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La transferencia en la psicoterapia, una revisión de un concepto freudiano




Enviado por Felix Larocca



  1. Los
    efectos de la transferencia
    terapéutica
  2. La
    transferencia y sus orígenes
    biológicos
  3. La
    psicología médica
  4. En
    resumen
  5. Algo
    sobre la contratransferencia
  6. Las
    resistencias
  7. El
    caso de Julieta
  8. De las
    resistencias y de las ganancias secundarias… O cuando
    estar enfermo es mejor que estar sano
  9. Discusión y resumen
  10. Bibliografía

Esta lección resume los principios
cardinales en los que se asientan las bases de la psicoterapia
psicoanalítica.

Para su objetivo combinamos tres lecciones
y adaptamos a los principios del psicoanálisis
clásico conocimientos derivados de la neurociencia
aplicada.

Comencemos

La mente es producto de la actividad del
cerebro.

La transferencia en el psicoanálisis
es el lazo emocional que fluye entre el paciente y el
analista.

Como noción, la teoría del
psicoanálisis lo considera crucial para el éxito de
la experiencia terapéutica. Lo que permanecería
inexplicable por muchos años es el modo cómo se
activa y la manera cómo evoluciona.

El establecimiento de este lazo afectivo
intenso se creía que era automático, inevitable e
independiente de todo contexto de realidad. Se entendía,
sin saberlo, que era módulo nato o actividad instintiva.
(Véase: Analysis Terminable and Interminable por
S. Freud).

De hecho, hace mucho tiempo que se
creía que dentro del marco de este fenómeno se
desarrollaban sentimientos amorosos hacia el terapeuta. Que, de
ser verdad, en su existencia, cancelarían el significado y
el propósito mismo de la terapia.

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Diván que Freud usara

Los efectos de la
transferencia terapéutica

Para comenzar, se reconoce que no todas las
transferencias son iguales, ya que se diferencian entre sí
como en seguida veremos.

Existen dos tipos de
transferencia:

  • 1. Transferencia positiva, que son
    los sentimientos positivos, amistosos y afectuosos hacia el
    terapeuta.

  • 2. Transferencia negativa,
    caracterizada por la expresión de sentimientos
    hostiles y de enojo.

Y, la menos mencionada, la
contratransferencia. Que es asimismo objeto de esta
lección.

Exploremos los dos conceptos, el de la
transferencia y el de la contratransferencia

En el terreno psicoanalítico
definimos como transferencia al fenómeno mediante el cual
un paciente proyecta inconscientemente sobre su analista
sentimientos, vivencias y emociones infantiles. De acuerdo a lo
dicho, una persona verá en su terapeuta, y
experimentará hacia él o ella, los mismos deseos y
afectos que tuvo hacia sus padres y/o personas significativas de
su infancia, sin tener claro por qué lo hace. Se
sentirá entonces agradecido, apegado, rechazado,
experimentará angustias, temores y anhelos, que le
resultan difíciles de expresar y mucho menos
entender.

En el otro lado de la ecuación,
experiencias similares están siendo despertadas, en el
terapeuta–ser viviente con historia e inconsciente — quien
asimismo proyecta sus experiencias sobre el analizando, a este
fenómeno lo llamamos contratransferencia.

Para Freud el fenómeno de la
transferencia constituye el "Alfa y Omega" de la relación
analítica, es decir, el principio y el fin del proceso de
análisis. Para muchos de sus discípulos esto sigue
siendo cierto. El entorno terapéutico brinda un medio
seguro y confiable para que estas emociones puedan ser
desarrolladas, integradas, asimiladas y elaboradas
conscientemente. Parte del proceso analítico consiste en
actualizar la realidad. Que la persona angustiada pueda hacer
consciente su pasado, revisarlo y que por este medio deje de
repetir patrones infantiles de conducta.

