Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

¿Es realidad la realidad?




Enviado por Luis Ángel Rios



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. ¿Qué entendemos por
    realidad?
  3. El
    problema de la realidad en el problema del
    lenguaje
  4. La
    realidad desde la visión
    clásica
  5. Surgimiento de una nueva concepción de
    la realidad con la física
    contemporánea
  6. Conclusión

Introducción

Movidos por el sentido común, en nuestra
dinámica cotidiana usamos y abusamos del concepto de
"realidad". Pero sabemos ¿qué es la realidad?,
¿qué es lo real?, ¿existe la realidad?,
¿hay una sola realidad?, ¿existen múltiples
realidades?, ¿la realidad es una construcción
mentirosa de los sentidos?

En el presente texto no pretendo responder a estas
preguntas; a lo sumo, sólo podré acercarme a la
definición del concepto "realidad" con la ayuda de
expertos. Mi intención es reseñar cómo la
mecánica cuántica (el modelo teórico y
práctico dominante hoy día en el ámbito de
la ciencia) nos muestra otra cosmovisión, totalmente
diferente e innovadora, sobre la problemática de la
realidad, que nos servirá como una manera revolucionaria
de comprender una noción que dista del tradicional sentido
común, condicionado por la enorme influencia del paradigma
de la física o mecánica clásica y del
método positivista de las ciencias que explican
–convencidas de que la "realidad" existe– algunos
fenómenos físicos y determinan nuestra manera de
ser y de estar en el mundo.

Después de la lectura atenta de este escrito
–un tanto ecléctico- nuestra manera de comprender el
concepto se modificará y, en lugar de adoptar una
posición concreta con respecto a esta problemática,
quedaremos inquietos, viéndonos avocados a proseguir con
la búsqueda de respuestas para tratar de dilucidar el
complejo universo epistemológico inherente a lo que se
denomina "realidad".

¿Qué entendemos por
realidad?

Definir qué es la realidad y determinar si existe
o no la realidad, es un problema filosófico, de gran
hondura metafísica. Realidad es un concepto difícil
de definir; a pesar de su complejidad, es un término
más fácil de explicar que de definir.
"¿Cómo podemos definir realidad? Tal vez, como la
existencia real o efectiva. Pero, ¿nos queda más
claro ahora? Yo creo que no… ¿Qué tal si
definimos real?… Que tiene existencia verdadera. Estas dos
definiciones son tan abiertas como los océanos que
bañan nuestro planeta"[1].  Es una
categoría léxica ambigua, subjetiva, confusa, vaga,
compleja, problemática. No obstante, con el auxilio de
diccionarios y otros textos, trataré de aproximarme a eso
que llamamos "realidad". No podemos desconocer que cuando
buscamos la  definición de algo, nos encontramos con
que las definiciones nos llevan a un campo léxico confuso
y oscuro. "Contra lo que cree la gente, las definiciones no
nos indican nada de las cosas. Sólo describen nuestros
hábitos lingüísticos, los fonemas que emitimos
en distintas circunstancias. Las definiciones son declaraciones
sobre el lenguaje"[2]. Gramaticalmente, 
"Realidad" es un sustantivo polisémico,
multívoco; totalmente abstracto.

La reflexión de Germán Marquínez
Argote –uno de mis profesores- nos puede orientar con su
análisis de los términos realidad, real y
realmente. Este reconocido filósofo nos dice al
respecto:

Realidad, real, realmente son tres términos o, si
prefiere, un solo término, que en forma sustantiva,
adjetiva o adverbial, repetimos continuamente. A veces en forma
abusiva o redundante subrayamos nuestro discurso con incisos
tales como: "En realidad…", "en realidad de
verdad…", "realmente…".
Además, con
frecuentes frases como éstas: "Estar en la realidad",
"contar con la realidad", "hacerse cargo de la realidad",
"alejarse de la realidad", "atenerse a la realidad", "interpretar
la realidad", "transformar la realidad", "volver a la realidad",
"vivir de realidades",
etc. A juzgar por el número de
veces que tales términos hacen manifestación en el
lenguaje y por el énfasis o acento que en ellos ponemos,
se diría que estamos ante un fenómeno
semántico de primera importancia. La realidad es algo
así como el elemento en el cual se mueve el hombre, como
pez en el agua. Pero hay más: el hombre puede hacer
realidad, puede realizar y realizarse, es un realizador de mil y
una cosas. Se trata, pues de una familia de términos con
enorme carga semántica y de gran
prestigio"[3].

