Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (III) (página 5)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Sus ojos se le llenan de lágrimas cuando relata
su situación. Lo que más le entristece es que
durante los últimos dos meses (mayo-junio 2012) no ha
podido enviarles remesas a los cinco hijos que ha dejado en
Bolivia. Por eso se dedica a repartir sus datos entre parroquias
y asistentes sociales para encontrar algún trabajo. De lo
contrario, tendrá que volver a su país aunque no
quiera hacerlo.

Lo que ocurre en la calle de Santa Genoveva se repite en
otros mercadillos de Madrid. Los viernes, por ejemplo, un
puñado de personas llega pasadas las dos de la tarde hasta
la calle de Gandhi, para repetir la escena: esperar a que se
vayan los tenderos, buscar entre los desechos y llevarse algo de
comida a sus casas.

"Cada vez son más. Una muchedumbre silenciosa
y a menudo inadvertida. Son las víctimas de la pobreza.
Crece en una crisis sin fondo y se instala en una normalidad
quebradiza. El paro, que ya lacera a 5,6 millones de personas, es
un filo que se estrecha. Las facturas siguen, los subsidios se
recortan; se agotan al igual que los ahorros, y el empleo no
aparece. El techo peligra. O desaparece"…
Pobre puede ser
cualquiera, o casi (El País – 13/7/12)

La casa de los familiares y los pisos compartidos -la
calle en el peor de los casos- cobijan las vidas en la estacada,
suspendidas en una precariedad que se extiende sin freno y que,
si faltan redes de apoyo, como la familia, conduce a la
exclusión social. La bajada es cada vez más
acelerada, dicen los expertos, un tobogán cuyo descenso
gana velocidad y al que se asoma un número creciente de
personas. Hay albergues con lista de espera.

España 2012. Más de 5,6 millones de
empleos y decenas de miles de techos arrasados por el
huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones
hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años,
muchas de las cuales han derivado en desahucios -más de
100.000- a los que se suman los motivados por el impago de
alquiler. Como el de Juan, el de Carmen… Los números
tienen caras detrás y un detonante común: la
pérdida de ingresos, el comienzo del
tobogán.

"Las torres más altas pueden caer al piso". Esa
es una de las cosas que Carmen ha aprendido en los últimos
tiempos. Esta mujer de 40 años era hasta hace uno y medio
una empresaria de éxito. En 2005, recién llegada a
España desde Estados Unidos, creó con su marido una
firma de montajes eléctricos. Hasta 16 empleados llegaron
a tener, relata. Tan bien iban las cosas que lograron comprarse
un piso en un barrio caro de Madrid, Chamberí. Ahora la
mujer almuerza cada día en un comedor social a tiro de
piedra del piso que tuvo.

"Paró todo de la noche a la mañana",
reflexiona esta mujer que pide aparecer con otro nombre. La
crisis de la construcción se llevó por delante su
negocio. Dejó de haber cables que poner en casas o centros
comerciales flamantes. "Tuvimos que despedir a los empleados, que
eran como de la familia. Les dimos lo que les correspondía
y un poco más. Dejamos al día las cuentas con
Hacienda, con la Seguridad Social. Quedamos limpio con todos…".
Y sin un euro en el bolsillo.

Adiós a los tiempos boyantes, cuando amortizaban
la hipoteca con reembolsos anticipados y vertiginosos. "En cuatro
años habíamos logrado pagar 29 de los 30
años del préstamo", relata Carmen a la entrada del
comedor. Hasta que llegó el hachazo, en marzo pasado: "Nos
quedaba un año por pagar, pero el banco se quedó
con el piso", explica Carmen, de origen uruguayo.

La crisis se llevó la empresa, el piso, el
bienestar, pero el zarpazo no paró ahí. El hijo de
Carmen está ahora en un centro de menores: "Robó
para intentar ayudarnos". El marido sobrevive en una granja,
"ordeñando vacas". Y Carmen duerme en uno de los pocos
albergues que en Madrid admiten a mujeres -disponen de un cuarto
de las 1.200 plazas, según el Ayuntamiento-. "Al principio
crees que te vas a volver loca", dice esta mujer que sueña
con abandonar España para volver a empezar lejos con su
familia. "Lo más duro de perder el nivel de vida es no
tener un lugar propio, aunque fuera una habitación",
asegura. Así evitaría tener que pasar el día
en la calle: el albergue cierra desde las diez de la
mañana hasta las seis de la tarde. "En mi situación
se sufre mucho, pero se aprende mucho. La gente no debe olvidar
que, por muy arriba que esté, se puede caer muy abajo.
Todos somos seres humanos y esto le puede tocar a cualquiera",
recapitula.

Cualquiera puede ser Juan. Este madrileño de 38
años se ha instalado en un soportal de Chamberí. Su
título de Formación Profesional de segundo grado no
le sirve para encontrar un trabajo desde que lo perdió en
2008, cuando se encargaba de tareas técnicas en una
fábrica de ladrillos. Cobró el paro hasta que se
acabó. Luego fallaron las chapuzas. En 2010 perdió
el piso que pagaba al banco y se instaló en el asfalto.
"No hay albergues suficientes.

Me dicen que me vaya con mi hermano a su casa, pero
está hasta el cuello. Va a tener que vender el
camión y tiene dos hijos", explica. Así que
él sigue en la calle mientras "tres millones de pisos
están vacíos". Sí, pero la vivienda social
escasea, tal como denuncia desde Cáritas España la
experta Sonia Olea.

Juan comparte soportal con compañeros como
Yésica y Anastasio, ella española de origen
argentino, de 28 años; él, griego, de 38. Vinieron
en agosto pasado, cuando desesperaron de encontrar empleo en
tierras helenas. Traían una oferta de trabajo que
resultó no ser tal. Cuando acabaron los ahorros solo
quedó la intemperie. Cada día van por turnos -hay
que vigilar los enseres- a la biblioteca pública. En los
ordenadores, envían currículos y buscan trabajo.
"Mando 300 y, con suerte, recibo una respuesta", detalla
Yésica. También cargan allí el móvil:
hay que tenerlo listo por si, a través de la llamada,
llega la esperanza. Una esperanza que "cada día se pierde
más". Cada día es igual que el anterior, sin
futuro. Aunque muchos pobres lleven móvil y se manejen con
Internet incluso en los albergues.

Con esas dos armas se enfrenta también un
hispanoperuano que elige el alias de Bersix para hablar en el
albergue San Martín de Porres, en un barrio del
extrarradio madrileño. Desde que perdió el empleo
pone anuncios para hacer chapuzas, esas que le salvaron un
tiempo. "Cayeron las chapuzas y caí yo", dice este
universitario de 50 años que trata de aprender sueco para
emigrar. Como él, en este albergue -con "tres meses de
lista de espera" para poder pernoctar en él, según
su director, Francisco Rodríguez- el 12% de los acogidos
tienen estudios universitarios. Antes de la crisis eran "el 3% o
el 4%", recuerda el director. Y aumenta la proporción de
españoles; ya son la mitad. "La gente que viene no
está deteriorada. Son hombres de clase media y media baja,
preparados para trabajar y que se han quedado sin empleo",
describe Rodríguez. Pero el trabajo, el bálsamo de
Fierabrás, no llega. Y la pobreza crece y se hace
crónica.

"Cada vez hay más gente pasándolas
moradas. Si esta crisis aguda dura mucho, las consecuencias
pueden ser irreversibles, sobre todo para la gente joven. Una
generación se queda fuera", advierte Pedro Cabrera,
experto en pobreza y estructura social en la Universidad de
Comillas. Hace un diagnóstico "terrible" de la
situación: "Tenemos una fiscalidad regresiva, por
austeridad se recortan los servicios sociales, que no estaban
medianamente dotados, y encima el mercado de trabajo no da
respuesta a millones de personas".

Así las cosas, los nuevos pobres se suman a los
veteranos, porque ni siquiera en los tiempos de bonanza
España erradicó la pobreza, que no es monopolio de
marginados, aunque genere una enorme exclusión social.
"Nunca llegó a bajar del 20% la proporción de
personas que viven por debajo del umbral de la pobreza (perciben
menos del 60% de la renta mediana). Ahora estamos en el 23%",
afirma Cabrera. El paro no es la fuente única de esta
situación: también lo son los bajos salarios, que
crean trabajadores pobres, matiza. "De cada 100 empleados, 14 son
pobres. Es algo que ya ocurría antes de la crisis, pero el
fenómeno se ha expandido al sector servicios (el que
ofrece más empleo)". Además, el recorte de las
políticas sociales reduce la posibilidad de atenuar los
efectos del deterioro económico en los ciudadanos
desfavorecidos. "Se ha pasado del silencio de las
Administraciones ante las situaciones de vulnerabilidad social al
"no tenemos dinero", denuncia Sonia Olea, responsable del
programa de vivienda y personas sin hogar de Cáritas
España.

Lavinia Mingu y su vecina española en la cola
para recoger alimentos en Chamberí lo saben bien. A la
primera, que empuja el cochecito de su bebé y está
separada con dos niñas, le acaban de denegar la
guardería pública para la pequeña.
"¿Cómo podré tener trabajo si no tengo
dónde dejar a la cría?", se pregunta. La escasez de
servicios públicos es otra dificultad más para
salir de la pobreza para esta mujer que carece de subsidios pero
no de arrojo. En parecida situación está su
compañera, que pide anonimato y tiene tres hijos a su
cargo. Ha trabajado en supermercados, aunque desde hace dos
años no encuentra dónde. "Intento apañarme,
pero es imposible", dice. Las dos luchan por mantener sus casas,
pero sobre ellas pende la amenaza del desahucio por impago.
También sobre el de otra española igualmente
treintañera en esta fila abundante en carritos de la
compra para transportar la comida a casa y de cochecitos de
bebé. Tiene dos hijos a su cargo y un empleo de
limpiadora, tres horas diarias. "No me llega para el alquiler y
los gastos de casa. Estoy completamente sola y tan deprimida que
a veces no quiero subir a casa". Hay, también, quien evita
dar detalles en este lugar, sobre todo aquellos que acaban de
pisarlo por primera vez y son incapaces de superar el sentimiento
de vergüenza.

"El tobogán que lleva de ser alguien a no ser
nada, a sentirse mobiliario urbano, cada vez es más corto,
más rápido", afirma Olea, experta de
Cáritas. Con todo, en esta crisis, como en las anteriores,
el colchón familiar es la protección más
fuerte. "En muchos casos, quienes soportan la situación
son los abuelos", describe. Abuelos que acogen a hijos y nietos
en casa, que tratan de cubrir también las necesidades
ajenas con sus propios ingresos.

Como la madre de Gregorio, un ferrallista "en paro desde
hace tres años y sin cobrar desde hace uno". "Con los 270
euros de pensión de mi madre tenemos que vivir y ayudar a
mis sobrinos, de 16 y 11 años", relata antes de echar
cuentas. "Tengo 48 años y empecé a trabajar a los
14. Tenía mi coche, iba al gimnasio. Tenía una vida
normal, como cualquier ser humano. Quedarme sin empleo fue un
corte radical".

Gregorio tuvo que acabar por acudir a un comedor social
de su barrio de siempre, Vallecas, donde echa una mano a las
monjas de la Obra Social Santa María Josefa que lo
gestionan. Organiza el acceso y ve cómo se alinean las
bolsas con tarteras mientras sus dueños buscan la sombra.
Antes de abrir, ya hay más de 40. Las religiosas ofrecen
600 raciones diarias, el doble que hace un año.

Españoles e inmigrantes empobrecidos acuden en
masa a los servicios de atención de emergencia, como el
reparto de alimentos, los comedores o la ayuda puntual para el
pago de alguna factura. La red social y estas ayudas,
especialmente de Cáritas y Cruz Roja, registran una
demanda creciente. Son claves para intentar evitar la
caída definitiva por el tobogán que acaba en la
gran exclusión, un descenso impulsado por la
pérdida de vivienda. "O pagan el piso, o comen", describe
la hermana Josefina, que regenta el comedor donde echa una mano
Gregorio.

"No es que la gente pierda el empleo, deje de pagar la
hipoteca o el alquiler y se vea a continuación en la
calle, aunque hay casos, pero lo determinante para eso es que se
sumen otros factores añadidos, la mochila que tiene cada
uno", dice Olea. Enumera elementos de ese petate: escasa
formación, empleo previo poco cualificado, problemas de
adicciones o salud mental (en el 60% de los casos), baja
autoestima, pobreza o falta de red familiar y social. Este
último, el gran colchón, "es cada vez menos
mullido", sobre todo por el individualismo y la falta de
convivencia vecinal en las grandes ciudades, pero es aún
un gran colchón, apunta Olea.

Pero el perfil de pobre ha cambiado respecto a las
crisis anteriores. El título universitario ha dejado de
ser un gran escudo y en un país de hipotecados, los
ciudadanos tratan de mantener la vivienda a toda costa. Perderla
es el último peldaño en una caída para la
que muchos carecen red.

"Últimamente, los ancianos y los
jóvenes regresan al hogar familiar tras pasar años
en residencias o viviendo emancipados, respectivamente. Los
primeros, vuelven porque deben mantener a toda la familia con sus
pensiones; los segundos, porque no encuentran un trabajo"…

El 40% de los mayores ayuda económicamente a sus
familiares – La crisis invierte el término "dependencia":
los ancianos pasan a ser sostén de los jóvenes
(Vozpópuli – 18/8/12)

El núcleo familiar se ha convertido en la
última red de seguridad para muchos desempleados, que
apelan a la solidaridad de sus progenitores para poder salir
adelante en tiempos de crisis.

Si hace unos años era difícil encontrar
plaza en residencias de ancianos, ahora mismo la situación
es la contraria. La demanda baja y cada día se producen
nuevas vacantes, ya que las familias optan por sacar a sus
mayores de estos centros, para que sus pensiones contribuyan al
sustento familiar. Un fenómeno que se repite más en
el caso de las pensiones altas o de dependencia.

De esta forma, si en el año 2010 las personas
mayores que ayudaban económicamente a sus familiares
representaban un 15%, actualmente este porcentaje se ha disparado
hasta el 40%, según un estudio presentado por la
Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de
España (UDP).

Asimismo, el porcentaje de mayores que reciben alguna
ayuda económica de sus familiares ha descendido desde el
12,5% del año 2010 hasta el 7,5% de 2012, y es que, la
estabilidad laboral y salarial de hoy en día deja mucho
que desear frente a la que ofrecen las pensiones de
jubilación.

Los abuelos españoles se han volcado en la
familia dejando de lado sus propias necesidades debido a la
crisis económica, según explicaba a Europa Press el
coordinador del "Proyecto Madurez Vital" de la
Confederación Española de Organizaciones de Mayores
(CEOMA), José de las Heras Gayo, con motivo del Día
de los Abuelos (26 de julio).

"Hoy en día el abuelo ya no es algo amable sino
una necesidad para mantener el nivel socioeconómico de la
familia, sobre todo, entre las clases medias", afirmaba. "El
más débil ayuda al más fuerte cuando
tendría que ser al revés", concluye.

Los jóvenes emancipados también regresan a
casa de sus padres

La pauta de emancipación de los jóvenes
españoles siempre ha discurrido alejada a la del resto de
países europeos, y con la crisis esta tendencia se ha
distanciado aún más, según un estudio de la
Obra Social "La Caixa" sobre "La transición de los
jóvenes a la edad adulta".

La edad media para salir del hogar familiar se
sitúa en España en los 29 años, frente a
otros países como Finlandia, donde la media es de 23
años. Los motivos para que se produzca también son
distintos, ya que los españoles suelen asociar este cambio
con la vida en pareja o la llegada de hijos.

Este estudio también confirma el papel
protagonista de las familias a la hora de evitar la
exclusión social de sus miembros más
jóvenes: cuando por causas como el desempleo o la
precariedad laboral no pueden hacer frente al pago de hipotecas,
se ven obligados a volver con los padres.

Las cifras lo confirman. Si en 2007 el 44,8% de los
jóvenes españoles entre 16 y 34 años
vivían emancipados, en 2011 esta cifra bajó al
44,1%. Asimismo, los hogares encabezados por jóvenes han
pasado del 16,4% en el año 2008 al 14,5% en
2011.

Tanto en el caso de los ancianos como en el de los
jóvenes, la crisis económica parece poner a prueba
la solidez y armonía de los lazos familiares en muchos
hogares españoles, que tras años de bonanza en los
que han llevado vidas separadas, deben volver a convivir bajo un
mismo techo.

"A pesar de que es una de los millones de
jóvenes españoles desempleados, Silvia
Martín, de 22 años, se consuela sabiendo que su
banco todavía la respalda. No se trata de una
institución de crédito, sino más bien de un
banco de tiempo cuyos cerca de 400 miembros intercambian sus
servicios por hora"…
Para los españoles sin
trabajo, el tiempo equivale a dinero (The Wall Street Journal –
27/8/12)

Martín, que no tiene automóvil ni se puede
dar el lujo de tomar taxis, se ha apoyado en miembros del banco
de tiempo para que la lleven por la ciudad para hacer sus
trabajos esporádicos y trámites, así como
también para hacer reparaciones en su casa. A cambio, ella
ha cuidado a familiares mayores de algunos miembros, organizado
fiestas infantiles, y ayudado con alguna mudanza.

El banco no sólo le ahorra dinero, dice, sino que
también le levanta el ánimo al permitir que se
sienta "parte de una comunidad que toma algún tipo de
acción positiva en tiempos difíciles".

En momentos en que los líderes de Europa luchan
con una crisis económica de cinco años que
cargó a España con la mayor tasa de desempleo del
mundo industrializado, los jóvenes españoles
están adoptando cada vez más este tipo de
iniciativas básicas para arreglárselas. Las
diversas medidas -algunas comúnmente asociadas con las
economías rurales o zonas de desastres- suplementan la red
de seguridad pública que se está viendo
corroída por los programas de austeridad del
gobierno.

Además de los bancos de tiempo, incluyen el
surgimiento de mercados de trueque en los barrios, monedas
locales diseñadas para estimular la abatida
economía minorista y redes benéficas que
reaprovechan bienes descartados. Un grupo ecologista lanzó
recientemente "Huertos Compartidos", que asocia a dueños
de terrenos baldíos con quienes están dispuestos a
cultivarlos y compartir la cosecha.

La expansión de los bancos de tiempo resucita un
concepto creado en Estados Unidos y Europa por los anarquistas y
socialistas del siglo XIX, que querían poner a prueba su
filosofía de que los precios de los bienes y servicios
deberían reflejar mejor la mano de obra necesaria para
producirlos.

El número de estos bancos en España
-algunos operados por asociaciones de barrio, otros por gobiernos
locales- casi se ha duplicado a 291 en los últimos dos
años, según una encuesta realizada por Julio
Gisbert, un banquero que dirige el sitio web Vivir Sin Empleo,
que analiza iniciativas de ayuda mutua. Algunos economistas temen
que el aumento de estos sistemas informales de intercambio
esté arrastrando aún más a España a
una economía sumergida, fuera del alcance de los
reguladores y recaudadores de impuestos, y haciendo que el
país regrese en el tiempo en términos de
desarrollo.

"No sólo es un paso atrás para un
país del euro, es un paso atrás para un país
desarrollado", dice José García Montalvo, profesor
de economía en la Universidad Pompeu Fabra de
Barcelona.

Los bancos y las monedas sociales, explica, pueden
perjudicar la economía en general ya que los ingresos
obtenidos de tales arreglos a menudo no son declarados, lo que
disminuye los ingresos fiscales del gobierno. Las monedas
sociales y los bancos de tiempo también suprimen el uso
del crédito, agrega García Montalvo, lo que en un
nivel moderado puede ayudar a las personas a abrir negocios y
acceder a bienes y servicios beneficiosos que no podrían
costearse sin incurrir en una deuda.

Sin embargo, otros opinan que las iniciativas
representan una significativa fuerza estabilizadora en la
sociedad. "Las personas que tal vez no encuentren un trabajo
formal a través de estas posibilidades de intercambio y
apoyo mutuo pueden sostener una situación que de otra
manera sería insostenible", señaló
José Luis Álvarez Arce, director del departamento
de economía de la Universidad de Navarra.

Monografias.com

Esfuerzos similares están apareciendo
también en otras economías atribuladas en el sur de
Europa. En Grecia, por ejemplo, cientos de personas en una ciudad
utilizan una moneda llamada "TEM", que representa una unidad
local alternativa. Los bancos de tiempo en Módena, Italia,
y otras partes del país se movilizaron para ayudar a las
personas afectadas por los terremotos de este
año.

La economía de España ha estado en serias
dificultades desde que en 2008 reventó la burbuja
inmobiliaria. El desempleo alcanzó un récord de 25%
en el segundo trimestre y el gobierno prevé que la
contracción de la economía persista hasta el
año que viene.

Entretanto, el sistema de prestaciones sociales de
España se ha visto golpeado por los recortes en los
presupuestos del gobierno central y de las comunidades
autónomas destinados a calmar los mercados financieros. A
medida que el seguro de desempleo se agota para quienes llevan
mucho tiempo cesante, el porcentaje de españoles sin
trabajo que recibe asistencia ha caído de 78% en 2010 a
65%. En julio, el gobierno nacional presentó el plan de
austeridad presupuestaria más riguroso en la historia
reciente del país.

La crisis está siendo especialmente dura para las
personas de entre 20 y 30 años, que se criaron en el
período de democracia y prosperidad que siguió a la
muerte del dictador español Francisco Franco, en 1975.
Estos españoles fueron los primeros en disfrutar de las
ventajas de un Estado de bienestar social fuerte, que
incluyó un sistema de salud universal, enseñanza
superior accesible y generosas protecciones para los
trabajadores, explica Rodolfo Gutiérrez, sociólogo
de la Universidad de Oviedo. Ellos vieron cómo sus padres
mejoraban drásticamente sus estándares de vida e
ingresaron al mercado laboral a finales de los 90 y principios de
2000, cuando abundaba el empleo y el crédito y los bienes
de consumo podían obtenerse con facilidad, añade
Gutiérrez.

Actualmente, los trabajadores de entre 16 y 24
años afrontan una astronómica tasa de desempleo, de
53,3%; para los de entre 25 y 34 años, es de 27%. La tasa
se reduce para los trabajadores con más edad, cuyo despido
puede resultar costoso en el marco de la legislación
laboral española.

La mitad de los jóvenes sin empleo han buscado
trabajo por al menos un año, según el Instituto
Nacional de Estadística, y los pocos puestos disponibles
son a menudo mal pagados o posiciones temporales. El
número de personas de entre 20 y 30 años que vive
con sus padres comenzó a aumentar en los últimos 12
meses tras un declive de varios años.

"No es una generación perdida, sino una
generación frustrada", dice José Ortuño,
guionista y director de cine de 35 años. Hace poco hizo
una serie animada para la web llamada Treintañeros, cuyo
protagonista, Pedro, trabaja en un restaurante de comida
rápida pese a tener cuatro títulos
universitarios.

"Los jóvenes londinenses en paro
deberán trabajar de forma obligatoria y no remunerada
durante tres meses para poder reclamar el subsidio social,
según un nuevo proyecto del alcalde de la ciudad, Boris
Johnson, informa hoy el diario The Guardian"…
Los
jóvenes londinenses en paro deberán trabajar tres
meses gratis para cobrar el subsidio (Cinco Días –
29/8/12)

Unos 6.000 jóvenes de 16 vecindarios de Londres
de entre 18 y 24 años tendrán que trabajar durante
13 semanas como requisito para reclamar una ayuda semanal de
desempleo de 56 libras (70,5 euros), financiado por el Fondo
Social Europeo, si han contribuido menos de seis meses a los
pagos de la seguridad social.

Esos jóvenes, según el citado rotativo,
tendrán que trabajar para organizaciones benéficas
o para empresas que reporten un claro "beneficio
comunitario".

El Gobierno británico espera poner en marcha ese
proyecto "conjunto" entre el alcalde y el Ministerio de Trabajo y
Pensiones a finales de 2012 y extenderlo al resto del
país.

The Guardian explica que ese programa ofrecerá
"ayuda intensiva" a aquellos jóvenes con poca experiencia
en trabajos remunerados, como asesoramiento a la hora de elaborar
su currículo.

Según el Ministerio de Trabajo y Pensiones, ese
proyecto está "directamente relacionado" con el compromiso
del alcalde de la ciudad de "crear 200.000 puestos de trabajo en
los próximos cuatro años".

El secretario de Estado para el Empleo Chris Grayling
consideró que con ese esquema el Gobierno pretende adoptar
un punto de vista diferente hacia las ayudas sociales, en un
momento de recesión en el que se buscan maneras de
impulsar el crecimiento económico del
país.

Dentro de este contexto, el viceprimer ministro
británico, Nick Clegg, consideró en una entrevista
que publica hoy ese mismo periódico que las personas
más ricas del país deberían pagar más
impuestos durante un periodo limitado de tiempo para contribuir
al crecimiento económico.

Según el líder del Partido Liberal
Demócrata, socio de los conservadores den el Gobierno de
coalición, las personas más acaudaladas del Reino
Unido deberían hacer una contribución extra en
concepto de impuestos.

"Lo que la gente pensaba que sería una batalla
económica corta, un periodo de recesión corto,
está claramente convirtiéndose en un proceso largo
de recuperación económica y de restricción
fiscal", indicó Clegg.

El número dos del Gobierno opinó que ese
nuevo impuesto debería sumarse a la propuesta ya existente
de imponer una tasa en las propiedades cuyo valor supere los 2
millones de libras (2,5 millones de euros).

– La generación perdida (El Confidencial –
4/9/12)

(Por José M. de la Viña) Lectura
recomendada

Las revoluciones son provocadas por
ideas jóvenes, jóvenes con ideas, viejas ideas
desvirgadas o todavía sin acanallar, que regurgitan mentes
que desean mantenerse lozanas y frescas.

Por los escasos especímenes que
reniegan de la complacencia, que se resisten a que se les pudra
mezquinamente el intelecto a base de ideas preconcebidas o
cascajo ideológico, trascendental o espiritual, que de eso
abunda en este estercolero terrenal y no solo
mediático.

Jóvenes viejos o viejos
jóvenes con ganas de cambiar el mundo, hacerlo mejor y
más limpio, aunque a menudo el resultado rechine e incluso
despeñe a poblaciones enteras en sangre, en los infiernos
del caos durante un tiempo, para emerger otra vez con renovada
vitalidad y vigorosos ideales.

Las sufrieron los franceses, donde la Ilustración
dio paso al terror y la guillotina, la posterior
desolación en toda Europa, a manos de un pequeño
iluminado. Quedó algún poso y unas pocas ideas
aprovechables, como el código de Napoleón o la
Enciclopedia, que dignificó algo al corso triturador y
enceró en gloria a algunos filósofos
desenjundiados.

En toda Europa hubo durante el siglo XIX infinidad de
revoluciones a cargo de las generaciones que iban pidiendo paso,
descontentas con el siempre injusto mundo que les tocaba vivir.
Alumbraron ciencia, literatura, progreso, bienestar,
arte.

Culminaron con la Revolución Rusa. Sueño
de todo joven de bien de la época que, pretendiendo acabar
con la pobreza y la servidumbre zarista, acabó convertida
en la mayor pesadilla del siglo XX junto con el antagónico
pero, en el fondo, calco fascista.

Escritores e intelectuales modernos jalearon tales
aberraciones durante casi un siglo, exceptuando unas pocas mentes
preclaras, afortunadamente atormentadas o controvertidas. Como
las de Albert Camus, George Orwell y unos cuantos por
aquí, como Chaves Nogales y tantos otros miembros de la
virtuosa tercera España, presta a volver a emerger si la
providencia la apadrinara y la mediocridad patria no lo
impidiera.

Al ser humano no le ha gustado
conformarse con su destino. Mejorar, o al menos intentarlo, ha
sido una constante a lo largo de la historia, asumiendo que en el
interregno a veces se produciría caos, violencia o incluso
más injusticia.

El imperio de Occidente ya solo produce gentes
que…

Desgraciadamente, esta etapa gloriosa
de la evolución del homo-sapiens ha finalizado,
al menos en el opulento Occidente quebrado
. Las generaciones
que piden el relevo lo hacen desde el sofá, con el mando a
distancia, no sea que se agoten con el ímprobo esfuerzo.
Han nacido nada más que con derechos. El destino de los
papás, y de toda la sociedad, es complacer sus traumas,
necesidades y caprichos.

Rememoramos con la ayuda de Internet, o a causa suya, la
caída del Imperio Romano, la desintegración del
griego saber, nuestros ancestros, obsesiones y melodramas. Los
entrópicos bárbaros siguen acechando envueltos
entre perritos, hamburguesas y ojos rasgados, entrecruzados en su
siniestro galopar hacia ninguna parte.

Antes de comenzar esta crisis higiénica e
indispensable, que esperemos obligue a dignificar este consumista
y depredador andar errante, un experto en marketing de
automoción comentaba que el objetivo de los fabricantes de
coches no eran los padres, sino los hijos mayores.

Según él, había que abordarlos a
ellos en vez de a sus progenitores porque eran vulnerables a la
cadena del deseo: "lo veo, lo quiero, lo tengo". Bastaba
superar el primer eslabón y parte del segundo,
lábil y huérfano de principios, para perfeccionar
el tercero: la venta del coche. Crédito al señor y
asunto concluido. Solo quedaba pagarlo. Siguen en
ello.

… ni trabaja, ni siquiera
piensa…

Transcurridos los años, los despreocupados
miembros de la "generación ni-ni" ven cosas y quieren
artefactos, pero no pueden obtenerlos. Papá ya no puede
pagarlos. No han aprendido nada. Siguen viendo y deseando lo
mismo que hace un lustro. Y, si no, lloriqueo y pataleta al
canto. Son solo Damocles sin espada y con obsolescente i-pod de
este caduco Occidente estrellado.

¡Lástima de criaturas
simples! Maldición de sociedad indolente y desnortada, de
pedagogos execrables, de planes de estudio infames, de infectos
másteres (horrible palabreja, la maestría no la
proporciona ningún diploma) ahuecados de rigor,
huérfanos de conocimiento profundo, de sensibilidad
presente, de prosperidad helada.

A los nenes ya maduros se les
acabará terminando la paciencia, cual niños
malcriados que son. No podemos dudar que muchos de ellos
escogerán el camino más rápido aunque sea el
más reprobable y demencial. ¿O no?

En Londres padecieron tal generación con los
disturbios de hace apenas un año. En el fondo los mocosos,
aunque muchos ya hubiesen traspasado la treintena, destrozaban
todo aquello a lo que no podían acceder porque papá
no se lo podía comprar. Allí quemaban o
rompían, aquí levitan en
autocomplacencia.

… solo se queja…

Los huevones patrios se conforman con
indignarse. En todos los sitios cuecen habas aunque más
bien sean guisantes. Ni lo uno, ni lo otro. ¿Qué
tal trabajar un poco, emprender, luchar, esforzarse, frustrarse,
estrellarse?
Indignarse con el vacío mental
autoinfligido, con las propias carencias causadas por la
sociedad, por los políticos, los progenitores, las
retrógradas vanguardias simples en su simple vacuidad y
yermo vacío.

Si los síntomas son preocupantes
habrá que analizar las causas. ¿El exceso?
¿Tener todo gratis y a mano? ¿No necesitar
más que quejarse para conseguir lo que desean? O no
valorar el esfuerzo. No haber tenido jamás
responsabilidades porque papá o mamá, Venus
hermafrodita o Apolo ambidiestro, se lo daba todo hecho, evitando
malsana frustración.

Por egoísmo de los padres, no sea
que viesen a sus retoños compungidos si "sufrían"
por razones nimias, aunque fuese una tarde. ¡Qué
desgraciados! Los hijos. ¡Pobrecitos! Los
padres.

¿Acaso no aprendieron nada de los suyos, de
cómo la mayoría se ganó con sudor y esfuerzo
todo lo que consiguieron? Es ese el drama. No inculcar el
valor de lo efímero
.

Todo se acaba o se marchita si la
fortuna no se ara, si la razón no se abona, si no se riega
el intelecto cada día. Sea la sensibilidad, la
imaginación, el cerebro, la valía, el sustento, la
riqueza, el alma, la suerte y hasta la vida.

Difícil es crear. Más
fácil es mantener. Pero incluso lo pretendidamente perenne
se diluye si no lo cuidamos. Eso es lo que está pasando
con la educación, entendida no como una acumulación
de saberes más o menos útiles para la sociedad, de
destrezas o aptitudes para producir más y contaminar
mejor.

Sino como un permanente deseo de
aprender, de asimilar, de gozar; de alimentar el raciocinio, la
belleza efímera, la curiosidad infinita, la vitalidad
esforzada, la capacidad de forjar; de fomentar una actitud
positiva hacia la vida, aunque a menudo se vuelva añorado,
y el amenazante futuro, que podría ser brillante; de
respeto a todos, nuestros semejantes y los que no lo son; de
enriquecer el entorno con la exaltación, la
protección de la armonía virtuosa, la cultura
andrógina, la naturaleza doblegada, el planeta exprimido,
la diversidad agotada.

Bastantes chistes nos cuentan cada día
políticos y druidas supuestamente sabios en estos solares,
ya enladrillada cloaca global, en la cual han alparceado el mutuo
beneficio, que no es el del ciudadano. La ineducación es
parte de esta chanza suicida y algún día
fúnebre, que se está volviendo macabra con su
inanidad.

Dicen que esta es la
generación mejor preparada de la historia. Monsergas.
Demasiado diploma enmarcado para tan poca sustancia, ni siquiera
vívida o estimulante verdad, aunque no sea
tal.

… mientras entierra saber y
sabiduría

La sabiduría agoniza, la
razón se pudre, el discernimiento encoge, la
ilustración se difumina, la iluminación se apaga.
Rectificar tal deriva existencial es necesario. No lo haremos.
Esto es España. El resto de Occidente está igual de
perjudicado, aunque su altivo ombligo le impida verse los pies de
barro con los que se desliza hacia el inclemente muro encalado de
albas calamidades: la piedra de Sísifo sigue
rodando.

Oriente no está mejor. Ha asumido nuestro peor
desarbolado moral. Se ha negado a aprender nada de los errores
cometidos durante más de dos siglos de innovación
científica y tecnológica, de Revolución
Industrial y social; cien años de apenas evolución
filosófica; y medio siglo con el pensamiento
económico enquistado en su simpleza primigenia,
matemática y floja de ínfimo alcance
temporal.

Que Dios nos coja confesados si no
revertimos tan triste devenir y enderezamos la decadencia que
amenaza a esta entrópica sociedad, con cambio o sin cambio
climático, que menudo veranito llevamos entre deshielos y
sequías, por un lado, y calcinaciones arborícolas,
pero sobre todo mentales y financieras, por otro. La culpa de
todo, como siempre, del empedrado
.

Volvemos a la carga. Lo siento. Están a tiempo de
salir corriendo.

"La fundación internacional Save the
Children, famosa por sus esfuerzos para combatir el hambre en
África, pidió por primera vez fondos para abordar
la pobreza infantil en Reino Unido"…
ONG famosa por
combatir el hambre en África se preocupa por la pobreza en
Reino Unido (BBCMundo – 5/9/12)

Save the Children dice que la recesión
económica y el creciente costo de vida ha llevado a muchas
familias a la pobreza.

La organización dice que algunos niños
están yendo al colegio con hambre y no tienen ropa de
invierno. La organización internacional Save the Children,
conocida por ayudar a algunas de las familias más pobres
del mundo, lanzó su primer llamado para ayudar a los
niños de Reino Unido.

Save the Children dice que los niños más
pobres de Reino Unido están sufriendo por la
recesión, sin comidas calientes regulares o zapatos
nuevos.

La entidad le pide al gobierno británico que haga
énfasis en las ayudas para las familias de bajos recursos
y les pida a los empleadores que paguen un salario
mínimo.

El gobierno dijo que está comprometido con
erradicar la pobreza infantil.

Cifras

Los investigadores de Save the Children hicieron un
sondeo de más de 1.500 niños entre los 8 y los 16
años y más de 5.000 padres, con énfasis en
los grupos de más bajos ingresos.

El estudio se basa en cifras del Instituto de Estudios
Fiscales (IFS, según las siglas en inglés) que
estiman que hay 3,5 millones de niños en la pobreza en
Reino Unido y predicen un fuerte incremento en ese número
durante los próximos años.

Para Save the Children, quienes viven en la pobreza
tienen un ingreso familiar menor al equivalente de US$ 27.000 al
año.

El 61% de los padres pobres encuestados dice que ha
recortado en comida y el 26% reconoció haber omitido una
de las comidas diarias el año pasado.

Un poco menos de un quinto (19%) dijo que sus
niños han salido a veces sin zapatos nuevos cuando los
necesitan.

Problemas financieros

El 19% de los niños pobres dijo que ha faltado a
excursiones del colegio y el 14% dijo que no tiene una chaqueta
para usar en el invierno.

El informe, llamado It Shouldn't Happen Here (No
debería pasar acá), también revela
qué tan conscientes son los niños de los problemas
financieros de sus padres.

Más de la mitad de los niños (58%)
señaló que cree que a sus padres les está
quedando cada vez más difícil pagar
todo.

El 52% de los niños más pobres estuvo de
acuerdo en que la ausencia de dinero estresa a sus padres o los
hace infelices, mientras el 43% estuvo "firmemente de acuerdo" en
que sus padres están recortando en cosas para ellos, como
ropa o comida.

El 23% de los padres en el rango más bajo de
ingresos indicó que es más probable que les hablen
bruscamente a los niños a raíz de la
preocupación por los problemas de dinero, comparado con el
10% de los padres con mejores ingresos.

Reacción del gobierno

El informe cita las cifras presentadas el mes pasado por
el departamento gubernamental de Trabajo y Pensiones de Reino
Unido, que revelaron que el 61% de los niños pobres tienen
padres trabajadores.

Le pide por eso al gobierno que fomente que más
empleadores paguen más del salario mínimo para que
los trabajadores puedan suplir las necesidades
familiares.

Además le pide al gobierno que pague el 80% de
los costos relacionados con el cuidado infantil de las familias
más pobres.

Un vocero del departamento de Trabajo y Pensiones dijo:
"A pesar de que se invirtieron 150 millones de libras esterlinas
(US$ 238 millones) en subsidios y beneficios impositivos en la
última década, el enfoque del gobierno anterior
para combatir la pobreza infantil falló, y Reino Unido no
alcanzó sus propias metas de pobreza infantil en
2010".

"El gobierno permanece comprometido a erradicar la
pobreza infantil, pero queremos tener un nuevo enfoque al
combatir los orígenes, que incluyen el desempleo, las
fallas educativas y la descomposición
familiar".

"Y nuestras reformas de bienestar mejorarán las
vidas de algunas de las familias más pobres en nuestras
comunidades".

Save the Children espera recoger fondos que ascienden a
US$ 800.000 para ayudar a mejorar la vida escolar de los
niños de bajos recursos y entregar a las familias objetos
elementales como estufas, muebles o juguetes.

"La responsable de Incidencia Política de la
división española de Save The Children, Yolanda
Román, asegura que en España sería factible
una campaña similar a la que ha puesto en marcha la filial
británica de la organización, ya que los
índices de pobreza infantil son "altamente alarmantes" y
"viendo la situación actual, no pueden más que
empeorar""…
España, a un paso de una acción
contra la pobreza infantil como la de Reino Unido (ABC –
6/9/12)

Save The Children United Kingdom ha presentado este
miércoles una campaña en la que por primera vez, la
ONG aborda la pobreza de los niños británicos. Con
el lema "Esto no debería pasar aquí", denuncia que
siendo uno de los países más ricos del mundo, hay
niños que van con hambre al colegio porque sus padres no
tienen recursos para proporcionarles un desayuno adecuado, entre
otras carencias.

Román ha señalado que una campaña
como esta sería "necesaria", porque se requiere "del
esfuerzo de todos" para erradicar la pobreza entre los
niños, que va en escalada al ritmo de la crisis
económica y va a peor. "Es más, puede ser que
dentro de tres o cuatro meses veamos algo parecido en
España", ha señalado.

Román recuerda que el índice de pobreza
infantil en España se sitúa entre el 24 y el 26% y
está afectando seriamente tanto a la alimentación
como al rendimiento escolar de los menores. Sobre el primer
asunto, la organización ya está detectando
"problemas de nutrición" y advierte de que ya en junio
"había niños cuya única comida en el
día era la que hacían en el comedor del
colegio".

"Ya entonces nos preguntábamos qué
pasaría con estos niños durante el verano, cuando
no hay comedor escolar", ha planteado Román, quien ha
denunciado que la situación de las familias con
dificultades "no puede sino empeorar" si se añaden nuevas
tasas y pagos que realizar, como el que muchos comedores
escolares impondrán este curso a los niños que se
lleven la tartera de casa.

Menor rendimiento y mayor absentismo

En cuanto al ámbito escolar, la responsable de
Incidencia señala que la pobreza ya está afectando
al rendimiento, tanto por la mala alimentación de los
menores como por los problemas económicos en sus familias,
y va a provocar un aumento del absentismo por las dificultades
para acceder a un transporte hasta el centro
educativo.

"Se han eliminado muchas rutas escolares y nos han
estado llegando denuncias de niños de algunos barrios que
estaban empezando a faltar a clase ya en el mes de junio (2012)
por dificultades para acceder al transporte", ha señalado
Román.

Otro asunto que preocupa a la organización es el
acceso a los medicamentos tras la reforma sanitaria. "Nos
están llegando muchas denuncias de gente que dice que no
puede comprar las medicinas que necesitan para sus hijos, como
las de la fiebre. Se han quitado recetas para ciertos
medicamentos y hay familias que no pueden hacer frente a los
pagos de esas medicinas para sus niños", ha
afirmado.

Una realidad aún oculta

El colofón lo pone el hecho de que Save The
Children está convencida de que "hay todavía una
realidad de pobreza infantil oculta" que por una razón o
por otra, algunas familias no se atreven a mostrar. "Por nuestro
contacto con la realidad y nuestro trabajo diario en zonas
rurales y en zonas urbanas con alto índice de
exclusión, sabemos que la situación está
empeorando", ha apostillado.

Román ha explicado que al margen de las grandes
campañas de sensibilización que Save The Children
realiza a nivel internacional, cada delegación nacional
funciona de forma autónoma a la hora de realizar acciones
de concienciación. En España, la entidad "no lo ha
envuelto en una campaña", pero lleva ya muchos años
trabajando directamente contra la pobreza infantil.

En este momento, los esfuerzos están centrados en
la acción política, porque, conforme recuerda la
responsable de Incidencia, "la labor de las ONG es muy importante
pero en ningún caso puede suplir a la acción del
Estado".

