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"A orar se aprende orando" Escuela de Oración – Nivel I



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Pedir
    y recibir, un principio de la
    oración
  3. La
    oración: entrada a la dimensión sobrenatural de
    Dios
  4. ¿Cómo enfrentar las crisis?
    Sométalas en manos de Dios
  5. ¿Tienen sus oraciones autoridad de
    Dios?
  6. ¿Cómo y por qué pedir en
    el Nombre del Señor Jesús?
  7. Seis
    pasos para que lo imposible se haga posible con
    oración
  8. ¿Qué papel juega la
    oración en los milagros?
  9. La
    oración enfrenta enemigos
  10. Cruzando las fronteras de la
    fe
  11. Perseverar en oración, clave para los
    milagros
  12. El
    ayuno y la oración, dos disciplinas espirituales en la
    búsqueda de Dios
  13. Oraciones elevadas, respuestas
    recibidas
  14. Defina una disciplina de oración
    diaria
  15. Acepte las Cargas de Oración para
    transformar vidas y circunstancias
  16. Conclusión: ¡Es tiempo de
    orar!

Escuela de Oración – Nivel
I

Monografias.com

"Dios no es un Dios a tiempo parcial. Él
está allí para cualquiera que le busque de todo
corazón, mente y alma. Nada nos hará profundizar
más en nuestra relación con Dios que la
oración ferviente. La oración es el regalo de Dios
para nosotros. Es el espacio donde Él nos revela una
porción de su corazón. Pero sorprendentemente, la
oración es la disciplina más descuidada en la
Iglesia hoy."(Bill Mac Cartney. "Siga hasta la meta". Editorial
Unilitt. EE.UU. 1996. Pg. 23)

"Sólo cuando nos sometemos a Dios devotamente
en la oración, y humildemente buscamos su
sabiduría, su dirección y su fuerza día a
día, maduraremos en nuestra re y reflejaremos la
naturaleza de Su Hijo por su gracia; Él hará por Su
Espíritu que mora dentro de nosotros. De hecho, Él
quiere eso para nosotros más que cualquier cosa, y
está esperando nuestra cooperación." (Gary J.
Oliver. "Siga hasta la meta". Editorial Unilitt. EE.UU. 1996. Pg.
44)

Introducción

A orar se aprende
orando

De la infinidad de recuerdos agradables que conservo de
mi lejana niñez, hay en particular uno que resultó
inolvidable: El día que aprendí a manejar una
bicicleta. Mi padre compró una de marco grande, color
negro, y me llevó a un campo. El primer paso, en todo el
proceso, fue aprender a conservar el equilibrio.

Antes de poderme mantener en control del pequeño
vehículo me caí muchas veces. Frustrado, me
levantaba y volvía a intentarlo. Lo hacía con la
plena consciencia que muy cerca estaba mi padre, presto para
ayudarme si necesitaba algo. Aprendí que sí se
podía montar una bicicleta, pero que no aprendería
con un Manual con agradables dibujos sino yo mismo
intentándolo una y otra vez.

Igual ocurre con la oración. Podrán
existir muchos libros sobre el tema, pero lo cierto es que, a
orar se aprende orando
. Un proceso que demanda ir una y otra
vez a la Presencia del Padre celestial. Quizá al comienzo
sintamos cansancio, o rápidamente creamos que se acabaron
las palabras; no obstante, pronto y si perseveramos,
desarrollaremos intimidad con Dios.

Tenga en cuenta que nadie nos enseñará a
orar. Aprendemos a orar, orando, como escribe el evangelista,
Luis Palau: "…uno de los conceptos que solemos olvidar
es que nadie puede enseñar a orar a otra persona. La
oración es algo que yo tuve que aprender por mi mismo y
que cada creyente tiene que aprender y practicar por sí
mismo. Puedo compartir con usted promesas bíblicas,
algunas de mis propias experiencias o experiencias de mis amigos,
pero realmente no le puedo enseñar a orar. La
oración es como la natación. Es algo que se hace en
forma individual. Usted puede leer manuales sobre la
oración, puede orar a otras personas y oír lo que
esas personas dicen sobre las respuestas a sus oraciones, pero
hasta que usted no empiece a orar no sabrá lo que en
verdad es la oración. Para aprender a orar usted necesita
empezar a orar. No demore un minuto más, si la
oración todavía no es algo diario y emocionante en
su vida. Se lo digo por experiencia."(Luis Palau. "Cristo a las
Naciones". Editorial Unilit. EE.UU. 1988. Pgs. 198,
199)

El aprender a orar es una de las mayores inquietudes que
en la cultura cristiana han tenido los creyentes. Leemos en las
Escrituras que "Aconteció que, estando Jesús
orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus
discípulos le dijo: -Señor, enséñanos
a orar, como también Juan enseñó a sus
discípulos…"(Lucas 11:1)

Probablemente usted de aquellos que han sentido
frustración porque comenzaron a orar y pronto no
encontraron nada más que decirle a Dios. Sus oraciones se
circunscribieron a unos pocos minutos. ¿Le ha ocurrido?
Probablemente sí. Creo-sin temor a equivocarme-que todos
hemos vivido esa situación que en ocasiones puede resultar
frustrante.

El apóstol Santiago hizo, en el primer siglo de
nuestra era, una aseveración que me ha dado vueltas en la
cabeza y sin duda a usted también: "Aun cuando se
lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas
intenciones: desean solamente lo que les dará placer."
(Santiago 4:2, 3)

Ahí estaba una de las muchas razones por las que
los primeros creyentes creían que no recibían
respuesta a sus oraciones, como también nosotros podemos
pensarlo hoy. ¿Cuál es el centro del asunto? No
sabemos orar.

Nuestro amado Salvador oraba, y bastante.
Aprendió el secreto de la oración. "Era Dios hecho
carne", me dirá usted. No obstante, debemos recordar que
estaba desarrollando su ministerio terrenal. Y vivió la
experiencia, como debemos vivirla nosotros hoy.

En el Evangelio leemos que: "Inmediatamente
después, Jesús insistió en que los
discípulos regresaran a la barca y cruzaran al otro lado
del lago mientras él enviaba a la gente a casa. 
Después de despedir a la gente, subió a las colinas
para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó
la noche."(Mateo 14:22, 23. NTV)

El Señor Jesús era disciplinado. No
comenzaba ni terminaba jornada sin que hubiese oración en
medio. Es lo que nosotros debemos hacer hoy. Sin embargo, como
reconocemos que a orar se aprende orando,
compartimos con usted las Lecciones publicadas inicialmente en el
Blog www.escueladeoracion.blogspot.com

Nuestro sincero deseo es que el material que tiene en
sus manos, resulte enriquecedor en su vida espiritual y
desarrolle esa maravillosa disciplina de ir a la Presencia del
Señor, siempre.

Si tuviera alguna inquietud, no dude en escribirnos a
webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al
(0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez – Autor

Pedir y recibir,
un principio de la oración

(Lección 1)

¿Por qué no recibimos milagros,
bendiciones, orientación y el enorme abanico de beneficios
que nos corresponden como hijos de Dios? La respuesta es
sencilla: porque no oramos a Dios. No nos acercamos a Él
para pedirle, y quien no pide, no recibe tal como
enseñó nuestro amado Salvador
Jesucristo: "Así que les digo, sigan pidiendo
y recibirán lo que piden; sigan buscando y
encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les
abrirá. 10Pues todo el que pide, recibe; todo el que
busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la
puerta."(Lucas 11: 9, 10)

Pedir y recibir, la ruta que debemos seguir para
movernos en la dimensión sobrenatural del Señor.
Cuando tenemos claro este aspecto, no podemos explicarnos porque
tantas y tantas personas que podrían ver resuelta su
situación personal, espiritual y material, siguen sumidos
en la ruina y el fracaso cuando bastaría que volvieran su
mirada al Señor y le pidieran.

Imagine por un instante que usted se aloja en un buen
hotel. Pero al llegar a la ciudad, comprueba que sólo
tiene el dinero necesario para pagar el costo del alojamiento.
¡Algo ocurrió y está sin dinero! Así
es que -por los siguientes tres días-se dispone a aguantar
hambre porque no tiene más.

Al final de su estadía que ha resultado
desastrosa, el empleado del hotel le dice:
"Extrañé que no vino a tomar sus alimentos. Ni
desayuno, ni almuerzo ni cena, ¿qué
pasó
?." Usted se le queda mirando y algo
incrédulo le pregunta: "¿Acaso tenía
derecho a todo eso
?". Y el hombre le responde: "Por
supuesto, así lo dice el contrato. ¿No lo
leyó acaso
?".

Igual con la vida cristiana. Las Escrituras dicen que si
pedimos, recibimos. La decisión de seguir como hasta ahora
es nada más que nuestra, porque podríamos recibir
las enormes bendiciones que el Señor nos tiene reservadas.
Basta que le pidamos.

Dios responde a  nuestras
oraciones

Si hay algo maravilloso en nuestra vida de cristianos,
es saber que Dios responde a nuestras oraciones. Basta que
echemos una mirada a las Escrituras para comprobarlo.
Simplemente, asumir esas bendiciones que se derivan de pedir y
recibir.

En un momento de crisis para Israel, Dios utilizó
al profeta Jeremías para transmitirles ese mensaje. Les
dijo: "Mientras Jeremías aún estaba
detenido en el patio de la guardia, el Señor le
dio un segundo mensaje: «Esto dice
el Señor, el Señor que hizo la
tierra, que la formó y la estableció, cuyo nombre
es el Señor: pídeme y te daré a
conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que
está por venir."(Jeremías 33:3.
NTV)

Por favor, lea el texto de nuevo. Dios promete que si le
pedimos, responderá e incluso va más allá:
nos mostrará aquello que nos resulta imposible de ver a
primera vista.

Quizá su hogar está en crisis. Lo ha
intentado todo, pero nada resulta: ni la conciliación, ni
el diálogo y menos, procurar ignorar la situación.
O quizá son sus hijos: tiene dificultades sin resolver con
ellos. Si se lo pide, Dios le mostrará lo que en verdad
está ocurriendo y cuál es el camino que debe
seguir. Él es un Dios que nos ama y responde a nuestras
oraciones. Tenga presente que Él es un Dios de
poder.

En medio de las pruebas, Dios nos
enseña

El trato de Dios es muy especial. Él sabe
cómo pulirnos. Conoce qué áreas deben ser
modiciadas. Él sabe cómo, cuándo y de
qué manera obrar en nuestro ser.

El profeta Zacarías habló al pueblo de
Israel cuando un buen número de ellos estaban sufriendo
las consecuencias de la incredulidad y la
rebeldía.

Contrario a lo que pudiera pensarse, el mensaje
resultó alentador para ellos: "A este
último grupo lo pasaré por el fuego y los
haré puros. Los refinaré como se refina la plata y
los purificaré como se purifica el oro. Invocarán
mi nombre y yo les responderé. Les diré: "Este es
mi pueblo", y ellos dirán: "El Señor es
nuestro Dios"». (Zacarías 13:9.
NTV)

Como Dios nos ama, a través de la aparente espera
trata con nuestra vida, y nos enseña a
desarrollar confianza perseverancia.
Dos principios fundamentales si queremos movernos en la
dimensión sobrenatural de Dios.

No deje de perseverar

Si anhela que sus oraciones tengan respuesta, tenga
presente que es esencial que desarrollemos el principio de la
perseverancia. Es muy sencillo pero de suma importancia cuando
anhelamos ver la respuesta de Dios a nuestro clamor.

El Señor Jesús ilustró este
fundamento cuando enseñó: "Luego
utilizó la siguiente historia para enseñarles
más acerca de la oración: «Supongan que
uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle
que le preste tres panes. Le dices: "Acaba de llegar de
visita un amigo mío y no tengo nada para darle de
comer". Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio:
"No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y
yo estamos acostados. No puedo ayudarte".  Les digo
que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta
el tiempo suficiente, él se levantará y te
dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.
»Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán
lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan
llamando, y la puerta se les abrirá.  Pues todo
el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el
que llama, se le abrirá la puerta. »Ustedes,
los que son padres, si sus hijos les piden  un pescado,
¿les dan una serpiente en su lugar?  O si les
piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro
que no! Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar
buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre
celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo
pidan»."(Lucas 11:5-13. NTV)

Si dejamos de perseverar, quizá la respuesta
vendrá. No que Dios espere que clamemos una y otra vez
hasta respondernos, sino que hay ocasiones en que algunos
factores parecieran separarnos del milagro o respuesta que
esperamos.

Clamar perseverar,
dos elementos que son esenciales para quien se mueve en esa
dimensión maravillosa del poder de Dios. ¿Por
qué? Porque si hemos creído en un Dios de poder,
para el cual nada hay imposible, es previsible que los hechos
sobrenaturales se produzcan. Depende de usted y de mí que
desarrollemos perseverancia hasta lograr aquello que le estamos
pidiendo al Señor.

Un Nombre de poder

El Señor Jesús compartió con sus
discípulos y nosotros hoy: "Es cierto,
pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la
haré!"(Juan 14:14. NTV)

Si vamos al Padre en oración, le recordamos que
Su Hijo Jesús prometió que en ese Nombre
tendríamos respuesta a nuestro clamor.

Cabe aquí recordar lo que enseña el autor
y conferencista internacional, Charles Stanley: "Dios
nos insta a orar porque sabe que a menudo estamos atrapados en
cárceles que construimos nosotros mismos. Cárceles
que no tienen barrotes ni cerrojos porque son cárceles
intelectuales, cárceles emocionales… Recuerde que
la distancia más corta entre un problema y la
solución, es la distancia que hay entre nuestras rodillas
y el piso."(Charles Stanley. "Trátelo con oración".
Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 9)

No dejemos de orar. Es esencial que lo hagamos. Nos
lleva a recibir lo que pedimos y a caminar en esa
dimensión sobrenatural que tanto anhelamos.

El paso más importante, en medio de todo el
proceso, es que usted le abra las puertas de su corazón a
Jesucristo. Es la puerta al proceso de crecimiento personal y
espiritual que tanto ha anhelado, y que le permitirá
moverse en la dimensión sobrenatural de nuestro amado Dios
y Padre celestial.

Cuestionario para la profundización de la
Lección 1

Por favor, lea detenidamente los textos bíblicos,
y teniendo a mano libreta de apuntes o una hoja de papel, anote
las respuestas:

1. De acuerdo con el texto de
Jeremías 33:1-3, ¿qué ocurre cuando clamamos
a Dios?

2. Si esperamos una respuesta de Dios
a  nuestras oraciones, ¿qué enseña el
profeta Zacarías que debemos hacer?(Zacarías 13:9
b)

3. De acuerdo con el pasaje de Lucas 11:9,
10, ¿qué ocurre cuando pedimos algo a Dios en
oración?

4. Lea por favor Lucas 11:5-12. De acuerdo
con el pasaje, ¿por qué es importante
la perseverancia al orar?

5. ¿Qué prometió el
Señor Jesús que haría si pedimos al Padre en
Su Nombre? (Juan 14:14)

© Fernando Alexis Jiménez

Léanos
en www.selecciondeestudiosbiblicos.org y www.bosquejosparasermones.com

La
oración: entrada a la dimensión sobrenatural de
Dios

(Lección 2)

Todos los seres humanos anhelamos adentrarnos en la
dimensión sobrenatural de Dios. No es algo nuevo. Siempre
ha estado presente en la historia del género humano. La
mejor forma es a través de la oración. El
Señor mismo nos enseñó que si clamamos a
Él, Él nos responde (Jeremías
33:3).

Es una verdad que tiene cuatro fundamentos: El primero,
es necesario buscar a Dios en oración; el segundo, la
oración implica clamor; el tercero, Dios escucha nuestras
oraciones, y el cuarto, Dios responde a nuestras
oraciones.

¿Cómo podemos tener esta certeza de que
Dios responde a nuestras oraciones? Nuestro amoroso Padre
celestial lo dejó claro cuando, hablando al pueblo de
Israel y a nosotros hoy, dijo: "Les responderé
antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de
lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé
a sus oraciones!"(Isaías 65:24. NTV)

Por favor, lea el texto de nuevo. Dios nos dice que
aún no habremos hecho una petición, y si es
conforme a Su voluntad, Él nos habrá
respondido.

El trato de Dios nos prepara para la dimensión
sobrenatural

Recuerdo a un joven que procuraba respuestas
rápidas de parte de Dios. "Pareciera que no me escucha",
se quejaba. Fue necesario recordarle que Dios tiene su propia
forma de actuar, y que sus métodos no son los nuestros.
Que Él es soberano y sabe cuándo y de qué
manera respondernos.

El autor y conferencista, Charles Stanley, lo describe
de la siguiente manera: "…no hay prueba bíblica
alguna de que Dios responderá positivamente a todas
nuestras oraciones sólo porque estemos llevando una vida
recta. Dios es soberano. Él tiene el derecho de decir que
no, conforme a su infinita sabiduría, sin considerar
nuestra bondad."(Charles Stanley. "Trátelo con
oración". Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg.
11)

Nos equivocamos cuando pretendemos presionar a Dios.
¿Ha escuchado el testimonio de quienes le dijeron a Dios:
"Si me sacas de este apuro te serviré siempre"?.
Pues entiende uno que fue la misericordia del Señor la que
obró el milagro, no el que la persona negociara con Dios.
Igual ocurre con la oración.

Dios trata con nosotros, y es necesario que lo haga si
deseamos que nuestras oraciones -mucha veces apuradas-tengan
respuesta. Le invito a considerar lo que enseña el
profeta, hablando en nombre de Dios: "A este último
grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los
refinaré como se refina la plata y los purificaré
como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les
responderé. Les diré: "Este es mi pueblo", y ellos
dirán: "El Señor es nuestro
Dios"»."(Zacarías 13:9. NTV)

Ahora, es necesario aclarar que el hecho de no ver
respuestas inmediatas, deja entrever que hay pecado oculto en
nosotros. Definitivamente no. Es cierto, Dios trata con nuestras
vidas, pero además, nos concede aquello que verdaderamente
nos conviene.

¿Tiene soporte bíblico esta
afirmación? Por supuesto que sí. Le invito a que
leamos lo que enseña el apóstol Pablo: "Y
sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien
de quienes lo aman y son llamados según el
propósito que él tiene para ellos."(Romanos 8:28.
NTV)

Nuestro amoroso Padre celestial sabe de antemano
qué nos conviene y qué no, de ahí que se
tome su tiempo y responda conforme a Su voluntad. Es un hecho que
debemos aceptar en nuestra vida espiritual.

Acepte la voluntad de Dios

Hemos visto en reiteradas ocasiones que si pedimos, Dios
nos da. Cuando esa respuesta no es afirmativa, antes que
indisponernos con el Señor debemos preguntar qué
nos quiere enseñar con su amorosa negativa.

Recuerde que muchas veces que el amado Padre nos dijo
no, era por nuestra conveniencia, no por causarnos perjuicio.
¿Por qué lo hace? Porque nos ama, y cuida de
nosotros, como enseñó el Señor Jesús:
"Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí
a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos
duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan
en mi nombre."(Juan 15:16. NTV)

Pero hay algo más en el texto que le invito a
considerar nuevamente, y es que las oraciones que elevamos
delante del Padre, debemos hacerlas en el Nombre del Señor
Jesús. Él responderá, es cierto, pero
conforme a Su voluntad.

¿Qué ocurre si no queremos aceptar la
voluntad de Dios? Que tácitamente habremos incurrido en
rebeldía. Quien anda enojado con el
Señor porque no le respondió inmediatamente,
está en problemas porque su rebeldía le
llevará a la amargura en el
corazón.

Aquí le invito a considerar lo que nos
enseña el autor y conferencista, Charles Stanley:
"…debemos recordar que la respuesta de Dios siempre es
lo mejor de lo mejor para nosotros. Él que reclamemos un
texto bíblico no hará que Dios cambie de planes,
porque Su Palabra no puede contradecir su voluntad eterna. Si
Él dice que no, entonces la respuesta es no, y debemos
aceptarla con obediencia."(Charles Stanley. "Trátelo con
oración". Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg.
12)

En todo momento, cuando nos acercamos a Dios en
oración, debemos tener en cuenta que Él nos ama y
quiere lo mejor, y si nos niega algo, es porque no nos conviene.
Téngalo presente siempre: ¡Dios es un Padre
amoroso!

Mi sincero deseo es que le abra las puertas
de su corazón a Jesucristo, y en segundo lugar, que
desarrolle intimidad con el Señor en
oración.

Cuestionario para la profundización de la
Lección 2:

1. ¿Qué podemos aprender cuando
leemos Jeremías 33:3? Mencione al menos dos aspectos que
le enseñe el texto.

2. ¿Por qué podemos afirmar que -si
hemos dispuesto nuestro corazón-Dios responderá
incluso antes de pedirle? (Lea Isaías 65:24)

3. Si deseo una respuesta oportuna de Dios,
¿qué es lo primero que debemos hacer?

4. ¿Por qué podemos afirmar que
Dios trata con nuestra vida antes de llevarnos a una
dimensión sobrenatural? (Lea Zacarías
13:9)

5. ¿Siente que sus oraciones no
están siendo respondidas por Dios?¿Se ha preguntado
cuál es el motivo?

6. ¿Es usted de las personas que ha
aprendido a esperar en Dios, a que Él responda?

7. ¿Por qué en algunas ocasiones
Dios no responde a nuestras oraciones? (Lea Romanos
8:28)

8. ¿Qué ocurre cuando no queremos
aceptar la voluntad de Dios, es decir cuando Él no
responde a nuestras oraciones?

© Fernando Alexis Jiménez

¿Cómo enfrentar las crisis?
Sométalas en manos de Dios

(Lección 3)

Imagine por un instante que todo a su alrededor
está prosperando cuando inesperadamente los problemas
tocan a su puerta. Usted no los llamó, pero llegaron. No
uno, sino varios. ¡Ya lo pensó? Pues eso mismo es lo
que experimentó el rey Ezequías, uno de los que
marcó la historia de Judá.

Las Escrituras nos relatan que el rey Ezequías
fue un hombre recto, seguidor de Dios, fiel a los mandamientos,
erradicó los lugares altos de Judá y derribó
los ídolos a los que rendían tributo (2 Reyes
18:1-7).

No obstante fue amenazado por el rey de Asiria,
Senaquerib. Los hechos ocurrieron en el año 730 a.C. El
enemigo cercó las 46 principales ciudades del reino y
amenazó con tomarse Jerusalén. Les ofreció
que si se rendían, les conservaba la vida. Ante esta
situación, el rey Ezequías cometió dos
errores: el primero, le entregó todos los tesoros del
Templo de Jerusalén, y el segundo, acudió al reino
de Egipto en procura de ayuda para enfrentar el
enemigo.

Su carrera contra la adversidad, como suele ocurrirnos a
la mayoría de nosotros que primero buscamos ayuda fuera y
sólo cuando las cosas fallas nos volvemos a Dios, le
llevó a reconocer que se encontraba en un callejón
sin salida. Y llevó la crisis, en la que estaba inmerso,
en manos del Señor.

¿Le ha ocurrido? Sin duda. Muchos de nosotros
cometemos el error de buscar salidas al laberinto en personas o
elementos, antes que en Dios. Al respecto, nuestro amado Hacedor
advirtió: "Esto dice el Señor:
«Malditos son los que ponen su confianza en simples seres
humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el
corazón del Señor. Son como los arbustos
raquíticos del desierto, sin esperanza para el futuro.
Vivirán en lugares desolados, en tierra despoblada y
salada. »Pero benditos son los que confían en el
Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y
confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de
un río con raíces que se hunden en las aguas. A
esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos
meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y
nunca dejan de producir fruto"(Jeremías 17:5-8.
NTV)

Antes que sigamos profundizando en las Escrituras
respecto a la necesidad de someter nuestras crisis en manos de
Dios, en oración, le invito a tomar la mejor
decisión: volver su mirada al Creador quien hace posible
lo imposible.

Lleve las crisis a Dios

Recuerde que hasta el momento hemos estudiando las
Escrituras y nos enseñan que si clamamos a Dios, Él
responderá con poder (Jeremías 33:3)

En el rey Ezequías, quien cometió
inicialmente dos errores, encontramos una enseñanza de
suma importancia: Las crisis debemos someterlas en manos de
nuestro amado Padre celestial. Fue lo que Él hizo:
"Cuando el rey Ezequías oyó el informe,
rasgó su ropa, se vistió de tela áspera y
entró al templo del Señor. Enseguida envió a
Eliaquim, administrador del palacio; a Sebna, secretario de la
corte; y a los principales sacerdotes, todos vestidos de tela
áspera, a hablar con el profeta Isaías, hijo de
Amoz. Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: "Hoy
es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como
cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre
no tiene fuerzas para dar a luz. Tal vez el Señor tu Dios
haya oído al jefe del Estado Mayor   asirio, que fue
enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue
por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos
quedado!"»."(2 Reyes 19:1- 4. NTV)

Este monarca, uno de los mejores que tuvo Judá en
toda su historia, se volvió a Dios. Hizo lo apropiado; nos
enseñó lo que debemos hacer cuando la
situación se torna compleja en nuestra existencia y en las
circunstancias que nos rodean.

Buscar a Dios, esa es la salida. Forma parte de los
aspectos esenciales que debemos asumir en la Escuela de
Oración en la que estamos inscritos, de cara a elevar
nuestro nivel de intimidad con el Señor y de elevar
nuestra espiritualidad.

Entregue las crisis a Dios

¿Por qué los seres humanos enfrentamos
tantos problemas? Porque como si estuviésemos conduciendo
el auto, deseamos tener el control en todo momento. Lo hacemos
aun cuando reconocemos que en nuestras fuerzas será
imposible seguir adelante. ¿Qué hacer? Reconocer
que nuestras fuerzas son insuficientes para resolver las
dificultades y que sólo nuestro Supremo Hacedor nos puede
ayudar.

El rey Ezequías no solo llevó los
problemas al Señor en oración, sino
que entrego en Sus manos la crisis. Dejó de
luchar en sus fuerzas.

El relato señala que: "Una
vez que los funcionarios del rey Ezequías le dieron a
Isaías el mensaje del rey, el profeta respondió:
«Díganle a su amo: "Esto dice el Señor: "No
te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado contra
mí los mensajeros del rey de Asiria. ¡Escucha! Yo
mismo actuaré en su contra,*  y el rey
recibirá un mensaje de que lo necesitan en su país.
Así que volverá a su tierra, donde haré que
lo maten a filo de espada""»."(2 Reyes 19:5-7.
NTV)

Dios no nos deja a la deriva. Si se lo permitimos,
Él toma control de los problemas (Cf. Mateo 11:28). Es en
ese momento cuando usted y yo podemos descansar. Lo más
necio sería pretender seguir teniendo control de las
crisis. Si están en manos de Aquél que todo lo
puede, entonces debemos descansar….

Nuestros mayores enemigos

¿Sabe cuáles son los mayores enemigos del
cristiano cuando está orando por alguna circunstancia o
crisis en particular? Se los comparto porque quizá han
estado tan cerca de usted, que pasan desapercibidos o
quizá se acostumbró a ellos. Los enemigos son la
duda y el temor.

¿Por qué la duda? Porque la duda levanta
una enorme barrera al obrar de Dios. Él nos llama a dejar
de lado toda sombra de duda cuando clamamos por algo (Cf. Hebreos
11:6). ¿Y por qué el temor? Porque el temor nos
impide ver la gloria de Dios en nuestra existencia (Cf. 1 Juan
4:18)

Los asirios trataron de sembrar duda y temor en el rey
Ezequías y en su pueblo (2 Reyes 19:8-13)

¿Qué hizo ante esta situación el
monarca de Judá: Buscó fortaleza en Dios.
Perseveró. Reconoció su poder. Confesó que
los ídolos no eran más que fetiches sin poder
alguno.

El relato señala: "Después de
recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla,
Ezequías subió al templo del Señor y
desplegó la carta ante el Señor."(2 Reyes 19:14-19.
NTV)

A partir de allí, eleva una oración
profunda al Padre. La misma oración que usted y yo hacemos
cuando la respuesta está por llegar, y necesitamos
fortalecernos en el Señor. No podemos permitir que el
enemigo nos siembre temor o nos haga duda. ¡Eso
jamás!

Espere en Dios

La enseñanza de Dios ha sido maravillosa porque,
a partir de las Escrituras, aprendimos la ruta que debemos seguir
cuando oramos en procura de que nuestro amado Padre celestial
cambie las circunstancias difíciles que enfrentamos. La
última fase es esperar en Él. Nuestro amado
Señor responderá.

El rey Ezequías confió en Dios.
Depositó todas sus esperanzas en Él.
Descansó en Su poder, aun cuanto todo parecía estar
en contra.

Las Escrituras manos enseñan que Dios
cumplió su anuncio, como sin duda lo hará con todos
nosotros cuando entregamos en Sus manos nuestras crisis:
"Esa noche el ángel del Señor fue al
campamento asirio y mató a 185.000 soldados. Cuando los
asirios que sobrevivieron  se despertaron a la mañana
siguiente, encontraron cadáveres por todas partes.
Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y
regresó a su propia tierra. Volvió a Nínive,
la capital del reino, y allí se quedó. Cierto
día, mientras rendía culto en el templo de su dios
Nisroc, sus hijos  Adramelec y Sarezer lo mataron a espada.
Luego escaparon a la tierra de Ararat, y otro de sus hijos,
Esar-hadón, lo sucedió en el trono de Asiria."(2
Reyes 18:35-37. NTV)

Dios desea moverse con poder en nuestras vidas. Basta
que confiemos en Él. Que sometamos en Sus manos todos los
problemas que nos aquejan y las crisis que nos han llevado a
pensar que nos encontramos en un callejón sin salida. Hoy
es el día para que tome la decisión. Puedo
asegurarle que no se arrepentirá.

Cuestionario para la profundización de la
Lección 3:

Por favor, lea cada una de las preguntas. Busque la cita
bíblica. Si considera complicado el interrogante, puede
releer la enseñanza de hoy. Sin duda encontrará
todas las respuestas…

1. ¿Qué dice Dios respecto del
hombre que busca soluciones a sus problemas en el hombre y no en
Él? (Jeremías 17:5-8)

2. ¿Qué nos enseña el
Señor Jesús que debemos hacer con los
problemas?(Mateo 11:28)

3. ¿Por qué razón al igual
que el rey Ezequías, es importante que al orar,
reconozcamos nuestras limitaciones humanas?(2 Reyes
19:3)

4. ¿Qué debemos hacer cuando las
crisis tocan a nuestra puerta?(2 Reyes 19:4 b)

5. ¿Qué ocurre cuando depositamos
toda nuestra confianza en Dios?(2 Reyes 19:6, 7)

6. Cuando emprendemos una vida de oración
y consagración al Señor, el adversario espiritual
procurará sembrarnos duda y temor (2 Reyes 19:8-13),
¿cuál es la decisión que debemos tomar los
cristianos? (2 Reyes 19:14-19)

7. Si depositamos nuestra confianza en Dios,
¿podemos tener la certeza que Dios nos escuchará?(2
Reyes 19:20)

8. Piense por un instante, ¿por qué
nos confirma Dios sus decisiones en respuesta a nuestras
oraciones?(2 Reyes 19:29, 30; 33, 34)

9. ¿Está aprendiendo a esperar en
Dios?

© Fernando Alexis Jiménez

¿Tienen
sus oraciones
autoridad de Dios?

(Lección 4)

La historia la conocemos todos. Estaba el pueblo de
Israel adorando ídolos, aprovechando el relajamiento del
rey Acab y de su esposa, desde siempre adoradora de demonios, la
reina Jezabel. En lo más profundo de su ser, el
corazón de profeta Elías ardía de coraje al
ver a todos adorando espíritus. Y retó a que
probaran los profetas de Baal si ese muñeco era el dios
real, o Jehová de los Ejércitos.

Los sacerdotes de Baal presentaron su ofrenda e igual lo
hizo el profeta Elías. Las Escrituras relatan que:
"Cuando llegó el momento de quemar el toro, el
profeta Elías se acercó y le pidió a Dios:
« ¡Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob! Haz que hoy
todos sepan que tú eres el Dios de Israel y que yo soy tu
servidor, y que he hecho todo esto porque tú me lo has
pedido. Contéstame, mi Dios; contéstame para que
este pueblo sepa que tú eres Dios, y que deseas que ellos
se acerquen a ti». En ese momento, Dios mandó fuego,
y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el
polvo. ¡También el agua que estaba en la zanja se
evaporó!  Cuando todo el pueblo vio eso, se
inclinó hasta tocar el suelo con su frente y dijo:
«¡El Dios de Israel es el Dios verdadero!
¡Él es el Dios verdadero!»  Entonces
Elías les dijo: – ¡Atrapen a los profetas de Baal!
¡Que no se escape ninguno! El pueblo los atrapó, y
Elías los llevó al arroyo Quisón y
allí los mató."(1 Reyes 18:36-40. Traducción
en Lenguaje Actual)

¿Qué ocurrió? Que el profeta hizo
lo que nosotros debemos hacer hoy: elevó una
oración con autoridad, esa misma autoridad que se deriva
de pasar tiempo en la Presencia del Señor. Él es el
mejor ejemplo de un siervo que confía y que, a
través de sus oraciones, contribuye a que las
circunstancias cambie.

Hay por lo menos cuatro elementos que rodean la vida,
ministerio y oraciones del profeta Elías que le invito a
considerar cuidadosamente: Elías sabía en
qué Dios creía; no dudó en ningún
momento; actuó en fe, y por último, hacía
todo para honrar y glorificar al Padre celestial

Usted está interesado en crecer diariamente en su
vida espiritual, y adelantar en la dimensión de la
oración delante del Padre. Si es así, le
convendría repasar con frecuencia este incidente del
profeta Elías quien nos enseña que debemos orar
con autoridad
.

Puede que estén ocurriendo situaciones que usted
no entiende, o que se hayan levantado enormes barreras. Usted no
puede darse por vencido, sino clamar al Padre, como nos
enseña el autor y conferencista, Charles Stanley: "Sin
considerar a qué circunstancias se enfrente, no hay
conocimiento de que usted necesite alguna vez que no sea
asequible ante el trono de nuestro Dios vivo, amoroso y justo.
Él ha prometido revelarle las grandes cosas, desconocidas
y ocultas que usted nunca podría entender de otra manera.
Hay algunas cosas que usted jamás podrá conocer
(Deuteronomio 29:29), pero todo el conocimiento que necesita
tener está a su disposición si se lo pide a
Dios."(Charles Stanley. "Trátelo con oración".
Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 17)

Cuando oramos con autoridad, las respuestas se producen.
Es un hecho que no podemos desconocer. Aun cuando todo parezca
derrumbarse alrededor, los creyentes podemos acudir a la
autoridad que proviene del Padre, tal como nos lo
enseñó nuestro Señor Jesús, y cuando
reconocemos la nueva posición que-por la
redención-tenemos ahora en Cristo.

Orar en obediencia

Dios nos llevará a puerto seguro, y podremos orar
con autoridad, cuando somos obedientes. Al respecto, el salmista
escribió: "Tú, mi Dios, te haces amigo de
aquellos que te honran, y les das a conocer tu pacto."(Salmo
25:14. Traducción en Lenguaje Actual)

Jamás olvide que el conocimiento que necesitamos
sobre algo o alguien, se lo pedimos a Dios en oración (Cf.
Deuteronomio 29:29; Job 9:10), y Él nos da la
revelación necesaria.

Tenga presente que si pretendemos respuestas de Dios
siendo rebeldes, estamos siendo egoístas; no obstante,
cuando renunciamos a nuestra voluntad y buscamos la voluntad de
Dios, comenzamos a caminar en obediencia.

La oración con autoridad cambia las
circunstancias

Otra historia de un hombre que oró con autoridad,
es la del rey Josafat. Lo rodeaban los enemigos. El problema era
de gran magnitud. Estaba literalmente al borde del desespero. Las
condiciones, humanamente, eran imposibles de vencer. La historia
completa la puede leer en 2 Crónicas 20:1-24.

¿Qué hizo? Elevó una oración
de autoridad. Cuando arreciaba la situación, volvió
su mirada a Dios: "Josafat, lleno de miedo, buscó
la ayuda de Dios, y para mostrar su angustia le pidió a
todo su pueblo que no comiera.  De todas las ciudades de
Judá llegó gente a Jerusalén para pedir la
ayuda de Dios. Al ver a la multitud, Josafat se puso de pie,
frente al patio nuevo que está en la entrada del templo de
Dios…"(2 Crónicas 20:3-5. Traducción en
Lenguaje Actual)

Elevó una oración nacida desde lo
más profundo de su corazón, creyendo -plenamente
consciente–, de cuál era su situación como hijo de
Dios.

Por favor, tenga en cuenta los pasos que dio: El rey
Josafat buscó al Señor en medio de las crisis (vv.
1-3); el pueblo de Judá se unió al rey Josafat para
pedir ayuda divina contra los enemigos (v. 4); el rey Josafat
entregó la crisis en manos del Señor (vv. 5-13), y
por último, Dios respondió a la oración del
rey Josafat (vv. 14-18)

¿Podemos orar sabiendo que Dios
responderá? Por supuesto que sí. No debemos tener
temor de acercarnos confiadamente al Padre. Recuerde lo que nos
enseña la Palabra: "El diablo le puso a
Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para
hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó.
Por eso, él puede entender que nos resulta difícil
obedecer a Dios. Así que, cuando tengamos alguna
necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios.
Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama."
(Hebreos 4:15, 16; Cf. 2 Timoteo 1:7)

En todo momento Dios nos acompaña. No estamos
solos. Tenemos la autoridad de Cristo (Mateo 28:18) Y esa
autoridad quedó reafirmada cuando vino el Espíritu
Santo, que nos concede el poder sobrenatural que necesitamos
(Hechos 1:8; Lucas 9:1)

Tenga presente que no basta con tener poder (Gr.
Dynamis), debemos tener autoridad (Gr. Exousia)
Es necesario hacer uso siempre de nuestra autoridad en
Cristo.

Estamos llamados a orar con autoridad, que es esencial
en todo creyente que cursa ese maravilloso proceso en la Escuela
de Oración.

Cuestionario para la profundización de la
Lección 4:

Por favor, lea cada una de las preguntas. Busque la cita
bíblica. Si considera complicado el interrogante, puede
releer la enseñanza de hoy. Sin duda encontrará
todas las respuestas…

1. ¿Por qué podemos afirmar que el
profeta Elías es el mejor ejemplo de un siervo de Dios que
ora con autoridad? (1 Reyes 18:36-39)

2. ¿Qué posición tenemos
ahora en Cristo Jesús que hace posible orar con
autoridad?

3. ¿Por qué debemos ser obedientes
si queremos respuestas de Dios a nuestras oraciones? (Salmo
25:14)

4. ¿Cómo logramos que Dios nos
revele sobre algo o alguien, que nos resulta imposible de conocer
humanamente? (Cf. Deuteronomio 29:29; Job 9:10)

5. ¿Por qué el rey Josafat nos
ofrece otro ejemplo de quien ora con autoridad y cambia las
circunstancias por el poder de Dios? (2 Crónicas
20:1-24)

6. ¿Cuál es la razón por la
que debemos tener temor de acercarnos confiadamente al Padre?
(Hebreos 4:15, 16; Cf. 2 Timoteo 1:7)

7. ¿Por qué podemos afirmar que
tenemos la autoridad de Cristo? (Mateo 28:18)

© Fernando Alexis Jiménez

¿Cómo y por qué pedir en
el Nombre del Señor Jesús?

(Lección 5)

Partes: 1, 2, 3

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