Para el psicoanálisis ortodoxo,
léase freudiano, la condición de la transferencia
se confina al contexto terapéutico, y es deseable, para la
cura que el paciente desarrolle una "neurosis de transferencia"
por medio de la cual el paciente puede hacer la experiencia
emocional correctora que le permitirá superar sus
dependencias y temores.

Como se podrá conjeturar, este
método terapéutico, que ha demostrado su eficacia,
a pesar de sus detractores, encierra peligros que no se escapan a
la percepción del lector inteligente. Es por ello que para
ser psicoanalista se requieren largos años de estudios, un
profundo proceso de análisis personal y una
condición ética muy estricta; aparte, naturalmente,
de una razonable salud mental.

El Ser Humano parece ser el gran error de
la Naturaleza. Al nacer lo hacemos inacabados. Somos una especie
de parto prematuro que, a diferencia de otros animales cuyo
aparato instintivo les capacita para sobrevivir a las pocas horas
o semanas, necesitamos de un entorno protector para poder
defendernos y tener un mínimo de posibilidades de vida.
Este primer entorno lo provee la madre y las condiciones de
seguridad que la rodean, es decir, una familia estable, un grupo
social coherente, un país armónico y consistente,
un esquema de valores accesible y lógico, amén de
la instauración del juicio moral. Al fallar estos
mecanismos el nuevo ser, si no muere, se desarrolla de manera
inadecuada, se siente frágil, inseguro, dependiente. Busca
en el afuera alguien que pueda suplir sus carencias. Se hace
dependiente y anhelante de un líder de un gobierno o de
cualquier persona que le provea los elementos de seguridad
carecidos en sus primeros momentos de vida.

Los primeros momentos de todo nacimiento
humano son cruciales por su naturaleza y, si proceden con
desenvoltura resultan en la formación de un individuo
harmonioso, balanceado y sin conflictos neuróticos. En una
persona que puede vivir su vida sin las interferencias que
resultan de las ansiedades neuróticas.

La transferencia
y sus orígenes biológicos

Antes de que muriera, Freud,
intentó, sin mucho éxito, cuantificar la
extensión de sus contribuciones hipotéticas y
especulativas para tornarlas en realidades científicas.
Por falta de los instrumentos requeridos no pudo lograr sus
deseos. (Véase: A Project for a Scientific
Psychology
por S. Freud).

La neurociencia al rescate

Biológicamente, durante el proceso
de la psicoterapia, dos cerebros (el del paciente y el del
terapeuta) se comunican del modo dictado por el desarrollo
atávico y característico de nuestra especie
produciendo una situación artificial donde las evoluciones
incompletas y defectos del desarrollo de la paciente se
experimentan de nuevo, permitiéndole a ambos una
oportunidad de reducir los vacíos y de remediar los
entuertos emocionales de los que el paciente padece.
(Recomendamos: The Neuroscience of Psychotherapy por L.
Gozolino).

A medida que el proceso avanza, la
capacidad auto-reguladora del paciente se establece y
paulatinamente por medio de la recuperación de memorias
reprimidas, de la repetición de situaciones
traumáticas, prohibidas en su expresión por las
defensas inconscientes y por virtud de poner esas vivencias en la
perspectiva apropiada, la cura se logra. Ese proceso se llama en
inglés: Remembering, Repeating and Working
Through
.

La
psicología médica

Es la rama más reciente de las
profesiones que se dedican al remedio y cura de las dolencias
humanas. Para que sea efectiva, como tantas cosas que son
abstrusas hay que definirla.

Como nombre es poco apropiado, ya que no es
pura psicología, ni es estrictamente
médica.

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La disciplina en sí se deriva
directamente de la neurociencia y de sus perspicacias en la
fisiología de nuestros tres cerebros. Para estudiarla, no
es necesario ser psicólogo clínico, rama del
conocimiento que analiza las respuestas que se hacen a pruebas
estandarizadas, ejercicio que es limitado por su naturaleza
misma.

Tampoco es extensión estricta de las
ciencias médicas, ya que (como sucede con la
odontología, la podología, la optometría, la
osteopatía, entre tantas), limita su interfaz con la
medicina al estudio del cerebro en sus funciones y de la
psicofarmacología en sus aplicaciones.

Como ciencia es elegante y como
profesión es revolucionaria.

En
resumen

Las conexiones para el éxito de la
terapia es entre una dualidad que existe entre dos cerebros
(mentes). Sólo es posible que este fenómeno suceda,
por medio de la transferencia, que es un estado de resonancia
física entre las actividades eléctricas de dos
órganos especializados.

Terapeutas quienes no han sido entrenados
en este campo, permanecerán siendo profesionales
limítrofes en el desempeño de sus
actividades.

Eso constituye, la
mayoría.

Para proseguir, presentaremos la
contraparte de la transferencia, el fenómeno de la
contratransferencia

Algo sobre la
contratransferencia

Dr. Félix E. F. Larocca

Para el psicoanálisis, la
contratransferencia expresa los sentimientos y emociones
inconscientes que despiertan en el analista las comunicaciones y
actitudes del paciente.

La contratransferencia no es algo a evitar,
ya que es automática, natural y constituye parte de toda
relación terapéutica.

En la psicoterapia, es una condición
en la que el terapeuta, como resultado de su respuesta emocional
a las comunicaciones del paciente, empieza a desarrollar
sentimientos inconscientes hacia el mismo, como un reflejo
ético a los que éste le comunica.

En la transferencia, el paciente revive,
vía el traspaso de sentimientos arcaicos, en la persona
del terapeuta, la presencia virtual de individuos importantes de
su pasado tanto temporal como dinámico.

En la terapia de naturaleza
psicoanalítica la transferencia es una condición
esencial, culminando en lo que se designa como "neurosis de
transferencia" cuyo análisis es parte fundamental del
psicoanálisis clásico freudiano. (Véase:
Neuroses and Psychoses por S. Freud
SD).

La contratransferencia es un aspecto de la
relación terapéutica que, de no ser analizada,
comprendida y reducida por el terapeuta. Puede conducir a errores
de juicio y de técnica.

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La persistencia de la memoria
por S. Dalí

Quizás el libro más
leído acerca de la contratransferencia es el
clásico The Jet-Propelled Couch and Other True
Psychoanalytic Tales
por R. Lindner.

En este último, Lindner un
psicoanalista de los que hicieran del famoso Troy Building en
Baltimore su centro de operaciones, por allá en los
años cincuenta y tantos, recibió como paciente un
ingeniero de la Agencia Atómica Norteamericana.

Perfectamente lúcido en todos los
aspectos de su vida, este distinguido científico
vivía la fantasía de que él hacía
visitas periódicas a planetas extraterrenales de los que
conservaba mapas como evidencia.

El análisis comenzó con el
interés clínico que el analista debiera a su
distinguido y educado paciente.

Pero cuando, Kirk Allen — éste era
su nombre — comenzara a producir mapas detallados de sus
visitas y a relatar experiencias vividas en su mundo distante,
Lindner es hechizado por la riqueza de la fantasía de la
experiencia, la cual comparte — en su totalidad — de
modo inconsciente.

El clímax dramático del
narrativo sucede cuando el paciente confiesa al analista que
está continuando el análisis, manteniendo vivas sus
visitas imaginarias, para "beneficio" del analista — ya que no
las necesita como fantasía.

Lindner reflexiona, al concluir: "En esta
extraña ocupación es difícil, a veces,
determinar quien debe de yacer en el diván y quien debe de
escuchar sentado detrás del mismo". (Véase: The
Psychology of the Transference
por C. Jung).

Un programa televisivo, Play House
90
, presentó un episodio basado en el mismo
libro.

Concluiremos con las resistencias, parte
esencial de toda terapia analítica exitosa

La psicoterapia y las
resistencias

Dr. Félix E. F. Larocca

En el proceso que definimos como una
relación terapéutica muchos factores intervienen
que, por no conocerlos, muchos ignoran.

El paciente que se beneficia de la terapia
introspectiva se conoce mayormente como una persona que padece de
una neurosis. Una neurosis no es una enfermedad en el sentido que
conocemos ese término, sino que es más bien una
"decisión" impuesta por factores ambientales y
dinámicos que, durante el desarrollo emocional de la
persona la forzaron a optar por estilos conflictivos de reducir
ansiedades existenciales.

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La neurosis es una forma de ser, y de estar
en el mundo, en un ser humano normal. La neurosis es en cierto
sentido la mejor identidad que una persona pudo alcanzar en el
proceso de su vida. En ese sentido es su mayor riqueza y su mayor
pobreza. Es su mayor riqueza en tanto que configura su historia
de supervivencia y es en ese significado todo lo que tiene. Es
así que una persona no tiene una neurosis sino
que es un neurótico. Y al mismo tiempo se
constituye en su mayor pobreza en cuanto que es la mayor
limitación, la mayor tristeza, angustia; es el no sentirse
bien con los demás y no encontrarse llanamente con uno
mismo.

Pero para bien y/o para mal, la neurosis es
la identidad que muchas personas asumen.

Asumiendo esa identidad, el paciente se
encuentra atascado en un círculo vicioso de naturaleza
interminable. La repetición compulsiva de patrones viejos
le permiten la rutina de revivir las experiencias del pasado en
el escenario del presente y de ese modo logra mantener la
ganancia secundaria del conflicto irresuelto.

Es en el reconocimiento de las acciones que
deben ser evitadas y las que se repiten de modo inevitable para
reducir ansiedades donde reside el dilema. Pues es la
repetición la que conduce a sentimientos de malestar por
haber caído de nuevo en la trampa del síntoma
neurótico.

Este fenómeno descrito se conoce
técnicamente como la repetición
compulsiva.

Empero, cualquier cambio que interfiere con
la estructura de esa identidad, la que fue creada para protegerse
del mundo, se juzga peligroso. Y es por este motivo que nadie en
su fuero interno desea el cambio. A la realización del
cambio se llega dolorosamente por medio de la terapia. Es muy
difícil nacer nuevamente, porque para poder
re-nacer hay que primeramente morir. Tiene que perecer
una forma del ser para que pueda emerger una nueva.

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No debo… pero, será la
última vez…

Las
resistencias

Freud fue el primero quien estudiara de
modo sistemático las resistencias las que entendiera como
parte del proceso de la terapia. Tanto las encontraría en
sus pacientes que les asignó un rol y un lugar de
importancia en toda terapia exitosa.

La resistencia es una defensa
neurótica de la identidad que el paciente ha asumido. La
neurosis es algo que evoluciona progresivamente, con
excepción de las situaciones traumáticas. La
permanente repetición de una conducta conflictiva es lo
que constituye la neurosis. La resistencia, la
perpetúa.

El gran daño que reside en el
núcleo de la neurosis es el daño que la persona se
inflige a sí misma. La persona sana es dueña de su
propia existencia. El neurótico es esclavo de sus
conflictos irresolutos.

La persistencia de una conducta repetitiva,
en consecuencia implicaría que no ha habido un cambio en
la estructura mental. El lograr una autorrealización
emotiva en la terapia, conduce a la resolución del
conflicto. Lo que se logra a largo plazo.

La terapia no es para el paciente
"impaciente".

Recordemos, que la neurosis sirvió
como línea de ajuste para quien la sufre y, que aunque
causara dolor, fue compañera de muchas
jornadas.

Entonces, cuando hablamos de resistencia se
piensa en una fuerza que opone el deseo consciente de cambio, o
sea, que se visualiza a la misma como otro obstáculo a
sobreponer. Si la defensa de la resistencia no existe, el
paciente no está en terapia.

