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¿Ya esta listo?



    Ya está listo?

    Nunca estuvo lista para la decisión,
    esa que contradecía sus principios religiosos desde su
    educación interna. Entre comadres humeando en
    ollas…asechando entre ventanas y puertas rotas,
    persignándose ante pecados imaginarios, fue su alimento
    temprano.

    Un calostro agrio y distante, generado de
    angustias pasadas; encadenadas en progenies excusas, que suelen
    dar hogares de rústica apariencia, pero frescos
    despertares… De agitadas albahacas por aves bulliciosas,
    intermitentes y fugaces, penetra su aroma, abriendo sus ojos
    oscuros; casi negros… como aquellos cuervos. Aquellos que en
    ese mismo instante, diferenciaban sus oídos del resto de
    las aves, imaginando otra vez la masacre en sus maizales. Pobre
    desgranado maíz mutilado..! Siendo más rojo aun,
    por los primeros tintes de un sol otoñal. Sus sentidos le
    hablaban de lo mismo…de ese fragmento en despertares, de vivir
    entre rojos maizales, visitados cada siete días de
    implacable exterminio por cuervos piratas de negro…

    Campesina impuesta en su terruño,
    cercada sin referencia exterior, más que por una radio
    vieja heredada de Europa, en forma de capilla que se asemejaba a
    un atrio de aquellas grandilocuentes iglesias paganas, pero en
    menor escala. Solo podía apreciarla de cerca en el taller
    de su padre, donde filtraban por las chapas los haces del sol.
    Cruzando entre ellos, si su padre le pedía ayuda para
    llevarle agua del establo y así poder enfriar el hierro
    forjado al rojo vivo para terminar las herraduras encomendadas
    del cercano pueblo.- El hierro siempre se forja en caliente
    hija…!

    El río, fue siempre su frontera,
    como el mar divisorio de culturas, al que referían
    aquellos inmigrantes, contando en la mesa y en familia, los
    pescados que cenaban poco después del
    atardecer…

    Aquella joven mujer, siempre se
    sintió lista para todo lo que acarrea una casa…Su
    único recreo, la fascinaba una vez a la semana cuando
    vendía artesanías hechas en hierro por su
    padre.

    Era a orillas del puerto, donde
    pendían sábalos colgados de sauces viejos y
    llorones, de algunos baqueanos pescadores…donde barcos de
    hierro hacían su descarga. Le atraían por su color
    púrpura y corrosivo oxido. Fijando la mirada en la oscuras
    aguas del Río, veía reflejado su rostro, como un
    mascaron de proa…Más, los hombres con manos empetro
    ladas, abatían como alas negras y cuervos gritando:-"Ya
    está listo!- Soltaban amarras una vez más, las
    sogas tensas, deshilachadas en mechones rojos, translucían
    en el crepúsculo, sangrado y manchado cielo…Ya esta
    listo?

    De exilios postergados, fueron los viajes a
    la velocidad de la luz, en su mente, con alas y velas impulsadas
    por vientos, que embarazan la tensión continua de su
    trayecto, firme pero sin destino… Por la incertidumbre de
    aquel lugar placentero y sublime… del que nunca imaginaron
    los más allegados de su entorno.

    Mezclar su sangre era su instinto, sus
    orígenes latinos ya fusionados, daban a conocer su mestiza
    raza de piel mate. Al brillar su amplia sonrisa Afro, se
    iluminaban aún más sus ojos Moros. Ella
    sabía que era alguien especial. Por sus arduos trabajos en
    equipo, sin distinción de géneros, no dejaba de
    tener en cuenta su natural feminidad, que a tantos atraía
    en las variadas fiestas del pueblo. Allí se
    distinguía de las demás gringas de ojos azules, a
    las que galanteaban los jóvenes rubios lugareños,
    de boinas vascas y lampiñas barbillas
    indefinidas…

    Pocos la llamaban por su nombre –la
    hija del herrero- esa etiqueta del pueblo que comúnmente
    se gana, en especial las mujeres que ponen un freno en su mirada
    segura de sí, a menos de dos metros de su nariz, sin que
    el otro tartamudee su propio nombre… Claro está, ya
    que el baile de miradas esquivas, entre musiqueros y acordes
    incita a danzar cerca, al calor de brasas en llamas. Sofocan su
    respirar… los vahos de alcohol, entre pistas en polvareda
    de tierra roja y negra.

    Su mirada encubría un dolor
    defensivo, desconfiado, desafiante; pero de un magnetismo siempre
    presente. Aunque todo esto nunca lo supo…no era consciente de
    su mezcla felina de pantera negra criada en cautiverio, a la que
    pueden llegar a tocar su piel, si ella lo logra primero, pasando
    desapercibida.

    En aquel lugar no tan remoto, a solo 300
    kilómetros de Bs. As., los pueblerinos no hacían
    interpretaciones freudianas, infectadas por seudos intelectuales
    porteños. Allí apareció un hábil
    observador documentalista, que cubría imágenes en
    su cámara de video, para un trabajo de prensa del folclor
    de aquella región. Le atraían las aptitudes y
    costumbres de la gente de campo, risotadas casi ingenuas,
    comparándolas con el estereotipo impávido y
    robótico de los shopping de ciudad.

    Ante él, no pasó
    desapercibida la presencia de aquella mujer aislada, de
    observante mirada, por la intriga que le producía aquel
    camarógrafo, dándole la sensación de un
    cazador al asecho, como preparando un certero disparo en su
    frente.

    Donovan, con su cámara en mano,
    trató de ocultarla y pasar inadvertido de su mirada
    esquiva… Dejó de observar a la joven,
    fugándose para mezclarse entre la gente y el bullicio
    festivo. –"Hoy no es el
    día…"-pensó.

    El sol filtraba lentamente por las
    aberturas del taller de madera rústica, como tantas veces
    y a la misma hora, muy temprana del día, pero con minutos
    de retraso… anunciando el invierno venidero. Las heladas
    junto al rocío, se evaporaban penetrando por las hendijas
    de aquel galpón tan pintoresco en su interior, con las
    fraguas exhalando el renovado oxígeno a las ardientes
    brasas tempranas, al rojo vivo…

    Las herramientas del viejo herrero, eran
    piezas casi indestructibles e históricas, con el viejo
    sello inconfundible de Toledo, aquella región de
    España que enriquecieron antiguos forjadores
    ibéricos, de dichas espadas y armaduras guerreras. De
    allí traían sus más preciados secretos, que
    utilizaba en sus trabajos más finos para el acero, de
    cuchillería y dagas, con mangos e incrustaciones en oro y
    plata.

    Al llegar las 8 AM, Donovan mataba su
    tiempo en un viejo almacén del pueblo, donde en el
    desayuno, los dueños dejaban sobre la mesa, las jarras de
    café y leche, con un pan casero para servirse a su
    gusto… Estaba algo aburrido, curioseando un programa ya
    emitido de la TV local del pueblo, mirando destrezas de jinetes a
    caballo y como también, de algunos gauchos que
    aparecían con la sonrisa de niños, mandando saludos
    a sus hogares, por medio de la cámara viajera de
    Donovan… Siempre grababa la misma rutina en el interior
    del país, a juglares payadores, a docenas de tropillas
    entreveradas, de distintos pelajes…entre Moros, Zainos y
    Tobianos. Pero esta vez, estaba ansioso por ir a entrevistar al
    mejor artesano de la región o quizá al más
    reconocido del país, al viejo Elías.

    Ella entró por la vieja puerta de su
    infancia, con el mismo balde de metal cargado con algo de agua.
    Con sorna apareció una voz interior:-"el hierro se forja
    en caliente, hija".- La frase de siempre… que esta vez, no
    la había pronunciado el viejo herrero.

    Sin prisa, en actitud mecánica, con
    su padre encastraban justo como la sincronía de un reloj,
    al golpear martillazos en el yunque de trabajo.

    Después ella enfriaría
    algunas piezas de hierro incandescente, ya forjado en el tiempo y
    por siempre… Lo haría sumergiendo sus manos en la
    tibieza del agua, seleccionando otra vez las vírgenes
    herraduras, ansiosas por ser caminadas.

    Así fue su crianza, en un seno
    patriarcal del deber, del horario, de responsabilidades asumidas
    como propias, de prejuicios maternos sin sentido, en distancias
    vacías de poco afecto, pero revalorizada solo por el
    cumplimiento rutinario del trabajo.

    Su silencio, acumulado de amasar
    perseverancia, en cosechar la vid de cepas enanas, entre racimos
    de uvas pequeñas y maduras, selecciona un Malbec futuro,
    para ser añejado en barriles de roble de una vieja
    España.

    Ella supo correr entre pastizales muy finos
    y altos, dejando acariciar su piel, dándole la velocidad
    una sensación al tacto, de la caricia suave, semejante a
    los mamones venados…y al mismo tiempo, eran sus instintos
    reflejos como el rayo, al poder diferenciar una serpiente
    cascabel de una culebra verdosa en un fragmento de tiempo.
    Corriendo descalza, sin dejar de ver un punto imaginario en su
    horizonte…podía percibir también el olor a
    tierra mojada, que el viento traía, bautizando de una
    pronta lluvia a sus dorados maizales.

    Esa naturaleza, entre otras cosas, fue la
    esencia del renacer constante de sus sentidos…

    Los alambrados campos de girasoles
    curiosos, observan a los rebaños en pánico
    Entristecido el crepúsculo en cada atardecer, viendo como
    arrean los perros pastores mientras los verdugos látigos
    resuenan al galope… montando algunos hombres de negros
    sombreros.

    Donovan permanecía sentado en ese
    viejo bar. Estaba observando algunos cuadros de viejas fotos
    ampliadas, de los primeros pioneros de aquel pueblo que araron
    esa tierra prometida, con viejos carruajes de inmigrantes
    ansiosos.

    No había dormido muy bien la noche
    anterior, ya que tuvo que hospedarse, a altas horas de la noche,
    en la iglesia del pueblo, por no estar preparadas las
    hosterías, durmió entre colchones y gente de
    trabajo a caballo.

    La fiesta fue muy concurrida por habitantes
    aledaños del lugar, organizada "políticamente" y de
    entradas gratuitas… Por gestiones de intendentes que
    aparecen en palcos escénicos, destacando a los invitados
    presentes, con distinciones por la trayectoria histórica
    de dichas familias rurales, de las que apenas
    conocían…Esto fue grabado en imágenes, para
    el próximo programa de la TV rural. -Otra vez la misma
    rutina!- pensó Donovan…salvo la imagen grabada en
    su retina, de aquella mujer intrigante y enigmática, a la
    que no pudo registrar en su arriesgada lente, a su debido
    instante, sin la esperanza de volverla a ver.

    Fue un camino sinuoso entre polvo y
    piedras, hasta llegar a un acantilado costero del Río,
    cercano a un puerto. A pleno sol de la tarde, irrumpió la
    siesta del valle.

    Desde allí se divisaba un casco de
    estancia, en forma de herradura y caballos salvajes, pastando
    tranquilos. En el último tramo de quinientos metros,
    variaban los distintos tonos de verdes olivares…algunas
    aves negras en busca de alimentos, caían en picada sobre
    los trigales. Fue un buen momento para registrar la apertura del
    lugar, desde el vehículo, con cámara en mano,
    aproximó un zoom, mirando por la lente y sin grabar,
    descubrió una mujer a lo lejos… Ella danzaba entre
    las espigas, con manos en alto corría y giraba en su
    propio eje. Mientras lo hacía, aquellos oscuros
    pájaros parecían acompañar su aparente danza
    en vuelos rasantes, mezclando su larga cabellera negra de
    movimientos ondulantes con lo agresivo del
    flamenco…

    No dudo en grabar ya las imágenes,
    eso tan impredecible lo excitaba. Se acercó para tomar de
    cerca su rostro…fue más bella que la primera
    impresión de aquella noche en la fiesta del pueblo. Tuvo
    que bajar del auto para caminar y mimetizarse entre los
    árboles sin ser visto, la sensación de estar
    grabando un documental de un felino en su hábitat, lo
    llevó a paralizarse.

    Disfrutó de ese momento desde el ojo
    de la cámara, descubriendo algo de la intimidad de esa
    joven… Tal vez desolada, atraía a los
    pájaros negros que volaban en círculo continuo,
    estando quieta en su horizonte, como un espantapájaros,
    giraba descontrolada, burlándose de ellos. Como si
    estuviese en trance, repetidas veces sucedió
    esto…hasta pronunciar un -No!- rotundo, y
    desaparecieron.

    Permaneció tranquila sentada sobre
    una piedra esférica, reclinada hacia atrás miraba
    el cielo. Fue el momento justo para que Donovan, guardarse su
    cámara…Ella dirigió su mirada directa hacia
    donde él estaba, como si ya lo hubiese visto minutos
    antes, percatada de su movimiento en marcha, como si aquel hombre
    simulara su recién llegada.

    Al acercarse, ella sintió una leve
    palpitación y nerviosismo…

    Hola, busco un hombre llamado
    Elías…para un reportaje.

    Si es aquí, pero el no está,
    vi que estaba con su cámara grabando mi
    huerta…

    Perdón es que…

    No importa. Sabía que
    vendrían de la TV por mi padre

    -Soy Donovan…

    -Selena, soy la hija.

    Saludándose, rozaron sus mejillas,
    ese momento permaneció eternamente en un fragmento de
    tiempo. Donovan quedó confundido por el aroma de su bosque
    otoñal, mezclado por el de su largo cabello. Ella se
    percató de la sensibilidad de éste, al escuchar su
    respirar profundo en aquel instante…

    Donovan quedó como un cazador sin su
    escopeta, al no portar su cámara. Como un escudo de un
    solo ojo, estando tan cerca, desde otra perspectiva, y de frente
    fue consciente de sus dos ojos, sin saber donde
    reposarlos.

    Selena, apoyada en la piedra y con su
    amplia sonrisa, lo invito a seguirla…y en el trayecto
    mirándola por detrás y más relajado se
    preguntó… ¿Será tan salvaje?
    ¿Tan hembra en sí misma como lo transmite?
    Quizá la crudeza del lugar deterioró sus manos,
    desde muy temprana edad, amasando su pan maternal en un desayuno
    obligado, sin contagiar limaduras de hierro debajo de sus
    uñas recortadas y de visionarios dedos con alas
    hipersensibles… Pero el interrogante mayor y para su
    asombro, era como Donovan podía plantearse todo esto, en
    tan poco tiempo…con tan poco dialogo entre sí…Mas
    allá de un posible orgasmo elaborado en su mente, que era
    casi predecible… sin duda imaginable en la mente de un
    cineasta creativo…o de un documentalista netamente
    tácito desde su realidad. De todas formas estaba dispuesto
    a saber, a sentir y a discernir con su intuición o con su
    ilusión óptica.

    -Creo que vale la pena.-
    Susurró.

    Llego casi el atardecer, acelerado por un
    viento repentino de esos que traen tormentas.Ella mirando hacia
    arriba y percibiendo en su nariz el olor a tierra mojada,
    dijo:

    Esta lluvia le vendrá bien a la
    siembra…mi molino trabajara mucho en la cosecha de
    maíz.

    Para donovan el tiempo le pareció
    eterno desde su encuentro con Selena, en ese recorrido hasta la
    estancia, disfruto las primeras gotas de lluvia que
    desaparecían absorbidas en la piedra y el polvo de sus
    pisadas.

    El aire de campo le hacia bien, le
    recordaba a su infancia, las tardes en media estación de
    ese aire fresco y de llovizna, de potreros y vías casi
    muertas, donde de vez en cuando perezosos trenes de carga,
    pasaban silbando sin estación alguna…nunca paraban.
    Colándose en el ultimo vagón color naranja jugaba
    con sus inagotables fantasías… para preguntarse
    luego de soltarse en un silvestre acampado, y para ver como se
    marchaba… de donde vendrían? y cual su destino? En
    su silbato lejano… nunca lo supo.

    El croar de los sapos y un concierto de
    grillos, lo hizo volver a sus pasos, y a mirar por momentos los
    firmes glúteos de Selena, noto su andar despreocupado y
    seguro. Mientras caminaban juntos en paralelo a un alambrado
    hecho corral, conteniendo caballos inmóviles,
    transmitían esa calma que produce la espera y el disfrute
    de la lluvia, en un vaivén de largas colas al
    unísono.

    Rápidamente trato de sacar un tema
    de interés, hablando de la ciudad y el stress que vive la
    gente en Bs As.

    Me encantaría vivir en un lugar como
    este, aunque no se por cuanto tiempo…

    Si…? Cual será el lugar que
    uno elige en el que le toco vivir por algún
    tiempo…para después decidir morir en el por
    elección?

    Pregunto Selena buscando los ojos de
    Donovan algo serio.

    – Quizá tenga que ver el arraigo,
    las costumbres, las raíces del lugar

    Que condicionen o no algún
    exilio…

    – Es cierto…seguir con lo heredado,
    condiciona sin la opción de otro

    lugar que uno imagina…vos tuviste la
    suerte de conocer varios no?

    – Si, pero siempre dentro del país,
    aunque siendo tan extenso volví al

    mismo punto de partida, por el trabajo, por
    la familia

    Por el arraigo… –
    irrumpió Selena

    Se detuvieron un instante, tenían
    que comunicarse con sus ojos…debían hacerlo,
    sintieron como si se conocieran de hace tiempo, jugo con el la
    imagen cinematográfica esperada, pero impredecible, sin
    elaborar movimientos dirigidos se dejo llevar igual que ella, por
    otro dialogo creado por sus manos, coincidiendo una
    energía eléctrica desde sus palmas. Con un calor
    sano…queriendo que perdure por encima del agua de lluvia,
    mojados sus cuerpos, sus rostros… se olieron, el
    imperceptible vapor emanado de la piel
    mojada…pequeños relámpagos fueron falsees
    intensos, iluminando sus maizales…los rayos en el cielo,
    se extendían en el último resplandor crepuscular.
    Otro día llego a su fin…lo pensaron sin hablarlo,
    mientras permanecían abrazados como queriéndose
    meter uno dentro del otro…

    Ella le hablo de barcos que amarraban en el
    puerto y luego partían…

    El le hablo de trenes lentos cargados de
    maíz, que nunca pararon… sin saber de su partida y
    su destino…

     

     

    Autor:

    Marcelo Alberto Pavoni

    Septiembre 2012

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