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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (Parte I) (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

¿Cuáles son las explicaciones de estas
tendencias? En el corto plazo, la acumulación de mano de
obra es a menudo considerada como un factor importante en el
patrón anticíclico de la participación de
los salarios. La acumulación de mano de obra se refiere al
hecho de que las empresas prefieren retener a los trabajadores
cualificados durante un período de baja, ya que contratar
y capacitar nuevos empleados una vez que la recuperación
está en curso sería aún más costoso.
Esta práctica hace que la demanda laboral caiga menos que
el producto durante las caídas y aumente menos que el
producto durante las expansiones. También explica por
qué las desviaciones a corto plazo de la
participación de los salarios en relación a su
tendencia a largo plazo suelen ser temporales y no muy
persistentes: apuntando al hecho que, a futuro, las utilidades
tenderán a recuperarse más rápido que el
empleo y los salarios…

2.1 Tendencias recientes en la participación de
los salarios a nivel nacional

A largo plazo, los determinantes de la
participación de los salarios son más complejos y
difíciles de desentrañar. En general, la tendencia
a una menor participación de los salarios en los
países de la OCDE a partir de mediados del decenio de 1980
se atribuye a la introducción de nuevas
tecnologías, los efectos de la globalización, la
creciente influencia de las instituciones financieras y/o el
debilitamiento de las instituciones del mercado laboral. El
Informe mundial sobre salarios 2008/09 argumentó que una
mayor apertura al comercio puede haber funcionado como un factor
de moderación salarial, en particular a la luz de la
creciente presencia de los grandes exportadores quienes pagan
salarios bajos en el mercado de productos de mano de obra
intensiva. Algunos autores señalan que la
disminución en la participación de los salarios
también puede ser simplemente una anomalía
estadística, derivado de un cambio general en la actividad
económica desde los sectores con alta participación
salarial hacia los sectores con menor participación
salarial ("efectos de desplazamiento"). Nuestro propio
análisis muestra, sin embargo, que la disminución
estructural en la participación de los salarios se
debió principalmente a una reducción en la
participación de los salarios en sectores puntuales
("efecto participación"). En la gráfico 15 vemos
que, en la mayoría de los casos, tanto el "efecto
desplazamiento" como el "efecto participación" tuvieron un
impacto negativo en la participación de los salarios desde
la década de 1980. En la mayoría de los
países, sin embargo, el efecto "participación"
superó al efecto "desplazamiento"…

2.2 Tendencias a nivel sectorial

El contraste entre los cambios a largo y corto plazo en
la participación de los salarios también se puede
ver a nivel sectorial, en particular en el sector manufacturero.
Los gráficos 16, 17 y 18 muestran las tendencias en la
participación de los salarios para los tres sectores
seleccionados: manufactura, construcción y un sector de
servicios amplio que abarca la intermediación financiera,
bienes raíces, arrendamientos y otros servicios
empresariales (en adelante llamado el sector FIRE, del
inglés financial intermediation, real estate, renting
and other business services
). Manufactura y
construcción son dos de los sectores más afectados
por la reciente crisis en los países de la OCDE, tanto en
materia de empleo como producción. También es
interesante destacar los cambios en el sector FIRE, debido a que
la recesión mundial comenzó con un impacto de
carácter financiero. El período utilizado para este
análisis es 1990-2009, a menos que se indique lo
contrario. El cambio a largo plazo se calculó como la
diferencia entre la participación de los salarios en el
primer año de análisis y el año 2007. El
reciente cambio durante los años de crisis se calcula como
la diferencia entre el 2007 y el último año para el
cual existen datos disponibles.

Tal como se presenta en el gráfico 16, el cambio
a largo plazo en la participación de los salarios en el
sector de manufactura fue negativo para todos los países
excepto Francia, Islandia y el Reino Unido. Esto demuestra que,
en la mayoría de los países, el valor agregado
sectorial de la industria manufacturera aumentó más
rápidamente que la remuneración total de los
empleados durante el período 1990-2007. Similar a la
tendencia en manufactura, el cambio a largo plazo en la
participación de los salarios es también mayormente
negativo en el sector de la construcción (gráfico
17), a pesar de que la situación en ese sector es
más variada que en manufactura. En general, 17 de los 30
países analizados muestran un cambio negativo a largo
plazo en la construcción, en comparación con 26 en
el sector de manufactura. Sin embargo, en algunos países
(como República Checa, Polonia y Eslovaquia) la tendencia
negativa a largo plazo fue mucho mayor en el sector de la
construcción que en el sector
manufacturero…

3 Desigualdad salarial y bajos
salarios

Las recientes tendencias mundiales en salarios y su
participación se deben ver en un contexto de creciente
desigualdad salarial generalizada, que se caracteriza por el
rápido incremento de los salarios más altos y un
estancamiento de los salarios en las partes mediana e inferior de
la distribución. El análisis del gráfico 19
muestra que la distancia entre el 10 por ciento de los
trabajadores de menores salarios y el 10 por ciento de los
empleados con mayores salarios aumentó en 17 de los 30
países seleccionados, de los cuales se dispone al menos de
un dato para comparar los períodos 1995-2000 y 2007-2009
(Grupo A). Aunque la mayor parte de este aumento en desigualdad
se debe a que los que más ganan "se alejan" de la
mayoría, otra parte se debió al llamado "colapso
del fondo", donde aumentó la distancia entre los
trabajadores de ingresos medianos y los de ingresos bajos en 12
de los 28 países (Grupo B).

Si bien algunas de estas tendencias se documentaron en
nuestro anterior Informe mundial sobre salarios, el
presente informe analiza el tema de la distribución de los
salarios en mayor profundidad desde la perspectiva de los
salarios bajos, lo cual se define como la proporción de
trabajadores cuyas remuneraciones por hora son menos de dos
tercios de la mediana salarial en todos los empleos. Este
indicador refleja de algún modo el grado de
inclusión social y económica de la fuerza laboral
de un país, sensible a las nociones sociales de
privación o desventaja relativa. En él se destacan
los grupos particularmente vulnerables en tiempos de crisis
económica. Aunque no todos los trabajadores con bajos
salarios son pobres, una caída en el poder adquisitivo de
los del extremo inferior de la distribución sin duda
aumenta el riesgo de pobreza. También puede socavar la
percepción pública en relación a si las
políticas son justas o si conducen a un futuro
mejor.

Cabe señalar que las preocupaciones sobre el
trabajo de bajos salarios no se limitan a lo escaso de la
remuneración, sino también a la inestabilidad del
salario. En el caso de los países desarrollados, tales
como los de la Unión Europea (UE), el riesgo de quedar
desempleado o inactivo es a veces dos o tres veces mayor entre
los trabajadores de bajos salarios que entre trabajadores de
remuneraciones más altas.42 Como era de esperar, la
volatilidad del salario es relativamente alta entre los
trabajadores de bajos salarios. Esto significa que estos
trabajadores sufren más que otros con los efectos de
repentinas crisis económicas. Por otra parte, existen
indicios de que las fuentes de inestabilidad documentadas en
algunos países como Estados Unidos se limitan
esencialmente a personas de bajos salarios. Por lo tanto, una
evidencia importante para ponderar la eficacia de las medidas
contra la crisis es cómo los trabajadores de bajos
salarios son capaces de hacer frente a la
recesión.

3.1 Tendencias recientes: Incidencia creciente de bajos
salarios

Si observamos los cambios dentro de los países a
lo largo del tiempo, veremos que la tendencia general a largo
plazo es evidente: la mayoría de los países
presenciaron un aumento del empleo de bajos salarios en los
últimos 15 años. En general, el gráfico 20
muestra que, a partir de la segunda mitad de la década de
1990, aumentaron los bajos salarios en cerca de dos tercios de
los países con datos disponibles (25 de los 37
países).

Si bien el aumento en bajos salarios es relativamente
pequeño en países como Filipinas, Reino Unido o
Suiza, fue mucho mayor en países como Luxemburgo, Honduras
o Panamá, lo cual indica que, en este último grupo
de países, quienes tienen bajos salarios perdieron terreno
en comparación a la mediana de los asalariados. Por el
contrario, Chile, Perú y Venezuela lograron reducir
considerablemente su cuota de empleo de bajos salarios. Si bien
es demasiado pronto para evaluar el efecto a corto plazo de la
crisis sobre los bajos salarios (ya que pocos países
publicaron sus datos al respecto en 2009), existen pocas razones
para creer que una recesión mundial dará lugar a
alguna mejora de la situación general de los trabajadores
de bajos salarios.

Si bien existe una tendencia mundial hacia un aumento
del empleo de bajos salarios, su incidencia muestra una
considerable variación entre países. Las
últimas estimaciones nacionales de tal incidencia se
proporcionan en el gráfico 21. Mientras que algunos
países proveen estimaciones referidas a todos los
asalariados, otros limitan la muestra, a los empleados a tiempo
completo. Se sabe que las estimaciones que excluyen el empleo a
tiempo parcial tienden a subestimar la escala de empleo de bajos
salarios, ya que los trabajadores a tiempo parcial a menudo
reciben menor remuneración por hora en comparación
con sus homólogos de tiempo completo. Por esta
razón, las estimaciones se agrupan por separado para
permitir comparaciones más significativas. Cuando
sólo se consideran trabajadores a tiempo completo, la
incidencia del empleo de bajos salarios varía alrededor de
6 por ciento en Suecia a 25 por ciento en los Estados Unidos o en
la República de Corea. La magnitud de las variaciones es
aún mayor en el caso de las estimaciones de todo el empleo
asalariado, el cual incluye una serie de países en
desarrollo. En algunos países, como Austria, Honduras o
Panamá, al menos uno de cada tres empleados es de bajo
salario. En Finlandia, por el contrario, los empleos de bajos
salarios afectan sólo a 5 por ciento de los
empleados…

Informe Mundial
sobre Salarios 2012/13 – OIT (Partes
destacadas)

Prefacio

El crisis mundial ha tenido repercusiones muy negativas
para los mercados de trabajo de gran parte del mundo, y la
recuperación está revelándose incierta e
inaprensible. A escala mundial, los salarios medios han crecido,
aunque a un ritmo menor que antes de la crisis. El Informe
Mundial sobre Salarios 2012/2013
muestra que el impacto de
la crisis en los salarios dista mucho de ser uniforme.

En las economías desarrolladas, la crisis ha
llevado a una "doble caída" de los salarios: los salarios
medios reales disminuyeron en 2008 y de nuevo en 2011, y el
panorama actual parece indicar que, en muchos de estos
países, 2012 está registrando un crecimiento nulo o
muy escaso de los salarios.

En las regiones emergentes, el crecimiento salarial ha
sido, por lo general, más firme, con un crecimiento fuerte
en Asia, y más modesto en

África, América Latina y el
Caribe.

En Europa Oriental y Asia Central la crisis condujo en
2009 a una caída de los salarios, que han recuperado
valores positivos desde entonces, aunque a un ritmo relativamente
menor…

El presente Informe Mundial sobre Salarios
presenta datos sobre las tendencias salariales en todo el mundo y
los compara con las tendencias en la producción laboral,
analizando sus complejos efectos en la economía mundial
para así arrojar algo de luz sobre los debates actuales en
materia de distribución, competitividad y costos
laborales. Cuando los salarios aumentan paralelamente a la
productividad, ambos se mantienen sostenibles y estimulan el
crecimiento de la actividad económica, aumentando el poder
adquisitivo de los hogares. Sin embargo, durante un decenio o
algo más antes de iniciarse la crisis, muchos
países vieron cómo se rompía el
eslabón entre salarios y productividad laboral,
contribuyendo a crear de desequilibrios económicos. El
informe muestra que, desde el decenio de 1980, la mayoría
de los países han experimentado una tendencia a la baja de
la participación de los ingresos del trabajo, lo que
significa que se ha destinado una proporción menor de la
renta anual a la remuneración de la mano de obra y una
proporción mayor a las rentas procedentes del capital.
Esta situación se ha dado sobre todo en los países
que han registrado un estancamiento de los salarios, pero
también en aquellos en que los salarios reales han sufrido
un fuerte aumento. A nivel social y político, esta
tendencia está creando la percepción de que los
trabajadores y sus familias no están recibiendo la parte
justa de la riqueza a la que han contribuido. A nivel
económico, podría hacer peligrar el ritmo y la
sostenibilidad del futuro crecimiento económico al
restringir el consumo de los hogares basado en los salarios. Esto
es particularmente cierto allí donde la era del consumo
basado en el endeudamiento ha conducido a un largo período
en el que los hogares deben saldar deudas contraídas con
anterioridad.

Resumen ejecutivo

Principales tendencias en salarios

La crisis continúa conteniendo los
salarios

A nivel mundial, el crecimiento de los salarios promedio
reales se ha mantenido muy por debajo de los niveles anteriores a
la crisis, pasando al rojo en las economías desarrolladas,
aun cuando continúa significativo en las economías
emergentes. Los salarios promedio mensuales ajustados por
inflación, conocidos como salarios promedio reales,
crecieron 1,2 por ciento a nivel mundial en 2011, por debajo del
2,1 por ciento alcanzado en 2010 y 3 por ciento en 2007. China
ejerce un gran peso en este cálculo mundial, debido a su
tamaño y fuerte desempeño económico. Al
omitir China, los salarios promedio reales a nivel mundial
crecieron solo 0,2 por ciento en 2011, menos del 1,3 por ciento
alcanzado en 2010 y 2,3 por ciento en 2007.

Diferencias regionales en el crecimiento de los
salarios

Existen grandes variaciones geográficas en las
tendencias del crecimiento de los salarios promedio reales. Los
salarios sufrieron una doble caída en las economías
desarrolladas, pero se mantuvieron positivos durante toda la
crisis en América Latina y el Caribe y aún
más en Asia. Las fluctuaciones fueron mayores en Europa
del Este y Asia Central, en parte como resultado de la marcada
recuperación de los salarios luego de la transición
y antes de la crisis económica mundial y la
contracción severa de los salarios reales en 2009. En el
Oriente Medio los salarios promedio reales parecen haber
declinado desde 2008, pero algunas de las estimaciones son
aún tentativas, al igual que para
África.

Crecimiento acumulado de los salarios por
región

Las diferencias entre regiones son particularmente
notorias si se considera el crecimiento acumulado de los salarios
desde 2000 a 2011. A nivel mundial, los salarios promedio reales
mensuales crecieron en poco menos de un cuarto,
prácticamente se duplicaron en Asia, mientras que en el
mundo desarrollado aumentaron alrededor de 5 por ciento. En
Europa del Este y Asia Central los salarios casi triplicaron,
pero esto se debe principalmente a la recuperación durante
la transición hacia la economía de mercado. En
Rusia, por ejemplo, el valor real de los salarios cayó a
menos de 40 por ciento de su valor en los años 1990 y se
requirió de una década más para que los
salarios recuperaran su nivel inicial.

Diferencias regionales en los niveles de los
salarios

Mientras que los salarios crecieron significativamente
en las economías emergentes, las diferencias en los
niveles de los salarios continúan siendo considerables. En
Filipinas, un trabajador en el sector manufacturero llevaba a su
casa alrededor de 1,40 dólares de los Estados Unidos por
cada hora trabajada. En Brasil, la remuneración directa
por hora en ese mismo sector era de 5,40 dólares de los
Estados Unidos mientras que en Grecia era de 13,00 dólares
de los Estados Unidos, 23,30 dólares de los Estados Unidos
en Estados Unidos y 34,80 dólares de los Estados Unidos en
Dinamarca (tasas de cambio de 2010).

La participación del trabajo y el
crecimiento equitativo en declinación

Un pedazo más pequeño de la torta para los
trabajadores alrededor del mundo

Entre 1999 y 2011 la productividad laboral promedio en
las economías desarrolladas aumentó el doble que
los salarios promedio. En Estados Unidos la productividad laboral
real por hora en el sector empresarial no agrícola
aumentó 85 por ciento desde 1980, mientras que la
remuneración real por hora aumentó solo 35 por
ciento. En Alemania la productividad laboral se expandió
en cerca de un cuarto durante las dos últimas
décadas, mientras que los salarios reales mensuales se
mantuvieron sin cambio.

La tendencia mundial ha resultado en un cambio en la
distribución del ingreso nacional, con una menor
participación de los trabajadores, mientras que la
participación del capital en la renta aumenta en una
mayoría de países.

Incluso en China, un país donde los salarios a
grosso modo se triplicaron durante la última
década, el PIB aumentó a una tasa mayor que la masa
salarial total; por tanto, la participación del trabajo
disminuyó.

La caída en la participación del trabajo
se debe al avance tecnológico, la globalización del
comercio, la expansión de los mercados financieros y la
declinación en densidad sindical, lo cual ha erosionado el
poder de negociación de los trabajadores. La
globalización financiera, en particular, podría
haber jugado un papel mayor de lo que se pensaba
anteriormente.

Los efectos de una participación decreciente del
trabajo

Una reducción de la participación del
trabajo afecta no solamente la percepción de lo justo,
particularmente dadas las crecientes preocupaciones acerca de las
remuneraciones excesivas entre los CEO y el sector financiero,
sino que perjudica además el consumo de los hogares y
podría, por tanto, generar insuficiencias en la demanda
agregada. Esta insuficiencia en algunos países se
compensó mediante un aumento de sus exportaciones netas,
pero no todos los países pueden gozar al mismo tiempo de
un excedente en la cuenta corriente. Por tanto, una estrategia de
reducción de los costos laborales, una
recomendación frecuente en términos de
política para países en crisis y con déficit
en su cuenta corriente, podría correr el riesgo de
deprimir el consumo interno más de lo que aumentan las
exportaciones. Si se buscan reducciones competitivas de los
salarios en forma simultánea en un gran número de
países, esto podría llevar a una "carrera hacia el
fondo" en la participación del trabajo, reduciendo la
demanda agregada.

Implicancias para el crecimiento equitativo

Distribución del ingreso y niveles de los
salarios

El Informe Mundial sobre Salarios contribuye a
una literatura más amplia sobre los cambios en la
distribución y niveles de los salarios dentro y entre
países, así como sobre las implicancias
económicas y sociales de estas tendencias. Uno de los
hallazgos clave de esta literatura es la creciente desigualdad
del ingreso, en términos de la distribución
funcional y personal del ingreso.

En términos de la distribución funcional
del ingreso, lo cual se refiere a cómo se distribuye el
ingreso nacional entre trabajo y capital, existe una tendencia de
largo plazo hacia una menor participación de los salarios
y una participación cada vez mayor de las utilidades en
muchos países. La distribución personal de los
salarios también se ha tornado cada vez más
desigual, con una brecha creciente entre el 10 por ciento
superior y el 10 por ciento inferior de los asalariados. Estos
"desequilibrios" internos han tendido a generar o exacerbar
desequilibrios externos, aún antes de la Gran
Recesión, con países que intentan compensar los
efectos adversos de la menor participación del trabajo
sobre la demanda del consumo mediante créditos a menor
costo o superávits en sus exportaciones.

Mejor vinculación entre la productividad y los
salarios

¿Qué se debería hacer? Nuestro
análisis sugiere que se deberían tomar acciones de
política para "reequilibrar" tanto a nivel nacional como
mundial.

En su intento por superar los desequilibrios externos,
los hacedores de política deberían evitar la
visión simplista de que los países pueden salir de
la recesión por la vía de los
«recortes». Los hacedores de política
deberían adoptar políticas que promuevan una
conexión mayor entre el crecimiento de la productividad
laboral y el crecimiento de las remuneraciones de los
trabajadores. La existencia de grandes excedentes en cuenta
corriente en algunos países sugiere que existe espacio
para vincular más cercanamente los aumentos de la
productividad y los salarios como medio para estimular la demanda
nacional. Los hacedores de política deberían tener
cuidado de no promover una carrera hacia el fondo en la
participación del trabajo en los países con
déficit o en toda la eurozona. Las medidas de austeridad
impuestas desde afuera y que soslayan los interlocutores sociales
resultan perjudiciales para las relaciones laborales
eficaces.

Fortalecimiento de las instituciones

El "reequilibrio interno" puede comenzar mediante el
fortalecimiento de las instituciones que fijan los salarios.
Dadas las dificultades en la organización de los
trabajadores, particularmente en un contexto de mayor
segmentación del mercado laboral y cambios
tecnológicos veloces, es necesario generar entornos de
mayor apoyo y facilitación para la negociación
colectiva. Los trabajadores de ingresos más bajos
también necesitan mayor protección en la
determinación de sus salarios. Si se diseña
apropiadamente, el salario mínimo ha demostrado ser una
herramienta eficaz en la provisión de un piso salarial
decente, asegurando así un estándar de vida
mínimo para estos trabajadores y sus familias.

Reformas fuera del alcance del mercado de
trabajo

Sería poco realista intentar lograr una
redistribución del ingreso solo mediante políticas
del mercado de trabajo. La redistribución requerirá
además de una cantidad de cambios que están fuera
del alcance de los mercados de trabajo, incluso la reforma y
reparación de los mercados financieros para restablecer su
papel en la canalización de recursos hacia inversiones
productivas y sostenibles. Existen otras dimensiones
críticas del «reequilibrio» que merecen un
análisis más detallado, incluso un equilibrio entre
los impuestos a la renta del capital y a los ingresos por
trabajo.

Más allá de los asalariados

En las economías en desarrollo los esquemas de
garantía del empleo que pagan un salario mínimo son
formas de generar incentivos para que las empresas privadas
cumplan con el salario mínimo. Pero debido a que en los
países en desarrollo y emergentes solamente cerca de la
mitad de los trabajadores son asalariados, se requiere de medidas
adicionales para generar más empleos asalariados y elevar
la productividad y los ingresos de los trabajadores por cuenta
propia.

Elevar la productividad laboral continúa siendo
un desafío clave que debe involucrar esfuerzos para elevar
el nivel de educación y las capacidades requeridas para
una transformación productiva y el desarrollo
económico.

El desarrollo de sistemas de protección social
bien diseñados permitiría a los trabajadores y sus
familias reducir el monto de sus ahorros de reserva para invertir
en la educación de sus hijos y contribuir a una mayor
demanda del consumo interno y elevar los estándares de
vida.

Parte I – Principales tendencias de los
salarios

1 El contexto económico mundial: Crisis,
recesión y empleo

  • Las tasas de crecimiento económico
    varían ampliamente por región

Tras un período de crecimiento económico
robusto a principios del siglo XXI, la economía mundial se
contrajo en 2009 como resultado de la crisis financiera y
económica mundial. El impacto de la crisis se ha sentido
en forma muy diversa alrededor del mundo. En el grupo de
países más avanzados, 2009 se llamó el
año de la "Gran Recesión", el revés
económico más severo desde la "Gran
Depresión" de los años 30.

Si bien la recuperación en 2010 fue inicialmente
más fuerte de lo esperado, la crisis de la deuda soberana
y las variadas medidas de austeridad que la acompañaron,
llevaron a una desaceleración significativa del
crecimiento posterior, particularmente en Europa. Por el
contrario, el grupo de mercados emergentes y en desarrollo
evitó una recesión generalizada y ha resultado
exitoso en mantener tasas de crecimiento más altas que las
economías desarrolladas desde el año
2000.

1.2 Las tasas mundiales de desempleo se mantienen
altas

El impacto de la crisis financiera y económica
mundial sobre los mercados laborales frecuentemente se ha
analizado a través del prisma de la tasa de desempleo,
particularmente en las economías desarrolladas, donde el
desempleo aumentó desde menos de 6 por ciento a más
de 8 por ciento de la fuerza laboral con, por ejemplo, cifras de
dos dígitos en Grecia, Irlanda, Portugal y España.
En los países en desarrollo las tasas de desempleo
fluctúan menos. Aun así, el desempleo mundial
aumentó en 27 millones desde el inicio de la crisis,
llevando el número total a cerca de 200 millones o 6 por
ciento de la fuerza de trabajo mundial (gráfico 2). Tal
vez la preocupación más seria se refiere al
desempleo juvenil, el cual ha llegado a proporciones alarmantes.
La OIT estima que en 2011 el desempleo afectó 75 millones
de jóvenes de entre 15 y 24 años a nivel mundial,
representando más de 12 por ciento de todos los
jóvenes. Muchos más no aparecen en las
estadísticas de desempleo porque se desilusionaron al
punto que dejaron de buscar trabajo.

2 Salarios promedio reales

2.1 Desaceleración del crecimiento en un panorama
complejo

Estimaciones mundiales del crecimiento de los salarios
promedio reales

Las cifras sobre empleo y desempleo no cuentan toda la
historia del impacto de la crisis sobre los mercados laborales.
El presente informe analiza los salarios de los empleados
asalariados. La principal unidad de medida utilizada para los
salarios es el salario promedio mensual, más que los
salarios por día o por hora, expresado en términos
reales (es decir, ajustado por la inflación), identificado
por la OIT como un "indicador de trabajo decente". Las tendencias
en los salarios promedio mensuales reales reflejan cambios en el
ingreso laboral promedio (antes de impuestos y transferencias) y
por lo tanto ofrecen una representación de las variaciones
en el poder adquisitivo de los salarios. Como se verá en
las próximas secciones del informe, las tendencias en
salarios promedio reales varían entre regiones y
países. Aun así, el impacto de la crisis es
claramente visible a nivel agregado.

Durante los últimos cuatro años sucesivos
(de 2008 a 2011) el crecimiento de los salarios mensuales
promedio reales se mantuvo positivo, pero cayó muy por
debajo de las tasas anteriores a la crisis. Esto es verdad aunque
se incluyan o no las estadísticas oficiales sobre salarios
en China; sin embargo, excluir a China del análisis reduce
significativamente el crecimiento mundial de los salarios dado el
gran tamaño del país (en términos del
número de trabajadores asalariados) y su tasa
excepcionalmente alta de crecimiento
económico…

3 Estimaciones regionales

3.1 El crecimiento general esconde una imagen
compleja

Tal como se señaló anteriormente, existen
grandes diferencias en la tasa de crecimiento de los salarios
promedio reales entre regiones y países, con salarios que
en general crecen más rápido en áreas de
crecimiento económico más fuerte…

El cuadro 1 adopta una visión de más largo
plazo y muestra el aumento acumulado de los salarios promedio
reales desde el año 2000. Vemos que entre 2000 y 2011 los
salarios promedio mensuales reales a nivel mundial aumentaron
cerca de un cuarto, pero las diferencias entre regiones son
claras. En Asia los salarios promedio reales prácticamente
se duplicaron, en América Latina y el Caribe así
como en África aumentaron poco menos del promedio mundial,
mientras que en las economías desarrolladas aumentaron
cerca de 5 por ciento. En Europa del Este y Asia Central los
salarios promedio casi triplicaron: como se verá
más adelante, esto es en parte una recuperación del
terreno perdido en las primeras fases de la transición
hacia economías de mercado en la década de 1990. En
el Oriente Medio, nuestras estimaciones tentativas sugieren que
los salarios podrían haber declinado…

3.2 Las economías desarrolladas

Salarios e inflación

En las economías desarrolladas los salarios
promedio sufrieron una doble recaída: cayeron en 2008 y
nuevamente en 2011. El gráfico 9, que resalta las
tendencias en los salarios promedio nominales y la
inflación de precios en las economías avanzadas,
muestra que en 2008 una inflación inusualmente alta
excedió el alza en los salarios nominales, llevando a una
caída de los salarios reales. En 2009, el año de la
recesión económica mundial, tanto los salarios
nominales como los precios al consumidor prácticamente se
congelaron. Desde entonces, la recuperación del
crecimiento en los salarios nominales se paralizó en 2011,
pero el aumento en los precios al consumidor retornó a
tasas pre-crisis, lo cual explica la caída en los salarios
reales durante ese año…

4 Salarios mínimos y los trabajadores
pobres

4.1 Economías
desarrolladas

Diferentes mecanismos, diferentes
percepciones

Entre las economías desarrolladas, el salario
mínimo varía substancialmente cuando se lo calcula
como proporción de la mediana de los ingresos de los
asalariados a tiempo completo, desde cerca de 60 por ciento en
Nueva Zelanda y Francia a menos de 40 por ciento en Japón,
España y Estados Unidos (gráfico 28). Las
diferencias en niveles de los salarios mínimos entre
países reflejan los diferentes mecanismos institucionales
mediante los cuales se determinan los niveles (Lee, 2012). Esto
también refleja las distintas percepciones acerca de los
riesgos que los salarios mínimos podrían plantear
respecto al desplazamiento de los trabajadores con bajos salarios
o al número de empleos disponibles en el mercado laboral.
Estos factores, junto a variaciones en los salarios promedio,
también explican en parte por qué el nivel absoluto
del salario mínimo varía tan ampliamente entre las
economías desarrolladas (gráfico 28).

Tal como difieren las percepciones sobre el nivel
óptimo del salario mínimo, así
también difieren las visiones acerca del papel de este
instrumento de política durante los periodos de crisis
económica. Centrándonos solamente en las
economías desarrolladas, pareciera que los hacedores de
política utilizaron activamente el salario mínimo
como una herramienta de protección social para los
trabajadores más vulnerables al comienzo de la crisis
durante 2009 (ver el gráfico 29). Sin embargo, en los
últimos años el salario mínimo fue, en la
mayoría de los casos, solamente ajustado con el objetivo
de compensar por inflación; esto se puede ver en el
gráfico 29, donde en los años posteriores a 2009 el
salario mínimo real aumentó considerablemente menos
en las economías desarrolladas (o incluso
declinó)…

Parte II – La participación del
trabajo y el crecimiento equitativo en
declinación

Las tendencias recientes en el crecimiento de los
salarios y de la productividad determinan lo que se conoce como
la distribución funcional del ingreso nacional;
es decir, la distribución del ingreso nacional entre
trabajo y capital. Cuando el PIB general crece a una velocidad
mayor que la retribución del trabajo total, la
participación del trabajo en la renta (conocido
también como la "participación del trabajo") cae en
relación a la participación del capital en la
renta. Por el contrario, cuando el crecimiento de la
retribución del trabajo total excede el crecimiento del
PIB total, la participación del trabajo en la renta
aumenta y cae la participación del capital en la renta. En
esta parte del informe analizamos las tendencias en la
participación del trabajo en la renta y las causas
detrás de estas tendencias, contribuyendo así a la
creciente literatura sobre el tema.

Preguntamos entonces cómo los cambios de la
participación del trabajo en la renta han afectado los
agregados macroeconómicos tales como el consumo, la
inversión y las exportaciones netas. En el actual contexto
económico mundial, es de vital importancia comprender la
relación causal entre las retribuciones al trabajo y la
demanda agregada. Los efectos macroeconómicos de los
cambios de la participación del trabajo hasta el momento
han recibido relativamente menos atención en la literatura
empírica, aun cuando los salarios se perciben ampliamente
como de mayor impacto en la economía. Nuestro
análisis empírico contribuye a la literatura
existente al entregar un marco estadístico causal y al
abarcar tanto los países desarrollados como los
países en desarrollo.

5 La caída de la participación del trabajo
en el ingreso

5.1 Tendencias de la participación del
trabajo

Un mito de estabilidad aclarado

Durante gran parte del siglo pasado se aceptaba una
participación estable del trabajo en la renta como
corolario natural o "hecho estilizado" del crecimiento
económico. A medida que los países industrializados
aumentaban su prosperidad, el ingreso total tanto de los
trabajadores como de los dueños del capital crecía
a una tasa prácticamente igual y, por lo tanto, la
división del ingreso nacional entre trabajo y capital se
mantenía constante durante largos períodos de
tiempo, con fluctuaciones solamente menores. Parecía como
si alguna regla no escrita de la economía asegurara que el
trabajo y el capital se beneficiarían de igual modo del
progreso material y el tema de la distribución funcional
del ingreso desapareció prácticamente por completo
de la agenda de investigación académica. Sin
embargo, en años recientes esta idea convencional
largamente mantenida ha sido desafiada. Una abundante
bibliografía ha proporcionado evidencia empírica
nueva y consistente, indicando que en décadas recientes se
evidenció una tendencia a la baja de la
participación del trabajo en una mayoría de
países para los cuales existen datos
disponibles.

Por ejemplo, la OCDE ha observado que durante el
período de 1990 al 2009 la participación de la
compensación laboral en el ingreso nacional declinó
en 26 de 30 economías avanzadas para los cuales existen
datos disponibles, calculando que la mediana de la
participación del trabajo en el ingreso nacional de estos
países disminuyó considerablemente de 66,1 por
ciento a 61,7 por ciento (OCDE, 2012b). Estos hallazgos retoman
la evidencia presentada en el Informe Mundial sobre Salarios
2010/2011
, el cual describía una participación
de los salarios en declinación en una amplia
mayoría de países de la OCDE desde 1980 (OIT,
2010a; ver además OIT, 2008a). Anteriormente se
habían observado tendencias similares en otros informes
publicados por organizaciones internacionales (FMI, 2007;
Comisión Europea, 2007; BPI, 2006; OIT, 2008a, 2010a;
OCDE, 2011, 2012a). Mirando más allá de las
economías avanzadas, en su Informe sobre el Trabajo en
el Mundo 2011
la OIT encontró que la
declinación en la participación del trabajo en la
renta era aún más pronunciada en numerosos
países emergentes y en desarrollo, con una
declinación considerable en Asia y el Norte de
África y una participación de los salarios
más estable aunque también en declinación en
América Latina (IIEL, 2011). Otros estudios también
apuntan a la naturaleza aparentemente mundial de esta tendencia,
sugiriendo una declinación en la proporción del
ingreso mundial destinada a la retribución laboral (ver
OIT, 2008a; Stockhammer, 2012; Husson, 2010; Artus,
2009).

Evidencia de la declinación en la
participación del trabajo

Los gráficos 31 y 32 ilustran las tendencias en
la así llamada participación del trabajo en la
renta "ajustada" para el período 1970 a 2007 o 2010 para
ciertos países desarrollados individuales y agrupados y
para los tres grupos de economías en desarrollo y
emergentes. En el gráfico 31 se observa que el promedio
simple de la participación del trabajo en 16 países
desarrollados para los cuales existen datos disponibles para este
largo período declinaron desde alrededor de 75 por ciento
del ingreso nacional a mediados de la década de 1970 hasta
alrededor de 65 por ciento en los años inmediatamente
anteriores a la crisis económica y financiera. El
gráfico 32 muestra cómo el promedio de la
participación del trabajo también declinó en
un grupo de 16 economías en desarrollo y emergentes, desde
alrededor de 62 por ciento del PIB a inicios de los años
1990 hasta 58 por ciento inmediatamente antes de la crisis.
Incluso en China, un país donde los salarios a groso modo
se triplicaron en la última década, el PIB
aumentó a una tasa más acelerada que la masa
salarial total y, por lo tanto, se redujo la participación
del trabajo en la renta (gráfico 33). Los datos
disponibles para China, Kenia, República de Corea,
México y Turquía (gráfico 32) sugieren que
la declinación en este grupo de países
podría haber comenzado ya en la década de
1980.

La crisis económica mundial pareciera haber
revertido solo brevemente a tendencia decreciente. En las
economías desarrolladas la participación del
trabajo se recuperó inicialmente después del inicio
de la crisis, pero comenzó a declinar nuevamente a partir
de 2009. Esto refleja la típica naturaleza
"anticíclica" de la participación del trabajo en la
renta, la cual surge debido a que los salarios tienden a ser
menos volátiles que las utilidades durante los
períodos de revés económico. La OCDE, por
ejemplo, observó: "En tiempos de recesión
económica, esta declinación (en la
participación del trabajo) típicamente hizo una
pausa para continuar posteriormente con la recuperación.
La reciente crisis económica y financiera y posterior
lenta recuperación no han modificado esta tendencia
general" (OCDE, 2012b, p.112)…

La otra cara de la moneda: la creciente
participación del capital

La contracara de la caída en la
participación del trabajo es el aumento en la
participación del capital en el ingreso, frecuentemente
llamada la participación de las utilidades, la cual se
mide más frecuentemente como la participación del
excedente bruto de explotación de las corporaciones como
porcentaje del PIB. La OIT/IIEL encontró que cuando la
participación total del capital se desagrega por tipo de
corporación, el crecimiento de la participación del
capital ha sido más rápido en el sector financiero
que para las corporaciones no-financieras. Además, en las
economías avanzadas, las utilidades de las corporaciones
no-financieras se han asignado crecientemente para pagar
dividendos, lo cual representó 35 por ciento de las
utilidades en 2007 (IIEL, 2011) y aumentó la
presión sobre las empresas para reducir la
participación del valor agregado asignado a la
retribución de los trabajadores.

Al examinar un conjunto de cuatro economías
desarrolladas (Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos),
Husson encontró que durante el período 1987-2008
una gran parte del mayor excedente de las corporaciones se
utilizó para aumentar los dividendos pagados a los
accionistas (Husson, 2010). Husson calculó que en Francia
los dividendos totales aumentaron de 4 por ciento del costo total
de los salarios a inicios de los años "80 hasta 13 por
ciento en 2008. Por su parte, en el Reino Unido aumentaron ambas
participaciones, el pago de dividendos y la compensación
laboral, de manera que los dividendos más elevados se
realizaron a costas de reducir las ganancias retenidas. En
Estados Unidos, tres cuartos del aumento en excedentes brutos de
explotación se asignó al pago de dividendos. Dada
la mayor concentración de ingresos mediante el capital
más que el trabajo, los altos dividendos han contribuido
frecuentemente a una mayor desigualdad general del ingreso de los
hogares (OCDE, 2011; ver además Roine y Waldenström,
2012).

5.2 La brecha entre los salarios y la
productividad

El efecto sobre la participación del
trabajo

La contracción de la participación del
trabajo está casi siempre ligada a otra regularidad
empírica, la creciente discrepancia entre las tasas de
crecimiento de los salarios promedio y la productividad laboral
respectivamente. Una publicación de la Oficina de
Estadísticas Laborales de Estados Unidos, por ejemplo,
indica que la brecha entre productividad laboral por hora y el
aumento en la retribución por hora ha resultado en una
menor participación del trabajo en Estados Unidos (Fleck,
Glaser y Sprague, 2011). Desde 1980 la productividad laboral por
hora en el sector empresarial no agrícola aumentó
90 por ciento, mientras que la compensación real por hora
aumentó 26,7 por ciento, una cifra mucho menor
(gráfico 34).

Otro ejemplo es Alemania, donde la productividad laboral
(definida como el valor agregado por ocupado) aumentó en
casi un cuarto (22,6 por ciento) durante las dos últimas
décadas, mientras que los salarios mensuales reales
permanecieron estables durante el mismo período. De hecho,
entre 2003 y 2011 cayeron por debajo del nivel visto a mediados
de los años 1990 (ver gráfico 35(a)). La
caída de los salarios mensuales se atribuye en parte a una
marcada reducción en el tiempo de trabajo por mes, desde
122,7 horas en 1991 hasta 110,7 horas en 2011,23 a medida que el
número de trabajadores a tiempo parcial y formas
atípicas de empleo, tales como los así llamados
"miniempleos", aumentaron sustantivamente (ver Oficina Federal de
Estadística, 2009). De todos modos, una discrepancia
resulta también aparente entre la productividad laboral
por hora y los salarios por hora (ver el gráfico 35 (b)).
En 2011, los salarios por hora se encontraban solo marginalmente
(0,4 por ciento) por encima de su nivel en el año 2000,
mientras que la productividad laboral por hora había
aumentado 12,8 por ciento durante el mismo
período.

La productividad sobrepasa la remuneración en
economías desarrolladas

Dado que algunas de las economías grandes,
inclusive Estados Unidos, Alemania y Japón, han visto
rezagado el crecimiento de los salarios en relación al
aumento en la productividad, nuestro informe considera que en las
economías desarrolladas en su conjunto la productividad
laboral promedio ha sobrepasado el crecimiento de los salarios
promedio reales. Sobre la base de los datos de 36 países,
estimamos que desde 1999 la productividad laboral promedio
aumentó en más de dos veces los salarios promedio
en las economías desarrolladas (gráfico
36).

5.3 El papel de los mercados financieros y otros
factores

En la búsqueda de explicaciones

La mayoría de los estudios que documentaron la
caída de la participación del trabajo en la renta
desde los años 1980 intentaron además comprender
sus causas (ver, por ejemplo, FMI, 2007; Comisión Europea,
2007; OCDE, 2012a; OIT, 2008a; OIT, 2010a; IIEL,
2012).

El análisis acometido en el anterior Informe
Mundial sobre Salarios
exploró la posibilidad de que
las tendencias en la participación del trabajo fueran
determinadas por un desplazamiento en la composición del
empleo, desde sectores más intensivos en mano de obra
hacia sectores más intensivos en capital, donde la
participación del trabajo es menor. El análisis
demostró que el desplazamiento en la composición
sectorial era por cierto un factor determinante, pero que la
mayor parte de la disminución en la participación
del trabajo era resultado de la menor participación
dentro de las industrias (OIT, 2010a). Un estudio
reciente de la OCDE confirmó este hallazgo, destacando que
"la declinación dentro de industrias de la
participación del trabajo explica una proporción
abrumadora de su reducción agregada entre 1990 y 2007"
(OCDE, 2012b, p.119). Se observaron grandes caídas en
intermediación financiera y también en manufactura
de alta y mediana tecnología, mientras que la
declinación fue menos pronunciada en otros sectores de
servicios, construcción y manufactura de bajo contenido
tecnológico.

Nueva evidencia: De regreso a los "sospechosos
habituales"

El presente informe da un paso más y entrega un
nuevo conjunto de evidencia empírica. El gráfico 37
ofrece una ilustración de los "sospechosos habituales":
cambios tecnológicos, globalización, mercados
financieros, instituciones del mercado de trabajo y la
declinación en el poder de negociación de los
trabajadores. En nuestra ilustración, los círculos
para los cambios tecnológicos, globalización y
mercados financieros se superponen, reflejando las dificultades
para distinguir entre estos fenómenos tanto a nivel
conceptual como empírico. La estructura del diagrama
indica, además, que el poder de negociación de los
trabajadores deriva directamente de las instituciones del mercado
laboral (particularmente la existencia y fuerza de los
sindicatos) pero es también influenciada por la
globalización y los mercados financieros, los cuales
permiten mayores opciones para la inversión en activos
financieros además de en activos reales, tanto a nivel
nacional como en el extranjero (Rodrik, 1997; Onaran, 2011). De
hecho, mientras gran parte de la evidencia se ha centrado en el
papel de la globalización y especialmente la
tecnología, muchos estudios han pasado por alto los
efectos potenciales de los mercados financieros y la
reducción de las instituciones sociales y del
trabajo.

Los cambios tecnológicos frecuentemente se
presentan como el principal culpable, con la sugerencia de estar
"incrementando el capital" más que "incrementando la mano
de obra", aumentando la demanda por capital y resultante mano de
obra calificada y reduciendo la demanda por trabajadores poco
calificados (ver FMI, 2007; Comisión Europea, 2007; OCDE,
2012b; IIEL, 2012).24 La hipótesis estándar es que
la difusión de tecnologías de la información
y comunicación (TICs) permitió la
automatización de la producción, aumentando la
productividad y desplazando a los trabajadores poco calificados.
El estudio más reciente de la OCDE estimó que los
cambios tecnológicos y la acumulación de capital
representaron, en promedio, 80 por ciento del cambio
intraindustrial de la participación del trabajo en las
economías avanzadas durante el período 1990-2007
(OCDE, 2012b).

Además, los estudios también encuentran
efectos negativos, pero menores, de la globalización sobre
la participación del trabajo en el ingreso. Una posible
explicación de esto, es que la intensificación de
la competencia y el ingreso de países con abundante mano
de obra en la economía global puede haber operado como un
factor moderador de los salarios (OIT, 2008a). Evidencia al nivel
de empresa producida recientemente en una publicación
conjunta de la OIT-OMC (Bacchetta y Jansen, 2011) demuestra que
la mayor competencia implícita en la liberalización
del comercio ha frecuentemente inducido a las empresas, tanto en
países desarrollados como en desarrollo, a ser más
productivas mediante un proceso de "racionalización
productiva", involucrando la eliminación de las empresas
menos productivas y el despido de trabajadores en las empresas
restantes. También es posible que la redistribución
desde el trabajo al capital se haya producido mediante el
offshoring (o deslocalización) o los así
llamados "efectos amenazantes" que pueden darse incluso sin
cambios reales en la localización productiva (Epstein y
Burke, 2001; ver además Messenger y Ghosheh, 2010, sobre
deslocación y tercerización en el sector de
servicios).

Un nuevo enfoque sobe la
financiarización

La globalización de los mercados financieros y la
"financiarización", definida como el papel creciente de
los motivos financieros, los actores financieros y las
instituciones financieras en la operación de las
economías nacionales e internacionales (Epstein, 2005) se
han incluido solo más recientemente en esta
ecuación. Un informe del IIEL identificó la
integración internacional de los mercados financieros como
un importante motor de la declinación en la
participación de los salarios, al menos en las
economías avanzadas (IIEL, 2011). El cambio en los
años 1980 hacia sistemas de gobierno corporativo basados
en la maximización del valor para los accionistas y el
auge de instituciones orientadas hacia los retornos agresivos,
incluyendo los fondos de inversión directa, fondos de
cobertura e inversionistas institucionales, ejercieron
presión sobre las empresas para incrementar las
utilidades, especialmente en el corto plazo (Rossmann, 2009;
Lazonick y O"Sullivan, 2000; Stockhammer, 2004; ver
también IIEL, 2008; Hein y Schoder, 2011; Argitis y
Pitelis, 2001). Además, tal como se destacó
anteriormente, la globalización financiera probablemente
ha debilitado la posición negociadora de los trabajadores.
Algunos grupos de trabajadores, especialmente los altos
ejecutivos, se pueden haber beneficiado con este proceso de
"financiarización" mediante salarios diferidos en forma de
fondos de pensión y otro tipo de ganancias de capital. Sin
embargo, para el trabajador promedio, la evidencia indica que el
tamaño y la extensión de tales ganancias
serían mucho más limitados.

Instituciones del mercado de trabajo: ¿poder
colectivo en declinación?

Las instituciones del mercado de trabajo y el
tamaño del estado de bienestar se encuentran
también entre las variables debatidas en la
bibliografía existente. Estos indicadores institucionales
incluyen factores tales como la densidad sindical, la
legislación sobre el salario mínimo, beneficios por
desempleo y su cobertura, indemnización por años de
servicio, o el consumo público. La declinación en
la densidad sindical (el número de miembros de sindicatos
como porcentaje del total de asalariados o como porcentaje del
empleo total) en muchas economías desarrolladas se ha
vinculado con frecuencia al debilitamiento del poder de
negociación de los trabajadores, con un efecto negativo
sobre su capacidad de negociar una mayor porción del total
para la compensación laboral. El nivel del salario
mínimo y de otras instituciones "intermediarias",
inclusive la legislación sobre la protección de los
trabajadores, la generosidad del beneficio por desempleo y otros
beneficios y contribuciones (la "cuña fiscal"), se
encuentran entre las variables institucionales ampliamente
incluidas en los estudios empíricos (FMI, 2007;
Comisión Europea, 2007; OCDE, 2012b). El nivel del
beneficio por desempleo puede tener un impacto sobre la
participación del trabajo al afectar los "salarios de
reserva" de los trabajadores, es decir, el nivel salarial
mínimo aceptable para los trabajadores.

Profundización del análisis

Las estimaciones en el presente informe entregan nueva
evidencia para complementar y actualizar los estudios existentes.
Nuestro análisis abarca un rango más amplio de
países y un período de tiempo más largo,
apoyado en la base de datos Global Wage Database de la OIT
recientemente actualizado y otras fuentes complementarias de
datos. Incluye datos anuales de 71 países (31 de ingresos
altos y 40 economías emergentes) para el período
1970-2007. Aunque los datos estaban disponibles para los
años 2007-2009, el período de crisis se
excluyó para evitar el efecto de cortes estructurales en
la tendencia histórica subyacente y porque nuestro
principal interés está puesto en las tendencias de
largo plazo durante el período que precedió la
crisis. Las estimaciones se basan en un modelo que captura los
factores en el gráfico 37…

El gráfico 38 presenta los resultados que
obtuvimos al descomponer los efectos de los diferentes factores
ingresados al modelo para explicar cambios en la
participación del trabajo en la renta a lo largo del
tiempo. Esta descomposición se calculó al ponderar
los cambios medibles entre los dos períodos seleccionados
(1990/04 y 2000/04) para cada factor donde las ponderaciones son
los coeficientes estimados en el modelo seleccionado. Las
descomposiciones se estiman por separado para las
economías desarrolladas y en desarrollo. El gráfico
38(a) muestra que, en el caso de las economías avanzadas,
todos los factores contribuyeron a la caída en la
participación del trabajo en la renta a lo largo del
tiempo, jugando la financiarización mundial el papel
más preponderante. Estas estimaciones significan que, en
términos de contribución relativa, la
financiarización mundial contribuye 46 por ciento de la
caída en la participación del trabajo en la renta,
en comparación a contribuciones de 19 por ciento de la
globalización, 10 por ciento de la tecnología y 25
por ciento de los cambios en dos variables institucionales
amplios: el consumo público y la densidad sindical. Estos
resultados abren la posibilidad de que el impacto de las finanzas
se podría haber subestimado en muchos de los estudios
anteriores y sugieren que pasar por alto el papel de los mercados
financieros podría tener implicancias serias para nuestra
comprensión de las causas de las tendencias en la
participación del trabajo en la renta.

La contribución negativa de los factores
institucionales sobre la participación del trabajo en la
renta se puede explicar en referencia a la disminución, en
promedio, del consumo público como participación
del PIB y la densidad sindical en las economías avanzadas.
En otras palabras, mientras los coeficientes positivos y
significativos de estas variables implican que los aumentos en el
consumo público y la densidad sindical tienen un impacto
positivo sobre la participación del trabajo en la renta,
la caída efectiva en el consumo público y la
sindicalización ha contribuido a la declinación de
la participación del trabajo. Por otro lado, la
financiarización, la globalización y los avances
tecnológicos han crecido todos en magnitud en el tiempo,
contribuyendo así negativamente a cambios en la
participación del trabajo en la renta entre los dos
períodos.

En el caso de las economías en desarrollo, el
gráfico 38(b) ilustra nuestro hallazgo de un impacto
positivo de la tecnología sobre la participación
del trabajo, lo cual se podría posiblemente explicar
mediante un efecto de "ponerse al día" del crecimiento
económico, la contracción de los mercados laborales
y el agotamiento del exceso de oferta laboral. Este efecto de la
tecnología compensa parcialmente los efectos adversos de
la financiarización, la globalización y la
reducción del estado de bienestar. No obstante, tal como
fue el caso con la descomposición para las
economías avanzadas, la financiarización se destaca
como el factor más adverso en términos de explicar
la declinación en la participación del trabajo en
la renta entre las economías del mundo en desarrollo que
se incluyen en nuestra muestra.

Además de estas variables, los aumentos en el
desempleo también tienen fuertes impactos negativos sobre
la participación del trabajo, lo cual no debería
sorprender dada la presión descendiente sobre los salarios
y el debilitamiento de la posición negociadora de los
trabajadores en presencia de tasas más altas de
desempleo…

6 Los efectos de la participación
del trabajo en la renta sobre el crecimiento
económico

6.1 Participación del trabajo y la demanda
agregada en declinación: Efectos Ambiguos

Equidad y economía: ¿Qué sucede
cuando declina la participación del trabajo en el
ingreso?

Dado que la participación de factores
(participación del capital y participación del
trabajo) vinculan el ingreso a la actividad productiva,
frecuentemente son vistos como un indicador de justicia en la
distribución del ingreso. Además, según
destacó Atkinson, la participación de los factores
es un tema crucial en la negociación colectiva, donde una
división justa del ingreso puede ser considerada como
aquella donde la mayor productividad laboral se refleja en una
mayor retribución del trabajo (Atkinson, 2009). Algunos
comentaristas consideran además que la declinación
en la participación del trabajo podría tener
consecuencias políticas. Análisis de los efectos
sobre la demanda agregada Aun cuando estas consideraciones son
importantes, esta sección del informe se centra en las
implicancias económicas de la declinación de la
participación del trabajo. Subrayamos en particular el
hecho que cambios en la participación del trabajo tienen
distintos efectos sobre los diversos componentes clave de la
demanda agregada de bienes y servicios producidos en una
economía. La demanda agregada es la suma del consumo de
los hogares, inversión del sector privado, exportaciones
netas y el consumo público. El mecanismo económico
ilustrado en el gráfico 39 indica que un desplazamiento
entre los dos componentes de la distribución funcional del
ingreso (participación del trabajo y del capital) afecta
los principales elementos de la demanda agregada y, en
última instancia, estos cambios afectan el crecimiento del
ingreso nacional en un proceso dinámico.

Pero, ¿cómo es exactamente que la
declinación en la participación del trabajo afecta
la demanda agregada? Hasta el momento esta pregunta ha recibido
una atención relativamente menor y no tiene respuesta
sencilla. Nos hemos planteado explorar empíricamente el
vínculo entre los cambios observados de la
participación del trabajo en la renta en las
últimas cuatro décadas (1960 a 2000) sobre cada uno
de los principales componentes de la demanda agregada,
principalmente el consumo, la inversión y las
exportaciones netas. Hemos restringido nuestro análisis a
15 países miembro del G20 y para los cuales existen
suficientes datos disponibles y observamos además los 12
países miembro de la eurozona como grupo… La
dirección principal de los resultados se presenta en el
cuadro 2.

El cuadro ilustra el hallazgo que una declinación
de 1 por ciento en la participación del trabajo se ha
asociado sistemáticamente a una menor participación
del consumo privado en relación al PIB en todos los 15
países, además de la eurozona como conjunto.
Inversamente, una participación del trabajo 1 por ciento
más baja se asoció a una mayor participación
de las exportaciones netas en todos los países,
especialmente China (según se destaca mediante las dos
flechas ascendentes) que ha seguido muy explícitamente una
estrategia de crecimiento liderada por la exportación. El
vínculo entre la participación del trabajo y la
inversión es menos claro. Una participación del
trabajo 1 por ciento más baja se asoció a tasas
más altas de inversión en el PIB en nueve
países, así como en el grupo de la eurozona, pero
no tuvo efecto perceptible sobre la inversión en cinco
economías emergentes y en Estados Unidos. El efecto
positivo de una menor participación del trabajo sobre las
exportaciones tal vez no resulta sorprendente, dada la
relación cercana entre el concepto de la
participación del trabajo y el concepto de costos
laborales unitarios. Una declinación en los costos
laborales unitarios frecuentemente se ve como una mejora en la
competitividad de los costos externos, especialmente en la
eurozona, donde los Estados Miembro individuales no pueden
devaluar su moneda o ajustar las tasas de interés y donde
los menores costos laborales unitarios, por tanto, frecuentemente
se plantean como medio para restablecer el crecimiento
económico y promover el empleo. Este fue, por dar un
ejemplo, la lógica detrás de la decisión en
Grecia de reducir el salario mínimo en 22 por ciento, con
un recorte adicional de 10 por ciento para los trabajadores
jóvenes, junto con una reducción en costos no
laborales (cotizaciones previsionales) de 5 puntos porcentuales.
Medidas similares, aunque menos radicales, fueron parte de los
programas del FMI en Portugal, Serbia y
Letonia…

6.2 En búsqueda de la participación
óptima del trabajo

Crecimiento impulsado por la
exportación

En años recientes, muchos países han
implementado estrategias de crecimiento impulsadas por la
exportación en base a bajos costos laborales unitarios. Se
observó un crecimiento fuerte del tipo "impulsado por la
exportación" en China y Alemania, pero también en
mayor o menor grado en Argentina, Canadá, Japón,
Indonesia, la República de Corea y Rusia. Entre los
años 2000-2008 todos estos países mantuvieron
excedentes comerciales. En China, el gran excedente de
exportación por si solo garantizó una tasa promedio
de crecimiento económico en exceso de 2,5 por ciento
anual, representando cerca de un cuarto del crecimiento
económico general (reflejando las extraordinarias tasas de
expansión tanto del consumo de hogares privados y,
especialmente, la inversión). En el caso de Alemania,
donde las tasas anuales de crecimiento fueron mucho menores, el
consumo privado apenas aumentó y el excedente de
exportación representó entre un tercio y la mitad
de la expansión económica. El crecimiento de las
exportaciones en China se basó en una tasa de cambio
particularmente competitiva. En Alemania, miembro de la eurozona
que no puede devaluar su moneda unilateralmente, los excedentes
de exportación se potenciaron mediante la baja
inflación y la declinación en los costos laborales
reales unitarios en relación a otros países de la
eurozona (gráfico 40).

Crecimiento impulsado por el endeudamiento

Como el excedente de un país es el déficit
de otro, no todos los países pueden seguir el camino de
China y Alemania. El crecimiento impulsado por la
exportación requiere de altos excedentes en cuenta
corriente en algunos países y por tanto déficit en
otros. En algunos de los principales "motores de la demanda" en
el mundo, el auge en el consumo desde el cambio de siglo se
basó en un crecimiento vertiginoso del endeudamiento de
los hogares más que en el alza de los salarios. En Estados
Unidos en particular, el fuerte crecimiento en el consumo de cara
al estancamiento de la mediana salarial fue posible solamente
mediante el consumo financiado por el endeudamiento y el basado
en la riqueza. El auge en los precios inmobiliarios y en la bolsa
aumentaron la riqueza (contable) y por tanto las garantías
para el crédito de consumo y el financiamiento
hipotecario. Además, las cambiantes normas financieras,
los nuevos instrumentos financieros (endeudamiento por tarjeta de
crédito, préstamos por capital inmobiliario) y el
deterioro de los estándares de solvencia crediticia,
gatillados por la securitización de deuda inmobiliaria,
permitió que sumas crecientes de dinero estuvieran al
alcance de los hogares, particularmente los hogares de bajos
ingresos y niveles reducidos de riqueza. Así, el
endeudamiento de los hogares se convirtió en un sustituto
de los salarios más altos como fuente de demanda y
consumo.

Este crecimiento impulsado por el endeudamiento
sustentó el crecimiento económico mundial durante
los años anteriores a la crisis. Si la declinante
participación del trabajo en el 99 por ciento más
bajo de los Estados Unidos no se hubiera compensado mediante el
consumo impulsado por el endeudamiento, es probable que el
crecimiento económico mundial se hubiera desacelerado o
detenido mucho antes. Los auges en el consumo impulsados por el
endeudamiento se pueden observar no solamente en Estados Unidos,
sino también en mayor o menor grado en el Reino Unido,
Australia, y las así llamadas "economías de
rescate" en la eurozona (Grecia, Irlanda, Portugal y
España). El gráfico 41 plantea que los
déficits en cuenta corriente se asocian al mayor
endeudamiento de los hogares en una selección de
economías avanzadas que comparten el acceso fácil a
los mercados de crédito, lo cual es indicativo de
cómo la financiarización ha contribuido a los
desequilibrios externos al canalizar recursos hacia el
endeudamiento de los hogares para la demanda del
consumo…

Apéndice IV El efecto de la
participación del trabajo sobre la demanda
agregada

El gráfico A1 presenta los resultados de simular
el impacto de una caída de 1 por ciento en la
participación del trabajo en la renta sobre cada uno de
los componentes de la demanda agregada. En comparación a
la inversión y las exportaciones netas, la respuesta del
consumo privado de productos nacionales es negativa y sustancial
en todas las unidades económicas: en este caso no es
posible distinguir entre economías desarrolladas y en
desarrollo ya que todas parecen sufrir pérdidas de
magnitud similar. A excepción de Argentina, Australia y
Sudáfrica, todos los países y la eurozona como
conjunto experimentarían una caída en consumo de
0,3 por ciento o más. En el caso de economías con
poblaciones significativamente numerosas y, por tanto, grandes
mercados internos (la eurozona, China, Alemania, México,
Turquía, Estados Unidos) la caída en consumo es
mayor, entre 0,4 por ciento y 0,5 por ciento.

Mientras cae el consumo, la inversión es afectada
positivamente por una declinación en la
participación del trabajo en la renta en todas salvo seis
unidades económicas y, en estas, el efecto es distinto a
cero pero no significativo: estas son Argentina, China, India,
República de Corea, Turquía y Estados Unidos. Una
posible razón de por qué la inversión no es
sensible a una caída en la participación del
trabajo en la renta (es decir, a un aumento en la
participación del capital en el ingreso) en
economías emergentes, es la falta de correlación
entre las utilidades de empresas y la inversión general,
ya que en estos países las políticas
públicas industriales y la inversión pública
son los impulsores del desarrollo en infraestructura y
producción. De este modo, para la mayoría de las
economías emergentes, las altas tasas de inversión
son parte del intento de las autoridades por generar un ambiente
óptimo para los negocios, con vistas a avanzar en el
mercado mundial, mientras que la participación de las
utilidades privadas de corto plazo tiene solamente efectos
débiles sobre las tasas de inversión (Akyuz et al.,
1998). La única economía avanzada donde un aumento
en la participación del trabajo evidencia un impacto nulo
sobre la inversión es Estados Unidos: en un estudio
anterior de Onaran et al. (2011), la inclusión de pagos de
dividendos e interés en la definición de
inversión para Estados Unidos se encontró que
tenía efectos confusos que hacían imposible
detectar la significancia de un aumento en la
participación del capital en la renta (una caída en
la participación del trabajo en la renta) para la
inversión. Lo mismo podría estar sucediendo en el
presente conjunto de estimaciones. Para todas las demás
economías desarrolladas, el impacto de una caída de
1 por ciento en la participación del trabajo en la renta
(es decir, un aumento de 1 por ciento en la participación
del capital en la renta) es aumentar la inversión en 0,1
por ciento o más. El efecto es mayor en la eurozona (0,3
por ciento), Alemania (0,38 por ciento) y Japón (0,29 por
ciento).

En el caso de las exportaciones netas, el gráfico
A1(c) muestra que una caída de 1 por ciento en la
participación del trabajo en la renta induce un aumento en
exportaciones netas en todos los países. Es importante
observar que en el caso de las exportaciones netas la magnitud se
estima con un compuesto de elasticidades que dependen de los
precios relativos de las exportaciones e importaciones, el grado
de apertura de la economía y la elasticidad de los precios
a nivel nacional. Los efectos son mayores para los países
en desarrollo tales como México y Sudáfrica y,
según lo esperado, extraordinariamente alto en China ya
que esta es la economía más agresiva de las
lideradas por las exportaciones en el mercado mundial. Resulta
ilustrativo subrayar que la estimación de un aumento de 2
por ciento en las exportaciones netas para China (dada una
caída de 1 por ciento en la participación del
trabajo en la renta en China) está compuesta de un aumento
de 1,1 por ciento en la participación de las exportaciones
(en el PIB) y una declinación de 0,9 por ciento en la
participación de las importaciones (en el PIB). Estos
efectos acentuados se relacionan a diversos factores que
caracterizan el mercado laboral en China. Primero, la elasticidad
de los precios en relación a los costos laborales
unitarios es las más alta del mundo, resaltando una
estructura de exportación sumamente intensiva en mano de
obra y elevados márgenes de ganancia. Segundo, la
elasticidad de las exportaciones en relación a los precios
relativos es nuevamente la más alta del mundo, reflejando
el carácter altamente elástico de los precios en la
demanda por las exportaciones chinas, las cuales se basan
fuertemente en bienes de consumo tales como los textiles. Por
último, la elasticidad de las importaciones en
relación a los precios relativos es la segunda más
alta del mundo después de Sudáfrica. Este
último punto podría también explicar por
qué Sudáfrica evidencia el segundo impacto
más alto en las exportaciones netas entre las 16 unidades
económicas con una caída de 1 por ciento en la
participación del trabajo en la renta (gráfico
A1(c)).

Uno podría estar tentado a sumar todos los
efectos independientes para cada una de las unidades
económicas a fin de ilustrar el impacto general de una
caída de 1 por ciento en la participación del
trabajo sobre la demanda agregada privada. Esto sería
engañoso, ya que el gráfico A1 y las estimaciones
que la alimentan ignoran los efectos de retroalimentación
existentes entre el consumo, la inversión y las
exportaciones netas. No obstante, las estimaciones presentadas en
el gráfico A1 son informativas: para la mayoría de
las economías consideradas, el impacto de disminuir la
participación del trabajo en la renta (digamos, reduciendo
los salarios por debajo de la productividad promedio para ganar
en competitividad) probablemente tendría un efecto tan
negativo sobre el consumo doméstico (bienes y servicios
comercializados a nivel nacional) que requeriría de una
respuesta masiva en forma de inversión nacional y
exportaciones netas para compensar el efecto adverso sobre la
demanda agregada. Estos hallazgos están en línea
con los de Felipe y Kumar, quienes encuentran que reducir los
costos laborales unitarios (reducción de la
participación del trabajo en la renta) es perjudicial para
las economías que no tienen un nicho para su canasta de
exportaciones en el mercado mundial: no existe ganancia en
reducir los costos laborales unitarios cuando compiten con China
para colocar una canasta similar de exportaciones en la
economía mundial, ya que esta disminución en costos
laborales simplemente profundizaría aún más
la recesión en un país mediante el efecto adverso
sobre el consumo (reduciendo la demanda efectiva) y la
inversión (expandiendo la brecha tecnológica)
(Felipe y Kumar, 2011).

Pero esta "historia" viene de lejos: hace tiempo que
comenzó la "vía al subdesarrollo" de los
países avanzados.

Desigualdades de la renta en la era de la
financierización de la economía

Informe sobre el
trabajo en el mundo – OIT – 2008 (Partes
destacadas)

Prefacio

Las desigualdades en materia de ingresos se han
generalizado y aumentan en casi todos los países. Los
debates y las políticas públicas se han centrado en
este problema. Las encuestas de opinión muestran de
qué manera la gente vincula las desventajas de la
globalización con el aumento de la desigualdad de
ingresos. Resulta por ello apropiado que el Instituto
Internacional de Estudios Laborales aplique sus conocimientos
técnicos analíticos a una tendencia de importancia
directa para el mundo del trabajo.

El resultado es un panorama general exhaustivo de los
factores clave subyacentes a una generación de ingresos
desequilibrada. Muestra que la desigualdad de ingresos ha
aumentado más de lo que podrían justificar los
análisis económicos y que conlleva costos sociales
y económicos muy elevados. Lo que se pone de manifiesto es
una crítica basada en pruebas empíricas del modo en
que la globalización financiera ha tenido lugar hasta el
presente.

Las conclusiones reunidas en el presente informe brindan
un apoyo analítico a la opinión de la OIT de que el
modelo de crecimiento que condujo a la crisis financiera no es
sostenible. Confirma que un nuevo equilibrio entre los objetivos
económicos, sociales y ambientales es esencial, tanto para
la recuperación como para la configuración de una
globalización equitativa…

Las conclusiones del Instituto se publican en un momento
de grandes presiones financieras, económicas y sociales,
marcado por una de las crisis más graves de los
últimos tiempos. Las discusiones en el ámbito
nacional y mundial acerca de la configuración de
políticas sociales y económicas más
sostenibles basadas en una mayor coherencia política y en
el Programa de Trabajo Decente, habrán de beneficiarse en
gran medida del valioso análisis realizado
aquí…

Editorial

La crisis financiera afecta al mundo del
trabajo…

La crisis financiera que se fue desarrollando durante el
último año y estalló en agosto representa
una de las mayores amenazas para la economía mundial de la
historia moderna. La contracción del crédito y el
hundimiento del mercado de valores comienzan a afectar a las
decisiones de inversión de las empresas así como a
los ingresos y el empleo de los trabajadores. Algunas importantes
economías desarrolladas están prácticamente
en recesión y el desempleo está aumentando. El
crecimiento económico de las economías emergentes y
de los países en desarrollo ha disminuido, en algunos
casos de manera significativa.

Por supuesto, los esfuerzos para superar la crisis
financiera son bienvenidos y en principio deberían
contribuir a evitar otra Gran Depresión. Pero si bien las
medidas de rescate del sector financiero son importantes,
también lo es abordar la dimensión estructural de
la crisis. Como muestra este Informe sobre el trabajo en el mundo
el aumento de la desigualdad de ingresos que se produjo antes de
la crisis es especialmente relevante a este respecto.

… y se produce cuando la desigualdad de ingresos
está aumentando…

Mientras que el costo de las medidas para rescatar el
sistema financiero recaerá sobre todos, los beneficios del
precedente período de expansión se distribuyeron de
manera desigual.

Entre principios del decenio de 1990 y mediados del de
2000, en cerca de las dos terceras partes de los países
respecto de los que se dispone de datos, el volumen total de los
ingresos de los hogares de ingresos altos aumentó con
mayor rapidez que el de los hogares de ingresos bajos. Se
observan tendencias similares en otras dimensiones de la
desigualdad de ingresos, por ejemplo, los ingresos del trabajo en
relación con los beneficios o los salarios de más
alto nivel en relación con los de los trabajadores cuya
retribución es baja. En 51 de los 73 países
respecto de los que se dispone de datos, la masa salarial en
proporción de la renta nacional disminuyó en las
dos últimas décadas. Además, durante el
mismo período, la brecha entre el 10 por ciento de los
asalariados con ingresos más altos y el 10 por ciento con
los más bajos aumentó en el 70 por ciento de los
países respecto de los que se dispone de datos.

Fue éste un período de crecimiento
económico relativamente rápido y de creación
de empleo sostenida. En 2007, el empleo mundial fue casi un
tercio mayor que en 1990. En síntesis, el período
de expansión que finalizó en 2007 fue más
beneficioso para los grupos de altos ingresos que para los de
ingresos medios y bajos.

…a un ritmo probablemente excesivo.

Una mayor desigualdad de ingresos puede ser útil,
ya que puede significar mayores retribuciones al empeño
laboral, a la innovación y al desarrollo de capacidades,
lo que mejoraría las perspectivas económicas para
todos, ricos y pobres. Por el contrario, una diferencia
más reducida en los ingresos podría afectar a las
perspectivas de empleo, por ejemplo, porque el mercado de trabajo
no sería suficientemente atractivo para los futuros
trabajadores.

Además, una desigualdad excesivamente
pequeña de ingresos podría debilitar los incentivos
para asumir riesgos o invertir en capital humano y, por lo tanto,
afectar negativamente a las perspectivas de crecimiento
económico.

Sin embargo, existen casos en los que una mayor
desigualdad de ingresos es socialmente perjudicial y
económicamente problemática.

Los estudios muestran que el conflicto social se
intensifica cuando se percibe que las desigualdades aumentan de
manera excesiva. El apoyo de la sociedad a las políticas
que promueven el crecimiento disminuiría si los grupos de
ingresos bajos y la clase media tuvieran la impresión de
que esas políticas contribuyen poco a mejorar su
situación o la de sus hijos, mientras que benefician a los
grupos de ingresos altos. Las encuestas apuntan a una
disminución de la tolerancia de los entrevistados frente a
la creciente desigualdad.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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