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El estrés y la psicopatología de la vida cotidiana




Enviado por Felix Larocca



  1. Como
    el hambre llegaba y se iba
  2. Estrés: la vida hay que tomársela
    suavemente…
  3. Fases
    del estrés
  4. Herramientas para combatir el
    estrés
  5. Consejos para prevenir el
    estrés
  6. Causas
    del estrés:
  7. En
    resumen
  8. Bibliografía

Las respuestas fisiológicas, con que nuestro
organismo responde al estrés, son muy eficaces en
ayudarnos a sobrevenir felizmente las crisis constantes que nos
afectan en la vida cotidiana.

Cuando el cerebro registra la presencia de
una amenaza que nos confronta, una reacción de alarma se
desencadena: El Hipocampo cerebral secreta la hormona Factor
Secretante Corticotrópico (FSC), el que induce a su vez la
descarga, desde la glándula Pituitaria, de la Hormona
Adrenocorticotrópica (HACT); esta hormona se despliega en
la sangre mientras envía señales a las
glándulas suprarrenales para que éstas produzcan
moléculas semejantes a los esteroides, llamados los
glucocorticoides. Al cabo de unos pocos segundos, el cuerpo
enfrenta el peligro percibido: dilatando las pupilas para ver
mejor, sudando con un sudor viscoso, para ser resbaladizos, si
nos atrapan; aumentando la velocidad del latido cardíaco,
un adelanto por si necesitamos correr, incrementando la
disponibilidad de la glucosa circulante como fuente de
energía lista y disponible, aumentado la velocidad de la
coagulación de la sangre, suspendiendo funciones
corporales que no sean esenciales, y alistando poderes
extraordinarios de concentración y de vigor.

Por medio de estos mecanismos
fisiológicos: O se huye, o se ataca al enemigo que nos
confronta (fight or flight response).

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Esta reacción instantánea y extrema no es
perjudicial, ya que sirve un buen objetivo,
momentáneo, pero a un costo muy elevado de
energía. Lo que sí resulta problemático es
cuando estas mismas reacciones se vuelven crónicas y
sostenidas; hasta el punto de que personas atrapadas en las
mismas, sin alivio posible, pueden sufrir daños severos,
tanto emocionales como físicos.

La reacción descrita se estableció para
asegurar nuestra supervivencia frente al peligro que abundaba en
la Selva Primordial.

Las cosas han cambiado, pero el torrente
neuroquímico y hormonal para responder a peligros
inminentes, ha permanecido esencialmente inmutable.

Lo mismo, podemos decir, ha pasado con
nuestra respuesta a la escasez de comida.

El problema resultante es que respuestas
que fueran adaptivas de antaño, ya cesaron de serlo — a
menudo, perjudicándonos, en lugar de conferirnos
beneficios.

Veamos la razón

Hoy día, todos nuestros peligros no
son tan puros y simples como de antes solían ser — es la
Realidad. De antes, peligro era la erupción de un
volcán, un terremoto, un ciclón, la escasez
colectiva de comida para la tribu, o la invasión inminente
por una horda hostil.

Peligros eran sujetos a ser calificados y a
ser cuantificados. Nadie temía a la invasión de un
manojo de guerreros a los cuales nuestra agrupación los
excedería en números y en armamentos.

Nadie temblaba al encontrar un gato en su
camino, en lugar de su versión magnificada, un tigre. Pero
en nuestra sociedad "moderna", llena de simbolismos
representantes del pasado, es muy fácil que un examen, la
subida de los precios para adquirir la comida o la gasolina, el
contenido de una carta, la evaluación injusta hecha por un
profesor, el hecho de engordar unas libras, las palabras
críticas de otra persona, la pérdida de posesiones
banales, el vencimiento del plazo de una deuda, el enterarse del
divorcio de los padres — en esto, no importa cuál sea
nuestra edad — la quiebra habituadas de los bancos dominicanos,
la falta de oportunidades, debidas al color de la piel,
afiliación religiosa, u otras cosas "injustas"; elevan la
producción de nuestros glucocorticoides, como si se
estuviese enfrentado peligros mortales, característicos de
nuestra vida, en el período paleolítico
superior.

Cuando la ansiedad es crónica, y
cuando la depresión emerge de los lugares más
recónditos de nuestros cerebros, haciendo sus presencias
indeseables, simultáneas, con ello aumenta nuestra
vulnerabilidad tanto emocional como física. Es entonces,
cuando, nuestros centros de emergencia se preparan para lo peor.
Pero, cuando asimismo, lo "peor" parece que nunca llega, porque
lo "peor" es intangible; o porque lo "peor" es meramente una
situación indeseable (no un tigre
atacándonos), de la cual no puede uno librarse; esta
actividad de emergencia aguda se transforma en actividad de
emergencia crónica, debilitando los sistemas que fuesen
enlistados para responder. Ya que sus acciones fueron
diseñadas para ser llevadas a cabo de modo inmediato, no
para ser aplazadas.

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De esta situación aberrante se
derivan síntomas y condiciones las cuales pueden ser
entendidas como psicosomáticas, o inducidas por el
estrés. Entre ellas se cuentan los dolores musculares y
los dolores de cabeza, las diarreas agudas y crónicas, las
enfermedades digestivas (como puede ser la úlcera
péptica), las migrañas, el insomnio, la obesidad y
la astenia. Casi todo síntoma emocional, incluyendo la
ansiedad vaga y difusa, los ataques de pánico, los
terrores nocturnos y las pesadillas, la impotencia genital y la
anorgasmia femenina, pueden deber sus causas al estrés
sostenido. También puede decirse, que la presencia de
cualquier forma de estrés, afecta y disminuye la capacidad
de adaptar, ya que éste interfiere con la funciones del
Sistema Inmune que defienden nuestros cuerpos contra toda
agresión o desequilibrio.

Obviamente, el estrés, con todas sus
manifestaciones negativas, no nació en el Siglo XX, ni ha
esperado hasta la alborada de este otro siglo para hacer su
debut. Lo que sí parece ser posible, es que la
metáfora del desastre (lo "peor") que nunca llega, sea
parte residual de adaptaciones, propias de un período en
nuestro pasado, en el cual el estrés era repentino, pero
transitorio.

Como el hambre llegaba y
se iba

Pero, el hipotálamo que en sus
funciones dependiera del poder acumular reservas (léase,
aumentar de peso), para adaptarse a crisis potenciales; siempre
en caso de estrés, sea éste imaginado o real nos
conducirá a aumentar las libras tan indeseables como
función de la retención de líquidos (edema)
y del metabolismo eficiente, aumento de peso.

Para adaptarse mejor, una lección
puede derivarse de nuestros predecesores, y ésta puede ser
expresada en una expresión muy común: "nadie puede
vivir en aislamiento total" (no man is an island, nos
aseveraba John Donne).

Beneficiémonos, entonces, del poder
que nos brindan la afiliación a los grupos y de la terapia
para confrontar el estrés, como lo hacían nuestro
antepasados paleolíticos, quienes no se volvían
obesos cuando el estrés los visitaba.

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En su lugar, como tanto hemos visto en
tribus y sociedades primitivas, el estrés se comparte y se
reparte entre todos, haciendo un esfuerzo colectivo para
encontrar soluciones eficientes a las crisis
confrontadas.

Aquí añadimos otro
artículo complementario

Estrés: la vida
hay que tomársela suavemente…

Dr. Félix E. F. LaroccaMonografias.comMás de la mitad de
los adultos han padecido o padecen estrés, según la
Asociación Internacional del Estudio del Estrés. La
palabra stress comenzó a usarse en Física, y no fue
hasta los años treinta cuando Hans Seyle comienza a
utilizarla para referirse a las circunstancias y acontecimientos
que influyen sobre una persona y producen reacciones en ella. El
estrés es un fenómeno fisiológico normal, es
la respuesta que emite un organismo ante estímulos
percibidos como amenazantes. Por eso, el buen estrés es
positivo: ayuda a soportar situaciones exigentes y a reaccionar
frente a las demandas del entorno. El estrés negativo o
distrés aparece cuando el organismo no es capaz de
adaptarse a la situación, de dar respuestas adecuadas a
las demandas del entorno. Se produce una activación y
ansiedad desmesurada, acompañada de incapacidad para
centrarse eficazmente en las tareas. El malabarista ejecuta sus
maniobras con tres bolas, después con cuatro, más
tarde con cinco; pero al incorporar la sexta, se le caen todas
las bolas, no sólo la sexta.

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Las personas tienen una limitada capacidad
de trabajo y de respuesta a las situaciones. Cuando se nos exige
más de lo que somos capaces de responder en ese momento,
podemos bloquearnos de tal manera que no podamos realizar tareas
sencillas que apenas representaban dificultad. Para responder a
las exigencias cotidianas y a las situaciones extraordinarias
necesitamos un cierto grado de activación, de
tensión. Si es insuficiente, no responderemos bien, pero
si la tensión es excesiva, podemos quedar incapacitados
para responder.

Fases del
estrés

El estrés no aparece de manera
repentina, se considera que existen tres fases.

Fase de alarma: en el momento de
enfrentarnos a una situación difícil o nueva,
nuestro cerebro analiza los nuevos elementos, los compara
recurriendo a la memoria de coyunturas similares y si entiende
que no disponemos de energía para responder, envía
órdenes para que el organismo libere adrenalina. El cuerpo
se prepara para responder, aumentando la frecuencia cardiaca, la
tensión arterial, tensando los músculos: es una
reacción biológica que nos prepara a
actuar.

En este primer estado, puede notarse la
actividad benéfica de la
señal-ansiedad.

La fase de resistencia: durante
ésta, el individuo se mantiene activo mientras dura la
estimulación y aunque aparecen los primeros
síntomas de cansancio, se sigue respondiendo bien. Cuando
la situación estresante cesa, el organismo vuelve a la
normalidad.

La fase de agotamiento: si la
activación, los estímulos y demandas no disminuyen,
el nivel de resistencia termina por agotarse, apareciendo de
nuevo la alarma. Se comienzan a sufrir problemas físicos y
psíquicos. Según Hans Seyle, "el estrés se
convierte en peligroso cuando aparece con frecuencia, se prolonga
de modo inusual o se concentra en un órgano determinado
del cuerpo".

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Síntomas corporales del
estrés

El estrés no sólo tiene
repercusiones psicológicas, sino que también afecta
nuestro estado de salud física.

Sistema gastrointestinal: el
estómago segrega más ácidos. Si la
situación se mantiene, las paredes se terminan irritando.
La sangre se desvía del estómago y se altera el
proceso de la digestión. Muchas úlceras
gastroduodenales y la colitis ulcerosa están relacionadas
con situaciones continuas de estrés.

Sistema muscular: la tensión aparece
en forma de contracturas a distintos niveles: mandíbulas,
cuello, espalda, dolores en las piernas.

Sistema respiratorio: la respiración
se acelera y se vuelve entrecortada. Se tiene la sensación
de que el aire no llena los pulmones.

Sistema cardiovascular: se liberan
adrenalina y noradrenalina, que hacen que el ritmo cardiaco y la
presión de la sangre aumenten. Se produce una
dilatación de los vasos sanguíneos y
retención de líquidos.

La piel: aumento de la sudoración.
Si el estrés es prolongado, pueden surgir
patologías dermatológicas vinculadas a estados de
ansiedad.

Cuando surgen estos síntomas
"funcionales" (sin causa orgánica aparente), se produce
una retroalimentación negativa que activa otra vez los
procesos biológicos de alarma y redobla la
sintomatología.

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Herramientas para
combatir el estrés

Cuando los síntomas del
estrés comienzan a perjudicar nuestra calidad de vida
causando sufrimiento psicológico, irritabilidad, descenso
del rendimiento laboral, dificultades de concentración,
insomnio o visión pesimista de la realidad, debemos
recurrir a ayuda especializada.

No se puede huir permanentemente de las
situaciones que producen estrés. Alguna vez hay que
afrontarlas, y para ello disponemos de herramientas que
serán válidas si se aplican de la mano de
profesionales cualificados. Veamos algunas.

Fármacos: tranquilizantes o
antidepresivos (siempre bajo prescripción médica),
indicados para reducir la ansiedad. Muy útiles si se
complementan con otros tratamientos que ayudan a eliminar
también las causas del estrés, y no sólo los
síntomas. Algunos son adictivos si se usan de manera
prolongada.

Técnicas de relajación:
técnicas que combinan la respiración profunda -que
garantiza una buena oxigenación- con la flojedad de los
músculos. Un cerebro bien oxigenado y que percibe el
bienestar de la relajación muscular está mejor
preparado para percibir positivamente la realidad
problemática. Hay muchas técnicas, pero conviene
descartar las que conllevan manipulaciones de la personalidad
desconocidas por el paciente o que son científicamente
indemostrables.

Técnicas cognitivas: métodos
psicológicos articulados por expertos. Intentan
reestructurar el pensamiento de quien sufre, para que aprenda a
interpretar adecuadamente las situaciones que le producen
malestar.

Los masajes y las manipulaciones pasivas
del cuerpo: relajan los músculos y estimulan la
circulación sanguínea. Las técnicas van
desde lo fisiológico hasta el masaje sensitivo.

La hidroterapia: El agua, a presión
y temperatura adecuadas, es un elemento relajante. Las terapias
en balnearios de aguas termales y talasoterapia han vuelto a
ponerse de actualidad.

La térsicopterapia: usa la
música (normalmente, instrumental y sin estridencias) como
elemento relajante.

Consejos para prevenir
el estrés

Dormir lo necesario. Lo "normal" dicen que
son ocho horas, pero depende de cada persona. El sueño
debe ser reparador, hemos de sentirnos descansados cuando nos
levantamos de la cama.

Hacer ejercicio físico, adaptado a
la edad y condición de cada persona ayuda a liberar
tensiones y facilita el aumento de endorfinas, sustancias que
provocan sensaciones placenteras.

Cuidar la alimentación. No
sólo llevar una dieta equilibrada, sino comer con tiempo
suficiente, evitando las bebidas estimulantes, las grasas y los
azúcares.

Técnicas de relajación.
Tomarse quince o veinte minutos al día para practicar
estas técnicas. Si no se conocen, intentemos informarnos.
La siesta diaria, aunque breve, es una buena
opción…

Organizar bien el tiempo. La
precipitación, las prisas y la acumulación
desordenada de tareas causan estrés. Dediquemos a cada
cosa su tiempo, sin olvidar reservar un tiempo para nosotros
mismos.

Separar el trabajo de la vida personal. No
llevar trabajo a casa y aprender a olvidarse del mismo cuando no
trabajamos. Una opción: buscarnos otras "obligaciones"
cotidianas cada día.

Aprender a comunicar nuestras cosas. Hablar
de nuestros problemas con gente de confianza alivia tensiones
internas.

Romper la monotonía. La rutina es un
factor que acompaña a la tensión emocional y genera
insatisfacción y aburrimiento. Busquemos cosas diferentes
que hacer cada día.

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Causas del
estrés:

Según los investigadores, cada
acontecimiento extraordinario provoca su propio grado de
estrés. Si la suma de las cifras que figuran en este
cuadro supera 150 en un año, la persona tiene una
probabilidad del 50% de padecer estrés. Si es mayor
de 300, llega al 90%.

Muerte del
cónyuge

– Divorcio

– Separación
conyugal

– Encarcelamiento

– Muerte de familiar
cercano

– Enfermedad grave

– Matrimonio

– Pérdida del
empleo

– Reconciliación
conyugal

– Jubilación

– Deterioro en la salud de un
familiar

– Embarazo

– Dificultades sexuales

– Entrada inesperada de un nuevo
familiar

– Cambios en el estado
financiero

– Muerte de un amigo
íntimo

Cambio de tipo de
trabajo

– Comienzo de disputas
familiares

– Desembolso importante de
dinero

– Vencimiento de hipoteca o
préstamo

– Problemas con la ley

– Triunfo personal
sobresaliente

– Cónyuge que abandona o
comienza el trabajo

– Cambios de hábitos
personales

– Problemas con los
superiores

– Cambios en el trabajo

– Cambios en los hábitos de
sueño

– Cambio en los hábitos
dietéticos

– Vacaciones

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13

En resumen

El estrés es tan ubicuo y tan
omnipresente en la vida, que aún las vacaciones (evento
feliz) y el matrimonio, que lo debiera ser, se mantiene
que lo causan.

El estrés, como síntoma y
como experiencia, hay que domarlo o nos doma a nosotros a su
vez… Para reconocerlo en sus etapas tempranas es
útil saber de la existencia del fenómeno de la
señal-ansiedad.

Hay que aprender a superar las crisis de la
vida, desglosándolas, entendiendo sus componentes, y
poniéndolas en sus perspectivas propias — ya que saber
vivir es un arte

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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