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El nacimiento de la retorica como ciencia del discurso




Enviado por maria moreno



Partes: 1, 2

  1. La
    retórica
  2. Definición
  3. La
    composición del discurso
  4. La
    estructura del discurso
  5. Los
    géneros oratorios
  6. Historia de la
    retórica
  7. Fundamentos
    filosóficos
  8. Ideas
    filosóficas de Sócrates
  9. Método
  10. Diálogo
    platónico
  11. La
    máquina retórica

La
retórica

La retórica es la disciplina transversal a
distintos campos de conocimiento (ciencia de la literatura,
ciencia política, publicidad, periodismo, ciencias de la
educación, ciencias sociales, etc.) que se ocupa de
estudiar y de sistematizar procedimientos y técnicas de
utilización del lenguaje, puestos al servicio de una
finalidad persuasiva o estética o investigativa,
añadida a su finalidad comunicativa.

Históricamente, la retórica tiene su
origen en la Grecia clásica, donde se entendía, en
palabras de los tratadistas clásicos, como el ars bene
dicendi, esto es, la técnica de expresarse de manera
adecuada para lograr la persuasión del destinatario
(etimológicamente, la palabra es un helenismo que proviene
del griego

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La retórica se configura como un sistema de
reglas y recursos que actúan en distintos niveles en la
construcción de un discurso. Tales elementos están
estrechamente relacionados entre sí y todos ellos
repercuten en los distintos ámbitos
discursivos.

Definición

En principio, la retórica se ocupó de la
lengua hablada, pero su saber trascendió al discurso
escrito e influyó poderosamente en la literatura cuando la
palabra escrita ganó prestigio en el régimen
imperial en Roma, si bien el discurso escrito suele considerarse
como una transcripción limitada o imitación
estrecha del discurso oral. En la actualidad, la retórica
ha vivido un gran resurgimiento y sus enseñanzas se
utilizan en publicidad, la academia, la política,
así como en la defensa de puntos de vista durante los
juicios civiles. Por otro lado, gracias a las nuevas
tecnologías audiovisuales podemos hablar de una
retórica de la imagen, ya que mediante una imagen o
vídeo podemos hablar sobre algo utilizando figuras
retóricas (metáfora, metonimia, prosopopeya,
personificación, etc.).

La retórica ocupó un lugar importante en
el sistema educativo antiguo y medieval, y hasta el romanticismo
su significación fue crucial dentro de las disciplinas
humanísticas.

Son tres procesos complementarios los que conformaban el
aprendizaje de la retórica: el estudio de los preceptos,
la imitación de modelos y la práctica
personal.

Personificación de la elocuencia, grabado del
siglo XV, probablemente de Ferrara, Italia.

La
composición del discurso

La elaboración del discurso verbal y su
exposición ante un auditorio son aspectos que exigen la
atención a cinco dimensiones que se complementan entre
sí:

En cuanto a estructura lingüística, el
discurso está conformado por la inventio, la dispositio y
la elocutio;

En cuanto a actividad oral, el discurso está
configurado por la memoria y la actio.

Inventio (o invenio)

La finalidad de esta fase es establecer los contenidos
del discurso. El término inventio procede del latín
invenire que a su vez procede del griego

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que significa «hallazgo», pues de lo que se
trata es de que el orador seleccione, halle, en un repertorio
prefijado de temas aquellos que son los más adecuados a su
exposición. Se trata, mentalmente hablando, de invenire
(«hallar») en la memoria, llena de topoi o loci
(«tópicos» o «lugares» comunes)
las ideas propias o heredadas de la sociedad en general,
susceptibles de ser utilizadas en el discurso.

La tipología del tópico retórico
incluye los siguientes elementos: persona, cosa, lugar,
instrumento, causa, modo, tiempo, comparación y
argumentación, a los que habrá que añadirse
el tópico literario, en el caso de obras
literarias.

Dispositio

Este término latino es una traducción del
concepto de la retórica griega conocido como

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que quiere decir «disposición». La
finalidad de esta parte de la preparación discursiva es la
organización de los elementos de la inventio en un todo
estructurado. Son relevantes a este respecto el número de
partes del discurso y su orden de aparición.

En cuanto a las partes, los discursos pueden presentar
una estructura bipartita (en la que las dos partes mantienen una
tensión recíproca dentro del conjunto) o tripartita
(en la que se supone un desarrollo lineal con principio, medio y
fin).

La estructuración tripartita, la más
frecuente, consta de un exordium o parte inicial que tiene por
objeto captar la atención (el interés o favor) del
oyente (captatio benevolentiae) e indicar a este la
estructuración del discurso; una parte media con narratio
(exposición del asunto y tesis del orador al respecto) y
argumentatio (con las razones que sustentan dicha tesis); y,
finalmente, una peroratio o recapitulación de lo dicho con
apelaciones al auditorio.

La estructura del
discurso

Pintura que ilustra la Retórica, una de las siete
artes independientes, de Pieter Isaacsz.

El exordio busca hacer al auditorio benévolo,
atento y dócil. Su función es señalizar que
el discurso comienza, atraer la atención del receptor,
disipar animosidades, granjear simpatías, fijar el
interés del receptor y establecer el tema, tesis u
objetivo.

La proposición es una enunciación breve y
clara del tema que se va a tratar.

La división es la enumeración de las
partes de que va a tratar el discurso.

La narratio, desarrollo o exposición es la parte
más extensa del discurso y cuenta los hechos necesarios
para demostrar la conclusión que se persigue. Si el tema
presenta subdivisiones, es preciso adoptar un orden conveniente
(partitio o divisio). En la partitio tenemos que despojar al
asunto de los elementos que no conviene mencionar y desarrollar y
amplificar aquellos que sí conviene.

La argumentación es la parte donde se aducen las
pruebas que confirman la propia posición revelada en la
tesis de la exposición (confirmatio o probatio) y se
refutan las de la tesis que sostiene la parte contraria
(refutatio o reprehensio), dos partes que Quintiliano considera
independientes, de forma que para él el discurso forense
tendría cinco. La confirmación exige el empleo de
argumentos lógicos y de las figuras estilísticas
del énfasis. También es un lugar apropiado para el
postulado o enunciado sin prueba, siempre que no debilite nuestra
credibilidad, para lo cual hay que recurrir al postulado no veraz
pero plausible (hipótesis), a fin de debilitar al
adversario desorientando su credibilidad; lo mejor en ese caso es
sugerirlo y no decirlo. Se recurre a una «lógica
retórica» o dialéctica que no tiene que ver
con la lógica científica, pues su cometido no es
hallar la verdad sino convencer. Se funda más en lo
verosímil que en lo verdadero, de ahí su
vinculación con la demagogia. Para los discursos
monográficos enfocados a la persuasión, convienen
las estructuras gradativas ascendentes. En el caso del discurso
periodístico, la tendencia del lector a abandonar al
principio recomienda el uso de la estructura opuesta: colocar lo
más importante al principio. La retórica
clásica recomienda para los discursos argumentativos
monográficos el orden nestoriano, el 2,1,3: esto es, en
primer lugar los argumentos medianamente fuertes, en segundo
lugar los más flacos y débiles y en último
lugar los más fuertes.

La peroración es la parte destinada a inclinar la
voluntad del oyente suscitando sus afectos, recurriendo a
móviles éticos o pragmáticos y provocando su
compasión (conquestio o conmiseratio) y su
indignación (indignatio) para atraer la piedad del
público y lograr su participación emotiva, mediante
recursos estilísticos patéticos; incluye lugares de
casos de fortuna: enfermedad, mala suerte, desgracias, etc.
Resume y sintetiza lo que fue desarrollado para facilitar el
recuerdo de los puntos fuertes y lanzar la apelación a los
afectos; es un buen lugar para lanzar un elemento nuevo,
inesperado e interesante, el argumento-puñetazo que
refuerce todos los demás creando en el que escucha una
impresión final positiva y favorable.

Los argumentos

Existen tres tipos de argumentos que pueden ser
empleados en un discurso: los relativos al ethos, al pathos y al
logos.

Argumentos ligados al ethos: son de orden
afectivo y moral y atañen al emisor del discurso; son, en
suma, las actitudes que debe tomar el orador para inspirar
confianza a su auditorio. Así, debe mostrarse:

Sensato y fiable: esto es, capaz de dar consejos
razonables y pertinentes.

Sincero: no debe disimular lo que piensa o lo que
sabe.

Simpático: debe mostrar que está
preparado a ayudar a su auditorio.

Argumentos ligados al pathos: de orden puramente
afectivo y ligados fundamentalmente al receptor del
discurso.

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Argumentos ligados al logos: argumentos
ceñidos al tema y mensaje mismo del discurso; se entra
aquí en el dominio propiamente de la dialéctica y
se utilizan sobre todo los deductivos y los
analógicos.

El orden de las partes puede ser naturalis o
artificialis. El ordo naturalis es el que respeta la propia
naturaleza del discurso sin alteraciones intencionadas o el que
sigue la tradición; el ordo artificialis, por el
contrario, altera el orden habitual de las partes (por ejemplo,
empezar una historia no por el principio sino en un momento ya
avanzado de la misma, esto es, in medias res).

Elocutio

La elocutio afecta al modo de expresar verbalmente de
manera adecuada los materiales de la inventio ordenados por la
dispositio. En la actualidad, la elocutio es lo que se denomina
estilo.

La elocutio se manifiesta a través de dos
aspectos: las cualidades y los registros.

Las cualidades elocutivas son tres: puritas,
perspicuitas y ornatus.

La puritas es la corrección gramatical en la
expresión lingüística, que busca, sobre todo,
evitar el barbarismo o palabra incorrecta y el solecismo o
construcción sintáctica errónea.

La perspicuitas es el grado de comprensibilidad
del discurso, que se opone a la obscuritas.

El ornatus tiene por objeto embellecer el discurso con
el uso de las distintas figuras literarias. Se trata del
principal constituyente del ornatus pues en torno a él
giran todos los elementos de la configuración
estilística. Consta de dos formantes básicos: la
elección de palabras (véase: tropos y figuras) y su
combinación (compositio).

Los registros de la elocución (genera
elocutionis) son modalidades estilísticas que dependen de
la combinación de las cualidades elocutivas. Se pueden
identificar varios pero tradicionalmente se habla de tres modelos
básicos:

El genus humile o estilo llano tiene por objeto
la enseñanza; se caracteriza por la puritas y la
perspicuitas, y un ornatus poco desarrollado.

El genus medium o estilo medio pretende deleitar;
se caracteriza por una mayor presencia del ornatus que en el
anterior.

El genus sublime o estilo elevado busca conmover
y las cualidades elocutivas están presentes en grado
máximo.

La compositio

La compositio analiza la estructura sintáctica y
fónica de los enunciados, esto es, sus constituyentes y
sus distintas posibilidades de distribución en el
discurso. Así, se distinguen la compositio
sintáctica (centrada en la oración y sus partes) y
la compositio fonética (centrada en la combinación
de palabras en la oración por razones
fonéticas).

La compositio sintáctica: se distinguen
dos tipos de estilo: el estilo suelto o seguido y el estilo
periódico o periodo.

La primera diferencia entre ambos es de tipo estructural
y lógico-semántica: en el periodo existe una
estructura periódica que presenta varias partes con
autonomía argumentativa para cada una de ellas; en cambio,
en el estilo suelto no existe esa estructuración, de forma
que las ideas se suceden hasta llegar a la
conclusión.

La segunda diferencia es de orden rítmico: en el
periodo hay que tener en cuenta el numerus (el correlato en
latín del metro en poesía, que se basaba en las
cantidades vocálicas), mientras que en el estilo suelto
esto es irrelevante.

Memoria

La memorización del discurso elaborado depende de
dos tipos de memoria según los tratadistas
clásicos: la memoria naturalis (la innata) y la memoria
artificiosa, que implica una serie de procedimientos
mnemotécnicos para facilitar el recuerdo.

Actio

También llamada pronuntiatio, se ocupa de la
declamación del discurso, prestando atención a la
modulación de la voz y de los gestos, que debe estar en
consonancia con el contenido del mismo.

Los
géneros oratorios

Existen tres géneros de discursos de oratoria: el
genus iudiciale (género judicial), el genus deliberativum
(género deliberativo o forense) y el genus demonstrativum
(género demostrativo o epidíctico).2

El genus iudiciale es el que corresponde a las
exposiciones realizadas ante un juez con el objetivo de acusar o
defender, respecto de un asunto del pasado, una causa planteada
en término de justicia frente a injusticia. Sus polos son
acusación y defensa

El genus deliberativum es el que corresponde a
los discursos pronunciados ante una asamblea; el orador pretende
aconsejar o disuadir en términos de utilidad. Frente a la
género judicial, que se centra en acontecimientos pasados,
el tema de los discursos deliberativos es cómo afrontar en
el futuro un determinado asunto.

El genus demonstrativum se centra en individuos
particulares a los que se trata de alabar o denostar ante un
público; se ocupa de hechos pasados y se dirige a un
público que no tiene capacidad para influir sobre los
hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de
presentarlos que tiene el orador, alabándolos o
vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su
contrario, lo feo. Sus polos son, pues, la alabanza o encomio y
el denuesto o vituperio.

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Estas especies están presentes en los tres
géneros. En el deliberativo, puesto que se busca convencer
al auditori? de una determinada tesis, las más frecuentes
son la suasoria y la disuasoria. En el judicial, en el que hay
que defenderse de acusaciones o realizarlas, predominan las
especies acusatoria y exculpatoria y en el epidíctico, que
sirve para reforzar los valores de una comunidad, la laudatoria y
la vituperadora. Aunque pred?minen más en determinados
discursos, las siete especies están en los tres
géneros. En un discurso deliberativo se puede utilizar la
especie acusatoria y la vituperadora, por ejemplo, el
político que propone una ley puede acusar a su rival de
algo o hacerle un vituperio con el fin de desacreditarlo. De la
misma manera, en el discurso judicial son frecuentes las especies
vituperadora y laudatoria. Un caso muy conocido es el discurso de
Cicerón Pro Archia Poeta en el que hay un extenso elogio
de la poesía.

En la Edad Media se añadieron a los anteriores
las llamadas artes: ars praedicandi (sobre la técnica de
elaborar sermones), ars dictandi (o ars dictaminis, sobre el arte
de escribir cartas) y las ars poetriae (preceptos gramaticales,
métricos y retóricos para escribir
poesía).

Historia de la
retórica

Polimnia, musa de la poesía-lírica-sacra,
obra romana en mármol del siglo II.

La Atenas clásica

Fuentes para el estudio

Podemos conocer la retórica ateniense a
través de los discursos que dejaron grandes oradores como
Demóstenes, Lisias o Isócrates. Heródoto y
Tucídides en su obras sobre historia, además de
sucesos, también escribieron discursos pronunciados por
personajes históricos como Alcibíades, Jerjes o
Pericles.

Desde el punto de vista teórico las fuentes
más importantes son la Retórica a Alejandro escrita
por Anaxímenes de Lámpsaco y la Retórica de
Aristóteles. La primera obra consiste en una serie de
preceptos sobre como hablar elocuentemente. La segunda obra tiene
un planteamiento más filosófico. Frente a la
Retórica a Alejandro que es de carácter
práctico, la Retórica de Aristóteles es de
carácter teórico.

En la Atenas Clásica no existe una
distinción clara entre la retórica y la
filosofía. Por este motivo, hay que tener muy en cuenta
esta última disciplina. La tragedia y la comedia, muy
ligadas a lo político, son también importantes para
conocer la retórica en la Atenas
Clásica.

Orígenes

La retórica nació en la antigua Grecia
alrededor del año 485 a. C. en la ciudad siciliana de
Siracusa, cuando Gelón y su sucesor Hierón I,
expropiaron las tierras a sus ciudadanos para
adjudicárselas a miembros de su ejército personal.
Más tarde, con la llegada de la democracia y el
derrocamiento de los tiranos, los perjudicados pretendieron
recuperar sus propiedades, y esta situación provocó
una serie de pleitos en los que se manifestó la
importancia de la elocuencia o arte de hablar bien y
persuasivamente para conseguir las recuperaciones pretendidas.
Así pues, su origen no está vinculado a lo
literario sino a lo judicial, y estrechamente relacionado con lo
político: la palabra pública y libre se relaciona
con la retórica.

La retórica fue la primera de las « siete
artes liberales » del mundo greco-romano, junto a la
gramática, la dialéctica, la geometría, la
aritmética, la astronomía, y la
música.

Ante la eficacia de la argumentación oral
adecuada, Córax de Siracusa, en el siglo V a. C. (hacia el
año 450) elaboró un sistema de comunicación
para hablar ante la asamblea política o ante los
tribunales con fines claramente persuasivos, que se puede
considerar el primer tratado de retórica. Un
discípulo suyo, Tisias, lo divulgó por Grecia.
Así nacieron dos de los tres géneros
clásicos de la retórica ya en su génesis: el
judicial y el deliberativo. Y pronto se unió un tipo de
discurso de elogio funerario en el que se trataba de alabar las
virtudes del difunto, lo que se puede considerar el inicio del
tercer género retórico, el demostrativo o
epidíctico que, más adelante, se referiría a
cualquier persona no necesariamente fallecida, o a diferentes
aspectos de la vida o de la sociedad, desde un punto de vista
positivo o negativo.

Las figuras de estos dos primeros maestros de
retórica son bastante oscuras. Ningún escrito de
ellos ha llegado hasta nuestros días, y se conoce su
existencia por menciones de rétores posteriores. Hay una
teoría que defiende que Tisias y Córax eran una
sola persona y no dos. Según esta teoría, el primer
rétor de la antigüedad se llamaría Tisias, el
Corax o dicho de otra forma, Tisias el cuervo

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Esa elocuencia vino a transformarse rápidamente
en objeto de enseñanza, y se transmitió al
Ática por comerciantes que comunicaban Siracusa y
Atenas.

« La historia de la retórica es la historia
de la "peau de chagrin" ("piel de zapa") 5 6 », cita de
Paul Ricœur en La Métaphore vive, p.13

Fundamentos
filosóficos

La retórica demostró pronto su utilidad
como instrumento político en el régimen
democrático, siglo V a. C., divulgada por profesores
conocidos como sofistas, entre los cuales los más
conocidos fueron Protágoras de Abdera y
Gorgias.

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Esta filosofía fue muy criticada por
Platón. Tanto para Platón como para su maestro
Sócrates, la esencia de la filosofía reposaba en la
dialéctica: la razón y la discusión conducen
poco a poco al descubrimiento de importantes verdades.
Platón pensaba que los sofistas no se interesaban por la
verdad, sino solamente por la manera de convencer, así que
rechazó la palabra escrita y buscó la
interlocución personal, y el método fundamental del
discurso pedagógico que adoptó fue el del
diálogo entre maestro y alumno. Pero el gran maestro de la
retórica griega fue Isócrates. Pensaba que la
retórica era un plan de formación integral de la
persona que servía para crear ciudadanos modélicos;
con su sistema de enseñanza, precursor del humanismo,
pretendía la regeneración ética y
política de la sociedad ateniense.

Aristóteles, por otra parte, sistematizó
la mayor parte de estos conocimientos sobre el arte de hablar y
argumentar en una obra que consagró al efecto, su
Retórica. La gran aportación de la Retórica
de Aristóteles es su enfoque filosófico. Los
manuales anteriores de cuales el único ejemplar que se
conserva es la Retórica a Alejandro, consistían en
consejos prácticos sobre cómo persuadir. La
Retórica de Aristóteles en cambio, realiza
reflexiones teóricas sobre el lenguaje
persuasivo.

Los géneros retóricos

"Platón y Aristóteles" o la «
filosofía ». Tablero de mármol que proviene
de la fachada norte, registro inferior, del Campanile de
Florencia.8

Como Solón estableció que cada persona
debía defenderse en persona ante un tribunal, llegaron a
crearse los llamados logógrafos, unos artesanos que se
dedicaban a confeccionar discursos para quienes no sabían
hacerlos a cambio de estipendio: autores como Antifonte, Lisias,
que destacó por su naturalidad y aticismo, Iseo, famoso
por su habilidad en la argumentación, y el más
famoso de todos ellos, Isócrates, fueron
logógrafos. Éstos poseían también una
preocupación estilística y procuraban que el estilo
del discurso se ajustara a la personalidad y condición
social de quien debía memorizarlo y
pronunciarlo.

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En los siglos V y IV a.C., el sistema político
ateniense era la democracia radical que consistía en que
todo ciudadano ateniense mayor de edad y varón
podía exponer en la Asamblea

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sus puntos de vista sobre los asuntos de la polis. Para
poder hablar en la Asamblea era necesario ser un orador
excelente. Por este motivo se desarrolló en Atenas la
retórica deliberativa.

El tercer género retórico que se
desarrolló en Atenas fue el epidíctico que abarca
los discursos que tienen lugar en ocasiones especiales, por
ejemplo, en un funeral y cuyo principal objetivo es reforzar los
valores de una comunidad. El discurso Epidíctico
más importante de la Atenas Clásica es el Discurso
Fúnebre de Pericles.

Busto de Marco Tulio Cicerón, el gran orador
romano.

Roma

Ya en Roma, la retórica se perfeccionó
sumamente por medio de las investigaciones y esfuerzos que
consagraron a su estudio hombres de letras como Cicerón,
que dedicó al tema una parte sustancial de su obra e hizo
de la retórica el eje de sus preocupaciones, el
anónimo autor de la Retorica ad Herennium o Marco Fabio
Quintiliano, cuyos doce libros de Instituciones oratorias suponen
la culminación de los estudios sobre la materia en el
mundo romano.

La Edad Media

Durante la Edad Media, de los tres géneros
oratorios, el judicial, el deliberativo y el epidíctico,
entraron en decadencia el género deliberativo y el
epidíctito, es decir, la oratoria política y la
artística, ya que la militarización del imperio
hacía inútil los conocimientos de la oratoria; sin
embargo sus conocimientos fueron transvasados a la literatura en
general, que se retorizó notablemente perdiendo bastante
de su inspiración originaria y su frescura. Así lo
vino a concluir el gran estudioso de la literatura medieval Ernst
Robert Curtius en su Literatura europea y Edad Media latina,
traducido al castellano en 1955.

Época contemporánea

Cuatro fotos de Adolf Hitler, septiembre de
1930.

La retórica contemporánea ha prescindido
del discurso oral y, por tanto, de entre las cinco fases de
elaboración del discurso (invención,
disposición, elocución, memoria y acción) de
las dos últimas de índole práctica, la
memoria y la acción. Se considera actualmente que es
útil para actores, abogados, psicólogos,
políticos, publicitarios, escritores, vendedores y, en
general, quienes quieren persuadir o convencer de
algo.

Sin embargo, la retórica ha vivido un gran
renacimiento en la segunda mitad del siglo XX como disciplina
científica con el surgir de varias corrientes de
pensamiento que han redescubierto su valor para distintas
disciplinas; comenzó Heinrich Lausberg realizando una gran
labor de clasificación de la disciplina con sus Elemente
der literarischen Rhetorik, traducido como Elementos de
retórica literaria en 1975; y su impagable Manual de
retórica literaria, publicado en español entre 1966
y 1970 en tres volúmenes; Chaïm Perelman y Lucie
Ollbrechts-Tyteca publicaron en 1958 un fundamental Tratado de la
argumentación, traducido al castellano en 1994; la
disciplina creada a raíz de este libro se denomina desde
entonces Retórica de la argumentación o, a veces,
Neorretórica; por otra parte, y al lado de esta llamada
retórica de la argumentación, ha surgido una nueva
neorretórica, la retórica contemporánea de
las figuras, ilustrada por

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que permitió a la lingüística y a la
semiótica desarrollarse en una orientación social y
cognitivista. El estudio de la retórica como un
fenómeno cultural ha sido profundamente renovado por el
historiador francés de la cultura, Marc Fumaroli
(Collège de France).9

La invención, sola o conjuntamente con la
disposición, es a menudo llamada argumentación; la
elocución se subdivide, como habían determinado ya
los teóricos de la antigüedad, en un gran
número de puntos de vista sobre el discurso a hacer (arte
de la retórica) o sobre el discurso ya hecho
(retórica como ciencia): sobre el vocabulario (registros
de la lengua), sobre los ritmos y las sonoridades, sobre la forma
y la estructura de las frases (sintaxis, parataxis, hipotaxis,
tipo de progresión remática, periodo, estilo
comático, etc)

Ideas
filosóficas de Sócrates

Sócrates (470-399a.C.), filósofo griego
fundador de la filosofía moral, o axiología que ha
tenido gran peso en la filosofía occidental por su
influencia sobre Platón.

Nacido en Atenas, hijo de Sofronisco, un escultor, y de
Fenareta, una comadrona (lo que ha dado lugar a alguna
comparación entre el oficio de su madre y su actividad
filosófica, pues ayudó, con su método, a
"dar a luz" a las ideas), recibió una educación
tradicional en literatura, música y gimnasia. Más
tarde, se familiarizó con la retórica y la
dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los
filósofos jonios y la cultura general de la Atenas de
Pericles.

A diferencia de los sofistas, Sócrates intenta
superar el relativismo y alcanzar una verdad absoluta que sirva
de fundamento a la ética personal y a la
organización política de la sociedad. A estos
objetivos esta; orientada su enseñanza, que pretende
orientar a las personas en la búsqueda del bien y de la
justicia, convencido como estaba que la virtud puede
enseñarse.

Sócrates identificaba la virtud con el
conocimiento: no se puede hacer lo justo si no se lo conoce, pero
también es imposible dejar de hacer lo justo una vez que
se lo conoce. Según este intelectualismo moral, lo
único que hace falta para hacer a las personas virtuosas
es enseñarles en que consiste la virtud
verdadera.

Además, Sócrates pensaba que toda persona
tiene conocimiento pleno de la verdad última contenida
dentro del alma y que sólo necesita ser estimulada por
reflejos conscientes para darse cuenta de ella
(mayéutica).Sócrates creía en la
superioridad de la discusión sobre la escritura, no
dejó nada escrito, y por lo tanto pasó la mayor
parte de su vida de adulto en los mercados y plazas
públicas de Atenas, iniciando diálogos y
discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes
solía responder mediante preguntas. Este comportamiento
correspondía a la esencia de su sistema de
enseñanza, un método denominado mayéutica, o
arte de alumbrar los espíritus, es decir, lograr que el
interlocutor descubra sus propias verdades.

La contribución de Sócrates a la
filosofía ha sido de un marcado tono
ético.

La base de sus enseñanzas y lo que
inculcó, fue la creencia en una comprensión
objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud y el
conocimiento de uno mismo. Creía que todo vicio es el
resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a
su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien,
actuarán de manera justa.

Según los testimonios de su época,
Sócrates era poco agraciado y corto de estatura, elementos
que no le impedían actuar con gran audacia y gran dominio
de sí mismo. Apreciaba mucho la vida y alcanzó
popularidad social por su viva inteligencia y un sentido del
humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.

Las ideas principales de la filosofía
socrática fueron:

1. El estudio propio de la filosofía es el
hombre. Sócrates no se ocupaba de las cuestiones
metafísicas como tal. Él creía que la
filosofía debe lograr resultados prácticos en forma
de un mayor bienestar para el hombre, el individuo y para la
humanidad en la sociedad. Por lo tanto, el estudio propio de la
filosofía es el hombre. En la búsqueda de este
estudio, los intereses de Sócrates se centran en la
ética y la política.

2. Ética natural. Sócrates trató de
establecer un sistema ético basado en la razón
humana, más que en las directivas
teológicas.

3. Conocimiento y sabiduría. Sócrates
afirmó que el mayor bien para cualquier ser humano es la
felicidad. Cualquiera que sea la acción que un hombre
elige está motivado por su deseo de felicidad. El
conocimiento, la virtud y la sabiduría son lo mismo,
puesto que el hombre elige una acción de acuerdo a lo que
cree que le traerá la felicidad más grande. Por lo
tanto, mientras mas sabiduría tenga el hombre, mayor es su
capacidad para razonar la elección correcta y elegir las
acciones que verdaderamente la felicidad para
él.

4. Auto-conocimiento. El mayor conocimiento es
poseído por esa persona que realmente se conoce a
sí mismo. Este conocimiento constituye la sabiduría
última. Se capacita al hombre para actuar de manera
virtuosa en todo momento, porque él sabe lo que le
traerá la felicidad verdadera.

5. Política. Sócrates no estaba de acuerdo
con la tiranía o la democracia. Él creía que
la mejor forma de gobierno era uno gobernado por un individuo que
posee la mayor capacidad, el conocimiento y la virtud.

La doctrina de Sócrates:
Ética

En la ética, Sócrates no supero el
prejuicio de la intelectualidad griega, que hizo que la
práctica dependa totalmente de la teoría. Es
suficiente conocer la virtud para ser virtuoso. Todo el mundo
quiere ser feliz. Si no se alcanza la felicidad, es porque no
sabe el camino que conduce a la felicidad. En consecuencia, los
llamados hombres malos son en realidad sólo ignorantes, el
mal se reduce a error. Como vicio es sinónimo de
ignorancia, de modo que el conocimiento del bien es
sinónimo de virtud. Así, es fácil ver por
qué Sócrates, que pretende formar a un joven
virtuoso, restringiendo su enseñanza a la búsqueda
de conceptos morales.

La cuestión moral del conocimiento del bien
estuvo en el centro de las enseñanzas de Sócrates,
con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de
la filosofía griega, al prescindir de las preocupaciones
cosmológicas de sus predecesores. El primer paso para
alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el
bien y practicarlo era, para Sócrates, una misma cosa),
consistía en la aceptación de la propia
ignorancia.

Con su conducta, Sócrates se granjeó
enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba
Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar
que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus
discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente
acusado de impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a
beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera
demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban.
Según relata Platón en la apología que
dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la
condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero
prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se
sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en
algún caso, como el suyo, fuera injusta. Peor
habría sido la ausencia de ley.

Sócrates no escribió ningún libro
ni tampoco fundó una escuela regular de filosofía.
Todo lo que se sabe con certeza sobre su personalidad y su forma
de pensar se extrae de los trabajos de dos de sus
discípulos más notables: Platón, que
atribuyó sus propias ideas a su maestro y el historiador
Jenofonte, un escritor prosaico que quizá no
consiguió comprender muchas de las doctrinas de
Sócrates

Método socrático

.El método socrático o método de
Elenchus o debate socrático es un método de
dialéctica o demostración lógica para la
indagación o búsqueda de nuevas ideas, conceptos o
prismas subyacentes en la información. Este método
fue aplicado ampliamente para el examen de los conceptos morales
claves. Fue descrito por Platón en los diálogos
Socráticos. Por esto, Sócrates es habitualmente
reconocido como el padre de la ética occidental o
filosofía moral.

Es una forma de búsqueda de verdad filosofal.
Típicamente concierne a dos interlocutores en cada turno,
con uno liderando la discusión y el otro asintiendo o
concordando a ciertas conjeturas que se le muestran para su
aceptación o rechazo. Este método se le acredita a
Sócrates, quien empezó a enzarzarse en dichos
debates con sus compañeros atenienses después de
una visita al oráculo de Delfos.

Un diálogo socrático puede pasar en
cualquier momento entre dos personas cuando éstas buscan
la respuesta a una pregunta si ésta la admite mediante su
propio esfuerzo de reflexión y razonamiento. Se empieza
preguntando con todo tipo de preguntas hasta que los detalles del
ejemplo son evidenciados para ser luego usados como plataforma
para alcanzar valoraciones más generales.

La práctica implica efectuar una serie de
preguntas alrededor de un tema o idea central, y responder las
otras preguntas que aparezcan. Normalmente, este método se
usa para defender un punto de vista en contra de otra
posición. La mejor forma de evidenciar el acierto de un
"punto de vista" es hacer que el oponente se contradiga a
sí mismo y de alguna forma apruebe el "punto de vista" en
cuestión. Véase reducción al
absurdo.

El término preguntas socráticas, juicio
socrático o cuestionamiento socrático es usado para
describir este tipo de interrogatorio, en el cual una pregunta se
responde como si esta hubiera sido una pregunta retórica.
Ej.: ¿Puedo comer champiñones?. A lo que se
contesta con otra pregunta como si la primera no lo fuera o fuera
retórica: ¿Acaso no son los champiñones
comestibles?. Así se fuerza a realizar al preguntador una
nueva pregunta que aporte más luz a su
discurso.

Método

Elenchos

Monografias.com

En los primeros diálogos de Platón, la
técnica de elenchos es la técnica que
Sócrates usa para investigar, por ejemplo, la naturaleza o
definición ética de los conceptos como justicia y
virtud. De acuerdo con su formulación generalizada,
ésta tiene los siguientes pasos:

Un primer interlocutor A establece una tesis o
afirmación, por ejemplo: 'El coraje es la resistencia para
el alma', lo cual el interlocutor B considera incierto y por eso
lo lanza para su refutación y examen.

El interlocutor A recibe de su interlocutor B su
opinión con sus premisas adicionales. Por ejemplo: 'El
coraje es algo bueno y aceptable, sin embargo, la resistencia
ignorante o inconsciente o sin un fin no es buena.'

Entonces el interlocutor A argumenta, y el interlocutor
B lo reconoce, que esas premisas adicionales implican lo
contrario de la tesis original, es decir, 'El coraje no es la
resistencia para el alma' ya que si el coraje es bueno y la
resistencia no lo es en todos sus casos, entonces el coraje no
puede ser resistencia.

El interlocutor B muestra que él ha demostrado
como la tesis del interlocutor A es falsa y por tanto su
negaciòn es cierta.

Al mismo tiempo el interlocutor B podría abogar
porque la primera premisa es falsa y que en realidad la
resistencia es mala y por tanto el coraje no es la resistencia.
Ya que se ha partido de esa premisa supuesta. Sin embargo, cuando
se sigue estando de acuerdo por ambos o si no se está pero
no se dan argumentos para el cambio de opinión entonces
son las otras hipótesis las que deben ser incorrectas. Lo
que se ha hecho es descartar hipótesis en búsqueda
de la verdad. Para evitar caer en la falacia del razonamiento
circular se debe estar de acuerdo en la primera premisa y
dispuesto a desecharla en caso de que se encuentres
hipótesis ciertas que no sustenten a la
premisa.

Un examen más profundo puede llevar a una nueva,
más definida, descripción del concepto considerado,
es este caso se invita a la examinación de la
afirmación El coraje es la intencionada, sabia o
consciente resistencia para el alma. Es decir, invita a modificar
la primera premisa y considerarla incompleta añadiendo el
término consciente o con conocimiento. La mayoría
de las averiguaciones socráticas consisten en una serie de
elenchai o elecciones que típicamente acaban en
aporía o una dificultad lógica tipo paradoja. En
estos casos los interlocutores no sabrían más que
decir. La naturaleza exacta de las elecciones está sujeta
a un gran debate, en particular concerniente a sí es un
método positivo, que dirige hacia el conocimiento, o un
método negativo usado solamente para refutar falsas
afirmaciones autoproclamadas como conocimiento. es decir, se
puede descubrir nuevas ideas a partir de la simple
deducción lógica de las premisas o por el contrario
solo se puede averiguar si la premisa es cierta o falsa. El
método socrático es un método negativo de
eliminación de hipótesis, en el cual las mejores
hipótesis son encontradas mediante la
identificación y la eliminación de aquellas que
conducen a contradicciones. El método de sócrates
es una búsqueda de las hipótesis subyacentes o
axiomas que subconcientemente dan forma a nuestras opiniones y
hacerlas el centro de nuestro escrutinio para determinar su
consistencia con otras creencias. Su forma básica es una
serie de preguntas formuladas como test de lógica y hechos
con la intención de ayudar a una persona o grupo a
descubrir sus propias creencias sobre un tema, explorando las
definiciones, buscando caracterizar y catalogar las propiedades
compartidas por varias y diferentes premisas. Aristóteles
atribuyó a Sócrates el descubrimiento del
método de definición e inducción, el cual,
él proclamó como la esencia del método
científico. Aunque Aristóteles también
alegó que este método no era apto para la
ética.

Partes: 1, 2

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