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Hacen falta padres accesibles y envueltos emocionalmente
con sus hijos, especialmente, con los varones. Si el papá
logra abrir su mundo emotivo frente a ellos, éstos, se
sentirán más seguro como hombres.
Hechos:
El modelo tradicional limitó la paternidad a
la provisión material.Pero los hijos necesitan, psicológica y
biológicamente, estar con sus papás.Es necesario que los hombres se permitan ser
más espontáneos con todos sus hijos
— especialmente con los hijos varones.
Los hombres están en fuga. Los hombres no
funcionan. Son frases que, de tanto repetir, terminan por
volverse axiomáticas.
Sin embargo, a la hora de pensar en qué pasa con
los varones, la realidad muestra que los parámetros
tradicionales sobre la masculinidad entraron en crisis hace
años y que no hay nuevos modelos — que sean claros — a
la vista.
El terapeuta Robert Bly, especialista en
problemáticas masculinas, plantea que una forma de
encontrar el camino hacia una nueva manera de ser hombres es que
los varones se propongan una paternidad más activa, con
mayor presencia real, porque — dice Bly — nuestra sociedad
"tiene hambre de padres".
"Hasta hace un tiempo estaba claro cómo
construían los hombres el edificio de su masculinidad —
agrega —. Era sobre las cuatro "p": producir, proveer, proteger
y ser potente. Si un hombre producía, proveía,
protegía y era potente tenía el certificado de la
masculinidad…
Pero hoy nada es igual. Ni para los varones
jóvenes ni para los hombres mayores, porque nadie tiene
nada por seguro. Es hecho que, un hombre que no produce:
¿qué va a proveer? La idea de la provisión
masculina está muy ligada a lo material. Sin embargo, en
el terreno de la paternidad es letal que el hombre sólo
provea lo material. (Véase mi artículo: Hombre:
Emperador sin Atuendos).
¿Esto qué quiere decir?
Que socialmente no se espera que el padre sea proveedor
emocional. "Que a mi hijo no le falte nada material", eso se
considera ser un buen padre. Pero es muy habitual que los hijos
le reclamen al padre — a ese mismo padre que les compró
siempre las mejores ropas — no haber estado ahí cuando
recibió un diploma o que siempre llegaba del trabajo a la
casa, tarde y cansado — si es que, del todo, llegaba. El hijo
está hablando de que le faltó su presencia. Ver al
padre, compartir con él la vida cotidiana, significa ir
entendiendo cómo es un varón de cerca, que muestra
en forma espontánea su mundo emocional.
¿Pero hay varones distintos?
Sí, hay varones más jóvenes que
salieron del modelo del hombre acorazado en su estereotipo. Pero
muy a menudo adoptan un modelo de sensibilización que es
copia del conocido, el femenino, porque no hay modelo masculino
de presencia emocional. Yo puedo ser tierno, pero yo nunca voy a
ser tierno como una mujer. Y a mí como varón no me
hará bien adoptar esa ternura, porque me estaré
travistiendo emocionalmente. Me pueden confundir con algo que no
soy, ni quiero ser.
¿Y los padres que cambian pañales, dan
de comer, limpian…?
Se puso mucho el acento que ser un padre nuevo pasa por
ahí. Pero la cuestión es empezar a estar presente
en la vida del hijo desde el momento de la gestación. Yo
no veo que esto haya mejorado mucho. Si no se hace un trabajo a
partir de ese momento es ahí donde comienza a generarse la
ausencia emocional del padre. Lo nuevo pasa a estar presente en
todas las etapas de crecimiento de la vida del hijo de una manera
diferente de la de la madre. Un hombre viste al niño e
inmediatamente viene la crítica: "Pero le pusiste la
camisa de ir a misa y el pantalón de jugar". El hombre es
descalificado y termina creyendo que no sabe. No es que no sabe,
es que lo hace distinto.
El padre propone explorar el mundo externo. El padre es
quien incita y participa en aquellas cosas que
supuestamente son peligrosas: montar bicicleta, subir a
un árbol, hacerse amigos de muchachos desconocidos en la
playa… El padre está ahí. Y esto es muy
importante. Porque el cordón umbilical emocional que queda
entre el hijo y la madre, o lo corta el padre o un varón
con funciones paternas — o nadie lo corta.
¿Y si no hay un padre?
Hay que buscar un varón. Si no es el papá
hay amigos, tíos, abuelos, terapeutas. Porque una mujer no
puede ser, ambos a la vez: madre y padre. (Véanse mis
artículos: La Madre es Necesaria y Amor de
Madre).
Puede ser la mejor madre posible, pero no el mejor
padre.
Se plantea que hacen falta padres más presentes,
y al mismo tiempo que el varón está en fuga.
¿Son caras de una misma moneda?
Claro. La paternidad es un espacio privilegiado para que
el varón regrese de esa fuga y pueda reinstalarse en una
nueva forma de masculinidad. La paternidad es un lugar donde el
varón puede rehabilitar su propio mundo emocional. La
mayoría de los varones adultos no están conformes
con la relación que mantuvieron o que todavía
mantienen con el propio padre. Entonces, al plantear la necesidad
de un cambio — algo que en el hombre aparece cuando realmente
se siente muy mal, porque el varón es más reacio a
consultar — aparece también la posibilidad de reparar la
herida de la ausencia que él pudo haber tenido de su
propio padre.
Pero plantearse la paternidad de un modo nuevo
posibilita, además, habilitar de una manera distinta a las
generaciones siguientes para gestar hombres
diferentes.
¿Y cómo empezar a ser un padre
"diferente"?
No es tan difícil como parece. Se puede empezar
preguntándole al hijo simplemente: ¿cómo
estás? Esta es una pregunta que no se hace demasiado. O se
pregunta al pasar y los padres siguen de largo. La idea es que
ese padre ejercite la escucha receptiva, algo que los varones no
tenemos. Un varón generalmente cree que cuando una mujer o
un amigo le hablan, él va a tener que dar una
solución o respuesta. Pero con un hijo, en cambio, se
puede aprender a preguntar cómo estás y quedarse
escuchando, no salir corriendo a hacer algo. Esa es la escucha
receptiva.
¿Es bueno que el hombre esté
solo?
¿Por qué ellos suelen formar pareja
más rápido que la mujer luego de separarse o
enviudar?
"En tanto las mujeres se empiezan a dar cuenta de que
muchas de las cosas para las cuales se creían
inhabilitadas o discapacitadas no eran tales, como trabajar,
abrir una cuenta en el banco, cambiar una goma — dice Robert
Bly — el varón, para salir al mundo externo y pelear,
ser exitoso, competitivo, ha tenido que disociarse de lo
emocional, porque lo emocional debilita. La duda, el miedo no
están permitidos para el varón. (Véase:
Iron John: A Book About Men por R. Bly y mi ponencia:
La Ergofobia).
Por eso, cuando se quedan solos, los hombres sienten que
cualquier contacto con ese mundo emocional que antes le
cubría su mujer lo va a debilitar. A partir de la
separación quizás estuvo con muchas, pero no pudo
desarrollar ningún aspecto abolido de sí mismo,
como en cambio sí seguramente lo hizo su ex
mujer.
No fue y se buscó una casa que no fuera una
guarida, no eligió las cortinas, la vajilla. Él
cree que necesita una presencia femenina para cumplir con esto.
Cree eso y cree que sólo no sabe cómo hacerlo, y
además no pregunta. Un varón nunca pregunta
cómo se hace. Hace — y así se consigue otra
mujer, de las tantas que abundan.
Nuevos desafíos
Cuando un hombre llega a la consulta es porque
tocó fondo. Pero siempre llega con un anhelo de
cambio. No sabe cómo hacerlo, pero quiere vivir de
otra manera.
Muchos hombres que se divorcian se alejan de sus
hijos porque no quieren que los vean débiles o
caídos. Pero mostrarse así, como hombres
reales, y luego levantarse, es una lección de
vida.
Muchos padres dicen: No sé de qué
hablar con mi hijo… Pero, si están dispuestos, el
tema surgirá.
En resumen
Este mundo complejo necesita papás que sean
efectivos y eficientes como hombres y como maridos.
La hembra también se beneficia de su presencia y
de su impacto — pero ella es privilegiada, si es que goza de la
presencia de una buena mamá.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca