Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La palabra de Dios ilumina tu camino (página 2)



Partes: 1, 2

  • 6. El Señor me dijo: Te basta mi gracia,
    que en la flaqueza llega al colmo el poder. Muy gustosamente
    continuaré gloriándome en mis debilidades para
    que habite en mí la fuerza de Dios. Por lo cual, me
    complazco en las enfermedades, en los oprobios, en los
    aprietos por Cristo; pues, cuando parezco débil,
    entonces es cuando soy fuerte (2Co 12:9-10).

  • 7. Por lo cual, me alegro de mis padecimientos
    y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de
    Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia (Col
    1:24).

  • 8. Jamás me gloriaré, sino en la
    cruz de Jesucristo por quien el mundo está crucificado
    para mí y yo para el mundo (Gal 6:14).

  • El sufrir pasa, pero el haber sufrido
    queda.

    • 1. Y Dios todo lo permite por nuestro bien (Rom
      8:28).

    • 2. Por eso puedo dormir tranquilo, sabiendo que
      mi Padre Dios vela mi sueño y mi vida está en
      sus manos y no me sucederá nada más que lo que
      Él permita por mí bien. Y puedo decir con fe:
      Dios mío, yo confío en Ti (Sal
      91:2).

    Estás deprimido(a)

    Dite a ti mismo:

    • 1. El Señor es mi luz y mi
      salvación, ¿a quién temeré? El
      Señor es el amparo de mi vida, ¿quién me
      hará temblar? (Sal 27:1-3).

    • 2. Alma mí, confía en el
      Señor; ten ánimo, espera en el Señor
      (Sal 27:14).

    • 3. Yo me apoyo en Dios, que es mi Señor,
      y me hace correr por las alturas (Hab 3: 19).

    • 4. Señor, Tú eres mi Dios; a Ti
      te busco, mi alma tiene sed de Ti (Sal 63:2-5).

    • 5. Señor, oye mi clamor, atiende mi
      oración (Sal 61:2-4).

    • 6. Mírame y ten compasión de
      mí (Sal 25:16).

    • 7. Ahora me siento tranquilo y no tengo
      más miedo, porque mi fuerza y mi canción es el
      Señor. Él es mi salvación (Is
      12:2).

    Él me dice con
    cariño:

    • 1. Hijo, confía en Mí, tus
      pecados te son perdonados (Mt 9:2).

    • 2. Confía en Mí y no te apoyes en
      tu propia inteligencia (Prov 3:5).

    • 3. Dame, hijo mío, tu corazón y
      que tus ojos hallen deleite en mis caminos (Prov
      23:26).

    Y yo puedo decir con fe:

    • 1. Cristo es todo para mí. Cristo es mi
      vida (Fil 1:21).

    • 2. Todo lo puedo con Cristo que me fortalece
      (Fil 4:13).

    ¿Estás
    Angustiado(a)?

    Medita en tu corazón:

    • 1. El Señor me liberó de todos
      mis temores (Sal 34:5).

    • 2. El Señor es mi socorro
      ¿qué pueden hacer los hombre contra mí?
      (Heb 13:6).

    • 3. Cuando te llamo, Tú me respondes, oh
      mi Dios. Tú, que me has sostenido en mis angustias,
      ten compasión de mí y escucha mi oración
      (Sal 4:2).

    • 4. Señor, escucha mi oración y
      que mi clamor llegue a tu presencia. No apartes tu rostro de
      mí. En el tiempo de la angustia, atiéndeme y
      escúchame el día que te invoco (Sal
      118:5-6).

    • 5. Mírame y ten compasión de
      mí, que soy pobre y afligido (Sal
      25:16-18).

    • 6. Señor, escucha mi oración y
      presta oído a mis súplicas (Sal
      86:6-7).

    Y Dios me responde:

    • 1. Yo soy el Dios de Abraham, tu padre, no
      temas; porque yo estoy contigo (Gén 26:
      24).

    • 2. No temas, que yo estoy contigo; no mires con
      desconfianza, pues yo soy tu Dios (Is 41:10).

    • 3. Yo soy tu Dios y te enseño lo que es
      provechoso (Is 48:17-18).

    • 4. Yo te enseñaré el camino que
      debes seguir, seré tu consejero y estarán mis
      ojos velando sobre ti (Sal 32:8).

    • 5. Si atraviesas las aguas, yo estaré
      contigo; si por ríos, no te anegarás. Si pasas
      por el fuego, no te quemarás; las llamas no te
      consumirán, porque yo soy tu Dios… A mis ojos eres
      de gran precio, de gran estima y yo te amo. No temas, porque
      yo estoy contigo (Is 43:2-5).

    • 6. No tengas miedo, solamente confía en
      Mí (Mc 5:36).

    • 7. Vengan a Mí los que están
      cansados y agobiados y Yo los aliviaré (Mt
      11:28).

    ¿Estás
    enfermo(a)?

    • 1. Señor, Tú me curas y me haces
      vivir (Is 38:16).

    • 2. Señor, si quieres puedes curarme (Mc
      1:40).

    • 3. Y (Jesús), enternecido,
      extendió su mano, lo tocó y le dijo: Quiero,
      queda limpio (Mc 1:42). Todo es posible al que tiene fe (Mc
      9:23).

    Dile entonces: Creo, Señor, pero
    ayuda a mi poca fe (Lc 9:24).

    Y Dios te dice:

    • 1. Llámame y yo te responderé y
      te comunicaré cosas grandes y ocultas que tú no
      conoces… Yo les restituiré la salud, los
      sanaré y les daré abundancia de paz y de verdad
      (Jer 33:3-7).

    • 2. El que esté enfermo que llame a los
      sacerdotes de la Iglesia para que oren sobre él,
      ungiéndole con óleo en el nombre del
      Señor; y la oración de la fe salvará al
      enfermo y el Señor lo curará y, si ha cometido
      pecado, lo perdonará. Oren unos por otros para que
      sean curados, porque mucho puede la oración fervorosa
      del hombre bueno (Sant 5:13-16).

    • 3. Yo soy Dios, tu sanador (Ex
      15:26).

    • 4. Sé fiel hasta la muerte y te
      daré la corona de la vida (Ap 2:10).

    • 5. Hijo mío, cuando estés
      enfermo, no te impacientes, ruega al Señor y Él
      te sanará… Llama al médico, porque el
      Señor lo creó y no lo alejes, pues te es
      necesario. Hay ocasiones en que logra acertar, porque
      también él oró al Señor para que
      lo guiara en procurar alivio y dar la salud para prolongar la
      vida del enfermo (Eclo 38:9-15).

    • 6. Los que crean… impondrán las manos
      en mi nombre sobre los enfermos y estos quedarán sanos
      (Mc 16:18).

    ¿A muerto un ser
    querido?

    Di con fe:

    • 1. Dios me lo dio, Dios me lo quitó.
      ¡Bendito sea su nombre! (Job 1:21).

    • 2. Las almas de los justos están en las
      manos de Dios. A los ojos de los necios parecían haber
      muerto y su partida era considerada una desgracia, pero ellos
      gozan de paz… Después de un ligero castigo,
      serán colmados de bendiciones, porque Dios los
      probó y los halló dignos de sí (Sab
      3:1-5).

    • 3. Felices los muertos que mueren en el
      Señor. Sí, dice el Espíritu, que
      descansen de sus fatigas, porque sus obras los
      acompañan (Ap 14:13).

    • 4. Dios enjugará las lágrimas de
      sus ojos y la muerte no existirá más ni
      habrá duelo, ni gritos ni dolor, porque esto es ya
      pasado (Ap 21:4).

    • 5. Si vivimos, vivimos para el Señor. Si
      morimos, morimos para el Señor y, tanto en la vida
      como en la muerte, somos del Señor (Rom
      14:7-9).

    • 6. No queremos que ignoren la suerte de los
      difuntos para que no se aflijan como los que no tienen
      esperanza. Si creemos que Jesús ha muerto y
      resucitado, del mismo modo Dios, por Jesús,
      tomará consigo a los que se durmieron en Él.
      Esto se lo decimos como Palabra del Señor…
      Consuélense mutuamente con estas palabras (1 Tes
      4:13-18).

    Y Jesús nos dice:

    Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en
    Mí, aunque haya muerto vivirá, y todo el que vive y
    cree en Mí no morirá para siempre (Jn
    11:25-26).

    ¿Oras por los
    difuntos?

    Judas Macabeo mandó a Jerusalén dos mil
    dracmas de plata para ofrecer un sacrificio por los caídos
    en la batalla. De no esperar que los caídos
    resucitarían, habría sido inútil y superfluo
    orar por los muertos. Pero creía que a los muertos
    piadosamente les está reservada una magnífica
    recompensa.

    • 1. Obra santa y piadosa es orar por los
      difuntos (2 Mac 12:43-46).

    • 2. En el cielo no puede entrar nada manchado
      (Ap 21:27).

    • 3. Aquel cuya obra queda abrasada,
      sufrirá daño, pero él se salvará,
      como quien pasa a través del fuego (1Co
      3:15).

    • 4. Las almas de los justos están en las
      manos de Dios… Después de un ligero castigo,
      serán colmados de bendiciones, porque Dios los
      probó y los halló dignos de sí (Sab
      3:1-5).

    Te sientes solo(a) y triste?

    • 1. No me abandones, Señor, no me dejes
      solo (Sal 27:9-10).

    • 2. Aunque pase por momentos oscuros y
      difíciles (por un valle de tinieblas) no temeré
      mal alguno, porque Tú, Señor, estás
      conmigo (Sal 23:4).

    Y Dios me dice:

    • 1. Aunque una madre se olvide de su hijo, yo
      nunca me olvidaré de ti. Te tengo grabado en la palma
      de mis manos (Is 49:15-16).

    • 2. Yo nunca te dejaré ni te
      abandonaré (Heb 13:5 y Jos 1:5).

    • 3. Yo estoy contigo y te bendeciré
      adondequiera que vayas, y no te abandonaré hasta
      cumplir mis promesas (Gen 28:15).

    • 4. Esfuérzate y ten valor, que nada te
      asuste, no tengas miedo a nada, porque yo, tu Dios,
      iré contigo adondequiera que tú vayas (Jos
      1:9).

    • 5. No tengas miedo, porque yo estoy contigo (Is
      43:5).

    • 6. Mira que estoy a tu puerta y llamo; si
      alguno escucha mi voz y me abre, entraré a él y
      cenaré con él y él conmigo (Ap
      3:20).

    El Señor quiere que vayas a visitarlo y a
    contarle tus problemas. Recuerda: El Maestro está
    ahí y te llama (Jn 11:28).

    ¿Te fatla fe?

    La fe es un don de Dios que hay que pedirlo con
    humildad. Dice Jesús:

    • 1. Dichosos los que creen sin haber visto (Jn
      20:29).

    • 2. ¿No te he dicho que, si crees,
      verás la gloria de Dios? (Jn 11:40).

    • 3. ¿Aún no tienen fe? (Lc
      8:25).

    • 4. ¿Por qué son tan
      tímidos? ¿Aún no tienen fe? (Mc
      4:39).

    • 5. En Nazaret no hizo muchos milagros por su
      falta de fe (Mt 15:28).

    • 6. Hágase contigo, como has
      creído (Mt 8:13).

    Pidamos con humildad la fe que necesitamos y
    digamos:

    • 1. Señor, aumenta nuestra fe (Lc
      17:5).

    • 2. Señor, creo, pero aumenta mi fe (Mc
      9:24).

    Y Jesús nos dice: Todo es posible
    al que tiene fe (Mc 9:23).

    ¿Tienes sed de Dios?

    • 1. Mi alma está sedienta de Dios (Sal
      42:2).

    • 2. Mi alma tiene sed de Ti como tierra reseca,
      agostada y sin agua (Sal 63:2).

    Dios te responde con amor:

    • 1. No tengas miedo, solamente confía en
      Mí (Mc 5:36).

    • 2. Vienen días en que mandaré
      sobre la tierra hambre de oír la Palabra de Dios
      (Amós 8:11).

    • 3. Al que tenga sed, yo le daré gratis
      de la fuente de agua viva (Ap 21:6).

    • 4. El que tenga sed que venga a Mí y
      beba (Jn 7:37).

    • 5. El que beba de esta agua no tendrá
      nunca más sed (Jn 4:14).

    • 6. Yo soy el pan de vida. El que viene a
      Mí ya no tendrá más hambre; el que cree
      en Mí, jamás tendrá sed (Jn
      6:35).

    • 7. Vengan a Mí los que están
      cansados y agobiados, que yo los aliviaré y
      daré descanso para sus almas (Mt 11:28-29).

    • 8. Bienaventurados los que tienen hambre y sed
      de la justicia, porque ellos serán saciados…
      Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos
      verán a Dios (Mt 5:6-8).

    ¿Vives para Dios?

    • 1. Vosotros, hijitos, sois de Dios… Nosotros
      somos de Dios (1Jn 4:4-6).

    • 2. Amarás al Señor tu Dios con
      todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser, y
      llevarás muy dentro de tu corazón todos estos
      mandamientos que hoy te doy (Det 6: 5-6).

    • 3. Si vivimos, vivimos para el Señor; si
      morimos, morimos para el Señor. Tanto en la vida como
      en la muerte, somos del Señor (Rom 14:8).

    • 4. El que es de Cristo se ha hecho una criatura
      nueva, lo viejo pasó y se ha hecho nuevo (2Co
      5:17).

    • 5. Despójense del hombre viejo, viciado
      por las concupiscencias seductoras y renuévense en el
      espíritu de su mente, vistiéndose del hombre
      nuevo creado según Dios en justicia y santidad
      verdaderas (Ef 4:22-24).

    Mi Padre Dios me dice:

    • 1. Dame, hijo mío, tu corazón
      (Prov 23:26).

    • 2. Yo te llamé por tu nombre y tú
      me perteneces (Is 43:1).

    Y nosotros podemos decir con
    alegría:

    • 1. Para mí, la vida es Cristo (Fil
      1:21).

    • 2. Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en
      mí (Gal 2:20).

    ¿Compartes tu fe?

    Es fundamental que comuniquemos a otros los tesoros de
    nuestra fe. No podemos guardarla exclusivamente para nosotros
    solos. Hay que predicar y evangelizar.

    Escuchemos la voz de Dios.

    • 1. Todos somos embajadores de Cristo (2Co
      :20).

    • 2. Vayan por el mundo y prediquen el Evangelio
      a toda criatura (Mc 16: 15).

    • 3. Estén siempre prontos a dar
      razón de su esperanza a todo el que se lo pidiere (1Pe
      3:15).

    • 4. Dios no nos ha dado un espíritu de
      temor, sino de fortaleza, de amor y templanza. No te
      avergüences jamás de dar testimonio de nuestro
      Señor… conlleva con fortaleza los trabajos a
      causa del Evangelio (2Tim 1:7-8).

    • 5. Soporta los trabajos de evangelista, cumple
      tu ministerio (2Tim 4:5).

    • 6. Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes
      son la luz del mundo (Mt 5:13-14).

    • 7. Brille su luz ante los hombres, para que
      viendo sus buenas obras, glorifiquen a su Padre que
      está en los cielos (Mt 5:16).

    • 8. Y ahora vete a tu casa y a los tuyos y
      cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y
      cómo ha tenido misericordia de ti (Mc
      5:19).

    • 9. Habla, yo estaré en tu boca y te
      enseñaré lo que has de decir (Ex
      4:12).

    • 10. No temas, habla y no calles (Hech
      18:9).

    • 11. Predica la Palabra, insiste a tiempo y a
      destiempo, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina
      (2Tim 4:2).

    • 12. El que se avergüence de Mí y de
      mis palabras, también el Hijo se avergonzará de
      él, cuando venga en su gloria (Lc 9:26).

    • 13. Esfuérzate, ten ánimo y no
      temas ni desmayes (1Par 22:13).

    • 14. Esfuérzate y ten valor, nada te
      asuste y nada temas (Jos 1:9).

    • 15. Esfuérzate, ten gran valor y espera
      en Dios (Sal 27:14).

    • 16. No los temas ni te atemorices ante ellos
      (Ez 2:6; 3, 9).

    • 17. No tiembles ante ellos no sea que yo te
      haga temblar. Yo te pongo desde hoy como ciudad fortificada,
      como columna de hierro y muro de bronce frente a la tierra
      toda. Te combatirán, pero no podrán contigo,
      porque yo estoy contigo para salvarte (Jer
      1:17-19).

    • 18. No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
      no desmayes, porque yo soy tu Dios y te fortaleceré y
      vendré en tu ayuda (Is 41:10).

    El Señor necesita misioneros. La
    mies es mucha y los obreros pocos (Mt 9:37).

    ¿Estás dispuesto a ser uno de ellos
    y dar tu vida por la causa de Cristo y del Evangelio? El
    Señor te sigue diciendo como a Isaías:

    ¿A quién enviaré? ¿Quién
    irá de mi parte? Isaías respondió:
    Aquí estoy yo, envíame a mí (Is
    6:8).

    Respondamos nosotros también como
    Isaías o como san Pablo:
    Señor,
    ¿qué quieres que haga? (Hech 22:10). Evangelizar
    para mí no es motivo de gloria, sino una necesidad.
    ¡Ay de mí si no evangelizo (1Co 9:16).

    ¿Oras mucho?

    • 1. Perseveren en la oración con
      acción de gracias (Col 4:2).

    • 2. Oren sin desfallecer (Lc 18:1).

    • 3. Vivan alegres en la esperanza, pacientes en
      la tribulación y perseverantes en la oración
      (Rom 12:12).

    • 4. Oren en todo tiempo (Ef 6:18).

    • 5. Oren noche y día (1Tes
      3:10).

    • 6. Estén siempre alegres y oren sin
      cesar (1Tes 5:17).

    • 7. En todo tiempo, en la oración y
      plegaria, presenten sus peticiones a Dios con acción
      de gracias (Fil 4:6).

    Jesús se pasaba muchas noches en
    oración. San Pablo dice: Oro noche y día (2Tim
    1:3). ¿Y tú?

    ¿Eres alegre?

    • 1. Estén siempre alegres (1Tes
      5:16).

    • 2. Vivan alegres en la esperanza (Rom
      12:12).

    • 3. Alégrense en el Señor (Fil
      4:4).

    • 4. Ahora están tristes, pero de nuevo
      los veré y se alegrará su corazón y
      nadie será capaz de quitarles su alegría (Jn
      16:22).

    • 5. Les escribo esto para que su alegría
      sea completa (1Jn 1:4).

    • 6. Sirvan al Señor con alegría;
      vengan gozosos a su presencia (Sal 99:2).

    • 7. Les digo estas cosas para que mi
      alegría esté en ustedes y su alegría
      llegue a plenitud (Jn 15:11; Jn 17:13).

    • 8. Estén alegres y el Dios del amor y de
      la paz estará con ustedes (2Co 13:11).

    • 9. Alegra tu corazón y echa lejos de ti
      la tristeza (Eclo 30:24).

    • 10. Yo soy la luz (alegría) del mundo
      (Jn 8:12).

    • 11. Ustedes son la luz (alegría) del
      mundo (Mt 5:14).

    • 12. Brille su luz ante los hombres para que
      viendo sus buenas obras glorifiquen a su Padre que
      está en los cielos (Mt 5:16).

    ¿Eres agradecido(a)

    • 1. Debemos dar gracias a Dios en todas las
      cosas (2Tes 1:3).

    • 2. Den gracias a Dios Padre por todo en el
      nombre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 5:
      20).

    • 3. En todo tiempo, en la oración, sean
      presentadas sus peticiones, acompañadas de
      acción de gracias (Fil 4:6).

    • 4. Den gracias a Dios, porque tal es la
      voluntad de Cristo Jesús respecto de ustedes (1Tes
      5:18).

    • 5. Canten y den gracias al Señor, porque
      es eterna su misericordia (Dan 3, 90).

    • 6. Ya coman, ya beban, ya hagan cualquier otra
      cosa, háganlo todo para gloria de Dios (1Co
      10:31).

    • 7. Todo lo que hagan de palabra o de obra,
      háganlo en el nombre del Señor Jesús,
      dando gracias a Dios Padre por medio de Él (Col
      3:17).

    • 8. Canten agradecidos en sus corazones con
      salmos, himnos y cánticos inspirados (Col
      3:16).

    Y yo personalmente:

    • 1. Te doy gracias, Señor y Rey
      mío, te alabaré, porque eres el Dios de mi
      salud (Eclo 51:1).

    • 2. Bendice, alma mía, al Señor y
      no olvides sus beneficios (Sal 103:2).

    ¿Das el diezmo?

    • 1. Dios ama al que da con alegría (2Co
      9:7).

    • 2. Abraham dio a Melquisedec el diezmo de todo
      lo que había recuperado (Gen 14:17-20).

    • 3. La décima parte de los productos de
      la tierra, tanto de semillas como de árboles,
      pertenece al Señor y está consagrada a
      Él (Lev 27:30-33).

    Dios te dice con toda
    claridad:

    • 1. Tráiganme el diezmo al tesoro del
      templo y así habrá alimento en mi casa.
      Pruébenme en esto a ver si no abro yo las esclusas del
      cielo y no derramo sobre vosotros la bendición sin
      medida (Mal 3:8-12).

    • 2. Den y se les dará, una medida
      apretada y rebosante; porque con la misma medida con que
      midieren serán medidos (Lc 6:38).

    • 3. Ofrece al Señor tus dones con rostro
      alegre y conságrale tus diezmos. El Señor es
      generoso y te dará siete veces más (Eclo
      35:12).

    • 4. Dios es poderoso para hacer que copiosamente
      abundemos más de lo que podemos pedir o pensar en
      virtud del poder que actúa en nosotros (Ef
      3:20).

    • 5. Hay más dicha en dar que en recibir
      (Hech 20:35).

    • 6. Por eso: Siempre te daré, oh
      Señor, la décima parte de todo lo que Tú
      me des (Gen 28:22).

    ¿Bendices a todos?

    • 1. Bendigan a los que los maldigan (Lc
      6:28).

    • 2. No devuelvan mal por mal ni ultraje por
      ultraje, más bien bendigan. Porque Dios los ha llamado
      a ser herederos de la bendición (1Pe 3:9).

    • 3. No te dejes vencer por el mal, antes bien,
      vence al mal con el bien (Rom 12:21).

    • 4. Bendigan a los que los persiguen, bendigan y
      nunca maldigan (Rom 12:14).

    • 5. Digan siempre: Que el Señor los
      bendiga. Los bendecimos en el nombre del Señor (Sal
      129:8).

    • 6. Honra a tu padre de palabra y de obra para
      que venga sobre ti su bendición, porque la
      bendición del padre afianza su familia (Eclo
      3:9-10).

    • 7. Honra a tu padre y a tu madre para que seas
      feliz y goces de larga vida sobre la tierra (Ef
      6:2-3).

    • 8. Las bendiciones de tu padre son mejores que
      las de las eternas montañas, superan las delicias de
      las colinas eternas (Gén 49:26).

    Una fórmula bíblica para bendecir
    es la siguiente:

    • 1. Que Dios te bendiga y te guarde. Que haga
      brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el
      Señor vuelva su rostro hacia ti y te conceda la paz.
      Así invocarán mi nombre sobre los hijos de
      Israel y yo los bendeciré (Num 6:24:27).

    • 2. Si escuchas la voz del Señor y
      guardas sus mandamientos… te alcanzarán todas estas
      bendiciones. Serás bendito en la ciudad y bendito en
      el campo. Será bendito el fruto de tu vientre y de tu
      suelo, y el de tus animales. Bendita será tu canasta y
      tu artesa. Bendito serás en tu entrar y en tu salir…
      Dios te colmará de dones y bendecirá el fruto
      de tus entrañas, el fruto de tus ganados, el fruto de
      tu suelo. Dios te abrirá sus tesoros, enviando la
      lluvia a su tiempo y bendiciendo todo el trabajo de tus manos
      (Det 28:1-12).

    • 3. Yo estoy contigo y te bendeciré
      adondequiera que vayas y no te abandonaré hasta
      cumplir mis promesas (Gen 28:15).

    • 4. Nunca maldigas (Lev 19:14).

    ¿Crées en la providencia de
    Dios?

    • 1. Como un padre tiene ternura con sus hijos,
      así el Señor tiene ternura con sus fieles (Sal
      103:13).

    • 2. Él es cariñoso con todas sus
      criaturas (Sal 145:9).

    • 3. Cuando Israel era un niño, yo lo
      amé… Lo levanté en mis brazos. Fui para ellos
      como quien alza una criatura contra su mejilla y me bajaba
      hasta ella para darle de comer (Os 11:1-4).

    • 4. Todos esperan de ti que les des alimento a
      su tiempo. Tú se lo das y ellos lo toman, abres tu
      mano y se sacian de bienes (Sal 104:27-28).

    • 5. Dios ha hecho al pequeño y al grande
      e igualmente cuida de todos (Sab 6:7).

    • 6. Él te librará de la red del
      cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus
      plumas, bajo sus alas te refugiarás. Su brazo es
      escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno ni
      la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza
      en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a medio
      día… A sus ángeles ha dado órdenes
      para que te guarden en tus caminos, te llevarán en sus
      palmas para que tu pie no tropiece en la piedra;
      caminarás sobre áspides y víboras… Lo
      libraré, lo protegeré, porque conoce mi nombre.
      Me invocará y lo escucharé. Con él
      estaré en la tribulación, lo defenderé,
      lo glorificaré, lo saciaré de largos
      días y le haré ver mi salvación (Sal
      91).

    Y Jesús mismo nos
    dice:

    • 1. No cae ni un pajarito a tierra sin la
      voluntad de su Padre. Hasta los cabellos de la cabeza
      están contados. No tengan miedo, pues valen más
      que muchos pajaritos (Mt 10:29-31).

    • 2. No se inquieten por la vida, por lo que
      comerán o beberán, ni por su cuerpo, con
      qué lo van a vestir. ¿No es la vida más
      que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren
      las aves del cielo, no siembran ni almacenan ni siegan y su
      Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes
      más que ellas?… No se preocupen diciendo:
      ¿Qué comeremos, qué beberemos, con
      qué nos vestiremos? Los paganos se afanan por todo
      eso, pero bien sabe su Padre que de todo eso tienen
      necesidad. Busquen primero el reino de Dios y su justicia,
      que todo lo demás se les dará por
      añadidura (Mt 6:25-34).

    • 3. Echen sobre Él sus preocupaciones,
      porque Él se cuida de ustedes (1Pe 5:7).

    • 4. Él proveerá a todas sus
      necesidades según sus riquezas en Cristo (Fil
      4:19).

    Por eso, puedo decir
    confiado:

    • 1. Yo soy pobre y necesitado, pero el
      Señor se cuida de mí (Sal 40:18).

    • 2. Dios mío, yo confío en Ti (Sal
      91:2).

    ¿Confías en las promesas de
    Dios?

    • 1. Las promesas de Dios son en Él un
      Sí (2Co 1:20).

    • 2. Deben tener paciencia para que cumpliendo la
      voluntad de Dios consigan sus promesas (Heb
      10:35).

    • 3. Ninguna de las promesas hechas a
      Moisés ha fallado (1 Re 8:56).

    • 4. Tengamos firme esperanza, porque Dios es
      fiel a sus promesas (Heb 10:23).

    • 5. Dios no es un hombre para que mienta (Num
      23:19).

    Y tu Padre Dios te dice:

    • 1. Yo no faltaré a mi fidelidad… y no
      retractaré lo que ha salido de mis labios (Sal 89:
      35).

    • 2. La palabra que sale de mi boca hace lo que
      yo quiero y cumple su misión (Is 55: 11).

    • 3. Yo velaré sobre mis palabras para
      cumplirlas (Jer 1:12).

    • 4. El cielo y la tierra pasarán, pero
      mis palabras no pasarán (Mt 24:35).

    • 5. Estoy convencido de que Dios es poderoso
      para cumplir lo que ha prometido (Rom 4.21).

    Promesas de Jesús
    (algunas)

    • 1. Yo estaré con ustedes todos los
      días hasta el fin del mundo (Mt 28:20).

    • 2. El que cree en Mí hará las
      obras que yo hago y mayores que éstas (Jn
      14:12).

    • 3. El que cree en Mí y se bautice, se
      salvará. A los que creyeren en mi nombre, les
      acompañarán estas señales: en mi nombre
      echarán demonios, hablarán lenguas nuevas,
      tomarán serpientes en sus manos y, si bebieren veneno,
      no les hará daño; impondrán las manos
      sobre los enfermos y estos se curarán (Mc
      16:16-18).

    • 4. Vengan a Mí los que están
      cansados y agobiados que yo los aliviaré (Mt
      11:28).

    • 5. Cuando los entreguen, no se preocupen de
      cómo o qué hablarán, porque se les
      dará en aquella hora lo que deben hablar. No
      serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu
      de su Padre quien hablará en ustedes (Mt
      10:19-20).

    • 6. El que me confiese delante de los hombres,
      yo también lo confesaré delante de mi Padre que
      está en los cielos (Mt 10:32).

    • 7. Bienaventurados serán cuando los
      insulten y los persigan por mi nombre. Alégrense y
      regocíjense, porque grande será su recompensa
      en el cielo (Mt 5:11).

    • 8. Busquen primero el reino de Dios y su
      justicia, que todo lo demás se les dará por
      añadidura (Mt 6:33).

    • 9. Si no se hicieren como niños, no
      entrarán en el reino de los cielos (Mt
      18:3).

    • 10. Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en
      la tierra para pedir cualquier cosa, estén seguros que
      mi Padre celestial se lo dará. Porque donde
      están dos o tres reunidos en mi nombre, allí
      estoy yo en medio de ellos (Mt 18:19).

    • 11. El que dejare hermanos y hermanas, padre o
      madre o hijos o campos por mí, recibirá cien
      veces más en esta vida y después la vida eterna
      (Mt 19:29).

    • 12. Todo lo que pidan con fe en la
      oración se les dará (Mt 21:22).

    • 13. El que se ensalce será humillado,
      pero el que se humilla será enaltecido (Mt
      23:12).

    • 14. El que persevere hasta el fin se
      salvará (Mt 24:13).

    • 15. El cielo y la tierra pasarán, pero
      mis palabras no pasarán (Mt 24:35).

    • 16. Les he dado poder sobre toda potencia del
      enemigo y nada les dañará (Lc
      10:18).

    • 17. Si ustedes, siendo malos, saben dar cosas
      buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre
      celestial dará el Espíritu Santo a los que se
      lo piden? (Lc 11:13).

    • 18. Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y
      la practican (Lc 11:28).

    • 19. Todo el que cree en Él tiene la vida
      eterna (Jn 3:15; 3:36).

    • 20. El que escucha la Palabra de Dios y cree en
      el que me envió, tiene la vida eterna (Jn
      5:24).

    • 21. Yo soy el pan de vida, el que viene a
      Mí no tendrá más hambre y el que viene a
      Mí no tendrá más sed (Jn
      6:35).

    • 22. El que cree en Mí, de su seno
      correrán ríos de agua viva (Jn
      7:37).

    • 23. Si el Hijo del hombre los libra
      serán verdaderamente libres (Jn 8:36).

    • 24. La verdad les hará libres (Jn
      8:32).

    • 25. Yo soy la Resurrección y la Vida, el
      que cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá (Jn
      11:25).

    • 26. Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no
      caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz
      de la vida (Jn 8:12).

    • 27. Si me piden algo en mi nombre, yo lo
      haré (Jn 14:14; Jn 16:23).

    • 28. Si alguno me ama, guardará mi
      palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y
      haremos morada en él (Jn 14:23).

    • 29. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo
      les mando (Jn 15:14).

    • 30. Yo he venido para que tengan vida y vida en
      abundancia (Jn 10:10).

    • 31. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida,
      nadie viene al Padre sino por Mí (Jn 14:6).

    • 32. Deposita en Él tus preocupaciones,
      pues Él se cuida de ti (1 Pe 5:7).

    • 33. Dios proveerá tus necesidades
      según sus riquezas en Cristo Jesús (Fil
      4:19).

    Promesas de Dios Padre:
    (algunas)

    • 1. Yo nunca te dejaré ni te
      abandonaré (Jos 1:5; Heb 13:5).

    • 2. No tengas miedo, porque yo estoy contigo (Is
      43, 5).

    • 3. No temas, porque yo estoy contigo; no mires
      con desconfianza, porque yo soy tu Dios (Is
      41:10).

    • 4. A mis ojos eres de gran precio, de gran
      estima y yo te amo (Is 43:4).

    • 5. Yo te enseñaré el camino que
      debes seguir y seré tu consejero y estarán mis
      ojos velando sobre ti (Sal 32:8).

    • 6. Aunque una madre se olvide de su hijo, yo
      nunca me olvidaré de ti. Te tengo grabado en la palma
      de mis manos (Is 49:15-16).

    • 7. Yo estoy contigo y te bendeciré
      adondequiera que tú vayas y no te abandonaré
      hasta cumplir mis promesas (Gen 28:15).

    • 8. Esfuérzate y ten valor, nada te
      asuste, no tengas miedo a nada; porque yo, tu Dios,
      iré contigo adondequiera que tú vayas (Jos
      1:9).

    • 9. Mira que estoy a la puerta y llamo; si
      alguno me abre, entraré a él y cenaré
      con él y él conmigo (Ap 3:20).

    • 10. Llámame y yo te responderé y
      te comunicaré cosas grandes y ocultas que tú no
      conoces (Jer 33:3-7).

    • 11. Te he amado desde toda la eternidad (Jer
      31.3).

    • 12. Con amor eterno me apiadé de ti… y
      nunca se apartará de ti mi amor (Is
      54:8-10).

    • 13. Tú eres mi hijo muy amado, en quien
      tengo puestas todas mis complacencias (Mc 1:11).

    • 14. Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc
      2:5).

    • 15. Aunque tus pecados sean rojos como la
      grana, quedarán blancos como la nieve (Is
      1:18).

    • 16. No tengas miedo, solamente confía en
      Mí (Mc 5.36).

    Amor a Jesús en la
    Eucaristía:

    Jesús nos dice:

    • 1. Yo soy el pan de vida (Jn 6:34).

    • 2. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
      vida eterna y yo lo resucitaré en el último
      día (Jn 6:54).

    • 3. Tomad y comed, esto es mi Cuerpo (Mt
      26:26).

    • 4. Y por si alguno lo duda, san Pablo insiste:
      El cáliz de bendición que bendecimos ¿no
      es acaso la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan
      que partimos ¿no es la comunión con el cuerpo
      de Cristo? (1Co 10:16).

    • 5. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa
      del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y
      de la Sangre del Señor. Examínese, pues cada
      cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien
      come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio
      castigo (1Cor 11:27-29).

    • 6. Jesús presente en la
      Eucaristía es llamado manjar de ángeles (Sab
      16:20), pan de los fuertes (Sal 78:25), pan de los cielos
      (Sal 105:40) y el pan bajado del cielo (Jn 6:51).

    El mismo Jesús nos
    dice:

    • 1. El que tiene sed, que venga a Mí y
      beba (Jn 7:37).

    • 2. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el
      fin. Al que tenga sed, le daré gratis de la fuente de
      agua viva…y seré su Dios y Él será mi
      hijo (Ap 21:6-7).

    • 3. Yo soy el pan vivo bajado de cielo, el que
      come de este pan vivirá para siempre y el pan que yo
      daré es mi carne para la vida del mundo (Jn
      6:51).

    • 4. Y Jesús nos espera en la
      Eucaristía para que vayamos a visitarlo,
      acompañarlo y hacerlo feliz, para reparar así
      tantas ofensas que recibe en el mundo entero.

    Recuerda:

    • 1. El Maestro está ahí y te llama
      (Jn 11:28).

    • 2. Señor, Tú lo sabes todo,
      Tú sabes que te amo (Jn 21:17).

    • 3. Como busca la cierva corrientes de agua,
      así mi alma te busca a Ti, Dios mío (Sal
      42:2).

    • 4. Dios mío, estás revestido de
      esplendor y majestad (Sal 104:1).

    • 5. Contemplad al Señor y
      quedaréis radiantes (Sal 33:6).

    Amor a María:

    • 1. Amemos a María por ser la madre de
      Jesús, nuestro Salvador. Ella fue anunciada en el
      Antiguo Testamento:

    • 2. He aquí que una virgen
      concebirá y dará a luz un hijo y le
      pondrá por nombre Emmanuel, que quiere decir Dios con
      nosotros (Mt 1:23; Is 7:14).

    • 3. Estando desposada María su madre con
      José, antes de que conviviesen, se halló haber
      concebido por obra del Espíritu Santo (Mt
      1:18).

    • 4. Y el ángel le dice: Alégrate,
      llena de gracia, el Señor está contigo (Lc
      1:28).

    • 5. Bendita tú eres entre todas las
      mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc
      1:42).

    • 6. Y ella misma, inspirada por Dios, dice:
      Bienaventurada me llamarán todas las generaciones (Lc
      1:48).

    • 7. Su misma prima santa Isabel la reconoce como
      madre del Señor al decirle: ¿De dónde a
      mí que la madre de mi Señor venga a visitarme?
      (Lc 1, 43).

    • 8. Jesús nos la entregó como
      madre: Ahí tienes a tu madre (Jn 19:27).

    • 9. Los primeros cristianos le reconocieron un
      puesto de honor especial. Ellos perseveraban en la
      oración con María, la madre de Jesús
      (Hech 1:14).

    • 10. En el capítulo 12 del Apocalipsis
      aparece como madre de todos. El dragón
      (Satanás) se enfureció contra la mujer y se fue
      a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los
      mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de
      Jesús (Ap 12:17).

    • 11. Por eso, todos debemos amarla, respetarla y
      escuchar el consejo que nos da de amar y obedecer a
      Jesús: Hagan lo que Él les diga (Jn 2:5). Y
      recibirla en nuestro corazón con todo cariño,
      como san Juan evangelista que, desde aquella hora, la
      recibió en su casa (Jn 19:27).

    Amor la la Iglesia:

    • 1. Ama a la Iglesia, porque es columna y
      fundamento de la verdad (1Tim 3:15).

    • 2. Jesús ha prometido que nadie la
      destruirá. Los poderes del infierno no la
      derrotarán (Mt 16:18).

    • 3. Esta Iglesia la encontramos desde sus
      inicios en Pedro, pues Jesús dijo claramente a el y a
      sus sucesores: Tú eres Pedro y sobre esta piedra
      edificaré mi Iglesia (Mt 16:18).

    • 4. Y Jesús ha prometido estar siempre en
      la Iglesia: Yo estaré con vosotros todos los
      días hasta el fin del mundo (Mt 28:20).

    Cristo prometió:

    • 1. A aquellos a quienes perdonen los pecados
      les serán perdonados (Jn 20:22).

    • 2. Cristo amó a la Iglesia y se
      entregó por ella para santificarla,
      purificándola mediante el lavado del agua con la
      palabra a fin de presentársela a sí, gloriosa,
      sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e
      inmaculada (Ef 5:25-27).

    Amor al Ángel
    Custodio:

    Dios nos ha dado un ángel para que nos
    guíe y acompañe durante toda la vida. Dios nos lo
    dice en su palabra:

    • 1. Yo mandaré un ángel delante de
      ti para que te defienda en el camino y te haga llegar al
      lugar que te he dispuesto. Acátale y escucha su voz y
      no le resistas (Ex 23: 20-22).

    • 2. Su misión es guardarte en todos tus
      caminos (Sal 91:11).

    • 3. El ángel del Señor está
      en torno a los que le temen y los salva (Sal
      34:8).

    • 4. Para el hombre hay un ángel, un
      protector entre mil que le haga ver al hombre su deber (Job
      33:23).

    Aspiración a la
    Santidad:

    ¿Quieres ser santo? Escucha a tu Padre
    Dios:

    • 1. Sed santos como vuestro Padre celestial es
      santo (Mt 5:48).

    • 2. Sed santos, porque yo, vuestro Dios, soy
      santo (Lev 19:2; 20:26).

    • 3. Los santificados en Cristo Jesús
      estamos llamados a ser santos (1Co 1:2).

    • 4. La voluntad de Dios es vuestra
      santificación (1Tes 4:3).

    • 5. Dios nos eligió desde antes de la
      creación del mundo para ser santos e inmaculados ante
      Él por el amor (Ef 1:4).

    Ser santo sería la mayor alegría
    que le puedes dar a tu Padre Dios. Pero debes dejarte hacer
    santo. Él te hará santo por el amor, porque la
    santidad es amor.

    Los Salmos:

    El libro de los salmos es un libro de oraciones para las
    diversas circunstancias de la vida. Debemos leerlos con un
    espíritu actual, aplicándolos a nuestra vida
    diaria. Los salmos brotaron de la vida de unos hombres concretos,
    que padecieron enfermedad, hambre, sed, persecución,
    guerra, exilio y otras muchas dificultades en las que
    también nosotros podemos estar inmersos. Los salmos son
    como un canto al Dios de la vida, un canto del alma que pide, que
    llora y que necesita; y se dirige a su Dios con la esperanza de
    que va recibir ayuda. Es, pues, un libro para orar la vida, para
    orar en la vida, para hacer de la vida una oración
    constante. Ellos son la flor y el fruto de un largo encuentro
    entre Dios y el hombre. Es como el producto final elaborado de
    una larga experiencia de diálogo entre ambos. En una
    palabra, los salmos son una manera práctica de orar en los
    diferentes problemas de la vida diaria.

    Sin embargo, hay que reconocer que algunos salmos de la
    Biblia contienen muchos nombres propios y expresiones
    particulares que hoy nos dicen poco. Leamos algunos salmos como
    lo expresa el Padre Ignacio Larrañaga el salmo 139
    (138):

    Salmo 139 (138)

    Señor, tú me sondeas y me conoces.
    Tú me envuelves y me amas. Tú me circundas, me
    envuelves y me amas. Si salgo a la calle, te vienes conmigo. Si
    me siento en la oficina, te quedas a mi lado. Mientras duermo,
    velas mi sueño como la madre más solícita.
    Cuando recorro los senderos de la vida, caminas a mi lado. Al
    levantarme, sentarme o acostarme, tus ojos ven mis
    acciones.

    No hay distancias que puedan separarme de Ti. No
    hay oscuridad que te oculte. No eres, sin embargo, ningún
    "detective" que vigile mis pasos, sino el padre tierno que cuida
    las andanzas de sus hijos. Y, cuando tengo sensación de
    ser un niño perdido en el páramo, Tú me
    gritas con el profeta: Aquí estoy, contigo estoy, no
    tengas miedo. Me envuelves con tus brazos, porque eres poder y
    cariño, porque eres mi Dios y mi Padre, y en la palma de
    tu mano derecha llevas escrito mi nombre en señal de
    predilección. Adondequiera que yo vaya, estás
    conmigo.

    Tú me comunicas la existencia. Eres la
    esencia de mi vida. En Ti existo, me muevo y soy. Todavía
    no ha llegado la palabra a mi boca, todavía mi cerebro no
    elaboró un solo pensamiento, todavía mi
    corazón no concibió un proyecto y ya todo es
    familiar y conocido para Ti: pensamientos, palabras, intenciones
    y proyectos. Sabes perfectamente el término de mis
    días y las fronteras de mis sueños. Dondequiera que
    esté yo, estás Tú; dondequiera que
    estés Tú, estoy yo.

    Me abrazas y me cubres con la palma de tu mano.
    Estás en torno de mí, estoy en torno de Ti.
    Estás dentro de mí; estoy dentro de Ti. Con tu
    presencia activa y vivificante alcanzas las zonas más
    remotas de mi intimidad.

    Dios mío, me desbordas, me sobrepasas, me
    transciendes definitivamente. ¡Qué razón
    tenía aquel que dijo que lo esencial siempre es invisible
    a los ojos! Eres verdaderamente grande y sublime, por encima de
    toda ponderación. Dios mío, ¿quién
    como Tú? ¡Oh presencia, siempre oscura y siempre
    clara, siempre antigua y siempre nueva! ¡Eres un misterio
    fascinante!

    ¿Cómo podría evadirme de tu
    presencia? ¿A dónde emigraría para alejarme
    de tu aliento? ¿Cómo evitar tu mirada? Si yo fuera
    un águila invencible y escalara las crestas
    altísimas coronadas de nieve para huir de tu presencia, si
    en alas de un sueño mágico alcanzara la estrella
    más distante de la galaxia más lejana para escapar
    de tu mirada, todo sería inútil, dondequiera que
    esté yo, estás Tú.

    Si yo fuera un delfín de aguas profundas y
    en una zambullida vertical me sumergiera hasta los abismos
    más impenetrables o consiguiera penetrar en la caverna
    más oscura y profunda de la tierra, también
    allí me tomarías de la mano para decirme: "Hijo
    mío, no tengas miedo". Oh Dios mío, no hay piedras
    en el fondo del río ni pez en el mar que estén tan
    rodeados de agua como yo lo estoy de Ti. No hay ave en el cielo
    que esté tan rodeada de aire como yo lo estoy de
    Ti.

    No puedo escapar de tu mirada. Estás
    conmigo. Si en un arranque de locura pidiera prestadas las alas a
    la luz que recorre trescientos mil kilómetros por segundo,
    y alzando el vuelo llegara hasta el confín donde termina
    el mundo, también allí me tomarías con tu
    mano para decirme: "Aquí estoy, contigo estoy". Tu
    presencia transforma la noche en mediodía. Adondequiera
    que yo vaya, estás conmigo.

    Tú creaste mis entrañas, estabas
    presente en el seno de mi madre desde el primer momento de mi
    concepción y guiaste la primera división celular.
    Mis padres fueron simples instrumentos tuyos, Tú eres
    verdaderamente mi padre y mi madre. Por eso, te doy gracias y te
    glorifico por haberme hecho así, por haberme creado
    portentosamente y haber hecho de mí un prodigio de tu
    sabiduría y de tu amor. Ciertamente, soy una maravilla de
    tus manos. ¡Qué fantástico es todo esto!
    ¡Tener un padre que me ama y que siempre me
    acompaña!

    Padre mío, me humillo ante Ti,
    reconociendo tu grandeza. Te abro el libro de mi vida y te pido
    que limpies y corrijas todo lo malo que hay en él. No
    permitas que mis pies den un paso en falso. No me sueltes de tu
    mano, tómame y condúceme firmemente todos los
    días de mi vida por el camino de la sabiduría y del
    amor. Amén.

    Salmo 23 (22)

    El Señor es mi pastor. Yo soy su ovejita.
    Él es mi papá que me cuida con su infinito amor.
    Él se cuida de mí y de todas mis necesidades.
    Él sabe cuándo estoy enfermo y cuándo estoy
    triste, cuándo estoy alegre y por qué. Él lo
    sabe todo y todo lo puede. Por eso, puedo decir lleno de
    confianza: Aunque pase por un valle de tinieblas, aunque muera un
    ser querido, aunque una enfermedad incurable taladre mi cuerpo o
    me sienta angustiado por los problemas de la familia o del
    trabajo, no temeré mal alguno, porque Tú,
    Señor, estás conmigo.

    Si Tú estás conmigo, ¿a
    quién voy a temer? Si Tú me cuidas,
    ¿quién me podrá hacer mal? Tú eres mi
    pastor, nada me falta. Contigo puedo dormir tranquilo, sabiendo
    que velas mi sueño. Tu vara y tu cayado me sosiegan.
    Tú dispones una mesa ante mí. Te preocupas de mis
    alimentos y, además, me preparas cada día la mesa
    de la Eucaristía, llenándome de bendiciones. Tu
    bondad y tu compasión me acompañan siempre. Y
    espero gozoso el día que me llames para estar contigo en
    tu reino, donde viviré contigo por años sin
    término, por toda la eternidad.

    Amén.

    Salmo 27 (26)

    El Señor es mi luz y mi salvación,
    ¿a quién temeré? El Señor es la
    defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
    Mi miedo ha desaparecido al saber que a mi lado está mi
    Padre Dios. Aunque un ejército organizado y en orden de
    batalla acampe frente a mi casa, mi corazón no se inmuta.
    Aunque mis enemigos se rían de mí y me hagan la
    vida imposible; aunque mi padre y mi madre me abandonen, el
    Señor me cuidará y me protegerá de todo
    mal.

    Cuando esté en peligro y la muerte llame a
    mi puerta, cuando los mastines de la depresión, de la
    enfermedad, de la incomprensión o de la soledad quieran
    entrar en mi casa, Dios me acompañará para darme
    fortaleza y me esconderá en lo escondido de su morada; me
    alzará sobre una roca inaccesible y me rodeará de
    murallas inexpugnables.

    Por eso, puedo confiar y dormir tranquilo,
    sabiendo que Dios me cuida. Puedo poner mi esperanza en Él
    y decirle a cada uno por propia experiencia: No temas. Espera en
    el Señor, sé valiente, ten ánimo y espera en
    el Señor.

    Amen.

    Salmo 39 (38)

    Señor, dame a conocer mi fin y cuál
    es la medida de mis años. ¿Cuántos
    años me darás todavía de vida? Haz que
    comprenda lo caduco que soy. ¿Quién soy yo para ti?
    Una sombra que pasa. ¿Con quién me
    compararé? Con un poco de pasto seco en el campo.
    ¿Qué son mis días a la luz de tu eternidad?
    Un soplo, una sombra fugitiva. Mi vida es un puñado de
    afanes. ¿Dónde está la razón y el fin
    de mi existencia? Soy un pobre náufrago en la noche, que
    deseo hacer pie en una roca inamovible. Señor, Tú
    eres mi roca y mi ancla. En Ti están afirmadas mis
    raíces. En tus manantiales beberé aguas de vida
    eterna. En tus brazos cálidos y poderosos dormiré
    tranquilo, mientras pasa la tempestad. Y Tú
    llenarás mis horizontes de seguridad. Tú
    serás el faro de mis noches y la estrella que me
    guía en las tinieblas. Oh Señor, en Ti sé
    que puedo esperar. Por eso, en Ti está mi esperanza.
    Tú eres mi esperanza. En Ti
    confío.

    Amén.

    Salmo 42 (41)

    Como busca la cierva corrientes de agua,
    así mi alma te busca a Ti, Dios mío. Tiene sed de
    Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver
    el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y
    día, mientras todo el día me repiten:
    ¿Dónde está tu Dios? Por eso, digo a mi
    alma: No tengas miedo, espera en Dios que volverás a
    alabarlo. Estoy acosado por mis adversarios. Lágrimas
    saladas son mi alimento y mi bebida cada día,
    lágrimas amasadas de tristeza y vergüenza, porque me
    siguen repitiendo: ¿Dónde está tu
    Dios?

    Tú, Señor, eres mi refugio y mi
    protector. Envíame tu luz y tu verdad, que ellas me
    guíen y me conduzcan por tu camino para hacer siempre tu
    voluntad. Así me acercaré ante tu altar, oh Dios de
    mi alegría, y cantaré tus alabanzas por
    siempre.

    No temas, alma mía, no tengas miedo.
    Espera en Dios y volverás a alabarlo. Salud de mi rostro,
    Dios mío. Yo te amo y yo confío en
    Ti.

    Amen.

    Salmo 46 (45)

    Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
    poderoso defensor en el peligro. Por eso, no tememos aunque
    tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar. Aunque un
    terremoto asole nuestra tierra, seguiremos alabando al
    Señor que nos conserva la vida. Aunque pierda todos los
    bienes, aunque una enfermedad venga a romper todos mis proyectos
    e ilusiones humanas, no temeré mal alguno, porque
    Tú, Señor, estás
    conmigo.

    Cuando las aguas me llegaban al cuello y
    sentía que me ahogaba, Tú me mirabas con ternura y
    con solicitud paternal revoloteaste sobre mí como un
    águila madre para darme confianza. No permitiste que las
    sombras me tragaran en la noche oscura, no permitiste que el
    miedo, la tristeza o la desesperación me arrebataran la
    paz. Me sacaste de la angustia como si de un pozo profundo se
    tratara. Me libraste de mis miedos y me colocaste en un camino
    ancho, iluminado por tu amor.

    Gracias, Señor. Si Tú estás
    con nosotros, ¿quién nos hará temblar? Si
    Tú eres nuestro padre ¿quién nos
    podrá dañar? A Ti todo amor, toda alabanza y toda
    gloria por los siglos de los siglos. ¡Bendito seas
    Señor, Dios de nuestros padres, ahora y por siempre!
    Amén.

    Amén.

    Salmo 51 (50)

    Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Por
    tu inmensa compasión borra mi culpa. Lávame y
    límpiame por dentro, porque soy consciente de que he
    pecado y estoy arrepentido. Derrama sobre mí las aguas de
    todas las fuentes sagradas para que yo quede puro como una
    criatura recién nacida. No te apartes de mí, no te
    canses de limpiarme una y otra vez. Vuelve a sumergirme en las
    aguas purificadoras de tu misericordia para que mi alma quede
    más blanca que la nieve de las
    montañas.

    Despierta en mí, Dios mío, todas
    las arpas de la alegría, pulsa las cuerdas de mis
    entrañas más íntimas. Mira mis llagas con tu
    ternura sanadora y que tu misericordia me dé la paz.
    Señor, Tú, que todo lo puedes, deposita en el nido
    de mi intimidad un corazón puro y limpio para Ti. Por
    favor, no me expulses de la luz de tu mirada. Soy pecador, he
    pecado contra Ti, pero estoy arrepentido y te pido que tu
    misericordia inunde y empape mis heridas para sentir tu
    perdón y tu amor.

    Un día, Señor, tu alegría,
    asustada como una paloma, huyó de mi casa;
    devuélvemela, que ella regrese feliz a mis aleros para que
    mi vida sea música a tus oídos y mi alma
    esté llena de paz. Líbrame de las ataduras y
    cadenas de mi egoísmo. Líbrame de la soberbia que
    me aleja de Ti. Sé muy bien que nunca desprecias a un
    corazón arrepentido y humillado. Por eso, lo único
    que puedo hacer en este momento es confiar en Ti, echarme en tus
    brazos con amor y esperar que Tú me abraces y me digas que
    todavía me amas y esperas mucho de mí. Creo,
    Señor, en tu ternura y me echo en tus brazos confiado y
    seguro. En Ti, Señor, he puesto mi confianza y sé
    que no quedaré jamás
    defraudado.

    Amen.

    Salmo 55 (54)

    Dios mío, escucha mi oración,
    atiende a la voz de mis súplicas. Hazme caso y
    respóndeme, Señor. Me agitan mis ansiedades. Me
    turba la voz del enemigo. Ellos parecen respirar violencia. Sus
    palabras parecen de fuego. Y el miedo como una fiera se clava en
    mis entrañas y me las retuerce. Tengo miedo, Señor.
    El espanto me aplana. El pavor se pega a mi cuerpo. No sé
    a dónde mirar y en qué dirección caminar.
    Por todas partes están al acecho, espiándome. Estoy
    como un náufrago sin esperanza en alta
    mar.

    Y lo que más me duele es que el que me
    traiciona ha sido mi amigo y confidente, a quien me unía
    una dulce amistad, que comía en mi casa y yo le confiaba
    mis secretos. Oh Señor, ¡quién me diera alas
    de paloma para volar e irme lejos! Habitaría en el
    desierto, lejos de los hombres, a solas contigo. Allí
    estaría a salvo del huracán que me devora y del
    torrente de sus lenguas.

    Por todas partes hay odio y violencia, pero yo
    confío en Ti. Señor, salva mi vida de la guerra que
    me hacen, porque son muchos contra mí. Ellos
    confían en su fuerza, pero yo, Señor, confío
    en Ti.

    Amen.

    Salmo 57 (56)

    Misericordia, Dios mío, misericordia, que
    mi alma se refugia en Ti. Me refugio a la sombra de tus alas,
    mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios Altísimo, al
    Dios que hace tanto por mí. Desde el cielo enviará
    la salvación, me salvará de los que desean verme
    muerto y me enviará su gracia y su lealtad. Mis enemigos
    han tendido una red a mis pasos para que sucumbiera, me han
    cavado delante una fosa, pero ellos han caído en ella. Mi
    corazón está firme, Dios mío, mi
    corazón está firme. Confío en Ti, pero
    necesito urgentemente tu ayuda.

    Tengo miedo, Señor, soy como una choza
    azotada por el vendaval. Tengo miedo de ser aventado por la
    desgracia que me envuelve como una hoja de otoño, que es
    arrancada y tirada lejos. Quiero agarrarme a Ti, mi roca
    imperturbable, y cobijarme bajo la sombra de tus alas para que
    mis acusadores se asombren al verme tranquilo y seguro entre tus
    brazos.

    Voy a cantar y a tocar. Que despierte la aurora
    con sus millones de voces que ensalzan las maravillas de la
    creación, que resuene una serenata de gloria en honor de
    nuestro Dios. Que todos los pueblos lo alaben y lo aplaudan y
    canten sus alabanzas. Que ante los poderosos de la tierra quede
    patente que Dios tiene la última palabra y que Él
    es juez de todos y que nadie se escapará de su mano. Por
    eso, quiero cantar con toda la creación y decir con todas
    las fuerzas de mi alma: Dios mío, qué grande eres.
    Tu misericordia supera las más altas montañas y tu
    amor envuelve el universo. Te daré gracias ante todos los
    pueblos y tocaré para Ti ante todas las naciones, porque
    tu bondad es más grande que los cielos y tu fidelidad
    alcanza las nubes. Elévate sobre el cielo, alma
    mía, y proclama a boca llena las alabanzas del
    Señor.

    Amen.

    Salmo 69 (68)

    Dios mío, sálvame que me llega el
    agua al cuello y me estoy hundiendo en un cieno profundo y no
    puedo hacer pie. He entrado en la hondura del agua, me arrastra
    la corriente. Estoy agotado de tanto gritar, tengo ronca la
    garganta de tanto pedir ayuda y nadie me socorre. Dios
    mío, Tú conoces mi vida, Tú sabes que soy
    inocente a pesar de todos los que me atacan injustamente.
    Señor, que no me arrastre la corriente, que no me trague
    el torbellino, que no se cierre la poza en torno a mí. Los
    que me odian sin razón son más numerosos que los
    cabellos de mi cabeza. Mis familiares me miran como a un
    extraño. Y todo esto ha sucedido, porque el celo de tu
    gloria me quema por dentro. Cuando en tu honor me entrego al
    ayuno, su sonrisa burlona asoma a su rostro y, cuando me ven
    rezar, se sientan a la puerta para dedicarme coplas mordaces,
    mientras no paran de tomar licor y
    emborracharse.

    Respóndeme, Señor, con la bondad de
    tu gracia; por tu gran compasión vuélvete hacia
    mí. No me escondas tu rostro. Estoy en peligro,
    respóndeme en seguida. Acércate a mí y
    rescátame, líbrame de mis angustias y de las
    tentaciones que me martirizan sin cesar. Busco amigos que me
    consuelen y no los encuentro. Pero yo confío en Ti.
    Tú eres mi esperanza.

    Amen.

    Salmo 71 (70)

    Señor, a Ti me acojo, ponme a salvo.
    Inclina tu oído hacia mí y sálvame.
    Sé tú mi roca de refugio. Dios mío,
    líbrame de mis perseguidores. Tú eres mi esperanza.
    Siempre he confiado en Ti, ayúdame. No me rechaces ahora
    que soy viejo y las canas me envuelven. Dios mío,
    mantén mis nervios en paz. Necesito un poco más de
    vida para cumplir mi misión.

    Mis enemigos hablan mal de mí y dicen:
    Dios lo ha abandonado, agarradlo, metedlo a la cárcel para
    que se pudra, porque nadie lo defiende. Dios mío, no te
    apartes de mí, ven aprisa a socorrerme. Defiende mi causa.
    Ahora en la vejez y en las canas no me abandones, Dios
    mío.

    Muchas veces me has salvado de peligros muchos y
    graves. Líbrame ahora de todos los peligros que me
    acechan, porque quiero cantar ante el mundo tus maravillas.
    Quiero que resuene en toda la faz de la tierra tu santo Nombre y
    yo, agradecido y feliz por haberme salvado, te aclamaré
    noche y día sin cesar, eternamente. Tú eres el amor
    de mi vida, el Dios de mi salvación y te amo con todo mi
    corazón.

    Amen.

    Salmo 90 (89)

    Señor, Tú me amabas antes que
    existiesen las cumbres nevadas y florecieran las rosas de los
    campos y brotasen los manantiales en las montañas y el
    hombre pusiera un nombre a cada cosa. Antes que el sol brillara
    en los espacios infinitos y el primer amanecer naciera en el
    horizonte, Tú me amabas y pronunciabas mi nombre. Antes
    que el canto de la primera noche arrullara las estrellas y antes
    del primer día en los billones de años de edad del
    universo, Tú pensabas en mí, porque Tú eres
    eterno.

    Cuando no existía la noche que mide el
    tiempo ni el sol brillaba en el firmamento azul, antes de la
    creación del universo, Tú, Dios mío,
    soñabas conmigo. Cuando todo era silencio y vacío
    en la eternidad del tiempo, Tú ya me acariciabas en tu
    corazón y soñabas grandes cosas para mí,
    derramando infinidad de bendiciones sobre mi
    vida.

    Oh Señor, Tú eres eterno, existes
    desde siempre y para siempre. Con el correr de los siglos, el
    hidrógeno de las estrellas se irá transformando en
    helio y los astros se irán apagando uno a uno; y el
    universo irá muriendo por falta de energía. Todo
    será silencio y vacío, pero Tú existes desde
    la eternidad y hasta la eternidad y me has hecho eterno como
    Tú. Ahora comprendo lo grande que es ser tu hijo, hijo de
    la eternidad, eternamente feliz contigo.

    Pero ¡qué frágil y fugaz es
    la vida! Aunque un hombre viva setenta años y el
    más robusto hasta noventa, pasan aprisa y vuelan.
    Enséñame, Señor, a valorar la vida y
    aprovechar bien el tiempo que me regalas. Ten compasión de
    mí, que mi vida sea alegría y júbilo para
    alabarte y bendecirte eternamente. ¡Bendice mi vida, haz
    prósperas las obras de mis manos!

    Amén.

    Salmo 103 (102)

    Bendice al Señor y a su santo nombre. No
    olvides nunca sus beneficios y sé agradecido. Él
    perdona tus pecados y cura todas tus enfermedades y te colma de
    gracia y de ternura.

    Señor, no me trates como merecen mis
    pecados. Tú eres compasivo y misericordioso, lento a la
    cólera y rico en piedad. Yo sé que, aunque mis
    pecados alcanzaran la cumbre de la más alta de las
    montañas, tu ternura alcanzaría hasta la más
    distante de las estrellas. ¿Hay alguien en el mundo que
    pueda escudriñar las profundidades del mar y logre llegar
    hasta aquellas latitudes de silencio y oscuridad? Pues mucho
    más profundo es el misterio de tu amor.
    ¿Quién consiguió alguna vez tocar con sus
    manos las cumbres de las nieves eternas? ¿Qué ojo
    penetró en las inmensidades de los espacios siderales?
    Pues bien, aunque nuestros pecados fueran tan numerosos como las
    estrellas del cielo, tu misericordia sobrepasa todas las
    fronteras del universo.

    Bendice, alma mía, al Señor y no
    olvides sus beneficios. Yo creo en su amor. Él me ama y su
    amor llena mi vida. ¡Bendito seas por siempre,
    Señor! Bendice, alma mía, al
    Señor.

    Amen

    Salmo 118 (117)

    Dad gracias al Señor, porque es bueno,
    porque es eterna su misericordia. Digan todos los hombres del
    mundo: Eterna es su misericordia. Cuando estaba en peligro de
    muerte, invoqué al Señor y me escuchó,
    poniéndome a salvo. El Señor está siempre
    conmigo, ¿qué podrá hacerme un malvado? El
    Señor es mi fuerza y mi energía, Él es mi
    salvación. Por experiencia he conocido que es mejor
    confiar en el Señor que fiarse de los poderosos. Con Dios
    a mi lado no tengo miedo. Él es mi compañero y mi
    fuerte refugio. Él es mi Dios y Salvador. Oh Señor,
    te doy gracias, porque me escuchaste y fuiste mi
    salvación.

    Estaba yo rodeado de incomprensiones, que como
    avispas venenosas me hacían la vida imposible. Los que me
    rodeaban no cesaban de murmurar contra mí, me retiraron su
    confianza, me despreciaron y me humillaron. Ante la gente, era el
    hazmerreír y todos me señalaban con el dedo. Estaba
    como un niño indefenso por la calle. Parecía que
    todos huían de mí. Me sentía como una isla
    perdida en el ancho mar. Y cuando parecía que la
    única solución era la muerte, invoqué al
    Señor y Él me socorrió. La tempestad
    amainó, las olas se calmaron en el mar y una nueva vida y
    una nueva energía recorrió mis venas. Los temores
    se dieron a la fuga, la seguridad penetró en mis
    entrañas y me sentí un hombre
    nuevo.

    ¡Bendito sea el Señor que fue mi
    refugio y mi liberación! ¡Es un milagro patente! Por
    eso, quiero cantar con los ángeles y los santos y con toda
    la creación. ¡Bendito sea el Dios de la vida que me
    salvó y me dio una nueva oportunidad de
    vivir!

    ¡Dios mío, te doy gracias!
    ¡Dios mío, yo te ensalzo! Tú eres bueno y tu
    misericordia es eterna de generación en
    generación.

    Amén.

    Salmo 127 (126)

    Si el Señor no construye la casa, en vano
    se cansan los albañiles. Si el Señor no guarda la
    ciudad, en vano vigilan los centinelas. Si el Señor no
    está de acuerdo con nuestras obras, si actuamos lejos de
    su voluntad, en vano nos afanamos y construimos grandes empresas.
    Todos nuestros proyectos se derrumbarán como castillo de
    naipes y no quedará de ellos ni el recuerdo. En cambio,
    cuando trabajamos con el Señor y hacemos su voluntad,
    aunque los malvados se opongan y el mismo diablo en persona venga
    a hacernos la guerra, Dios triunfará y nos
    protegerá y nuestras obras saldrán adelante con el
    poder de Dios.

    Ya podrán muchos matrimonios buscar tener
    hijos por fecundación artificial o por medios
    ilícitos, si el Señor no quiere, en vano se
    fatigarán. En cambio, aunque pareciera que todo estaba
    perdido y no hubiera esperanza para una mujer estéril,
    Dios puede hacer que de sus entrañas puedan surgir
    retoños que alegren su vida. Porque la herencia que Dios
    da a los que confían en Él, son los hijos, que son
    un tesoro y una bendición para sus padres. Dichoso el que
    llena con ellos su casa, porque una familia numerosa es una
    bendición de Dios y sus padres tendrán un respaldo
    en la ancianidad. Y Dios seguirá bendiciéndolos en
    los hijos de sus hijos. Amén.

    Salmo 150

    Aleluya. Alaben a Dios en la iglesia y en la casa
    y en todo lugar donde se encuentren. Alabemos al Señor por
    las maravillosas estrellas del firmamento. Alabémosle por
    la grandeza de su poder. Cantemos en su honor con todas las
    orquestas del mundo. Que toda la música de todas las
    criaturas se una para alabar a nuestro Dios. Alabémosle
    con guitarras y acordeones, con órganos y flautas.
    Alabémosle con danzas e himnos. ¡Que todo el
    universo cante: Gloria! ¡Gloria en lo más alto de
    los cielos! ¡Gloria a Dios en unión con todos los
    ángeles! Digámosle todos:

    Bendito seas, Señor, por todos los seres.
    Bendígante el desierto, la selva impenetrable y la
    inmensidad del mar. Bendígante las islas sin playas ni
    bahías y los delgados arrecifes de coral.
    Bendígante los pájaros y las flores y el limpio
    manantial y el pez que se desliza en la sima
    abismal.

    Alábente, Señor, las estrellas y
    las nubes. Digan tu gloria los montes y los puertos del mar.
    Alábente los faros de pie en el litoral y las rosaledas y
    los leños en el hogar. Te bendigan el que ara la tierra,
    el que cava en las minas, el que pesca en el mar.
    Bendígante la noche y el día.

    Que te dé gloria el gozo y te alabe el
    dolor. Te bendiga la niebla y el claro cielo azul, el hombre que
    trabaja y el hombre que descansa de su fatigada labor. Y
    también que te alabe el que busca sediento un fresco
    manantial.

    Espacios infinitos, horas innumerables, estrellas
    sin número, universo entero, bendigamos todos juntos al
    Señor. Todo lo que respira y todo lo que existe, alabe al
    Señor. Aleluya.

    Dios es amor. La vida debe ser un acto continuo de amor.
    Hay que llenar cada instante de sentido, de amor. Decir sí
    a cada instante, llenándolo de amor. Hay que vivir el
    momento presente en plenitud con Dios, en Dios, por Dios y para
    Dios. Por eso, hay que estar atentos y despiertos para
    comprometernos con lo que hacemos y hacerlo bien por amor a Dios
    y a los demás.

    Debemos estar totalmente disponibles para Dios en cada
    momento y poder decirle: Aquí estoy, Señor, para
    hacer tu voluntad. Por consiguiente, haz lo que haces de verdad y
    con profundidad. Que la raíz de todas tus cosas sea el
    amor. Así, en medio de las dificultades de cada
    día, encontrarás el camino hacia lo profundo de ti
    mismo, encontrarás a Dios y serás más
    feliz.

    El amor es el camino de la santidad y de la verdadera
    felicidad. Vive con agradecimiento. Vive con la confianza puesta
    en tu Padre Dios. No temas a la muerte, al porvenir, a la
    enfermedad, o al qué dirán… Vive cada instante,
    poniendo tu futuro y toda tu vida en las manos amorosas de tu
    Padre celestial.

    Si hay una enseñanza fundamental que nos
    enseña la Biblia, es la del amor. Que sin amor la vida se
    pudre, se envenena y nos fabricamos un infierno de odio, de
    violencia y de maldad. En cambio, con amor edificamos un cielo en
    nuestro corazón y construimos un mundo mejor a nuestro
    alrededor. Aprendamos el mensaje de la Biblia: Dios es Amor, Dios
    es un Papá, Dios es mi papá. Y yo tengo que amarlo
    y confiar en Él para ser feliz y alcanzar mi
    realización personal como ser humano, cumpliendo
    también fielmente su voluntad.

    Tú y yo, todos tenemos una misión que
    cumplir en la vida. Es la de amar sin descanso a todo y a todos.
    El Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo, te
    llenará de su amor. Repite constantemente: Ven,
    Espíritu Santo. Jesús, el Amor de los amores, te
    espera en la Eucaristía, en unión con el Padre y el
    Espíritu Santo. Allí está el cielo en la
    tierra.

    Que tu oración personal de cada día sea un
    diálogo amoroso con Dios. Si puedes, hazla delante del
    cielo de la Eucaristía. Es el mejor lugar del mundo, donde
    más cercana se siente la presencia de Dios. Allí
    está Jesús, el mismo Jesús de Nazaret que
    sanaba a los enfermos y bendecía a los niños y que
    es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Él quiere
    bendecirte, sanarte y hacerte feliz.

    Te deseo un buen viaje por el camino de la vida con
    Jesús, confiando en tu papá Dios, con la ayuda del
    Espíritu Santo y con la guía iluminadora de la Su
    Palabra en la Santa Biblia.

    La palabra de Dios no
    queda

    infecunda en quienes
    la

    escuchan con
    fe.

    (San
    Agustín)

    La Biblia es un pan bendito, un alimento sabroso, un
    medio importantísimo de santificación.
    Ningún cristiano puede prescindir de la Palabra de vida,
    ni tampoco del Pan de vida de la Eucaristía. Los dos deben
    ir unidos: Leer la palabra y visitar, adorar y recibir a
    Jesús en la Eucaristía.

    Jesús es la luz del mundo y quiere que nosotros
    también seamos luz del mundo. Por tanto, no podemos
    prescindir de la luz inmensa que sale de la Palabra divina. Con
    la Palabra de Dios, podemos llegar a amar de verdad a nuestra
    Iglesia.

    Sintámonos orgullosos de nuestra Iglesia, leamos
    y vivamos lo que dice Dios en su Palabra. Y prediquemos sin
    descanso por todas partes nuestra fe para que otros muchos puedan
    llegar a encontrar en la Biblia la luz que ilumina sus vidas; y
    en Jesús al amigo que siempre los espera, su Dios y
    Salvador, que los ama infinitamente.

    Que Dios te bendiga.

     

     

    Autor:

    Jorge Edgardo Oportus Romero

     

    Partes: 1, 2
     Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter