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Hematopoyesis



Partes: 1, 2

  1. Fases
    de la actividad hematopoyética
  2. Actividad reproductiva del tejido
    hemopoyético
  3. Teorías sobre el origen de las
    células de la sangre
  4. Eritropoyesis
  5. Regulación de la
    eritropoyesis
  6. Leucopoyesis
  7. Granulocitopoyesis
  8. Linfocitopoyesis
  9. Monocitopoyesis
  10. Regulación de la
    leucopoyesis
  11. Plaquetopoyesis
  12. Hemoglobina
  13. Estructura química
  14. Las
    cuatro hemoglobinas normales

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Proceso formador de los elementos celulares existentes
en la sangre, que en condiciones normales están
representados por los glóbulos rojos, eritrocitos o
hematíes, los glóbulos blancos o leucocitos y las
plaquetas. Estas células están siendo continuamente
destruidas, bien porque alcancen el final de su ciclo vital o
bien como resultado de la actividad funcional que ellas poseen,
siendo inmediatamente y perennemente sustituidas por otras
neoformadas. Estas, a diferencia de las células de otros
tejidos del organismo, no tienen un origen autóctono, es
decir no se forman en la sangre, sino que se forman en otros
tejidos, teniendo todos ellos un origen mesenquimal común,
denominados, por esta función de producción de
células hemáticas, tejidos
hemopoyéticas
. Los elementos constitutivos de estos
tejidos se reagrupan en agregados celulares que constituyen
verdaderos órganos, los órganos
hematopoyéticos
, o bien se extienden a todo el
organismo, constituyendo entonces el llamado tejido
hematopoyético
difuso o tejido
hemohistioblástico.

Los órganos hematopoyéticos son: la
médula ósea, donde se producen los glóbulos
rojos, los leucocitos polimorfonucleares granulosos, los
monocitos y las plaquetas. Los órganos linfáticos
(corpúsculos de Malpighi del bazo, nódulos
linfáticos, amígdalas, timo, placas de Peyer, etc.)
donde se producen los linfocitos. El tejido hematopoyético
difuso o tejido hemohistioblástico es ubicuo (capacidad de
estar presente en todas partes simultáneamente), estando
presente allá donde existen tejido conectivo y capilares
sanguíneos, es decir en todos aquellos órganos
comprendidos los hematopoyéticos, de los cuales forman el
tejido de sostén, denominado tejido reticulohistiocitario.
Estos proveen a la producción de todas las células
hemáticas en el embrión; luego, con la
formación definitiva de los órganos de
función hematopoyética, pierden esta capacidad,
conservando la posibilidad de dar origen en condiciones normales
a una cierta parte de los monocitos circulantes; ésta se
utiliza sólo en determinadas condiciones
patológicas, siendo una propiedad pluripotencial de la
primitiva actividad hematopoyética. Un elemento celular
típico de este tejido difuso es el hemohistioblasto de
Ferrata (identificable con el histiocito), célula
mesenquimal, indiferenciada, pluripotente, que existe normalmente
en los parénquimas hematopoyéticos.

Fases de la
actividad hematopoyética

La actividad hematopoyética es uno de los
procesos biológicos más precoces, ya que se inicia
durante la vida intrauterina desde las primeras semanas. En este
período se desarrolla en tejidos particulares y a
través de tres fases: una prehepática, una
hepática y, por último, una medular.

Durante la fase prehepática, que se
inicia alrededor de la tercera semana de vida intrauterina, la
hematopoyesis tiene lugar en las paredes del saco vitelino, por
lo tanto tiene una localización extra-embrionaria;
prosigue hasta la octava semana y se orienta en sentido
eritropoyético y durante gran parte de esta fase,
más específicamente en sentido
megalopoyético (hasta la sexta semana o séptima
semana). En realidad es hacia la sexta semana cuando aparecen los
grupos de células más pequeñas que los
megaloblastos y que muestran características estructurales
análogas a las fases de los eritroblastos.

Durante la siguiente fase hepática es el
hígado el lugar más importante de la actividad
hematopoyética, la cual se inicia hacia el final del
segundo mes y alcanza su máximo de actuación
alrededor del quinto mes fetal disminuyendo luego gradualmente
hasta cesar algunos días después del nacimiento.
Esta actividad se orienta en sentido eritropoyético, con
la producción de eritroblastos, y en sentido
granulocitopoyético. Durante este periodo aparece la
hemopoyesis o hematopoyesis esplénica, que inicialmente se
dirige en sentido granulocitopoyético y
plaquetopoyético, luego alrededor del quinto mes en
sentido exclusivamente linfopoyético.

Durante la fase medular es la médula el
lugar más importante de la actividad
hematopoyética. La hemopoyesis medular se inicia hacia el
final del tercer mes y luego sustituye de una manera gradual la
que tenía lugar en el hígado, hasta que al octavo
mes es el órgano hemopoyético más
importante. Algunos días después del nacimiento la
médula ósea es el único lugar de
producción de eritrocitos, de granulocitos, de plaquetas y
es completamente funcional en sentido hemopoyético.
Después de algunos meses se inicia un proceso de
sustitución adiposa que comienza en los huesos largos
más distales, y se extiende gradualmente a otros
territorios, hasta que en la edad de la pubertad no existe tejido
hemopoyético en estos segmentos esqueléticos, sino
sólo en las epífisis proximales del húmero y
del fémur. Quedan así como lugares de notable
actividad hemopoyética las vértebras, costillas,
esternón, huesos ilíacos y
cráneo.

Actividad
reproductiva del tejido hemopoyético

Los tejidos del organismo están sujetos a un
crecimiento, fenómeno que se produce a través del
aumento numérico, por la reproducción, de las
células constituyentes de los mismos y que concluye cuando
el organismo ha alcanzado su completo y total desarrollo: de esta
manera, por ejemplo, se comportan los tejidos de elementos
perennes (tejido nervioso, musculatura estriada, etc.) y aquellos
de elementos estables (tejido cartilaginoso, riñones,
musculatura lisa, etc.), siendo ambos altamente diferenciados. No
ocurre lo mismo para los tejidos y elementos lábiles,
prototipo de los cuáles es el tejido hemopoyético,
en el cual no agotándose la reserva de células
embrionarias al final del crecimiento somático, los
componentes celulares van, con el fin de compensar las
pérdidas que de continuo se producen, hacia una perenne
renovación a través de multiplicación
ininterrumpida de sus elementos. En esta última
categoría de tejidos el proceso productor de
células consta de diversos procesos elementales (fases
evolutivas), que son:

  • 1. La diferenciación, proceso
    irreversible por el cual una célula, provista de
    estructura específica y de función esencial, da
    origen a un elemento especializado tanto en el plano
    estructural como en el funcional (por ejemplo, una
    célula histiocitaria o hemohistioblástica,
    pluripotente, capaz de desarrollarse en sentido
    hemopoyético, o bien una célula
    hemocitoblástica elemento típicamente
    parenquimatoso de los tejidos hematopoyéticos, y capaz
    de diferenciarse en elementos con atributos estructurales
    propios de una determinada línea citológica
    como la eritrocitaria, o granulocitaria o
    linfocítica).

  • 2. La proliferación o
    reproducción,
    proceso por el cual una
    célula se autorreproduce por carioquinesis o
    división indirecta o mitosis, dando lugar a dos nuevas
    células, por lo general morfológicamente
    iguales a la célula madre (mitosis
    homoplástica). La velocidad de crecimiento depende del
    número de los actos cariocinéticos de una
    única célula y es por tanto más grande
    cuanto más marcado es el sentido proliferativo, que
    está en función de la cantidad de elementos que
    entran en la mitosis en una unidad de tiempo y depende de la
    duración de la mitosis y de la duración de la
    intercinésis o período intermitótico.
    Generalmente en el tejido medular las mitosis son más
    frecuentes en las células de la serie eritrocitaria
    que en las de la serie granulocítica, no obstante la
    prevalencia numérica de estas últimas; en el
    ámbito de la serie roja son más frecuentes en
    el estado basófilo, en la serie blanca en el estadio
    de mielocito; las figuras de división de las
    células y de los megacariocitos son raras.

  • 3. Maduración, proceso
    también irreversible, mediante el cual una
    célula ya diferenciada perfecciona de manera
    definitiva, a través de una secuencia de distintos
    estudios, los caracteres morfológicos y funcionales de
    la serie citológica a la cual pertenecen. Los procesos
    regenerativos y madurativos del tejido hemopoyético
    están subordinados a las propiedades funcionales y a
    la distribución de los elementos celulares en la
    sangre. Así el número de los glóbulos
    rojos, que tienen una larga supervivencia (unos 120
    días) y una eliminación lenta y constante,
    está regulado en la sangre, además de por la
    actividad reproductiva, de la médula ósea por
    algunos dispositivos biológicos extramedulares que van
    en contra de una variación demasiado rápida, de
    los cuales resulta que la actividad eritropoyética en
    la médula no sufre notables variaciones de intensidad.
    Los leucocitos polimorfonucleares granulosos
    (neutrófilos, eosinófilos y basófilos),
    por el contrario, tienen una vida breve (de unas pocas horas
    a dos o tres días), y son requeridos por el organismo
    en una cantidad notablemente más alta que la de los
    eritrocitos, ya que se destruyen en un número
    más importante: su cantidad en la sangre es por eso
    bastante variable, ya que la actividad leucopoyética
    en la médula está sujeta a variaciones de
    intensidad bastante amplias en el marco de un día de
    duración. Una vez maduras, las células del
    tejido hemopoyético dejan la matriz y se introducen en
    la circulación (migración); dado que los vasos
    de la médula forman un sistema cerrado sin
    comunicaciones, la entrada en la circulación
    tendrá que ser, hipotéticamente, a
    través de un paso de las células por la pared
    basal, ya que están dotadas de una motilidad propia
    (granulocitos) o porque son tan numerosas en los espacios
    extrabasales que determinan una gran presión de la
    pared y la sucesiva rotura de la misma con la consiguiente
    salida (eritrocitos). Los mecanismos íntimos que
    regulan este paso todavía son ignorados.

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Teorías
sobre el origen de las células de la
sangre

Los elementos celulares indiferenciados de los tejidos
hemopoyéticos son de dos tipos:

  • 1. Los hemocitoblastos, células
    propias del parénquima medular, capaces de orientarse
    en sentido pluridireccional dando origen a todos los
    elementos de la sangre, pero exclusivamente a
    ellos

  • 2. Los hemohistioblastos,
    células mesenquimatosas pluripotentes, capaces de
    orientarse tanto en sentido hemopoyético, dando lugar
    a elementos hemáticos, como en sentido conectivo,
    dando origen a elementos del tejido conectivo.

Sobre el plano morfológico el Hemocitoblasto
tiene unas dimensiones de 10-16 micras, con un núcleo
redondo grande a veces ligeramente oval y retículo grande
a veces ligeramente oval y retículo cromatínico
fino y delicado provistos de dos o tres pequeños
nucléolos, un escaso citoplasma levemente basófilo
y que no contiene granulaciones; por el contrario, el
hemohistioblasto tiene dimensiones de unas 20 micras, un
núcleo generalmente oval con retículo
cromatínico de mallas laxas irregularmente distribuido,
dos o tres grandes nucléolos muy evidentes, un amplio
citoplasma de contorno irregular y que contiene unas finas
granulaciones azuladas. Estos dos tipos de células
están ampliamente distribuidos en los distintos
hemopoyéticos y no existen diferencias sobre el plano
morfológico entre los elementos iguales encontradas en el
parénquima medular o en los tejidos linfopoyéticos,
existiendo entre ellos una diversidad de orientación
citoproductiva.

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El hemohistioblastos está unánimemente
considerado como el progenitor común de todas las
células hemáticas. Una vez verificada la
diferenciación del elemento hacia un particular tipo
celular, se da el proceso de maduración que a
través de distintos estadios intermedios conducirá
al establecimiento del elemento morfológico y
funcionalmente maduro.

Eritropoyesis

El proceso que lleva a la formación y al paso a
la circulación de los glóbulos rojos tiene lugar en
la médula ósea donde están los
eritroblastos, precursores nucleados de los eritrocitos, llamados
también normoblastos para indicar que son elementos de la
eritropoyesis normal.

Las etapas celulares intermedias que conducen a la
formación del glóbulo rojo están
constituidas por: proeritroblasto, elemento directamente
producido por la célula indiferenciada, que tiene unas
dimensiones iguales o ligeramente superiores a las del
Hemocitoblasto; su citoplasma es muy rico en
ribonucleótidos, siendo sede de una intensa actividad
metabólica; la especial riqueza en ácido
ribonucleico le confiere una intensa basofilia (afinidad
tintorial por los colorantes básicos) más marcada
que la del Hemocitoblasto. Esta característica,
constituyendo una excepción a la regla biológica
general según la cual la basofilia protoplasmática
decrece al progresar la evolución madurativa, según
las cuales la abundancia de ribonucleótidos (y por lo
tanto de basofilia evidente) constituye una condición
determinante para la producción de las proteínas
citoplasmáticas específicas de la eritropoyesis. El
núcleo es grande y contiene los nucléolos
particularmente ricos en ácido ribonucleico; el
retículo cromatínico recuerda el del
Hemocitoblasto, pero se diferencia por la menor delicadeza de la
trama y por la disposición en tramas más
gruesas;

  • Eritroblasto basófilo, que tiene las
    dimensiones inferiores respecto al precedente; el
    núcleo, perfectamente redondo, ha perdido los
    nucléolos, y la cromatina tiende claramente a
    disponerse formando gruesas tramas de ácido
    desoxirribonucleico; el citoplasma es todavía
    basófilo, aunque menos que el
    proeritroblasto.

  • Eritroblasto policromatófilo,
    presenta una reducción de la masa nuclear cuya
    estructura cromática, es aquí en gruesos
    bloques dispuestos a manera de rayos; el citoplasma presenta
    una coloración intermedia, entre un rosa pálido
    y un azul, debido al hecho de que en él han aparecido
    ya los pigmentos hemoglobínicos que son
    acidófilos, pero existe todavía algo de
    ácido ribonucleico que es basófilo. La
    síntesis de la hemoglobina, sustancia particular que
    confiere a los hematíes circulantes (y en
    práctica a la sangre) y a los precursores
    eritroblásticos el color rojo, comienza
    sustancialmente en este estadio, aunque existan trazas
    mínimas en el eritroblasto basófilo.

  • Eritroblasto acidófilo u
    ortocromático,
    que tiene las dimensiones mucho
    más reducidas, con el citoplasma intensamente
    acidófilo por elevado contenido hemoglobínico,
    núcleo oscuro, muy pequeño, con tendencia a la
    picnosis y cuya base, desde el punto de vista
    bioquímico, se encuentra una condensación de
    las estructuras desoxirribonucleicas y la
    despolimerización del ADN (ácido
    desoxirribonucleico) y que se completa con la
    expulsión de la célula. Con la
    desaparición del núcleo la célula llega
    ya al estado de eritrocito y como tal emigra a la
    circulación, donde es posible encontrar cualquier
    elemento con un pequeño residuo nuclear o con residuos
    de ribonucleótidos citoplasmáticos,
    evidenciables con coloraciones vitales y constituyendo la
    llamada sustancia granulofilamentosa
    (reticulocitos).

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Sintéticamente los fenómenos que
caracterizan la maduración de las células de la
serie roja son:

  • 1) La progresiva reducción de las
    dimensiones celulares.

  • 2) Las variaciones de tinción del
    citoplasma con la progresiva pérdida de la basofilia
    inicial por reducción del ácido ribonucleico y
    con la simultánea y gradual adquisición de la
    acidofilia por acúmulo de pigmento
    hemoglobínico.

  • 3) La pérdida del núcleo de la
    célula por expulsión.

  • 4) La ausencia de granulaciones en el
    citoplasma en todos los estados madurativos.

El proceso de maduración se desarrolla
simultáneamente al de multiplicación de manera que
de un proeritroblasto se originan diversos eritrocitos; el
movimiento proliferativo no tiene lugar sino en los distintos
estados según un ritmo uniforme, pero es muy elevado para
los elementos más inmaduros, y reducido para los elementos
de las fases intermedias (eritroblastósis
policromatófila), y prácticamente ausente para el
eritroblasto ortocromático. En el campo de la
eritropoyesis se considera el proceso madurativo que lleva a la
formación de los megalocitos o megalopoyesis que se puede
desarrollar, como hemos visto, en condiciones fisiológicas
durante la fase prehepática de la actividad
hemopoyética prenatal. Se sabe que en este proceso se
salta la etapa del Hemocitoblasto, así que del
hemohistioblasto derivarían los distintos elementos
celulares según los siguientes estados madurativos:
promegaloblastos, gruesa célula de 20-30 micras
de diámetro, con abundante citoplasma basófilo y
núcleo de una fina red cromática con más
nucléolos; megaloblasto basófilo con el
citoplasma muy abundante, núcleo reducido sin
nucléolos pero con una estructura cromática
todavía finamente reticular a diferencia del
normoeritroblasto basófilo; megaloblasto
policromatófilo
, con citoplasma de color rosa oscuro
por la aparición de la hemoglobina, con la cromatina
nuclear que no se reúne en bloques gruesos, aun
condensándose y tendiendo a formar un retículo de
amplias mallas; megaloblasto ortocromático de
volumen superior al del normoblasto ortocromático, con un
amplio citoplasma eosinófilo, con núcleo
excéntrico y cromatina en zonas todavía
laxas.

Desde el punto de vista citoquímico, la
característica peculiar de la maduración
megaloblástica es una reducida actividad
hemoglobinopoyética acompañada de un alto nivel de
ácido ribonucleico incluso en las fases
avanzadas.

Hemoglobiogénesis (o génesis de la
hemoglobina). La hemoglobina, cromoproteína que confiere a
los hematíes (y por lo tanto a la sangre) y a los
eritroblastos (y por lo tanto a la médula) el
típico colorido rojo, comienza a ser sintetizada, como
precedentemente hemos citado, a nivel del eritroblasto
policromatófilo, aunque algunas pequeñas cantidades
se encuentren ya en el eritroblasto basófilo. Está
constituida por un componente proteico, la globina, sintetizada,
como todas las proteínas, a nivel de los ribosomas
citoplasmáticos, y por un grupo prostético, el hem,
que contiene cuatro grupos hemínicos, es decir cuatro
grupos porfirínicos (protoporfirina IX) ligados cada uno a
un átomo de hierro bivalente (protoferrohem). La
biosíntesis porfirínica parece tener lugar con un
ligero retraso respecto a la de la parte proteica y la zona
probable de síntesis corresponde a las mitocondrias. El
hierro que debe penetrar en los eritroblastos para ser
incorporado a la protoporfirina es cedido, según los
más recientes avances, directamente de la transferrina
(proteína plasmática que lo transporta) para la
cual existen en correspondencia de la membrana celular verdaderos
receptores.

La unión de la globina con la protoporfirina y
con el hierro tiene lugar según distintas maneras
todavía no perfectamente conocidas; en cuanto a la
localización, tal unión parece tener lugar a nivel
de las formaciones ribosómicas
(ribosomas).

Regulación
de la eritropoyesis

La reproducción de los glóbulos rojos que
cotidianamente son destruidos y su entrada en la
circulación están reguladas y controladas por
distintos factores. El primero y el más importante de
ellos están representados por el contenido en
oxígeno de la sangre arterial que si es bajo (como, por
ejemplo, en las hemorragias que determinan disminución de
la hemoglobina y por lo tanto del contenido en oxígeno)
acentúa la eritropoyesis; si es elevado (como por ejemplo
en la policitemias postransfusionales) la deprime. En realidad el
bajo contenido en oxígeno de la sangre arterial (o
hipoxemia) no actúa directamente sobre la eritropoyesis,
sino mediante un mecanismo mediador a través de la
acción de una hormona, la eritropoyetina,
sustancia que está formada al menos en un 90% en el
riñón (pero también en otros
órganos), y cuyo nivel hemático es inversamente
proporcional al contenido en oxígeno de la sangre y por lo
tanto a su tensión parcial a nivel de los tejidos. El
íntimo mecanismo de acción con el cual la
eritropoyetina actúa a nivel medular es el de la
diferenciación de la célula en proeritroblasto,
estimulando a la multiplicación de los eritroblastos con
saltos de mitosis cuando es necesario (paso del eritroblasto
policromatófilo directamente a reticulocito) y la
promoción de la entrada en la circulación de los
reticulocitos todavía contenidos en la médula.
Otros factores que intervienen en la regulación de la
eritropoyesis son los hormonales cuyos mecanismos de
acción son muy complejos.

En resumen, diremos que éstos actúan sobre
el proceso eritroformativo o directamente a través de las
transformaciones metabólicas a las que inducen. Así
la hormona tiroidea, los corticosteroides (hormonas segregadas
por la corteza suprarrenal) y la testosterona (hormona sexual
masculina) estimulan el metabolismo general y por lo tanto
aumentando las necesidades de oxígeno provocando una
exaltada producción de eritropoyetina, la cual, al menos
por la testosterona, es estimulada también con mecanismos
directos. Los estrógenos (hormonas sexuales femeninas),
por el contrario, ejercen una acción de freno sobre la
eritropoyesis actuando con un mecanismo exclusivamente directo
sobre las células primitivas, compitiendo a este nivel con
la eritropoyetina y también inhibiendo, la
excreción de la eritropoyetina misma.

Leucopoyesis

Es el proceso que a través de las fases de
diferenciación, multiplicación y maduración
celular lleva a la entrada en la circulación de los
glóbulos blancos. Comprende tres líneas que tienen
lugar en diversos órganos, es decir; la
granulocitopoyesis, que tiene su sede en la médula; la
linfocitopoyesis, en el bazo y en todas las estructuras
linfáticas (timo, nódulos linfáticos,
glándulas linfáticas, placas de Peyer, etc.), y la
monocitopoyesis, en el tejido linfático, en el bazo y en
parte también en la médula ósea. Este
proceso madurativo lleva consigo, para las diversas series
celulares, modificaciones estructurales, funcionales y
bioquímicas, de las cuales dependen las distintas
propiedades biológicas típicas de cada una de las
líneas celulares como, por ejemplo, la motilidad, la
fagocitosis, las propiedades inmunológicas,
etc.

Granulocitopoyesis

Se denomina así a la orientación hacia la
granulotitopética de la célula indiferenciada, es
decir la evolución de ésta hacia el granulocito a
través de etapas intermedias, que están
representadas por:

  • El mieloblasto, elementos de dimensiones
    superiores a las del hemocitoblasto, que tiene un
    núcleo redondeado, con distintos nucléolos,
    citoplasma francamente basófilo, con presencia de
    granulaciones acidófilas que son finas y abundantes en
    el mieloblasto proeosinófilo.

  • El promielocito, cuyo núcleo pierde
    su forma redondeada, se incurva ligeramente y se coloca hacia
    la periferia de la célula, privado de nucléolos
    o conteniendo uno sólo, con una cromatina que tiende a
    condensarse; en el citoplasma, además de las
    granulaciones acidófilas, aparecen aquellas
    especificaciones neutrófilas, eosinófilas o
    basófilas, la coloración es intermedia entre el
    azul y el rosa (policromatofilia) especialmente en el
    núcleo reducido.

  • El mielocito, cuyo núcleo tiene una
    cromatina dispuesta en forma de retículo más
    grueso y que ha perdido definitivamente los nucléolos,
    y en cuyo citoplasma, más o menos acidófilo, no
    existen granulaciones azuladas.

  • El metamielocito, cuyo núcleo
    está incurvado claramente en forma de herradura y cuyo
    proceso madurativo puede considerarse finalizado cuando
    aparece una serie de estrecheces a cargo del núcleo
    que resultará separado en varios lóbulos; a
    este punto el elemento está en un estadio de
    granulocito y es cuando penetra en la
    circulación.

Sintéticamente los fenómenos que
caracterizan la maduración de la célula
granulocítica afectan a:

  • 1. El núcleo que pierde los
    nucléolos, condensa la cromatina, se hace reniforme y
    se segmenta en varios lóbulos.

  • 2. El citoplasma, cuya primitiva
    coloración azul vira hacia el rosa por la gradual
    disminución del ácido ribonucleico y el
    simultáneo aumento de prótidos
    citoplasmáticos acidófilos y cuyo aspecto se
    hace progresivamente menos homogéneo por el
    enriquecimiento al principio de gránulos azules, luego
    específicos (neutrófilos, eosinófilos,
    basófilos).

El ciclo completo vital de las células
granulocíticas tiene lugar a través de cuatro
sectores; sector mitótico o proliferativo, que se
desarrolla a nivel medular y que comprende los mieloblastos, los
promielocitos y los mielocitos; el sector madurativo, medular
también, que comprende los metamielocitos, elementos
celulares que no van a dividirse y que maduran hacia
granulocitos; éstos, una vez entrando en la
circulación, pasan al sector hemático, lo
atraviesan, y viviendo unas pocas horas explican por
último su función en el sector tisular.

Linfocitopoyesis

Es el proceso multiplicativo y madurativo que lleva a la
entrada en la circulación de los linfocitos. Se desarrolla
en su mayor parte en el bazo, en los nódulos
linfáticos y en los islotes del tejido linfoide esparcidos
en la túnica mucosa del organismo. El elemento cabeza de
serie de esta línea celular es el linfoblasto,
célula indiferenciada, similar al hemocitoblasto del cual
difiere, sin embargo, por la localización ya que se
encuentra en el parénquima linfático y por la
condensación precoz de la cromatina nuclear, dato que
caracteriza la orientación linfoide del elemento celular.
Sigue como elemento intermedio, precursor del linfocito maduro,
el prolinfocito, pequeña célula con
núcleo condensado y compacto, rara vez tiene
nucléolos, y si los tiene son escasamente visualizables,
el citoplasma es escasísimo y está privado de
granulaciones. La exacta definición de este elemento es
dudosa, siendo muy difícil el correlacionar sus
características morfológicas con la edad efectiva
de la célula y con sus propiedades funcionales.

Monocitopoyesis

Es el proceso multiplicativo y madurativo que lleva a la
entrada en la circulación sanguínea de los
monocitos. El origen de estos elementos hoy todavía
está sujeto a grandes discusiones. Las más
recientes adquisiciones indican que derivan directamente de la
célula reticulohistiocitaria. Es un elemento intermedio
entre la célula indiferenciada y la madura, o monocito, y
el monoblasto, célula voluminosa con
núcleo que contiene una o dos nucléolos, de
retículo cromático muy fino, y abundante citoplasma
basófilo, privado de granulaciones.

Regulación
de la leucopoyesis

El número casi constante de glóbulos
blancos en la circulación está indudablemente
ligado con una serie de factores que lo regulan con mecanismos
todavía poco conocidos que son los que van a dirigir la
formación, la entrada en la circulación y la
destrucción de estas células. Por lo que respecta a
la granulocitopoyesis es necesario distinguir factores capaces de
promover el proceso formativo y madurativo y otros capaces de
inducir sólo a un aumento de los leucocitos presentes en
la sangre periférica (leucocitosis) en cuanto que
movilizan las reservas medulares de elementos maduros. En
realidad, esta distinción es artificiosa y los efectos
inducidos por tales factores parece que son inseparables y que se
influencian uno al otro recíprocamente; de hecho una
actividad proliferativa medular más o menos viva
corresponde en general a una respuesta secundaria (tardía)
que trata de compensar la disminución en la médula
de los granulocitos maduros con el fin de asegurar la continua
cobertura de la reserva medular. En la regulación de la
leucopoyesis, y más específicamente de la
granulocitopoyesis intervienen factores humorales y celulares.
Entre los primeros tienen gran importancia la leucopoyetina
G,
pequeña molécula no proteica que
está presente en la sangre ya en condiciones normales y
que aumenta llamativo en los estados leucopénicos, se sabe
que normalmente está ligada a un inhibidor del cual se
libera para ejercer su acción leucocitósica y
leucopoyética.

Entre los factores celulares capaces de influenciar la
leucopoyesis, sobre todo la entrada en la circulación de
los elementos maduros, un papel determinante lo posee el
número de leucocitos circulante que si es elevado
(leucocitosis) explicará un efecto inhibidor sobre la masa
de los granulocitos medulares, mientras que si es bajo
(leucopenia) tendrá un efecto estimulante.

Por lo que respecta a la linfocitopoyesis, existen pocos
elementos a favor de la existencia de factores humorales
encargados de su regulación. La relación estrecha
entre órganos linfáticos y hormonas
corticosteroides; éstos de hecho influencian la estructura
linfática determinando la lisis (ruptura). Los principales
mecanismos con los cuales esta involución suele estar
provocada son la cariorrexis (estallido del núcleo de la
célula en restos basófilos; fase de muerte del
núcleo que sucede a la picnosis), responsable principal de
la rápida y alarmante disminución de los linfocitos
más maduros y más pequeños y en menor
cantidad sobre los más jóvenes de tipo reticular;
la inhibición de la mitosis en el segundo estadio
multiplicativo, es decir en metafase; el bloqueo de la
biosíntesis del ácido desoxirribonucleico que
está íntimamente ligada, como es conocido, a la
reproducción celular en general, y por lo tanto al
crecimiento de nuevo tejido linfático.

Plaquetopoyesis

Es el proceso que a través de las fases de
diferenciación, multiplicación y maduración
celular lleva a la introducción en la circulación
de las plaquetas o trombocitos. Las reacciones
citoquímicas para el ácido desoxirribonucleico,
típico constituyente nuclear, son negativas. Por lo que
respecta a la génesis del elemento cabeza de serie de
estas células, las opiniones entre las distintas escuelas
divergen en muchos aspectos; particularmente no se está de
acuerdo en que la derivación deba ser forzosamente del
hemocitoblasto o por el contrario de la célula
histiocitaria, su origen se atribuye a la fusión de dos o
más células o a la división nuclear en el
campo de una misma célula sin división del
citoplasma simultáneamente. Para orientarse hacia la serie
plaquetopoyética, la célula progenitora evoluciona
a veces como elemento maduro a través de etapas
intermedias que están representadas por:

  • Megacarioblasto; célula voluminosa
    con el citoplasma basófilo discretamente representado,
    privada de granulaciones, con un gran núcleo
    ligeramente oval, y con retículo cromático fino
    y delicado (recuerda al hemocitoblasto) con algunos
    nucléolos.

  • Megacariocito linfoide; elemento
    todavía más voluminoso que el anterior, con
    citoplasma siempre basófilo y sin granulaciones; tiene
    núcleo polimorfo y privado de nucléolos y tiene
    una estructura cromática que se hace cada vez
    más gruesa.

  • Megacariocito granuloso o maduro;
    célula de gruesas proporciones (el diámetro es
    de cerca de 40 micras), con abundante citoplasma
    débilmente basófilo que contiene granulaciones
    azuladas, con un grueso núcleo polilobulado y con
    más nucléolos superpuesto, estando la cromatina
    condensada en algunas zonas. El elemento celular que ha
    llegado a esta fase evolutiva puede mostrar algunas lagunas
    periféricas de citoplasma que comprenden
    pequeñas masas de granulaciones azules, que se
    interpretan como plaquetas apenas formadas y dispuestas para
    ser desplazadas de la zona. Por lo que respecta a la
    regulación de la plaquetopoyesis la existencia de un
    control humoral, unido a un factor plasmático, llamado
    trombopoyetina, presente ya en el plasma en
    condiciones normales, relacionado con la
    eritropoyetina.

HEMOGLOBINA

Molécula proteica compleja, no enzimática;
indispensable para la respiración celular. La hemoglobina
es el constituyente más importante del glóbulo rojo
que confiere a la sangre su color
característico.

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Estructura
química

La hemoglobina (Hb) pertenece a la clase de los
cromoproteidos y está formada por un componente proteico,
el protoferrohem, más conocido como
hem.

Cada molécula de Hb contiene cuatro grupos de
hem, los cuales resultan de la unión de un átomo de
hierro con una molécula de porfirina. Las porfirinas son
sustancias colorantes, muy difundidas en la naturaleza, formadas
por cuatro anillos pirrólicos, ligados entre
sí por radicales distintos, los cuales varían
según el tipo de porfirina. La que toma parte en
la formación del protoferrohem es una protoporfirina IX, y
los anillos pirrólicos están unidos por grupos
metílicos, vinílicos y
propiónicos.

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En el centro del hem se encuentra un átomo de
hierro que se une a los átomos de nitrógeno de los
anillos pirrólicos y con dos valencias de
coordinación, una de las cuales se une con las globinas, y
la otra con el oxígeno, en la forma de Hb oxigenada, y con
el agua en la forma reducida. En la forma oxigenada la Hb se
indica con el símbolo HbO2, en la forma reducida solamente
con el símbolo Hb. Como hemos citado, el hierro se une con
dos valencias principales a los números pirrólicos
y con dos valencias llamadas accesorias a la globina y al
oxígeno o al agua. En base a esta concesión el
hierro del hem ha sido siempre considerado bivalente, es decir en
estado ferroso (Fe++) y se ha afirmado también que si el
átomo de hierro se oxida a forma férrica la Hb se
transforma en metahemoglobina, en la cual la
combinación con el oxígeno se hace irreversible,
por lo tanto ineficiente para el transporte de éste desde
los pulmones a los tejidos.

El grupo proteico de la Hb está formado por la
globina, proteína de carácter básico que une
a los cuatro grupos prostéticos mediante un ligamento
principal entre el hierro y los grupos imidazolicos de la
histidina. Ha sido comprobado que la globina tiene la forma de
elipse y que está compuesta de dos hemimoléculas
iguales. Cada hemimolécula está formada por dos
cadenas peptídicas distintas, cada una de las cuales
está compuesta a su vez de una serie de aminoácidos
alineados, unidos entre sí por ligamentos
peptídicos. El orden de sucesión de
aminoácido en cada cadena se indica como la estructura
primaria de la misma. Es de gran importancia el orden de
sucesión el cual viene controlado por un gen responsable,
y una secuencia alterada de un aminoácido da lugar a una
Hb patológica. Es esta sucesión los
aminoácidos asumen una disposición en espiral o
alfahélice que se indica como la
estructura secundaria. A su vez la hélice se envuelve y se
repliega todavía asumiendo una configuración
estable y constituyendo la estructura terciaria, la cual se
mantiene por toda una variedad de uniones covalentes y no
covalentes. Por medio de estudios cristalográficos ha sido
posible identificar la arquitectura cuaternaria, es decir la
asociación de más cadenas. La molécula de Hb
resulta de la combinación de cadenas que, grosso modo,
tienen una forma similar entre sí. Esta asociación
de unidad constituida por cadenas polipeptídicas favorece
la curva de disociación del oxígeno.

Funciones

La Hb es, pues, esencialmente un pigmento, en cuanto que
a nivel pulmonar se transforma desde la forma reducida a la
oxigenada ligando el oxígeno al hierro, para cederlo a los
tejidos periféricos, donde se transforma en la forma
reducida o carbohemoglobina que provee al transporte del
anhídrido carbónico de los tejidos a los pulmones.
Existe una particularidad y es que el anhídrido
carbónico en vez de unirse al hierro se une directamente a
la globina. El intercambio de ambos gases se lleva a cabo gracias
a las diferentes tensiones parciales de los mismos en ambos
territorios, en el sentido de que la formación de
oxihemoglobina y de carboxihemoglobina y u disociación
esta en relación con la diferencia de tensión
parcial de CO2 (anhídrido carbónico) o de O2
(oxígeno), respectivamente, existentes entre sangre y
tejidos y entre sangre y aire alveolar.

Partes: 1, 2

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