"De momento estamos haciendo esfuerzos políticos
para aportar nuestro conocimiento en derechos de infancia para
solucionarlo. El principio de la Legislatura todavía
concede margen para medidas de carácter político,
sobre todo porque desde el primer momento, el Gobierno ha puesto
en la agenda la pobreza infantil, aunque hasta ahora hay muchas
declaraciones de intenciones, pero falta mucha acción
concreta", ha añadido.

"Cerca de 75 millones de jóvenes están
desempleados, una cifra que no deja de crecer desde que
estalló la crisis, y que evidencia el principal reto al
que se enfrentan tanto los países desarrollados como los
emergentes"…
Los jóvenes de todo el mundo
configuran el eslabón más débil en la crisis
económica (Vozpópuli – 9/9/12)

La tasa de desempleo juvenil en España
alcanzó el 53,28% en el segundo trimestre, según la
última Encuesta de Población Activa. Sin embargo,
no se trata de un mal endémico del mercado laboral
español, sino que es una constante que se repite en todo
el mundo, incluyendo grandes potencias como EEUU o países
emergentes como Brasil. Los jóvenes son el eslabón
más débil en esta crisis y reducir esta desorbitada
tasa de paro se ha convertido en el mayor reto de los
Gobiernos.

Cerca de 75 millones de jóvenes están
desempleados en todo el mundo, lo que supone un incremento de
más de 4 millones desde el año 2007, según
un informe de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), que advierte no sólo de las consecuencias
económicas y sociales de este paro, sino también de
sus efectos perjudiciales sobre la futura inserción
laboral y los salarios.

Y es que para los jóvenes, encontrar trabajo se
ha convertido en la "pescadilla que se muerde la cola": "no
consigo trabajo porque no tengo experiencia y no tendré
experiencia si no consigo trabajo".

Exceso o falta de cualificación

Si hace unos años, el nivel de formación
realmente marcaba una diferencia a la hora de encontrar empleo,
estas ventajas se desdibujan con la crisis. La educación y
la capacitación son esenciales para incorporarse al
mercado laboral con éxito, sin embargo, en las
economías en desarrollo se ofrecen puestos de trabajo muy
limitados a sectores formales pequeños, y la juventud no
siempre ha adquirido en la universidad las habilidades necesarias
adecuadas para calificar en dichos trabajos.

El difícil acceso a trabajos de alta
cualificación provoca que muchos jóvenes
"disfracen" su currículum para optar a empleos mucho menos
exigentes. No es extraño por tanto, encontrarse a
candidatos que maquillan sus conocimientos y habilidades para no
ser descartados por estar hiper-cualificados.

Atrapados en el empleo temporal

Muchos jóvenes se encuentran atrapados en
trabajos de baja productividad, temporales, mal remunerados y muy
alejados de sus aspiraciones. La transición hacia trabajos
permanentes y mejor pagados se pospone cada vez más en las
economías desarrolladas.

"No consigo trabajo porque no tengo experiencia y no
tendré experiencia si no consigo un trabajo", piensan los
jóvenes

El incremento de trabajo temporal y a tiempo parcial en
los últimos diez años, especialmente coincidiendo
con la crisis, sugiere que este es el único empleo
disponible para muchos jóvenes. Incluso la
proporción de empleo remunerado frente al porcentaje de
empleo total es muy baja.

Esta tendencia ha despertado el debate en torno a la
flexibilidad del mercado laboral en general y la dualidad del
mismo en particular. El auge de este tipo de contratos
podría explicarse por una combinación de
legislaciones menos estrictas respecto a los costes de despido y
los trámites para los contratos no temporales, junto con
el escaso poder de negociación individual de los
jóvenes.

El fenómeno de los "ni-ni" cada vez va a
más

La falta de puestos de trabajo y el exceso de candidatos
altamente cualificados ha provocado que muchos jóvenes,
desalentados, abandonen la búsqueda de empleo o decidan
posponerla para resguardarse bajo el paraguas del sistema
educativo. La OIT estima que, debido a la crisis, un total de 6,4
millones de jóvenes se encuentran en esta
situación, especialmente en la Unión
Europea.

Los jóvenes que ni estudian ni trabajan
-conocidos en España como "ni-ni" y en el resto del mundo
como NEET (de sus siglas, sin educación, empleo o
formación)- representan un creciente motivo de
preocupación para los responsables políticos.
Según la OIT, suponen al menos un 10% de la
población joven y afecta mucho más a quienes tienen
un nivel bajo de educación en los países
desarrollados.

El retiro de la fuerza laboral joven a causa de la
crisis es un arma de doble filo. Por una parte, los
jóvenes que desistan a encontrar empleo y dejen de
formarse, corren el peligro de quedar excluidos definitivamente
de un mercado laboral cambiante y en constante movimiento. Por si
fuera poco, la presión que recae ahora mismo sobre los
jóvenes que buscan empleo se multiplicará cuando
algunos de estos "rezagados" decidan reincorporarse al mundo
laboral.

"España es uno de los países
de la OCDE donde hay más jóvenes que ni estudian ni
trabajan, los conocidos como ni-nis. Concretamente, el 23,7% de
los chicos y chicas entre 15 y 29 años no está ni
empleado ni recibe ningún tipo de formación, lo que
sitúa a España en el quinto puesto de un total de
33 países (donde de media los "ni-nis" representan apenas
el 15,8%)"… España se sitúa como uno de los
países de la OCDE con más jóvenes que ni
estudian ni trabajan (Expansión – 10/9/12)

Estas conclusiones se desprenden del informe "Panorama
de la Educación 2012" que ha elaborado un año
más la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE).

Entre 2008 y 2010, España presenta el tercer
mayor aumento (siete puntos) después de Irlanda y Estonia,
comparado con los 2,1 puntos de incremento que ha experimentado
la media de la OCDE.

"En la habitación de Jesús no suena el
despertador. El madrugón para ir a estudiar o trabajar es
algo que pertenece al pasado de este joven de 28 años,
parado y con un futuro incierto. Vive con sus padres y hermanos
menores -de 17 y 22 años- en una modesta vivienda del
barrio de Arganzuela, donde cada día transcurre igual que
el anterior"…
Mi vida como un Ni-Ni (El Confidencial –
16/9/12)

Lo primero que Jesús ve al despertar es una
hilera de sol reflejándose en las sábanas. Mira el
reloj: las 12:15. "Joder". Veinte minutos más acostado
para despejar el cerebro. Se levanta y va a la cocina. Zumo de
piña, galletas y Camel para el desayuno. Diez minutos
después ya está en el ordenador. Mick Jagger en un
amarillento póster le mira desde la pared. Una medalla
cuelga de la foto de su primera comunión, y en las
estanterías se suceden discos de Nirvana, Sabina y Deep
Purple.

Entre esas cuatro paredes hubo días de rutina, de
estudio. Hoy queda la incertidumbre. El vacío. Las horas
muertas. Jesús forma parte del 23,7% de los jóvenes
de entre 15 y 29 años que no estudian ni encuentran
trabajo en España, el porcentaje más alto de
Europa. El dato asusta si se compara con 2006, cuando
rozaba la media global de la OCDE, con un 16%. Además si
atendemos solo a la franja de 25 a 29 años, el desastre
afecta al 29%.

Llaman al telefonillo y aunque Jesús está
solo en casa, no lo coge. "Será algún cartero…".
Varias novelas, viejos manuales y libros de texto rellenan un
armario. La cama está sin hacer. Algunos cajones guardan
mecheros rotos, una pila de cartas de antiguos ligues,
videojuegos pasados de moda, púas de guitarra… pero
también compases, escuadras y varios bocetos. A
Jesús siempre se le dio bien dibujar. Cursó el
bachillerato técnico y se matriculó dos veces en un
módulo superior de Planificación de obras, que
nunca terminó. El dinero rápido que lograba como
relaciones públicas en varias discotecas le hizo
distraerse de los estudios superiores, y ahora querría
aspirar a más. "Me gustaría estudiar Bellas Artes
pero, entre la edad que tengo, los requisitos que piden para
entrar y el pastón de la matrícula, no es algo
fácil".

La corta mañana se ha esfumado. Sabe que son las
dos de la tarde porque oye la sintonía de "Los Simpson"
que su hermano pone al volver del instituto. Se ajusta unos
vaqueros raídos y una camiseta de Pull & Bear. "Bajo a
por el pan", le dice. El adolescente ni le mira, su
atención pertenece a la tele. Jesús aprovecha el
corto paseo a la panadería de al lado para cargar contra
un apelativo que le molesta. "Un Ni-Ni es el que no intenta hacer
nada para valerse por sí mismo", considera. "Yo al menos
me muevo y llamo a todas las puertas".

"Lo de siempre", le dice al panadero, que le entrega
tres barras. Nada más llegar a casa, devora el almuerzo.
Suele comer rápido porque "no aguanta el Telecinco" que
ven sus padres. "¿Te han llamado de eso?", le dice la
madre. "No", responde indiferente. El padre sube el volumen de la
tele. Asqueado, termina la merluza, lleva el plato a la cocina y
vuelve a su guarida, donde comienza a divagar. Chatea, edita con
el Photoshop, abre el Marca… Los titulares de prensa dejaron de
interesarle hace tiempo. "No me importa en absoluto lo que digan
o hagan Rajoy y la Merkel, solo sé que nos están
puteando y cada vez es peor".

"No quiero seguir aquí"

Suena "Blue in Green", de Miles Davis, y se enciende
otro Camel. Jesús fuma una cajetilla diaria, casi el doble
de lo que consumía cuando trabajaba. "Menos mal que ellos
fuman", bromea, mientras devuelve el paquete al bolso de la
madre. Pasan ya de las ocho y en la habitación no para de
sonar el Spotify. Son canciones mezcladas con publicidad porque
no puede pagarse una suscripción de cinco
euros.

Abre una Mahou y habla de su amigo Yoni, que se ganaba
el sueldo como reformista "cuando el boom de la
construcción", hasta que en 2006 se fue al paro.
"Hacía de todo y cobraba bastante dinero. Ahora como mucho
le sale arreglar el enchufe de alguna abuela o pintar una pared".
La crisis del ladrillo también afectó a otro de sus
mejores amigos, Nano, que dejó de vender pisos en
Tecnocasa en 2007. Ahora ellos, que no pasaron de los estudios
básicos, malviven juntos a otros jóvenes ocupando
casas y alimentándose de la comida que tiran los
supermercados, cuando no hay más remedio.

Aunque Jesús vive con sus padres, está muy
ligado a sus colegas de siempre y procura visitarles con
regularidad. "Le han echado un par -dice- y prefieren malvivir
como "okupas" a seguir con sus familias. Yo no tengo duda de que
en cuanto salga algo estable me iré de casa a tirar como
sea. No quiero seguir aquí".

Currículum

Un reloj del Atleti marca las nueve y cuarto. Se oyen
unos rasguños en la puerta y Jesús se levanta a ver
qué sucede. Es Yoshi, el pequeño yorkshire familiar
que ha venido a reclamar su salida vespertina. "Venga, a estirar
las patas", le dice al perro.

Mientras pasea calle abajo comienza a relatar su
experiencia laboral a trompicones. Su trabajo más estable
empezó en 2003, como dependiente de ropa de hombre en El
Corte Inglés, donde pasó tres años y medio.
"Todavía no me lo explico, pero después de dos
años empezaron a hacerme "mobbing" constantemente para que
me fuese, me cambiaban a otros departamentos para vender menos,
me reducían el sueldo y a pesar de que vendía mucho
nunca quisieron promocionarme, hasta que decidí dejarlo",
explica. "Era otro tiempo, el trabajo abundaba y pensé que
rápido encontraría algo mejor. Nada más
lejos". Era verano de 2006. La misma época en que a sus
amigos se les torcieron las cosas.

Desde entonces, una larga lista de empleos temporales
trazan su currículum: limpieza, técnico de
pladur-tras un curso de seis meses-, vigilante de piscina… Pero
se acabaron y en un suspiro, para enero de 2010, se le
agotó el año que le correspondía de
prestación por desempleo. Pocos meses después
perdió los 420 € de ayuda del Plan Prodi -antecesor
del Plan Prepara- por un trabajo de un solo día como
azafato en el Bernabéu. El último empleo que tuvo
fue como teleoperador a principios de 2011, pero duró solo
dos meses. Todos estos trabajos distaban de su interés por
el diseño, hasta que ese año comenzaron a llegarle
cartas del Inem y empezó la racha de cursos.

"En todas las academias te prometen el oro y el moro con
una bolsa de trabajo, diciéndote que te van a dar empleo,
pero luego ni prácticas ni leches. Todavía estoy
esperando el certificado del último curso", explica
enfadado. "No te dan ningún tipo de solución cuando
terminas". Desde que acabó las clases a finales de 2011,
Jesús dedica varios días de la semana a presentarse
en pequeños negocios donde ofrece sus conocimientos de
diseño gráfico y web. Pero hasta el momento no ha
tenido suerte. "Llega un punto en que te cansas. Ya no sabes a
qué empresa llamar ni dónde presentar un
currículum".

Yoshi corre por el parque mientras Jesús le
vigila desde un banco. "¿Linkedin? Hace meses que
dejé de buscar trabajo en Internet. Prefiero hablar con la
gente y ser comercial de mí mismo". Las pocas ofertas que
circulan en portales de empleo como Infojobs piden muchos
requisitos que imposibilitan iniciarse a un aspirante como
él. "Hoy en día te exigen idiomas hasta para
fregar, cuando el que está en la Moncloa no sabe ni dar la
hora en inglés. Solo pido una oportunidad en alguna
empresa para demostrar que valgo, como tantos otros, pero la
precariedad y los contratos basura hacen que prácticamente
nos tengamos que arrodillar".

A pesar de su marcada indignación, Jesús
reconoce que no suele acudir a manifestaciones o actos de
protesta. "Me parece bien que lo hagan, pero no van a conseguir
nada así. Ir a pegar cuatro voces no soluciona nada y
menos para pedir trabajo", comenta, de vuelta al
refugio.

Una oportunidad

Entre el aburrimiento y la indignación asoma la
desgana. "A veces me entra algún bajón pensando en
cómo salir del paso, aunque ahora con lo del diseño
voy viendo algo de luz, intentando atar clientes", explica. "Eso
sí. He hecho trabajos en los que no he visto un duro. Te
ponen la excusa de que es útil para tu currículum,
pero así al final creas la imagen de que trabajas gratis.
Y eso no puede ser". Cita por ejemplo una web y la portada de un
disco que hizo para una cantante, de la que no vio ni un
céntimo. Ahora edita una página web para un
pequeño comercio de estética en
Vallecas.

Unas cervezas en casa de un amigo, un póquer
esporádico o "algún gariteo" son gotas de ocio que
aligeran la rutina del ordenador. Pero es jueves por la noche "y
no hay planes". "Todos hemos pegado un bajón tremendo en
unos años", afirma Jesús, refiriéndose
también a su grupo de colegas. "Salíamos más
de fiesta, y además ya hace un tiempo que paso de
novias".

El futuro, ni se lo imagina. "Yo lo que quiero es que
hoy o mañana me salgan trabajos. No puedo pensar en
qué estaré haciendo dentro de cinco años si
ahora no tengo donde caerme muerto", espeta. "Vivir el día
a día, y lo que tenga que venir vendrá".

Kurt Cobain entona "Smells Like Teen Spirit", la
guitarra de Santana ablanda la estancia. Ya es madrugada, y en
casa solo queda el ruido de su teclado. Un sándwich le
amortigua el estómago mientras sus amigos van deshabitando
la red social, hasta que decide acostarse. No sabe a qué
hora se despertará. No le importa.

"Ni se forman, ni trabajan, ni buscan empleo. Son
los conocidos como "ninis", un total de 1.643.928 jóvenes
de entre 15 y 29 años (el 21,1% de la población
española), y que cuestan más de 15.735 millones de
euros anuales a las arcas públicas, es decir, el 1,47% del
PIB, frente a los 10.794 millones (0,99% de 2008)"…
El
precio de la "generación perdida" (El Mundo –
22/10/12)

Son datos de Eurofound, agencia europea especializada en
condiciones de vida y trabajo. El informe analiza cuáles
son los factores determinantes para pertenecer a este grupo,
así como los costes económicos y sociales que
representa.

Para realizar el cálculo, se han tenido en cuenta
diferentes factores. Por una parte, los costes que supone este
grupo en prestaciones por desempleo, discapacidad, sanidad y
otros servicios sociales. Por otro lado, se tiene en cuenta el
dinero que deja de percibir el Estado en impuestos, la ausencia
de ahorro y consumo por parte de este grupo, así como su
incapacidad para aportar al sistema de pensiones y a planes
privados.

333 euros por cada ciudadano español

Así, el estudio concluye que cada "nini" le
cuesta a España anualmente 11.375 euros, frente a los
10.651 de media en la Unión Europea. Es decir, 333 euros
por año a cada español. No obstante, este coste
varía notablemente por regiones. Así, en Bulgaria
supone 2.512 euros frente 22.700 de Dinamarca. Eurostat constata
además que los costes aumentan más rápido
que el número de "ninis", una media del 28,33%.

El espíritu del análisis, aclara
Eurofound, no es señalar al colectivo "nini" como una
carga para la, en muchos casos, famélica economía
de los estados. El objetivo es subrayar el coste que supone a una
sociedad no integrar a una importante proporción de sus
miembros en el mercado laboral o formativo. Entienden que
mantener a esos jóvenes fuera del sistema es un
"desperdicio de potencial, talento y habilidades", con
consecuencias adversas para la sociedad y la
economía.

Defiende, por tanto, que el problema es social, no
individual. Y resalta la importancia de las políticas de
inserción, así como las consecuencias sociales que
puede acarrear mantener a un porcentaje tan importante de la
población en esa situación. Es más,
considera a los "ninis" "uno de los grupos más
problemáticos" en el contexto de desempleo
juvenil.

Tendencia generalizada, con salvedades

Mientras Alemania, Austria y Luxemburgo (en el primer
caso, los "minijobs", pese a su precariedad, sacan de las
estadísticas a los "ninis") van mejorando, las cifras no
cesan de crecer en los países más golpeados por la
crisis, como Grecia (54,7%) y España (34,4%).

La tendencia alcista es generalizada en Europa. La cifra
de "ninis" aumenta y también el coste que supone a las
arcas públicas: los últimos datos de Eurostat
hablan de 13.941.264 (del total de 94 millones de
jóvenes), que costarían a la UE más de
153.000 millones de euros. Tal cantidad supone el 1,21% del PIB
de la Unión Europea. Es decir, el coste ha aumentado un
45,77% desde 2008.

Trabajo y expectativas de futuro

Sólo el 34% de los jóvenes europeos
tenía trabajo en 2011, la cifra más baja registrada
por Eurostat. Desde el inicio de la recesión, a finales de
2007, el paro juvenil ha aumentado en 1,5 millones, hasta los 5,5
millones (21%) en 2011.

De los "ninis", el 73% de 15 a 19 años no ha
trabajado nunca, una cifra que se rebaja al 43% de 20 a 24
años, y al 28% en el caso de 25 a 29
años.

En cuanto a las implicaciones a largo plazo, el informe
de Eurofound augura una generación que puede quedar fuera
del mercado de trabajo durante años y ve con
preocupación estas cifras, máxime cuando estas
generaciones tendrán que "asumir las responsabilidades que
representa el envejecimiento de la población".

Grupo heterogéneo

Los "ninis" constituyen una población muy
heterogénea. El mayor subgrupo lo integran los
jóvenes que están tradicionalmente desempleados, y
que Eurostat divide entre vulnerables, (discapacitados y personas
que están al cuidado de algún dependiente) y no
vulnerables, que son aquéllos que ni trabajan ni estudian
porque están centrados en actividades como la
música, el arte o el autoaprendizaje.

El nivel de estudios influye notablemente. Así,
aquéllos con un nivel de estudios bajo tienen el triple de
probabilidades de convertirse en "nini". También ser
inmigrante es factor determinante: tienen un 70% más de
probabilidades de pasar a engrosar el grupo.

Eurofound alerta de las consecuencias de permanecer un
tiempo prolongado en este grupo: aislamiento, empleo inestable y
escasas posibilidades de empleo futuro, delincuencia juvenil y
problemas de salud física y mental. Corren asimismo
más riesgo de estar alienados política y
socialmente, y su nivel de interés político y de
participación en partidos políticos y en
actividades sociales es menor, además de mostrar menor
confianza social. Unas características comunes a las que
presentaba la juventud de los países donde estalló
la primavera árabe.

El informe destaca asimismo que, históricamente,
la población joven es golpeada más duramente en los
momentos de recesión, en el sentido de que su desempleo es
más vulnerable que el de otros grupos de edad. Esto sucede
porque suele haber más concentración de
jóvenes en sectores "críticos", como la
construcción, además de sumar más contratos
temporales. Algo que ha aumentado con la crisis, colocando a los
jóvenes en una posición aún más
inestable.

Nota: En términos absolutos, en 2011 los
países donde los jóvenes que ni estudian ni
trabajan generaron un coste más alto para la
economía son Italia (32.600 millones de euros, 2,06% del
PIB), Francia (22.000 millones, 1,11%), Reino Unido (18.000
millones, 1,05%) y España.

En Alemania y Luxemburgo, el coste de los ni-ni se
redujo entre 2008 y 2011, mientras que en Austria y Suecia se
mantuvo estable. En términos relativos, los mayores
incrementos corresponden a Rumanía (78%), Grecia (76%),
sorprendentemente Dinamarca (62%) y España.

En el conjunto de la UE, la tasa de jóvenes entre
15 y 29 años que ni estudia ni trabaja se situó en
el 15,4%, cifra que representa unas pérdidas para la
economía europea de 3.000 millones a la semana (1,2% del
PIB comunitario).

– Las generaciones perdidas (Project Syndicate –
24/10/12)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- El éxito económico de un
país depende de la educación, las aptitudes y la
salud de su población. Cuando sus jóvenes
están sanos y bien educados, pueden encontrar empleos bien
remunerados, lograr la dignidad y conseguir ajustarse a las
fluctuaciones del mercado laboral mundial. Las empresas invierten
más cuando saben que sus trabajadores serán
productivos. Sin embargo, muchas sociedades de todo el mundo no
cumplen con el imperativo de garantizar una salud básica y
una educación decorosa para todas las generaciones de
niños.

¿Por qué no se cumple con
el imperativo de la educación en tantos países?
Algunos son, sencillamente, demasiado pobres para disponer de
escuelas decorosas. Los propios padres pueden adolecer de una
educación insuficiente, lo que les impide ayudar a sus
hijos más allá del primer o segundo año de
escuela, con lo que el analfabetismo y la falta de conocimientos
básicos de aritmética se transmiten de una
generación a la siguiente. La situación más
difícil es la de las familias numerosas (de seis o siete
hijos, pongamos por caso), porque los padres invierten poco en la
salud, la nutrición y la educación de cada uno de
los hijos.

Sin embargo, también los países ricos
fallan. Los Estados Unidos, por ejemplo, permiten cruelmente el
sufrimiento de sus niños más pobres. Los pobres
viven en barrios pobres con escuelas pobres. Con frecuencia los
padres están desempleados, enfermos, divorciados o incluso
encarcelados. Los niños quedan atrapados en un persistente
ciclo generacional de pobreza, pese a la riqueza general de la
sociedad. Con demasiada frecuencia, los niños que se
crían en la pobreza acaban siendo adultos
pobres.

Un nuevo y notable documental, The house I Live In ("La
casa en la que vivo"), muestra que el caso de los Estados Unidos
es incluso más triste y cruel, a consecuencia de unas
políticas desastrosas. Hace unos cuarenta años, los
políticos de los Estados Unidos declararon una "guerra a
las drogas" aparentemente para luchar contra el uso de drogas
adictivas como la cocaína. Sin embargo, como muestra
claramente el documental, la guerra contra las drogas se
convirtió en una guerra contra los pobres, en particular
los grupos minoritarios pobres.

En realidad, la guerra contra las drogas provocó
la encarcelación en masa de jóvenes pobres de
grupos minoritarios. Actualmente en los Estados Unidos hay 2,3
millones de personas encarceladas en todo momento, una mayor
parte de los cuales son pobres que fueron detenidos por vender
drogas para poder costearse su adicción. A consecuencia de
ello, los EEUU han acabado con la tasa más elevada de
encarcelación del mundo: ¡la escandalosa de 743
personas por 100.000 habitantes!

El documental retrata un mundo de pesadilla, en el que
la pobreza de una generación se transmite a la siguiente,
con la facilitación del proceso por la cruel, costosa e
ineficiente "guerra contra las drogas". Los pobres, con
frecuencia afroamericanos, no pueden encontrar empleos o han
vuelto del servicio militar sin aptitudes ni contactos laborales.
Caen en la pobreza y se entregan a las drogas.

En lugar de recibir asistencia social y médica,
son detenidos y convertidos en delincuentes. A partir de ese
momento, no cesan de entrar y salir del sistema penitenciario y
tienen pocas posibilidades de conseguir jamás un puesto de
trabajo legal que les permita escapar de la pobreza. Sus hijos
crecen sin un padre en casa… y sin esperanza ni apoyo. Los
hijos de los usuarios de drogas con frecuencia llegan a serlo, a
su vez; también ellos acaban con frecuencia en la
cárcel o sufren violencia o una muerte
temprana.

Lo demencial de esta situación es
que los EEUU no han advertido una evidencia… y durante
cuarenta años. Para acabar con el ciclo de la pobreza, un
país debe invertir en el futuro de sus hijos, no en el
encarcelamiento de 2.3 millones de personas al año, muchas
de ellas por delitos no violentos que son síntomas de
pobreza.

Muchos políticos son
cómplices entusiastas de esa locura. Juegan con los miedos
de la clase media, en particular con el miedo de la clase media a
los grupos minoritarios, para perpetuar ese extravío de
las medidas sociales y el gasto estatal.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter