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Irrenunciabilidad del derecho a la libertad. ¿Derecho o principio?



Partes: 1, 2

  1. Noción de libertad
  2. La
    libertad a través de la historia
  3. Restricciones legítimas a la
    libertad
  4. El
    derecho a la libertad
  5. La
    libertad y otras concepciones
  6. La
    Libertad Negativa y Libertad Positiva
  7. Derecho a la Libertad en Nuestra
    Legislación
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

Noción de
libertad

Los autores coinciden en que la libertad es la
posibilidad de elegir entre varias opciones, con ausencia de
coacción externa. Aplicada esa noción al acto
voluntario, la libertad es la posibilidad de elegir entre
ejecutar o no el acto, sin coacción
exterior[1]

El derecho considera que la única libertad
relevante es la que se exterioriza, lo que repercute de varios
modos en la vida social. Al tiempo que la protegen, las normas
constitucionales también pueden restringir la libertad, a
fin de evitar la anarquía[2]

Sobre la libertad se ha dicho y se seguirá
diciendo mucho. Se argumenta, por ejemplo, en algunas
concepciones, que siendo el hombre libre no lo es del todo pues
tiene toda actividad regulada por pautas de conducta que le dicen
lo que debe y lo que no debe hacer. A estas se suma la
contradicción que sostiene que aun teniendo la conducta
regulada por normas existe la disyuntiva de lo que el individuo
decide o no decide hacer, otorgándole otra acepción
a la palabra libertad, libre
albedrío[3]

Guillermo Cabanellas, al respecto nos dice; se
trata de la facultad humana de dirigir el pensamiento o la
conducta según los dictados de la propia razón y de
la voluntad del individuo, sin determinismo superior ni
sujeción a influencia del prójimo o del mundo
exterior
, a lo que podemos agregar que, siendo
así, el ser humano es libre independientemente de la
existencia de las normas que rigen su conducta y de las sanciones
que, como resultado de la priorización optada, se
deriven[4]Sin embargo este mismo autor asigna, en
el campo jurídico, lo siguiente, "entendida la libertad
como autonomía individual, absoluta en el pensamiento, y
mayor o menor según las relaciones surgidas de la
convivencia social, ha movido a definiciones de juristas y
legisladores". Envuelta en la anonimia, pero aureolada por
notable perspicacia jurídica, los romanos decían:
"Libertas est potestas faciendi id quod Jure licet" (La
libertad es la facultad de hacer lo que el derecho
permite).

Pero este hecho tiene un antecedente nacido de una
relación de dependencia, si nos remontamos a los tiempos
primeros de la existencia del hombre, como nos dice Juan Monroy;
"la única posibilidad que tuvo el animal humano para
subsistir dependió de la formación de grupos
(clanes, tribus, gangs). Lo que explica un rasgo del hombre tan
antiguo como su existencia: su sociabilidad". Si a esto le
sumamos lo venido después, desde las viejas Concepciones
Estatales, Platónicas como Aristotélicas, Rousseau
y su Social Contract, el nacimiento del Constitucionalismo,
Montesquieu y la Teoría de la Separación de Poderes
y el reconocimiento de los Derecho Fundamentales de las Personas,
concluiremos que la libertad forma parte de la evolución
del hombre y que ha sido tema de discusión y
polémica durante toda nuestra existencia y que
además se denota una gran dependencia, o necesidad, del
hombre a vivir con otros en sociedad para facilitar la respuesta
a sus necesidades. Siendo así y dando cuenta que al fin el
hombre es libre y que en medio de tanta libertad depende de otros
para poder aplacar su necesidad de bienes que le aseguren la
subsistencia; la misma relación de
dependencia[5]

Justiniano transcribió en el Digesto el concepto
y las palabras similares de Florentino: la libertad es la
facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo
impedírselo la fuerza o el derecho
.

Aún encadenada así en algo la libertad, su
valor es tan grande que Gayo la consideraba como el mayor de los
bienes: "Libertas omnibus rebus favorabilior est" (La libertad
es la más preciada de las cosas).
Y tan elevado es su
precio que, ratificando a su colega Ulpiano, exclamaba:
"Libertas pecunia lui non potest" (la libertad no se puede
pagar con dinero
). Los piratas sarracenos, con los cristianos
medioevales y los guerrilleros morunos con los prisioneros de
guerra del siglo XX, demostrarían que aquel insigne
jurista no siempre estaba en lo cierto. Paulo, a su vez,
expresaba: "Libertas ad tempus dari non potest" (La libertad
no se puede conceder temporalmente).
Porque esa amenaza de
retornar a la esclavitud amarga, como simple condena a la
libertad, la transitoria liberación. No obstante, en la
realidad procesal y como atenuación penitenciaria, se
conoce esa libertad revocable o en cuotas que representan
instituciones como la libertad provisional de los procesados y la
libertad condicional de los condenados de ejemplar comportamiento
ulterior.

Las Partidas, inspiradas en el Digesto, caracterizaban
la libertad cual "poderío que ha todo hombre naturalmente
de hacer lo que quisiese, sólo que fuerza o derecho de ley
o de fuero se lo embargue".

En Francia, en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, la libertad se consagra como Derecho
Fundamental en el artículo 2° y se define en el 4°
en estos términos: "La facultad de hacer todo aquello
que no perjudique a otro
". Como conducta personal, la
libertad se entiende en el sentido más amplio y a la vez
ingenuo.

Según el Diccionario Enciclopédico
Ilustrado de la Lengua Española: "la libertad es la
facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según
su inteligencia y antojo; es el estado o condición del que
no está prisionero o sujeto a otro; es la falta de
coacción y subordinación; es la facultad que se
disfruta en las naciones bien gobernadas, de hacer y decir cuanto
no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres". En fin, de
libertad encontraremos infinidades de acepciones y conceptos;
pero  para enfocarnos en los aspectos más resaltantes
de éste significado tendríamos que penetrar en los
puntos de vista histórico, religioso y
ético.

Los vicios nos encadenan, las virtudes contribuyen a
hacernos más libres. La libertad es un valor que a menudo
está oscurecido. A veces se escucha ¡déjame
hacer mi vida! Aquí está la oportunidad para
hacerlo. ¿Por qué? Primero, porque en el paso al
acto el ser humano no puede ser sustituido. El hombre está
en sus propias manos, dice la Antropología Clásica;
nadie puede sustituir su iniciativa. Este hallazgo clásico
lleva a formular la libertad como Causa Sibi, ser causa en orden
a actos, ser causa para sí en orden a actos:
desarrollarse, actualizar sus facultades corre a cargo de cada
cual[6]

1.1. Concepción Filosófica de
Libertad.

La palabra "libertad" proviene del latín
libertasatis, y gramaticalmente significa
"facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera
o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus
actos", así como "estado o condición de quien no es
esclavo
". La razón permite que el hombre actúe
de un modo u otro, que no lo haga, pues la idea de libertad
sólo puede predicarse respecto de seres racionales. Por lo
demás, quien no es esclavo se considera libre porque nadie
restringe su facultad de obrar como su razón le
indique.

El tema ha sido tratado a lo largo de la historia.
Aristóteles consideraba a la libertad como la
elección que el hombre hace de los medios que le permitan
llegar a su fin último: la felicidad. En la Edad Media,
autores cristianos concluyeron que la libertad consistía
en elegir el bien mejor, lo que sólo podía lograrse
mediante la razón. Según estos autores, antes de
tal elección debía existir siempre un juicio, que
facultara para elegir no sólo un bien, sino el bien mejor,
y este último se obtendría si, junto con la
razón y el juicio previo, el hombre contaba con una
voluntad fuerte.

También se ha estudiado a la libertad
según una clasificación que la divide en positiva y
negativa. La primera implica que un sujeto oriente su voluntad
hacia un objetivo sin que tal acto sea determinado por la
voluntad de otros, mientras que la segunda supone que un
individuo esté facultado para obrar o no. La positiva
también se entiende como autonomía o
autodeterminación y generalmente alude a una colectividad,
en tanto que la negativa es exclusiva del individuo y se traduce
en que éste haga lo que las leyes permiten y no haga lo
que prohíben.

Filosóficamente, la libertad que importa es la
negativa, la plena autodeterminación para hacer o dejar de
hacer algo[7]Este tipo de libertad corresponde al
fuero interno, de ahí que no importe al derecho. Cuando la
libertad negativa y la positiva se unen, puede concluirse que una
sociedad es libre, pues la libertad negativa presupone a la
positiva, con tal que la facultad libertaria de los hombres no se
desproporcione y, en consecuencia, afecte a la
sociedad.

La libertad negativa y la positiva pueden equipararse,
respectivamente, con la libertad subjetiva y la social. La
subjetiva es propia del fuero íntimo del sujeto, en tanto
que la social sí es considerada por el derecho, pues
implica que cuando un sujeto exterioriza su libertad mediante
actos, puede incidir en la esfera de libertad de otros. La
completa libertad subjetiva sólo se concibe en el estado
de naturaleza en que, según Rousseau, se encontró
el hombre antes de vivir en sociedad. Actualmente la libertad se
concibe con base en la normativa jurídica, como se
verá en el apartado siguiente[8]

En el Anarquismo Puro, como aquella potestad de hacer lo
que se quiere, imposible por carecer de omnipotencia y por el
respeto que infunden los demás en su individualidad y en
su conjunto. Con sentido más moral, la libertad se
circunscribe a hacer cuanto no daña a otro, con la
imprecisión consiguiente al daño y a la autoridad
para apreciarlo. En aspecto más jurídico, la
libertad consiste en el derecho de hacer cuanto las leyes
permiten y todo lo que no prohíben.

Desaparecida la esclavitud, al menos en sus formas
más groseras, la libertad personal está garantizada
en el orden civil, y es irrenunciable e inalienable. No
sucedía así en el Derecho Romano, donde dada la
extensión de las facultades individuales, el mayor de 20
años podía vender su propia libertad y
transformarse en esclavo, condición digna del capaz de tal
suicido moral.

El propio Escriche, partícipe del entusiasmo que
la libertad suscitaba en todos sus aspectos y más en la
España del siglo XIX, luego de su calvario constitucional
y de la primera de las guerras civiles ganada bajo su signo,
declara que la libertad -en su sentido natural y verdadero- es la
facultad que tiene el hombre de obrar o de no obrar en todo, como
crea convenirle. Por eso toda la ley le es contraria, porque toda
la ley le ataca y disminuye. Pero no llega a una
conclusión anarquista, como buen jurista.

Por eso agrega que la ley que nos quita una parte de
nuestra libertad nos asegura la porción que nos queda,
confiriéndonos los derechos de seguridad personal, de
protección para el honor y de prosperidad; de modo que el
sacrificio que hacemos para adquirir tan preciosos bienes es
mucho más pequeño que la adquisición. La
libertad, pues, de los ciudadanos, será mayor o menor
según la mayor o menor gravedad de los obstáculos
que la ley oponga a sus acciones o actos; y tales pueden ser las
leyes de un estado que absorban casi enteramente la libertad de
los individuos que lo componen.

La libertad, por la que se luchaba empeñosamente
en Europa en el curso del siglo XIX, se ha convertido en el siglo
XX en divisa de carácter internacional. Con el lema de la
"Libertad de los Pueblos" hicieron los luego vencedores de la
Primera Guerra Mundial; pero a ello siguió una ola de
dictaduras en Europa, como nunca se había conocido desde
el destruido Absolutismo Real. Por la aspiración de la
"Libertad del Iindividuo", oprimido en los sistemas totalitarios,
se anunció que se batallaría en la Segunda
contienda universal; y también los triunfadores -a tanta
distancia ya de su victoria- tienen mucho que cumplir.

El ansia de libertad, inextinguible en los individuos y
en los pueblos por larga que la opresión se muestre e
insaciable por mayor tolerancia que se logre o consienta, se
manifiesta en la vida de los países coloniales como
sentimiento de emancipación e
independencia[9]

1.2. Concepción Jurídica de
Libertad.

Jurídicamente, la libertad[10]no
puede ser sólo subjetiva[11]La vida social
impide al hombre desplegar su voluntad como si estuviera aislado.
A este respecto, conviene tener presente que la correcta marcha
de todo conglomerado humano debe regirse por un principio de
orden, sustento de la armonía y, por ende, de la sana
convivencia social. Entonces, la libertad social es la
relevante para el derecho, que no desconoce la trascendencia de
los actos humanos surgidos del ejercicio de la libertad
subjetiva.
Es decir, si el acto de un individuo aislado
interfiere en la evolución pacífica de la sociedad,
el orden jurídico debe señalar las prevenciones
necesarias para que la libertad individual no altere la social.
En toda organización humana se limita imperativamente el
ejercicio pleno de la libertad.

Los Estados modernos deben asegurar que sus habitantes
no cedan al libertinaje, de ahí que elaboren leyes
destinadas no sólo a configurar las instituciones que
regirán a la sociedad, sino también a establecer
las restricciones necesarias al ejercicio de la
libertad[12]

En suma, puede concluirse que, jurídicamente, la
libertad es la facultad adecuada a los intereses de la sociedad,
con que el individuo realiza los fines que se ha propuesto,
dentro de los límites impuestos por el orden
jurídico y a favor de la persistencia de las relaciones
armónicas entre los individuos que la integran.

1.3. Concepción Religiosa

Ahora bien, encontramos también que desde la
perspectiva religiosa, la libertad es simplemente la verdad de
Jesús. Para los religiosos, él es el modelo y el
ejemplo de lo que realmente significa ser libre. Sobre todo,
Jesús estaba libre del pecado Su vida entera era una
expresión perfecta de la justicia de Dios en todos los
sentidos. Este hecho es tan conocido que no es necesario entrar
en más detalles. También estaba libre de
Satanás y de los poderes de las tinieblas. Podía
decir de Satanás, "Nada tiene en mí" (Juan 14:30).
Estaba libre del temor. Podía denunciar el pecado en los
líderes religiosos.

No temía a las multitudes que le querían
matar. Podía fijar su rostro hacia Jerusalén e ir
al encuentro de su muerte. Estaba libre de toda enfermedad. No
hay testimonio escrito que indique que su salud fuera menos que
perfecta en ningún momento. Estaba libre de la
tradición religiosa. No tenía ningún respeto
para nada por la religión que no procediera de Dios.
Estaba libre de todas estas cosas y muchas más. Pero no
sólo estaba libre de sino libre para. Estaba libre para
hacer la voluntad de su Padre en todo y todos los días.
Estaba libre para ser la perfecta expresión de su padre
celestial en todo lo que decía y hacía. Estaba
libre para dar su vida por nosotros.

La libertad que disfrutaba Jesús es la libertad
que ofrece a todos aquellos quienes creen en él. En
Romanos 8: 19-22 Pablo escribió: "Porque el anhelo
ardiente de la creación es el de aguardar la
manifestación de los hijos de Dios. Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de
parto hasta ahora" ¿Cómo se ha de entrar en esta
libertad que predican las religiones cristianas? Encontramos la
respuesta en el versículo que ya hemos citado "Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres".

En la religión, la verdad que entra en los
corazones de todos los seres humanos, es la que traerá la
verdadera libertad a todos. No es la doctrina del hombre que
entra en nuestras mentes lo que nos hará libres; si no la
verdad que proviene de Dios. "Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres" (Jn 8.31-32). De
acuerdo con las palabras del Maestro, la libertad del hombre se
encuentra en la verdad de su evangelio. La mentira es el
antónimo de la verdad. A través de los tiempos, la
debilidad del hombre lo ha llevado a mentir Los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre,
que es la muerte segunda (Apoc. 21.8). La libertad es
sinónimo de verdad en toda su esencia. La verdad a medias,
no libera al hombre de sus pecados.

Muchos se convierten en esclavos de los vicios. El
licor, el tabaco, las drogas, etc., una vez se posesionan del ser
humano se le hace muy difícil liberarse de ellos. En
Romanos 7:15-25 el Apóstol Pablo, todo un apóstol,
confiesa lo difícil que se le hace vencer la carne. El
verso 19 dice: "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago, y si hago lo que no quiero, ya no lo
hago yo, sino el pecado que mora en mi." Lo que es imposible para
los hombres es posible para Cristo. "De cierto, de cierto os digo
que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Jn.
8.34). "Así que si el Hijo os libertare seréis
verdaderamente libres." (Jn. 8.36).

La libertad es Cristo, porque el vino a romper las
cadenas con que nos tenía atados Satanás. Cristo
vino a dar la libertad a los presos que estaban encadenados a sus
delitos y pecados. La libertad en Cristo no compara con ninguna
otra cosa a que pueda aspirar el ser humano. Todo lo que tenemos
que hacer es escuchar su voz, aceptar su invitación, y
obedecer su palabra. Conocer la verdad no es suficiente para
alcanzar la libertad. Sin la obediencia al Evangelio, nadie tiene
libertad completa

1.4 Garantía de la Libertad.

Las garantías de libertad son un conjunto de
derechos públicos subjetivos para ejercer, sin vulnerar
los derechos de terceros, libertades específicas que las
autoridades del Estado deben respetar, y que no pueden tener
más restricciones que las expresamente señaladas en
la Constitución. Su calidad de derechos subjetivos
públicos permite que sean reclamables ante el Estado, que
está obligado a no interferir en la esfera de
garantías libertarias de los individuos, así como a
asegurar las condiciones para que aquéllas gocen de
vigencia, imponiéndoles algunas limitaciones en beneficio
de la paz, el orden y la armonía
sociales[13]

La libertad a
través de la historia

Desde el punto de vista histórico, al igual que
toda especie viviente procede por evolución de toda una
cadena de especies sin que se produzcan nunca saltos
espectaculares, así también toda conducta humana
procede por evolución de toda una cadena continua de
conductas anteriores, sin saltos espectaculares (y si los hay es
preciso buscar los eslabones perdidos en vez de diseñar
modernas mitologías). De lo cual es preciso inferir que lo
que hoy denominamos libertad procede por evolución
de la esclavitud, es decir que la realidad que hoy
llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad
antigua, ya extinguida, que denominamos esclavitud.

Para muchos la libertad es el contrario de esclavitud (y
no a la inversa). De manera que si no hubiese existido la
esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la
libertad, de la misma manera que si no hubiese oscuridad, nunca
hubiéramos percibido y definido la luz, tan esquiva por lo
demás a ser definida.

Esclava es la persona que no es dueña de
sí misma, sino que es propiedad de otra persona,
física o jurídicamente. Por consiguiente, libre
sería la persona sobre la cual nadie ejerce derecho de
dominio, es decir de amo. Y la primera duda que nos asalta es si
no existe la barrera natural, el límite (finis) de la
libertad: ¿qué es la esclavitud?
¿Cómo podemos definir esa realidad? Al no tener
límites se nos convierte en indefinible, es decir en
in-finita, con lo cual a cualquier cosa se le llama
libertad[14]

En las culturas griega y romana, entre otras, no
podía hablarse de la libertad como una cualidad esencial
de todos los individuos; la existencia de la esclavitud y de
privilegios clasistas imposibilitaba la libertad
común.

Unos eran hombres libres y otros esclavos. Los primeros
contaban con prerrogativas negadas a los segundos. Incluso en el
ámbito jurídico se reguló profusamente la
institución de la esclavitud, 8 a fin de que el acceso a
la libertad respondiera al cumplimiento de determinados
requisitos. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente,
punto de partida de la Edad Media, la libertad continuó al
alcance de unos cuantos.

La esclavitud prevaleció y variaron sus formas.
Surgieron regímenes como el feudalismo y la gleba, que
entrañaban para muchas condiciones de vida opresivas. Por
lo demás, la fortaleza de las clases nobles implicaba
desplegar acciones gubernamentales tendientes a impedir el acceso
pleno a la libertad para todos.

La idea de la libertad fue un factor clave de la
Revolución Francesa y adquirió rango
prácticamente constitucional. La Declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano (1789)

proclamaba en su primer artículo la igualdad y la libertad
de todos los hombres. El triunfo de ese movimiento puso fin a
siglos de dominación de una clase sobre otra y
provocó que en mundialmente se legislara en favor de la
libertad individual.

De hecho, a partir del siglo XVIII proliferaron
declaraciones referentes a las libertades humanas. Concretamente
sobresalen la propia Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano
– incluida como preámbulo en
la Constitución francesa de 3 de septiembre de 1791- y las
declaraciones de derechos de los nuevos Estados de la
Unión Americana, especialmente la del Estado de Virginia
(1776), integrada al cuerpo de la Constitución Federal de
17 de septiembre de 1787[15]

  • Vicio que afecta la libertad

La libertad es afectada por el vicio de
violencia (fuerza o intimidación)

Restricciones
legítimas a la libertad

La idea primordial en la materia es que las
restricciones a la libertad fundadas en derecho (restricciones
jurídicas) no afectan a la libertad entendida como
elemento del acto voluntario; es decir, no constituyen vicio ni
privan de voluntariedad al acto.

López de Zavalía explica con todo acierto
que éstos son actos voluntarios, pues la necesidad
jurídica,
o mejor, coacción
jurídica,
no priva ni afecta la libertad como
elemento de ese tipo de actos. Por lo tanto, quien obra
constreñido por la ley, no obra
involuntariamente[16]De esto, a la inversa, se
extrae como conclusión, que se obra sin libertad cuando
la coacción externa no es legítima.

3.1. Casos de Coacción
Legítima

a) Restricciones por el hecho
voluntario

Nadie puede obligar a otro a hacer alguna cosa, o
restringir su libertad, sin haberse constituido un derecho
especial al efecto. Las restricciones voluntarias comprende (las
nacidas de un contrato al que debe respetarse como si fuera la
ley misma), o las impuestas por la ley

En estos casos, es preciso señalar, el titular
del derecho a la restricción legítima de la
libertad de otro sujeto no puede ejercer esa facultad por
sí, sino que en caso de incumplimiento deberá
recurrir a las medidas judiciales pertinentes.

b) Acto ilícito que perjudica al
agente

Nadie puede obligar a otro a abstenerse de un hecho
porque éste pueda ser perjudicial al que lo ejecuta, sino
en el caso en que una persona obre contra el deber prescripto por
las leyes, y no pueda tener lugar oportunamente la
intervención de las autoridades públicas.
Adviértase que se trata de evitar que el sujeto se cause
daño a sí mismo por medio de un acto
ilícito. Siendo que en nuestro Derecho el suicidio no
constituye un ilícito, la hipótesis del
artículo se ve reducida a casos excepcionalísimos.
Por ejemplo, que alguien quiera suicidarse provocando la
caída de u n avión de pasajeros.

Y si de lo que se trata es de evitar u n daño a
terceros exclusivamente, la cuestión no pasa por la
restricción de la libertad del agente, sino por la
legítima defensa o el estado de necesidad.

c) Alieni iuris que se daña a sí
mismo

Quien por la ley o por comisión del Estado, tiene
el derecho de dirigir las acciones de otro, puede impedirle por
la fuerza que se dañe a sí mismo. Es el caso de los
padres, tutores o curadores, que para impedir que sus pupilos se
dañen a sí mismos (un demente que quiere herirse),
pueden ejercer fuerza sobre ellos.

El derecho a la
libertad

La frágil realidad del ejercicio de los derechos
se ha manifestado como una constante a lo largo de la historia.
La sociedad humana, constituida por el conjunto de las relaciones
entre individuos, se ha forjado en muchos aspectos sobre la
pasión del poder y el dominio que ha marginado la
consideración de persona para multitudes de seres
humanos.

El escándalo de la esclavitud, que
encontró acomodación en todos los sistemas
sociales, morales y políticos, ha revestido hasta nuestros
días las formas más sofisticadas de
represión disimulando el atropello de los más
elementales principios de la ética en la
justificación de una legalidad emanada del recurso a la
defensa de intereses sectoriales.

El fundamento del derecho nace en la libre capacidad
del ser humano para ejercitar actos responsables de
relación con otros semejantes.
Sólo y en cuanto
que el individuo tiene razón para conocer sus propios
actos puede pactar en el grupo social, lo que implica que todos
los miembros de la colectividad humana, por pertenecer a la
misma, son sujetos libres y responsables de las vinculaciones
establecidas entre el grupo social al que pertenecen. El
derecho se crea porque cada persona desde su libertad constituye
relaciones en las que empeña su voluntad de ejercicio en
busca de consolidar su propio bien con el bien común del
grupo que constituye
[17]

El entramado social puede hacer parecer que la
adscripción de sus miembros es formalmente necesaria,
ocultar los fundamentos de sus relaciones internas hasta el grado
de materializar a los individuos como elementos atómicos
de un proceso global cosmológicamente establecido. La
determinación necesaria del hombre a vivir en sociedad
reduciría el ámbito de su libertad hasta situarlo
en el margen de lo que en sí es el entramado social que le
cobija y sostiene sus necesidades perentorias. La sociedad
correspondería a una necesidad existencial anterior a cada
persona y por tanto no dependiente en su esencia de los actos
libres de cada uno de sus componentes.

Esta formulación que subyace en la raíz
filosófica que  educe las ideologías
totalitarias conduce a que sea la corporación quien asigne
los espacios de ejercicio de la libertad a sus partícipes.
Ideologías imperiales y filosofías idealistas,
incluyendo doctrinarios religiosos, se conjugan desde el dictado
determinista que relega a la persona a sujeto paciente del orden
social y no al factor agente que por naturaleza le
correspondería. En nuestro tiempo contemporáneo
hemos contemplado como fascismos y marxismos
ideológicamente enfrentados fraternizaban en el dictado
sobre el ser de la persona.

El derecho a la libertad que cada ciudadano posee por su
condición de persona es inalienable en la responsabilidad
de la construcción del grupo social. Todas sus relaciones
le entrañan deberes y derechos emanados del entramado de
vínculos que le afectan, siendo todos constituidos con su
mayor o menor participación directa. Desde su libertad,
vivir en sociedad le implica el compromiso del respeto hacia los
demás ciudadanos, donde se inscribe los límites de
su actuar para no  violentar los derechos ajenos. Ese juego
del mutuo derecho que constriñe los actos humanos se forja
en la convergencia de las libertades personales, por ello siempre
que proceda de ese ejercicio no menoscaba, sino que enaltece, la
dignidad de la persona.

La libertad es tan intrínseca en la especie
humana que como derecho inalienable puede ejercerse frente al
resto de la humanidad sin más limitación que el
respeto ajeno en su mismo derecho
. La condición a
seguir los dictados del propio sentir y de la propia conciencia
son prioritarios a los del dictado de cualquier otra
institución, entendido en el paradigma de los actos
humanos que no menoscaban el derecho de nadie a ser igualmente
íntegro en su ser.

Lo más esencial del orden social es que sea
humano, o lo que es lo mismo, que facilite y respete la
realización personal, tanto en el ámbito
público con el derecho común a construir
participativamente el estado, como en el ámbito privado
favorecer el desarrollo de cada cual con plena libertad de
ejercicio. La función de la ley estará precisamente
en evidenciar y defender el derecho a la libertad personal de
cada uno de los ciudadanos para revalorizarlos como
personas.

Las doctrinas sociales deterministas del grupo social
como un ente pseudos moral, bajo una aparente función
perfectiva, conducen a la reducción de la persona a
individuos. Desde esa devaluación del ser humano en su
derecho a la libertad quedan abiertas todas las posibilidades de
formas que según su maquiavelismo se configuran hasta el
dominio de la esclavitud.

La libertad y
otras concepciones

5.1. La Libertad y la Ética

Desde un punto de vista ético la libertad humana
se puede definir como la "autodeterminación
axiológica." Esto significa que una persona libre se
convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su
conducta, pues él mismo la determina en función de
los valores que previamente ha asimilado.

Cuando no se da la libertad o se da en forma atenuada,
entonces el sujeto actúa impedido por otros factores,
circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es
el verdadero autor de su propia conducta. De acuerdo con esto se
dice que la condición previa de la libertad en un
individuo es la captación y asimilación de los
valores. En la medida en que un individuo amplía su
horizonte axiológico podrá ampliar paralelamente el
campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona
permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una
limitación en su libertad[18]

La libertad humana tiene que ir paralela con el
sentido axiológico y el sentido de responsabilidad, de no
ser así se convierte en libertinaje
. Uno de los
aspectos más importantes en la vida de una persona es su
proceso de liberación. La libertad puede aumentar o
disminuir a lo largo de la vida
. Los primeros factores que
limitan la libertad del hombre son los condicionamientos, el
Súper Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones
sofocantes y las ataduras de una filosofía
pesimista.

El tipo de libertad del que estamos hablando es la
libertad interior, ésta se rige por valores captados,
también es llamada libertad axiológica una vez que
se asimilan los valores. El hombre elige realizar algún
valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona es
ciega para los valores. Actuar libremente significa inclinarse,
adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o
varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar
orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos,
condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del
inconsciente, presiones externas, etc. La percepción de
los valores es indispensable para que exista un acto libre.

Existen dos modos de percibir los valores:

  • En forma conceptual: Es la que se logra por
    medio de explicaciones teóricas o descripciones
    más o menos distantes del objeto valioso.

  • En forma intuitiva: Es la que se logra por
    medio de una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se
    adopta ese valor como tal dentro del mundo personal del
    sujeto cognoscente.

Para que la libertad axiológica se pueda dar debe
existir la posibilidad de un conocimiento holístico o
intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de conocimiento,
muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se
dé la libertad que nos lleva al valor moral. En otras
palabras: para elegir un valor primero hay que conocerlo y
apreciarlo en cuanto a tal.

Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la
libertad, esta se ha divido en dos muy sencillas:

  • Libertad de: Significa libertad de
    obstáculos, de vínculos o de restricciones,
    sean estos de orden físico o de orden
    moral.

  • Libertad para: Significa libertad para
    alcanzar un objetivo o para realizar un valor o para llegar a
    una meta, es de tipo interna y reside en la
    voluntad.

La postura que niega la libertad humana es el
"determinismo", postura propuesta por Skinner que ha cobrado
auge. Este psicólogo conductista rechaza la libertad en
función de un fenómeno también real: los
condicionamientos en que vive inmersa la mayoría de la
gente.

La tesis central del determinismo dice que el hombre ya
está fijado o "determinado" en cierta dirección por
diferentes causas que desconoce en el momento mismo y que, por
tanto, su decisión "libre" sólo sigue siendo de
nombre. Los principales expositores de esta corriente fueron:
Leibniz, Spinoza, Freud y Skinner, cada uno con su tesis sobre el
comportamiento del hombre. Julián Marías, citando a
Leibniz, nos dice, por ejemplo, cuando se refiere a la libertad:
"Todas las mónadas son espontáneas, porque nada
externo puede coaccionarlas ni obligarlas a nada; pero no basta
esto para que sean libres. La libertad supone, además de
la espontaneidad, la deliberación y la decisión. El
hombre es libre por que escoge entre lo posible después de
deliberar. Pero tenemos, como dificultad, la presencia divina;
Dios, desde un comienzo, ve el ser de las mónadas, y estas
encierran en sí todo lo que les ha de acontecer y han de
hacer. ¿Cómo es posible la
libertad
?".

Leibniz echa mano de algunas agudas distinciones de la
teología católica, especialmente del español
Molina, para interpretar la ciencia de Dios. Dios tiene tres
tipos de ciencia[19]

1. Ciencia de Pura Intelección; Dios conoce todas
las cosas posibles

2. Ciencia de Visión; Dios conoce las cosas
reales o futuras

3. Ciencia Media, Dios conoce los futuribles, es decir,
los futuros condicionados, las cosas que serán si se pone
una condición, pero sin que esta condición
esté puesta.

Existen otros tipos de Determinismo además de los
expuestos por los pensadores mencionados anteriormente;
éstos son el Determinismo Biológico y el
Sociológico que sostiene la existencia de otras fuerzas
rectoras de la conducta humana como pueden ser la
programación genética y la coerción social.
Sin embargo, frente al Determinismo Absoluto que es al que
hicimos referencia en los párrafos anteriores, se levanta
una postura contraria denominada Libertarismo. ¿En
qué creen los libertarios? En pocas palabras, creen que la
libertad individual es el valor fundamental que debe subyacer a
todas las relaciones sociales, intercambios económicos y
al sistema político. Los libertarios esencialmente
predican la libertad en todos los campos, incluyendo el derecho a
lo que uno quiera con su propio cuerpo mientras esto no infrinja
la propiedad e igual libertad de otros.

En este sentido, creen que la gente que quiere tomar
drogas, ver pornografía, prostituirse o pagar por una
prostituta, o comprometerse en cualquier clase de actividad
sexual consensual, debería poder hacerlo sin ser
importunada por la ley y asediada por la policía.
Prescribe entonces, que ser libre significa elegir y actuar de la
forma que se quiera, es decir, poder comportarse de manera
distinta de cómo se ha hecho si así se hubiese
querido o elegido. Ello significa que se tiene una libertad de
decisión y de acción que escapa a toda
determinación causal. Analicemos ahora la postura media,
una posición que deja al margen los extremos y que
más allá de postulados incompatibles entre libertad
y causa, concilia a ambas, es decir, se reconoce que la conducta
del hombre se encuentra determinada, pero que dicha
determinación, más que impedir la libertad, es la
condición necesaria para ella.

Esta última postura distingue entre Determinismo
Universal, el cual reconoce y acepta; y Determinismo Absoluto, el
cual objeta, dado que niega la libertad humana la cual presupone
la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la
posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de
ellas.

La libertad humana no es absoluta. Existen varios
obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la
libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona
mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en
la vida real. En la medida en que falta libertad, el acto humano
pierde su calidad de humano y llega a convertirse en un simple
acto del hombre. A pesar de esto, la libertad puede conquistarse
e incrementarse a partir del nivel de desarrollo y madurez propio
de cada uno. Afortunadamente existen procedimientos
psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la
libertad personal.

5.1.1. Factores que ayudan a la búsqueda de la
Libertad

  • La Ignorancia consiste en la ausencia de
    conocimientos, es un obstáculo ya que para elegir algo
    es preciso conocerlo. El mejor consejo para obtener la
    libertad es abrir horizontes, ilustrar acerca de nuevas
    posibilidades. Muchos fracasos en las carreras profesionales
    se deben a una elección incorrecta de ella por ignorar
    otras especialidades que estarían más de acorde
    con las cualidades del sujeto.

  • El Miedo consiste en la perturbación
    emocional producida por la amenaza de un peligro inminente y
    es un obstáculo ya que en casos extremos (pavor),
    puede producir una ofuscación completa de las
    facultades superiores y todo lo que se ejecuta en esos
    momentos pierde el carácter de acto humano pues el
    sujeto no puede responder de ello.

  • La Cólera y Otras Pasiones son
    factores importantes para encontrar la libertad. La
    cólera, también llamada ira, enojo o coraje, al
    igual que otras emociones y pasiones producen una fuerte
    limitación en nuestra capacidad de elegir libremente.
    Las emociones como el odio, la tristeza, la alegría,
    los celos, la envidia y el enamoramiento son respuestas
    orgánicas (de adecuación o de
    inadecuación, de aceptación o de rechazo) por
    parte del sujeto cuando percibe un objeto afín o
    discordante. La emoción llevada a los extremos recibe
    el nombre de pasión.

  • La Violencia es una fuerza externa,
    física o psíquica, ante la cual es
    difícil o imposible resistirse. Ésta puede
    debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir
    toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta
    realizada en esos momentos.

  • Los Desajustes Psíquicos entre los
    cuales sobresale la neurosis, debilitan la libertad debido a
    que la persona se siente atada a ciertos patrones de
    conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el auto
    concepto o el Súper Yo, a las emociones exageradas,
    como la ansiedad y la angustia.

5.2. La Libertad y Persona

Es difícil aceptar la libertad pues tenemos
muchos y grandes condicionamientos, obstáculos,
impedimentos. Además, como la libertad no es materia, no
la podemos demostrar.

El hombre no sólo es sino que también se
hace; es fruto de sí mismo, de su libertad, de sus
opciones libres. Es hombre en búsqueda de verdad. Pero
además, jerarquiza y realiza los valores según su
proyecto personal de vida. Es por ello que la sociedad y la
comunidad deben dar al niño que nace, las condiciones para
que encuentre lo necesario para realizarse como persona en vistas
a una integral realización.

Para la Antropología, el hombre además de
individuo es persona, es sujeto, es uno, es único. El
hombre se manifiesta, se revela como persona en su
relación con los otros. Es un Yo en relación con un
Tú. Existe en el mundo con los demás para
realizarse personal y comunitariamente. Su perfeccionamiento como
persona se realiza en relación con el otro. El hombre es
un ser responsable de otro. Esto supone responder a la llamada
del otro, de otra persona que exige tu atención, respeto y
poder vivir en plenitud. Todo esto implica
responsabilidad.

5.3. La Libertad y sus Límites

Como es lógico, el reconocimiento de una libertad
ilimitada haría imposible la convivencia humana, por lo
que son necesarias e inevitables las restricciones a la libertad
individual. La libertad se define como el derecho de la persona a
actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con
los derechos equivalentes de otras personas.

Partes: 1, 2

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