El Diccionario de la Real Academia Española
define este concepto como: "Existencia real y efectiva de
algo. Verdad, lo que ocurre verdaderamente. Lo que es efectivo o
tiene valor práctico, en contraposición con lo
fantástico e ilusorio
". Realidad es todo lo que
existe, lo que es. "Existencia real y efectiva. Todo lo que
constituye el mundo real. Verdad, lo que ocurre
verdaderamente
"[4]. Pero aquí el
problema se complica muchísimo más por cuanto la
expresión "verdad, lo que existe verdaderamente" nos
impele a plantearnos una de las preguntas más profundas de
la filosofía: "¿Qué es la verdad?"
El insondable problema de la verdad, por ahora, dejémoslo
ahí, y prosigamos con el problema que nos ocupa. Otra
definición dice que "la realidad es la existencia
verdadera y efectiva de las cosas, comprendiendo todo lo
existente en oposición a lo imaginario"[5].
El sustantivo realidad procede del adjetivo real.
Etimológicamente, realidad proviene del latín
realitis, y éste de res (cosa). Real, de
donde procede realidad, en latín significa cosa. Entonces
realidad "es el conjunto de todo lo que es
real"[6]. ¿Eso será
cierto?

Filosóficamente, realidad es el "término
con el que nos referimos, de un modo general, al conjunto de lo
que existe, en oposición a lo que consideramos ficticio,
ilusorio, aparente, o meramente posible"[7].
 ¿Qué es la realidad? "Una pregunta a la vez
tan genérica como inevitable para un ser humano puede
responderse desde la ciencia o ser convertida en un problema
filosófico"[8]. Pero el problema se
acrecienta si nos percatamos que la definición de realidad
podría depender del concepto que se tenga de lo real.
 "Lo real es el objeto inmediato de lo que no es solamente
posible o aparente o potencial; también es lo que existe
actualmente"[9]. En la filosofía
clásica y tradicional "la realidad ha sido considerada en
estrecha relación con los conceptos de esencia y
existencia"[10]. Esta relación es
problemática porque definir esencia y existencia implica
adentrarnos en terrenos movedizos de hondura metafísica.
Por lo tanto en estos intrincados conceptos no
divagaremos.

En sentido metafísico, donde el problema adquiere
una profundidad enorme, para muchos filósofos, realidad o
lo "de suyo" de una cosa no se identifica con efectividad,
naturaleza, existencia o esencia. Realidad es aquel aspecto por
el cual una cosa es "de suyo". "Lo que vulgarmente llamamos una
cosa real no es sino la unidad de un "de suyo". "El "de suyo" de
las cosas es algo absoluto en ellas: el conjunto de notas que
tienen en propiedad, sus propiedades o
bienes"[11]. Metafísicamente, el concepto
de realidad se hace más problemático. "Cuando de la
realidad se hace un problema filosófico nos adentramos en
el terreno de una de las disciplinas filosóficas, la
metafísica"[12]. Aristóteles pensaba
que las cosas en acto constituyen la realidad. "Lo "real"
sería lo que, por sus efectos, se muestra como
indubitable; lo que existe"[13]. Una cosa no es
real porque existe, sino que existe porque es real. "Real" es
"todo aquello que no es solamente posible o aparente o potencial;
también es lo que existe actualmente"[14].
El mundo sería la totalidad de lo real, horizonte de
posibilidades humanas, "el conjunto de todas las
cosas"[15]. Kant estableció que sólo
la relación con la experiencia nos da una idea justa de lo
que entendemos por realidad. Como se aprecia, la
conceptualización de "realidad" es cada vez más
compleja; no porque la filosofía la quiera presentar
así, sino porque dar respuesta a una pregunta de esa
profundidad no es fácil.

La realidad es algo tan problemático, que no
sólo es difícil tener una concepción clara
del término sino que, para acabar de complicarlo, surgen
diversas preguntas: ¿Realidad es lo contrario de
ficción? ¿Realidad es sinónimo de ser?
¿La realidad se funda en el ser o el ser se funda en la
realidad? ¿Existe la realidad fuera del yo? ¿La
realidad es objetiva o ideal? ¿La realidad no es
más que la expresión de la voluntad? ¿La
realidad es interna o externa? ¿La realidad está en
el pensamiento o en las cosas? ¿La realidad es el
absoluto? ¿La realidad es pura actividad, agilidad, no una
sustancia o cosa? ¿La realidad es una sustancia
única que se manifiesta en la naturaleza y el
espíritu? ¿La realidad será lo puramente
material y finito? ¿Existe una realidad? ¿Existen
varias realidades? ¿Cada persona tiene su propia realidad?
¿Cada realidad particular es aceptada por una persona?
¿La realidad es estática o cambiante?
¿Cuál realidad: nuestra realidad o la realidad que
nos imponen los demás de acuerdo con sus conveniencias? En
fin, tantas y tantas preguntas en torno al problema de la
realidad. ¿Cuáles serán sus respuestas?
¡He ahí la cuestión!

El problema de la
realidad en el problema del lenguaje

El problema de la realidad se torna más complejo
si se tiene en cuenta que para designar el término
"realidad" debemos acudir a la palabra, porque todas nuestras
interpretaciones de la realidad están hechas de lenguaje y
se construyen a través del lenguaje, pues son
elaboraciones discursivas. "Apalabramos la realidad y nos
apalabramos a nosotros mismos inmersos en ella; más
aún: nuestra relación con la realidad está
mediada por las palabras, por la predicación que se forma
en las oraciones, por el lenguaje. Hay incluso elementos de la
realidad que sólo adquieren la condición de
entidades objetivas en la medida en que son nombrados
lingüísticamente. Así, por ejemplo, la palabra
"viento" convierte en cosa objetiva algo que en sí mismo
no existe más que como el movimiento de moléculas
de gas en la atmósfera; para ser precisos
tendríamos que decir algo como: "Millones de
partículas de gas chocaron contra mi
piel". Pero
nuestro lenguaje nos permite decir: "El viento me
acarició"
, haciendo de ese fenómeno complejo
un sujeto individual capaz de actuar… Cuando nos admiramos
de esta condición lingüística de todo lo
humano y alcanzamos a vislumbrar sus límites, nacen las
preguntas que dan origen a la filosofía del lenguaje:
¿Cómo interviene el lenguaje en nuestra
relación con el mundo? ¿Hasta dónde nuestras
palabras condicionan nuestro conocimiento? ¿Es posible
pensar sin recurrir a las palabras? ¿Cómo es
posible que las palabras comuniquen lo íntimo de nuestras
experiencias?"[16]. Yo agregaría otra
pregunta más: ¿Cuál es la relación
entre palabra y realidad, si es que existe tal relación?
Aquí nos encontramos con otro problema no menos complejo:
lenguaje – realidad.

La cuestión de las relaciones entre lenguaje y
realidad ha sido uno de los principales problemas
lingüísticos y filosóficos. El lenguaje
está dentro de la realidad y la realidad dentro del
lenguaje. La realidad está dentro del lenguaje y, por el
otro lado, el lenguaje está dentro de la realidad. Es
decir, que entre el lenguaje y la realidad hay una estrecha
relación. Pero a pesar de esta relación
intrínseca y extrínseca, la palabra no representa
la cosa. Un sector del positivismo lógico, especialmente
la orientación que parte de Wittgenstein, "niega que haya
tal relación directa entre una palabra o
proposición y un objeto; afirma que las palabras no tienen
referentes directos; sostiene que los significados de las
palabras o de las proposiciones se encuentran determinados por
los diferentes contextos en que ellas son usadas; que los
significados no tienen linderos rígidos, y que
éstos están formados por el contorno y las
circunstancias en que se emplean las palabras; que,
consiguientemente, un nombre no puede representar o estar en
lugar de una cosa y otro en lugar de otra, ya que el referente
particular de un nombre se halla determinado por el modo en que
el término es usado"[17].

Lo que la palabra significa no puede ser la cosa de que
hablamos. El significado debe ser algo distinto del objeto y que
no depende de él. En consecuencia, el signo no une una
cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica,
tal como nos decía el lingüista Ferdinand de
Saussure. Como se sabe, la relación entre el objeto y su
nombre no hay una relación directa, lógica, sino
indirecta y arbitraria. Es por eso que la relación entre
lenguaje y realidad es problemática.

Lo que sabemos es siempre la otra parte de la realidad,
la que está hecha de ideas o significados de palabras:
ésta es la única realidad que podemos conocer, la
que está organizada y estructurada por el vocabulario de
la lengua que hablamos

[…] La realidad, cualquier realidad, es una
ordenación provisional que se hace mediante un
número bastante limitado de es quemas y de conceptos; es
decir, una simplificación enorme del mundo, que nos
permite manejarnos en medio del sinfín de lo que
percibimos, dividiéndolo más o menos
arbitrariamente en cosas o en objetos que podemos manejar y
dominar[18]

En el amplio universo del lenguaje, la palabra es
problemática como la realidad misma, aunque la palabra no
es la realidad. "Las palabras significan, es decir representan la
imagen de las cosas, sirven para la adquisición de
conocimiento, para aprehender la realidad; pero no son las cosas
en sentido estricto, son las cosas en tanto que vehículos
más que necesidades para nombrarlas, comunicarlas o
representarlas en nuestras mentes"[19]. La palabra
no es el objeto; sólo lo designa, lo nombra. "La palabra
no es la cosa, ésta reenvía, sin lugar a dudas, a
un referente, pero, por su abstracción misma, designa
también una noción"[20]. La palabra
no es el objeto ni tampoco el objeto es exactamente la palabra
que lo designa. "El medio con que lo expresamos es la
palabra; pero la palabra no es el objeto que realmente existe:
por tanto, no expresamos a nuestro prójimo una realidad
existente, sino solamente la palabra, que es una realidad
distinta del objeto…"[21]. La palabra es
finalidad en sí misma y medio para entender el mundo de
otra manera, más que hablar de la realidad externa. "La
mayoría de las palabras están vacías de
significado en el nivel más profundo de comprensión
del mundo…"[22]. La palabra, además
de no ser la realidad ni el objeto, tampoco es el concepto ni el
ser. "Siempre que hablamos o pensamos sobre lo real, pensamos y
hablamos; creemos que hablamos de lo real, cuando en realidad
utilizamos palabras que creemos reflejan lo real. Pero las
palabras no se refieren a las cosas sino a otras palabras…
No tiene mucho sentido insistir en ver quien me garantiza un
acceso a lo real, ya que seguramente aquél que me habla en
nombre de lo real me está queriendo hacer pasar su
interpretación como si fuera la
verdadera"[23]. Platón planteaba que el
análisis de la realidad debería hacerse siguiendo
las ideas, no las palabras. "El lenguaje implica gran capacidad
de abstracción y las palabras no se refieren sólo a
objetos o a hechos concretos, sino también a
abstracciones"[24]. Como el sofisma pretende
defender con palabras lo falso, "la palabra no puede
identificarse con la realidad, desde el momento, en que con
palabras, es posible falsear la
realidad"[25].

Las indagaciones lingüísticas y
filosóficas de Tomás de Aquino nos muestran el
mundo problemático y complejo de las palabras y de la
realidad o realidades que designan o nombran las palabras.
Plantea que para investigar una realidad cualquiera hay que
partir de la palabra con que se designa a esas realidades o
realidad en sí misma. Además de aclarar que la
palabra, por ser racional, es problemática (pero que las
personas acríticas no hacen problema de ella),
señala que la palabra es doble, no es la realidad y es el
signo de la realidad.

El hombre es hablador pero habla de dos maneras, dice
Tomás. Habla hacia adentro de sí mismo y hacia
afuera de sí, se dice cosas a sí mismo y se las
dice a los demás. Es el habla interna y el habla externa,
la palabra interior o mental o pensamiento-afecto y la palabra
exterior u oral o escrita […].

La palabra exterior, oral o escrita, no es la realidad,
ni siquiera el pensamiento. Es, continúa Tomás, la
manifestación sensible del pensamiento. Y la palabra
interior tampoco es la realidad, sino la realidad pensada,
pensamiento de la realidad, la realidad tal como está
captada en la mente. Tanto, pues, la palabra interior como la
exterior apuntan hacia la realidad, dicen la realidad sin ser en
sí mismas la realidad […].

El hombre es hombre porque, como dice literalmente
Tomás de Aquino, posee palabra de realidad, porque se
apropia intelectualmente de las cosas, porque lee su interior o
adentro. La inteligencia es una facultad que naturalmente
aprehende o se apropia de la realidad. El derecho a la verdad y
el derecho al amor son materialmente esta inclinación
espontánea a la apropiación intelectual y afectiva
a la realidad.

Pues bien, el signo, en cuanto signo, es correlativo,
paralelo y eco de la cosa significada, la fotografía de lo
fotografiado, la imagen de la realidad imaginada, la semejanza de
lo semejante, el indicador de la cosa indicada, la señal
de lo señalado. Por ello, conocer en su totalidad un signo
no es conocerlo solamente en sí mismo sino además
conocer la cosa significada. El conocimiento de una
fotografía no se limita a los elementos físicos,
químicos, visuales y demás, sino que nos traslada
al paisaje o persona fotografiados[26]

Como animal hablador, gran parte de la energía
gastada por el hombre es energía lingüística.
"El hombre de carne y hueso vive cada día inmerso en el
lenguaje y en un mundo de lenguajes. A veces él produce
actos de habla y más frecuentemente él recibe o
sufre un chaparrón, y, desde los medios de
comunicación social, un bombardeo de mensajes y
palabras"[27]. En el mundo objetivo, subjetivo y
social en que habita el hombre, el lenguaje es su morada porque
somos seres lingüísticos, seres que vivimos en el
lenguaje), y éste, además de manipularlo en
ocasiones, le construye "realidades" dentro de las cuales debe
moverse y actuar; "realidades" que tienen la facultad de
alienarlo o liberarlo. La alienación se logra desde el
lenguaje cuando el sujeto –envuelto en la telaraña
del lenguaje- carece de espíritu crítico para
reflexionar sobre la intencionalidad discursiva. La libertad se
logra cuando el que interpreta esas construcciones del lenguaje
logra desentrañar los mensajes intrínsecos y
comprender la finalidad velada o subrepticia del acto o actos
lingüísticos. Cuando hablamos no somos inocentes.
"Siempre somos responsables de los compromisos sociales
implícitos en nuestros actos
lingüísticos"[28]. El sentido
común hace proclive al individuo a la alienación y
el sentido crítico le permite su
liberación.

Nuestro sentido común da por sentado que el
lenguaje describe el estado de las cosas, lo que supone que la
realidad es anterior al lenguaje y éste sólo la
describe o dice algo sobre ella; atribuyéndose al lenguaje
un papel pasivo. "Por lo tanto, primero viene la realidad,
después el lenguaje. El papel del lenguaje pareciera ser
el de dar cuenta de lo existente"[29]. Esta es una
interpretación del lenguaje procedente de la antigua
Grecia. Como nos hemos "acomodado" a ella, pensamos que es una
interpretación de lo que es el lenguaje, una
interpretación fidedigna de su propia "realidad". Pero la
filosofía del lenguaje rompe con esta concepción
tradicional. El lenguaje deja de ser pasivo; éste se
convierte en acción, porque cuando hablamos no solamente
describimos una realidad existente; también actuamos.
"Todos los seres humanos, independientemente del idioma que
hablamos, al hablar hacemos afirmaciones, hacemos declaraciones,
hacemos peticiones,
etcétera"[30].

Así comprendemos que el lenguaje, al perder su
pasividad, no se limita a meras descripciones de la llamada
"realidad". Las declaraciones constituyen acciones del lenguaje
que construyen realidades. Las constituciones políticas o
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, son
ejemplos de construcciones lingüísticas. Esas
construcciones del lenguaje activo nos muestran realidades e
imponen modos de vida. Un ejemplo clásico es la Biblia. En
ella se consignan –a través del lenguaje, de las
palabras– normas morales, rituales, ceremoniales y dogmas
que nos impelen a creer y a vivir de determinada manera, ya sea
para comportarnos socialmente, agradar a Dios, evitar castigos o
ganar recompensas de éste. Este tipo de construcciones
lingüísticas, además de crear "realidades",
pretenden imponer dogmas elevados a la categoría de
"verdades absolutas", y éstas se constituyen en los
resortes que mueven a los cándidos creyentes. Es una forma
de materialización de la función pragmática
del lenguaje. Esa acción del lenguaje, en términos
habermasianos sería la acción social o
interacción entre individuos al interior de una sociedad a
través de la intersubjetividad lingüística.
"Está claro que los participantes también pueden
decidir el recurrir a otros medios para conseguir tal
integración entre acciones, por ejemplo mediante el
engaño o el ejercicio de la influencia sobre los
partners (prometiendo recompensas o amenazando con
sanciones)"[31]. Mediante la construcción
lingüística llamada "Biblia", la tradición
judeo-cristiana impone el "poder
pastoral"[32].

Así como el concepto de realidad es
problemático, la realidad también es
problemática. Y la realidad se convierte en una
aporía si tenemos en cuenta que para la mecánica o
física cuántica la realidad objetiva no existe,
porque ésta no sería más que una
interpretación de nuestro cerebro… Más
adelante intentaré moverme "a tientas" en ese nuevo
paradigma, ciertamente demasiado complejo porque nos aleja del
sentido común.

La realidad desde
la visión clásica

La tradición griega clásica impuso una
manera de concebir la realidad –que perduró durante
casi dos milenios, y que todavía pervive-, a partir del
planteamiento platónico –fundado en la
concepción parmenídica del ser, donde se
identificó lo real o la realidad con un mundo ideal,
cognoscible, inteligible, y lo sensible con un mundo aparente, de
objetos, de cosas, incognoscible, ininteligible. "Desde
Platón, la idea ha significado la imagen de las verdaderas
potencialidades de las cosas opuesta a la realidad
aparente"[33].

Esta manera de "vivenciar" nuestro mundo sirvió
de modelo al pensamiento cartesiano –quien generó
una revolución científica vigente aún-, el
cual alcanzó su máximo desarrollo con la
física o mecánica clásica determinista de
Newton, que enfoca el tiempo y el espacio como entidades
absolutas, igual para todos los observadores, sin importar la
posición y velocidad de las partículas o de los
objetos. En esencia, la física clásica se puede
pensar como un formalismo matemático del sentido
común. La trama de la realidad aparece ante nuestros
sentidos bajo las suposiciones de realidad, localidad, causalidad
y continuidad.

La realidad se refiere a la suposición de que el
mundo físico es objetivamente real. Es decir, el mundo
existe independientemente de que alguien lo esté
observando, y se vuelve evidente que el espacio y el tiempo
existen en una forma fija, absoluta. La localidad se refiere a la
idea de que la única forma que los objetos pueden ser
influenciados es a través del contacto directo. En otras
palabras, la acción no mediada en una distancia es
prohibida. La causalidad da por supuesto que la línea de
tiempo apunta sólo en una dirección, estableciendo
así que la secuencia de causa y efecto sólo puede
darse en ese orden. La continuidad da por supuesto que no hay
saltos discontinuos en la naturaleza, y que el espacio y tiempo
son parejos, es decir, no presentan alteraciones.

La física clásica se desarrolló
rápidamente con estas suposiciones, y las formas
clásicas referentes al mundo son todavía
suficientes para explicar segmentos grandes del mundo observable,
incluyendo la química, la biología y las
neurociencias. La física clásica funciona para la
mayor parte de las cosas a escala humana. Es el sentido
común[34]

El sentido común es propio de la mentalidad
acrítica, de la actitud natural, ingenua,
espontánea. Las personas que se dejan llevar por la
visión realista del sentido común dan por supuesto
que los objetos físicos que captamos son tal y como los
percibimos y que existen y existirán aunque nadie los
perciba. Para ellas, lo percibimos con los sentidos es la
realidad, tal cual. La persona que carece de espíritu
crítico prefiere "quedase en el remanso de su casa,
resignado a conocer del mundo apenas aquello que las manos pueden
alcanzar sin salir, palabras, imágenes,
ilusiones"[35]. En esta actitud las cosas o la
realidad son exactamente como se perciben. Así nos
enseñó el realismo aristotélico y el
empirismo. El sentido común ha influido en nuestra manera
de percibir, interpretar y sistematizar los saberes adquiridos y
de la forma como concebimos el mundo que nos circunda, debido al
enorme predominio que ejerce el paradigma de la mecánica
clásica. La realidad se convierte en problema
filosófico cuando la desvinculamos del sentido
común.

Si el sentido común nos indica que todo lo que
nos rodea es real, la filosofía comienza en el momento en
que se vuelve posible cuestionar esa idea. Hacer filosofía
implica una actitud de desconfianza frente a lo obvio. Y no hay
nada más obvio que lo que se nos presenta como
"real"… Aunque todo lo que nos rodea parezca que es lo que
es, también es posible pensarlo de otro modo. Pensar las
cosas, no en su referencia a la realidad, sino en relación
con otras cosas: como una red de significados que se relacionan
entre sí. Normalmente no nos estamos cuestionando
qué hay detrás de todo lo que nos rodea o
qué es esto en lo que estamos metidos. Y quizás sea
porque si llevásemos la pregunta por la realidad hasta su
extremo, seguramente no nos sentiríamos muy cómodos
[…]. La realidad parece ser algo simple y poco
problemática, sin embargo la filosofía considera
que todo es cuestionable, o por lo menos que todo puede ser
abordado desde diferentes perspectivas […]. Lo que se plantea,
entonces, es si existe algo real en sí mismo o, bien, el
hombre está limitado a acceder a las cosas siempre de modo
parcial. Dicho de otro modo, lo que se plantea es que si, en el
fondo, lo que el hombre hace no es más que interpretar lo
real, situado siempre en una u otra perspectiva. Todo acceso a lo
real, por ser un mero acceso, un camino posible, puede ser
cuestionado; es un acceso, no es lo real, y si se trata de un
acceso es porque puede haber otros, ¿por qué le
daríamos más crédito a un punto de vista en
vez de otro?[36].

El positivismo (que desestima la especulación
filosófica y sólo da primacía a lo objetivo,
lo fáctico, lo experimentable, lo verificable y lo
medible) afirma la existencia del mundo exterior, de la llamada
"realidad" natural y social exterior al sujeto cognoscente. Al
concebir la ciencia como conocimiento sistemático,
dinámico, explicativo y predictivo útil para
describir, explicar y comprender racionalmente los procesos
naturales y sociales, acepta la existencia de la realidad
objetiva exterior, sin plantearse la posibilidad
filosófica de su no existencia.

En este sistema el conocimiento científico parte
de los supuestos o fundamentos básicos de que el mundo
existe y podemos conocerlo sensorialmente, y sus fenómenos
están relacionados causalmente. La finalidad de su
método científico –base de la
investigación científica durante los últimos
trescientos años- es determinar las características
de la realidad y explicar las relaciones existentes entre dichas
características, lo que implica establecer qué es
la realidad y cómo conocerla. Satisfechos estos
propósitos, el positivismo pretendía "el
mejoramiento gradual y progresivo de la capacidad humana de
control sobre la realidad, tanto natural como
social"[37].

Realidad para el positivismo es "una cualidad propia de
los fenómenos que conocemos como independientes de nuestra
propia volición"[38], y para conocerla
parte de los siguientes presupuestos o fundamentos
epistemológicos "reconocidos y aceptados sobre los cuales
la investigación científica se organiza y
desarrolla"[39]: 1. La realidad existe. 2. La
realidad tiene forma que se manifiesta a nuestros sentidos tal
como es. 3. La realidad es dinámica, y por eso es
cambiante y temporal. 4. La realidad es una unidad en sí
misma porque sus fenómenos no están aislados y se
encuentran interrelacionados dentro de una totalidad. 5. La
naturaleza o realidad se organiza de lo simple a lo
complejo.

El llamado "modelo especular", que es la
orientación tradicional del conocimiento según la
concepción positivista para obtener objetividad
fáctica, certeza absoluta y verdades inconcusas, nos dice
que fuera de nuestra mente existe una realidad totalmente
acabada, objetiva y externa, la cual se refleja, como en un
espejo, dentro de nosotros. "De esta forma, ser objetivo es
copiar bien esa realidad sin deformarla, y la verdad
consistiría en la fidelidad o correspondencia de nuestra
imagen interior con la realidad que
representa"[40]. Algunos positivistas
lógicos reflexionaron temporalmente con la idea de que el
lenguaje representa la realidad, éste es una pintura de la
realidad. "Así, al tratar el lenguaje, pensaban que
trataban directamente con la
realidad"[41].

La notable influencia que ha ejercido ese paradigma
epistemológico sobre nuestra manera de conocer es la que
lleva a que muchas personas, cautivas del sentido común,
acepten y den por sentado que la realidad exterior –fuera
de nuestra mente- existe y la captamos sensorialmente.

Nuestra actividad intelectual, dentro de la
dinámica sicológica, tiende a seleccionar, cada vez
que observamos, la realidad que posee algún significado
para nosotros. "Este significado personal es fruto de nuestra
formación previa, de las expectativas teoréticas
adquiridas y de los valores, actitudes, creencias, necesidades,
intereses, ideales y temores que hayamos asimilado. De este modo,
podemos decir que tendemos a ver lo que esperamos ver, lo que
estamos acostumbrados a ver o lo que nos han sugerido que
veremos. Y, así, realmente no conocemos hasta dónde
lo que percibimos es producto de nosotros mismos y de nuestras
expectativas culturales y sugestiones
aceptadas"[42].

Partiendo de la concepción estática del
ser, en donde prima el principio lógico de identidad, se
ha organizado en Occidente la llamada "realidad" y estructurado
el mundo teniendo como referentes lo que se puede ver y tocar (lo
que está fuera del observador) y lo que se puede concebir
con el pensamiento (lo que está en la conciencia del
observador). Lo primero se relaciona con lo material u objetivo,
y lo segundo con lo ideal o subjetivo. Así, desde esta
mirada se estableció el concepto de realidad, con el cual
hemos construido la forma en que percibimos el mundo y organizado
nuestra visión de los fenómenos externos e
internos. Esto impone una mirada exclusiva del universo con una
"realidad" única y verdadera. "La aplicación de
criterios convencionales de realidad, nos ha llevado a un bloqueo
intelectual y científico que afecta seriamente las
posibilidades de extender y ampliar los límites de la
conciencia humana"[43]. Pero esta manera de
concebir y vivenciar la "realidad" –inherente al paradigma
tradicional de la mecánica clásica- se ha venido
trastocando con las profundas modificaciones y repercusiones del
nuevo paradigma físico -relativista y cuántico-,
que pone en cuestionamiento el concepto de realidad. "Recientes
descubrimientos de la física demuestran que la realidad
está inextricablemente ligada a la naturaleza de la
conciencia humana, y que la creencia en que existe una
única realidad verdadera ha dejado de tener validez y
utilidad para el conocimiento… Los problemas que vivimos
nacen de nuestra actual estructura del conocimiento, y para
resolverlos es decisivo que hagamos una nueva organización
de la realidad… Una de las mayores glorias de la ciencia
es la de haber contribuido a romper con la idea de una verdad
intangible y eterna"[44].

Surgimiento de
una nueva concepción de la realidad con la física
contemporánea

A partir de aquí nos adentramos, con enormes
dificultades epistemológicas, en un universo desconocido
para la inmensa mayoría: el universo de la física o
mecánica cuántica. Ésta tiene una
concepción revolucionaria de la llamada "realidad". Pero
ingresar en este nuevo y particular universo implica despojarnos
del sentido común; este nuevo paradigma es la
antítesis del sentido común. Aunque esta
novísima área del conocimiento sea tema de muy
pocos entendidos (debido a la física, química y
matemáticas complejas con que opera), entre los que se
encuentran algunos académicos, no implica que nosotros
–"comunes mortales"– no podamos aproximarnos a una
somera exploración y, por ende, a una mediana
comprensión. Yo mismo me declaro un diletante en tan
inextricable saber. Pero a los inquietos por el conocimiento nos
apasionan los saberes que encierren cierta complejidad. "Creo que
cuanto más estudias la mecánica cuántica
más misteriosa y maravillosa se
vuelve"[45]. Entremos, pues, a este nuevo e
insondable universo[46]que disiente de las leyes
deterministas de la mecánica clásica.

Pero antes de ingresar en el universo de la
mecánica cuántica, es necesario indicar cómo
se inició el cuestionamiento de la racionalidad
occidental.

La concepción de una nueva manera de entender la
realidad comienza con la retoma del estudio del mundo
subatómico insinuado por Leucipo y Demócrito, pero
abandonado en la Grecia clásica porque contradecía
la posibilidad de la intervención de un organizador del
mundo[47]con la superación de la
metafísica de la racionalidad a través del
pensamiento nietzscheano, y con el surgimiento del
sicoanálisis freudiano.

Mientras Nietzsche socaba las bases de la
metafísica tradicional, que se originó con el
pensamiento de Parménides y se agotó en el sistema
hegeliano –que identificaba la realidad con la
razón, lo racional con lo real y lo real con lo
racional[48]Freud descubrió y
exploró el universo inconsciente del ser humano, que no
responde a patrones racionales. Los dos descubrieron lo que
estaba oculto tras las manifestaciones simbólicas, ya sean
en el ámbito cultural (Nietzsche) y psicológico
(Freud). Nietzsche inició la demolición de la
concepción de la realidad cuando afirmó que no
existían hechos sino interpretaciones de los mismos. Freud
lo hizo al explorar con escalpelo el subconsciente humano. Al
estructurar la psiquis humana, Freud estableció tres
entidades fundamentales: el ello (lo inconsciente), el yo (la
conciencia) y el superyó (lo normativo o moral).
Según Freud, la realidad es una construcción
lingüística sobre lo real, que el yo le transfiere al
ello. "El yo es el mediador que capta la realidad, por la
intermediación del lenguaje, pero de modo activo, o sea
captando solo lo que le interesa, y enviándolo hacia el
ello, que recibirá su influencia"[49]. Para
éste, la esencia de la realidad objetiva o realidad
física es incognoscible.

El yo es pues un mediador entre el ello y el mundo
exterior, dándose lugar a dos tipos de realidad: una en
cuanto al aparato psíquico, que sería una realidad
psíquica (que obedece a los intereses del yo), y otra en
cuanto al mundo exterior, que sería la realidad humana
(que obedece a los intereses sociales). La primera es subjetiva
en cuanto que toma de la segunda aquello que le es interesante,
mientras que la segunda es objetiva puesto que está basada
en leyes naturales, reconocibles o
no[50]

Hecha esta breve "indicación", ahora sí
aterricemos la nave del conocimiento en el universo
cuántico.

La investigación del mundo subatómico,
explorado con profundidad por la física o mecánica
cuántica, introdujo una novísima y contundente
cosmovisión de la realidad. "La física
cuántica y sus consecuencias filosóficas hicieron
tambalear el concepto de realidad objetiva que la
filosofía occidental, en su mayor parte, había dado
por sentado durante un par de
milenios"[51].

Como se sabe, la mecánica cuántica, que
supera el paradigma de la mecánica clásica, ha
planteado con mayor hondura problemas filosóficos como el
de la relación entre el sujeto y el objeto, el del
conocimiento y la realidad física, el de la causalidad y
la necesidad, el de determinismo e indeterminismo, el de la
evidencia física y el del formalismo matemático,
etc. "La mecánica cuántica es la teoría
más satisfactoria que poseemos para explicar todo lo que
nos rodea, desde el origen del Universo (el Big Bang) hasta el
surgimiento de la vida en nuestro planeta. En este sentido, la
mecánica cuántica nos ayuda a comprender nuestro
entorno, nuestro origen, nuestro futuro y, por tanto, a nosotros
mismos"[52].

La mecánica cuántica, a pesar de su
complejidad física, química y matemática,
está al servicio de la interrogación
filosófica. Este nuevo paradigma contradice a la
mecánica clásica, determinista, que, según
Laplace, "si en un instante determinado conociéramos las
posiciones y velocidades de todas las partículas en el
universo, podríamos calcular su comportamiento en
cualquier otro momento del pasado o del
futuro"[53]. La mecánica tradicional
plantea que el estado del universo en un instante dado determina
el estado en cualquier otro momento.

Con la mecánica cuántica se suscita una
revolución epistemológica, por cuanto esta nueva
visión de la realidad teoriza que con el sólo hecho
de contemplar el objeto ocurre una alteración de
éste por parte del sujeto cognoscente. "Ahora sabemos
basados en la realidad cuántica que el observador es quien
modifica la realidad a partir de la conciencia, que existe un
vasto campo de probabilidades y el observador es el que decide
dónde poner su atención e
intención"[54]. De acuerdo con el principio
de incertidumbre, formulado por Werner Heinsenberg, el objeto de
estudio se modifica por el mero hecho de la
observación.

La mecánica cuántica afirma que el mundo
diario que percibimos con los cinco sentidos no es la realidad.
Ha demostrado también que el espacio y el tiempo son
ilusiones de la percepción. Es por ello que nuestros
cuerpos no pueden ser realidad si ocupan un espacio. La realidad
no existe, es mera ilusión. "La mecánica
cuántica ha hecho un gran aporte al debate
filosófico al demostrar que el realismo ingenuo, que
propone que la realidad es tal cual como nosotros la percibimos,
es falso"[55]. La materia, además de ser
incorpórea, es sólo una ilusión sensorial.
La realidad objetiva no existe.

"Lo que forma las cosas no son otras cosas sino lo que
forma las cosas son ideas, conceptos, informaciones […]. No hay
que pensar que las cosas son cosas. Todos tenemos la costumbre de
pensar que lo que nos rodea es algo que existe, sin que
influyamos, sin que escojamos. Hay que desterrar esa forma de
pensar. En lugar de eso hay que admitir que, incluso, el mundo
material que nos rodea (las sillas, las mesas, las habitaciones,
la alfombra, la cama también) no es más que
posibles movimientos de la conciencia. En cada momento lo que
hago es escoger entre todos esos movimientos para que se
manifieste la experiencia de lo real. Esta es la única
reflexión radical que hay que hacer. Resulta muy radical y
muy difícil porque tendemos a pensar que el mundo
está ahí independientemente de nuestra experiencia.
Pero no es así. La física cuántica lo deja
muy claro… Así que en lugar de pensar en cosas hay
que pensar en posibilidades. Todos son posibilidades de la
conciencia"[56].

La realidad no es aquello que parece ser. Lo que existe
es energía vibrando a distintas frecuencias. El nuevo
paradigma demuestra la "interrelación entre el pensamiento
y la realidad"[57]. En la mecánica
cuántica la realidad va en función de la
percepción que se tenga de ella, y esta forma parte de la
conciencia, que es el punto de vista de un observador o
participante.

Partes: 1, 2

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter