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Análisis semiológico de un fragmento de -El amor en los tiempos del cólera-




Enviado por Luis Ángel Rios



  1. Introducción
  2. Definición
    del concepto de
    sociolingüística
  3. Resumen del
    fragmento
  4. Determinación del campo comunicativo
    semiótico del lenguaje que se genera y gira en torno a
    un "ceremonial de clase", como son las "bodas de plata
    profesionales" del doctor Lácides
    Olivella
  5. Estudio y debate
    sociolingüístico de la función social de
    los "espacios sociales" y el comportamiento de los sujetos en
    sus correspondientes entornos
  6. El tipo de lenguaje
    que en un grupo social cumple una función y determina
    conductas
  7. Breve perfil
    aristocrático del doctor Juvenal
    Urbino
  8. Conclusión

Introducción

En el presente texto me propongo realizar un
análisis sociolingüístico de un fragmento de
la novela El amor en los tiempos del cólera, de
Gabriel García Márquez, que comienza de esta manera
en la página 50: "…Aminta Dechamps, esposa del
doctor Lácides Olivella…",
y culmina en la
página 56, así: "…siempre estuvo muy
alerta a las novedades de
Europa
"[1].

Definición
del
concepto de sociolingüística

"La sociolingüística es la disciplina que
estudia los distintos aspectos de la sociedad que influyen en el
uso de la lengua como las normas culturales y el contexto en que
se desenvuelven los hablantes; la sociolingüística se
ocupa de la lengua como sistema de signos en un contexto
social"[2]. La sociolingüística, que
se relaciona con la sociología del lenguaje, la
semiología, la semántica, la hermenéutica de
la cultura, la pragmática del lenguaje y la
lingüística, tiene como líneas de estudio la
sociolingüística inter activa, la
sociolingüística cuantitativa y la
planificación lingüística. El objetivo central
de su estudio es el funcionamiento de la lengua dentro de una
estructura social. Pretende establecer correlaciones,
ocasionalmente por medio de la relación causa-efecto,
entre los fenómenos lingüísticos y los
sociales. Estudia las relaciones que se establecen entre una
estructura social y el sistema lingüístico. Se funda
en un nuevo enfoque de la sociolingüística como
crítica de la sociedad.

Resumen del
fragmento

El texto, en su esencia, comunica, producto de la
fecunda imaginación del autor, un mágico relato
inserto en el culmen del Realismo Mágico, en el cual narra
unos acontecimientos de la vida cotidiana de una ciudad (que
reúne características de la Cartagena
aristocrática en los albores del siglo XX) de nuestra
Costa Caribe, un Macondo por antonomasia. El texto, que en la
totalidad de la obra describe el impacto de la cultura moderna en
la región, aborda el tema más sublime y grandioso:
el amor en sus múltiples dimensiones: platónico,
sexual, conyugal, pederasta, fraternal y filial. Es un relato
rico en retórica, en lenguaje tropológico, en
imágenes, en símbolos, en estereotipos, en
emociones; en él transcurre el devenir de casi un centenar
de años, de vidas que se prenden y se apagan, de seres que
sufren, luchan, aman, ¡viven! y sobreviven, de seres que
habitan el mundo, ese mundo "que es el gran puerto donde unos
vienen y otros se van", como dijera el poeta en lírico
derroche de tan rutilante metáfora.

Determinación del campo comunicativo
semiótico del lenguaje que se genera y gira en
torno a un
"ceremonial de clase", como son las "bodas de plata
profesionales" del doctor Lácides
Olivella

El evento ceremonial se advierte desde la página
32 de la obra completa, cuando señala que el doctor
Juvenal Urbino "quería dormir una siesta de perro
mientras llegaba la hora del almuerzo de gala del doctor
Lácides Olivella
…" (El subrayado es mío).
Ahí mismo se ingresa en el campo comunicativo
semiótico o semiológico del lenguaje: "dormir
una siesta de perro".
Siesta de perro, además de la
denotación, que sería literalmente "dormir un
perro", significaría en su connotación "descanso
meridiano del doctor Urbino, sin preocupaciones como la vida del
perro, fiel a su gente (comunidad) y listo para despertar en el
momento en que las circunstancias así lo
exijan".

Aminta Dechamps, esposa del doctor Lácides
Olivella, lo había previsto todo para que "el almuerzo
de las bodas de plata fueran el acontecimiento social del
año".
El anuncio de ese ritual elitista (un
"acontecimiento social del año", en este sistema
capitalista, excluyente y clasista, sólo ocurre en los
estratos altos, en el seno de la aristocracia, de la
oligarquía), en donde "bodas de plata" es el
símbolo de 20 años de servicio profesional como
médico (en este contexto), nos remite a renglón
seguido al código topográfico ("La residencia
familiar en pleno centro histórico era la antigua Casa de
la Moneda
"), que lógicamente es territorio de la
aristocracia, donde no hay lugar para la gente que no pertenezca
a esta seudosociedad, a no ser que sean siervos ("y de la
gente de su servicio
") o trabajadores. La "Casa de la
Moneda"
es símbolo de la opulencia. A pesar de que la
temática novelesca de "Gabo" tiene como escenario
literario común el imaginario Macondo (en la
Costa Caribe), que según algunos críticos es la
Latinoamérica marginal, símbolo de la
exclusión, de pobreza, el subdesarrollo y la
opresión (un pueblo sin identidad), allí
también imperan las ignominiosas clases sociales. Los
negros y los nativos están al servicio de los inmigrantes
transnacionales, de los comerciantes, de los ganaderos, de los
industriales, de la clase política y dirigente, es decir,
la élite social o lo que eufemísticamente llaman
"lo más granado de la sociedad".

El ágape también se celebró en una
estancia suntuosa ("en la quinta campestre de la
familia… que tenía una fanegada de patio y enormes
laureles de la India y nenúfares criollos en un río
de aguas mansas
"), que son los confortantes lugares de
recreo de los que ostentan poder político,
económico o religioso. "Laureles de la India y
nenúfares"
(flores que han sido plasmadas en el
lienzo por destacados pintores) no adornan la casa de los
siervos, de los trabajadores (como "Los hombres del
Mesón de don Sancho
" y sus "criados negros),
del pueblo.

"Las bodas de plata profesionales" estuvieron
amenizadas, entre otras por "un cuarteto de cuerda de la
escuela de Bellas Artes"
(que forma parte, precisamente, de
la ingente gestión cultural del insigne médico
"muy apreciado" Juvenal Urbino, de quien surgió
"la idea del Centro Artístico, que fundó la
Escuela de Bellas Artes en la misma casa donde todavía
existe, y patrocinó durante muchos años los Juegos
Florales de abril
"). La aristocracia, asumiendo posturas de
"gente culta", para magnificar el soberano evento, hizo
interpretar piezas musicales clásicas de insignes y
perdurables músicos europeos (que también
pertenecieron a la aristocracia): Mozart, Schubert,
Fauré…

Al ingresar al código cronológico de esta
genial pieza literaria captamos que la ceremonia acaeció
"un domingo de junio un año de aguas tardías.
…Aunque la fecha no correspondía en rigor al
aniversario de la graduación, escogieron el domingo de
Pentecostés para magnificar el sentido de la fiesta".

Símbolo de verano serían "las aguas
tardías
". El ritual judeo-cristiano de la fiesta
"de Pentecostés" corresponde a la festividad de
la Venida del Espíritu Santo que se celebra pomposamente y
oscila entre el 10 de mayo y el 12 de junio. El agasajo, para que
tuviera la misma connotación de un concurrido y solemne
acto religioso, se celebró con toda la pompa y el jolgorio
del Domingo de Pentecostés.

La naturaleza que, según las supersticiones y el
imaginario religioso-mítico-popular, es "vengativa y
justiciera", se "desquitó" con una tormenta
acompañada de ventarrones, relámpagos y truenos
("…el estampido de un trueno solitario hizo temblar la
tierra, y un viento de mala mar desbarató las mesas y se
llevó los toldos por el aire, y el cielo se
desplomó en un aguacero de desastre
"), porque se
profanaba esa sacrosanta fiesta celestial con una fiesta
terrenal.

Otro de los códigos que presenta este segmento
literario se relaciona con el código onomástico,
reflejado en los ilustres invitados: el doctor Juvenal Urbino
("caballero del Santo Sepulcro por sus servicios a la
Iglesia
") y su esposa, Fermina Daza; el arzobispo Obdulio y
Rey, y "las autoridades provinciales y municipales, y la
reina de la belleza del año anterior, que el gobernador
llevó de brazo para sentarla a su lado
", y el hijo
del Ministro de Higiene. Elocuente símbolo del "poder de
Dios" es el arzobispo, cuyo apellido "y Rey" es
símbolo del "poder terrenal"; símbolo de la
burocracia son "las autoridades provinciales y
municipales
" y "el gobernador"; y símbolos
del consumismo y de la cosificación es "la reina de
belleza
"; todos estos símbolos imperan en la
aristocracia, propia del torticero y oprobioso sistema
capitalista.

El festín, a pesar de que la naturaleza lo
trastocó en su apariencia física, fue un evento
histórico: "Allí estaban por primera vez juntos
en una misma mesa, cicatrizadas las heridas y disipados los
rencores, los dos bandos de las guerras civiles que habían
ensangrentado al país desde la independencia. Este
pensamiento coincidía con el entusiasmo de los liberales,
sobre todo los jóvenes, que habían logrado elegir
un presidente de su partido después de cuarenta y cinco
años de hegemonía conservadora
. El doctor
Urbino no estaba de acuerdo: un presidente liberal no le
parecía ni más ni menos que un presidente
conservador, sólo que peor vestido. Sin embargo, no quiso
contrariar al arzobispo. Aunque le habría gustado
señalarle que nadie estaba en aquel almuerzo por lo que
pensaba sino por los méritos de su alcurnia, y ésta
había estado siempre por encima de los azares de la
política y los horrores de la guerra. Visto así, en
efecto, no faltaba nadie
".

Un rico campo simbólico o semiótico esboza
el autor cuando describe el boato y la fastuosidad de los
invitados, especialmente los del sexo femenino. "Las mujeres
llevaban traje de noche con aderezos de piedras preciosas y la
mayoría de hombres estaban vestidos de oscuro con corbata
negra, y algunos con levitas de paño
". "Los de
mucho mundo, y entre ellos el doctor Urbino, llevaban sus trajes
cotidianos
". Fermina Daza vestía "un camisero de
seda, amplio y suelto, con el talle en las caderas, se
había puesto un collar de perlas legítimas con seis
vueltas largas y desiguales, y unos zapatos de raso con tacones
altos que sólo usaba en ocasiones muy solemnes, pues ya
los años no le daban para tantos abusos… que no
parecía adecuado para una abuela venerable, pero le iba
muy bien a su cuerpo de huesos largos, todavía delgado y
recto, a sus manos elásticas sin un solo lunar de vejez, a
su cabello de acero azul, cortado en diagonal a la altura de la
mejilla
"; y su esposo, el doctor Juvenal Urbino, en su
atuendo, ostentaba "reloj de leontina en el ojal del
chaleco
", y "un prendedor de topacio". El color
"azul" del "cabello de acero", que es símbolo del
genio y la inventiva, nos habla de Fermina Daza como una mujer
tranquila, leal y pulcra. El "reloj de leontina" del
doctor Juvenal Urbino ("animador activo de cuantas
congregaciones confesionales y cívicas existieron en la
ciudad
") es símbolo que refuerza el poder
económico de la aristocracia. Pero la pertenencia a esa
exclusiva clase social no impediría que la muerte, oculta
en los vericuetos del festín, lo acechara con afilada
"guadaña" para cercenarle de un certero tajo su existencia
ese mismo día, sin importarle a la parca que
merecía vivir más como una recompensa natural por
su evidente gestión social en bien de la comunidad,
gracias a su "prestigio inmediato y una buena
contribución del patrimonio familiar".
El amarillo
"del palio de lonas" es el símbolo de la
alegría y la riqueza; en un momento crucial sirve de
estímulo en la toma de decisiones.

En el fragmento analizado, al igual que en toda la
novela, tiene gran relevancia la problemática de la vejez.
Es así como el "amor eterno" se dio entre Fermina Daza y
Florentino Ariza (personajes centrales de la obra), quienes se
casan cuando sus vidas se acercaban al ocaso, luego de cincuenta
años de amarse en silencio, cada uno por su
lado.

Al doctor Juvenal Urbino (a quien "el gobierno de
Francia le concedió la Legión de Honor en el grado
de comendador
"), dada su avanzada edad, empezaron a fallarle
sus sentidos y su vitalidad, por lo que se tornó un tanto
"olvidadizo" y se dormía con frecuencia, razón por
la que Fermina Daza, el día del agasajo tantas veces
mencionado, se sentó junto a él "por temor a
que se quedara dormido durante el almuerzo o se derramara la sopa
en la solapa
". Fermina Daza, por su parte, también ya
era "una abuela venerable". Los dos habían
entrado en "la región profunda del silencio", es decir en
la aciaga vejez. El ocaso de la existencia era más
evidente en el doctor Juvenal Urbino ("considerado como un
modelo social
"). La vejez, como diría Roland Barthes,
es un tiempo donde se muere a medias, es la muerte sin la nada.
He ahí lo absurdo de la existencia: primero quimeras,
luego recuerdos, pero nunca la posesión; la última
encrucijada es la vejez. Juvenal Urbino (a quien "sus
críticos menos sanguinarios pensaban que no era más
que un aristócrata extasiado en las delicias de los Juegos
Florales
") falleció porque un viejo raramente puede
ser un héroe novelesco, con la excepción de Fermina
Daza y Florentino Ariza.

En torno de la ceremonia de las "bodas de plata" se
expresan las manifestaciones ideológicas a través
de los textos (fragmento literario que relata el ceremonial, y
las melodías interpretadas en la celebración de las
"bodas de plata"), de las acciones (la preparación del
festín, el ceremonial de llegar convenientemente ataviados
y acompañados de sus cónyuges y de "la reina de
belleza
", y de los comportamientos ante la tormenta y en
desarrollo del ágape incluyendo la comida, los modales y
la escucha de la música clásica) y los objetos
("la casa de la moneda" y la mansión campestre
donde efectuó el agasajo).

Fuera del contexto de este ceremonial, en los otros
fragmentos materia de análisis, también hallamos
textos representados en las piezas o trozos literarios incluidos
dentro del presente módulo, en donde se ubica la
música a través de "una orquesta de Viena que
estrenaba en aquel viaje los vals más recientes de Johann
Strauss
". En el terreno de las acciones se encuentran las
ceremonias en las que el doctor Juvenal Urbino ("que no
aceptó nunca puestos oficiales
") recibió
títulos y honores; los Juegos Florales, el ritual de
"la noche de bodas en el camarote del barco que los llevaba a
Francia
", las rutinas del doctor Juvenal Urbino (un dechado
de virtudes que había logrado "una respetabilidad y un
prestigio que no tenían igual en la provincia
"). En
cuanto a los objetos se encuentran las instalaciones
físicas de todas las obras materiales e inmateriales que
ideó, impulsó o presidió el doctor Juvenal
Urbino (Sociedad Médica, Academias de la Lengua y de la
Historia, la Escuela de Bellas Artes, Teatro de la Comedia),
"el barco de la compagnie Genèrale
Transatlàntique".

Las viudas, como símbolo de amor abruptamente
"perdido", de fracaso, de frustración, de pérdida
fatal, de soledad, con sus lenguajes "velados" silentemente
"gratan" con su presencia en el texto: aquí estamos;
también existimos, necesitamos consuelo y un nuevo amor,
nuevas ilusiones; queremos seguir viviendo. Por eso se vuelven a
enamorar; y a ese llamado, inconscientemente, acude, con su amor
efímero y fugaz, Florentino Ariza, quien las "ama a
medias", porque sigue amando de verdad a su "eterno" y
"único" amor: Fermina Daza. Es así que, cual
cazador furtivo, pacientemente, durante 50 años, acecha a
su "presa" (Fermina Daza) para "caer" sobre ella cuando queda
"viuda".

Estudio y debate
sociolingüístico de la función social de los
"espacios sociales" y el comportamiento de los sujetos en sus
correspondientes entornos

Como se dijo antes, los espacios físico y social
de las "bodas de plata profesionales" del doctor Lácides
Olivella, desde el punto de vista "del campo comunicativo
semiótico del lenguaje", corresponde al lugar de
residencia de la familia Olivella – Duchamps y al escenario
de la suntuosa mansión campestre donde se realizó
el festín, lastimosamente afectado por el fenómeno
natural, que trastocó el orden inicial y el esmero de su
preparación que se inició con tres meses de
antelación.

En el espacio específicamente social se aprecia
que el "Domingo de Pentecostés" ocurrieron cuatro
eventos cruciales y definitivos: se suicidó Jeremiah
Saint-Amourt, refugiado antillano, fotógrafo de
niños y adversario en ajedrez del doctor Juvenal Urbino (
que "le era más fácil soportar los dolores
ajenos que los propios
"); se celebraron las bodas de plata
profesionales del doctor Lácides Olivella; el doctor
Juvenal Urbino y Fermina Daza cumplieron sus bodas de oro; y
falleció el doctor Juvenal Urbino ("pacifista natural,
partidario de la reconciliación definitiva entre liberales
y conservadores para bien de la patria
") cuando trataba de
bajar un loro de un árbol. Todos estos sucesos,
sumándole el de la fuerte tormenta, ocurrieron
precisamente el día de la fiesta de Pentecostés; de
ahí la profunda implicación semiológica de
esta inolvidable y aciaga fecha, precisamente
religiosa…

La frustración de Aminta Duchamps por el efecto
nefasto de la tormenta le generó enorme contrariedad que,
por hipocresía, supo disimular y sobrellevar "con la
sonrisa invencible que había aprendido de su esposo para
no darle gusto a la adversidad
".

El comportamiento de los sujetos en su entorno social
(la alcurnia, la élite, la "flor y nata de la sociedad
cartagenera) se muestran en su microcosmos alejado de la llamada
clase baja; endiosados por el poderío político,
económico y social sobreviven en un plano meramente
inauténtico, de apariencias, sin "untarse de pueblo".
Lucen sus costosos trajes y disfrutan a más no poder del
desborde sensorial. Se comunican a través de sus lenguajes
refinados y lleno de afectaciones, asumiendo actitudes
melindrosas, pudibundas y hasta de doble moral.

El arzobispo, según pensaba el doctor Juvenal
Urbino ("que se arrodillaba cuando pasaba el
arzobispo
"), estaba allí "por los méritos
de su alcurnia
" y no "por lo que pensaba".
Zambulléndonos en el universo semiológico, se
podría colegir que el significado de ese pensamiento era
que la Iglesia, que se arrogaba el don de ser la única
dueña de la verdad, sólo ingresaba
circunstancialmente al mundo de la aristocracia únicamente
por conveniencia.

Fermina Ariza y el doctor Juvenal Urbino
("crítico encarnizado de los médicos que se
valían de su prestigio profesional para escalar posiciones
políticas
"), tiempo atrás habían tenido
un conflicto porque a ella se olvidó poner jabón en
el baño, que afectó su convivencia, el altercado
"más grave de medio siglo de vida en común, y
el único que les inspiró a ambos al deseo de
claudicar, y empezar la vida de otro modo
". Ante la
propuesta del doctor Juvenal Urbino (que "siempre se le tuvo
por liberal y que solía votar en las elecciones
")
para que se confesaran "con el señor arzobispo",
Fermina Ariza perdió los estribos "con un grito
histórico: -¡A la mierda el señor
arzobispo
!". El estentóreo improperio, que
"estremeció los cimientos de la ciudad, dio origen a
consejas que no fue fácil desmentir, y quedó
incorporado al habla popular con aires de zarzuela: ¡A la
mierda el señor obispo
!".

El fragmento en que mágicamente y en forma
lúdica se narra con detalles, a través de un
extraordinario lenguaje "nada directo" ni explícito, el
ritual ceremonioso de la "noche de bodas" a bordo del barco,
rumbo a la Rochelle, no abunda en diálogos, pero los pocos
que allí hallamos están cargados de humor, tropos,
sugerencias, ambigüedades e ironía: "-Prefiero
entenderme directo con Dios". "-Qué quieres doctor. Es la
primera vez que duermo con un desconocido". "-Yo lo sé
hacer sola". "-Calma –le dijo él, muy calmado".
"-Nunca he podido entender cómo es ese aparato".

"-Yo veo mejor con las manos". "-Cómo será de
feo, que es más feo que lo de las mujeres". "-Es como el
hijo mayor, que uno se la pasa la vida trabajando para él,
sacrificándolo todo por él, y a la hora de la
verdad termina haciendo lo que se le da la gana". "-Además
creo que le sobran demasiadas cosas". "-No vamos a seguir con la
clase de medicina". "-No –dijo él. Ésta es
una clase de amor".
Se evidencia ironía cuando el
autor afirma que el doctor Juvenal Urbino, "un médico
demasiado eminente
", para curar el mareo, lo único
que sabía era consolar.

Allende de las fronteras literarias, allí en
donde se desarrolla la vida cotidiana, la vida de la gente de
carne hueso, "el hombre concreto" como dirían los
existencialistas, la sociolingüística intenta
establecer correlaciones, a veces por medio de la relación
causa-efecto, entre los fenómenos lingüísticos
y los sociales. El lenguaje une y separa a los hombres, a las
personas, porque como diría Santo Tomás de Aquino
la palabra es tan problemática como la realidad misma. En
ese entramado de relaciones que se llama sociedad, como secuela
de la práctica de una "comunicación incomunicadora"
surgen constantes conflictos a los que se les da una salida por
la vía de los hechos antes que negociar, concertar,
razonar y reconocer las diferencias.

Como la sociolingüística tiene en cuenta en
sus estudios el cómo y porqué de los cambios
lingüísticos en función de las fuerzas
sociales que organicen esa transformación, hallamos que en
las variaciones sociales se percibe que la estructura social
determina las formas lingüísticas (habla culta y
habla vulgar) empleadas por las personas pertenecientes a los
diversos estratos socioeconómicos. En estos factores
encontramos los llamados "lenguajes especiales" como el slang, la
jerga y el argot. El slang consiste en el empleo de
denominaciones humorísticas: "Estar corrido de la teja",
"Faltarle un tornillo" o "Patinarle el coco" por "Estar loco";
"mosca, lana, lucas, biyuyo o marmaja" por "dinero"; "rasca,
juma, perra o pea" por "borrachera", y los piropos. La jerga es
el vocabulario especializado de un oficio, profesión o
actividad. El argot se refiere a aquellos lenguajes de
ocultación de la delincuencia; lo usan los malhechores,
hampones, vagabundos, camines, etc. Ejemplo: "Darle en la cabeza"
por "robar"; "Estar encanado" por "prisionero"; "sapo" por
"soplón"; "bareto, maracachafa o yerba" por "marihuana".
Es frecuente que los hablantes eviten utilizar palabras
tabú, procurando que no los tilden de pertenecer
a estratos sociales inferiores; como salida acuden a los
eufemismos o términos que indiquen una idea semejante a la
inicial. En lugar de decir "¡idiota!", dicen
"estólido", que tiene un significado parecido pero no
suena tan despectiva y ofensivamente porque es una
categoría gramatical menos conocida que
"idiota".

La sociolingüística, que también
se encarga de cómo se usan ciertas normas del lenguaje en
función de las diversas situaciones sociales en las que se
encuentre el hablante, procura establecer cómo éste
busca qué palabra utilizar para referirse a otra persona,
como en caso de "señor", "señora",
"señorita", "don", "usted", "tú", "doctor" o
"doctora".

Al interior de esa sociedad, en donde la
sociolingüística se propone estudiar las relaciones
entre la estructura social y el sistema lingüístico,
al acudir al espejo existencial de una comunidad (el lenguaje),
motivados por diversos intereses, tratamos de elaborar un tejido
de relaciones que nos posibiliten en la realización de los
proyectos de vida, que algunas veces se truncan por los
conflictos que se generan por las imprecisiones del lenguaje, por
las ambigüedades, por la anfibología y por la falta
de la práctica de actos comunicativos que sean un
intercambio de ideas, de palabras, y no una permuta de dicterios
e invectivas.

En la comunicación que se practica en el universo
de las conflictivas relaciones sociales es prioritario el manejo
del aspecto semántico del lenguaje para obtener una
significación clara y precisa y no perdernos en
confusiones que se presentan a través de los eufemismos o
de las imprecaciones. Es por ello que estas relaciones
interpersonales endógenas en un marco cultural deben estar
animadas por palabra posibilitadora, la palabra auténtica,
sin vaguedades; la palabra que construya valores. La palabra,
dada su naturaleza polisémica, debe expresarse con
autenticidad, con absoluta claridad, sin ambages. La palabra en
una de las tres dimensiones que plantea Hans Gadamer: La
palabra de reconciliación
o sea la palabra que nos
permite llegar a acuerdos. Así la palabra podrá
recuperar su realidad óntica, que es la palabra del
"logos", de la razón, de la persona que sabe comunicarse
asertivamente.

El tipo de
lenguaje que en un
grupo social cumple una función y
determina conductas

En el contexto de una sociedad, que es un sistema de
relaciones entre los individuos cuya finalidad es, entre otros,
los cambios y la producción, se presenta la
comunicación social encargada de significar la
relación entre emisor y receptor. En cuanto a la
relación entre significante y significado de los signos,
se encuentra en el análisis del texto que los significados
allí son Fermina Daza, Juvenal Urbino, las
"señoritas de alcurnia" y las "negras" y sus relaciones.
Los personajes son el vehículo y la sustancia del signo, a
la vez que son significante y significado.

En la dinámica de comunicación social
encontramos los siguientes tipos de lenguaje: identificatario, de
protocolos, de ritos y fiestas, de modas, de los juegos y de los
espectáculos. Respecto al identificatario lo hallamos en
los trajes, los sombreros, los zapatos, los abrigos, los
baúles… de Fermina Daza; el de los protocolos
cuando ésta permitía que "los otros" vieron los
objetos "una vez"; el de los ritos y fiestas como "la
quemazón" de los objetos y en los juegos florales; el de
las modas en los trajes de Fermina, y el de los juegos y
espectáculos como los "valses de Strauss" y "los juegos
florales". A través de los protocolos se interpreta el rol
social de los personajes; en los ritos y fiestas están las
partes constitutivas del todo social, y en los juegos se
interpreta un rol social distinto a los demás.

Fermina Daza compraba objetos novedosos, bellos y
útiles mientras estaban en las vitrinas de los exclusivos
almacenes de las principales ciudades europeas y de Nueva York.
Los adquiría para que los demás los vieran una vez
y para satisfacer su vanidad pública. Esos costosos y
elegantes objetos, inútiles y sin ningún valor
social ni económico (excepto el afectivo) en su contexto
caribeño, únicamente le servían para
incomodarla dentro de su casa; intentaba quemarlos, pero no
tenía el "valor" (voluntad) para hacerlo. Después
de muerto su esposo, el doctor Juvenal Urbino, tuvo "el valor" de
incinerarlos para no tener recuerdos y vivir cómoda y
tranquila en su confortable casa.

El fragmento analizado comporta cierto lenguaje
simbólico orientado a una aplicación determinada, y
en ella comunica la dinámica de un relato sobre el valor
en cierto contexto de los objetos y su finalidad en otros
destinos (el caribe colombiano) a su lugar de origen (las
ciudades de Roma, París, Londres y Nueva York). El
lenguaje se encuentra dentro del "lenguaje de alto nivel" porque
es un lenguaje de programación, de estructura
relativamente próxima al lenguaje conversacional y de
fácil aprendizaje.

El lenguaje y las relaciones sociales recrea un sistema
de signos que unos utilizan para comunicar los significados: un
tipo de lenguaje mimético que sirve para imitar, en tanto
que otras sociedades adoptan la manera de vestir, las costumbres
y las reglas de otros pueblos.

En la lectura captamos cómo el signo se convierte
en instrumento de la interacción social que permite
manejar fenómenos del mundo europeo y neoyorquino, rico,
glamoroso, sofisticado y elegante, y el mundo caribeño,
sobrio y marginado, en donde los objetos no tienen valor social
ni económico como el que tienen en el viejo mundo y en
Nueva York.

Se aprecia cómo el valor sígnico
está como producto de una sociedad particular, como
razón de cambio, de necesidad, de trabajo y de la misma
mercancía como tal. Así, los objetos que compraba y
poseía Fermina Daza eran portadores de muchos signos o a
otras significaciones pragmáticas que les ha atribuido la
sociedad de donde proceden; en este caso, de las encopetadas y
cosmopolitas ciudades de Roma, Londres, París, y de la
capital del mundo: Nueva York.

Algunos objetos que llaman la atención por
novedosos, que deslumbran y satisfacen la vanidad de Fermina
Daza, en el caribe colombiano (el Macondo latinoamericano) "eran
despreciados por las señoritas de alcurnia por ser
idénticos a los que compraban las negras en el mercado
para andar por casa", y a su dueña sólo les
servían para ocupar espacios en su casa. Esos
objetos-mercancías, que adquiría "por un impulso
primario que su esposo se complacía en racionalizar", tan
bellos, útiles y de motivo de status social, eran simples
trastos inútiles en su casa. Nótese que aquí
el elemento "negro" simboliza la desvalorización social
como ser humano, muy distinto al de "las señoritas de
alcurnia"; las "negras", símbolo de las abundantes clases
bajas, marginadas; y "las señoritas de alcurnia",
símbolo de la escasa y selecta clase alta, de la que tiene
y puede comprar los objetos que quiera, así no les sirvan;
lo importante es aparentar, y con la apariencia se obtiene valor
social y status.

El contraste entre los lujosos salones europeos y
neoyorquinos, y las "fritangas" (donde se cocían los
"chicharrones") y los "juegos florales" era evidente. En tanto
que los primeros escenarios de diversión y de "roce
social", sitios adonde convergían las personas "de mucho
mundo", los influyentes y los amor del poder y la riqueza, las
sórdidas "fritangas" y los "juegos de flores" eran los
escenarios adonde acudía el populacho, llevado por su
instinto del rebaño. Unos eventos, símbolos de
derroche; otros, símbolo de austeridad, miseria y
marginación. Los salones eran visitados por las personas,
cultas, de clase, los que sufrían de angustia existencial;
las fritangas y los juegos florales albergaban a los de abajo, a
los incultos, a los que sentían angustia vital. Por un
lado está la clase predadora, u ociosa, propietaria de los
negocios, por el otro la clase trabajadora que es la que produce
bienes.

Los objetos, por más lujosos y costosos que
fueran, cumplieron con su destino final, con su naturaleza:
fenecer, desaparecer, envejecerse, extinguirse con el fuego;
símbolo de que todo en este mundo es pasajero,
efímero y fugaz. A pesar de que, considerando que tal vez
era "pecado" quemarlos, no quería quemarlos, pero
terminó incinerándolos, luego de aplazar "la
quemazón". Como trastos inútiles, sin valor social,
que la agobiaban y la incomodaban, decidió quemarlos y
así liberarse de recuerdos desagradables y tener
más espacio físico para disfrutar de su
casa.

Lo anterior nos confirma que los objetos sólo
tienen valor en sus contextos lógicos (en este caso en las
grandes ciudades del viejo mundo y en Nueva York), que su valor
se trastoca, que significan, que son el lugar de un trabajo
simbólico de una producción, y que tienen siempre
un proceso continuo de valor.

En el grupo social al que pertenecía la familia
Urbino – Daza, el lenguaje cumple la función de
servir de vehículo para exteriorizar el pensamiento de un
observador que recrea con palabras los gustos, el derroche, las
veleidades, la ociosidad, los caprichos y las vanidades de
Fermina Daza, quien con sus objetos quería sentirse
"dueña y señora de las últimas maravillas
del mundo".

En un sistema social de valores se da un intercambio
simbólico como el que apreciamos en la lectura. Los valses
de Strauss simbolizan la elegancia, lo culto, la vida ociosa de
la nobleza y el valor social de quienes acuden a los elegantes
salones y escenarios donde se baila al compás de esa
música. Los "chicharrones" y los "juegos florales"
simbolizan la comida del populacho y el escenario donde se
divierten los de "poco" valor social, los que no tienen "status"
("Pan y circo para los romanos").

A través de la capacidad simbólica las
sociedades gestan sus propios lenguajes que en un proceso de
interacción obran como estimuladores o inhibidores de la
conducta. La cotidianidad motiva la necesidad de intercambiar
símbolos con códigos comunes dentro de una sociedad
determinada.

El lenguaje, que determina conductas, afecta la psiquis
y los instintos de Fermina Daza, ya que la impulsan a comprar por
comprar; se llena de objetos útiles en apariencia, que no
le sirven sino para estorbar; se deja impresionar por lo
novedoso; quiere satisfacer su vanidad y sentirse "dueña y
señora". Fermina Daza "había tomado conciencia de
la vanidad de su imagen pública desde mucho antes de que
empezara a envejecer…"

Breve perfil
aristocrático del doctor Juvenal Urbino

En ese mundo fantástico, producto de una
imaginación desbordante, en ese universo caribe, entre
tantos seres visibles, invisibles o anónimos, habita un
mito, una leyenda, una institución, un referente, un
filántropo, "un modelo de aristocracia": Juvenal
Urbino de la Calle.

Como símbolo de la aristocracia, a través
de un lenguaje elocuente, el autor muestra el "perfil" del
patricio, del aristócrata; relaciona sus títulos,
sus honores, sus rituales, sus esfuerzos por llevar progreso a la
ciudad en los campos de la medicina y de la cultura. Su fecunda
existencia le sirvió de escenario para servir, para
trabajar, para amar, para la lúdica, para "realizarse". Se
podría decir que, leyendo entre líneas el texto,
fue un hombre de dos mundos (el viejo mundo –Europa– y el
nuevo mundo –América-), un hombre transcultural;
"importó" saberes europeos para ponerlos al servicio de
los americanos ("macondianos"). El creador del personaje lo
"pinta" con un lenguaje que lo "enaltece", que lo encumbra, que
lo lanza a respirar el aire de las alturas aristocráticas,
aire que sólo respiran los que vuelan alto.

Conclusión

Los textos literarios ofrecen una rica variedad de
matices evidentes u ocultos en el entramado del lenguaje
encargado de la construcción de universos orientados al
deleite y recreación del espíritu de los lectores.
Así como a través de la semiología, la
hermenéutica, la lógica, la retórica, la
semántica y la gramática procuramos zambullirnos en
la profundidad de los escritos con el ánimo de
desentrañar signos, símbolos, mensajes,
ideologías, imágenes y representaciones
implícitos en éstos, la
sociolingüística posibilita que nos recreemos en las
prácticas sociales de la comunidad instalada en los
relatos. El análisis sociolingüístico es el
vehículo que nos permite viajar dentro de las obras
literarias para conocer rituales, ceremonias y otros acotos
cotidianos y efectuar una crítica a los diversos estilos
de vida, muchos de ellos inauténticos.

 

 

Autor:

Luis Angel Rios Perea

[1] GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El
amor en los tiempos del Cólera. Editorial Oveja Negra,
Bogotá, 1985).

[2] http://es.wikipedia.org

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