La poesía modernista de Silva y Valencia –
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La poesía modernista de Silva y
Valencia
Escribir sobre la poesía de tan brillantes bardos
no es una actividad tan compleja, por cuanto se trata de los
más grandes representantes del Modernismo colombiano
(posiblemente los dos poetas más importantes de Colombia),
de quienes se ha escrito mucho en libros y revistas. Silva,
además es uno de los mejores vates latinoamericanos,
porque fue el renovador de la métrica y del ritmo en la
poesía de nuestro continente. Su estilo se caracteriza por
un decidido afán de despojar a la realidad de su
vitalidad. Sin duda alguna, su "Nocturno III" es la más
grandiosa pieza poética en nuestro país.
Silva, como precursor del Modernismo, y Valencia, como
el más sobresaliente representante de ese movimiento, nos
colmaron de delirio con su obra poética. Con mucho
merecimiento el excelso poeta cartagenero P. P. Vargas Prins
diría que "De Silva José Asunción, /
bogotano ciento por ciento, / hacemos con grande acierto / de su
Nocturno mención. / Lo escribió con
perfección; / pero Colombia no olvida / que, convertido en
suicida / – con razón o sin razón – /
partiéndose el corazón, / también se
partió la vida". Acomodando unos versos de Vargas Prins,
puedo trovar que "Guillermo Valencia, el esteta, / con su excelsa
poesía, / trovada con sonora melodía, / se
elevó como un cometa. / Se encumbró como poeta / en
el campo modernista, / y tuvo cupo en la lista / que integran
valiosos nombres, / quienes, con vibrantes plumas, / ganaron
prestancias sumas / que enaltecieron sus nombres. Silva, "el
poeta más ambicioso y más estable que ha dejado la
literatura colombiana",1 y Valencia, el Centauro del Modernismo,
además de excelsos poetas, fueron brillantes intelectuales
que leyeron ávidamente a grandes autores, de quienes
recibieron una gran influencia.
Mientras que la poesía de Silva se mantiene
vigente, la de Valencia se evapora fácilmente. Ello se
debe a la sensibilidad agudísima que caracteriza y
singulariza al primero, y a la falta de emoción
auténtica del segundo, por lo cual su poesía no es
actual ni perdurable. "Las posibilidades de Guillermo Valencia
fueron enormes y se aproximó a la verdadera poesía
pero le faltó un aliento: identidad".2
Estos dos poetas se preguntaron por la complejidad de la
existencia y por el hombre, sin obtener respuesta satisfactoria.
"Silva nunca entendió el mundo en que le tocó
vivir", según uno de sus estudiosos. En algunos de sus
poemas, Silva "se pregunta por el destino del hombre
después de la tierra"3. José Asunción Silva
"fue un espíritu rebelde, atormentado, incomprendido y
perseguido por un destino trágico"4. La poesía de
Silva es de una autenticidad inconfundible, fina, elegante y
profunda. Toda la obra de Valencia "es un conflicto entre el
hombre y el destino"5.
La obra de Silva es corta pero de una perfecta
modulación, expresiva y misteriosa, triste y vaga;
señal evidente de un alma atormentada y sometida al embate
constante de fuertes y misteriosos vientos, de oscuros presagios
y secretas torturas. Silva es un poeta de interioridades. Su
poesía es una poesía de ondulaciones dolorosas.
Persigue ideales que se salen de lo común, empresas
cósmicas que suponen un tipo de aniquilación
interior que hallamos plenamente reflejada en su obra. Su
poesía también es dantesca, desgarradora, portadora
de visiones nostálgicas e iniciativas donde la
visión normal de las imágenes es trascendida por
una especie de videncia que anticipa los acontecimientos
funestos, bien sea, a través de experiencias
oníricas o por medio de estados anímicos
específicos: "Anoche, estaba sólo y ya medio
dormido, / mis sueños de otras épocas se me han ha
aparecido. / Los sueños de esperanzas, de glorias, de
alegrías / y de felicidades que nunca han sido
mías". De sus poemas emana un ritmo poético nuevo;
se escucha una musicalidad diferente y desconocida para la
poesía. Silva nos legó un gran número de
poemas inmortales (Los "Nocturnos", "Crepúsculo",
"Triste", "Los Maderos de San Juan", "Midnigtht Dreams", etc). Su
misteriosa, conmovedora y desoladora poesía, es
expresión personal de musicalidad ("por aquel de quien
eres todas las alegrías"), corrección,
precisión, ritmos y metros; fondo amargo y desesperado,
pesimismo, amarga ironía, realismo puro. "La vida
trágica y apasionante de este hombre es esencialmente
romántica".6 Se sentía sólo dentro de una
sociedad mediocre donde su espíritu fue siempre superior
al de los contemporáneos. Silva "se burló de los
románticos, y murió como un
romántico".7
En sus versos, que son una lucha entre la fuga y la
realidad, enfrenta el mundo arrancando la careta a las mujeres
que aman, son felices y procrean. "La sencillez de José
Asunción Silva es natural: ni palabras exóticas ni
versos almidonados y altisonantes. Con él, termina
momentáneamente la poesía "enyesada". Silva le
otorga sílabas de música, amor, sueño y
fantasía. Era un creador de quilates puros".8 En sus
contextos simbólicos encontramos amor constante más
allá de la muerte, sin conceptualismos mediante el velo en
penumbras del verso. La desolación y la muerte recorren su
obra. Sus nocturnos son escenas de amor con final trágico.
En su obra hay voces de infancia (donde parece haber recuperado
el tiempo perdido), fuga del presente, voces eróticas
("jamás se han acercado con carnales deseos"),
doble moral social; "su poesía no admite lo exótico
ni lo prosaico… su universalismo es incuestionable; su verso se
nutre de las conquistas formales y estilísticas de sus
contemporáneos, y sabe darle su orquestación
personal".9 Es en su poesía vaga, musical y
patética donde deben buscarse nuevas significaciones, en
el eco de las palabras sometidas a la forja de vulcano; la
palabra es ante todo síntesis y sólo se emite luego
de haber sido "transubstanciada" en el alma del poeta, siendo a
la vez portadora de la realización, las palabras no
sólo son imágenes, sino que se convierten en
esencia pura, en verbo íntimo generado a partir de un
pensamiento sometido a las más profundas mutaciones:
"El verso es vaso santo: poned en él tan sólo,
/ un pensamiento puro, / en cuyo fondo bullan hirvientes las
imágenes, / ¡como burbujas de oro de un viejo vino
oscuro!".
La poesía de Valencia revela un estilo nuevo, muy
original para la época en que trovó; versos
logrados estéticamente, muy depurados, despojados de
sentimentalismo propio de la era romántica; tocados de
elegancia verbal y también afectados de cierta elocuencia.
Su metro es alejandrino y emplea con preferencia una cadena de
hemistiquios de siete sílabas. En su rima ofrece la
novedad de combinaciones de palabras de uso completamente
desconocido entre los clásicos. Esta poesía es de
carácter simbolista: el poeta es la expresión de la
humanidad al igual que el camello lo es del desierto. "En su
poesía aparecen varias tendencias: la del orador que
cuenta las cualidades de los escritores (Caro, Silva), la del
músico que otorga a la palabra la flexibilidad y el clima
de la discusión y los tonos de gravedad y marcialidad, y
como conciliador del verso, el cual era para él la clave
de la poesía".10 En Valencia se conjugan elementos del
escritor clásico, romántico, parnasiano y
simbolista. En su estilo se destaca la pureza formal del lenguaje
en armonía con innovadoras imágenes. Es objetivo y
descriptivo; resulta deslumbrante en algunos de sus cuadros
poéticos ("Cigueñas Blancas", "San Antonio", "Los
Camellos", etc.). Con frecuencia resulta hoy un tanto frío
y académico, más anecdótico que
estremecedor. Su obra adolece de cierta retórica, propia
del modernismo. "Nuestro modernismo apenas dejó un poeta
mayor en pleno y profundo sentido de la palabra: Guillermo
Valencia".11 En el poema "San Antonio y El Centauro", San Antonio
da a conocer su origen espiritual manifestado que se halla fuera
de las glorias terrenas y que su única razón de ser
es la gloria de Jesucristo; el centauro replica que Cristo no es
superior a los dioses del Olimpo griego; por su parte San Antonio
replica que son ídolos con alma: "El Centauro: No
puede nuestro Cristo competir con Apolo / con el hijo soberbio
del ceñudo de Latona, / que en los brazos de Dafnis al
amor se abandona, / o lleva el ígneo carro que
volcó faetone / por los campos azules del abierto
horizonte…".
Valencia emplea con calidad insuperable el verso
alejandrino con una combinación matemática de
sonidos medios en su cadencia y en sílabas armoniosamente
rimadas como si fuese una sinfonía. "Los Camellos" es una
composición que describe el tránsito de los
camellos a través del desierto, en donde relaciona su
color, origen y formas y su mirada a la existencia de los poetas
que transitan por el desierto de la belleza, el bien y la bondad:
"Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices
/ de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia, / los cuellos
encogidos, / hinchadas las narices, / a grandes pasos miden un
arenas de Nubia…" En "Ritos" se enfrenta a la palabra
sobria y exacta, al sentimiento plástico y a la
metáfora atrevida que busca develar un
misterio.
Valencia explora nuevas riquezas del lenguaje
modernista, sus metáforas, sus temas exóticos o
históricos. Rara vez vuelve sobre sí mismo. "Las
posibilidades de Guillermo Valencia fueron enormes y se
aproximó a la verdadera pero le faltó aliento: la
identidad. El representa el perfil de una época: el choque
brutal con un siglo apocalíptico".12
El contraste de estos dos poetas es completo. Lo mejor
de Silva está en sus poemas más personales y
subjetivos, colmados de un oscuro misterio, que es el de su vida
misma y del mundo enigmático que él vislumbra desde
su abismo psicológico. Valencia, en contraste, es
narrativo o descriptivo; muy poco habla se sí mismo. En
tanto que los temas predilectos de Silva son la doble moral
social, reflejos de vida y muerte, amor, retorno al pasado, a la
infancia feliz, el pesimismo ante el presente y la falta de fe en
el futuro, la sátira a la sociedad en que vive y la
evasión hacia un mundo irreal; los de Valencia son las
cigüeñas, los centauros, los camellos, Erasmo, Job,
César, etc. Es precisamente esta temática la que le
resta calor y emotividad a sus poemas, por lo cual hoy son
más admirados que compartidos. Su obra colma toda un ciclo
de la vida nacional, imponiendo su sello, su gusto, su
estética. Mientras que a Silva hay que estudiarlo en el
instante dramático de su muerte ("Sólo al morir
nace verdaderamante",13 Valencia, en la plenitud, un tanto
paganizante, de su existencia. La clave de Silva está en
las causas recónditas que le llevan al suicidio ("El
balazo suicida desangra el corazón de la poesía
colombiana"14). Las extrañas e insondables razones de su
autoeliminación explican sus enigmáticos poemas.
"El hombre muere de suicidio como suele morir de tifus; ambas son
enfermedades infecciosas", solía decir. "Incomprendido en
el hogar y en la sociedad de su tiempo termina con su vida".15
Parece ser que el único ser que lo comprendió fue
su hermana Elvira.
Analizados algunos de los poemas de Silva, se percibe
que sus versos (los del "Nocturno III", por ejemplo), plenos de
melancolía, revelan la soledad del poeta ante la
pérdida de la mujer amada. Sus recuerdos se remontan a los
momentos de felicidad que vivió con ella; pero su
presencia le ha sido negada por la muerte que ha creado la
distancia entre los amantes. El "Nocturno III", la obra maestra
del modernismo, "es una poema matemático, einstenio, donde
se asienta el decálogo de la vanguardia modernista".16
Tiene movimientos cortos ("una noche") y largos
("una noche llena de perfumes, de murmullos y de
música de alas"). "Su estructura es tan simple como
la de una red de araña: evocación, musicalidad,
sentimiento y, ante todo, su natural hálito vital".17 Es
una elegía a sus hermana Elvira. "Abúlico, a veces,
pasional, otras; irónico, casi naturalista, otras tantas;
tierno y moderno las más, José Asunción
Silva pudo haber escrito un solo poema, su imperecedero "Nocturno
III" ("una noche, / una noche toda llena de murmullos, de
perfumes y de música de alas"), y con eso haber
sembrado los pilares fundamentales del modernismo. Sus "Gotas
Amargas" (semejantes a los "Abrojos" de Rubén
Darío, 19887), figuran, además, como preludio del
vanguardismo del siguiente siglo".18 Hay derroche de talento
poético en Silva cuando trova versos tan arrobadores como
("si entrevieras dormida a aquel con quien tú
sueñas, /tras horas de baile rápidas y
risueñas") o ("si en los locos, y profundos
abrazos / agonizaras soñaras de placer en sus
brazos").
Con su poesía, Valencia crea un universo personal
matizado de historia, cultura y religión,
cantándoles a figuras bíblicas y héroes
latinos y griegos. "Acuña voces simbolistas con niveles de
un neorrenacentismo. Su centro es el pensamiento que siente. En
estas texturas de su tendencia, su obra clave aparece como un
híbrido entre la cultura (pintura, literatura, leyendas),
el mito griego, el mundo bíblico, medieval y
renacentista".19 Su obra poética está conformada
por 188 poemas. Su mínima producción, caracterizada
por su estilo intelectual y preciosista, estuvo determinada por
su lema "Sacrificar un mundo para pulir a un verso". Valencia es
un bardo que se inspira cada vez que lo desea; vemos que lo marea
el elán que lo motiva, siendo muy expresiva su
dócil pluma que emplea. En su temática sobresale el
mundo oriental, lo clásico griego y romano, el
Cristianismo, lo medieval, lo renacentista, la modernidad y
Colombia. "¿La poesía de Valencia trasciende sus
propios motivos y propone una actitud del hombre ante el
destino?".20
Silva, considerado por Tomás Carrasquilla como
"el segundo lírico de la lengua castellana",21 en sus
versos transmite "una tristeza desesperada, proyecta con ritmos
nuevos, una visión sarcástica del mundo pero tiene,
ante todo, un sentido de la musicalidad del verso que lo proyecta
como uno de los mejores poetas de
Hispanoamérica".22
Guillermo Valencia es un artífice del verso y sus
poemas son obras pulidas, elegantes, de magnificencia verbal. La
cuestión en Valencia, el poeta más amado y odiado
de Colombia, cuya poesía ha sido glorificada y denigrada,
"es saber si fue un poeta redondo, dotado de un mundo personal, o
si fue un poeta más concentrado en lo formal".23
Según Eduardo Camacho Guizado, "Valencia no siempre
consigue expresar un sentimiento americano ni justamente
europeo".24
Silva, en "Los Maderos de San Juan" evoca la infancia
(posiblemente el único estadio de su vida en que fue
feliz). En las rodillas seguras y firmes de la abuela nos muestra
una sensación muy dulce de arrullo: ("Aserrín,
/ aserrán, / los maderos de San Juan / piden queso, piden
pan"). Valencia, en su poema "El Circo", muestra la
elevación del hombre desde el lodo hacia la salud, de
auténtica civilización y progreso, asido a la cruz
del Mesías.
En su "Nocturno III", Silva evoca el pasado con su
hermana antes de morir, presentando imágenes que sugieren
perfumes y música de alas; asimismo, capta la realidad
tangible de la muerte de Elvira, abrumado por el recuerdo y la
soledad. Valencia expresa piedad por los humildes, los
desheredados, los que lloran y los que trabajan sin esperanza
("Anarkos"). Trova sobre la miseria del proletariado, su
reacción y lucha contra el capitalismo: "Son los
ciervos de pan: fecunda horda / que llena el mundo de / vencidos.
