El divorcio: arma de potencial dañino para sacrificio de los seres más inocentes
Los padres que se están divorciando, cuando son
egoístas, se preocupan pocas veces acerca del efecto que
el divorcio tendrá en sus hijos. Los padres se preocupan
principalmente por sus propios problemas, mientras que, a menudo
ignoran, el hecho de que son las personas más importantes
en la vida de sus hijos. – Monografias.com
Los padres que se están divorciando,
cuando son egoístas, se preocupan pocas veces acerca del
efecto que el divorcio tendrá en sus hijos. Los padres se
preocupan principalmente por sus propios problemas, mientras que,
a menudo ignoran, el hecho de que son las personas más
importantes en la vida de sus hijos.
Los padres se pueden sentir o desconsolados
o contentos por su divorcio, pero invariablemente los
niños se sienten asustados y confundidos por la amenaza a
su seguridad personal. Algunos padres se sienten tan resentidos,
heridos y abrumados por el divorcio que buscan la ayuda y el
consuelo de sus hijos. Los hijos no pueden entender el divorcio y
los padres deben explicarles lo que está pasando,
cómo los afectarán y cuál será su
suerte.
Los niños pueden creer que son la
causa del conflicto entre sus padres. Muchos niños tratan
de hacerse responsables de reconciliar a sus padres y muchas
veces se sacrifican a sí mismos en el proceso. La
pérdida traumática de uno o de ambos padres debido
al divorcio puede hacerlos vulnerables a enfermedades
físicas y mentales.
Los padres deben percatarse de las
señales de estrés persistentes en sus hijos. Estas
señales pueden incluir la falta de interés en la
escuela, por los amigos o aún al entretenerse. Otros
indicios son el dormir muy poco o demasiado y el ser rebeldes y
argumentativos con los familiares.
Los niños han de saber que su
mamá y su papá seguirán siendo sus padres
aún si el matrimonio termina y los padres no viven juntos.
Las disputas prolongadas acerca de la custodia de los hijos o el
presionar a los niños para que se pongan de parte del
papá o de la mamá le puede hacer mucho daño
a los hijos y puede acrecentar el daño que el divorcio les
causa.
La continuación de la
obligación de los padres por el bienestar de los hijos es
vital. Si el niño parece tener indicios de estrés,
los padres deben consultar con su médico de familia o
pediatra para que lo refiera a un psiquiatra de niños y
adolescentes. De ser indicado, el psiquiatra podrá evaluar
y darle tratamiento al niño para aliviar las causas del
estrés. Además, el psiquiatra podrá
aconsejar a los padres ayudándolos a minimizar los
problemas que causa el divorcio en la familia.
En los casos especiales, en que los
niños padecen de trastornos emocionales, como es en el
caso de víctimas del síndrome de Asperger, los
padres deben de sacrificar orgullos lesionados y tratar de
entender que los mensajes amargos de que hacen al niño
recipiente, pueden producir lesiones psíquicas y
regresiones irreversibles. Mantener al niño en tratamiento
es una obligación, enseñarlo a odiar, es un crimen.
(Véase mi artículo: El Caso de Dino: El
"Magistrado" y las Noches de Bellatrix, en
monografías.com).
La separación y el
divorcio
Para los expertos, la separación y
el divorcio son alternativas por las cuales puede pasar la pareja
en un momento dado de su vida. Lamentablemente, existen
circunstancias que, en ocasiones, escapan al control emocional y
racional de los cónyuges y la separación y/o el
divorcio, se convierten en herramientas que pueden evitar un mal
mayor.
Fomentamos la familia y procuramos resolver
los problemas de pareja que puedan conducir a una
separación, sin embargo, existen sin duda circunstancias
que obligan al terapeuta familiar a considerar, en ocasiones,
estas posibilidades.
Las dimensiones del problema a nivel
emocional
En los Estados Unidos, uno de cada dos
matrimonios se divorcia. En Inglaterra y Francia, uno de cada
tres. Ejemplos que son significativos de cómo el divorcio
avanza en los países desarrollados. Más del 40% de
los niños de estos países, vivirán con sus
padres durante su primera etapa de la niñez y — luego de
un divorcio — con uno de sus padres y su nueva pareja, en la
segunda etapa de su vida.
La intensidad de las emociones, el dolor,
las ofensas, el rencor y otros sentimientos provocan un
daño profundo en la pareja difícil de
recuperar. Por otro lado, el trato injusto de los hijos atrapados
en la "batalla conyugal", produce deterioros psicológicos
irreparables en la psiquis de los menores.
En el Departamento de Psiquiatría
Infantil de la Universidad de Michigan se encontró que los
hijos de divorciados eran tratados en una proporción de
dos a uno contrastados con la población general. Estos
niños sufrían, en la mayoría de los casos,
síntomas asociados a la falta de control en la
agresión. En los más pequeños, la
agresividad era contra los padres separados y los hermanos. En
los mayores, ya adolescentes, el problema tomaba forma de actos
antisociales y de delincuencia, así como alcoholismo, la
bulimia y adicción a las drogas. (Véase mi
ponencia: La Bulimia Centrante en Psikis y
monografías.com).
Et tu Wendy?
En los casos de las hijas de divorciadas
adolescentes se encontró frecuencia de promiscuidad
sexual, en mayor proporción que las hijas de matrimonios
no divorciados.
Otros autores han enfatizado la importancia
de la depresión en el cuadro clínico de los
niños de padres divorciados. En una investigación,
también en los Estados Unidos, entre niños tratados
como pacientes psiquiátricos ambulatorios de
depresión media y severa, un alto porcentaje de la muestra
era de niños de padres divorciados.
En un estudio de seguimiento de una muestra
nacional de 5,362 niños nacidos en la misma semana de 1946
en Inglaterra, se encontró que el 36.5% de los hombres
cuyas familias se habían visto afectadas por un divorcio o
separación antes de los cinco años, sufrían
algún tipo de psicopatología o falta de ajuste
social y fueron hospitalizados antes de los 26 años por
enfermedades psiquiátricas de tipo afectivo o por
úlceras gástricas, colitis o se hicieron
delincuentes hacia los 21 años — comparados con el 17.9%
de los hombres provenientes de familias no divorciadas. En este
mismo estudio de Wadsworth, Pekham y Taylor (1985),
también se encontró que el 26.3% de las mujeres
cuyas familias se rompieron antes de los 5 años, fueron
hospitalizadas por enfermedades psiquiátricas o por
úlceras gástricas, colitis o se hicieron
delincuentes hacia los 21 años o se separaron o
divorciaron antes de los 26 o tuvieron hijos ilegítimos,
comparadas con el 9.6% de las familias que no sufrieron divorcio.
(Véase: Psychopathology of Children of Divorce
por M. Wadsworth).
El 29% de los hombres cuyas familias se
rompieron antes de que cumplieran 16 años, sufrieron antes
de los 26 años, problemas psicopatológicos o de
inadaptación social o se divorciaron o separaron antes de
los 26 años, comparados con el 18% de los hombres de
familias intactas.
Santa Patrona del
Divorcio…
El 21% de las mujeres cuyos padres se
divorciaron antes de los 16 años, hacia los 26 sufrieron
lo mismo que los hombres o tuvieron hijos ilegítimos,
comparadas con el 10.1% de las mujeres de familias no
divorciadas.
También en este interesante estudio
longitudinal se demuestra que los hombres de familia de clase
social trabajadora, hijos de padres divorciados, a la edad de 26
años, ganaban de forma significativa menos ingresos si se
los comparaba con los hombres de familia no
divorciados.
Igualmente encontraron que los hijos de
ambos sexos, de padres separados, tenían una vida
académica significativamente menor que sus pares de
familias no divorciadas.
Es de hacer notar que los hijos de padres
fallecidos tenían poca repercusión en la diferencia
en los logros académicos de hijos de padres no
divorciados, lo que demuestra que el divorcio impacta aún
más psicológicamente que la muerte de los seres
queridos. (Véase el estudio clásico en la materia:
The Unexpected Legacy of Divorce por J.
Wallerstein).
Los hallazgos indican que la
separación y divorcio de los padres, tienen un
considerable perjuicio sobre la vida de los hijos que se expresa
en patologías psicológicas, inadaptación
social, menores logros educativos en ambos sexos y menores logros
económicos en los varones.
Ahora bien, lo que tendríamos que
preguntarnos es si el daño lo provoca la ausencia de uno
de los padres o el propio trauma del divorcio. Si observamos que
el daño en los hijos de padres fallecidos no es igual al
de los hijos de padres divorciados, podríamos concluir que
más que la falta de uno de los padres es posiblemente los
elementos que componen la crisis del divorcio lo que traumatiza
irreversiblemente a los hijos.
La mayoría de los divorcios
están precedidos por meses o años de disputas,
ofensas, desamor, peleas, desilusiones y frustraciones.
(Véase mi artículo: La Estatua de
Satán en monografías.com).
En un primer lugar, las parejas comienzan
con provocaciones mutuas, con trato y vocabulario hostil y
episodios de gritos y de abuso físico o verbal.
Allí los niños quedan
amedrentados por las escenas, sin saber qué hacer y se
sienten desorientados, impotentes y tristes por la falta de
control de sus padres. Además los padres tienden a
pedirles solidaridad a los hijos — cada uno por su lado —
generándoles graves conflictos de
decisión.
Posteriormente, si la pareja no logra
manejar los conflictos y comienzan un proceso de divorcio,
inician un período de enfrentamiento por distintas
razones, sean por rencor, rabia o por la división del
patrimonio conyugal. En esta fase se intensifica la hostilidad,
el deseo de daño de uno al otro. Surge el odio, la
amargura y a veces hasta el deseo de venganza. (Véase mi
artículo: Trilogía del Amor: El Amor, el Odio y
los Celos en monografías.com).
En esta etapa, la mayoría de las
parejas piensa que quitándole los hijos el uno al otro
ganan la pelea, sin darse cuenta que le están haciendo un
gran mal a la constitución emocional de los
hijos.
De manera que, cuando la pareja se plantea
un divorcio y no hay más remedio, hay que tomar en cuenta
todo lo expresado y procurar el mayor esfuerzo en que no se
generen tantos problemas. Aunque parezca difícil, el
divorcio o la separación debe ser acordada hasta donde se
pueda y negociada. El terapeuta familiar en este momento puede
jugar un gran papel, al ser el referee
psicológico para juzgar lo que el juez no puede resolver.
(Véase: Beyond the Best Interests of the Child
por J. Goldstein).
Es lamentable que, en esta etapa, abogados
pica-pleitos baratos, que se imputan a sí mismas la pureza
que devenga del leer la Biblia, usan ese libro para destruir la
familia por medio de la hostilidad meretricia prefabricada. (Para
mejor entendimiento, recomendamos mi artículo: Donde
se Aprende de… en monografías.com).
What, Me Worry? (Alfred E. Neuman
Mad Magazine)…
La separación
El Estado defiende la institución
familiar y por ello no es fácil divorciarse, como
sí lo es casarse. Por esta razón se
instituyó el estatus de separación, como fase
intermedia entre el matrimonio y el divorcio. El legislador
buscaba que esta etapa funcione como un período de
reflexión y de reconciliación entre los miembros de
la pareja afectada.
La experiencia nos demuestra que una
separación acordada con asistencia perita, en buena
proporción, permite el reencuentro de la familia y en el
peor de los casos, si se llega al divorcio, que los hijos sean
menos afectados.
La separación, por ello, es
importante porque es un período de adaptación a la
nueva vida, porque se avanza a una relación de pareja
mejor — aunque sea la misma pareja — y permite, sobretodo,
que los hijos se adapten a la nueva realidad.
En muchas congregaciones religiosas
norteamericanas, para reducir el impacto negativo del divorcio en
los hijos, se ha adoptado la celebración de "ceremonias de
divorcio" donde la pareja y los niños participan en una
reafirmación del nexo filial que los vincula para siempre.
(Véase mi artículo: El Principio de la
Moralidad en el Ser Humano).
Las causas
Problemas que pueden deteriorar el amor de
una pareja: El advenimiento del primer embarazo, cuando es
producto de una gestación no deseada, la
insatisfacción sexual, la falta de comunicación o
la comunicación negativa, el tránsito del amor
pasional al amor maduro, la distribución de las tareas del
hogar, la intervención de la familia de ambos
cónyuges en su vida, la infidelidad y los celos, el
problema de los "amigos de él" y los "almuerzos de ella" y
los problemas económicos.
De acuerdo a alguna leyes mundiales, son
causales de divorcio el adulterio, el abandono voluntario, los
excesos, injurias graves que hagan imposible la vida en
común, el conato de uno de los cónyuges para
corromper o prostituir al otro o a sus hijos, así como la
connivencia en su corrupción o prostitución, la
condenación a presidio, la adicción
alcohólica u otras formas graves de drogadicción,
la interdicción por causa de perturbaciones
psiquiátricas graves. Igualmente la Ley prevé que
se podrá declarar el divorcio luego de declarada la
separación de cuerpos y haya transcurrido un año, o
cuando los cónyuges hayan permanecido separados, de hecho,
por más de cinco años. (Recomendamos mi ponencia:
La Rabia Narcisista).
Desde un punto de vista humano, podemos
señalar como causales de divorcio distintas razones de
índole personal, social, moral, religiosa,
económica o estrictamente patológicas desde el
punto de vista emocional. La experiencia demuestra que una de las
primeras causas de divorcio que se plantea en la práctica
de la Psiquiatría Clínica, es que la pareja no se
conocía bien antes de casarse. En muchas oportunidades el
novio y la novia, durante la etapa prematrimonial, tratan de
hacerle ver a la otra parte que ellos son como se supone que
quiere la pareja que sea; y no se muestran como en realidad son.
En los noviazgos cortos, las parejas no tienen tiempo real de
conocerse y cuando se casan pueden encontrarse que lo han hecho
con una pareja que dista mucho de ser el ideal que tenían
como lo que debería ser su cónyuge. Esta causa, que
es fundamental desde nuestro punto de vista, conlleva al segundo
motivo de consulta, como lo es la presencia del "otro" o la
"otra".
La mayoría de los problemas en la
pareja recién casada, se fundamentan en la falta de
conocimiento de ellos mismos.
En menor grado aparecen otras razones,
tales como problemas de cambio de personalidad, trastornos
psíquicos, problemas de alcoholismo, de drogas,
desavenencias en la educación y otros. (Véase mi
artículo: El Apego y la Pérdida: Vidas
Truncadas).
¿Y con los hijos
qué…?
El principal problema que tienen los hijos
cuando surge la separación o el divorcio, es que los
padres incurren en una serie de conductas erróneas para
con ellos. Los padres no deben utilizarlos como "espías"
para que les informen qué está haciendo el otro
cónyuge, o como "corre ve y dile" o "mensajeros" para
comunicarse entre ellos. Los padres no deben presentar reacciones
agresivas contra sus hijos para vengarse de la pareja. No deben
amenazar a la pareja en el sentido de que si se divorcian le
harían un daño tremendo a los hijos para tratar de
evitar la separación. Luego, al producirse el divorcio,
los padres no deben quedar resentidos con sus hijos. Luego del
divorcio, no deben existir conductas inapropiadas contra los
hijos, tales como el abandono afectivo por parte del padre que no
tiene la custodia o sobreprotección por parte de quien la
tiene. No se le debe presentar al hijo una nueva pareja antes que
él esté en capacidad de asimilar ese impacto o
tirarlos a la calle en medio de la noche por haber salido con
amigos de la pareja.
Todos estos comportamientos provocan
conductas profundamente obstaculizadas en la evolución
psicológica de los niños. Investigaciones revelan
que los hijos de padres divorciados presentan menor autoestima
que los de matrimonios constituidos. El divorcio es el más
grande estrés que un niño pueda soportar como hemos
visto. Los niños perciben la muerte de un padre de manera
más natural que un divorcio. Los hijos de divorciados
necesitan más tratamiento psiquiátrico que los de
los no divorciados. La consecuencia de una conducta inadecuada de
los padres cuando se divorcian puede ocasionar ansiedad, miedo,
inseguridad, sentimientos ambivalentes y diferentes trastornos de
conducta. De manera que si una pareja se encuentra en
proceso de divorcio, debe tener en cuenta:
1º El problema es con su pareja, nunca
con sus hijos.
2º La única forma en que sus
hijos no sufran durante la separación o divorcio es que
los padres estén plenamente conscientes de que deben
explicarles claramente la situación a ellos y decirles
que, independientemente de la decisión que tomen, ambos
cónyuges seguirán queriéndolos y
ayudándolos.
3º Si no hay más remedio que el
divorcio, siempre será preferible una separación
amistosa que una conflictiva, por el bienestar y seguridad de los
hijos y de la propia pareja.
4º Hay que hacer un gran esfuerzo para
superar el rencor y la rabia, pero es indispensable por el bien
de todos.
En resumen
Siendo, como somos, animales esencialmente
sociales y dependientes de apegos sólidos; es
imprescindible que el divorcio no se utilice para cesar toda
comunicación entre los ex esposos, para tramitar la
comunicación entre los divorciados por medio de los hijos,
o para corromper a los hijos enseñándoles a ser
inmorales, a mentir testificando contra el otro padre, o a ser
partícipes de robos y calumnias mezquinas para buscar la
venganza de una rabia narcisista como lo hacen quienes sufren del
síndrome de Dino.
Para el ser civilizado el divorcio puede
ser una etapa más del desarrollo. Para el que sufre de
problemas de la personalidad, el divorcio resulta en el peor de
los infiernos resultante para el futuro de los hijos.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca