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Exaltación de Antonio Guzmán Blanco como figura heroica nacional




Enviado por MSc. Jorge N Campos R



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. A Manera de
    Introducción
  3. Pre
    configuración Heroica del General Antonio
    Guzmán Blanco, en el Escenario
    Sociopolítico
  4. A Manera de
    Conclusión Preliminar
  5. Fuentes

Resumen

El estudio propuesto tiene como finalidad, lograr un
acercamiento a la comprensión histórica e
historiográfica de la exaltación de Antonio
Guzmán Blanco como figura heroica nacional. Quien durante
todo su gobierno 1870-1888, empleará la figura
histórica del Libertador como sustento ideológico
de su gobierno al igual que como ente legitimador de su obra:
política, sociocultural…, etc. Caracterizada por un alto
personalismo y heroización del caudillo de Abril. Se toma
como delimitante temporo-espacial referencial la Venezuela del
siglo XIX, en sus tres últimas décadas. En las
cuales se generan una serie de hechos dinamizadores de
implantación "premodernista" para algunos y "modernistas",
para otros, que bajo la procura de la paz, el orden y el
progreso, permitirán en cierta forma establecer las bases
ideológicas del positivismo, con la exaltación
definitiva del culto al héroe

Palabras Claves: Autócrata, Civilizador,
heroización, culto, hazañas.

A Manera de
Introducción

Una Visión General del Gobierno de
Antonio Guzmán Blanco.

La figura y obra del General Antonio Guzmán
Blanco[2]ha ameritado ser sujeta a constantes
investigaciones histórica e historiográfica. Su
obra de gobierno, ejercida con claro sesgo autocrático,
por casi dos decenios, de manera directa e indirecta, en el que
"se entroniza el personalismo desenfrenado y la adulación
llevada con fines burdos"[3] está
comprendido en tres períodos de mandato: El
Septenio
(1870-1876), El Quinquenio
(1879-1884) y El Bieno (1886-1887) conocido este
último, eufemísticamente como "La
Aclamación Nacional",
y en dos gestiones que
encabezan respectivamente Francisco Linares Alcántara
(1877-1878) y Joaquín Crespo (1884-1886).

Todo este proceso político, encabezado por
Antonio Guzmán Blanco, ha despertado el interés, de
muchos investigadores, tanto nacionales como extranjeros. Con la
intención de aproximarse a la comprensión
histórica, de una etapa política de la Venezuela
del Siglo XIX, en sus últimas décadas, que
marcó el inicio de una serie de transformaciones
estructurales e infraestructurales, producto de la
aplicación de una serie de medidas en el orden: social,
económico, político, cultural,
ideológico-filosófico, entre otras que
conllevarían, en cierta forma a la "modernización"
del país[4]bajo los principios del
Liberalismo Económico y del Positivismo
Europeo.

Dicha influencia impondría "…el criterio
de que el orden social era el único requisito para sacar
al país del caos y el atraso. No se concebía el
progreso sin el orden"[5], pero para poder
lograrlo Antonio Guzmán Blanco, tuvo que enfrentar, a
principios de su gobierno, una serie de amenazas, que
"…provenían de los caciques políticos,
algunos de los cuales traspasaban con su autoridad las fronteras
del Estado"[6], lo que provocaba inestabilidad en
el país, y por consiguiente una amenaza a la paz, el orden
y el progreso de la República.

Para ello, Antonio Guzmán Blanco, apelará
a la aplicación y restructuración del denominado
"Proyecto Nacional"[7], en pro de lograr
establecer las condiciones necesarias, que permitirían, la
articulación de Venezuela con el Sistema Capitalista a
nivel mundial. Dicha aplicación, se efectuó
"…en diversos planos, según una concepción
bastante orgánica, mediante políticas destinadas,
todas, a consolidar la estructura de poder interna
(sic)"[8]. Todas dirigidas a la
consolidación del poder, en manos de Antonio Guzmán
Blanco.

Nos comentan, Ciro F.S. Cardoso y Héctor
Pérez Brignoli, que el "ilustre americano"

…logra instaurar un sólido poder
oligárquico basado en una alianza con caudillos
regionales, que tenía sus principales engranajes en
subsidios del gobierno central, derivado del monopolio estatal de
las minas y un programa de obras públicas que
acentuó la dependencia ante el gobierno
nacional[9]

Con dicha figura jurídica-administrativa (Situado
Constitucional), el General Antonio Guzmán Blanco les
estaría restando autonomía y poder a los caudillos
regionales. Sobre esta figura, Germán Carrera Damas
puntualiza de manera enfática, que "el situado no era otra
cosa que comprar la paz, comprarla a los caudillos locales: era
una manera de hacerlos participar legalmente del gran
botín que era el erario"[10] nacional. Con
lo que Antonio Guzmán Blanco "se asegura una doble
dependencia: la de los estados que no cuentan con recursos
propios y la de los caudillos regionales que sólo pueden
administrar los bienes provenientes del Gobierno
Central"[11].

Antonio Guzmán Blanco, en procura de la tan
anhelada paz, en razón de sus intereses, expresó en
el Cuartel general de San Felipe, el 22 de febrero de 1870, en el
manifiesto dirigido "A los pueblos, a los Estados y al
ejército" cuando apenas se iniciaba como gobernante, lo
siguiente:

El gobierno de las oligarquías tiene que
ser el gobierno de las violencias. Si ellas respetasen los
derechos populares, siendo como son las minorías,
perderían el poder por las vías legales aún
más pronto que por las vías de
hecho.

La paz es imposible hoy con el gobierno de la
oligarquía de Venezuela. Las mismas causas producen
siempre los mismos efectos. Su alzamiento contra el voto de la
mayoría en 1846, produjo el escándalo del 24 de
enero de 1848 y todas sus funestas consecuencias; la perfidia de
1858 produjo la guerra tan larga como cruenta de la
Federación (…) El resultado tiene que ser, como ha
sido siempre, el triunfo de la mayoría
liberal[12]

Queda claro, en este manifiesto, la intención
política de Antonio Guzmán Blanco, la cual estaba
orientada "…hacia el perfeccionamiento de los resultados
sociopolíticos de la Guerra Federal"[13].
Quien con audacia, y demagogia, crea la visión de un
gobierno regenerador, civilizador, capaz de reconstruir un
país, que viene de ser azotado y diezmado por las guerras,
que no se detiene en criticar a la
oligarquía[14]conservadora.

En razón de ello, Antonio Guzmán Blanco
presenta como propósitos fundamentales de su gobierno:
procurar bajo el respaldo del voto mayoritario, la paz, el orden
y el progreso de la República anarquizada y empobrecida.
Ideales que "…constituyen para él un compromiso, al
parecer, irrenunciable"[15] Pero, para lograr tan
difícil empresa, Antonio Guzmán Blanco
deberá consolidar su poder político como mandatario
Nacional. Una vez que lo logre, Venezuela tendrá, como lo
resalta Héctor Mujica "…en la "primera silla" a un
nuevo Caudillo"[16], quien, apelará a la
exaltación del culto a Bolívar, como instrumento de
dominio político e ideológico para mantenerse en el
poder.

Alrededor de la silla presidencial se
desarrollará todo un conjunto de aparataje:
ideológico, estructurar e infraestructural, al igual que
conjuras, movimientos o revueltas, entre otros, que pondrá
de manifiesto lo que Ramón Díaz Sánchez a
denominado elipse de una ambición de
poder[17]

Pre
configuración Heroica del General Antonio Guzmán
Blanco, en el Escenario Sociopolítico

El General Antonio Guzmán Blanco, en las
páginas historiográficas, aparece señalado
con diversos epítetos, tales como: "Regenerador",
"Pacificador", "Autócrata", "Caudillo de Abril",
"Héroe de Abril" entre otros. Estos títulos fueron
otorgados por sus seguidores y detractores, durante los momentos
de su apoteosis triunfal en la vida política venezolana,
desde que tiene participación directa en la firma del
"Tratado de Coche" efectuado el 23 de abril del año 1863,
hecho histórico, que lo lleva a convertirse en el
"…personaje de primera línea en la política
nacional, en su condición de representante del Jefe
triunfador en la guerra que
finalizaba…"[18] Esto, -claro está-,
sin pretender ignorar o desconocer su accionar
sociopolítico antes y después de la firma del
"Tratado de Coche".

Acciones, en que bien puede visualizarse
(historiográficamente) a un Antonio Guzmán Blanco,
muy calculador, siempre en asecho, siempre en espera de su
oportunidad para tomar el poder.

En razón de ello, Héctor Mujica nos
apunta, que Antonio Guzmán Blanco

…se graduará de general al lado de
Zamora, de Martín Espinoza, del Indio Rangel, y cuando
aquella bala tumba del caballo al Valiente Ciudadano Ezequiel
Zamora, el doctor y general sabrá esperar a que el
abúlico mariscal Juan Crisóstomo Falcón
languidezca en sus soporíferas siestas de Churuguara para
agarrar el coroto. Tomará el poder como muerden los bull
dogs. Y no soltará de buena gana, sino por la
traición…[19]

Nos resalta Tomás Polanco Alcántara, que
el tiempo (siete años) transcurrido, entre la firma del
Tratado de Coche hasta la Revolución de
Abril de 1870, puede ser denominado "proceso
preparatorio
". Pues le permitió a Guzmán
Blanco, ir ocupando y ganando espacios muy importantes en el
ejercicio de la política y diplomacia en el país,
por ello, encontramos a Antonio Guzmán Blanco ejerciendo
como: Vicepresidente de la República, Ministro de
Relaciones Exteriores y de Hacienda,
y
Representante del País en Negociaciones Financieras
realizadas en Europa,
al igual que ocupando la
Presidencia del Congreso, etc.

Todo ello, le permitiría abonar el camino para la
toma del poder con su entrada triunfal a la ciudad de Caracas el
25 de abril, gracias a la llamada Revolución de
Abril de 1870
. Movimiento con el cual logra derrocar al
Gobierno de los Azules, "…con el apoyo de varios caudillos
federalistas del interior, vehementes partidarios de la
autonomía regional"[20], y despeja como
diría Ramón J. Velásquez, "…el cielo
anubarrado y cierra nuevamente, y esta vez para siempre, las
puertas de la ambición…"[21] de
poder. Tal es el caso, a manera de ejemplo de Pedro José
Rojas, "…quien jamás podría conformarse con
ser un Ministro más, en el número de lujosos
amanuenses que Guzmán dictador exhibe y
regaña"[22].

Una vez, en la silla presidencial –símbolo
de poder- Antonio Guzmán Blanco debe inmediatamente, darle
a su autoridad la legitimidad requerida. Y ésta,
sólo la encontrará en los principios federales. Tal
como lo expresa en la siguiente alocución: "Lo más
justo, lo más conveniente, por ser lo más honrado,
es buscar en las teorías federales, en la índole
del sistema federativo, la fuente donde reside la facultad de
legitimar la autoridad en la
República"[23]. Más adelante, en la
misma alocución, reconoce la presencia e importancia de
los Estados al señalar "…los Estados preexisten a
toda organización nacional; por consiguiente es a ellos a
quienes toca restaurar la legalidad, siendo ese el punto de
partida de la nueva
constitución"[24].

Es de resaltar, que aunque Guzmán apela al
federalismo, "su política irá paulatinamente
derivando hacia la centralización, no obstante es un
proceso político peculiar que mantiene la apariencia de un
Estado Federal gracias a la forma en que estructura sus
relaciones con los caudillos locales"[25], con
quienes logra establecer una gran red
caudillista,
"…estructurada sobre la base
familiar de dando y dando con los jefes, lo que aseguraban
lealtad recíproca con aquellos del nivel siguiente
más abajo en la escala del poder"[26]. Nos
refiere Luis Cipriano Rodríguez, que con esta
"pirámide del caudillo", se daba
"…respuesta realista, y a la vez constitucional, a las
contradicciones derivadas del regionalismo, el
caudillismo[27]y el autonomismo local,
sintetizados programáticamente por el "federalismo
vernáculo""[28].

Antonio Guzmán Blanco, con su peculiaridad, su
verbo y arrogancia, supo ganarse seguidores y detractores, en una
sociedad tan convulsionada, y desarticulada, en la que
"…la guerra había dejado sin resolver las
cuestiones fundamentales, atinentes a la sociedad y a la
integración nacional"[29]. Y esto
Guzmán Blanco lo entendió a la perfección,
por ello, estaba consciente que para poder lograr sus objetivos
debería en primer lugar sofocar los pequeños
movimientos, escaramuzas, etc., representativas de algunas
rebeliones locales, que se escenificaban en su contra en algunos
estados del país. Debía establecer el principio del
orden y la estabilidad como requisitos previos para el progreso,
y con ello, por supuesto, obtener el poder absoluto, con su
centralización y personalización, a costa de lo que
fuese, sin importarle con quien o quienes debería de
pactar, tras la búsqueda de la paz. Pero dejemos que sea,
el mismo Antonio Guzmán Blanco, quien, en el mensaje
pronunciado el 20 de febrero de 1877, dirigido al cuerpo
Legislativo, nos comente, lo que tuvo que hacer para lograr la
paz en los estados Guzmán y Nueva Esparta.

Él les dice, a los Senadores y Diputados,
que

En resguardo de la paz nacional, mandé
comisionados competentes que fueron oídos y debidamente
acatados, siéndome grato poder decir al Congreso, que
ambas entidades gozan de perfecta paz, y que se han reorganizado
y hecho sus elecciones nacionales, conforme a la
Constitución Federal y la ley de la
materia
[30]

Referente a las alianzas efectuadas por el gobierno
guzmancista, en pro del orden y la paz, nos comenta Luis Cipriano
Rodríguez, lo siguiente

La alianza guzmancista no se realiza con el pueblo
que le ha acompañado en las montaneras y en el partido.
Sus vínculos son, en primer término, con las capas
orgánicas de la Oligarquía: Terratenientes,
comerciantes y usureros. En segundo término, con los
caudillos provinciales
[31]

Con quienes logra establecer acuerdos de gobernabilidad
y reciprocidad, "hábilmente, utilizando ya la
retórica del federalismo, ya la del liberalismo, el
Ilustre Americano mantuvo en alto las ideas de ambos partidos en
la mente del pueblo"[32] hasta que el ideal
federalista fuese desplazado por el liberalismo Amarillo que
"…sirvió como el basamento intelectual al que se
adhirieron quienes buscaban la paz, el orden y el
progreso"[33].

Algunos de sus seguidores, de manera subliminal,
aprovechando el poder de la prensa, y de los espacios que esta
les permitía, llegaron hasta el atrevimiento de
considerarlo, como un enviado de la providencia para restablecer
el orden, la paz y el progreso en Venezuela, una vez logrado la
firma del "Tratado de Coche" con su enmienda. Tal como lo deja
entrever, -semanas después- Felipe
Larrazábal
, en carta dirigida a Antonio
Guzmán Blanco, fechada en Caracas el 22 de mayo de 1863,
hecha pública el 31 de julio del mismo año, en las
páginas del recién fundado periódico
El Federalista, cuando en su columna denominada
"Interior", expone lo siguiente:

…-Mi mui estimado Antonio.- Después de
cinco años de sufrimientos, de combates, de luto y sangre;
cuando ya parecía que nuestra hermosa patria, afligida de
tantos males, iba á desaparecer entre sus propias ruinas,
la paz ha venido de improviso á iluminar el cielo de
nuestras esperanzas; y eres tú, querido amigo, á
quien toca la dicha de hacer permanente esa nueva y dulce
luz… ¡Qué grata misión!
¡Qué noble y alto
encargo
!-…[34]

De la misma manera, en párrafos siguientes, pero
esta vez de manera más directa y profética, Felipe
Larrazábal, lanza el siguiente manifiesto: "¡Dios
quiera, que el ilustre guerrero llamado á
gobernar
, en el bien común, á nuestra
patria, no dé jamás ocasión á que los
pueblos recurran al extremo de las armas, para vindicar sus
derechos y asegurar su libertad
¡"[35]

Al leer con detenimiento dicha
carta[36]se puede visualizar, la manera como
Felipe Larrazábal sabe utilizar muy bien su discurso
histórico-literario, sabe y conoce como utilizar el poder
de la palabra y de una u otra manera, va dejando en el lector
-sembrando en su mente- la imperiosa necesidad de tener como
gobernante al General Antonio Guzmán Blanco, a quien
enaltece y le reconoce sus dotes de estratega y su capacidad para
influenciar en el gobierno del general Juan Crisóstomo
Falcón, de quien, tan sólo, -Larrazábal-
llega a decir en su carta, con una sensación de
"resignación", que "…mucho hai que esperar de los
sanos principios y del patriotismo (…) el general
Falcón es bien ilustrado para saber cómo deba (sic)
gobernarse en la administración de los pueblos que tanto y
tanto esperan de él"[37]. Pero no conforme
con sus adulancias hacia Guzmán y sus desparpajos hacia
Falcón, -Larrazábal- le solicita a Antonio
Guzmán Blanco, que se esfuerce en lograr:

1. º Que se devuelva á la imprenta su
libertad (…) 2. º Que se decrete inmediatamente la
abolición de la pena de muerte (…) 3. º Que se
adopten por el Estado los hijos de los ciudadanos muertos en la
campaña (…) 4. º Que, por todos los medios
posibles, se trate de proteger la agricultura y la
ganadería…[38]

Con estos requerimientos, Felipe Larrazábal le
estaría puntualizando a Antonio Guzmán Blanco,
algunos de los principios fundamentales que estarán
plasmados en la Constitución de 1864, como fundamento del
Estado Liberal, "…cuyo significado global es la
reanudación de la instrumentación del proyecto
nacional (…) formulado, de manera
definitiva…"[39], y será sobre estos
asuntos, como nos apunta Eleonora Gabaldón que
Guzmán Blanco podrá desarrollar su pensamiento
político, "…que se define a través de una
serie de ideas que se inscriben en el liberalismo político
de la época, mientras desarrolla una praxis
política que busca asegurar el poder a través de
los métodos
autocráticos"[40].

La Constitución Federal de 1864, será el
instrumento de orden jurídico-ideológico, que
permitirá a Guzmán Blanco ser el conductor e
ideólogo de la clase dominante, por ser quien tiene
más claro "…el objetivo (…) trazado:
consolidar la clase dominante sobre la base de una
depuración de esa misma clase…"[41]
a través de medidas que buscaban lograr la
modernización, por un lado de esa misma clase y del
país, "…todo en una perspectiva global de intentos
por superar la crisis estructural de la sociedad
implantada"[42].

De la misma manera, en la mencionada carta, Felipe
Larrazábal exaltó la figura de Guzmán, al
igual que muchos otros acólitos. El mismo Antonio
Guzmán Blanco procuró de diversas maneras, auto
fabricarse de cara al público una imagen de
"héroe", con cualidades sobrehumanas, ungido por la
Providencia destinado a ser el "Reconstructor" y "Salvador" de la
Patria. Pretendió ser visto en un primer momento como el
fiel exponente, defensor y continuador de la gesta
Bolivariana.

Por ello, lo encontramos en una "ferviente defensa", de
la obra e ideal bolivariano, aludidas por Felipe Tejera, en su
Manual de Historia de Venezuela…, quien al
referirse al "Decreto de Guerra a Muerte" señala lo
siguiente "jamás puede ser redentora una
medida que condena á los hombres, aunque
sean inocentes; ni justa, ninguna sentencia que haga de
la culpa una virtud"[43]. De lo
antes señalado, nos permitimos formular las siguientes
interrogantes:

¿Estaría Felipe Tejera emitiendo una
crítica histórica, con tal señalamiento del
decreto de Guerra a Muerte? O en su lugar ¿Estaría
cometiendo Felipe Tejera un "sacrilegio" según
Guzmán al atacar el culto heroico, representado por
Bolívar? y ¿Antonio Guzmán Blanco con su
"ferviente defensa" no estaría siendo intolerante, hacia
la labor historiográfica de Felipe Tejera,
aprovechándose de su fuerza política?

