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Influencia de actividad físico – recreativa sobre calidad de vida del adulto mayor



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Metodología
  4. Desarrollo
  5. Conclusiones
  6. Referencias
    bibliográficas

Resumen

Se estudió la relación de las variables
soporte social, autonomía, salud mental y actividad
físico recreativa con la calidad de vida ligada al
género con participación de 152 adultos mayores (92
mujeres y 60 hombres) en edades entre 60 a 75 años,
pertenecientes a círculos de abuelos del Consejo Popular
"Luís Arcos", municipio de Camajuaní a los cuales
se les aplicó un cuestionario de calidad de vida y una
encuesta sobre actividad física recreativa. Los resultados
mostraron relación significativa de la variable
autonomía con las variables soporte social, estado mental,
frecuencia y duración de la actividad. Por género
la depresión geriátrica fue superior en las
mujeres. La salud fue el motivo principal para realizar la
actividad física y los beneficios principales, para ambos
géneros, fueron: sentirse más reanimados, alivio de
dolores, sentirse más alegres y con energía. Se
concluyó que la calidad de vida percibida por el adulto
mayor, expresada en soporte social, autonomía y salud
mental; el motivo y el beneficio de la actividad física no
difiere entre géneros. La disminución de la
depresión se presenta con mayor frecuencia en las mujeres.
Se comprueba que la actividad física recreativa le permite
obtener al adulto mayor mejores resultados mientras más
cantidad de tiempo y frecuencias por semana se le
dedique.

Palabras clave: Calidad de vida, género, soporte
social, autonomía, salud mental, actividad físico
recreativa

Introducción

La calidad de vida es el bienestar, felicidad,
satisfacción de la persona que le permite una capacidad de
actuación en un momento dado de la vida. Es un concepto
subjetivo, propio de cada individuo, que está muy influido
por el entorno en el que vive, la sociedad, la cultura y las
escalas de valores. Se trata de un concepto muy amplio que
está influido de modo complejo por la salud física
del sujeto, estado psicológico, nivel de independencia,
relaciones sociales y relación con los elementos
esenciales de su entorno.

El concepto de calidad de vida, en términos
subjetivos, surge cuando las necesidades primarias básicas
han quedado satisfechas con un mínimo de recursos. El
nivel de vida son aquellas condiciones de vida que tienen una
fácil traducción cuantitativa, incluso monetaria,
como renta per cápita, salud, consumo de alimentos,
seguridad social, ropa, tiempo libre, derechos humanos, nivel
educativo o condiciones de vivienda. El concepto de calidad de
vida aparece cuando esta establecido un bienestar social como
ocurre en los países desarrollados.

La medicina y los recursos económicos,
políticos, sociales del mundo occidental ha conseguido
aumentar la esperanza de vida dando años a la vida. En
Cuba se han logrado indicadores de calidad de vida respecto a la
salud similares a los países desarrollados. El objetivo de
la medicina y la sociedad a partir de las últimas
décadas del siglo XX es dar vida a cada uno de los
años, es decir, aumentar la calidad de vida. El aumento de
la esperanza de vida en sociedades avanzadas como consecuencia de
la estabilidad y el bienestar alcanzado ha ocasionado un cambio
radical global en las pirámides demográficas. En la
actualidad son muchas las personas en el mundo que dedican su
esfuerzo y estudio a lo que se denomina nueva cultura de la
longevidad. Intentan vivir más y en mejores condiciones
físicas, sociales y mentales, buscando un modelo de
envejecimiento competente en un sentido útil y productivo,
capaz de fortalecer desde un punto de vista genérico de la
salud su calidad de vida (Ríos y col, 2000).

La calidad de vida se define como un estado de
bienestar; sin embargo esta noción toma diferentes
énfasis según el contexto del cual parte su
valoración (Faden y Germán, 1994). Giusti (1991) la
define como un estado de bienestar físico, social,
emocional, espiritual, intelectual y ocupacional que permite al
individuo satisfacer apropiadamente sus necesidades individuales
y colectivas. Para efectos de este estudio este es el concepto
operacional de calidad de vida.

Además de estas consideraciones se toma como una
variable importante dentro del concepto calidad de vida el nivel
de actividad física de los sujetos basándose en
Abrante y col. (1996); Santana (1991) y García y col.
(1990). La calidad de vida es un concepto complejo cuya
definición operacional y dimensional resulta muy
difícil. No obstante, hay acuerdo en cuanto a la necesidad
de abordarla desde una dimensión subjetiva; es decir, lo
que la persona valora de ella sin restringirla a la
dimensión objetiva (opinión de otras personas o
terceros) porque lo fundamental es la percepción propia
(Rojas, 1999 y Rojas, 1997).

La calidad de vida tiene su máxima
expresión en lo relacionado con la salud. Las tres
dimensiones que global e integralmente comprenden la calidad de
vida son:

  • Dimensión física:
    Percepción del estado físico o salud, entendida
    como ausencia de enfermedad, sus síntomas o efectos
    adversos del tratamiento. Estar sano es elemento esencial
    para tener vida con calidad.

  • Dimensión psicológica:
    Percepción del individuo de su estado cognitivo y
    afectivo con miedo, ansiedad, incomunicación,
    pérdida de autoestima e incertidumbre del futuro.
    Incluye las creencias personales, espirituales y religiosas
    como el significado de la vida y la actitud ante el
    sufrimiento.

  • Dimensión social: Percepción
    del individuo de las relaciones interpersonales y los roles
    sociales en la vida como son necesidad de apoyo familiar y
    social, relación médico-paciente y
    desempeño laboral.

Características de la calidad de
vida

  • Concepto subjetivo: Cada ser humano tiene su
    concepto propio sobre la vida, calidad de vida y
    felicidad.

  • Concepto universal: Las dimensiones de la
    calidad de vida son valores comunes en todas las
    culturas.

  • Concepto holístico: La calidad de vida
    incluye todos los aspectos de la vida, repartidos en las tres
    dimensiones de la calidad de vida, según explica el
    modelo biopsicosocial. El ser humano es un
    todo.

  • Concepto dinámico: A lo largo del
    tiempo cada persona va cambiando sus intereses y prioridades
    vitales y, por tanto, los parámetros que constituyen
    lo que considera calidad de vida.

  • Interdependencia: Los aspectos o dimensiones
    de la vida están interrelacionados de manera que
    cuando una persona está mal físicamente o
    enferma, repercute en los aspectos afectivos o
    psicológicos y sociales.

Díaz (1987), Faden y German, (1994),
Hernández (2000) y Leturia (1998) visualizan la
importancia de la valoración subjetiva en la calidad de
vida. Sin embargo, usualmente las propuestas dirigidas a las
personas mayores se orientan hacia una evaluación de los
efectos que producen sobre la calidad de vida los medicamentos o
la enfermedad. La perspectiva subjetiva de calidad de vida del
adulto mayor será el foco de atención de este
estudio y para ello se considerará la propuesta de Giusti
(1991), INISA (1994) y Lawton (1991). En sus trabajos se
consideran las cuatro variables: autonomía, soporte
social, salud mental y actividad física recreativa, para
delimitar operacionalmente la perspectiva subjetiva de la calidad
de vida.

Si se toma en cuenta las propuestas de esos autores, las
variables que involucran la perspectiva subjetiva de la calidad
de vida se entenderán de la siguiente forma:
Autonomía estará definida como capacidad funcional,
que se refiere a si puede o no realizar actividades
básicas e instrumentales el adulto mayor; Soporte social
se refiere a las estrategias (prestar ayuda, colaboración)
que permiten relacionar a los adultos mayores con los
demás; Salud mental involucra el grado de armonía
psicoemocional presente en el adulto mayor y Actividad
física recreativa como la satisfacción y la
disponibilidad del adulto mayor para la realización de
dichas actividades.

Estudios recientes han analizado los índices de
calidad de vida basados en una amplia gama de dimensiones y
aspectos en los que se involucra la edad, el género y el
nivel de actividad física. Fujisawa (1994) encontró
diferencias en los índices de calidad de vida (apoyo
social, autonomía, salud mental, relaciones familiares)
con respecto al género. Roy y Fitz (1996) señalan
que con la edad avanzada los riesgos de tensión
depositados en los adultos mayores por parte de la familia y la
mortalidad aumentan y recomiendan otros estudios que identifiquen
predictores de mortalidad como el sedentarismo. Hernández
(2000) señaló que se podrían esperar
diferencias en la calidad de vida de los adultos mayores ligadas
a la edad. Sin embargo no encontró diferencias
significativas en cuanto al género.

En Cuba existen algunas investigaciones realizadas en
calidad de vida y adulto mayor. Céspedes y col. (1987)
señalan que existen carencias de tipo afectivo por falta
de interacción social, falta de contacto social y
problemas de movilización bastante acentuados y que los
niveles de actividad física son importantes predictores de
los índices de calidad de vida de este grupo etario.
Villalobos (1989) mostró que las personas mayores no
cuentan con suficientes recursos económicos para
satisfacer en forma adecuada sus necesidades básicas y que
los adultos mayores institucionalizados experimentan sentimientos
de soledad por estar separados de su núcleo familiar,
mostrándose apáticos, poco participativos en las
actividades programadas por los centros y con mayor factor de
riesgo por sedentarismo y aislamiento. Evidencian discapacidades
más visibles y requieren mayor ayuda para realizar
actividades de la vida diaria. Las personas mayores que viven con
su familia y son atendidos en el hogar de ancianos aportaron
ayuda económica o de intervención en alguna tarea
doméstica agrícola entre otras.

Agüero (1993) evidenció que el grupo
sometido al programa de actividad física presentó
una disminución de 3 latidos / minuto en la frecuencia
cardiaca en reposo en comparación con el grupo control, su
presión arterial en reposo también se redujo hasta
9 mm / Hg a diferencia del grupo control. Las personas mayores
que realizan actividad física mejoraron su función
cardiovascular.

Aragón y Salas (1996) reportaron que los
problemas físico-funcionales se relacionan con la
pérdida de fuerza muscular, flexibilidad, equilibrio,
vista, memoria y audición, mientras que los problemas
psicosociales respondieron a la pérdida de salud,
tristeza, deterioro de las capacidades funcionales y
discriminación familiar. Quirós (1996)
mostró que en las áreas urbanas los adultos mayores
presentan más autonomía, estimulación y
proyectos de vida, por lo que se hace aún más
necesario dicho modelo en las áreas rurales. Ureña
y Delgado (1998) analizaron la relación entre ejercicio
físico y percepción subjetiva en 90 adultos con
edad promedio de 71.4 años. Mostraron que los grupos de
actividades acuáticas y manualidades tenían una
percepción más positiva de sí mismos, sin
diferencia entre sí y difiriendo del grupo control. El
ejercicio físico implicado en la actividad acuática
y la atmósfera que se genera en este contexto visualizan
positivamente esta actividad como opción importante para
desarrollar una posición optimista en el adulto
mayor.

Bolaños y Mora (1999), en su investigación
sobre actividad físico – recreativa y estado emocional en
dos grupos gerontológicos, encontraron que los sujetos
participantes eran activos físicamente y su principal
motivación es el estado de salud integral. Los estados
emocionales resultan beneficiados por la actividad física
practicada, Hubo mejores sensaciones que el medio terrestre que
en el medio acuático.

Rojas (1999) realizó un estudio de 4 hombres y 4
mujeres de 70 años para explorar la percepción de
calidad de vida con base en su autonomía
psicológica y conducta funcional. Los adultos perciben un
sentimiento de bienestar desde los diferentes ámbitos
físico, social, espiritual, ocupacional, intelectual y
psicoemocional cuando se sienten personas autónomas y
funcionales. Ello se relaciona con la frecuencia semanal de
actividad física recreativa, tiempo diario de la
actividad, disfrute de la actividad que realiza y la edad de los
sujetos, con diferencias por género.

El propósito de este estudio fue conocer la
relación entre las variables autonomía, soporte
social, salud mental (depresión y estado mental) y
actividad física (frecuencia semanal, tiempo diario y
disfrute), considerando diferencias de género y edad.
Además pretende determinar el principal motivo para
realizar la actividad física recreativa y cuáles
son los beneficios que esta población presenta por
géneros.

Metodología

Sujetos: En el estudio participaron de 92 mujeres
y 60 hombres adultos mayores de 60 a 75 años de edad que
asistían regularmente al Círculo de Abuelos y
actividades institucionalizadas como el aula del Adulto Mayor. La
selección de los sujetos fue por el método
aleatorio simple con la tabla de números aleatorios y una
lista de los abuelos de la comunidad.

Instrumentos:

1. Cuestionario de calidad de vida del MINSAP con
una consistencia interna de 0.77 lo cual se considera apropiado
estadísticamente (Thomas y Nelson, 1990). Se aplicó
para medir las variables autonomía, soporte social y salud
mental, parte del constructo calidad de vida y valoración
subjetiva. Este constó de 5 partes: Primera
(identificación): consta de anotación de datos
generales como nombre, lugar, número de persona, fecha de
la entrevista. Se aplicó cada ítem igual que la
versión final MINSAP (1994). Segunda
(características sociodemográficas): se indaga
sobre género, fecha de nacimiento, estado civil, grado de
escolaridad alcanzado y tipo de pensión y asistencia
social (no se tomó en cuenta pues no es importante para
este estudio). Tercera (soporte social) pregunta el tiempo
radicado en la vivienda, personas que conviven, parentesco,
desempeño dentro del seno familiar y participación
en la comunidad. Se tomaron en cuenta solamente éstos dos
últimos ítems que permiten mayor facilidad para
cuantificar las respuestas de los sujetos. Cuarta (actividades
del diario vivir) indaga con preguntas cerradas sobre
alimentación, algunas actividades de higiene y cuidado
personal y si requiere ayuda para ellas. Quinta (salud mental)
examina algunos rubros psicológicos básicos lo que
permite descubrir su nivel mental y de
depresión.

Calificación: Se asignó valor cero
(0) a la respuesta "NO" y valor 1 a la repuesta "SI" en cada
ítem. Una excepción fue en la quinta parte (salud
mental) en donde cada ítem tenía un puntaje
diferente, el cual osciló desde tres (3) hasta seis (6)
puntos, dependiendo del número de preguntas por
ítem.

2. Encuesta sobre actividad físico recreativa
para adulto mayor
: Fue construida adaptando
información de variables del cuestionario de Actividad
Física de Zutphen (Capeasen y col, 1991) el cual reporta
una validez de 0.78 y una confiabilidad de 0.89 y del
cuestionario modificado de Baecke (Voorrips y col, 1991) con una
validez de 0.61 (p< 0.05) y una confiabilidad de 0.93,
p<0.05. En ésta encuesta se indagó sobre el tipo
de actividad, preferencia y tiempo de las actividades. Se
contó con la participación de tres encuestadores a
los cuáles se les dio la capacitación
respectiva.

Procedimiento: El estudio de la perspectiva
subjetiva de la calidad de vida que presentan los adultos mayores
de 60 a 75 años de Granja Agropecuaria "Luís Arcos
Bergnes", municipio de Camajuaní, es una
investigación ex-post facto exploratorio –
diagnóstica.

Se realizó en primera instancia una
revisión y selección de posibles ancianos a
trabajar, se obtuvo el permiso después que se les dio a
conocer los propósitos y la colaboración necesaria
para dicha investigación. Luego se procedió, una
vez aceptada la propuesta oficialmente, a capacitar durante una
semana a los encuestadores en el uso de los instrumentos para la
recolección de datos.

