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El Principio Físico de la Entropía y sus Aplicaciones




Enviado por Felix Larocca




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    La Ley de la Entropía: Es la segunda Ley de la
    Termodinámica. La Entropía puede concebirse como la
    medida del equilibrio de un sistema; como también puede
    entenderse como la medida de la desorganización existente
    en el mismo sistema. La Ley afirma que la Entropía — el
    desorden de un sistema aislado —- nunca puede decrecer. Por
    consecuencia, cuando un sistema aislado logra llegar a un estado
    de configuración de la máxima Entropía, no
    puede efectuar más cambios: Ha llegado a su estado de
    mayor equilibrio. Basado en estos principios de la física,
    se puede concluir que la Naturaleza parece "preferir" el desorden
    o el caos.

    El comer, el dormir, el beber, el ganar y el perder de
    peso, la reducción del estrés y la homeostasis
    emocional, entre otras funciones; son actividades de nuestras
    existencias que nosotros creemos que solamente, pueden
    explicarse, con la asistencia del entendimiento de las leyes
    universales y de las físicas, que rigen nuestro
    Universo.

    Podemos afirmar aquí, que nuestro Mundo, nuestra
    galaxia y el Cosmos en el cual están situados, existen en
    un área enigmática del Espacio. Área cuyos
    orígenes y formación han resistido toda
    clarificación, incluyendo las avanzadas por tantos
    intelectos notables, quienes han tratado, inútilmente, el
    uso de las hipótesis más complejas para explicar
    nuestra presencia en este planeta, y la posibilidad plausible de
    que haya vida inteligente (similar a la nuestra) en algún
    otro rincón del espacio sideral — De la misma manera,
    nadie ha podido ofrecernos una descripción meritoria de lo
    que llamamos nuestra Creación u
    Orígenes.

    Los esfuerzos que se han hecho en la dirección de
    establecer contacto y comunicación con otros seres
    vivientes en cualquier lugar del Universo han resultado en
    retornos tan fútiles como infructuosos.

    Parece ser, que estamos solos

    Existimos, vivimos, pensamos, sentimos y esperamos; todo
    esto lo hacemos, sin saber ni el porqué ni el
    propósito cierto de nuestras vidas.

    A pesar de todos sus logros fabulosos y espectaculares,
    nuestras ciencias más exactas están dominadas por
    las presencias intrínsecas y constantes de elementos
    conocidos como la Incertidumbre. Nuestras economías,
    nuestros negocios, nuestras vidas, nuestros destinos y,
    aún, nuestros conocimientos científicos carecen de
    sistemas propios que les permitan pronosticar con certidumbre los
    resultados de sus esfuerzos o la visualización clara de
    eventos actuales o de tendencias futuras.

    Somos seres inteligentes quienes oponen lo inevitable de
    la muerte, y que tratamos (de cualquier manera) la
    prolongación de nuestras vidas, tan enigmáticas
    como misteriosamente triviales.

    Cuando, a veces, resistimos nuestra progresión
    natural hacia la vejez sin achaques, a veces lo hacemos de modo
    extravagante. Hemos hecho progresos indiscutibles en los campos
    frívolos de la cosmetología y de las modas. Pero,
    sin embargo, aún no podemos predecir el clima con certeza,
    o adoptar un plan de control del sobrepeso que funcione
    universalmente para todos. No ha sido hasta muy recientemente
    cuando hemos comenzado a entender los mecanismos
    fisiológicos que, desencadenados, conllevan a nuestra
    muerte — para muchos, el más temido, aunque sea el
    más inexorable, de nuestros destinos.

    Hay mucha validez en la aserción que nos
    aconseja, que mientras más creemos saber y conocer, menos
    comprendemos. Porque nuestras existencias, como parte del
    universo, están íntimamente asociadas con la
    presencia constante de los principios físicos conocidos
    como los Principios del Caos, de la Complejidad y de la
    Incertidumbre.

    Debido a la intensidad de nuestras dudas y de nuestros
    miedos, tan ciertos como universales, el status quo que hasta
    hace muy poco tiempo había existido entre la
    Religión y la Ciencia se ha quebrado. Tradicionalmente, se
    mantenía que la Religión se ocuparía de los
    asuntos de la fe y del espíritu, mientras que la Ciencia
    se ocuparía de la investigación pura, con fines a
    la demostración validada de los asuntos bajo su dominio.
    La misma tregua (o status quo) que fuera lograda, luego de siglos
    de disputas amargas, dejó de existir, porque en este
    momento de nuestras historias la Religión y la Ciencia
    están envueltas en una dialéctica acalorada acerca
    de la esencia de nuestras existencias, tanto individuales como
    cósmicas, y de sus propias congruencias
    intrínsecas, como sistemas ideológicos.

    Hace unos años que, algunos científicos,
    decidieron reanudar en el Santa Fe Institute en New
    Mexico
    , la trayectoria de la senda que, hace mucho les
    trazarían algunos de los investigadores más
    notables en la historia del conocimiento:

    Galileo, quien con sus observaciones telescópicas
    nos removió del foco religioso del prejuicio que nos
    impedía visualizar nuestro sistema solar.

    Darwin, quien con sus teorías revolucionarias,
    nos negara el trono terrestre y nos asignara a ser, nada mejor
    que, otra especie más, de las tantas que
    evolucionan.

    Newton, quien, asistido con los descubrimientos de
    otros, nos proveyera el entendimiento y las aplicaciones de
    algunas de las leyes fundamentales y básicas las cuales
    mantienen el orden del universo.

    Los miembros de los Grupo de Santa Fe y Los
    Álamos, han propuesto que los principios de la
    Entropía, y los de las teorías del Quantum, del
    Caos, de la Complejidad y de la Incertidumbre, pueden ser
    utilizados como herramientas precisas en nuestros esfuerzos hacia
    la explicación científica de los misterios
    asociados con nuestra creación.

    ¡Ambiciosa tarea la de los Grupos de Santa Fe y
    Los Álamos!

    Intermezzo:

    Es conveniente y apropiado, aquí destacar, que en
    este momento preciso de nuestras vidas colectivas, nuestro mundo
    civilizado está ensimismado con el advenimiento de un
    resurgimiento generalizado de sentimientos religiosos y
    espirituales. Este movimiento tal vez, en parte, deba sus
    ímpetus al hecho que todos parecemos reconocer (como a
    menudo ocurre), simultánea y misteriosamente, el hecho de
    que la Ciencia, y en cierto modo, las religiones tradicionales,
    nos han fallado en cumplir la promesa de ofrecernos la
    organización esperada y las respuestas que buscamos, para
    dotarnos con la paz anhelada, las direcciones futuras y las
    armonías ansiadas.

    No es ésta la primera vez, que en el transcurso
    de la progresión de nuestras vidas, nos hemos tornado en
    direcciones internas en un esfuerzo de tratar de resolver los
    misterios de nuestras existencias, de explicar la aparente
    futilidad de la vida para así poder entender y confrontar
    mejor nuestras muertes inexorables. Estos derroteros internos y
    espirituales, se apartan de las derivas tomadas por la Ciencia,
    la cual tradicionalmente se oculta en las torres de marfil de sus
    laboratorios, dando preferencia a seguir la ruta abierta por el
    Camino Real del experimento controlado.

    Puede ser que estos fenómenos y transformaciones
    que ahora nos preocupan, coincidan con los enigmas y con las
    expectaciones místicas que tradicionalmente precipitan el
    rito de pasaje que fuera la llegada de un nuevo milenio, y que la
    trascendencia de ello nos conduzca a sentirnos inclinados hacia
    ese impulso de elevación espiritual. O puede que sean
    otros factores los que confluyan para que nos encontremos
    orientados en la dirección de la espiritualidad nueva que
    nos rodea. Lo que sí es indisputable, es el hecho de que,
    definitivamente, hemos experimentado un retorno a las devociones
    religiosas, aunque estas no sean necesariamente las
    tradicionales, o las mismas que de antaño
    estuviésemos acostumbrados.

    En este empeño, gozamos ahora con el auxilio (a
    veces oportunista) del retorno de filosofías caducas,
    muchas de las cuales se habían abandonado; de la
    reaparición de doctrinas religiosas cuyas existencias se
    habían desechado y de un inesperado interés formal
    por parte de algunos científicos, de utilizar sus
    métodos y sus herramientas, tanto de laboratorio como
    empíricas, para intentar resolver los misterios que nos
    ocupan, para elucidar respuestas a las preguntas que nosotros
    mismos nos hacemos y para reconciliar aquellas cosas que, hoy
    día parecen permanecer permanentemente tan irresolubles
    como irresueltas.

    Los científicos a quienes aquí me refiero,
    comenzaron hace unos años una serie de jornadas de
    investigación en las aulas y en los salones de
    conferencias del Santa Fe Institute, de la School of
    American Research
    , también en Santa Fe, y de Los
    Álamos National Laboratory
    ; este último
    situado en las lomas del norte del estado de New Mexico,
    lugar donde se desarrollara, con mucho disimulo, la primera arma
    termonuclear, la cual, todos sabemos que, cuando fuera detonada
    en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, resultó en la
    rendición del Japón, poniendo trágico y
    apocalíptico fin a la Segunda Guerra Mundial.

    Nuestra primera visita de seis meses, en diciembre del
    año 1996 a esta región de New Mexico,
    obedeció a un deseo de explorar y de visitar personalmente
    los lugares en los cuales la épica de los anhelos del
    Grupo de Santa Fe se originara. Los mismos sitios donde las
    investigaciones, los debates y los diálogos a los que
    aludiera antes, se han, y se continúan tramitando. He
    aquí también, donde se hallan los mismos pueblos
    indios, donde los habitantes, usando las herramientas de la
    Religión y de la Fe, ponderan (como lo hicieran sus
    antepasados, antes de la llegada de los conquistadores) los
    mismos enigmas que hoy ocupan a las lumbreras del Instituto de
    Santa Fe y de Los Álamos. Sin embargo, en el caso de los
    indios y de los creyentes y Penitentes nativos, ellos lo hacen
    practicando los principios místicos y observando los ritos
    de las tradiciones religiosas que heredaran de sus antepasados
    las tribus Anazasis y Tewas y, eventualmente de los conversos
    reacios, que Coronado y sus tropas hicieran de entre sus
    poblaciones, cuando realizaran su entrada victoriosa, en el
    nombre de España y del catolicismo, en esta región,
    allá por los años de los 1540.

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    Los Alamos National Laboratory

    El laboratorio de Los Álamos, lugar que no hace
    mucho tiempo fuese recubierto con el mayor de los secretos y
    protegido por los sistemas de seguridad más sofisticados,
    se encuentra hoy rodeado por una ciudad limpia y progresiva,
    donde se alojan sus nuevos ocupantes. Estos son
    científicos que ya no se especializan solamente en el
    estudio de la fisión nuclear y en la creación de
    explosivos cada vez más destructivos, si no que entre los
    profesionales de esta nueva generación se cuentan
    teóricos en el campo de la física,
    cosmólogos, matemáticos a-lineares,
    biólogos, psiquiatras, antropólogos, economistas e
    inmunólogos entre otros.

    Por razones de geografía y de historia, la
    región del norte de New Mexico fue
    lógicamente la llamada a convertirse en este centro
    fundamental donde investigadores destacados, provenientes de
    todas partes, combinaran sus talentos con el propósito de
    descubrir la esencia de nuestra creación, amén del
    bono incidental de poner en duda con sus interrogaciones (o
    quizás en la propia perspectiva) los principios más
    básicos (¿sacrosantos?) del campo, que hasta no
    hace mucho fuese considerado, casi infalible, de la
    Ciencia.

    Esta es la historia:

    Todo comenzó en la ciudad de Santa Fe en mayo del
    año 1989. Unos cuarenta científicos, procedentes la
    mayoría de los Estados Unidos y los demás de
    Alemania, Inglaterra, Francia, Israel y el Japón,
    aceptaron una invitación para una reunión en el
    St. John"s College, el cual está localizado cerca
    del centro de la ciudad de Santa Fe.

    La invitación para este evento, de naturaleza
    extraordinaria, fue enviada por Wojciech H. Zurek, un
    físico nacido en Polonia quien trabaja en el Laboratorio
    Nacional de Los Álamos (Los Alamos National
    Laboratory
    ) en la sección de la Astrofísica
    Teórica. El tema para este simposio fue dado como el
    siguiente: "Complexity, Entropy, and the Physics of
    Information
    " (Complejidad, Entropía y la
    Física de la Información.