Llama / ávida de lamer. Tormenta sorda / que sobre el Orbe
enloquecido brama, / y son sus hijos pálidas legiones / de
espectros que en las noches de sus cuevas, / el ritmo de sus
tristes corazones, / viven soñando con auroras
nuevas…" Además, hace un símil con el perro
que son los hombres cansados y tristes que, expuestos a todos los
peligros, buscan el pan cotidiano: "En el umbral de la
pavorosa puerta, / sucia la piel y el cuerpo entumecido / he
visto el rayo de una luz incierta, / un pero melancólico
dormido. / ¿En qué sueña? Tal vez
árida fiebre / cual un espino sus entrañas hinca /
o le finge los pasos de una liebre / que ante sus ojos descuidada
brinca…".
En "Voz de Marcha", poema en el que Silva manifiesta su
preocupación por el más allá, nos muestra
como un joven se detuvo a la orilla del camino de la vida para
maldecir la existencia que no guarda sino oscuridad, mentira y
tristeza. Alentado por una misteriosa voz que lo motivó
para seguir al más allá, "el joven continuó
su viaje, y mientras secaba sus lágrimas, el viento
suavizaba su rostro y lo acompañaba a la luz de las
estrellas".25 En ese poema ondean el misterio y el pesimismo:
"A orillas de la senda de la vida, / ya fatigado se
sentó el mancebo, / y murmuró con voz dolorida: /
cansada el alma llevo // Inútil es seguir, ruda la carga;
/ de la existencia humana sólo brota / honda tristeza,
pertinaz y amarga, / cual de laúd la nota. // No alumbra
en el futuro luz de aurora; / en lo más hondo el
entusiasmos ha muerto; / sólo eres esperanza
soñadora / miraje del desierto…" En "Los Camellos",
Valencia trova sobre la marcha de éstos por el desierto,
"como símbolo de los poetas que surcan el mundo en busca
de inspiración y que son testigos del dolor
humano".26
1 AYALA POVEDA, Fernando. Manual de Literatura
Colombiana. Educar Editores, Bogotá, 1984, pág.
117
2 Ibídem, pág. 117.
3 ALVARADO TENORIO, Harold. José Asunción
Silva. Colombo-americano, Bogotá., 1982, p. 18.
4 FRANCO, Lourdes. Literatura Hispanoamericano.
Editorial Limusa, S. A., México, 1994, pág.
237.
5 AYALA POVEDA, Fernando. Op. Cit. pág.
127.
6 AYALA POVEDA. Op. cit. pág. 117.
7 PEÑA GUTIERREZ, Isaías. Manual de
Literatura Latinoamericana. Educar Editores, Bogotá, 1987,
pág. 117).
8 AYALA POVEDA, pág. 121.
9 Ibídem, pág. 125.
10 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
127.
11 Ibídem. pág. 116.
12 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
117.
13 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. 125.
14 Ibídem, pág. 117.
15 ARANGUREN F., Stella. Habilidades del Lenguaje. Pime
Editores, Bogotá, 1984, pág. 216.
16 AYALA POVEDAD, Fernando. Op. cit. pág.
119.
17 Ibídem, pág. 119.
18 PEÑA GUTIERREZ, Isaías. Op. cit.
117.
19 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. Pág.
127.
20 AYALA POVEDA, Fernando. pág. 128.
21 REVISTA DOMINAL, Vanguardia Liberal. Bucaramanga,
4/ENE/98, pág. 6.
22 FRANCO, Lourdes. Op. cit. 237.
23 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
127.
24 CMACHO GUIZADO, DUARDO. Sobre Literatura
Hispanoamericana y Colombiana. Colcultura, Bogotá, 1978,
pág. 140.
25 ARANGUREN F., Stella. Op. cit. pág.
217.
26 Ibídem, pág. 219.
Autor:
Luis Ángel Rios