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"A orar se aprende orando" Escuela de Oración – Nivel I (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Necesitaba un milagro. Que Dios le sanara de
cáncer. Los médicos no le daban mayores esperanzas.
Y fue lo que hizo Justine. Volvió su mirada a Jesucristo.
Comenzó a pedirle. Primero con algo de desgano,
después con desesperación. No pasaba un instante
sin que trajera a su mente al Hijo de Dos. Padecía que
Él hiciera algo especial. Y lo hizo. Un mes
después, cuando fue a cita con el especialista, le
confirmaron que el mal había desaparecido. Es más,
le pidieron sacarse dos veces más, nuevos exámenes.
¡Justine estaba sana!

Los cristianos podemos pedir cualquier milagro, y
ocurrirá. Nuestro amado Señor Jesús lo
anunció: "Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre,
y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al
Padre."(Juan 14:13. NTV)

Le ruego que evalúe detenidamente el texto. El
amado Salvador no pone límites. Lo dice: "Todo".
Basta que pidamos en Su Nombre. Y si nos atenemos a que nos
movemos en la voluntad de Dios, no hay límites para
obtener lo que pedimos. ¡Dios lo hará!

El asunto es que los cristianos no recibimos más,
porque sencillamente no pedimos. Nos resignamos a todo cuanto nos
ocurre. Nos parece que está bien. No hacemos lo más
mínimo para que las circunstancias cambien, a pesar de que
el poder sobrenatural de Dios obra a favor nuestro.

El poder que se desata al creer en Dios, y pedir en el
Nombre de Jesús cualquiera cosa que necesitemos, lo
describe mejor el autor y conferencista internacional, Don
Gossete, cuando escribe: "Fue por medio de una
petición de oración que me hicieron hace muchos
años, que me pude a dar cuenta por primera vez de la
autoridad del nombre de Jesús. Se me había pedido
que orara por un niño que tenía tumores cerebrales
y que había sido desahuciado y estaba en la fase terminal,
de acuerdo a como lo diagnosticaron los especialistas del
hospital Barnes, de San Luis, Missouri. Los padres trajeron este
niño a Joplin, Missouri, donde estaba ministrando en esa
época. En el nombre de Jesús reprendí esos
tumores. No hubo cambio aparente inmediato. Sin embargo, cuando
los padres lo llevaron de nuevo al hospital, les informaron-para
su sorpresa y gozo–, que los tumores habían desaparecido.
¡No quedaba ni rastro de los tumores!"(Don Gosset. "Avenida
alabanza". Editorial Vida. Estados Unidos. 2002. Pg.
71)

Piense por un instante de cuántos milagros se
está perdiendo en su vida. No que Dios no quiera hacer
esos milagros, sino que usted no los ha pedido. Le recuerdo lo
que enseña el Señor Jesús: "Es
cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo
la haré!"(Juan 14:14. NTV)

El poder de Dios está disponible para usted,
ahora. Si se atreve a pedirlo, Él hará algo
especial. Usted podrá comprobarlo. Pida y recibirá
de Dios.

¿Tiene temor de hacerlo? Entonces hay una
barrera, de incredulidad, que todavía opera en su vida.
Quien instiga estos temores es nuestro enemigo espiritual.
Él quiere ponernos obstáculos para que recibamos
bendiciones. ¡Derríbelo! ¿De qué
manera? Mediante su fe en Dios. Puedo asegurarle que todo
será diferente. El Señor Todopoderoso quiere
moverse en su vida.

¿Tomamos la promesa en serio?

Nuestro Señor Jesús nos prometió
que si pedíamos al Padre en Su Nombre, como Hijo,
veríamos oportunas respuestas a nuestras oraciones. Lo
más probable es que haya quienes tomen esta promesa como
algo figurado y no literal.

Recordemos que nuestro amado Salvador reafirmó
ese anuncio en otras dos ocasiones, como leemos en Juan 15:16 y
Juan 16:23.

Pero algo más, le invito a considerar lo que dice
el Señor Jesús: «Si permanecéis
en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo
lo que queréis, y os será hecho» (Juan
15:7).

Ahora, es evidente que todo cuanto pedimos debe estar en
la voluntad del Padre, pero también queda claro que
quizá no estamos pidiendo apropiadamente, que debemos
pedir en el Nombre de Jesús, como Él mismo nos lo
enseñó. El mismo apóstol Juan
escribió: «Y esta es la confianza que tenemos
en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en
cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones
que le hayamos hecho» (1 Juan 5:14-15).

Por favor, tenga en cuenta una vez más: oramos
pero reclamando que-cuanto pedimos-esté en la voluntad de
Dios, y en segundo lugar, tener la certeza de que-si es en la
voluntad de Dios–, lo que pedimos ya está hecho en la
dimensión espiritual
y debe manifestarse ahora en la
dimensión física.

¿Por qué en el Nombre de
Jesús?

La pregunta que con frecuencia, y al leer estos textos,
nos formulamos es: ¿Por qué en el Nombre de
Jesús? Y la respuesta es sencilla: Porque Jesús
reafirmaba su Nombre y la validez de Su obra delante del Padre.
Somos sus discípulos, e hijos de Dios por la obra que
Él hizo. Y Él la dice al Padre: "Padre, mira lo
que está pidiendo uno de tus hijos
". Su papel es
esencial porque Él, nuestro amado Jesús, intercede
por nosotros.

Permítame insistir en algo: el Señor
Jesús fue enfático en explicar que, como sus
discípulos, recibiremos de Él. Es un
versículo que no podemos pasar por alto: "No me
elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo
dé. "(Juan 15:16)

¿Usted es consciente que es un solado de
Jesús, que en su condición de discípulo le
sigue a Él? Si es así, resulta apenas natural que
-si pedimos algo, en Su voluntad–, recibiremos. Él no
dejó muy claro cuando dijo: "En aquel día no
me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo,
que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo
dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre;
pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea
cumplido. " (Juan 16:23, 24)

Es una certeza inamovible la que debe
acompañarnos: No hemos pedido todavía algo grande
al Padre, pero además, si pedimos en el Nombre de
Jesús, recibiremos.

Piense por un instante en el padre que ama a su hijo, y
si ese hijo intercede por un amigo-quizá del barrio o de
la escuela-y usted sabe que es buen chico, ¿no le
ayudaría? Dios el Padre responde a las peticiones que
elevemos en Su Presencia, en Nombre de Su Hijo
Jesús.

Cuestionario para profundizar en la Lección
5:

Por favor, lea detenidamente los textos bíblicos,
y teniendo a mano libreta de apuntes o una hoja de papel, anote
las respuestas:

1. De acuerdo con (Juan 14:13, 14), ¿por
qué debemos orar en el Nombre del Señor
Jesús?

2. ¿Qué nos lleva a pensar que esta
promesa es una indicación figurada y no
literal? (Lea Juan 15:16 y Juan 16:23).

3. Le invitamos a leer Juan 15:16,
¿Qué aprendemos respecto del cumplimiento de las
promesas de Dios cuando pedimos algo al Padre?.

4. ¿Cuál es el requisito
fundamental para que Dios atienda nuestras oraciones? (Lea 1 Juan
5:14, 15)

5. En la dimensión espiritual,
¿qué importancia tiene el que pidamos en el Nombre
de Jesús?

6. ¿Qué relación tienen las
respuestas del Señor Jesús a nuestras peticiones y
que nuestro gozo sea cumplido? (Lea Juan 16:23, 24)

7. Lea por favor Hechos 4:12; Efesios 1:20-23;
Filipenses 2:9-11 y Juan 20:31, y escriba qué importancia
de acuerdo a esos pasajes, tiene el Nombre de
Jesús…

© Fernando Alexis Jiménez

Seis pasos para
que lo imposible se haga posible con
oración

(Lección 6)

La idea de recorrer la autopista en una vieja
motocicleta, no solo asaltó a los dos abuelos sino que,
tentados por la brillantez del aparato que a primera vista
lucía en buenas condiciones, decidieron emprender el
recorrido a toda velocidad hacia un paraje apartado, en
Norteamérica.

La brisa golpeaba sus rostros generando una
sensación de placidez. Conforme aumentaban el kilometraje,
el color verde de los arbustos se mezclaba con el ocre de las
montañas y el asfalto que se perdía en el
horizonte, como si marcharan hacia el infinito.

Aquellos eran instantes de indescriptible
emoción. Sin embargo, una piedra en el camino
provocó que salieran de su carril y cayeran ruidosamente
sobre el suelo pedregoso de las márgenes. El golpe los
dejó sin sentido. Minutos después, cuando
recobró la conciencia, la mujer comenzó a musitar
una oración pidiendo la ayuda de Dios.

El lugar, además de distante, era poco
frecuentado por vehículos. Aún así, un
patrullero de la policía sintió en su
corazón dirigir el vehículo hacia aquella
carretera. No entendía bien la razón pero lo hizo.
Encontró a lo lejos a la pareja de ancianos tendidos en la
orilla. Tenían heridas de alguna consideración. Los
auxilió y pidió una ambulancia. Tardaría dos
horas en llegar, lo que para el abuelo -todavía
inconsciente-sería fatal. El agente musitó una
oración al Señor: "Jesucristo,
respóndeme, sólo tu puedes
ayudarlos".

"Fue coincidencia" aseguró el conductor
de una ambulancia que, minutos antes había recibido una
llamada que resultó ser falsa alarma y cuando pasaba a
pocos kilómetros del accidente, captó el mensaje
que transmitía el guarda, pidiendo un vehículo para
transportar a los heridos. En poco tiempo estuvo en el
lugar.

El oficial Samuel Mitchell, quien estuvo al frente del
caso, atribuyó a un hecho milagroso el que se desviara de
su ruta para atender la emergencia y lo que para los
paramédicos fuera una "coincidencia".

No hay duda que Dios intervino en todo el
asunto
-explicó.

Sin duda usted se pregunta: ¿Cómo
aseguramos respuesta a nuestras oraciones? El interrogante tiene
respuesta en puntos que compartimos con usted:

1. Reconozca que Dios oye a sus hijos

Cuando nuestra confianza está depositada en el
Señor, no escucha y responde con poder. Es un principio
infalible. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. En ese
orden de ideas, si clamamos en procura de Su ayuda-conforme a Su
voluntad-nos responde con poder.

La Biblia dice que nuestro amado Señor merece
toda la alabanza "Porque no menospreció ni
abominó la aflicción del afligido, ni de él
escondió su rostro; sino que cuando clamó a
él, él le oyó"(Salmos
22:24).

Podemos tener la firme convicción de que nuestras
oraciones serán atendidas. Nuestro amado Padre está
a acompañándonos en todo instante, incluso cuando
nos sentimos solos, y nos ayuda a superar las
crisis

2. Deposite toda su confianza en Dios

¿Sabe por qué razón muchas personas
buscan ayuda entre quienes los rodean o tal vez la ciencia y no
en Dios? Por tres razones, al menos: La primera, temen que no
haya un poder que pueda cambiar lo inevitable; la segunda, porque
consideran que su problema es tan grande, que nada ni nadie
podrán ayudarlo; en tercer lugar, por considerar que el
Señor está tan "ocupado" que no
prestará atención a sus oraciones.

¡Cuán equivocados estamos! Nuestro Supremo
Hacedor, no solo tiene el poder ilimitado para hacer cuanto
quiera, sino que además está atento a nuestro
clamor. En las Escrituras también leemos que
"Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en Jehová su Dios"(Salmo
146:5).

Dios quiere atender nuestros pedidos, el "cuello de
botella
" o impedimento para que esto no ocurra está
en nosotros, que no buscamos Su rostro en oración, en
procura de ayuda y de respuestas.

Para utilizar una expresión muy común el
Latinoamérica, es hora de "retar la fe", es
decir, poner en práctica nuestras convicciones. Basta
creer. No es otra cosa que caminar bajo la certeza de que no
caeremos.

Imagine por un instante que se desplaza por la cuerda
floja, lo hace porque tiene la certeza de que llegará al
otro lado. Igual con su disposición de creer: simplemente
tenga la tranquilidad de que el milagro que necesita
vendrá.

3. Elimine toda sombra de duda

Dios escucha sus oraciones tanto como las nuestras. No
hay una razón para creer que, si alguien confía en
el Señor, será escuchado menos que otra persona.
Jamás olvide lo que señalan las Escrituras:
"…al que cree, todo le es posible"

Creer es tener el firme convencimiento de que,
absolutamente, nada nos impedirá recibir lo que estamos
pidiendo al Señor. Él responde, que no quepa la
menor sombra de duda. Si el enemigo viene con ideas encaminadas a
tergiversar lo que significa confiar en el Señor,
declárelas sin poder en el Nombre de Jesús y
permita que prevalezca la fe. ¡Dios responde porque somos
Sus hijos!

4. No se resigne a las circunstancias

El diagnóstico inicial apuntaba a la urgencia de
amputar su pie y rodilla izquierdos. La falta de
irrigación sanguínea era irreversible por la
obstrucción en el sistema arterial.

En casos así es mejor retirar los miembros
afectados
-aseguró el médico con la actitud
impasible de quien está acostumbrado a manejar situaciones
similares.

Pero, ¿sabe lo que implica una
amputación?-
preguntó Rosa Ubaldina Valverde,
revelando angustia.

La situación era grave y traumática.
Traería problemas a su hogar. Al fin y al cabo la
responsabilidad de atender a dos nietos adolescentes cuyos padres
murieron en un accidente de tránsito, recaía sobre
sus hombros.

Será el fin de todo-prosiguió-.
El médico pareció entenderle, pero la
situación escapaba a sus manos.

La ciencia no puede hacer más,
señora
-concluyó lacónico mientras
volvía la mirada a las radiografías que
tenía en el escritorio.

Rosa Ubaldina no se resignó. Todo estaba en
contra. Era tanto como nadar en el sentido contrario en un
río corrientoso. Rescató una vieja Biblia que
amenazaba con ser devorada por los bichos en un baúl en el
que compartía espacio con revistas y periódicos de
tiempos idos. Comenzó a leerla. No lo hizo con desgano
sino con avidez, como alguien que aprecia la única tabla
-perdida en el mar infinito-que puede salvarle del
naufragio.

En los evangelios encontró un versículo
que subrayó:"Jesús le dijo: Si puedes creer,
al que cree todo le es posible"(Marcos 9:23
).
Meditó: "¿Podrá Dios sanarme?".
Inmediatamente razonó: El texto decía que no
había límites. Volvió a leer: "…al
que cree, todo le es posible".

Quien se resigna a las circunstancias que está
viviendo, literalmente desconoce que hemos creído en un
Dios de poder. Nada impide que, si nos movemos en Su voluntad,
Dios modifique las circunstancias y hará posible lo que
-humanamente-resulta imposible. ¡Nuestro Dios es un Dios de
milagros!

5. Persevere en oración

Rosa Ubaldina comenzó a orar. Al principio
sintió desánimo al pensar que nada
ocurriría, pero escudriñando las Escrituras
encontró nuevas luces sobre la necesidad e importancia de
clamar. Las encontró en el evangelio de Lucas al relatar
una enseñanza del Señor Jesús:
"…les refirió Jesús una parábola
sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar…"(Lucas
18:1).

Comenzar este proceso de perseverancia en el clamor no
fue fácil. Estaba en medio de la presión de sus
familiares que la instaban a aceptar la intervención
quirúrgica. Pero la mujer argumentaba que Dios
respondería, aunque en apariencia estaba
empeorando.

Tres semanas después se advertían
pequeños cambios. El dolor no era intenso como antes y el
color de la piel comenzó a aclarar.

6. Reconozca que no hay imposibles para
Dios

Rosa Ubaldina asiste hoy a una congregación
cristiana al norte de Managua. Nadie imagina siquiera que su
extremidad izquierda estuvo a las puertas de ser extirpada. Ella
atribuye su experiencia a un milagro de Dios.

El hecho evidenciado en esta campesina nicaragüense
puede replicarse en su vida si padece alguna enfermedad que los
médicos han identificado como "incurable". La
Biblia dice que "…nada hay imposible para Dios" (Lucas
1:37).
Bajo este convencimiento, le invitamos a clamar a
Dios en oración. No olvide que para El no existen los
límites. Su poder no lo alcanzamos a dimensionar.
¡Es hora de que pida ese milagro!. El Señor
responderá…

Tenga presente, en todo momento, que el Dios en el que
depositamos nuestra confianza no tiene límites ni tampoco,
permite que nada le limite. Basta creer, movernos en fe y
perseverar. ¡Dios sabe como cambiar las
circunstancias!

7. Decídase a creer

La enorme diferencia entre quienes reciben milagros y
quienes simplemente ven pasar la vida en medio de la
desilusión, la determina una decisión… La
decisión de no permitir que la adversidad, las
enfermedades o los problemas nos gobiernen; la decisión de
creer en un poder sobrenatural, que proviene de Dios, y que
cambia todas las cosas.

Nadie tomará esa decisión por usted. Nadie
más que nosotros tomamos esa determinación, porque
Dios mismo jamás nos obligará a creer.

Desconozco cuál sea su situación, pero lo
que sí puedo asegurarle es que el Señor
podrá cambiar las circunstancias y hará posible lo
imposible. Nuestro Dios es un Dios de milagros…

Cuestionario para profundizar en la Lección
6:

Por favor, lea detenidamente los textos
bíblicos, y teniendo a mano libreta de apuntes o una hoja
de papel, anote las respuestas:

1. ¿Qué nos enseña el Salmo
22:24 respecto a la oración de quien está
afligido?

2. ¿Por qué razón debemos
depositar nuestra fe en Dios? Lea Salmo 146:5

3. ¿Por qué reviste importancia
eliminar toda sombra de duda en nuestra vida? (Marcos
9:23)

4. ¿Qué importancia ocupa la
perseverancia en nuestras oraciones? (Lucas 18:1)

5. ¿Qué nos enseñan las
Escrituras, especialmente Lucas 1:37, respecto a lo que Dios
puede o no puede hacer?

7. ¿Qué nos impide dar pasos
concretos y firmes hacia la materialización de los
milagros como respuesta a nuestras oraciones?

© Fernando Alexis Jiménez

¿Qué papel juega la
oración en los milagros?

(Lección 7)

Su historia era demasiado simple; tanto que nadie
medía el dolor que había arrastrado desde
niño. Reía, lloraba y canturreaba. Todo de acuerdo
con su estado de ánimo. Una persona normal, en
circunstancias normales, en una ciudad normal. Sin embargo no era
feliz.

Se cansó de recorrer las mismas distancias entre
la cama, la mesita de la habitación y una estancia
más grande, de barro apretado y cal, que hacía las
veces la sala de estar. Parecía estar condenado a lo
mismo. Era ciego.

De niño su madre le describía el hermoso
mundo que le rodeaba. Anhelaba poder apreciarlo, pero
debía resignarse a imaginar el rostro de chicos que-igual
que él-reían mientras jugaban en la calle
polvorienta del abigarrado conjunto de casas donde
vivía.

Las sombras se convirtieron en su vida diaria. Nunca
sabia cuando la luz del sol bañaba con intensidad el
caserío ni el momento en que las sombras de la noche
cobijaban todo alrededor.

El curso de su historia cambió. Fue el día
menos previsto. Le hablaron del Señor Jesús. Todos
hablaban maravillas de él. Unos decían que era
profeta, otros que Elías y muy pocos se atrevían a
insinuar que era el Hijo de Dios. Salió a la calle. El
murmullo de los curiosos lo atraía. Y aunque no pudiera
verlo, aguzó su oído para percatarse de todo cuanto
ocurría. "Ahí viene… ahí viene",
gritaron unas mujeres.

"A su paso, Jesús vio a un hombre que era
ciego de nacimiento. Y sus discípulos le
preguntaron:–Rabí, para que este hombre haya nacido
ciego, ¿quién pecó, él o sus
padres?–. -Ni él pecó, ni sus
padres-respondió Jesús–, sino que esto
sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su
vida. Dicho esto escupió en el suelo, hizo barro con la
saliva y se lo untó en los ojos al ciego,
diciéndole:–Ve y lávate en el estanque de
Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue se
lavó, y al volver ya veía" (Juan 9:1-8. Nueva
Versión Internacional).

El Maestro, aquél de quien tanto hablaban, hizo
algo que él mismo no esperaba. Pero fue grandioso. Lo
más grande que jamás le pudo ocurrir. Dios hizo un
milagro. Lo sanó. Le permitió emprender una nueva
vida…

¿Por qué un milagro?

Dios obra milagros en aquellos que lo piden. El ciego
anhelaba en su corazón ver. El amado Señor lo
sabía. Él conoce nuestros pensamientos. Cuando le
vio junto al camino, obró en su ser. Hizo aquello que para
los médicos de la época y aún en nuestro
tiempo es imposible: devolver la vista.

Cuando ocurre algo trágico en la vida de alguien,
el camino que muchos toman se orienta en dos direcciones: la
primera, culpar a Dios, la segunda, atribuir a un pecado las
situaciones fortuitas que le acontecen.

El Señor Jesús fue claro al señalar
que muchos incidentes, sin aparente explicación, conducen
es a que Dios sea glorificado: "-Ni él pecó,
ni sus padres-respondió Jesús–, sino que esto
sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su
vida".

¿Enfrenta una situación
difícil?¿Alguna enfermedad considerada por la
ciencia como incurable golpea su cuerpo?¿Considera que no
hay salida a su problema? Permítame decirle algo:
Está diametralmente equivocado. El Dios en el que usted y
yo hemos creído es un Dios de milagros. Él quiere
manifestarse en su existencia.

En dónde comienza un milagro

Los seres humanos estamos acostumbrados a explicarlo
todo a la luz de la lógica. Si algo no encaja en nuestro
presupuesto mental, sencillamente no lo aceptamos. Levantamos
alrededor una enorme barrera que impide el mover del
Señor.

Hasta no ve, no creer–, solía repetir
una mujer que-tiempo después–, debió rendirse a
Dios–: Su hija estaba sumida en las drogas. En medio de la
desesperación entregó el problema en manos de Dios.
"No sabía qué más hacer, pero
encontré que Dios podía ofrecerme una salida.
Clamé a Él y Él me
escuchó
.-

Sus oraciones se hicieron intensas, perseverantes. Y el
Señor honró su fe. Antes de tres meses la chica
abandonó sus antiguas amistades y decidió emprender
una nueva vida. Estuvo varias semanas en un Centro de
Rehabilitación para Adictos, pero sin duda lo que
más ayudó, fue su dependencia del Señor
Jesús.

¿Dónde comienza un milagro? Un milagro
comienza con la fe y se alimenta con las oraciones de quienes
creen que el Señor puede cambiar las circunstancias.
Allí es donde comienza el milagro.

Dios se glorifica con los milagros

Cuando algo literalmente "imposible" se produce
en la vida de alguien, Dios es glorificado. Volvamos al caso del
invidente sanado por el Señor Jesús. "Sus
vecinos y los que lo habían visto pedir limosna
decían:>>No es éste el que se sienta a
mendigar?>> Unos aseguraban:<<Si, es
él>>. Otros decían:>>No es él,
sino que se le parece>>. Pero él insistía:
<<Soy yo>>.–¿Cómo entonces se te han
abierto los ojos?-le preguntaron. -Ese hombre que se llama
Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos
y me dijo:"Ve y lávate en Siloé". Así que
fui, me lavé, y entonces pude ver."(Juan 9: 8-11. Nueva
Versión Internacional).

Si me lo permite, podría graficarlo de la
siguiente manera: nuestro amado Padre se complace obrando
milagros. Sí, aunque suene muy "novelesco". Es un
Dios de amor, que sabe de nuestro sufrimiento y que libera su
poder cuando lo pedimos en oración.

El Señor Jesús pudo seguir de largo, sin
embargo no lo hizo; se detuvo, llamó al ciego y lo
sanó. Él sabía el profundo anhelo que
tenía de su obrar milagroso. Y lo hizo.

Para usted también son los
milagros

A diferencia de quienes consideran que el tiempo de los
milagros ya pasó, estoy convencido por las Escrituras, que
"Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los
siglos"(Hebreos 13:8).

Él desea manifestarse con poder en su vida. Hoy
mismo. Ahora. ¿Qué hacer? Ir al padre en
oración. Pídale aquello que necesita. Deseche toda
duda y afírmese en el convencimiento de que si está
en la voluntad de Dios, aquella petición será
atendida. ¡El Todopoderoso responderá!.

No olvide que los milagros comienzan con la fe y se
alimentan con la oración. Si creemos aquello en lo que
creemos, ocurrirá. Pero es necesario perseverar en
oración. Los milagros ocurrirán. Dios
manifestará su poder.

Si no ha recibido al Señor Jesús, hoy es
el día para que lo haga. Ábrale las puertas de su
corazón. Le aseguro que no se arrepentirá. Si tiene
inquietudes, escríbanos por favor a
webestudiosbiblicos@gmail.com o llámenos al
(0057)317-4913705

Cuestionario para profundizar en la Lección
6:

Por favor, lea detenidamente los textos bíblicos,
y teniendo a mano libreta de apuntes o una hoja de papel, anote
las respuestas:

1. ¿Podría compartirnos su
apreciación sobre las extrañas formas que Dios
tiene para obrar? (Juan 9:1-8)

2. ¿Ha pensado que Dios no siempre obra
como nosotros creemos que debería hacerlo, ya que
Él tiene su propio tiempo y sus métodos muy
particulares?

3. ¿Siente que Dios no escucha sus
oraciones en el momento que más lo necesita?

4. ¿Reconoce que desesperarse al no ver la
respuesta inmediatamente es producto de no perseverar en
oración?

5. ¿Podría describir-de acuerdo con
la Biblia-cómo comienza un milagro?

6. ¿Por qué razón podemos
afirmar que, en respuesta a nuestras oraciones, Dios sigue
obrando milagros hoy? (Hebreos 13:8)

© Fernando Alexis Jiménez

La oración
enfrenta enemigos

(Lección 8)

¿Le ha ocurrido alguna vez que se quedó
hasta la madrugada leyendo un buen libro o quizá viendo un
programa de televisión? Sin duda que sí. Es
más, recuerde el incidente: Usted sólo se
enteró que estaba tarde cuando miró el reloj. Al
principio creyó que era un error. Miró de nuevo y,
tras corroborarlo, comprobó que pasaba de la una de la
mañana. ¿En qué momento se fue todo este
tiempo
?, se pregunta usted…

Ahora cambiemos el escenario: Se dispone a orar. No son
aún las nueve de la noche, acaba de leer algunos pasajes
de la Biblia y decide doblar rodillas ante la Presencia del
Señor. Deja todo debidamente organizado y comienza a
hablar con Dios. ¿Qué ha ocurrido? Lo más
probable es que no hayan pasado unos cuantos minutos y ya
tendrá un profundo sueño.

No puedo orar en la noche porque me vence el
adormecimiento
–, me refería un amigo pastor; no
obstante, cuando estaba preparando un sermón, podía
estar horas y horas leyendo las Escrituras y consultando
material, antes que sintiera siquiera un asomo de
cansancio.

¿A qué se debe esto? A un enemigo que
tenemos en común usted y yo, que no desea que nos
dispongamos a orar. Me refiero a Satanás.

El apóstol Pablo que sabía de sus
acechanzas, escribió: "Pues no luchamos 
contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores
malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas
poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus
malignos de los lugares celestiales."(Efesios 6:12.
NTV)

Si hay algo que preocupa enormemente al adversario
espiritual es que nos dispongamos a entrar en el "lugar
secreto
". Él sabe que de rodillas peligrosos para el
reino de las tinieblas. Orando tenemos el poder que conmueve el
universo, porque quien responde es el Dios de poder.

Como sin duda la oración es uno de los temas que
le apasiona o al menos, está comenzando a conocer, es
esencial que usted conozca y tenga presente que al hacerlo-entrar
ante el Altar de Dios-, enfrentará
oposición.

El autor y conferencista internacional, Charles Stanley,
escribió: "Los cristianos estamos en una lucha
espiritual. La única vez que Satanás se preocupa
por nosotros es cuando entramos en esa lucha. Ninguna cosa que
hagamos es una gran amenaza para él. Satanás sabe
que la verdadera lucha espiritual se libra de rodillas. La
oración es el arma que más teme, por lo tanto es
contra la oración que él lanza su mayor ataque. Es
de rodillas como se hace el mayor bien, y es de rodillas como
enfrentamos los mayores ataques."(Charles Stanley.
"Trátelo con oración". Editorial Vida. EE.UU. 1996.
Pg. 26)

Dado que nuestro enemigo se opone a que nos dispongamos
para orar, enfrentamos adormecimiento y falta de
concentración.

Cuando me arrodillo a orar, he sentido cerca una
presencia tenebrosa; no sé qué ocurre, pero a veces
prefiero levantarme del lugar donde me encuentro e ir a ver
televisión. Todo temor cesa de inmediato
–, me
relató el líder de jóvenes de una
congregación a la que recientemente fui a dar una
conferencia. ¡No hay duda que el enemigo sabe cómo
engañar y lanzar sus ataques!

Póngase la armadura para orar

Generalmente pensamos que nos ponemos la armadura de la
que habla el apóstol Pablo en Efesios 6:13-17 cuando
hacemos guerra espiritual. Asociamos eventos en los que
endemoniados ruedan por el suelo, arrojan saliva y hablan con
tono gutural. ¡Tremendo equívoco! Cuando nos
disponemos a orar, también libramos una batalla y no
podemos permitir que el enemigo nos saque de la Presencia de
gloria en la que entramos al hablar con Dios.

El autor y conferencista, Charles Stanley,
señaló que "El apóstol Pablo
sabía es mucho más que acudir de prisa a Dios y
presentar algunas de nuestras peticiones. Él la
veía como una lucha y nosotros también debemos
verla así. Es en la oración donde se ganan o se
pierden las batallas. Por tanto, es indispensable que aprendamos
a orar." (Charles Stanley. "Trátelo con oración".
Editorial Vida. EE.UU. 1996. Pg. 27)

Tenga siempre presente que el orar es entrar en una
lucha espiritual. Por supuesto, es la entrada a la Presencia del
Padre celestial, pero a la vez, constituye un enorme reto al
enemigo espiritual que procurará atacar dos pilares de
nuestra vida cristiana: la fe, y entrar en la
Presencia.

El apóstol Pablo, que conocía esas normes
batallas porque era un hombre comprometido con la oración,
escribe: "No quiero decir que ya haya logrado estas cosas
ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante
a fin de hacer mía esa perfección para la cual
Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.  No, amados
hermanos, no lo he logrado,  pero me concentro
únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en
lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar
al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual
Dios nos llama por medio de Cristo Jesús."(Filipenses
3:12-14. NTV)

Es cierto, venían dificultades, pero él
perseveraba en Dios. Reconocía el valor de la
perseverancia cuando estamos en oración. No solo era parte
de vivenciar a Cristo, dejando el pasado en el pasado, sino el de
seguir adelante, perseverando, en sus tiempos de
oración.

Orar con poder y autoridad

Es evidente que al orar, no solo enfrentaremos
oposición-para la que debemos estar preparados-sino que
debemos orar con autoridad, conscientes del poder de Dios que se
mueve dentro de nosotros, que obra lo que humanamente resulta
imposible.

Cuando experimentemos ataques espirituales, lo que
hacemos es reprender al enemigo con autoridad y seguir orando.
Recuerde que al orar, también conmovemos los cimientos del
mundo espiritual de maldad. La clave, entonces, es ejercer
autoridad de Cristo y perseverar.

Tengo algunas recomendaciones que comparto con usted: La
primera, que se vista con la armadura espiritual cuando vaya a
orar; la segunda, que se revista de fe y autoridad; la tercera,
que se presente ante Dios con corazón limpio; la cuarta,
que su vida de oración esté rodeada de obediencia
al Padre celestial (el enemigo tratará de utilizar el
pecado para alejarlo del Señor); la quinta, que tenga
motivos puros, sin egoísmo, al orar, y se sexta, que
persevere.

Entrar en la Escuela de Oración es una
experiencia maravillosa. Todos podemos hacerlo. Basta que
dispongamos nuestro corazón y nos rindamos a
Dios.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a
webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al
(0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

Cuestionario para profundizar en la Lección
8

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de
cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por
favor, anote las respuestas:

1. ¿Le ha ocurrido alguna
vez que sus oraciones fueron estorbadas por el enemigo
espiritual?

2. Cuando leemos Efesios 6:12,
¿de qué manera podemos aplicarlo a nuestra vida de
oración?

3. ¿Conocía el
apóstol Pablo los ataques que sufre un creyente cuando ora
a Dios?

4. Cuando vamos al lugar secreto,
¿a qué nos estamos refiriendo?

5. ¿Qué dice el
autor Charles Stanley respecto a la oposición que
enfrentamos al orar?

6. ¿Qué
relación hay entre la oración y la perseverancia de
acuerdo con Filipenses 3:12-14?

7. ¿Podría enumerar
las seis recomendaciones que se formulan y que se deben tener en
cuenta cuando nos disponemos a orar?

© Fernando Alexis Jiménez

Cruzando las
fronteras de la fe

(Lección 9)

"Los dos cieguitos del camino". Eran la
referencia de todos cada mañana, al mediodía o
cuando amenazaba lluvia: "Pobrecitos, quizá se van a
mojar
". Incluso alguien recordaba de las maldades de los
chicos, al esconder su manta o las sandalias de los dos pobres
hombres a los que les unió un denominador común: la
imposibilidad de ver.

Cierto día escucharon que Jesús se
acercaba a la ciudad. "Es un milagrero", dijo uno.
"Dicen que es el Mesías", comentó el otro.
Y esas palabras que intercambiaron, alimentaron la esperanza de
poder dejar de lado las sombras de la ceguera. "¿Y
qué si le pedimos que nos de la vista? Nada perdonemos.
Nadie nos ha podido ayudar y sin duda, no podrán hacerlo.
Quizá aquél hombre pueda hacerlo
",
concluyó uno de ellos incorporándose del suelo y
animando a su compañero para ir en búsqueda de
Aquél de quien tanto se hablaba en las calles y en los
caminos.

El registro Escritural señala que lo encontraron:
"Pasando Jesús de allí, le siguieron dos
ciegos, dando voces y diciendo: !Ten misericordia de nosotros,
Hijo de David!"(Mateo 9:27)

Por favor, le invito para que lea de nuevo el pasaje.
Hágalo exento de cualquier prejuicio. Allí
encontrará el primer paso para que pasemos del territorio
de lo imposible-nuestra dimensión
física en la que humanamente no podemos hacer nada-al
territorio de lo posible, en la dimensión
espiritual y de poder donde habita Dios. Y es desde esa
dimensión, desde lo espiritual, que el Señor
responde y trae los milagros a nuestra dimensión
material.

¿Cómo podemos lograrlo? Le invito que
consideremos algunos pasos que resultarán altamente
eficaces en el proceso de ver materializados milagros en nuestra
vida:

1. Seguir a Jesús

¿Ha cruzado la frontera entre un país y
otro? Generalmente está determinada por unas coordenadas y
aun cuando no hay una línea pintada con brocha, usted sabe
que al dar un paso, estará en otra Nación, con
otras leyes y una dinámica totalmente distinta de
aquél territorio del cual usted proviene.

Los dos invidentes de la historia dieron el paso inicial
para cruzar la frontera: Siguieron a Jesús.
Fueron tras Él. Es cierto, muchos les decían que
era imposible, que no perturbaran al Maestro, que se hicieran a
un lado, que se resignaran a seguir viviendo de las limosnas.
Pero en los dos hombres había renacido la esperanza e iban
por un milagro.

Desconozco cuál sea su situación, pero lo
que sí se es que clamando a Dios, podrá ver de
qué manera lo imposible se hace posible. Oración
con perseverancia, convencimiento, decisión. Deseche las
voces de los incrédulos que siempre encontrará a su
paso. Usted fue concebido para un milagro.

Ahora, comprendo que no es fácil
creer en medio de una sociedad
incrédula. Es una decisión que
sólo nosotros podemos tomar, aun cuando haya
oposición. Las personas a nuestro alrededor no tienen ni
están obligados a compartir nuestras convicciones de
fe.

Le invito a considerar lo que enseña el autor y
conferencista norteamericano, John Piper: "A pesar de lo
mucho que nos gustaría, no tenemos el lujo de vivir en un
mundo donde las verdades más edificantes no encuentran
ninguna oposición. Si pensamos que podemos evitar todo lo
que es controversial y alimentar nuestras almas sólo con
lo que resulta edificante, estamos siendo muy optimistas. La
razón por la cual muchos de nosotros creemos que podemos
confiar es que no conocemos bien nuestra historia o las personas
que profesan ser cristianas pero no lo viven. Además,
¿en realidad querríamos entregarle al diablo el
derecho de determinar nuestro derrotero espiritual, rehusando
alimentarnos con las enseñanzas que resultan conflictivas
en nuestra sociedad?" (John Piper. "Los deleites de Dios". Libros
Compartir. EE.UU. 1999. Pg. 189, 190)

Insisto, creer en medio de una sociedad que no cree,
siempre será controversial. No obstante, debemos seguir
adelante. No nos podemos detener. En Dios tenemos asegurada la
victoria, porque Él responde a nuestra fe con milagros que
rebasan toda lógica.

2. La perseverancia

Cuando oramos no podemos darnos por vencidos
fácilmente. Orar está íntimamente ligado a
la perseverancia. "Sólo quien
persevera alcanza
", solemos repetir en Latinoamérica,
y ese refrán aplica a nuestra vida devocional y de
oración.

¿Recuerda a los dos invidentes tras Jesús?
Marcharon con el Señor todo el camino. Si fueron cuadras o
kilómetros, el texto no lo dice. Lo que sí revela
es que durante el trayecto, el milagro no ocurrió. Y los
dos hombres perseveraron.

El evangelista Mateo relata que: "Y llegado a la
casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo:
¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron:
Sí, Señor."(Mateo 9:28)

No se dieron por vencidos. En tanto clamaban por el
camino, como suele ocurrir cuando oramos, su fe se
alimentó. Creer, perseverar, ver los milagros. No se
dieron por vencidos. Cuando el Maestro llegó al hogar
donde se alojaría, le pidieron el milagro.

3. Que su fe marque la diferencia

Una cosa es oír que Jesús
obrara milagros-como ocurrió con estos dos hombres que
experimentaban la invidencia-y otra bien distinta, ser
testigos
de los milagros de Dios. Por esa razón
cuando el Señor Jesús les preguntó si
creían que podía obrar un milagro,
dieron un paso de fe gigantesco-cruzaron la frontera, marcaron la
diferencia-y respondieron que sí.

Es probable que hasta el momento no haya encontrado
respuesta a su clamor, pero no se desanime. Siga orando. En la
Escuela de la Oración aprendemos que creer es lo que marca
la diferencia para que nuestras oraciones tengan eco en la
Presencia del Dios de poder en el que hemos
creído.

4. Vea posible lo
imposible

Para nuestro amado Dios y Padre celestial obrar un
milagro en muy sencillo. Él no tiene nuestras
limitaciones. Por ese motivo, veremos grandes portentos en la
medida en que podamos cruzar la frontera del
racionalismo, esa inclinación a explicarlo todo a
partir de la lógica.

Cuando vamos al texto encontramos que "Entonces
les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea
hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos."(Mateo 9:29,
30)

Todos tenemos un grado de fe, y sin duda, los dos
hombres tenían su propio grado de fe. Eso fue lo
que llevó a que el Señor Jesús les dijera
que se produjera el milagro conforme a lo que
creían.

Orar es un proceso que inicia cuando estamos convencidos
que nuestras palabras no se las llevará el viento. Saber
que del otro lado Dios nos escucha. Es la forma como
crece nuestra fe. Y en estos invidentes su fe había subido
de nivel. Sirva la ocasión para preguntarle,
¿cómo anda su grado de fe?

Cuestionario para profundizar en la Lección
9

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de
cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por
favor, anote las respuestas:

1. ¿Qué podemos
aprender en el suceso de los dos invidentes?

2. ¿Por qué podemos
pensar que su fe creció?

3. ¿Qué elementos
fueron esenciales para que el proceso del milagro se
produjera?

4. ¿Cuál es el
papel que juega la perseverancia en la oración?

5. ¿Por qué decimos
que si oramos, partimos de una premisa que es
creer?

6. ¿Cómo anda su
grado de fe?

7. ¿Está orando hoy
por un milagro y tiene el convencimiento que Dios
responderá?

© Fernando Alexis
Jiménez

Perseverar en
oración, clave para los milagros

(Lección 10)

Cuando a su hijo le diagnosticaron cáncer,
Armando pensó que era injusto. Al fin y al cabo eran
fieles al Señor, buscaban hacer su voluntad e incluso, el
chico -de apenas catorce años-formaba parte del coro de la
congregación. "Esto no puede estar ocurriéndole
a nuestra familia"
se repetía una y otra vez,
mientras se pasaba la mano por el rostro y recorría el
consultorio médico de un extremo a otro.

Y definitivamente ¿No hay nada qué
hacer
?–preguntó con ansiedad.

Me tempo que no, Armando-le dijo el
facultativo mientras le daba dos palmadas en el hombro, como
señal de solidaridad-.Comprendo tu
desesperación, pero es necesario
resignarse
-prosiguió.

Aquella tarde se tornó insoportable. Estaba
desesperado. Fue al templo. ¿Qué más
podía hacer? La ciencia no encontraba una salida. Y
él, como creyente, no podía darse por vencido. En
momentos de crisis como aquél, la clave era perseverar.
Dobló sus rodillas y comenzó a orar. Lo hizo con
insistencia. Una y otra vez. Incluso, varias ocasiones cada
día.

Samuel, –el adolescente-parecía agravarse. El
deterioro físico era evidente. Cada día estaba
más demacrado. Pero aún así, Armando no
dejaba de clamar. Lo hacía con persistencia.

Otros exámenes despertaron inquietud en los
especialistas. Ordenaron nuevos diagnósticos.
Inexplicablemente la enfermedad experimentaba un retroceso. Poco
a poco. ¡Dios estaba respondiendo a las
oraciones!

Hoy Samuel está sano. Regresó a la
congregación. Es un testimonio vivo del obrar divino en
respuesta a las oraciones. ¿La clave? La
perseverancia.

No desmaye, persevere

Cuando comenzamos a orar en procura de un milagro, nos
ocurren con frecuencia dos cosas. La primera, que esperamos
resultados inmediatos. La segunda, que al no apreciar la
respuesta inmediata, experimentamos desánimo y abandonamos
la oración.

Frente a cualquiera de estas dos actitudes, a un grupo
de sus seguidores "… les refirió Jesús una
parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar"
(Lucas 18:1).

El texto refiere dos principios de vida que cobran
particular importancia hoy. El primero, la necesidad de orar
siempre. En todo momento. Varias veces. El segundo principio, no
desmayar. Uno y otro, están estrechamente ligados. La
Biblia reafirma que la clave está en
perseverar.

¿Un ejemplo? Héctor raya los cincuenta
años de edad. Participaba en la tradicional
"Maratón Río Cali" que convoca anualmente
participantes de todos los países. Era por aquél
entonces hujier en nuestra congregación.

De él aprendí una enorme lección.
Siempre llegaba a la meta entre los primeros cuarenta. Tras dar
la vuelta por la pista del Estadio Olímpico "Pascual
Guerrero
", agitado y sudoroso, me dijo: "Lo importante
es comenzar la carrera y, terminarla. Esos son los verdaderos
ganadores. Así no ocupen el primer lugar. Quienes
renuncian en mitad de la competencia, se convierten en
perdedores".

Conservo grabadas sus palabras. Ilustran el tema:
perseverar las oraciones significa clamar así las
circunstancias parezcan adversas.

La respuesta vendrá

De acuerdo con la parábola, una viuda fue a un
juez sin Dios ni ley. Procuraba que le hicieran justicia. Ella
iba a su despacho una y otra vez. Lo hizo con perseverancia.
Hasta que el magistrado, cansado de la situación,
decidió atender su requerimiento.

"Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo
el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a
sus escogidos, que claman a él día y
noche?¿Se tardará en responderles? Os digo que
pronto les hará justicia"(Lucas 18:6-8
a).

El Señor Jesús resalta un hecho
"…que claman a él día y noche…" Esta
frase arroja una idea de constancia en procura de alcanzar un
propósito, perseverando en oración.

La enseñanza concluye con un interrogante.
"Pero cuando venga el Hijo del Hombre ¿Hallará fe
en la tierra?"(v. 8 b).

Y usted ¿Qué disposición
tiene?

Es evidente que, quien no persevera, no alcanza. Es un
principio que no podemos olvidar.

En las circunstancias por las que atraviesa
¿Cuál es su disposición? Tal vez darse por
vencido, o perseverar en oración. O quizá insistir
en el clamor, con la certeza de que la respuesta del Señor
vendrá.

Una característica del cristiano es la fe. Y fe
no es otra cosa que llamar "…las cosas que no son, como
si fueran" (Romanos 4:17 b).

Le instamos para que no renuncie. Siga adelante. No cese
de orar. Avance en pasos de fe, por encima de las
circunstancias.

Si desea que le acompañemos a clamar en procura
de un milagro que requiere, escríbanos ahora
mismo.

Cuestionario para la profundización de la
Lección 10:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de
cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por
favor, anote las respuestas:

1. ¿Es usted de las personas que
perseveran o por el contrario se dan por vencidos cuando no hay
respuesta a sus oraciones?

2. ¿Aplica en su vida el llamamiento del
Señor Jesús a perseverar en oración (Cf.
Lucas 18:1)?

3. ¿Tiene convencimiento en su
corazón de que los milagros se producirán si
clamamos (Cf. Lucas 18:6 a)?

4. ¿Reconoce el alcance de la pregunta del
Señor Jesús respecto de si hallaría fe al
volver (Cf. Lucas 18:6 b)?

5. ¿Está aplicando en su vida el
principio de declarar las cosas que no son como si fueran (Cf.
Romanos 4:17)?

6. ¿Reconoce que aquellos que perseveran
en oración reciben milagros?

7. ¿Está orando hoy por un milagro
y tiene el convencimiento que Dios responderá?

© Fernando Alexis Jiménez

El ayuno y la
oración, dos disciplinas espirituales en la
búsqueda de Dios

(Lección 11)

¿Se ha encontrado alguna vez en una
situación en la que-humanamente-no sabía qué
decisión tomar? Es comparable a encontrarse en un camino
que, sorpresivamente se bifurca y no hay cerca de nosotros que
nos pueda indicar en qué dirección orientarnos.
Todos alguna vez, en un momento específico, hemos
experimentado esta incertidumbre. Lo grave del asunto es que,
generalmente, siempre tomamos la decisión
equivocada.

Nehemías, uno de los hombres de mayor
significación en la historia de Israel, se encontraba
sirviendo en la corte real -a muchos kilómetros de
Jerusalén y bajo un gobierno distinto al de su
país–, cuando recibió la noticia de que la capital
de su Nación se encontraba en ruinas.

¿Qué hacer?¿Cómo abordar al
rey para asumir la tarea de reconstruir los
muros?¿Cuál sería la estrategia para
derribar los obstáculos?¿Cómo financiar un
proyecto de dimensiones tan grandes?

Ante esta situación, tomó la mejor
determinación: "Cuando oí esto, me
senté a llorar. De hecho, durante varios días
estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del
cielo…" (Nehemías 1:4. NTV)

Los momentos críticos de nuestra existencia
debemos someterlos en manos de Dios, y orar porque Él nos
oriente, llevándonos a tomar las decisiones apropiadas en
el momento indicado.

Algo sobre lo que deseo llamar su atención es que
la oración y el ayuno, en un hombre o mujer que se
caracterizan por la búsqueda sincera de Dios, son
herramientas fundamentales. ¿La razón?

El Señor Jesús nos llama a vivenciar una
espiritualidad de compromiso y consagración y tal
consagración la testimoniamos delante de Él cuando
sometemos nuestra carne mediante el ayuno. Aquí es
importante anotar que el ayuno y la oración nos acercan al
Padre, a Su Presencia.

Tres tipos de ayuno

Nuestro Señor Jesucristo advirtió sobre la
importancia de hacer ayuno, oración e incluso ofrendar,
pero delante del Señor y no de los hombres para ser
tenidos por muy espirituales: "¡Tengan cuidado! No
hagan sus buenas acciones en público para que los
demás los admiren, porque perderán la recompensa de
su Padre, que está en el cielo.  Yo,
Jesús,
les digo la verdad, no recibirán
otra recompensa más que esa."(Mateo 6:1.
NTV)

Ayunar no es no es únicamente sacrificio o
abstinencia, sino un tiempo de búsqueda del Señor.
No está bien que todos alrededor se enteren que estamos
ayunando. Eso sería buscar la gloria de los hombres. El
ayuno es uno de los pasos en la búsqueda de intimidad con
el Señor, en el que sometamos los deseos de la carne a los
deseos del Espíritu.

Cuando vamos a las Escrituras, encontramos
específicamente, tres tipos o formas de ayunar:

a. Abstinencia de alimentos (Lucas
4:2)

b. Abstinencia de alimentos y de líquidos
(Esdras 10:6)

c. Abstinencia de la relación sexual con
la pareja, mediante mutuo consentimiento mientras buscan de Dios
(1 Corintios 7:3-6)

Por favor, tenga en cuenta que ayunar-en cualquiera de
sus variables-no debe ser mirado como un sacrificio sino como una
forma de sometimiento a Dios. Cabe aquí tener en cuenta la
apreciación del autor y conferencista internacional,
Charles Stanley, quien señala: "A lo largo de la
Biblia Dios guió a su pueblo a ayudar y orar. Y cada vez
que el pueblo ayunaba y oraba. Dios puso en acción su
poder sobrenatural para hacer lo que fuera necesario con el fin
de satisfacer sus necesidades. Ya fuera provisión de
sabiduría o la derrota de un enemigo, Dios fue fiel en
cumplir."(Charles Stanley. "Trátelo con oración".
Editorial Vida. EEUU. 1996. Pg. 38)

Dios ha respondido, y sin duda, seguirá
respondiendo a las oraciones de Su pueblo. Él reconoce
cuando hay disposición de corazón para buscarle,
disposición que testimoniamos con el ayuno.

¿Cuáles son nuestras motivaciones para
ayunar?

Si tomamos como base el hecho de que el ayuno encuentra
complemento en la oración, y en muchos casos, en las
ofrendas (Cf. Mateo 6:1-18), es fundamental que tengamos muy
claro el por qué lo hacemos.

Hay quienes al ayunar buscan bajar kilos, lo que no es
muy espiritual, como tampoco el hacerlo en la congregación
incluso por encima del horario que se fijó inicialmente,
para que todos aprecien nuestro alto grado de
espiritualidad.

Le invito a considerar tres preguntas cuando vaya a
dedicar tiempo a ayunar:

a. ¿Por qué voy a ayunar? La
respuesta está en sus manos. ¿Procuro intimidad con
Dios?¿Estoy tras un milagro?¿Lo hago por
obligación o, por convicción? Póngase la
mano en el pecho para ser muy honesto al responder.

b. ¿Estoy ayunando para guardar las
apariencias de espiritualidad?
Infinidad de personas son
amigas de estar contándole a todos, que van a una jornada
de ayuno. Esas expresiones de espiritualidad les ayudan a tener
reconocimiento entre otros creyentes. No es, dicho de paso, lo
mejor que deberían hacer. No honran a Dios, se
están honrando así mismos.

c. El ayuno sin búsqueda de Dios no es otra
cosa que aguantar hambre.
Leí hace pocos días
en una revista, que el ayuno era recomendado para perder
peso
. Inmediatamente pensé que las personas
veían esta práctica espiritual más como una
dieta que como un camino de búsqueda de intimidad con el
Señor.

Cuando vamos a las Escrituras, encontramos registro
sobre relatos de hombres de Dios quienes le buscaron en ayuno y
oración en momentos específicos, muchos de los
cuales demandaban respuestas del Señor a necesidades o
crisis (Éxodo 34:28; Salmo 69:10; 2 Crómicas 20:3;
Daniel 9:3; Lucas 4:1, 2; Hechos 13:2, 3)

Cito nuevamente al autor y conferencista internacional,
Charles Stanley, cuando anota: "Orar, dar y ayunar son actos
personales de adoración, y por lo tanto, se debe hacer en
secreto. Debemos hacerlo por amor a Dios, no porque anhelamos la
alabanza del mundo. Si hacemos esas cosas por la alabanza del
mundo, entonces esa es la única bendición que
recibiremos."(Charles Stanley. "Trátelo con
oración". Editorial Vida. EEUU. 1996. Pg.
37)

No olvide que mediante el ayuno sometemos nuestros
apetitos al Espíritu Santo. Ayunar nos permite entregar a
Dios nuestros temores e incertidumbres y, además, hace
posible encontrar respuesta divina a nuestros interrogantes e
inquietudes (Nehemías 1:4)

Dios responde al ayuno

Resulta interesante buscar los registros bíblicos
cuando se alude al ayuno por parte de hombres y mujeres que
procuraban conocer Su voluntad. El primero y más
significativo hecho, es el tiempo que nuestro amado Salvador
Jesucristo se apartó al desierto. Dice el Evangelio que
nuestro Señor "…fue tentado por el diablo
durante cuarenta días. Jesús no comió nada
en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre." (Lucas
4:2. NTV)
El buscar del Padre celestial en ayuno y
oración, fortaleció a Jesús nuestro
Redentor, en esos momentos críticos.

También buscó el rostro del Supremo
Hacedor, el escriba Esdras, en un momento crucial para Israel:
"Luego Esdras se retiró de la parte delantera del
templo de Dios y fue a la habitación de Johanán,
hijo de Eliasib. Pasó la noche allí sin comer ni
beber nada. Seguía en duelo a causa de la infidelidad de
los que habían regresado del destierro."(Esdras 10:6.
NTV)
¡Dios no se hizo esperar, y respondió
a ese tiempo especial de búsqueda!

Por último y en medio de los múltiples
registros Escriturales que hay sobre el ayuno y la
oración, me permito citar a los apóstoles.
Procuraban la guía de Dios para contribuir a la
extensión del Reino. "Cierto día, mientras
estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el
Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a
Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado».
 Así que, después de pasar más tiempo
en ayuno y oración, les impusieron las manos y los
enviaron."(Hechos 13:2, 3. NTV)

Estoy firmemente convencido que, si en medio de una
situación particular busca al Señor en ayuno y
oración, encontrará respuestas. Es un camino
especial, que toca el corazón de Dios porque nos
humillamos en Su Presencia. Él nos lleva a nuevos niveles,
cuando procuramos respuesta a nuestros interrogantes, a un
milagro que pedimos, a la necesidad de crecimiento personal y
espiritual o cualquiera otra motivación de orden
espiritual.

Si tiene alguna inquietud, por favor, no dude en
escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al
(0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

Cuestionario para profundizar en la Lección
11:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de
cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por
favor, anote las respuestas:

1. ¿Buscó al Señor en ayuno
y oración en algún momento en el que no
sabía qué decisión tomar?
¿Encontró respuesta en Dios?

2. ¿Qué hizo Nehemías apenas
conoció la difícil situación por la que
atravesaban sus compatriotas en Jerusalén (Nehemías
1:4)?

3. ¿Por qué podemos asegurar que
ayunar es una forma de vivenciar una espiritualidad de compromiso
y consagración y tal consagración?

4. ¿Cuáles son los tres tupos de
ayuno que hallamos registrados en la Biblia (Lucas 4:2; Esdras
10:6; 1 Corintios 7:3-6)?

5. ¿Por qué el Señor
Jesús recomendaba que no mostráramos
públicamente esos tiempos de intimidad con Dios (Mateo
6:1)?

6. ¿Podría citar aspectos que le
llamaron la atención respecto a la apreciación que
tiene el reverendo Charles Stanley en torno al ayuno?

7. ¿Se ha preguntado cuáles son sus
reales motivaciones al ayunar?

8. ¿Qué nos enseñan algunos
pasajes bíblicos en torno al ayuno (Lucas 4:3; Esdras
10:6; Hechos 13;2, 3)?

© Fernando Alexis Jiménez

Oraciones
elevadas, respuestas recibidas

(Lección 12)

Cuando oramos a Dios, sin duda lo hacemos porque
deseamos que algo ocurra. Esa motivación
que nace en lo íntimo de nuestro ser es la razón
por la cual millares de hombres y mujeres se acercan al
Señor. Quieren que se produzca -en la dimensión
física-un cambio que puede ser llevar a la
dimensión de lo posible, aquello que
humanamente resulta imposible.

Ahora, una pregunta que sin duda se formula es:
¿por qué hay algunas oraciones que no reciben
respuesta?

Para despejar ese interrogante es esencial tener en
cuenta que cuando nos movemos y obramos en fe, honramos a Dios.
Si deseamos ver milagros, es necesario que en nuestro ser haya
fe. Creer, romper toda lógica humana, ver posible lo que
el mundo considera imposible.

El escritor bíblico lo expresa de la siguiente
manera: "De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios.
Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él
existe y que él recompensa a los que lo buscan con
sinceridad." (Hebreos 11:6)

Por favor, observe que si procuramos que
algo ocurra, debemos estar afincados en la fe, la
convicción de que para nuestro amado Creador no hay
límites
.

No obstante, hay quienes todavía no tienen claro
que la oración puede desencadenar cambios, como explica el
afamado autor y conferencista, John Maxwell: "Creo que las
personas no dedican mucho tiempo a la oración porque
tienen una falsa actitud en cuanto a ella. Algunos piensan que
esto es algo que solo hacen las abuelas; o piensan en las
sencillas oraciones que decían en su infancia, tales como:
«Dios es grande. Dios es bueno. Demos gracias por nuestros
alimentos. Amén», o «Ahora me acuesto a
dormir…» Sin embargo, aun personas que tienen el
genuino deseo de orar y han tratado de desarrollar una vida de
oración, algunas veces tienen una idea equivocada en
cuanto a ella. Piensan que para hacerlo tienen que aislarse por
completo, arrodillarse, cerrar los ojos, juntar sus manos, etc.
Toman consigo una lista de cosas por las cuales orar y la revisan
metódicamente. Nada de eso es malo ni indebido, pero esa
clase de vida de oración mecánica puede llegar a
ser muy tediosa. Para la mayoría de las personas
después de orar durante cinco minutos, no tienen
más nada que decir, se frustran y entonces se sienten
culpables por no tener una mejor vida de oración. Por eso
no nos extraña que hayan tantos cristianos remisos a orar.
Convirtieron la oración en algo formal, inflexible y
muerto, lo que nunca fue la intención de ser. Cada vez que
el mecanismo de la oración se interpone en interpone en
nuestro amor hacia Dios, se convierte en un impedimento y no en
una ayuda"(John Maxwell. "Compañeros de oración".
Editorial Caribe. EE.UU. 1998. Pg. 18)

Haga un alto en el camino y pregúntese: Cuando
oramos, ¿estamos convencidos de que Dios
responderá? Si es así, ¿qué impide
que los milagros ocurran y que lo imposible se haga
posible?¿Acaso todavía no hemos aprendido a orar
apropiadamente? Estos cuestionamientos son muy importantes, y a
partir de un análisis honesto, nos arrojarán
respuestas que nos permitirán aplicar correctivos a la
apreciación que tenemos de la fe, o crecer en esa certeza
de que al orar, algo ocurrirá.

¿Por qué se demoran o no se producen
respuestas?

Tenga claro que no siempre nuestras oraciones reciben
respuesta, y ese hecho tiene una clara explicación, y
está relacionada con la forma como pedimos. El
apóstol Santiago explica que al orar al Señor
"Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo
piden con malas intenciones: desean solamente lo que les
dará placer." (Santiago 4:2, 3)

¿Comprende la magnitud del asunto? Probablemente
estamos pidiendo un auto último modelo, no porque lo
necesitamos, sino porque deseamos lucirnos ante las amistades.
Por favor, no me malentienda: No está mal pedir cosas
mejores a nuestro Padre celestial, no que no está bien es
que lo hagamos para satisfacer nuestro ego.

Sobre esta base podemos concluir que Dios no responde a
nuestras oraciones en parte, porque pedimos lo que no nos
conviene
.

Recuerdo la historia de un hermano en la fe que le
pedía a Dios una moto de alto cilindraje para ir al
trabajo. Oró por mucho tiempo, hasta que el Señor
le proveyó el vehículo. Esa fue la última
vez que lo vimos en la iglesia. La pregunta es: ¿Acaso
pidió lo que no le convenía? Lo más probable
es que sí. Y nuestro Supremo Hacedor, en su infinita
sabiduría, sabe cuándo concedernos las
cosas.

Demos mirar entonces la oración no como la
varita mágica para que lo que deseamos ocurra,
sino como el camino de acercamiento a Dios y, si en ese proceso
de ir a Su presencia, pedimos algo, tener la certeza de que
Él en su voluntad nos responderá con aquello que
nos conviene.

Es esencial, entonces, re-definir el concepto de
oración, como recomienda el autor y conferencista, John
Maxwell: "Si podemos cambiar nuestras actitudes hacia la
oración, es decir, pensar en ella como un proceso que
edifica nuestras relaciones con Dios, y cultivamos un
período diario de oración, podemos llegar a ser
personas fuertes en ella. Y la vida de oración que
desarrollemos tiene el potencial de transformar completamente
nuestras vidas."(John Maxwell. "Compañeros de
oración". Editorial Caribe. EE.UU. 1998. Pg.
19)

El asunto no es buscar a Dios para exigirle sino para
pedirle y disponernos a recibir lo que Él, en su infinito
amor y sabiduría, quiera darnos. No exigir,
insisto, sino pedir. Reconocer que Él en su
infinito poder, sabrá cuando darnos o no darnos lo que
pedimos. Recuérdelo siempre: Algunas veces Dios no
responde a nuestras oraciones porque desea darnos algo
mejor

Esperar en Dios nos ayuda a desarrollar la
fe

La moratoria en la respuesta a nuestras oraciones nos
ofrece dos caminos: el primero, darnos por vencidos y no seguir
intentándolo; y el segundo: perseverar en clamor
hasta que las respuestas se produzcan.

El apóstol Santiago nos enseña que las
pruebas, antes que afectarnos, nos ayudan a crecer en la fe y en
la esperanza. En su carta universal enseña: "Amados
hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de
problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse
mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba
la fe, la constancia tiene una oportunidad para
desarrollarse."(Santiago 1:2, 3. NTV)

Si leemos cuidadosamente el texto, entramos
también a reconsiderar la perspectiva que podamos tener
hoy sobre el por qué no responde Dios a nuestras
oraciones. Podemos reflexionar en la forma cómo pedimos y
para qué pedimos, pero al mismo tiempo, considerar que a
través de esa aparente tardanza, podemos experimentar
crecimiento en la fe.

¿Qué recomienda la Biblia para recibir
respuestas?

Tal vez se estará preguntando: ¿Qué
recomienda la Biblia en camino a recibir respuestas a las
oraciones? Además de que es un muy buen interrogante,
debemos comenzar la respuesta con la necesidad de desarrollar una
vida de oración constante, totalmente dependiendo de
Dios.

Tenga en cuenta que nadie nos enseñará a
orar. Aprendemos a orar, orando, como escribe el evangelista,
Luis Palau: "…uno de los conceptos que solemos olvidar
es que nadie puede enseñar a orar a otra persona. La
oración es algo que yo tuve que aprender por mi mismo y
que cada creyente tiene que aprender y practicar por sí
mismo. Puedo compartir con usted promesas bíblicas,
algunas de mis propias experiencias o experiencias de mis amigos,
pero realmente no le puedo enseñar a orar. La
oración es como la natación. Rs algo que se hace en
forma individual. Usted puede leer manuales sobre la
oración, puede orar a otras personas y oír lo que
que esas personas dicen sobre las respuestas a sus oraciones,
pero hasta que usted no empiece a orar no sabrá lo que en
verdad es la oración. Para aprender a orar usted necesita
empezar a orar. No demore un minuto más, si la
oración todavía no es algo diario y emocionante en
su vida. Se lo digo por experiencia."(Luis Palau. "Cristo a las
Naciones". Editorial Unilit. EE.UU. 1988. Pgs. 198,
199)

Ahora, recordemos algunas pautas escriturales que nos
llevan a recibir respuestas cuando oramos:

1. Buenas relaciones familiares. Cuando hay
conflictos con nuestro círculo familiar, pareciera que se
levanta una enorme barrera, como podemos inferirlo de la
enseñanza del apóstol Pedro: "De la misma
manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada
uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella
podrá ser más débil, pero participa por
igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado.
Trátenla como es debido, para que nada estorbe las
oraciones de ustedes."(1 Pedro 3:7. NTV)

Estar en conflicto puede desencadenar estorbo al clamor,
aspecto sobre el que debemos meditar para aplicar correctivos de
ser necesario.

2. Perdonar a quienes nos causan daño.
Mantener un corazón lleno de rencor constituye otra
barrera para que nuestra relación con Dios, con nosotros
mismos y con las demás personas sea plena. El Señor
Jesús enfatizó en la necesidad de perdonar:
"Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial
te perdonará a ti;  pero si te niegas a perdonar a
los demás, tu Padre no perdonará tus
pecados."(Mateo 6:14, 15)
Imagínese a alguien
clamando a Dios mientras que odia a su cónyuge, a alguien
en su familia o a una persona cercana.

3. Nuestras peticiones deben glorificar a Dios.
Todo cuanto pedía nuestro amado Salvador Jesucristo,
procuraba que Dios fuera exaltado, como lo enseñó
en su oración magistral en el Getsemaní: "Yo
te di la gloria aquí en la tierra, al terminar la obra que
me encargaste."(Juan 17:4)

Esta pauta le llevará a reflexionar que
quizá cuando usted ora por que algo ocurra, tal vez
está buscando su propia gloria, que todos alrededor sepan
que es súper-espiritual.

4. Alejar toda sombra de duda. No podemos estar
pidiendo a Dios un milagro y, por otra parte, estar gobernados
por la duda, como enseñan las Escrituras: "Cuando
se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en
Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad
dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento
arrastra y empuja de un lado a otro. Esas personas no
deberían esperar nada del Señor; su lealtad
está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en
todo lo que hacen." (Santiago 1:6-8)

La Palabra de Dios es muy clara cuando señala que
tales personas, las que se dejan arrastrar por la incredulidad,
deben esperar que se produzca un hecho portentoso. Sencillamente
la duda levanta una enorme barrera en su vida
espiritual.

5. Confiar en las promesas de Dios. Si algo
tenemos claro es que lo que anuncia nuestro amado Señor,
lo cumple. Sobre ese fundamento, es necesario que aprendamos a
desarrollar confianza en sus promesas. Son como una Escritura
firmada en Notaría. Tienen toda la validez legal para que,
posteriormente, hagamos las reclamaciones. Confiar en las
promesas de Dios, he ahí el secreto.

6. Dejar de lado toda motivación
egoísta.
Es fundamental que haya sensibilidad
espiritual. Si alguien necesita algo, antes que cerrar los ojos a
su realidad, debemos ayudarle en el proceso de clamar.
Acompañarlo en esa labor. El libro de los proverbios es
claro cuando enseña: "Los que tapan sus
oídos al clamor del pobre tampoco recibirán ayuda
cuando pasen necesidad." (Proverbios 21:13)

Concluimos con algunos fundamentos: Es necesario
desarrollar intimidad con Dios en oración. A orar,
aprendemos orando, y si procuramos que lo imposible se haga
posible, debemos perseverar. Ese tiempo de espera nos ayuda a
desarrollar la fe.

Le animamos a permanecer, como hasta hoy, afincados en
la fe de que la oración transforma las circunstancias y es
la puerta para que los milagros ocurran.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a
webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al
(0057)317-4913705

© Fernando Alexis Jiménez

Cuestionario para profundizar en la Lección
12:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de
cada pregunta, y teniendo a mano su librera de apuntes, por
favor, anote las respuestas:

1. ¿Cómo logramos
desarrollar una relación íntima con
Dios?

2. ¿Qué nos
enseña el evangelista Luis Palau respecto de cómo
aprender a orar?

3. ¿Qué dicen las
Escrituras que debemos hacer cuando nos acercamos a Dios
(Hebreos 11:6)?

4. ¿Qué nos
enseñan las Escrituras respecto a por qué no
recibimos respuesta a las oraciones (Santiago 4:2, 3)?

5. ¿Por qué
enseña John Maxwell que debemos re-definir el concepto de
oración?

6. ¿Por qué
razón la demora en recibir respuestas a nuestras oraciones
puede llevarnos a madurar en la fe (Santiago 1:2, 3)?

7. ¿Qué aprendemos de
la oración que hizo el Señor Jesús (Juan
17:4)?

© Fernando Alexis Jiménez

Defina una
disciplina de oración diaria

(Lección 13)

¿Cuál es el paso más importante de
un hombre o una mujer comprometidos con el Reino de Dios? Su vida
devocional diaria. Es uno de los procesos más complejos
porque quizá nos gusta leer las Escrituras, ver buenos
vídeos cristianos, asistir a la congregación, pero
reconozcámoslo: a muchos se nos dificulta la
oración.

Probablemente no es su caso, o por el contrario, forma
parte del ejército de millares de personas en todo el
mundo-de todos los países, etnias y lenguas-que reconocen
la prevención que tienen frente a temas relacionados con
la oración. "Si me desvelo, el mejor remedio para
conciliar de nuevo el sueño, es orar
.", dijo una
mujer sincera, reconociendo que le resultaba complicado apartar
tiempo para hablar con el Señor.

Admitámoslo: quizá ser líderes,
aún con todas las enormes responsabilidades que un cargo
representa, no nos inquieta tanto como la necesidad que tenemos
quienes tenemos el privilegio de servir a Dios, de pasar tiempo
en Su Presencia. No de otra manera podríamos servirle
eficazmente.

Él nos ayuda en el proceso de cambios pero
también en los pasos siguientes, encaminados al
crecimiento personal y espiritual. Esa es la razón por la
que orar está íntimamente ligado a nuestra vida
cristiana y al ministerio que desarrollemos. Hasta tanto lo
hagamos, seremos ineficaces en el Reino.

El conferencista internacional, Gary J. Oliver, lo
explica en los siguientes términos: "Sólo
cuando nos sometemos a Dios devotamente en la oración, y
humildemente buscamos su sabiduría, su dirección y
su fuerza día a día, maduraremos en nuestra re y
reflejaremos la naturaleza de Su Hijo por su gracia; Él
hará por Su Espíritu que mora dentro de nosotros.
De hecho, Él quiere eso para nosotros más que
cualquier cosa, y está esperando nuestra
cooperación." (Gary J. Oliver. "Siga hasta la meta".
Editorial Unilit. EE.UU. 1996. Pg. 44)

¿Cuánto tiempo lleva sin orar? Por favor,
tómese unos cuantos segundos para responder honestamente a
este interrogante. Y súmele una segunda pregunta:
¿Creo que sin pasar tiempo ante el Dueño de la
obra, seré altamente eficaz como obrero? Sin duda la
respuesta a estos dos cuestionamientos le llevará a
reconsiderar sus conceptos y a reconocer que debemos pasar
más tiempo en oración.

Desarrolle intimidad con Dios

Sólo cuando desarrollamos intimidad con Dios
podemos conocerle y, además, ser más vigorosos en
lo que emprendamos ya que Él es quien nos enseña,
guía y fortalece para cumplir nuestra
misión.

Permanecer en Dios es esencial. La Permanencia va de la
mano de la intimidad y si hay intimidad, Dios nos revelará
sus secretos. Recuerdo el caso de un pastor que, tras ser
encargado de una congregación en crisis, con una deuda
superior a los 250 mil dólares, no encontró
más que ser obediente a sus superiores y dedicarse a
clamar. "Por varias semanas no hacía otra cosa que
orar. Leía la Biblia y oraba. Las personas preguntaban:
¿Y el pastor? Y la secretaria les respondía:
"Está orando". Algunos hasta se disgustaron
",
relata.

No obstante, siguió firme en la búsqueda
del Señor en el lugar secreto hasta que Dios le dio la
estrategia para salir victorioso de aquella situación.
Poniendo en práctica las enseñanzas que el Padre
celestial le dio en aquellos tiempos de intimidad, la
congregación comenzó a reverdecer. Hoy tiene cerca
de cinco mil miembros… La Intimidad sumada a la
búsqueda de Dios en oración es igual a
Resultados.

Permítame decirle que no es algo nuevo. Es algo
que siempre ha estado en la Biblia. El Señor Jesús
lo enseñó claramente a sus discípulos y a
nosotros hoy: "Permanezcan en mí, y yo
permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir
fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser
fructíferos a menos que permanezcan en mí… Si
ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en
ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será
concedido!"(Juan 15:4, 7. NTV)

Nadie nos obligará a depender en todo momento del
Señor. Somos usted y yo quienes tomamos la
decisión. Si deseamos ser eficaces en el ministerio que el
amado Creador nos ha dado el privilegio de tener a cargo, debemos
ser hombres y mujeres de oración.

Escoja un lugar secreto

No importa cuán ocupado pueda encontrarse: Defina
un lugar secreto en el cual reunirse con Dios. Es cierto, hay
momentos en los que caemos rendidos y apenas vamos a la cama,
quedamos fundidos de sueño hasta el día
siguiente. No obstante, que no pase un solo día sin que
haya buscado al Señor en oración.

El Señor Jesús enseñó este
poderoso secreto a multitudes y nos transmite ese principio a
nosotros hoy: "Pero tú, cuando ores,
apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y
ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve,
te recompensará."(Mateo 6:6. NTV)

El lugar secreto puede ser su oficina. Cierre las
puertas y coloque un letrerito a la entrada: "Ocupado. No
interrumpir
". Y ese tiempo, dedíqueselo totalmente a
Su Creador. Es tanto como rendir cuentas al gerente de la
compañía para la que trabajamos, pero al mismo
tiempo, el momento en el que podemos abrir nuestro corazón
y contarle cómo nos sentimos, cuáles son nuestras
expectativas y qué tipo de fortaleza y para qué la
requerimos.

Su habitación también puede ser el
lugar secreto en el que busca a Su Creador al comenzar y
terminar la jornada diaria.

Hay quienes hablan con el Padre celestial mientras
conducen a la oficina o quizá se encuentran inmersos en un
prolongado embotellamiento de vehículos. Generalmente las
personas alrededor estarán tan ocupadas que no se
quedarán mirándole si sus labios se mueven mientras
murmura una oración.

Partes: 1, 2, 3
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