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La comunicación en el proceso de rehabilitación del paciente con Parkinson Idiopático



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Características psicológicas del
    paciente con EPI
  4. Estrategias
    comunicativas
  5. Conclusiones
  6. Referencias
    bibliográficas

Resumen

Las afecciones del Sistema Nervioso están entre
las que más dificultan el desarrollo normal de las
funciones de la vida diaria de las personas afectadas, de quienes
las rodean y las posibilidades de vida social y laboral, dentro
de su familia y en la comunidad; entre ellas se destaca la
enfermedad de Parkinson Idiopàtico la cual presenta dentro
de sus síntomas limitaciones psicológicas, de
ahí la importancia de la caracterización
psicológica del enfermo y de una eficiente
comunicación paciente- familia- rehabilitador durante el
proceso de rehabilitación que posibiliten el desarrollo y
afianzamiento de valores y la reincorporación de estos
pacientes a la comunidad.

Introducción

Cuando se enferma un miembro de la familia se puede
afirmar con rigor que toda ella, en cierta medida, también
lo está. Es importante poder influir no sólo en el
hombre limitado sino, inclusive, en el bienestar familiar. La
acción del rehabilitador físico va encaminada a la
atención de las personas con defectos motores en las
diferentes familias. Su función trasciende la
terapéutica, se convierte en educador, y el apoyo humano y
moral que brinde, decididamente, contribuirá a
curar1.

Del equilibrio social que el individuo mantenga con su
medio depende en gran medida el éxito de las acciones de
salud que se desarrollen a su favor, por lo que el
propósito fundamental de estas debe ser la
reincorporación del individuo a una vida normal y
productiva dentro de la sociedad, y no meramente el tratamiento
de su enfermedad.

Al abordar las condiciones internas del adulto mayor con
enfermedad de Parkinson se constató un gran número
de características que con poca frecuencia se encuentran
en un solo sujeto.

Desde el punto de vista clínico afecta
predominantemente el aspecto motor del paciente, sin embargo es
un síndrome mucho más complejo que involucra un
amplio espectro de problemas, algunos específicos como los
trastornos autonómicos, hipotensión
ortostática, trastorno de la regulación de la
temperatura, constipación, disfunción sexual,
trastornos de tipo parestésicos, trastornos conductuales y
otros inespecíficos como la fatigabilidad, seborrea y baja
de peso.

Se caracteriza también por otros síntomas
motores menos frecuentes como: facie amímica,
hipofonía, disfagia con exceso de salivación y
micrografia. Son frecuentes los trastornos de la conducta
(demencia, depresión), trastornos sensitivos (dolor,
parestesias) y alteraciones vegetativas (hiperhidrosis,
constipación, dermatitis seborreica).

Trabajar en aras del mejoramiento de la salud del ser
humano es una labor responsable y más en un campo tan
amplio como la Cultura Física Terapéutica.
Involucrar de forma activa a la familia por lo que esta
representa desde el punto de vista afectivo y por su influencia
en el tratamiento rehabilitador es de suma importancia, pues es,
además, una instancia mediadora entre el individuo y la
sociedad, el escenario privilegiado donde se lleva a cabo el
desarrollo de la identidad y el proceso de socialización
del individuo. Constituye un espacio de vivencias de primer
orden, proporciona los aportes afectivos necesarios para el
bienestar de sus miembros y se profundizan los lazos de
solidaridad.

La actividad conjunta rehabilitador- paciente- familia
supone la presencia de objetivos comunes, la especificidad de la
tarea de cada uno de los participantes en el proceso
rehabilitador y la coordinación de sus interacciones. Es
en la actividad conjunta donde más claramente se
manifiesta la función comunicativa, especialmente la
comunicación interpersonal. El carácter social de
la actividad conjunta consiste en que, en calidad de medios y
procedimientos se utilizan aquellos que son
característicos de la comunicación y la propia
actividad se realiza según las leyes de esta.

Cuando se desarrolla una buena comunicación entre
los miembros de la familia y el rehabilitador que la atiende, se
obtienen resultados positivos en el trabajo y se alcanza mayor
satisfacción con la labor que se realiza es por eso que el
objetivo de este trabajo consiste en: Valorar la importancia de
la comunicación en el proceso rehabilitatorio de los
pacientes con enfermedad de Parkinson
Idiopàtico.

Desarrollo.

Características psicológicas
del paciente con EPI

Un campo de acción de la Psicología
Médica, considerado de los más importantes que
desarrolla esta joven ciencia, lo constituye la comunidad pues en
las enfermedades no ocupan un lugar importante solamente aquellos
factores psicogénicos, sino otros que dependen de las
decisiones de cada persona.

La comunidad, es también, un conjunto de personas
que residen, trabajan e interactúan en un espacio
geográfico mucho más limitado – un área de
salud, una granja agrícola, un barrio residencial o una
cuadra – de manera que al estudiarla como categoría, se
puede apreciar una continuidad que abarca desde la microsociedad
hasta la macrosociedad.

¿Qué impulsa al sujeto a no hacer
ejercicio físico? ¿Cómo hacer para seguir
una dieta que no propicie la gordura?

Estas preguntas no se responden en el hospital, sino en
el medio natural donde el hombre vive, trabaja y se desarrolla:
la comunidad. Por eso, el rehabilitador tiene que conocer y
aplicar los conocimientos necesarios para entender la
personalidad del individuo, sus motivaciones, actitudes, los
grupos a que pertenece, entre otros factores; de este modo
podrá ser un verdadero educador, un rehabilitador
integral, capaz de tratar multidimensionalmente cualquier
enfermedad.

El profesional de la salud, especialmente el
rehabilitador, no puede descartar que el proceso salud-enfermedad
se produce en una cultura determinada, que condiciona el marco
explicativo y la posibilidad de intervención, esta
última sólo puede llevarse a cabo con el
conocimiento y consentimiento de las personas a quienes va
dirigida la acción de salud.

Las manifestaciones psiquiátricas son
relativamente frecuentes en la enfermedad de Parkinson, con una
frecuencia que varía entre el 10 y el 50% según las
distintas publicaciones. Generalmente, se producen después
de varios años de tratamiento. Pueden ser manifestaciones
derivadas de la propia enfermedad o relacionadas con el
tratamiento empleado.

Desde el punto de vista psicológico el objetivo
es conseguir una buena aceptación de la enfermedad con
orientación general de la misma, entrenamiento en pautas
de afrontamiento para la depresión, la ansiedad, problemas
sexuales, apatía, inhibición social y problemas del
comportamiento, entre otros.

Por lo general, las personas con problemas cognitivos
exigen una atención especial, que incluye la
supervisión directa (muchas veces durante veinticuatro
horas al día), técnicas especializadas de
comunicación, la atención a conductas
extrañas o difíciles, la incontinencia y la ayuda
para realizar actividades de la vida cotidiana, por ejemplo:
bañarse, alimentarse, pasar de la cama a un asiento o
silla de ruedas, el aseo personal y otros menesteres
diarios.2

Cada persona encierra un mundo en sí, para los
enfermos con Parkinson, la realidad en que viven agrega nuevas
complejidades, nuevas rutas, exigencias y barreras a vencer que
son fuentes de nuevas conductas y motivaciones. Siente la
necesidad de ser útil. En este proceso la familia es un
elemento activo mediador en las relaciones del enfermo con la
sociedad.

Reconocer la depresión en una persona mayor no
siempre es fácil. A menudo es difícil para la
persona mayor describir como se siente. Además, los/as
ancianos/as americanos/as de esta época crecieron cuando
la depresión no se reconocía como un desorden
biológico y enfermedad médica. Por lo tanto,
algunas personas mayores temen ser llamados "locos/as" o se
preocupan que su enfermedad sea vista como una debilidad de su
carácter 3-4.

La persona deprimida o sus familiares pueden pensar que
un cambio de ánimo o conducta es simplemente un estado de
"humor pasajero" y que la persona sólo necesita
"sacárselo de encima." Sin embargo, una persona con
depresión no puede "pasar por encima" de su enfermedad. La
depresión es una enfermedad médica que debe ser
diagnosticada y tratada por profesionales especializados. Una
depresión sin tratar puede durar meses y hasta
años4.

El rehabilitador no debe olvidar que una
depresión no tratada puede: conducir a la incapacidad,
empeorar síntomas de otras enfermedades, llevar a una
muerte prematura, terminar en suicidio. Cuando la
depresión es debidamente diagnosticada y tratada,
más del 80 por ciento de los casos se recuperan y regresan
a su vida normal5.

La depresión es el trastorno psicológico
más citado en los pacientes con Parkinson, en un 40% de
los casos se diagnostica junto con la enfermedad y durante el
transcurso de la misma llega a padecerla un 80% de los enfermos.
Las causas que originan la depresión son variadas: la
propia enfermedad neurodegenerativa (alteración de
neurotransmisores), mala aceptación psicológica de
una enfermedad crónica e incurable (desesperanza,
pesimismo, miedo a morir) y otras veces, surge como efecto
secundario de la propia medicación antiparkinsoniana. El
apoyo de un psicólogo especializado ayudará a
superar este problema emocional.

La angustia, la ansiedad y los ataques de pánico
son menos frecuentes que la depresión en el Parkinson. Los
pacientes muestran síntomas tales como inquietud,
nerviosismo, temor, preocupaciones excesivas, irritabilidad y
agresividad, sensibilidad emocional incrementada, altibajos
afectivos, somatizaciones (taquicardias, disnea respiratoria,
pinchazos en el pecho, insomnio, etc.). Medicamentos tales como
ansiolíticos y técnicas psicológicas de
relajación y control emocional ayudarán al enfermo
de Parkinson en un corto plazo.

La hipocondría es la creencia del paciente de que
va a morir pronto por lo que muestra atención continua a
síntomas físicos, temor a padecer otras
enfermedades graves (ataques cardiacos, tumores…), entre otros
estados. Aunque es difícil de tratar, un psicoterapeuta
experimentado puede ser útil para controlar estos molestos
estados de aislamiento social y problemas de pareja (incluidos
sexuales), alucinaciones (ver cosas que no existen), delirios
paranoides (ideas extrañas), confusión,
síntomas psicóticos y que no los produce la
enfermedad de Parkinson en sí misma, suelen ser generados
por un exceso de medicación como efecto secundario
indeseable.

El abandono de las actividades cotidianas, a menudo
viene condicionado por no poder seguir el ritmo a veces
frenético que la sociedad impone. Según un estudio,
la enfermedad de Parkinson es la responsable de que el cuarenta
por ciento de los afectados se jubilen prematuramente y que un
treinta y dos por ciento pierda su licencia para
conducir.

Así, señalan que en esta enfermedad
resulta fundamental la información inicial que recibe el
paciente. La manera en la que reciba el diagnóstico y la
información sobre esta patología puede suponer un
mazazo definitivo o la aceptación de padecer un proceso
largo, al que se debe adaptar sin rendirse nunca. Y es que a
veces los pacientes se aíslan progresivamente al observar
que no les entienden bien. Van evitando las salidas, reuniones
sociales y restringiendo a los más íntimos la
relación. De hecho, las circunstancias que envuelven a
estas personas pueden favorecer un estado de ánimo
depresivo, según señalan los expertos.

Puede usarse una amplia variedad de terapias de apoyo y
complementarias para la enfermedad de Parkinson. Entre
éstas se encuentran las técnicas
fisioterapéuticas estándar, ocupacionales y del
lenguaje, que pueden ayudar con problemas tales como los
trastornos de la marcha y de la voz, temblores y rigidez, y
deterioro cognitivo5-6.

En el primer contacto debe reflejarse en el ánimo
del rehabilitador el interés total por el hombre, el deseo
de ayudarlo, para esto no basta sólo el deseo, sino
ciertos conocimientos y procederes necesarios para alcanzar el
objetivo, pues se presentan dos expectativas recíprocas:
el enfermo que quiere recuperarse y el rehabilitador que necesita
información para lograrlo.

La apariencia personal del rehabilitador es de gran
importancia y produce una buena impresión que satisface al
paciente cuando lo ve aseado y correctamente vestido, al
contrario, aparece la desconfianza cuando existe poca pulcritud y
descuido. El rehabilitador debe ser mesurado, correcto (en el
hacer y el hablar).

El paciente ingresado, considera su situación muy
seria, por lo tanto es natural observar en él ansiedad,
opresión e incertidumbre sobre su futuro. Es aquí
donde el rehabilitador juega su primer rol: infundir
ánimos y confianza al enfermo y la familia. Su
actuación con tacto, firmeza, amabilidad y
corrección, ganará la cooperación de
todos.

Son conocidos, los sentimientos afectivos y solidarios
que mantiene nuestro pueblo con sus familiares, aspecto unido al
carácter y tradiciones del cubano. Generalmente en la
familia cubana cuando alguien enferma dentro del ámbito
hogareño familiar ocurre un problema afectivo. El
humanismo de nuestra sociedad, apoya y alienta la unidad de la
familia dentro de la organización social.

Todo lo anterior, obliga a los rehabilitadores, como
profesionales de la salud, a mantener una adecuada
relación con los factores familiares, con el objetivo de
proporcionar satisfacciones y lograr la necesaria
cooperación para la consecución de los
propósitos del proceso de rehabilitación de los
pacientes con Parkinson Idiopàtico.

El rehabilitador tiene el deber de informar a la familia
acerca de la enfermedad y del proceso rehabilitador. Debe saber a
quién está informando, qué nivel ocupa en la
familia , el hogar y sin faltar a la verdad, debe actuar con
tacto, dando la información necesaria y suficiente y
además debe lograr que el acompañante se convierta
en una ayuda real para el proceso rehabilitador, estableciendo
una relación de cooperación lo más estrecha
posible teniendo en cuenta la gran importancia de esta
compañía para el enfermo y la necesidad de afecto
que este siente y que nadie mejor que su acompañante le
puede brindar, por lo que el rehabilitador debe mantenerse
comprensivo ante cualquier sugerencia de la persona que
acompaña al paciente.

Uno de los índices utilizados para conocer el
funcionamiento social del individuo es el examen de la influencia
del apoyo social y de los lazos sociales sobre el bienestar
físico y psicológico de una persona, es decir, su
inserción en determinadas redes de relaciones
interpersonales a lo largo de su ciclo vital.

El apoyo social puede ser definido, en un sentido
amplio, como ayuda en el afrontamiento de los problemas, como
provisión de dirección cognitiva o apoyo
instrumental por medio de la familia, parientes, amigos o
colegas, así como ayuda para la satisfacción de
necesidades y actividades con otras personas, generando el
sentimiento de pertenecer a un grupo, de ser aceptado, estimado y
valorado.

Algunos autores proponen una definición diferente
entendiéndolo como apoyo accesible para un individuo
mediante sus lazos sociales con otros individuos, grupos o con la
comunidad a través de su sistema de apoyo
social.

Un sistema de apoyo social es el conjunto de contactos
personales mediante los cuales un individuo mantiene su identidad
social, recibe apoyo emocional, ayuda material,
información y servicios, y hace nuevos contactos sociales,
dentro de su red social. El sistema de apoyo representa una pauta
de lazos continuos o intermitentes que juegan un papel
significativo en el mantenimiento de la integridad
psicológica y física de la persona a lo largo del
tiempo. Las funciones primarias de un sistema de apoyo social son
aumentar las capacidades personales de sus miembros y promover el
logro de sus metas vitales.

Lo importante de las funciones o de los tipos de apoyo
social radica en que el individuo reciba la ayuda que necesite en
un momento determinado, que se logre cabalmente su función
y logre el bienestar. El apoyo social constituye una fuente de
bienestar subjetivo, contribuye al autodesarrollo y la
realización personal, facilita la presencia en el sujeto
de modos exitosos de afrontamiento ante las tensiones de la vida,
promueve la autoestima y los sentimientos de control de la
realidad, y con ello el desarrollo de la salud en el
individuo1.

Los trabajos que se han ocupado de estudiar los efectos
del apoyo social sobre las personas mayores han puesto de relieve
la multidimensionalidad del mismo, en otras palabras, distintas
dimensiones de las redes sociales son importantes para la salud o
la adaptación de la persona de edad mayor, en dependencia
del tipo de demandas ambientales. Está demostrado que de
la calidad del apoyo proporcionado al anciano depende su nivel de
bienestar y, con ello, su calidad de vida.

Como se ha visto, el apoyo social desempeña un
papel relevante en el mantenimiento de la salud en personas sanas
pero mucho más cuando se padece una enfermedad como el
Parkinson donde el enfermo pierde muchas facultades
físicas y mentales que se traducen en su decremento e
influye en su estado emocional. ¨La falta de contacto social
es causa de depresión, ansiedad y estrés mantenido,
y contribuye a debilitar su salud funcional y su capacidad de
afrontamiento ante las agresiones del medio¨.1 Los aspectos
psicológicos y sociales resaltados en los últimos
tiempos en el proceso salud-enfermedad adquieren en la
problemática del parkinsoniano más relevancia. Las
variadas situaciones en que se ve enfrascado el hombre en la
etapa de la enfermedad deben ser resueltas en función de
favorecer el ajuste a un nuevo estilo de vida.

En la enfermedad del Parkinson, considerada como el
resultado de una serie de cambios fisiológicos,
bioquímicos y psicológicos que el factor tiempo
introduce en el ser vivo, se encuentran presentes
múltiples factores biopsicosociales. El factor
psicológico se expresa en el efecto de los síntomas
de la enfermedad sobre las distintas funciones
psicológicas, dentro de estas se incluyen la forma en que
percibimos la realidad, las relaciones consigo mismo y con los
demás, esto requiere el conocimiento de cambios en las
fronteras (muy difíciles de establecer) de procesos
sumamente complejos y entrelazados: cognitivos, afectivos, de
interacción social, en resumen, de la personalidad en su
conjunto. Dentro de las situaciones que se establecen como
especialmente críticas se encuentran los cambios negativos
de la autoimagen, la autoestima, las pérdidas,
desempeño de roles y sentimientos de soledad. Estos
cambios intervienen en importantes funciones psicológicas,
como la sensopercepción, la memoria, el aprendizaje y los
estados de ánimo.

La comunicación rehabilitador-
paciente- familia en el proceso de rehabilitación del
paciente con Enfermedad de Parkinson
Idiopàtico.

La relación que debe establecerse necesariamente
entre el rehabilitador y el paciente, está subordinada a
las normas éticas establecidas por el momento
histórico, por lo que debe ser adecuada y de
cooperación.

Entre las relaciones interpersonales, se encuentra la
relación rehabilitador- paciente, determinada por la
necesidad del enfermo de ser atendido técnicamente; en esa
relación intervienen varios factores: la enfermedad del
individuo (paciente), la técnica del rehabilitador y la
personalidad de uno y otro.

Es importante tomar en consideración la
personalidad del enfermo y la del rehabilitador, las actitudes
ante el proceso rehabilitador y la enfermedad.

El papel del rehabilitador es restaurar funciones
motoras perdidas, pero no debe olvidar que tiene que interpretar
a su enfermo y aliviarlo.

Se establece entre ambos la llamada dinámica de
la relación en la que hay que reconocer los siguientes
factores2:

Enfermo.

  • a) Comunica (expone).

  • b) Se defiende (mecanismo de seguridad, se
    preocupa de cómo actuar y qué piensa el
    rehabilitador de él)

En la comunicación rehabilitador- paciente se da
lo siguiente.

El enfermo en general se muestra preocupado:

  • a) Por su propia estimación

  • b) Por lo que de él piensa el
    rehabilitador.

  • c) Poder interpretar al
    rehabilitador.

La relación rehabilitador-paciente es más
que una simple comunicación; importante para ambos pues al
último le sirve como descarga de la ansiedad emocional,
por su parte el rehabilitador debe comunicar lo útil
necesario, con seguridad y espontaneidad, en el momento oportuno
y de forma adecuada.

Una información apropiada es necesaria para
muchos pacientes, pues quedar en la oscuridad, puede traer
consigo ansiedad al dar riendas sueltas a la imaginación.
En cualquier caso, el paciente tiene que sentir al rehabilitador
muy cerca y sentir su apoyo, este a su vez debe decir lo que sea
útil al proceso rehabilitador y no decir lo que pueda
perjudicar para no despertar las defensas del enfermo y estar
guiado por el criterio ¨ de hacer.

  • a) Lo que haga cooperar al enfermo y por tanto,
    participar mejor en el tratamiento.

  • b) Lo que conforte 2

Recibir un informe breve, será útil para
el enfermo pues le ayudará a resistir sus inquietudes, se
sentirá mejor, cooperará con facilidad y
tendrá menos oportunidad de sentir temor.

En la relación, pueden aparecer factores que
induzcan al paciente a defenderse y comunicarse mal porque no
comprende, debido a:

  • 1- Mala trasmisión por parte del
    rehabilitador.

  • 2- Mala recepción por parte de
    él.

  • 3- Combinación de ambos.

El rehabilitador no debe decir:

  • a) Lo que aumente la ansiedad del
    paciente.

  • b) Temores y dudas que le surjan en el examen
    físico y en la interpretación de los
    exámenes complementarios.

  • c) Lo que, por ejemplo, puede confundir al
    enfermo.2

Se debe estar atento a la información extraverbal
que ofrece el paciente: gestos, inflexiones de voz, postura, etc,
pues puede ser un vehículo defensivo para ocultar
información.

La relación rehabilitador- paciente tiene que ser
de respeto mutuo, la amabilidad, tacto, entre otras virtudes, no
pueden faltar, son necesarios para el proceso rehabilitador, pero
sin exagerar. El rehabilitador debe mostrar confianza, seguridad,
no debe mostrarse irónico, autosuficiente (frases muy
técnicas), ni arrogante. Esto disminuye la necesaria
cooperación del enfermo y la familia

La familia juega un papel fundamental en el desarrollo y
afianzamiento de valores, es para el individuo el contexto donde
se dan las condiciones para el desarrollo favorable de su
rehabilitación o, por el contrario, el foco principal de
sus trastornos emocionales. A través de un clima afectivo
positivo y de comunicación, sus efectos éticos
favorecen el avance del tratamiento, de ahí la importancia
de una relación afectiva de comunicación
rehabilitador- paciente- familia.

L.S. Vigotsky ha esclarecido el papel de la
comunicación en la socialización del individuo, la
esencia de este, su personalidad, en el sistema de relaciones que
establece con los que lo rodean.

Parece fuera de toda duda que una característica
primordial de nuestro tiempo es la comunicación vista como
la genuina relación en que se da un sincero intercambio de
ideas, sentimientos, experiencias, proyectos, que sirvan a la
persona para realizarse socialmente. En el caso de los pacientes
en proceso de rehabilitación se aspira a que estos sigan
su vida personal lo mejor que puedan según las condiciones
en que la enfermedad los haya colocado.

Para conseguir estos fines es necesario responsabilizar
al enfermo y a su familia en todo el proceso rehabilitador y
alentarlos a no perder la esperanza.

El carácter eminentemente social del hombre
sustenta lo imprescindible de la comunicación en la
conformación humana. Sin comunicación no puede
constituirse la identidad personal y social del individuo pues
estas exigen un proceso de relación e intercambio con los
demás. La comunicación es un proceso mucho
más complejo en el que están implicadas las
personalidades de los que comunican, tal es así que a
través de ella el hombre expresa sus vivencias,
valoraciones, sentimientos, lo que constituye un factor de
considerable importancia para el estudio de la
enfermedad.

La comunicación es el acto esencial de los seres
humanos que les permite compartir, expresarse y comprender. Es un
proceso y como tal requiere de aprendizaje, para ello es
necesario:

Saber escuchar

Muchas veces se oyen las palabras, pero no se escucha el
mensaje. Escuchar supone un acto de voluntad, querer comprender
lo que el otro dice, por qué lo dice y para qué lo
dice. La escucha es ante todo una actitud de apertura y respeto
hacia la otra persona. Podemos estar en desacuerdo con qué
dice y expresarlo posteriormente, pero el respeto implica
escuchar y comprender. En el proceso de rehabilitación hay
que escuchar pacientemente todo lo que le enfermo y su familia
deseen comunicar al rehabilitador que puede utilizar las
preguntas para mejorar la escucha, esto lo involucra
participativamente en lo que el otro quiere decir y se logra el
objetivo: comprender.

Saber escuchar también significa dejar de lado
por un momento, mientras se escucha, argumentos o ideas propias
para tratar de comprender las del otro. Luego se podrá
analizar lo dicho y expresar ideas personales.

Saber expresar

La capacidad de expresar sentimientos, ideas y
experiencias es indispensable para poder entender y asegurar una
buena comunicación.

La capacidad de argumentar puntos de vista, de decir
qué se piensa de determinada forma, es también muy
importante.

Las habilidades de comunicación interpersonal
tienen un gran poder porque la forma como decimos las cosas, es
tan importante como lo que decimos. Si se aprende a comprender a
los pacientes y a su familia probablemente se logrará lo
deseado.

Es recomendable tener en cuente algunos consejos
emitidos por especialistas en comunicación para lograr una
buena escucha:

  • 1. Dejar hablar: No puede oír si se
    está hablando.

  • 2. Poner cómodo a quien habla: Ayudar a
    la otra persona a sentirse que es libre para hablar. A menudo
    esto se llama "ambiente permisivo".

  • 3. Mostrar que se quiere oír: Parecer y
    actuar interesado. La escucha es para comprender más
    que para replicar.

  • 4. Eliminar las distracciones: No distraerse
    jugando con objetos, pedazos de papel, pintando,
    etc.

  • 5. Tratar de ser empático: Ponerse en el
    lugar de la otra persona, de manera que se pueda comprender
    su punto de vista.

  • 6. Ser paciente: Dedicar tiempo. No
    interrumpir.

  • 7. Mantener el humor: Un hombre colérico
    toma el peor significado de las palabras.

  • 8. Ser prudente en los argumentos y
    críticas: Esto pone a la otra persona a la defensiva o
    lo puede predisponer.

  • 9. Hacer preguntas: Esto estimula a la otra
    persona y muestra que se está escuchando.
    Además, ayuda a desarrollar otros temas.

Aunque las personas logran comunicarse hasta con sus
silencios, es común observarlas conversando, debatiendo,
confrontando o realizando cualquier otra acción que,
siempre que denote un activismo práctico o espiritual,
dirigido a otros sujetos y recíprocamente, será
comunicación. Eso si, para llegar a establecer y
comprender qué se logró con ella, hay que
desentrañar sus bases afectivo-volitivas, así como
indagar en la calidad de los esfuerzos cooperativos, si los
hubo.

Si los procesos y los cambios produjeron una mayor
calidad en la actividad conjunta y cooperada, y un cambio
enriquecedor en las personas, hubo diálogo. Es una vieja
forma de comunicación siempre nueva, siempre actual en
tanto que es un acto de creación que apela a la
coparticipación del otro; en este sentido ha devenido como
un ideal comunicativo por su capacidad para activar lazos de
retroalimentación y propiciar encuentros entre personas,
grupos y culturas.

Este ideal comunicativo se basa en un método algo
insólito y difícil, mezcla donde se funden
orgánicamente acción, conocimiento, ética y
sensibilidad hacia la comunicación; el diálogo
involucra y reduce la posible incongruencia entre la
comunicación verbal y no verbal.

No se trata de algo inalcanzable; el diálogo no
busca la comunicación perfecta, es sólo una
invitación a la comprensión humana, un intento por
elevar la eficacia comunicativa en tanto despierta una actitud
colaborativa cuya meta es hallar un espacio común de
reflexión, en busca de acuerdos básicos.

La práctica ha demostrado que el establecimiento
de una buena comunicación permite la formación de
normas de conducta en la actividad rehabilitadora, valores que se
asimilan conscientemente y que se convierten en patrones
reguladores efectivos de la personalidad que se trasladan al
grupo social, al colectivo, a la familia y a la sociedad como
modos concretos de actuación.

La prolongación de vida y capacidad de trabajo de
los pacientes es uno de los problemas sociales más
importantes que corresponde, fundamentalmente, a los trabajadores
de la Salud y la Cultura Física en la lucha por la salud y
la longevidad.

Una interesante experiencia ha resultado en la
práctica la relación afectiva de
comunicación rehabilitador- paciente- familia en el
proceso rehabilitador puesta en práctica en las
comunidades en las Salas de Rehabilitación, donde se ha
logrado la participación activa de la familia en la
recuperación de su enfermo con resultados
satisfactorios.

Resulta de mucha importancia el conocimiento del
rehabilitador para conducir el trabajo a nivel comunitario, para
esto Freire propone la preparación y desarrollo de
verdaderos procesos de comunicación por parte de las
instituciones, profesionales, promotores de la salud y las
organizaciones. Esto proporciona el conocimiento y la
transformación de la realidad mediante procesos de
intercomunicación y colaboración mutua entre
rehabilitadores, pacientes, familia y comunidad7.

Es totalmente necesario un clima de confianza,
espontaneidad y distensión para que se pueda establecer
una adecuada comunicación. Si el rehabilitador, en su
intervención sabe cuidar estos aspectos, estará
favoreciendo todo el proceso de recuperación del paciente
en el presente y en el futuro y al mismo tiempo la
formación de un hombre nuevo, distinto, abierto al
diálogo, a la reflexión, con juicios suficientes
para asumir una actitud consecuente con su enfermedad, asumiendo
una posición participativa desde su propio derecho a la
integración social.

Dialogar significa hablar como iguales en un intercambio
no sólo de información sino de sentimientos y
valores. El diálogo es un modo de descubrir cómo un
problema se comparte, cómo se relacionan las vidas y las
bases comunes para la acción. Esto no puede ser alcanzado
simplemente por el ejercicio de responder preguntas o en una
entrevista formal que no permitan al paciente hablar a plena voz.
Los problemas que confrontan los enfermos con Parkinson
Idiopàtico tienen que ser comprendidos en los corazones y
en las cabezas. Las personas que sufren los problemas, paciente y
familia, deben hablar unas con otras como personas enteras con
sentimientos y compromisos lo mismo que con hechos. Dialogar es
humano, no es sólo para que se puedan revelar hechos
privados que permanecen ocultos para otros sino para conocerse
mejor como individuos y como comunidad pues crea solidaridad
comunitaria8.

La comunicación familiar refleja los patrones de
interacción a través de los cuales los miembros de
una familia, interactúan, intercambian mensajes con
contenidos afectivos, informativos o normativos. La
adecuación o inadecuación de los patrones
comunicativos familiares, juegan un rol principal en la
funcionalidad o disfuncionalidad de esta. La funcionalidad o no
de la comunicación familiar, en última instancia
expresa el grado o la medida en que sus miembros han aprendido a
manifestar adecuadamente, o no, sus sentimientos en
relación con los otros, y también de cuanto la
familia ha avanzado en la elaboración de sus
límites y espacios individuales.

En las familias funcionales, saludables, predominan
patrones comunicativos directos y claros, sus miembros suelen
expresar de manera espontánea tanto los sentimientos
positivos como los negativos, sus iras y temores, sus angustias,
ternuras y afectos; sin negarle a ninguno la posibilidad de
expresar libre y plenamente su afectividad8.

En las familias saludables predomina, igualmente, un
clima emocional afectivo positivo (como cada sujeto se siente en
relación con los demás y con el grupo en su
conjunto), que unido a los factores antes apuntados
potenciará la integración familiar y elevará
sus recursos para enfrentar los conflictos, las crisis y los
problemas que puedan presentarse en distintas etapas, a lo largo
del ciclo vital evolutivo familiar.

La identificación de los problemas, la
reflexión de las discrepancias y la resolución de
los conflictos que se dan en el seno de una familia con alguno de
sus miembros con la EPI, no se pueden afrontar aislándose
de los requerimientos, exigencias e ideologías del
entorno, ni tampoco del mundo interno familiar, expresado en su
cultura, en la dinámica de sus roles y en sus tareas. El
sujeto dialógico, en constante aprendizaje, se caracteriza
por su posición frente al cambio y por su tendencia hacia
la acción, que lo aproxima a su realidad.

Participar no significa sólo estar presente
aunque la presencia física ya de por sí "comunica"
una voluntad, una intención, un interés. Otras
dimensiones desde la comunicación, desde la
organización de la tarea o desde el mantenimiento
asociativo permiten a las personas contar con espacios y
condiciones para vincularse más estrechamente a su
realidad social y elevar el bienestar colectivo. La
participación familiar induce a sus miembros a compartir
responsabilidades, a implicarse con la tarea rehabilitadora, a
establecer compromisos y a aportar contribuciones que alienten el
esfuerzo y la voluntad por mantener y compartir los
logros8.

El rehabilitador no debe olvidar, en el proceso de
comunicación con el paciente y la familia, tres
habilidades generales:

— Habilidades para la expresión.

— Habilidades para la observación.

— Habilidades para la relación
empática.

Para lograr este clima afectivo y efectivo se sugiere
tener en cuenta las siguientes recomendaciones8:

  • Fomentar y afianzar el hábito de escuchar al
    paciente: inquietudes, preocupaciones, aspiraciones y estado
    de ánimo.

  • Perfeccionamiento de la capacidad de
    expresión y enjuiciamiento crítico, respecto a
    las ideas propias y ajenas.

  • Desarrollo e impulso de las actitudes de
    comunicación, eliminando bloqueos, inhibiciones y
    encogimientos.

  • Fomentar las actitudes de respeto mutuo, tolerancia,
    receptividad e interés por la opinión
    ajena.

  • Desarrollar la habilidad para organizar los juicios
    en forma lógica, así como expresarlos con
    claridad, sinceridad y precisión.

  • Lograr el control de las emociones.

  • Formar el hábito de que es necesario pensar e
    informarse en fuentes dignas de crédito, antes de
    exponer ideas y emitir juicios que se presten a
    controversia.

  • Ayudar al paciente a vencer la resistencia para
    participar en las actividades de rehabilitación y de
    la comunidad.

  • Despertar en la familia y el paciente el
    interés por el proceso rehabilitador.

La psicología de orientación marxista
concibe la comunicación como un fenómeno complejo y
multifacético, en el que se distinguen tres aspectos
componentes que, a su vez, cumplen funciones diferenciadas, pero
mutuamente relacionadas:

Proceso informativo, en el que la comunicación
cumple la función de intercambio de información. En
este sentido el rehabilitador ofrece información al
paciente y a la familia sobre la enfermedad y el proceso
rehabilitador.

Proceso de interacción, de influencia
recíproca, la comunicación cumple en este caso una
función regulativa de la conducta. Se cumple al
interactuar el rehabilitador con el paciente y la
familia.

Proceso de comprensión mutua, de
percepción interpersonal, donde intervienen las emociones
de los comunicantes y que cumple una función
afectiva.

Estrategias
comunicativas

Se deben tener en cuenta diferentes estrategias
comunicativas8:

  • Conversación con el paciente para poder
    realizar un diagnóstico objetivo y
    subjetivo.

  • Reunión con miembros de la familia para
    escuchar sus opiniones.

  • Trazar líneas de trabajo.

Para motivar y mantener la participación de la
familia, en las actividades previstas con cada paciente, se
pueden poner en práctica acciones metodológicas
encaminadas a lograr una comunicación eficiente, abierta,
que propicie un clima afectivo y elimine las barreras del
estrés negativo que pudieran presentarse como:

– Encuentros informales antes de comenzar las
actividades del día con aplicación de
técnicas participativas como: ¿De qué color
tienen el día hoy?, entre otras, propiciando así
que se emitieran inquietudes, estados de ánimo, y se
expresaran abiertamente las ideas.

– Charlas educativas con la familia que enseñaban
a cuidar de su salud y elevar su calidad de vida.

Empleo de otras formas de técnicas
participativas para motivar y mantener un clima afectivo, de
alegría y anti – estrés.

Hay que tener en cuenta que una persona amena, que sabe
escuchar, resulta uno de los momentos de mayor placer durante los
intercambios sociales.

En estas situaciones es muy importante escuchar
opiniones, estados de ánimo, inquietudes, antecedentes de
padecimientos, entre otros, por lo que se deben aplicar
técnicas para una escucha eficiente entre
rehabilitador– paciente- familia. Es fundamental la
paciencia y tener en cuenta siempre una buena dirección
del contacto visual con las personas con las cuales se dialoga,
este comportamiento, además de comunicar al otro que se le
presta atención, permite obtener información
adicional de los aspectos no verbales de la comunicación
que en la mayoría de los casos sirve para validar si el
mensaje es recibido. Mostrar flexibilidad y tolerancia a partir
del reconocimiento de que las personas no son perfectas y por lo
mismo suelen cometer errores de apreciación, es un aspecto
de la comunicación que siempre debe estar presente en el
trabajo de rehabilitación8.

En general, durante el proceso de rehabilitación
debe tenerse en cuenta la conversación con el paciente y
la familia sobre el estado físico y de ánimo de
este, la explicación de las características de la
enfermedad y las ventajas del proceso rehabilitador, intercambio
sobre sus dudas y opiniones y las actividades a cumplimentar en
el hogar.

Conclusiones

  • En el proceso de rehabilitación del paciente
    con Parkinson Idiopàtico deben tenerse en cuenta las
    características psicológicas de este para
    así poder elaborar las pautas de ejercicios y un
    sistema de influencias con metas superiores y tratar de
    neutralizar los trastornos psicológicos que pudieran
    presentarse.

  • Se tendrán presente las siguientes
    estrategias de trabajo: conversación con el paciente;
    para obtener un diagnóstico objetivo y subjetivo,
    reunión con miembros de la familia; para escuchar sus
    opiniones y trazar las líneas de trabajo.

  • La motivación y la participación de la
    familia, en este proceso se alcanzarán al poner en
    práctica acciones metodológicas encaminadas a:
    lograr una comunicación eficiente y abierta, propiciar
    un clima afectivo y eliminar las barreras del estrés
    negativo que se pudieran presentar.

Referencias
bibliográficas

1- Núñez de Villavicencio.
Psicología y salud. Cuba: Editorial Ciencias
Médicas; 2001.

2- Robertsons SJ, Thompson F. Seepch therapy in
Parkinson disease: A study of the efficacy and long-term effects
of in tensive treatement. Br J Disord Commun. 1984;
19:213-224.

Partes: 1, 2

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