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La poesía modernista de José Asunción Silva y Guillermo Valencia




Enviado por Luis Ángel Rios




    La poesía modernista de Silva y Valencia –
    Monografias.com

    La poesía modernista de Silva y
    Valencia

    Escribir sobre la poesía de tan brillantes bardos
    no es una actividad tan compleja, por cuanto se trata de los
    más grandes representantes del Modernismo colombiano
    (posiblemente los dos poetas más importantes de Colombia),
    de quienes se ha escrito mucho en libros y revistas. Silva,
    además es uno de los mejores vates latinoamericanos,
    porque fue el renovador de la métrica y del ritmo en la
    poesía de nuestro continente. Su estilo se caracteriza por
    un decidido afán de despojar a la realidad de su
    vitalidad. Sin duda alguna, su "Nocturno III" es la más
    grandiosa pieza poética en nuestro país.

    Silva, como precursor del Modernismo, y Valencia, como
    el más sobresaliente representante de ese movimiento, nos
    colmaron de delirio con su obra poética. Con mucho
    merecimiento el excelso poeta cartagenero P. P. Vargas Prins
    diría que "De Silva José Asunción, /
    bogotano ciento por ciento, / hacemos con grande acierto / de su
    Nocturno mención. / Lo escribió con
    perfección; / pero Colombia no olvida / que, convertido en
    suicida / – con razón o sin razón – /
    partiéndose el corazón, / también se
    partió la vida". Acomodando unos versos de Vargas Prins,
    puedo trovar que "Guillermo Valencia, el esteta, / con su excelsa
    poesía, / trovada con sonora melodía, / se
    elevó como un cometa. / Se encumbró como poeta / en
    el campo modernista, / y tuvo cupo en la lista / que integran
    valiosos nombres, / quienes, con vibrantes plumas, / ganaron
    prestancias sumas / que enaltecieron sus nombres. Silva, "el
    poeta más ambicioso y más estable que ha dejado la
    literatura colombiana",1 y Valencia, el Centauro del Modernismo,
    además de excelsos poetas, fueron brillantes intelectuales
    que leyeron ávidamente a grandes autores, de quienes
    recibieron una gran influencia.

    Mientras que la poesía de Silva se mantiene
    vigente, la de Valencia se evapora fácilmente. Ello se
    debe a la sensibilidad agudísima que caracteriza y
    singulariza al primero, y a la falta de emoción
    auténtica del segundo, por lo cual su poesía no es
    actual ni perdurable. "Las posibilidades de Guillermo Valencia
    fueron enormes y se aproximó a la verdadera poesía
    pero le faltó un aliento: identidad".2

    Estos dos poetas se preguntaron por la complejidad de la
    existencia y por el hombre, sin obtener respuesta satisfactoria.
    "Silva nunca entendió el mundo en que le tocó
    vivir", según uno de sus estudiosos. En algunos de sus
    poemas, Silva "se pregunta por el destino del hombre
    después de la tierra"3. José Asunción Silva
    "fue un espíritu rebelde, atormentado, incomprendido y
    perseguido por un destino trágico"4. La poesía de
    Silva es de una autenticidad inconfundible, fina, elegante y
    profunda. Toda la obra de Valencia "es un conflicto entre el
    hombre y el destino"5.

    La obra de Silva es corta pero de una perfecta
    modulación, expresiva y misteriosa, triste y vaga;
    señal evidente de un alma atormentada y sometida al embate
    constante de fuertes y misteriosos vientos, de oscuros presagios
    y secretas torturas. Silva es un poeta de interioridades. Su
    poesía es una poesía de ondulaciones dolorosas.
    Persigue ideales que se salen de lo común, empresas
    cósmicas que suponen un tipo de aniquilación
    interior que hallamos plenamente reflejada en su obra. Su
    poesía también es dantesca, desgarradora, portadora
    de visiones nostálgicas e iniciativas donde la
    visión normal de las imágenes es trascendida por
    una especie de videncia que anticipa los acontecimientos
    funestos, bien sea, a través de experiencias
    oníricas o por medio de estados anímicos
    específicos: "Anoche, estaba sólo y ya medio
    dormido, / mis sueños de otras épocas se me han ha
    aparecido. / Los sueños de esperanzas, de glorias, de
    alegrías / y de felicidades que nunca han sido
    mías". De sus poemas emana un ritmo poético nuevo;
    se escucha una musicalidad diferente y desconocida para la
    poesía. Silva nos legó un gran número de
    poemas inmortales (Los "Nocturnos", "Crepúsculo",
    "Triste", "Los Maderos de San Juan", "Midnigtht Dreams", etc). Su
    misteriosa, conmovedora y desoladora poesía, es
    expresión personal de musicalidad ("por aquel de quien
    eres todas las alegrías
    "), corrección,
    precisión, ritmos y metros; fondo amargo y desesperado,
    pesimismo, amarga ironía, realismo puro. "La vida
    trágica y apasionante de este hombre es esencialmente
    romántica".6 Se sentía sólo dentro de una
    sociedad mediocre donde su espíritu fue siempre superior
    al de los contemporáneos. Silva "se burló de los
    románticos, y murió como un
    romántico".7

    En sus versos, que son una lucha entre la fuga y la
    realidad, enfrenta el mundo arrancando la careta a las mujeres
    que aman, son felices y procrean. "La sencillez de José
    Asunción Silva es natural: ni palabras exóticas ni
    versos almidonados y altisonantes. Con él, termina
    momentáneamente la poesía "enyesada". Silva le
    otorga sílabas de música, amor, sueño y
    fantasía. Era un creador de quilates puros".8 En sus
    contextos simbólicos encontramos amor constante más
    allá de la muerte, sin conceptualismos mediante el velo en
    penumbras del verso. La desolación y la muerte recorren su
    obra. Sus nocturnos son escenas de amor con final trágico.
    En su obra hay voces de infancia (donde parece haber recuperado
    el tiempo perdido), fuga del presente, voces eróticas
    ("jamás se han acercado con carnales deseos"),
    doble moral social; "su poesía no admite lo exótico
    ni lo prosaico… su universalismo es incuestionable; su verso se
    nutre de las conquistas formales y estilísticas de sus
    contemporáneos, y sabe darle su orquestación
    personal".9 Es en su poesía vaga, musical y
    patética donde deben buscarse nuevas significaciones, en
    el eco de las palabras sometidas a la forja de vulcano; la
    palabra es ante todo síntesis y sólo se emite luego
    de haber sido "transubstanciada" en el alma del poeta, siendo a
    la vez portadora de la realización, las palabras no
    sólo son imágenes, sino que se convierten en
    esencia pura, en verbo íntimo generado a partir de un
    pensamiento sometido a las más profundas mutaciones:
    "El verso es vaso santo: poned en él tan sólo,
    / un pensamiento puro, / en cuyo fondo bullan hirvientes las
    imágenes, / ¡como burbujas de oro de un viejo vino
    oscuro
    !".

    La poesía de Valencia revela un estilo nuevo, muy
    original para la época en que trovó; versos
    logrados estéticamente, muy depurados, despojados de
    sentimentalismo propio de la era romántica; tocados de
    elegancia verbal y también afectados de cierta elocuencia.
    Su metro es alejandrino y emplea con preferencia una cadena de
    hemistiquios de siete sílabas. En su rima ofrece la
    novedad de combinaciones de palabras de uso completamente
    desconocido entre los clásicos. Esta poesía es de
    carácter simbolista: el poeta es la expresión de la
    humanidad al igual que el camello lo es del desierto. "En su
    poesía aparecen varias tendencias: la del orador que
    cuenta las cualidades de los escritores (Caro, Silva), la del
    músico que otorga a la palabra la flexibilidad y el clima
    de la discusión y los tonos de gravedad y marcialidad, y
    como conciliador del verso, el cual era para él la clave
    de la poesía".10 En Valencia se conjugan elementos del
    escritor clásico, romántico, parnasiano y
    simbolista. En su estilo se destaca la pureza formal del lenguaje
    en armonía con innovadoras imágenes. Es objetivo y
    descriptivo; resulta deslumbrante en algunos de sus cuadros
    poéticos ("Cigueñas Blancas", "San Antonio", "Los
    Camellos", etc.). Con frecuencia resulta hoy un tanto frío
    y académico, más anecdótico que
    estremecedor. Su obra adolece de cierta retórica, propia
    del modernismo. "Nuestro modernismo apenas dejó un poeta
    mayor en pleno y profundo sentido de la palabra: Guillermo
    Valencia".11 En el poema "San Antonio y El Centauro", San Antonio
    da a conocer su origen espiritual manifestado que se halla fuera
    de las glorias terrenas y que su única razón de ser
    es la gloria de Jesucristo; el centauro replica que Cristo no es
    superior a los dioses del Olimpo griego; por su parte San Antonio
    replica que son ídolos con alma: "El Centauro: No
    puede nuestro Cristo competir con Apolo / con el hijo soberbio
    del ceñudo de Latona, / que en los brazos de Dafnis al
    amor se abandona, / o lleva el ígneo carro que
    volcó faetone / por los campos azules del abierto
    horizonte
    …".

