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El sobrepeso: Lo que nos cuesta…… cuando lo llevamos a cuestas…




Enviado por Felix Larocca




    Hablar de la obesidad es hablar de riquezas. Es ponderar a
    dónde nos lleva a todos un problema de magnitud tan enorme
    como imprevista para nuestro género. –
    Monografias.com

    Hablar de la obesidad es hablar de
    riquezas. Es ponderar a dónde nos lleva a todos un
    problema de magnitud tan enorme como imprevista para nuestro
    género.

    La obesidad es una industria. Ganar de peso
    es lo único que logramos cuando comemos en las franquicias
    que venden fast food.

    En eso gastamos miles de millones de euros
    y dólares al año.

    Paradójicamente. Lo mismo, o
    quizás más, desperdiciamos en la industria de las
    dietas para liberarnos de lo que nuestros apetitos desmedidos e
    implacables nos añadieran.

    Es tiempo para pensar de nuevo. Se acercan
    las festividades epicúreas en todos nuestros
    prósperos países. Donde desde noviembre a enero, la
    mayoría de los americanos serán más gordos
    — y, asimismo será para los dominicanos.

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    Paciencia, hermano…

    ¡Qué vergüenza! Pero no
    hay que sentirse mal por ello. En enero perderemos el peso
    ganado. Lo haremos, como antes falláramos, en nuestros
    intentos anuales, muchos años y libras por detrás
    — literal y físicamente para lo de las libras por
    detrás

    Comer por comer. No lo económico,
    desde el punto de vista de Thomas Robert Malthus o de Adam Smith.
    (Véanse mis ponencias al respecto en los portales de
    monografías.com Psikis y otros).

    Hablemos de engordar y del dinero que nos
    cuesta el hacerlo.

    Cuando uno se permite el lujo de engullir
    una hamburguesa con papitas fritas, seguidas por una de esas
    bebidas que tradicionalmente las acompañan, uno se
    pregunta lo qué esas extras y extrañas,
    calorías ofensivas, harán a nuestra salud.
    (Véanse mis ponencias al respecto en varios portales y en
    monografías.com).

    Causarán muchos estragos a la
    salud.

    Pero, ¿alguien se ha detenido a
    pensar en lo qué hará, comer así a su
    bolsillo? El azúcar y la grasa añadirán las
    libras inevitables, lo que ya sabemos. Y también
    conllevará a problemas del corazón, diabetes y una
    reducción en la duración y en la calidad de la
    vida.

    Pero existe un factor invisible que es
    consecuencia añadida al sobrepeso: Este último
    siendo que la gordura cuesta dinero — cientos de miles de
    dólares por todos compartidos, y de por vida.

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    Por ejemplo, las personas gruesas no gastan
    más dinero que las de tamaño normal gastan en lo
    que comen. Pero el precio que pagan por seguros de salud
    varía entre el doble y el cuádruple de lo que los
    demás pagan. En adición, ellos pueden esperar
    gastos médicos más elevados, y asimismo pueden
    anticipar menores ingresos y menor acumulación de ahorros
    en sus vidas acortadas. En los Estados Unidos, también,
    pueden predecir obstáculos obteniendo empleo y en
    calificar para posiciones especiales o aún para
    promociones en el trabajo.

    Algunos de los líderes economistas
    de las diversas universidades norteamericanas, han comenzado a
    trazar las relaciones negativas que existen entre varios factores
    monetarios y sociológicos y la medida conocida como IMC o
    índice de Quételet.

    Lo hacen para tratar de determinar si las
    riquezas, las pobrezas y la gordura; de algún modo, se
    asocian.

    Sus hallazgos a nadie
    sorprenden.

    En medicina, el IMC como medida, se utiliza
    para determinar si una persona pesa simplemente unas libras de
    más o si es peligrosamente obesa. El método de
    obtener esta cifra es sencillo y se consigue sin problemas por
    casi todo el Internet.

    La medida misma es fácil de
    entender. Por debajo de 25 es un estimado normal. De 25 a treinta
    es sobrepeso, y por encima de los 30 es obesidad. Personas cuyas
    medidas los colocan sobre los 40, se consideran
    mórbidamente obesas, lo que traduce en que están
    confrontando la posibilidad cierta de problemas serios de
    salud.

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    El índice, inicialmente fue
    desarrollado por Lambert Adolphe Jacques Quételet
    (1796-1874), científico belga de carrera
    distinguidísima, cuya biografía recomendamos
    leer.

    El índice se ha criticado por su
    inhabilidad para distinguir entre una persona musculosa y una
    gorda — lo que para la mayoría no debería
    presentar dificultades; ya que el dilema se resuelve a simple
    vista.

    ¿Verdad?

    Sin embargo, y a pesar de lo que dicen sus
    críticos, ésta es la medida más utilizada
    por académicos por todas partes del mundo para establecer
    el grado de la obesidad humana y, lamentablemente — es basados
    en este estándar que 97 millones de americanos — un 33%
    de la población — se considera obesa. Y que,
    además de ello, 10 millones más se consideran
    mórbidamente obesos.

    América es una nación de
    gordos, por gordos y para gordos…

    ¡Aplauso!

    Mientras las cadenas de fast food se
    enriquecen sin estorbos con las desdichas que venden, las
    ciencias médicas han tratado de establecer el costo del
    tratamiento de aquéllos quienes acarrean demasiado peso.
    Los estimados se dificultan porque la obesidad es polimorfo
    perversa. Como quienes accedan mis artículos en
    monografías.com, Psikis, elportaldelasalud.com y
    cabinas.net pueden bien apreciar.

    Los obesos sufren de depresiones, de
    trastornos cardíacos, diabetes, hipertensión,
    problemas de las articulaciones, problemas hepáticos y
    apnea del sueño entre una caterva de otras complicaciones
    serias de salud.

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    Y, cuando termines de "comer", no vayas al
    baño Melania…

    Las estadísticas disponibles son las
    norteamericanas y aquí las analizamos.

    Las complicaciones de la obesidad,
    especialmente la diabetes, que aflige 21 millón de
    americanos, cuesta $44,000 anuales repartidos, por persona. Un
    ataque al corazón, $42,200, por accidente
    cerebro-vascular, $37,000. Sin contar los costos
    astronómicos de estado-final-de-trastorno renal, o de
    amputaciones asociadas con la diabetes.

    A las compañías de seguros
    norteamericanas les cuesta 80 mil millones de dólares
    anuales pagar por los costos médicos asociados con la
    obesidad y su tratamiento. Como esta suma se divide entre los
    aseguradores, los asegurados y el gobierno — el pagador de
    impuestos sufre doble penalidad — ya que los que les cuesta una
    póliza de seguros siempre aumenta y los asociados
    impuestos nunca bajan.

    El precio de la gula

    Dos investigadores en la Universidad de
    Wisconsin-Madison, analizaron lo que "supersizing",
    nueva tendencia en los fast food, le cuesta a la sociedad
    americana — y lo que costaría a nuestras sociedades
    latinas — albergues, entusiastas que somos, de todos los fast
    food y de la potencial gordura en estado embrionario.

    Para superzize una orden hay que
    añadirle 67 centavos al precio normal — lo que se
    traduce en 73% más calorías grasas — lo que
    significa un promedio de 36 gramos de tejido adiposo adicional en
    el consumidor de cualquier edad que sea. Lo que a largo plazo no
    es una ganga.

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    No lo que nuestra estrategia de comer nos
    aconseja…

    Las compañías de fast food,
    como a su vez hicieran las tabaqueras, tratan de seducir a las
    personas muy jóvenes, para arruinarlas de por
    vida.

    Lo último ya es fait
    accompli

    Aplauso…

    Otro logro singular para el gobierno
    norteamericano y las industrias que lo compran y
    subvencionan.

    Pero no sólo son los costos del
    cuidado médico de enfermedades serias ya establecidas. Muy
    fácilmente, dominicanos obesos desembolsan unos $15,000
    dólares anuales para el compro de sus medicinas para
    remediar trastornos, a menudo, asociados con el
    sobrepeso.

    Un precio muy elevado para costear
    aflicciones que son auto-infligidas.

    Estudios conducidos en varias universidades
    en la Gran Bretaña y los Estados Unidos, soportan la
    evidencia de que los costos a muchas empresas, en dólares
    pagados por seguros de salud, son enormes y siguen aumentando. La
    causa mayor que incrementa el aumento de estos valores es la
    obesidad — trastorno que aún — optimistamente —
    creemos que es evitable o remediable.

    Pero hay más. Uno de los más
    confiables estudios de índole social, relaciona el ser
    obeso con la dificultad de ser aceptado en universidades
    prestigiosas en América. Además de esto, los obesos
    reciben menos paga en la industria — con todos los efectos
    adversos siendo mayores cuando éstos se aplican al sexo
    femenino.

    Ser mujer nunca es bueno. Ser mujer gorda
    es peor. Así lo determinan los hombres. (Véanse mis
    muchos artículos en defensa de la mujer, esparcidos por
    todo el Internet).

    Puesto de otra manera. Que tenemos que
    considerar la obesidad como lo que es: un flagelo médico,
    demográfico, psicológico y social, cuya
    erradicación total es el deber urgente y moral de nosotros
    todos.

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    El autoestima

    Estudios conducidos en la Escuela de Labor
    y Relaciones Industriales en la Universidad Estatal de Michigan
    concluyen de esta manera: "Existe evidencia irrefutable de que
    tenemos un problema industrial trazado a la discriminación
    por el peso". Lo que destruye el autoestima y reduce la capacidad
    laborar de los empleados.

    No sólo es que los empleados que no
    son gordos resienten las contribuciones que son forzados a hacer
    para solventar los costos crecientes de seguros colectivos
    causados por los obesos. Sino que "el tamaño de los gordos
    es importante", por lo menos, para ellos.

    ¡Sorpresa!

    En una encuesta llevada a cabo en una
    cervecería de gran tamaño en Missouri se
    concluyó que la mayoría de los trabajadores piensan
    de las personas obesas cosas negativas: Que son perezosos, que
    carecen de fuerza de voluntad, que son repulsivos y que son poco
    idóneos para tener nada que ver con los
    clientes.

    Aún en Michigan, el único
    estado con leyes contra la discriminación del obeso,
    muchos empleadores lo expresan sin resquemor: "Eres obeso, me
    costará más tu empleo que lo que vales", dijo un
    directivo de una factoría de toboganes a un prospecto que
    pesaba 30 libras de más.

    A medida que la "epidemia" avanza es algo
    que debemos, sino tener encuentra, por lo menos prestarle mucha
    atención.

    Me refiero aquí a que la obesidad es
    problema compartido, como demuestro en mi artículo: El
    Sobrepeso: Carga Compartida
    en
    monografías.com.

    La discriminación incide ya,
    más contra la obesidad, que contra los negros. Más
    mujeres blancas preferirían tener los hijos de un negro
    esbelto que los de un blanco obeso. El mismo fenómeno se
    registra entre las mujeres negras, aunque estas últimas
    parecen ser más tolerantes de todo en general.

    La conclusión paleolítica es
    la siguiente: Los seres humanos, conocedores que somos, de que la
    raza y el color de piel que ostentamos son asuntos ineludibles,
    que no podemos condonar el hecho de que unos se están
    sobre-comiendo lo que a todos nos pertenece –– aunque,
    como individuos, nosotros por nuestra parte, no comamos
    tanto.

    Monografias.com

    ¿Esto es comida? No para nuestra
    especie…

    Hablemos de la locura, la gordura y el
    dinero…

    Porque aunque no se compruebe, todos
    sabemos que nunca es posible ser ni muy rico, ni muy delgado —
    de no creerlo, pregunten a quienes viajan de cirujano
    plástico a cirujano plástico en búsqueda
    fútil de apaciguar sus esperanzas desesperanzadas.
    (Véanse mis ponencias al respecto en Psikis y en
    otros varios portales).

    Porque tratar de cambiar las apariencias
    usando las cirugías, es mucho más fácil que
    leer un libro o apreciar a todos los Scarlatti, como,
    tantos, bien sabemos.

    Monografias.com

    Poster. La Cirugía
    plástica de tantas mujeres
    dominicanas

    Expertos abundan que ya nos aseguran que
    los prejuicios contra los gordos están sobrepasando los
    que existen contra otras razas y religiones. "Será, porque
    es fácil pensar que uno no está supuesto a vivir
    luciendo como una ballena terrestre — lo que puede, y debe de
    evitarse — en lugar de ser persona de color…" Nos
    escribe un experto quien vive en lucha constante con el
    sobrepeso.

    Las penalidades del gordo aparecen en otras
    formas. Hace ya mucho que los sociólogos notaran que en
    países avanzados, las personas de posición elevada
    tienden a ser delgadas y las de estado humilde son
    gordas.

    Que las personas gordas tienen dificultades
    en casarse es hecho corroborado — quizás sea algo
    natural e instintivo. Que el matrimonio puede ser crucial en el
    desarrollo de las riquezas es asunto importante, especialmente en
    nuestra nación donde el casamiento por el dinero es asunto
    común. (Véanse mis artículos al
    respecto).

    Pero, es indiscutible, el matrimonio, aun
    con el estigma de la obesidad no es asunto fácil, ya que
    para consumarlo debidamente nuestros instintos juegan un factor
    ingénito. Casarse con persona gorda es adquirir rasgos
    negativos gratuitos, expresan algunos, cuyos particulares no
    desean que sean revelados.

    La evidencia antropológica para
    soportar esta última aserción es
    apabullante.

    El resultado es sencillo: Existe un
    prejuicio universal contra el obeso que se expresa a todos los
    niveles ¡Punto!

    Y, aunque el obeso, adquiere riquezas de
    modo significativo en algunos países, es hecho que el
    prejuicio en su contra empieza a ser sustanciado a medida que la
    epidemia de este problema se extiende.

    En un estudio de lo que se hereda, en los
    Estados Unidos, se constató que quienes heredan dinero,
    heredan más de padres que son delgados que de padres que
    son gordos. No se demuestra con ello que el ser gordo conlleva a
    la pobreza o que la pobreza conduce a la gordura. Pero, la
    relación es clara y existe.

    Es el dilema famoso de lo que viene
    primero, ¿el huevo o la gallina?

    Quizás todo esté relacionado
    con la regla del DNA, por mí desarrollada. La Naturaleza
    comienza a percibir que, en un mundo de recursos en merma,
    aquéllos, quienes en una minoría acaparan
    más de lo justo, confrontarán extinción.
    (Véanse mis artículos al respecto en varios
    portales).

    Pero no es tan simple, como quienes se
    hacen cirugías plásticas para sentirse felices. El
    perder unas cuantas libras no hace de nadie un ser más
    concertado, ni un ser más culto, ni más
    inteligente, ni más saludable, ni inmortal, ni más
    feliz. (Véanse mis ponencias al respecto en
    Psikis).

    Monografias.com

    Lo que lo hace es que la persona se torna
    más responsable consigo misma y más honesta con los
    demás.

    ¿Qué nos depara el
    futuro?

    Dónde la Naturaleza desde
    aquí nos llevará permanece siempre un misterio.
    Pero, la supervivencia del más apto, como nos amonestara
    Herbert Spencer, nunca aplicará a quienes gordos lo
    son.

    En resumen

    La guerra nunca librada será la
    Guerra contra la Pobreza. La guerra nunca ganada, posiblemente,
    será la Guerra contra la Gordura.

    Sin embargo, en un mundo de recursos
    menguantes, y de pobreza indecible, vivir para comer o para lucir
    plásticamente bien es inmoral.

    En este acertijo yace una locura que no es
    la megaloblástica. (Véase mi ponencia: La
    Locura Megaloblástica
    en
    monografías.com).

    Bibliografía

    Suministrada por solicitud.

     

     

    Autor:

    Dr. Félix E. F.
    Larocca

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