    Zurek, ofreció como razones para promover el
    simposio, la idea de que el campo de la Ciencia está
    perturbado por los espectros de las teorías de la
    Disciplina y de la Información. Él propuso, que hay
    un territorio fronterizo y colindante donde las ciencias de la
    Información, la Física, la Complejidad, la
    Teoría del Quantum y de la Computación convergen,
    confluyen y se amalgaman.

    Para simplificar estos conceptos, básicos a la
    tesis de este ensayo, la creencia fue que parece ser que
    existe una conexión misteriosa entre los Sistemas de la
    Información, de la Energía, de la Complejidad, de
    la Incertidumbre y de la Entropía (la medida del desorden
    o de la desorganización en un sistema).

    Acerca del concepto importante de la Entropía, se
    ha postulado que, si se deja tranquilo, solo y sin perturbarse,
    todo sistema físico, eventualmente progresa más y
    más hacia la inestabilidad de la desorganización
    — en otras palabras, entra en un estado en el cual el desorden
    predomina — un estado de caos.

    Siguiendo los principios obtenidos como resultado de sus
    especulaciones, los científicos que continuaran y que
    continúan asistiendo a las reuniones regulares del
    Instituto de Santa Fe, aún persisten en sus esfuerzos de
    tratar de hallar pruebas para darle validez y soporte a sus ideas
    hipotéticas de que nuestro universo, en su creación
    no fue más que "una onda de probabilidad de la
    Teoría del Quantum."

    Para demostrar en parte esta hipótesis, se
    especula lo siguiente: Dos de las Leyes Físicas de la
    Termodinámica mantienen que: (La primera) toda
    energía siempre se conserva, que no puede ser ni creada ni
    ser destruida, si no que puede, simplemente, ser convertida de
    una, a otra forma. La segunda, mantiene, que cuando la
    energía se aplica, que ésta se degrada.

    Fue el físico Rudolph Clausius, en Berlín,
    quien impresionado profundamente por este cambio inevitable de
    toda la energía, progresando de energía útil
    a energía inútil, que acuñó el
    término Entropía como la medida de este desorden
    inherente a todo sistema.

    Ahora bien, en nuestros mundos privados, en nuestros
    universos propios e internos, en nuestros microcosmos, lo mismo
    que sucede en el Universo, cada célula viviente en
    cualquier organismo, consiste de una combinación de las
    mismas cincuenta moléculas orgánicas
    conocidas. Esas mismas moléculas orgánicas y
    vivientes, que organizadas proveen la vida, por razones
    aparentemente extrañas, se derivan de minerales y de
    substancias no vivas… de substancias inertes… de
    substancias yertas.

    Aquí se presentan algunos de los argumentos
    difíciles que han ocupado las mentes de nuestros
    investigadores en Santa Fe:

    • ¿Cómo pudo haberse originado el
    Universo de la pura Nada?

    • ¿Cómo se pudo derivar nuestro
    Mundo de la neblina del quantum?

    • ¿Cómo se origina la Vida de un
    agrupamiento fortuito de moléculas inanimadas?

    • ¿Cómo se origina la Mente de la
    función del cerebro?

    • ¿Cómo podemos predecir el
    comportamiento de los mercados y de los fenómenos
    meteorológicos?

    • ¿Son ciertos los principios
    "científicos" que gobiernan la ciencia de la
    Economía?

    Usando los métodos disponibles y accesibles a la
    ciencia moderna, estos hombres del saber, movidos por el
    "espíritu de Santa Fe", han avanzado algunas
    hipótesis de elegancia indisputable y de
    sofisticación impresionantes.

    ¿Pero son ciertas sus conclusiones?

    Nuestro propósito aquí, es tratar (como lo
    hacen en Santa Fe los representantes de disciplinas,
    aparentemente tan distantes, como lo son las de la Ciencia
    Económica y la Meteorología) de adaptar las
    aplicaciones básicas de los raciocinios de los
    conferencistas del Santa Fe Institute, para intentar
    imponer orden y desarrollar principios coherentes para nuestros
    esfuerzos en el tratamiento de pacientes sufriendo de las
    disorexias (especialmente la obesidad y la dieta) y de
    depresiones; y para procurar darle alivio a las crisis de
    incertidumbres que, a menudo los acongojan a ellos como
    pacientes, a sus familias, a nuestras naciones y sociedades y
    aún a nuestras industrias y economías.

    Un concepto de un valor metafórico indispensable
    para lograr un mejor entendimiento en lo que elaboramos en
    nuestra Tesis, es la aplicación del concepto de la
    existencia de de un sistema metabólico
    universal:

    Harold Morowitz propone, en el esquema de los principios
    de la complejidad de la formación y de la evolución
    de la vida orgánica en nuestro planeta, la existencia de
    un Cuadro Metabólico Universal.

    Este Cuadro Metabólico Universal postula los
    siguientes principios básicos y constantes:

    • Que cada célula (parte de cualquier
    organismo) en nuestro planeta consiste de una combinación
    de las mismas cincuenta moléculas
    orgánicas, en existencia conocidas.

    • Que todos los animales derivan su energía
    de la ruptura de los azúcares, las tiobacterias y de los
    sulfuros; mientras que las plantas derivan la misma
    energía de la actividad de la luz del sol… y que
    asimismo, sorprendentemente, todas las reacciones químicas
    fundamentales para lograr esos fines, permanecen universalmente
    uniformes a través del espectro.

    • Que toda célula (sea ésta vegetal
    o animal), utiliza solamente cuatro tipos de nucleótidos,
    veinte clases de aminoácidos y que su código
    genético, invariablemente está contenido en los
    sistemas ADN o ARN.

    • Que toda energía celular se conserva en
    vínculos de fosfatos, por medio de los cuales, la
    adenosina difosfato se convierte en la adenosina
    trifosfato.

    Es obvio, si uno sigue los principios que hasta ahora
    aquí se han presentado, que como seres vivientes nosotros
    somos parte íntima e integral de las organizaciones
    cósmicas que nos engolfan y, que como tales somos miembros
    de la orquesta que ejecuta sus melodías bajo la batuta
    incógnita de un Orden Universal.

    De esta manera, nuestros comportamientos, y las
    direcciones que toman nuestras vidas debiendo, por fuerza, de
    estar regidos y organizados por los mismos principios
    fundamentales.

    No podemos explorar, no podemos inventar, no podemos
    observar, no podemos razonar, no podemos existir, fuera de ese
    orden primordial. Lo mismo, que tampoco podemos hacer es
    librarnos de nuestra tendencia, innata a nuestro género,
    de catalogar y ordenar aquellos asuntos que nos parecen
    inexplicables. Tenemos que iniciar nuestros esfuerzos en la
    dirección tramada, procediendo desde la premisa de que,
    como observadores de nuestras existencias, somos parte
    de aquello mismo que queremos comprender y observar.
    Poniéndolo de un modo diferente: no podemos pretender que
    nuestras explicaciones científicas o nuestras creencias
    religiosas existan en un horizonte extra cósmico y
    etéreo en el cual no participamos, situándonos
    convenientemente, como tantos lo hacen, en un nivel removido y
    superior, sea éste extra cósmico, científico
    o espiritual.

    Deben de existir leyes, muchas de las cuales permanecen
    aún indefinidas, responsables por gobernar y determinar
    nuestras adaptaciones, nuestras exploraciones, nuestras
    ansiedades, nuestras tendencias básicas, nuestras
    organizaciones estructurales, nuestros comportamientos heroicos,
    nuestras cruzadas religiosas, nuestras teorías
    científicas, nuestros comportamientos de pioneros,
    exploradores, astronautas o cosmonautas o, aún como
    víctimas de sacrificios expiatorios por la causa o por el
    beneficio común.

    Ni la Religión, ni la Ciencia nos han ofrecido
    aún, ni la Razón Última ni la
    Solución Final a estos asuntos.

    Es preciso que aquí aclaremos, que los miembros
    del Grupo interdisciplinario de Santa Fe y de Los Álamos
    han demostrado un coraje y una integridad extraordinarias para
    debatir (poniendo en duda) sus propias doctrinas
    científicas y creencias fundamentales.

    Como es necesario asimismo que reconozcamos
    también que la admisión aplazada de la validez de
    la Teoría de la Evolución por el Papa
    consistió en un paso ineludible aunque tardío en
    una dirección acertada y lógica.

    Prosiguiendo y resumiendo, puede repetirse que el ser
    humano posee una tendencia (una "obsesión", dicen algunos)
    de ordenar, organizar y de explicarlo todo, y aún, de
    explicarse a sí mismo.

    Sabemos, aquí repetimos, que, de acuerdo con el
    esquema universal, todo ser viviente está compuesto por
    una recombinación de las mismas estructuras
    químicas.

    La uniformidad de nuestra nutrición, y la de
    todos los organismos están contenidas (como antes hemos
    dicho) en el Cuadro Metabólico Universal.

    El ser humano es más complejo por ser
    único en una variedad de aspectos: por estar dotado de la
    locomoción bípeda, por hacer uso del dedo pulgar
    yuxtapuesto al índice, de los símbolos del lenguaje
    hablado y escrito, por poseer el cerebro más desarrollado
    que existe en la Naturaleza, siendo este el único
    órgano en existencia que especula acerca de sus
    propias
    funciones. El ser humano posee también la
    función del estado de la conciencia mental, en otras
    palabras, de su self consciousness.

    Nuestra inteligencia es tan desarrollada que nos permite
    diseñar y construir máquinas tan sofisticadas y
    computadoras tan poderosas que han logrado desafiar la
    gravitación de la Tierra llegando a altitudes siderales
    mucho más ambiciosas de las que el mitológico
    Ícaro lograra en su vuelo ficticio.

    El ser humano, sin embargo, en sus esfuerzos arduos
    tratando de catalogar sus propios enigmas, hasta ahora
    aparentemente insolubles, ha creado un tesoro de conocimientos
    científicos, los cuales, como el Aprendiz de Mago de la
    fábula, a veces no ha logrado enjaezar.

    De Los Álamos y de Santa Fe a la Mesa

    Todo estudiante serio de la naturaleza de los miembros
    de nuestra especie, a veces (muy a menudo) observa con asombro,
    la inhabilidad aparente que poseemos de abandonar actividades y
    comportamientos los cuales reconocemos como positivamente
    destructivos y mal adaptables.

    Fumamos, bebemos, comemos en exceso, engordamos y no
    seguimos los regímenes que nuestros médicos nos
    asignan. Algunos de entre nosotros arriesgan sus vidas en la
    experimentación con las drogas, las substancias
    alucinadoras, los ascensos de montañas inaccesibles y
    otras actividades espeluznantes las cuales ponen nuestras vidas
    en peligro.

    Las razones por las que hacemos estas cosas son muchas y
    variadas. Pero un tema que, a menudo está presente en
    ellas, es el que ofrecen los seguidores del Psicoanálisis
    Freudiano: Cuando se conquistan peligros y se desafían
    fuerzas amenazantes, apostando, como si fuera con la muerte,
    alcanzamos una medida cierta (aunque efímera) de
    autoafirmación y de autodefinición. Creemos
    (furtivamente) que estamos dotados con los dones de la
    omnipotencia, de la omnisciencia y de la inmortalidad.

    De este modo nos clasificamos, afirmándonos a
    nosotros mismos: ¡Somos especiales, privilegiados,
    únicos e invulnerables!… La compulsión precisa
    que motiva en sus tareas religiosas a los indios de las lomas del
    norte de New Mexico y a los científicos de Santa
    Fe. La obsesión de catalogarnos, de definirnos y de
    explicarnos a nosotros mismos.

    Cuando se aborda el misterio que rodea a las razones por
    las cuales mujeres anoréxicas se autodestruyen en aras de
    una belleza improbable (ya que lucen cadavéricas). Una de
    las teorías dominantes y de la mayor aceptación, ha
    propuesto que la anoréxica utiliza sus capacidades
    extremas de tolerar el tormento ascético que deriva del
    hambre ignorada, para de ese modo lograr una medida de control en
    su universo (o microcosmos) el cual careciera de otro orden
    propio. En otras palabras, mientras está reducida a la
    sombra de un esqueleto desagradable, la anoréxica puede
    jactarse de ser la envidia de otras mujeres quienes aspiran a ser
    delgadas, ya que ella ha logrado, aunque al extremo, la meta
    imposible a la que todas anhelan y no pueden lograr.

    Todos sabemos del efecto desconcertante y aún
    trágico que resulta cuando una anoréxica es forzada
    a ganar de peso. Pánico resulta. La anoréxica
    defiende sus logros dudosos por medio de la mentira, de la
    decepción, y de la manipulación furtiva, para
    permanecer definida de un modo tan obviamente aberrante y poco
    natural. La anoréxica, con su Resistencia al tratamiento y
    al cambio, ha logrado encontrar en su mundo secreto lo que los
    investigadores de Santa Fe y los Álamos buscan y quieren
    encontrar con sus cálculos matemáticos y con sus
    teorías de la física de partículas
    subatómicas y de la Energía: Ha encontrado orden y
    coherencia.

    La Resistencia, que se acepta, y que se considera parte
    intrínseca de todo tratamiento existencial y
    psiquiátrico, parece obedecer a esquemas y principios
    arcaicos cuyas fuentes son tan rígidas en sus fundaciones,
    que no son fáciles de disipar con la simple llamada al uso
    de la Razón, por parte de los pacientes.

    Los Penitentes de las aldeas cercanas a la villa de San
    Ildefonso, en las colinas del norte del estado de New
    Mexico
    , y las personas que han reportado visiones y
    apariciones en las villas de las Truchas, y Chimayó;
    afectando los moradores de los pueblos de Córdova, El
    Valle, Ojo Sarco, Peñasco y Holman. Son habitantes de
    villas pequeñas situadas, como en el paisaje toscano,
    colgadas precariamente en los lados de las lomas, en la ruta
    empinada que conduce hacia Taos, perdidas dentro del marco
    provisto por la belleza espectacular de las Montañas de
    Sangre de Cristo, que así son llamadas por el color
    carmesí con que las pinta el sol poniente, o en las lomas
    cercanas de Jémez. Estos indígenas píos que
    aquí viven, hacen sus contactos espirituales con sus
    deidades preferidas logrando la medida de organización
    cósmica que también ellos anhelan.

    ¿Pero son los residentes de estas regiones
    diferentes de los científicos de Santa Fe más abajo
    y de los Álamos hacia más arriba?

    ¿O que las anoréxicas en Sídney,
    Santo Domingo, Londres, Milán, La Romana,
    Jerusalén, Santiago o Punta Cana?

    Nosotros creemos que no.

    El historiador Rudolph Bell, alude a fuerzas
    espirituales y profundas cuando analiza el estoicismo
    ascético de las anoréxicas de siglos pasados en su
    libro Holy Anorexia. La renuncia a los "apetitos" de la
    carne, exaltaba el alma, proveía control y aproximaba la
    penitente a la deidad.

    Podemos aseverar, que el hambre auto-impuesta y el
    ascetismo forman parte de nuestro esquema universal. Podemos
    también asumir, que debido a sus orígenes remotos y
    fundamentalmente básicos, que éste es un factor que
    hace de la Anorexia Nervosa una condición tan
    difícil de comprender y tan resistente a todo
    tratamiento.

    La Anorexia Nervosa y su hermanastra infeliz, la Bulimia
    Nervosa existen (parafraseando los sabios de Santa Fe) en la
    frontera del caos.

    Tan difícil es tratar estas condiciones, porque
    es tan difícil captar la esencia de sus complejidades…
    pero, a pesar de ello, tantos "terapeutas", sin la experiencia y
    sin los conocimientos debidos se lanzan audazmente en cruzadas
    curativas de justificaciones dudosas… los aprendices de mago…
    los profetas de las calles…

    Acerca de la Gordura y de la Dieta.

    El Cuadro Metabólico Universal, existe
    aparentemente, para proveer todos los organismos vivientes con un
    esquema colectivo, útil y simplificado de las estrategias
    esenciales para la supervivencia.

    Cuando observamos la Naturaleza en su forma más
    pura y tranquila, derivamos conocimientos útiles en el
    modo como han distribuido, entre ellos, animales y plantas los
    nichos ecológicos que les permitirían sobrevivir
    sin competencia innecesaria por los recursos existentes, logrando
    capitalizar de un modo eficiente en los alimentos
    disponibles.

    Estos sistemas estratégicos se observan muy
    claramente en el jardín zoológico natural que
    impresionara a Darwin: el de las Islas
    Galápagos.

    Entremos al mar abierto y observemos las aves que giran
    en el aire, utilizando las corrientes atmosféricas para
    reducir el uso innecesario de energía física,
    mientras examinan las actividades que se perciben en las regiones
    sumergidas para lograr capturar a su presa.

    Imaginemos por un instante, que de un modo inexplicable
    esa gaviota, picadero o tijereta, repentinamente, y, por virtud
    de una sobrealimentación mal-adaptadora, triplicase su
    peso, incrementando su volumen corpóreo… esa ave
    desafortunada, no podría levantar el vuelo, despegando con
    su carga agobiadora de grasa y, si lograra despegar, no
    podría utilizar las corrientes atmosféricas para
    mantenerse en las alturas. Tan simple…

    Es que existe un balance exquisito y preciso entre los
    alimentos disponibles y la capacidad de utilizarlos por los seres
    vivientes a quienes están destinados sustentar.

    Para lograr, regular y mantener el balance natural que
    controla el Cuadro Metabólico Universal, los seres
    vivientes están dotados por la Naturaleza con sistemas
    arcaicos y de equilibrio los cuales obedecen leyes tan reales
    como lo son las leyes físicas que hoy se aceptan para
    explicar el orden cósmico y la homeostasis
    universal.

    Los seres humanos, no derivan beneficios asociados con
    los extremos de la gordura o de la flacura.

    Los seres humanos no perciben beneficios tangibles con
    el logro permanente del sobrepeso excesivo.

    Los seres humanos sufren consecuencias horrendas cuando
    pagan el precio de una hartura.

    Pero al ser humano moderno, le deleita poder definirse a
    sí mismo en las indulgencias llamadas "Jornadas
    Gastronómicas".

    Al ser humano le produce placer poder reventarse
    comiendo en desproporción substancias, ingratamente
    incomestibles, extrañas y "sabrosas" mientras, pasivamente
    espera el descubrimiento de nuevas comidas dietéticas, las
    cuales permitirían los excesos extremos, sin pagar el peso
    de la gordura.

    Placer… placer aún en las cosas naturales,
    necesarias y esenciales… placer… Placer en el
    comer…

    Placer anticipado, cuando al levantarse, se empieza el
    día con pensamientos epicúreos, con el deleite
    anticipatorio de manjares suculentos y de refacciones
    opíparas; cuando desde la distancia de nuestras oficinas o
    lugares de trabajo, nos encantamos y salivamos en adelanto de
    probar aquel u otro bocado que está en la nevera
    esperándonos para saborearse.

    Algo básico y extraordinario ha pasado que puede
    ser la razón para explicar este desvío
    increíble de la ruta de comer trazada para nosotros por la
    Naturaleza misma.

    Lo que nos pasó:

    Aunque los físicos de Santa Fe y Los
    Álamos no lo han logrado confirmar; la trayectoria
    ambiciosa de la Ciencia ha sido siempre la de descubrir y aplicar
    las leyes fundamentales que rigen el Orden de nuestros destinos.
    En esa búsqueda han gozado de un alcance y de hallazgos
    todavía modestos… pero mucho se ha logrado.

    Nosotros comemos y engordamos, porque hemos subvertido
    el Plan Natural, transformándolo en un ejercicio de
    placeres indómitos y sensoriales. De la misma manera,
    hemos subvertido nuestra sexualidad mientras renunciamos nuestros
    valores éticos.

    El hombre moderno ha abdicado la noción de la
    existencia de un Principio de la Realidad y se inmola en aras del
    Principio del Placer —- adelantando de esta manera su cita con
    una muerte, a la que pretende escapar…

    Referencias:

    White, M: (1997) Isaac Newton: The Last Sorcerer
    Addison Wesley NY

    Sobel, D: Galileo"s Daughter (1999) Viking
    NY

    Larocca, F. E. F: La Teología de la Relatividad
    (Psikis, 2007)

    Johnson, G: (1999) Strange Beauty: Murray Gell-Mann and
    the Revolution in Twentieth-Century Physics Alfred A. Knopf
    NY

    Johnson, G: (1995) Fire in the Mind: Science, Faith and
    the Search for Order Vintage NY

    Bell, R. M: Holy Anorexia (1985) University of Chicago
    Press

     

     

    Autor:

    Dr. Félix E. F. Larocca

    felix_larocca[arroba]yahoo.com

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