La resistencia en sí se considera
como la interacción entre la fuerza para el cambio y la
fuerza opuesta al mismo: "quiero cambiar, pero no quiero
cambiar". El trabajo en la terapia está en entender ambas,
eliminando las resistencias vía la
interpretación.

La resistencia toma muchas formas. Una de
ellas es la sumisión total del paciente a los criterios de
la terapia. Lo hace todo, lo hace con
entusiasmo, lo hace como si estuviera tratando de
obtener buenas notas. Como si fuera un buen hijo.

Otros se amparan en el control. Hallan
excusas para llegar tarde a las sesiones, cancelan por razones
inválidas, se deleitan en las actividades
extra-terapéuticas que consolidan y mantienen el
conflicto, escapan en la "salud", terminado la terapia antes de
que ésta concluya.

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Nacimiento de Cristo. James
Tissot

Es decir, que si bien las resistencias son
inconscientes, ello no significa que no sean reales. Porque el
cambio en la terapia es una admisión de aceptar tener que
cambiar patrones ajenos a la madurez, y para muchos — la
mayoría — madurar es anatema.

Un historial clínico
ilustrará el concepto.

El caso de
Julieta

Julieta no buscó la terapia.
Sufría de anorexia y de bulimia, las que fueran precedidas
por una obesidad persistente la cual apareciera en su
niñez temprana. Los padres decidieron que era tiempo de
que ella confrontara sus estilos de lidiar con su vida, dieta y
su nutrición — viviendo metida en el gimnasio, rehusando
comida saludable y vomitando frecuentemente.

Julieta había decidido que
más que nada en su vida no engordaría de nuevo.
Para ello se obstinaba en comer de manera peculiar e
idiosincrásica que a todos en casa molestaba. Entró
la terapia decidida a decepcionar al terapeuta manteniendo un
aspecto de entusiasmo superficial de querer eliminar sus
comportamientos conflictivos. Duró algún tiempo
antes de que descubriera, lo que tantas pacientes descubren, que
disminuir el estrés, como es frecuente en la terapia,
elimina las libras. Lo que, a menudo, acompañado de un
plan de comer saludable logra lo imposible: perder libras
mientras no se pasa hambre.

Ese hallazgo la motivó y
empezó a cambiar. Pero, la dinamia de la relación
con sus familiares cercanos se convirtió en la fuente
imprevista de las resistencias. Crisis empezarían a abocar
en el caso con frecuencia increíble. Lo que antes fuera un
lema ahora se volvería un hábito: "nunca echaremos
para atrás ni para coger impulso", se convertiría
en racionalizaciones vacías para justificar la falta de
interés en la terapia.

Muchas cancelaciones más adelante,
el terapeuta decidió optar por la terminación, ya
que seguir adelante sería justificar los
síntomas.

Hoy Julieta es obesa y
deprimida…

En resumen

Para efectuar el cambio deseado, el
paciente debe aceptar que la terapia es un proceso
autónomo, laborioso y no cosmético. Que para llegar
al logro de la Nirvana del equilibrio emocional se requiere
motivación, algo que la neurosis a menudo subvierte
disfrazado como resistencia entusiástica al
curarse.

Terminaremos incluyendo material
esencialmente relacionado a este tópico

De las
resistencias y de las ganancias secundarias… O cuando
estar enfermo es mejor que estar sano

Dr. Félix E. F. Larocca

(Retiro de Ancestra®. Casa de Campo 18 de
junio, 1996)

En las múltiples definiciones de las varias
resistencias en la terapia psicoanalítica, se establece
muy temprano que las resistencias son parte esencial de la
psicoterapia y de la constitución psíquica de
nuestros pacientes.

Campbell (p.549) propone el siguiente concepto: "The
other (third) category of ego-resistance is related to the
gain of the illness (el énfasis mío).
[For] The ego opposes the renunciation of both the gratification
and relief that are "based upon the inclusion of the symptom in
the ego"."

Campbell (p.259) describe asimismo las ventajas
secundarias que se derivan del sufrir de una enfermedad, ventajas
las cuales el paciente tendría que renunciar si se mejora
o se cura.

Una enfermedad o un síntoma de naturaleza obscura
y de origen inexplicable, muy a menudo definen la existencia del
paciente, delinea la periferia de su círculo social y
establece las limitaciones necesarias para evitar su
participación en la proverbial "lucha por la
vida".

Veamos un ejemplo

Lidia, es una mujer joven con tendencias depresivas. Su
vida ha sido limitada a servir a los amos de la finca en la cual
ha permanecido toda su vida. Lidia sufre de ataques recurrentes
de migraña. Ella caracteriza esos dolores como "mis
dolores de cabeza matones". Cuando a ella le sorprende uno de
esos dolores, la actividad familiar se interrumpe, el silencio
reina, las demandas por su productividad cesan y entonces se le
permite retirarse en la tranquilidad de su alcoba en la cual
permanece, yaciendo en las tinieblas silenciosas.

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Lidia ha sido evaluada un sinnúmero de veces por
un ejército de especialistas, quienes no han logrado
establecer ni la causa ni la cura para el
síntoma.

Un día, un médico recién llegado al
área, se consulta y éste mantiene que el
síntoma puede definirse como de origen
psicosomático recetándole a Lidia una medicina de
efectos neurolépticos, la cual es bien conocida en
círculos médicos como agente específico para
este tipo de molestia.

La respuesta es inmediata y sorprendente. Lidia, reporta
alivio instantáneo con la primera dosis. Alivio, el cual
se esfumaría con tanta presteza como hizo su
aparición.

Lidia, expresó a sus familiares, en confidencia,
que ella no solo no estaba mejorando con el nuevo régimen
diseñado para ella, si no que estaba empeorándose.
El médico, conocedor de las actividades
farmacocinéticas de la medicina en cuestión,
sensiblemente paró el tratamiento alejándose de la
situación.

¿Pero cuáles eran las ganancias
secundarias que pudiesen atribuirse a la "enfermedad" de la cual
Lidia sufriera?

Veamos:

  • ? Lidia limitaba sus actividades a un
    número reducido de menesteres, los cuales estaban
    circunscritos por su inexplicable dolencia.

  • ? Lidia solamente trabajaba una parte
    mínima del tiempo disponible — la parte
    permitida a ella por los síntomas.

  • ? Lidia se envolvía de un modo
    periférico en la disciplina de sus hijos, ya que
    evitaba provocar los síntomas haciendo
    malasangres.

  • ? Lidia restringía sus actividades
    sociales a la esfera de la religión (y aún
    estas eran mínimas.)

  • ? Lidia reducía (sabiamente) el consumo
    de las comidas consumidas en su casa por razones muy
    extensivas para aquí ser exploradas.

Discusión
y resumen

Cuando uno contempla clínicamente el hecho de que
en ciertas situaciones, el alivio de los síntomas o la
cura de una enfermedad remueven las defensas operacionales que
definen la personalidad de algunos pacientes, uno comienza a
aceptar el aforismo freudiano que establece que "algunos
síntomas, a pesar de ser molestos y agobiadores son
compañeros viejos bien conocidos, los cuales rehusamos
abandonar por promesas del retorno de una salud (que puede
volverse) tan agobiante como penosa."

En otras palabras, la resistencia al cambio a veces es
una defensa imperturbable y muy poderosa, la cual puede que
resulte imposible desarraigar.

Eso pasa con las disorexias muy a menudo.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

Ref.: Campbell, R. J.: Psychiatric Dictionary
(Fifth Edition) 1984 (Oxford University Press
NY)

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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