- Los
efectos patológicos del trauma - ¿Cómo manejar el
trauma? - Las
leyes de la entropía - Las
reacciones de aniversarios - Bibliografía
Cuando algo nos sucede que nos amenaza la
vida o que nos provoca miedos de ser lastimados, el organismo,
guiado por estados mentales y por reflejos pre
frontales-mesen-cefálicos-hipotalámicos reacciona
de modo predecible.
Cuando llega el trauma, la situación
se altera.
El trauma
El trauma es palmario, inesperado e
imprevisto. Causa desorganización y terror. Nos confronta
con la realidad de que somos débiles, vulnerables y
mortales — o de que el destino, a veces parece que nos olvida
— sino no es que nos expone a pruebas de rigor.
Entonces son las coincidencias —
fenómeno inexistente. En Norteamérica se dice que
las cosas malas vienen en tres… Una vez que haya tres
muertes, tres accidentes, tres colapsos, tres fuegos, tres robos,
tres secuestros, tres aviones que se estrellan, el Destino se
toma un descanso merecido. (Véase: Treating PSTD
por J. Lindy).
Rosalía
Venía sola, camino a su casa, cuando
se detuvo a ayudar a un pobre viejo a cruzar la calle. Este
señor, obviamente, estaba impedido por alguna enfermedad
que lo confinaba al uso de una silla de ruedas. Cuando comenzaba
a empujarlo, sus facciones cambiaron en alarma; cuando el
"anciano", levantándose, de su silla sin esfuerzo alguno,
la agrediera verbal y sexualmente — Aterrorizada,
Rosalía se desplomó, perdiendo el
conocimiento.
Cuando la encontraran unas niñas que
jugaban por el vecindario, la habían agolpeado cruelmente
y además la habían violado.
Paco
Nunca había pensado que "El
Españolito", como llamaban al padre Romero, le iba a dar
nota — ya que como hijo ilegítimo, no calificaba ni para
los sacramentos, ni para nada más en la Iglesia
Católica — pero el cura tenía algo menos sacro en
su mente carnal — lo tenía a
él…
Una mañana, cuando, como siempre,
Paco acudía a misa muy de madrugada — lo que hiciera
antes de ir a la escuelita local — mantenida por haitianos, El
Españolito se le acercó:
Dime ¿qué haces por
aquí, tan temprano?Soy el hijo de Zenobia y Marito. Vengo
a misa a pedir al Señor que mi papá y mi
mamá se casen por la Iglesia.Y, ¿por qué no lo
hacen?Porque él no consigue el
divorcio de su primera mujer, la que tuvo cuando era muy
joven.¿Por qué no te haces
monaguillo y me asistes en decir la misa?Porque no puedo — soy hijo
natural.Ven conmigo. Bésame en los
labios, como hizo Jesús con sus apóstoles, y yo
te enseñaré el camino de la salvación.
Déjame tocarte ahí abajo, para que aprendas a
que otros no te toquen…
Los traumas pueden ser tan variados como
variadas son, las personas quienes los causan y quienes los
sufren.
El Mullah… Este quiere,
sin duda, demostrar a todos que la aserción del Presidente
Ahmadinejad es cierta: "¡No existen homosexuales en
Irán!" — Et tu Bruto — ¿Qué
clase de pedófilo eres?
Los efectos
patológicos del trauma
Una vez que la situación
traumática sobreviene, la víctima entra en un
estado de incredulidad y, lo que es peor, de escepticismo, ya que
sus defensas han fallado en prevenirla.
Rabia y resentimiento emergen de modo
inesperado.
Rabia ésta que se dirige, de
niño, hacia los padres, o figuras paternas, por no haber
previsto la situación traumática y por no haber
evitado el dolor y la confusión resultante.
El individuo traumatizado, sufre de una
injuria severa a su narcisismo primario — injuria que no es
leve, y no que se esfumará como por arte de magia —
injuria que tiende a persistir y a empeorar.
La mayoría de las personas
traumatizadas prefieren descartar el impacto de la
situación y negarlo.
"Cosas peores pasan en la vida". "Por lo
menos, estamos vivos". ¿Qué importa un accidente?,
éstos ocurren todo el tiempo".
Pero todas estas afirmaciones se hacen
solamente en servicio a un ego que ha sido forzado a vivir una
situación de compromiso — situación que nadie
desea para ellos mismos.
Ignorar el trauma es un error muy
costoso…
¿Cómo manejar el
trauma?
Primero, fríamente, estudiemos
su significado: ¿vino en tres? — ¿otros
también sufrieron situaciones paralelas a la nuestra?
— ¿cómo fue que nos pasó? —
¿pudimos haberlo evitado?Reconociendo que nos
pasó, sintamos la rabia de que el Destino nos
recordaría que somos meros peleles insignificantes
antes sus designios inmutables — algo que nos cuesta mucho
aceptar o admitir.Hablemos con nuestros amigos muy
cercanos o, si lo tenemos, con nuestro terapeuta, de sus
dimensiones negativas — pero, hacerlo con nuestros amigos
casuales es un error táctico, porque ellos,
secretamente, a veces, se alegran de nuestros fallos
y adversidades (schadenfreude).Si, como tantos, nos sentimos
privilegiados en la vida, entendamos que para muchos,
nuestras miserias son recordatorios de que no somos ni tan
especiales ni tan esenciales.Preparémonos para escuchar el
lenguaje inconsciente de los sueños, donde los
constituyentes, de los elementos del trauma, serán
revividos en el abandono del dormir.Preparémonos para sufrir del
insomnio. Un estado de vigilia que nos recuerda que nuestros
egos fuero sacudidos en sus bases fundamentales.Cuando nos retiremos, yaciendo
despiertos en la cama, sin poder conciliar el sueño,
dejemos que la mente reviva la situación donde
fuéramos traumatizados — parece contradictorio, pero
ayuda a que consigamos dormir.No evitemos, como tantos hacen,
retornar a la escena del trauma. Visualizarla nos restaura el
equilibrio final.
Entropía por
Ketka
Las leyes de la
entropía
Cuando Newton formulara sus tres leyes de
la termodinámica, nunca pudo anticipar o concebir la
importancia filosófica que tendría la segunda de
sus leyes — que todo sistema estable, invariablemente, progresa
a la inestabilidad. (Véase mi artículo: El
Principio Físico de la Entropía y sus Aplicaciones
al Entendimiento de las Incertidumbres Humanas).
Basados en ese precepto cósmico —
sino divino — debemos esperar, con anticipación gozosa,
que cuando todo nos va bien que, pronto, algo nos irá
mal.
Los chinos de antaño, cuando todo
les marchara bien, solían salir a los montes lamentando
sus miserias a gritos, para apaciguar la envidia de los
dioses.
Entonces, no lo opongamos con nuestro
amargor, porque la entropía es meramente una ley de la
física cosmogónica y nada más.
Adoptemos el principio de la
entropía como parte esencial de nuestras existencias
terrenales — presumiendo aquí que otras nos
sobrevendrán.
En resumen
Cuando algo inesperado nos sucede,
manejémoslo como si fuera algo
esperado.
Reconozcamos que los sistemas
físicos, de que somos parte, demandan que lo inoportuno
sólo busca una oportunidad para hacerse
oportuno.
Temamos, no lo que nos sacude, pero en vez,
hagámoslo aliado de nuestros esfuerzos para lograr una
supervivencia sin temores y sin miedos al Destino.
Aceptemos las cartas que el azar nos sirve
en la mesa de nuestra existencia mientras que las usamos para
vencer en el "juego de la vida" a todo coste…
Como nos decía don Camilo, en su
epigrama famoso: "Son vainas inmundas pero hay que
aceptarlas…"
Ahora hablaremos en breve de
Las reacciones de
aniversarios
Cuando la fecha o aniversario de un evento
traumático se acerca, muchos de los supervivientes, a
menudo sin darse por entendidos, reportan un retorno de las
angustias, aprensiones y miedos que sintieran durante la crisis
que los sacudiera. George Pollock nos dice que este
fenómeno constituye una respuesta al duelo que aun busca
resolución final, aconsejándonos que lo expresemos,
sin miedos y como asunto normal. (Véase: Anniversary
Reactions por G. Pollock).
La aparición típica puede
suceder muy por delante de la fecha misma y puede estar
señalada por síntomas de ansiedad, pesadillas,
flashbacks, inquietudes, depresión irritabilidad y
miedos.
Un aspecto positivo de tales eventos de
recolección, es que en sí pueden resultar en
proveer a las victimas con una oportunidad curativa y para dar un
cierre final al trauma que los desmoralizara.
A este fenómeno se refirió
Freud en su obra La Interpretación de los
Sueños, llamándolo "el retorno de lo
reprimido" — ya que su presencia es inconsciente.
Abel
Nunca se llevó bien con su padrastro
a quien consideraba un "arrimado" porque su madre, lavando y
planchando para los vecinos, lo mantenía.
Un día, cuando el padrastro se
encontraba lejos, Abel soñó que éste
había muerto en una balacera — algo que viera en una
película de cine.
Al día siguiente, o quizás
fueran días después, que las noticias de la muerte
del subrogado padre llegaran.
Por muchos años, y cerca del siete
de febrero, Abel sufriría síntomas de pánico
que tenderían a remitir espontáneamente.
Aún, durante su análisis de entrenamiento, no pudo
dar con su origen.
Sólo bastaría el
oírlo, durante una charla que George Pollock nos diera en
el Instituto de Chicago — a la cual Abel asistiera — para que
este síntoma tan molesto se evanesciera.
Con esta nota de optimismo, cerramos esta
lección.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca