diversificado y el discernimiento ético se ha vuelto cada vez más difícil y problemático. Veamos algunos temas en concreto: El valor de la honestidad, la responsabilidad y de la tolerancia se han ido debilitando con suma rapidez y hasta con radicalidad. Lo mismo podríamos decir de la disciplina, de la valoración del tiempo, del sentido del ahorro, de la austeridad en el gasto, del autodominio de las pasiones y los sentimientos. Por otro lado vemos la pérdida de identidad, la vigencia de falsos modelos de conducta, la baja autoestima, el culto a la apariencia. El "tener" vale más que el "ser", la exterioridad vale más que la interioridad, lo desechable vale más que lo permanente, el cuerpo vale más que el espíritu y la mediocridad vale más que la excelencia.

Así también por la presencia de nuevos valores, sin embargo, vemos también que están presentes en nuestro ambiente nuevos valores y que gran parte de los valores tradicionales son aceptados pero desde una perspectiva distinta. Constatamos que nuestra juventud tiene una alta estima del cuerpo y de todo lo que a él se refiere: salud, juventud, belleza, deporte, modas, fisioterapia… También percibimos que en nuestros jóvenes se da una mayor valoración de lo cotidiano, de lo concreto, de lo cercano, de lo "vivo y directo"… Se ha desarrollado en su psicología de una manera especial todo lo que guarda relación con la amistad, con la afectividad, con los sentimientos y con la libertad personal. Su espíritu está más abierto que el de nuestros mayores, a la tolerancia, a la universalidad, a la apertura hacia otras culturas, a la defensa de la naturaleza… Viven con intensidad todo lo relacionado con la cultura de la imagen, de la másica, de lo gráfico, de lo cromático. Su espíritu está abierto, quizás demasiado abierto, hacia todo lo nuevo, hacia todo lo relacionado con el cambio, sobre todo, en el área tecnológica.

Se sustenta porque hay que construir y reconstruir la propia identidad; el balance, entre los nuevos valores que aporta la post-modernidad y los valores tradicionales que hemos perdido, es profundamente negativo para nuestra sociedad. Es más lo que hemos perdido que lo que hemos ganado. No obstante, lo nuevo que nos llega no puede constituirse en enemigo de lo tradicional. Debe llegarse a una complementariedad y a una articulación entre lo de ahora y lo de siempre, entre la modernidad y la tradición. Es de absoluta necesidad, por lo tanto, una reacción desde todos los sectores de la sociedad para encontrar esa urgente integración como respuesta a la crisis de valores que nos afecta: a) Hay que reaccionar contra la alienación de nuestra juventud, sobre todo, frente a los medios de comunicación social que no transmiten programas que revaloren lo positivo, que promueven la violencia y el caos; b) El sistema educativo debe constituirse en el principal instrumento para construir la propia identidad personal y social de nuestra juventud. Lamentablemente, no pocas veces, ha sido un eficaz instrumento de alienación; c) Tiene que darse una respuesta alternativa a este desafío desde toda la sociedad en su conjunto; en toda nuestra sociedad hay que desarrollar la capacidad de respuesta, fortaleciendo lo local, lo propio y todo lo nuestro; d) El estado debe elaborar programas escolares a nivel nacional que se constituyan como tema esencial el rescate de los valores encarnados, a través de las áreas curriculares de Formación Ciudadana y Cívica, y Tutoría, así también textos y lecturas relacionados con la importancia una educación en valores debidamente contextualizados en las demás áreas.

3.1.3 ¿Donde se cimientan los Valores?

Es compromiso de la Escuela y de la comunidad educativa en su conjunto, la formación del Profesorado, con el desarrollo de competencias ético-morales, tolerancia, respeto y el reconocimiento de toda persona, en la integración de los valores del currículo con los valores orientadores: La honestidad, responsabilidad y la convivencia democrática, como temas transversales, desde el nivel Inicial, Primaria y Secundaria, en la familia; como "hábitat" más "natural" para la apropiación de los valores y aprendizaje, permitiendo una experiencia continua de los valores orientadores.

Por eso, dada su naturaleza, más que preguntar por ellos los observamos o, mejor dicho, los inferimos observándolos de la conducta que los encarna. Sólo podremos aprehenderlos en el sostén conductual de los actores, en su testimonio. Tal como pasan los valores de un actor a otro, así como en ellos son enculturados los actores socializándose, del mismo modo tendremos que aprehenderlos en el trabajo de campo. Nunca será equivalente que un informante nos nombre el valor de la honestidad, responsabilidad y la tolerancia, que nos ordene la jerarquía, preferencias o las relaciones entre ellos, y así lleguemos a conocer dichos valores, que desentrañar el contenido real de esos valores a través del testimonio que de los mismos nos dan los actores en nuestra interacción con ellos. Esa forma de aprehenderlo contiene un más hondo y extenso conocimiento del valor por haberse obtenido por experiencia, esto es, conectando la vivencia de la interacción con el actor, la observación, la situación de encuentro humano que el trabajo de campo implica, con el fondo personal del propio investigador, iniciándose ahí un primer momento de comparación cultural. No por mucho pedir orden lo encarna un maestro que pida a gritos a sus alumnos que guarden silencio.[31] Es lo encarnado en la conducta lo que se transmite, aquello por lo que ésta se rige de hecho. Los valores aun con ser modelos ideales, sólo existen de hecho, no de dicto. La desorientación sufrida por los actores en los procesos de cambio lleva a un sobreesfuerzo imaginativo tratando de adaptar las viejas figuras de los valores a las nuevas situaciones. La creatividad cultural bulle y ése es siempre un buen contexto para el trabajo educativo. La tensión frente a la realidad, propia del carácter ideal de los valores, ve también intensificada su función en tales situaciones a través de la crítica ante cualquier propuesta o alternativa y, de ese modo, resultan más visibles los valores. La aplicación de los valores no se realiza sólo en decisiones y elecciones explícitas. Si, como decía, en las normas hay, implícitos en ellas, valores, eso mismo nos permite tomar las normas, incluso las instituciones mismas a las que tales normas pertenecen, como encarnaciones o cristalizaciones de valores.

3.1.4 Escenarios para el desarrollo de la formación de Valores encarnados en el proyecto educativo nacional, regional e institucional

Un horizonte general: el desarrollo humano: En primer lugar, esta concepción de desarrollo implica una comprensión de las personas como portadoras de necesidades y de potencialidades, metas y derechos que deben ser atendidos; no sólo en lo referido a la subsistencia y a la protección, sino conteniendo también las necesidades y capacidades de libertad, relatividad, afecto, identidad, trascendencia y sentido[32]Al mismo tiempo, cada peruano y cada peruana poseen facultades creativas e inventivas, aptitudes para el diálogo y la interacción con los demás. En segundo lugar, el desarrollo implica construir un espacio para la igualdad en la diversidad: una sociedad que crece en un espacio integrador que acoge con iguales derechos y oportunidades y, al mismo tiempo, respeta las diferencias que nacen de nuestra cualidad de seres libres y autónomos, así como las diferencias colectivas, que surgen de nuestra condición de seres con historia, raíces culturales y tradiciones. En ese Perú del futuro, la unidad y la cohesión deben coexistir con la libertad individual y también con las particularidades culturales de las distintas colectividades humanas. Así, el desarrollo que merecemos consiste en erradicar la exclusión, la discriminación y la desigualdad de oportunidades fundadas en la condición socioeconómica, étnica, física, mental, de edad o de género, e implica luchar contra la subordinación excluyente que sufren las otras culturas y lenguas.

Equidad y bienestar: La única razón del crecimiento arriba propugnado debe ser el logro de un bienestar general y creciente, donde las personas y las familias experimenten un paulatino mejoramiento de sus condiciones de vida mientras que la sociedad en conjunto ve incrementar y expandir sus posibilidades, oportunidades y capacidades. Pero existen elementos en contra que impiden mejorar esta calidad de vida. Por un lado, la rígida y asimétrica realidad económica mundial y la manera como el Perú se inserta en ella, y por otro lado, determinados rasgos históricos de nuestra sociedad como la marginación, la discriminación cultural y racial, además de la pobreza. Estas últimas son permanentes generadoras de inequidad y a la vez deficiencias que se reproducen sin tregua.

Construir una sociedad equitativa es, ciertamente, una meta ambiciosa; pero también es ineludible. Demanda actuar sobre diversas dimensiones del tejido institucional y social del país. De un lado, el rostro más visible de la necesaria equidad puede ser el acceso a servicios básicos como son la atención de salud, educación de calidad, seguridad social, vivienda, seguridad ciudadana y acceso a la justicia. Al mismo tiempo, sólo es factible hablar de equidad ahí donde la población tiene también acceso a un empleo digno y productivo, a un ambiente saludable y a disfrutar de esparcimiento y de bienes culturales.

Democracia: Los peruanos debemos y podemos consolidar una democracia genuina e integral en sus aspectos legales e institucionales y en su condición de forma de convivencia humana. A través de un Estado de Derecho concebido para el máximo respeto de las personas y el atajo de todo posible abuso de poder: una Constitución que garantice los derechos de los ciudadanos y un conjunto de poderes públicos en equilibrio y respetuosos de la ley, requisitos básicos para hablar de una democracia. Junto con ello, y con similar importancia, nuestro ordenamiento político debe asegurar que toda persona —independientemente de su condición socioeconómica, étnica, de género o cualquiera otra— ejerza sus derechos políticos, civiles y sociales, vea respetados irrestrictamente sus derechos humanos, y disfrute de la riqueza existente en una sociedad que garantice un nivel aceptable de bienestar. El cumplimiento de los derechos se ha de complementar, además, con una clara percepción de nuestros deberes y responsabilidades como miembros de una colectividad.

La democracia que buscamos es inseparable de la existencia de una sociedad civil organizada y activa en defensa de sus derechos y demandas, apta para participar en las decisiones públicas y fiscalizar el ejercicio del poder, y también consciente de sus propios deberes ciudadanos. Una educación renovada con valores encarnados ayudará a construir una sociedad integrada —fundada en el diálogo, el sentido de pertenencia y la solidaridad— y un Estado moderno, democrático y eficiente. Dotará al país de ciudadanos participativos, fiscalizadores, propositivos, con capacidad de liderazgo e innovación dando así vida sostenida a la descentralización.

Una educación transformada es indispensable para la democracia pues formará ciudadanos alejados de las prácticas y valores que hacen posible el autoritarismo, la exclusión y la violencia. La educación básica ha de impulsar la vida democrática al moldear personalidades autónomas, con iniciativa y conscientes de los derechos propios y ajenos. Con prácticas pedagógicas y formas de convivencia renovadas, la educación debe ser la primera experiencia de los peruanos sobre el valor de las leyes, el diálogo, la participación, las instituciones y la coexistencia pacífica.

Una sociedad que educa a sus ciudadanos con valores encarnados los compromete con su comunidad: Un factor de impacto significativo para el desarrollo económico y social es la generación de un nuevo capital social, lo que comprende aspectos como valores compartidos, normas, cultura, la capacidad de concertar, construir redes, sinergias, clima de confianza, inteligencia. El proyecto educativo regional, si bien es un instrumento educativo que establece la ruta a seguir para alcanzar la formación integral de los niños, niñas , jóvenes de la región; asimismo se encuentra muy bien articulada con el PEN, no están planteadas las medidas necesarias para atender la crisis de valores en la que se encuentra nuestra sociedad; a pesar que la política N° 22 refiere: Formación profesional de jóvenes y adultos con vocación emprendedora y valores éticos que respondan a los procesos de desarrollo regional , nacional y global (Documento Proyecto Educativo Regional de La libertad-2010).

En el Proyecto Educativo Institucional (PEI), documento donde deben de conjugarse las interacciones, valoraciones y apreciaciones de la comunidad educativa, por su naturaleza conduce a la vivencia de los valores, formando parte de la Misión, Visión, Propuesta Pedagógica y de Gestión, manifestándose en: el ejercicio participativo, todos los niveles educativos de la EBR.,de la misma manera en el ejercicio democrático, integrando a todas las personas de la comunidad educativa, cumpliendo su orientador, que direccione la labor educativa, la intención es la búsqueda de la generación de procesos pedagógicos compartiendo con otras instituciones educativas, así también la interacción entre pares.

En Tutoría: El Trabajo Tutorial debe ser transversal y. permanente en las diversas actividades del currículo, en el nivel Primaria debe de considerarse una hora formal de Tutoría; así también es necesario que haya un buen clima del aula, como la disposición del aula para generar un clima educativo positivo en clase.

Todos tenemos la capacidad consciente de distinguir libremente el bien y el mal y somos responsables de las consecuencias de nuestros actos. La moral surge en el seno de las sociedades y con el tiempo se convierten en valores, principios, normas y creencias que responden a las características del modelo económico, político y social, por lo que la moral es cambiante y está en función de su tiempo y espacio, y varían de generación en generación cada una tuvo y tiene su propia moral y es el andamiaje de principios que sostienen la forma de pensar y de actuar de la sociedad (escala de valores), cuando estos valores pierden vigencia se genera la crisis de valores y surge el desorden, la corrupción, la falta de respeto a la persona y hasta la misma dignidad, que empieza en la familia y repercute en la sociedad. Ante esta situación es preocupación general restituir dicho orden de valores especialmente los organismos tutelares del Estado, la Iglesia, la Familia, la Escuela y la Universidad.

3.2 Implementación de Políticas para la Propuesta de los Valores Encarnados y su Inclusión en la Escuela de hoy

En este ensayo se reflexiona sobre educación, socialización y formación de valores a partir de los desequilibrios y desafíos que enfrentan hoy los centros educativos, los alumnos y los docentes. Es en ese contexto que se está presentando actualmente la perspectiva internacional y lo que hoy está ocurriendo en América latina y, de sobremanera nuestro país, con una marcado índice de inseguridad ciudadana y criminalidad, por una carencia absoluta de la práctica de valores, porque estos no están siendo "apropiados", " encarnados" por cada uno de nosotros, de ahí la indiferencia por el resto de personas, solo vivimos el hoy y solo para uno mismo, no nos interesa en lo más mínimo lo que pase al vecino, a mi compañero, menos a las personas que no conocemos. A modo de conclusión, situaré el tema en el contexto más amplio de las políticas educativas, formulando asimismo algunas sugerencias.

Los sistemas educativos deberían sin duda responder a las necesidades de las sociedades democráticas con un alto índice de una cultura por la práctica constante de los valores. El problema es que este último concepto tiene una alta dosis de ambigüedad dado que no hay una única manera de entender la cultura valorativa en sí misma. La cultura valorativa no es sólo una forma de portarnos bien ya que si partimos de esta definición no existen demasiadas implicaciones escolares más que tener califaciones literales de la conducta o comportamiento de los estudiantes, de los premios o castigos mediáticos. La cultura valorativa es fundamentalmente una forma de vida y la institución escolar debe impregnarse de forma más amplia de lo que entendemos por cultura en valores, y actuar en consecuencia.

Al no ser la cultura valorativa meramente una forma de portase bien o mal sino mucho más, no basta con impartir materias aisladas en el currículo que refieran a democracia, instituciones y derechos y obligaciones. Se debe hacer de la Institución Educativa un verdadero espacio de práctica constante de valores, no por imposición, premio o castigo, sino, porque es un diario vivir, un diario respirar. Es en la dinámica cotidiana de la escuela donde se aprende a convivir. Y muchos de estas enseñanzas forman parte del currículum culto de toda institución: se aprende en la dinámica de las aulas, en los pasillos, en el patio… en las interacciones informales (Martínez, 2001). De esto se desprende que la formación en valores no puede estar a cargo de una única materia (transversalidad e interdisciplinariedad) ni quedar únicamente dentro de las paredes de la institución escolar, debe trascender a la vida cotidiana misma.

Hace más de un siglo, Dewey, J. (1916) proclamaba el learning by doing. Hoy más que nunca esa noción adquiere enorme vigencia: si la formación en valores queda en plano solamente cognoscitivo, ésta no sirve. Debe ser participativa y no meramente instructiva. Apple y Beane (1997) subrayan que "las escuelas democráticas, como la democracia misma, no se producen por casualidad. Se derivan de intentos explícitos de los educadores de poner en vigor las disposiciones y oportunidades que darán vida a la democracia" (p.24).

La educación se encuentra lejos de los modelos teóricos referidos a lo que se debe hacer en materia de formación en valores. La información analizada en secciones anteriores indica que las propuestas de formación de valores a nivel escolar, no desarrolla de manera adecuada las competencias relacionadas con la educación para la democracia y la ciudadanía. ¿Cómo inventar dicho modelo a través la combinación de valores y experiencia, ya que los valores -si se los entiende como "reglas"- ya no bastan para asegurar la cohesión social, si no están acompañados de una experiencia que les confiere sentido? Con frecuencia se registra entre nosotros un dramático décalage entre "valores" y prácticas. Las propuestas curriculares existentes en muchos países latinoamericanos, han sido insuficientes para revertir, por ejemplo, el autoritarismo implícito en las estructuras y relaciones pedagógicas sobre todo si consideramos que los módulos transversales de formación en valores, además de ser sintéticos, contradicen años de prácticas pedagógicas y de estilos de relación autoritaria.

Las limitaciones de las propuestas curriculares se vinculan también al hecho que las mismas han tenido poco impacto en el desarrollo de competencias útiles para el trabajo cotidiano de los docentes como la gestión de los distintos conflictos en las poblaciones que atienden, la elaboración y negociación de ofertas pedagógicas e institucionales diversas e inclusivas, la cooperación intercultural en el reconocimiento de las diferencias de identidades sociales. Por otra parte, debemos señalar que cuando estudiamos la formación en valores, aparece el antiguo y recurrente problema de la neutralidad del profesor frente a las cuestiones socialmente controvertidas. Hay quienes sostienen que los profesores deben ejercer su papel en forma neutral y existen quienes plantean que la supuesta neutralidad del profesor es un mito (pretensión ilusoria o trampa ideológica), que la neutralidad es educacionalmente indeseable pero además prácticamente imposible.

La formación en valores está inserta en una cultura escolar que hace referencia al sistema de valores, normas, prácticas diarias y disposiciones organizativas que existen en un centro concreto. Por tanto, influye en la manera de pensar, de comportarse y de interactuar de los distintos integrantes del centro, es decir, de los alumnos, profesores, personal no docente, padres y otros miembros de la comunidad. Por eso es importante la idea de una "escuela democrática" en la que prevalezcan los valores y los métodos de enseñanza democráticos y en la que todos aquellos implicados, en particular, los profesores, padres y alumnos, participen en la gestión de la institución educativa y en la toma de decisiones.

Una característica importante de la "escuela con cultura valorativa " es la promoción de la participación activa y responsable de los alumnos en la vida escolar diaria. ¿Cómo "pensar" las políticas educativas a la hora de promover una educación para los valores? Lo primero a considerar es que las acciones pedagógicas orientadas a la promoción de la práctica constante de una cultura en valores y cohesión social no pueden circunscribirse al ámbito de la educación formal ni limitarse al de las instituciones educativas. Se hace necesario pensar también, en las posibilidades que ofrecen los medios de comunicación masivos; la formación de los padres y madres en sus funciones de educación familiar.

En segundo lugar se debe tener en cuenta el papel de los maestros. Confiar en el profesorado una propuesta de educación para la práctica de la cultura en valores con el ejemplo, requiere un conjunto de acciones que haga posible una mayor dignificación del profesorado y un mejor reconocimiento social, académico y profesional del mismo y de los responsables de la dirección y la supervisión educativa. Hay que generar planes de formación y de capacitación, así como programas de asesoramiento dirigidos a aquellos equipos de docentes que pretendan integrar en los programas y en la dinámica de sus centros educativos propuestas integrales de educación en valores.

Un tercer componente en la definición de políticas refiere a la adecuación de las propuestas pedagógicas al contexto socio-cultural-económico. No es posible establecer acciones pedagógicas sobre educación para las culturas en valores, descontextualizadas y ajenas a la realidad sociocultural y económica de las comunidades a las que vayan dirigidas. Las condiciones socioeconómicas, la convivencia, multicultural o no, y los efectos de los niveles culturales y educativos medios de las familias a las que pertenecen los educandos deben ser tenidos en cuenta. La escuela y sus docentes necesitan transformarse al compás de los cambios que se están operando en los sistemas sociales y económicos. Para hacerlo son necesarias estrategias integrales de acción y no políticas parciales. Avanzar en el logro de una escuela más democrática, sólo puede hacerse como parte de un proceso de transformación que comprometa a la institución escolar, así como al modelo de pensar y hacer política educativa.

El estudio de las reformas que se desarrollaron en América Latina durante los años 80 y 90, muestra que muchas veces se adoptaron enfoques parciales. Sólo un enfoque integral puede dar cuenta de las múltiples dimensiones que integran la temática de educación y democracia. Hay que pensar en los diversos aspectos que hacen al problema; desde quienes son los niños que hoy ingresan a los sistemas educativos, pasando por los planes de estudio, las estrategias pedagógicas, los docentes. Como todo educador, no puedo dejar de pensar que si algo es necesario, tiene que ser posible. Necesitamos una educación de buena calidad para todos que cumpla dos condiciones fundamentales: formar en los alumnos la capacidad para aprender a lo largo de toda la vida y formar en actitudes, valores y competencias que promuevan la solidaridad y la democracia. La tarea no es simple, pero sí urgente.

La importancia de educar al hombre en los valores que sustenta la sociedad en que vive y el significado de ello en la conservación de la propia humanidad, es objeto de discusión, análisis y reflexión en foros y eventos, tanto de carácter regional, nacional como internacional. Este problema de atención multifactorial, tiene su referente en toda actividad que se realiza en la escuela y en todos los factores que en ella intervienen.

En muchos países, el estudiante pasa cerca de 1 000 horas cada año en la escuela, en nuestro país el nivel primaria y secundaria pasan de las 1000 horas durante un año académico; particularmente en el aula, recibe la influencia de las diferentes ramas del saber, algunas de las cuales aparecen como curriculares ante el alumno durante unos 11 años, desde que ingresa al nivel primaria hasta que termina la secundaria.

Hace años los pedagogos hablamos de la necesidad de dar un vuelco a la formación de valores en la escuela, hace años también se viene planteando la necesidad de su fortalecimiento en la concepción y diseño de los currículos escolares, así como en la concepción del proceso de enseñanza – aprendizaje, mas parece que aún no hemos dado satisfactoriamente en la diana, pues seguimos insatisfechos con el acontecer pedagógico que diariamente transcurre en la escuela.

Si nos detenemos en un grupo de alumnos de primer año de secundaria, y analizamos el comportamiento del recién egresado de primaria o en un grupo que este próximo a ingresar a la universidad, es muy probable que encontremos en muchas aulas la falta de protagonismo del adolescente o del joven en la vida de su escuela. Si les preguntamos acerca de este hecho, seguramente las respuestas estarán encaminadas a declarar su pobre protagonismo en su vida estudiantil y probablemente en su vida familiar.

Si registramos qué acontece en el aula es muy probable que termine un turno de clase e inicie otro y termine el día y muy pocos alumnos hayan sido llamados a la reflexión y al debate en clase, posiblemente también, en muy pocos casos, se haya hecho referencia a los problemas de comportamiento, a lo que piensan, sienten y aspiran; siempre estamos llamando a los docentes, en muchos de nuestros países, a centrar su atención en la formación de valores, pero cómo lo enfrenta un maestro de primaria, uno de secundaria o de la universidad.

3.3 Valores Encarnados Orientadores: Honestidad, Responsabilidad, Tolerancia y la Convivencia Democrática

Todo lo anteriormente expuesto nos da lugar a repensar y replantear la óptica del como se ha estado tratando de formar a nuestros estudiantes en las escuelas de nuestro país, conocida como " Educación en Valores", demás está decirlo que en gran parte se ha fracasado, por cuanto, solo se ha transferido conocimientos y saberes en la parte teórica de lo que son los valores, faltando lo más importante, o sea la practica constante y sobre todo vivencial de los valores, de tal manera, que estos queden impregnados e interiorizados en cada una de las mentes de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, de ésta manera se " encarna" en la misma piel y espíritu para ser parte de un todo, de tal manera que formen parte de toda nuestra vida, deben ser practicados desde la niñez de ahí la importancia del rol que juega el docente en la escuela, el padre de familia y la comunidad en general, para lograr esa "encarnación", en la cual se sienta que es algo "natural" la practica diaria de estos valores. Para ello presento en el presente ensayo Valores que creo son los orientadores, a quienes los llamo así porque son los que van a encadenar, conducir, señalar el camino a los demás, estos valores orientadores son los que los niños, adolescentes y jones deben de llevarlo consigo si es posible desde el nacimiento: porque si los padres se han "nutrido" de estos probablemente cada niño en adelante llevara consigo cada valor encarnado en su propia psique, que es lo deseable , he aquí la propuesta de los siguientes valores encarnados orientadores: La Honestidad, la Responsabilidad, La Tolerancia y la Convivencia democrática.

La Honestidad: Cualidad personal que refleja rectitud en su proceder ante lo justo, el honor y la honradez, significando sinceridad, sencillez y veracidad. Los principios de la honestidad están dados por: a) Establecer relaciones con honradez, fidelidad, sinceridad y verdad, así como el respeto a las personas y al derecho intelectual y profesional de los demás; b) Poseer una actitud crítica y autocrítica en sus relaciones, basando sus criterios en el conocimiento; c) Ser sincero, no ocultar ni tergiversar la verdad, siendo veraz en los informes que realice; d) Fomentar y ampliar la disciplina, el respeto y la fidelidad a su empresa, a través del cumplimiento de lo establecido en leyes, normas y obligaciones, d) Ser participativo en la toma de decisiones, brindando todos sus conocimientos para determinar problemas, esclarecer situaciones o resolverlas.

Es Compostura, decencia y moderación en la persona, en sus acciones y palabras. Es la búsqueda permanente de lo recto, de lo honrado, de lo razonable y de lo justo, la persona honesta jamás se aprovecha de la confianza, de la inocencia o de la ignorancia de los demás, sabe muy bien que la vida ofrece oportunidades de obtener dinero fácil; pero, prefiere ganarlo mediante el trabajo honrado, sin importar los sacrificios que esto exija. "La honestidad es la demostración tangible de la grandeza del alma, de la generosidad del corazón y de la rectitud de los sentimientos. La honestidad aporta a las relaciones interpersonales la frescura del manantial montuno y la confianza de un amanecer soleado".[33]

La Responsabilidad[34]Es un valor que está en la conciencia de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral. Una vez que pasa al plano ético (puesta en práctica), se establece la magnitud de dichas acciones y de cómo afrontarlas de la manera más positiva e integral, siempre en pro del mejoramiento laboral, social, cultural y natural. Como cualidad personal con libertad para tomar decisiones y actuando con pleno conocimiento para sumir las consecuencias que de ellos devienen, significando compromiso y obligación. La persona responsable es aquella que actúa conscientemente siendo él la causa directa o indirecta de un hecho ocurrido. Está obligado a responder por alguna cosa o alguna persona. También es el que cumple con sus obligaciones o que pone cuidado y atención en lo que hace o decide. En el ámbito penal, culpable de alguna cosa, acto o delito. En otro contexto, es la persona que tiene a su cargo la dirección en una actividad.

Los principios de la responsabilidad están dados por: a) Ser exigente consigo mismo y con los demás, a través del ejemplo; b) Rechazar la pasividad, desarrollando la participación y el diálogo; c) Combatir lo mal hecho, el pesimismo y la indolencia, promoviendo el optimismo en las soluciones; d) Desarrollar el colectivismo en el cumplimiento de las tareas combinando la responsabilidad individual; e) Poseer sensibilidad humana para percibir en la comunicación con los compañeros sus intereses, necesidades y sentimientos; e) Desarrollar la entrega, la consagración y el amor a la profesión en el desempeño profesional.

La Tolerancia: Resulta oportuno recordar la declaración de la Carta de Naciones Unidas en la que expresaba "Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, E…] a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, […] y con tales finalidades a practicar la tolerancia ya convivir en paz como buenos vecinos. [35]

La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la actitud de apertura, la comunicación y la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. La tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica. La tolerancia, la virtud que hace posible la paz, contribuye a sustituir la cultura de guerra por la cultura de paz.

Tolerancia no es lo mismo que concesión, condescendencia o indulgencia. Ante todo, la tolerancia es una actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los Estados.

La tolerancia es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo (comprendido el pluralismo cultural), la democracia y el Estado de derecho. Supone el rechazo del dogmatismo y del absolutismo y afirma las normas establecidas por los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. Conforme al respeto de los derechos humanos, practicar la tolerancia no significa tolerar la injusticia social ni renunciar a las convicciones personales o atemperarlas. Significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que los demás se adhieran a las suyas. Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. También significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás.

La Convivencia Democrática:[36] Tiene que ver con el estilo de relaciones y de organización que se da entre grupos que pretenden funcionar bajo el modelo democrático. O sea, las personas, grupos o sociedades que les interesa el modelo democrático como forma de operar, de vivir, de compartir la vida, de organizar su institución y su política, de convivir. Tiene una vocación democrática. Especificando más, es una manera de convivir en la que se respeta profundamente la dignidad y la igualdad de todas las personas, de tal manera que se buscan formas para que las personas puedan expresarse y participar en un proyecto en común así como ser corresponsables de su proyecto en común.

La convivencia en la escuela puede generar grandes oportunidades de desarrollo a los estudiantes, según sean las demandas que les plantee. Un tipo de convivencia vertical posibilita que al alumno o alumna le resulte suficiente incluir el punto de vista de la autoridad y evite considerar otros, especialmente si percibe una actitud de censura a los disensos. Si en los cursos no se intenciona la vida comunitaria en base a la construcción de metas de grupo para cautelar el bien común, al alumno o alumna puede resultarle suficiente decidir según sus necesidades, las perspectivas de sus amigos y amigas, y no integrar las de otros que pueden pasar a ser "invisibles". La convivencia escolar, como nicho de desarrollo, aporta a la construcción del sentido y a las lógicas implícitas en el vivir-con-otros. Resulta fundamental comprender la necesidad de la cooperación y la solidaridad como base del funcionamiento social. Los grupos humanos requieren para operar cierta predictibilidad, para lo cual es necesario llegar a acuerdos respecto a las uniformidades esperadas en la conducta social, en función del marco social que las origina (Turiel, 1983).

Para desarrollar una convivencia pacífica, es necesario respetar las concepciones morales y los valores de todas las personas. Esto implica, en la práctica, aceptar a las personas con sus creencias y valores, sin menospreciarlas por ser diferentes, para una convivencia democrática es necesario que esta vaya acompañada de: a) La equidad. Es la situación que permite que todos los individuos de una sociedad tengan las mismas oportunidades de desarrollo; b) El diálogo. Es el mejor mecanismo para resolver problemas de convivencia. Solo puede ser considerado un valor si se respetan las reglas de equidad y respeto mutuo, c) La solidaridad. Es una conducta ética enfocada en el apoyo a los más débiles para que alcancen la mayor autonomía y autoestima posibles. Además, permite explotar al máximo los propios talentos en provecho del grupo y de la sociedad; d) La legalidad. Es la capacidad de actuar de acuerdo con las leyes en todas las situaciones.

Conclusión

Al comienzo del presente ensayo me propuse estudiar la naturaleza de los valores en la escuela, comprendiendo que en nuestra sociedad vivimos en un período cada vez más agudo (crisis de valores), donde el acomodo y la informalidad ético-moral (antivalores) ha resquebrajado todas las formas institucionales desde la familia hasta el gobierno, de allí la importancia que la escuela se comprometa en el proceso de restauración de valores vivenciales, encarnados que busquen la armonía y la paz en la sociedad, haciendo de la práctica constante de valores el modo de vida de sus educandos e involucrando en ello a todos los agentes intervinientes.

De ahí nuestra reflexión y compromiso de proponer la urgente necesidad de educar en valores, pero que estos hagan que las personas se mantengan "vivas", es la única forma de sentirse que son seres humanos, que pertenecen a este mundo, son las actitudes o virtudes las que le dan consistencia de ser, por cuanto el valor en sí es perfecto, encarnado en los seres humanos este se manifiesta de acuerdo a como sido concebido y se ha hecho "carne" en cada individuo, que respondan a las aspiraciones de libertad y de desarrollo que aspiramos todos y al que tenemos derecho. La familia y la escuela deben cumplir su rol de encarnar en sus hijos y estudiantes los valores que la identifican, como dice el doctor Elmer Robles Ortiz (Prof. Principal de la Universidad Particular Antenor Orrego-Trujillo), estos valores deben partir del hogar y de la Identidad por su "alma mater", sea ésta la Escuela, el Instituto o Universidad, solo así podrán trascender a la comunidad que los rodea, a su región y país.

Solo me queda como reflexión final que los valores de personas santas y cuasi perfectas que habitaron en este planeta son ejemplos a imitar, por cuanto, representan lo maravilloso de la encarnación de los valores, que en muchos de ellos han trascendido cual perfectos se los concibe, como Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta, entre los más representativos. Solo así podemos el mundo real, manejar y resolver los conflictos que se presenten y convivir con los demás de manera armónica, en paz y de plena felicidad.

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Autor:

Carlos Venegas

 

[1] La educaci?n y los valores. Cortina (coord.)Madrid, Biblioteca Nueva, 2000.

[2] Santo Tom?s y los Valores Guillermo Alberto Romero 3

[3] Pinckaers Servais Th., ?La moral cat?lica?, Ed. Rialp, Madrid, Espa?a, 2001

[4] Derisi, Nicol?s O, ?Los fundamentos metaf?sicos del orden moral?, UCA, Edit. El Derecho, Universitas SRL, Bs.
As, Marzo 1980, p?g 333.

[5] La noci?n de intencionalidad la conoce E. Husserl de Franz Brentano quien fuera Dominico y la conoc?a por
Santo Tom?s , a travez de Husserl la recibe M. Scheller, quien la usa su Etica de los valores

[6] Wojtyla Karol, ?Max Scheler y la Etica Cristiana?, BAC, Madrid, 1982.- Santo Tom?s y los Valores Guillermo Alberto Romero 2

[7] M. en S. P. ESTELA ORT?Z ROMOCRONISTA DEL CELe ( pag. 122)

[8] Fabelo, Jos? Ram?n. Pr?ctica, Conocimiento y Valoraci?n. ?La Habana: Ed Ciencias Sociales, 1982. ?235p.

[9] Fabelo, Jos? Ram?n. La formaci?n de valores en las nuevas generaciones. –La Habana: Ed Ciencias Sociales, 1996. ?70p.

[10] Rodr?guez, Zaira. Filosof?a Ciencia y Valor. —. La Habana: Ed Ciencias Sociales, 1989. ?52p

[11] S?nchez Linares, Felipe. ?Es Ciencia la filosof?a?. —. La Habana: Ed Pol?tica, 1989. –226p

[12] Eun-Jeung Lee: docente-investigadora de la Universidad de Halle ( pag. 2)

[13] S?lo unos pocos chinos de Singapur hablan mandar?n. Para 1980 apenas el 12% de la poblaci?n china usaba el mandar?n como idioma principal en su casa, mientras el 60% utilizaba dialectos chinos. La proporci?n de la poblaci?n que usa el ingl?s como idioma principal en familia subi? del 12% en 1980 al 20% en el a?o 1990 (Balakrishnan, p. 28).

[14] Discurso que el Ministro de Educaci?n Sergio Bitar pronunci? en la Inauguraci?n del Seminario ?Fortalecimiento de la democracia a trav?s de la educaci?n ciudadana? en la Universidad Cat?lica de Chile el 26 de Agosto de 2004.

[15] Crist?bal Navarro Garc?a, la educaci?n en valores en la formaci?n profesional, p?g., 12

[16] Ver http://www.educadem.oas.org/espanol/cpo_sobre.asp

[17] Susana Frisancho Hidalgo. (Ponencia presentada en el marco de la C?tedra Andina de Educaci?n en Valores. Lima, Noviembre 2001)

[18] MENIGNO HIDALGO MATOS, Profesor e Investigador Doctor en Educaci?n Gerente General del INADEP
Integrante del Comit? Ejecutivo del Centro Regional de Educaci?n para Am?rica Latinay El Caribe (CREALC)

[19] TIERNO, Bernab?, ?El libro de los valores humanos?, Espa?a, 1992, pag.11.

[20] TINCOPA, Lila, ?El Reto de Educar en Valores?, documento de trabajo, Ministerio de Educaci?n, DINESST
Lima,1994

[21] CORTINA, Adela, ?Un Mundo de Valores?, Generalitat Valenciana, 1996.

[22] Ministerio de Educaci?n, ?Gu?a de educaci?n en valores?, Per?, 2004

[23] Dr. Asael M?rquez Alfonso, La formaci?n de valores en los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina Sandino en Pinar del R?o.2008.

[24] Dr. Jinobel P?rez Rodr?guez, La formaci?n de valores en los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina Sandino en Pinar del R?o.2008.

[25] Dra. Alicia del Rosario Ram?rez P?rez, La formaci?n de valores en los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina Sandino en Pinar del R?o.2008.

[26] Wojtyla Karol, ?Max Scheler y la Etica Cristiana?, BAC, Madrid, 1982.

[27] Casaubon, J.A,?Nociones Generales de L?gica y Filosof?a?, EDUCA, Bs.As, mayo de 1999, p?g.386.

[28] Maritain Jacques, Las Nociones Preliminares de la Filosof?a Moral Ed. Club de Lectores pag.106

[29] La noci?n de intencionalidad la conoce E. Husserl de Franz Brentano quien fuera Dominico y la conoc?a por Santo Tom?s, a travez de Husserl la recibe M. Scheller, quien la usa su Etica de los valores

[30] Filosofiaperu.files.wordpress.com/…/vademecun-del-realista-principiante-etienne-gilson.

[31] Ricardo SANMART?N ARCE, ETNOGRAF?A DE LOS VALORES, p?g. 131, 2001

[32] PNUD Informe sobre Desarrollo Humano Per? 2005. Hagamos de la competitividad una oportunidad para todos. Lima, 2005.

[33] es.wikipedia.org/wiki/Honestidad, consultada el 28-07-2012

[34] es.wikipedia.org/wiki/Responsabilidad, consultada el 28-07-2012

[35] ESTEBAN IBARRA, Convivencia Democr?tica y Tolerancia, p?g. 17

[36] portal.iteso.mx/portal/page/portal/Sinectica/entrevista_mena.pdf, Entrevista realizada por Gustavo Abarca

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