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Mi interés por las Intermitencias de la muerte




Enviado por Luis Ángel Rios



  1. Introducción
  2. Argumento
  3. Resumen
  4. Comentario

Introducción

Deseoso de entrar en contacto con la literatura de
José Saramago, me encontré con "Las
intermitencias de la muerte".
Buscando saciar
momentáneamente mi "hambre" de lectura me introduje en un
universo nuevo de la narrativa, un mundo en el que se rompe con
la lectura tradicional: los diálogos difieren del estilo a
que estaba acostumbrado. Éstos no se inician con el
convencional "guión", si no que van después de una
coma, lo cual requiere de una lectura atenta para saber
cuándo habla un personaje y cuándo habla el
narrador.

Como me gustó la estructura superficial y la
profunda o subyacente de esta entretenida obra, por su tema y su
hondura filosófica, me interesé por ella y
resolví identificar su tema, reseñar su argumento,
resumirla y efectuarle un comentario.

Tema

La extraña naturaleza de la muerte

Argumento

En un extraño país, durante siete meses,
la muerte suspendió temporalmente su eterna función
de matar a los seres humanos, generando diversos inconvenientes
de orden social, económico, político,
filosófico y religioso. Luego de reactivar sus funciones
de seguir matando, se enamoró de un violonchelista y
volvió a suspender su quehacer mortal.

Resumen

Desde el primero de enero, en un determinado
país, la muerte dejó de matar a las personas;
entró en "huelga"; como un fenómeno extraño
e inhabitual "decidido envainar la tijera" mortal. Esto
generó confusión en los medios de
información, en la Iglesia Católica, en la
comunidad y en el Gobierno. La Reina Madre, gravemente enferma y
a punto de morir, no falleció la noche del 31 de
diciembre, y por el contrario se recuperó. Ni los
lesionados en accidentes de tránsito ni en otras
circunstancias fallecieron esa misma noche, es decir comenzando
el primero de enero.

La Iglesia se mostró desconcertada con el
Gobierno; pero éste, a través del Primer Ministro,
pidió tranquilidad hasta que se constatara y se le
encontrara una explicación a tan extraño
fenómeno. El Gobierno sostenía "que no se
debería excluir la posibilidad de que se tratara de una
casualidad fortuita, de una alteración cósmica
meramente accidental y sin continuidad, de una conjunción
excepcional de coincidencias intrusas en la ecuación
espacio-tiempo
". La tranquilidad del Primer Ministro
impacientó al cardenal, y le recordó que la muerte
es "aquello que constituye los cimientos, la viga maestra, la
piedra angular, la llave de la bóveda de nuestra santa
religión.
Además le reiteró que
"sin muerte no hay resurrección, y sin
resurrección no hay Iglesia
".

Diversas reacciones causó en algunos sectores de
la colectividad la noticia de que la muerte suspendía sus
actividades. Se suscitó un gran espíritu
patriótico y todos empezaron a izar la bandera nacional en
señal de regocijo por el inusual regalo que la muerte,
generosamente le estaba haciendo. "Las banderas están
ahí para celebrar el hecho de que la muerte ha dejado de
matar
". Se sentía en el mejor de los mundos posibles.
A pesar de la euforia colectiva "algunas personas, pocas, con
mucho sigilo murmuraban que aquello era una exageración,
un despropósito, que más pronto que tarde no
quedaría más remedio que retirar ese enredo de
banderas".

Pero como no todos estaban contentos con la
decisión de la muerte de entrar en receso,
"importantes sectores profesionales, seriamente preocupados
con la situación, ya comenzaron a transmitir la
expresión de su descontento ante quien procediera".

El primero en reclamar, por evidentes razones, fue el gremio
funerario. Fue así como solicitaron al Gobierno ordenar el
entierro de animales, a falta de seres humanos, y que se les
otorgaran créditos blandos para revitalizar el sector
funerario, so pena de despedir empleados.

Los hospitales, por su parte, reclamaron al Gobierno, en
este caso al Ministerio de Sanidad. "Afirmaban que el
corriente proceso rotativo de enfermos entrados, enfermos curados
y enfermos muertos había sufrido, por decirlo así,
un cortocircuito o, si queremos hablar con términos menos
técnicos, un embotellamiento como el de los coches, y cuya
causa radicaba en la permanencia indefinida de un número
cada vez mayor de internados que, por la gravedad de sus
enfermedades o de los accidentes de que fueron víctimas,
ya habrían pasado, en circunstancias normales, a otra
vida
". El Gobierno respondió que aconsejaba y
recomendada "a las direcciones y administraciones de los
hospitales que, tras un análisis riguroso, caso por caso,
del perfil clínico de los enfermos que se encuentren en
esa situación, y confirmándose la irreversibilidad
de los respectivos procesos mórbidos, sean entregados a
los cuidados de las familias, asumiendo los establecimientos de
salud la responsabilidad de asegurarles a los enfermos, sin
reserva, todos los tratamientos y exámenes que sus
médicos de cabecera todavía juzguen necesarios o
aconsejables
". Solicitaba calma hasta que las
correspondientes investigaciones científicas explicaran el
extraño fenómeno de la muerte suspendida.
Precisaba que "una nutrida comisión
interdisciplinaria, incluyendo representantes de las diversas
religiones en vigor y filósofos de las diversas escuelas
en actividad, que en estos asuntos siempre tienen una palabra que
decir, está encargada de la delicada tarea de reflexionar
sobre lo que será un futuro sin muerte, al mismo tiempo
que intentará elaborar una previsión plausible de
los nuevos problemas que la sociedad tendrá que encarar,
el principal de los cuales algunos han resumido en esta cruel
pregunta: ¿Qué vamos a hacer con los viejos, si ya
no está ahí la muerte para cortarles el exceso de
veleidades macrobias?".

Los Hogares del Feliz Ocaso, "esas benefactoras
instituciones creadas en atención a la tranquilidad de las
familias que no tienen tiempo ni paciencia para limpiar los
mocos, atender los esfínteres fatigados y levantarse de
noche para poner la bacinilla
", también reclamaron
ante el Gobierno. Alguien del "Gobierno tendrá que
pensar en nuestra suerte, a nosotros, empresario, gerente y
empleados de los Hogares del Feliz Ocaso, el destino que se nos
presenta es que no haya nadie que nos recoja cuando llegue la
hora en que tengamos que bajar los brazos… Lo que queremos
decir es que no habrá sitio para estos que somos en los
Hogares del Feliz Ocaso, salvo si despedimos a unos cuantos
huéspedes
".

Las empresas aseguradoras igualmente se vieron
afectadas. Sus clientes, ante la ausencia de la muerte, empezaron
a retirar sus pólizas y a no comprar más.
"Algunos iban más lejos: reclamaban la
devolución de las cuantías ya
abonadas…".

Una comisión interdisciplinaria se reunió
para disertar sobre la ausencia de la muerte. Participaron
filósofos optimistas y pesimistas y delegados de las
religiones (protestantes y católicos). "Les
había sido encomendado que reflexionasen sobre las
consecuencias de un futuro sin muerte y que construyesen a partir
de los datos del presente una previsión plausible de las
nuevas cuestiones con que la sociedad tendría que
enfrentarse, además, excusado será decirlo, del
inevitable agravamiento de las cuestiones antiguas
". El
filósofo pesimista sostuvo que "las religiones, todas,
por más vueltas que le demos, no tienen otra
justificación para existir que no sea la muerte, la
necesitan como pan para la boca
". Los delegados de las
religiones, que se presentaron formando un frente unido
común con el ánimo de "establecer el debate en
el único terreno dialéctico que les interesaba, es
decir: la aceptación explícita de que la muerte era
absolutamente fundamental para la realización del reino de
Dios y que, por tanto, cualquier discusión sobre un futuro
sin muerte sería absurda, además de blasfema,
porque implicaría presuponer, inevitablemente, un Dios
ausente, por no decir desaparecido
". El cardenal ya lo
había dicho "que si se acabara la muerte no
podría haber resurrección, y que sin
resurrección no tendría sentido que hubiera
Iglesia
". Un delegado de la Iglesia Católica
reconoció que el filósofo estaba en lo cierto,
debido a que "justo para eso existimos, para que las personas
se pasen toda la vida con el miedo colgado al cuello y, cuando
les llegue su hora, acojan la muerte como una liberación.
El paraíso, Paraíso o infierno, o cosa ninguna, lo
que pase después de la muerte nos importa mucho menos de
lo que generalmente se cree. La religión, señor
filósofo, es un asunto de la tierra, no tiene nada que ver
con el cielo
". El filósofo preguntó:
"¿No es eso lo que nos han habituado a oír?".
"Algo tendríamos que decir para hacer atractiva la
mercancía
", repuso el religioso. "¿Eso
quiere decir que en realidad no creen en la vida eterna
?",
preguntó el pensador. "Hacemos como que
", puntualizó su interlocutor. Entonces
intervino el filósofo optimista, y se generó el
siguiente debate: "¿Por qué les asusta tanto
que la muerte haya acabado?, preguntó". "No sabemos si ha
acabado; sabemos sólo que ha dejado de matar, que no es lo
mismo, contestó el religioso". "De acuerdo, aceptó
el filósofo. Pero, dado que la duda no está
resuelta, mantengo la pregunta: ¿Por qué si los
seres humanos no muriesen, todo estaría permitido?".
"¿Y eso sería malo?, preguntó el
filósofo de más edad". "Tanto como no permitir
nada".
Tanto los filósofos como los delegados
religiosos concluyeron que la muerte era útil para la
filosofía y para la religión.

Una "familia de pequeños agricultores"
logró engañar a la muerte. Como allende de las
fronteras del reino sí morían las personas, un
abuelo enfermo solicitó lo sacaran del país para
poder morir. Así lo hicieron, y allí, junto con su
nieto, fallecieron y fueron sepultados. Aunque este procedimiento
no tuvo consecuencias legales, si se suscitaron diversas
reacciones. "Como un reguero de pólvora, la noticia
corrió veloz por todo el país, los medios de
comunicación vituperaron a los infames, las hermanas
asesinas, el yerno instrumento del crimen, se lloraron
lágrimas sobre el anciano y el inocente como si fueran el
abuelo y el nieto que todos desearían haber tenido. Por
milésima vez los periódicos biempensantes que
actuaban como barómetros de la moralidad pública
apuntaron el dedo hacia la imparable degradación de los
valores tradicionales de la familia, fuente, causa y origen de
todos los males en su opinión, y he aquí que
cuarenta y ocho horas después comenzaron a llegar
informaciones sobre prácticas idénticas que estaban
sucediendo en todas las regiones fronterizas… Presionado
por los Gobiernos de los tres países limítrofes y
por la oposición política interna, el jefe del
Gobierno condenó la inhumana acción, apeló
al respeto por la vida y anunció que las fuerzas armadas
tomarían de inmediato posiciones a lo largo de la frontera
para impedir el paso de cualquier ciudadano en estado de
disminución física terminal, ya fuera el intento
por iniciativa propia, o determinado por arbitraria
decisión de los parientes
".

A pesar de que el hecho de ir a morir a las fronteras de
los países vecinos no inquietaba al Gobierno, porque de
esta manera se disminuiría el rápido crecimiento
demográfico, planeó, en reunión secreta,
"la colocación de vigilantes, o espías, en
todas las localidades del país, ciudades, pueblos y
aldeas, con la misión de comunicarle a las autoridades
cualquier movimiento sospechoso de personas afines a pacientes en
situación de muerte parada". Al Gobierno le interesaba
"dar una satisfacción parcial ante las preocupaciones de
los Gobiernos de los países con fronteras comunes, lo
suficiente para acallar durante algún tiempo las
reclamaciones
".

Como una salida transitoria, el Gobierno decidió
colocar vigilantes en la frontera. "Durante dos semanas el
plan funcionó más o menos a la perfección;
pero, a partir de ahí, unos cuantos vigilantes comenzaron
a quejarse de que estaban recibiendo amenazas por
teléfono, conminándolos, si querían vivir
una vida tranquila, a hacer vista gorda al tráfico
clandestino de pacientes terminales, e incluso a cerrar los ojos
por completo si no querían aumentar con sus propios
cuerpos la cantidad de personas de cuya observación
habían sido encargados
".

Una extraña organización que se
identificó como La Maphia, "un grupo de personas
amantes del orden y de la disciplina, gente de gran competencia
en su especialidad, que detesta la confusión y cumple
siempre lo que promete, gente honesta, en definitiva
"
propuso un acuerdo "de caballeros" al Gobierno
consistente en que éste diera la orden de retirar a los
vigilantes y aquélla se encargaría de transportar
directamente a los pacientes. "Habrá nuevos vigilantes
en coma si la respuesta no es la que esperamos".
El
Gobierno, impotente a las condiciones de la Maphia y luego de
contrapuestas, en un acto en contra de la dignidad
patriótica, gubernamental y estatal, "tranzó" con
ésta, la cual aprovechó las circunstancias para
ejercer sus actividades delincuenciales, entre otras llevando en
furgonetas, con la complicidad del Ejército, enfermos al
otro lado de las fronteras para que murieran. "A veces el
Estado no tiene otro remedio que buscar fuera quien haga los
trabajos sucios".

Se presentó una discusión
filosófica, natural y teológica entre un Aprendiz
de Filósofo, un Espíritu que Parairaba sobre las
Aguas del Acuario, la Iglesia, la prensa y un lector de
periódicos, en torno a si eran una o varias muertes, si
era la misma que mataba a las personas o a los animales o a las
plantas, concluyendo que eran distintas y la Iglesia asegurando
que la muerte eran "inescrutables designios de
Dios".

La ausencia de la muerte suscitó implicaciones
económicas, éticas y políticas. Un
economista llamó la atención respecto de
dónde iban a sacar el presupuesto para pagar a tanto
jubilado por vejez, que cada día se incrementarían.
Algunos acudieron a la Maphia para que les llevara a sus
familiares viejos o enfermos a morir a otro lado de la frontera.
Los republicanos reclamaban el cambio de régimen: de
Monarquía a República, porque si seguía la
monarquía los reyes se perpetuarían por siempre en
el trono y sus descendientes deberían esperar eternamente
el turno para reinar. "Cuánto más lógico
no sería tener un presidente de la república con
vencimiento a plazo fijo, un mandato, como mucho dos, y
después que se las avíe como pueda, que se dedique
a su vida, dé conferencias, escriba libros, participe en
congresos, coloquios y simposios, arengue en mesas redondas,
dé la vuelta al planeta en ochenta recepciones, opine
sobre la largura de las faldas cuando vuelvan a usarse y sobre la
reducción del ozono en la atmósfera si
todavía queda atmósfera, en fin, que se las
componga
". A pesar de los temores del rey por un presunto
golpe de Estado, el Primer Ministro lo tranquilizó, y no
hubo cambio de régimen.

La muerte, a través de una carta enviada al
señor Director General de la Televisión Nacional,
le anunciaba que "a partir de la medianoche de hoy se
volverá a morir tal como sucedía, sin protestas
notorias, desde el principio de los tiempos y hasta el día
treinta y uno de diciembre del año pasado",

explicando que la intención la motivó "a
interrumpir mi actividad, la de parar de matar, a envainar la
emblemática guadaña que imaginativos pintores y
grabadores de otros tiempos me pusieron en la mano, fue ofrecer a
esos seres humanos que tanto me detestan una pequeña
muestra de lo que para ellos sería vivir siempre, es
decir, eternamente
. Ahora bien, pasado este periodo de
algunos meses que podríamos llamar de prueba de
resistencia o de tiempo gratuito y teniendo en cuenta los
lamentables resultados de la experiencia, ya sea desde un punto
de vista moral, es decir, filosófico, ya sea desde un
punto de vista pragmático, es decir, social, he
considerado que lo mejor para las familias y para la sociedad en
su conjunto, tanto en sentido vertical, como en sentido
horizontal, es hacer público el reconocimiento de la
equivocación de que soy responsable y anunciar el
inmediato regreso a la normalidad. Lo que significa que a todas
aquellas personas que ya deberían estar muertas, pero que,
con salud o sin ella, han permanecido en este mundo, se les
apagará la candela de la vida cuando se extinga en el aire
la última campanada de la medianoche.
El director,
previa conversación sobre este asunto con el Primer
Ministro, leyó por televisión el comunicado de la
muerte. A pesar de la confusión, el júbilo
retornó al país, comenzando por el Gobierno (que
había estado a la altura de la gravedad de la
situación), las funerarias y otros sectores que la
ausencia de la muerte los había afectado. Para los
"Hogares del Feliz Ocaso, los hospitales, las
compañías de seguros, la Maphia y la Iglesia,
especialmente la Católica, mayoritaria en el
país… el regreso de la muerte debería ser,
como fue, motivo de alegría y de renovadas esperanzas para
las respectivas administraciones
". La muerte había
estado inactiva durante siete meses.

¿Qué estuvo haciendo la muerte desde la
noche fatal en que anunció su regreso? Utilizando la
modalidad de correo, a través de sobres de color violeta,
la muerte les anunciaba a las personas que en un plazo de una
semana morirían; durante esa semana deberían dejar
todos sus asuntos solucionados.

Expertos en diversos campos de la investigación
indagaron sobre la naturaleza de la muerte, llegando a la
conclusión de que "sería una mujer de alrededor
de los treinta y seis años de edad y hermosa como
pocas
".

La muerte se sorprendió al percatarse que el
sobre de color violeta en que le anunciaba la muerte a un
violonchelista de 49 años, no llegó a su
destinatario y fue devuelto, sin saber cómo ni por
qué, a pesar de que "la fecha de su defunción
estaba fijada, como para todo el mundo, desde el propio
día de su nacimiento
". Estaba destinado a vivir
sólo 49 y años, y como no le llegó
cumplió los 50.

En razón a que la carta fue enviada tres veces y
tres veces fue devuelta, sin llegar a su destinatario, la muerte
salió en búsqueda de la casa donde vivía el
violonchelista. Después fue a su escondite (un helado
subterráneo) y dialogó con la guadaña, le
dio instrucciones, se vistió elegantemente, se
colocó unas gafas de sol, se colgó un bolso y
salió con la finalidad de asistir a un concierto del
violonchelista.

En reiteradas ocasiones se encontró con el
violonchelista y dialogó de manera enigmática con
éste. Luego de dos intentos fallidos para entregarle la
carta de color violeta, entró a la residencia donde
vivía el violonchelista; siguieron conversando de manera
poco comprensible para el músico. Al poco tiempo, luego de
que éste le confesara que estaba enamorado de ella, se
entregaron al deleite genital… Mientras él
dormía la muerte fue a la cocina y con cerillo
quemó la carta de color violeta. "La muerte
volvió a la cama, se abrazó al hombre, y, sin
comprender lo que le estaba sucediendo, ella que nunca
dormía, sintió que el sueño le bajaba
suavemente los párpados. Al día siguiente no
murió nadie
".

Comentario

Este complejo y denso relato, aunque no es muy
apasionante, tiene una enorme profundidad filosófica,
política, social y religiosa. No obstante no desarrollarse
en él una idea coherente, el autor nos introduce en un
extraño y complicado laberinto narrativo,
contándonos cómo la muerte suspendió sus
actividades, sus consecuencias y su manera en que retornó
a dejar de matar, sin saber por cuánto tiempo.

Además de que la muerte es de sexo femenino y
tiene unos 36 años, se aprecia que ésta no es una
muerte universal sino sectorial y que sólo tiene poder
sobre los seres humanos; así mismo, que, como cualquier
"mortal", se enamora.

En el relato, un tanto irónico y mordaz, nos
hallamos con elementos de la cotidianidad universal:
corrupción y crisis política, controversias
teológicas y filosóficas, problemas sociales,
delincuencia, poder de los medios de información y
afloramiento de emociones humanas: maldad, temor, engaños,
violencia, intereses, manipulación, seducción,
amor… y otras grandezas y miserias de la condición
humana.

 

 

Autor:

Luis Angel Rios Perea

 

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