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Evolución social como autoorganización de la energía



  1. Las primeras
    sociedades humanas
  2. Evolución
    hacia estructuras sociales de mayor
    entropía
  3. Los Subsidios
    Energéticos
  4. La ética del
    consumo
  5. El Consumismo en
    sociedades de alta entropía
  6. Desequilibrios
    Sociales: Injusticia y Opresión
  7. Problemática
    Social – Ambiental del Consumismo
  8. El mercado y la
    globalización
  9. Garantías
    Ambientales
  10. La Cultura del
    Consumo y la Conciencia Ambiental
  11. ¿Cómo debería
    ser?

Las primeras
sociedades humanas

En términos generales, la evolución social
ha seguido diversos caminos a lo largo de la historia, formando
sociedades complejas a partir de los recursos disponibles y las
necesidades impuestas por el entorno, sin dejar de lado aspectos
meramente culturales que han moldeado la forma en que los seres
humanos se han desarrollado en cada momento de la historia, es
por esto que diferentes pueblos ante condiciones ambientales
similares hayan adoptado sistemas de vida divergentes, como una
muestra de que si bien es cierto, las condiciones del entorno son
condicionantes, no son prescriptivas en el comportamiento
humano.

Inicialmente la obtención de alimentos a partir
de la caza y recolección suponía estructuras
sociales mucho más cercanas al equilibrio
termodinámico, por el bajo consumo de energía
requerido para el desarrollo humano jugando un rol muy cercano al
que podría ser el nicho ecológico de un ser vivo
dentro de su ecosistema.

Evolución
hacia estructuras sociales de mayor entropía

A medida que el ser humano fue desarrollando
modificaciones en el entorno natural, con la adopción de
la agricultura y la ganadería para concentrar alimentos en
áreas menores, beneficioso mayoritariamente a su propia
especie, propiciando el aumento en la población a partir
de la concentración de la energía mediante la
conversión de segmentos del ecosistema en agrosistemas,
así como la construcción de viviendas para mejorar
su seguridad y obtener condiciones de vida más favorables,
estos cambios en el nivel de complejidad supusieron sistemas de
mayor entropía que los anteriores, esto es, se
inició el desarrollo de estructuras sociales menos
estables desde el punto de vista termodinámica.

Un aspecto interesante y en estrecha relación con
la teoría de White sobre la correlación entre
flujos de energía y capacidad de aprovecharla con el nivel
de desarrollo tiene que ver con el hecho de que, contrario a lo
que podría esperarse, las sociedades humanas que se
desarrollan en zonas donde las condiciones ambientales son
más difíciles (temperaturas extremas, terrenos
cubiertos de nieve) han logrado mayores niveles de complejidad
pese a las dificultades que aquellas que se han desarrollado en
zonas tropicales donde las condiciones ambientales parecieran
más benignas.

Es así como las sociedades del Norte, donde gran
parte de la energía debe utilizarse para equilibrar las
condiciones ambientales a las necesidades del ser humano, esto es
calentarse en invierno y refrescarse en los veranos calurosos,
han desarrollado estructuras sociales complejas, altamente
disipativas y por tanto altamente dependientes de la
energía, han dominado política, económica y
militarmente a los países ubicados en zonas tropicales y
subtropicales, con sistemas sociales de menor complejidad, dando
origen al saqueo de recursos en favor de las sociedades que
ostentan mayor poder económico y militar, podría
decirse que la menor dependencia energética de las
sociedades de bajo poder económico, político y
militar, ha sido forzada a subsidiar el alto consumo de las
sociedades ricas del mundo.

Las estructuras sociales complejas de alta
entropía, que usualmente se visualizan como estructuras
ordenadas no pasan de ser estructuras sociales en las cuales el
orden natural de las cosas ha sido sustituido por un orden
perverso que ha modelado el desarrollo humano a partir de
estructuras de poder mediante las cuales se da la
explotación de recursos y personas, como único
medio para sostener las altas demandas energéticas creadas
en las sociedades donde este alto consumo de la energía
tiene como única finalidad verdadera la acumulación
de poder económico en manos de pequeños grupos, a
expensas del desequilibrio ambiental, el deterioro social, la
exclusión, el hambre y demás tragedias que forman
parte del día a día de la humanidad, pero que se
ven opacadas por el ostentoso desarrollo económico de los
países ricos.

Los Subsidios
Energéticos

Más aún, se han desarrollado sociedades de
tan alto consumo de energía, entendiéndose
energía por todos los recursos que estas sociedades
consumen y que no son más que formas transformadas de
energía mediante procesos naturales o artificiales, que
adicionalmente consumen más energía. Estas
sociedades no solo usufructúan el subsidio
energético debido a su supremacía sobre pueblos en
condiciones de pobreza económica o azotados por graves
problemas sociales que se ven obligados a entregar sus recursos
en procura de su mera supervivencia, sino que también
hacen uso del subsidio energético de los combustibles
fósiles, de modo que consumiendo las reservas de
energía acumulada durante siglos funcionan a partir de un
consumo energético superior a la disponibilidad real de
energía, sin ninguna intención de mejorar dicho
comportamiento, a causa de una visión cortoplacista del
mundo donde las futuras generaciones se vislumbran en horizontes
que escasamente alcanzarán media centuria.

La ética del
consumo

El Consumo como necesidad vital

El consumo como tal es una actividad vital pues todos
los seres vivos consumen recursos indispensables para su
supervivencia, los animales y las plantas aerobias consumen
oxígeno contenido en el aire o en el agua en el caso de
los acuáticos para sus procesos fisiológicos
asociados a la respiración celular, los seres vivos en
general toman sustancias nutritivas del entorno a partir de las
cuales obtienen tanto energía como compuestos esenciales,
para su propia conformación y funcionamiento a
través de los procesos metabólicos.

Las sociedades humanas en sus diferentes niveles de
organización social, consumen recursos indispensables
tanto para los individuos, como para la sociedad como tal, de
forma que se logre mantener su estructura social.

El Consumismo en
sociedades de alta entropía

Surge de tal modo la divergencia entre el consumo vital
y el consumo innecesario o excesivo, hasta llegar a la
ostentación, donde ya no hay consumo sino simple
ostentación que ejerce presión sobre la
degradación de recursos.

Las estructuras sociales más complejas por su
alta entropía requieren un consumo mucho mayor de
energía en sus diferentes manifestaciones materiales para
lograr mantenerse estables, adicionalmente los individuos que
conforman dichas estructuras sociales complejas, presentan
niveles de consumo que superan la necesidad de consumo vital, al
agregarse el consumo necesario para formar parte constituyente de
la estructura social a la que pertenece.

El dilema ético que se presenta corresponde a los
problemas sociales y ambientales que se presentan como
consecuencia de un consumo excesivo por parte de los grupos
sociales más favorecidos dentro de la estructura
económica a partir de la cual se hacen valoraciones
ficticias del trabajo y los recursos, donde en términos
generales "las posesiones de los que tienen mucho valen mucho y
las de los que no tienen nada no vale nada". Esta
distorsión valorativa es la que hace que los grupos
sociales que viven en condiciones de miseria tengan una vida cada
vez más miserable mientras quienes viven en condiciones
favorables tengan cada vez mayor abundancia de recursos a su
disposición.

Desequilibrios
Sociales: Injusticia y Opresión

La estructuración de la sociedad ha convertido a
la humanidad en una especie de pirámide donde cada quien
ocupa un puesto de acuerdo con su poder económico,
traducido en posición social, donde cada nivel explota a
los que están debajo y es explotado por quienes
están encima, de modo que se han inventado los denominados
"ascensores sociales" que consisten en pisotear a las personas
que comparten una misma condición social para acceder al
nivel inmediato superior, a nadie le interesa mejorar la
estructura social hacia sistemas sociales más equitativos,
lo único que interesa es ir escalando posiciones dentro de
la pirámide, fomentando el egoísmo y la
competencia.

El consumismo se convierte por tanto en medio y fin al
mismo tiempo, pues mediante el consumismo se logra hacer fluir
los recursos financieros hacia los grupos de poder que compran
recursos naturales y fuerza de trabajo a tarifas diferenciadas,
de modo que las personas aspiran a lograr posicionarse en un
sitio más favorable desde el punto de vista de
expectativas de ingreso, pero las mismas presiones sociales que
impulsan a las personas a tratar de "ascender socialmente" los
obligan a "dar muestras visibles" de dicho ascenso
social.

La ostentación, como exhibición
inútil se convierte por tanto en la más perversa y
pusilánime expresión del consumismo, puesto que
provoca explotación de ecosistemas y personas, induce a la
competencia entre individuos y finalmente muestra en forma
jactanciosa el "valor social" de los individuos ubicados en los
estratos sociales superiores, haciendo mofa de las condiciones
precarias que afronta gran parte de la población pero
sobre todo, mostrándose como un modelo a seguir, a
expensas de de explotaciones desmedidas de recursos y
personas.

Problemática
Social – Ambiental del Consumismo

Si se piensa en las repercusiones sociales y ambientales
asociadas al consumo de muchos de los artículos más
demandados en el mercado, que dicho sea de paso en la
mayoría de los casos corresponden a las versiones
ostentosas de las herramientas necesarias para satisfacer las
necesidades, se debe llegar a la conclusión de que no es
justificable la comodidad de poder usar un teléfono
móvil de última generación, considerando las
guerrillas en la República del Congo asociadas a la
extracción del Coltán, o la explotación
infantil asociada al pulido de carátulas en el sudeste y
sur de Asia.

No menores han sido las consecuencias de la
manipulación mediática de las personas ahora
convertidas en "consumidores" con la finalidad de posicionar
productos de alto impacto ambiental, en todas las fases de su
"ciclo de vida" y menospreciando el uso de productos más
sostenibles o amigables, al punto de hacer ver su uso como
"enemigo del ambiente".

Uno de los ejemplos más claros de esta
situación ha sido la sustitución progresiva de la
madera como material de construcción por productos
obtenidos de la minería o derivados del petróleo,
para lo cual se inició satanizando el uso de la madera,
dando a entender a la población que usar madera es matar
árboles, de modo que el ambiente estaría
eternamente agradecido si las personas optan por usar cemento o
plástico, materiales cuyo potencial de daño
ambiental por contaminación, destrucción de bosques
y consumo de energía supera por mucho al uso de la
madera.

Como refuerzo a esa falsa idea de la "amigabilidad" de
estos materiales basura apareció el reciclaje, con lo cual
se ha pretendido, con altos niveles de éxito, hacer creer
que realmente es viable reciclar toda esta basura una vez
desechada con efectos ambientales mínimos,
presentándose como productos ambientalmente
inocuos.

Estas campañas han contado con el apoyo de
innumerables organizaciones no gubernamentales y grupos
ecologistas que han definido su accionar en la inspiración
por encima de la información y se han convertido en
cómplices involuntarios de las campañas
maquiavélicas desarrolladas por los grupos industriales
que dominan el mercado de los derivados del petróleo y de
los productos de la minería, se podría decir que el
ambiente ha sido golpeado tan severamente por la acción de
los ambientalistas desinformados como por quienes decididamente
han emprendido acciones productivas de alto impacto.

El mercado y la
globalización

El mercado ha pasado de ser el ente abstracto donde
convergen la oferta y la demanda, la producción y el
consumo que permitiría el "utopismo" de que los
consumidores lograran abastecerse de los productos necesarios
para vivir adecuadamente, o sea el consumo en su sentido vital,
mientras que los productores lograran obtener un ingreso que les
permitiera desarrollar de forma sostenible su actividad
productiva, a convertirse en el Teos ser supremo que gobierna el
Olimpo de la Crematística. La administración de los
recursos del hogar para una vida digna de todos sus habitantes
(oikos + nomos) no pasó de ser una composición de
términos cuya semiótica nunca existió en la
vida real.

Lejos de ser el instrumento que permitiera el beneficio
mutuo entre productores y consumidores, se convirtió por
arte de la mercadotecnia, atendiendo los intereses de la
ambición, la avaricia y la soberbia, en el instrumento de
manipulación de las personas ahora convertidas en
"segmentos de mercado" o en el mejor de los casos en "mercados
meta" de cosas que no necesitan consumir como actividad vital,
pero si como requisito de pertenencia social, dando origen a la
ostentación, alimento indispensable para el
ego.

Posteriormente, como consecuencia de una de las
características básicas de los "Valores" que
moldean la sociedad: la ambición, la avaricia, y la
soberbia no conocen límites, al no responder a necesidades
vitales sino del ego, no pueden ser satisfechas, mientras exista
la posibilidad de abarcar cada vez más, y una vez la
demagogia de las aldeas globales y de un mundo entero para todos
y del mayor beneficio para los consumidores apareció el
mercado global, donde el valor fundamental es la competencia,
cuyos ejes axiomáticos son la competitividad, la
eficiencia, la eficacia, el crecimiento económico, la
voracidad… el arte de la guerra.

Si antes de la globalización existían
ciertos niveles de desigualdad y explotación, la
globalización paso a convertirse en una
manifestación brutal de la opresión social, la
destrucción ambiental, la injusticia y la desigualdad, por
que sumó nuevos niveles de opresión. Ahora los
países ricos sacan beneficios perjudicando a los
países pobres, aún más que antes, de modo
que las personas ricas de los países pobres contrarrestan
esta situación oprimiendo aún más a las
personas que ya eran pobres en los países pobres, pues
competitividad, eficiencia y eficacia no significa otra cosa que
producir más con menos y eso solo es posible mediante
subsidios y esos subsidios se dan a partir del recrudecimiento de
las condiciones de vida de los sectores sociales de los estratos
socio económicos más bajos.

Las personas son obligadas a trabajar más por
menos salario, con esto las empresas reducen sus costos de mano
de obra, igualmente los productores primarios del sistema
económico, como los agricultores, ganaderos y
silvicultores se ven obligados a aumentar sus volúmenes de
producción para compensar los bajos precios de sus
productos, con lo cual las empresas bajan sus costos de materias
primas, la implementación de procesos de producción
en serie ofrece productos innecesarios de mala calidad a las
personas que los perciben como necesarios por arte del mercadeo,
todo esto tiene como resultado final la degradación de
ecosistemas, la degradación social y la
polarización económica.

Garantías
Ambientales

En Costa Rica la constitución Política
"garantiza" el derecho a un ambiente sano y ecológicamente
equilibrado, adicionalmente existe toda una normativa que
pretende proteger recursos básicos, como el agua, el
suelo, los ecosistemas naturales, los servicios ambientales, pero
dicha protección se da a partir del cumplimiento de
parámetros sumamente vulnerables, producto de la
presión de grupos empresariales interesados en la
explotación de dichos recursos más allá de
su sostenibilidad, si es que en realidad cabe el
término.

Se presenta una vez más la divergencia entre las
necesidades reales de la sociedad y los interese comerciales
mercantilistas, donde el consumo como actividad vital se ve
subordinado al consumismo, de forma que los recursos que
deberían estar disponibles de forma equitativa se
distribuyen asignando primero aquellos de mejor calidad o mayor
disponibilidad al desarrollo de actividades lucrativas, quedando
el "recurso marginal" para solventar las necesidades reales de la
población. Se puede decir que las garantías
ambientales consisten en garantizarle a la sociedad el acceso a
lo que queda sobrando después del uso lucrativo de los
recursos.

La Cultura del
Consumo y la Conciencia Ambiental

La cultura de consumo, que consiste básicamente
en el consumo ostentoso como fin supremo de la sociedad, mediante
el cual las personas pueden demostrar su nivel económico,
su grado de éxito en la vida, su ascenso
socioeconómico por cualquier medio, implantada en la mente
de las personas por todos los medios posibles, el mercadeo, las
deformaciones culturales, el currículo oculto del modelo
educativo, entre otras, ha sido la principal causa de la
creciente degradación social y ambiental, pues al
"entronizar" la ostentación como objeto concreto de la
felicidad, partiendo de la máxima de que "el fin justifica
los medios" todas las desigualdades y alteraciones se visualizan
como males necesarios a fin de lograr niveles cada vez más
altos de "desarrollo económico" que permita a aquellos que
lograron montarse en el ascensor social, gozar de los privilegios
del consumo ostentoso a expensas del deterioro ambiental, como de
las condiciones de vida de bastos grupos sociales, que el mismo
modelo se ha encargado de señalar como, culpables de su
propia miseria.

La conciencia ambiental no ha logrado pasar de ser un
sentimiento liviano, un emblema, un estado en el muro de una red
social y quizá adicionalmente un me gusta y compartir, la
educación ambiental no ha pasado de ser un contenido, un
objetivo o en el mejor de los casos una unidad de estudio dentro
de un currículo perverso donde no existe una
valoración real del tema ambiental, que
difícilmente llegue a tener al menos la relevancia que se
le da al dominio de las operaciones aritméticas
básicas, en síntesis, en el modelo educativo el
cálculo de porcentajes y el dominio de la "regla de tres"
supera por mucho la relevancia que se le da al tema de la
sostenibilidad ambiental y la justicia social que se vislumbran
como temas románticos inútiles en la
práctica.

Por otro lado, el tema ambiental no pasa de ser asunto
de tertulia, donde se visualiza como un aspecto a delegar en
alguien más, a pesar de los sucesos evidentes de la
degradación ambiental y las amenazar reales derivadas del
comportamiento ambiental, la sociedad sigue visualizando la
problemática ambiental como un asunto que alguien debe
resolver, siempre en tercera persona, sin involucrarse, pues es
sumamente fácil declararse partidario de la necesidad de
asumir una actitud ambientalmente responsable, pero sin asumir
personalmente dicha actitud y esto está estrechamente
relacionado con los valores que el entorno cultural fuertemente
impregnado de intereses comerciales, ha ido fijando en los
individuos.

Las personas aprenden desde niños a competir, a
sobresalir, a ser mejores que los demás, a escalar
posiciones por encima de los demás, mediante los deportes
competitivos, las labores pagadas por unidad productiva o la
valoración de la educación a partir de evaluaciones
sumativas que se manifiestan en escalas numéricas de
calificación, que más que el desempeño,
terminan calificando al individuo, convirtiéndose en
etiquetas sociales: bueno, malo, regular, mediocre,
sobresaliente…

Estas situaciones provocan que valores como la
solidaridad, la cooperación, la igualdad, la fraternidad,
la justicia, la equidad ocupen un lugar secundario o menos dentro
de la percepción social, subordinándose a la
competencia, competitividad, eficiencia, eficacia y
productividad.

¿Cómo
debería ser?

Las estructuras sociales deberían sustituir los
modelos entrópicos por sistemas naturalmente ordenados,
mediante la implementación del eco diseño, sistemas
de producción limpia, aprovechamiento racional de los
recursos, modificación del sistema de transporte de forma
que el transporte público sea más utilizado y que
el transporte interurbano sea de menor impacto.

El desarrollo urbano debería contemplar la
utilización de materiales de construcción cuyo
proceso de elaboración genere menor impacto sobre el
ambiente y menor consumo de energía, así como las
necesidades habitacionales reales por encima de la
ostentación urbana.

Las actividades productivas primarias como la
agricultura, ganadería y silvicultura deben internalizar
los subsidios sociales y ambientales que actualmente le brindan
al sector industrial de forma que se equilibre la
distribución de la riqueza generada redundando un una
estructura social más justa y solidaria.

Los programas de manejo de desechos deben contemplar
soluciones reales más que aparentes a los problemas de
contaminación, pasando del mero cumplimiento de
parámetros al establecimiento de verdaderos sistemas de
manejo ambiental que aseguren a la sociedad el cumplimiento de
las garantías ambientales establecidas.

El tema ambiental debe cobrar una mayor relevancia en la
sociedad, iniciando con una modificación profunda en el
modelo educativo que forma piezas de engranaje,
convirtiéndose en un sistema de formación en
valores fundamentales, que incluya el respeto por la naturaleza,
la solidaridad, la cooperación, la justicia y la
fraternidad, pero no como declaraciones huecas, sino como
componente integral reflejado en el funcionamiento mismo del
sistema. En términos generales, la sociedad requiere
asumir un rol protagónico más que de espectador en
la confrontación de la problemática ambiental para
que exista alguna posibilidad real de afrontar en buenos
términos los desafíos ambientales
presentes.

 

 

Autor:

Iván Porras Badilla

 

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