Sobre la acotación formulada por Tejera, -en su
Manual– el Ministerio de Fomento y la Dirección de
Instrucción Pública, por Resolución dada en
la ciudad de Caracas el 19 de enero de 1876, prohíbe su
uso y ordena "…que en ninguno de los planteles de
enseñanza que estén bajo la vigilancia y
protección del Poder Público, se admita como
texto"[44] de estudio. Por considerar

…que una obra que contiene juicios
erróneos y apreciaciones que falsean la verdad y el alto
concepto histórico de hombres a quienes el país
venera con justicia, así por sus grandes hechos, como por
la heroica abnegación con que sirvieron a la causa de
nuestra Independencia…[45]

El manual de Historia de Venezuela -de Tejera- no
podía, según Antonio Guzmán Blanco y su
Gabinete "…inspirar a la juventud sentimiento de amor
patrio, de admiración a nuestras glorias y de
veneración hacia aquellos hombres ilustres, que fueron
modelo de valor, de virtudes y de
patriotismo…"[46].

Ellos sintieron que se atacaba al héroe y su
culto
[47]y esto para el Ilustre Americano
significaba el desvanecimiento prematuro, por un lado, del
replanteamiento de su Proyecto Nacional, y por el
otro, de su endiosamiento, como gestor histórico de los
cambios que han de darse en la Venezuela del siglo XIX, bajo los
principios de Liberalismo Amarillo.

Más aún, cuando Guzmán,
sabía perfectamente lo que significaba el uso de la figura
de Bolívar y su culto, en un país que necesitaba
lograr la Unidad, la paz, el orden y el progreso.

Y eso, fue lo que, con gran claridad y
comprensión histórica, nos señala
Germán Carrera Damas, en su obra El Culto a
Bolívar,
al inferir

…las tres líneas fundamentales que
componen la necesidad histórica del culto bolivariano, al
convertirlo en factor de unidad nacional, como
reivindicación del principio del orden; en factor de
gobierno, como manadero de inspiración política; y
en factor de superación nacional, como religión de
la perfección moral y cívica del
pueblo
[48]

En razón de ello, -en el gobierno del Liberalismo
Amarillo- no se podía permitir, que afloraran en la
Venezuela de finales del siglo XIX, lo que Germán Carrera
Damas ha llamado las dos figuraciones históricas de
Bolívar. De las cuales nos dice que "una, la visible y
hasta cotidiana, producto de una historiografía que ha
oscilado entre la pura y simple apologética bolivariana y
la diatriba no menos infundada. La otra, la auténtica,
yace en alguna parte sepultada…"[49]
esperando ser exhumada por quienes se esfuercen "…por
explicar la grandeza de Bolívar, apelando a argumentos que
hablen a la razón y no a la emotividad
patriótica"[50]

Nuevamente durante el año 1882, Felipe Tejera fue
objeto de la Intolerancia del Ilustre Americano,
por publicar sus Perfiles Venezolanos.
"…quien amparado en el seudónimo Alfa
(…) publicó el 24 de abril en el periódico
La Opinión Nacional un encendido
artículo destinado a vindicar a Bolívar de las
críticas hechas por Tejera al Decreto de Guerra a Muerte
de 1813…"[51] en su manual de historia de
Venezuela.

El Ilustre Americano estuvo consciente, del peligro que
representaba la labor historiográfica de aquellos, que
él consideró adversarios a su gobierno, por ello el
siglo XIX, y en particular el gobierno del Liberalismo Amarillo
se caracterizó por una fuerte intolerancia hacia la
producción historiográfica de
aquellos[52]que se atrevían a aproximarse a
la comprensión crítica de la figura de
Bolívar, impuesta como segunda religión, por ver en
peligro su auto ascensión al Panteón de los Dioses
patrios.

Por ello, el Ilustre Americano, intentó crear las
condiciones ideológicas, filosóficas,
históricas, culturales, muy precisas, para tratar de
ubicarse por encima de la figura heroica del Libertador, y poder
entre sus desvaríos y ansias de poder absoluto desplazar
del Santuario Nacional a su principal representante -Simón
Bolívar- a quien la historiografía tradicional lo
ha transformado en un culto, entendido este, como "…la
compleja formación histórico-ideológica que
ha permitido proyectar los valores derivados de la figura del
Héroe sobre todo los aspectos de la vida de un
pueblo"[53].

Sobre la base de estos señalamientos, nos
atrevemos a formular la siguiente Interrogante ¿Qué
o cuáles valores pretendía imponer el
Autócrata Civilizador, con sus pretensiones de
héroe a la Sociedad Venezolana? Si su conducta y
personalidad estuvo por demás muy influenciada por la
visión Europea.

Las respuestas a esta interrogante, creemos que
representan un estudio diferente del que nos hemos propuesto, por
estar vinculadas más al campo de la Historia de las
Ideas[54]

Con los párrafos anteriores, creemos que nos
aproximamos a la comprensión de lo que hemos llamado
La Pre Configuración Heroica del General Antonio
Guzmán Blanco en el Escenario
Sociopolítico
. Acción que consideramos, se
gesta en dos grandes fases: a) Durante todo el "Proceso
Preparatorio" a la toma del poder y b) Con la Revolución
de abril de 1870. Movimiento que le permitirá
reestructurar y aplicar los principios del Proyecto Nacional,
"…imponiendo su voluntad personal, pero cada uno de sus
actos políticos estarán acreditados por la
Constitución"[55] la cual estará
sujeta a reformas, para hacerla más útil a sus
fines.

Todas y cada una de las acciones referidas le
estarían abonando el camino al ególatra, Ilustre
Americano, para hacerse del control absoluto, gracias a la
creación de instrumentos de orden cultural,
ideológico, etc., que le permitirían proyectarse en
el tiempo histórico, como héroe nacional. Al
respecto Jesús Rosas Marcano, nos resalta, -a manera de
ejemplo- como se generaba, la manipulación
ideológica para la conformación del culto a Antonio
Guzmán Blanco, en las escuelas primarias. En ellas se
utilizaron diferentes mecanismos. Pero llama la atención
la aplicación de un periódico didáctico
El Instructor Popular de Amenodoro Urdaneta, en
el que se evidencia, como se siembra la ideología oficial.
Con este brevario mesiánico, nos dice
Marcano "…no importa si los niños no retienen los
nombres de los ríos caraqueños (…) lo
fundamental es tener presente quien es el Ilustre Americano, el
Regenerador de Venezuela; que sepan que el padre de la patria
nueva es el general Antonio Guzmán
Blanco"[56]. Es decir El Ilustre Americano, El
Regenerador, El Autócrata Civilizador, es el nuevo
héroe nacional, por tal razón se debía
guardarle los honores correspondientes. Es quien logró el
sueño anhelado: La paz, el progreso y la
civilización de Venezuela. La patria de
Guzmán.

III. Exaltación de Antonio Guzmán Blanco
como Héroe Nacional

A grosso modo, en las páginas anteriores, se han
presentado algunos aspectos, que permiten la comprensión
histórica del contexto sociohistórico de la
Venezuela de finales del Siglo XIX. Proceso histórico de
suma importancia para el país, en el que se resalta
cómo el General Antonio Guzmán Blanco, en el
ejercicio de su gobierno, en cada una de sus etapas mantuvo la
fiel convicción de ser predestinado por la providencia y
el único capaz de lograr por/con sus dotes "sobrehumanos"
y su autoconsideración de "líder
supremo-indiscutible", cumplir una tarea mesiánica, la
reconstrucción y modernización del
país.

Para el logro de esta "predestinación"
apeló al pueblo, como ente legitimador de su gobierno y a
los próceres de la Independencia para lograr la
unificación y el reconocimiento de sus acciones. En
razón de ello, Antonio Guzmán Blanco acude
"…al pasado próximo para sacar de sus hechos la
fuerza necesaria en la inauguración del
camino"[57] a favor de la república
liberal.

Será por esa misma convicción que el
ególatra del General Antonio Guzmán Blanco "acepta
que un Congreso, deshecho de lisonjas, en 1873, le nomine Ilustre
Americano y al mismo tiempo ordena editar colecciones capitales
para el conocimiento de la etapa histórica de la
Independencia…"[58]
venezolana[59]

Más aún cuando, "…la nación
tiene pendiente el ordenamiento de su memoria nacional y la
regularización de las instancias, objetos y lugares de la
rememoración del pasado"[60], representado
en etapas, a que apelará, en reiteradas oportunidades para
justificar su gobierno personalista, con el que "…se
adelantó con todo empeño la
institucionalización del culto a los héroes,
tomando como eje el rendido a Bolívar"[61]
quien fungió como elemento unificador de la clase
dominante y como un eficaz instrumento de control social, desde
el mismo momento en que sus restos son repatriados, y se da
inicio a un proceso de celebración y devoción al
culto naciente al decretarse el día 28 de octubre de 1848
(Día de San Simón), como ocasión de fiesta
nacional.

Entre los años de 1830 y 1870, los llamados
gobiernos conservadores, establecen los mínimos
fundamentos ideológicos-culturales necesarios para
inculcar a la sociedad del momento la adoración
bolivariana, dotando de un aspecto más oficial y solemne,
la figura histórica del Libertador, quien

…es ya la nuez del cuerpo identitario
nacional, no hay duda. El culto a Bolívar es ya una
realidad durante la primera mitad del siglo, pero su existencia
carece de organicidad, de un templo cívico, de la
vitalidad y el empuje suficiente para integrarse con mayor
soltura en el proceso de construcción
nacional
[62]

El naciente culto constituía, según
Germán Carrera Damas "…una plataforma para la
necesaria reconciliación ideológica de los hasta
entonces enconados adversarios, pues a todos brinda
satisfacción, dada la evolución ideológica y
política seguida por el propio objeto del
culto"[63], en el que sin duda alguna,
Simón Bolívar, será el máximo
representante del santoral heroico venezolano.

Ya en el ejercicio de su gobierno, el Ilustre Americano
durante el Septenio, dará inicio a una etapa en el que el
Santoral Heroico, estructurado con los próceres de la
independencia, y Bolívar al frente llega a su
cúspide, y "…comienza a vivir un proceso de
acartonamiento…"[64] en el que "…los
próceres de la independencia, especialmente El Libertador,
se convierten en símbolos patrios junto con el himno y con
la bandera nacionales (sic). La insistencia del gobierno en
presentarlos como resumen sentimental de la nacionalidad, los
convierte en iconos incontrovertibles"[65] a los
cuales hay que recurrir para remediar la crisis, en procura del
orden, la paz y el progreso.

Efectivamente, durante el gobierno guzmancista, el
país transita por una relativa paz política al
igual que un relativo impulso al progreso, todo ello enmarcado en
la aplicación del proyecto nacional. "…Del caos de
la década de los 60 a la prosperidad que impulsa el
septenio, Guzmán Blanco aparece entonces como el
"regenerador de la República", el salvador del
país"[66] tal como aparece recogido en el
libro "Glorias del Ilustre Americano, Regenerador i
Pacificador de Venezuela, Jeneral Guzmán Blanco",

"…presentado por el Congreso de la República en
"testimonio de la gratitud
nacional""[67]

Hasta aquí, todo parece ir efectuándose en
razón de cumplir con los requerimientos del sector social
que representa Antonio Guzmán Blanco en el Poder, los
mismos que llevaron a efecto la ceremonia emblemática de
"la reconciliación de las élites venezolanas con la
memoria bolivariana (…) con motivo de la
repatriación de los restos del
Libertador"[68] durante el año 1842. En
cumplimiento al Decreto del 30 de Abril, aprobado por el Congreso
Nacional, y firmado por el General J.A. Páez, en el cual
se considera que en razón a "…los méritos de
Simón Bolívar, se decide rendirle un homenaje
nacional y trasladar sus restos para ser enterrados en un
mausoleo en Caracas"[69].

Por ello, ahora le tocará a Antonio Guzmán
Blanco cumplir la deuda que debe la Nación con su
prócer fundamental, y lo compensa con el decreto del 27 de
febrero de 1874 en el que se designa la iglesia de la Trinidad
como Panteón Nacional. Pero será el 28 de octubre
de 1876 (día de su onomástico) "…cuando
finalmente se haga el traslado de los restos de Bolívar
desde la Catedral, donde reposaban desde 1842, y en donde se
había construido antes, el ya nombrado monumento, que
incluía una escultura"[70]. Con ello, queda
entendido, que en lugar de desaparecer el culto a Bolívar
se fue consolidando al inaugurar el referido Panteón, en
el que cada año, sería "…aprovechado por el
régimen guzmancista y sus principales beneficiarios para
tratar de identificar la "gloria" del gobierno de Guzmán
Blanco con la Gloria de
Bolívar"[71].

En razón de ello, al analizar el contexto
sociopolítico, por el cual llega el General Antonio
Guzmán Blanco al poder, encontramos una constante
característica de heroización icónica de la
figura de Guzmán. Esto se puede observar, a partir de su
entrada triunfal en la ciudad de Caracas en abril de 1870 al
igual que en otras ciudades del país. La primera, producto
de la denominada Revolución de Abril; y las siguientes por
las victorias obtenidas en las campañas
pacificadoras[72]una vez ya en el poder. En cada
una de ellas, "…se torna palpable con mayor intensidad el
deseo de presentar a dicho personaje como un "héroe"
sobresaliente y victorioso, muy por encima del común de
los mortales"[73] al ser recibido con
vítores, flores y guirnaldas, arcos del triunfo
efímeros (con diseños del artista Ramón
Bolet), epígrafes alegóricos a la magna gesta
épica, etc.., todos con suntuosos festejos públicos
con una duración de tres días en honor al
héroe, en los cuales se le rendía culto al gran
caudillo pacificador y restaurador de la paz "…que en
medio de su egolatría y su soberbia, utilizó el
poder no sólo para gobernar despóticamente el
país, sino para imponer usos domésticos, desbaratar
costumbres ancestrales y proponer una nueva manera de
vivir"[74] al estilo europeo.

Todas y cada una de estas acciones de gracias, muy
emblemáticas, están recogidas en la prensa
oficialista: nacional, regional y local. Tal como por ejemplo en
la Opinión Nacional en la cual aparece una
serie de artículos y crónicas hemerográficas
alusivas a las entradas triunfales del Héroe de Abril.
Estas correspondientes a los días 28 y 29 de febrero de
1872, publicadas de manera anónimas con el título
de "Ovación Popular. Fiestas de Recepción
del Presidente de la República".

De la misma manera, en el Diario de
Avisos
aparecen publicados los programas de
recepción elaborados por una Junta Directiva conformada
para tales efectos[75]En uno de esos Programas de
Recepción…, se destaca, que en el marco de la
celebración heroica, "…el tres veces Pacificador de
Venezuela colocará la primera piedra de la Columna
de la Paz,
(…) en honra y memoria del que ha
sabido también en esta vez devolver á la Patria
aquel don inestimable"[76] es decir Antonio
Guzmán Blanco se estaría autovenerando y
proclamando como héroe nacional.

De estas celebraciones, llamadas "Fiestas de
Paz",
Pedro Enrique Calzadilla señala que en
ellas "…se establece una clara vinculación
explícita con el devenir político coetáneo
(…) recordando las hazañas recientes de
Guzmán Blanco"[77] al igualarlas con las
emprendidas por Bolívar. De esto, Antonio Guzmán
Blanco siempre estuvo consciente de la importancia de establecer
un paralelismo histórico con Bolívar, cuya
imagen[78]formará parte inseparable de la
propaganda gubernamental.

Con las reseñas hemerográficas alusivas a
la exaltación de las hazañas heroicas de Antonio
Guzmán Blanco, se estarían de una u otra forma
perfeccionando los mecanismos de control ideológico en/a
la sociedad. Esta vez, con la activa participación de la
prensa oficialista del siglo XIX, para momentos en que se
encontraba Antonio Guzmán Blanco, en la plena apoteosis
política de su gobierno.

En razón de ello, Silva Paulette no señala
lo siguiente

…la prensa contribuía en gran medida a
dar publicidad a las obras públicas de Guzmán,
difundiendo retratos del caudillo, textos alusivos a los
beneficios de las mismas, entre los cuales destacan los discursos
propagandísticos versificados (…) Sus retratos
pueden encontrarse en cualquier parte: en las inauguraciones, en
los libros, en los periódicos, en la decoración de
los principales edificios, e incluso sirve de modelo para un San
Pablo de la Iglesia que lleva el nombre de su esposa: Ana
Teresa[79]

El profesor e investigador José María
Salvador González nos aclara con lujo de detalles, la
manera en que se impulsó la proyección en el tiempo
histórico del Ilustre Americano.

Al respecto comenta que ésta

…se basará esencialmente en una serie
de estrategias harto diferentes, si bien complementarias: junto a
la "heroización" verbal, materializada en una
profusa masa de hiperbólicas loas de toda índole
(discursos, poemas, ensayos, campañas de prensa,
artículos propagandísticos), se le tributó
además una "heroización" ritual a
través de las entradas triunfales a él reservadas
en Caracas por sus "hazañas" bélicas o sus logros
administrativos, así como una "heroización"
icónica
, evidenciada no sólo en las
imágenes épicas y alegóricas plasmadas por
los pintores, sino en los múltiples monumentos estatuarios
(auto) erigidos en su honor[80]

Sin duda alguna, se está en presencia de un gran
aparataje ideológico-cultural, diseñado para
impulsar y preservar en la memoria de la colectividad del momento
la imagen del nuevo "héroe nacional", en la que llamaron
sus adulantes "la patria de
Guzmán".

A parte de emplear de manera directa la prensa del
momento para la conformación de la imagen heroica de
Antonio Guzmán Blanco, las pretensiones del Ilustre
Americano lo llevan a idear y articular diferentes vías de
control, que irán a servir de soporte mediático de
la prensa oficialista. Por ello, encontramos a pintores, tales
como: al venezolano Martín Tovar y
Tovar[81]y al pintor español Miguel Navarro
y Cañizares[82]entre otros, que en sus
lienzos estampan la imagen heroica del caudillo de
Abril.

Nuevamente encontramos, en el diario progubernamental
La Opinión Nacional, que su
director-propietario Fausto Teodoro de Aldrey, emprende el
proyecto[83]de hacer plasmar en el lienzo la gesta
heroica de Antonio Guzmán Blanco efectuada en San Fernando
de Apure. En razón de ello, en el referido
periódico el 23 de febrero de 1872 aparece la
descripción del boceto, de la siguiente manera:

La idea es como sigue: en primer término, se
destaca del fondo del cielo un ángel ó genio de la
gloria envuelto en amplio y undoso ropaje, cubierto por los
pliegues de la bandera nacional que lleva en la mano izquierda
juntamente con una rama de oliva, mientras que en la derecha
tiene una corona de laurel que parece va á colocar sobre
la frente del general Guzmán Blanco, quien á
caballo, y mostrando á punto determinado como quien da
órdenes, domina la escena en la margen septentrional del
Apure en que aparecen batiéndose las tropas
constitucionales. Véase en el fondo, á la margen
meridional del gran río, la ciudad de San
Fernando[84]

Una vez exhibida la Gran Obra se desató toda una
esfera discursiva de adulancia en la que se destaca rendir
glorias y honores al nuevo Héroe, como por igual al
artista que la creó, por su capacidad de haber captado la
esplendorosa imagen de Guzmán al frente de las tropas en
la localidad de San Fernando de Apure.

Este arduo trabajo, -decían sus críticos
oficialistas-, de trasladar al lienzo la fisonomía del
héroe de Abril ha sido logrado "…con una fidelidad
de que sólo es capaz el arte cuando obedece á una
inspiración superior"[85].
Con ello, estos "críticos oficialistas"
pretendieron decir, que el padre, el Dios Supremo, fue quien
inspiró al artista, como ser humano y mortal, para plasmar
los rasgos fisonómicos de su máximo hijo,
-Guzmán Blanco- el Héroe de Abril.

Se ha dejado entrever, que en la práctica el
gobierno guzmancista vivió bajo una constante
celebración, por lo tanto

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