La perspectiva subjetiva de calidad de vida se
determinó mediante cuatro variables: autonomía,
soporte social, salud mental y actividad físico
recreativa. Las tres primeras fueron medidas por el cuestionario
de calidad de vida MINSAP y la cuarta por la encuesta sobre
actividad física para adulto mayor. La aplicación
de los instrumentos se realizó con la visita personal de
la investigadora en compañía de dos colaboradores
previamente capacitados para la aplicación de los
instrumentos a los sujetos seleccionados, además del apoyo
correspondiente del médico de familia de la localidad. La
duración del proceso de recolección de datos fue de
aproximadamente 20 minutos por sujeto encuestado.

Análisis estadístico: El
tratamiento estadístico de las variables a estudiar se
realizó con el paquete estadístico SPSS. Se
determinó la media aritmética (X) y
desviación estándar (S). Se aplicó el
análisis de correlación r de Pearson para
determinar la relación entre la autonomía, soporte
social, salud mental (depresión, estado mental) y
actividad física (frecuencia de la actividad,
duración, disfrute y edad) y el coeficiente de
determinación (r²) para cada r. También se
procedió al cálculo de Shi cuadrado con el fin de
determinar si existían diferencias en los motivos para
realizar actividad física y en los beneficios que aporta
esta actividad ligados al género de acuerdo a la encuesta
sobre actividad físico recreativa.

Desarrollo

De acuerdo con los resultados se determinó todas
las variables de calidad de vida y la actividad física
semanal tanto en hombres como en mujeres presentaron relaciones
significativas entre autonomía y la actividad
física semanal. Mientras más actividad
física por semana hacían los adultos mayores
mejores niveles en autonomía presentaron. Se destaca que
al ser más personas asistentes a centros diurnos son
más independientes siendo congruente con el estudio de
Céspedes y col. (1987) de que los adultos mayores al estar
involucrados en programas de actividad física recreativa
en los centros diurnos se aumentan los niveles de movilidad e
independencia y autoconcepto lo que contribuye a un aumento en
los índices de apreciación de vida y de actividad
física. Además de que la actividad física
metódica y programada genera según Ramos (1992),
mejora en la producción de placer y bienestar corporal y
mental, ya sea en la conservación y consecución de
independencia y autonomía tanto física como
psíquica.

Se presentó además relaciones
significativas entre autonomía y soporte social en ambos
géneros; destacándose que entre más
autónomos sean mayor Soporte Social presentan, siendo
congruente con el estudio de Céspedes (1987), en donde las
personas al ser asistentes a centros diurnos, tienen mayor grado
de independencia y al ser miembros dentro de las familias y
comunidades exigen en éste mayor participación,
opinión y toma de decisión, lo que favorece al
desarrollo de su independencia según Quirós (1996);
siendo estos resultados congruentes con los expuestos por Rojas
(1999) en su investigación sobre calidad de vida y
autonomía.

En general los adultos perciben un sentimiento de
bienestar fortalecido por ser personas autónomas y
funcionales. En los hombres se presentó además
relación significativa entre autonomía y estado
mental. Tomando en cuenta que, al ser personas independientes son
más participativos y activos según Villalobos
(1989), lo que les permite según Quirós (1998), en
su salud mental enfrentar de manera exitosa y satisfactoria su
vida.

Además se encontró relación
significativa entre el estado mental y actividad física
semanal en las mujeres. Es decir que entre mayor frecuencia en la
actividad física mayores nivelen la salud mental
presentaron siendo congruente con lo apuntado por Ramos (1992)
acerca de que la actividad física metódica y
programada genera mejoras en la producción de placer y
bienestar tanto corporal como mental.

En lo que respecta a la relación de todas las
variables con las horas diarias de práctica en hombres se
presentaron relaciones significativas entre autonomía y
horas diarias de práctica física y entre soporte
social y horas diarias de práctica. Mientras mayor
duración en la práctica de actividad física
mejores niveles de autonomía y soporte social presentaron;
destacándose que mientras más independientes y
colaboradores son los adultos mayores asistentes en centros
diurnos son más participativos y activos; con lo que se
justifican la disposición y el tiempo para realizar la
actividad física (Villalobos,1989).

Se presentó relación significativa entre
autonomía y soporte social en ambos géneros. Los
adultos mayores asistentes en centros diurnos son más
participativos y activos (Villalobos, 1989) y al ser miembros de
familias y comunidades tienen mayor participación,
opinión y toma de decisión, según
Quirós (1996). En hombres se presentó
relación significativa entre autonomía y estado
mental; al ser personas independientes son más
participativos y activos según Villalobos (1989) lo que
les permite, según Quirós (1998) enfrentar de
manera exitosa y satisfactoria su vida.

La depresión en las mujeres fue superior al de
los hombres, siendo congruente con Stephens (1988), que menciona
que la depresión y la ansiedad es más frecuente en
las mujeres; pudiendo ser producto de las actitudes de la
familia, comunidad y sociedad en general como rechazo,
sobreprotección o abuso contra ellas. Tanto hombres como
mujeres se clasificaron con depresión leve, siendo
congruente con lo apuntado por Quirós (1996), acerca de
que la depresión en el adulto mayor es una de las
condiciones más frecuentes y de mayor cuidado en las
personas mayores. Se rechaza el mito de que la depresión
es una enfermedad característica de la mujer coincidiendo
con Marín y col (2000).

Los factores que contribuyen al desarrollo de la
depresión no dependen del género sino de la
problemática social en el que esté inserto (abuso y
abandono). Se determinó que los adultos mayores tienen
cierto grado de deterioro físico y mental, sin embargo,
los hombres y mujeres con mayores niveles de actividad
física tanto en frecuencia como en duración diaria
tienen un estado mejor lo que indica que a pesar de que
continúa el deterioro normal, la actividad física
en estas poblaciones es fundamental para mantener un adecuado
nivel de calidad de vida. Esto es congruente con los estudios de
Hernández (2000), Esquivel y Jiménez (1997) y
Fugisawa, (1994).

Tabla 1. Resumen de medias y desviaciones
estándar de las variables de calidad de vida y edad en
adultos mayores pertenecientes a la granja Luís Arcos
Bergnes, según el género.

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En lo que respecta al motivo para realizar actividad
física tanto hombres como mujeres coinciden en
señalar la salud. Esto es congruente con los resultados de
Bolaños y Mora (1999) y Schwenkmezger (1993, citado en
Ureña, 1996) en donde el principal motivo para hacer
actividad física es su salud. Coincide con Idespo (1985)
en que los adultos mayores manifestaron interés en
actividades productivas y en que la motivación que genera
la actividad físico recreativa aumenta en ellos el
autoconcepto, la autoestima y las emociones, distrayéndose
al hacer algo en lo que se sentían útiles y
ocupados como en el caso de los sujetos del presente
estudio.

Los beneficios y disfrute de la actividad física
para ambos géneros fueron elevados, les alivian los
dolores y en le caso de las mujeres les hacía sentirse
menos tensas, más alegres y con energía. Esto es
congruente con Ureña y Delgado (1998) en la
percepción subjetiva de la persona mayor en
relación con el ejercicio físico, mostrando una
percepción más positiva de sí mismos, un
mayor disfrute. La actividad física ha mostrado notables
mejoras en la producción de placer y bienestar corporal y
mental (Ramos, 1992) por lo que coinciden con en este
estudio.

En la tabla 1 se puede observar que, tanto en hombres
como mujeres, el promedio de autonomía fue similar.
Considerando la escala MINSAP (1994), ambos se clasificaron como
independientes en cuanto a esta variable. En cuanto al soporte
social, el promedio obtenido por los hombres y las mujeres estuvo
ubicado en el puntaje intermedio de la escala, por tanto, el
puntaje en ambos grupos fue regular. La depresión en el
caso de las mujeres fue superior al de los hombres sin embargo,
de acuerdo al puntaje obtenido, ambos se clasificaron con
depresión leve.

Tanto hombres como mujeres tuvieron un promedio de
estado mental que les ubicó en la categoría de
trastornos depresivos y alteraciones cognitivas según
MINSAP (1994). La frecuencia semanal de actividad física
en ambos sexos está entre 3 y 4 veces por semana. La
duración de la actividad física recreativa diaria
tanto en hombres como mujeres tiende a ser entre una hora y una
hora y media diaria.

Entre las variables calidad de vida y actividad
física semanal en hombres se presentó una
correlación significativa. Entre autonomía y
soporte social (r=.28; p<0.05; coeficiente de
determinación r²=7.84% de varianza compartida); entre
autonomía y estado mental (r=.27; p<0.05;
r²=7.29).

Se presentó correlación significativa
entre autonomía y actividad física semanal (r=.33;
p<0.05; r²=10.89%). Mientras mayor sea la frecuencia en
la actividad física mayores niveles de autonomía
presentó el adulto mayor. En la matriz de correlaciones de
las variables calidad de vida y actividad física semanal
en mujeres se presentó una correlación
significativa entre autonomía y soporte social (r=.24;
p<0.05; el coeficiente de determinación r²=5.76%
de varianza compartida).

Se puede presentó una correlación
significativa entre autonomía y frecuencia de la actividad
física (r=.24; p<0.05; r²=5.76% de varianza
compartida) y entre estado mental y actividad física
semanal (r=.23; p<0.05; r²=5.29%). Mientras mayor
frecuencia en la actividad física mayores niveles de
autonomía y salud mental.

En lo que respecta a la matriz de correlaciones de las
variables calidad de vida horas diarias de práctica o
actividad física en hombres se presentó una
relación significativa entre autonomía y soporte
social (r=.28; p<0.05; r²=7.84%) y entre autonomía
y estado mental (r=.27; p<0.05; r²=7.29%). Se
presentó relación significativa entre
autonomía y horas diarias de actividad física
(r=.28; p<0.05; r²=7.84%) y entre el soporte social y
horas diarias de actividad física (r=.27; p<0.05;
r²=7.29%). Mientras mayor es el tiempo de actividad
física, mayores niveles de autonomía y soporte
presentó el adulto mayor.

En la matriz de correlaciones de las variables calidad
de vida horas diarias de práctica o actividad
física en mujeres se presentó una relación
significativa sólo entre autonomía y soporte social
(r=.24; p<0.05; r²=5.76%).

Gráfico 1. Motivo para realizar actividad
físico recreativa por género en adultos
mayores.

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En cuanto al rubro motivo para hacer la actividad
física no se encontró diferencias significativas
(X²= 4.59, p>0.05) de acuerdo al análisis
estadístico. Por tanto hombres y mujeres reportaron
motivos similares y coincidieron en señalar principalmente
la salud para hacer actividad física.

Gráfico 2. Comparación de beneficios
percibidos por realizar actividad físico recreativa en
adultos mayores.

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De acuerdo con el análisis estadístico, se
obtuvo una X² =22.49, p< 0.05 lo cuál
indicó que los hombres y las mujeres percibieron
beneficios similares en la actividad física. Los hombres
expresaron que la actividad física los hacía
sentirse más reanimados y sienten que se alivian los
dolores y las mujeres por lo general expresaron que la actividad
física les hacía sentirse menos tensas, más
alegres y con energía.

Conclusiones

1- La depresión geriátrica presentó
diferencia significativa entre géneros siendo superior
entre las mujeres.

2- La salud en ambos géneros fue el principal
motivo para realizar la actividad física
recreativa.

3- Los beneficios encontrados fueron sentirse
reanimados, aliviados; más alegres y con
energía.

3- Los adultos mayores de ambos géneros con
mayores niveles de actividad física tanto en frecuencia
como en duración diaria tienden a tener un mejor nivel de
calidad de vida.

Referencias
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Autor:

MSc. Carlos Alberto Hernández
Medina.

MSc. Jorge López Pérez.

Centro Universitario Municipal Camajuaní.
Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas.

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