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Vómitos psicogénicos




Enviado por Felix Larocca




    mitos psicogénicos –
    Monografias.com

    Vómitos
    psicogénicos

    Vómitos psicogénicos son
    aquellos vómitos que acompañan a reacciones
    emocionales intensas o a alguna situación de
    estrés.  Los vómitos psicogénicos son
    comunes en la niñez, cuando el niño muestra rechazo
    (actitud de oposición) o desinterés por la comida,
    lo que puede indicar que existen conflictos entre su entorno y su
    equilibrio emocional. Para muchos niños estos
    vómitos son síntomas de inmadurez física o
    mental. Cuando los vómitos se establecen como
    síntoma, la comida deja de ser la simple ingesta de
    alimento para metamorfosearse en fenómeno de angustia que
    complica la interacción libre del niño con la
    figura nutriente. La que, en su ansiedad, pierde la
    disponibilidad para soportar al hijo y recurre a cualquier
    técnica (chantaje, amenaza,…) para lograr introducirle
    en la boca algo de comer y apaciguar sus miedos.

    Los vómitos psicogénicos
    más comunes, en toda la ciencia médica, son los del
    embarazo.En otros artículos relacionados con los
    vómitos del embarazo, he discutido los aspectos
    psíquicos de la gestación normal, ya que los
    embarazos que son complicados, muy a menudo se acompañan
    con el vómito pernicioso, condición de
    consecuencias graves.

    El embarazo

    El embarazo normal del ser humano, como
    antes hemos estudiado, es el resultado imperfecto de una
    adaptación que hizo la Naturaleza, de nuestra
    anatomía, para lograr la locomoción bípeda.
    La estación bípeda y esta misma forma de marcha fue
    necesaria para acomodar la expansión de nuestro cerebro,
    terminando en la contingencia de que el feto de nueve meses (o de
    gestación a término) nace como si fuera un ser o un
    bebé prematuro, aun sin completar. Por eso somos tan
    indefensos al nacer, ya que el desarrollo fetal continúa
    fuera de la matriz.

    Para la primípara ese primer
    embarazo puede evocar sentimientos conflictivos de gozo y de
    temor, ya que es una experiencia asociada con el misterio y la
    inexperiencia. Para hacerlo todo peor, en culturas como la
    nuestra donde todos opinan, son expertos y dan consejos, el miedo
    natural puede convertirse en un verdadero terror.

    Los vómitos

    Los vómitos en nuestro medio son
    parte esperada del embarazo y así lo acatan
    muchas mujeres, cuya preñez se anuncia por la
    aparición temprana de los vómitos matutinos.
    Así todos, incluyendo los animales domésticos y los
    vecinos más distantes, se enteran.

    Para otras, los vómitos, pronto son
    seguidos por la intemperancia gastronómica, o el hambre
    excesiva, que resulta en empaches caprichosos. Estos
    últimos resultando en aumentos de pesos, a veces enormes,
    tanto como para la madre como para el bebé nonato o
    recién nacido.

    Los vómitos del embarazo, entonces,
    no pueden ser naturales, ya que en la Naturaleza la comida no
    existe en exceso y la madre expectante debe retener lo poco que,
    en el estado natural, se logra.

    En nuestro mundo civilizado las intuiciones
    y planes genéticos se oscurecen porque cesamos de usar los
    mensajes de nuestros instintos que indican que comamos con
    moderación y en su lugar nos abarrotamos con azúcar
    y grasas para "alimentar a dos seres" (a la mamá y al
    desafortunado bebé, considerado así porque el pobre
    no sabe cómo, ni puede defenderse).

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    No todas las mamás engordan durante
    el embarazo. Las mujeres campesinas residentes de las
    montañas de nuestro país, las pobres haitianas y
    las que habitan el África Ecuatorial, no engordan porque
    no les conviene y también porque, careciendo comida en
    exceso (gracias a Dios) no pueden.

    Las víctimas de la anorexia nervosa,
    no engordan porque no quieren. Y las bulímicas
    dividen el resultado por la mitad. Unas sí y otras
    nyet!

    El rol del hipotálamo

    El hipotálamo regula nuestra ingesta
    de comida y su destino final en nuestro cuerpo. También
    reacciona a la eliminación innecesaria de alimentos como
    hacemos cuando vomitamos comidas no venenosas, (lo que sucede con
    los vómitos del embarazo) o cuando pasamos por el hambre
    dolorosa de las dietas restrictivas.

    El hipotálamo asimismo reacciona al
    consumo en exceso de calorías, ya que el empache tampoco
    es actividad adaptiva. Puede, de este modo, disponer de
    métodos que, para lograr equilibrio nutricional, permiten
    el vómito o aun lo hacen placentero, para que éste
    se provoque, evitando de ese modo la gordura
    indeseable.

    Al hipotálamo no le agradan los
    gordos, quizás será porque acaparan más de
    lo que todos necesitan para el placer de unos cuantos
    desventurados.

    En nuestra experiencia muchos niños
    jóvenes fueron dotados al nacer con un reflejo de
    náusea muy irritable. Estos niños vomitaban con
    facilidad, y su crecimiento se atrofiaba o se dilataba,
    proporcionalmente a la pérdida global de nutrientes en la
    dieta.

    Otros niños nacen con un deseo
    implacable de comer y se habitúan con facilidad a la
    ingestión de todo lo que al final los
    engordará.

    El vómito
    psicogénico

    Nuestro conocimiento de la medicina
    psicosomática incorpora en sí el simbolismo que
    abunda en las metáforas que nuestra mente produce cuando
    efectúa ese brinco misterioso de que hablara la
    psicoanalista Hélène Deutsch, cuando escribiera su
    clásica ponencia: Del Brinco Misterioso de la Mente al
    Cuerpo.
    Fenómeno que he descrito en un
    artículo con el mismo nombre y que publicara en el
    pasado.

    El vómito es una metáfora que
    a veces usamos en nuestras expresiones:

    • Él me da
      náuseas

    • ¡Qué asco! Me dan ganas de
      vomitar

    • No hagas eso, (escupiendo — acto
      simbólico), ya que vomito o me desmayo

    • Mi amiga Julia es repugnante

    • No la puedo tragar

    • Él es un come m…
      (presumiblemente, porque en ese caso debiera vomitar). Y, no
      lo hace, porque la m… le gusta, o
      porqué no puede vomitar.

    • Una variedad de lo de arriba se refiere
      a una coprofagia sutil: Eso me sabe a m…

    Cuando el estrés nos sorprende,
    entonces, el organismo funcionando en una modalidad de emergencia
    y bajo la dirección programada, pero ciega, del
    hipotálamo responde con evacuación renal o
    gastrointestinal y con la cesación de funciones que no son
    esenciales para mantenernos vivos.

    El orinar con frecuencia y la diarrea,
    frente al estrés, son funciones altamente adaptivos. La
    sudoración profusa, la erección del pelo en toda
    nuestra epidermis, la cesación del hambre y la
    inhibición del instinto sexual; como lo son la
    náusea y el vómito; todas, constituyen
    manifestaciones de un desajuste importante de nuestro equilibrio
    general. Un desajuste que, de no ser breve, puede acarrear serias
    consecuencias a largo plazo.

    Cuando el embarazo nos estresa, cuando
    rehusamos aceptar esa imposición masculina en
    nuestro cuerpo, cuando tememos el efecto que esa "barriga" va a
    significar en nuestro futuro. Entonces, el "brinco misterioso",
    de que Deutsch escribiera, se hace posible como síntoma
    psicogénico y el vómito resulta.

    Lo que es muy curioso, y aquí debe
    ser resaltado, es el hecho paradójico que algunas mujeres
    no vomitan sino que engordan, usando la preñez como un
    trampolín desde donde se zambullen en la pileta de su
    glotonería de antes reprimida por la necesidad de
    "mantenerse en línea".

    Para estas mujeres los peligros residen en
    la obesidad del producto de su gestación, en la propia, y
    en las complicaciones que a veces ocurren al parir. La eclampsia,
    como ejemplo.

    (Léase:

    Deutsch, H: Of the Mysterious Leap
    from the Mind to the Body

    Larocca, F. E. F: Los Vómitos
    del Embarazo: ¿Condición? o
    ¿Condicionados?

     

     

    Autor:

    Dr. Félix E. F.
    Larocca

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