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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (II) (página 5)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

El resultado es lo que a veces se llama la
"atomización" de las cadenas mundiales de
aprovisionamiento: cada vez son posibles más
subdivisiones, eficientes y desarrollables en casi cualquier
sitio. La proximidad aún es importante en términos
de costos de transporte y logística. Pero, como los
mayores nuevos mercados y la mayor parte del crecimiento de la
demanda mundial se encuentran en el mundo en vías de
desarrollo, la lógica que impulsa la atomización
debería ser aún más imperiosa.

La descomposición eficiente y
sostenida de las cadenas de aprovisionamiento, redes y servicios
mundiales tiene dos consecuencias asociadas. En primer lugar, la
participación del sector transable de la economía
mundial -donde la competencia por la actividad económica y
los empleos es directa- está aumentando, y lo mismo sucede
en las economías individuales. En segundo lugar, partes de
las cadenas mundiales de aprovisionamiento que no eran
competitivas ya no están protegidas por su adyacencia a
partes que sí lo eran. La adyacencia ya no es un
requisito.

Estas dinámicas y desafíos relacionados no
están confinados a los países avanzados. Durante la
próxima década, por ejemplo, China
reemplazará gran parte de sus trabajadores en tareas de
ensamblado intensivas en mano de obra con empleo de mayor valor
agregado en la manufactura y los servicios, no solo en el sector
transable sino también -y esto es más notorio
aún- en la rápidamente creciente parte no transable
de su economía. El aumento en el alcance y la
reducción de los costos de la automatización y la
fabricación por adición (impresión 3D)
pueden afectar las funciones intensivas en mano de obra en todo
el mundo, incluso en países que transitan las primeras
etapas de su desarrollo.

Un factor fundamental para adaptarse a
estas fuerzas es la inversión. Para las personas,
empresas, instituciones educativas y gobiernos en los
países avanzados, la inversión eficiente, elevada y
de amplio alcance en educación y habilidades es
crítica. Reducir amplias brechas de información en
el mercado de habilidades también aumentará la
eficiencia de esas inversiones.

La mejora transversal del capital humano
aumentará distribución del ingreso tanto directa
como indirectamente (al reducir la oferta de trabajadores menos
cualificados respecto de su demanda). También
mitigará (parcialmente) la concentración de riqueza
resultante de una distribución del ingreso altamente
sesgada.

En el sector transable, la
competitividad no solo depende del capital humano sino
también de una gran cantidad de factores adicionales:
infraestructura, sistemas impositivos, eficiencia regulatoria,
incertidumbre inducida por las políticas, y costos
energéticos y de salud.

Actuar adecuadamente en esas áreas no garantiza
que los desafíos del empleo que enfrentan las personas y
los países se solucionarán por completo, aunque
sí ayudará. De hecho, es posible que estemos
ingresando en un período en el que serán necesarias
adaptaciones importantes en los modelos de empleo, la semana
laboral, el empleo por contrato, los salarios mínimos y la
provisión de servicios públicos esenciales para
mantener la cohesión social y conservar los valores
centrales de la equidad y la movilidad
intergeneracional.

(Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is
Professor of Economics at NYU"s Stern School of Business,
Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign
Relations, Senior Fellow at the H…)

"El poder adquisitivo de los más de veinte
millones de jubilados alemanes cayó casi un 10 % en los
últimos diez años, informa en su edición de
hoy el popular diario "Bild", que se remite a un estudio de la
Universidad de Friburgo (sur del país)"…
El poder
adquisitivo de los jubilados alemanes cayó 10% en diez
años (El Economista – 19/1/13)

De acuerdo con esa información, pese al
incremento de las pensiones aprobado en julio de 2012, el poder
adquisitivo real de los 20,5 millones de jubilados alemanes
bajó estos años un 0,4 %, en los ciudadanos del
oeste, y un 0,3 %, en sus compatriotas del este.

El retraso es efecto de la inflación y, teniendo
en cuenta las sucesivas congelaciones de las rentas en los
años pasados, acumula una caída real del 9,2 %
desde 2004.

El director del Instituto de Estudios Financieros de
Friburgo, Bernd Raffelhüschen, apunta sin embargo a ese
rotativo que tal caída es similar a la sufrida en los
ingresos de la población activa.

En ese caso, el efecto se deriva de la denominada
progresión fría, que hace que los aumentos
salariales anuales terminen engullidos por la inflación,
sumada a un cambio de tarifa fiscal.

El Gobierno de Angela Merkel aprobó en 2012 un
incremento de las jubilaciones del 2,26%, en el este, y del
2,18%, en el oeste, después de estar tres años
prácticamente congeladas.

Entre 2004 y 2006, las pensiones habían tenido un
incremento nulo por razones presupuestarias.

Con el desnivel a favor de los jubilados del antiguo
territorio germano-oriental se pretende compensar gradualmente el
desequilibrio persistente entre las pensiones de una y otra mitad
del país.

Más de veinte años después de la
reunificación (en 1990), las jubilaciones del este del
país se sitúan aproximadamente en el 87 % de las
que se perciben en el oeste.

La jubilación media en Alemania es de 1.049 euros
en el caso de los hombres, mientras que la de las mujeres se
sitúa en 525 euros, según cifras de
2011.

"La Organización Internacional del Trabajo
(OIT), organismo dependiente de Naciones Unidas, dijo que el
número de personas desempleadas creció en
más de cuatro millones en todo el mundo durante
2012"…
Aumenta el desempleo a nivel mundial (BBCMundo –
22/1/13)

Según el informe Tendencias Mundiales del Empleo,
presentado el 21 de enero de 2013, los datos son reflejo de la
crisis económica mundial, sobre todo en los países
desarrollados.

Los más afectados fueron los jóvenes.
Según la OIT, casi el 13% de los menores de 24 años
que buscan trabajo están sin empleo.

La agencia pidió que se invierta más en
formación profesional para preparar a los jóvenes.
Según el informe, los países que cuentan con
programas de aprendizaje de oficios, como Alemania, Austria y
Suiza, tienen los niveles más bajos de desempleo
juvenil.

En total, el desempleo mundial alcanzó los 197
millones de personas, equivalente al 6% de la fuerza laboral
global.

"El 30 % de los europeos no tiene actualmente
ningún tipo de ahorro y sólo un 49 % tiene dinero
para mantener su nivel de vida tres meses en caso de quedarse sin
ingresos, según un estudio encargado por el banco
alemán ING-DiBa"…
El 30 % de los europeos no tiene
ahorros (Negocios.com – 25/1/13)

El informe revela que en los países más
afectados por la crisis, como España e Italia, el 50 % de
los ahorradores han visto disminuir sus reservas
financieras.

"Parece ser que mucha gente en el sur de Europa se
está gastando sus ahorros", dijo el economista jefe del
ING-DiBa, Carsten Brzeski.

En Alemania, el país de gran tamaño menos
afectado por la crisis, el porcentaje de ahorradores se mantiene
en el promedio europeo, aunque éstos han visto cómo
sus reservas se mantenían o incluso aumentaban en los
últimos meses.

La crisis ha llevado a que muchos europeos recorten sus
gastos, especialmente los ciudadanos de Italia y España,
donde el 83 % de los encuestados hicieron recortes en sus gastos
personales en 2012.

Por el contrario, en Alemania sólo el 49 % de los
interrogados ha hecho recortes en sus gastos personales, lo que
representa el nivel más bajo de toda Europa.

Los recortes se han realizado ante todo en gastos
relacionados con ocupaciones en el tiempo libre, entretenimiento,
ropa y cuidado personal.

El estudio es resultado de una encuesta del instituto
demoscópico TNS, por encargo de ING-DiBA, en 14
países europeos en los el banco está
presente.

En el estudio, no se considera como ahorro el dinero
invertido en seguros de vida o en seguros de pensiones, puesto
que no estaría disponible a corto plazo para los
ahorradores.

– ¿La nueva era progresista estadounidense?
(Project Syndicate – 31/1/13)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- En 1981 el presidente estadounidense Ronald
Reagan llegó al cargo con una declaración famosa:
"El gobierno no es la solución a nuestro problema. El
gobierno es el problema". Parece que treinta y dos años y
cuatro presidentes más tarde, el reciente discurso
inaugural de Barack Obama, con su grandilocuente apoyo a una
mayor intervención estatal en los desafíos
estadounidenses -y mundiales- más urgentes puede bajar el
telón de esa era.

La afirmación de Reagan en 1981 fue
extraordinaria. Fue una señal de que el nuevo presidente
estadounidense estaba menos interesado en usar al gobierno para
solucionar los problemas de la sociedad que en recortar los
impuestos, principalmente en beneficio de los ricos. Más
importante aún, su presidencia inició una
"revolución" de la derecha política -contra los
pobres, el medio ambiente y la ciencia y la tecnología
que duró tres décadas y cuyos principios fueron
mantenidos, más o menos, por todos quienes lo siguieron:
George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y, en algunos
aspectos, por Obama en su primera presidencia.

La "revolución de Reagan" tuvo
cuatro componentes principales: recortes impositivos para los
ricos; recortes del gasto en educación, infraestructura,
energía, cambio climático y capacitación
laboral; un masivo crecimiento del presupuesto para la defensa; y
desregulación económica, incluida la
privatización de funciones gubernamentales básicas,
como la gestión de bases militares y prisiones. Designada
como una revolución «de libre mercado», porque
prometió reducir el rol del gobierno, en la
práctica fue el principio de un asalto a la clase media y
a los pobres por los intereses especiales de los
ricos.

Estos intereses especiales incluyeron a Wall Street, las
grandes petroleras, las grandes aseguradoras de salud, y los
fabricantes de armas. Exigieron recortes impositivos y los
obtuvieron; exigieron una reducción de la
protección ambiental, y la obtuvieron; exigieron y
recibieron el derecho a atacar a los sindicatos; y exigieron
lucrativos contratos gubernamentales, incluso para operaciones
paramilitares, y también los obtuvieron.

Durante más de tres
décadas nadie verdaderamente desafió las
consecuencias de entregar el poder político al mayor
postor. Mientras tanto, Estados Unidos pasó de una
sociedad de clase media a una cada vez más dividida entre
ricos y pobres. Los directores ejecutivos que alguna vez
recibieron aproximadamente 30 veces lo que sus trabajadores
promedio, ahora ganan aproximadamente 230 veces esa cantidad.
Estados Unidos, alguna vez líder mundial en la lucha
contra la degradación ambiental, fue la última gran
economía en reconocer la realidad del cambio
climático. La desregulación financiera
enriqueció a Wall Street, pero terminó generando
una crisis económica global mediante el fraude, la
excesiva toma de riesgos, la incompetencia y el uso de
información privilegiada.

Tal vez y solo tal vez, el reciente discurso de Obama no
solo marca el final de esta agenda destructiva, sino el comienzo
de una nueva era. De hecho, Obama dedicó casi toda su
disertación al rol positivo del gobierno para proporcionar
educación, luchar contra el cambio climático
reconstruir la infraestructura, cuidar a los pobres y los
discapacitados y, en términos generales, invertir en el
futuro. Fue el primer discurso inaugural de su tipo desde que
Reagan alejó a EEUU del gobierno en 1981.

Si el discurso de Obama resulta el inicio de una nueva
era de políticas progresistas en Estados Unidos,
encajaría en un patrón explorado por uno de los
grandes historiadores estadounidenses, Arthur Schlesinger Jr.,
quien documentó intervalos de aproximadamente 30
años entre períodos de lo que llamó
"interés privado" y "propósitos
públicos".

A fines del siglo XIX, Estados Unidos tuvo su edad
dorada, con la creación de grandes nuevas industrias por
los "magnates ladrones" de la época, acompañada por
una impresionante desigualdad y corrupción. La
subsiguiente era progresista fue seguida por un retorno temporal
a la plutocracia en la década de 1920.

Luego llegó la gran depresión, el New Deal
de Franklin Roosevelt, y otros 30 años de políticas
progresistas, entre las décadas de 1930 y 1960. La
década de 1970 fue un período de transición
a la era de Reagan: 30 años de políticas
conservadoras dirigidas por poderosos intereses
corporativos.

Ciertamente es hora de un renacimiento de los
propósitos públicos y del liderazgo gubernamental
en EEUU para combatir el cambio climático, ayudar a los
pobres, promover tecnologías sostenibles, y modernizar la
infraestructura estadounidense. Si EEUU implementa estos pasos
con políticas públicas decididas según el
esquema presentado por Obama, la ciencia innovadora, las nuevas
tecnologías, y los poderosos efectos de
demostración resultantes beneficiarán a los
países en todo el mundo.

Ciertamente es demasiado pronto para
declarar una nueva era progresista en EEUU. Los intereses creados
continúan siendo poderosos, ciertamente en el Congreso -e
incluso en la Casa Blanca. Estos grupos e individuos acaudalados
entregaron miles de millones de dólares a los candidatos
en la reciente campaña electoral y esperan que sus
contribuciones rindan beneficios. Además, 30 años
de recortes impositivos han dejado al gobierno sin los recursos
financieros necesarios para implementar programas eficaces en
áreas clave, como la transición a energías
poco contaminantes.

De todas formas, Obama ha arrojado
sabiamente el guante, en un llamado a una nueva era de activismo
gubernamental. Está en lo correcto, porque muchos de los
desafíos cruciales actuales -salvar al planeta de nuestros
propios excesos; garantizar que los avances tecnológicos
beneficien a todos los miembros de la sociedad; y construir la
nueva infraestructura que necesitamos en el país y el
mundo para un futuro sostenible- exigen soluciones
colectivas.

La implementación de la política
pública es tan importante para el buen gobierno como la
visión subyacente. Por eso, la próxima tarea es
diseñar programas sensatos, innovadores y
económicos para estos desafíos. Desafortunadamente,
en términos de programas audaces e innovadores para
satisfacer necesidades humanas críticas, EEUU carece de
práctica. Es tiempo de comenzar de nuevo, y la encendida
defensa de Obama de una visión progresista dirige a EEUU
hacia la dirección correcta.

(Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development,
Professor of Health Policy and Management, and Director of the
Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser
to the United Nations Secretary-General on the Millennium
Development Goals. His books include The End of Poverty and
Common Wealth)

– Cómo enfrentar el desafío de crecimiento
de Estados Unidos (Project Syndicate – 30/1/13)

(Por Laura Tyson)

Berkeley.- Estados Unidos sigue recuperándose de
su crisis económica más profunda desde la Gran
Depresión, pero el ritmo de la recuperación sigue
siendo lento a niveles que rayan la frustración. Hay
varias razones para anticipar una mejora modesta en 2013, aunque,
como es habitual, existen riesgos que pueden resultar
inconvenientes.

Una recesión prolongada o una
crisis financiera en Europa y un crecimiento más lento en
los mercados emergentes son las principales causas externas de un
peligro potencial. Fronteras para adentro, los enfrentamientos
políticos generan los dos riesgos mayores: la
imposibilidad de llegar a un acuerdo para aumentar el techo de la
deuda y una ronda adicional de contracción fiscal que
bloquee el crecimiento económico.

Desde 2010, un tibio crecimiento anual promedio del PBI
del 2,1% se tradujo en una creación débil de
empleos. Tanto en esta recuperación como en las dos
anteriores, el rebote del crecimiento del empleo ha sido
más débil y más lento que la
recuperación del crecimiento del PBI. Pero la
pérdida de empleos en la recesión más
reciente cuando menos fue el doble que en recesiones anteriores,
de modo que una recuperación lenta implicó una tasa
de desempleo mucho más alta durante mucho más
tiempo.

Una demanda agregada débil es la causa principal
de un crecimiento moderado del PBI y del empleo. La
recesión de 2008 fue originada por una crisis financiera
que estalló después que una burbuja de activos
alimentada por el crédito diezmó el mercado
inmobiliario. La demanda del sector privado se contrae
marcadamente y sólo se recupera lentamente después
de este tipo de crisis. El balance financiero del sector privado
osciló entre un déficit del 3,7% del PBI en 2006,
en el pico del auge, y un excedente de aproximadamente el 6,8%
del PBI en 2010 y alrededor del 5% hoy. Esto representa la
contracción más severa y la recuperación
más débil de la demanda del sector privado desde el
fin de la Segunda Guerra Mundial.

El crecimiento de dos componentes de la demanda privada,
la inversión residencial y el consumo, que representan
más del 75% del gasto total en la economía de
Estados Unidos, ha sido especialmente lento. Ambas fuentes de
demanda probablemente se fortalezcan en 2013.

La inversión residencial sigue estando en un
mínimo histórico en términos de porcentaje
del PBI como resultado de una construcción en exceso
durante el auge inmobiliario de 2003-2008 y el tsunami de
ejecuciones hipotecarias que vino después. Pero los
vientos de frente en el mercado inmobiliario se están
disipando. Las ventas, precios y construcción de viviendas
aumentaron el año pasado, mientras que las ejecuciones
hipotecarias decayeron. La inversión residencial
debería ser una fuente de producción y crecimiento
del empleo este año.

Las grandes pérdidas en la
riqueza de los hogares, el desapalancamiento de una deuda
insostenible, el crecimiento débil de los salarios y una
caída de la participación de la mano de obra en el
ingreso nacional a un mínimo histórico se
combinaron para restringir el crecimiento del consumo. El
ingreso mediano real de los hogares sigue estando cerca del 7%
por debajo de su pico de 2007, el patrimonio neto mediano real de
los hogares cayó el 35% entre 2005 y 2010 (y sigue estando
significativamente por debajo de su pico previo a la
recesión) y alrededor del 90% de las alzas de los ingresos
durante la recuperación han ido a parar a manos del 1% que
más gana.

Sin duda, los vientos de frente de los balances que
frenan el consumo se han calmado. Los hogares han achicado su
deuda -muchas veces a través de ejecuciones hipotecarias y
quiebras dolorosas- y su deuda en relación a los ingresos
se redujo hasta su nivel de 2005, significativamente por debajo
de su pico de 2008. Favorecido por tasas de interés bajas,
el servicio de la deuda en relación a los ingresos de los
hogares ha regresado a niveles que no se veían desde
principios de los años 1980. Pero el consumo se
verá afectado por la expiración del recorte del
impuesto sobre la nómina, que reducirá el ingreso
de los hogares en aproximadamente 125.000 millones de
dólares este año.

Otro factor que retrasó la recuperación ha
sido el crecimiento débil del gasto en bienes y servicios
tanto por parte de los gobiernos estatales como locales, y
más recientemente del gobierno federal. De hecho, desde el
estallido de la recesión, los gobiernos estatales y
locales han recortado casi 600.000 empleos y reducido el gasto en
proyectos de infraestructura en un 20%.

Las tendencias fiscales para 2013 siguen siendo
mezcladas, pero negativas en términos generales. Si bien
los recortes del gasto y el empleo que están implementando
los gobiernos estatales y locales están terminando en
tanto la recuperación beneficia sus ingresos tributarios,
el arrastre fiscal a nivel federal se está fortaleciendo.
La Ley Estadounidense de Alivio a los Contribuyentes -el acuerdo
impositivo al que se llegó a principios de enero para
evitar el "abismo fiscal"- recorta aproximadamente 750.000
millones del déficit en los próximos diez
años y podría quitar un punto porcentual de la tasa
de crecimiento del 2013. Por otra parte, aunque no se las perciba
tan ampliamente, ya se están implementando reducciones
significativas en el gasto federal, y es muy probable que haya
aún más.

Los recortes del gasto y los aumentos de los ingresos
que se han legislado desde 2011 reducirán el
déficit proyectado en 2,4 billones de dólares en
los próximos diez años -las tres cuartas partes
vendrán de recortes del gasto, casi exclusivamente en
programas discrecionales no vinculados a la defensa-. En base a
las actuales suposiciones económicas, Estados Unidos
necesita unos 4 billones de dólares de ahorros para
estabilizar su ratio deuda/PBI en los próximos diez
años. Ya ha recorrido el 60% del camino.

La llamada confiscación (los recortes generales
del gasto programados para comenzar en marzo) recortaría
otros 100.000 millones de dólares este año y 1,2
billones de dólares en los próximos diez
años. Si bien podría estabilizar el ratio
deuda/PBI, la confiscación sería un error: no
distingue entre prioridades de gasto, minaría los
programas esenciales e implicaría otro golpe significativo
para el crecimiento este año.

Es más, a pesar de las advertencias de los
alarmistas del déficit, Estados Unidos no enfrenta una
inminente crisis de deuda. En la actualidad, la deuda federal en
manos de la población está apenas por encima del
70% del PBI, un nivel que no se vio desde principios de los
años 1950. Sin embargo, la deuda del gobierno asciende en
un promedio del 86% después de las crisis financieras
profundas, de modo que el alza en la deuda federal del 70% entre
2008 y 2012 no es sorprendente.

Tampoco resulta alarmante. La economía de Estados
Unidos creció rápidamente durante varios
años después de la Segunda Guerra Mundial con un
ratio deuda/PBI más alto, y el ratio de hoy es más
bajo que en todos los demás países industriales
importantes (y aproximadamente la mitad que en Grecia, de modo
que las analogías son absurdas y
engañosas).

Durante los últimos dos años, Washington
ha estado obsesionado con la necesidad de recortar el
déficit y poner el ratio deuda/PBI en un sendero
"sostenible", a pesar de que los inversores globales se han
inclinado masivamente por la deuda gubernamental de Estados
Unidos, lo que llevó las tasas de interés a bajas
históricas. También se han pasado por alto los
desafíos inmediatos del crecimiento bajo, la
inversión débil y el desempleo alto.

Es hora de redefinir las cosas. Estados
Unidos necesita un plan para un crecimiento más
rápido, no más reducción del déficit.
Evsey Domar, un legendario economista especializado en el
crecimiento (y uno de mis profesores en el MIT) aconsejó
que el problema de aliviar el peso de la deuda es esencialmente
un problema que tiene que ver con lograr un crecimiento del
ingreso nacional. Deberíamos prestar atención a su
sabiduría.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's
Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School
of Business at the University of California, Berkeley)

Anexo: El eclipse
de la razón

(Pruebas contundentes sobre quienes NO pagaron la
crisis y SI recibieron los beneficios de reiterados
"relajamientos cuantitativos"; los "estimulados" de
oficio)

– El Dow Jones avanza un 1,2% semanal y alcanza
máximos de más de cinco años (El Economista
19/1/13)

"La bolsa de Nueva York ha cambiado de rumbo en la
recta final de la sesión y el Dow Jones ha logrado un
avance del 0,39% con el que consiguió cerrar a su nivel
más alto en más de cinco años, al igual que
el selectivo S&P 500. Ese índice ha sumado 53,68
puntos para quedar en 13.649,7 unidades, en tanto que el S&P
500 ha subido un 0,34%. Por contra, el tecnológico Nasdaq
ha bajado un marginal 0,04%"…
El Dow Jones avanza un 1,2%
semanal y alcanza máximos de más de cinco
años (El Economista – 19/1/13)

Wall Street le dio así la vuelta a una jornada
que había arrancado prácticamente plana y que se
había tornado difícil después de que se
conociera que la confianza de los consumidores de EEUU
cayó este mes hasta su nivel más bajo en un
año.

Algunos analistas atribuyeron ese cambio al plan de los
republicanos que controlan la Cámara de Representantes de
votar la próxima semana un incremento de tres meses al
techo de la deuda pública, a cambio de que los
demócratas del Senado aprueben un plan presupuestario
antes del plazo del próximo 15 de abril.

Entretanto, el dólar ganaba terreno frente al
euro, que se cambiaba a 1,3318 dólares, y la rentabilidad
de la deuda estadounidense a 10 años retrocedía al
1,84%

"Alrededor de 32 billones de dólares (24
billones de euros) se encuentran actualmente en paraísos
fiscales, lo que implica que una tercera parte de la riqueza
mundial escapa a la recaudación de los estados. Así
lo pone de manifiesto el último informe de Oxfam
Internacional (Intermón Oxfam en España), donde la
ONG aboga por un "new deal" a escala mundial"…
Los
paraísos fiscales acumulan la tercera parte del PIB
mundial (elmundo.es – 19/1/13)

Según sus estimaciones, acabar con estos
paraísos podría generar 189.000 millones de
dólares (142.000 millones de euros) adicionales en
recaudación impositiva, que ayudarían a paliar la
pobreza estructural.

A pocos días de la celebración del Foro
Económico de Davos (Suiza), la organización
humanitaria publicó el informe "El coste de la
desigualdad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos
dañan a todos". En él, concluye que la
acumulación extrema de recursos en muy pocas manos,
además de injusta, es "económicamente ineficiente,
políticamente corrosiva, divide a la sociedad y es
medioambientalmente destructiva".

Asimismo, propone "revertir la tendencia hacia sistemas
fiscales regresivos", aplicar un tipo mínimo global a las
empresas o incrementar las inversiones en los servicios
públicos, así subir los salarios en relación
con los rendimientos crecientes de capital.

Enorme desigualdad

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones
de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas
más ricas del mundo equivalen a cuatro veces la cantidad
necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta, según
revela Intermón Oxfam.

En el documento, Oxfam denuncia que el 1% de la
población más rica del planeta ha incrementado sus
ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas,
pese a la crisis, que "no ha hecho más que acelerar esta
tendencia".

La organización hizo un llamamiento a los
líderes mundiales para que se comprometan a la
reducción de la desigualdad, "al menos hasta los niveles
existentes en 1990, ya que considera que los ingresos "extremos"
no son "éticos" sino "económicamente ineficientes y
políticamente corrosivos", además de "dividir a la
sociedad".

El informe apunta a casos como el de Brasil, "que ha
crecido al tiempo que reducía la desigualdad", y el
"éxito histórico" del New Deal de Roosevelt. Por
ello, Vera considera que "necesitamos un New Deal global" que
implante un sistema que funcione "en el interés de toda la
humana en lugar de hacerlo para una elite mundial".

"El Banco Central Europeo (BCE) ha multiplicado su
patrimonio por 2,5 veces desde 2007, mientras que la Reserva
Federal estadounidense lo ha hecho en 3,1 veces. El dinero creado
por las entidades monetarias ha buscado sostener los mercados y
la economía"…
El balance de los gigantes de la
banca central se dispara un 300% en la crisis (El Economista –
21/1/13)

El aún gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn
King -dejará el cargo el 30 de junio de 2013-,
proclamó en su momento que los bancos centrales deben ser
"aburridos". Muy a su pesar, la crisis no se lo está
permitiendo. En los seis últimos años, estas
instituciones no sólo han llegado más lejos que
nunca con sus herramientas más habituales, los tipos de
interés, a los que han situado en los niveles más
bajos de todos los tiempos, sino que han tenido que reinventarse
a marchas forzadas y en tiempo real.

Han recurrido a políticas heterodoxas de distinto
signo, bien mediante inyecciones de liquidez bancaria, bien con
compras directas de deuda pública y privada, unas
prácticas nada convencionales que han desembocado en unos
balances hipertrofiados, los mayores de siempre. De media, los de
los gigantes de la banca central han crecido un 300 por ciento
desde agosto de 2007.

El más voluminoso de todos -ya lo era antes de la
crisis- es el del Banco Central Europeo (BCE), que ha pasado en
este periodo de los 1,19 a los 2,95 billones de euros, con
periodos en los que ha superado los tres billones.
Proporcionalmente, el que más ha crecido ha sido el de
Suiza, puesto que ha engordado desde los 66.500 hasta los 412.000
millones de euros; es decir, se ha multiplicado por 6,2
veces.

Por su parte, las entidades que más dinero han
creado mediante la compra de deuda en el mercado, la Reserva
Federal (Fed) estadounidense y el Banco de Inglaterra, han
sobredimensionado sus balances un 214 y un 306 por ciento,
respectivamente. El quinto gran banco en discordia, el de
Japón, también está ampliando su balance,
aunque en su caso se trata de una política que
comenzó antes de 2007.

Efectos colaterales

Estos aumentos constituyen uno de los efectos
colaterales de la crisis. De algún modo, los banqueros
centrales han tirado de sus balances para cubrir los huecos
dejados en los mercados. "Los bancos centrales han aumentado su
balance para compensar el propio descenso del tamaño del
mercado", confirma José Luis Martínez Campuzano,
estratega de Citi en España.

Al mismo tiempo, estos cambios cuantitativos han
modificado la estructura de los balances. Hace seis años,
las operaciones principales de financiación, con las que
el BCE aporta liquidez semanal a los bancos, suponían el
25% de su activo. Ahora, apenas representan el 2,6%. En cambio,
las operaciones de liquidez a largo plazo solo suponían el
12,6%, mientras que ahora, tras los dos préstamos a tres
años realizados en diciembre de 2011 y febrero de 2012, su
peso ha subido al 35%.

Otro ejemplo: las compras de deuda pública por
parte de la Fed, al amparo de sus políticas más
heterodoxas, han convertido al banco central estadounidense en el
mayor poseedor de bonos de EEUU del mundo -fuera de los fondos de
la Seguridad Social norteamericana-. Desde comienzos de agosto de
2007, la cartera de títulos en manos de la entidad
presidida por Bernanke se ha duplicado desde los 0,8 a los 1,66
billones de dólares -de 0,58 a 1,25 billones de euros-,
por delante de países como China o Japón, que
atesoran 1,1 billones de dólares -alrededor de 0,83
billones de euros-.

¿Significa entonces que la Fed está
financiando al Tesoro norteamericano? No de manera directa,
porque no es la pretensión principal de sus
estímulos cuantitativos (QE). "Es una forma moderna de dar
vueltas a la máquina de los billetes. La Fed lo contempla
no como una herramienta al servicio de las finanzas
públicas, sino como un instrumento no convencional de
política monetaria, que sustituye temporalmente el bloqueo
de los canales tradicionales y permite contrarrestar los riesgos
de deflación", desgrana Jean Pisani-Ferry, director del
think tank europeo Bruegel, en su libro El despertar de los
demonios. La crisis del euro y cómo salir de
ella.

"El balance de cuentas de la Reserva Federal ha
engordado de manera significativa desde el estallido de la crisis
subprime. La compra de activos hipotecarios y bonos del Tesoro de
EEUU para impulsar la economía y mantener los tipos de
interés extremadamente bajos ha provocado que el balance
de cuentas del banco central de EEUU haya superado por primera
vez la friolera de 3 billones de dólares"…
El
balance de la Fed supera la friolera de 3 billones de
dólares: récord histórico (El Economista –
25/1/13)

La cartera de pasivos en manos de la Fed -que incluyen
principalmente créditos al sistema financiero– se
situó en 2,99 billones de dólares el 23 de enero
(2013), por encima de los 2,94 billones registrados el 16 de
enero.

El balance total de la Fed que incluye su
posesión de oro, billetes de dólar y monedas en
circulación alcanzó los 3,055 billones
dólares durante la última semana.

Los activos hipotecarios en la cartera de la Fed
garantizados por Fannie Mae, Freddie Mac y la Government National
Mortgage Association totalizaron los 983.200 millones de
dólares. La institución cuenta además con
bonos del Tesoro por valor de 1,69 billones de
dólares.

"El índice Standard & Poor's 500
cerró el viernes sobre 1.500 por primera vez en cinco
años, culminando su racha de ganancias diarias más
larga desde 2004 tras la publicación de los resultados
financieros de Procter & Gamble, PG +4.02%Halliburton y otras
empresas, que superaron las expectativas"…
El S&P 500
cierra por encima de 1.500 por primera vez desde 2007 (The Wall
Street Journal – 25/1/13)

El S&P 500 añadió 8,14 puntos, o 0,5%,
a 1.502,96, su cierre más alto desde el 10 de diciembre de
2007. El índice registró su octava ganancia
consecutiva, la racha alcista más larga desde una de nueve
consecutivas en noviembre de 2004.

El Promedio Industrial Dow Jones avanzó 70,65
puntos, o 0,5%, a 13.895,98, mientras que el Compuesto Nasdaq
ascendió 19,33 puntos, o 0,6%, a 3.149,71.

Los tres índices registraron su cuarta semana
consecutiva de avances.

"La gente está concentrada en los resultados y
está gratamente sorprendida de que han sido mejor a lo
esperado", dijo Paul Powers, titular de negociaciones de acciones
estadounidenses de Raymond James Financial RJF +1.30%. "Gran
parte del ruido macroeconómico claramente se ha
tranquilizado".

En el frente económico, las ventas de nuevas
viviendas en EEUU cayeron 7,3% en diciembre frente a la lectura
revisada al alza de noviembre, informó el Departamento de
Comercio. Las ventas generales del mes pasado de 369.000 unidades
fueron menores a la estimación de los economistas
encuestados por Dow Jones Newswires.

– ¿La nueva era progresista estadounidense?
(Project Syndicate – 31/1/13)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- En 1981 el presidente estadounidense Ronald
Reagan llegó al cargo con una declaración famosa:
"El gobierno no es la solución a nuestro problema. El
gobierno es el problema". Parece que treinta y dos años y
cuatro presidentes más tarde, el reciente discurso
inaugural de Barack Obama, con su grandilocuente apoyo a una
mayor intervención estatal en los desafíos
estadounidenses -y mundiales- más urgentes puede bajar el
telón de esa era.

La afirmación de Reagan en 1981 fue
extraordinaria. Fue una señal de que el nuevo presidente
estadounidense estaba menos interesado en usar al gobierno para
solucionar los problemas de la sociedad que en recortar los
impuestos, principalmente en beneficio de los ricos. Más
importante aún, su presidencia inició una
"revolución" de la derecha política -contra los
pobres, el medio ambiente y la ciencia y la tecnología-
que duró tres décadas y cuyos principios fueron
mantenidos, más o menos, por todos quienes lo siguieron:
George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush y, en algunos
aspectos, por Obama en su primera presidencia.

La "revolución de Reagan" tuvo
cuatro componentes principales: recortes impositivos para los
ricos; recortes del gasto en educación, infraestructura,
energía, cambio climático y capacitación
laboral; un masivo crecimiento del presupuesto para la defensa; y
desregulación económica, incluida la
privatización de funciones gubernamentales básicas,
como la gestión de bases militares y prisiones. Designada
como una revolución «de libre mercado», porque
prometió reducir el rol del gobierno, en la
práctica fue el principio de un asalto a la clase media y
a los pobres por los intereses especiales de los
ricos.

Estos intereses especiales incluyeron a Wall Street, las
grandes petroleras, las grandes aseguradoras de salud, y los
fabricantes de armas. Exigieron recortes impositivos y los
obtuvieron; exigieron una reducción de la
protección ambiental, y la obtuvieron; exigieron y
recibieron el derecho a atacar a los sindicatos; y exigieron
lucrativos contratos gubernamentales, incluso para operaciones
paramilitares, y también los obtuvieron.

Durante más de tres
décadas nadie verdaderamente desafió las
consecuencias de entregar el poder político al mayor
postor. Mientras tanto, Estados Unidos pasó de una
sociedad de clase media a una cada vez más dividida entre
ricos y pobres. Los directores ejecutivos que alguna vez
recibieron aproximadamente 30 veces lo que sus trabajadores
promedio, ahora ganan aproximadamente 230 veces esa cantidad.
Estados Unidos, alguna vez líder mundial en la lucha
contra la degradación ambiental, fue la última gran
economía en reconocer la realidad del cambio
climático. La desregulación financiera
enriqueció a Wall Street, pero terminó generando
una crisis económica global mediante el fraude, la
excesiva toma de riesgos, la incompetencia y el uso de
información privilegiada.

Tal vez y solo tal vez, el reciente discurso de Obama no
solo marca el final de esta agenda destructiva, sino el comienzo
de una nueva era. De hecho, Obama dedicó casi toda su
disertación al rol positivo del gobierno para proporcionar
educación, luchar contra el cambio climático
reconstruir la infraestructura, cuidar a los pobres y los
discapacitados y, en términos generales, invertir en el
futuro. Fue el primer discurso inaugural de su tipo desde que
Reagan alejó a EEUU del gobierno en 1981.

Si el discurso de Obama resulta el inicio de una nueva
era de políticas progresistas en Estados Unidos,
encajaría en un patrón explorado por uno de los
grandes historiadores estadounidenses, Arthur Schlesinger Jr.,
quien documentó intervalos de aproximadamente 30
años entre períodos de lo que llamó
"interés privado" y "propósitos
públicos".

A fines del siglo XIX, Estados Unidos tuvo su edad
dorada, con la creación de grandes nuevas industrias por
los "magnates ladrones" de la época, acompañada por
una impresionante desigualdad y corrupción. La
subsiguiente era progresista fue seguida por un retorno temporal
a la plutocracia en la década de 1920.

Luego llegó la gran depresión, el New Deal
de Franklin Roosevelt, y otros 30 años de políticas
progresistas, entre las décadas de 1930 y 1960. La
década de 1970 fue un período de transición
a la era de Reagan: 30 años de políticas
conservadoras dirigidas por poderosos intereses
corporativos.

Ciertamente es hora de un renacimiento de los
propósitos públicos y del liderazgo gubernamental
en EEUU para combatir el cambio climático, ayudar a los
pobres, promover tecnologías sostenibles, y modernizar la
infraestructura estadounidense. Si EEUU implementa estos pasos
con políticas públicas decididas según el
esquema presentado por Obama, la ciencia innovadora, las nuevas
tecnologías, y los poderosos efectos de
demostración resultantes beneficiarán a los
países en todo el mundo.

Ciertamente es demasiado pronto para
declarar una nueva era progresista en EEUU. Los intereses creados
continúan siendo poderosos, ciertamente en el Congreso -e
incluso en la Casa Blanca. Estos grupos e individuos acaudalados
entregaron miles de millones de dólares a los candidatos
en la reciente campaña electoral y esperan que sus
contribuciones rindan beneficios. Además, 30 años
de recortes impositivos han dejado al gobierno sin los recursos
financieros necesarios para implementar programas eficaces en
áreas clave, como la transición a energías
poco contaminantes.

De todas formas, Obama ha arrojado
sabiamente el guante, en un llamado a una nueva era de activismo
gubernamental. Está en lo correcto, porque muchos de los
desafíos cruciales actuales -salvar al planeta de nuestros
propios excesos; garantizar que los avances tecnológicos
beneficien a todos los miembros de la sociedad; y construir la
nueva infraestructura que necesitamos en el país y el
mundo para un futuro sostenible- exigen soluciones
colectivas.

La implementación de la política
pública es tan importante para el buen gobierno como la
visión subyacente. Por eso, la próxima tarea es
diseñar programas sensatos, innovadores y
económicos para estos desafíos. Desafortunadamente,
en términos de programas audaces e innovadores para
satisfacer necesidades humanas críticas, EEUU carece de
práctica. Es tiempo de comenzar de nuevo, y la encendida
defensa de Obama de una visión progresista dirige a EEUU
hacia la dirección correcta.

(Jeffrey D. Sachs, Professor of Sustainable Development,
Professor of Health Policy and Management, and Director of the
Earth Institute at Columbia University, is also Special Adviser
to the United Nations Secretary-General on the Millennium
Development Goals. His books include The End of Poverty and
Common Wealth)

– Cómo enfrentar el desafío de crecimiento
de Estados Unidos (Project Syndicate – 30/1/13)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- Estados Unidos sigue recuperándose de
su crisis económica más profunda desde la Gran
Depresión, pero el ritmo de la recuperación sigue
siendo lento a niveles que rayan la frustración. Hay
varias razones para anticipar una mejora modesta en 2013, aunque,
como es habitual, existen riesgos que pueden resultar
inconvenientes.

Una recesión prolongada o una
crisis financiera en Europa y un crecimiento más lento en
los mercados emergentes son las principales causas externas de un
peligro potencial. Fronteras para adentro, los enfrentamientos
políticos generan los dos riesgos mayores: la
imposibilidad de llegar a un acuerdo para aumentar el techo de la
deuda y una ronda adicional de contracción fiscal que
bloquee el crecimiento económico.

Desde 2010, un tibio crecimiento anual promedio del PBI
del 2,1% se tradujo en una creación débil de
empleos. Tanto en esta recuperación como en las dos
anteriores, el rebote del crecimiento del empleo ha sido
más débil y más lento que la
recuperación del crecimiento del PBI. Pero la
pérdida de empleos en la recesión más
reciente cuando menos fue el doble que en recesiones anteriores,
de modo que una recuperación lenta implicó una tasa
de desempleo mucho más alta durante mucho más
tiempo.

Una demanda agregada débil es la causa principal
de un crecimiento moderado del PBI y del empleo. La
recesión de 2008 fue originada por una crisis financiera
que estalló después que una burbuja de activos
alimentada por el crédito diezmó el mercado
inmobiliario. La demanda del sector privado se contrae
marcadamente y sólo se recupera lentamente después
de este tipo de crisis. El balance financiero del sector privado
osciló entre un déficit del 3,7% del PBI en 2006,
en el pico del auge, y un excedente de aproximadamente el 6,8%
del PBI en 2010 y alrededor del 5% hoy. Esto representa la
contracción más severa y la recuperación
más débil de la demanda del sector privado desde el
fin de la Segunda Guerra Mundial.

El crecimiento de dos componentes de la demanda privada,
la inversión residencial y el consumo, que representan
más del 75% del gasto total en la economía de
Estados Unidos, ha sido especialmente lento. Ambas fuentes de
demanda probablemente se fortalezcan en 2013.

La inversión residencial sigue estando en un
mínimo histórico en términos de porcentaje
del PBI como resultado de una construcción en exceso
durante el auge inmobiliario de 2003-2008 y el tsunami de
ejecuciones hipotecarias que vino después. Pero los
vientos de frente en el mercado inmobiliario se están
disipando. Las ventas, precios y construcción de viviendas
aumentaron el año pasado, mientras que las ejecuciones
hipotecarias decayeron. La inversión residencial
debería ser una fuente de producción y crecimiento
del empleo este año.

Las grandes pérdidas en la
riqueza de los hogares, el desapalancamiento de una deuda
insostenible, el crecimiento débil de los salarios y una
caída de la participación de la mano de obra en el
ingreso nacional a un mínimo histórico se
combinaron para restringir el crecimiento del consumo. El
ingreso mediano real de los hogares sigue estando cerca del 7%
por debajo de su pico de 2007, el patrimonio neto mediano real de
los hogares cayó el 35% entre 2005 y 2010 (y sigue estando
significativamente por debajo de su pico previo a la
recesión) y alrededor del 90% de las alzas de los ingresos
durante la recuperación han ido a parar a manos del 1% que
más gana.

Sin duda, los vientos de frente de los balances que
frenan el consumo se han calmado. Los hogares han achicado su
deuda -muchas veces a través de ejecuciones hipotecarias y
quiebras dolorosas- y su deuda en relación a los ingresos
se redujo hasta su nivel de 2005, significativamente por debajo
de su pico de 2008. Favorecido por tasas de interés bajas,
el servicio de la deuda en relación a los ingresos de los
hogares ha regresado a niveles que no se veían desde
principios de los años 1980. Pero el consumo se
verá afectado por la expiración del recorte del
impuesto sobre la nómina, que reducirá el ingreso
de los hogares en aproximadamente 125.000 millones de
dólares este año.

Otro factor que retrasó la recuperación ha
sido el crecimiento débil del gasto en bienes y servicios
tanto por parte de los gobiernos estatales como locales, y
más recientemente del gobierno federal. De hecho, desde el
estallido de la recesión, los gobiernos estatales y
locales han recortado casi 600.000 empleos y reducido el gasto en
proyectos de infraestructura en un 20%.

Las tendencias fiscales para 2013 siguen siendo
mezcladas, pero negativas en términos generales. Si bien
los recortes del gasto y el empleo que están implementando
los gobiernos estatales y locales están terminando en
tanto la recuperación beneficia sus ingresos tributarios,
el arrastre fiscal a nivel federal se está fortaleciendo.
La Ley Estadounidense de Alivio a los Contribuyentes -el acuerdo
impositivo al que se llegó a principios de enero para
evitar el "abismo fiscal"- recorta aproximadamente 750.000
millones del déficit en los próximos diez
años y podría quitar un punto porcentual de la tasa
de crecimiento del 2013. Por otra parte, aunque no se las perciba
tan ampliamente, ya se están implementando reducciones
significativas en el gasto federal, y es muy probable que haya
aún más.

Los recortes del gasto y los aumentos de los ingresos
que se han legislado desde 2011 reducirán el
déficit proyectado en 2,4 billones de dólares en
los próximos diez años -las tres cuartas partes
vendrán de recortes del gasto, casi exclusivamente en
programas discrecionales no vinculados a la defensa-. En base a
las actuales suposiciones económicas, Estados Unidos
necesita unos 4 billones de dólares de ahorros para
estabilizar su ratio deuda/PBI en los próximos diez
años. Ya ha recorrido el 60% del camino.

La llamada confiscación (los recortes generales
del gasto programados para comenzar en marzo) recortaría
otros 100.000 millones de dólares este año y 1,2
billones de dólares en los próximos diez
años. Si bien podría estabilizar el ratio
deuda/PBI, la confiscación sería un error: no
distingue entre prioridades de gasto, minaría los
programas esenciales e implicaría otro golpe significativo
para el crecimiento este año.

Es más, a pesar de las advertencias de los
alarmistas del déficit, Estados Unidos no enfrenta una
inminente crisis de deuda. En la actualidad, la deuda federal en
manos de la población está apenas por encima del
70% del PBI, un nivel que no se vio desde principios de los
años 1950. Sin embargo, la deuda del gobierno asciende en
un promedio del 86% después de las crisis financieras
profundas, de modo que el alza en la deuda federal del 70% entre
2008 y 2012 no es sorprendente.

Tampoco resulta alarmante. La economía de Estados
Unidos creció rápidamente durante varios
años después de la Segunda Guerra Mundial con un
ratio deuda/PBI más alto, y el ratio de hoy es más
bajo que en todos los demás países industriales
importantes (y aproximadamente la mitad que en Grecia, de modo
que las analogías son absurdas y
engañosas).

Durante los últimos dos años, Washington
ha estado obsesionado con la necesidad de recortar el
déficit y poner el ratio deuda/PBI en un sendero
"sostenible", a pesar de que los inversores globales se han
inclinado masivamente por la deuda gubernamental de Estados
Unidos, lo que llevó las tasas de interés a bajas
históricas. También se han pasado por alto los
desafíos inmediatos del crecimiento bajo, la
inversión débil y el desempleo alto.

Es hora de redefinir las cosas. Estados
Unidos necesita un plan para un crecimiento más
rápido, no más reducción del déficit.
Evsey Domar, un legendario economista especializado en el
crecimiento (y uno de mis profesores en el MIT) aconsejó
que el problema de aliviar el peso de la deuda es esencialmente
un problema que tiene que ver con lograr un crecimiento del
ingreso nacional. Deberíamos prestar atención a su
sabiduría.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's
Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School
of Business at the University of California, Berkeley)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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