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El divorcio: arma de potencial dañino para sacrificio de los seres más inocentes




Enviado por Felix Larocca




    Los padres que se están divorciando, cuando son
    egoístas, se preocupan pocas veces acerca del efecto que
    el divorcio tendrá en sus hijos. Los padres se preocupan
    principalmente por sus propios problemas, mientras que, a menudo
    ignoran, el hecho de que son las personas más importantes
    en la vida de sus hijos. – Monografias.com

    Los padres que se están divorciando,
    cuando son egoístas, se preocupan pocas veces acerca del
    efecto que el divorcio tendrá en sus hijos. Los padres se
    preocupan principalmente por sus propios problemas, mientras que,
    a menudo ignoran, el hecho de que son las personas más
    importantes en la vida de sus hijos.

    Los padres se pueden sentir o desconsolados
    o contentos por su divorcio, pero invariablemente los
    niños se sienten asustados y confundidos por la amenaza a
    su seguridad personal. Algunos padres se sienten tan resentidos,
    heridos y abrumados por el divorcio que buscan la ayuda y el
    consuelo de sus hijos. Los hijos no pueden entender el divorcio y
    los padres deben explicarles lo que está pasando,
    cómo los afectarán y cuál será su
    suerte.

    Los niños pueden creer que son la
    causa del conflicto entre sus padres. Muchos niños tratan
    de hacerse responsables de reconciliar a sus padres y muchas
    veces se sacrifican a sí mismos en el proceso. La
    pérdida traumática de uno o de ambos padres debido
    al divorcio puede hacerlos vulnerables a enfermedades
    físicas y mentales.

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    Los padres deben percatarse de las
    señales de estrés persistentes en sus hijos. Estas
    señales pueden incluir la falta de interés en la
    escuela, por los amigos o aún al entretenerse. Otros
    indicios son el dormir muy poco o demasiado y el ser rebeldes y
    argumentativos con los familiares.

    Los niños han de saber que su
    mamá y su papá seguirán siendo sus padres
    aún si el matrimonio termina y los padres no viven juntos.
    Las disputas prolongadas acerca de la custodia de los hijos o el
    presionar a los niños para que se pongan de parte del
    papá o de la mamá le puede hacer mucho daño
    a los hijos y puede acrecentar el daño que el divorcio les
    causa.

    La continuación de la
    obligación de los padres por el bienestar de los hijos es
    vital. Si el niño parece tener indicios de estrés,
    los padres deben consultar con su médico de familia o
    pediatra para que lo refiera a un psiquiatra de niños y
    adolescentes. De ser indicado, el psiquiatra podrá evaluar
    y darle tratamiento al niño para aliviar las causas del
    estrés. Además, el psiquiatra podrá
    aconsejar a los padres ayudándolos a minimizar los
    problemas que causa el divorcio en la familia.

    En los casos especiales, en que los
    niños padecen de trastornos emocionales, como es en el
    caso de víctimas del síndrome de Asperger, los
    padres deben de sacrificar orgullos lesionados y tratar de
    entender que los mensajes amargos de que hacen al niño
    recipiente, pueden producir lesiones psíquicas y
    regresiones irreversibles. Mantener al niño en tratamiento
    es una obligación, enseñarlo a odiar, es un crimen.
    (Véase mi artículo: El Caso de Dino: El
    "Magistrado" y las Noches de Bellatrix
    , en
    monografías.com).

    La separación y el
    divorcio

    Para los expertos, la separación y
    el divorcio son alternativas por las cuales puede pasar la pareja
    en un momento dado de su vida. Lamentablemente, existen
    circunstancias que, en ocasiones, escapan al control emocional y
    racional de los cónyuges y la separación y/o el
    divorcio, se convierten en herramientas que pueden evitar un mal
    mayor.

    Fomentamos la familia y procuramos resolver
    los problemas de pareja que puedan conducir a una
    separación, sin embargo, existen sin duda circunstancias
    que obligan al terapeuta familiar a considerar, en ocasiones,
    estas posibilidades.

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    Las dimensiones del problema a nivel
    emocional

    En los Estados Unidos, uno de cada dos
    matrimonios se divorcia. En Inglaterra y Francia, uno de cada
    tres. Ejemplos que son significativos de cómo el divorcio
    avanza en los países desarrollados. Más del 40% de
    los niños de estos países, vivirán con sus
    padres durante su primera etapa de la niñez y — luego de
    un divorcio — con uno de sus padres y su nueva pareja, en la
    segunda etapa de su vida.

    La intensidad de las emociones, el dolor,
    las ofensas, el rencor y otros sentimientos provocan un
    daño profundo en la pareja difícil de
    recuperar. Por otro lado, el trato injusto de los hijos atrapados
    en la "batalla conyugal", produce deterioros psicológicos
    irreparables en la psiquis de los menores.

    En el Departamento de Psiquiatría
    Infantil de la Universidad de Michigan se encontró que los
    hijos de divorciados eran tratados en una proporción de
    dos a uno contrastados con la población general. Estos
    niños sufrían, en la mayoría de los casos,
    síntomas asociados a la falta de control en la
    agresión. En los más pequeños, la
    agresividad era contra los padres separados y los hermanos. En
    los mayores, ya adolescentes, el problema tomaba forma de actos
    antisociales y de delincuencia, así como alcoholismo, la
    bulimia y adicción a las drogas. (Véase mi
    ponencia: La Bulimia Centrante en Psikis y
    monografías.com).

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    Et tu Wendy?

    En los casos de las hijas de divorciadas
    adolescentes se encontró frecuencia de promiscuidad
    sexual, en mayor proporción que las hijas de matrimonios
    no divorciados.

    Otros autores han enfatizado la importancia
    de la depresión en el cuadro clínico de los
    niños de padres divorciados. En una investigación,
    también en los Estados Unidos, entre niños tratados
    como pacientes psiquiátricos ambulatorios de
    depresión media y severa, un alto porcentaje de la muestra
    era de niños de padres divorciados.

    En un estudio de seguimiento de una muestra
    nacional de 5,362 niños nacidos en la misma semana de 1946
    en Inglaterra, se encontró que el 36.5% de los hombres
    cuyas familias se habían visto afectadas por un divorcio o
    separación antes de los cinco años, sufrían
    algún tipo de psicopatología o falta de ajuste
    social y fueron hospitalizados antes de los 26 años por
    enfermedades psiquiátricas de tipo afectivo o por
    úlceras gástricas, colitis o se hicieron
    delincuentes hacia los 21 años — comparados con el 17.9%
    de los hombres provenientes de familias no divorciadas. En este
    mismo estudio de Wadsworth, Pekham y Taylor (1985),
    también se encontró que el 26.3% de las mujeres
    cuyas familias se rompieron antes de los 5 años, fueron
    hospitalizadas por enfermedades psiquiátricas o por
    úlceras gástricas, colitis o se hicieron
    delincuentes hacia los 21 años o se separaron o
    divorciaron antes de los 26 o tuvieron hijos ilegítimos,
    comparadas con el 9.6% de las familias que no sufrieron divorcio.
    (Véase: Psychopathology of Children of Divorce
    por M. Wadsworth).

    El 29% de los hombres cuyas familias se
    rompieron antes de que cumplieran 16 años, sufrieron antes
    de los 26 años, problemas psicopatológicos o de
    inadaptación social o se divorciaron o separaron antes de
    los 26 años, comparados con el 18% de los hombres de
    familias intactas.

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    Santa Patrona del
    Divorcio…

    El 21% de las mujeres cuyos padres se
    divorciaron antes de los 16 años, hacia los 26 sufrieron
    lo mismo que los hombres o tuvieron hijos ilegítimos,
    comparadas con el 10.1% de las mujeres de familias no
    divorciadas.

    También en este interesante estudio
    longitudinal se demuestra que los hombres de familia de clase
    social trabajadora, hijos de padres divorciados, a la edad de 26
    años, ganaban de forma significativa menos ingresos si se
    los comparaba con los hombres de familia no
    divorciados.

    Igualmente encontraron que los hijos de
    ambos sexos, de padres separados, tenían una vida
    académica significativamente menor que sus pares de
    familias no divorciadas.

    Es de hacer notar que los hijos de padres
    fallecidos tenían poca repercusión en la diferencia
    en los logros académicos de hijos de padres no
    divorciados, lo que demuestra que el divorcio impacta aún
    más psicológicamente que la muerte de los seres
    queridos. (Véase el estudio clásico en la materia:
    The Unexpected Legacy of Divorce por J.
    Wallerstein).

    Los hallazgos indican que la
    separación y divorcio de los padres, tienen un
    considerable perjuicio sobre la vida de los hijos que se expresa
    en patologías psicológicas, inadaptación
    social, menores logros educativos en ambos sexos y menores logros
    económicos en los varones.

    Ahora bien, lo que tendríamos que
    preguntarnos es si el daño lo provoca la ausencia de uno
    de los padres o el propio trauma del divorcio. Si observamos que
    el daño en los hijos de padres fallecidos no es igual al
    de los hijos de padres divorciados, podríamos concluir que
    más que la falta de uno de los padres es posiblemente los
    elementos que componen la crisis del divorcio lo que traumatiza
    irreversiblemente a los hijos.

    La mayoría de los divorcios
    están precedidos por meses o años de disputas,
    ofensas, desamor, peleas, desilusiones y frustraciones.
    (Véase mi artículo: La Estatua de
    Satán
    en monografías.com).

    En un primer lugar, las parejas comienzan
    con provocaciones mutuas, con trato y vocabulario hostil y
    episodios de gritos y de abuso físico o verbal.

    Allí los niños quedan
    amedrentados por las escenas, sin saber qué hacer y se
    sienten desorientados, impotentes y tristes por la falta de
    control de sus padres. Además los padres tienden a
    pedirles solidaridad a los hijos — cada uno por su lado —
    generándoles graves conflictos de
    decisión.

    Posteriormente, si la pareja no logra
    manejar los conflictos y comienzan un proceso de divorcio,
    inician un período de enfrentamiento por distintas
    razones, sean por rencor, rabia o por la división del
    patrimonio conyugal. En esta fase se intensifica la hostilidad,
    el deseo de daño de uno al otro. Surge el odio, la
    amargura y a veces hasta el deseo de venganza. (Véase mi
    artículo: Trilogía del Amor: El Amor, el Odio y
    los Celos
    en monografías.com).

    En esta etapa, la mayoría de las
    parejas piensa que quitándole los hijos el uno al otro
    ganan la pelea, sin darse cuenta que le están haciendo un
    gran mal a la constitución emocional de los
    hijos.

    De manera que, cuando la pareja se plantea
    un divorcio y no hay más remedio, hay que tomar en cuenta
    todo lo expresado y procurar el mayor esfuerzo en que no se
    generen tantos problemas. Aunque parezca difícil, el
    divorcio o la separación debe ser acordada hasta donde se
    pueda y negociada. El terapeuta familiar en este momento puede
    jugar un gran papel, al ser el referee
    psicológico para juzgar lo que el juez no puede resolver.
    (Véase: Beyond the Best Interests of the Child
    por J. Goldstein).

    Es lamentable que, en esta etapa, abogados
    pica-pleitos baratos, que se imputan a sí mismas la pureza
    que devenga del leer la Biblia, usan ese libro para destruir la
    familia por medio de la hostilidad meretricia prefabricada. (Para
    mejor entendimiento, recomendamos mi artículo: Donde
    se Aprende de…
    en monografías.com).

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    What, Me Worry? (Alfred E. Neuman
    Mad Magazine)…

    La separación

    El Estado defiende la institución
    familiar y por ello no es fácil divorciarse, como
    sí lo es casarse. Por esta razón se
    instituyó el estatus de separación, como fase
    intermedia entre el matrimonio y el divorcio. El legislador
    buscaba que esta etapa funcione como un período de
    reflexión y de reconciliación entre los miembros de
    la pareja afectada.

    La experiencia nos demuestra que una
    separación acordada con asistencia perita, en buena
    proporción, permite el reencuentro de la familia y en el
    peor de los casos, si se llega al divorcio, que los hijos sean
    menos afectados.

    La separación, por ello, es
    importante porque es un período de adaptación a la
    nueva vida, porque se avanza a una relación de pareja
    mejor — aunque sea la misma pareja — y permite, sobretodo,
    que los hijos se adapten a la nueva realidad.

    En muchas congregaciones religiosas
    norteamericanas, para reducir el impacto negativo del divorcio en
    los hijos, se ha adoptado la celebración de "ceremonias de
    divorcio" donde la pareja y los niños participan en una
    reafirmación del nexo filial que los vincula para siempre.
    (Véase mi artículo: El Principio de la
    Moralidad en el Ser Humano
    ).

    Las causas

    Problemas que pueden deteriorar el amor de
    una pareja: El advenimiento del primer embarazo, cuando es
    producto de una gestación no deseada, la
    insatisfacción sexual, la falta de comunicación o
    la comunicación negativa, el tránsito del amor
    pasional al amor maduro, la distribución de las tareas del
    hogar, la intervención de la familia de ambos
    cónyuges en su vida, la infidelidad y los celos, el
    problema de los "amigos de él" y los "almuerzos de ella" y
    los problemas económicos.

    De acuerdo a alguna leyes mundiales, son
    causales de divorcio el adulterio, el abandono voluntario, los
    excesos, injurias graves que hagan imposible la vida en
    común, el conato de uno de los cónyuges para
    corromper o prostituir al otro o a sus hijos, así como la
    connivencia en su corrupción o prostitución, la
    condenación a presidio, la adicción
    alcohólica u otras formas graves de drogadicción,
    la interdicción por causa de perturbaciones
    psiquiátricas graves. Igualmente la Ley prevé que
    se podrá declarar el divorcio luego de declarada la
    separación de cuerpos y haya transcurrido un año, o
    cuando los cónyuges hayan permanecido separados, de hecho,
    por más de cinco años. (Recomendamos mi ponencia:
    La Rabia Narcisista).

    Desde un punto de vista humano, podemos
    señalar como causales de divorcio distintas razones de
    índole personal, social, moral, religiosa,
    económica o estrictamente patológicas desde el
    punto de vista emocional. La experiencia demuestra que una de las
    primeras causas de divorcio que se plantea en la práctica
    de la Psiquiatría Clínica, es que la pareja no se
    conocía bien antes de casarse. En muchas oportunidades el
    novio y la novia, durante la etapa prematrimonial, tratan de
    hacerle ver a la otra parte que ellos son como se supone que
    quiere la pareja que sea; y no se muestran como en realidad son.
    En los noviazgos cortos, las parejas no tienen tiempo real de
    conocerse y cuando se casan pueden encontrarse que lo han hecho
    con una pareja que dista mucho de ser el ideal que tenían
    como lo que debería ser su cónyuge. Esta causa, que
    es fundamental desde nuestro punto de vista, conlleva al segundo
    motivo de consulta, como lo es la presencia del "otro" o la
    "otra".

    La mayoría de los problemas en la
    pareja recién casada, se fundamentan en la falta de
    conocimiento de ellos mismos.

    En menor grado aparecen otras razones,
    tales como problemas de cambio de personalidad, trastornos
    psíquicos, problemas de alcoholismo, de drogas,
    desavenencias en la educación y otros. (Véase mi
    artículo: El Apego y la Pérdida: Vidas
    Truncadas
    ).

     ¿Y con los hijos
    qué…?

    El principal problema que tienen los hijos
    cuando surge la separación o el divorcio, es que los
    padres incurren en una serie de conductas erróneas para
    con ellos. Los padres no deben utilizarlos como "espías"
    para que les informen qué está haciendo el otro
    cónyuge, o como "corre ve y dile" o "mensajeros" para
    comunicarse entre ellos. Los padres no deben presentar reacciones
    agresivas contra sus hijos para vengarse de la pareja. No deben
    amenazar a la pareja en el sentido de que si se divorcian le
    harían un daño tremendo a los hijos para tratar de
    evitar la separación. Luego, al producirse el divorcio,
    los padres no deben quedar resentidos con sus hijos. Luego del
    divorcio, no deben existir conductas inapropiadas contra los
    hijos, tales como el abandono afectivo por parte del padre que no
    tiene la custodia o sobreprotección por parte de quien la
    tiene. No se le debe presentar al hijo una nueva pareja antes que
    él esté en capacidad de asimilar ese impacto o
    tirarlos a la calle en medio de la noche por haber salido con
    amigos de la pareja.

    Todos estos comportamientos provocan
    conductas profundamente obstaculizadas en la evolución
    psicológica de los niños. Investigaciones revelan
    que los hijos de padres divorciados presentan menor autoestima
    que los de matrimonios constituidos. El divorcio es el más
    grande estrés que un niño pueda soportar como hemos
    visto. Los niños perciben la muerte de un padre de manera
    más natural que un divorcio. Los hijos de divorciados
    necesitan más tratamiento psiquiátrico que los de
    los no divorciados. La consecuencia de una conducta inadecuada de
    los padres cuando se divorcian puede ocasionar ansiedad, miedo,
    inseguridad, sentimientos ambivalentes y diferentes trastornos de
    conducta.  De manera que si una pareja se encuentra en
    proceso de divorcio, debe tener en cuenta:

    1º El problema es con su pareja, nunca
    con sus hijos.

    2º La única forma en que sus
    hijos no sufran durante la separación o divorcio es que
    los padres estén plenamente conscientes de que deben
    explicarles claramente la situación a ellos y decirles
    que, independientemente de la decisión que tomen, ambos
    cónyuges seguirán queriéndolos y
    ayudándolos.

    3º Si no hay más remedio que el
    divorcio, siempre será preferible una separación
    amistosa que una conflictiva, por el bienestar y seguridad de los
    hijos y de la propia pareja.

    4º Hay que hacer un gran esfuerzo para
    superar el rencor y la rabia, pero es indispensable por el bien
    de todos.

    En resumen

    Siendo, como somos, animales esencialmente
    sociales y dependientes de apegos sólidos; es
    imprescindible que el divorcio no se utilice para cesar toda
    comunicación entre los ex esposos, para tramitar la
    comunicación entre los divorciados por medio de los hijos,
    o para corromper a los hijos enseñándoles a ser
    inmorales, a mentir testificando contra el otro padre, o a ser
    partícipes de robos y calumnias mezquinas para buscar la
    venganza de una rabia narcisista como lo hacen quienes sufren del
    síndrome de Dino.

    Para el ser civilizado el divorcio puede
    ser una etapa más del desarrollo. Para el que sufre de
    problemas de la personalidad, el divorcio resulta en el peor de
    los infiernos resultante para el futuro de los hijos.

    Bibliografía

    Suministrada por solicitud.

     

     

    Autor:

    Dr. Félix E. F.
    Larocca

    felix_larocca[arroba]yahoo.com

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