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El concepto de deidad en las antuguas cosmogonias




Enviado por Cesar



Partes: 1, 2

  1. Abstract
  2. Preámbulos
  3. Algunos rasgos
    definidores de la deidad
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Abstract

El profesor César García estudia el
concepto de Deidad en las antiguas cosmogonías, con
especialmente referencia a Hesíodo. Deidad no es lo mismo
que dioses: Deidad es aquella cualidad que, a partir del culto de
las distintas religiones a sus respectivos dioses, permite
abstraer una idea como concepto general común a todas las
creencias. Hoy, que con tanta frecuencia se habla de ecumenismo,
ésta sería la base conceptual de tales
comunicaciones ecuménicas. El concepto general de Deidad
comporta diversas cualidades que el profesor García
describe en la presente investigación.

Palabras claves

Deidad. Indoeuropeísmo. Hesíodo.
Cosmogonía. Cualidades de la Deidad

I

Preámbulos

El porqué de esta
investigación:
El Dingir

Nuestra investigación[1]sobre la
Deidad, toma una línea distinta de las de los
filósofos: uno es el camino de El dios de los
filósofos
[2]y otra muy distinta la de
El dios de los mitólogos. Los dos van tras el
mismo objeto absoluto y transcendente, pero una es la
reflexión sobre la Deidad y otra la experiencia
de la Deidad. Algunos prefieren hablar de "discurso
teológico" frente a "discurso religioso" (el "hieros
logos" de los griegos). El "discurso religioso",
mitológico, si se quiere -como la vida
misma-[3] es menos estructurado que el
teológico, lo que nos lleva a muchas dubitaciones, tantas
veces presentes en este trabajo, no obstante trataremos de
encauzarlo.

Al examinar diversos textos hititas, sumerios y asirios,
nos encontramos con el Dingir que, inmediatamente nos
sugirió una investigación más acotada sobre
el concepto de Deidad. Era preciso, a la luz de otros
textos hititas, sumerios, babilonias, vedas griegos y hebreos,
precisar la semántica divina del Dingir, que en
otras religiones se expresaba de otro modo: acádico
il y en semita
´il-.[4]

Pero ¿qué es el Dingir? :
Es un signo cuneiforme, con carácter de determinativo que
indica poder sobrehumano con sentido positivo, y es
sinónimo de Deidad. El Dingir no se
pronuncia, y se translitera convencionalmente como
superíndice "D". Significa con sentido positivo dios,
diosa, cielo, algo numinoso que pertenece a otra esfera distinta
de la nuestra, lo traducimos e investigamos como Deidad.
Para Rochberg[5]se trata de una marca
lingüística con función clasificatoria: en una
clase se marcan con el Dingir diversos tipos de cosas.
En el caso del Dingir en la lengua hitita, ya no se
habla de un dios más, sino de la Divinidad o,
para ellos, de algo sobrenatural, como en la invocación en
el induismo a Visve Devas (a todos los dioses) es a la
Deidad, a lo divino, para no olvidarse de ninguno de los
dioses, no sea que se enojen. Eso lleva inmediatamente a la
objeción que plantea Porter : Pero en la antigüedad
¿qué dios era realmente dios por definición,
quién encarnaba mejor la idea de
Deidad?

El ideograma del Dingir fue una estrella y no
se modificó desde el 3.200 a.C. al 600, lo que nos sugiere
una de las primeras características de la Deidad,
su inmutabilidad o persistencia, que va mucho más
allá de la representación ideográfica; si
hay una constante en la tradición indoeuropea, es
precisamente la de lo sagrado, signado con el Dingir.
Esto nos lleva de la mano al cuerpo de esta investigación:
determinar los rasgos con que el mundo indoeuropeo designa la
Deidad .

Mundo indoeuropeo y
tradición

El mundo europeo fue intensamente celoso de su
identidad; para ello estableció instituciones protectoras
de su cultura y una ética de su continuidad; una de estas
instituciones fue el pacto: Mitra, Týr son dioses
del pacto. Romper un pacto en su mitología, es provocar un
cataclismo. Romper el pacto es uno de los cuatro pecados
capitales del indoeuropeo, señala J.Ward. El pacto,
ciertamente, da continuidad. La segunda institución
protectora de identidad indoeuropea fue la
tripartición social, una estructura ordenada en
tres ámbitos: jurídico-mágico, militar y de
subsistencia. Se podrá decir que esta estructura es
universal, la singularidad indoeuropea se encuentra en que eran
hombres de orden, con rigurosa conciencia de ser fieles a estos
ámbitos. La tercera institución preservadora de
identidad fue la patriarcal, la de la preeminencia de la
familia, con sus proyecciones en la valoración de los
orígenes (mitos), a Dios como primer Padre, y al culto de
los antepasados. La cuarta institución, la
dignificación del mundo agrario: no digamos que
el indoeuropeo era sedentario, pero tampoco existía en
ellos sangre con afanes de conquista de otros espacios. El mundo
marino, siempre desidentificador, no les era familiar, como
leemos en Boyer. La quinta fuerza de continuidad indoeuropea fue
su poder de la lengua. Gracias a esta cohesión
lingüística, se ha podido establecer con bastante
precisión: el árbol genealógico de los
idiomas indoeuropeos, un diccionario afín, una
fraseología coincidente, motivos comunes en los cuentos
populares, mitos persistentes como el del dragón cuya
bibliografía es inacabable[6]y esquemas
cercanos con respecto a géneros literarios; todo ello,
porque el indoeuropeo se habló hasta el quinto milenio de
nuestra era, su influencia en los extremos de Europa, la
Península Ibérica fue hacia el 3.000 a.C. y,
ciertamente, hacia el año 1.000 desde España, Islas
Británicas hasta Bengala se dio una zona plenamente
indoeuropeizada [7]Finalmente, motivo de esta
persistencia indoeuropea es lo que Boyer llama la
"Gloria", el ser digno de pasar a la historia y que
recogen las estrofas 76 y 77 de los Hávamál, en la
Edda poética:

Mueren los bienes,

mueren los padres,

y tú, también tú
morirás

Pero la reputación

no muere jamás,

la buena reputación que se ha
obtenido[8]

Todo esto no es óbice para que podamos entender,
en el desarrollo e influencias indoeuropeas estratos y
superestratos de encuentros con las mismas ideas indoeuropeas:
adopción, implantación, asimilación,
transplantes, recreación, refundición, y todas las
formas con que las culturas se entrelazan, sin que se pierda su
continuum: La historia de la cultura nos dice que las
semejanzas culturales son siempre más persistentes que las
diferencias.

¿Qué es la
Deidad?

La Deidad, del latín "deitas" es una
cualidad de los dioses, y como tal también es una cualidad
del Dios mismo de la fe cristiana. Para San Agustín, toda
vez que Deidad, de "Deus", fue una palabra
creada por los apologistas cristianos, teniendo en cuenta la
palabra griega "theotes", esencia divina, no puede
aplicarse a todos los dioses. Diferimos de este concepto, a
partir de los estudios etimológicos del indoeuropeo, como
después aclararemos. Hoy la Enciclopedia
Católica
registra dos términos distintos, uno
para Deidad y otro para Dios (Driscoll, John T.
"Deity"[9]).

Deidad es un término de la nueva ciencia
de las religiones. Esta ciencia parte del principio que la
religión es un fenómeno universal de la humanidad,
como señala Micea Eliade, lo religioso es un elemento
estructural de la propia conciencia. En esta ciencia de las
religiones, la Deidad no es persona divina. La
Deidad es una idea de la inteligencia humana, idea que
trata de universalizar todo aquello en que participan todos los
dioses, de cualquier religión que sean, ya sean creados
por el hombre o revelados. Los pueblos religiosos no se preguntan
si la Deidad es "epifánica" o
"hierofánica"; simplemente, es algo numinoso.
Incluso en el panteísmo, la Deidad no es persona,
aunque actúe como persona; los árabes precisamente
reservan el término ilah (???) para hablar de
Deidad en general. Recordemos que en el hinduismo, el
Uno, la Unidad, que está sobre todos los dioses y
nosotros, es la Deidad: no es persona, se expresa en
neutro o con el pronombre demostrativo neutro tad
(esto), así como los griegos oponían el Uno (to
on)
a los dioses (oi theoi), el término
griego theion, en lugar del sustantivo theos,
implicaba así mismo una abstracción, acaso por ello
Aristóteles habla siempre de lo "divino" y no de
los dioses, y los cristianos distinguimos entre Dios y en neutro
lo Divino, que es la Deidad.

Para hablar de la Deidad no nos preguntamos
"¿qué es un Dios personal"? porque esto es
ya otra cosa, esta pregunta nos fija un marco que nos obliga en
cierto modo a una respuesta obligada, como observó
Rochberg[10]La palabra Dios me lleva
comúnmente- por razón de la persona divina- a una
lógica configuración humana: Dios es persona y
está dotado de nuestras cualidades, solo que en grado
sumo: Ser Sumo, Bondad Suma, Verdad Suma, Justicia Suma etc; pero
el concepto de Deidad es otra cosa, sin que niegue la
anterior, antes bien le dé una mayor potencialidad. Esta
es la razón por la que en este ensayo, en ocasiones,
acercaremos la palabra Deidad a Dios o la esencia misma
de Dios. Hablar de Deidad, requiere comúnmente un
lenguaje menos acotado que hablar de Dios, aún siendo
Dios, Deidad. La Deidad, para concluir este
acápite, es un "estado" de algo singularizado por
una acción numinosa (nouménico) una
singular potencialidad, así como la beldad no es la
belleza ni la igualdad es lo igual -aún suponiendo la
belleza y lo igual[11]pero beldad e igualdad son
manifestaciones de un antecedente, así la Deidad
es expresión de Dios. La Deidad es
sinónimo de Sacralidad, algo que se manifiesta en
el templo, término que se entiende mejor por
oposición a Profanidad (pro-fanum, ante
el templo). La Sacralidad como la Deidad
reclaman, dentro del templo, el sacrificio, sacrum
facere, hacer algo sagrado. La Deidad es la
sacralidad. En la teología cristiana el Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu Santo, no son la Deidad, la
Deidad serían las procesiones: en la
esencia divina viva, activante, se encuentra la
Deidad.

La Deidad, en la historia de las religiones, es
una actividad o manifestación intrínseca de los
dioses, que se derrama después a la creación a
través del sacrificio. No hay religión sin
sacrificio, incluso en la mitología más abstracta:
precisamente en la Teogonía de Hesiodo, Zeus no
alcanza la justicia cósmica – hablaremos después de
ello- sin el sacrificio de Cronos. En el cristianismo, en el
pan y el vino se une la Deidad a la
creación. En definitiva: en todo sacrificio la
Deidad se derrama en el acto mismo del sacrificio,
vinculando ofrenda, sacrificador y comunidad con el axis
mundi,
sinónimo de
Deidad[12]

En el mundo védico, para el sacrificio, se elige
el terreno para el culto, se delimita haciendo un surco con un
arado mientras se ora: entonces lo sagrado y lo profano se
separan, nadie debe osar atravesar el surco, si no es por ciertas
puertas; entonces, el lugar propicio para la Deidad
está dispuesto.[13] No es el aquí el
dios el que se hace presente, es su potencia
deífica. En el hinduismo, para clarificar un poco
más el concepto señalado, se distingue claramente
el ser y la función: un dios por ser un ente vivo se
manifiesta, esta manifestación vital procedente de un
dios, y que lo define, es la Deidad; ¿qué
es en el mismo hinduismo Indra sin Indriani, el patrón de
la guerra sin el poder de la guerra? Una es la vida, otra el que
la vive; la Deidad es la vida, los dioses son los que la
viven, son más sujeto que acción. Todas estas
distinciones, por cierto, hay que entenderlas en el orden del
conocer, pues en las religiones más depuradas,
judeo-cristianismo y mundo védico, lo Divino goza de una
esencial simplicidad, que no admite
separaciones[14]El problema que planteamos debe
ser puntualizado, para no elevar el concepto de Deidad a
una mera abstracción.

Las conceptuaciones de Deidad, como ya estamos
apuntando, varían según las religiones; en nuestro
caso, vamos a centrarnos en un estudio comparativo de las
religiones primitivas indoeuropeas: hititas, sumerios, acadios,
babilonios, védicos, alcanzando incluso a Grecia y en
cierto modo al mundo semita. El patrimonio cultural indoeuropeo,
hasta ayer restringido[15]hoy se ha abierto
también a las religiones, después de los estudios
comparativos llevados a cabo por J.Vendryes (1875-1960) y de
Georges Dumézil (1898-1986) [16]Entre los
rasgos comunes a estas religiones se encuentra un particular
acento en las cosmogonías y escatologías, forman
ellas un corpus muy definido que nos va a llevar a
alcanzar algunas características comunes sobre qué
sea la Deidad.

II

Algunos rasgos
definidores de la deidad

1.- Comunicabilidad

Toda Deidad es en sí y para los hombres;
la Deidad tiene, por tanto, una función,
además de autónoma por ser Absoluita,
política, religiosa, social o aglutinante de un grupo. La
expresión de ello son las procesiones: Panatenaicas en
Grecia; en los hititas el traslado de la imagen de Siu; en el
cristianismo las entronizaciones; entre los vedas la
procesión del Ratha Yatra; entre los judíos la
Ghriba o cuando la Torá se venera en una procesión.
La Deidad se da a los hombres, la palabra
"diew" en indoeuropeo aparece asociada con frecuencia a
"pater": dyeu-p?ter, en sánscrito
dyaus pitar y en el cristianismo "Dios Padre",
en griego "Zeus Pater" que dará en latín
Júpiter y la paternidad lleva necesariamente
implícita la idea de filiación o
comunicación amorosa. En el "Himno védico sobre
la creación"
se lee: "El deseo (el amor)
surgió en el principio
", la Deidad es
amor[17]radicado en el Gran Padre y la familia,
institución fundamental en el mundo indoeuropeo, que
algunos han llamado incluso
"familiolatría"[18]. No existe una
iglesia indú, lo que nos dificulta en ellos la idea de
Deidad. No obstante ello, la noción de
Deidad como Pater está en ellos
familiarmente, muy arraigada.

Cuando citamos al mundo védico, debemos tener en
cuenta su preeminencia significativa en la historia vinculante
con el indoeuropeo: cuarenta siglos lleva la permanencia de esta
religión védica, al lado del judaísmo (30
siglos), el budismo (25 siglos), el cristianismo (20 siglos) y el
islam (doce siglos). El aislamiento, si no desprecio, del mundo
védico por occidente, no ha perjudicado a la India, ha
empobrecido a occidente.

Hemos deslizado la palabra amor como sinónimo de
Deidad. El tema del amor en el mundo indoeuropeo y en la
configuración de la idea de Deidad, es sumamente
interesante: ¿Qué es eros, esta entidad
que aparece como un elemento activante en todas las
cosmogonías? Se hace presente entre Gaya y Urano para la
generación de la teogónica, en Safo se mezcla con
todo y aparecen Urano, Océano, Tierra, los Bienaventurados
dioses y toda su generación[19]tal vez el
canto más hermoso al amor y su poder, se encuentre en el
Libro V de El Asno de Oro de Apuleyo: el amor, por ser
Deidad todo lo mueve y de su sublimidad es que este amor
no se deja ver. Advirtamos, antes de pasar adelante, que sobre
este gran tema: Amor y Deidad, no vamos a hacer una
larga parada reflexiva, pues cuanto digamos, tendrá la
condición de ser un pequeño hilo de afluente que
conduce inexorablemente al gran cauce del río que es
Amor y Deidad.

2.- "Deus
absconditus"

La Deidad, no obstante su don de
comunicabilidad, ama ocultarse. Los designios de Dios son
insondables[20]La comunicación de la
Deidad es siempre misteriosa, se restringe, el hombre no
puede acceder a ella cara a cara, cuando Psiqué descubre
el rostro de Cupido, éste desaparece; era condición
necesaria de la felicidad de Psiqué no ver el rostro de su
amado[21]La Deidad excede lo natural. El
origen indoeuropeo "deiw", significa brillar o blanco,
pero como epíteto es el brillar sustancial, que
ciega, es el medio día divino[22]de
Deidad se deriva en latín "dies", cuando
aparece la luz; cuando en el cristianismo se dice "Dios es la
luz del mundo"
[23] no se refiere a nuestra
luz natural, es una luz sobre toda
luz[24]

La Deidad, como ocultación o luz que
ciega, no se la puede definir, sino invocar; Deidad
significa precisamente "adoración", a ello nos
lleva la raíz indoeuropea "ghau(e)", que es
invocar, de donde deriva "ghutóm" y de
aquí "god" en inglés y "gott" en
alemán, que recogen la idea de invocación: La
Deidad es el Ser que se invoca. El término
teutón antiguo «ghuba» implica la
misma raíz. Añadiremos algo más: Hay dos
raíces arias de la forma requerida («g,heu-»
con palatal aspirada), una de las cuales significa invocar
(sáns. «hu») y la obra libar, ofrecer en
sacrificio (sáns. «hu», gr.
«?e??», ing. ant. «geotàn»): a
Hana Hana, entre los hititas, nadie le hace oraciones de
petición, sino de invocación, como tampoco a
Brahma, por ser el dios primordial, fascinante; en el texto
hitita la Proclamación de
Anita
[25]muy importante por tratarse del
texto más cercano al indoeuropeo, Siu es dios, pero al
colocarle un determinativo (D), nos viene a decir, que es el dios
más importante o de la fascinación.

En hebreo, el nombre de Dios no se pronuncia, es "El
que es, el que vive"
(Adonai); algo similar sucede
con la Bona Dea de los ritos místicos latinos,
cuyo nombre tampoco se pronuncia. En la religión
babilónica-asiria, como señala Saussaye: "Entre
las palabras influyentes que podrían evitar o expulsar el
mal, las más destacadas eran los nombres de los grandes
dioses; pero estos nombres se consideraban secretos, y por lo
tanto la gente apelaba al dios mismo para que lo
pronunciara
"; en Grecia, Herodoto dice que los dioses
pelásgicos no tenían nombre. Finalmente, entre los
vedas existe un árbol sacrificial al que se le honra de
este modo: "¡Oh árbol, como tú sabes los
nombres sagrados de los dioses, haz que las ofrendas vayan a ese
lugar
". Nos lo advertía la Sagrada Escritura, al
hablar de nuestras limitaciones: "Porque mis pensamientos no
son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Yavveh. Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos"
[26]. En hebreo, también
otros idiomas, existe una vocal inefable" , la a,
Aleph
, símbolo de Dios y que no puede ser articulada,
pues la a se expresa inicialmente abriendo la boca, sin
aspiración; ¿cómo transmitir a los otros
el infinito Alehp?
dice Borges. El hombre puede
"decir", un grado más "cantar", pero
para la Deidad se reserva la palabra
"celebrar". Celebrar supone comunión con la
Deidad, aquello que expresa San Juan de la Cruz al
decir: "Quedeme y olvideme"[27]; algo que
en el hinduismo está muy presente en cualquier
oración, ofrenda o rito: no condiciona la Deidad,
que es un Ser Absoluto, al que el ser relativo no puede exigir.
Por lo mismo, Homero, a diferencia de Hesiodo, canta a los
dioses, pero no los explica. Las palabras de Ortega son en esto
sorprendentes: "Mas lo peculiar de Dios es que al citarlo
como testigo en esta nuestra relación con la realidad que
consiste en decirla, esto es, en decir lo que realmente es, Dios
no representa un tercero entre la realidad y yo. Dios no es nunca
un tercero, porque su presencia está hecha de esencial
ausencia; Dios es el que es presente precisamente como ausente,
es el inmenso ausente que en todo presente brilla -brilla por su
ausencia- (…)El maestro Eckehard -el más genial de los
místicos europeos- llama por eso a Dios ´el silente
desierto que es Dios¨"[28];
por ello en
el mundo semita noroccidental el "discurso religioso" es el
"himno", la "súplica", la "lamentación" y el
"oráculo profético", formas no discursivas,
aclaratorias, ajenas al "discurso teológico", y bien
alejadas de rigurosos formularios socializados. La
Deidad en este sentido no depende de la religión,
del decir común (rito), no es de su esencia el
religare", pues la Deidad es un ser en
acto.

En el hinduismo el Absoluto (brahman), es
solitario (kevala), único (eka). El
Vedanta enseña que el creyente puede y debe mediante un
ejercicio interior (kriya – trabajos- ; tapas
-ascesis-) arrojarse a la unicidad del brahman/atman,
que hemos llamado el Absoluto de la Unicidad o la
Deidad, llegar a la Nostalgia del Uno. El mundo
pende de este núcleo, Uno, Principio, Deidad, de
lo sagrado, pero esta Deidad se esconde y solo se da por
vía vital al que lo busca. En el arte hinduista, el fiel
después de venerar al Absoluto en la imagen, debe olvidar
ésta para saltar a la unidad plenificante de la
Deidad misma, cuyos signos se
silencian[29]Heráclito, tan lejos y tan
cerca del mundo védico – Éfeso fue colonia hitita-
escribe: "Es sabido que, aquellos que han escuchado al Logos,
no a mi, convengan en que todo es
uno"[30]

No obstante lo anterior, existe un esfuerzo de los
hombres por conocer este Unio, la Deidad, y nombrarla:
Siu para los hititas, Zeus para Hesíodo, el Ser para
Parménides, el Sumo Bien para Platón, Dios para los
cristianos[31]El indoeuropeo, común a todos
estas culturas, nos facilita desde el punto de vista
etimológico el problema del nombrar, porque pareciera que
se trata del mismo nombre: Siu>Zeus>Deus>Dios.
En ocasiones, el mismo concepto toma nombres distintos
según se manifieste. J.
Danielou[32]señala las distintas
manifestaciones y nombres de Dios en la historia: primero en
forma cósmica ("Dios de los
cielos"
[33]), después por los profetas
("Dios de los profetas"[34]), finalmente
por su Hijo ("Dios, al fin de los tiempos, se
manifestó a través de su
Hijo"[35])
y hoy se manifiesta en la Iglesia
(" Estaré con vosotros hasta el fin de los
tiempos"[36])
sin que esta secuencia sea
excluyente, más bien acumulativa, por eso los cristianos,
seguiremos alabando la naturaleza, leemos a los profetas,
confesamos a Cristo como Hijo de Dios y su presencia en la
Iglesia. Este carácter nominativo cambiante de la
divinidad cristiana-hebrea, pareciera ser otro rasgo de la
Deidad; como dicen los musulmanes, Ala es el Dios de los
Mil nombres, 99 nombres: "Dios tiene noventa y nueve nombres,
cien menos uno. Quien los cuente entrará en el
Paraíso"[37].

Merece la pena recordar aquí la
Teología Mística[38]del
Pseudo Dionisio, y que se inicia en el capítulo I con este
título: En qué consiste la divina
tiniebla.

Una de las cualidades de la Deidad como
"Deus abscónditus", es que desaparece, se pierde.
El mito de "dios desaparecido" es recurrente en la
historia de las religiones indoeuropeas: Ello nos habla de
restauración o recreación como actividad propia de
la Deidad. Aquí las diversas religiones,
particularmente indoeuropeas, despliegan un amplio espectro de
ocultaciones y manifestaciones de sus dioses: Recordemos el mito
hitita de Telipinu o el dios desaparecido, llevado a Anatolia por
los indoeuropeos y con claras influencias en Dionisio y
Perséfone en Grecia, dioses también desaparecidos o
del descenso. El mito hitita está escrito, además
de lenguaje hitita, en acádico y sumerio. Alguien
molestó al dios hitita, no sabemos la causa, pues el
comienzo de la tablilla está rota , solía ser la
parte más frágil de las tablillas, así como
los lados. Tal molestia con característica de grave
pecado, hizo que toda la naturaleza quedase afectada como por un
cataclismo, y el dios huyó y se ocultó en un lago
entre unos cañaverales (¿infierno, hades, sheol,
submundo? Era preciso buscar al dios del enojo y el poder
fecundante de la naturaleza, pues todo estaba agostado. Telipinu
e Inana entre los hititas, como Cronos, Perséfone y el
poder del Vellocino de Oro entre los griegos, son dioses con
poder sobre la recreación manifestada en las cosechas.
Tras ofrendas, oraciones[39]y ensalmos, Telepinu
volvió y comenzó la restauración del
mundo.

La Deidad que huye, baja al submundo o
katábasis, no parece sino que, por la
reiteración del mito[40]acusa
también como señalamos una cualidad de la
Deidad. La Deidad vuelve y comienza; en
términos de San Pablo opera una "reintegratio
mundi
", una restauración cósmica y
antropológica. El texto de Safo dice "Theos egenou es
anthropou"
("devienes dios, desde los hombres"),
que nos recuerda aquello de San
Atanasio[41]"Dios se hizo hombre para que el
hombre se haga Dios".

El mito del "dios desaparecido" pude tener
varias lecturas -¿ un mito literario que satisface la
imaginación y nada más?
¿significación del ciclo natural de las estaciones,
por la marca de las cosechas? ¿"Dios se
arrepintió de haber creado el
mundo"
[42], como se lee en la Biblia y Cristo
lo restaura[43]Todas las interpretaciones son
confluyentes en una y única significación
última: en el mundo hubo un desorden y un apetencia de
restauración por obra de la Deidad.

El problema filológico, que tantas dificultades
tiene para darnos a conocer qué es la Deidad,
radica en que el método que usamos es racionalista,
acuñado por una cultura de la mundanidad, y la
Deidad pertenece al mundo de la sacralidad,
reclama otra semántica y método, "lo que es
tenido por sabiduría por los hombres, es estulticia para
Dios"
[44]dice San Pablo; aquí se
encuentra la raíz del "Deus
abscónditus"
[45]: los esfuerzos
humanos por dar a la "caza alcance", como dice San Juan
de la Cruz, fracasan, se trata de otro orden de conocimiento que
la ciencia humana -respetable- puede acercarse, pero no alcanzar.
Ricoeur en este sentido habla de "dar muerte a los
ídolos para rescatar los símbolos
", lo que
significa: negar la vía conceptual para acceder a la
Deidad, a la que sí nos acercan los
símbolos. Este ensayo que aquí redactamos, tiene
precisamente la estructura del vuelo del águila caudal que
gira y gira en acercamientos de círculos
concéntricos hacia la presa, pero, sin que podamos
lanzarnos raudos y seguros sobre la caza que avizoramos.
Digamos, finalmente, que el mundo indoeuropeo, al que tantas
veces nos estamos refiriendo, era ajeno a todo este racionalismo,
materialismo y agnosticismo, existía en ellos una firme
creencia en la existencia del más allá, y todo
método debe adecuarse al objeto investigado. El principio
de que a la verdad se llega solo por vía racional, hace
muchos años que está descartado.

3.- La Deidad se
manifiesta

La Deidad, no obstante sus ocultamientos, pues
es Sacra (secreta), pide textos sagrados donde hacerse
presente en forma privilegiada (Biblia, Vedas,
Teogonía
[46]hesiódica,
Enuma Elish, Proclamación de Anita
para los hititas
etc.); se manifiesta además en imágenes (Siu para
los hititas), templos (de Jerusalén para los hebreos,
dham para los vedas), lugares geográficos (monte
Fuji para los japoneses), sacramentos (para los católicos)
o personas que por su heroísmo fueron elevados a dioses.
Sobre este último concepto, señalemos que para
Plutarco, fue Lisandro (m. 394 a. C.) el primer hombre elevado a
categoría de dios. El culto a los héroes fue
habitual en Grecia. Entre los latinos, leemos en Plinio: Las
formas de dar las debidas gracias a los hombres del gran
desierto, la más consagrada es el inscribirlos como
dioses";
¿habrá que recordar que
Cicerón dedicó un templo a su hija
Tulia?[47]. Por cierto, el paganismo pre-cristiano
culminó en el culto a Augusto. Si nos referimos al
budismo, allí, el jainismo, que es una de sus ramas,
existe también un culto a hombres divinizados. El
Génesis al hablar de la creación de
Adán dice que fue hecho a imagen (selem) y
semejanza (demuth) de Dios ¿de qué modo la
Deidad se hace presente aquí? Santo Tomás
dirá que por analogía, no por ley de identidad;
pero no siempre se ha entendido así en todas las
religiones. La Deidad, en el orden del hombre, ha ido
alejándose cada vez más de su manifestación
exterior para interiorizarse: para hacerse un Dios de la fe. La
raíz de ello se encuentra ya en el hinduismo. Si tenemos
que elegir entre las religiones indoeuropeas una que se aproxime
más a la judeo-cristiana, es la hinduista. Hay en ellas
una depuración que va desde lo cosmológico, la
magia y el panteísmo hacia una concepción de
Deidad entendida como espiritual e interior, donde los
conceptos de inmortalidad y salvación no son ajenos,
"swarga-kamo juhuyat" ("se sacrifica para obtener el
cielo"),
incluso el concepto de gracia está recogido
en la palabra "prasada"[48], y la magia
está en ellos superada, como confirman sus oraciones,
todas ellas en optativo: ("Que consiga (paz, cosechas,
ganados etc.) gracias al sacrificio).

Una de las formas de manifestación de la
Deidad es a través de su palabra, depositada en
sus hagiógrafos. Los hebreos y cristianos los
llaman Escritores Sagrados; los vedas, Sabios ;
Hesíodo fue elegido entre los griegos por las Musas, entre
los hititas los Escribas. La razón de la
elección de los hagiógrafos es que la palabra de la
Deidad no puede quedar a merced de la palabra limitada
de cualquier hombre; los hombres hablan de la verdad, la
Deidad habla la Verdad, y ésta debe ser
transmitida mediante "inspiración" a ciertos hombres
"divinamente elegidos" capaces de nombrar la
Deidad en forma singularizada, con determinativo
DINGIR, y si en el mundo judeo-cristiano se habla de
revelación, el Veda recibe el mismo nombre,
Struti (revelación).

4.-La Deidad vive en un tiempo
Kairológico

La Deidad es "deivos" y los hombres la
escuchan desde su tiempo cronológico, ellos son
"thonion", terrenales. Esta es una de las causas del
misterio religioso o reserva a la comunicabilidad de la
Deidad, además del "splendor
divinitatis"
del que ya hablamos. Sin embargo, esto necesita
una precisión, pues existen dioses inmortales y
dioses eternos, que no es lo mismo. Leemos en Safo:
"Cuando eros (el amor) se mezclara con el caos en el oscuro
tártaro, cuando el caos fue cubierto (sexualmente) por
eros, apareció la primera generación de
inmortales".
Aquí eros es eterno y los
dioses, innmortales. Lo eterno existe antes y
después, lo inmortal -en este caso- después de ser
creados. Eros pertenece al tiempo
kairológico, en el caso de los
inmortales participan del tiempo kronos pues
fueron creados, pero ingresaron después al tiempo celeste.
La situación de Cupido y Psiqué
es similar: hay noche cuando Cupido y
Psiqué consumaron su amor, pero este tiempo
cronológico es abolido para que Apuleyo -que relata el
mito- nos diga: sus padres envejecían, la noticia
llegó a muchas partes.

Pero ¿quién es Eros? Una
superdeidad? Como en el caso del Caos, un elemento
lógico: Si aparecen los inmortales hay que justificar un
principio, así lo hace Hesiodo: Eros existe antes
de Gaya y Urano, a quienes une, para generar la
creación.

5.- El lenguaje con que se expresa la Deidad, son
los símbolos

¿Cómo hablar de lo inconmensurable con
palabras mensurables[49]Los hagiógrafos
(hebreos) los sabios (vedas) se expresan de la Deidad en
términos de símbolos o en un lenguaje
críptico y casi siempre en estilo de espiral o manierista,
rodeo de palabras, tal como observamos en el "Himno de la
creación
"[50], texto
cosmogónico veda; la estructura de la obra de Hesiodo es
similar, es de naveta de telar, va y vuelve, avanza y retrocede,
una estructura que algunos llaman espiraloide; por cierto en la
bella narración hitita del mito de "El dios
desaparecido
", aquí se reiteran los verbos y
sinónimos para indicarnos los efectos paralizantes que
ocurren en la naturaleza tras la desaparición de su dios;
como en el caso de citado himno védico, estamos tentados a
decir ¿por qué todo eso no lo dice con un
término genérico?

Sobre los símbolos y su apelación a lo
sagrado, pueden verse los estudios de Paul Ricoeur y Mircea
Eliade. Símbolo (sym-balein) significa lanzar a
la vez dos partes de una moneda que forman una alianza, una parte
es la que poseemos, la otra -en este caso la Deidad
está en otra parte. El símbolo busca encajar ambas
partes, hacer un puente para la comprensión, esto no es
fácil, demanda un esfuerzo, casi diríamos una
purgación, sin la cual nadie se puede acercar a la
Deidad. Al símbolo anima una escisión que
hay que sufrir penitencialmente en favor de una revelación
de la Deidad.

El símbolo, como estudia Eugenio
Trías[51]necesita un escenario, un ambiente
sacro, un silencio para que se manifieste lo simbolizado.
¿Cuáles fueron estos escenarios en las distintas
religiones? El más recurrente es el templo, también
la meditación, el silencio y lugares apartados – el yermo,
cuyo primer lugar fue aquél en el que Dios se
apareció a Moisés y le dijo;
"descálzate, porque la tierra que pisas santa
es"[52]-;
también la Deidad
se manifiesta en la palabra decantada de los poetas: Fray Luis de
León dice que la poesía, " sin duda la
inspiró Dios en los ánimos de los hombres, para con
el movimiento y espíritu de ella levantarlos al cielo, de
donde ella procede; porque poesía no es sino una
comunicación del aliento celestial y divino; y así
en los profetas casi todos, así los que fueron
verdaderamente movidos por Dios, como los que incitados por otras
causas sobrehumanas hablaron, el mismo espíritu que los
despertaba y levantaba a ver lo que otros hombres no
veían, les ordenaba y componía y como metrificaba
en la boca las palabras, con número y consonancia debida,
para que hablasen por más subida manera que las otras
gentes hablaron, y para que el estilo del decir se asemejase al
sentir, y las palabras y las cosas fueran
conformes
"[53]; algo que el
Rig-Veda, cuyo nombre significa El conocimiento
alabable,
nos dice: "Los poetas son camaradas de los
dioses, poseedores de la verdad; y los poetas son tan antiguos
como los dioses, son los padres que fundaron la luz e hicieron
desaparecer las tinieblas con verdaderas
oraciones"[54].

El símbolo hace que la Deidad acontezca,
aunque siempre con los vislumbres que la palabra, la imagen, el
templo u otras formas simbólicas en sus limitaciones
materiales, permiten que la Deidad nos mire. No sucede
así con el culto a Varuna o Indra, que si se les ofrece
una copa con un contenido, ésta se deifica, en
términos cristianos se consagra.

6.-Algunos símbolos de la
Deidad

La Deidad se expresa con manifestaciones de su
presencia y con características distintas, las más
frecuentes: Una imagen, una silla, un cerro, un templo, un
palacio, un texto etc. Leemos en la Enciclopedia
Católica
: "El fuego, como el poder
calentador, nutritivo, consumidor y destructor fue tempranamente
venerado como una deidad separada; de ahí, las
vírgenes vestales de Roma, el Agni védico, los
adoradores del fuego del mazdeísmo, y el fuego sagrado del
sintoísmo. Así también, la humedad o el
agua,[55] no sólo en general, sino
en sus formas concretas, por ejemplo, mar, lago, río,
fuente, nube, y así fue que tuvieron una cuarta deidad
elemental. En el Oriente la astrolatría o
sabeísmo—es decir, el culto a las estrellas que
iluminan la tierra—desarrolló sobre todo el culto al
sol. Donde el suelo y la vegetación eran ricos, la tierra
era considerada como una madre que amamanta, y surgió la
geolatría en muchas formas. En los himnos védicos
podemos rastrear la transición de los fenómenos
naturales a las deidades naturales—por ejemplo, Agni, o sea,
fuego; Varuna, o sea, el cielo; Indra, o sea, las nubes de
lluvia—pero incluso entonces surgen dudas, y los escritores
poéticos se preguntan si, después de todo, hay
cosas tales como los devas. En Homero y Hesíodo las
fuerzas de la naturaleza se conciben como personas—por
ejemplo, Urano (el cielo); Nyx (noche); Hipnos (sueño);
Oneiros (sueño); Oceanos (océano)—la respuesta de
Aquiles al río Escamandro "en forma humana, confesó
ante sus ojos[56]y su oración a los vientos
Bóreas y Céfiro, que avivaran las llamas de la pira
funeraria de Patroclo[57]La observación del
hecho de que en la naturaleza se combinas dos
energías—una activo y generativo, la otra pasiva y
femenina—, llevó al hombre a asociar cielo y tierra, sol
y luna, día y noche, como deidades primigenias y
maternales que cooperan en la producción del ser. De
ahí la distinción de divinidades masculinas—por
ejemplo, el cielo, el éter, el sol—y las divinidades
femeninas—por ejemplo, la tierra, el aire, la luna. De esto hay
sólo un paso a la deificación del principio
generador y el culto al phallus"[58].
Y con
respecto a la manifestación de la Deidad en un
palacio, recordemos el Libro V de El asno de oro de
Apuleyo en el que el palacio, se dice, solo podía haberlo
hecho " un artista maravilloso, mejor dicho, un
semidiós, o exactamente un dios auténtico…si algo
falta allí, es porque no
existe"
[59].Lo que nos plantea, con respecto
a la noción de Deidad, si este concepto es solo
aplicable a "dioses auténticos" y
¿cuáles son éstos?

La noción de la Deidad como dueña
de la naturaleza la encontramos en numerosos textos indoeuropeos:
en el Himno védico sobre la creación – la
Deidad controla todas las leyes-; Cronos -padre de Zeus-
es dios de las cosechas en Grecia y entre los hititas, en "El
mito del dios desaparecido"
éste, encolerizado,
produce un cataclismo cósmico, las leyes de la naturaleza
se alteran y la fecundidad muere pero no sus
huellas.[60] En definitiva, debemos decir con
Ortega: "No hay cosa en el orbe por donde no pase
algún nervio divino: la dificultad estriba en llegar hasta
él y hacer que se
contraiga"[61]

7.- La Deidad es trascendente

Partes: 1, 2

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