    Valencia emplea con calidad insuperable el verso
    alejandrino con una combinación matemática de
    sonidos medios en su cadencia y en sílabas armoniosamente
    rimadas como si fuese una sinfonía. "Los Camellos" es una
    composición que describe el tránsito de los
    camellos a través del desierto, en donde relaciona su
    color, origen y formas y su mirada a la existencia de los poetas
    que transitan por el desierto de la belleza, el bien y la bondad:
    "Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices
    / de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia, / los cuellos
    encogidos, / hinchadas las narices, / a grandes pasos miden un
    arenas de Nubia
    …" En "Ritos" se enfrenta a la palabra
    sobria y exacta, al sentimiento plástico y a la
    metáfora atrevida que busca develar un
    misterio.

    Valencia explora nuevas riquezas del lenguaje
    modernista, sus metáforas, sus temas exóticos o
    históricos. Rara vez vuelve sobre sí mismo. "Las
    posibilidades de Guillermo Valencia fueron enormes y se
    aproximó a la verdadera pero le faltó aliento: la
    identidad. El representa el perfil de una época: el choque
    brutal con un siglo apocalíptico".12

    El contraste de estos dos poetas es completo. Lo mejor
    de Silva está en sus poemas más personales y
    subjetivos, colmados de un oscuro misterio, que es el de su vida
    misma y del mundo enigmático que él vislumbra desde
    su abismo psicológico. Valencia, en contraste, es
    narrativo o descriptivo; muy poco habla se sí mismo. En
    tanto que los temas predilectos de Silva son la doble moral
    social, reflejos de vida y muerte, amor, retorno al pasado, a la
    infancia feliz, el pesimismo ante el presente y la falta de fe en
    el futuro, la sátira a la sociedad en que vive y la
    evasión hacia un mundo irreal; los de Valencia son las
    cigüeñas, los centauros, los camellos, Erasmo, Job,
    César, etc. Es precisamente esta temática la que le
    resta calor y emotividad a sus poemas, por lo cual hoy son
    más admirados que compartidos. Su obra colma toda un ciclo
    de la vida nacional, imponiendo su sello, su gusto, su
    estética. Mientras que a Silva hay que estudiarlo en el
    instante dramático de su muerte ("Sólo al morir
    nace verdaderamante",13 Valencia, en la plenitud, un tanto
    paganizante, de su existencia. La clave de Silva está en
    las causas recónditas que le llevan al suicidio ("El
    balazo suicida desangra el corazón de la poesía
    colombiana"14). Las extrañas e insondables razones de su
    autoeliminación explican sus enigmáticos poemas.
    "El hombre muere de suicidio como suele morir de tifus; ambas son
    enfermedades infecciosas", solía decir. "Incomprendido en
    el hogar y en la sociedad de su tiempo termina con su vida".15
    Parece ser que el único ser que lo comprendió fue
    su hermana Elvira.

    Analizados algunos de los poemas de Silva, se percibe
    que sus versos (los del "Nocturno III", por ejemplo), plenos de
    melancolía, revelan la soledad del poeta ante la
    pérdida de la mujer amada. Sus recuerdos se remontan a los
    momentos de felicidad que vivió con ella; pero su
    presencia le ha sido negada por la muerte que ha creado la
    distancia entre los amantes. El "Nocturno III", la obra maestra
    del modernismo, "es una poema matemático, einstenio, donde
    se asienta el decálogo de la vanguardia modernista".16
    Tiene movimientos cortos ("una noche") y largos
    ("una noche llena de perfumes, de murmullos y de
    música de alas
    "). "Su estructura es tan simple como
    la de una red de araña: evocación, musicalidad,
    sentimiento y, ante todo, su natural hálito vital".17 Es
    una elegía a sus hermana Elvira. "Abúlico, a veces,
    pasional, otras; irónico, casi naturalista, otras tantas;
    tierno y moderno las más, José Asunción
    Silva pudo haber escrito un solo poema, su imperecedero "Nocturno
    III" ("una noche, / una noche toda llena de murmullos, de
    perfumes y de música de alas
    "), y con eso haber
    sembrado los pilares fundamentales del modernismo. Sus "Gotas
    Amargas" (semejantes a los "Abrojos" de Rubén
    Darío, 19887), figuran, además, como preludio del
    vanguardismo del siguiente siglo".18 Hay derroche de talento
    poético en Silva cuando trova versos tan arrobadores como
    ("si entrevieras dormida a aquel con quien tú
    sueñas, /tras horas de baile rápidas y
    risueñas
    ") o ("si en los locos, y profundos
    abrazos / agonizaras soñaras de placer en sus
    brazos
    ").

    Con su poesía, Valencia crea un universo personal
    matizado de historia, cultura y religión,
    cantándoles a figuras bíblicas y héroes
    latinos y griegos. "Acuña voces simbolistas con niveles de
    un neorrenacentismo. Su centro es el pensamiento que siente. En
    estas texturas de su tendencia, su obra clave aparece como un
    híbrido entre la cultura (pintura, literatura, leyendas),
    el mito griego, el mundo bíblico, medieval y
    renacentista".19 Su obra poética está conformada
    por 188 poemas. Su mínima producción, caracterizada
    por su estilo intelectual y preciosista, estuvo determinada por
    su lema "Sacrificar un mundo para pulir a un verso". Valencia es
    un bardo que se inspira cada vez que lo desea; vemos que lo marea
    el elán que lo motiva, siendo muy expresiva su
    dócil pluma que emplea. En su temática sobresale el
    mundo oriental, lo clásico griego y romano, el
    Cristianismo, lo medieval, lo renacentista, la modernidad y
    Colombia. "¿La poesía de Valencia trasciende sus
    propios motivos y propone una actitud del hombre ante el
    destino?".20

    Silva, considerado por Tomás Carrasquilla como
    "el segundo lírico de la lengua castellana",21 en sus
    versos transmite "una tristeza desesperada, proyecta con ritmos
    nuevos, una visión sarcástica del mundo pero tiene,
    ante todo, un sentido de la musicalidad del verso que lo proyecta
    como uno de los mejores poetas de
    Hispanoamérica".22

    Guillermo Valencia es un artífice del verso y sus
    poemas son obras pulidas, elegantes, de magnificencia verbal. La
    cuestión en Valencia, el poeta más amado y odiado
    de Colombia, cuya poesía ha sido glorificada y denigrada,
    "es saber si fue un poeta redondo, dotado de un mundo personal, o
    si fue un poeta más concentrado en lo formal".23
    Según Eduardo Camacho Guizado, "Valencia no siempre
    consigue expresar un sentimiento americano ni justamente
    europeo".24

    Silva, en "Los Maderos de San Juan" evoca la infancia
    (posiblemente el único estadio de su vida en que fue
    feliz). En las rodillas seguras y firmes de la abuela nos muestra
    una sensación muy dulce de arrullo: ("Aserrín,
    / aserrán, / los maderos de San Juan / piden queso, piden
    pan
    "). Valencia, en su poema "El Circo", muestra la
    elevación del hombre desde el lodo hacia la salud, de
    auténtica civilización y progreso, asido a la cruz
    del Mesías.

    En su "Nocturno III", Silva evoca el pasado con su
    hermana antes de morir, presentando imágenes que sugieren
    perfumes y música de alas; asimismo, capta la realidad
    tangible de la muerte de Elvira, abrumado por el recuerdo y la
    soledad. Valencia expresa piedad por los humildes, los
    desheredados, los que lloran y los que trabajan sin esperanza
    ("Anarkos"). Trova sobre la miseria del proletariado, su
    reacción y lucha contra el capitalismo: "Son los
    ciervos de pan: fecunda horda / que llena el mundo de / vencidos.
    Llama / ávida de lamer. Tormenta sorda / que sobre el Orbe
    enloquecido brama, / y son sus hijos pálidas legiones / de
    espectros que en las noches de sus cuevas, / el ritmo de sus
    tristes corazones, / viven soñando con auroras
    nuevas
    …" Además, hace un símil con el perro
    que son los hombres cansados y tristes que, expuestos a todos los
    peligros, buscan el pan cotidiano: "En el umbral de la
    pavorosa puerta, / sucia la piel y el cuerpo entumecido / he
    visto el rayo de una luz incierta, / un pero melancólico
    dormido. / ¿En qué sueña? Tal vez
    árida fiebre / cual un espino sus entrañas hinca /
    o le finge los pasos de una liebre / que ante sus ojos descuidada
    brinca
    …".

    En "Voz de Marcha", poema en el que Silva manifiesta su
    preocupación por el más allá, nos muestra
    como un joven se detuvo a la orilla del camino de la vida para
    maldecir la existencia que no guarda sino oscuridad, mentira y
    tristeza. Alentado por una misteriosa voz que lo motivó
    para seguir al más allá, "el joven continuó
    su viaje, y mientras secaba sus lágrimas, el viento
    suavizaba su rostro y lo acompañaba a la luz de las
    estrellas".25 En ese poema ondean el misterio y el pesimismo:
    "A orillas de la senda de la vida, / ya fatigado se
    sentó el mancebo, / y murmuró con voz dolorida: /
    cansada el alma llevo // Inútil es seguir, ruda la carga;
    / de la existencia humana sólo brota / honda tristeza,
    pertinaz y amarga, / cual de laúd la nota. // No alumbra
    en el futuro luz de aurora; / en lo más hondo el
    entusiasmos ha muerto; / sólo eres esperanza
    soñadora / miraje del desierto
    …" En "Los Camellos",
    Valencia trova sobre la marcha de éstos por el desierto,
    "como símbolo de los poetas que surcan el mundo en busca
    de inspiración y que son testigos del dolor
    humano".26

    1 AYALA POVEDA, Fernando. Manual de Literatura
    Colombiana. Educar Editores, Bogotá, 1984, pág.
    117

    2 Ibídem, pág. 117.

    3 ALVARADO TENORIO, Harold. José Asunción
    Silva. Colombo-americano, Bogotá., 1982, p. 18.

    4 FRANCO, Lourdes. Literatura Hispanoamericano.
    Editorial Limusa, S. A., México, 1994, pág.
    237.

    5 AYALA POVEDA, Fernando. Op. Cit. pág.
    127.

    6 AYALA POVEDA. Op. cit. pág. 117.

    7 PEÑA GUTIERREZ, Isaías. Manual de
    Literatura Latinoamericana. Educar Editores, Bogotá, 1987,
    pág. 117).

    8 AYALA POVEDA, pág. 121.

    9 Ibídem, pág. 125.

    10 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
    127.

    11 Ibídem. pág. 116.

    12 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
    117.

    13 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. 125.

    14 Ibídem, pág. 117.

    15 ARANGUREN F., Stella. Habilidades del Lenguaje. Pime
    Editores, Bogotá, 1984, pág. 216.

    16 AYALA POVEDAD, Fernando. Op. cit. pág.
    119.

    17 Ibídem, pág. 119.

    18 PEÑA GUTIERREZ, Isaías. Op. cit.
    117.

    19 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. Pág.
    127.

    20 AYALA POVEDA, Fernando. pág. 128.

    21 REVISTA DOMINAL, Vanguardia Liberal. Bucaramanga,
    4/ENE/98, pág. 6.

    22 FRANCO, Lourdes. Op. cit. 237.

    23 AYALA POVEDA, Fernando. Op. cit. pág.
    127.

    24 CMACHO GUIZADO, DUARDO. Sobre Literatura
    Hispanoamericana y Colombiana. Colcultura, Bogotá, 1978,
    pág. 140.

    25 ARANGUREN F., Stella. Op. cit. pág.
    217.

    26 Ibídem, pág. 219.

     

     

    Autor:

    Luis Ángel Rios

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